Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

10 de abril de 2005



Del Papa a la Macarena. El Papa, la imagen del Papa, entre santo y Elvis Presley, entre mártir y JFK, entre el Cielo y el traveling, un cadáver fotogénico e histórico como si se hubiera muerto Cleopatra esta semana, vestida con todas sus túnicas a la vez. La muerte del Papa le ha dado a la televisión la oportunidad de retransmitir algo así como una película de romanos de verdad, y el catolicismo ahí ha posado gustoso con sus filas de monjas, con la plata de su Dios, con el armario de su teología. En las televisiones sólo pasaba el Papa, ya muy quieto. Nos han empachado de Papa como de pan sagrado y en los informativos las voces se atiplaban de asombro y pequeñez, como si hubieran aterrizado en la Plaza de San Pedro todos los ovnis de Dios. Canal Sur no se ha librado de ese ataque de piadosismo repentino, pero, eso sí, fiel a su fama, ha conseguido conciliar ramalazos catequizantes con su tradición inigualable para el ridículo. El funeral fue como el de todo un orfeón de papas muertos a la vez, y en la retransmisión de Canal Sur, la voz de Carlos María Ruíz, a través como de un micrófono-hisopo, le pedía al invitado especialista en la cosa católica que explicara “qué ocurre en la Consagración”. Está bien que la televisión pública nos ilustre en tan luminosas verdades. Pero lo mejor fue cuando le escuché (¿fue real, o la melaza de la liturgia esponjaba ya mis meninges?) preguntar si a Jesús de Nazareth se le podía considerar “jefe de Estado”(¡!). En todo caso, nada comparable con la imagen de Los del Río en Contraportada (¿lo incluimos en el apartado de “reacciones de personalidades andaluzas”?) recordando con “humildad y cariño” ese hito del Pontificado que fue Wojtyla escuchándoles cantar la Macarena. Ahora que Canal Sur pone casi como otra gloria de la Segunda Modernización el que tanto monseñor Amigo Vallejo, por la parte centralista de Sevilla, como monseñor Herranz, por la parte que le corresponde a Córdoba en la articulación de la autonomía, sean papables, uno se pregunta si en el Vaticano el miedo a que pueda ir un día El Arrebato a cantar será suficiente para dejar a España sin papa y a Andalucía sin secretarías en el Cielo.


Kárate a muerte. El Papa ya medio resucitado ocupaba los informativos, y los demás ámbitos noticiables, que en Canal Sur sabemos que se dividen en sucesos de cocina, ternezas de animalitos y autobombo de consejeros, quedaban apretujados con el Meteosat y con el fútbol. Un descanso para muchos. Ese polvero de corrupciones, recalificaciones, máquinas de hacer facturas y mafias costasoleñas, quedaba así borrado por la mano blanquísima del Espíritu Santo, que por esto era toda la conversión paulina de La Nuestra. Sólo salió un poco Chaves quejándose de la “crispación” y la “estrategia del fango”, cuando el fango lo ponen ellos. Pero he aquí que la tele nos regala a veces certeras bromas. En una cadena perdida entre telenovelas marroquíes y recetas de suflés, ponen una película de serie Z, malísima y esclarecedora, Kárate a muerte en Torremolinos. Oscuros esbirros, zombies de la provincia, oro puerco, malos en batín que quieren conquistar el mundo o el municipio, peleas de un kárate de mercadillo por patios andaluces... Justo lo que estamos viviendo. Debería programarla Canal Sur. Nos ilustraría más que lo de la Consagración, que es otra receta de cocina.


Anguita. Su corazón es ya una caja de música. Ha pasado todas las batallas y ha adquirido esa ironía definitiva que es quizá la sabiduría. Jesús Quintero trae a Julio Anguita, al que no se le ha quitado la buena mala costumbre de decir verdades. Y Anguita nos dice que la política es tener opiniones y buscar soluciones, y no el espectáculo que vemos. Y que Andalucía, mientras siga en el graciosismo y en el folclore, no llegará a nada. Grandes verdades. Pero Quintero también saca a Los Morancos, a ese Sergei Noesmalo que no es un tenor, sino un camarero borracho. Vaya gracia. Anguita había hablado, de nuevo, sólo para las estatuas.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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