Desde el principio de la “Vida”, el H. Juan Bautista lo llama “José-Benito-Marcelino”. Pero una nota al pie de página precisa: “Los nombres no están siempre en este orden. En el acta de bautismo vemos Marcelino, José, Benito. En el acto de profesión, el P. Champagnat firma personalmente: José, Marcelino, Benito. Marcelino es el nombre principal, pues era el de su padrino.”
Cuando el 11 de noviembre de 1947 el H. Leonidá da informaciones sobre el Instituto, informaciones solicitadas por el Profesor Paul Lesourd de las Facultades Católicas de Paris, precisa bien: “La Congregación de los Hermanitos de María, o Hermanos Maristas de la Enseñanza, fue fundada en 1817 por el Venerable Marcelino José Benito Champagnat, cuya heroicidad de virtudes ha sido proclamada en 1920” (Carta 17.724). Es con este nombre que será canonizado: San Marcelino Champagnat”. Una parroquia de Francia, Saint Paul-Trois-Châteaux, en el Departamento de la Drôme, se llama: “Parroquia San Marcelino en Tricastin.
Pero, ¿y lo de José Benito?
Estos nombres deben ser importantes para la familia Champagnat puesto que el hermano menor de Marcelino (el 10°), quien nace el 27 de octubre del 1890, será llamado “José-Benito”. Todas las hipótesis podrían considerarse, pero hay una carta del H. Luis María, Superior General, quien, el 15 de diciembre de 1862, escribe a los Hermanos Directores de la Casas de Noviciado.: “Hemos sido impulsado a invocar muy particularmente al Beato Labre siguiendo el ejemplo de nuestro piadoso Fundador. Resulta de una carta del Reverendo Padre Champagnat, encontrada entre los documentos de la capilla erigida al Beato en Amettes, Diócesis de Arras, lugar de su nacimiento, que el Buen Padre fue a rezar para encomendarle sin duda la difícil y grave cuestión de la aprobación del Instituto por el Gobierno, que tánto buscaba por esas fechas. El conocimiento de esta carta y de esta gestión nos ha llegado en el momento mismo en que se trata el asunto, aún más importante de la aprobación del Instituto por parte de la Santa Sede. No hemos dudado que Dios permitió esa peregrinación para hacernos recurrir a ese Beato y encomendarle esta ultima aprobación del Instituto tal y como el Fundador le había encomendado la primera. Estamos pues decididos a considerarle como nuestro especial y extraordinario patrón durante este año, y hacer que se le rece y se le invoque como tal por lo menos en todas nuestras casas de Noviciado. En la Casa Madre hemos ya sentido los efectos sensibles de su protección. Un viruela terrible que amenazaba propagarse por todo el noviciado, se ha detenido completamente después de la plegarias y novenas que le hemos dirigido. Nuestro asunto de Roma está de nuevo en manos de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares y nos mandan buenos noticias. Otras dificultades internas y externas se han vencido con éxito, de manera que esperamos que la protección de este Beato, de Maria Inmaculada, de San José, de los Ángeles, de los Santos y de las almas del purgatorio, que añadimos también en nuestra práctica, de los socorros muy particulares para todas las necesidades tanto espirituales como temporales de la Congregación. [Carta 3776]
La carta en cuestión ha debido llegar al conocimiento del H. Luis María por los Padres Maristas quienes, el 1° de abril del mismo año 1862, se encargaron del santuario de Amettes.
La referencia a José-Benito Labre es clara. Pero entonces, como este santo es tan venerado en Marlhes que se dan sus nombres à los niños?
Cuando se lee la vida de este santo pordiosero hay que dejar el mundo de lo convencional para encontrar un hombre cercano a Dios, lleno de tanta fe y que va derecho a lo esencial. Sale de su pueblo natal Amettes, en Pas-de-Calais, y va de monasterio en monasterio buscando su camino en la vida. En 1770 deja la Trappe de Sept-Fonds donde había comenzado su noviciado bajo el nombre de Hno. Urbano. Se fija entonces en su vocación de peregrino perpetuo. Paray-le-Monial, Fourvière, la Louvesc son etapas privilegiadas antes de llegar a Roma donde se establecerá. Sabemos que se detuvo en Dardilly, en casa de los Vianney. El dueño de la casa lo acogió como acogía a todos los pobres. Los niños miraban en este desheredado, tal como sus padres les habían enseñado, la persona misma de Jesucristo. Entre esos niños, Mateo, será el padre de otro santo, Juan-María Vianney, el Cura de Ars. Algún tiempo después, ¡cuál no sería la sorpresa de la familia al recibir una carta de José-Benito Labre! El Cura de Ars habló muchas veces de esta carta, y seguramente con el joven Marcelino con quien hizo parte de su seminario.
Se sabe que ese pobre de Jesucristo pasó igualmente por La Louvesc y también por lo tanto en la región de Marlhes hacia los años 1774 y se acordaba de este hombre extraño y tan lleno de Dios que la veneración popular, aquí como en Roma, ha canonizado mucho antes que lo hiciera la Iglesia. Evidentemente en 1889 Jean-Benoît Labre no estaba todavía canonizado, pero se empieza a hablar de él, y los cardenales romanos fueron bien obligados a ocuparse del caso de este pordiosero del que todos los chavales del Coliseo decían: “El santo ha muerto”, y quien, algunas semanas después de su muerte, hizo numerosos milagros. Descansa actualmente en Santa Maria al Monte, al lado de la estación del Metro “Cavour”.
Se puede pues afirmar sin titubeos que es en memoria de San José-Benito Labre que los padres del pequeño Marcelino le pusieron los dos otros nombres. Y nuestro Instituto no debe olvidarse que Dios actúa con los medios que le son propios, a menudo diferentes de los nuestros. Labre, Champagnat, Vianney: nada los destinaba a la fama y a la acción que fueron las suyas, tan solo ese amor de Dios que llevaban en su corazón, esa fe sólida a pesar de las apariencias, ese recurso incesante a la Providencia y esa certeza de sus limitaciones humanas.
H.Louis RICHARD fms