|
Apostillas,
crónicas
y otros atrevimientos |
9 de octubre de 2006 Especial
X Aniversario de EL MUNDO de Andalucía Teníamos aquella televisión única, la calabaza nacional de los viernes por la noche, los telediarios como misas poniendo en hora los relojes. Aún no habían llegado las privadas cuando en aquel febrero de 1989 nos aparecía una tele como un jaleo en el patio, Canal Sur, La Nuestra. Desde entonces ha engordado, ha sesteado, se ha dado palmas, nos ha aburrido y nos ha domesticado. Son muchos los males y vergüenzas de la televisión pública andaluza, pero todos vienen de esa concepción que la convierte en instrumento de control, amodorramiento o propaganda del poder político. Ahí está, como cumbre de la impudicia, el nombramiento en 2000 de Rafael Camacho, portavoz socialista, como Director General. Así, la manipulación de los informativos, la dirección de los programas desde un comisariado político, la complacencia en los usos de la plebe para hacerse así sus padrecitos, el olvido de la calidad y del servicio público en la lucha por la audiencia, todo esto se explica solo. Desde 1996 hasta aquí hemos asistido a cambios de imagen, al nacimiento del Canal 2, a varios recambios de guapos, feos o chistosos, pero con ese modelo perverso, pendiente de una reforma que no llega, sólo ha variado la carpintería. Los tendederos con jamones de Los Morancos o las epilepsias del Linterna; la dentadura de Agustín Bravo o la de los viejitos de Juan y Medio; las galas decadentes o las ferias peroleras; la chatarrería de Consuelo Berlanga en Senderos de gloria o la botijería de Rafa Cremades por las mañanas; los informativos como desfiles de consejeros o ese Tecnópolis que nos vocea la Segunda Modernización... Siempre el graciosismo, el tópico satisfecho, la propaganda sin pudor, el bodrio y la merendola, y todo sirviendo a ese espejismo de una Andalucía sonriente, despreocupada y perfecta. Se ha asentado pues, una televisión de partido, de baja calidad, cara, con los directivos convertidos en productores y los afectos en arrecogíos. Salvo algún descubrimiento glorioso como Mr. Bean, el esfuerzo noctívago del Canal 2 y otros programas como El público, casi todo lo sigue haciendo bajuno o vergonzoso. Canal Sur quería ser la imagen de Andalucía. Lo espeluznante es que pueda terminar siendo verdad. |