DESCARTES
René Descartes, filósofo y matemático francés (La Haya, 1596 - Estocolmo, 1650). De una familia de ricos burgueses, fue alumno de los jesuitas en el colegio de La Flèche desde 1604 a 1612. En 1617 se alistó como voluntario en el ejército de Mauricio de Nassau, en 1619 en el del elector de Baviera y, en 1621, en el del conde de Bucquoy. Parece que su objetivo no era tanto guerrear como conocer hombres y cosas. Viajó por Alemania, Polonia, Países Bajos, Suiza e Italia y de tiempo en tiempo volvía a París, o a lado de sus familia en Rennes. En 1628 asistió al sitio de la Rochela. En 1629 marchó a las Países Bajos donde vivió veinte años; su estancia fue interrumpida por un viaje a Dinamarca y tras a Francia. La reina Cristina de Suecia lo llamó a su corte a donde acudió en 1649 y allí murió un año más tarde.
LA RENOVACIÓN DE LA FILOSOFÍA POR DESCARTES
La filosofía experimentará una completa renovación con la obra de Descartes: El resultado de esta renovación supondrá que la obra de este filósofo francés determinará el curso de la filosofía en el siglo XVII, hasta el punto que ésta consistirá en el desarrollo más o menos fiel del programa cartesiano (el racionalismo) o bien en la elaboración de un programa alternativo (el empirismo), definido en gran medida como reacción a los principios asentados por Descartes.
El objetivo de Descartes es un conocimiento seguro, estable, garantizado más allá de toda duda razonable. La cultura filisófico-científica contemporánea no garantizaba este conocimiento seguro ni en la tradición aristotélico-escolástica todavía vigente y dominante en la enseñanza (que el mismo Descartes recibió en el colegio de La Flèche), ni en la alternativa naturalista y vitalista desarrollada durante el Renacimiento. Durante el Renacimiento se había revitalizado el escepticismo, que había alcanzado un enorme alcance con la obra de Montaigne (conocida por Descartes) y que planteaba la cuestión de si es posible al hombre un conocimiento cierto y estable de la verdadera realidad del mundo exterior por medio de su capacidad natural.
Descartes, que admira las matemáticas "por la certeza y evidencia de su racionamiento", adquirió pronto el convencimiento de que todo conocimiento debería regirse por el procedimiento de la matemática; él habla de construir una ciencia universal mediante un método análogo al de las matemáticas.
Por otra parte, el mismo declara que de esta situación inicial de duda del saber heredado, quedaba excluida el territorio de la religión recibida. La crítica y revolución en el plano del pensamiento filisófico-científico quedaba pareja a una actitud moderada y conservadora en el plano religioso y político.
El primer problema que se planteaba era el de encontrar un principio absolutamente garantizado inmune a toda duda, una primera verdad de la que resultara imposible dudar por claridad, distinción y evidencia con que se imponía. Esta primera verdad sería, al mismo tiempo, la refutación de la crítica escéptica a la capacidad humana de alcanzar la verdad y el punto de partida en la edificación ordenada y metódica del saber . El objetivo es, por tanto, un saber seguro y cierto de la realidad en sí; un saber que sea verdaderamente nuestro, ordenadamente adquirido y construido por nuestra razón, en el que podamos confiar más allá de toda duda.
En la búsqueda de esa verdad primera indudable, Descartes encuentra que los sentidos nos engañan y que, por tanto, no se puede confiar en ellos como fuente de conocimiento seguro y objetivo. La misma realidad de un mundo exterior con objetos sensibles y corpóreos puede ser puesta en entredicho, por la frecuencia de casos en que se concede realidad a meras alucinaciones y por el hecho de que nuestras representaciones en sueños son indistinguibles de las representaciones del mundo exterior cuando no dormimos. Las matemáticas sería la única ciencia que se escapa de esta incertidumbre, puesto que no trata de objetos sensibles ni se sirve de los sentidos; sólo las verdades matemáticas son ciertas e indudables. Pero también aquí encuentra Descartes que puede ejercerse la duda ya que señala "que podría ocurrir que Dios haya querido que me engañe cuando sumo dos más dos", nuestro filósofo al vislumbrar esta posibilidad somete a la duda incluso el modelo de ciencia necesaria y verdadera: la matemática.
No obstante, en medio de la duda universal, encuentra Descartes una verdad evidente que escapa a la duda: la verdad necesaria de la propia existencia como sujeto que duda.
La evidencia de la existencia personal, cuando se piensa es la primera verdad. A partir del "cogito, ergo sum" (pienso, luego soy), Descartes procederá a construir su filosofía como una secuencia de intuiciones evidentes. Descartes se plantea. "sé que soy", pero "¿ qué soy ?". La respuesta es que soy un sujeto, una cosa o sustancia que piensa (res cogitans). Se afirma de este modo la existencia de una sustancia cuyo atributo es el pensamiento: "el pensamiento es un atributo que me pertenece , siendo el único que no puede separarse de mí"
En la res cogitans, en sí mismo como sujeto pensante, halla Descartes ideas o pensamientos. En general éstas pueden ser innatas o adventicias (llegadas de fuera) o facticias (forjadas por el sujeto mismo). Entre ellas figura la idea de Dios como "sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente", creador universal de todas las cosas que están fuera de él. Descartes demuestra a priori la existencia necesaria de Dios, del objeto representado por su idea: el hombre, sujeto finito, no puede haber producido esa idea de un ser infinito.
Es, para Descartes, la concepción de Dios como ser absoluto, infinito y necesario, no dependiente de nada y, por tanto, potencia total que se causa y produce a sí mismo y a todo lo demás.
Ahora bien, la idea de Dios como ser infinito incluye la absoluta perfección y, por tanto, la falta de malicia. De ahí, concluye Descartes, que Dios no puede ser engañador, es decir, actuar de modo tal que yo siempre me engañe cuando afirmo la verdad de lo que concibo clara y distintamente. Se anula de este modo la hipótesis del "Dios engañador" y pone a Dios, a su veracidad e inmutabilidad, como garante de la verdad de las evidencias adquiridas por la res cogitans. De este modo se garantiza la matemática y, en general, el conocimiento humano, siempre que la mente proceda de acuerdo con el método.
De este modo podemos afirmar también la realidad del mundo exterior, no sólo como posible, sino como dada independientemente de nosotros, esto es: como una res extensa.
Podemos por tanto resumir su pensamiento diciendo que el punto de partida de su filosofía es la duda metódica. Inicialmente se desecha todo aquello que no pueda ser considerado como evidente por un espíritu atento. La primera verdad que queda fuera de toda duda es el existir del sujeto que piensa. Esta evidencia nos proporciona las notas modélicas de cualquier idea que deba ser admitida como verdadera: claridad y distinción.
Desde el sujeto, cuya esencia es el pensar, se impone la recuperación del mundo sensible. Ésta no puede hacerse de forma intuitiva, es decir, directamente. La esencia de la materia es la extensión y la aceptación de la exterioridad extensa ha de hacerse a través de Dios, ser perfecto que no puede engañarnos. La prueba de la existencia de Dios es previa, en consecuencia, a la existencia de las cosas. Dios es la justificación de nuestra propia vivencia.
EL DISCURSO DEL MÉTODO
SEGUNDA PARTE:
1º) ¿Qué experiencias extrae Descartes de la Guerra de los Treinta Años?
Durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) se enfrentaron dos concepciones de Europa. Los Habsburgo de España y Alemania representaban una visión tradicional. Querían imponer la reforma católica, el criterio de universalización, el poder del Pontífice y la validez de la idea imperial: Europa unida por una fe y bajo un emperador. Frente a esta visión, los países protestantes del Norte y la católica Francia , querían un ordenamiento nuevo, basado en las ideas renacentistas. Individualismo, racionalismo y triunfo de un incipiente nacionalismo. Es decir, Europa dividida en una serie de estados soberanos que fueran independientes entre sí. Ambas concepciones eran irreconciliables.
Descartes, como hemos visto en su biografía, participó de lleno en la contienda, al menos en los primeros años; es muy probable que frente a la idea de una Europa vertical defendida por los Habsburgo el participase de una concepción vertical de los estados europeos, ordenamiento nuevo, basado, sobre todo, en un principio de racionalidad que estará presente en toda su obra ("el triunfo de la razón"); no obstante, parece ser que podemos afirmar que el objetivo de su participación en la contienda estuvo más que en la propia lucha, en el conocimiento de gentes y tierras y que aprovechaba el escaso tiempo de tranquilidad de que disponía para dedicarse a elaborar su doctrina: "Hallábame por entonces en Alemania, adonde me llamara la ocasión de unas guerras ( ), cogióme el comienzo del invierno ( ) permanecía todo el día solo y encerrado, con toda la tranquilidad necesaria para entregarme a mis pensamientos"
El descubrimiento del método parece que puede fecharse en 1619.
2º) ¿ En qué fragmentos viene a defender el principio de la unidad del saber?
Descartes plantea como primer problema de su filosofía la necesidad de encontrar un principio inmune a toda duda y que esté absolutamente garantizado. Ese principio, esa primera verdad de la que por su claridad fuese imposible dudar sería el punto de partida en la edificación ordenada y metódica del saber.
" ( ) Y también pensaba yo que, como hemos sido todos nosotros niños antes de ser hombres y hemos tenido que dejarnos regir durante mucho tiempo por nuestros apetitos y por nuestros preceptores, que muchas veces eran contrarios unos a otros, y ni unos ni otros nos aconsejaban siempre lo mejor, es casi imposible que fuesen nuestros juicios ni tan puros ni tan sólidos como lo fueran si, desde el momento de nacer, tuviésemos el uso pleno de nuestra razón ( )"
El objetivo es, por tanto, la obtención de un saber único, seguro y cierto de la realidad en sí; un saber que sea verdaderamente nuestro, ordenadamente adquirido y construido por nuestra razón, en el que podamos confiar más allá de toda duda, al margen de la observancia y adhesión externa a la religión y leyes y costumbres heredadas.
3º) ¿ Pretende Descartes que no lo consideren un reformista radical ?
Descartes es consciente de que el racionalismo y el librepensamiento a que aspira en su obra no tiene límites en su aplicación, por eso procura poner límites al espíritu de libre examen y jura que no quiere hacer en el orden político y social la misma subversión que en el especulativo.
" ( ) Mis designios no han sido nunca otros que tratar de reformar mis propios pensamientos y edificar sobre un terreno que me pertenece a mí solo. Si, habiéndome gustado bastante mi obra , os enseño aquí el modelo, no significa esto que quiera yo aconsejar a nadie que me imite ( ) Y la mera resolución de deshacerse de todas las opiniones anteriormente recibidas no es un ejemplo que todos deban seguir ( )"
4º) ¿ Está el Método adecuado para no obstaculizar la razón ?
" ( ) Pero lo que más contento me daba de este método era que, con él, tenía la seguridad de emplear mi razón en todo. Sin contar con que, aplicándolo, sentía que mi espíritu se iba acostumbrando poco a poco a concebir los objetos con mayor claridad y distinción ( )"
5º) Enumera los cuatro preceptos del Método
" ( ) Fue el primero, no admitir como verdad cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es: es decir, evitar cuidadosamente la precipitación, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión para ponerlo en duda.
El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución.
El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos.
Y el último, hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada ."
CUARTA PARTE
1º) ¿ El establecimiento de una verdad firme y segura desarma a los escépticos?
Descartes coincide con los escépticos en que los sentidos nos engañan y que, por tanto, no se puede confiar en ellos como fuente de conocimiento seguro y objetivo. Sin embargo, cuando Descartes llega a la convicción de que existe una verdad firme y segura : "la propia existencia como sujeto que duda", los principios de los escépticos no son capaces de conmover esta verdad, es decir que ninguna idea o concepto que maneje la filosofía de los escépticos puede rebatirla.
2º) Al afirmar que "esta cosa que piensa" res cogitans es una substancia radicalmente distinta de la cosa extensa res extensa, descartes tiene que plantear los problemas desde un dualismo ontológico que será criticado.
Para Descartes el ser humano, el individuo es una "res cogitans", una substancia que piensa. Por otra parte, existe la "res extensa", la substancia extensa, que permite pensar el mundo exterior como pura materia o extensión espacial, materia inerte sin principios activos internos. La división radical entre la res cogitans y la res extensa crea un dualismo, entre el pensamiento y el mundo exterior.
3º) ¿Para Descartes, es lo mismo probar la existencia de un ser perfecto que probar la existencia de Dios?
Sí, es lo mismo. Descartes piensa que si él duda no es un ser perfecto y por tanto un ser imperfecto, como es el ser humano, no puede tener una idea sobre la existencia de un ser perfecto. Dios existe necesariamente como autor de la idea de sí mismo, impresa en la res cogitans.
La idea de Dios es la absoluta perfección. Dios es ser absoluto, infinito, necesario, que no depende de nada y por tanto, que se potencia y se causa a sí mismo, se produce a sí mismo y a todo lo demás.
4º) ¿Por qué afirma que las ideas de Dios y del alma nunca han estado en los sentidos?
Para Descartes las ideas de Dios y del alma no provienen de los sentidos, de la experiencia, son ideas que están por encima de las cosas sensibles, son ideas que están antes de la experiencia. Para Descartes los sentidos provocan confusión. Ideas falsas, como el sueño, como la imaginación.
5º) ¿La imaginación y el sueño no son tampoco buenas consejeras de la razón?
No. según Descartes "La imaginación no puede asegurarnos nunca cosa alguna, como no intervenga el entendimiento".
Sobre el sueño, Descartes dice que "los ensueños que imaginamos dormidos, no deben. En manera alguna, hacernos dudar de la verdad de los pensamientos que tenemos despiertos".
Para Descartes, algo que soñemos o que imaginemos no nos debe persuadir de que sea cierto, sólo es la evidencia de la razón lo que conduce a la verdad.
Para Descartes, tanto la imaginación como los sueños nos llevan a pensamientos incorrectos y falsos.