Luis Miguel Fuentes

6/01/02

REPORTAJE

LA LINEA / LA POLICÍA LOCAL ACUMULA CASI 300 DENUNCIAS POR MALOS TRATOS Y ABUSOS


EL ALCALDE: "CREO EN LA JUSTICIA"
¿Seguridad o estado de sitio?

La Línea es paraíso o infierno mirado desde un pico u otro, con la Policía Local salvando comerciantes o escarmentando porreros


LUIS MIGUEL FUENTES

LA LÍNEA.- La herencia del Grupo Independiente Liberal (GIL) en La Línea ha dejado un funcionario para cada jardín y una de las policías locales más polémicas de España. Casi 300 denuncias por malos tratos y abusos lleva acumuladas, aunque hasta ahora sólo una de ellas ha terminado en una sanción pequeña de 9.000 pesetas.

Primero el Grupo Rojo, luego los Cobra, atigrados y temibles para muchos (se dice que algunos son ex legionarios y boinas verdes, “pirados de las armas y las artes marciales”), han “limpiado” La Línea, pero oposición y ciudadanos afectados hablan de huesos rotos, de violencia gratuita, de atropellos y arbitrariedades que han llevado al Defensor del Pueblo a abrir una investigación y a la Junta a decir que la Policía Local de La Línea puede estar “fuera de la ley”.

Para el PP, que gobierna la ciudad del brazo de los ex-GIL arrepentidos o travestidos, se trata una persecución política dirigida por la oposición, envidiosa de su “eficacia”. Para los otros, de una situación intolerable que está despreciando derechos fundamentales y derrumbando todos los principios de la democracia.

La Línea es Paraíso o Infierno mirado desde un pico u otro, con esa guardia pretoriana de la Policía Local salvando a los comerciantes o escarmentando porreros, según.

Movimiento "bastardo"
Juan Carlos Juárez, que fue alcalde con el GIL y lo sigue siendo con el PP, recibe en su despacho como de estomatólogo. Elegante, ladeado, maquillado de pose, Juárez sabe utilizar ese dandismo algo berlanguiano de colocar un pequeño taco de vez en cuando: “Es que los periodistas sólo vienen a dar por culo, con todo el respeto...”, dice cuando el periodista le hace saber que el Jefe de la Policía Local, David Iria, bastante enfadado por las últimas informaciones publicadas, no ha querido hacer declaraciones.

Para Juárez, toda la polémica es fruto de un “movimiento político bastardo” contra “un modelo de eficacia y gestión” que “les está asustando”. Juárez asegura que la delincuencia en La Línea se ha reducido “en un 60 por ciento” (cifra que otras fuentes dejan en un 16 por ciento) mientras que “la Junta, mal gestionada por el PSOE” lo que ha conseguido es “aumentarla un 25 por ciento”. Habla de un pasado de gente sin casco, sin seguro, sin ITV, de accidentes, de sobredosis, de casos de SIDA, de inseguridad, de zonas de la ciudad donde no se podía entrar, de la gente queriéndose ir de La Línea, todo propiciado, según él, por ese “descontrol del PSOE de ‘todo el mundo es bueno’”.

Para Juárez, las actuaciones de la Policía Local “son modélicas”, siempre con “la ley en la mano” y las denuncias obedecen a “intereses políticos”. “La gente normal no tiene problemas con la Policía”, aclara. Para Juárez, la gente que “no es normal” engloba a “los que tienen antecedente penales, problemas anteriores con la justicia, los que van bebidos...”

Juárez parece decir esto sin darse cuenta del deje algo fachorro que se le queda estableciendo estas categorías, casi como si volviera a aquello de los vagos y maleantes del franquismo. “Creo en la Justicia —asegura—, y de las más de 100.000 actuaciones de la Policía Local, sólo hay una sentencia en contra, y al agente además se le ha abierto un expediente, aun siendo la sentencia recurrible”. “Yo no acepto la seguridad a cualquier precio —dice contundente— y si conozco algún abuso de autoridad, lo separo del cuerpo”.

Pero para otros, la situación no es tan idílica. “Me rompieron una costilla y el peroné de la pierna izquierda”, cuenta José Luis García Quirós, que ha presentado una denuncia. José Luis tiene 36 años, vive en El Junquillo y trabaja de eventual en la refinería, en Acerinox, en el astillero de Gibraltar, según le venga la cosa.

Cacheos a religiosos
Por una discusión en un bar donde no le dejaron entrar a comprar tabaco porque llevaba a su fox-terrier, cuenta que le agarraron entre seis agentes y lo llevaron a las dependencias de la Policía Local. “Estaban pidiéndome los datos y entonces llegó uno y me dijo que le diera mis llaves, pero yo le dije que no, que eran las de mi casa, y entonces me soltó dos puñetazos. Luego empezó a provocarme, a decirme que si quería desquite con él, y se quitó las cosas que llevaba encima, las esposas y eso, y me llevó a una habitación. Cuando yo hice el intento de salir, me agarró del cuello y se lió a puñetazos y a patadas conmigo”.

Otro caso muy sonado ha sido el de un religioso de la comunidad marianista. Lo cuenta Pachi Canseco, párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, del barrio de la Atunara, uno de los más deprimidos de La Línea. “Este religioso de nuestra comunidad volvía de la vigilia de la Inmaculada, cuando la Policía Local lo paró y le preguntó qué había consumido. Se identificó como religioso, pero no le miraron la documentación. Según ellos, tenía las pupilas dilatadas, pero él explicó que es que estaba cansado. Entonces, para cachearlo, le hicieron bajarse los pantalones y los calzoncillos en la misma calle”.

“No es maltrato físico, pero sí una vejación”, explica Canseco, que añade que “no se puede tratar a los ciudadanos como presuntos delincuentes” y que “más que seguridad, es miedo e intimidación lo que dan”. Matiza, luego, que no es culpa de toda la Policía Local, sino sólo de un grupo.

Dimisiones
Para Enrique Morales, del PSOE, es “evidente que debe existir seguridad, pero no un estado de sitio policial”. Considera que se está traspasando “la barrera que separa seguridad y fascismo” y que “después de la sentencia condenatoria, se pude hablar de malos tratos y no de presuntos malos tratos” y por ello “vamos a pedir una comisión de estudio y la dimisión del delegado de seguridad ciudadana”.

Andrés Martín, coordinador de IU en La Línea, forma parte del foro contra los malos tratos que se ha constituido en la ciudad. Andrés Martín dice que “frente a las denuncias que la Policía gana, hay heridos de bala, huesos rotos, verdugones y partes médicos”. Para Andrés Martín, el que la mayoría de las denuncias no prospere tiene una explicación muy sencilla: “Muchas se retiran o no comparecen los testigos porque sufren presiones, o van sin abogado, o se montan ruedas de reconocimiento donde no está el policía acusado, o aparecen dos o tres policías que desmienten la versión del denunciante. También hay casos en los que no se pueden presentar pruebas, como una identificación nocturna, donde no hay testigos”. Andrés Martín considera que “al principio, al pueblo le tocaron la vena “facha”, eso de poner la seguridad por encima de cualquier otro valor, pero la opinión de la población está cambiando, porque les van tocando casos cercanos, un cuñado, un vecino...”. “Lo más grave —dice con cierta tristeza— quizá no son los malos tratos, sino ese modelo policial que se mantiene”.


Un policía denuncia a su jefe

José Carrión es policía local de La Línea, pero ha denunciado al sargento jefe, el polémico e irascible David Iria, y a otro cabo, por destrozar un coche que estaba mal aparcado. José Carrión, que gasta corte de pelo a lo marine y ademanes enérgicos, cuenta orgulloso que lleva 15 años de policía sin ningún expediente disciplinario. Sin embargo, ahora se encuentra suspendido de empleo y sueldo. “Además, mi familia ha recibido presiones y han intentando echarme de mis estudios de criminología enviando una comunicación que decía que yo no estoy en activo, y eso no es cierto”. La denuncia, de la que exhibe una fotocopia, describe cómo el jefe de la Policía Local, David Iria, y un cabo, “presuntamente comenzaron a ocasionar daños deliberados” en un vehículo retirado por la grúa cuando entró en el depósito, rompiéndole “los cristales, los focos, diversas partes del interior del mismo, etc.” y finalmente “vertieron azúcar en el interior del tanque de gasolina”. El coche pertenecía a un tal Colombo que había tenido diversos encontronazos con la Policía Local. José Carrión, que formó parte de aquel Grupo Rojo que inició la labor de “limpieza” en La Línea, cuenta que llevaba tiempo denunciando internamente irregularidades y “atrocidades” y mostrándose crítico con las actuaciones y comportamientos de David Iria. “Me estaban haciendo la vida imposible –dice-, han ido a por mí y yo no podía quedarme con los brazos cruzados”.

Un 'trato especial' a prostitutas

Algunos testimonios dan cuenta del 'trato especial' que reciben en La Línea las prostitutas: "Se las llevan fuera de la población, les quitan los zapatos y las dejan allí. A algunas, hasta las cachean en las dependencias de la Policía", cuenta un policía local que no quiere que se divulgue su nombre.

 

 

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