HERMANO TOMMASI

(H. Ignacio Martínez Hernández, “Siguiendo sus pasos...”, Editorial Progreso, 1995, III Volumen, 368 pp. p. 27)

H. TOMMASI

Marcelino T. Bonnet

En el pintoresco pueblecito de Ancelles, Departamento de Hautes Alpes, Francia, nació Marcelino Bonnet el 21 de diciembre de 1880. El nombre que recibió en el bautismo presagiaba su futura vocación al Instituto que fundara otro Marcelino, Champagnat.

Atento al llamado del Señor, ingresó al Juniorado de Serres en febrero de 1894. Dos años después, en octubre de 1896, pasó al noviciado de Saint Paul en donde revistió el Hábito Marista en la fiesta de La purificación de La Virgen, 2 de febrero de 1897, recibiendo entonces el nombre de H. TOMMASI. Mas tarde, firmó siempre MARCELINO T. BONNET. Los primeros votos los emitió el 20 de agosto de 1897 en Bourg de Péage. Así aparece en su ficha personal en la Provincia.

Pasada la prueba de la cocina sirviendo a sus Hermanos de la comunidad de Garons, obtuvo en el Escolasticado el título de maestro, brévet, que estrenó en Bouillardise.

No bien habían llegado los tres primeros Hermanos Maristas a Guadalajara el 20 de julio de 1899, cuando el celo misionero del H. Bérillus enviaba otro grupo de cinco Hermanos franceses para fundar un nuevo establecimiento en nuestra Patria. Al frente venía el H. Armance, veterano de Colombia y como Hermanito de 19 años, el H. Tommasi. Embarcados en Barcelona a bordo del Monserrat el 25 de agosto de ese mismo año, desembarcaron en el Puerto de Progreso el 20 de septiembre.

El mismo H. Marcelino T. Bonnet narró en ANALES DE LA PROVINCIA 4, en ocasión de las Bodas de Oro de la misma, los inicios duros de esa misión y la generosidad con que iniciaron su apostolado. El paisaje, tan diferente del que la imaginación del H. Armance, transportando a Yucatán lo que él había conocido en el Valle del Cauca con sus elevadas y verdes montañas, profundos y frescos valles; y ahora, la planicie interminable y calcárea, el sol de fuego, la fiebre amarilla que pronto hizo su aparición con la muerte de 24 Hermanos jóvenes en los primeros 10 años, nada los arredró.

Quince años permaneció el H. Bonnet en Yucatán, con sólo uno de ausencia en Puebla acompañado del H. Remèze para aprender con los Padres Salesianos el arte de la impresión gráfica y después, unos meses de práctica en Tlalpan.

De regreso a Yucatán en 1904 montó un taller de imprenta en El Telar con maquinaria moderna. Bien pronto alcanzó el establecimiento fama en Mérida y en la región.

En 1914 las bellas obras de Yucatán tuvieron que abandonarse a causa del desequilibrio en el personal, causado por la primera guerra europea y nuestra revolución.

El H. Marcelino T. Bonnet regresó entonces a Tlalpan en donde se hizo cargo del taller de imprenta del Asilo. En 1916 sirvió un año como Administrador del Colegio de Puente de Alvarado y regresó por tercera vez al Patricio Sanz de Tlalpan para acrecentar la producción de la imprenta, que iniciaba la publicación de los libros escolares de la Colección F.T.D.

En 1920 volvió a Europa después de 21 años para tomar parte en el Segundo Noviciado en Grugliasco. Terminado este período volvió con nuevos bríos apostólicos a Tlalpan como profesor responsable de la imprenta y en 1927 como Director del ya entonces internado Patricio Sanz, por largos y fructíferos años.

Un episodio ocurrido en ese tiempo, pone de manifiesto la ecuanimidad y decisión del H. Director Bonnet. Sucedió que una noche fría, violentas y repetidas detonaciones despertaron a los Hermanos alarmados. Un incendio había prendido en el depósito de leña para la caldera. Los tubos de conducción del agua explotaban y las viguetas de soporte se hallaban al rojo vivo. Precisamente encima se hallaba uno de los dormitorios de los niños. El trabajo activo y organizado de los Hermanos y empleados con el H. Director al frente, lograron dominar el siniestro que se anunciaba, sin que el sueño apacible de los internos se perturbara.

También de este período en el Internado Patricio Sanz y en la Editorial Progreso, insertamos parte del artículo que apareció en el Boletín Bibliográfico de la Editorial Porrúa en 1970, con ocasión del fallecimiento del H. Bonnet: “Una de sus atenciones más importantes aquí en la Ciudad de México, la desarrolló al frente del Internado Patricio Sanz en la población de Tlalpan; muchos de los exalumnos que por él pasaron recuerdan con cariño los cuidados que el Maestro Bonnet les proporcionaba en las horas de lucha y contratiempos que toda juventud experimenta en los años de la adolescencia.

Pero además de gran profesor y excelente Director, lo atestiguan sus numerosos exalumnos, fue un admirable Administrador General de las obras maristas en México y un extraordinario organizador junto con los profesores Ignacio Vázquez y Luis Luna González, de la renombrada Editorial Progreso, en donde se han publicado hasta la fecha, o sea durante 70 años consecutivos, algunos millones de libros de texto que se han empleado en muchos colegios de México y del Continente Americano.

La estela de virtud y ciencia que ha dejado el Profesor Marcelino T. Bonnet durante los 70 años que vivió en México sirviendo a la juventud, tardará mucho para que se desvanezca, pues como se ha dicho: Sembró el bien en multitud de corazones que siguen viviendo y recordando lo que el Maestro les enseñó en el aula.

Guió las impresiones de muchas obras que perdurarán en los anaqueles de las bibliotecas. Orientó en varias ocasiones las agrupaciones sociales de Exalumnos Maristas y presenció la construcción de varios colegios que se levantaron en el largo período de su administración en México y en otras ciudades de la República. Esto habla del talento que poseía para el movimiento de los Fondos, que han permitido ofrecer a la juventud mexicana los centros en dónde nutrir debidamente su inteligencia”. Hasta aquí este elogioso pero real testimonio de la Editorial Porrúa.

Volviendo al curriculum de su vida, en 1935 fue cofundador del Instituto Potosino con el H. Braulio Vidaurre. En 1939 fue Director del Morelos de Puente de Alvarado. En 1943 ocupó el cargo de Administrador Provincial, vacante por el fallecimiento del H. Antonio Sicard. Al mismo tiempo, actuaba como Administrador de la Editorial Progreso en diferentes etapas.

En 1965 debió de ser relevado de tan delicado cargo y entró en descanso bien merecido, aunque relativo, en la misma Editorial. Irradiando en esta última etapa de su vida espíritu religioso marista, atendiendo a los Hermanos de paso en esa casa y fomentando la alegría en las recreaciones por su afición y destreza en las partidas de billar. ¡Qué feliz se sentía cuando lograba realizar una brillante jugada!

En 1970, ya venerable anciano, aunque conservando lucidez admirable, con su mirada luminosa e irradiando serena alegría, él que había gozado siempre de buena salud, experimentó la enfermedad y el declinar de sus fuerzas.

En el mes de mayo su estado se agravó, permaneciendo en cama varios días. A los médicos, enfermeras y a sus Hermanos, les expresaba: “Gracias por cuanto hacen por mí. El Señor les dará su recompensa”.

Recibió el sacramento de los enfermos con plena lucidez participando en las preces rituales. Con tranquilidad repitió luego varias veces: “¡Lo que Dios quiera! ¡Señor, lo que Tú quieras! Aquí estoy crucificado... hoy es un día grande para mí. Gracias por haberme ayudado. ¡Dios se lo premiará! ¡Voy a reunirme con la comunidad del cielo!”

El día 11 de mayo de 1970, asistido por su fiel amigo el H. Isidore Roux, el H. Marcelino T. Bonnet terminó su peregrinar entregando definitivamente su alma al Señor. Tenía 89 años, 73 de intensa vida Marista, 71 en México.

El salón de descanso de La Editorial se transformó en capilla ardiente. Un cuadro de la Dolorosa y otro del Beato Padre Marcelino presidían la oración que Hermanos, Empleados de la Editorial y Exalumnos, elevaban en agradecimiento por la vida tan plena del difunto.

Junto a su tumba, el Presidente de los Exalumnos, Elías Haneine, expresó: “COMPAÑEROS: HEMOS PERDIDO UN ÁNGEL EN LA TIERRA PERO CONTAMOS CON UNA NUEVA ESTRELLA EN EL CIELO!”

FUENTE: Ecos de Familia.

Historia de los H.M. en México I y II.

Boletín de la Editorial Porrúa.

Anales de La Provincia, 4.

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