El Mundo Andalucía

Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

29 de junio de 2006

La barba y la excelencia

“Un filósofo que no podía caminar porque pisaba su barba, se cortó los pies”. Alejandro Jodorowsky hace de estos picotazos su estilo y a veces le salen brillantes o tétricos y otras no tanto. Es lo que tiene jugar continuamente a la paradoja, que la mitad de lo que escribes ya se supone con la otra mitad. Para aforismos, desde luego, prefiero a Nietzsche, y a La gaya ciencia la tengo en la estantería como si fuera un quinqué. Sin embargo, mientras Chaves, en el debate sobre el estado de la Comunidad, empezaba su discurso que me parecía lleno de poleas, palanquines y calzos, me encontré por casualidad con esta frase de Jodorowsky en la mesa, en un libro abierto, que a veces se encuentra uno los libros así, como tijeras. Teoría equivocada tituló Jodorowsky esta ocurrencia en la que de pronto vi un lema o un epitafio de esta política nuestra, hecha por barbudos de pies grandes y uñas amarillas que se cortan la inteligencia por los tobillos y dejan crecer los problemas creyendo que son virilidad o guapura. Entre el empecinamiento y la cojera, entre la pedicura y el tipito, los problemas que no hay se llevan los retruécanos y los que sí hay merecen soluciones boca abajo.

En la tribuna del Parlamento andaluz, que en estos días de debate tiene ambiente de academia de corte y confección, vi realmente la larga barba de años de Chaves, una barba como un nido de pájaros, una barba hecha un morral o un babero, una barba como una túnica de dignidad y fideos, esa barba que nos impide avanzar pero ellos deciden dedicarse a otra cosa, a épica, propaganda, muletillas. El ejemplo más claro sigue siendo el Estatuto. El Estatuto no es malo por ser nuevo, ni por su sintaxis gomosa, ni por que algunos piensen que es echar al fuego el mueble macizo y heredado de la abuela que es España. No. Lo es por enfocarse en la sentimentalidad metafísica, en la perfumería identitaria; lo es por su intervencionismo brutal, por el afán de control sobre todos los aspectos la vida andaluza, desde la Justicia a los torreznos; lo es por dirigir el máximo esfuerzo de la legislatura a la caligrafía; por tenernos distraídos tanto tiempo en un concilio o fumadero sobre reglamentismos, banderolas y simbología; por haber sustituido todas las necesidades de esta tierra por la erección de una estatua espiritosa.

Si el análisis de las prioridades falla en política, falla todo. Y si es queriendo, la torpeza ya es pecado. Así, en nuestro gobierno andaluz, esa gorda reolina de inercia, siempre ganan el interés de partido, el estado de su propia digestión, el mantenimiento de su red clientelar o la prisa por una piedra inaugural que les da publicidad. Será esto a lo que Chaves llama estar “en el mapa de las cuestiones de excelencia”. Fíjense, nosotros, que después de 25 años de democracia seguimos a la cola de España y sólo ahora, cuando se han incorporado con sus carromatos y chamizos los países pobres del este de Europa, hemos llegado al 75% de la renta media en la UE; nosotros, con el paro, la educación y la sanidad por barrer; con nuestra economía subsidiada, calva, desindustrializada, sólo hecha de ladrillo podrido y tomateras... Pues a eso le llaman “excelencia”. Teoría equivocada, sí. Pero con la hermosa barba rizada como un Herodes presumido y las patitas con muñones, de nuestros batacazos todavía pueden hacer aforismos, discursos, enemigos y poemas.



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