La esquina de Germán Uribe 

Germán Uribe

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Francisco Umbral, camorrista fino

   

"La Feria del Libro de Valladolid dedicará un homenaje póstumo a Francisco Umbral". "La editorial Planeta lanza al mercado "Carta a mi mujer", la obra póstuma de Francisco Umbral". "El alcalde de Valladolid ha decidido dedicar una calle a Francisco Umbral". Estas y otras noticias aparecidas por estos días y desde las cuales se ve que nuestro Paco Umbral no sólo conserva su vigencia, sino que se acrecienta, me han servido de pretexto para volver sobre él. 

 

Mi propósito no es otro que el de entregarle a los lectores de esta columna una breve semblanza de un escritor que, con todo y su relumbre durante décadas en su España natal, poca resonancia tuvo en Colombia. Genio y figura innegable de las letras ibéricas contemporáneas, Francisco Pérez Martínez, más conocido como Francisco Umbral, o Paco, no obstante lo controversial por la radicalidad de su pluma, logró consolidarse como un hechizante emblema literario. Prolífico columnista, novelista, biógrafo, ensayista y poeta, nació en Madrid el 11 de mayo de 1935, y murió allí mismo el 28 de agosto de 2007.

 

Fue un escritor ampliamente galardonado. Premio Nadal (1975), de La Crítica (1992), Premio Nacional de las Letras Españolas (1997) y Cervantes (2000), aunque cuando supe que se le asignaba el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1996, premio equiparable al Nobel de Literatura dentro del ámbito iberoamericano, se me antojó de inmediato que tal distinción reflejaba una curiosa confluencia de honores. Honraba a Umbral, en tanto que Umbral honraba al Premio.  

 

Porque es que el derroche de información cultural, filosófica y política, el ardor, la ironía, el desenfado y la lucidez, aparte del humor y de la audacia temeraria que emanaban de su estilo, fundamentaban su enorme valía haciéndonos olvidar y perdonarle su jactancia personal y su repelente dandismo.

 

Con su anarquía intelectual y su fervor por las provocaciones y duelos políticos y literarios, semejaba a un boxeador blandiendo puñetazos a diestra y siniestra, un boxeador que, mientras sangre, no respetará árbitros ni campana. Cumplió con lo que se propuso: Derribar mitos, erigir prestigios, enjuiciar y condenar falsedades históricas y, en fin, comprometerse a fondo opinando siempre en voz alta.

 

Columnista y articulista corrosivo e imprescindible para cada medio en el que trabajara -"El Norte de Castilla", "Diario 16", "El País" y "El Mundo" de Madrid-, escribió parte da la historia de la España del siglo XX, y a través de sus escritos periodísticos y de 125 títulos bibliográficos, supo también cómo inscribirse en ella. ¡Y de qué manera!

 

Como animal político encarnaba con solvencia la encendida pasión de los españoles. Y como no tenía pelos en la lengua, si era a Borges, por ejemplo, podía enrostrarle su condenable actitud política llamándolo "videlista" plegado a los encantos militares y fascistas de las dictaduras argentinas.

 

Alejandro Gándara, quien lo reemplazara en 1988 en el diario "El País" cuando abandonara su famosa columna, lo despidió así tras su muerte:

 

"Francisco Umbral era un escritor de Corte y calle… una buena definición para los periodistas de gama alta, para los fajadores de fuste, los camorristas finos… fue un ejemplar literario único… inyectaba una dosis de socarronería, de dandismo y de valor poético y político, con lo que únicamente podías alucinar. Umbral era un completo para la vida, la escritura y el activismo en público. Escribiendo con la feracidad acostumbrada, hubo años hasta de tres libros… Pero donde creo que ha brillado por encima de todo ha sido en el "columnismo": era un buscador de oro nato y un hallador de minas donde los demás hemos resbalado toda la vida. Su gusto por el toque y por la palabra, también por el detalle psicológico y la pequeñez de los temas, le descubrían todos los días como un maestro del género."

 

Y como para toda muestra, un botón, he aquí algunas pocas de sus frases que como aforismos o sentencias, siempre fueron cortantes y certeras:

 

"Todo el erotismo de un hombre se cansa en media hora". "El capitalismo no va a morir por voraz, sino por aburrido". "Antes, la naturaleza imitaba al arte, ahora la vida imita al cine". "Porque lo que tiene morbo es pecar en España. Pecar fuera de España casi no es pecado para los españoles". "La materia del arte de Chaplin era el silencio". "Hay una edad en que se empieza a pensar en la muerte. Pero no en la muerte como horror, sino en la muerte como siesta". "Lo que se piensa mucho, no se escribe nunca, y por pensar solamente, no le pagan a nadie". "Cualquier mujer acaba siendo siempre nuestra madre".

 

¡Qué enfoque del mundo y de la vida más deliciosamente irreverente el suyo.

 

 

 

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