Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

26 de febrero de 2004

Ancha derecha

La izquierda sociológica no sabemos si son los hijos del 68, los currantes, los dueños de las teterías, los cantautores o los okupas. Los que quieren meter a toda la izquierda en un carromato son los mismos que nos hablan del fin de las ideologías, mala expresión porque lo que quieren decirnos es que sólo hay una ideología que es el pianismo de las calculadoras: el mundo sólo puede girar de una manera y es dejando hacer a la Bolsa y a las chisteras del negocio. Es la teoría o el truco de postular que por encima de las ideologías está el sentido común, y que este sentido común lo que da es la cosa neoliberal, que queda así suavizada de utilitarismo y deshojada de sus teologías tradicionales. Eso nos ha dejado el centro difuso tan de moda, o hasta la Tercera Vía de la socialdemocracia que tiró sus banderas rojas como rasurándose la barba de todo el siglo XX. Curiosamente, los que nos hablan del fin de las ideologías suelen ser todos de derecha. Es una forma soberbia de concluir la Historia en ellos mismos.

Siguiendo esta corriente, el presidente del PP malagueño pidió el otro día el voto de la “izquierda sociológica”, y no sin tino. Un acierto estratégico del PP ha sido expandir sus pistones hasta abarcar largamente del currito al facha. Una mayoría absoluta no se consigue sólo con el voto de los guardias civiles y las viudas de los notarios, y eso lo saben muy bien sus fontaneros. El PP no ha quitado las pensiones ni ha hecho de pago los análisis de sangre. Hubiera sido un suicidio político. En el partido en el que convivieron a la vez Pimentel y Fraga, el soñador medio rojo y el que quería ver a todos los pobres de España en alpargatas, hay una consigna de ser anchos más que ser centro. Pero suya es todavía la derecha del Alcázar, de los moros tan virilmente sucios de Millán Astray, a la vez que llegan a ellos los desencantados con una izquierda que se vendió o se quedó en las trincheras y en el retrato de abuela macho de la Pasionaria. No han sido las ideologías las que se han disuelto, sino los partidos los que se han abierto el abrigo para que quepa de todo. Y no sólo el PP. Al PSOE se le adhirieron igual los banqueros y los tiburones.

Todavía hay derecha e izquierda, no se equivoquen. Conversé hace poco con los últimos dinosaurios andaluces que el 20-N van al Valle de los Caídos a rezar el Cara al sol. No son marqueses, sino dueños de una venta en la carretera de Jerez a Rota. Me sacaron crucifijos y libros de la Legión. Son demasiado jóvenes para haber vivido la verdad de la dictadura, pero recordaban a Franco con la guardia mora, pasando junto al colegio como una Virgen con bigotito. A Franco lo quieren más que a un padre, dicen. Son votantes del PP. También apareció la derecha montuna en el bar que lleva mi amiga Ancela en Sanlúcar. Ancela tiene un dúo, “Muchatela”, y compone y canta con nervio y dulzura, como un tigre contralto (algún día se le rendirán las discográficas cuando se despierten del coma de OT). En el bar, ella canta o salen actores haciendo performances. El otro día, cuando un chaval que actuaba gritó “no a la guerra”, un par de pijos, calentitos, saltaron de la barra y le quitaron el micrófono. Unos chicos conocidos, pulcramente peperos. Al día siguiente, la misma derecha con banderita visitó a mi amiga y le retorció la muñeca. Amenazaron con rompérsela. La acusaban de roja y de poner música cubana. Ancha es la derecha. Gran astucia y gran engaño.

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