ESTRELLA JOVEN - LA ESTRELLA DIGITAL |
EL CINICO |
Terminó la campaña, una campaña como de frente ruso que nos ha dejado refritos graciosos, mercadeo jovial de oferta diaria y manchones en la sobaquera. Campaña larga, campaña sufrida, trotona, campaña de picotazos y amagos, campaña de yogures rebajados, campaña de glorias de izquierdas y derechas, de pactos y monstruos, campaña moderna, multimedia y cableada, campaña pesada y gozosa de camiones y atrezos y chucherías. Hemos tenido elecciones, nos han pasado por encima las elecciones, y los quesitos de las encuestas, esa repostería de la matemática, se han condensado del merengue de las cábalas hasta la densidad de los escaños. Ya estamos otra vez repartidos, examinados y relucientes, con esa alegría escolar de párvulo con el forro nuevo para los libros del otro curso. Las campañas también se ganan o se pierden, independientemente de lo que salga después en las urnas, y esta campaña la ganó el PP casi sin quitarse el levitón. Iba sobrado de cifras, reluciente de porcentajes y memorandos, galgo veloz de la macroeconomía, y así ha ido por delante con su cántaro de letras y guarismos, soltando sus bombas, sus propuestas y su bisutería abundante con la ciencia conspicua de los mercaderes, mientras los demás iban detrás a trompicones, torpes con la retranca del parcheo, con la segunda voz en el coro, como un eco tímido. Sólo la finta del pacto PSOE-IU llegó a quitarle al PP el protagonismo y la tranquilidad, una prometedora y rara pareja a la que se le veía ya al final un futuro de vajilla a la cabeza, de mandar al cónyuge de vuelta con su madre, con las sábanas bordadas y la cubertería a cuestas, con esa inutilidad triste y acusadora que se le queda al ajuar de los malcasados. Fue imposible siquiera un mitin final de las dos fuerzas de "izquierda", fue imposible meter a los sindicatos en la cama, todos se quejaban de que el uno roncaba y al otro le olían los pies y el tercero dejaba pelos en el lavabo. Es que el amor puro de las ideologías, ese casto romanticismo de la progresía, se estropea cuando hay peleas por el mando a distancia y cuando hay que lavarle los calzoncillos con palominos al compañero, que resulta que es algo gorrino. Almunia, al fin y al cabo, buscó el pacto con IU porque era la única posibilidad evitar su sacrificio en el altar de Ferraz, que se sabía peón o kamikaze, telonero de Solana para recibir la furia y los tomates, para perder con dignidad y provocar la epifanía del ahora Míster PESC, el eurosuperhéroe de los bombardeos de Kosovo, que es el que está en la recámara de Felipe González y, según el decir de algunos malpensados, hasta en los diseños de Washington. De este pacto, sólo IU sacó beneficio claro, que se frenó su caída y pudo ir con los coloretes retocados y unos zapatitos nuevos de charol muy monos, como una Dorothy por el embaldosado amarillo de la unidad de la izquierda. Pero algo que ha faltado en esta campaña ha sido la sal de los debates. Como el PP iba ganando, ligero y fatuo como un arcángel de las encuestas, nos hemos quedado sin ese fango y esos codazos tan divertidos de la política cuerpo a cuerpo, de la política a mordiscos (tan sólo tuvimos ese paripé soso y cojo en Canal Sur con los candidatos andaluces). Es que el PP no podía arriesgarse a perderlo todo por una corbata torcida de Aznar, por un salivazo que se le quedara en la comisura de la boca o un resbalón regio en las escaleras. Aznar y Almunia se miraban de reojo en los carteles con la escolta de Frutos, hombre sensato y como pericial, pero ahí se quedó todo, en el mudo vis-à-vis de las vallas. Las lindezas se las decían a través de las televisiones y los titulares, esos meandros del discurso político. Ha sido, en fin, una campaña divertida, con mucho barullo de mercadillo dominguero y regalo de peines, una campaña donde ha salido bastante el cabezón de Villalonga y las dentaduras postizas de nuestros viejos riendo solas. Ahora, después de tanto grito, de tanto confeti y tanta mano sudada, de las convulsiones cartesianas de la "res extensa" de la política, ha llegado el final, el silencio, el sosiego. Vuelta a la vida adulta. Y paz, paz, paz... |