LA BAHIA DEL MAMONEO (BAHIA DE CADIZ)

LA TRAMPA DE ULISES


Barroso y las Batuecas de la Bahía

¿Quién se siente desgraciado por no ser rey, sino un rey destronado?
Blaise Pascal

A esta Bahía de Cádiz la adornan efluvios marinos y una vocación malograda y montañesa de Batuecas húmedas y muy azotadas por el viento. Larra pensaba que todo era un continuo carnaval, y en ningún sitio se entiende de carnaval como por aquí, de ahí que le rindamos honores montándonos de vez en cuando unas Batuecas de máscaras y chistes, autóctonas y cejijuntas. De artículo del Bachiller Larra desde las Batuecas ha sido esa bronca de la UE a la Mancomunidad por lo del PTE. Es que la Mancomunidad se ha convertido en un carrusel de cafelitos, en una acampada dominguera de amigotes que se pasan el porro o el calimocho, en la botellona grotesca del repartimiento de despachos, esos despachos donde algún preboste de la Bahía dice que le gusta follar, y que le cojan. Tanto es así que la burocracia de Bruselas, tan indolente, les ha llamado la atención por carotas y remolones, que ya tiene guasa la cosa. Es aquí donde nos tenemos que preguntar, parodiando al maestro Larra, si en la Bahía no funcionan las cosas porque el personal pasa, o es que el personal pasa porque no funcionan las cosas.

Me parece a mí que la cruz de esta Bahía está en la fauna que se cría en su verdina, esos especímenes políticos graciosos y chocantes, venenosillos y danzarines como medusas, que vienen arrastrados por la marea o por ese costumbrismo condescendiente, tan nuestro como un levantazo, que nos dice que así las cosas son más divertidas, que todos nos reímos más si los ayuntamientos se llenan de saltimbanquis, primadonnas con escote y caracolillo y hasta garañones relinchantes con sus mamporreros de smoking.

De todos los personajes presentes y pasados de nuestro proscenio, uno de los más interesantes y al que no se le presta la atención que merece es sin duda Barroso. Barroso ha ido callejeando entre Cuba, Puerto Real y Valdelagrana, entre la política y el funcionariado agradecido, entre las izquierdas con mono y unos puros ostentosos y algo pedantes que le dan un aire como de empresario teatral rijoso eligiendo tiples por el muslamen. Desde la fontanería de Astilleros, desde los primeros entubamientos de la democracia, ha ido entrando y saliendo de los cabildos, de los parlamentos y de la vida social haciendo unas apariciones y unos desplantes como de vampiro o Rhett Butler, peliculeros, quedones y misteriosos. Es que es un hombre de escena, de monólogos, de cabriolas, y le gusta, para hacerse ver y oír, levantar pirámides que no se acaban, inventar versículos en cabañas indígenas llamando a la ternura, llevarse al pueblo de jira, en pobrecito, para que le den bocatas de prebendas, armar ruido con caceroladas, megáfonos y salivazos, y así. Ahora, después de cuatro años retirado en sus cuevas, Barroso ha vuelto en alianzas con Pacheco, con una corte africana de estilistas, voceros, oteadores y validos, a seguir haciendo lo que sabe, lo que le gusta, lo que le divierte. Lo que es la vocación, oyes...

Resulta tranquilizador ver cómo estas Batuecas de la Bahía siguen manteniendo fresco, verde, feliz, el ecosistema político, donde siempre hay brillando un ojo fluorescente de pez para hacer la gracia y dar color al acuario con focos, un ojo que puede ser, por ejemplo, de Barroso. Lo que todavía no sabían en la UE, pero van aprendiendo, es que en las Batuecas de la Bahía, más que Teófila, la Primera Dama es Talía. No el bombón mejicano, sino la musa griega de la comedia, con hiedra y todo.

 

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