La importancia de la sexualidad en el desarrollo de la autoestima

Texto de la conferencia impartida por Cosme Maldonado en el Foro sobre Sexualidad y Educación en la Ciudad de Durango, Dgo. en Mayo de 1996
Para comenzar les voy a pedir que lean con atención la canción que viene a continuación y que habla de una jovencita como las que tenemos en nuestras aulas.

Mónica.

Ahora, los catorce se te asoman
ahora, entre rojas amapolas
que por primera vez
amanecen en tu cama
desde hoy una vez al mes

Tu cuerpo se desnuda en el espejo
creciendo, las caderas mas redondas
y las tibias mariposas de tu cuerpo irguiéndose

Eres ya mujer, mírate bien
eres ya mujer, las calles van locas tras de ti
cuando te ven aparecer en el portal, Mónica.

Tranquila, por delante hay mucha vida
respira, no por mucho tener prisa
amanece antes del día el amor puede esperar

Eres ya mujer, mírate bien
eres ya mujer, las calles van locas tras de ti
cuando te ven aparecer en el portal, Mónica.


No cabe la menor duda que como menciona John Conger el más dramático acontecimiento en el desarrollo psicosexual es el aumento en el impulso sexual genital. El poeta del cual escuchamos esta hermosa descripción de las transformaciones que experimenta una niña en proceso de convertirse en mujer nos pone también en posición de comprender el surgimiento del deseo y de la inquietud de quien no ha aprendido que es lo que supone que haga con el.

Es evidente que los cambios derivados del desarrollo físico de los órganos genitales y las características sexuales secundarias llevan al joven a una ubicación en la cual su identidad se ve fuertemente sometida a una revisión: hasta ese momento ha navegado por la vida con la bandera de infante, al cual no se exigen atributos físicos especiales.

El adolescente en cambio es un tipo de persona que tiene que sortear su camino con una carga sui generis, físicamente no tiene ya la fragilidad característica de los primeros años, la cual le permitía tener los privilegios de protección por parte de su familia y de la sociedad y con los cuales se encontraba muy bien adaptado. Por otro lado no ha desarrollado todos los atributos que le permitan desenvolverse en el mundo de los adultos, el cual además le exige una edad mínima para poder ser dueño de sus propias decisiones.

En esta etapa del desarrollo es fundamental el poder establecer una identidad propia que le diferencie de los demás y que esta identidad además esté acorde con las expectativas e ideales del muchacho para que se pueda cimentar su autoestima.

Y pasamos al tema de la autoestima, este vocablo tan socorrido en la literatura de autoayuda y superación personal nos indica el nivel en el cual una persona se evalúa a si misma. En “Relaciones Humanas en el Núcleo Familiar”, la estupenda psicoterapeuta norteamericana Virginia Satir compara este término con una olla mencionando que en su vieja casa de niña, ubicada en el estado norteamericano de Wisconsin, se empleaba una gran olla; en ocasiones cuando su madre la necesitaba, preparaba el jabón para el uso cotidiano; en tiempos en que la granja requería de ayuda extra par la cosecha se empleaba para preparar la comida de los jornaleros que se contrataban; otras veces este recipiente era empleado para almacenar el estiércol con el cual se fertilizaban las plantas del huerto.

Satir descubre en su labor de consejera familiar que las personas tienen el autoestima con características muy similares a esa olla, aveces está llena hasta el tope, otras veces sólo hay un poco o está completamente vacía. Pero la analogía no termina en este sitio, así como la olla podría estar colmada de comida que es nutriente, también de estiércol que es el deshecho. La autoestima de las personas puede estar cargada de esperanzas, ilusiones y potenciales, fomentados por los logros y los estímulos recibidos, como puede estar rebosante de culpas y frustraciones, desarrolladas a partir de expectativas irreales, promovidas por la familia, maestros y medios masivos de comunicación.

La sexualidad incide en este aspecto de forma fundamental, ya que es un asunto de la vida acerca del cual se plantean más metas hacia el joven: para el varón existe un doble mensaje: por una parte las enseñanzas de moral le indican que la expresión de su genitalidad es asunto reservado a momentos en los cuales se puedan reunir condiciones muy específicas cuando la bendición del señor santifique la unión y no sea pecado, por otro lado, hay una fuerte tendencia que le impulsa a tener el mayor número de parejas sexuales posible, no debe de dejar pasar ninguna oportunidad de tener relaciones con las mujeres que se le ofrezcan y por lo menos debe de intentar seducir a quienes no lo hagan, el costo de no hace les el ser considerado bien "marica", o bien "pendejo". Ni que mencionar siquiera que el chico esté desarrollando una preferencia homosexual, en esta circunstancia su tendencia es pecaminosa y prohibida no sólo en la materialización sino simplemente por el deseo mismo.

Las jovencitas tampoco salen bien libradas en este tema de las expectativas: una mujer, bajo ningún motivo debe de experimentar con su cuerpo ya que los ideales indican que debe de ser cándida e inocente hasta el instante en que se plante en el tálamo nupcial.

Estas metas e ideales, que aparentemente pueden ser cumplidos, esconden una trampa: si se falla en su consecución el castigo es cargar la olla de la autoestima con un bagaje enorme de culpas. Para poder cumplirlas el precio es reprimir toda expresión del deseo sexual, lo cual tiene como consecuencia que al momento de entrar en una fase de actividad genital, esta se da de forma limitada produciendo frustraciones que van a parar también a la olla de la autoestima.

En el primer caso la producción es de neuróticos, seres eternamente insatisfechos que pululamos por el mundo lamentando nuestra infelicidad. En el segundo caso se presenta un fenómeno dramático al que el psiquiatra austríaco Wilhelm Reich denominó “la plaga emocional”. Este consiste en una incapacidad básica para disfrutar y permitir que se den las manifestaciones de vida dada la frustración para poder disfrutar de la propia sexualidad. Entonces una persona afectada por la plaga emocional se convierte en un moralista a ultranza que lo único que busca es que ya que no puede disfrutar por sí mismo de la capacidad de gozo nadie más por ningún motivo puede hacerlo.

Este moralismo sin sentido es precisamente lo que convierte a la plaga emocional en una enfermedad terriblemente contagiosa ya que goza de una gran aceptación social y se reproduce sin control colocando sobre las futuras generaciones su carga de expectativas incumplibles preparando la aparición de nuevos neuróticos y emplagados que perpetúen el ciclo.

Sin embargo no estaría aquí frente a ustedes de pensar que no hay manera de salir de esta círculo vicioso, el primer paso para romperlo es la toma de conciencia de su existencia, el siguiente paso es tomar medidas pertinentes, y quienes tenemos la oportunidad de estar frente a un grupo de jóvenes tenemos el privilegio de poder hacer algo al respecto.

Por principio de cuentas, invito a los oyentes a que actualicen su información con respecto a la sexualidad, es impresionante la ignorancia que hay entre los adultos en cuanto al tema, en ocasiones por vergüenza o por vanidad no nos atrevemos a solicitar asesoría al respecto y circulamos por las aulas desorientando con las mejores intenciones a los jovencitos.

Una vez que contemos con esta información actualizado podremos, en el salón de clases proporcionar información adecuada a nuestros alumnos, basada en los hechos y no en preceptos que a lo largo de los siglos han sido distorsionados y perdido su razón de ser original.

Para concluir me permito pedirles que escuchen la historia de otra chica que por falta de una guía adecuada se metió en problemas.
Gracias.


Chica embarazada

Esto que tu vez que escondo aquí adentro
es parte de una estupidez, por no usar el cerebro
me olvidé de las pastillas, los condones me valieron
todo por la calentura y las ganas de coger.

No quiero un bebé y menos mantenerlo
simplemente me acosté porque quería hacerlo
ahora pienso en el aborto y que tal si me equivoco
se que nunca en la vida me perdonaré

Chica, chica, chica embarazada. (4)

Si lo disfruté ahora ni me acuerdo
fue un momento de placer que ahora aborrezco
y mi novio se hace el menso yo lo llamo y no lo encuentro
pues resulta que ahora no me quiere responder

Decirle a mi papá que siempre es tan violento
traer un niño más sólo aumentará el censo
el es sólo una criatura que jamás tendrá la culpa
de que sea un problema para su mamá

Chica...

Nunca imaginé sentirme tan confusa
tengo un ansia hasta el comer parece que ando cruda
voy perdiendo la figura cuando crece mi cintura
y también crece el temor con ella mes a mes.


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