Ernesto Velit Granda
Presidente del Instituto Peruano
de Polemología (I.P.P.)
Por otra parte, Afganistán es uno de los países más pobres del planeta que desde hace más de 2 décadas vive un permanente estado de guerra que lo ha convertido en un productor de desplazados y refugiados, todo ello agravado con una brutal sequía que ha creado una situación llamada por la ONU "la peor crisis humanitaria del mundo actual ".
Es contra este país que la
potencia militar más grande del Mundo prepara una ofensiva militar,
que más parece la respuesta de un fundamentalismo a la agresión
de otro fundamentalismo. No está equivocado Noam Chomsky, brillante
pensador norteamericano, cuando dice que la tragedia del 11 de setiembre
fue una respuesta atroz a las atrocidades históricas de los EE.UU.
Nadie puede negar que es evidente
que hay que dar una respuesta a este acto de horror inenarrable. Pero una
solución militar, si bien aplacará la presión de la
opinión pública, traerá como consecuencia una espiral
de violencia y de barbarie verdaderamente impredecible.
El Congreso norteamericano ha autorizado al Presidente Bush a utilizar la fuerza contra cualquier país o individuo que, a su juicio, esté involucrado en los ataques. Esta autorización es también una forma de terrorismo de Estado.
Los atentados terroristas fueron siempre instrumentos utilizados contra las causas justas y contra la lucha de los pueblos por su liberación. A ellos debe responder la Comunidad Internacional tratando de crear una conciencia mundial contra todo terrorismo, buscando en el logro del consenso la manera de asegurar una línea de paz y de cooperación internacional. Buscar como construir un frente mundial contra el terrorismo es mejor que buscar alianzas militares. Para lograr estos objetivos la Carta Fundamental de las Naciones Unidas ofrece inmejorables condiciones y se convierte en piedra fundamental en la búsqueda de un mundo libre para los pueblos del mundo, sin excepción.
Nuevamente la presencia de la ONU, su Asamblea y su Consejo de Seguridad se convierten en el centro de la lucha mundial por la paz con dignidad y sin el recurso de la guerra. Ella es la coalición universal que debe liderar la lucha contra el terrorismo, sin exceptuar a ninguno de sus integrantes. No puede renunciar a esta obligación, es la exigencia de un mundo globalizado que hoy con horror asiste a la presencia de una amenaza contra su estabilidad representada por el terrorismo internacional.
La política de los EE.UU.", anunciada con aquello de que "quien no está con nosotros está con el terrorismo ", nos recuerda la frase islámica "quien no está con Alá está contra Alá ". Sin embargo, todas las monarquías del Golfo, reunidas en un Consejo de Cooperación, han exigido a EE.UU. que defina que objetivos persigue con su famosa coalición antiterrorista y que sólo la aceptarán si cuentan con un mandato de las Naciones Unidas.
El Consejo de Seguridad de las NN.UU., limitado siempre por el ejercicio del veto, no debe usurpar las funciones de la Asamblea General porque esta tiene una composición universal y democrática que legitima sus acuerdos y decisiones.
Enfrentar al terrorismo exige, también,
una actitud ética y moral como garantía de un enfrentamiento
global a todo tipo de terrorismo y en una acción internacional inteligente
que sea expresión de todos los Estados.
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Editorial del IPP.
Octubre del 2001
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