ESTRELLA JOVEN - LA ESTRELLA DIGITAL

EL CINICO


La alianza

La Historia ha ido merendándose a todas las utopías y a todos los humanismos y, al final, nos ha dejado este mercantilismo chachi que consiste en hacer del mundo una gran cama redonda de oro. Es el revolcón gozoso de los banqueros, los empresarios y los especuladores, que copulan en corrillo con esa felicidad aborigen que da el sexo glotón y gracioso, como áureos bichitos de luz. En medio de la orgía de los señores, el pueblo se queda como aquel mayordomo que está a ver si puede coger una teta. En eso hemos acabado, en mirones con babero, en espectadores de las fusiones, de la pirotecnia de los concúbitos de los que la tienen más grande y además, dorada.

La modernidad, el siglo o lo que sea llama a las concentraciones, a las alianzas, a las componendas del poder, que tiene manazas grandes. En el crisol del milenio se está fraguando ya, con el metal de los bancos y los duros sonrientes, el careto sin cara del Gran Hermano, que ya sale en la televisión con voz en off y al que en España se ve que le va quedando el cabezón cuadrado de Villalonga y sus ententes. El mercado, el capitalismo salvaje, vemos que tiende a la aglutinación y al carcinoma, al bulto feo y sanguinolento que se multiplica ciego y que revive las profecías de Marx, ese abuelete fatídico al que ya habíamos olvidado por apolillado y asustaviejas. Mira que si llega a tener razón después de todo, mira que si el monstruo termina devorándose a sí mismo en una brutal apoteosis de onanismo caníbal...

Telefónica y el BBVA hacen su metástasis de la mano para comerse viva a esta España en la que alguien ha dejado abierta la puerta del corral y ya puede entrar el zorro con abono de temporada, en plan Coyote de los dibujitos, con la servilleta al cuello y los cubiertos en ristre. Son cosas del libre mercado, que las empresas privadas son las empresas privadas, según nos dicen Aznar y Rato a coro, como Hernández y Fernández (Dupont y Dupond en francés, que queda más fino). Lo que ocurre es que, hace nada, Telefónica y Argentaria eran nuestras, que sus activos los hemos hecho entre todos los españolitos, y ahora, inflados en la bolsa y unidos a otro banco, van avasallando, pisando los sembrados y comiéndose nuestras vacas como los ogros de los cuentos, que se parecen todos a Villalonga un montón, no me dirán que no.

Villalonga le tenía miedo a una opa, que es el coco de los grandes ricos, y a unas siglas impronunciables que le sonaban lejanamente a beso de la muerte: BSCH. Dice que lo querían quitar de en medio (es lo gansteril que siguen teniendo los negocios) y, algo cagueta, optó por negar a Aznar y a sus orígenes y tomar posesión de las Españas por las partes blandas del peculio echándose en los brazos de Ybarra, que a los que nos gusta la ensaladilla nos caía simpático porque nos recuerda a la mayonesa. Uno tiene que pensar que, por una vez, González va a tener razón cuando dice que o Aznar estaba detrás o es imbécil. A mí me da que Aznar tenía todo muy bien planeado pero al final el cuervo, con sus cosas de cuervo, le ha sacado los ojos y además le ha jodido las elecciones que tenía tan apañaditas. Traiciones de pupitre, venganzas de empollón acusica: "et tu, Brute!".

El engendro Telefónica-BBVA, la serpiente hidrocéfala que han parido Villalonga, Ybarra, Polanco, Francisco Gonzalez et alii, asfixia a España y su rebaba ácida amenaza con pringar todas las gavetas de la sociedad, con corroernos el embaldosado del Estado de Derecho a salivazos, como hacía aquel alien de la película, cabezón y dentudo también. Frente a ese bicho, los derechos y las libertades son graffiti de colegio y la misma Constitución se queda en cuento, en idilio, en cosa ingenua como de catecismo de primera comunión. El Gobierno y el Legislativo deben reaccionar y ponerle el cepo a ese reptil que pretende manejarnos con control remoto y engullirse al país, convertirlo en jugos biliares, en carne de bolsa amañada, en partida de bolos hecha con esqueletos para sus holganzas entre reunión y reunión. A España se la reparten como los churros del desayuno los grandes zampones del Reino. Algo habrá que hacer antes de que terminen por devorarnos a pellizcos, como la marabunta.

 

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