Instituto Peruano de Polemología
(I.P.P.)
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Ernesto VELIT GRANDA
Seguramente muy pocos imaginaron la magnitud que
iba a alcanzar el enfrentamiento armado entre rusos y chechenos.
Cuando el conflicto armado se inició como respuesta de Rusia
a los actos terroristas de los fundamentalistas chechenos, la opinión
pública internacional justificó la reacción rusa en
tanto ella buscaba terminar con las bombas colocadas por terroristas
en centros urbanos, mercados, "mezquitas, etc. donde normalmente acudía
gente inocente en su mayoría mujeres y niños. Los terroristas
cometidos sus atentados cobardes, huían y se refugiaban en territorio
de Chechenia donde sabían que encontraban apoyo e impunidad oficial
que les aseguraba protección y armas.
No faltaron las voces discordantes de los "moralistas de las guerras "que, encabezados por EE.UU., condenaban las acciones armadas rusas y pretendían denunciar ante la comunidad internacional "un genocidio contra el pueblo de Chechenia. Cuidándose de no decir nada sobre las acciones terroristas.
Nosotros creemos que para condenar una acción armada, como lo hace el Gobierno de Clinton, es necesario tener autoridad moral ante la comunidad internacional y EE.UU. que comandó el ataque contra la población de Kosovo, que ignoró la opinión del Consejo de Seguridad de la ONU y que arrastró en su aventura guerrera a casi toda la Unión Europea, es quien menos derecho tiene a abrir la boca para condenar acciones militares de autodefensa, como las realizadas por las fuerzas militares rusas, y quien debe cuidarse de no lanzar amenazas contra Moscú a través de palabras que provocan zozobra y dificultan un posible entendimiento y negociación entre las partes comprometidas.
Lamentamos las víctimas inocentes de uno y otro lado. Lamentamos
que jóvenes soldados sean llevados al sacrificio en nombre de una
paz que están obligados a defender, y que el terrorismo no escatimó
en poner en peligro.
La Comunidad Internacional debe llamar a las 2 partes comprometidas
en el conflicto, condenar los actos terroristas de cualquier clase y procedencia
y convocar al diálogo y al inmediato fin de las acciones militares
a fin de crear un clima que favorezca las conversaciones de paz.
EE.UU. y sus aliados ingleses, compinches de la misma aventura, deberían mantenerse lo más alejados posibles de los acontecimientos, a fin de no entorpecer cualquier arreglo que ya parece adivinarse por las declaraciones de las autoridades de Moscú. El problema está en manos de rusos y chechenos, la solución también lo está. Los intrusos no tienen lugar ni derecho a opinar. La Paz para Chechenia y Rusia la pide el mundo.
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Editorial de Diciembre 1999