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Zapping |
12 de marzo de 2006
La casta. Reír y coleguear con todos, como cambiando de gremio o de pellejo de un invitado a otro, es la temible habilidad que tiene Jesús Quintero como la de llevarse a la gente a la cama. Sin embargo, a cambio de que el entrevistado se sienta compadre o en pijama, Quintero queda veleta y saltimbanqui, tan rojillo con Anguita como caballista con Rafael Peralta, y eso a la vez es imposible. A Julio Anguita, con sus verdades heridas, duras y al aire como un Corazón de Jesús, trajo precisamente el otro día. Anguita enseguida pone todo patas arriba con desparpajo, igual una limpiadora resabiada y lenguaraz. “Ha sido vuestra casta la que hizo de esta tierra un atraso”, le dijo como un padre a los andaluces y a los extremeños. Y se refería a la casta de los señoritos y terratenientes, aunque yo sumaría a éstos la de los políticos de triclinio, conformistas e indolentes, que nos gobiernan. Nada de echarle la culpa a catalanes y vascos, pues: “Tapamos nuestro complejo de inferioridad buscando responsabilidades en otros, que también las tienen, pero no tan importantes”. Pero después, Quintero, que va de andaluz en andaluz como en su caseta de la feria, nos presenta a Rafael Peralta, ya ven, y modula hacia la postura de señorito, exactamente hacia la del señorito con ese mal tan freudiano y sospechoso de amar y hablar a sus animales, sean caballos (había dos en el plató), toros o mujeres. Sí, porque para Rafael Peralta, “lo que más se parece a la mujer es un caballo”. Eso dijo, justo la víspera del día de la mujer trabajadora. Pero quiso aclarar la comparación, para que no se le malinterpretara: “Hay que tratar al caballo con delicadeza, con mimo, y también a la mujer. Pero yo digo, un caballo pasa por una puerta e intenta irse por esa puerta, y entonces contundentemente pero suavemente, le indicas al caballo que no hay que pasar por la puerta. Pero si eres débil y dejas que el caballo haga su voluntad y salga por la puerta, luego para quitarle de que entre por la puerta, no veas lo que es. Por eso es tan similar [a la mujer]”. Sin comentarios. También se reía mucho Quintero, como se ríe con todo, con todos. A Peralta lo presentó Quintero como rejoneador, ganadero, poeta, guitarrista... Sus otras cualidades, a la vista quedan. Lo que decía Anguita de nuestra casta, ahí lo tienen.
Aburrío y frío. Carmen Calvo fue al programa de Buenafuente y allí se desparramó de kurtura y roquerismo. Así, en las distancias cortas, Carmen Calvo se diría que pretende hasta quedar sexy, pero sexy con un estilo suyo de champú. La ministra que confunde el latín con Pixie y Dixie viene de un mundo de caramelo o de vivir en setas de colores y quizá por eso dijo encontrarse muy satisfecha, ya que en España “se consume más cultura que nunca” y “tenemos a la gente más joven escuchando más música que nunca, metida en todo el arte y la cultura que se mueve en la Red”. Carmen Calvo es la primera ministra que tiene de la cultura la misma percepción que un grafitero o un cantante de hip-hop, que a lo mejor eso va a ser el progreso. “Lo que pasa –aclaró-- es que ahora están conviviendo lo viejo y lo nuevo, el libro tradicional, a mano, y el ordenador y la pantalla...” El libro resulta que es una cosa “a mano”, como algunos detergentes. Y que es equivalente al chateo con muchas kas. Su preocupación, como si fuera Camela, se centraba en la piratería, porque ha asumido que la cultura son los 40 principales y el último deuvedé de Vin Diesel. Ella es muy cañera y reivindicó “el valor del directo”, y la “intensidad y las pasiones”, porque este mundo es “aburrío y frío, que decimos en andaluz”. En andaluz también decimos: arsa, chocho.
Mira quién canta. El presentador detective, el buhonero de los cirios flamenquitos, resulta que también nos canta por los tejados. Joaquín Petit se ha dado cuenta que su programa tiene el tamaño y la audiencia de su sala de estar y por eso se atreve a cantar boleritos con las manos en los bolsillos, como la caricatura de callejón de Pedro Ruíz. Tiene gracia, un mantenido del poder jugando a la estética canalla. Luego, se subió las solapas y se fue por una calle mojada, hacia la cebolla de una luna. Creo que maullaba. somoszapping@ono.com N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición. |