(H. Ignacio Martínez Hernández, “Siguiendo sus pasos...”, Editorial Progreso, 1992, I Volumen, 240 pp. p. 121-p.123)
Pedro Oller Caella nació el 20 de diciembre de 1877 en Bañolas, provincia de Gerona (España). Tenía ya 18 años cuando la Providencia lo condujo a Canet de Mar, en donde el H. Pedro Damián, Maestro de Novicios, lo inició en la vida religiosa marista.
Pedro Oller vistió la librea marista el 19 de mayo de 1895. En 1896, del Escolasticado fue enviado como profesor a Igualada y después a Vich. El 20 de julio llegó a Guadalajara para echar allí, en compañía del H. Anselmo, y bajo la Dirección del H. Pedro Damián, los cimientos de la futura Provincia de México. "Excelente profesor (dice de él el H. Pedro Damián), fue siempre muy dócil y sumiso a su H. Director y por su gran piedad y dotes de educador, contribuyó mucho a establecer la reputación del Colegio".
El 15 de agosto de 1900, junto con el H. Tirso, llegado poco después, emitió los Votos Perpetuos en México, pasando luego a Mérida en donde la obediencia le confió una clase.
De 1903 a 1908 tuvo la Dirección de la escuela de Maxcanú y después, hasta 1911, tuvo el mismo cargo en Motul; ambas escuelas gratuitas.
Este año, fue llamado a los ejercicios del Segundo Noviciado, en donde dejó reputación de santo.
Debilitado por la fiebre amarilla y el clima de Yucatán, y con un cáncer inicial en el estómago, el H. Filogonio era extremadamente sensible al frío. Sin embargo, no vaciló en aceptar, en 1912, la misión de fundar en las frías regiones de Carrión el Juniorado de Nuestra Señora de Guadalupe, destinado a reclutar apóstoles maristas para las nacientes Provincias de América.
El trabajo del H. Filogonio en esa obra, fue muy rico en frutos, gracias a su grande fe, su confianza y actividad asombrosa: 113 juniores enviados al Juniorado Internacional de San Francisco Javier en Grugliasco, 79 a Pontós, 32 a Luján, 32 a Avellanas, 15 a Espirá de l'Agly, 9 a Jacona, 4 a Anzuola. ¡284 vocaciones en 12 años!
El H. Deogracias Fernández, de Centroamérica, junior de esa época, se expresa así: “Años muy difíciles los de la fundación. Con personal muy reducido, tuvo que hacer de Administrador, reclutador y vigilante al mismo tiempo que Director. Su afán por tener muchos juniores ocasionó problemas con la alimentación, por lo que nos recomendaba sobriedad”.. "Con lo que la Provincia le mandaba para 40, ¡él tenia 80!" añade otro.
Para caracterizar el celo del H. Filogonio y su amor intenso a su Provincia y al Instituto, su primer biógrafo, FLD, hace un paralelo con el H. Stanislas, de las Biografías: Lleno como él de filial devoción por el Beato Padre, supo allegar fondos para una edición en castellano de su vida por el H. Juan Bautista. A ejemplo del mismo H. Stanislas, cifraba su gusto en rodear a Jesús Sacramentado de regio esplendor, consiguiendo para la capilla los más hermosos ornamentos sagrados. El H. Filogonio amó a su Provincia, al Instituto, más que a sí mismo. Para servirlos y procurarles buenos Hermanos, gastó sus energías, su vida.
Era un auténtico religioso marista en toda la acepción de la palabra. Hombre de vida interior, su unión con Dios era el alma de su apostolado y de su santificación personal. La oración era su elemento habitual, el motor de su actividad y su descanso predilecto.
Su devoción a la Virgen era filial y comunicativa. Bajo su advocación de Guadalupe puso el Juniorado, como Reina y Primera Superiora; y una gruta de Lourdes en el fondo de un corredor, recibía de él y de los juniores frecuentes visitas. De ella hablaba con fruición y cautivaba a su juvenil auditorio.
En 1924, la enfermedad del estómago, cáncer, que traía desde Yucatán. se agravó a tal punto que los Superiores le ordenaron trasladarse a Madrid para ser mejor atendido. Allí diagnosticaron el mal demasiado avanzado... ¡Sólo un milagro...! El H. Filogonio no pidió el milagro. Se dispuso a atender el llamado del Señor.
A sus dolores añadía la pena moral por la separación de sus juniores. Todo lo soportó con una paciencia admirable en unión con Jesús en la cruz, por la Iglesia, el Instituto y... su juniorado.
Entregó su alma al Creador el 17 de agosto de 1924, a la edad de 47 años: 27 de ellos como religioso, en los cuales realizó una fructífera labor entregando sin reservas sus talentos y energías al servicio de Dios y de las almas. Inicialmente México, Argentina, Colombia, Chile, Perú y después toda América Latina, se beneficiaron de los frutos de su obra y, a través de la "Obra Misionera San Francisco Javier". alimentó a las más distantes y diversas Provincias del Instituto.
Fuentes: Trait d'Union.
Bulletin de l'Institut. IX. 511 y XV, 396.
Anales de Carrión, 1912 a 1917.
This page hosted by
Get your own Free Home Page