Vamos al buen rescate de pintura chilena: Herminia Arrate, un buen ejemplo José María Palacios, Diario La Segunda, junio 97 Aun cuando sea un boceto, pero de Rufino Tamayo, es asunto serio. Pues bien, en la muestra que actualmente se ofrece en el Instituto Cultural de Providencia, como retrospectiva de Herminia Arrate, ahí está el boceto de un retrato que el famoso maestro mexicano realizara de nuestra artista. No tiene fecha. Y no importa. Herminia Arrate fallece en 1941, un 12 de marzo, de modo que el apunte debió realizarse a fines de la década del 30. Sea como fuere es un homenaje de un gran artista a quien también lo fuera y, además, se ganara este homenaje por su rica humanidad. Personalmente, soy uno de los más agradecidos por esta muestra, que desde esta mísrna columna reclamé en enero de 1995, a raiz de cumplirse el centenario de su nacimiento. Enrique Solanich no hizo oído sordo y aqui está la respuesta: cabal, profunda, significativa, porque nos ofrece varias novedades que, a lo mejor, de otro modo, no hubieramos podido conocer. Por de pronto, obras que no conocíamos de Ia artista. Su serie de botellones es muy interesante. Y lo mismo dos retratos realizados por artistas extranjeros, uno en escultura, que vale admirar. Doña Herminia, sobria, sencilla, dama al ciento por ciento, supo o logró llegar lejos. Discípula de don Pablo Burchard. el maestro tuvo para ella los mejores elogios: "comprensiva al máximo", expresión de afecto que subraya en una confesión, rara en él, que era parco en el decir, pero que por lo mismo adquiere mayor relevancia: "Alma igual no he encontrado en el trayecto de mi vida". Herrninia Arrate nació en Santiago de Chile el 1 de julio de I895 y fallece aquí mismo el 12 de marzo de 1941. Convivió y fue contemporánea, como efecto, del "Grupo Montpannasse" y de la "Generación del 28". Respecto del primero, cabe y vale ahora recordar lo dicho por Luis Vargas Rosas, uno de los fundadores del Grupo: "El tlempo determinará sobre la pintura de Herminia Arrate, nivelará su valor en su justa intención, pero para nosotros, sus compañeros, su obra detiene ya un momento de nuestra vida y nos da el acento de una rica personalidad de artista que naciera en esta tierra". La primera muestra pública de sus obras la realiza nuestra artista aquí en la capital y la crítica la valoriza de inmediato, situándola como valor joven emergente. En 1927 viaja a Europa junto con recorrer varios países, sabe de sus museos, la tradición, y toma conciencia de los cambios y/o evolución de la pintura. Casa con el periodïsta Carlos Dávila, también diplomático, y en 1931 expone por segunda vez, pero ahora en la International Art Center ot Roerich Museum de Nueva York, ganando elogiosos conceptos del público y de la crítica. Al año siguiente, como efecto de asumir su marido la Primera Magistratura del país, pasa a ser la única pintora chilena que ha sido Primera Dama Nacional. En nuestras historias de la pintura chilena, Herminia Arrate es insoslayable. Nena Ossa señala que "en Chile fue una adelantada, poco comprendida''. Romera afirma que "todo en ella está reaIizado bajo el signo de Io vigoroso y recio". La juzga muy afín a nuestra inolvidable Henriette Petit, por su apego a las tonalidades oscuras. Ricardo Bindis, por su parte, señala que fue "tonalista muy diestra, con todo el sentido melancólico que Ia define", subrayando que posee "el sentido grandioso de Ias formas, la sumaria realización de una pintura que ha sabido apropiarse de las grandes conquistas plásticas". Y así podríamos seguir, con otros juicios igualmente laudatorios. Pero no podemos cerrar sin el de Vicente Huidobro: "Qué seriedad, qué amor de su oficio, qué gracia concentrada y sin ruido reina en esas telas tan suavemente melancólicas!". Hay que verlas y sentirlas. Bueno, es sólo un problema, y acaso ni siquiera, porque sólo se trata de concurrir al Instituto Cultural de Providencia. Se encontrará y podrá admirar dibujos y pinturas de Herminia Arrate, de quien, con toda justeza, dijo don Pablo Burchard era "un temperamento exquisito". Volver a Prensa |