ZOOM · Luis Miguel Fuentes


Congresos y gatos

 

Uno le ve a esto del cambio tranquilo de Zapatero una bella razón natural o zoológica. Zapatero tiene que hacer el cambio tranquilo por ser el gato parsimonioso y rubio que es, un gato soñador con ojos de contemplar muchas lunas azules. Es este instinto de gato nuevo, elegante y paulatino, que se le nota en la mirada y en el espinazo a Zapatero, lo que alumbra al PSOE y quiere contagiar el alma de los más viejos, que no se dejan. A Zapatero, ese gato, le van dando pequeños tirones de rabo en los congresos de las provincias, uno de sus chicos gana por los pelos o no gana, y al joven líder se le empequeñecen los ojos y se le va quedando una tristeza que recuerda a Borrell, ese otro gato joven y breve que fue defenestrado o escaldado por toda la rebotica oscura del felipismo.

El cambio tranquilo se ve que se va a quedar de Despeñaperros para arriba, diga lo que diga Pizarro. Los cambios vienen cuando se pierde caza en la selva de los despachos, y en Andalucía no pasa eso. Además, aquí hay un LIDER INDISCUTIBLE (con mayúsculas hay que escribirlo, ¿verdad, compadre Bayón?) que ya ha cogido la posturita y al que los cambios le dan una gran pereza de gato viejo y roncador. Porque Chaves es otro gato en esa gatunería del PSOE, el gato andaluz que lleva años con la misma gracia de los escobazos a los malditos roedores de la derecha que se quieren meter en el frigorífico. Pero esa derecha ya no existe o es otra; de esa derecha sólo quedan, si acaso, un obispo gordo y un amigo banquero que vienen a tomar el té por la tarde levantando mucho el meñique, con un mohín de nostalgia y un recuerdo para la foto de un pariente que fue algo en una guerra o en un ministerio.

El gato guapo y el gato viejo y tunante, el gato núbil y fino y el gato resabiado de años y mataduras que duerme en un cojín un sueño blando de rey de la casa. Los dos mandando desde su tapia, respetándose el territorio, con mucho cuidado de no pisarle las hembras ni los ratones al compañero. Uno se imagina a Chaves en Andalucía como a Don Gato en su callejón, que hasta Zarrías se parece un poco a ese entrañable Benito que le acompañaba siempre (uno es casi adolescente y por eso pone estos símiles de dibujitos animados). El congreso del PSOE andaluz viene pues como una fiesta que le harán a Chaves con coro de maullidos, todos felices por tener la luna, el tejado, la raspa de pescado y una gata hermosa y esquiva que se riza las pestañas en las cornisas de San Telmo; una sardinada donde unos gatos raros de Córdoba han puesto el arenque proponiendo que la Junta de Andalucía "no atienda a presiones políticas, sino más a análisis de necesidades". Es que hasta ahora, todo lo que se hacía era por mortificar al perro, malo pertinaz en estas cosas de gatos, el dobermann rabioso de aquel vídeo.

Ronda festiva de gatos gordos, danza de las azoteas, trova con sus estribillos de lustros, una mirada esquinada sobre las heredades de Andalucía. Todo será una música de aplausos y lametazos. Una vez seca la sangre de las provincias y las familias, en el Congreso del PSOE de Andalucía no habrá un arañazo ni un maullido más alto que otro. Zapatero, ese gato joven, respeta la jerarquía de los años y los clanes. Sabe que en el PSOE, la primera caída desde un voladizo hace desaparecer las siete vidas del tirón. Ya les pasó a otros. El cambio tranquilo se puede ir tranquilamente buscando otra callejuela. Zapatero sabe que no es suyo el sur, y contará por los tejados norteños que hay, allá en Andalucía, un gato viejo que guarda una despensa y contra el que no pueden sus serenos ojos azules de minino galáctico y sentimental.

 

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