SANTA MARIA DE LA ESTRELLA

Para las mujeres y hombres solteros/as

Después de los examenes
Recibo en estos días varias cartas de muchachos y muchachas que parecen
calcadas las unas de las otras, porque todas coinciden en contarme una
misma sensación de vacío: después de los exámenes se sienten como huecos.
Han trabajado durante el año, han salido bien de sus pruebas finales, sus
padres están contentos con ellos porque lo que sus progenitores quieren
es, ante todo y sobre todo, "que estudien"; pero ellos, precisamente
ahora que la presión de los exámenes desaparece, se preguntan si valía la
pena, si con tanto estudiar no estarán dejando de vivir. "En este momento
-dice una universitaria- me encuentro que no tengo nada, me quedo
desinflada, mientras en casa se quedan tan contentos> con mis buenas notas."
Yo pienso, en un primer diagnóstico, que esta sensación de vacío y
desencanto la hemos experimentado todos tras los grandes períodos de lucha:
por uno exámenes, por una empresa que acaparó nuestra alma, por un libro
que acabamos de escribir. Es, me parece, un buen síntoma humano que
en ese momento no nos venza el orgullo de lo realizado y surja ese vacío
que no empujará a una nueva tarea cuando lo superemos.
Pero creo también que en los jóvenes ese desfondamiento muestra algo más,
concluido lo que acaparaba sus nervios, aparece un vacío interior más
doloroso: ellos aspiran a "más vida" y reconocen que los estudios son un
medio, pero no un fin.
En varias de esas cartas aparece la gran sombría de la soledad: "Yo
también necesito alguien que me quiera y a quien> querer -me dice una
muchacha- porque, aunque ya sé que mis padres me quieren son ya muy
mayores y muchas veces no puedo contar mis problemas en casa." Ya
apareció la madre del cordero: la necesidad de amistad y de amor. "¿Dónde
están los chicos que valgan la pena?", me preguntan las chicas. "¿Dónde
se encuentra una chica con la que yo me sienta lleno?", preguntan los
muchachos. Todos se encuentran capaces de llenar la vida de alguien.
Todos dudan de que exista alguien capaz de llenarlos a ellos.
¿Buscarlos en la facultad, en los ambientes de estudio? "No sé que pasa
en la facultad -me dice una muchacha-: la gente va allí como de cumplido,
nadie intima con nadie, algunos llegan allí ya con sus rollos desde los
quince años y yo, a mis veinte, me pregunto si es tarde para mí."
¿En las discotecas? "Las discotecas -me dice otra- reflejan el problema
tan grande de incomunicación que sufrimos todos. Estamos tan
acostumbrados a no escuchar al que está a nuestro lado, que preferimos
estar en un lugar donde eso es materialmente imposible."
Como es lógico, yo no comparto el diagnóstico tan pesimista de mis
corresponsales. Refleja sólo -pienso- el hecho de que ellos aún no han
encontrado esa amistad que necesitan y empiezan a considerarlo una
aventura imposible.
Habría que empezar a explicar a estos muchachos que la amistad y el amor
son dos joyas demasiado hermosas como para que uno las encuentre tiradas
por la calle. Todo lo grande es costoso. Encontrar "el" hombre o "la"
mujer que cada persona necesita no es que sea tan difícil como acertar
una quiniela de catorce, pero tampoco es tan sencillo como pedir un café
en una cafetería. Y es un hecho que buscarlo obsesivas y neuróticamente
es la mejor manera de no encontrarlo o de encontrarlo equivocándose.
Me parece que el único camino lógico es dejar hacer a la vida. Y tener la
certeza de que, cuando alguien tiene mucho que ofrecer, encontrará
siempre personas dispuestas a recibirlo. Siempre, claro, que se viva con
los ojos abiertos.
Digo est último porque en la vida existen "los profesionales del desprecio",
ese tipo de personas que se pasan la vida encontrando defectos a los demás:
éste es superficial, aquél no tiene conversación, el de más allá carece de una
educación parecida a la mía, aquel otro no tiene nada dentro. Estos
"despreciadores" están condenados a la soledad: mientras se cansan pronto
de cultivar su alma, siempre piensan que los demás "no son suficientemente
dignos" de ella.
Yo, lo confieso, encuentro toneladas de gente> interesante, conozco
cientos de chavales y muchachas estupendos y -claro!- no voy a poner una
agencia de matrimonio, porque pienso que el amor debe buscárselo cada uno
con su propio coraje.
Por eso a los amigos que me escriben esta semana les diré: dejad que
pasen estos primeros días en los que esa sensación de vacío tras el curso
es inevitable. Y después dedicaos este verano a vivir, aprovechad el
tiempo, llenaos de lecturas, de música, encontraos con los chicos sin
afanes de caza precipitada, dejad que os crezca el corazón. Ya encontrará
dónde posarse. Si tenéis amor, no se perderá. Los únicos árboles que no
florecen son los que ya están secos.

/user/logo1.jpg

José Luis Martín Descalzo

1