Hay  mucha gente que todavía no alcanza a comprender el por que de la venida del Hijo De Dios, al mundo, y la causa del calvario y cuando hablan de Jesucristo piensan en el como si estuviera colgado en la cruz.

La historia que a continuación transcribo
se encuentra narrada en el libro de un hermano cristiano, te hará  ver algo que no has pensado nunca y te impulsará a conocer más del amor de Dios que ha sido derramado sobre tu vida y que se manifiesta a través  de aceptar la obra redentora de su hijo Jesús, esto es aceptar a Cristo como tu señor con todo tu corazón esto es expresarlo con tu boca en forma audible.

El 25 de abril de 1952, algunos creyentes estaban celebrando una reunión de muchas horas en Guanganuni. Este es una clase de reunión que sigue una reunión de tipo normal. el ministro había énfasis esa noche, sobre el espíritu Santo se había recalcado que no hay un maestro tan poderoso como el Espíritu Santo. Sólo él sondea las profundidades de Dios y nos la revela.

Un joven de 15 años había recibido el Espíritu Santo y la alegría reinaba en la congregación. Sin embargo, cuando la madre del muchacho estaba contemplándolo, observó con inquietud que el muchacho no estaba contento y que su rostro pálido denotaba languidez y pena ella comenzó entonces a preocuparse por la apariencia nada normal de su hijo ese joven, como muchas otras personas, había tenido la idea de que debido a que Jesús era de carácter dulce, su apariencia debía haber sido ¡la de un  hombre frágil! ¡pero eso no es verdad! Para andar toda la distancia que Jesús recorrió pon aquellos cerros de Galilea, llenos de polvo y soportando un calor intenso se necesitaba tener una constitución fuerte y saludable. Adema la gente olvida que Jesús tenia solo 33 años cuando fue crucificado. En su visión, el muchacho vio las espaldas vigorosas y los hombros recios de Jesús, con una musculatura tan fuerte que le permitió cargar esa cruz tan pesada. Sin embargo, a pesar de la fortaleza de su cuerpo,  aquel látigo de nueve ramales hirió sus espaldas y le produjo el mismo dolor que tu o que yo hubiésemos sufrido en ocasión semejante el látigo del soldado romano dejo en ese día en las espaldas de Jesús un profundo surco. Cortó su carne y derramó su sangre. Pero Jesús pudo soportar toda esa flagelación.

El conocimiento previo que el muchacho tenia de la flagelación de Jesús era muy limitado. Cuando se arrodillo para orar, nisiquiera tenia idea de lo  que era una flagelación. Inesperadamente, sin embargo justo ante sus ojos cerrados apareció la simbólica visión en el nivel espiritual de lo que había sucedido hacia tantos siglos.

Con lo ojos de la imaginación, vio una gran muchedumbre de pie en el lugar. No era una muchedumbre como aquella que había presenciado realmente aquel castigo en Jerusalén en ves de eso, lo que el vio fue una gran cantidad de personas que estaban lisiadas o enfermas. Algunas de ellas tenían muletas y otras se sostenían por otros medios. El solo presencio uno de los 39 golpes que recibió nuestro señor pero así que el látigo rebotaba después de aquel golpe cortante, pedazos de carne y chorros de sangre se esparcían por sobre la muchedumbre. Milagros de milagros, y con toda la gloria para Dios, en cualquier parte en que la partícula mas pequeñina carne o la mas leve gota de sangre cayese, la persona sobre la cual caía era instantáneas mente curada, y ¡sanado completamente!.

Esas personas arrogaban sus muletas y se ponían a caminar, demostrando que se habían curado allí aparecía el cuerpo quebrantado, allí estaba la sangre derramada para que aquellos se curasen.

La gota más insignificante de sangre que se pudiera imaginar proveniente cualquier golpe estaba llena del poder de sanar. Cuando tú piensas que Jesús soporto no uno, sino 39 azotes, que le hicieron llagas, y todo lo que el sufrió y acepto con resignación, puedes comprender entonces la causa del poder de sanidad que aun fluye para todos lo simplemente digan con toda su intención: "Por sus llagas estoy sano", la visión que tuvo el muchacho fue simbólica. La multitud que el vio no era la multitud que realmente presencio la flagelación de Jesús. Nosotros estabamos entre los enfermos y lisiados que fueron curados por sus llagas.

Cuando el muchacho se puso de pie, la alegría inundaba su faz. Nunca más se angustió por la sangre y las heridas abiertas de Jesús. El paso a pensar  únicamente en el amor que Jesús tiene para con nosotros; puesto que al permitir que su sangre se derramase, el nos ofreció la sanidad a todos nosotros.                                         

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