DIARIO DE CADIZ |
LAS HORAS TENDIDAS |
El submarino está ahí como una larva de lo monstruoso del océano, como el óvulo de hierro y maldad de las profundidades. El submarino, que tiene a todo el planeta en el diente, a punto para el gran festín nuclear, o que ahoga a un ballet de marineros rusos, o que amenaza con envenenarnos dulcemente y sin ruido, como un Borgia. A la humanidad se le nota el progreso en la sofisticación de sus máquinas para el suicidio, y el submarino es la etapa acuática y veloz de esta perversión, que no pretende más que dejar un día a todas las ciudades del planeta cubiertas de isótopos y algas. El Tireless espera en Gibraltar su reparación. Al Tireless no se lo pueden llevar por si se rompe en el camino, por si se le abre el vientre y nos deja el fondo del mar lleno de buzos mutantes. Ya sabíamos que a Gibraltar lo tienen de basurero de los imperios, pero le faltaba la joya radiactiva de la Corona, gallardete definitivo, pendenciero y molón de su superioridad. Los llanitos, ciudadanos orgullosos de la gran escombrera británica que es Gibraltar, lo mismo hasta están contentos porque tienen contadores Geiger en la cocina en vez de cafeteras como nosotros. Pero la mierda pasa las fronteras sin pasaporte, es esa impunidad universal que tiene. La mierda es el gran vocero de la globalización, el adversario ecuménico de todas las nacionalidades. Al Tireless se le ha ido algo, un manguito, una junta, una cosa. Nada que entrañe demasiado riesgo, dicen. Pero los accidentes ocurren, y aquí nadie se ha preocupado de un plan de emergencia, por si al chapuzas se le va la llave inglesa en un despiste y nos atufan de rayos gamma. Nuestros gobernantes se esmeran en hacer un Plan Romero para que los rocieros follen con puntualidad y sosiego entre los pinos, o traen un batallón de policías para que a Ismael GH no le arranquen los calzoncillos las vecindonas de Loreto, pero hay una emergencia nuclear que llaman BR6 y se limitan a poner una estampita de la Virgen en el salpicadero del submarino. Planes de emergencia para diez kilómetros, exigen los protocolos. Pasando. Aquí los gaditanos, con la radiación Cherenkov, hacemos riquísimos pinchitos fluorescentes en la playa. |