DIARIO DE CADIZ |
LAS HORAS TENDIDAS |
La política necesita políticos y en cambio le salen personalismos, pichichis, cosacos o vedetes, que es lo que vende. Como en la alfombra roja de los Oscar, en política lo que adorna no es el talento, sino una bella leoparda o un adonis sabiamente hormonado meneando mucho los velos y las capas, como vampiros de boda. El espíritu del nuevo milenio debe consistir, sin duda, en una muerte gustosa y lenta de las ideas para terminar en un desparrame de lentejuelas, champán y tetas en la piscina. Nuestra política nos está dando una hermosa floración de príncipes con moñas y santos mesías de los espejos, o sea, ese personalismo de rezarse a uno mismo en calzoncillos, sin saber rezar. Pero personalismo en política no es personalidad. Personalidad tenían Azaña o De Gaulle. Personalismo es lo de Felipe González cuando les pone morritos de maduro a las señoras. Personalismo es lo de Gil, que quiere hacerse un Buda de oro de la política a fuerza llevarle bragueros y otros exvotos de millones al Cristo de Medinaceli, como Almodóvar. Y así tantos. La crisis del PA no viene más que por el choque de unos personalismos singulares e impares. Pacheco es Jerez, es el PA, es Andalucía y es Hércules dando cosquis a los leones. A Pacheco, con su Jerez almenado y su espadón de un nacionalismo cojonudo y campesino, le brilla Andalucía en un diente como a un pirata una mella de oro. Pero Rojas Marcos es otro dios del andalucismo, un dios con laureles de años y barbas y el rayo fulminante estatutario en la mano, y en este duelo goyesco anda el PA desintegrándose, para pasmo y tristeza de muchos a los que el proyecto andalucista esperanza y arropa. Es lo de siempre, que el personalismo y la soberbia nos van llenando el Olimpo de la política de generalones rampantes y vendedores de aspiradoras. Y la gente venga a ponerles velitas, venga a besarles el joyón del dedo. Todo un altar lleno de perejil y santos cabezones para nada. |