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Zapping |
17 de abril de 2005
Feria. La caseta de Canal Sur era el salón de Omaíta, y encima de una repisa o cenefa, todo un pelotón de muñequitos toreros pisaba muy virilmente, como hay que hacerlo, el tapete de ganchillo. La feria de Sevilla es una reserva india inspirada en Estrellita Castro y en un rejoneador mariquita. Dentro, en la juerga, hervido en manzanilla, rozado por morenazas que huelen a piñonate, a agua de la fuente y a alcancía, todavía puede entenderse, o mejor dicho, se puede uno abstraer aplicando ese principio universal de que cualquier excusa es buena para el cachondeo. Pero en televisión, la feria es una zarzuela, el sarao que ha montado todo un manicomio a partir del baúl, las macetas y los discos de la abuela; el documental de una tribu amazónica que se puso los vestidos de otro siglo al revés, que se bebió todo el río cuando pasaba, que se consagró a un dios despatarrado, que decoró la choza con sus puñetas y sus saltos de cama. La caseta de Canal Sur era el salón de Omaíta y Los del Río presentaban ya borrachos, encendidos de mirarle el culo a las chavalas, roncos de mal cante y buen jamón. En realidad, ha habido unos cuantos días en que todos los presentadores de Canal Sur parecían algo borrachos y algo tocones. Los del Río, ya un poco con el cinturón aflojado, ya un poco con ganas de mear, traían platos de picos o invitados: Rafael Peralta, para que olvidemos lo del señorito andaluz, haciéndoles propaganda de su libro (quiero decir, el libro sobre ellos); o cantantes de sevillanas en sus dos versiones: los que tiene cara de hermano mayor de una cofradía y los que tienen cara de acabar de coger muchas espuertas de claveles en el invernadero. Y así venga hablar de ese arte, y venga ermita del Rocío, y lo mejor de España, y el pescaíto frito, y la pelusa rancia que suelta esta gente. Todo, la vez que en el plató volvían Son de Sol a menear sus carnes calientes y en Canal 2 Andalucía el triste Joaquín Petit llevaba a Las Corraleras a hablar de su artrosis, como mi tía. La estética kitsch de la feria, sublimada por el castrojismo connatural a Canal Sur, puede dar todo esto y rematarlo con Isi Sayago, esa reportera de labios amorcillados, cantarera de sus arrobas, andaluza que acaba de levantarse de la máquina de coser de su andaluceo para coger el micrófono. En las cadenas nacionales, llegaba María Teresa Campos volcando las casetas, Buenafuente mandaba a uno de sus graciosos, y, en general, las noticias o el cotilleo introducían la croniquilla de la feria con asombro de exploradores, para volver a retratarnos de vagos: “Existe un lugar en el que uno pude estar una semana sin ir al trabajo”, decían. Eso valdrá a lo mejor para Rafael Peralta o los Alba, que pueden llegar a estar sin trabajar lo menos hasta diez días. Los demás, menos. Pero toda una ciudad borracha a la misma hora es que siempre levanta sospechas. Triunfan las sevillanas hippies de Marchena, otro en la moda del cantante con mala hechura, cuya gracia es estar destartalado como una mobilete, y Sevilla, Andalucía, vuelve a quedar de parque temático para guiris, con todo el tomatazo del tópico que con razón nos merecemos. Canal Sur olía a establo, a pinchito, a alcoba de Carmen Sevilla, a señorito, a tajá, a roneo y a hacer la lechuga. Eso es lo que somos. Habrá que rendirse. Berlanga y Sony Croqueta. Sonaba la música de Corrupción en Miami, aquella serie donde los detectives tenían buenos barcos y malos sastres y siempre se jodía todo en el intercambio de maletines. Pero los guasones de Pecado original habían cambiado el título por Corrupción en Sevilla y en la pantalla no salían fuerabordas y flamencos, sino la portada de la feria en sepia. Y es que el agente Sony Croqueta, decía la voz en off, había ido a Sevilla a buscar el rastro pringoso de las facturas falsas y de los esbirros catetorros que da la tierra. Salía José Pardo, como un aitzkolari del mangoneo, salía Monteseirín de feria, al que ponían de Pepe Isbert en Bienvenido Mr Marshall, en su escena del balcón: “Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación...”. Buen acierto, porque berlanguiano es todo lo que ha pasado. Hasta en la corrupción nos ponen por ahí fuera de horteras y fandangueros. Aunque claro, lo mismo es que esto lo preparó Javier Arenas... somoszapping@ono.com N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición. |