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EL CINICO


El cine del PSOE

El PSOE hace su campaña multimedia con unos picados tétricos de Aznar y unos planos del Xanadu de las derechas como paisajes de los Cárpatos, con vampiros y ciénagas. El PSOE hace, como Hitchcock, un fundido final con Aznar y la calavera de la señora Bates, que en el PP puede que sea Cascos, seguramente. El PSOE, en fin, le pone el cuchillo al presidente, un cuchillo de "stock options" y pelotazos bursátiles, y lo lanza a asesinar rubias de izquierdas, indefensas proletarias en la ducha, sirenas algo viriles en espumas de jabón verde, que era el de mis abuelas.

El PSOE sigue con la tradición del dobermann, que quedó ya en la filmografía de las campañas como aquello de Tiburón, sigue con el peligro del mordisco y de la rabia de la derecha, de las negruras de los cementerios del conservadurismo, necrófilo y sepulturero, del metraje de los monstruos en plan Cosa que surgió del franquismo, Godzila con bigote que anda pegándole zapatazos a los currantes y comiéndose la casa del pueblo y escupiendo húmeros regurgitados de rojos. En esta campaña de coños y milongas, el PSOE mantiene su cinematografía de cepos y hombre-lobo en la Moncloa, y ya cansa. Cansa con mostrar tanto la yugular del bicho para el tajo, cansa con eso de que hay que matarlo por feo, por peludo y por facha, cansa de tanto rugido de la bestia, que ni es tan bestia ni ruge tanto. El PSOE busca el efecto en la fotografía y en el montaje, y se le olvida el guión, la letra, la cosa. Ni una sola propuesta, ni una sola idea, sólo el señalar con el dedo al ultracuerpo endeble de Aznar que deja sus vainas babosas de derechona por las criptas de España, como huevecillos de insecto.

Se ve que el PSOE cree poco en la guapura de sus galanes, que Chaves no es Kevin Costner ni Almunia Brad Pitt, aun con barba de tres días, y por eso, para que el votante disfrute en la proyección, le dan el protagonismo al enemigo al que ponen de caricato con moñas, de jorobado comiendo muertos o de villano quemando las chozas del pueblo. Pretenden así que se nos pegue algo de Braveheart o de Robin Hood y salga la furia obrera a descranear fachas o asaltar el castillo del Sheriff de la Moncloa a flechazos proletarios, con la hombría de gaitero de Mel Gibson o la gracia de bailarina de Errol Flynn.

Al PP se le pueden poner muchas pegas, ya lo hemos escrito aquí varias veces, que se le ve el guantelete furioso de la derecha de vez en cuando, pero hay que reconocer que tiene muy arregladita la salita de España y mantiene las formas en la mesa. En el vídeo del PP, Aznar se limita a soltarnos su discurso tieso y digno, algo así como la Preysler hablando de sus alicatados: nos cuenta sus cosas de puestos de trabajo, impuestos y eurofelicidad y ya está. Se cree o no se cree, pero al menos no te salpica de intestinos como este corto gore que se ha montado el PSOE, total para no decir nada.

Ya nos deslumbró el PSOE con su cinefilia en el vídeo para Andalucía, parodia de aquella vida de Brian de los Monty Python donde se les olvidó decir que las autopistas las hicieron estos romanos felipistas con un dedo de grosor porque el resto voló en el alquitrán liviano de los maletines y los despachos, y que seguimos estando a la cola del Imperio Occidental aunque esto les estropee el final feliz. Es que no quisieron mostrarnos lo más jugoso, la coreografía de minué de los figurantes pagados por Mienmano, la posproducción de los cafelitos, el traveling del dinerillo que fluía generoso y facilón entre plano y contraplano como sustancia postivadora del asunto.

Ay, es que se adivina en la dirección a los viejos cineastas de siempre, la escuela tenebrista del felipismo, ese cine negro de autor con gánsteres y metralletas que hacían en los "buenos tiempos", los felices años de sicarios, chanchullos y ruletas trucadas. Pero a ellos, como dijo Rhett Butler, todo eso, francamente, les importa un bledo.

 

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