Los días persiguiéndose |
12 de abril de 2007 Burócratas
Los he visto llegar larga y sucesivamente, como llegan las familias a sus comidas o a las despedidas de los trenes. Los he visto saludarse, templar las luces del sitio, arrimar la silla, abrir el ordenador, estirarse las solapas. Pero era como ver a la política en ese juego que hacen las muchachas peinándose unas a otras, y que está entre el aburrimiento, la confidencia y la danza sáfica. Parece que van a atarse lacitos, que van a rozar sus pies, que van a fumar algo entre risas, que va a arrojarse almohadas. Compañeros de partido en un ambiente de dormitorio, de cumpleaños de uno, de galletas en la cama, de noche sin padres. Las llaman comisiones, reuniones bilaterales, grupos de trabajo, les añaden una severidad de adjetivos y mayúsculas como otorgándose academias, hacen de eso lentas y medidas ceremonias igual que del despertar de una reina rococó. Inaugurarse ya les da para un dosier, sentarse ya les sirve para un receso. Vean a los burócratas gustándose ante los espejos, repartiendo el tiempo en sus teteras, metiendo papel de calco en los silencios. Pero además son burócratas de un solo lado, compañeros socialistas todos, cena sin cuchillos, sin relojes y lo mismo sin objetivo, pues basta con establecerse en la intención y en el nombre y que parezca que tardan mucho en trinchar el Estatuto, esa cosa medio cocida que ahora hay que terminar, especiar, emplatar, con la despaciosidad con la que se maneja la poca hambre. Comisiones, reuniones, grupos bilaterales, una cancillería por cada párrafo se tiene que vestir de torero muchas veces antes de que las cosas signifiquen lo que está escrito y de que sucedan como nos dijeron que sucederían. El Estatuto entró en vigor, pero no vimos en ese amanecer cómo desaparecían los parados, los pobres ni los sufrientes en Andalucía. Todavía falta algo, el desarrollo dicen, como si siguiera la forma sonata, y eso necesita, de nuevo, tiempo, paciencia, acuerdo y plazos, más plazos, más horizontes, más futuros, en esta tierra como milenarista en la que todo está eternamente por llegar. Unos plazos con otros plazos entremetidos, carrera con demasiadas metas volantes, tarea de cojos y voceadores que consumirá otra legislatura por lo menos, que es de lo que se trata, de que pase el tiempo como en el dormir de los enfermos o los borrachos. Cada vez que los políticos montan estas comisiones o cotillones y se preparan para acuerdos como para larguísimos velatorios, yo me acuerdo mucho de aquella canción de Serrat, Algo personal: “Pero eso sí, los sicarios no pierden la ocasión / de declarar publicamente su empeño / de propiciar un dialogo de franca distensión / que les permita hallar un marco previo / que garantice unas premisas mínimas / que faciliten crear los resortes / que impulsen un punto de partida solido y capaz, / de este a oeste y de sur a norte, / donde establecer las bases de un tratado de amistad / que contribuya a poner los cimientos / de una plataforma donde edificar / un hermoso futuro de amor y paz”. Por ahí en mitad de esta frase andan discurseando y tramposeando nuestros políticos, nuestros burócratas de culo plano y tiempo lechoso. Me gustaría verlos un día decir que ya ha llegado la fecha, que se pueden cerrar las carpetas, que no hay que esperar más salvaciones ni anunciamientos ni mañanas. Pero entonces no serían ni políticos ni burócratas, ni esto seguramente sería Andalucía. |