ZOOM · Luis Miguel Fuentes |
El PP anda recolectando los cadáveres del GIL sin dejarles siquiera cambiarse de corbata, los acoge amantísimamente tras un breve purgatorio tapizado que los devuelve planchados y arrepentidos. Eso de pasar una hora por el grupo mixto como por una diálisis se creen que les salva de la maldad del transfuguismo, y lo que hace es agravarlos de tramposería. Todos los hombres sedosos del GIL, toda su ideología de dejar el dinero fluir salvaje y franco, están traspasándose al PP con un rezo y un remordimiento fingidos, y el PP toma cabildos con una danza numerosa que llena autobuses de concejales para conducirlos al otro lado de la mesa. No parece sino que el PP en Andalucía, que se ve opositando eternamente al poder autonómico, se aplicara en el dominio dividido y corto de lo municipal, que da el consuelo de ir conquistando la región por barriadas. San Roque, La Línea, Estepona... El PP quizá está asaltando ferozmente los ayuntamientos de un GIL desahuciado por calmarse un hambre antigua y una vergüenza de muchas derrotas. Pero lo más grotesco es que el PP quiera vender esta operación como si fuera un rescate masivo de almas. Las perversidades del GIL y de los hombres que lo hicieron posible ya no existen o fueron un desliz, son todos hijos pródigos seducidos por un ramalazo de facherío que ahora les reconcome. Están aplicando los peperos el mismo argumento que tanto le critican al PNV con los díscolos batasunos, eso de reconducir por el buen camino a los chicos malos llevándolos de la mano. Pero esta vez eso no les choca, porque ahora las nueces caen para su lado, empujadas por todas las hormigoneras que se han ganado. Son cosas como ésta las que hacen que la inteligencia de los partidos, el esfuerzo de sus ideólogos y propagandistas, se estropee en un momento, porque el pueblo no es tonto y ve que lo que pasa es que se pacta con un diablo mudado de calzoncillos para conseguir el poder a cualquier precio, y no otra cosa. El PP ha roto dos empeños, el de la unidad anti GIL y el del rechazo al transfugismo, aunque diga que no y para despistar exhiba coartadas infantiles y se disfracen de carmelitas. Apandillarse con los ex GIL traiciona el espíritu de un acuerdo que lo que quería era enterrar esa política urbanizante y glotona que hacía babear de placer a los empresarios listillos y a los buscavidas elegantes que se unieron a la guía de Jesús Gil, esos que ahora vuelven al abrigo del PP. Pero a estos halcones del dinero les seguirán habitando los mismos apetitos, pues tan profundas creencias no cambian de un día para otro, así que el PP no está salvando a nadie ni apuntillando al GIL, sino recolocando esta disidencia en su flanco más derechista. Por otra parte, volcar los ayuntamientos cambiando de signo diez o quince manos a la vez es transfugismo en masa, digan lo que digan, pues hay ahora otro señor que les gobierna y otras siglas a las que se sirve, sin haber pasado por la bendición del electorado. Dirán que se ha cumplido la ley, pero sabemos que la ley está aquí coja y que, en política, por encima de los reglamentos debe mantenerse la decencia. El transfugismo es otra fealdad de nuestra democracia (ya comentábamos el otro día la politización de la justicia) contra la que se vocea mucho y se actúa poco, ya que es trampa de la que todos hacen uso. El transfugismo es el voto del pueblo que se convierte en hacienda y se negocia después como si fuera una vaca. De esta meretrización de la política vive mucho despabilado de pueblo, pero ahora el PP lo está haciendo fiesta multitudinaria. El PP asalta los castillos derrumbados del GIL suavizando un transfuguismo numeroso con trucos de abogado. Si se plantea la moción de censura en Estepona, el PP ganará otro ayuntamiento, pero se estará acanallando definitivamente con las suciedades del GIL y su propia ambición. Y Javier Arenas, ¿no se da cuenta o le da lo mismo? |