Por Ernesto Velit
Granda
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La retirada de las fuerzas militares serbias de Kosovo ante la presión de la Alianza Atlántica OTAN, y a pocas horas de iniciarse un "bombardeo disuasivo "sobre las instalaciones del Ejército de Liberación (UCK), ha hecho alejarse momentáneamente el peligro de una extensión del conflicto cuyas consecuencias no eran difíciles de prever.
El Presidente yugoslavo Milosevic cumplió con su compromiso de evacuar sus soldados de la provincia separatista para evitar la escalada militar de la OTAN, y ello ha permitido el retorno - todavía desconfiado - de miles de refugiados amenazados ahora por el rigor de un invierno que ya empieza a azotar la región.
Los enfrentamientos entre serbios y el UCK, iniciados en febrero de este año, alcanzaron niveles de violencia que convencieron a la Unión Europea de que los Balcanes podrían estar engendrando el inicio de una nueva conflagración mundial. Las Naciones Unidas, desoída en sus invocaciones al cese de las hostilidades, mostró una vez más su incapacidad para enfrentar este tipo de conflictos étnicos y su falta de recursos jurídicos compatibles con el Derecho Internacional que le permitan plantear soluciones que no violenten el interés de los miembros del Consejo de Seguridad.
El envío de observadores internacionales de la ONU para vigilar el retiro de las tropas serbias y el alto a las acciones terroristas del UCK, fue aceptado por el Gobierno Federal de Yugoslavia. Esta decisión permitió el inicio de las conversaciones de Paz entre las partes. Sin embargo, la forma como se han desarrollado los acontecimientos internacionales, mostró en las presiones ejercidas por Washington sobre Belgrado, directamente y a través de la OTAN, los intereses hegemónicos norteamericanos en la Región. En esta oportunidad fue la OTAN el brazo militar que hizo efectiva la amenaza y que estuvo al borde de iniciar un bombardeo como demostración de que el mundo sigue siendo unipolar.
Yugoslavia tuvo siempre una posición de liderazgo en el Tercer Mundo, principalmente a través del Movimiento No Alineado, y su proceso de desintegración preocupa a América Latina en la medida en que Serbia podría dejar de ser una suerte de "centro de poder" tercermundista en los Balcanes. Por ello, analistas políticos europeos ven en el afán norteamericano por unir Kosovo a Albania una intención, no oculta, de crear una nueva Albania, miembro de la OTAN y aliada de los EE.UU. y aunque sabiendo el peligro de un Estado Islámico en el centro de Europa, preferirlo antes que una Yugoslavia fuerte y No Alineada.
La Alianza Atlántica OTAN, sobrevuela los cielos de Kosovo para asegurarse del retiro de los militares serbios y garantizar el ingreso de los inspectores internacionales de la ONU. La Federación Rusa, que jugó un rol importante en la solución pacífica del conflicto, al influir sobre Milosevic en la aceptación de las condiciones, se opone a estos vuelos de la OTAN por considerarlos negativos para crear un ambiente de paz y entendimiento en la región e insiste en que la vigilancia se extienda al Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) que intenta ejercer represalias sobre ese 10% de población serbia que habita en la provincia secesionista.
Washington no logró consenso en el seno de la ONU para condenar las acciones en Kosovo, y la comunidad internacional prefirió apoyar la tesis de que el cambio de fronteras por obra de la presión extranjera no garantiza una paz permanente y soberana.
El camino al diálogo se encuentra abierto y las partes han iniciado conversaciones paralelamente al retiro de los serbios y al alto a las acciones terroristas de las fuerzas separatistas. Sin embargo, la OTAN mantiene su amenaza de ataques aéreos lo cual hace más difíciles los movimientos a favor de la paz.
Nadie duda, que las Naciones Unidas estuvieron muy lejos de defender la diplomacia del diálogo y permitieron que la OTAN, verdadero gendarme del planeta, arbirtrara con el recurso de la agresión militar un problema que finalmente debería ser arreglado entre el gobierno de la República Federal y los líderes kosovos bajo la supervisión de la ONU.
No es nada fácil reconciliar a serbios y kosovares, cuando las
heridas y resentimientos están todavía frescos, hay demasiado
muertos de por medio y sólo queda desear que Kosovo no sea arena
de deslinde de hegemonías multipolares.
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