Herminia Arrate, "temperamento exquisito, de gran emotividad artística" José María Palacios, 1995, Diario La Segunda, 1 de enero El juicio que apuntamos entre comillas corresponde nada menos que a don Pablo Burchard, de quien nuestra pintora fue discípula. Pero el maestro no se queda sólo en estas dos virtudes, sino que además subraya la calidad humana de Herminia Arrate agregando que era "comprensiva al máximo", otra virtud, sintetizada en una significatlva confesión: "Alma igual no he encontrado en el trayecto de mi vida". Son razones ya más que suficientes como para no descuidar el centenario de su nacimiento. Herminia Arrate nació en Santiago de Chile el 1 de julio de 1895, y fallece aquí mismo el 12 de marzo de 1941. Convivió y fue contemporánea, como efecto, del '"Grupo Montparnasse" y de la "Generación del 28". Respecto del primero, cabe y vale ahora recordar lo dicho por Luis Vargas Rosas: "EI tiempo determinará sobre la pintura de Herminia Arrate, nivelará su valor en su justa intención, pero para nosotros, sus compañeros, su obra detiene ya un momento de nuestra vida y nos da el acento de una rica personalidad de artìsta que naciera de esta tierra". La primera muestra públlca de sus obras la realiza nuestra artista aquí en la capital y la crítica la valoriza de inmediato, situándola como valor joven emergente. En 1927 viaja a Europa y junto con recorrer varios países sabe de sus museos, la tradición, y toma conciencia de los cambios o evolución de la pintura. Casa con el periodista y diplomático Carlos G. Dávila, y en 1931 expone por segunda vez, ahora en International Art Center of Roerich Museum de Nueva York, ganando elogiosos conceptos del público y la crítica. Al año siguiente, como efecto de asumir su marido la primera magistratura del país, pasa a ser la única pintora chilena que ha sido Primera Dama nacional. En nuestras historias de la pintura chilena, Herminia Arrate de Dávila es insoslayable. Nena Ossa señala que "en Chile fue una adelantada, poco comprendida". Quizás exagera. Al fin de cuentas la obra de un artista no tiene por qué ser comprendida de inmediato. Lo válido es si trasciende o no. Y Herminia Arrate trasciende. Romera afirma que "todo en ella está realizado bajo el signo de lo vigoroso y lo recio". La juzga muy afín a nuestra inolvidable Henriette Petit, por su apego a las tonalidades oscuras. Ricardo Bindis, por su parte, señala que fue "tonalista muy diestra, con todo el sentido melancólico que la define", subrayando que "posee el sentido grandioso de las formas, la sumaria realización de una pintora que ha sabido apropiarse de las grandes conquistas plásticas". Isabel Cruz, a su vez, destaca que "realiza una pintura sombría, dramática y de gran rigor constructivo". AIfonso Bulnes, más amplio en su juicio, dice que "Herminia Arrate vio un mundo sombrío, cuando lo tuvo volcado dentro de su emoción; apagado bajo un vaho violeta, gris o verde profundo; escueto, solitario, amarrado de objeto a objeto por raíces profundas trenzadas tras el campo visual; atmósfera de elegía, que bien pudo también traducirse en poema o en sonata". Los juicios sobre el quehacer plástìco de Herminia Arrate coinciden en el fondo. Vicente Huidobro, a raíz de su fallecimiento, puntualiza: "Con emoción escribo sobre la pintura de Herminia Arrate de Dávila. Sin embargo, su obra no necesita de las benignidades de la amistad, el juicio puro no necesita ser perturbado por el afecto. Tan evidente es la calidad de los cuadros que nos dejó como para que no olvidáramos la belleza de su espíritu. Qué seriedad, qué amor de su oficio, que gracia concentrada y sin ruido reina en esas telas tan suavemente melancólicas". En este recuento, eso sí, no puedo dejar de lado Io escrito por su hija Luz Dávila Arrate: "Herminia Arrate como artista hizo vibrar en sus telas una flor marchita, un rancho abandonado, una tumba soIitaria. Como mujer era alegre y dinámica y poseía eI extraordinario don para descubrir valores a quienes ella estimuló haciendo que realizaran lo más bello y positivo que encerraban. En su obra, concluye, existe un marcado mensaje de paz". En 1974, el Ministerio de Educación ofreció una retrospectiva de la obra de Herminia Arrate de Dávila. Sólo 30 obras. Fue suficiente y muy explícita. Toda una lección de probidad artística y de motivaciones muy variadas, afirmativa cabal de que el espíritu de nuestra artista supo cosechar, de modo certero, valores pictóricos que acaso el común no veía. Pero ella, "temperamento exquisito", como Ia definía don Pablo Burchard, gracias a que fue "comprensìva al máximo", rescató con sus pinceles en favor de nuestro arte. Por esto, no olvidemos el centenario de su nacimiento. Volver a Prensa |