Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

5 de junio de 2003

¿Quién ha ganado?

Parecía que se jugaban el país entero atomizado en municipios y todo el Poder en la carrera de un potro. Parecía que eran elecciones para un nuevo sol, pero ahora, en medio de la charcutería de los pactos, con los teléfonos ardiendo de asco y los enemigos que se abrazan lujuriosamente, nos damos cuenta de que, tras este drama universal, hemos despertado a la pequeña vulgaridad de lo real. Ya no se trata de rescatar continentes, de morir por la Patria o por la Libertad como una doncella desmayada, sino de ver quién se queda con la delegación de urbanismo o con el sillón plateado de las variadas cancillerías de la provincia. Deducir a partir de esto cómo andan las dos Españas redivivas, qué gigante ganó el planeta, cuánta sangre perdió la izquierda o la derecha, parece sólo un ejercicio de adivinación, aburrimiento o pigmalionismo. En los pueblos se medían las ideologías según la postura de farolas. Pero el país es más que las farolas y no ha quedado en la batalla ninguna flecha que nos señale el futuro inequívocamente. Estos días, las fiestas y los pésames parecen prematuros, excesivos y domingueros como un bautizo.

Los mismos que hablaban de estas elecciones como un plebiscito cruel están ahora intentando buscar un campeón, un ganador, una moraleja, un cometa en los cielos. Suman los resultados por categorías, esquinas, talantes, el peso de cemento y ruido de las grandes urbes, el mundo rural que no cuenta porque allí votan a las cabras, los ayuntamientos carismáticos, las regiones y los líderes que son un obelisco, las alcaldesas que ganan montadas en locomotoras. La Victoria sólo sale si se hace alguna trampa de éstas, pues un mapa convenientemente coloreado cambia el mundo y enardece a los fieles. ¿Quién ha ganado? ¿El PSOE que suma más votos o el PP que suma más concejales? ¿El PSOE que avanza o el PP que resiste? ¿El PSOE que vence en porcentaje o el PP que conserva el casillero de su poder? ¿Y quién pierde? ¿El PSOE ahilado, por el que no votaron ni todos sus manifestantes ni todos sus ametrallados? ¿El PP tumbadizo, que tuvo una mayoría absoluta que ahora parece gravemente mordida? Cada cual puede elegir su respuesta y su teoría, pues ninguna tiene significado más allá del deseo y de la trinchera. Falla la premisa misma de suponer que hay un ganador único y que esta votación entre vecinos conecta cósmicamente con una verdad gigantesca o con un ave futura que sobrevuela el país largamente.

Mejor miren en su pueblo, busquen en su ayuntamiento a los políticos mediocres, a los analfabetos enriquecidos, a los vividores, a los patanes, a los pelotas, a los inútiles, a los cuñados. Mírenlos componer sus pactos, venderse animosamente, brindar con los especuladores y reírse de todos los imbéciles que se han creído sus patrañas y sus posturitas. ¿Quiénes han ganado? Ellos, por supuesto. Todos esos en los que están ustedes pensando. Los hay de cualquier color y sigla. Puestos a apuntar generalidades, la única verdad es que la casta de los políticos nunca pierde. Aquel domingo tibio y sacramental, me levanté sedicioso y no voté. Tuve la sensación, durante un segundo revelador, de que hacía algo importante por nuestra democracia.

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