ENTREVISTA PERSONAL APLICADA AL CAMPO VOCACIONAL

I. NATURALEZA DEL DIALOGO PASTORAL INDIVIDUAL

1.1 - Un mecanismo:

Es un mecanismo para el discernimiento espiritual. En nuestro caso concreto, de discernimiento vocacional. Se trata de un mecanismo, no del mecanismo. Forma parte de un conjunto. Es preciso pues, no desubicarlo ni exclusivizarlo.

Se trata de discernir juntamente con el joven acerca de un posible llamado. La vocación es un don del Espíritu. En cuanto don hay que saberlo discernir. Es bien conocido que entre don e ilusión la distancia es mínima, aunque la diferencia sea abismal. Es necesario ayudar al joven a que discierna si su "sentirse llamado" proviene de Dios o es un mero espejismo producido por mecanismos psicológicos o sociales.

La entrevista, además de mecanismo de discernimiento, es también un medio muy adecuado de acompañamiento. Una vez que el joven cae en la cuenta de que es muy probable tenga vocación, hay que ofrecerle un acompañamiento personal lúcido con el fin de facilitar el crecimiento de la vivencia de ese don. El objetivo final consistirá en llevarlo hasta el momento fuerte (kairós) en que decida dejar a su familia e ingresar a una casa de formación.

No podemos subrayar suficientemente la importancia del momento en que un joven decide entrar en las casas de formación. Es una coyuntura que supone gran generosidad de su parte. Es el momento de dejar todas las cosas. Momento de hondura espiritual, psicológicamente tan importante como el de la primera profesión religiosa, o el de la mismísima profesión perpetua. De ahí que haya que acompañarlo para robustecerlo hacia ese momento. ¿Cuánto tiempo será necesario realizar ese trabajo de acompañamiento? Dependerá de cada sujeto, considerado en su contexto total. Habrá grandes diferencias de caso a caso.

1.2 - Finalidad:

El diálogo pastoral es una conversación seria que se propone un fin determinado, distinto del de simple placer del intercambio. De ahí que supone cierta formalidad. ¿Cuál es ese fin determinado? La adquisición y afinación de actitudes cristianas. En el caso concreto que nos ocupa de la pastoral vocacional: la afinación de actitudes de alguien que está por dar un paso trascendental en su vida.

En la pastoral vocacional, la mirada estará continuamente puesta en el sujeto, no en la Institución. Y, desde luego, en el querer de Dios. En efecto, no es la necesidad de hombres para el Instituto lo que debe hacernos aconsejar a un joven en un sentido o en otro. Es la vocación dada por Dios, y su correspondiente desarrollo lo que debe preocuparnos. No nos es lícito decirle al joven: "te quedarás en tu familia, a pesar de que ya estés decidido a irte a una casa de formación, porque eso es lo que yo también debí de haber hecho". Ni tampoco: "Debes ingresar ya en una casa de formación, porque si yo no hubiese ingresado pequeño no me hubiera ido bien en mi familia".

1.3 - Distinción:

Es muy conveniente que hagamos distinción entre dirección espiritual y entrevista espiritual. La distinción se antojará sutil, pero resulta de consecuencias prácticas considerables.

La dirección espiritual depende de la iniciativa del sujeto. Es él quien busca a la persona que él quiere le ayude en su caminar cristiano. Es él quien acude cuando así lo desea. Por el contrario, en la entrevista espiritual, no es el sujeto quien tiene la iniciativa. Hay una especie de ministerio que faculta al entrevistador a convocar.

A la luz de esta distinción, así establecida, hagamos una comparación: mi superior comunitario tiene derecho a llamarme a entrevista (es más, tiene obligación), pero no tiene derecho a llamarme a dirección espiritual. Yo elijo mi director espiritual (y además, el material de mi dirección espiritual). Mi superior, en la entrevista, tiene derecho a preguntarme todo aquello que es del fuero externo de mis votos, de mi vida comunitaria, de mi apostolado... Claro está que yo puedo hacerle cualquier consulta, aunque sea del fuero interno. En este caso mi superior debe respondérmela. Así pues, el sujeto de la entrevista puede convertirla en dirección espiritual; no así el agente de la entrevista, quien debe seguir el camino que le traza el sujeto.

Pues bien, como entrevistadores vocacionales, podemos preguntarle al joven acerca de sus estudios, de su oración en general, de su participación en movimientos apostólicos, de su familia..., pero no hemos de meternos en su vida de conciencia interna. Si el joven, de motu propio, nos hace preguntas de esta área íntima, porque hemos sabido inspirarle confianza, es lógico que hemos de respondérselas sin evasivas.

La unificación de entrevista y dirección por parte del sujeto seria el ideal. Pero la distinción entre lo uno y lo otro debe estar siempre muy clara en la mente del agente del diálogo pastoral En esta distinción radica uno de los factores más determinantes del éxito o del fracaso del mecanismo vocacional llamado entrevista.

2 - PROCESO DE UNA SESION:

Desde luego que todo el proceso del diálogo pastoral (antes, durante y después de una sesión concreta) ha de estar envuelto en una actitud orante. Es tan delicado, al mismo tiempo que tan hermoso, el tratar con personas en un nivel de diálogo espiritual, que se requiere, de forma ineludible, la asistencia del Espíritu. Además, el trabajo de entrevistar exige una decisión firme de hacer crecer y una gran pureza de intención (sin querer ocupar el lugar del sujeto, ni el del Señor).

2.1 - Antes de la sesión (preparación remota):

Consiste en la adquisición de actitudes que facilitan el diálogo

2.1.1 - Desarrollar el interés por los demás:

No podremos improvisar interés por un joven vocacionable, si antes no hemos tenido interés en general. Sin ello, es muy probable que nuestro interés sea un "interés demasiado interesado". Esto es, que buscaremos tal vez el éxito personal en la promoción vocacional, o que el Instituto ante todo crezca en número, o que el colegio aparezca significativamente en las estadísticas provinciales.

2.1.2 - Desarrollar capacidad de encarar problemática humana:

Generalmente este tipo de problemática tiende a angustiar a las personas que se enfrentan a ella. Se trata de una problemática fuertemente afectada por la emotividad. Nos hemos de acostumbrar a una cierta objetividad, tematizando los contenidos afectivos y evitando las dramatizaciones. En la entrevista van a saltar a veces problemas afectivamente muy complejos. El menos embrollado en sus sentimientos debe serlo el agente de la entrevista; en este caso, nosotros.

2.1.3 - Ejercitarse en recibir información aprendiendo:

Tenemos que saber proporcionar el gusto de que nos den noticias. Es conveniente evitar en nuestro léxico de la vida cotidiana frases como: "eso es obvio", "eso hasta un ciego lo ve" "¿hasta ahora caes en la cuenta?", "eso ya lo sabía"... Hemos de esforzarnos en recibir información "como de primera mano". La entrevista será siempre recibir cosas de primera mano, o aparentemente como de primera mano...

2.1.4 - Ejercitarse en la comprensión:

Hemos de recordar que "comprender no es aprobar". Podemos comprender a alguien y desaprobar lo que ha hecho. No hay que confundir lo “explicable” con lo “justificable”. Lo primero es simplemente el conocimiento de las causas que produjeron un determinado efecto. Lo segundo es la aprobación de ese efecto, en cuanto a su calidad moral. Sólo quien me ha comprendido bien puede desaprobarme.

2.1.5 - Ejercitarse en la introspección:

Hemos de saber analizar nuestras reacciones y nuestras motivaciones. Esto supone en nosotros un hombre de interioridad, que ha tenido problemas y que los ha ido superando. La interioridad es la que va dando hondura a la vida. Superficial es el hombre que simplemente acumula años y sus efemérides correspondientes. Nos hemos de acostumbrar a reflexionar lo que vivimos y de cómo lo vivimos. Difícil será ayudar a otros a entrar en sí mismos, cuando nosotros no sabemos hacerlo.

2.1.6 - Ejercitarse en el equilibrio afectivo:

Hemos de cuidarnos de las tendencias posesivas y repulsivas, así como de una sensibilidad a flor de piel que nos hace hipervulnerables. No es nada conveniente para alguien que se va a dedicar a la entrevista el fácilmente tomar la misma actitud que tiene el dirigido ante una situación problemática. “Involucrarse” en el problema es complicidad con el dirigido pues se le refuerza en su actitud negativa. Esto destruye la finalidad de la entrevista.

2.1.7 - Profundizar conocimientos:

No hay conocimientos despreciables para un entrevistador. Un abanico de conocimientos a la vez amplio que profundo faculta para poder intercambiar en diálogo con diversas personas de diversos intereses.

2.1.8 - Habituarse a la situación de entrevista:

Es importante acostumbrarnos a la situación propia del dialogo formal. Hay que considerarla como parte de nuestra propia misión. Es un acto de amor a nuestros hermanos. Es materializar el cuidado que Dios tiene con ellos: nuestra atención será la atención que Dios les va a prestar. Seremos para con nuestros hermanos los oídos y la lengua de Dios. Esto significa ser mediador. A Dios nadie lo ha visto. Está aquí en juego toda la teología de la mediación. ¡Creamos en ella!

El dedicarse a la entrevista es cuestión de tener el valor de lanzarse las primeras veces. Poco a poco se va viendo que no es tan difícil como parecía serlo. Una vez que los jóvenes se han habituado a una situación formal en la entrevista, ya no aceptan (es más, les repugna) que le demos un giro informal. No esperan de nosotros al “cuate”, o simplemente al amigo. Están esperando algo más. Quieren encontrarse con un mediador, con alguien que les refiera a Dios. Ellos mismo, toman una cierta distancia que les permite plantearnos cuestionamientos que no nos confiarían en un plan meramente informal, de mera camaradería.

2.2 - Durante la sesión:

2.2.1 - Factores físicos que atender: Procuran la comodidad del sujeto.

2.2.1.1- La cita:

Recibamos mediante cita previa. Claro, obtenida mediante común acuerdo con el interesado. ¿Por qué fijación previa? Porque permite preparación en el joven: el se equipa psicológicamente para ello (muy seguramente, también espiritualmente). Y luego, una razón práctica: evita aglomeraciones, simultaneidades... Resulta muy desagradable para el entrevistado el darse cuenta de que alguien allá fuera está esperando turno (seguramente cronometrando la sesión). Además la fijación de cita concede importancia al joven, lo que decididamente le gusta, pues es un reconocimiento de la unicidad irrepetible de su persona.

2.2.1.2 - Local:

Es necesario tener un local apropiado para la entrevista. En los colegios es muy importante se le asigne un cuarto que permita visibilidad hacia el interior. Esto es de tomarse en cuenta para no exponerse a dar al traste con este maravilloso mecanismo vocacional.

El local ha de estar sobriamente adornado, sobre todo con motivos religiosos discretos y de buen gusto. Habría que evitar que en la mesa de entrevista haya todo un despliegue de estampas bajo el vidrio, pues podría resultar distrayente.

¿Es bueno entrevistar caminando? La respuesta no puede ser categórica. Sin embargo, el entrevistar así dificulta un poco el poder observar las reacciones faciales del joven. Además, puede quitar algo de libertad al sujeto ya que se siente visto por otras personas; ello lo imposibilita a expresar más libremente sus sentimientos, cosa que repercute en la sinceridad de su manifestación profunda.

2.2.1.3 - Duración:

¿Cuánto tiempo debe durar una entrevista? No hay regla fija. Depende de lo que el sujeto necesite. El es quien marca el tiempo, no nosotros. Naturalmente que su manera de pedir que se le siga atendiendo lo hará de múltiples maneras: permaneciendo sentado, o simplemente no dando señales de irse.

Es bueno tener presente que hay jóvenes que cuando van a consultar algo que consideran grave, dan primero varios "pases de tanteo" para ver el terreno que están pisando en relación con el entrevistador. Si cometemos la imprudencia de marcarle el tiempo, nos exponemos a dejar fuera aquello realmente importante que estaba por llegar. Sería el caso de decir, parafraseando un pensamiento ya clásico: "si cierras la puerta a lo banal, te expones a dejar fuera a lo vital". Así pues, durante la sesión debemos prohibirnos terminantemente echar una mirada al reloj. Hacer lo contrario equivaldría a precipitar el fin de una entrevista.

2.2.1.4 - Continuidad:

Una sesión debe verse totalmente libre de interrupciones. Es mejor no atender llamadas telefónicas, ni toques a la puerta, ni lectura de cartas. El joven debe captar que en ese momento él es el personaje principal. Nadie lleva preferencia sobre él. No es poco desconcertante el tener que preguntarle al sujeto, después de una interrupción: "¿En qué íbamos?"... Es claro que tendremos que pagar un precio, como es el de dejar de atender muchas otras cosas, pero vale la pena...

2.2.2 - Factores psíquicos: Que procuran seguridad

2.2.2.1 - Colocación:

¿Cuál es la colocación física ideal del entrevistador con respecto al entrevistado? Parece ser que la de frente, o bien la semifrontal (esto es, angulación de 90 grados). Es muy conveniente que el sujeto esté presentando su espalda al exterior del local de entrevista. No es nada infrecuente que en una sesión el sujeto se angustie, se conturbe (a veces, hasta las lágrimas). Todo ello quedaría impedido si se sintiera espiado.

2.2.2.2 - Personalidad del agente:

Debemos darle seguridad al joven por nuestra personalidad. Por el hecho mismo de ser religiosos, gozamos de cierta ventaja ante él. Cuidemos nuestra imagen. Hagámonos creíbles. El joven busca en su entrevistador a un hombre espiritual, franco y discreto.

2.2.2.3 - El sigilo:

El joven espera que sepamos guardar secreto. No podemos comunicar a nadie lo que durante la entrevista se nos diga o nosotros digamos. El sigilo ha de observarse en su dimensión externa, pero también en la interna.

¿Qué significa dimensión interior del sigilo? Pues, que lo que nos comunica el sujeto no nos lo repetimos a nosotros mismos, mediante un proceso de rumia. Las confidencias del entrevistado no deben influirnos en nuestra manera de apreciarlo. No ha de variar nuestra actitud de benevolencia para con él, nos diga lo que nos diga. Esto es tener un secreto para con uno mismo. Ello supone un dominio personal poco común. Sin embargo, nuestra carrera magisterial, nuestra mística de educadores, nuestra vivencia comunitaria nos ha ido preparando mucho en esta línea. Nuestra vocación marista, vivida con honradez, nos adiestra en muchas de las virtudes necesarias a un entrevistador.

2.2.2.4 - Libertad:

Dejemos en libertad al joven. Si no llega a la cita, no lo mandemos llamar. Es probable que sea su forma de decirnos que ya no quiere seguir con las entrevistas. Sin embargo, si llega a presentarse de nuevo, hemos de saber admitirle sus excusas por su ausencia anterior, sin reconvenciones.

2.2.2.5 Acogida:

Es mejor acompañarlo que recibirlo. El estar fuera del cuarto de entrevista puede ser una buena técnica.

Aunque la persona que es entrevistada esté acostumbrada a la situación de entrevista, conviene saber suavizar el sobresalto inicial. Habría que ocuparse de algo sin trascendencia que quite la atención directa sobre su persona, por ejemplo: la agenda, llenar datos generales en la ficha... Todo ello permite a la persona rehacerse... Y si, además presentamos un rostro tranquilo con una sonrisa esbozada, el sujeto terminará por tranquilizarse.

Es muy probable que tengamos que empezar el diálogo haciendo algunas preguntas. Al principio sólo obtendremos respuestas monosilábicas. Poco a poco irán viniendo con más comentarios. Hemos de mostrar interés en todo lo que nos va diciendo, aún en cosas sin importancia aparente. La persona, al ver que se le toma en cuenta en todo, se va animando más y más. Naturalmente que hemos de evitar cualquier juicio de valor o apreciación personal sobre sus comentarios. Sólo hemos de demostrar interés, pero sin aprobar ni desaprobar nada.

2.2.2.6 - Silencio atento:

Cuando empieza a hablar de una manera espontánea (ya sin preguntas) y con fluidez, hemos de mantener una actitud atenta y silenciosa que le permita sentir se le sigue con cuidado y se le quiere comprender. En ese momento ya no hemos de interrumpir con ninguna pregunta. Hemos de evitar toda mueca en el rostro. Si acaso una continua sonrisa esbozada y ligeros asentimientos con la cabeza como de quien va comprendiendo. Nos hemos de concentrar como intervención nuestra, a sólo reflejar, tipo eco, sus sentimientos ante los acontecimientos que nos narra. Si por ejemplo nos ha dicho: "me disgustó mucho que el Director me regañara en público", simplemente le comentamos, después de su frase: "Te disgustó mucho que el Director te regañara en público". (Empleando el mismo verbo y adverbio usado por él). Pero de ninguna manera le diremos si estuvo bien o mal el haberse disgustado o si la regañada del Director era justa o injusta.

2.2.2.7 - Tolerancia:

Hemos de saber tolerar cualquier tipo de expresión de ideas o de sentimientos. Es preciso no hacerle ningún comentario (ni mueca) por la manera como viene vestido, por su forma de hablar, de sentarse... En la entrevista es más importante la actitud del sujeto para con la realidad que la realidad misma. Podría darse el caso de que la realidad fuera completamente diferente de como la capta el sujeto. No se trata de que tratemos de convencerlo con argumentos. No podemos cambiar su visión de las cosas hablándole "objetivamente". Si el sujeto se siente comprendido, es probable que ponga en duda su propia actitud y con ello la "objetividad" de su percepción. Hecho eso, tal vez se interese por nuestra opinión y nos interrogue. En algunos casos lo más que podremos hacer es sembrar en él una duda sutil con respecto a la objetividad de su percepción...

2.2.2.8 - "Dignidad":

Es conveniente mantener cierta "dignidad". Esta así, entre comillas, porque no se trata de nada solemne. En efecto, sólo se requiere cierta distancia. La relación formal lo pide. Aunque el joven sea muy amigo nuestro, hemos de tener durante la entrevista una cierta formalidad. Llamándolo, sin embargo, como acostumbramos, y dejándole que nos trate como acostumbra. La base de esto la hemos dicho ya en otro lugar: el joven no busca nuestra entrevista por simple camaradería. Desea algo más.

2.2.2.9 - Autocontrol:

Hemos de estar sobre nosotros mismos. Es preciso vigilarnos estrictamente en nuestras reacciones y las interpretaciones interiores que subrepticiamente se van elaborando.

No podemos olvidarnos de nosotros mismos, embebiéndonos en el problema que nos narra el sujeto. Hemos de mantenernos comprensivos, pero no involucrados en la problemática. Esta es una condición indispensable para poder ser útil como entrevistador. Sería el colmo que el sujeto se viera obligado a calmar nuestra euforia o a sacarnos de nuestra tristeza por lo que nos ha contado...

Vigilemos también la línea fronteriza de entrevista y dirección espiritual. No hemos de cruzarla de propia iniciativa. Sólo a solicitud del sujeto.

2.2.2.10 Hilvanación:

Tenemos que llevar en la memoria lo que se nos va diciendo. Es mejor no tomar notas durante la sesión. Lo que le faltó al sujeto en su narración, y que nos interesa saber para una adecuada iluminación, podríamos preguntárselo al final. Pero ello de una manera discreta, sin dar la apariencia de estar realizando una encuesta.

2.2.2.11 - Servicio de eco:

Nuestros comentarios han de ser "tipo espejo". La finalidad de ello es que a base de ver el sujeto reflejados sus sentimientos en nuestro servicio de eco, pueda objetivarse en sus actitudes, viéndose desde afuera. Tal vez llegue a decirnos que posiblemente su reacción fue exagerada. Nuestro nuevo eco consistirá en comentar: "te parece que tal vez fue exagerada tu reacción", sin más. Hay que recordar que la entrevista es un mecanismo destinado no tanto a remediar situaciones, sino a ayudar al sujeto a enfrentarlas adecuadamente. Es indiscutible que la calidad de un entrevistador se mide por su habilidad en proporcionar con gran finura ese servicio de eco.

2.2.2.12 - Detectación de micro-reacciones:

Hay que prestar atención a la cara y a las manos del sujeto. Claro está que con una mirada discreta, no molesta. Esto es difícil, por no decir imposible de realizarse en una "entrevista paseada". Nuestra atención deberá acentuarse sobre todo cuando le presentamos diversas hipótesis explicativas de su actuar.

2.2.3 - Factores espirituales: Buscan posibilitar la fidelidad al Espíritu.

2.2.3.1 - Análisis de actitudes y situaciones:

Analizar los hechos vividos, a la luz del Evangelio, es de lo más importante en la entrevista. Es más, es precisamente eso lo que viene a buscar el joven a la entrevista.

En algunas circunstancias habría que tener el arte de hacer preguntas que inquieten. Hay vidas en las cuales hay que saber arrojar hábilmente la dinámica de la inquietud o la duda acerca de lo evangélico de sus actitudes personales. Un entrevistador hábil en sembrar la duda fina y oportuna hace progresar en los caminos del Espíritu. La entrevista no es simplemente escuchar, es hacer también caminar. Es así que un día podremos decirle al joven vocacionable: "Oye, después de ponderar con calma todas las cosas que has dicho, ¿no juzgarías conveniente ingresar ya a una de nuestras casas de formación?". Como podemos observar, con ello no estamos tomando una decisión por el joven, sólo hemos hecho una pregunta sugestiva y que por su propia naturaleza desencadenará toda una reacción interna.

2.2.3.2 - Esfuerzo de docilidad al Espíritu:

Se trata de que el joven no vaya a caer ni en la autonomía ni en nuestra hegemonía. Ni se manda a sí mismo, ni lo mandaremos nosotros. La finalidad de la entrevista, lo dijimos al principio, es habituar al joven a la docilidad al Espíritu. Se trata de caminar de la autonomía o la hegemonía humana a la teonomía. Dios es el guía. Seamos fieles a sus designios. Ayudemos al joven a serlo también.

2.2.3.3 - Recurso a la oración durante la sesión:

El entrevistador levanta con frecuencia su corazón al Señor, sea para agradecer el trabajo de la gracia que observa en el joven, sea para pedir la asistencia de Dios y sus bendiciones sobre el joven. En algunas circunstancias especiales, no sólo es conveniente rezar por el sujeto, sino que resulta mejor invitarlo a ponerse en oración con nosotros. La frase: "vámonos poniendo en oración para que el Señor nos muestre el camino", además de las gracias que acarrea, predispone suavemente el ánimo del joven a la docilidad al Espíritu.

2.2.4 - Cosas que se han de evitar:

2.2.4.1 - Recordatorios inoportunos:

Nada de lo ya superado se le debe recordar, a menos que sea provechoso como un estímulo para seguir adelante.

2.2.4.2 - Catalogaciones:

Es preciso no tener catalogados a los entrevistados. Esto es, ni como "buenos" ni como "malos". Hemos de estar dispuestos siempre a encontrarnos cualquier situación en cualquier persona. Nada de expresiones verbales o faciales que significaran un "¿pero tú con esto?". Lo que sí, es necesario amarlos a todos. Pues el amor, todo lo cree, todo lo excusa, todo lo comprende. . .

2.2.4.3 - Hablar de otros:

Hemos de evitar hablar de otros como comparación, o peor aún, como fuente de información. Nunca decirles: "como me han dicho", sino más bien (esperando la coincidencia de datos): "según lo que me acabas de decir".

2.2.4.4 - Prefabricaciones:

Esto es, llevar a la entrevista soluciones ya hechas que hay que imponer al sujeto. La entrevista en su esencia misma supone búsqueda común, finura. Nada de imposición.

2.2.4.5 - Ligereza:

Cuidarse de hacer bromas de lo que se nos dice. Sólo podemos sonreír cuando el joven ríe. No hemos de minimizar la problemática presentada. Evitar frases como "Pero si esto no es problema". Recordemos que en la entrevista es menos importante la realidad que la captación que de ella hace el sujeto. Si para él esto es un problema, hay que aceptarlo como tal.

2.2.4.6 - Generalizaciones aplicadas:

Nada más molesto para el sujeto que sentirse tratado como un dato estadístico. "Mira, a todos los que tienen tu edad les pasa". Esto hiere la personalidad. Resulta que su persona no sería sino la concreción de una ley universal.

2.2.4.7 - Impaciencia en los resultados:

La conversión es un proceso lento. Hay que dar un margen a la debilidad humana. El Señor escribe despacio muchas veces, pero siempre con seguridad.

CONCLUSION DEL TEMA:

El diálogo pastoral individual es una técnica, un arte, una mística, una espiritualidad. Ya tenemos mucho aventajado por ser maestros, educadores, religiosos, en una palabra hombres comunitarios.

La entrevista tiene aplicación en el campo de la pastoral vocacional. Hemos de saberla usar con soltura y habilidad. Dará magníficos resultados. Es cuestión de ponerse en marcha.

Mucha gente, muchos jóvenes desean la ayuda de la entrevista en su caminar cristiano. Hace falta muchos hombres que sepan escuchar y guiar. Hacen falta hombres que sepan ayudar a sus hermanos a descubrir el fabuloso don de Dios que se da siempre y en todas partes. Hace falta que algunos de esos hombres lo seamos nosotros los Hermanos Maristas.

H. Aureliano Brambila de la Mora

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