LA CONVERSIÓN: CAMINANDO HACIA DIOSTomado de "Reflexiones personales breves sobre temas varios", del H. Aureliano Brambila
- ¿Ejercer autoridad? Pero si todos vamos en el mismo bote. Sin embargo, no queda más remedio, hay que hacerlo, y con inmensa humildad, pues se nos coloca en situación por demás ridícula: los que no somos santos, hemos de hablar de la santidad; los que no sabemos por dónde caminar, hemos de mostrar el camino...
- ¿Qué significa el “que Jesús nazca en tu corazón esta Navidad”, de nuestras tarjetas de felicitación? Pues, que nos deseamos mutuamente asumir las actitudes de Cristo.
- Cuando Dios vence mi resistencia me salva. Y cuando logra eso, salva a muchos a través de mi, sin yo saberlo. Me convierto como en una brecha por donde Dios puede hacerse presente entre mis hermanos para salvarlos.
- David, ¿por qué dijiste a Dios “contra ti solo pequé”? ¿Qué acaso no cometiste un atropello y una afrenta contra la vida y honra de Urías? ¿O eso no contaba en la cultura religiosa de tu época? ¿Han olvidado que ese Dios es quien preguntó indignado a Caín "¿Dónde está tu hermano? o ¿Se puede creer que se da gloria a Dios olvidándose de sus hijos? Dios se ofende porque ofendo a mi hermano.
- El pecado es fuerza deshumanizadora. Toda estructura que deshumaniza es por tanto pecaminosa.
- El pecado original: juzgar que Dios es como nosotros: egoísta, doble...
- El perdonar es la máxima expresión de la libertad, pues es un reaccionar total a contrapelo de lo que la ofensa tiene de más condicionante: despertar en su víctima los sentimientos de rencor y venganza.
- Es preciso que establezcamos una justa jerarquización en la consecución de la finalidad de cada una de las partes. El pecado vino a dificultar enormemente ésta ya bastante compleja tarea.
- La justicia no procede del Derecho. Más bien es ella quien lo fundamenta y lo enjuicia.
- La mortificación nos sería necesaria aunque nuestra naturaleza no estuviera trastornada. Somos seres compuestos. Es necesaria una fijación de prioridades existenciales.
- La palabra de Dios es como un niño: no se impone. Ha de ser acogida con amor.
- La verdadera conversión no es simplemente un cambio en la manera de actuar, sino más bien una modificación en la forma de pensar. Y no se reduce tampoco a un mero acercarse al sacramento de la reconciliación; es algo mucho más profundo y comprometedor.
- Mientras el mundo se debatía entre problemas gigantescos de injusticia, el Sínodo en Roma se ocupaba del sacramento de la Reconciliación. ¡Qué lección tan elocuente! El mensaje era claro: el mundo de los hombres anda mal porque en el corazón de cada uno se anida el egoísmo (pecado). Si realmente queremos mejorar el mundo, no sólo estemos pendientes de sanear las estructuras, también, y sobre todo, estemos atentos a convertir los corazones.
- Muchas veces los partidos políticos me dan la impresión de que lo único que buscan es conseguir, o mantener, el poder en sus manos. En realidad no les interesa que el bien sea hecho, sino que sean ellos los que hacen ese bien.
- Nuestra incapacidad de autocrítica es casi total. Condenamos en los demás lo que continuamente estamos haciendo nosotros.
- Nuestro “no” a Dios es más negativo de lo que pensamos.
- Pecado, tu mismo triunfo te derrotó. Tu poder murió en la Cruz, cuando matabas al Hombre.
- Pensamos que el pecado nos aparta de Dios, cuando en realidad es nuestro apartarnos de Dios lo que es el pecado.
- Se critica a la Iglesia por dedicar su atención a la reconciliación cuando la problemática del mundo, se dice, va otros derroteros. Sin embargo, la reconciliación da de lleno en el blanco de la situación actual. En efecto, no se vive en paz con los demás porque no se vive en paz consigo mismo. Actualmente el corazón de la mayoría de nosotros es un hervidero de agresividades.
- Sólo el amor me puede hacer caer en la cuenta del pecado que hay en mi vida. Mientras no ame, me creeré justo.
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