(H. Ignacio Martínez Hernández, “Siguiendo sus pasos...”, Editorial Progreso, 1992, I Volumen, 240 pp. p.187-p.190)
Aniceto Falgueras Casellas nació en Salt, Gerona (España), el 6 de abril de 1879. No existe dato de que haya pasado por el juniorado, sino que aparece registrado su ingreso directamente al Noviciado de Canet de Mar, el 24 de julio de 1893. A los siete meses de postulantado revistió el Hábito Marista con el nombre de H. Anselmo. Pronunció sus primeros votos religiosos el 15 de agosto de 1895.
Después de breve experiencia comunitaria en Burgos, Mataró y Canet de Mar. fue designado para fundar con el H. Pedro Damián y el H. Filogonio, la futura Provincia de México en Guadalajara. Era el más joven de los tres, con sólo veinte años.
El primer libro “Los Hermanos Maristas en México” refiere la llegada de los tres jóvenes el 21 de julio de 1899, así como las alegrías y horas de prueba consiguientes, compartidas fraternalmente.
Su Profesión Perpetua la emitió el 15 de agosto de 1900 junto con su compañero el Hno. Filogonio. Fue la primera pronunciada en México.
En 1903, ante la llegada de 110 Hermanos jóvenes hubo que echar mano de los que tenían algo de experiencia del lugar, para dirigir las doce escuelas que se fundaron ese año. El H. Anselmo recibió el encargo de dirigir la escuela de San Juan Bautista, hoy Villahermosa, en el Estado de Tabasco. No obstante, o quizá debido a su juventud, de 24 años, el colegio prosperó. Pero, la afluencia de alumnos y la cuota que se les asignaba, propició ya entonces, cálculos fáciles que hicieron hablar de gran negocio. Probablemente por falta de experiencia para enfrentar el problema, el floreciente colegio de San Juan Bautista se cerró al finalizar el primer curso escolar.
El H. Anselmo pasó entonces a Zamora, por tres años, al cabo de los cuales fue llamado al Segundo Noviciado en Grugliasco. Concluido éste, ya no regresó a México, sino que se integró a la Provincia de España, en donde prestó sus servicios en diferentes comunidades.
Solamente en 1933, ante la secularización impuesta en España por la situación política antirreligiosa de esa época, el H. Anselmo volvió a trabajar en una obra de nuestra Provincia, el Colegio de San Antonio, anexo al Juniorado de Carrión. Esta vez, como Don Aniceto Falgueras.
Al año siguiente, 1934, volvió a reintegrarse a la Provincia de España, en Vich. Había allí tres comunidades: el Colegio del Sagrado Corazón, el Juniorado y la sastrería provincial. El H. Anselmo ejercía las funciones de administrador del Colegio.
El 20 de julio, ante las noticias alarmantes y la situación adversa que reina en la ciudad, el H. Director decidió repartir los juniores en pequeños grupos acompañados por un Hermano, por las diversas masías, casas de campesinos.
Ante las exigencias del Comité, hubo que buscar y convencer al H. Anselmo para que se presentara como administrador para retirar la cuenta del Banco. No era mucho: tan sólo 6,000 pesetas, pero algo es algo. Todo para el Comité. Ante situación tan difícil, el Hermano optó por trasladarse a Barcelona con otros siete Hermanos.
En el Archivo General existe una carta suya del 1º de agosto, del Hotel Colón, al H. Superior General: “Anteayer hacia las tres de la tarde, hemos abandonado la casa después de haber estado encerrados durante varios días. Con los sentimientos que puede imaginarse, nos hemos separado unos de otros. Los objetos religiosos han sido abrasados delante de nosotros y lo demás, saqueado. Nuestros juniores, cerca de 80, han sido hospitalizados en un asilo hasta que sus padres vengan a recogerlos. Los Hermanos han tomado sus direcciones, pero algunos no podrán ir allí. Escribo ésta en una casa buena del campo, en los alrededores de Vich. Es mi intención esperar aquí los acontecimientos, si es que puedo, preocupándome de los niños y del inmueble. Procuraré tenerle al corriente, si me es posible, pero no me conteste de momento”...
En Barcelona se las arregló para ir viviendo y sufriendo. Tuvo ocasión de volver a Vich disimulando su condición, en una casa de campo; de este modo, logró visitar alguna vez a los juniores, atendiéndolos en lo poco que podía hacer.
Siempre resignado, volvió a Barcelona y se presentó en el barco "Cabo San Agustín", Mediante largos trámites y buena cantidad de dinero, habían recibido promesa de que en ese buque serían trasladados a Francia. Eran 106 Hermanos Maristas, con el H. Laurentino, Provincial, al frente. Una vez en el barco, los despojaron de todo lo que llevaban consigo. Los trasladaron al antiguo convento de San Elías, entonces feudo de la FAI. Cruzan los claustros en fila india. Los forman ocupando gran parte del recinto central.
Varios se desmayan por el sol, y más, por la im sión. Sin embargo, todos permanecen tranquilos, orando en espera de la muerte, que sienten segura y próxima. Los llaman por grupos. En el primero, el H. Provincial, al subir las gradas de la escalera, se volvió de medio lado, levantó los oos al cielo y, con la mano derecha, les significó: "¡Adiós, Hermanos. Hasta el cielo!”
En autobuses descienden hasta el cementerio de la Moncada. Avanzan entre dos filas de siniestros milicianos armados. Ven la fosa común, larga...
Las ametralladoras cantaron su canción del odio inmenso e inútil; los mártires subrayaron con la sangre su fe y su testimonio de fidelidad inconmovible. Año de 1936.
Cuatro años más tarde, se realizó la exhumación de los cadáveres. Fueron identiflcados 24 en La Moncada; dos en Las Corts y veinte no pudieron ser identiflcados. Entre estos últimos, el H. Anselmo, cofundador de nuestra Provincia.
Tenía 57 años y 21 de vida comunitaria, nueve pasados en México.
Aunque no consta la fecha precisa de su sacriflcio, en la Provincia lo recordamos el 8 de octubre.
Fuente: “Páginas de Historia Marista”, España.
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