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CAMPAÑA ELECCIONES ANDALUZAS 2004 |
8 de marzo de 2004 LOS CANDIDATOS Pimentel
Ha creado el no-partido en una democracia de reyertas y putas viejas. Se ríen de él los grandes porque van a votarlo cuatro locos como si votaran a un jilguerillo. Sin embargo, podría traer la revolución. Ha dicho que este sistema no funciona, que no hay independencia entre poderes, que la ciudadanía sólo existe cada cuatro años, y se han levantado a su paso buitres como obispos. Lo ponen a la altura del Partido Humanista y otras hormiguitas, pero ha trazado una raya en la política con listas abiertas y un partido sin cargos ni tarifas en la puerta. No busca una consejería, sino un sueño. Pimentel lleva la delgadez como una corbata y la parsimonia como un flequillo. En la Andalucía del garrote es un londinense con paraguas. Estuvo en lo más alto, le rozó el escándalo de un subordinado y dimitió de su ministerio cuando aquí sólo dimiten los muertos o los que ya tienen preparado un despacho en Bruselas con secretaria florero. Arenas ya lo había recuperado una vez, pero cuando llegó la guerra de los aviones contra los piojos, dejó el PP que apestaba a mentiras y a putiferio de cancillerías. Escribe novelas y cuida vacas. Ingeniero agrónomo, hombre de empresa, culto, le gusta Cien años de soledad como a todos los que ven en la literatura y en la vida trabajo y montañismo. Sabe que en Andalucía no se hace política sino mecidas a la Macarena. De la derecha, toma el ritmo de monje o sastre de la hacendosidad. De la izquierda, casi todo lo demás. Ha renunciado a los carteles y está haciendo campaña como un comanche por Internet y por los ateneos. Podría ser el Mesías, pero no nos dejarán averiguarlo. |