Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

23 de junio de 2005

Fraga / Chaves

De Galicia a Andalucía, de Fraga a Chaves, hay una moda de comparaciones que quizá sólo son un ejercicio de doblar el mapa y de volcar unos ríos en otros. Pero del paralelismo sale toda la literatura, de la simetría sale toda la ciencia, y de mirar en qué se parecen o no estos dos obeliscos o estos planetas reflejados, uno estallado y otro no, nos puede venir la fórmula o la metáfora que nos defina la política entera. Con lo de la unidad de los contrarios volveríamos a Heráclito, que ya está viejo como Fraga; con su reconciliación llegaríamos a la síntesis, que es donde el conocimiento empieza a distinguirse de la categorización o la observación. Juntando a Galicia y a Andalucía, como dos pellas de materia-antimateria, lo mismo nos queda la purísima nada o la purísima luz. Juntando a Fraga y a Chaves lo mismo nos encontramos con Jano, que lleva todo el tiempo de los dioses intentando darse un beso a sí mismo sin ser capaz.

Galicia es más verde y tiene más duendes, y Fraga es más literario, es literario como un ogro o un castillo vacío. Andalucía es más amarilla y tiene más lunas, y Chaves es más insípido o desapercibido, como un barítono. Pero si algo tiene la política, como el tiempo, es que iguala todas las montañas como a todas las ideologías. Fraga es un franquista converso y se ha llevado toda su carrera en democracia andando igual que cuando salió del agua en Palomares, como si le pesara ya para siempre en los huevos aquella bomba y aquella dictadura. Fraga creó eslóganes y modos, aquello de “Spain is different”, que es suyo y no del dúo Gomaespuma, aquello de “la calle es mía”, aquella ley de Prensa para que se hiciera uno mismo la censura en casa, y toda una serie de cosas por cojones, de cosas como Dios manda, y de rezos carpetovetónicos en la mesa, en la alcoba y en los parlamentos, pues a lo mejor Fraga es el Cela de la política con la cabeza más cuadrada y la máquina de escribir entre metralleta y tren volcado. Fraga es la derecha de los domingos y es la derecha con tranca, es un gordo como los gordos de los cafés de los cuarenta y hemos visto que es el diplodocus que decían, cuando se ha caído o medio caído ahora en estas elecciones y ha hecho el mismo ruido que los dinosaurios o las secuoyas.

Chaves también tiene algo de converso, pues es un socialista que ha devenido en señorito y en caballista de lo andaluz. De la pana a los palacios moros, de la tortilla al marisco, de los compañeros del metal a los amiguetes en las cajas de ahorros, ahí está toda la historia de este socialismo. Chaves, igualmente, ata mordazas y da eslóganes, y lo de la segunda modernización tampoco es de Gomaespuma pero a lo mejor es de Mortadelo y Filemón. Chaves, según sus versos, es la izquierda con carné del abuelo, pero según el colegio de sus niños, los coches oficiales de sus consejerías y la grasa de millonaje que sueltan los que le rodean y acarician es otra cosa indescifrable, sincrética o malforme. Es un poco tejano en lo andaluz, un poco sultán entre fuentes, un poco gañán cobrando la cosecha. Los dos, Fraga y Chaves, han hecho de su tierra su pazo o su cortijo y han establecido los modos oficiales de ser gallego o andaluz según se arrimen al poder. A los dos, el tiempo les ha ido pudriendo. Aun así, Galicia ha ido más deprisa que nosotros, que andamos de feria en feria y de modernización en modernización sin salir de la cola de España y de Europa. Andalucía no es Galicia, no. Allí puede que caiga el gran cacique, pero aquí, por no tener, no tenemos ni oposición.

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