Antes de asistir a las fiestas de Pascua, me sentia muy deprimido, Pues había acabado de tener una desilusión amorosa.
En la fiesta de Pascua (Pascua Juvenil, 1999 en Cristo Rey Sto. Dgo.) me sentí tan necesitado de amor y a la vez tan a gusto entre la gente, que mi animo se había reestablecido: cada oración, cada alabanza a Dios se convertia en gozo dentro de mí. En esos tres días descubrí que sólo en Cristo encontraba paz.
El lunes, al regresar a la universidad (Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD), sentía una paz interior dificíl de explicar. Al medio dia, en la hora del almuerzo me encontré con un viejo amigo, quien me habia invitado en varias ocasiones a las reuniones de la ICSD (Iglesia de Cristo de Santo Domingo asociada con la Iglesia Internacional de Cristo), a las cuales nunca asistí. Esta vez fué uno de sus amigos el que me invitó.
Estas fueron sus palabras:
No veía nada de malo en estudiar la Biblia con un grupo de jóvenes (no sabía que también esos jóvenes en ese momento , pertenecian a una iglesia o a una religión distinta a la mía).
El primer estudio, fué el "estudio de la palabra". Al finalizar me convencieron de que tenía que reunirme con ellos todos los dias “porque así lo mandaba la Biblia”. Los demás estudios fuerón : el de la cruz, la iglesia, el discípulado, la oscuridad, la luz y el costo.
Ya para el jueves caminaba, hablaba y actuaba como ellos. Recuerdo que uno de los discípulos me tachó de egoísta, por no invitar a más personas a integrarse en el estudio biblico. Asi que invité a 5 personas (a tres de las que cuales, una semana después les pedí disculpas por haberlo hecho, gracias a Dios, ninguna de ellas había asistido aún).
El viernes, ya estaba totalmente convencido: “Me haría
discipulo”. El sábado en la noche mi casa fue envuelta en un ambiente
de tensión. Todos sabían que estaba juntándome con
un grupo no-católico, y que a pocos días ya me había
decidido a bautizarme de nuevo, para poder pertenecer a dicho grupo. Estas
fueron las actitudes de mis hermanos: Mi hermano mayor, el que no
profesa ninguna religión, me llevó esa misma noche a
visitar la iglesia Bautista, intentando que cambiara de parecer y eligiera
una religión conocida, pero al llegar a casa fuí yo quien
lo convenció y no se opuso más; mi segundo hermano, el soldado,
esa misma noche partía hacia Guyana, y estaba tan mortificado que
hasta me ofendía. La actitud de mi hermana y padres fueron
como una espada que me colocaba contra la pared (hacían preguntas
con relación al grupo que no podía responder, ya que no conocía
las respuestas).
Al día siguiente desobedecí a mi padre y me encontré
con el grupo. Me bautizaron en la playa, en nombre del Padre, del Hijo
y del Espiritu Santo, me hicieron un "discipulo". Al llegar a casa, me
cambié de ropa, mi padre estaba molesto por haberlo desobedecido,
así que me ordenó que me quedara en casa y no asistiera a
la reunión dominical, la cual se efectuaría en el Hotel Meliá.
Mi
hermana al notar que yo continuaba preparándome para salir,
decidió actuar. Después que me formuló diversas preguntas
respecto a mi nueva religión y al notar que yo ignoraba todo, y
que actuaba bajo manipulación, tomó la Biblia y me leyó
ese mandato que dice: “Honra y respeta a tus Padres”, al tiempo en que
encontraba toda oposición contra los estudios biblicos que había
realizado con el grupo (los discipulos) utilizando la Biblia. Pero a pesar
de que ella tenía toda la razon, eso no me detuvo (estaba cerrado).
Unos minutos después llegó a casa: Carlos Joel (mi
viejo amigo de escuela, quien me acompañaría a la reunión).
Cuando éste llegó, le pedí que tomara asiento y que
respondiera las preguntas de mi hermana. Éste, con 4 meses de discípulo
sólo pudo decir el
nombre del fundador (Kip McKean ) y el lugar en que se inició
dicha iglesia (Estados Unidos de Norte América). Ignoraba lo demás.
Al llegar la hora de la despedida, mi padre me amenazó: “Si te vas, iré yo personalmente y te sacaré de allí, haciendote pasar verguenza ante todos”. A pesar de esto aun yo no había cambiado de parecer. Hasta que Carlos, sorprendentemente, dijo: “Wilkin, quedate”, y se marchó.
Luego de esta escena, me acosté, y en las meditaciones todo se volvía confuso y contradictorio; les pedí perdon a mi padre por haberle desobedecido, y a mi hermana por comportarme insensible ante su llanto. La abracé y lloré como un niño entre sus tiernos brazos.
Esa misma noche, el que sería mi discipulador y un grupo, visitaron mi casa. Todo fue una polémica. Ellos decían que no eran una religión, sino que seguían Biblia. Mis vecinos, tomaron su papel en la discusión y les tacharon de “Satánicos”.
Al dia siguiente, de regreso a la universidad, me encontré con
ellos. Después de escuchar todas sus afirmaciones, como: “Sí,
ésta es la única Iglesia de Cristo, verdadera”, les comuniqué
mi decisión de dejarlos. Con los ojos en llanto y a sabiendas de
que mi trabajo se relaciona con computadoras, me indicaron que buscara
en el internet información con relación al grupo, más
bien
de este modo: “Busca en el internet, La Iglesia Internacional de Cristo
y Hope for Kids”. Lo hice, pero fue una gran sorpresa que me llevé:
entre tantos lugares, escogí uno, y ese me mostró toda la
realidad acerca de la secta. Supe que lo leído era verdad, después
del profundo analisis y el sentimiento de alivio que se introdujo en mi
corazón desde ese instante.
Mis relaciones con este grupo, después de lo contado, se hicieron nulas. Comencé a tener problemas emocionales y decidí alejarme de ellos.
Al contar lo sucedido ante un grupo de jóvenes, alguien que me escuchaba, amiga de mi hermana, me prestó un libro, “Vive y defiende tu fe católica” por Juan Antonio Flores Santana, 1998, el que acabaré de leer precisamente hoy. Gracias a Dios y a las investigaciones realizadas, pude adquirir un conocimiento más profundo con relación a la religión católica, la que he profesado desde mi infancia. Y ahora, ahora que todos los días aprendo algo nuevo relacionado con el tema, les digo: “NO ME ARREPIENTO DE SER LO QUE SOY HOY EN DIA, MÁS AÚN, ME ENORGULLECE”.
Me siento muy feliz ayudando a los demás, y si alguien tiene alguna duda con gusto ayudaré. Otra cosa, mi hermano mayor, acaba de decirme que se volverá Católico.
Carlos Alberto, esta es mi historia, pero estas son mis conclusiones:
- Cuando se desconoce el camino, es probable caer en un hoyo o tropezar
con un piedra mientras uno se pasea por el.
- Es importante conocer el camino, no en parte sino a totalidad; porque
¿Cómo podemos decir, no nos gusta nuestro alimento de cada
día, si sólo comemos el postre?
- Nosotros, que conocemos la verdad, o mejor dicho, que la estamos
viviendo, debemos colocar avisos y letreros, para que los caminantes no
tropicen ni caigan en ningún hoyo, y extender las manos para ayudar
al caído.
- Al final del camino, nos espera el desenlace de nuestro juicio ante
Dios. Cristo camina, aunque muchos no lo quiera creer, con nosotros. Y
se hace presente en el corazón del que ama.