Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

6 de noviembre de 2005



El nacimiento. La televisión esperaba flatitos, la televisión tenía lazo rosa y hechuras de comadrona, la televisión era un solete y los periodistas eran ardillas que cantaban en los árboles el nacimiento de un cervatillo, niña, heredera o zarina. Uno no puede entender que la continuidad de un Estado se fundamente en la ginecología de nadie, pero menos aún que ésta conmueva a toda una sociedad hasta que parezca hecha sólo de abuelas y embarazadas psicológicas. Una reina en pañales era lo que faltaba en la cabalgata, en la tarta que es la monarquía y en la peluquería que es España. Letizia, que estaba como embarazada del ímpetu todo un país de cosacos o de lacayos, ha tenido a la infantita Leonor como si pariera un rollo del Nodo, y hemos visto a las televisiones babeando y a los reporteros con unos micrófonos que parecían aquel biberón mágico de los 70. También la muy progresista Canal Sur se sumó con gusto al portalito y el día del feliz alumbramiento como el de un Corpus le dedicó al trascendental suceso casi media hora del informativo. Una buena parte se centró en la meticulosa lista de todos los regalos que había recibido la princesita incluso antes de nacer: chaquetitas, patucos, una silla de madera y esparto, mantas, canastillas de encaje y “el regalo más andaluz”, o sea dos cunas como palomares de los empresarios de Benalmádena y Alhaurín de la Torre. Como a Canal Sur le suele resultar difícil resistirse a la catetada, enseguida buscó a otra niña que nació a una hora parecida en Córdoba para establecer no sé qué paralelismos de la casualidad o el destino, como si esa niña hubiera retenido algún reflejo o zapatito de cristal de la realeza o la magia del momento. Igual de pueblerino resultó ese empeño en recalcar el orgullo de que fuera un andaluz, el ginecólogo de Letizia, el doctor Luis Ignacio Recasens, el primero en conocer el misterio del sexo del bebé. Desde luego, es para que quede como hito de nuestra Autonomía... Y, por supuesto, no faltó la detallada descripción de la pila donde será bautizada la niña, “románica, de piedra blanca caliza engarzada en plata”. Altar y Corona, ya ven qué cosa más progre en la tele progre que, cuando la audiencia lo requiere, puede ser como una primera página del Abc. El informativo parecía Contraportada, y Contraportada fue ya todo un coma diabético al estilo vienés. España era un babero y la tele andaluza le añadió sus cascabeles. ¿Una república aquí? A este republicano es que le da la risa...


Jun. Los informativos lo presentaban como una escena de bandoleros con ambiente de gallinas, dando pena, miedo o peste. De todo lo que nos ha ido mostrando de Jun esta semana la televisión, no sabemos si era más triste un pueblo sin ley, con un solo policía como en bicicleta igual que el cartero, la torpeza y la lentitud de esa ley poniéndose en marcha con legañas, o la injusticia de esa otra gran ley, tan nombrada, que dice que los españoles tienen derecho a una vivienda pero no te da ni una piocha.


Arte bético. El Betis está en la Champions League, que es lo que ellos llaman Europa, y han decido celebrarlo demostrando con un anuncio que desde luego ganarían el trofeo al equipo más cateto del continente. En vez del Betis, parece que el que ha salido de su pueblo ha sido Paco Martínez Soria con botijo. En el anuncio, la Abuela del Betis, como quitada de asar castañas para la ocasión, José Manuel Soto, que dice su nombre como si fuera James Bond, y un tal Chupe, con pinta de utillero o pescadero, hacen de catetos orgullosos en un museo de arte al parecer londinense. El efecto es más o menos el mismo que si se hubieran puesto allí a freír chorizos o a tender calzoncillos entre los cuadros. Después de un rato enseñando los tres caras de asco y estupefacción ante las pinturas, el Chupe le grita a la pobre chica del museo: “Quilla, ¿dónde está aquí el arte bético?”. “A ver, que venga el encargao”, dice la abuela. Ojú. El arte lo demuestran bien cuando, como contrapunto, sacan a Lopera con sevillanitas de fondo. En los informativos se sonreían con conmiseración. Es lo que pasa, que lo que aquí tienen algunos por arte, más allá de la plazoleta se queda en ridículo. Lo malo no es ser catetos, sino presumir de ello como gracia, como satisfacción y como estandarte. Qué grande ser bético y creer que los museos son tu mueble bar.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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