ESTRELLA JOVEN - LA ESTRELLA DIGITAL

EL CINICO


Deus ex machina

A Aznar (su efigie) lo suben por los aires en globo, en plan barullo de los Montgolfier, en plan plaza de París, en plan gente maravillada o espantada por la cosa. Aznar sube con la pereza del globo y mira desde el cartel como desde el ventanal de una dimensión rara, como desde el ojo de buey de un universo plegadizo, contemplando con extrañeza el comienzo de una campaña que todo el mundo sabe que empezó hace mucho. A Aznar, buzo aerostático, le tiran del sobaquillo unos cables y lo suben, quizá porque tiene en las encuestas no sé cuántos puntos sobre el otro y ha querido hacerse una metáfora aérea con el recochineo y con la matemática de la campana de Gauss, que tiene forma de globo, más o menos.

Almunia, en cambio, viene descendiendo sobre las masas pobres de la izquierda como una santa con barba, como una virgen macho con el regazo amplio y la sonrisa socarrona, salvador del pueblo, consuelo tierno para ese dies irae de las elecciones. Por eso el cartel del PSOE bajó del cielo con querubines y trompetas, un cartel de un rojo de entreguerras, rojo de pañoleta de la Pasionaria, que ahora es casi de los suyos. El PSOE vuelve a esa ideología de los colores que es tan visual, tan directa, tan histórica. Nos enseña el rojo y nos pone la música de Novecento, música de marcha campesina y bieldos al aire, que, la verdad, no pega.

Es el deus ex machina, el dios por medio de la máquina, artilugio de tramoya para asombrar al público en la platea, irrupción divina en la tragedia humana. Con mecanismos y chirridos, Aznar sube a su cielo aventado por el gas de la macroeconomía y Almunia desciende empujado por su gravedad de mesías gordo para confortar a la masa. Jaleíto para arriba y para abajo como dioses de óperas de Monteverdi. Son las cosas del teatro, de la política al fin y al cabo, que tiene unos escenógrafos horteras y les queda la cosa como las representaciones de Schikaneder, excesivas de petardos y monstruos, de meteorología y enanos.

Pero lo malo de esta obra, que iba para mascarada humorística y para pasar la tarde, es que ya nos han puesto dos muertos en escena, en el primer acto. Han sido los de siempre, que nunca están contentos si no aparece la guadaña para acojonar al público y a los actores. El deus ex machina de esta gente aparece de vez en cuando por sorpresa, en medio de un diálogo, y le pega un tajo al primero que encuentra. Luego se sube otra vez con mucho estremecimiento de poleas, pero a la representación se le queda ya el regusto fatídico de la muerte, el tenebrismo horrible del muerto en las tablas, que algunos no terminan de condenar porque le ven estética y hasta razón. El deus baja a hacer su numerito de nacionalismo racista y asesino, y siempre hay alguno que aplaude y otros -PNV, un poner- que no se deciden a abuchear, que el deus al fin y al cabo es primo suyo y además va vestido de espatadanzari.

En la escena vasca, el PNV sigue ensayando su recitado coñazo y vacío, su neura o complejo de Edipo de Hamlet con fantasma de Sabino Arana, lustroso de gusanos y limpieza étnica. Con la calavera del muerto, de todos los muertos (en realidad ya sabemos que Hamlet hace su monólogo famoso sin calavera), declama que le manejan a los figurantes y que pagan a algunos para que se salgan del guión que tiene él, ese libreto en el que el final es un país de aldeanos, caseríos y leños donde se ha expulsado por fin a la Historia y a todos los que no hacen música golpeando palitos. Y a sus primos, a los que bajan con la palanca al deus asesino, les pide el voto para hacer fuerza en Madrid. Arzalluz sobreactúa, crispado y antipático, caricato en el papel de cura guerrero del nacionalismo, patoso pisoteando a los muertos.

Aznar y Almunia suben o bajan por el proscenio de sus ideologías y Arzalluz sale por la trampilla para saludar de la mano de sus enmascarados. Campaña, puro teatro, aunque en esta comedia los muertos son de verdad y no es ketchup eso que les mancha el pecho. Pero el espectáculo debe continuar. "Ridi, Pagliaccio, sul tuo amore infranto! Ridi del duol che t'avelena il cor!"

 

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