PATRIMONIO ESPIRITUAL MARISTA |
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ANALES DEL INSTITUTO |
DEL HERMANO AVIT |
Redacción iniciada en 1884 |
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TRADUCCION DEL H. JAIME JUARISTI MILANESIO |
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CEPAM |
GUADALAJARA, JAL., MEXICO |
2000 |
PRESENTACION
Además de
los "Anales de las casas", el Hermano Avit redactó los "Anales
del Instituto" en los que relata los hechos concernientes al Instituto
como tal, desde el nacimiento del Fundador, en 1789, hasta 1891.
La primera
parte de estos últimos se publicó con el título de "Resumen de los Anales"
en Roma, en 1972. Habiéndose agotado el tiraje de esta obra, se imponía una
nueva edición. Es excelente ocasión para publicar toda la obra en conjunto.
Aparecerá en tres volúmenes durante el año, con el título que el Hermano Avit
le había dado: Anales del Instituto.
El
presente es la transcripción exacta del manuscrito. Sin embargo, como no fue
escrito personalmente por su autor, sino dictado a sus diferentes secretarios,
la integridad del texto parece menos importante que la del pensamiento. Las
faltas de ortografía, claramente ocasionadas por distracción de los secretarios,
han sido corregidas. Los errores más importantes, como las concordancias de los
verbos, se corrigieron poniendo entre corchetes las letras que faltaban. Las
palabras omitidas, también se escribieron entre corchetes, mientras que las
palabras de más, se pusieron entre paréntesis.
Es de
notar que el Hermano Avit cometió muchos errores, sobre todo de fechas. Han
sido rectificadas en la medida de lo posible en notas entre paréntesis.
La puntuación,
sobre todo el uso exagerado de coma y punto y coma ha sido modificada con la
supresión de las comas cuando no son necesarias para la comprensión de la frase
y con la sustitución de un gran número de puntos y comas, sea por coma s, sea
por puntos, sobre todo si la frase es de por sí demasiado larga, o por dos
puntos, según las reglas de uso en la actualidad.
Los
párrafos demasiado largos han sido divididos según los diferentes temas
desarrollados. Para facilitar una consulta más fácil, los párrafos han sido
numerados por un número entre paréntesis.
El autor
no puso subtítulos. Han sido, pues, añadidos. Para dejar la impresión en texto
continuo, éstos están al final de la línea y no, como se tiene la costumbre de
hacerlo, ya sea al principio de la línea o en medio.
Como los
párrafos, son con frecuencia yuxtapuestos, sin continuidad lógica y que
resultaría tedioso poner título a casi todos, los subtítulos son algo vagos y
sugieren más de lo que dicen en realidad.
El
analista reunió en un cuaderno aparte, añadido al final de la obra, algunas
notas. Se han colocado en el lugar indicado pero con caracteres más pequeños,
sin ninguna otra indicación.
Si el
lector encuentra heterogéneo el texto en su conjunto, debido a la mezcla de los
temas, de las narraciones, que recuerde que no se trata de una historia o de un
escrito seguido, sino de anales, es decir, de una serie de hechos redactados a
medida que se recuerdan o se desarrollan en el tiempo. Además, es preciso tener
en cuenta la forma de trabajar del autor que dicta sus relatos a medida que su
memoria se los presenta o que encuentra algún documento. Su objetivo no es deducir
el sentido, revelar intenciones, realizar concordancias, brevemente, elaborar
la historia en un sentido científico del término, sino simplemente presentar
documentos, hechos, de los que el historiador pueda servirse. De allí su
preocupación de no olvidar nada, de anotar todo lo que descubre en su memoria o
en sus investigaciones. Y como no puede volver atrás, poner añadiduras o recomenzar
varias páginas, lo señala a continuación en detrimento de un encadenamiento lógico,
al cual, para no omitir lo esencial, y carente de tiempo debido a su enfermedad
que lo limitaba, no podía detenerse.
Estas
consideraciones, añadidas a las que él expone en la "Silueta del
analista", debe, a la vez, hacer indulgente al lector cara a los defectos
del texto y agradecido al autor por el espíritu que lo ha guiado así como por
el esfuerzo que hizo en la realización de su obra.
Ya que las
cartas de Marcelino Champagnat constituyeron, probablemente, la fuente
principal de información para el Hermano Avit, es recomendable acompañar la
lectura de estos anales con la de las cartas presentadas también cronológicamente.
D e esta manera se tendrá un conocimiento más objetivo de los acontecimientos.
H. Paul
Sester.
AVISO A
LOS LECTORES.
Quien
presenta estos Anales a sus Hermanos en Cristo no pretende escribir una obra
maestra. Tampoco tiene la intención de copiar la vida del Venerado Padre
Champagnat. Otro ya la ha escrito mucho mejor que el pobre autor pudiera hacerlo
Ofrezco a
mis benévolos lectores el lado, el aspecto patente, visible, material, la
silueta, el armazón del edificio que levantó el virtuoso Fundador con tantos
trabajos y privaciones
El autor
se ha servido para redactar estos Anales, de los escritos del Padre Bourdin,
del Rvdo. Hermano Francisco y del Querido Hermano Juan Bautista. Ha echado mano
de los documentos hallados en los Archivos de la Procuraduría General, de la Secretaría
del Instituto, o de las casas particulares
Ha
manejado también los recuerdos del señor Philippe Arnaud, sobrino del Fundador,
de los de algunos Hermanos mayores y finalmente de sus propios recuerdos, pues
tuvo la dicha de conocer al Venerado Padre y vivir bajo su dirección durante
casi tres años
Sólo queda
una parte del manuscrito[1] del padre Bourdin, pues el otro fue guardado por los Padres Maristas
tras la muerte del autor. Esa parte encierra gran número de notas, pero carecen
de fechas. Contiene asimismo la muy ejemplar vida de dos jóvenes ancianos: los
Hermanos Gébuin y Juan. El estudioso nos dará un resumen en su debido lugar[2]
El Querido
Hermano Juan Bautista parece que tuvo la idea de formar un compendio doctrinal
cuando escribió la vida del Venerado Padre Champagnat; agrupó los hechos sin
tener muy en cuenta las fechas exactas
Reunió las
Máximas; Avisos e Instrucciones del buen Padre según un plan preconcebido, pero
sin precisar en que fechas el Venerado Padre había dado estas máximas, avisos e
instrucciones
El autor
seguirá este ejemplo; por lo demás, presentará únicamente el resumen de cierto
número de documentos para no alargar demasiado este relato, si se presentaran
en toda su extensión; como es el caso de las numerosas cartas, de las
circulares y de las instrucciones citadas por el Querido Hermano Juan Bautista
Antes de
escribir los anales que siguen, ya ha escrito el autor los de cada establecimiento
situado en los departamentos de Ain, del Ródano, del Isère, del Saone-et-Loire,
del Nièvre, del Cher, del Creuse, de Bollène y de Pierrelatte[3]. Estos Anales no tienen por objeto la publicidad, sino únicamente para
tener al corriente a los Superiores, ante todo a los venideros, de lo sucedido;
para ello el autor reunió todos los datos e informes que ha logrado averiguar
acerca de los lugares, los acontecimientos, las personas, las situaciones en
que estaban las fundaciones, las pruebas pasadas, los resultados conseguidos,
los sacrificios, los fallos, etc
Sin
intentar causar perjuicio a nadie, ha creído ser su deber subrayar cuanto
pudiera iluminar los rasgos de cada establecimiento, de igual modo que el de la
Congregación entera
La
experiencia del pasado debe servir de guía para los directivos del presente y
del futuro
En cuanto
a los lectores que estimaran que el estilo de estos Anales fuera demasiado
original y poco esmerado, el autor puede responder: 1.- Cada quien obra según
los talentos que ha recibido. 2.- Si no hubo tiempo entre los primeros Hermanos
para los estudios clásicos, y en caso de haberlos, él tuvo mucho s menos medios
que otros, puesto que siempre estuvo al pie del cañón, ya que el Instituto
nunca le ahorró trabajos, ni siquiera los nocturnos, ni los quehaceres de todo
género. 3.- Que los lectores tengan a bien leer el perfil que sigue y se darán
cuenta de las adversas condiciones en que tuvo que redactar estos Anales. Que
le sea permitido manifestar sin ninguna ostentación, que hubieran sido
redactados de muy diverso modo, si él mismo hubiera podido leer y escribir con
soltura
SEMBLANZA
DEL CRONISTA
Sin querer
hacer mentir este título, ha parecido un deber de justicia y de reconocimiento
profundizar esta autobiografía por otros rasgos que el mismo analista señala en
los anales de las casas. ¿Por qué no emplear este material disponible que, con
toda seguridad hará conocer mejor la personalidad del autor y que sin ellos, se
corre el riesgo de que permanezcan para siempre en el olvido? Algunos de estos
pasajes se verán repetidos en el transcurso de los anales generales, sin embargo
se ha creído oportuno relatar aquí la versión contenida en los anales
particulares de las casas. Estos rasgos relatados con evidente satisfacción y
siempre con una buena carga de buen humor, son por lo general, ventajosos al
autor. Pero sería injusto tacharlo de vanidoso, incluso si encuentra en ellos
una especie de compensación por la falta de formación que personalmente
deplora. Su objetivo es, mas bien, ilustrar la vida de los Hermanos en el
contexto social y humano. Por eso descubre algunos aspectos de su personalidad
que es por demás interesante conocer con sus propias opiniones
Para
conservar la homogeneidad del relato, los pasajes añadidos están insertados en
el texto más que colocados como notas, pero impresos en caracteres más pequeños
con la ventaja de dejar todo el original claramente descrito
Enrique
Bilon nace en Saint-Didier-sur-Chalaronne, el 11 de octubre de 1819. Sus padres poco dotados de bienes, eran honrados labradores y buenos
cristianos. Su padre era un trabajador incansable
Siendo muy
joven tuvo un desgraciado accidente que le dejó invalido el hombro derecho; la
soberbia y la ignorancia del médico le impidieron recobrarse de este accidente
con prontitud; así pues, el brazo le quedó debilitado; la mano no podía
elevarla lo bastante para hacer la señal de la Cruz; sin embargo, trabajó mucho
y escribió mucho. Dios sabe sacar bienes de los mismos males. Sin este achaque
penoso para la naturaleza, acaso Enrique no hubiera entrado en Religión; es poco
probable. ¿Qué clase de vida hubiera llevado en el mundo? Tenía únicamente seis
años y su hermana cinco cuando perdieron a su madre. Pocas alabanzas se merece
la madrastra que la sustituyó. Enrique tuvo sucesivamente 5 maestros en la
escuela. El primero estaba cojo, leía muy mal, no sabía escribir y carecía de
educación, método y disciplina. El segundo leía y escribía bastante bien, pero
no más
El
tercero, un auténtico charlatán, despachó su cuento en un año y se marchó sin
pagar sus deudas. Con el cuarto leíamos viejos pergaminos y los copiábamos,
aprendíamos mecánicamente las cuatro reglas sin explicación alguna. Era el secretario
del ayuntamiento y por ello los recreos eran a menudo muy prolongados. Empleaba
un látigo con nudos y siempre sacudía al alumno más cercano. Estos cuatro
señores daban bastante importancia al catecismo, pero resultaba fácil
engañarlos al recitarlo. El quinto, un ex-Hermano de las Escuelas Cristianas,
era capaz, edificante y enseñaba bien
Los
Hermanos abrieron una escuela gratuita en Saint-Didier en octubre de 1836. Las
escuelas de los seglares se quedaron vacías
Enrique la
frecuentó durante seis meses e hizo más progresos que los que había hecho
durante diez inviernos con los otros pedagogos. El padre, señor Bilón, era muy
cristiano; nunca faltaba a los oficios del domingo y llevaba él mismo sus hijos
a la iglesia[4], incluyendo las fiestas suprimidas, sobre todo en invierno. Ocupaba en
la iglesia, desde hacía 20 años, el mismo lugar, poniéndose de rodillas o de
pie rezando piadosamente su rosario. A los 50 años tuvo la idea de aprender a
leer y tomó a su hijo por maestro, pero muy al revés del emperador Teodosio, el
alumno estaba sentado y el maestro tenía que quedarse de pie detrás de su
silla. Recibía sus lecciones después del trabajo del día, desde las 23 hs.
hasta la media noche. El joven profesor hubiera preferido dormir. Eso duró todo
el invierno, tras de lo cual el viejo alumno pudo seguir con exactitud y
devoción los oficios en un libro. Las cuatro quintas partes de los habitantes
no podían hacer lo mismo. Unos consideraban tal hecho como una maravilla
"es su hijo quien le ha enseñado a leer" decían, "es el más
instruido del municipio". Enrique leía bien, escribía bastante bien, sabía
algo de ortografía y de cálculo y conocía mejor la Historia de Francia y la
Geografía
Era un auténtico
pequeño sabio, pero los tuertos son los reyes en el país de los ciegos. Damos
estos detalles para que se vean los débiles elementos que tuvo para su
instrucción y hacer ver lo imperfecto de las escuelas de aquel tiempo y la
necesidad que había de tener Hermanos. Enrique recibió la primera Comunión en
1831. Había sido confirmado poco después por Monseñor Devie, de santo recuerdo.
Su párroco[5] era un santo sacerdote oriundo de Rive-de-Gier, pero con algunos tintes
jansenistas, y si no, presentemos un ejemplo: Enrique lo tuvo siempre como
confesor, a pesar de que había 2 vicarios excelentes. Una vez que se confesó Enrique
de haber tomado [6] 12 duraznos que estaban en el suelo, bajo el árbol de un vecino, el
señor cura lo obligó a pagarlos y lo despidió 12 veces sin darle la absolución.
El niño no tenía ni un centavo; no se atrevía a relatar su robo a su vecino ni
a su padre, al que le hubiera causado muy poca gracia y que al no verlo
comulgar, lo traía por la calle de la amargura. Felizmente el jubileo lo sacó
de apuros. Ni el confesor ni el padre podían sospechar la peligrosa situación
en que colocaban uno a su penitente y el otro a su hijo. El sacerdote había
hablado tan encomiásticamente de los Hermanos antes de su llegada, que los
parroquianos los consideraban como seres sobrenaturales. A pesar de que el
ex-Hermano Sebastián no era propiamente un modelo. Enrique se decidió a
seguirlos al Hermitage, el 1 de octubre de 1837. Llegaron con media hora de
anticipación a la apertura del Retiro. Tanto los montes como l a casa de los
Hermanos, el silencio de ocho días, etc., al serle ajenos y como nadie le decía
nada excepto el piadoso Fundador en la confesión, se aburrió mucho y se retiró
al terminar el Retiro. Los estudios se acortaban mucho entonces en el Noviciado
Enrique
entró el 9 de marzo de 1838; tomó el hábito religioso el 14 de mayo, se le
impuso el nombre de Hermano Avit; se ofreció para ir a las misiones de Oceanía
y lo enviaron el 8 de septiembre a la escuela de Pelussin, para dar clase a los
párvulos. Su director ridiculizó su inexperiencia y su piedad ante los alumnos.
Luego, el pobre director acabó mal. En 1839 fue enviado el Hermano Avit a
Terrenoire para atender la primera clase, muy numerosa. Hizo su profesión
después del Retiro de este año y fue destinado a Viriville para atender la
primera clase de 65 alumnos y vigilar un estudio de internos que le ocupaba
desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Tuvo que prepararse para
sacar el diploma de Bachiller empleando la noche durante seis meses. Lo sacó en
Grenoble, el 9 de marzo de 1840. En mayo le dieron una clase denominada
"Superior" en Charlieu. El 15 de agosto fue nombrado director de
Saint-Genest-Malifaux, era demasiado pronto. Estuvo a punto de morir durante la
clase a causa de algunos alumnos
Los
salones eran demasiado pequeños, el Hermano Avit colocó su cátedra bajo el tiro
de una gran chimenea de piedra. Esta chimenea de 3 metros de largo, estaba
fuera de uso desde mucho tiempo atrás, pero nada indicaba que fuera a caerse.
La cátedra era cerrada y el frente servía de escritorio. El Hermano Avit para entonces
ya usaba lentes; colgó su reloj junto a la cátedra. Dos de sus vigilantes
estaban a su lado. Cierto día, durante el invierno de 1841, los dos vigilantes
insistieron tan machaconamente, que les dio permiso para ir al baño[7]. Durante su ausencia, el tiro de la chimenea de cuarteó y cayó de
repente destrozando la parte delantera del escritorio y rompiendo las sillas de
los vigilantes. Numerosos ladrillos y una enorme cantidad de polvo enterraron
al Hermano Avit que permaneció inmóvil durante algún tiempo. Creyéndolo muerto,
los alumnos salieron de la clase y corrieron a comunicar la noticia en todo el
pueblo. Los señores de la curia vinieron a la escuela. Vuelto en sí, el Hermano
Avit se las arregló como pudo, no estaba nada limpio. Su cruz, cuyo cordón se
había roto, fue encontrada entre los escombros. Sus lentes y su reloj quedaron
intactos, protegidos por los ladrillos. Evidentemente la Buena Madre había
estado presente[8]. Otro acontecimiento le hizo creer en los aparecidos
Le dieron
el cambio en 1842 a causa de una afrentosa calumnia, y lo pusieron como segundo
en Mornant donde tuvo que afrontar varias contiendas
El Hermano
Pedro María había llevado numerosos postulantes al Hermitage. Diez de entre
ellos estaban de regreso en el invierno de 1842 y varios escandalizaban por su
mala conducta. Tramaron una calumnia contra el Hermano Avit. Uno de ellos se
fue a contársela al Hermano Carlos, director de Saint-Sauveur. El buen Hermano
se sintió obligado a comunicarlo al Reverendo. Este le creyó y sin hablar con
el acusado, lo cambió durante el mes de junio enviándolo como segundo a Mornant[9]. Llegó a su nuevo puesto quince días antes de que empezaran las clases,
con un excelente Hermanito para la clase de los más chicos quien no permaneció
más que algunos meses
Sabedor de
la indisciplina de sus futuros alumnos, el Hermano Avit se rehusó vigilarlos en
la iglesia antes de haberlos tratado en su clase. El primer domingo fue un
desorden tremendo. El Hermano Teófilo se dedicó a juntar a unos, a tirar de los
cabellos a otros, nada se pudo hacer. El señor Venet[10] pasaba y volvía a pasar, hacía la vista gorda con los recién llegados y
estaba bastante molesto. Después de vísperas, mandó llamar al Hermano director
y le dijo: "¿qué clase de hombre me mandaron? Tiene aspecto de un imbécil
y de incapaz. Regréselo al Hermitage y consígame otro". El Hermano
Teófilo, desconcertado, se lo comentó al Hermano Avit, que le contestó:
"Tenga paciencia, no puedo mandar a volar todo antes de empezar, vigilando
a niños que no conozco". El siguiente domingo empezaron las mismas
escenas. El señor cura estaba furioso y el Hermano Teófilo al límite. El lunes,
el Hermano Avit, que era titular, tocó la campana a la hora, se colocó en su
cátedra y con anteojo s azules, hizo ademán de leer. Los niños llegaron, lo miraron,
hablaron entre ellos, etc. Pronto fue un completo desorden. Uno de los chamacos
dijo en patois: "Tiene miedo". El Hermano Avit dejó sus anteojos y su
libro, dio sobre la mesa de su cátedra un puñetazo tan fuerte, que el silencio
se estableció en la clase. Les dio a continuación una regañada tan grande que
todos quedaron espantados y en adelante un gran silencio prevaleció en el salón.
El domingo siguiente los niños tuvieron que ir a la iglesia de dos en dos, en
silencio, cosa que no había sucedido desde hacía varios años. Esto extrañó
mucho a los numerosos espectadores que se encontraban allí. El padre Venet
había entrado en la iglesia con mucha anticipación. Vio entrar a los alumnos en
silencio, hacer una respetuosa genuflexión ante el altar, colocarse en las
bancas con perfecto orden, hacer la señal de la cruz, etc... No dando crédito a
lo que veía, pasó y volvió a pasar veinte veces viendo de reojo a los niños y sobre
todo al que había tratado de imbécil. Parecía que hacía mucho tiempo que no
gozaba de este espectáculo
Mandó
llamar al Hermano director después de vísperas y le dijo: "Tenía toda la
razón al invitarme a la paciencia. Es un gran profesor el que tiene usted.
¿Cómo ha podido controlar de esa manera a esos chamacos en tan poco
tiempo?" Desde entonces, el Hermano Avit fue el confidente del padre
Venet, que iba a visitar su clase todas la semanas y llegó hasta a confiarle
las penas que le ocasionaban sus vicarios. El no sabía todo lo que pasaba. Uno
de ellos, apellidado Perrichon, fumaba y perdía el tiempo con los seis
monaguillos, antes de la misa, todas las mañanas. Cuatro de esos niños
cantaban, sin luz, la misa de difuntos que se sabían de memoria. Al mismo
tiempo, platicaban, hacían diabluras y se hacían bromas. El Hermano Avit creyó
su deber advertir al señor cura de tales desórdenes. El padre Perrichon recibió
una buena regañada y guardó rencor
Algún
tiempo después, el señor cura mandó llamar a uno de sus sobrinos para iniciar
el latín. Le dio como compañero a uno de los primeros alumnos de la escuela.
Los padres de éste no estaban de acuerdo pero rehuían al padre Venet. El
muchacho no sentía ningún atractivo por el estado eclesiástico... Sabiendo esto,
el Hermano Avit se las arregló para mantener al niño en su clase, con gran satisfacción
de sus padres. Después de cierto tiempo, el padre Venet fue a la escuela y
regañó duramente a uno de sus acólitos, lo despidió y solicitó al Hermano Avit
que le consiguiera otro. Este Hermano, sin desconfiar, le ofreció a un tal
Chassigneux, de 12 años, el sábado siguiente. El señor cura que conocía al
niño, quedó encantado y lo comunicó a sus vicarios en la cena. -"¡Cómo! le
dijo el señor Perrichon, ¡se deja usted mangonear por una caricatura de Hermano
que se atreve a ofrecerle un degenerado para servir al altar!" Al día
siguiente, el padre Perrichon entró en la clase de los más adelantados, con el
sombrero puesto y dando la espalda al Hermano Avit, escogió a dos niños que
eran hermanos, para ayudar en la misa mayor. Luego, salió sin saludar a nadie.
Extrañado de esta nueva forma de educación, el Hermano Avit mandó preguntar a
la madre de los niños si quería que fueran monaguillos. Ella se opuso de la
manera más enérgica. Viendo que los muchachos no llegaban a la sacristía, el
padre Perrichon fue a sacarlos de su lugar. Arrastró al más chico a la fuerza,
pero el mayor se aferró a su banco
Por la
tarde, el Hermano Avit fue al curato para informarse de esta inexplicable
conducta. Tuvo lugar el siguiente diálogo: "Señor cura, tal vez sepa a que
he venido. -Sí, como no; yo no estaba enterado que tuviera un control en mi
parroquia. -No lo comprendo, señor cura. -Usted tan solo está de paso, es un
extraño y usted quiere gobernar mi parroquia. -No lo entiendo, señor cura.
-¡Cómo!, tuvo usted la osadía, la insolenncia de ofrecerme a un degenerado como
acólito." El señor cura propinó una larga serie de insultos al Hermano
Avit y trató de salir luego del salón. El Hermano Avit se interpuso, le impidió
salir y le replicó: "Después de todos sus insultos, no permitiré que se
retire sin darme tiempo para contestarle. -Entonces ,¿qué quiere? -Quiero
defenderme de sus acusaciones. En primer lugar, ¿está usted seguro que el
pequeño Chassiegneux es un degenerado? -Con seguridad, no. -íAh! ¡no lo sabe,
usted, el pastor, el que debe conocer todos los secretos de todas sus ovejas, y
usted quiere que yo lo sepa, yo, un extraño, que va de paso, yo, que por
vocación debo ignorar esas cosas!" Y a continuación, el Hermano Avit
repitió toda la letanía de epítetos que el señor cura le había recetado. Luego,
saludándolo, se retiró. Esa misma tarde el señor cura mandó llamar al Hermano
director y le dijo: "Yo enjaboné fuertemente a su Hermano Avit, pero debo
confesar que se supo defender bien". A su regreso, el Hermano Teófilo preguntó
al Hermano Avit de qué se trataba y el Hermano Avit le detalló todo. Poco
tiempo después, el Hermano Teófilo fue al Hermitage y contó todo al Hermano
Juan Bautista quien le respondió: "El Hermano Avit está en todo su
derecho, pero el señor cura es muy celoso, no aceptará haberse equivocado.
Dígale al Hermano Avit que actúe como si nada hubiera sucedido"
El Hermano
Avit siguió confesándose con el señor cura, quien, muy sorprendido, le preguntó
en varias ocasiones si no lo veía con disgusto. "Si usted me conociera
mejor, replicó el Hermano, no me haría esa pregunta..." El padre Venet era
de los que guardan rencor; no vovió a aparecerse en la clase
En Pascua,
el Hermano Crisógono, actual procurador general, llegó para encargarse de la
clase de los más chicos. Habiendo puesto un día a un niño insoportable en la
puerta de la clase, en la jardinera, después de haberle amarrado las manos con
un cordón, el muchacho se las arregló para zafarse y se fue a su casa. Durante
la comida, el papá llegó hecho una furia. El Hermano director bajó, pero no
sabiendo qué decir al enojado, se escondió en un rincón como un santo en un nicho.
Grevon[11] hizo ademanes de subir. El Hermano Avit obligó al Hermano Crisógono,
que no las tenía todas consigo, a bajar y él lo siguió. Grevon, viendo que su
hombre se detenía a media escalera, se avalanzó para agarrarlo y seguramente lo
hubiera golpeado. Entonces, el Hermano Avit se puso entre los dos, agarró a Grevon
por el cuello, lo obligó a bajar, después de algunos forcejeos y de responder a
los insultos del agresor, le dió una patada en cierta parte: ¡Grevon, mejor corre!
El Hermano Crisógono se escapó ileso y el Hermano Teófilo tuvo su buena dosis
de miedo
Al final
del curso se organizó una solemne distribución de premios, cosa que no se había
hecho antes. El padre Venet quedó encantado al igual que el numeroso público.
Sin embargo, pidió el cambio del Hermano Avit y lo consiguió en septiembre de
1843. Su carta encerraba una queja y un elogio. Reprochaba al Hermano Avit el
haber dado el premio de excelencia a un pelafustán. Ahora bien, el alumno en
cuestión era de lo más educado en clase y el premio lo había ganado por voto secreto
de todos sus compañeros. El padre Venet no quería a la familia de ese niño,
cosa que el Hermano Avit supo hasta después. El elogio se resumía en estas palabras:
"Siga con cuidado a este Hermano. Tiene tela para tres hombres, pero tiene
mucho que pulir".[12]
Designado
para la escuela de Bougé-Chambalud, en 1843, permaneció por espacio de tres
años donde tuvo que poner buena cara al mal tiempo y consiguió más aureola que
virtud
La primera
vez que asistió a la misa, quedó sorprendido al ver que el cura cantaba y
celebraba al mismo tiempo. De inmediato se dirigió a la sacristía y le dijo:
"¿Es esa la costumbre de la diócesis? -No, pero no tengo cantor. ¿Sabe
usted cantar, Hermano? -Algo, señor cura". Y el buen sacerdote se puso a
brincar de gusto. A partir de entonces, el Hermano Avit cantó todos los días la
misa durante tres años y logró hacer con el párroco lo que quiso. Al igual que
muchos de sus cohermanos, el padre Revol no tenía hora fija para decir su misa.
El Hermano se lo hizo notar. "Llame para la misa cuando usted quiera y la
diré", le respondió. El Hermano no se hizo del rogar
Se acababa
de comprar una campana de 800 kilos regalada por la señorita Esther. Cuando fue
colocada, 4 o 5 hombres tenían que juntarse para tocarla sin conseguirlo. El
Hermano Avit se burlaba de ellos. "Quisiéramos verlo" le dijeron. Los
hizo a un lado, agarró la cuerda, y empezó a tocarla. Desde entonces lo
consideraron como un hércules. Nada era más cierto
El
veintiocho de diciembre de 1843, el párroco escribió en estos términos alabando
al Hermano Avit, cosa que nunca supo sino hasta que leyó la carta
"...Nuestro Hermano Avit desempeña muy bien su empleo. La clase de los
mayores ha hecho en dos meses más progresos que en diez del año pasado. Es,
pues, de desear que lo deje aquí durante mucho tiempo... Sírvase, señor
Superior, mandarnos el diploma de capacidad del Hermano Avit para que el
consejo municipal, durante la sesión de febrero, p roponga a este Hermano para
el puesto de ministro" El Hermano Esteban había sido el director el año
anterior, el Hermano Avit le suplicó que conservara dicho puesto al menos en lo
interior, encargándose él mismo de la dirección de la escuela, de los asuntos
oficiales y de las relaciones con e l exterior, cosa que le agradó sobremanera
al Hermano Esteban y satisfizo también a los superiores
El mal
espíritu de 1841 no había desaparecido por completo. El señor Livon, agricultor
y comerciante de trigo, siempre fue una bestia. Sus constantes relaciones con
otros comerciantes, le hacían creer que era filósofo. Iba regularmente a la misa
pero se dedicaba a leer su periódico. Simplemente era una bestia como tantos
otros. El más chico de sus hijos asistía a la escuela. Encontrando al Hermano
Avit demasiado enérgico, se le ocurrió ponerse al frente de un grupo. Dándose
cuenta, el Hermano dijo cierto día a sus alumnos: "Me he enterado que uno
de ustedes se siente demasiado listo para darme órdenes. Les advierto que soy
el único maestro en mi clase, y que no permitiré ningún desorden y que tampoco
recibiré órdenes de nadie" Se d eshizo el complot y el hijo del acalde fue
puesto en su lugar. Hizo con devoción su primera comunión, se volvió piadoso y
solicitó entrar en el Instituto. Su padre se opuso rotundamente. Después de
muchas insistencias inútiles, el Hermano Avit le dijo: "Su hijo pertenece
a Dios más que a usted, no tiene ningún derecho de oponerse a su vocación"
El filósofo tuvo que ceder, su hijo se dirigió al Hermitage en donde tomó el
hábito con el nombre de Hermano Barsabás y murió santamente siete años después
El año
anterior, un tal Bon había hecho el jardín. El Hermano Avit quiso cuidarlo
personalmente. Muy pronto todos elogiaban el jardín y todos los habitantes querían
visitarlo. Esto ocasionó un problema a nuestro jardinero. El mayordomo de la
vieja condesa obtuvo la autorización para visitar dicho jardín y se dió cuenta
de un manantial en la parte vendida por la condesa a su hija. Al día siguiente
el Hermano Avit recibió la orden imperiosa de tapar ese manantial. Respondió al
emisario: "Dígale a la condesa que yo no excavé ese manantial y por lo
tanto no lo taparé". La vieja avara se dirigió al alcalde. Este conminó al
Hermano a obedecer. El Hermano respondió lo mismo. El alcalde mandó a un
trabajador para hacer el trabajo y acabar con el problema. El Hermano Avit
excavó otro depósito por debajo del terreno vendido por la vieja en donde
encontró un manantial más abundante a metro y medio de profundidad. Varios días
después el mayordomo fue a confirmar si la orden del alcalde se había cumplido.
Vió el nuevo aljibe y se molestó. El Hermano Avit le dijo: "Dígale a la
señora que ella no tiene ninguna injerencia en este manantial puesto que no
está dentro del terreno que vendió" El asunto no pasó a mayores
Para
juzgar de la avaricia de la vieja condesa, el Hermano Avit, contra la
indicación del párroco, le hizo escribir una hermosa carta de feliz año nuevo
que fue firmada por todos sus alumnos. La dama quedó encantada y mandó cuarenta
francos en libros para premios. El señor cura se quedó sumamente extrañado
El señor
cura había fundado un convento en su parroquia cuyas religiosas eran todas de
la región. Atendían la escuela de niñas pero eran muy ignorantes. Considerando
al Hermano Avit como a un sabio, el párroco le propuso que fuera a dar clase a
las hermanas. El Hermano Avit se defendió con la Regla. El señor cura se
dirigió al Hermano Esteban y consiguió lo que quería. El buen Hermano no sabía
negar nada. "Iré a dar las clases a las hermanas, dijo el Hermano Avit,
con la condición de que usted y el cura vengan conmigo todas las clases".
Así se hizo. Enterados los superiores, dieron una fuerte llamada de atención al
Hermano Esteban
El señor
Nivon se llamaba Lorenzo. El Hermano Avit le hizo celebrar su fiesta por un
grupo de alumnos armados de pistolas y viejos fusiles. Los que llevaban estas
armas se escondieron atrás de un matorral, a un lado del lugar en donde el
alcalde vigilaba la trilla de su trigo. Dos alumnos se adelantaron hacia él: el
primero le hizo un cumplido, el segundo le presentó una guirnalda con flores de
2 metros de larga de la que colgaba un ramo de flores. Los niños escondidos
atrás del matorral se dejaron ver y dispararon sus armas. El señor Nivon se
sintió muy halagado. Desde ese día, hizo todo lo que le pedía el Hermano Avit
El 27 de
abril, le tocó el turno al señor cura. Se llamaba Agustín. El Hermano Avit
quiso hacer algo grandioso. A las felicitaciones y al ramo de flores, añadió
una iluminación con transparencias emblemáticas. Eran las diez de la noche. El
Hermano Avit había prohibido al sacristán que tocara para el Angelus. La
iluminación en el patio del curato había exigido muchas precauciones para no
llamar la atención del párroco. Cuando todo quedó iluminado, el Hermano Avit se
subió al campanario, un niño entró al cuarto cuyas ventanas permanecían cerradas
y pronunció una felicitación al padre Revol. Este buen hombre nunca había
recibido nada parecido en toda su vida y no daba crédito a sus oídos. Otro niño
le presentó el ramo de flores. Los que habían quedado fuera dispararon sus
armas mientras que el Hermano Avit tocaba las campanas y el carrillón. Cuando
bajó, encontró a su párroco conmovido al grado de no poder decir palabra sin
soltar a llorar. Uno de sus cohermanos lo acompañaba. Había ayudado al Hermano
Avit en la preparación. Las transparencias se reflejaban en el campanario. Como
nunca habían oído tocar los carrillones de esa manera y viendo el reflejo de
las luces, los habitantes del campo creyeron que se trataba de un incendio y
que tocaban las campanas a rebato. Al irse a su casa, el Hermano Avit se
encontró con una gran cantidad de campesinos armados de vasijas de todo tipo
que le preguntaban dónde era el incendio. "No hay ningún incendio.
-Tocaron a rebato. -Si no saben distinguiir un carrillón de un toque a rebato,
son unos ignorantes". Unos se echaron a reír y otros a murmurar y cada uno
se regresó a su casa
Contando
con muy pocos alumnos para el verano, el Hermano Avit pensó en tocar las
campanas cada vez que amenazara una tormenta. Los campesinos quedaron
encantados. "Este Hermano nos libra del granizo", decían. El consejo
municipal votó 100 francos para el Hermano Avit por este servicio, pero él los
rechazó
A su
llegada no había más que dos o tres malos cantores en el coro de la iglesia.
Organizó uno con una quincena escogidos entre los jóvenes, los hombres casados
y sus alumnos mayores. Los días de grandes fiestas, les hacía ejecutar algunos
dúos que hacían abrir los ojos desmesuradamente y alargar las orejas a los
parroquianos poco habituados a la música. Llamaban a eso ventriloquia. Al
asistir a los oficios, en esos días, se comentaban entre ellos: "Hoy es
una gran fiesta, van a funcionar los ventrílocuos"
El señor
cura fue a buscar un día al Hermano Avit y le dijo: "¿Sabe tocar el contrabajo?
-No, señor cura. -¡Qué lástima!. -¿Por quué? -El profesor de Agnil quiere vender
su contrabajo que está nuevo y pensaba comprárselo. -Cómpreselo de cualquier
modo. -Pero si no lo sabe tocar. -Da lo mismo". El padre Revol llevó el
instrumento algunos días después. El Hermano Avit lo examinó con detenimiento,
así como el método, luego tocó toda la escala al primer intento. El párroco
brincó de alegría. "- Usted me ha engañado. -Le aseguro que nunca había
tocado ese instrumento. -¡Es increíble!" El buen cura trató todos los días
durante algunos meses en obtener siquiera tocar la escala sin poder
conseguirlo. Sin embargo, era el mejor cantor de la diócesis. Un mes después,
el Hermano Avit acompañaba los cantos de la iglesia. Los parroquianos decían
que les tomaba el pelo
Ya hemos
señalado en el relato sobre Roussillon que el Hermano Avit fue el encargado de
fundar ese establecimiento y que las autoridades locales lo pidieron como
director tan pronto como todo estuviera listo. Los superiores lo nombraron en
septiembre de 1846. Al enterarse, el señor cura escribió tres cartas para reclamar
dicho cambio. "Si usted persiste en este cambio, decía, las autoridades y
el pueblo se indignarán. No volverán a hacer nada por los Hermanos. Nuestro
internado decaerá. La mayoría de los alumnos del Hermano Avit lo seguirán a
Roussillon... Si definitivamente no regresa a Bougé, exijo que tampoco vaya a
Roussillon..." Ante estas reclamaciones los superiores cedieron y el
Hermano Avit fue enviado a Montdragon en donde , al mismo tiempo que dirigía la
casa y daba clase, tuvo que iniciar sus funciones de visitador en las
Provincias de Saint-Paul y la Bégude. Pasó allí sus tres mejores años. Había
hecho de todo... Si realizó poco bien, él mismo confesó más tarde, haber hecho
también sus locuras. Se lamentó de haber trabajado mucho a menudo por
vanagloria. Las alabanzas recibidas no le dejaron nada de provecho. Fue
reemplazado por el ex-Hermano Pío que había sido su primer director en Pélussin
en 1838
(Este)
pidió el regreso de su hermano el ex-Celestino que había sido despedido del
Instituto por una falta muy grave. Ocasionó su expulsión por un hecho del mismo
género en abril de 1849. El señor cura lo había advertido a sus superiores. El
Hermano Avit acababa de ser encargado de las visitas del Centro y de las del
Sur. Encontrándose en el Hermitage cuando fueron recibidas las cartas del señor
cura, fue enviado para informarse. El hecho estaba ocasionando demasiado ruido
y amenzaba con producir un gran escándalo. Cuando los habitantes vieron al
Hermano Avit, creyeron que venía a quedarse. Se pusieron de acuerdo y trabajaron
para ocultar lo sucedido para darle gusto. Al final del mes, todo estaba nuevamente
en calma. El Hermano Teodoro se hizo cargo de la dirección y el Hermano Avit
regresó a sus visitas
Encargado
del problemático centro de Mondragon en octubre de 1846, tuvo que dar la
primera clase, visitar de pasada las casas de la Provincia de Saint-Paul
agregando al curso siguiente las casas de la Provincia de la Bégude
Por ese
tiempo llegamos a la Provincia. El Hemano Juan Bautista, quería al principio
colocarnos en Lorges para fundar allí un internado, pero no pudo convencer a
ningún director de la Provincia que aceptara Montdragon. Hubiera sido necesario
hacer violencia. Estos buenos Hermanos rehusaban el puesto porque tenía mala
reputación y cuyos alumnos los agarraban a pedradas cada vez que pasaban.
Recayó en nosotros esa herencia
Antes de
llamar a sus ayudantes, el Hermano Avit fue a ver si todo estaba listo. El
señor Rey, párroco, lo recibió con mucha frialdad... Hacia el 15 de octubre de
1846, regresó a Montdragon con los Hermanos Abdías y Castorio como ayudantes
Nuestros
tres viajeros se fueron desde Saint-Paul a Montdragon a pie. Durante el
trayecto los sorprendió una fuerte tormenta llegando al curato completamente empapados.
El padre Rey no les ofreció ni un vaso de agua. Se puso a platicar en patois
con el Hermano Abdías, cuya presencia le había agradado. El padre Callot,
vicario, que entró en ese momento, habló con él en francés. Después de un rato,
suplicó al señor cura que le proporcionara la llave de su habitación. "¿A
dónde quiere ir? dijo el párroco. Es de noche. -Qusiéramos cambiarnos de ropa,
señor cura, y preparar nuestra cena. -Usted cenará aquí. -Está bien, aunque me
gustaría ver que vamos a cenar". Se sentaron a la mesa. El padre Rey
siguió hablando en Patois con el Herm ano Abdías y el padre Callot con el
Hermano director. Después de la cena, la empleada del curato, armada con una
linterna, condujo a los Hermanos a su casa instalando a cada uno en su cuarto.
Quince días después, el padre Rey vino a verlos. Encontrando al Hermano
director y al Hermano Abdías en el patio, le dijo: "Los otros Hermanos la
hacían de subdiácono". Luego, dirigiéndose al Hermano Abdías, añadió:
"¿Usted lo hará, Hermano? -No sé hacerlo, respondió el Hermano. Le enviaré
el ceremonial, replicó el padre Rey y se fue". El Hermano director no pudo
decir nada. El Hermano Abdías lo consultó. Usted conoce la Regla, replicó el
Hermano director y puso al tanto al Hermano Asistente. Este le pidió que
impidiera eso sin comentar nada. Es preciso, escribió, que su párroco sepa que
los Hermanitos tenemos una Regla y carácter. El día señalado, el Hermano
director tuvo que oponerse al señor cura. "-¿Por qué me hace esto,
Hermano? -Nuestra Regla lo prohibe, señor cura. -Ya pedí el permiso a sus superiores
de Saint-Paul. -Sírvase enseñarme la autorización, señor cura. -No la tengo por
escrito. -En tal caso, esa autorización no vale, según nuestras Reglas.
-Permítamelo por esta vez. Escribiré a suus superiores para el futuro. -No
puedo, señor Cura". El padre Rey no quedó satisfecho. Más tarde escribió
una carta y se la presentó abierta al Hermano director. Este añadió la suya.
Pedía que se autorizara al Hermano Abdías. La respuesta fue enviada al señor cura.
Después de varios considerandos en línea de una negativa, lo dejaban que él
juzgara, con la condición de que el Hermano director utilizara el permiso y no
el Hermano Abdías. El padre Rey quedó muy desconcertado comprendiendo que había
metido la pata. El Hermano director , a quien no le hacía ninguna gracia ser
subdiácono, se hizo del rogar. Finalmente cedió a condición que le permitiera
cantar la epístola con la entonación del evangelio vienés. Durante el canto,
todos los asistentes se pusieron a murmurar. Después de la misa, el cura alabó
a su nuevo subdiácono y le regaló un pan
Las dos
clases se abrieron el 2 de noviembre. Muy pronto tuvieron entre 110 a 115
alumnos en invierno; unos veinte se retiraron durante el verano. Eran muy
indisciplinados y hubo que gastar muchas energías para disciplinarlos. Desde el
primer día, el Hermano director vio las paredes de su clase llenas de
inscripciones con lápiz, injuriosas para los Hermanos anteriores, e incluso
obscenas. La regañada que propinó a sus alumnos los hizo temblar y contribuyó
mucho a imponer silencio. Cuando les señaló el trabajo para el día siguiente,
reclamaron. Los otros Hermanos, dijeron, nada más nos dejaban una lección
diaria y nada de trabajos escritos. Los otros Hermanos le hacían como podían,
respondió el Hermano Avit, y yo haré como quiera. Ustedes tendrán un capítulo
del catecismo, media página de gramática, otra de aritmética, una pregunta de
Historia sagrada, tal ejercicio y tres problemas. Veremos la historia y la
geografía más tarde. Si alguien comete alguna falta, se las verá conmig o. El
tono hace la canción, dice el proverbio. Los niños abrieron semejantes ojos y
se pusieron a trabajar
Días más
tarde el señor cura fue a visitar al Hermano director y le dijo: "Los
otros Hermanos hacían pagar 15 centavos por la calefacción y sufrían para
obtenerlos. ¿Cómo le hace usted? -Señor cura, les pedimos 30 centavos. -¡Ah!,
nunca los conseguirá. -Eso lo veremos. -Ya lo consideran como un malvado, si
exige eso, habrá una revolución en la región contra usted. -No tema, señor
cura." El pobre hombre temblaba. Los 30 centavos fueron pedidos y antes de
ocho días se habían conseguido. Habiendo vuelto el padre Rey, el Hermano Avit
le dijo: "-¿Hay alguna revolución? -¿Pidió los 30 centavos? -Todos los
pagaron. Aquí como en todas partes, la gente se queja de todo. Se cuidan mucho
cuando uno es firme y decidido con ellos"
En enero,
el señor cura fue a ver al Hermano director para que diera ensalada.
"Señor cura, es demasiado pronto. -Usted no comprende nada de aquí, aquí
no se hace lo que se hace en Lyon". El Hermano Avit había prometido
sembrar y no lo había hecho. Un poco después, el señor cura regresó diciendo:
"Le traje semillas de sandía. -Las tengo, señor cura, y se lo agradezco.
-Sus granos no sirven para nada. -¿Cómo llo sabe? Aquí están. -Esas son semillas
de sandía para las vacas. -Señor cura, voy a hacer dos agujeros. Usted pondrá
sus semillas en uno y yo pondré las mías en otro y después veremos." La
proposición aceptada, el padre Rey hizo su agujero y lo cubrió con un enrejado
de madera bien entrelazado. Algunos días después, las semillas del Hermano Avit
presentaban unas hojas grandes y las del cura no crecían. Quitó cuidadosamente
el enrejado, puso la mitad de sus plantas en el agujero hecho por el párroco y
volvió a poner el enrejado. Cuando el padre Rey se presentó, confesó que sus
plantas se parecían, pero esperaba los frutos. Por desgracia, el mistral echó a
perder las plantas
Otro día,
el Hermano Avit podó dos o tres cepas que los Hermanos anteriores habían
descuidado y les dejó mucho tronco para hacer un emparrado y tener sombra. Al
ver las cepas, el padre Rey dijo: "¿Quién ha cortado eso? -Yo, señor cura.
-Ust ed no sabe nada y todo lo quiere haccer a su modo. -Gracias por el cumplido".
Más tarde, el enramado estaba tupido y cargado de grandes racimos.
"Desgraciado hermanillo", dijo el padre Rey
Los
habitantes consideraban al Hermano Avit demasiado severo, pero confesaban que
los niños hacían grandes progresos. En efecto, éstos trabajaban con gran entusiasmo.
Uno de ellos se acercó cierto día a la cátedra del Hermano Avit y le di jo:
"Si no me da una fuerte cachetada, me va a vencer la flojera" Recibió
un buen bofetón y trabajó enérgicamente durante quince días
Otro le
hacía siempre la contra. Era un tal Renaud, hijo único y consentido por sus
padres. El Hermano Avit lo había notado desde los primeros días. Consiguió que
trabajara durante el invierno adulándolo, recompensándolo y animándolo. Cuando
llegaron los calores, estos medios no obtuvieron ningún resultado, y fue
preciso castigarlo. El Hermano director, le dio primero un trabajo extra como
castigo, luego dos, después tres, cuatro, cinco. El niño los hizo por algún
tiempo, pero después se hacía el desentendido. El Hermano Avit añadió líneas a
los que no habían sido hechos y llegó hasta cincuenta líneas. El alumno no las
presentaba en el momento señalado y fue regresado a su casa para hacerlas.
Media hora después, volvió con su padre y se desarrolló el siguiente diálogo:
"Vengo a ver por qué persigue a mi hijo. -¿Quién es usted, señor? -Usted
me conoce muy bien. -No lo conozco desde este aspecto. -Me apellido Renaud.
-¡Ah, es cierto, usted es el padre de esee precioso niño ( el niño estaba
deforme). Tiene razón en llamarme perseguidor, y no dice todo. Soy un ogro y me
como cada mañana a un niño como desayuno. Muy bien podría comerme el suyo[13]. ¿Qué es lo que me reprocha? -Usted le dio cincuenta líneas a mi hijo.
-¡Oh! ¡Qué crimen! -Pues no las hará. -¿QQuién dijo eso? -Yo. -Eso lo vamos a
ver." Dirigiéndose al niño, el Hermano Avit le dijo: "Ponte allá, al
final de la mesa, toma tu Biblia y haz tus líneas pronto". El muchacho
obedeció. -Si usted se mantiene así, él las hará, dijo el padre. -Claro que me
sostengo, replicó el Hermano Avit, ¿piensa usted que yo me divierto vacilando
con mis alumnos?" El señor Renaud estaba admirado. A una señal del Hermano
director, todos los alumnos le hicieron unos cuernos. No encontraba la puerta
para salir. Desde ese día, saludaba amablemente al Hermano Avit y en ocasiones
lo invitaba a comer. El Hermano director creyó su deber el rehusarse siempre.
El episodio se hizo de la voz pública y todo el mundo se burlaba del pobre
señor Renaud. Te fregó el Hermanillo, le decían en todas partes
Las
numerosas y prolongadas ausencias que las visitas imponían al Hermano director,
no podían ser del agrado de las autoridades locales, que por otra parte, lo
apoyaban. Hablaron con los superiores para que lo dispensaran de las visitas o
para que lo reemplazaran en Montdragon. El Hermano Avit estaba contento y
hubiera permanecido con gusto. Los superiores no lo aceptaron. Fue, pues,
reemplazado por el Hermano Festo en octubre de 1848
En
septiembre de 1848 fue nombrado único Visitador de todos los establecimientos
del Centro y de todos los del Sur. Todo estaba por ser organizado en este importante
trabajo
Recorrer
escuelas durante 11 meses, ordenar las asistencias de Hermanos y alumnos,
revisar las cuentas de las casas, el mobiliario, los balances de cuentas y
estructurar la mitad, dos veces al año, redactar íntegros los informe de las
visitas, preparar los cuadros de colocaciones, ver las nuevas fundaciones,
verificar los nombramientos anualmente para el personal docente, etc. Dedicar a
esa tarea los días y parte de las noches, tal fue su vida durante siete años
Díganos
ahora el lector, si el Hermano Avit tuvo tiempo disponible para perfeccionar
sus estudios que tuvo que realizar de paso y sin disponer tan siquiera de ocho
días de un curso para su propia instrucción en el Instituto
El 26 de
diciembre de 1849 estuvo a punto de perecer durante la noche en
Saint-Bonet-le-Froid, en medio de un bosque con 80 cms. de nieve, entre una
intensa y glacial niebla. En julio, poco faltó para caer de noche, bajo las
balas de gentes imprudentes
Veníamos
de Goudargues. Como resultado de una falsa indicación, habíamos pasado por
Méjeanne y hecho doble camino. La noche se nos echó encima y no queriendo
equivocarnos por segunda vez, preguntamos por el camino en una granja aislada.
Dos groseros empleados nos tomaron por ladrones, en la oscuridad, se armaron de
fusiles y uno de ellos le dijo a su compañero que apuntara bien. Felizmente la
granjera, habiéndonos oido gritar, bajó al patio y nos indicó el camino.
Llegamos a las ocho y m edia, en el momento en que los Hermanos se iban a
acostar
Gestionando
con los responsables de Drôme y de Ardèche, en 1850, tuvo la dicha de impedir
que 40 Hermanos fueran enrolados en el ejército. En 1852 pudo salvar la escuela
de Charolles, cuya ruina proyectaba en secreto el señor cura.
A partir
de este mismo año 1852 es elegido miembro de todas las asambleas capitulares,
hasta la de 1883, inclusive. Junto con el Hermano Louis Bernardin fue secretario
de estas asambleas hasta 1873 no incluído
Mucho ha
dado que hablar su actitud en estas reuniones; en ellas habló y votó según le
dictaban su conciencia y sus luces, sin que le inquietaran ni los halagos ni
las palabras duras que le llovieron a menudo de derecha e izquierda. Aquellos a
quienes ya se denominaba "rojillos"[14] lo contaron indebidamente entre sus partidarios. Cansado de tantas
correrías y de un trabajo excesivo, a menudo nocturno, pidió descansar en 1885.
Lo enviaron el 1 de diciembre a regentear la casa de Digoin; el remedio fue
peor que la enfermedad
Toda clase
de sinsabores nos esperaban. Nunca debe uno arrepentirse de una buena acción,
pero si hubiéramos conocido a fondo el puesto que nos ofrecían, hubiéramos
hecho todo lo posible por rehusarlo. Después de 9 años de fatigas y viajes
continuos, sentíamos verdadera necesidad de algo tranquilo. Ahora bien, lo que
se nos encomendaba era más penoso y más enervante que el ser visitador
Los
problemas nos vinieron: 1º De los alumnos, que eran flojos, viciosos, sin
piedad y poco inteligentes. Nos impusimos grandes trabajos para remediar tales
males. El nivel de estudios se fue elevando a fuerza de presión sobre los maestros
y los niños... La distribución de premios tuvo buenos resultados. Pero tales
resultados se voltearon contra la casa. Algunos alumnos se retiraron por no
haber obtenido premios, otros, que los obtuvieron, creyeron que eran águilas y
se fueron a Moulins, y otros se salieron por haber sido muy presionados en el
trabajo o en la piedad
2º
Vinieron de los padres, que accedían a todos los caprichos de sus hijos, que
los sacaban por cualquier pretexto, declarando que todo iba bien, y que eran
muy malos pagadores
3º Del
médico de la casa, que dejaba morir a los niños sin conocer sus enfermedades.
Logramos salvar a uno a quien este médico había desahuciado y a quien logramos
salvar a pesar suyo. Después de su curación, este niño nos llamaba padre
4º
Vinieron de un médico envidioso que, queriendo practicar, levantaba a los
padres en contra de su oponente y contra la casa. Preguntaba a los niños en la
calle y los inducía a la insubordinación. Cierto día nos demandó al igual que
el recaudador y el comisario de la policía. Una encuesta realizada por el
sub-prefecto, vizconde de Thériset, se volteó en contra del recaudador y del
comisario que lo había apoyado. En lugar de la salida de los Hermanos, del
recaudador y del comisario, prometida a la población para el día siguiente, fue
el alcalde el que tuvo que presentar su dimisión. Este golpe fue mortal para
los volterianos acelerados que habían urdido esa odiosa artimaña en contra de
la obra del buen párroco
5º Los
problemas nos vinieron del pueblo que provocado por los volterianos, denigraron
el establecimiento ante los padres de los internos y excitaron a la revuelta.
Una madrastra, que golpeó rudamente a su hijo, acusó de ello a los profesores .
La rectitud del comisario deshizo esta intriga. Había llenado de golpes a su
hijo y le había puesto morada la espalda. Quisimos ver las cicatrices y le
hicimos notar al comisario que habían sido hechas con anterioridad al día indicado
en la acusación del Hermano. El niño declaró en contra de su madrastra de
manera enérgica ante el comisario
6º Del
padre Lapalus, vicario, que pagaba con malos procedimientos todos los esfuerzos
realizados gratuitamente por los Hermanos, para dar realce a los oficios, sea
por el canto, sea por la música del órgano que tocábamos personalmente. El
vicario tenía músicos, aconsejados para pelear en plena iglesia con los
nuestros. Era un escándalo. Tanto los profesores como los alumnos estaban muy
irritados. Era necesario halagarlos con frecuencia e incluso hacerles violencia
para que cantaran. En 1858 los ensayó durante un mes en los cantos para la
Asunción y los dejaba gritar por las calles que los músicos de los Hermanos
quedarían avergonzados ese día. Para calmar el coraje de nuestros alumnos y el
descontento de los profesores, guardamos silencio durante la misa y las
vísperas, y el órgano permaneció mudo. Dejados a sus solas fuerzas, los músicos
del vicario hicieron el ridículo cosa que divirtió mucho a la población. Este
sacerdote quería imponernos gratuitamente un curso para adulto s. No habiéndolo
logrado, él mismo organizó el curso con la ayuda de un alumno del externado,
niño de 12 años que enseñaba mejor y tenía más disciplina que él
7º Vinieron
del internado Chevalier de Moulins que removió tierra y cielo para quitarnos
los alumnos y que era del agrado de las poblaciones vecinas de Digoin. Era el
preludio de las escuelas sin Dios
8º Nos
vinieron del seminario de Semur, cuyos 4 profesores de Digoin se pasaban las
vacaciones llamado alumnos a su casa, incluso externos, para sus cursos de
francés
9º Incluso
del buen cura Page, que con sus interminables misas y sermones, ahogaban la
poca piedad de los alumnos y les hacían insoportables las ceremonias. Habíamos
juzgado oportuno llevar a todos los alumnos a la misa de las 8 en la octava del
Corpus. El santo varón creyó muy oportuno hacer durar su misa rezada, con
lectura, hora y media. Al regreso, los mayores estaban irritados. Los hicimos
levantar a las cuatro y media durante el verano y los llevamos a la misa de las
5 que no duraba más de 20 minutos. ¡Qué de problemas nos acarreamos sobre ésto
y cuánto deseamos tener una capilla y un capellán en la casa!
10º Nos
llegaron del Hermano Asistente, que, con demasiada frecuencia, nos imponía
súbditos que otros directores no querían, sujetos que se habían comprometido
con los niños en otros lugares, de los cuales uno también se enredó aquí y a
quien , sin embargo, fue preciso conservar durante un mes. Fue reemplazado en
la clase de los mayores por un Hermanito de 17 años que estaba en la tercera
clase y donde había fracasado. Era muy capaz, pero muy irascible, sin experiencia
y muy presumido. Por una lección mal dada, daba como castigo el copiar todo el
catecismo de la diócesis o 50 figuras bíblicas, etc. Fue preciso, sin embargo,
apoyarlo ante los alumnos: Todos lo odiaban. Los resultados fueron desastrosos
para el curso siguiente. La primera clase y la mitad de la tercera no se
presentaron. Fue reemplazado por un energúmeno a quien habían apodado Ledru
Rollin en los puestos donde había estado
11º Nos
vinieron también de la incapacidad, la irregularidad, la poca piedad, el poco
espíritu religioso, franqueza e incluso carencia de buen juicio de otros que no
tenían de religiosos sino la sotana y a quien era necesario vigilar como a l a
leche en la lumbre. Después de haber sido cambiados de Digoin, casi todos
salieron. Eran los ruiseñores de la Provincia. Entre los que cumplieron bien
con su deber, hay que citar a los Hermanos Optaciano, Clemente, Maruthas que
todavía vive, Sereno , ya fallecido y Agathange, director de Villechenève
12º Muchos
nos llegaron finalmente, de los proveedores locales, todos ellos unos
mentirosos y más ladrones unos que otros. Había que seguirlos de cerca. A los
tres directores anteriores, les habían robado alrededor de 10 000 francos y
querían seguir a toda costa. Uno de ellos se las echaba de haber puesto cuatro
medidas de agua en 20 medidas de vino que le había vendido al ex-Gregorio. Las
cuentas de un comerciante no habían sido revisadas desde 7 años antes. No era,
por lo tanto, muy difícil engañar
Ante las
dificultades enumeradas en los 12 párrafos precedentes, no teníamos otra que
estar constantemente entre los espinos
... En abril
(1859), el señor cura de Bourbon-Lancy, nos vino a visitar y nos dijo:
"Conozco las intrigas y las injusticias que usted está padeciendo aquí.
Véngase a Bourbon, allí tocará el armonio, estará contento y lo trataremos
bien. -Señor cura, nosotros estamos a las órdenes de nuestros superiores. Usted
tiene a un buen director. -Es preciso que lo cambien, eso no funciona". Se
fue y escribió a Saint-Genis. El Hermano Asistente que no hallaba cómo hacerle
para reemplazarnos, creyó ver una señal de la Providencia. Nos escribió para
cambiarnos con el Hermano Lothier. Aunque extrañados, nos dirigimos de
inmediato a Bourbon, en donde permanecimos tres meses y medio. Reiniciamos las
visitas después del retiro[15]. Lo volvieron a encargar de las visitas de la Provincia de
Saint-Genis-Laval, sólo para septiembre de 1859, pero aunque los viajes fueran
más cortos y más cómodos, a pesar de que el trabajo ya estuviera casi
organizado, estas visitas le resultaban muy penosas. Siguió con ellas hasta el
mes de agosto de 1876. Muy a pesar suyo, el Capítulo General lo nombró
Asistente. Lo encargaron de la Provincia del Bourbonnais que ni siquiera tenía
noviciado ni elementos suficientes para atender las 59 casas con que contaba al
principio y que sólo estaba organizada en la imaginación. Los trabajos que se
tomó, los pesares que le abrumaron dieron al traste con su salud, sobre todo
con su vista. En tal situación y no queriendo cargar con tan pesada
responsabilidad, presentó su dimisión y el Capítulo General se la aceptó el 12
de marzo de 1880. Se había hecho cargo de la Provincia sin noviciado, con 59
casas, 289 Hermanos o novicios y un buen número de postulantes en un noviciado
provisional, ciertamente, pero bastante organizado. No se juzgó pertinente
conservarlo. Es muy de desear que nunca tengamos que arrepentirnos
Antes de iniciar los anales de la casa de
Chauffailles, Saona y Loira, el 03-XI-1881, el Hermano Avit hace la siguiente declaración:
Entrando... en esta provincia del Borbonado, tan querida a nuestro corazón, una
sensación indescifrable se apoderó de nuestro ser
A estos
Hermanos que habíamos querido tanto y a quienes todavía queremos con toda
nuestra alma, a quienes permanecemos unidos por las más íntimas fibras de
nuestro corazón, no podemos serles más útiles que pidiendo a Jesús y a María
que los bendigan, los protejan, los santifique
Esta
provincia, de la que fuimos el primer asistente durante cuatro años solamente,
cuya penuria de sujetos y la carencia de noviciado nos hicieron sufrir tanto y
nos quitaron la vista, de esta provincia ya no podremos ocuparnos, pero un cohermano
más virtuoso, más capaz, la dirigirá mejor que nosotros
¡Dios mío!
ya que permites que la pérdida de la vista nos impida trabajar con esos
queridos Hermanos y por ellos, dígnate escuchar las suplicas que te dirigimos diariamente
por ellos. Bendícelos, fortifícalos, santifícalos y concédenos la gracia de ir
todos juntos a alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad
Al no
poder leer ni escribir más que con grandes dificultades, y siéndole insoportable
el estar ocioso, y como sabía, por otra parte, que nuestras Constituciones
exigen llevar unos anales del Instituto*, cuya redacción había sido varias
veces intentada en vano, el Hermano Avit pidió le nombraran un secretario para
emprender dicha obra. Ya lo habían intentado con unos 35 ó 40, de los cuales 7
u 8 lo habían hecho con bastante acierto. Fueron esfumándose uno tras otro
bastante bien formados para realizar este trabajo. En su mayoría tenían mala
ortografía, escaso estilo y con gran dificultad se daban cuenta de lo que se
les dictaba. Por otra parte, los documentos faltaban o estaban desparramados
aquí y allá, resultaba difícil reunirlos y hasta, en ocasiones, muy difícil
encontrarlos
El Hermano
Avit tenía 73 años y en diciembre de 1891, cayó enfermo y solicitó él mismo un
lugar en la enfermería. Ingresó el 16 de enero muriendo 3 semanas después, el 7
de febrero de 1892 a las 2 de la tarde.[16] Todo lo anterior le concede al redactor de los Anales, el derecho de
contar con la benevolencia de los lectores. Tras este largo preámbulo va a
entrar en el tema, de inmediato
Constituciones
de 1854, Cap. 11, 1ª sección
Art. 3-
... En cada casa, habrá: 1º un diario; 2º un libro de cuentas; 3º un libro de
horarios; 4º en los internados, un registro de internos; 5º un libro con los
anales; 6º un libro de deliberaciones del consejo; ..
Art. 8- El
libro de los anales tendrá el origen de la fundación y la historia del establecimiento,
los nombres de los fundadores o bienhechores con indicación de lo que hicieron
o dieron, las condiciones, los beneficios y los compromisos de la casa o del
Instituto, la especialidad de la escuela, resumen de los contratos, de
adquisiciones o alienaciones, los acontecimientos notables que se realicen con
sus consecuencias buenas y malas.
PRIMERA
ETAPA DE 1775 A 1816
SUMARIO.
Marlhes, nacimiento del venerado Padre Champagnat; su familia, su niñez, sus
estudios, sus condiscípulos, la manzana roja, su ordenación y su llegada a La
Valla.
La
población de Marlhes.
(1) El municipio
de Marlhes, situado en el distrito y a 10 km. de Saint-Genest-Malifaux,
perteneciente a Saint-Etienne, se encuentra localizado cerca de 30 km. del
Hermitage siguiendo los senderos de las montañas.
(2) La
parroquia había pertenecido con anterioridad a la diócesis del Puy, al
arciprestazgo de Monistrol, perteneciente a Saint-Etienne, del juzgado de La
Faye, Clavas, que había sido hospital del Temple, y de Saint-Sauveur; dependía
de Bourg-Argental y el obispo del Puy era el colator[17] de la parroquia. La parroquia de Marlhes tenía un señorío que pertenecía
a la orden de los Templarios; se sabe que esta célebre orden quedó deshecha a
mediados del siglo XIV, debido a la ejecución de su Gran Maestro, Jacques de
Molay, y sus 39 caballeros, ordenada por Felipe el Hermoso.
(3) Junto
con la aldea, que era de poca importancia, la parroquia abarcaba los caseríos
de Coin, La Faye y el Rosey[18].
(4) El
caserío de Coin[19] llegó a ser parroquia hasta hace unos 50 años. Los descubrimientos
realizados por aquella época, prueban que la parroquia de Marlhes es muy
antigua. Fueron encontrados restos de un templo de los druidas, su forma se
conservaba en perfecto estado. En dichas ruinas, se descubrió una especie de
osario, cuyos restos, en parte calcinados, permitieron distinguir las edades de
las víctimas.
(5) La
aldea de La Faye era el centro de un señorío que comprendía una parte de la
parroquia de Marlhes y otra de la de Saint-Genest-Malifaux. La etimología
druida del nombre de esta aldea: Faya, su situación cercana al Coin, en donde
se encontraron las ruinas mencionadas, ¿no indican que esta región fue habitada
desde tiempo de los galos, y que el señorío de la Faye se remonta a una gran
antigüedad y por lo tanto, la parroquia de Marlhes resulta muy antigua?
(6) Acaba
de reconstruirse la iglesia, bajo la advocación de San Saturnino, con planos
grandiosos, dignos de una ciudad. Es de estilo gótico con tres naves y con cruz
latina[20] . Tan sólo la cripta podría contener a toda la población; de hecho, se
emplea durante el invierno. En cuanto a la iglesia superior, tiene el doble de
superficie y es muy hermosa. Terminado el edificio, habrá costado 300 000 fr.
(7) No
lejos de la población se encontraba en una loma, una piedra llamada de
"tres obispados"; la tradición cuenta que los prelados de las tres
diócesis, de las que formaba el límite dicha piedra, se reunían anualmente para
tener una cena y que cada uno de los tres, sentados alrededor de la piedra, estaban
en su propia diócesis; eran el arzobispo de Lyon, y los obispos de Puy y de
Viviers.
(8) Lo
poco fértil del terreno comunal, que apenas produce con qué alimentar los 2 800
habitantes, ha contribuido, al menos, a mantener la fe y las prácticas
religiosas de sus antepasados. En 1793, estas recias gentes tomaron muy poca
parte e n las locuras y desvaríos revolucionarios. Permanecieron relativamente
tranquilos y religiosos. Los sacerdotes encontraron entre ellos numerosos
refugios en los que permanecieron seguros, permitiéndoles continuar con su
apostolado sin grandes peligro s, entre los buenos cristianos de la montaña.
(9) Entre
las aldeas del municipio, hemos nombrado la del Rozey, situada a 15 minutos de
la cabecera. Poco importante en sí misma, este poblado se ha hecho célebre, en
nuestros anales, por el nacimiento de nuestro Venerado Fundador . Es muy d e
lamentar que no se hayan tomado los medios necesarios, entre las almas
generosas de los municipios en los que funcionan nuestros establecimientos, con
el objeto de adquirir, restaurar y conservar, como precioso recuerdo, la casa
en que nació.
Los
antepasados.
(10) Esta
casa pertenecía ya a su abuelo, Juan Bautista. Ignoramos la fecha de su
nacimiento[21], pero sabemos que murió en 1775. Su abuela, Mariana Ducros, murió el 11
de marzo de 1806, a la edad de 75 años.
(11) Su
padre, Juan Bautista Champagnat, nació el 16 de julio de 1755, y su madre,
María-Teresa Chirat, en 1748. Recibieron la bendición nupcial, el 21 de febrero
de 1775, de manos del padre Buisson, vicario. El párroco, que tenía el título d
e Prior, era el padre Boët de Lacombe. Transcribimos a continuación el acta
matrimonial de los piadosos desposados:
(12)"El
año 1775, el 21 de febrero, recibieron la bendición nupcial, el honorable
Juan-Bautista Champagnat, comerciante, vecino del Rozay, hijo legítimo del difunto
Juan Champagnat y de la aún viva Mariana Ducros, habitante del mismo lugar; por
parte del esposo abajo firmante; La honorable María-Teresa Chirat, hija
legítima de Carlos Chirat, también comerciante, vecino de Malcognière,
parroquia de Marlhes y de la difunta Catarina Pollet.
(13)
Habiendo sido publicadas las debidas amonestaciones, en dos ocasiones, sin que
haya habido impedimentos, y habiendo sido dispensados de la tercera, como
consta en el acta firmada por el señor Brosse, Vicario General, debidamente in
formado.
(14)
Estuvieron presentes Carlos Chirat, Marcelino Chirat, padre e hijo, así como
Mauricio Fraicinès y Luis Riviers, quienes declararon no saber firmar".
El Padre.
(15) Juan
Bautista Champagnat gozaba de buena reputación, de juzgar las cosas de una
manera incompleta, carácter débil e instrucción bastante adelantada para la
época. Era muy estimado por sus conciudadanos quienes aceptaban fácilmente sus
de cisiones en las discrepancias que surgían entre ellos. Con frecuencia sus
servicios eran solicitados en el arreglo de herencias y otros problemas solucionando
las dificultades surgidas. Junto a este noble empleo, se unía el de comerciante,
agricultor, y cuando el tiempo era favorable, explotaba uno de esos pequeños
molinos, que la gente del lugar llamaba "Escucha si llueve", lo que
significa que con mucha frecuencia la rueda y la muela permanecían ociosas.
(16)
María, una de sus hermanas, se había casado con un individuo apellidado Chirat,
originario de Saint-Sauveur, cuyas tres hijas contrajeron matrimonio con los
señores Courbon, Pérachon y Roux. La familia Roux, una de las más ricas de
Saint -Sauveur, tenía tres hijos sacerdotes, de los cuales, dos ya han muerto:
el último es actualmente cura de Saint-Denis-sur-Coise.
(17) Otra
dos hermanas de Juan Bautista se hicieron religiosas de San José en el mismo
Marlhes. Una de ellas, de quien no sabemos su nombre de religión, cedió un
pequeño bosque de pinos al convento. Este bosquecillo es llamado todavía pinar
Champagnat, por los habitantes. Murió, según parece, en 1798, en Vernaison. La
otra, llamada Sor Teresa, regresó a la casa de su hermano, en 1791; hablaremos
de ella en este relato.
La madre.
(18) María
Teresa Chirat, esposa de Juan Bautista Champagnat, era una digna descendiente
de la mujer fuerte que habla la Escritura. Firme, activa, amiga del orden, de
la vida oculta, muy piadosa, con una gran devoción a la Santísima Virgen,
ocupaba todo su tiempo en ejercicios de una piedad sólida, en su trabajo y en
la educación de los hijos.
Hermanos y
hermanas: actas de nacimiento.
(19) Los
registros parroquiales dan testimonio de que los esposos Champagnat tuvieron 5
hijos y 5 hijas, de los que haremos mención.
(20) 1º.-
En el año 1775, el 11 de diciembre, nació y fue bautizada Mariana Champagnat,
hija legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa
Chirat, casados en Rozey. Padrino: el honorable Carlos Chirat, abuelo, firmante;
madrina: la honorable Mariana Bonne-foy, analfabeta. Queda registrado, Chirat,
Boët de Lacombe, prior, cura.
(21) 2º.-
El año 1777, el 12 de marzo, nació y fue bautizado Juan Bartolomé Champagnat,
hijo legítimo de Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa
Chirat, de Rozey. Padrino: Bartolomé Chirat, tío; madrina: Magdalena Champagnat,
tía. Firmantes. Chirat, Champagnat, Boët de Lacombe, prior, cura.
(22) 3º.-
El año 1779, el 20 de febrero nació y fue bautizada Ana-María Champagnat, hija
legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa Chirat, de
Rozey. Padrino: el honorable Carlos Chirat, tío materno, abajo firmante;
madrina: Ana María Vachier, tía política, analfabeta. Queda registrado. Chirat,
Lacombe, p. c.
(23) 4º.-
El año de 1780, el 11 de septiembre, nació y fue bautizado Juan Bautista
Champagnat, hijo legítimo del homónimo Juan Bautista Champagnat, agricultor, y
de María Teresa Chirat, de Rozey. Padrino: Juan Bautista Ducros, tío-abuelo; madrina:
Margarita Chirat, tía. Firmantes: Ducros, Margarita Chirat, Frappa, Barallon,
Lacombe, p.c.
(24) 5º.-
El año 1782, el 20 de febrero, nació y fue bautizada Margarita Rosa Champagnat,
hija legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor del Rozey, parroquia de
Marlhes, y de la honorable María Teresa Chirat. Padrino: Juan Pedro Ducros,
primo materno del citado Champagnat, originario de la Rouchouse, parroquia de
Jonzieux; madrina: la honorable Margarita Rosa Courbon, su tía política, de
Malcognière. Presentes: Juan Barallon, del pueblo de Marlhes; firmante junto
con el padrino y la madrina: Ducros, Courbon, Chirat, Courbon, Barallon,
Allirot, prior, cura.
(25) 6º.-
El año 1784, el 1 de agosto, nació y fue bautizada Margarita Rosa Champagnat,
segunda del mismo nombre, hija legítima de Juan Bautista Champagnat,
agricultor, del citado lugar del Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa
Chirat. Padrino: Pedro Ducros, tío paterno del citado padre; madrina: Margarita
Chirat, su tía materna, Ducros, Allirot, p.c.
(26) 7º.-
El año 1786, el 25 de julio nació y fue bautizada Ana María Champagnat, segunda
del mismo nombre, hija legítima de Juan Bautista Champagnat, habitante del
Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa Chirat de Malcognière. Padrino :
Juan Bartolomé, hermano de la bautizada; madrina: Mariana Champagnat, hermana
de la bautizada; declaran no saber firmar. Laurens, vicario.
(27) 8º.-
El año 1787, el 26 de diciembre, nació y fue bautizado Juan Pedro, hijo de Juan
Bautista Champagnat y de María Teresa Chirat, casados en el Rozey, parroquia de
Marlhes. Padrino: Juan Pedro Ducros, firmante; madrina: Mariana Champagnat, su
hermana, analfabeta; Ducros, Laurens, vicario.
(28) 9º.-
El año 1789, el 20 de mayo, nació y fue bautizado al día siguiente, Marcelino
José Benito Champagnat, hijo legítimo de Juan Bautista Champagnat, agricultor
en el Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa Chirat. Su padrino:
Marcelino Chirat, su tío, y su madrina, la honorable Margarita Chatelard, prima
política. Chirat, Chatelard, Allirot, prior, cura.
(29) 10º.-
El año 1790, el 27 de octubre, nació y fue bautizado José Benito, hijo legítimo
de Juan Bautista Champagnat y de María Teresa Chirat, del Rozey, parroquia de
Marlhes. Padrino: Juan Bautista Champagnat, su hermano; madrina: Ana María
Champagnat, su hermana. Declararon no saber firmar. Laurens, vicario.
(30) Se
deduce de estas actas que el padre Allirot ya era prior y cura de Marlhes en
1782. El mismo dio la primera comunión al piadoso Fundador, en 1800, pidió los
dos primeros Hermanos para su escuela en 1818, y los vio retirarse en 1821. Murió
hacia 1830, antes de que regresaran.
Hermanos y
hermanas: su futuro.
(31) De
los 10 hijos de los esposos Champagnat, 4: Juan Bautista, Margarita Rosa, la
segunda, Ana María, ahijada de Mariana[22] y José Benito, murieron antes de 1804. Con toda seguridad esto llevó al
Hermano Juan Bautista a no hacer ninguna mención de ellos en la vida del
piadoso Fundador. De cualquier manera, es mejor no afirmar que Juan Bautista
Champagnat tuvo seis hijos y que el piadoso Fundador fue el sexto.
(32)
Mariana se casó con el señor Arnaud, antiguo seminarista e instructor en
Saint-Sauveur, uno de sus hijos recibió lecciones de latín en casa de su tío en
La Valla, con el futuro padre Matricon, en 1821, y aprendió a leer y escribir
con lo s Hermanos Hilarión y Pablo. Luego dejó el latín, se convirtió en carpintero,
se reunió con su tío en el Hermitage, en 1828, en donde prestó grandes
servicios y se casó con la hija de Patouillard, en 1833. En 1885 todavía gozaba
de buena salud, a pesar de sus 80 años. Su madre murió en 1817. Una de sus
hijas se casó con un sastre, llamado Seux y fue madre de los Hermanos Théonas y
Tarsicio, que aún viven; éste en Oceanía y el primero, en la provincia de
Saint-Genis.
(33) Juan
Bartolomé fue agricultor y vivió en la casa paterna. Tuvo 8 hijos, entre los
que se encuentra el Hermano Régis, que fue director de Tarentaise y el
ex-hermano Teodoreto. Fue desviado por su tío so pretexto de ayudar a su madre.
Murió como consecuencias de un accidente, en 1849, después de recibir los
últimos sacramentos. Fue a Juan Bartolomé a quien el piadoso Fundador prestó
500 fr. que luego mandó reclamar por medio de Felipe Arnaud al Rozey. Los había
prestado para su hermano Juan Pedro que se encontraba en situaciones de
necesidad; sus negocios no iban mejor, y se vio obligado a vender la casa
paterna al señor Courbon, que se encargó de las deudas dejadas por Juan
Bautista Champagnat, padre. Juan Bartolomé murió en 183 8.
(34) Ana
María Champagnat se casó con el señor Lachal, y le dio tres hijos. Margarita
Rosa se casó con el señor Chénet y fue la madre del ex-hermano Straton, el
sabelotodo que nos abandonó. Juan Pedro Champagnat se casó con una mujer que no
l o hizo feliz. Tuvo seis hijos, de los cuales, tres, murieron en el Hermitage
en donde fueron enterrados en 1834. El cuarto, Marcelino, también murió en el
Hermitage y fue enterrado en 1837. Juan Pedro, su padre, también había muerto
allí y había sido enterrado en 1833. Dos de sus hijas se fueron a vivir a
Belley, para hacerse religiosas, según parece; una de ellas murió y la otra fue
llamada por su madre a Marlhes. Aún vive en Firmini, con su esposo y una
numerosa familia. El apellido Champagnat terminó; todos los demás de este
apellido han muerto.
(35) La
familia Courbon posee todavía la casa paterna al igual que los molinos que
poseía; uno está cerca de la casa y el otro a unos 50 metros, en el campo.
El padre
durante la Revolución.
(36)
Regresamos, para completar los informes proporcionados por varios ancianos,
sobre los 14 últimos años de Juan Bautista Champagnat. Ya hemos dicho lo que
era en la época de su matrimonio, en 1775. Luego fue jefe de los Penitentes de
Marlhes; pero los acontecimientos de la Revolución, le resultaron fatales. No
era del todo malo, dicen los ancianos, de acuerdo con sus parientes, pero su
carácter débil lo hizo cometer algunos actos dignos de reprensión. Con motivo
de la división de Francia en Departamentos, en distritos y en cantones, en
1790, Marlhes formó parte del departamento del Loira, del distrito de
Saint-Etienne y fue la cabecera municipal. Sabiendo la gran influencia de que
gozaba Juan Bautista Champagnat entre sus conciudadanos, los directivos de la
Revolución, lo engatusaron. Ya fuera que no alcanzó a ver la gravedad de los
acontecimientos que se acercaban, ya sea que esperara atenuarlos con su
influencia personal, se dejó arrastrar por la corriente. Fue influenciado por
su primo materno Juan Pedro Ducros, habitante del poblado de Rouchouse,
municipio de Jonzieux, que era profundamente perverso, republicano exaltado, y
por el ciudadano Trillard, antiguo alumno de los jesuitas de Tournon, ardoroso
revolucionario y secretario del ayuntamiento.
(37) Los
jefes del partido demagogo lo nombraron juez de paz, en 1793, y lo encargaron
de perseguir a los sacerdotes refractarios, los religiosos y las personas
honradas. Parece que ponía poco entusiasmo, puesto que fue acusado de favorecer
a quienes debería perseguir. En efecto, su hermana religiosa, estaba en su
casa, y toleraba que asistiera, al igual que su esposa, a la misa que celebraba
un sacerdote escondido en la población. Además, impidió a los descamisados[23] de Saint-Etienne, demoler la iglesia de Saint-Genest, haciéndolos
emborracharse. Fue denunciado y la carta siguiente, copiada de los registros
municipales de Jonzieux, está dirigida al ciudadano Ducros, su primo materno y
uno de los jefes del partido:
Con su
primo Ducros.
(38)
"El 11 de octubre de 1793, Benito Pignon, comisario de los representantes
del pueblo, en toda la extensión del distrito de Saint-Etienne, considerando
que el ciudadano Champagnac[24], delegado, según dice, por nuestro hermano Beraud, para confiscar los
bienes de los bandidos en el cantón de Marlhes, no ha dado a las órdenes
recibidas, toda la atención necesaria, considerando que el ciudadano Juan Pedro
Drucros ha merecido la confianza de los mismos representantes del pueblo y que
en consecuencia cuenta también con la nuestra, hemos determinado, en virtud de
nuestros poderes, adjuntar, al citado Champagnac, el ya nombrado señor Ducros,
para cooperar junto con él, y de acuerdo a su comisión, en la atención de la
cosa pública. Podrá n actuar separadamente, si es necesario, pero con la
prohibición explícita de estorbar las operaciones, y no hacer nada que pueda
dañar los intereses de la República. En consecuencia, encomendamos a nuestro
delegado, el supervisar todas las municipalidades del cantón de Marlhes así
como dirigir los procesos verbales necesarios en contra de los delincuentes;
autorizamos, así mismo, a dicho comisario, siempre en virtud de nuestros
poderes, arrestar, sellar los documentos, y secuestrar los bienes d e todos
aquellos que hayan presidido las asambleas primarias ilegítimamente convocadas,
que hayan sido miembros de la comisión popular de Lyon, o jurados del juzgado,
a partir del último mes de julio, así como a todos los que hubieran tomado las
armas en favor de la ciudad rebelde de Lyon, que los hayan favorecido de una
manera directa o indirecta, a los que hubieran provocado al pueblo a reunirse
en la misma ciudad de Lyon. De la misma forma, autorizamos al mencionado
Ducros, a actuar en contra de todos los que tengan un domicilio conocido en
Lyon, o que viviendo allí, no hubieran salido en el lapso de tres días, fijados
por el decreto del 12 de julio pasado, en fin, a todos los que se hayan reunido
posteriormente a la publicación de dicha ley. Le encomendamos, también, hacer
arrestar y llevar a la prisión de Saint-Etienne, todas las beatas y fanáticas y
a todos los sacerdotes refractarios que pueda detener en dichos lugares así
como en sus alrededores y actuar según lo señalado más arriba, sobre sus
papeles y sus inmuebles, de idéntico modo que en los casos anteriormente
citados; poner a buen recaudo todo el mobiliario, mercancías, artículos de
consumo; y en general, cualquier otro tipo de facultades que por los presentes
poder es se hacen comunes al citado Champagnac, quien juntamente con Ducros
queda autorizado para requerir la ayuda de cualquier tipo de cuerpos armados,
necesarios para hacer efectiva la presente. Encargamos también, a nuestros
delegados, de acuerdo con l os municipios, que nos entreguen una lista de todos
aquellos que sean sospechosos, sea por sus escritos, sea por sus discursos, de
todos los que hayan aconsejado la falta de civismo y el fanatismo más criminal,
así como la monarquía y el federalismo. De esa forma podremos, señor comisario
nombrado, tomar partido en lo que corresponda. Hacemos responsables a todos los
municipios de toda negativa a obedecer la presente, al igual a los citados
Ducros y Champagnat, solidariamente responsables de todas las órdenes arbitrarias
que excedan las presentes atribuciones."
(39)
Colocado de esta manera, bajo la tutela de su fatídico primo, Juan Bautista
Champagnat realizó algunas acciones reprensibles. Según los registros municipales
de Marlhes, lanzó una perorata un día de décadas, desde el púlpito de la iglesia,
transformada en club. Hizo resaltar que las cosechas eran magníficas,
atribuyendo esto a la gloria de la diosa Razón. Era el mes de mayo. Dos o tres
días más tarde, el 24, una helada y una fuerte nevada, destruyeron completamente
las cosechas tan alabadas. Los agricultores echaron pestes contra el despistado
orador.
(40) De
acuerdo con los ancianos que hemos consultado, Juan Bautista Champagnat, habría
llevado, personalmente, los ornamentos sacerdotales de la parroquia, a
Saint-Etienne, para ser quemados: tal hecho no nos parece suficientemente
comprobado. Los mismos ancianos lo culpan de haber tomado decisiones
subversivas siendo presidente de la municipalidad, durante el año 7 y el 8. Nos
leyeron una docena de fallos firmados por él, siendo presidente, pero en
realidad, no contienen nada reprensible. De paso, hacemos notar, que firmaba
Champagniat.
(41) Por
otra parte, su terrible primo lo comprometió en ciertos negocios, de los que
sacó buenas ganancias de la fortuna de su víctima, que los ancianos calculaban
entre 80 000 y 100 000 francos[25] cosa que resintió mucho en su economía.
(42) Este
perverso primo tuvo un final trágico. Queriendo seguir aterrorizando la zona
montañosa, después de la caída de Robespierre, fue conducido a Saint-Etienne y
encerrado en una prisión provisional. Su mujer consiguió autorización de visitarlo.
Le llevó un puñal. Cuando los soldados fueron para trasladarlo a otra prisión,
mató a uno de ellos. Para poder controlar a este loco, los gendarmes hicieron
un boquete en el techo de la prisión y le dieron muerte de un balazo. Tal fue
el fin al de Juan Pedro Ducros, después de haber sido el terror de sus
conciudadanos, después de haberle hecho tanto mal a Juan Bautista Champagnat,
su primo materno. Este murió el 24 de prerial del año XII (13 de junio de 1804)
a la edad de 49 años. Se comenta que fue encontrado muerto en su cama, pero no
está del todo comprobado.
(43) Ya
hemos dicho que cuatro de sus hijos lo habían precedido en la tumba. Su viuda abandonó
esta vida por otra mejor, el 24 de enero de 1810. La tía, Sor Teresa, le
sobrevivió hasta el 2 de mayo de 1824, muriendo a los 72 años.
(44)
Después de haber pagado un justo tributo a la memoria de los numerosos parientes
de nuestro amado Fundador, abordaremos la parte principal de nuestra narración.
Marcelino,
su primera formación.
(45)
Marcelino José Benito vino al mundo en una época por demás triste y tormentosa.
Es verdad, como ya lo hemos dicho, que los habitantes de Marlhes permanecieron
relativamente cristianos y tranquilos, pero el pequeño Marcelino fue testigo d
e muchas cosas penosas que marcaron profundamente su joven inteligencia. Su
buena madre y su virtuosa tía, ex-religiosa, lo prepararon lo mejor que les fue
posible para su primera comunión, con sus buenos ejemplos, enseñándole a rezar,
inculcándole una tierna devoción a la Santísima Virgen e instruyéndolo en las
principales verdades de la religión. Su madre se había esmerado más, teniendo
en cuenta que, estando el niño todavía en la cuna, había quedado extrañada de
una señal luminosa que indicaba que estaba llamado a grandes cosas. Los
habitantes de Marlhes eran buenos, pero toscos e ignorantes, cosa que inspiró,
posiblemente desde entonces, al pequeño Marcelino, el pensamiento de que allí
había un mal que había que corregir. El mismo escribió más tarde, al rey Luis Felipe,
las dificultades que había tenido que vencer para aprender a leer[26]. Su madre y su tía, habiendo tenido muy poco resultado en enseñarlo, lo
enviaron con el maestro de la escuela de Marlhes.
(46) Tenía
que haber aprendido a escribir y a contar, como se decía entonces. Algunos
actos de brutalidad, de los que fue testigo ocular en la escuela, y de los que
las víctimas fueron sus compañeros, lo hicieron reflexionar y fueron la causa
de varios puntos de regla que dio más tarde a sus Hermanos: tales como la
prohibición de golpear a los niños, de ponerles apodos, etc.
(47)
Atento a las lecciones de su madre y de su tía, el joven Marcelino era muy
piadoso, muy devoto de la Virgen Inmaculada, y muy juicioso. Cuanto le contaba
su virtuosa tía, echada del convento de Marlhes, referente a los desenfrenos de
la Revolución, las vejaciones y sufrimientos que había ocasionado al clero y a
los religiosos, le impresionaron tan profundamente, que preguntó un día si la
Revolución era una persona o una bestia feroz. Si hay ingenuidad en tal
pregunta, se puede notar, desde entonces, un horror innato contra todo lo que
está mal, horror que fue aumentando con el tiempo.
El
despertar de su vocación.
(48) El
culto había sido oficialmente restablecido, las iglesias habían sido abiertas a
la piedad de los fieles, las diócesis y parroquias se habían organizado. La de
Marlhes acababa de ser integrada a la arquidiócesis de Lyon, en la que el Cardenal
Fesch, tío de Napoleón I, era el arzobispo. Seguro del apoyo de su sobrino,
este príncipe de la Iglesia había erigido varios seminarios en la
arquidiócesis. Encargó al padre Courbon, originario de Saint-Genest-Malifaux, y
uno de sus Vicarios generales, para que reclutara seminaristas en las montañas
de su pueblo natal. El padre Courbon pidió a un sacerdote, profesor de uno de
los seminarios, que recorriera las montañas con este objetivo, en las
vacaciones de Pascua, según parece.
(49)
Encaminado a la familia Champagnat, por el cura Allirot, dicho profesor vio al
joven Marcelino y quedó encantado de su candor, su franqueza y piedad. Le
manifestó claramente que Dios lo quería entre los ministros del altar. El
muchacho recibió tal declaración como una orden del cielo y siguió con toda
decisión, desde entonces, el camino que se le había señalado. Sus familiares
trataron de disuadirlo, alegando su poco talento y el menguado gusto que sentía
hacia el estudio. Marcelino permaneció firme. Puesto que no sabía ni leer ni
escribir, para poder comenzar a estudiar el latín, lo llevaron a la casa del
señor Arnaud, su cuñado, maestro de Saint-Sauveur y antiguo seminarista. Al
cabo de un año, su cuñado le dijo rotundamente que no poseía suficiente talento
para acertar en los largos estudios eclesiásticos, que dañaría su salud, y
ocasionaría grandes gastos inútiles para al fin de cuentas, renunciar a los
estudios.
El
seminarista.
(50) El
niño no se desalentó. Había orado, reflexionado seriamente y su determinación
seguía firme. Se las arregló, ante sus parientes[27], quienes decidieron hacer el intento y obtuvieron su ingreso en el
seminario menor de Verrières, en octubre de 1805. Su timidez y sus modales
campesinos fueron en un principio, motivo de bromas de sus nuevos compañeros.
Muy pronto se ganó su estima y su afecto, por su franqueza, su piedad, sus
buenos modos para con ellos. Llegó a ser, incluso, un buen consejero para
algunos. Contaba con 17 años y era de elevada estatura. Encontrándolo muy
atrasado, pretendieron dejarlo en la clase de francés. Sus humildes súplicas le
obtuvieron ser colocado en octavo. Si hubiera tenido menos determinación, menos
humildad, su amor propio hubiera sufrido mucho al verse entre los más chicos y
ser el último de su clase. Sus virtudes le ganaron la estima de los superiores
que lo nombraron jefe del dormitorio. Aprovechó esta coyuntura para estudiar
varias horas por la noche, y adelantó dos cursos en el primer año.
(51) Seis
años más tarde, habiendo terminado los cursos básicos, ingresó en el seminario
mayor, en octubre de 1812[28] . Allí encontró un apoyo y un excelente director en la persona del
célebre padre Gardette, quien dirigía el Seminario Mayor des de hacía varios
años, formando una falange de sacerdotes piadosos, regulares, serios, que han
hecho tanto bien en la diócesis. Se decía de él que era la regla viva del
seminario. En efecto, no aceptaba ninguna irregularidad. En tiempo de Monseñor
de Pins, una dama de la corte de Luis Felipe, llegada a Lyon, deseó visitar el
seminario mayor. Sabiendo que el padre Gardette no recibía ninguna mujer fuera
del recibidor, consiguió con Monseñor una carta de recomendación. Recibida en
el locutorio, presentó dicha carta al padre Gardette, quien al verla, le
respondió tartamudeando[29]: Señora, Monseñor gobierna en la diócesis, pero en el seminario mando
yo. Y la despidió cortésmente.
(52) Si
los talentos del joven Marcelino no lo hicieron brillar en esta santa casa; su
piedad, su caridad, su modestia y otras muchas virtudes, le proporcionaron un
gran resplandor. Aquí tomó las firmes resoluciones que el autor de su vida tuvo
buen cuidado de conservar para nosotros, y arremetió contra el orgullo al que
su carácter enérgico lo inclinaba con fuerza. De esta manera logró dominarlo y
se hizo apreciar y estimar de sus numerosos condiscípulos. Está por demás decir
que la cercanía del santuario de Fourvière aumentó aún más la devoción del
joven Marcelino hacia la Virgen Inmaculada, a quien los lyoneses veneran en ese
santuario desde muchos siglos atrás.
(53) Durante
sus vacaciones, el joven seminarista seguía un reglamento exigente, muy
detallado y que se puede leer en su biografía. El mismo lo elaboró y lo observó
fielmente. Todo su tiempo estaba consagrado a la oración, al estudio, al catecismo
que impartía a los niños, e incluso a los adultos, y al cuidado que tomaba en
desarraigar toda clase de desórdenes entre sus conciudadanos[30] .
La manzana
roja.
(54)
Traemos a colación el testimonio de uno de los oyentes del piadoso catequista,
que más tarde llegó a ser sacerdote Marista, obispo "in partibus" y
que fue masacrado por los antropófagos de Oceanía: Monseñor Epalle, a quien le
gustaba comentar que debía la primera idea de su vocación al Padre Champagnat.
He aquí en qué forma: Durante las vacaciones, el padre Champagnat, entonces seminarista,
reunía los niños de su aldea para impartirles el catecismo.
(55)
Cierto día, para hacer la lección más interesante, tuvo la idea de darles una
clase de geografía. Les mostró una gran manzana roja que atrajo la atención de
todos. Imagínense, niños, le dijo, que la tierra es una gran bola que tiene la
forma parecida a esta manzana. Los hombres habitan la superficie de la tierra,
como si hubiera pequeños insectos, apenas visibles, alrededor de esta manzana.
Si pudiéramos atravesar la tierra por el centro, como podemos atravesar esta
manzana, podríamos encontrar del lado opuesto al que nosotros habitamos,
hombres como nosotros, pero mucho más desgraciados. No conocen al buen Dios;
viven como bestias; se comen entre sí. Llamamos misioneros a los que aman tanto
al buen Dios, que abandonan sus padres y su país, para ir a enseñar el
catecismo a estas pobres gentes y hacer de ellos buenos cristianos. Para hacer
comprender mejor la lección y grabarla en la memoria de su auditorio, el Padre
Champagnat repartió la manzana y dio a cada uno un pedazo . Monseñor Epalle
tenía por entonces, 6 ó 7 años. Esta clase de catecismo y el pedazo de manzana
le inspiraron la idea de ser un día misionero, y esta idea nunca lo abandonó.
Cansancio,
surmenage.
(56) Ya de
por sí muy mortificado, el piadoso seminarista, se contentaba con la
alimentación frugal que se acostumbraba en el campo y no aceptaba que le preparan
algo mejor. No se permitía nada que fuera en contra de la mortificación ni de
la caridad, y nada que pudiera llevarlo a la crítica, a la flojera o a la
vanidad. Un género de vida tan severo, el esfuerzo que significaban sus
estudios, a causa de su poco talento, alteraron muy pronto su robusta
constitución. Se vio obligado a interrumpir el estudio de la teología, durante
el tercer año. El aire del campo y el trabajo al aire libre, pronto le
devolvieron la salud. Regresó al seminario en los días en que Napoleón regresaba
a Francia, reiniciando sus estudios y todas sus prácticas de piedad.
Las escuelas
después de la Revolución.
(57) La
Revolución arruinó cuanto pudo todo lo bueno que había en Francia. La educación
no había sido la excepción. Todo estaba desorganizado. Las leyes y decretos
revolucionarios habían abolido la religión y toda moral. No se podía enseñar
ningún principio en el que se hiciera tan siquiera alusión a cualquier culto, y
la única moral de la que oían hablar los niños, era la moral republicana,
basada en la razón y en la Revolución. Esta moral era por demás extraña, y lo
que se conservaba d e la moral natural, era negada por la conducta y las
actitudes de los maestros encargados de enseñarla. Un maestro siempre estaba lo
suficientemente instruido, aunque no supiera nada, si contaba con un
certificado de civismo, con algún tipo de mención del secretario encargado de
controlar su capacidad, y concebido en los siguientes términos: Habiéndose
comportado siempre como un verdadero republicano. A este respecto, los
testimonios abundan.
(58) Los
derechos del hombre reemplazaron por doquier al catecismo. La señal de la Cruz
quedó prohibida; se daba bofetones a los alumnos que la hacían; frecuentemente
era reemplazada, para destruir todo rastro, con esta fórmula: Pelletier,
Rousseau, Marat, la ley. Los textos escolares fueron publicados, con títulos
como los siguientes: catecismo republicano, gramática republicana, abecedarios
republicanos, manual de los teofilántropos, el oficio de las décadas, que contenían
una sacrílega parodia de los mandamientos de Dios; las epístolas y evangelios republicanos,
para todas las décadas. Este último, que era de por sí inmundo, fue premiado
por la Convención.
(59) Se
obligaba a los niños a presentarse en las fiestas de las décadas, así como el
14 de julio, en el mes de agosto y el 21 de enero y a cantar los himnos
republicanos, y a recitar extractos de Confucio o de Rousseau. Estos
desenfrenos de parodias sacrílegas y grotescas, tan solo eran comparables con
el lenguaje oficial: "Neutros niños son republicanos, se decía en 1798,
puesto que desde su más tierna edad ya conocen la Constitución; serán oradores;
la recompensa que se les otorga, d e recitar en las décadas algunos trozos
selectos, les proporciona la seguridad de hombres libres y el germen de la
elocuencia". Se felicitaban del triunfo de los niños de 4 ó 5 años,
encaminados en la carrera republicana. Tal era, desde este punto de vista, esta
época tan ridícula como atroz.
(60) El 17
de brumario, del año VI, un decreto del Directorio exigía de los candidatos
para las funciones públicas, un certificado en donde constara que sus hijos
asistían a las escuelas oficiales; el diputado Bonnaire propuso la supresión de
toda escuela particular, y además, la deportación de los maestros que no
tuvieran amor a la República.
(61) Tras
estas embrutecedoras utopías, deseando darse cuenta del estado de las escuelas
en Francia, el gobierno ordenó una encuesta en 1800. Transcribimos lo que
escribió Fourcroy, uno de los encuestadores:
(62)
" El trato con los habitantes del campo, la visita a los departamentos me
han demostrado que la inmensa mayoría de los hombres, tienen necesidad de la
religión, del culto y de los sacerdotes... Es un error de ciertos filósofos
modernos, en el que yo mismo he caído, el creer en la posibilidad de una instrucción
lo suficientemente difundida que pueda acabar con los prejuicios religiosos...
La guerra de Vendée ha dado a los gobiernos modernos una gran lección que las
pretensiones de la filosofía quisieran anular. No es tiempo de resistir a esta
inclinación nacional... Los padres no mandan a sus hijos con los maestros en
donde no se enseña la religión... Lo exigen de aquellos a quienes pagan por
instruirlos... Todos esperan encontrar con ellos, una mejor instrucción,
costumbres más puras y principios religiosos muy apreciados para ellos..."
(63)
Fourcroy concluía, proponiendo que se obligara a todos los sacerdotes que
quisieran regresar a sus parroquias, enseñar a leer y a escribir a los niños.
Este convencionista añadía en sus informes que la instrucción primaria no
existía, que faltaban maestros casi en todas partes, o que sus escuelas estaban
vacías, que las escuelas abiertas en el año VI, eran muy poco frecuentadas, mal
organizadas y no eran suficientes, aún con una buena organización, para
constituir un sistema de enseñanza adecuado.
(64) Los
prefectos fueron consultados sobre este punto. Todos presentaron informes en el
mismo sentido y confirmaron lo señalado por los consejeros del Estado. Estos
hombres eran revolucionarios, escépticos, e incluso, renegados; pero un resto
de sinceridad, los obligaba a ser sinceros con lo que veían. Los planes
utópicos de la Revolución no habían desembocado más que en gastos sin razón y
en el más completo desorden. Los otros informes oficiales de esta época prueban
que la ignorancia y la inmoralidad reinaban por doquier.
Nacimiento
de las Congregaciones Docentes
(65)
Napoleón I acababa de restablecer a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, al
organizar la Universidad, en 1808, pero estos buenos Hermanos, diezmados por la
Revolución, estaban muy lejos de poder satisfacer las necesidades urgentes, y
los deseos de las poblaciones que manifestaban sus aspiraciones en todas
partes. Debido a esto empezaron a surgir por doquier, hombres de fe que se
dedicaban a cicatrizar esta llaga nacional. el padre Lamennais fundó Hermanos
para Bretaña; Desayes para la Vendée; Vernet, vicario general de Viviers, fundó
para su diócesis; Bochard, vicario general de Lyon, fundó los de la Cruz;
Querbes, cura de Vourles, instituyó los Clérigos de Saint-Viateur; Fier,
vicario general de Valence, preparaba el establecimiento de los Hermanos de
Saint-Paul-3-Châteaux; Douillet trataba de hacer algo parecido para la diócesis
de Grenoble, y Rouchon, cura de Valbenoite, para el departamento del Loira.
(66) Pero
todas estas fundaciones eran incapaces de satisfacer las inmensas necesidades.
Por otra parte, varios de estos fundadores, a pesar de su celo y de su gran
entrega, no habían puesto bases sólidas a su obra. El amor de Dios y del prójimo
que motivaron a estos amigos de la niñez, inspiraron al padre Champagnat, a los
dos padres Colin, al padre Pompallier, a los padres Terraillon, Courveille y
algunos otros seminaristas, en 1815 la idea de crear una triple congregación de
Sacerdote s, Hermanos y Hermanas, para combatir la ignorancia de la humanidad.
Comunicaron sus proyectos al padre Cholleton, por entonces director del
Seminario Mayor y luego vicario general de la diócesis y finalmente Padre
Marista. A este hombre de Dios le agradó la idea y la apoyó decididamente. El
mismo los reunía y les daba conferencias en su habitación.
(67) Como
todos eran muy devotos de la Madre de Dios, les pareció muy adecuado colocar la
obra que pretendían, con la esperanza de poderla llevar a cabo, bajo su
poderosa y maternal protección. Con mucha frecuencia iban a encomendársela a su
antiguo y bendito santuario de Fourvière. Bajo tales auspicios y con tales
obreros, y eminentemente católica, no podía más que tener éxito. Los que la formaban
no esperaban otra cosa que su ordenación para ocuparse de ella en forma
efectiva.
Ordenación
de M. Champagnat.
(68) El
Padre Champagnat había recibido la tonsura, las cuatro órdenes menores y el
subdiaconado, el 6 de enero de 1814, de manos del cardenal Fesch, en la capilla
del seminario mayor. Tenía 24 años, 7 meses y 17 días.
1815
(69)
Recibió el diaconado en 1815.
1816
(70) Y
después de una larga y seria preparación, fue ordenado sacerdote por Monseñor
Dubourg, obispo de Nueva Orleans, delegado por el cardenal Fesch, entonces en
el exilio, el 22 de julio de 1816. Tenía 27 años y dos meses.
(71) Con
él fueron ordenados otros 50 sacerdotes, entre los que podemos citar: Juan
Claudio Colin, elegido superior de los Padres en 1836; Terraillon y Déclas,
muertos como padres Maristas; Juan Claudio Courveille, del que hablaremos más
adelante; Verdier, cura-arcipreste de Bourg-Argental y Brunel, cura de
Saint-Martin-en-Haut, que encontraron establecidos a los Hermanos en sus
parroquias; Dumas, cura de Usson; Balmont, cura de Saint-Martin-la-Plaine y
Montagneux, cura-arcipreste de Chasselay, quienes los establecieron en sus
respectivas parroquias; Chirat, que los encontró cuando llegó a la parroquia.
Si Monseñor Donnet, muerto como cardenal arzobispo de Burdeos, Monseñor
Dufêtre, que fue obispo de Nevers, Monseñor Pompallier, muerto siendo obispo de
Aukland y el padre Dorzat, que llevó a nuestros Hermanos a Saint-Symphorien
d'Ozon, no fueron ordenados con el Venerado Padre, sin duda lo fueron un poco
antes o un poco después, puesto que se decían sus condiscípulos, al solicitar
Hermanos, más tarde.
(72) De
estos numerosos eclesiásticos, la mayor parte tenían más cualidades y habían
hecho estudios más brillantes que nuestro piadoso Fundador; sin embargo, nos
atrevemos a decir, que ninguno de ellos fue tan humilde, tan anclado en el
espíritu de fe, en la confianza en Dios, en la devoción a la Santísima Virgen,
que él. Ninguno de ellos, creemos, ha realizado tanto bien, más real, más
extenso ni más duradero.
(73) Antes
de abandonar Lyon, el padre Champagnat, que se había encargado él solo de la
obra de los Hermanos, no olvidó ir a consagrar su persona y sus proyectos, una
vez más, a la que de allí en adelante llamó: Su Recurso Ordinario. Lo hizo en
los siguientes términos:
(74)
"Virgen Santa, me dirijo a Ti, como el tesoro de las misericordias y el
canal de las gracias. Elevo mis manos suplicantes, solicitándote con
insistencia me tomes bajo tu protección y que intercedas por mí cerca de tu
adorable Hijo, para que me conceda las gracias que necesito para ser un digno
ministro del altar. Bajo tu protección, quiero trabajar en la salvación de las
almas. Yo solo no puedo nada, Madre de Misericordia. No puedo nada, lo siento,
pero Tú lo puedes todo con tus súplicas. Virgen Santa, pongo toda mi confianza
en Ti. Te ofrezco, te entrego y te consagro mi persona, mis trabajos y todas
las acciones de mi vida".
(75)
Decidido a permanecer siempre de la mano de la Providencia y bajo la protección
de la divina Madre, el padre Champagnat se cuidó mucho de imitar a aquellos de
sus condiscípulos que hicieron maniobras para hacerse colocar en los puestos
más cómodos, ventajosos y cerca de sus parientes. El sencillamente se puso a la
disposición de sus superiores, decidido a entregarse en el lugar que le
señalaran, cualquiera que fuera. Lo nombraron vicario de La Valla, cuyo cura
era el padre Rebot. Este sacerdote, tartamudo, había hecho sus estudios en
épocas muy difíciles, y por lo tanto con muchas lagunas. Se contentaba con dar
algunos consejos a sus feligreses, sin subir nunca al púlpito. Esto significa
que su nuevo vicario, llegado el 12 de agosto de 1816, tendría un campo muy
extenso para ejercer su apostolado. La etapa siguiente nos lo dirá.
SEGUNDA
ETAPA DE 1816 A 1825
SUMARIO.
La Valla; El buen Padre inicia su apostolado; Su Cura; Su celo; Sus primeras
adquisiciones; Sus primeros discípulos.
1816
La
parroquia de La Valla.
(1) El
pueblo de La Valla está situado a 670 metros de altura, al sur y a 8 kms. de
Saint-Chamond. La población es de 2 000 habitantes. En las gargantas por donde
corren el Gier y el Ban, se encuentra el territorio comunal; su situación, por
demás abrupta, es agradable en el verano; se pueden observar altas cimas
agrupadas alrededor del Pilat, cubiertas de bosques y salpicadas de bloques
rocosos, sobresaliendo unos sobre otros. Desfiladeros excavados por el Gier,
desde el Pilat, en donde nace, se localizan por todo su recorrido hasta el
valle al que lleva la riqueza de sus aguas.
(2) A
cierta distancia de la aldea, el Gier forma una hermosa cascada, vulgarmente
llamada "El salto del Gier"; esta corriente, que llega entre rocas,
árboles y accidentes prácticamente infranqueables, se precipita una altura de
33 metros, ofreciendo una hermosa vista al observador.
(3) La
Valla presenta otra particularidad; en toda su extensión y en el interior del
pueblo, no hay 10 metros cuadrados al mismo nivel; en todas partes el terreno
es más o menos inclinado, y son raros los municipios que pueden ofrecer al
turista una topografía semejante. La iglesia, que existía en 1816, era la más
antigua de los alrededores. Venía desde 1005. Era un auténtico cuchitril, un
verdadero establo de Belén. Sus tres campanas habían sido fundidas en tiempos
de Enrique III: aún existen. Una de ellas presenta una inscripción gótica,
completamente ilegible.
(4) En la
parte sur del pueblo, todavía se podía ver, hace treinta años, las ruinas de un
antiguo castillo, llamado Thoil, que había pertenecido a la familia de Tournon,
y que luego pasó a Juan II, señor de Saint-Chamond, en 1526, por su matrimonio
con Juana de Tournon. El terreno es poco fértil. Como en los alrededores, la
capa de tierra vegetal es poco profunda en las alturas, entre 50 y 60 cms. en
la parte media; y entre 60 y 75 cms. en los valles. La producción se reduce a
papas, cereales y forraje. Los bosques de pinos, abetos, hayas y encinos, en
otros tiempos la riqueza de la región, han desaparecido, la mayoría, desde un
siglo antes.
(5) Las
ricas aguas del Gier favorecen la industria. Su curso está bordeado de fábricas,
tintorerías, industrias metalúrgicas desde La Valla hasta Givors. En el Ban,
uno de sus afluentes, la población de Saint-Chamond ha mandado construir una
inmensa presa hace 20 años. Esto ha formado un lago, que almacena como término
medio, 2 millones de metros cúbicos de agua, que sirven para alimentar las
fuentes públicas y las casas ricas, luego, las industrias contaminan sus aguas.
El gas de la p oblación llega hasta esta presa.
(6) La
primitiva iglesia, en la que el piadoso Fundador desplegó su celo, fue reemplazada
en 1844, por un hermoso edificio gótico, de tres naves, con grandes vitrales y
bella ornamentación. Esta iglesia es el orgullo de los feligreses, al igual que
del padre Bourdin, el cura que la mandó construir. Haría muy buen papel en una
gran ciudad. Después de esta descripción, retomaremos nuestro relato.
Reglamento
del joven vicario.
(7) Ni lo
abrupto del terreno y los caminos, ni el rigor del invierno, lo extenso de la
parroquia, el temperamento del cura Rebot, espantaron lo más mínimo al padre
Champagnat, pero lo sucio y descuidado de la casa de Dios, lo hicieron gemir.
Personalmente la blanqueó tan pronto como pudo. Desde su llegada se impuso un
reglamento que seguirá y observará fielmente durante su vida, levantándose
todos los días a las 4 de la mañana.
(8) 1.
Haré todos los días, al menos media hora de meditación, en lo posible al
levantarme, antes de salir de mi habitación. 2. Nunca haré mi meditación sin
haber previsto el tema y sin haberme preparado con esmero a ella. 3. Nunca
celebraré la Santa Misa sin haberme preparado al menos durante un cuarto de
hora. Después, consagraré otro cuarto de hora a la acción de gracias. 4. Leeré
una vez al año las rúbricas del misal. 5. En el transcurso del día, haré una
visita al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen. 6. Siempre que salga
para atender a algún enfermo o cualquier otra causa, visitaré al Santísimo
Sacramento y a la Santísima Virgen. Haré otra visita al regresar para agradecer
a Dios las gracias concedidas y pedirle perdón por las faltas que pudiera haber
cometido. 7. No olvidaré el hacer todas las noches mi examen de conciencia. 8.
Cada vez, que en mi examen de conciencia, me reconozca culpable de alguna
crítica, me daré tres golpes de disciplina. Haré lo mismo si reconozco haber
dicho algo por vanidad. 9. Todos los días estudiaré la teología durante una
hora. 10. No daré ninguna instrucción sin haberla preparado. 11. Recordaré
constantemente que llevo a Jesús en mi corazón. 12. Me mantendré en la
presencia de Dios en todas mis acciones, y evitaré, con gran cuidado, la
disipación 13. Me esforzaré de manera especial, en la mansedumbre, y para ganar
más fácilmente el prójimo para Dios, trataré a todos con mucha bondad. 14.
Dedicaré una parte de la tarde en visitar a los enfermos de la parroquia, si
los hubiera. 15. En las comidas, descansos y otros ejercicios del día, me
acercaré en cuanto de mí dependa a lo acostumbrado en el reglamento del
seminario. 16. Después de la Misa, atenderé a las personas que deseen
confesarse; el resto de la mañana, lo dedicaré al estudio, si no estoy ocupado
en alguna función de mi ministerio. 17. Leeré este reglamento y estas
resoluciones, una vez al mes. 18. Cada vez que quebrante alguno de los artículos
relativos a los ejercicios de piedad, me impondré la disciplina, en unión con
los sufrimientos de Jesucristo. Con esto, pretendo hacer un acto de amor y de
fe, pidiendo a la Santísima Virgen que se digne hacer del agrado de la Santísima
Trinidad, este acto punitivo.
(9) Con
semejante reglamento, y con su carácter resuelto, con espíritu de fe, la
piedad, humildad y abandono en la providencia, junto con la devoción filial a
la Santísima Virgen, en la que ya se distinguía desde entonces y que fue
acrecentando, el nuevo vicario no pudo más que realizar un bien inmenso entre
la población bien dispuesta, pero ignorante.
Su plan de
acción.
(10) Ya
señalamos que el padre Rebot no podía predicar. Este motivo, unido a lo alejado
de la mayoría de las aldeas, perdidas entre los barrancos y los profundos
valles que forman la parroquia, con sus caminos en pésimo estado, sobre todo en
el invierno, y la ausencia de escuela para los niños, tenían a la parroquia en
una gran ignorancia. El padre Champagnat se ganó muy pronto el aprecio por su
regularidad, su excelente carácter y su modo de actuar, entre sus feligreses.
Se encargó del catecismo y lo hizo con gran celo. Los adultos, pronto empezaron
acudir, el domingo. Visitaba con frecuencia a los enfermos, aún a costa de
grandes fatigas. Más tarde dirá, riéndose, que si pudiera juntar todos los
sudores que había derramado, recorriendo su parroquia, tendría agua suficiente
para darse un buen baño. Siempre permaneció sumiso a su párroco, sin emprender
nada antes de consultarlo y le brindaba toda clase de servicios que estuvieran
a su alcance.
(11)
Persuadido que su parroquia contaba con numerosos y excelentes viñedos, el
padre Rebot los aprovechaba con frecuencia. Personas dignas de confianza
aseguran que quiso forzar a su vicario a beber como él, aduciendo que la salud
del clero no podría ser aceptable más que ayudando con empeño a los viñadores a
consumir sus productos. El joven vicario no creía en esto y resistió
pacientemente. Con objeto de desengañar a su cura, le hizo respetuosas
reflexiones. Llegó incluso, a no tomar más que agua, durante más de un año; no
acertó del todo, confirmando el proverbio "el que ha bebido, beberá".
(12) Sus
instrucciones, sencillas, pero prácticas, su bondadosa firmeza en el
confesionario, su constancia en visitar los enfermos y atacar los abusos,
pronto cambiaron el aspecto de la parroquia: desaparecieron los malos libros;
cesaron los bailes y las borracheras; si bien todo esto le costaron grandes fatigas
y con frecuencia lo expusieron a numerosos peligros.
1817
Fundación
del Instituto.
(13) Los
numerosos trabajos de su ministerio, no le hicieron olvidar el proyecto
concebido en el seminario mayor y puesto bajo la protección de Nuestra Señora
de Fourvière. Se empezó a ocupar de esto desde su llegada a La Valla. Juan María
Granjon le pareció idóneo para su proyecto. Realizó su primera conquista cierto
día que el joven lo acompañó a visitar un enfermo. Primero fue necesario
enseñarlo a leer y a escribir; cosa parecida hizo son la mayoría de sus
discípulos. Poco después, Juan Bautista Audrás vino a consultarlo sobre su
vocación. El Padre Champagnat,[31] , lo decidió a unirse a Granjon. La obra de los Hermanos había sido
fundada. Pero era preciso un local para alojar a estos nuevos discípulos, y el
buen Padre no tenía otros recursos que su módico salario de vicario y las
limosnas de algunas almas caritativas . Al parecer no tuvo ninguna parte en el
modesto patrimonio de su familia. Estamos llevados a creer que renunció a ella
para ayudar a sus hermanos por los gastos que habían causado sus estudios. A
pesar de su pobreza, su confianza ilimitada en la Providencia, lo hizo seguir
adelante.
(14) El
buen Padre, empezó por alquilar, de un tal Bonnair, una casita, un pequeño
jardín y un rincón de terreno, bastante cercanos a la casa parroquial;
ignoramos a qué precio. Colocó allí algunos muebles viejos que probablemente le
obsequia ron, él mismo hizo dos camas, con algunas tablas, y alojó a sus dos
postulantes en ese pequeño local, apenas amueblado, el 2 de enero de 1817. La
ropa, los utensilios de cocina y otros objetos necesarios, eran raros o
brillaban por su ausencia.
(15) El 1
de octubre del mismo año, el buen Padre, en unión con el padre Courveille, cura
de Epercieux, compró el inmueble mencionado, por acta signada de forma privada,
por 1 000 fr. Poseemos el acta en los archivos.
1818
Los
primeros Hermanos.
(16) Por
razones que ignoramos, el vendedor y el Padre Champagnat hicieron un nuevo
contrato el 26 de abril de 1818, teniendo como objeto el mismo inmueble, pero
elevando el precio de 1 000 fr. a 1 600, que el Padre pidió prestados y entregó
al vendedor. El nombre del padre Courveille ya no aparece en este último contrato.
(17)
Durante este tiempo, el Hermano Antonio (Couturier), el Hermanos Lorenzo
(Audras) y el Hermano Juan Pedro (Martinol), vinieron a reunirse a los dos primeros.
Juan María Granjon y Lorenzo Audras en un principio fabricaron clavos, para
ayudar a la subsistencia de la comunidad. Los demás estudiaban, se entrenaban a
enseñar el catecismo o trabajaban en el jardín y en el terreno. Los ejercicios
de piedad fueron, en un principio, cortos y poco numerosos: consistían en la
oración de la mañana, la asistencia a la misa, algunas breves lecturas, durante
el día, hechas en el Manual del Cristiano o el Libro de Oro; el Rosario, la
visita al Santísimo Sacramento y la oración de la noche.
1819
Organización
de la comunidad.
(18) Para
diferenciar a sus Hermanos de los seglares, el piadoso Fundador les dio una
vestimenta, que consistía en unos pantalones negros, un saco azul que llegaba a
la mitad de la pierna y abotonada hasta abajo del vientre, una pequeña capa,
también azul y un sombrero de copa alta. Los Hermanos fueron conocidos desde
entonces con el nombre de los Hermanos azules; muchas personas, sobre todo en
Saint-Chamond, todavía les dan ese nombre.
(19) El
buen Padre vino a vivir con sus Hermanos y compartió su raquítico alimento. Se
contentó con un cuarto bastante reducido, de poca altura, insalubre y en donde
los muebles no abundaban: estaba al lado de la cocina. Después de una instrucción
que les dio sobre las obligaciones de un superior, hizo nombrar al Hermano Juan
María Granjon, director, mediante escrutinio secreto. El Hermano Juan María
desempeñó desde luego, este empleo con gran entrega y gran caridad, regularidad
y un ce lo a veces exagerado.
(20) El reglamento
de la comunidad, fue modificado, perfeccionado, y las principales prácticas de
la vida religiosa quedaron instituidas. Después de levantarse, que era a las 5,
se hacía en comunidad la oración de la mañana, luego la meditación que duraba
media hora; a continuación la santa misa, las horas menores del oficio de la
Santísima Virgen y el estudio. A las 7, el desayuno, después del cual, cada uno
se entregaba en silencio, a sus ocupaciones, que la mayor parte del tiempo eran
trabajos manuales. A medio día, la comida, seguida de la visita al Santísimo
Sacramento y el recreo que siempre se tomaba en comunidad, y durante el cual,
se debían entretener en cosas edificantes o propias para formar a los Hermanos
en los conocimientos necesarios a su vocación; la tarde se empleaba, como la
mañana, en el trabajo manual.
(21) Hacia
las 6 de la tarde, la comunidad se reunía para recitar vísperas, completas,
maitines y laudes del oficio de la Santísima Virgen y el Rosario, y se hacía a
continuación una lectura espiritual. Terminados estos ejercicios, los Hermanos
se dirigían a la cocina para la cena y tenían otro recreo como después de la
comida; luego recitaban la oración de la noche, leían el tema de la meditación
del día siguiente y se iban a acostar a las 9 de la noche. Todos los viernes se
hacía el capítulo de culpas.
Primeros
ensayos apostólicos.
(22) Antes
de confiar la escuela de La Valla a sus Hermanos, el Venerado Padre les
consiguió un ex-Hermano de las Escuelas Cristianas, para formarlos. Este sujeto
estaba bastante instruido y conocía muy bien el método simultáneo que el
Fundador quería adoptar para su Congregación. Tan pronto como los sintió suficientemente
formados, los envió a enseñar el catecismo a las aldeas para evaluar mejor sus
aptitudes, y darles una lección de humildad. Al cabo de un año, el maestro que
los formaba, actuó de modo poco adecuado y el Padre tuvo que despedirlo. Los
Hermanos lo reemplazaron en la escuela en donde acertaron muy bien.
(23) El
padre Allirot se sentía con derecho a las primicias de la nueva Congregación.
El Padre Champagnat le proporcionó a los Hermanos Luis y Antonio, en 1818.
Fueron pésimamente alojados, mal amueblados y pobremente pagados. Sin embargo,
se distinguieron muy pronto por su piedad, su gran celo y la adecuada dirección
que le dieron a la escuela.
El padre
Allirot y su vicario, los juzgaron al inicio, desfavorablemente. El buen Padre
quiso retirar al Hermano Luis, y el padre Allirot se opuso. Buscó por todos los
medios posibles desviar al joven Hermano, recibiendo una respuesta que lo
desconcertó. El Hermano Luis se fue y su sucesor acertó muy bien. Siendo demasiado
mala la situación material de los Hermanos, el buen Padre clausuró esta escuela
en 1821 y no se volvió a abrir sino hasta 1832.
(24) Los
nuevos maestros, formados por el buen Padre, no eran sabios, pero su piedad, su
entrega y sus buenos ejemplos encantaban a la población y les atraían numerosos
alumnos. Les enseñaban el catecismo, el amor a Dios y a sus padres, la lectura
y la escritura. Los preferían a los maestros laicos que, por otra parte, no
estaban más instruidos y eran mucho menos religiosos. Además, la mayoría de los
municipios carecían de escuelas o no contaban más que con maestros ambulantes durante
el invierno.
La
comunidad crece.
(25)
Bartolomé Badard, de 15 años de edad, y Gabriel Rivat, que no contaba más que
10, entraron en el noviciado el año anterior. El primero conservó su nombre y
el segundo fue recibido con el de Hermano Francisco: fue el futuro secretario,
consejero del Fundador y luego su sucesor en el puesto de Superior General. A
pesar de su corta edad, ya era muy piadoso y muy serio. Al señor cura de Tarentaise,
que cierto día le preguntó por qué no estudiaba latín como su hermano, el joven
le respondió: "Porque quiero hacer la voluntad de Dios que se me
manifiesta por mi superior". Los Hermanos que están tentados de abandonar
su vocación para estudiar latín, harían bien en meditar esta respuesta e imitar
este ejemplo. La virtuosa madre del Hermano Francisco lo había entregado a la
Santísima Virgen ante una de sus imágenes que luego fue colocada en la
habitación del Padre Champagnat, en La Valla, lugar en donde aún permanece. El
buen Padre dio lecciones de latín a su discípulo y luego lo hizo estudiar medicina.
El futuro superior general fue, en un principio, guía de los enfermeros y el
amigo de los enfermos a los que atendía de la mejor manera posible. El Hermano
Juan Francisco (Esteban Roumesy), entró en el noviciado.
(26) La
casa ya era demasiado pequeña. No comprendía otra cosa más que un sótano muy
húmedo, debajo del suelo; una cocina y la pequeña habitación del buen Padre, en
el piso bajo; dos departamentos en el primer piso; dos en el segundo y un
tejabán; todo allí predicaba la mayor pobreza. Aunque viviendo con sus Hermanos
y ocupándose de ellos lo mejor que le era posible, el Padre Champagnat seguía
cumpliendo con sus funciones de vicario; las ponía por encima de todo lo demás.
Su párroco, por otra parte, lo animaba muy poco en la obra de los Hermanos.
1820
La
escuela de Saint-Sauveur.
(27) De
acuerdo con los buenos informes que el párroco de Marlhes le había dado sobre
los dos Hermanos, el señor Colomb de Gaste, alcalde de Saint-Sauveur, solicitó
y consiguió también dos, en noviembre, para la escuela de este municipio. El
ex-Hermano Juan Francisco fue nombrado como director y atendió la clase de los
pequeños. El señor Colomb aconsejó al piadoso Fundador que incluyera un artículo
en la regla, prohibiendo a los Hermanos el comer en casa del párroco y de
particulares. El ex Juan Francisco y algunos otros no figuran en el registro de
tomas de hábito; más adelante daremos la explicación. Unicamente un postulante
ingresó en el noviciado durante ese año.
1821
El Hermano
Lorenzo, apóstol del Bessat.
(28) El
Hermano Lorenzo obtuvo la autorización de ir a enseñar el catecismo en la
escuela del Bessat, a dos leguas de La Valla, y cerca de la cima del Pilat. Se
entregó con gran celo. Habitaba en la casa de un campesino y él mismo preparaba
sus alimentos. Todos los jueves, iba a buscar pan, papas y queso para la semana
a La Valla, caminando entre la nieve y a costa de grandes fatigas. No había sacerdote
en el Bessat.
(29) El
padre Préher, cura de Tarentaise, había establecido una escuela clerical.
Reunía hasta 50 alumnos que alojaba como podía y a quienes él mismo impartía
clases de latín. No contando con maestro, acudió al Padre Champagnat que le
envió a l Hermano Lorenzo en noviembre. El buen Hermano extrañaba a sus alumnos
del Bessat, grandes y chicos, hombres y mujeres, sin embargo, obedeció. Fue
alojado con los latinistas del señor cura, y preparaba su comida, como en el
Bessat, es decir, cociendo sus papas.
(30) Todos
los domingos, iba al Bessat donde reunía a las gentes, con el auxilio de una
campanilla, y les enseñaba el catecismo durante horas enteras. Estimaba tanto
este noble trabajo, a pesar de las grandes fatigas que le ocasionaba, que no lo
hubiera cambiado por nada del mundo. El buen Padre, a quien se lo confesó,
lloró de alegría. El Hermano Bernardo,
(Grataloup) entró en el noviciado.
1822
El Hermano
Juan María en Bourg-Argental.
(31) La
casa de Bourg-Argental, fue fundada el 2 de enero, por el Hermano Juan María
Granjon y otros dos. Los elogios bien merecidos de los dos Hermanos de
Saint-Sauveur, decidieron al señor Pleyné, alcalde de Bourg-Argental, a
realizar esta fundación. El Hermano Juan María exageró su piedad y su
mortificación. Quiso imitar a san Luis Gonzaga, y hasta regaló su hábito a los
pobres.
Los ocho
postulantes.
(32) Desde
hacía tres años, no habían ingresado más que unos cuantos postulantes que no
perseveraron. El noviciado estaba vacío. No quedaban más que los Hermanos necesarios
en la escuela de La Valla. Esta penuria inquietaba al piadoso Fundador. Se
dirigió a Dios y a Nuestra Señora de la Piedad, con fervor, e hizo hacer
numerosas novenas. Se presentó un joven. Según lo confesó, había sido Hermano
de las Escuelas Cristianas. El Padre lo rechazó. Si le traigo postulantes, dijo
el joven, ¿me recibirá? Sea sensato, le respondió el Padre, y quédese en su
casa. El ex-hermano se fue al Alto Loira, convenció a ocho muchachos para que
lo siguieran a la casa de los Hermanos de las Escuelas Cristianas haciendo
firmar los permisos necesarios a sus padres. En marzo, llegó a La Valla con sus
ocho aspirantes, entre los que se encontraba el Hermano Juan Bautista, futuro
asistente, autor de varias obras, y su hermano[32]. Les había hecho creer que La Valla era una sucursal de Lyon. Este
grupo desconcertó al Padre y lo puso en aprietos. Se preguntaba si tales jóvenes,
guiados por un ex-hermano tendrían vocación. La casa era demasiado pequeña y
los recursos insuficientes para admitirlos. No traían consigo más que unas
pensiones sumamente exiguas[33].
Los amigos
del Padre Champagnat lo incitaban a despedirlos. El los interrogó, los examinó,
los sometió a duras pruebas y finalmente los recibió. Les proporcionó la granja
como dormitorio. Su guía fue despedido 15 días después, al igual que lo había
sido por los Hermanos del Bienaventurado La Salle.
(33) Para
alojar a los recién llegados y a pesar de la opinión de sus amigos, aunque no
había nada de dinero, el buen Padre la hizo de albañil, carpintero, ebanista y
vidriero. Sus discípulos le ayudaron lo mejor que pudieron. Una nueva construcción
quedó añadida a la anterior. Constaba de un comedor, en el piso bajo, las
clases en el primero, un dormitorio en el segundo y un tapanco convertido en
dormitorio durante las vacaciones, en el tercero. El Venerado Fundador hizo
personalmente los entarimados, las puertas, las ventanas y cierto número de
camas que no ofendían en nada a la sencillez ni a la pobreza.
Organización
material y espiritual.
(34) Se
empezó a recibir a algunos internos, con pensiones muy módicas, sobretodo en el
invierno. Estos trabajos y la formación de sus Hermanos no fueron obstáculo al
buen Padre para cumplir perfectamente con todas las funciones de su ministerio
sacerdotal. No tenía ni un minuto de reposo. Compartía el alimento con sus
discípulos, que consistía en caldos aguados, únicamente con aceite, pan de
centeno, queso, productos lácteos, legumbres, de vez en cuando un poco de tocino
y agua. Los Hermanos hacían la comida por turno: pronto estaba lista. Este
mismo año, Claudio Fayol, futuro sacristán, hábil limosnero, entró en el
noviciado. Había nacido en Saint-Medard y conocía el trabajo de tejedor. Se
organizó un taller en la cocina, en donde fabricaba paños para ganar algunos
centavos. El abnegado Fundador vivía con sus Hermanos desde hacía 4 años y
nadie se había preocupado por arreglar su habitación. Claudio Fayol, más
entendido en el trato a las personas, se ofreció a hacerlo. El Padre se rehusó
al principio, pero cedió a las humildes instancias.
(35) Los
Hermanos Juan Bautista (Furet), Hilarión (Giraud), Estanislao (Fayol), Agustín,
José (Ponset), Juan, Regis, Peregrino, Eucher y Miguel, tomaron la vestimenta
azul en 1823[34] . No tenemos datos sobre el ceremonial que se acostumbraba en las tomas
de hábito, pero era sumamente sencillo. La ceremonia se llevaba a cabo en la
habitación que servía de oratorio y al pie del altar que se había colocado
allí. No existía registro para asentar estas tomas de hábito y los nombres de
los que recibían el traje azul. Dicho registro no fue iniciado sino hasta 1829.
Cada uno de los novicios escribía de su puño y letra, el acta de su toma de
hábito, en el registro, de acuerdo a la siguiente fórmula: "Yo,
infrascrito, N..., nacido ... el ..., en ..., de ... de edad, doy fe y declaro
que por la gracia de Dios, he sido admitido al noviciado el ..., que tomé el
santo hábito el ..., después de haberlo solicitado humildemente al Reverendo
Padre Superior, también firmante, para certificar su aprobación. En prueba de
lo cual, firmo la presente acta en presencia de los Hermanos... que firman como
testigos[35]. "
(36) Los
nombres religiosos de los 12 primeros novicios, precedidos de la fórmula
mencionada, están escritos en el registro[36] con los datos correspondientes. Varios de los primeros novicios no
figuran en el registro porque habían abandonado su vocación cuando se inició.
Los que habían recibido el hábito en 1820 y 1821, al igual que los que lo
tomaron en 1823, con los Hermanos Pablo (Préher), Cipriano (Furet), Juan Luis
(Poinard), tampoco aparecen, por la misma razón.
Vida pobre
y sencilla.
(37) El
padre Rouchon, cura de Valbenoite, había reunido cierto número de jóvenes con
la intención de formar una congregación religiosa dedicada a la enseñanza.
Sabiendo que el Padre Champagnat trabajaba en una fundación parecida, le
propuso fusionar las dos congregaciones en una sola. Con tal objeto, envió una
decena de sus jóvenes, a La Valla, en el mes de mayo. Apenas llegados, los
visitantes miraron con desdén a sus anfitriones. Los de La Valla eran
sencillos, ignorantes y pobremente vestidos; la construcción, el mobiliario y
la alimentación, todo era pobre, todo ponía de manifiesto una vida de privación
y sacrificio. Los de Valbenoite vestían de manera elegante. Tenían sus propios
puntos de vista. Poseían buenos modales y daba n la impresión de ser
instruidos. La fusión no les pareció factible y se regresaron sin hablar. Cinco
años más tarde, el padre Rouchon solicitó al Padre Champagnat que le enviara
algunos de sus Hermanos, porque su naciente congregación se había esfumado.
(38) El
piadoso Fundador quería que sus Hermanos fueran y permanecieran siempre
sencillos, humildes y pobres. Quería que tales virtudes fueran el fundamento de
su Congregación. Estimulaba a menudo a sus discípulos, con sus consejos, instrucciones
y con su ejemplo. Declaró guerra sin cuartel a los orgullosos, pretenciosos y
que contaban sobre todo con las cualidades humanas. Quería que tuvieran un gran
espíritu de fe, que nunca se apoyaran en sus cualidades, sino que pusieran toda
su confianza en Dios y en la protección de su Augusta Patrona. Antes de
permitirles hacer los votos, les autorizaba que hicieran una promesa de
permanecer fieles a su vocación durante 5 años. Cada uno escribía esta promesa
de rodillas, ante sus cohermanos.
1823
Construcción
en La Valla
(39)
Durante la construcción mencionada más arriba, todos se levantaban a las 4 de
la mañana y hacían media hora de meditación, asistían a la santa misa y luego
se iban al trabajo. Los más hábiles construían con el Padre, los más fuertes,
llevaban los materiales más pesados, los más jóvenes acarreaban las piedra y
batían la tierra que remplazaba la mezcla. El Padre los dirigía y animaba con
una paciencia a toda prueba. Todos estaban contentos, parecían infatigables y
muy unidos. De tiempo en tiempo se hacían lecturas piadosas, se guardaba
absoluto silencio que el Padre interrumpía tan solo para sugerir máximas
piadosas y que alentaran. Se recitaban rosarios, se hacían visitas al Santísimo
Sacramento, durante los cortos descansos. El trabajo duró hasta las 7 de la
tarde, durante varios meses. Después de una raquítica comida, que el cura Rebot
hubiera podido muy bien llevarse en las manos, después de la oración y el
examen, todos descansaban tranquilos en su jergón, menos el buen Padre, que
aprovechaba para recitar su oficio y escribía la correspondencia antes de
acostarse.
(40) Los
Hermanos de Bourg-Argental, los de Saint-Sauveur y los de Tarentaise, imitaban
a los de La Valla; todos competían en fervor, celo, mortificación y caridad.
El
"Acordaos" en la nieve.
(41) Uno
de los Hermanos de Bourg-Argental, el Hermano Juan Bautista, estaba enfermo, en
el mes de febrero. El buen Padre quiso ir a visitarlo, acompañado por el
Hermano Estanislao. Durante su corta permanencia en Bourg-Argental, la nieve se
convirtió en una espesa capa. Sin embargo, después de consolar a su querido
enfermo, el buen Padre quiso regresar a La Valla, a pesar del mal tiempo. Las
súplicas de los Hermanos y amigos no lograron hacerlo cambiar de opinión. Luego
de caminar por l a nieve durante dos horas, nuestros queridos viajeros se perdieron
en los bosques del Pilat. Habiendo caminado sin rumbo durante varias horas
entre la nieve, con un viento glacial, el Siberia y por la oscuridad de la
noche, el Hermano Estanislao se encontraba tan exhausto, que cayó sin
conocimiento. El buen Padre se arrodilló junto a él y recitó con fervor el
Acordaos, a la Santísima Virgen. Levantó enseguida al Hermano, y se pusieron en
camino. Habían dado unos cuantos pasos, cuando percibieron una lucecita en una
casa. Se dirigieron a ella donde fueron bien recibidos, allí pasaron la noche y
el Hermano Estanislao recobró las fuerzas. Regresaron a La Valla al día
siguiente muy de mañana. El Venerado Padre estaba persuadido que la Buena Madre
los había protegido milagrosamente y que, sin esta protección maternal, con
toda certeza hubieran perecido en la nieve.
(42)
Algunos Hermanos ancianos piensan que fue un milagro. El Hermano Estanislao les
había comentado que la casa, felizmente encontrada, estaba habitada por un
hombre de edad, una mujer joven y un niño de alrededor de 12 años. Les dijo
también, que después de unos cuantos pasos, al día siguiente, se habían
volteado y no habían visto la casa. Añadió también, que el buen Padre y él,
pasaron por Tarentaise, contando al padre Préher todo lo que les había
acontecido la víspera, y que el sacerdote les aseguró que nunca había visto
casa alguna en el lugar señalado. Los ancianos concluyeron que nuestros
queridos viajeros había sido alojados en una casa hecha ad hoc, cuyos
habitantes no eran otros más que el Niño Jesús, la buena Madre y San José.
(43) La
verdad es que la casa existía y aún existe, aunque arreglada y agrandada. Otras
casas se han agrupado en torno a ella formando la aldea de la Chaperie, en la
vertiente este, en un costado muy inclinado y rocoso a un kilómetro del pueblo
de Gray. Si la casa se encontraba por aquel entonces en un bosque, éste ha sido
talado después, en una zona bastante amplia. Pertenecía y sigue perteneciendo a
la excelente familia Donnet, de la familia del Cardenal con ese apellido.
Nuestros caminantes encontraron allí un hombre, una mujer y su pequeña hija de
5 años quien todavía vive, y habita en la parroquia de Roizey. La casa se
componía de un establo, una sala superior de cerca de 100 metros cuadrados, que
servía de cocina, taller, oratorio y dormitorio. Un granero, de las mismas
dimensiones, ocupaba el segundo piso.
(44) La
mujer logró quitar los zapatos empapados al Venerado Padre a pesar de sus
negativas. Los dos caminantes fueron bien tratados. Después de haber recobrado
las fuerzas y fortalecidos, el Padre se mostró muy amable con ellos y les cantó
algo La única cama de la casa, fue cedida a los viajeros, y la familia durmió
en el granero, en la paja. Esta cama, de madera de cerezo, todavía existe. Es
casi cuadrada y tiene forma de armario, con dos puertas a los lados y una a los
pies.
(45) José
Donnet, que murió apenas hace dos años, vivió 91 años. Tenía una hijita de 5
años, de su primera esposa. De la segunda, Juana María Rivori, tuvo otra hija,
actualmente en el convento de Gray, con el nombre de Sor Filomena; 3 hijos:
Juan Bautista, Francisco y Antonio, en el presente padres de familia y viven
uno al lado del otro. Estas recias gentes repiten, con gusto, que sus padres
les habían hablado del Padre Champagnat, a quien tenían por un santo, y de su
acompañante.
Desarrollo
y dificultades.
(46) Este
mismo año, se fundaron las casas de Boulieu, de Saint-Symphorien-le-Château y
de Vanosc. El Hermano Juan Pedro fue nombrado director de la primera; su celo y
sus privaciones lo llevaron a la tumba en menos de dos años. Era tan querido,
que los padres de uno de sus alumnos, muerto el mismo día que él, quisieron que
fuera colocado en la misma tumba. Unicamente había dos Hermanos en cada
comunidad. La de Vanosc, era tan miserable, tan desprovista de recursos, que
los Hermanos cayeron enfermos de los ojos muriendo como consecuencia de las
enfermedades que habían contraído allí. La casa fue clausurada en 1827. El
Hermano Juan María Granjon era director de la de Saint-Symphorien, fundada por
el marqués de Noblet. Pronto fue reemplazado por el Hermano Antonio.
(47) Los
contratiempos, incluso persecuciones, no faltaron al piadoso Fundador,
sobretodo en 1822 y 1823. A pesar de su sumisión y atenciones respecto a su párroco,
éste no cesaba de atacarlo. Trató de desanimar a sus Hermanos, sobre todo al
Hermano Luis. Lo criticaba ante sus feligreses, incluso en la iglesia. Hizo
poner en contra del Padre Champagnat a algunos de sus cohermanos en el
sacerdocio, como al padre Dervieux, cura de San-Pedro, en Saint-Chamond, igual
que al padre Bochard, vicario general y fundador de los Hermanos de la Cruz.
Todos trataron al buen Padre de orgulloso, testarudo e insensato. Se lamentaban
de la suerte que correrían los jóvenes que había reunido asegurando que los
haría desgraciados. El padre Bochard lo mandó llamar, le hizo duros reproches,
amenazándolo con cambiarlo, y lo quiso obligar para que uniera sus Hermanos a
los de la Cruz. El padre Dervieux, lo trató con dureza y le comunicó que iba a
mandar los soldados para cerrar su casa y dispersar a l os Hermanos. El padre
Courbon, vicario general, y el padre Gardette, superior del seminario mayor,
animaban al piadoso Fundador. Mientras tanto, él oraba, se humillaba, realizaba
peregrinaciones con sus Hermanos y algunos feligreses, a la capilla con sagrada
a Nuestra Señora de la Piedad, cerca del pueblo de La Valla. El padre Bochard
volvió a la carga dos veces más, sobre la unión mencionada, colmando de
reproches al buen Padre.
(48) El
primero de diciembre, el buen Padre escribió al Hermano Juan María Granjon,
director de Saint-Symphorien. Le dio noticias de los Hermanos de Boulieu, de
Bourg-Argental, de Saint-Sauveur y de Vanosc, que acababa de visitar. Luego
añadió: "En lo que se refiere a La Valla, parece que tendremos muy pocos
recursos y muchos pobres, Gracias a Dios! Haremos lo que podamos para
alimentarlos. También se presentan numerosos novicios, pero casi todos pobres y
muy jóvenes; sin embargo, 3 ya tienen uso de razón, puesto que pasan de los 30
años. Uno es hombre de negocios, otro cordelero y el tercero, hombre de nada;
pero con nada el buen Dios hace cosas maravillosas".
1824
Monseñor
Gastón de Pins.
(49)
Monseñor Gastón de Pins, arzobispo de Amasia, fue nombrado Administrador
Apostólico de la diócesis de Lyon, en lugar de Su Eminencia el Cardenal Fesch,
exilado en Roma, a consecuencia de la caída de su sobrino, Napoleón I. El Padre
Champagnat aprovechó esta coyuntura para aclarar sus dudas. Los reproches
recibidos le hacían temer el no estar llamado a fundar la obra que había emprendido.
Lo explicó con toda franqueza en una carta dirigida al nuevo Arzobispo; carta
que luego envió al padre Gardette suplicándole que la hiciera llegar a Su
Excelencia, si lo creía oportuno. El padre Gardette, que conocía bien al Fundador
y su obra, hizo comentarios elogiosos al Arzobispo. Monseñor llamó al buen
Padre, a Lyon, lo autorizó a dar un hábito más religioso a sus Hermanos, y que
emitieran los tres votos religiosos. Después de semejante autorización, el
piadoso Fundador no tuvo la menor duda. Monseñor de Pins y el padre Gardette,
son, por lo tanto, dos bienhechores insignes del Instituto. El Padre se lanzó
resueltamente a dicha obra. Pero la casa de La Valla era insuficiente y muy mal
situada para las comunicaciones. En sus frecuentes correrías realizadas a
Saint-Chamond, desde hacía 8 años, había observado, en varias ocasiones, un
valle solitario, en forma de embudo, cerrado al Norte, rodeado de montañas o de
laderas elevadas, a la orilla del Gier. Este lugar, llamado Gaux, era muy
reducido, mirando hacia el Sud-oeste; tenía menos inclinación que los
alrededores, protegido por rocas, maleza y bosques: "Pero es solitario y
de acuerdo con mis proyectos" se dijo el buen Padre.
Construcción
de N. S. del Hermitage.
(50) Para
poner por obra sus ideas, compró, junto con el padre Courveille, en la oficina
de la señorita Finaz, notario de Saint-Chamond, mediante varias actas, a los
señores Montellier, Thiolière, Laroche, Touilly y Bertholon, un terreno cubierto
de bosques, maleza y rocas, con un pequeño prado, en la orilla derecha del
Gier. Las actas hacen mención únicamente de 6 600 fr., pero se pagaron todos
los gastos de compra-venta para disminuir la cantidad. Después de su derrota,
de la que hablaremos más adelante, el padre Courveille quiso recuperar su
parte. El Fundador le entregó 5 000 fr. centavo por centavo, como consta en un
acta realizada entre los dos, el 5 de octubre de 1826, en la oficina de la
Señora Lions, notario de Chavanay. Esto parece indicar que el terreno comprado,
costaría 10 000 fr.; pero el Hermano Juan Bautista dice que dicha adquisición
sobrepasó los 12 000 fr.
(51)
Después de comprar el terreno, puso manos a la obra. Rentó una barraca al señor
Patouillard. Los Hermanos ocupados en la construcción, dormían allí unos sobre
otros. Durante el verano, el buen Padre se acostaba en el balcón, al aire libre.
Al igual que en La Valla, comían pan de centeno, queso, legumbres obsequiadas
por los vecinos, y se tomaba agua del Gier. El mismo Padre los levantaba a las
4 de la mañana. Hacían la oración, la meditación, asistían a la Santa Misa,
luego, trabajaban durante todo el día. Primero hicieron un oratorio, de
ladrillos, de 12 metros cuadrados, en donde termina, en la actualidad, la
glorieta, en el camino del cementerio; una cómoda servía de altar. El local
estaba cubierto de madera. Una campana, suspendida de una encina, al lado del
oratorio, reglamentaba los ejercicios del día: todavía se utiliza, en 1890, en
el campanario de la casa.
(52)
Empezaron a demoler las rocas y nivelar un poco el suelo. La casa se construyó
en el extremo norte de los terrenos adquiridos, cuyo conjunto abarcaban cerca
de 4 hectáreas. El lugar estaba encerrado entre el río y unas rocas casi perpendiculares,
hacia el oriente. Estaba cerrado al Norte por una zona rocosa, menos elevada,
que pertenecía al señor Monteiller, a quien se le compró más tarde, para
construir allí la capilla definitiva. Para ensanchar este lugar, fue necesario
hacer más estrecho el lecho del río, con un muro de varios cientos de metros de
longitud y que termina en la antigua presa del Gier, donde nace el canal que llevaba
el agua a la fábrica del señor Patouillard. Construyeron un muro con pura roca
y sin argamasa. Después de arrancar árboles y maleza, y quitar las piedras,
nivelaron la tierra hasta el muro, formando así el jardín y el patio exterior
del sur, a la orilla derecha del Gier. Fue un trabajo penoso, largo y de
envergadura que los Hermanos realizaron con entusiasmo bajo la dirección de su
querido Padre. En cuanto a las rocas del Este, tuvieron que cortarlas con picos
para construir allí el ala oriente del edificio. Fue una tarea ardua que
desalentó a los albañiles, incluso los más vigorosos. Par a animarlos, el
piadoso Fundador agarraba el pico y golpeaba las rocas con tanta fuerza, que
hacía temblar el suelo. Los obreros cobraron ánimo y lo imitaron.
(53) El
padre Cholleton, vicario general y amigo del buen Padre, vino a bendecir la
primera piedra, en mayo de 1824. No teniendo nada que ofrecerle para comer, el
Padre lo llevó a casa del señor Basson, amigo de los Hermanos.
(54) Los
trabajos comenzaron bajo la dirección del señor Roussier, maestro de obras de
La Valla. La carpintería fue realizada por el señor Matricon, Benito, que
también era de La Valla, y los acabados por el señor Robert, yesero de
Saint-Chamond. El Padre trabajaba con los obreros y realizaba más trabajo que
todos ellos. También trabajó con los carpinteros y los yeseros, pues su celo lo
hacía apto para todas estos trabajos. Los Hermanos llevaban los materiales o
partían las rocas y hacían el mortero; la cal era demasiado cara. A cada hora,
un Hermano tocaba una campanilla y todos hacían las oraciones en uso. Como en
La Valla, todos dormían perfectamente durante la noche, aunque estaban mal
alojados; excepto el buen Padre que recitaba su breviario y despachaba su
correspondencia bien entrada la noche. Varios trabajadores cayeron y escaparon
de la muerte o de heridas de consideración, gracias a la protección de la Buena
Madre.
Propaganda.
(55) En su
permanencia como capellán del Hermitage, en 1885, el padre Detours hizo
investigaciones sobre los primeros tiempos de nuestro Instituto. Entre otros
descubrimientos, encontró en los archivos de la ciudad de Saint-Chamond, una
propaganda que según parece fue distribuida por el padre Courveille, el 19 de julio
de 1824, con la aprobación del padre Cholleton, vicario general. La copiamos al
pie de la letra, con la observación hecha por el padre Detours:
(56)
"La educación de la clase poco acomodada ha sido confiada a los Hermanos
de las Escuelas Cristianas. Todo mundo conoce el bien que realizan en las poblaciones
en que se han establecido. Pero, según las reglas de su Instituto, no pueden i
r menos de tres, en los lugares a donde son solicitados, y como los gastos de
instalación son considerables, se deduce que la mayoría de los municipios, y de
una manera especial los del campo, no pueden gozar de las ventajas de tal educación
por falta de recursos. Para obviar estos inconvenientes, se ha formado un
establecimiento de educadores con el nombre de Hermanitos de María, y en el
momento actual, se construye una casa de este Instituto en el Hermitage de Nuestra
Señora, cerca de Saint-Chamond, departamento del Loira.
(57) Los
jóvenes que deseen abrazar este género de vida, podrán ser recibidos en la
Congregación, desde los 15 hasta los 30 años, siempre y cuando sepan leer,
escribir, y que cuenten con un certificado de buenas costumbres y buena moral.
(58) Harán
un noviciado de dos años.
(59)
Cuando lleguen a la casa, deberán tener un ajuar con lo siguiente: 1. El hábito
de entrada en religión; 2. una docena de camisas; 3. seis sábanas; 4. cuatro
pares de medias; 5. una docena de pañuelos; 6. dos pares de zapatos.
(60)
Pagarán 400 fr. por los dos años. Los que tengan alguna herencia, la traerán
consigo, sobre esto, se les entregará la garantía de reembolso, en caso de abandonar
el Instituto; en tal caso se les retendrá determinada cantidad, por los gas tos
ocasionados en el noviciado.
(61) Los
Hermanitos de María van a las parroquias que lo soliciten; podrán ser 3 e
incluso 2.
(62) Las
condiciones son: 1. 1 200 fr. por los 3 u 800 fr. si son dos; esta cantidad
será pagada por trimestre adelantado[37] 2. Una casa adecuada, provista del mobiliario necesario a los Hermanos
profesores. 3. Una huerta y algún otro lugar para el recreo de los niños.
Enseñan el catecismo, la lectura, la escritura, el cálculo, los principios de
gramática francesa, el canto de la Iglesia y la Historia Sagrada. Siguen, en su
pedagogía, el método de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
(63) Los
Hermanitos de María cuentan tanto con las oraciones de los fieles, como con su
generosidad. Se encomiendan a la buena voluntad de los señores curas de la
diócesis de Lyon y de otras diócesis, así como a la de sus bienhechores.
(64) Las
personas que deseen mayor información acerca del Instituto, podrán dirigirse al
padre Courveille, P.S.G.L., y al padre Champagnat, P.D.R.T., residentes
provisionalmente en La Valla, municipio de Saint-Chamond[38]. Las cartas deberán contar con la franquicia postal.
(65) Con
el visto bueno y autorización de impresión, Lyon, 19 de julio de 1824.
Cholleton, V.G."
(66) NOTA:
Para explicar el significado de las letras P.S.G.L. y P.D.R.T., he tenido que
recurrir a los registros de la parroquia de La Valla. Allí, a continuación de
dos actas, encontré la firma de Courveille, seguida de las letras: S.G.S.M. lo
que según me parece pueden traducirse como Superior General de la Sociedad de María.
Por lo demás, el padre Courveille tenía esta ilusión. Por lo cual, las letras
significarían: Padre, Superior General en La Valla, y las concernientes al
Padre Champagnat podrían significar: Padre, Director, Rector y Tesorero."
(67) La
interpretación dada por el padre Detours a las iniciales escritas después de
los nombres de Courveille y Champagnat, nos parecen lo más natural. Esta
propaganda y la nota que le sigue, prueban que el padre Courveille residía en
La Valla, en 1824, mientras que el piadoso Fundador se ocupaba en la
construcción del Hermitage y que lo reemplazaba ocasionalmente en algunas
funciones ministeriales.
(68)
Quisiéramos tener la certeza de que le mostró la propaganda mencionada al Padre
Champagnat, antes de publicarla.
(69) En el
mes de octubre, el piadoso Fundador predicó un retiro a sus hijos y envió a los
que estaban en las comunidades, a sus puestos respectivos.
La casa
del Hermitage.
(70) La
casa, construida, tenía 4 pisos, sobre el sótano. Comprendía el ala del Sur
descansando sobre la roca; la mitad del ala Este que no se construyó más que al
tercer piso; y una parte del poniente, hacia el Gier, hasta unos cuantos metro
s del lugar en que se construyó la capilla definitiva, en 1835. Este espacio no
era más que una gran roca que ocupaba una parte del patio interior. La entrada
principal estaba frente al Gier, entre el ala que lo bordea y la roca antes
mencionada, en el lugar en que se construyó la cocina en 1835.
(71) A
estos penosos trabajos, el Venerado Padre tenía que añadir sus funciones de
vicario, en La Valla, y el cuidado de sus Hermanos, Postulantes así como a los
internos que había.
(72) Hacia
la festividad de Todos los Santos, el señor cura Rebod fue nombrado capellán de
las Ursulinas de Saint-Chamond. Monseñor ofreció la parroquia al Padre Champagnat.
La rehusó, deseando ocuparse de lleno a la obra de los Hermanos. Quedó
descargado de sus funciones de vicario. El padre Bedoin fue nombrado cura de La
Valla, quien dirigió esta inmensa parroquia durante 40 años.
(73) A
fuerza de grandes trabajos, se colocó el techo de la construcción del Hermitage,
antes de los fríos invernales. Los muros son demasiado estrechos, el mortero
que une las piedras, lo hace con poca fuerza, para soportar tal altura. Los vientos
del Sur, con frecuencia violentos en esta garganta, los han probado con rudeza
en varias ocasiones, pero la Buena Madre está allí, y su piadoso siervo contó
con Ella.
Fundaciones:
Charlieu, Chavanay
(74) En
noviembre, de este mismo año, se fundaron las escuelas de Charlieu y de
Chavanay. Monseñor de Pins, el padre Térel, párroco y el señor Guinot, alcalde,
pidieron Hermanos para Charlieu y los instalaron lo mejor que pudieron, en una
antigua abadía. El Hermano Luis fue enviado allí, como director. El buen Padre
solicitó, como lo haría en adelante en los nuevos establecimientos, una prima
de 400 fr., mobiliario de 500 fr. en especie o dinero y una remuneración de 425
fr. por cada Hermano. Con frecuencia se vio obligado a reclamar lo que había
sido prometido, aunque en verdad era una cantidad muy módica. El piadoso
Fundador no se mostraba más exigente en lo referente al alojamiento de los
Hermanos que en las condiciones económicas. Con el vehemente deseo de ver
extenderse por todos lados la instrucción popular, y sobre todo una buena
enseñanza religiosa, exigía lo menos posible para conceder Hermanos, la dicha
de hacer el bien, hasta en las comunidades más pequeñas, en las que aceptaba
que el sostenimiento de los Hermanos se completara con las retribuciones de los
alumnos.
(75) La
escuela de Chavanay se fundó por el párroco Gaucher, quien hizo los primeros
gastos. El Hermano Esteban fue su primer director. La casa era pequeña. Las
clases desbordaban de alumnos. Orgulloso de su obra, el padre Gaucher con
frecuencia invitaba a sus cohermanos para que vieran a los Hermanos y sus
alumnos. Cierto día, llevó a un párroco muy gordo, quien después de examinar todo
con sorna, dijo al padre Gautier, en latín, que todo le parecía miserable. El
Hermano Esteban contestó con una frase en latín bastante irónica. El gordo
cura, estupefacto, miró al Hermano de pies a cabeza, tomó su sombrero y
desapareció. El padre Gaucher lo siguió riéndose y le dijo que él no le había
sugerido la respuesta al Hermano Esteban.
Entre La
Valla y el Hermitage
(76)
Durante este año, los Hermanos Cipriano (Furet), Regis (Civier), Plácido (Fara)
y Bernardino (Perronnet) vistieron el hábito azul.
(77)
Mientras el buen Padre estaba atareado en la construcción, un desdichado
postulante escandalizó a un interno en La Valla, como leemos en su biografía.
Algún tiempo más tarde, un escándalo parecido tuvo lugar en el Hermitage y fue
reprimido con la misma energía.
(78)
Cuando la construcción estuvo cubierta, varios Hermanos pasaron el invierno en
La Valla. Los demás, con el Padre y los trabajadores, se ocuparon en poner los
pisos, los muros interiores, las puertas y las ventanas. La construcción, iniciada
en mayo, estuvo terminada un año después. En ninguna parte se apuntó lo que
había costado, ni los donativos recibidos, excepto 8 000 fr. dados por Monseñor
de Pins; el Hermano Juan Bautista estima los gastos en más de 60 000 fr.
incluida la compra del terreno. Este lugar se llamó en lo sucesivo Nuestra
Señora del Hermitage, para indicar que la Santísima Virgen era la dueña y
soberana.
(79)
Durante la construcción, el buen Padre celebraba la misa y los Hermanos que
trabajaban en ella asistían en la capilla de ladrillo, de la que hemos hablado,
todos los días de la semana. Los domingos, iban a La Valla con el Padre Champagnat.
TERCERA
ETAPA
DESDE 1825
A 1834
COMPENDIO.
Compra de nuevos terrenos en el Gaux para completar el Hermitage en el lugar de
Gauds. El señor Courveille. El Padre Bourdin y otros padres. Enfermedad del Fundador.
Sus apuros. Sus enemigos. Su acuerdo con el señor Duplay.
Fundaciones.
1825
Amor por
los pobres.
(1) A
principios de enero, un joven llamado Clemente Berlier, que habitaba en la
aldea de Bachat, más arriba del Hermitage, cayó enfermo. Estaba echado sobre
paja, sin sábanas y casi desnudo. Su madre no estaba a su cabecera, él se negaba
a verla porque decía que quería envenenarlo. El buen Padre estaba de viaje;
regresó el 22 de enero. Le hablaron del enfermo al que nunca había visto; fue a
verlo y conmovido por el abandono en que se encontraba, le envió una almohada,
unas sábanas y unas cobijas. No lo confesó, pues ya lo había hecho el señor
cura de Izieux quien le dio también los auxilios espirituales. Este joven
murió. Había dejado en una cláusula de su testamento, algo para el Hermitage.
Su madre acusó falsamente al buen Padre de haber abusado de la confianza de su
hijo al confesarlo. El Padre Champagnat redactó su defensa y probó claramente:
1. que no conocía a Clemente Berlier; 2. que había estado ausente casi todo el
tiempo de su enfermedad; 3. que nunca lo había confesado; 4. que sólo lo había
visto una vez en presencia de varios testigos; 5. finalmente, que tan sólo
después de su muerte había conocido el testamento. Así quedó el asunto.
(2)
Mencionamos esta acusación para tener ocasión de decir que el buen Padre se
complacía en asistir a los enfermos pobres; gustoso les enviaba ropa y cobijas
y mandaba con facilidad a sus Hermanos para velar por los pobres. Instalación
en N. S. del Hermitage.
(3) La
comunidad bajó a vivir a la nueva casa en mayo. Componían la familia 20 Hermanos
y 10 postulantes; 22 Hermanos estaban en los colegios. La primera capilla de
esta nueva casa se hallaba situada en el ala Este, en el primer piso, en la
estancia que luego se destinó para taller de cintas; más tarde fue de tejido s
y telas. Medía 8 metros de largo y 5 de ancho. Tenía tres ventanas que daban al
patio interior. La capilla estuvo en servicio durante unos tres meses
aproximadamente, es decir: desde la llegada de la comunidad al Hermitage hasta
la bendición de la capilla más adecuada que iba a sustituirla provisionalmente.
Dicha ceremonia tuvo lugar el 13 de agosto. Esta capilla se encontraba situada
en la extremidad Este del ala Sur, al nivel del tercer piso de la casa.
Descansaba sobre una base de roca. Vamos a transcribir aquí la descripción que
hizo el Hermano Francisco. Trataremos de abreviarla.
(4)
"La tercera capilla que es la primera bien construida, y a propósito, por
el Padre Champagnat, domina la casa en el ángulo Sudeste; tiene 20 metros de
largo incluyendo la parte reservada para los fieles. Tiene 4 por 7 metros. Está
iluminada por una ventana encima de la puerta de entrada y por una abertura
abovedada en la pared del Sur-Este. Un tabique tapa la roca del fondo de esta
parte.
(5) ... La
puerta del área destinada a los fieles, da sobre la roca que tiene una
pendiente suave a lo largo de la casa. La nave está iluminada por cuatro
ventanas en forma de ojiva: dos dan a la derecha y dos a la izquierda; tienen
vidrieras de colores. ... Siendo más elevada la nave que el presbiterio, un
arco muy alto soporta la parte superior de la pared que los separa, encima de
cuyo remate se encuentra el campanario. El presbiterio está un escalón por
encima de la nave. El barandal del comulgatorio está fijo sobre esta grada; es
de madera con columnas torneadas y una portezuela en el centro; tiene aspecto
antiguo al igual que el altar. Creemos que el sagrario procede de la catedral
de Vienne que iba a ser quemado por los "sans-culottes"[39], Esta capilla fue bendecida por el Padre Dervieux, cura de San Pedro,
en Saint-Chamond, el 13 agosto. A continuación presentamos el acta de dicha bendición:
(7)"El
13 de agosto de 1825, hacia las nueve de la mañana, Nos, el abajo firmante,
Dervieux, cura de San Pedro de Saint-Chamond, habiendo recibido de Monseñor Juan
Pablo Gaston de Pins, arzobispo de Amasie, Administrador Apostólico de la
diócesis de Lyon, la honrosa comisión, fechada el 12 del presente mes y firmada
por el señor Cholleton, Vicario General, para que bendijera la capilla de
Nuestra Señora del Hermitage, en Saint-Chamond, estando acompañado por el señor
Fargue, cura de San Andrés de Izieux, nos hemos dirigido al citado lugar y
hemos procedido a la bendición de susodicha capilla, que ha quedado dedica da a
Nuestra Señora; estando presentes el señor Bedoin, cura de
Saint-Andéol-de-La-Valla y del señor Marcelino Champagnat, Sacerdote. Los abajo
firmantes..."Vida de los Hermanos.
(8)
Durante ese año daban clase en Saint-Sauveur el Hermano Juan Bautista y el
Hermano Agustín que colgó los hábitos. Un buen día los jóvenes hicieron una
hoguera en la plaza pública y se pusieron a bailar con algunas jóvenes. Los dos
Hermanos acudieron indignados a acabar con tal desenfreno. El Hermano Juan
Bautista que llevaba un crucifijo en la mano, lo arrojó al suelo y dijo a los
bailarines que lo pisaran si se atrevían. El Hermano Agustín llamó a las
muchachas "trapos de cabaret". Con esto los danzantes se dispersaron.
(9) Juan
María Granjon dejó sus dos compañeros en Bourg-Argental, con unos 200 niños y
quiso retirarse a la Trapa. Los serios avisos del buen Padre no lograron
disuadirlo. Regresó al cabo de un mes, pidiendo perdón al Padre que lo recibió
de buena gana. Al poco tiempo le vino la idea al Hermano Juan María de irse a
vivir como ermitaño[40]. Mandó construir una cabaña de ramas bajo la roca que cae a pico en el
lugar donde se construyó la gran terraza (1830). El piadoso Fundador lo dejó
hacer, pero durante las vacaciones prohibió a los Hermanos que fueran a
visitarlo. El pobre solitario, se aburrió muy pronto, salió de su cabaña y
pidió perdón al Padre por segunda vez. Quiso enviarlo de nuevo a
Saint-Symphorien-le-Château o mandarlo a Charlieu, pero el falso ermitaño se negó
rotunda mente a ir a tales lugares. A la vista de sus artimañas y ante su
obstinación, el buen Padre, entristecido, lo mandó a la calle. Nos
encontraremos a menudo con elementos que primero fingen ser piadosos y
mortificados, pero que carecen de docilidad, y luego abandonan su vocación e
incluso los deberes esenciales del cristiano.
(10)
Durante este año, los Hermanos Gonzaga (Sabatier), Doroteo (Villelonge), Lucien
(Chataigner), Nilamón (Berne), Pedro (Souchon), Damián (Mercier), Javier
(Prat), Dositeo (Chome), Abel (Dumas) y Dominico (Esquis), tomaron el hábito
azul.
(11) El
señor Petitin era cura de Ampuis desde 1783. Estuvo al frente de la parroquia
hasta 1836. Se la dejó entonces al señor Brut, su vicario, que había sido
director del colegio de Saint-Chamond entre 1824-31. Durante este tiempo, dicho
señor había conocido perfectamente al Padre Champagnat y había otorgado un
certificado de maestro al querido Hermano Francisco.
(12)
Durante el año 1825, el señor Hérard, natural de Ampuis, que estaba de misionero
en la Martinica, envió 1 600 francos al señor Petitin para que fundara una
escuela congregacional en su parroquia. La hermana del señor Cura, que era
superiora de las Hermanas de San Carlos y otra de sus parientas que residí a en
Milán, le remitieron un donativo bastante considerable, junto al enviado por el
señor Hérard. El señor Petitin pidió tres Hermanos al Padre Champagnat y le
prestó 12 000 francos, cuyos intereses formaron el capital para pagar a los
tres Hermanos . El buen Padre aceptó el préstamo y quedó hipotecada la finca
del Hermitage; algunos años más tarde, devolvió los 12 000 francos. El señor
Petitin tomó sus precauciones. En noviembre le mandaron los tres Hermanos:
Pablo, Bernardino y Javier.
(13) Ya
vimos como los señores Terraillon y Courveille figuraban entre los que tuvieron
la idea de fundar una triple Congregación desde su permanencia en el Seminario
Mayor. En el momento en que nos encontramos, vinieron a vivir al Hermitage. El
padre Courveille había dejado su parroquia, no se sabe por qué motivos. Se
había retirado a La Valla el año anterior[41]. Los Sacerdotes Maristas y los Hermanos formaban una sola familia
congregacional de la que era el Superior el más joven de los Colin. El padre
Courveille pretendía que él había sido el primero en tener la idea de fundar
los Hermanos, y esto era falso. Quería ser superior y pensaba que tenía más
capacidad y derechos que el Padre Champagnat para ejercer dicho cargo. El buen
Padre era muy humilde. Al no saber aún cómo se las arreglarían los Padres, dejó
mano libre al padre Courveille, aunque los Hermanos seguían dirigiéndose a él.
El padre Courveille se disgustó por este motivo. Durante las vacaciones que
duraban dos meses, los reunió, trató de convencerlos de que aún no había nada
organizado, y dando un paso más, les pidió que eligieran un Superior, mediante
voto secreto, tal como podemos leerlo en la vida del Padre Champagnat[42].
(14)
Después de la festividad de Todos los Santos, el buen Padre visitó las diez
casas de los Hermanos[43] . Realizó el viaje a pie como acostumbraba hacerlo hasta su muerte.
Llegó a realizar alguno muy largo en ayunas, para no privarse de celebrar la
Santa Misa. Durante esta visita quería poner orden en muchas cosas con los
fundadores de los colegios. Quería comprobar si los Hermanos eran piadosos,
regulares, modestos, pobres y si eran dóciles a las autoridades, si tenían contenta
a la gente de las poblaciones, etc. Llegó a Ampuis un jueves a las cinco de la
mañana; los Hermanos todavía no se habían levantado; revisó los cuartos y
encontró una notable provisión de pan blanco; estaba reseco y se necesitaba romperlo
con martillo; al ser reprendido con severidad, el Hermano Director dijo que ese
pan no era más caro que el pan moreno que se comía y que alimentaba más. El
Padre repuso: "La mayoría de los sacerdotes sólo tienen pan moreno y les
prohibo comer otro distinto". En otro cuarto encontró unos pantalones de
seda que habían costado solamente 5 francos al Hermano Director. Arrojó al
fuego los dichosos pantalones. En otra casa le sirvieron queso blanco. Lo comió
con gusto y alabó en varias ocasiones en público al Hermano Director. Allí
revisó cuidadosamente la vajilla, pues le habían dicho que era muy elegante;
resultó ser de las más pobres[44]; para fortuna del Hermano Director . En todas las casas seguía con sumo
esmero las cuentas nuestro buen Padre. Recomendaba con insistencia hacer el
mayor ahorro posible; por eso los Hermanos vivían pobremente. El autor de la
Vida del buen Padre se ha tomado la molestia de anotar los gastos de las
diversas casas durante los primeros años[45] .
(15)
Durante la ausencia del buen Padre Champagnat, el padre Courveille llevó a los
Hermanos del Hermitage por un constante calvario. Escribió a los que estaban en
los colegios, los reprendió con dureza, lamentándose de no contar con su
confianza. Al regreso del buen Padre, la arremetió contra él: le achacó que las
cosas no funcionaban bien, que por todos lados reinaba el desorden, debido a su
incapacidad. Todas estas recriminaciones unidas al gran agotamiento de su gira
en la que no había ahorrado ningún esfuerzo, le ocasionaron a nuestro buen
Padre una grave enfermedad, debido a la cual se vio en la necesidad de guardar
cama. Era el 26 de diciembre. Tan pronto como la noticia se hizo pública, se
presentaron los acreedores. Al ver que no podía pagarles, lo amenazaron con
vender la casa. El padre Dervieux, cura de San Pedro de Saint-Chamond, los
mandó llamar[46] encargándose de las deudas y pagándoles por principio de cuentas 6 000
francos.1826
Enfermedad
del Padre Champagnat.
(16) La
enfermedad del buen Padre, afectó sin embargo, al padre Courveille. El 3 de
enero mandó una carta a los Hermanos. La incluimos al pie de la letra:
"Mis muy queridos hijos en Jesús y María: Les escribo con gran dolor y
amargura en el alma, exhortándolos a rezar vivamente al Padre de las Misericordias
y a nuestra Augusta Madre, Santa María, en favor de nuestro querido y muy amado
hijo Marcelino Champagnat, su querido y venerado Padre Director, que está
enfermo de gravedad.
(17) Les
ruego, mis queridos hijos, que se unan a nosotros para pedir encarecidamente al
divino Jesús y a su Santísima Madre María, que nos conserve un hijo tan
querido, y un padre para ustedes, que no deja de serlo. Encarezcan a los señores
curas que tengan a bien interceder por él y encomendarlo a las oraciones de los
fieles".
(18) El 6
de enero de 1826, siendo de mucha gravedad la enfermedad del piadoso Fundador,
hizo su testamento para asegurar el futuro material de su obra, en los
siguientes términos:
(19)
"En presencia del señor Luis. Maximiliano Finaz, notario real en
Saint-Chamond, departamento del Loira, y ante los cuatro testigos nombrados a
continuación, Compareció: el señor Marcelino Champagnat, sacerdote, residente
del Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, el
dicho señor Marcelino Champagnat, indispuesto en su persona y gozando, no
obstante de la plenitud de sus facultades, después de haber encomendado su alma
a Dios, nos dicta su testamento público, a nosotros, notario, que lo escribe a
medida que lo pronuncia y tal como lo pronuncia, ante los testigos presentes.
(20 ) Me
atengo para mis exequias y obras piadosas, a la honra de la religión y al
aprecio de mis herederos nombrados a continuación.
(21) Para
reunir todos los bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones, sin excepción
alguna, que dejaré, nombro y establezco como herederos universales a los
señores Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente del Hermitage de Nuestra
Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux y a José Verrier, sacerdote,
director del seminario menor de Verrières, deseo que todos mis bienes
pertenezcan a estos señores, así como mis propiedades y sus beneficios, tan
pronto como muera, al igual que los gastos ocasionados por esta herencia.
(22)
Finalmente, revoco cualquier otro testamento hecho por mí con anterioridad, y
quiero que éste sea el único valedero según su forma y tenor.
(23) Esta
es la voluntad del testador, por medio de nosotros, notario, redactadas sin
interrupción, a las que hemos dado lectura, en presencia de los testigos infrascritos.
(24) Dicho
acto, h echo y realizado en la ya citada casa del Hermitage de Nuestra Señora,
municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, domicilio del testador, al pie de su
lecho en el que se encuentra recluido por la enfermedad. El seis de enero,
después del medio día, de mil ochocientos veinte y seis, en presencia de
Antonio Desgrange, Hermano auxiliar en el Hospicio de la población de
Saint-Chamond, residente de este lugar, Mateo Patouillard, herrero y
propietario, residente del lugar de Gauds, municipio de Izieux, Juan Pedro Lespinasse,
sastre, residente del citado lugar de Gauds, municipio de Izieux y Pedro
Robert, agricultor, residente de Ayat, municipio de Izieux, citados los cuatro
testigos, los dos primeros, firmaron junto con nosotros, notario, no habiendo
firmado el testador ni los dos últimos testigos Lespasse y Robert, que declararon
no saber hacerlo. El Señor Champagnat, testador, no pudo firmar debido a su
gran debilidad, Firmado: Patouillard, Desgrange y Finaz, éste último,
notario".
(25) El
original de este testamento se encuentra en las minutas del Señor Finaz, hijo,
en Saint-Chamond.
(26) Si el
lector se extraña al ver que el piadoso Fundador heredó las propiedades de la
Congregación al padre Courveille, de quien debía saber la conducta para con él,
podríamos señalar que el Venerado Padre podía están confundido, teniendo en
cuenta que debía varios miles de francos a este hombre, que era el único
sacerdote que estaba enterado de los asuntos relacionados con la Congregación.
Por otra parte, establecía un contrapeso en la persona del padre Verrier, un
santo sacerdote, que, en su calidad de superior del seminario menor de
Verrières, podría tener suficiente influencia sobre el padre Courveille para
impedirle dañar los intereses del Instituto, en caso que se presentara.
(27) En
octubre, después de su salida del Hermitage, el padre Courveille pidió al Padre
Champagnat que se presentara en Chavanay, en la oficina del notario de esta
localidad, para arreglar allí sus cuentas. El arreglo se hizo mediante 5 000
fr. que el Padre Champagnat pagó al padre Courveille. Según parece la deuda era
mayor, ya que el acta declara que el padre Courveille se reservaba una
habitación en el Hermitage, sin duda para disminuir la deuda que restaba.
(28)
"Yo infrascrito Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente de Apinac,
declaro libremente por la presente, que dispenso y descargo simple y llanamente
al señor Marcelino Champagnat, sacerdote y superior del Hermitage de Gauds, en
donde vive, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, de todas las operaciones de
venta u otras que haya realizado por mí y en mi nombre, en virtud de la
autorización que le he dado mediante acto privado y firmado, llevado a efecto
en Chavanay, el 5 de octubre de 1826, registrado en Saint-Chamond el 10 de mayo
de 1827. En consecuencia, apruebo y ratifico en caso de necesidad, tanto las
ventas como el descargo de las deudas contraídas, de las que he sido informado,
y deseo que todos estos actos surtan pleno efecto, y para ello declaro no
merecer ninguna restitución que hacer al señor Champagnat”. Vida en N. S. del
Hermitage.
(30) La
grave enfermedad del buen Padre desalentó a los Hermanos y a los postulantes
del Hermitage; se resintió la piedad y la regularidad. En vez de animarlos, el
padre Courveille se enojaba, los reprendía y recriminaba de mal modo por los
menores errores. La indisciplina fue en aumento; el padre Courveille los
castigaba con severidad y llegó a despedir algunos sujetos. Al ver que el
desorden iba en aumento, este hombre que se creía tan capaz, manifestó que le
importaba muy poco el rumbo que tomaran las cosas y que iba solicitar ser
trasladado a una parroquia. Tal declaración exasperó a los Hermanos, de tal
forma, que cundió el desaliento. Cada uno hizo sus planes para regresar al
mundo y se preparaban para abandonar un refugio tan seguro. El único que no
perdió la cabeza fue el Hermano Estanislao. Mientras velaba al enfermo día y
noche, alentaba a los Hermanos y postulantes lo mejor que podía; puso al tanto
al padre Dervieux de las deudas y con sus lágrimas lo determinó a hacerse cargo
de ellas. Dirigió al padre Courveille respetuosas pero duras advertencias
acerca de su severidad y falta de tacto. Este se ofendió y dijo que él no había
contraído las deudas, y que si el Padre Champagnat fallecía, él se retiraba y
mandaba todo a volar. El Señor y su Dulce Madre tuvieron finalmente, compasión
de nosotros. El querido enfermo empezó a mejorar y la confianza renació en
todos los corazones.
(31)
Aunque estaba sumamente débil, al saber que el padre Courveille iba a presidir
el capítulo de culpas y que iba a mostrarse muy severo, el Padre Champagnat
rogó al Hermano Estanislao que le ayudara para llegar a la sala. A su llegada,
todos se pusieron de pie, los rostros se alegraron y los ojos derramaron
lágrimas de alegría. Lo vio el padre Courveille, abandonó la sala para no
volverse a presentar jamás.
(32)
Sabedor el padre Dervieux que el Padre Champagnat estaba convaleciente y con
temor de que no recibiera las atenciones necesarias, debido a la pobreza de la
casa, se dirigió al noviciado para llevarlo a su casa y prodigarle toda clase
de cuidados. Con esto quiso manifestar, que si en otros tiempos le había creado
al Fundador ciertas dificultades, era debido a la mala información. En lo
sucesivo fue el mejor amigo del Padre y de los Hermanos.
(33)
Mientras convalecía el buen Padre en la casa del padre Dervieux, todavía volvió
el padre Courveille a acusarlo ante el arzobispado, de que se ocupaba en exceso
de los asuntos materiales descuidando la formación de los Hermanos. El arzobispo
envió un vicario general.[47]. Al enterarse de su llegado, el piadoso Fundador fue a presentarle sus
respetos. El vicario general lo recibió de mala gana, lo censuró con rudeza sin
admitir ninguna clase de explicaciones. Recibió a todos los Hermanos
personalmente y se dio cuenta que estaban deficientemente instruidos; saltaba a
la vista que compartía las ideas del padre Courveille. Al retirarse, volvió a
echar en cara al buen Padre sus supuestos errores prohibiéndole que siguiera
construyendo.
(34) La
victoria del padre Courveille no duró mucho. Este sacerdote que tan sólo veía
defectos en los demás y desaciertos por todas partes, se vio implicado en un
caso vergonzoso y se retiró apresuradamente a la trapa de Aiguebelle. Desde
allí escribió quejándose de que no le brindaban las atenciones que merecía y
manifestando que no volvería a menos que prometieran tratarlo con la debida
deferencia. Los padres Champagnat y Terraillon, por orden del arzobispo le
prohibieron que volviera a presentarse en el Hermitage.
El P.
Courveille.
(35) Para
completar los rasgos de este hombre, creemos oportuno incluir los resultados de
las investigaciones realizadas por el Reverendo Padre Detour, ya nombrado; las
copiamos textualmente: "El papel desempeñado por el padre Courveille en la
fundación de la Sociedad de María requiere conocer a fondo lo que era este
personaje.
(36) Juan
Claudio Courveille nació en Usson, en 1787, de respetable familia. Su tío
materno, el padre Beignieux, cura de Apinac, legó unos recuerdos sumamente
valiosos. El padre Courveille, recibió, probablemente, durante la Revolución,
la instrucción primaria y parte de la secundaria, de manos de su tío.
Permaneció en el seminario de Verrières ya como alumno, ya como profesor. Su
madre vino a verle a esta población, donde murió casi repentinamente. Durante
el curso escolar 1815-1816, el padre Courveille se hallaba en el Seminario
Mayor de Lyon en donde tenía como condiscípulos a los dos padres Colin, al
Padre Champagnat y demás seminaristas que habían concebido la idea de fundar la
Sociedad de María. Era el de más edad, dominándolos por su carácter vehemente y
su facilidad de palabra. Competía en piedad y celo con sus compañeros; fue el
primero que externó la idea de fundar la Sociedad de María. Les comunicó que
había tenido la visión de esta Sociedad, pero que no formaría parte de ella.
Fue el padre Colin, el segundo, quien contó estos detalles a los primeros
miembros de la Sociedad de María. Según sus parientes, el padre Courveille
debía haber sido ordenado sacerdote en el Puy; incluso había predicado con
acierto en esta ciudad. Sea lo que fuere, estuvo ejerciendo desde 1817 a 1825,
como vicario en Rive-de-Gier, o como párroco en Epercieux, cerca de Feurs.
Desde estas dos poblaciones mantenía correspondencia con los primeros
fundadores de la Sociedad de María, principalmente con el padre Colín, el
segundo, y con el Padre Champagnat. La primera casa de los Hermanos en La Valla
la compraron los padres Courveille y Champagnat.
(37)
Siendo vicario de Rive-de-Gier, el padre Courveille convenció a varias señoritas
de familias honorables, para que fundaran una comunidad denominada Sociedad de
María. Se opuso a esto el señor cura párroco, aconsejando a dichas personas que
eligieran una Orden ya establecida. Las que siguieron su consejo fue ron las
fundadoras del convento de Ursulinas de Rive-de-Gier; en cuanto a las demás
fueron a establecerse en Saint Clair del Ródano. Tomaron el nombre de Hermanas
de María. Daban clase a los niños de esta localidad en una casa que compraron.
El señor Piatton, originario de Saint Clair cuenta que tal vez fueran unas 5 o
6, entre ellas las dos señoritas Brun, hijas de un notario de Rive-de-Gier.
Hacia 1727 se fueron a vivir a la abadía de San Antonio. Las religiosas pagaron
con su dote la parte de l edificio que aún habitan. Se afirma que el padre
Colin, junto con el Padre Champagnat, visitaron, acompañados del padre
Courveille, dicha abadía, con la idea de instalar en ella la Casa Madre de la
Sociedad de los Padres. Estas religiosas mantuvieron durante mucho tiempo,
correspondencia con el padre Courveille. Tras la muerte de la Hermana Filomena,
una de las más antiguas, se deshicieron de una buena parte de dicha correspondencia.
(38)
Cuando el Hermitage estuvo en condiciones de ser habitado, acudió a residir
allí el padre Courveille. Era el año 1825. Se había hecho reservar una
habitación. Ayudaba al Padre Champagnat y lo sustituyó ante los Hermanos
durante su enfermedad. Tenía muy a pecho que los Hermanos lo consideraran como
Superior, pero cuando el Padre Champagnat se restableció, los Hermanos se
apresuraron a ponerse nuevamente bajo sus órdenes. Esto molestó al padre
Courveille. Exigió, que mediante votación secreta, los Hermanos designaran a
quien querían. En las dos votaciones que hubo resultó elegido por unanimidad el
Padre Champagnat.
(39) Este
fracaso, junto con una caída escandalosa decidieron al padre Courveille a
encaminarse a la Trapa de Aiguebelle. Después de permanecer allí durante algún
tiempo, se retiró a la abadía de San Antonio que había comprado. Allí reunió
unos 12 o 15 jóvenes para hacer de ellos religiosos, al lado de las Hermanas.
Estos jóvenes pertenecían, por lo general, a familias acomodadas. Dos o tres
Hermanos se salieron abandonando al Padre Champagnat para engrosar esta nueva
comunidad. Uno de ellos fue el Hermano Dominico, pero al poco tiempo reconoció
su falta y regresó al Hermitage. Como el padre Courveille estaba ausente con
mucha frecuencia, estos jóvenes, sin nadie que los guiara, pronto se desalentaron
y se retiraron.
(40) El
padre Courveille contaba con el testamento que había dejado a su favor una rica
señora para poder pagar la abadía, pero los herederos directos de esta persona,
lograron revocar el testamento. Estando sin recursos, se vio obligado el padre
Courveille a salir precipitadamente de San Antonio, sin dejar rastro de su
paradero. Desde 1830 a 1832 se le ve en Apinac; allí poseía unos inmuebles. Su
tío, el cura Beigneux, lo mandaba a predica r, pero no le encomendaba otras ocupaciones.
Hacia 1832 desapareció de Apinac sin dejar huellas; se cree que se fue a
América. En 1836 entró como novicio en Solesmes. Allí permaneció durante 26
años y falleció como un buen Religioso Benedictino, según testimonio del Reverendo
Padre Abad de dicho convento". Soledad del Padre Champagnat.
(41) El
mal comportamiento del padre Courveille había desilusionado al padre
Terraillon. Salió del Hermitage y abandonó la Sociedad de María[48], que aún no se había constituido. Por más que hizo el Padre Champagnat,
no pudo hacerlo regresar. Como era el único sacerdote en el Hermitage, el Padre
Champagnat escribió al padre Barou, vicario general, en los siguientes
términos:
(42)
"Acudo a usted con mucha confianza, para hacerle partícipe de mis penas y
para hacer de su conocimiento mi angustiosa situación. Estoy solo, como bien
sabe, lo que da qué pensar incluso a las personas que ven con buenos ojos nuestra
obra y que nos ayudan con su generosidad. La gente, que casi siempre habla sin
conocimiento de causa, me achaca el haberme deshecho de los padres Courveille y
Terraillon; eso me causa mucha pena, sin lugar a duda, pero no me desanima,
porque ya esperaba y aún espero mayores pruebas . ¡Dios sea bendito! Tengo
siempre la seguridad de que Dios quiere esta obra, pero, ¡por desgracia! tal
vez quiera servirse de otros hombres para establecerla. El doloroso problema de
quien parecía estar destinado a ser el guía, resulta ser uno de lo s esfuerzos
más temibles que jamás inventó el infierno para arruinar una obra que preveía
iba a causarle tanto daño; sólo el pensar en este triste acontecimiento me hace
temblar.
(43) He
aquí brevemente mi situación: Tenemos en la actualidad doce es cuelas que es
absolutamente necesario visitar, al menos cada tres o cuatro meses para tener
la seguridad de que todo funciona bien, si se observa la Regla, si los Hermanos
viven el espíritu de su estado, si no tienen relaciones peligrosas con el
mundo, si dan a los niños una sólida instrucción religiosa y si los forman en
la piedad. Estas visitas también son necesarias para comunicarse con los
señores Alcaldes en lo referente a la administración de las temporalidades y la
percepción de las cuota s de los alumnos. Tenemos más de 2 000 alumnos en
nuestras escuelas; me parece que todo esto merece que se tenga alguna
consideración. Durante las vacaciones habitaremos aquí más de 80 personas.
Recaen en mí llevar las cuentas de la casa, la correspondencia, la
administración, el pago de las deudas, y por si fuera poco, el cuidado de las
temporalidades y el cuidado espiritual. Vea usted si puede una sola persona
darse a basto.
(44) Acudo
a usted, señor Vicario General, para hacerle partícipe de mi situación. Espero
que me ayude, proporcionándome alguien que vea con agrado la obra de los
Hermanos, alguien que sólo exija el vestido y la manutención. Creo que nos
convendría mucho el padre Seón, porque ama nuestra obra, tiene recursos y puede
ayudarnos mucho. Termino encomendándome a sus oraciones, pues ahora más que
nunca comprendo la verdad del Salmo: Nisi Dominus edificaverit domum, in vanum
laboraverunt..."
(45) El
piadoso Fundador escribió también en el mismo sentido, pero de un modo más
explícito, a su Excelencia, el Señor Arzobispo. Fue más tarde a entrevistarse
con el padre Barou y le manifestó el bien que podría hacer el padre Seón a los
Hermanos y que por otra parte contribuiría mucho al afianzamiento de la
Sociedad de los Padres Maristas en la diócesis. El padre Barou se lo prometió e
influyó en Monseñor para que se lo enviara. El colegio de Saint-Chamond estaba
dirigido por sacerdotes diocesanos. El padre Brun que era director, fue más
tarde cura de Ampuis y el padre Seón era uno de sus profesores; aún no era
Padre Marista, pero pronto lo fue y llegó a ser uno de los más destacados en
esta Sociedad. Mientras tanto, apreció mucho la obra del Padre Champagnat y le
fue un valioso auxiliar durante varios años. Promesas de los Hermanos.
(46) No
acabaron aquí las pruebas del buen Padre. Tras los duros trabajos de la
construcción, el cansancio de los viajes, los sinsabores con el señor
Courveille, los vituperios del Vicario General, la dolorosa enfermedad que
había sufrido, la salida del Hermano Juan María Granjon, vino a agregarse la salida
del Hermano Esteban[49], uno de sus primeros y mejores sujetos, cuyo nombre figura en los Registros.
Estaba bien formado, era hábil en los trabajos manuales, per o le fallaba la
obediencia. Lo trastornó un sacerdote que quería formar un asilo para
huérfanos. El Hermano Esteban se fue con él a pesar de las sabias
recomendaciones del buen Padre. Fracasó el proyecto y el pobre Hermano llevó
una existencia desgraciada.
(47) El
maligno hizo creer al Hermano Luis que daría mayor gloria a Dios estudiando
latín y haciéndose sacerdote. Como el buen Hermano era dócil, comunicó sus
pensamientos al Superior, recibió con humildad las advertencias y permaneció en
su vocación, llegando a ser uno de los mejores religiosos del Instituto; de él
se sirvió el buen Padre para fundar varias casas.
(48) El
piadoso Fundador permitió a varios Hermanos que después del Retiro, emitieran
en secreto[50], antes de comulgar, los tres votos religiosos. Posteriormente estos
votos se emitieron en público, pero los Hermanos jóvenes, sólo los hacían por
tres años. Mucho más tarde, sólo emitieron el voto de obediencia.
(49) Como
ya hemos dicho, los Hermanos Antonio (Couturier), Lorenzo (Audras), Francisco
(Rivat), Estanislao (Fayol), José (Ponset), Pablo (Préher), Esteban (Poinard) y
Damian (Mercier) emitieron en privado los tres votos que acabamos de señalar.
(50) Una
señorita de edad avanzada, llamada Gabriela, vino a establecerse al lado de la
casa para ocuparse de la limpieza de la ropa. La sustituyó después de su
muerte, Gabriela Fayasson, hermana de los Hermanos Simeón y Marcelo. Vino a
vivir con ella su madre, murió aquí y la enterraron en el cementerio. La hija
vivía todavía en 1890; así que sobrevivió a sus dos hermanos.
(51) Los
Hermanos Juan María (Bonnet), Hipólito (Remilleux), Juan José (Chillet), Juan
(Cholleton), tomaron el hábito azul durante este año.
(52) Desde
hacía unos nueve años el Padre Champagnat se valía de los sastres y zapateros
de La Valla para el arreglo del calzado y la confección del hábito de los
Hermanos. Aún tuvo que echar mano del zapatero a falta de quien lo hiciera,
para el arreglo del calzado; pero a partir de entonces, instaló una sastrería
en el Hermitage, sirviéndose del Hermano Hipólito que sabía algo de costura.
Este Hermano llegó a ser muy hábil; era de una entrega y paciencia a toda
prueba; llegó a ser muy estimado por todos los Hermanos y estuvo al frente de
la sastrería durante 43 años.
Fundaciones:
Neuville, Mornant
(53)
Durante este mismo año, el Padre Champagnat fundó las escuelas de Neuville, de
Mornant y de St Paul-en-Jarret. Hizo los gastos el señor Tripier, un excelente
cristiano, vecino de Neuville y agradecía en público el permitírsele emplear de
este modo su fortuna en una obra buena en favor de la población de Neuville. El
Hermano Juan Bautista, de 18 años y primer director, se sirvió, pero sin
exageración de sus servicios.
(54) Este
Hermano fue quien se negó a recibir una cuba de excelente vino que el señor
Tripier había mandado colocar en la bodega. Más tarde, otro director fue a
pedirle al señor Tripier 200 francos. En un arranque, le propinó un puntapié en
salvasea la parte. "Recibo esto para mí, repuso el Hermano, pero ahora, en
vez de 200 me dará 400 francos que le pido para la escuela" El señor
Tripier se los entregó sin replicar. Este buen hombre gastó toda su fortuna en
obras buenas, sin dejar ni siquiera con que pagar su entierro.
(55) El
Hermano Lorenzo estuvo primero al frente de la escuela de Mornant. Los Hermanos
estaban mal alojados, las letrinas se encontraban junto a la clase de los
pequeños y hacían insoportable el salón. Después de varias reclamaciones inútiles,
el buen Padre invitó a las dos autoridades a que visitaran la escuela. Cinco
minutos antes de la llegada, tomó el rastrillo y removió todo el excremento de
este lugar. Entraron los dos señores y se asfixiaban. ¡Qué pestilencia!, exclamaron.
"Pues bien, al igual que sus hijos, nosotros la tenemos que aguantar
durante todo el año, cada día". Repuso el Hermano Lorenzo. Estos servicios
fueron colocados en otro lugar más conveniente.
(56) El
Hermano Bernardino, primer director de St. Paul-en-Jarret, resultó ahogado. Fue
sustituido por el Hermano Luis y luego por el Hermano Javier. Organización del
Hermitage.
(57) Con
vistas a conseguir algunos ingresos para la Casa Madre, el buen Padre recibió
algunos interno s. También instaló un taller para fabricar cintas en el
aposento que estuvo destinado como capilla provisional el año anterior. Daba ocupación
a los postulantes cansados o que no podían hacer otra cosa. Allí estaba el
padre Bourdin, Marista, que aún era diácono y se encontraba en la casa desde
hacía varios meses. Después de su ordenación ayudó al Padre Champagnat. Antes
de retirarse, tras una enfermedad, el padre Terraillon cayó en estado de coma.
Como lo daban por muerto, lo habían revestido de sobrepelliz y de estola; lo
habían colocado en el lecho para velarlo, pues tenían la intención de
sepultarlo al día siguiente. Durante la noche una rata llegó a morderle una
oreja, despertándolo ante el estupor de todos los habitantes de la casa. Es te
buen sacerdote tenía una manía que con frecuencia ponía en aprieto a sus
penitentes: tras cada acusación les preguntaba por su empleo, si estaban dando
clase, si eran directores, cuántos alumnos tenían, cómo se llamaba el cura de
la parroquia, si era malo el director, etc.
(58) Desde 1817 hasta finales de 1826, sólo
habían fallecido tres Hermanos: el Hermano Juan Pedro en Boulieu, el Hermano
Pedro Roberto (Farat)) en el hospital de
Lyon y el Hermano Plácido en La Valla.
(59) Se
dio cuenta el piadoso Fundador de la necesidad de tener un cementerio para la
comunidad. Construyó uno de cinco metros de lado, contiguo al canal que llevaba
el agua del río al huerto y un poco más abajo de dicho canal. Este cementerio
contó con la autorización del señor Chaulieu, prefecto del Loira con ocasión de
una visita que realizó al Hermitage. El Hermano Cosme, muy joven, fue el
primero en ser enterrado en este cementerio, en 1827. El piadoso Fundador lo
había bendecido un poco antes y el padre Bourdin pronunció un sermón de
circunstancia. Tema de sus piadosas y emotivas reflexiones fueron: la soledad
inspiradora de profundos pensamientos, el río que señala el tiempo que corre y
la roca que por su inmovilidad, representa la eternidad. 1827
(60) Como
el padre Bourdin tenía que volver a Lyon, el buen Padre le encargó que comprara
diversos objetos. Dos días después, el viajero le escribió que el padre Cattet,
Vicario General, retrasaba su viaje al Hermitage por una semana y que por tal
motivo le devolvía el dinero del coche que había sido pagado para el regreso, y
añadía: "Corren rumores de que no volveré a estar junto a usted, debido a
la austeridad con que abruma y martiriza a los capellanes y a los Hermanos del
Hermitage. No hago caso de estos chismes, por lo que volveré pronto con
usted..." Esta carta es una prueba de que los envidiosos todavía difamaban
al piadoso Fundador en Lyon. El venerado Padre, el Hermano Pedro y otros varios
construyeron un edificio que constaba de planta baja y un primer piso, en el
patio sur. Salía del ángulo derecho de la casa, corría a lo largo del río y
daba vuelta entre el patio y la huerta hasta el camino del cementerio. No era
nada ostentoso. Pusieron allí la panadería y cocían el pan de la comunidad.
Varios Hermanos tuvieron este empleo por turno. No les habían enseñado el
oficio, pero no desmerecía del que se comía en La Valla. El agua del Gier era
tan buena p ara cocer el pan como para bebida. Esta construcción daba cabida
también al establo y a varios almacenes. Algo más tarde pusieron allí la
cordelería y la maquinaria para la lana. Visita de Monseñor de Pins.
(61) El 13
de junio, Monseñor de Pins honró al Padre Champagnat y a los Hermanos, con su
visita en compañía del padre Barou, Vicario General, y del padre Montagner,
promotor; los señores curas de Izieux y de Tarentaise estuvieron presentes con
Monseñor. Todavía no estaba trazado el camino de La Valla y el sendero que
corría junto al río estaba en mal estado. Su Excelencia vino a pie desde el
Creux hasta el Hermitage. El buen Padre y el padre Séon habían mandado preparar
un templete sostenido por cuatro columnas, una en cada ángulo, adorna das con
follaje. Se instaló Su Excelencia y fue saludado por el joven Hermano Juan
(Cholleton) con unas palabras de bienvenida. Su Excelencia respondió paternalmente,
luego subieron a la capilla y a petición del piadoso Fundador, Su Excelencia
bendijo la casa, empezando por el dormitorio denominado "Santa María"
(62) A
continuación presentamos el lacónico informe de esta bendición: "El año de
mil ochocientos veinte y siete, el 13 de junio, Nos. Pablo Gaston de Pins,
arzobispo de Amasia, Administrador Apostólico de la diócesis de Lyon, a las
tres de la tarde, acompañado de los Padres Barou, Gran Vicario, Montany,
Promotor, y de los padres Farge, cura de Izieux, Préher, cura de Tarantaise,
Séon y Champagnat, hemos bendecido la casa del Hermitage"[51],
(63) Ya
hemos dicho que el Padre Champagnat había ido a visitar a Monseñor y que su
Excelencia le había concedido poder dar a sus Hermanos una indumentaria más
religiosa. Hay fundamento para creer que el piadoso Fundador aprovechó la
visita para dar el hábito a los Hermanos y que se lo pusieron para acompañar la
procesión antes del arzobispo. Pero no le permitió que lo vistieran sino en
parte. La continuación del relato nos probará que este hábito no quedó completo
sino hasta 1829, después de las dificultades que un cierto número de Hermanos
suscitaron, como lo explicaremos en su debido lugar.
(64) Al
abandonar el Hermitage, después de la triste historia del padre Courveille, el
padre Terraillon fue nombrado vicario de Ainay, luego párroco de Fontaine,
después de Nuestra Señor de Saint-Chamond en donde cedió su puesto al padre
Vanel en 1839 para reingresar a la Sociedad de los Padres Maristas. Fue una
conquista del venerado Padre Champagnat, como ya lo hemos señalado.
(65) Como
vivían muy pobremente en el Hermitage, Su Excelencia se fue a comer a casa del
padre Dervieux, cura de Saint-Chamond.
Progresos
del Instituto.
(66) El 16
de septiembre, el venerado Padre, debidamente autorizado, erigió el Viacrucis
en la capilla, redactando la instalación de la siguiente forma: "Nos, el
abajo firmante, Marcelino Champagnat, sacerdote, Director de los Hermanos de
María, hemos erigido el Viacrucis en virtud de la autorización concedida por el
padre Barou, Vicario General, el 24 de abril de 1825".
(67) El
buen Padre fue informado de algunos abusos en las escuelas. Se habían realizado
reuniones y viajes sin la debida autorización. Durante el Retiro, llamó seriamente
la atención a los que habían faltado, y tres Hermanos se sintieron ofendidos en
su amor propio. Uno de ellos tomó muy a mal la observación, se enojó y se salió
de la Congregación. En vano intentó otro Hermano hacerlo reconsiderar su
decisión. El desertor l e replicó, con una cara espantosa, lleno de cólera:
"Me retiro porque Dios me ha abandonado y estoy condenado".
(68) Se
fundaron las casas de Valbenoite y Saint-Symphorien-d'Ozon. El señor Cura
Rouchon comprendió que se había equivocado y que su tentativa de fundar una Congregación
docente, carecía de bases sólidas. Pidió al Fundador cuatro Hermanos y los
alojó decorosamente. El porvenir de esta casa sería brillante. De ello
hablaremos más adelante.
(69) El
padre Dorzat, que fuera condiscípulo del buen Padre en el seminario y que era
cura de Saint-Symphorien d'Ozon, instaló lo mejor que pudo al Hermano Pablo y a
otro Hermano en su parroquia. Estaban mal alojados. Tenían que soportar una
guerra sin cuartel de un maestro seglar, de nombre Françon. El ayuntamiento
también los molestaba continuamente. El sucesor del padre Dorzat no los veía de
buen grado y les ocasionó, algunas veces, molestias muy penosas para religiosos.
Uno de los directores, el Hermano Aubin batalló durante 33 años con el
susodicho, sin ningún apoyo, consumiendo su vida.
(70)
Tomaron el hábito religioso los Hermanos siguientes: Alexis (Fréron), Anselmo
(Poujard), Teodoreto (Fayason), Atanasio (Billon), Andrés (Aubert), Gebuin
(Dervieux), Bernardino (Defour), Máximo (Bonnard), Felipe (Tardy) y Alejandro
(Soyères).
(71) El
Hermano Juan Pedro (Deville), emitió en privado los tres votos.
(72) El
Hermano Bernardino (Perronnet) se ahogó accidentalmente y fue a reunirse con el
Hermano Cosme en el cielo.
(73) Los
tres Hermanos de Saint-Symphorien gastaron 389 francos; los de Charlieu, 350
fr. y los de Mornant 400 fr. No hicieron ricos ni a los carniceros, ni a los
expendedores de vino, ni a los pasteleros ni a los licoreros. Estos buenos Hermanos
se hubieran creído condenados si hubieran probado licores y repostería. Se
habían alimentado de pan moreno, papas, queso y legumbres; su bebida había sido
agua clara y su salud era excelente.
1828
Innovaciones.
(74) Ya
dijimos que después de la visita realiza da por nuestro piadoso Fundador al
Señor Arzobispo en 1824, y con su autorización, se había cambiado la forma y el
color del hábito de los Hermanos, para darle un aspecto más religioso. El azul
quedó sustituido por el negro, el pantalón largo por un pantalón hasta la
rodilla, la levita por una sotana que llegaba hasta los tobillos, abotonada
hasta abajo; la capa permaneció igual, excepto en el color; el sombrero de copa
quedó reemplazado por el de tres picos. Se añadió el rabat blanco, el cordón y
la cruz de cobre incrustada de ébano, pero, durante mucho tiempo, los novicios
no usaron el rabat mas que a su salida del noviciado. Tomaron el cordón hasta
el día de la emisión de los tres votos temporales y a partir de 1841, al hacer
el voto de obediencia. La cruz se entregaba el día de la profesión perpetua. La
oración que los profesos debían pronunciar, al ponerse su cruz, cada mañana,
indica con qué intención se las había entregado el piadoso Fundador: al verla
en su pecho, deben recordar que están muertos al mundo, y que deben seguir al
divino Crucificado. El cordón con el que se ciñen debe recordarles que su
voluntad tiene que ser conforme a la de Dios, que se la manifiesta por la Regla
y los superiores a quienes deben obedecer . La blancura del rabat, cuya vista
no puede pasar desapercibida, les recordará con qué pureza de intención deben
realizar todas sus acciones. Cierto día le comentaron al buen Padre, que la
gente encontraba más bonito nuestro hábito que el de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas; "Me apena mucho, respondió con rapidez, no es por
nuestro hábito ni por nuestros modales mundanos, por los que debemos agradar a
la gente, sino únicamente por una vida ejemplar que pueda llevarlos a la
virtud"
(75 ) El
asunto de las medias no se trató por entonces; los Hermanos seguían usando las
de punto. En la época en que nos encontramos, el buen Padre modificó la sotana.
Los botones fueron remplazados por broches hasta abajo del estómago; luego,
estaba cosida. El buen Padre veía serios inconvenientes en las medias de punto:
1. Con estas medias, era imposible tener uniformidad; 2. Favorecían la vanidad,
el lujo y algunos Hermanos se habían conseguido ya algunas de seda; 3. Eran
ocasión de relaciones frecuentes con personas de otro sexo. Para cortar por lo
sano con tales inconvenientes que podían llegar a ser graves, el Fundador quiso
establecer las medias de tela. Sin embargo, obró cautelosamente. Al principio
no fueron obligatorias más que para acercarse a comulgar.
(76) El
buen Padre veía también las dificultades de los niños con la antigua pronunciación
de las consonantes, dificultades que hacían muy lento su adelanto. Le pareció
más asequible la nueva pronunciación. La propuso a los Hermanos. Estos,
acostumbrados al sistema antiguo, en su mayoría se mostraron reacios al cambio.
El Padre los animó a intentarlo durante un año, en el cual, él mismo
consultaría a personas competentes. Al cabo de ese año, la mayor parte de los
Hermano s habían puesto muy poco empeño y acabaron rechazándolo. El buen Padre
les hizo ver las grandes ventajas del método y determinó que fuera aceptado por
todos. Las intrigas, dominadas.
(77) Esta
decisión disgustó a cierto número de Hermanos. Estaban más inconformes todavía,
con las medias de tela. Algunos de mal espíritu, calentaron la cabeza a los
demás. "Estas medias, decían, son más caras que las otras y por lo tanto,
menos de acuerdo con la pobreza. La gente se burla de ellas". Unos las
encontraban demasiado calientes, y otros, demasiado frías. Con gran paciencia,
el piadoso Fundador demostró que tales razones no tenían fundamento, que las
medias de tela duraban el doble que las otras y en consecuencia, resultaban
menos caras. El mismo las había usado en sus viajes y las había encontrado
bastante buenas. "El único motivo que los impulsa a mantener las medias de
punto les dijo, es que son más mundanas. Y esta es precisamente la razón,
después de haberlo consultado con personas juiciosas, que me decide a
suprimirlas". Los Hermanos aceptaron tal decisión, excepto tres cabecillas
que habían perdido el espíritu de su estado. Se pusieron de acuerdo, obraron
con astucia, ganándose para su causa a cierto número de Hermanos, y uno de los
capellanes. Orgullosos de su éxito aparente y sabedores que los Vicarios
Generales iban a hacer una visita al Hermitage, les dirigieron una petición, la
hicieron firmar por sus adeptos e incluso por otros que no sabían a ciencia
cierta de qué se trataba.
(78)
Algunos de los Hermanos más buenos, afligidos por el cariz que tomaban las
cosas, se pusieron de acuerdo y fueron a ver al Fundador, cuya fidelidad sirvió
de consuelo. Uno de ellos buscó a uno de los firmantes, le reprochó su
conducta, y lo determinó a ir a buscar al Padre, quien lo obligó a pedir perdón
a toda la comunidad reunida. Este acto de humildad, ridiculizado por los
rebeldes, apartó de ellos a la mayoría de los Hermanos que los habían seguido
en un principio. Para poner fin a esta incipiente rebeldía, el piadoso Fundador
llamó a los primeros que se habían opuesto. Les indicó que preparan en secreto
y que iluminaran profusamente un altar en la capilla, en el que debían colocar
la estatua de la Patrona de la casa. Tal indicación fue seguida al pie de la
letra.
(79) Al
dirigirse a la capilla, como de costumbre, a las ocho y media de la noche, para
la visita al Santísimo Sacramento, los Hermanos quedaron extrañados viendo el
altar iluminado en esa forma . El buen Padre estaba ante el Santísimo. Uno de
los Hermanos, de los que primero se habían opuesto a esta rebeldía, se puso de
rodillas y le habló en los siguientes términos: "Reverendo Padre, profundamente
afligidos por lo que sucede en la casa y queriendo caminar fielmente por el camino
de la obediencia y de la perfecta sumisión, nos ponemos a sus pies para
expresarle nuestros sentimientos por el escándalo que se ha creado entre nosotros,
y manifestarle el deseo que tenemos de permanecer dóciles a su voluntad. En
consecuencia, postrados ante Nuestro Señor Jesucristo, y en presencia de María,
nuestra divina Madre, le solicitamos las medias de tela, al igual que la sotana
cosida y con broches por delante, prometiéndole llevarla toda nuestra vida.
También le prometemos seguir, en la enseñanza, las reglas que nos ha trazado,
de una manera particular, el emplear la nueva pronunciación de las consonantes,
en fin, no tener en estos puntos y en todo lo demás, otra voluntad que la
suya".
(80 )
Después de esto, el Padre dijo con voz fuerte y señalando con el dedo el altar
de María: "Que los que quieran ser buenos religiosos y verdaderos hijos de
María, pasen aquí, al lado de su divina Madre". Todos se precipitaron,
excepto los dos cabecillas de la rebelión. El Padre les preguntó si no querían
reunirse con los demás. Respondieron con frialdad que no. Al día siguiente
fueron despedidos. Uno de ellos fue maestro en Colombier, en las faldas del
Pilat, durante largos años. El otro, llama do Aubert, se instaló en Perigneux,
en donde fue reemplazado por los Hermanos en 1852, a pesar suyo, ya que le
escribió al Reverendo Hermano diciéndole que no se fiara de las promesas que le
hacían las autoridades locales. Uno de sus hijos se hizo sacerdote. Se
encontraba en Rive de Gier cuando murió su padre en 1887.
(81) Todos
los firmantes, con conocimiento de causa, a excepción de dos, abandonaron con
el tiempo su vocación. Eran sujetos capaces, que en un principio habían sido el
consuelo del piadoso Fundador, pero que habían perdido el espíritu religioso
por sus relaciones irregulares con el mundo, y por la negligencia de los
ejercicios de piedad.
(82) Con
el objeto de no atenuar la crisis que acabamos de narrar, al fragmentarla,
diremos que fue un reflejo del combate entre los ángeles buenos y los rebeldes,
crisis que amenazó la existencia misma de la Congregación, y que hemos mezclado
los acontecimientos sucedidos durante los dos años de 1828 y 1829. Pasamos a
completar los relativos a 1828.
Una ojeada
de conjunto sobre la Sociedad de María.
(83) De
una carta dirigida al Padre Champagnat, en abril, por el padre Colin, el mayor,
se deduce: 1. Que hubo una reunión de Sacerdotes Maristas en Belley, y que
esperaban al bu en Padre; 2. que el padre Colin, el menor, era superior de los
Padres, de los Hermanos y de las Hermanas; 3. que se construyó una casa para
los Padres en un lugar denominado Buen Reposo; 4. que estaban contentos con la
sobrina del Fundador, hija de Juan Pedro y que esperaban la llegada de su
hermana en poco tiempo. El buen Padre asistió a tal reunión.
(84) El
padre Séon era el capellán del Hermitage. Los Padres Maristas no recibían
todavía el nombre de "padres". El excelente Hermano Estanislao era
admirable por su constante entrega. Era sacristán, encargado de la ropería y
amigo de todos los que se desalentaban.
(85) Los
Hermanos Clemente (Perrier), Benito (Deville), Mateo (Dérisson), Vicente
(Barnait), Silvestre (Desmont), Carlos (Souchon), y Timoteo (Bouchet), tomaron
ese año el hábito.
(86) Los
Hermanos Luis (Audras) y Juan Bautista (Furet) hicieron su profesión, en
privado, como lo habían hecho sus predecesores. El Hermano Bruno (Boule) se fue
a la eternidad.
(87) Los
Hermanos de Charlieu habían gastado 402.50 fr; los de Mornant, 425 fr.; los de
Saint-Paul-en-Jarret, 521 fr.; los de Neuville 456.85 fr. De ninguna manera
habían dado lugar a la gula ni a sus aliados.
1829
Solicitud
de la autorización legal.
(88) En
enero el piadoso Fundador dirigió a todos los Hermanos la siguiente circular:
"Queridos Hermanos: Dios nos ha amado desde toda la eternidad; nos ha
escogido y apartado del mundo. La Santísima Virgen nos ha plantado en su
jardín, Ella tiene cuidado de que nada nos falte.
(89) El
Señor Administrador sale a París, y, ocupándose de los asuntos de la Iglesia,
velará por nuestros intereses ante el rey. El cuidado y el celo que tiene con
nuestro establecimiento, deben llevarnos a la gratitud y al re conocimiento
hacia este buen Padre: por lo tanto, suplicaremos, oraremos, daremos gracias,
por todos los hombres, por los reyes y por todos los que detentan alguna
dignidad, para que llevemos una vida apacible y tranquila, en la piedad y en la
pureza de costumbres; ya que esto es agradable a Dios quien quiere que todos
los hombres se salven.[52]
(90)
Recibida nuestra carta, recitarán, durante 9 días seguidos, las letanías de la
Santísima Virgen, con los niños, al terminar la clase de la mañana o durante la
visita al Santísimo Sacramento, para implorar un feliz viaje para Monseñor y
sus acompañantes. Les agradecemos sus buenos deseos y les deseamos también un
feliz año."
(91) Hasta
estas fechas, el Fundador había logrado librar a los que estaban sometidos a
las leyes militares. Las ordenanzas de 1828 hacían esta exención más difícil.
El buen Padre comprendió que había que pensar en solicitar una autorización
real para su Congregación. Preparó, pues, los estatutos que pensaba dar a los
Hermanos; redactó una carta de petición y llevó los documentos al señor Arzobispo.
El prelado acababa de ser nombrado "Par de Francia". Gozaba de gran
prestigio ante el Rey: se podría encargar perfectamente de nuestros asuntos.
Asuntos financieros
(92)
Recordemos que el señor de Chaulieu, prefecto del Loira, había visitado el
Hermitage, en 1826, y que había autorizado la construcción de un pequeño cementerio.
Poco tiempo después consiguió del Consejo General del Loira la cantidad de 1
500 fr. para ayudar al piadoso Fundador en la formación de sus Hermanos educadores.
Esta cantidad fue aprobada y pagada desde entonces, cada año.
(93) El 5
de febrero, en la oficina de la señorita Finaz, el Padre Champagnat, tras haber
adquirido los derechos del padre Courveille, mediante escritura otorgada en
Chavanay, vendió y cedió al señor Couturier una parte de la casa y de las dependencias
del noviciado de La Valla, mediante el pago de 1 000 fr, pagaderos en 1833, con
un interés del 4%. Ya había vendido la otra parte y las dependencias del
noviciado, el 1 de mayo de 1827 al señor cura Bedoin, para la escuela y el alojamiento
de los Hermanos de La Valla; no sabemos la cantidad. Nadie se atrevió a
preguntarlo y el acta desapareció. Es de suponer que se mostró muy asequible.
(94) El 24
de agosto de 1829, en el despacho de la señorita Finaz, el señor Ginod y su
esposa vendieron al Padre Champagnat, un bosque de 9 áreas, al precio de 300
fr. quienes manifestaron haber recibido el dinero en efectivo.
Fundaciones:
Millery y Feurs.
(95) Se
fundaron los establecimientos de Millery y d e Feurs. Los Hermanos fueron
solicitados a Millery por el señor cura Desrosier y el alcalde Thibaudier. Este
había comprado una vieja mansión y la había donado al patrimonio parroquial,
con la condición que se instalará allí una escuela atendida por los Hermanos. Esta
casona había costado 2 000 fr. Uno de los hijos del señor Thibaudier asistió a
la escuela de los Hermanos, prosiguió sus estudios, llegó a ser obispo auxiliar
de Lyon, luego obispo titular de Soisson; actualmente es arzobispo de Cambrai.
Siempre le gusta recordar, incluso en sus cartas pastorales, que fue alumno de
los Hermanos Maristas; que su escuela funcionaba perfectamente, que el orden y
la disciplina reinaban en ella, que las oraciones y el catecismo tenían un
lugar privilegiado, pero sin descuidar las otras asignaturas, y que no lo
cambiaría a ningún precio por las escuelas de nuestro tiempo. En todas sus
visitas, Su Excelencia pedía noticias del buen Hermano Teodosio, que aún vive,
y que fue su profesor. El Hermano Antonio fue el primer director de esta obra.
El Padre Champagnat compró un local contiguo por la suma de 7 000 fr. y se
instaló un pequeño internado en 1833.
(96) Los
Hermanos no echaron raíces en Feurs, dicho centro fue clausurado dos años
después.
Compromisos
y perseverancia.
(97) Hasta
este año, no se había llevado ningún registro que dejar constancia de las tomas
de hábito ni de la emisión de votos. Para salvar esta deficiencia, el Venerado
Padre ordenó que se diera inicio a tres tipos de registros: uno de las tomas de
hábito, otro de los votos temporales y un tercero para las profesiones
perpetuas. Todos los Hermanos quedaron invitados, en la medida que se presentaban,
a escribir, de su puño y letra, el acta de su toma de hábito, de sus votos
temporales y de su profesión perpetua, en cada uno de los diferentes registros.
Varios de los exclaustrados ya no estaban para poder hacerlo, alrededor de 20,
según el Hermano Avit, habían abandonado la Congregación antes de 1839. Otros
se contentaron con redactar el acta de su toma de hábito y sus votos temporales
en los respectivos registros y sus nombres no aparecen en el registro de las
tomas de hábito. Cuando nuestros sucesores revisen estos tres registros, se
darán cuenta que tan solo son borradores, tanto más, cuanto que no existe
ningún orden cronológico. Ya hemos mencionado la fórmula que cada novicio
escribía personalmente, en el registro de tomas de hábito. Transcribimos la que
cada Hermano profeso asentaba en el registro de profesiones: "Yo,
infrascrito, H. N... hijo de ..., nacido en ..., de ... años, doy fe y declaro
que, por gracia de Dios, he sido admitido en el noviciado de la Sociedad de
María, el ...; que el ..., he tenido el honor de revestir el santo hábito
religioso, después de haberlo solicitado humildemente al Reverendo Padre
Superior, y luego, con la autorización del mismo superior, abajo firmante, para
certificar tal autorización, yo, el ..., en la capilla de la casa de Nuestra Señora
del Hermitage, antes de recibir la Eucaristía, en la Santa Misa, he hecho en
privado, pero voluntaria y libremente, los tres votos perpetuos de pobreza, de
castidad y de obediencia, a los superiores de esta Sociedad de María, según sus
estatutos y sus fines . Como testimonio de lo cual, he firmado esta acta, en
presencia de los Hermanos... que también firman al calce."
(98) Los
tres votos perpetuos habían sido emitidos y siguieron siéndolo, con esta
fórmula, hasta 1836.
(99) Los
Hermanos Juan Crisóstomo (Doche), Juan (Dumaître), Marcelino (Moreaux), Pothin
(Toucheboeuf), Gébuin (Barthélemy), Ireneo (Quiblier), Jerónimo (Grappelous), Celestino
(Chanavat), Simeón (Defour) y Silvestre (Vèbres) revistieron el santo hábito
durante este año.
(100) A
pesar de los desagradables acontecimientos que hemos descrito, a propósito de
las medias de tela y del nuevo método de lectura, los dos Hermanos Mateo
(Dérisson) (Leer Dérisoud) y Javier (Prat), hicieron su profesión. Estos hechos
por demás penosos, no habían tenido otra consecuencia más que la salida de los
dos sujetos que se habían mostrado obstinados en su rebeldía.
(101)
Cinco Hermanos y dos postulantes pasaron a mejor vida: los Hermanos Gébuin
(Dervieux), Juan (Cholleton), Silvestre (Desmond), Gébuin (Barthélemy), Timoteo
(Bouchet), Thomassot y Bonnevie Pierre . El Hermano Gébuin (Barthelemy) remplazó
al Hermano Gébuin (Dervieux), quien, aunque muy joven, (17 años) había llenado
toda una vida. El padre Bourdin escribió su vida y la d el Hermano Juan (Cholleton).
Presentamos un breve resumen, en el que se lee: El P. Bourdin, biógrafo de
Hermanos.
(102)
"Juan Bautista Dervieux, nació en Saint-Clair, cerca de Boulieu, fue
enviado a la casa de su tío en Ampuis, allí asistió a la escuela de los
Hermanos durante dos años. Edificó a sus condiscípulos y a sus maestros, por su
piedad, su modestia y su obediencia. Entró al noviciado, de manera gratuita, en
marzo de 1827. Edificó a todos. Destinado a Saint-Paul-en-Jarret, en octubre d
e 1828, cayó enfermo y regresó al Hermitage. Estuvo encargado de las lámparas.
Todos admiraban su humildad, su piedad y su obediencia. El mal se fue agravando;
teniendo que guardar cama. Durante su enfermedad, oró por el Hermano
Estanislao, enfermero, cuya vista se había debilitado considerablemente, y le
obtuvo una perfecta curación. Murió el 6 de mayo de 1829." Algunos días después,
el piadoso Fundador, el padre Bourdin y el vicario de Tarentaise observaron,
por separado, un suave olor que salía de su tumba. El Hermano Paul, de quien el
joven Hermano Gébuin había sido alumno, confirma plenamente lo dicho por el
padre Bourdin sobre este piadoso Hermanito.
(103) Juan
Cholleton, el Hermano Juan, nació en Auvergne, de padres vagabundos. El padre
Cholleton, vicario general de Lyon, su primo, lo colocó en Verrières, donde se
distinguió por su vanidad, ligereza y flojera. Un año después, su primo
presionó para que fuera aceptado por el Padre Champagnat. El aspecto adusto del
Hermitage y la figura triste de un postulante lo desanimaron y quiso retirarse.
El buen Padre lo detuvo. Juan escandalizaba a sus compañeros por sus ligerezas
y sus tonterías. Una severa regañada del Padre, fue para él el golpe de la
gracia. Combatió denodadamente contra su ligereza irreflexiva, la dominó y
floreció en su lugar, la piedad, la caridad, la modestia y el amor a Nuestro
Señor, en donde alimentaba su viva imaginación. Se dudó de su conversión y lo
pusieron a prueba, éstas no hicieron más que afianzarlo. El Padre lo admitió a
la comunión frecuente. Creció en la humildad, se esforzó en obrar siempre en la
presencia de Dios y se desapegó de las cosas terrenas. Escribió varias de sus
meditaciones. He aquí un fragmento de la relacionada con las pasiones.
"Tengo pasiones, puesto que hasta el hombre justo las tiene. Debo
combatirlas y perseguirlas sin descanso; pues son ellas las que ocasionan el
pecado en el alma; si no las tengo controladas, me traicionarán y ocasionarán
mi ruina. Mi corazón es una fortaleza de donde debo expulsar todos mis enemigos
para hacer reinar en él a Jesucristo, mi mejor amigo. De esta manera, Dios mío,
tomo en tu presencia la resolución de estar siempre en guardia, en lo que
respecta a mis pasiones, y combatirlas por la virtud contraria, etc."
(104) Al
terminar sus estudios de una manera satisfactoria, fue nombrado vigilante de
los internos y luego ayudante del Hermano enfermero, desempeñando muy bien
ambos empleos. El médico decía de él: "Es un tesoro para los enfermos."
Le vinieron fuertes dolores de piernas. Lo enviaron a La Valla a la clase de
los más chicos. Se desempeñó tan bien, que el señor cura estaba asombrado. Era
muy celoso y muy caritativo. Sus conversaciones eran muy piadosas. Al Hermano
Hilarión que le preguntaba sobre su pueblo y su edad, le respondió: "Ya
cumplí mis 17 años. Si Dios, que tiene en cuenta el mérito y no los años, me
hiciera la misma pregunta, me encontraría ya viejo y muy pobre. Mi madre me
trajo al mundo en un viaje, el 24 de junio, fiesta de mi santo patrón, a la
hora en que mi Redentor moría por mí. Mis padres me abandonaron. Dios tal vez
me quiso hacer saber que soy un viajero en este mundo y que debo estar
desapegado de todo".
(105) De
regreso a La Valla, fue colocado en el taller de listones. El cura de
Saint-Chamond, al verlo, quedó admirado y le obsequió un crucifijo. Sus apuntes
y sus resoluciones, durante el retiro de 1828, son dignas de un religioso que
ha alcanzado una alta perfección. Una larga y dolorosa enfermedad aquilató sus
numerosas virtudes y lo condujo a la tumba, el 29 de julio de 1829.
El P.
Bourdin, archivos.
(106) El
padre Bourdin prometió a nuestros superiores proporcionarles numerosos datos
acerca de los primeros año s de nuestro Instituto. Había elaborado, en efecto,
un manuscrito bastante voluminoso sobre este asunto. Ya sea que pensara
afinarlo, ya sea que nuestros superiores no quisieran pasar por inoportunos,
dicho manuscrito no llegó completo a nuestras manos. El autor se había retirado
a la casa de su hermano en Chasselay. Murió hace cinco años, en 1885. Enterado
de su muerte, el padre Poupinel se dirigió a Chasselay, y solicitó consultar
los escritos del difunto, alegando que contenían datos muy valiosos referentes
a su Sociedad y que le pertenecían. El señor Bourdin accedió a la petición. El
padre Poupinel la aprovechó ampliamente. Durante tres días se encerró en la
habitación o guardaba la llave en su bolsa.
(107) Después
de su partida, el señor Bourdin encontró el departamento en completo desorden.
Todo había sido inspeccionado. Un buen número de papeles estaban regados por el
piso o sobre los muebles. Informados también de este fallecimiento, los
superiores delegaron al Hermano Euberto para que se presentara en Chasselay. El
señor Bourdin le enseñó los papeles abandonados por el padre Poupinel. El
Hermano recogió varias hojas relativas al Hermitage. El manuscrito del padre
había sido desencuadernado, y la mayor parte había desaparecido, muy
probablemente todo lo relacionado con los padres en el Hermitage. La mayoría de
las hojas que quedaban no tenían ninguna continuidad. Sin embargo, se encontraron
las dos biografías narradas más arriba, pero podemos suponer con fundamento,
que dicho manuscrito contenía otras, así como muchos detalles sobre los primeros
años, que serían de mucho interés para los Hermanos y de lo que lamentamos
mucho la desaparición.
(108) Esta
no es la única mala jugada que nos hacen los Padres Marista s. El 3 de octubre
de 1879, el Hermano Eubert facilitó al padre Lalande, 27 cartas enviadas por el
padre Colin, Superior General, a nuestro piadoso Fundador. El buen padre
Lalande remitió estas cartas a uno de los suyos, a Sainte-Foy. Inútilmente las hemos
reclamado en varias ocasiones. Sería por demás interesante para nosotros el
conocer su contenido. Cartas del R. P. Colin
(109) El
R. P. Martin, Superior General, se decidió, finalmente, en marzo de 1891, a
entregarnos dichas cartas, a continuación analizamos su contenido:
(110) Como
respuesta a nuestro piadoso Fundador, el 5 de diciembre de 1826, el P. Colin,
el menor, le explicaba que la realización de los proyectos del seminario no
podían ponerse en práctica, debido a la dispersión de lo s que los habían hecho,
pero que la Providencia proveería más tarde. Lo felicitaba por los progresos
que hacía la congregación de los Hermanos y de que por fin se hubiera liberado
de las miserias que le había ocasionado el P. Courveille. Le comunicaba que los
Padres Maristas acababan de encargarse del colegio de Belley, que todo marchaba
bien y que la Congregación de las Hermanas Maristas iba por buen camino.
(111) El
22 de mayo de 1828, el P. Colin se alegraba de que el Padre Champagnat iba a
cumplir, por fin, con la promesa reiterada varias veces, de ir a visitarlo a
Belley. El P. Séon lo acompañaría. Se congratulaba por las pruebas que acababan
de presentarse al progreso de nuestra Congregación, añadiendo que eso era una
señal visible de las bendiciones del cielo. Se encomendaba a las oraciones de
los Hermanos, que él mismo tenía muy presentes. Encomendaba al Padre, para que
se burlara finamente del P. Terraillon por su ascenso rápido en los honores, ya
que en poco tiempo fue misionero, vicario de Lyon, párroco de campo y que
acababa de ser nombrado cura de Saint-Chamond. Dígale, añadía, que no lo olvidamos
y que tarde o temprano regresará con nosotros.
(112)
Aunque los Padres Maristas no estaban todavía organizados, el P. Colin fue
nombrado superior. Manifiesta su extrañeza y su pesares a nuestro Fundador en
su carta del 22 de octubre de 1830. Le envía el proyecto de organización que
había ideado y le prometía que pronto le mandaría el reglamento que estos
Padres seguían en Belley.
(113) El 7
de noviembre de 1831 el Superior consolaba al P. Champagnat, diciéndole que las
contradicciones, las calumnias y las pruebas de toda clase, de las que era
objeto, perfeccionarían su virtud y afianzarían la obra de los Hermanos. Lo
invitaba para que hiciera con él una novena para conseguir que el asunto de
Valbenoîte fuera tratado con el P. Rouchon, en beneficio de la Sociedad de los
Maristas. Le pedía que trasmitiera sus saludos al P. Pompallier y a los padres
que se encontraban por entonces, en el Hermitage.
(114) El
31 de diciembre (1831) siguiente, le dio la orden de separar a los misioneros
de los Hermanos, reunir a los primeros en el Hermitage, y después de haber
orado con ellos y los Hermanos, proceder a elegir un superior para la diócesis
de Lyon, y mandarle de inmediato, el nombre del elegido. Le proponía que
considerara al padre Terraillon, párroco aún en Saint-Chamond, como formando
parte de la Sociedad. Agradece una vez más, las misas que le manda de vez e n
cuando.
(115) Da
la impresión que los padres del Hermitage no estuvieron de acuerdo y reclamaron
al Padre Colin, añadiendo que el señor Rouchon se mostraba sumamente exigente
en lo que se refería a la cesión de la antigua abadía de Valbenoîte. El Padre
Colin les contestó, el 3 de febrero de 1832 que no había sido su intención
contrariarlos en nada, que el señor Rouchon era de mucha edad para ingresar en
la Sociedad, que era preciso convencerlo para lograr un número suficiente de
habitaciones para los misioneros, quienes podrían servirle como vicarios,
dando, al mismo tiempo, algunas misiones en la diócesis. Esperando que todo
quede arreglado, añade, permanezcan en el Hermitage y ejercítense en las
virtudes religiosas bajo la dirección del Padre Champagnat. En cuanto a los
Hermanos del Hermitage, somos de la opinión que se dividan en dos categorías:
Maristas y Josefino, y que sus funciones sean diferentes al igual que su
indumentaria. Los Maristas podrán ser Josefinos, pero éstos nunca podrán ser Maristas.
Acondicionamos acá un establecimiento para ellos.
(116) Esta
idea del Padre Colin sobre los Hermanos nos parece muy especial. Está expresada
sin juicio en su carta. Queda claro que se trataba de arrebatar al Hermitage
Hermanos únicamente destinados para el servicio de los Padres Maristas.
(117) En
su carta del 8 de abril (1832), del mismo año, el Padre Colin aconseja al Padre
Champagnat para que se entienda bien con el padre Cattet, vicario general de
Lyon, para la organización del grupo de misioneros en la diócesis. Añade: ya
que a sus Hermanos no les agrada la idea de las categorías que he propuesto en
mi última carta, no pretendo contrariarlos, pero desearía que me enviara uno de
sus mejores sujetos para la dirección de los Hermanos Josefinos que formaremos
en Belley.
(118)
Según la carta del 7 de enero de 1834, el Padre Colin había renunciado a la
idea de formar Hermanos Josefinos en Belley. El Padre Champagnat le había
enviado a los Hermanos Timoteo y Andrés. Es taba satisfecho con el primero y
quería reemplazar el segundo por el Hermano Jerónimo o por el Hermano José. El
Padre Colin, el mayor, se encontraba con los misioneros en Valbenoîte y su
Hermano aplaudía el bien que realizaba. Agradecía al Padre Champagnat las 700 misas
que había recibido, de las cuales, 400 eran de 1 franco y 300 de 1.20 fr.
Externaba su opinión de que los Hermanos destinados a los trabajos manuales no
llevaran el rabat y que tuvieran un rosario en vez de la cruz de profesión.
Volvía sobre este tema algunos días más tarde, diciendo que los Padres
Maristas, probablemente no llevarían el rabat en lo sucesivo, y que no era
conveniente que los Hermanos, incluso los dedicados a la enseñanza, lo
llevaran. Quería, también, que lo s destinados a trabajos manuales fueran más
probados en el noviciado y dedicados muy poco tiempo a los estudios.
(119) El
11 de abril de 1836, el Padre Colin se excusaba ante el Padre Champagnat por no
haberle comunicado con anterioridad la feliz noticia de la aprobación de la
Sociedad de los Padres Maristas por la Santa Sede, que había tenido lugar el 11
de marzo anterior. El Santo Padre le había encomendado, al mismo tiempo, la
misión de la Polinesia. Informaba al Padre, que escogiera de inmediato a los
Hermanos que pudiera proporcionar para esas misiones lejanas, añadiendo que
tales Hermanos deberían tener una sólida virtud, instrucción religiosa bastante
amplia y muchas cualidades para los trabajos manuales.
(120)
Solicitaba un encuentro con el Padre Champagnat en Lyon, para algunos días más
tarde. He aquí el primer párrafo de la carta que el Padre Colin dirigió al
Padre Champagnat el 24 de junio (1836): " Sin duda estará enterado que el
Breve de aprobación de la Sociedad nos autoriza a elegir un superior general.
Mientras tanto, estoy lejos de considerarme como tal y por consiguiente, actuar
en calidad de tal. Acepto, hasta dicha elección, seguir, como en el pasado,
siendo el punto de encuentro, pero me cuidaré muy bien de dar órdenes o de
recibir votos. No es menos cierto que sus disposiciones me edifican
profundamente. Cómo quisiera que los demás cohermanos pensaran y actuaran como
usted. Espero que Dios les conceda dicha gracia con el tiempo..." La carta
añade: "El P. Mazelier me consulta acerca de la unión de sus Hermanos con
los suyos. Quisiera conservar la facultad de fundar escuelas con un solo Hermano,
al igual que algunas otras ya en uso. Espero su opinión para contestarle. No me
parece muy propicio este momento para un viaje a París. Podría confiar su
documentación al P. Depéry, vicario general de Belley, que sale para allá y me
ha prometido ocuparse de sus asuntos. El P. Pompallier espera aún su
consagración en Roma como obispo in partibus de Oceanía. Nos urge una casa
noviciado. Estoy dispuesto a establecer una cuanto antes, incluso en Lyon, en
donde las autoridades diocesanas me parecen mejor dispuestas. Si usted sabe de
alguna, hágamelo saber.
(121) La
casa de los franc-masones, denominada Pilat a, fue adquirida por este tiempo y
el noviciado de los Padres quedó establecido en ella. Poco tiempo después,
todos los padres se reunieron en Belley, hicieron un retiro, pronunciaron sus
votos y eligieron al Padre Colin, el menor, como superior general y al Padre
Champagnat como asistente. La Sociedad de los Padres Maristas, quedaba,
finalmente, constituida.
(122) Las
exigencias del padre Douillet, en la Côte, movían al Padre Champagnat a
quitarle los Hermanos. El primero de marzo de 1837, el Reverendo Padre Colin le
escribió que no se fuera a precipitar para evitar dañar a los Hermanos y a los
Padres en la diócesis de Grenoble. Dándole, por primera vez, el título de
superior.
(123) El
15 (de marzo de 1837) del mismo mes, el P. Séon, por entonces en Belley, le
escribió también, para pedirle que recibiera a su padre en el Hermitage,
ofreciéndose a paga cada año al menos 155 fr. que pagó en Lyon por el cuarto de
su padre. El Padre Colin adjuntó una carta para comunicar al Fundador que el
Padre Depéry se dirigía a París, que se ocuparía de nuestra autorización legal,
que sería más factible si el Padre Champagnat aceptaba los estatutos de una
congregación ya aprobada. El Señor Arzobispo era de la misma opinión y se disponía
a obtener l a autorización de la casa de Saint-Didier, fundada el año anterior.
(124) El
22 de junio (1837), del mismo año, el Reverendo Padre escribió al Padre
Champagnat que estaba contento con los Hermanos que estaban en Belley. Me
parece, añadía, que usted no se alimenta lo suficiente y que debería cuidarse
un poco más. Trasmita mis saludos al P. Terraillon.
(125) En
otras cuatro cartas del mismo año, el Reverendo Padre recomendaba a nuestro Fundador
examinar con toda seriedad las bases materiales que con venía dar a los establecimientos
de los Hermanos. Le encarecía que se ocupara menos de los trabajos manuales y
más de la espiritualidad del Hermitage, y de arreglar las cosas como si fuera
morir en 3 meses. Añadía: "El P. Douillet vino a verme a Lyon. Le suplico
que le devuelva los Hermanos y no precipitar nada con él. Tiene sus propias
ideas, pero es un buen hombre. Le prometí ir con usted a visitarlo después de
la fiesta de Todos los santos, para arreglar, en el mismo terreno, todas las
cosas .
(126)
"No tenemos en Lyon más que al Hermano Lucas. Usted sabe que necesitamos
otro. Mande también, los dos Hermanos necesarios para Belley a la mayor
brevedad, sobre todo al Hermano María, si usted puede pasarla sin él. El superior
de Fourvières me pide dos de sus Hermanos para atender la capilla. Podrían conservar
su hábito.
(127)
"El P. Lagniet va a ir a La Favorita. El P. Chaput lo reemplazará entre
ustedes. Le suplico me de a los Hermanos más capaces y más seguros para Belley
para no verme obligado a actuar de otro modo. Pienso en grandes cambios en el
gobierno de sus Hermanos pero tengo necesidad de su más completa obediencia.
Sus ideas me parecen, a veces, demasiado fijas, sus maneras demasiado bruscas y
sus bromas, con mucha frecuencia, fuera de lugar. Todos necesitamos orar mucho,
para conocer la voluntad de Dios".
(128) Como
se puede ver, estas cartas tienen párrafos un poco bruscos. el Reverendo Padre
ignoraba muchos detalles relativos a los Hermanos. A veces, estaba mal
informado sobre las actitudes dl Padre Champagnat. Estos dos excelentes religiosos
veían, con mucha frecuencia, las cosas desde un punto de vista diferente, pero
el futuro demostró que nuestro piadoso Fundador comprendía mejor la obra de los
Hermanos, que el superior general. Sus decisiones seguras, su juicio exacto y
la firmeza de sus determinaciones, rara vez lo hacían retractarse de lo decidido
tras madura reflexión. Según la opinión prudente y juiciosa del P. Matricon, no
sucedía lo mismo con el Reverendo Padre Colin. Los Padres tuvieron un Capítulo
General del que formó parte el P. Matricon, nos permitimos preguntarle si el
Capítulo había determinado sus Constituciones. Nos respondió: "Nos son muy
necesarias. Nuestro Reverendo Padre Colin siempre tiene ideas nuevas y su deseo
de hacer bien las cosas, lo hacen cambiar constantemente y le impiden decidir
algo".
(129) El
14 de julio de 1838, el Reverendo Padre escribió que el Hermano Régis no era
apto para las misiones de Oceanía. Este He rmano fue, no obstante, enviado con
su consentimiento. El Hermano Juan Francisco Regis lo había consultado sobre su
proyecto de hacerse sacerdote. El Reverendo Padre le respondió que lo
dispensaría de sus votos, pero que él era responsable de todos l os trámites
necesarios. Uno de los Hermanos que servían a los padres en Lyon, se encontraba
enfermo, era necesario reemplazarlo. También, urgía prever, a la mayor brevedad
posible, los Hermanos que partirían a las misiones, proveerlos de ropa y zapatos.
(130) El
22 de febrero de 1839, el superior general dirigió una severa y especial
admonición a nuestro piadoso Fundador, que transcribimos a continuación:
"Ya van cuatro o cinco veces que personalmente le he pedido o le he
mandado pedir que envíe un Hermano al padre Chanut, en la diócesis de Burdeos.
Mi solicitud, tantas veces reiterada, le manifiesta la importancia que doy a
este acto de obediencia que espero de usted. Acuérdese que María, nuestra
Madre, quien debemos tomar como modelo, después de la ascensión de su divino
Hijo, se dedicó por completo a atender las necesidades de los apóstoles y que
ese es uno de los primeros objetivos de la Congregación de los Hermanos y de
las Hermanas Maristas, respecto a los Padres de la Sociedad, p ara que éstos, puedan,
libres de los asuntos temporales, entregarse con mayor libertad a la salvación
de las almas. Un Hermano al servicio de los Padres de la Sociedad, realiza 20
veces más bien, a mi modo de ver, que si estuviera trabajando en un municipio,
en donde, gracias a Dios, no faltan, hoy día, los medios para instruir a la
juventud. Pero usted nunca ha logrado entender esta orden y este objetivo de la
Sociedad. Sea lo que sea, después de recibir mi carta, pasará tres días en una
especie de retiro para humillarse delante de Dios por haber hecho hasta el
presente, tan poco caso de su divina voluntad, sobre ciertos aspectos...
(131) Da
la impresión de que habían calentado la cabeza al Reverendo Padre Colin. La
idea de Hermanos servido res y de predicadores, le obsesionaba de tal manera,
que consideraba nulo cualquier otro bien que pudiera hacerse. Cayendo, así, en
el mismo defecto que reprochaba al Padre Champagnat de tener ideas demasiado
fijas. Este, trabajaba desde hacía veinte años, en llevar a cabo uno de los proyectos
del seminario, preparando buenos maestros para la juventud. No era, por lo
tanto, cuestión de formar una congregación de Hermanos criados, quienes, por
otra parte, podían muy bien ser buscados y formados por los mismos padres. El
Padre Champagnat no merecía, pues, semejante reproche que se le daba. Por lo
demás, como lo veremos más adelante, el Padre Colin presidió la elección del
Hermano Francisco y sus asistente, algunos meses más tarde, sin hacer ninguna
referencia a las características de la obra fundada por nuestro venerado Padre.
(132) En
la carta del 24 de abril de 1840, se lamentaba por el estado de salud del Padre
Champagnat, y sobre el vacío que su muerte dejaría entre los Hermanos. Le
aconsejaba que pusiera a los Hermanos en las manos del arzobispo de Lyon,
esperando, que su Excelencia, escogería a un Padre Marista para dirigirlos. Le
encomendaba que examinaran este punto con los Hermanos Francisco y Luis María.
El piadoso Fundador reglamentó todo algunos días después, en su testamento espiritual.
(133)
Aunque las cartas que acabamos de analizar fueron escritas en diferentes
fechas, creímos necesario reunirlas e intercalarlas en este momento, 1º casi habíamos
acabado nuestro trabajo cuando el Reverendo Padre Martin aceptó entregárnoslas;
2º lo poco que hemos recogido, parecería sin razón en la fecha respectiva; 3º
porque las relaciones del Reverendo Padre Colin con nuestro piadoso Fundador,
sus ideas cambiantes y su acción sobre nuestra Congregación, quedan mejor
resaltadas de esta forma.
1830
Consecuencias
de la revolución
(134) A
pesar del riguroso invierno de 1830, el Padre Champagnat, Felipe su sobrino, y
otros Hermanos, arrancaron los árboles, removieron las rocas y formaron la gran
terraza, al igual que el camino que conduce a ella, en la vertiente occidental
de la parte oriental. Se empezó a organizar un poco la enfermería, pero
faltaban las habitaciones al igual que la botica.
(135)
Monseñor de Pins había obtenido la autorización legal de nuestro Instituto. Ya
había sido redactada la Ordenanza Real. Mientras esperaba la firma del rey
Carlos X, la Revolución de julio destronó al monarca y fue reemplazado por
Luis-Felipe, quien tomó el título de rey burgués.
(136) Los
1500 fr. autorizados anualmente por el Consejo General del Loira, quedaron
suprimidos. Estos contratiempos no desalentaron al piadoso Fundador. Permaneció
firme y sereno, en medio de una general agitación. A algunos de sus Hermanos
que se encontraban inquietos por los acontecimientos, les escribió: "No se
inquieten, no tengan miedo, ni por ustedes ni por sus establecimientos. Dios es
quien permite y dirige todos los acontecimientos, El los encamina para su
gloria y el bien de sus elegidos. Los malvados no tienen más poder que el que
Dios les concede. Como a las aguas del mar, les manda: avanzarán hasta allá,
pero no más lejos. Las precauciones que deben tomar, son el no temer nada, ser
prudentes y circunspectos en sus relaciones con el mundo y con los niños, no
ocuparse, de manera absoluta, en los asuntos políticos, y permanecer bien
unidos a Dios. Su hábito religioso, lejos de ser para ustedes un peligro, es
una salvaguardia... Acuérdense de esta palabra de la Escritura: Hasta los
cabellos de su cabeza están contados, y ni uno solo de ellos caerá sin la
autorización de su Padre celestial. No olviden que María es su protectora, y
que es terrible contra los enemigos de su salvación, como un ejército en orden
de batalla". Lejos de atemorizarse, el buen Padre solicitó la autorización
para tener una toma de hábito, el 15 de agosto, al Arzobispo. Esto produjo
mucha extrañeza: "Vaya tipo de hombre que es Champagnat, decían, mientras
que todos tiemblan, él no tiene ningún temor; mientras las otras comunidades se
esconden, se dispersan y despiden a sus formandos, él se pone en evidencia, sin
preocuparse por las amenazas de los malvados y de la revolución que trastorna
la sociedad, y tan sólo se ocupa en recibir nuevos sujetos".
(137)
Grupos de personas ebrias recorrían las calles de las poblaciones vecinas,
lanzando amenazas e insultos. Algunas personas fueron a decir al buen Padre que
iban a subir al Hermitage. Uno de los capellanes se ofreció para l levar a los
Hermanos, postulantes y pensionistas, de paseo para sustraerlos a los insultos
de los atacantes. El venerado Padre no lo consintió. Era un domingo; cantaron
vísperas, como de ordinario, y nadie se presentó. Corrió el chisme, en los
alrededores, que la casa estaba llena de armas, que cierto marqués permanecía
oculto en la casa y que enseñaba a los Hermanos a usarlas: La prefectura se
alarmó. Envió en abril, al procurador del rey-burgués, con una escolta de
gendarmes a inspeccionar la casa. El procurador llamó a la puerta, preguntó al
portero, Hermano Juan José, en dónde estaba escondido el marqués. El Hermano
respondió que ignoraba lo que era un marqués, y acto seguido condujo a su
interlocutor con el Padre Champagnat. El buen Padre de inmediato adivinó de qué
se trataba. Hizo visitar la lavandería, los sótanos y todos los departamentos,
al procurador y a sus gendarmes. Uno de los capellanes se encontraba ausente y
se había llevado la llave. El Padre destruyó la puerta a punta de hachazos. Los
investigadores no hallaron ni armas ni marqués. El Padre los invitó a un
refresco. El procurador quedó encantado con tales atenciones y le aseguró que
esa visita sería de mucha utilidad para la casa. En efecto, dicho magistrado
desmintió personalmente, los molestos rumores que habían corrido de boca en
boca, en el periódico de la prefectura.
(138) Por
toda medida de precaución, el buen Padre ordenó, en 1831, que en adelante, se
cantaría la Salve Regina en los noviciados, y recitada en los establecimientos,
todas las mañanas, por los Hermanos: esta piadosa práctica se ha convertido en
parte de nuestras Reglas.
(139) Los
Padres Maristas se reunieron en Bellay para hacer su retiro. El Padre
Champagnat se dirigió de inmediato, a pesar de sus múltiples ocupaciones.
Terminado el retiro, los padres eligieron al padre Colin, el menor, como
superior general de los Padres, de los Hermanos y de las Hermanas, el Padre
Champagnat que se había desvivido para llegar a este resultado, y estrechar así
la unión fraterna, quedó encantado con tal nombramiento.
(140) En
diversos establecimientos fueron suprimidas las ayudas económicas. Los Hermanos
se quejaron al buen Padre: "No teman, les respondió, el buen Dios que
alimenta lo s pájaros y proporciona el alimento a los malvados, sabe perfectamente
bien que tienen necesidad de comer. Si se les termina el alimento, vengan a
compartir el nuestro acá".
Vacaciones
(141)
Desde que la comunidad se instaló en el Hermitage, las vacaciones duraban dos
meses. El Padre Champagnat las utilizaba para enseñar a sus Hermanos las
materias contenidas en los programas de primaria, a comunicarles los medios más
a propósito para obtener una sana disciplina en sus clases; las aprovechaba,
sobre todo, para formarlos en las virtudes de su estado, estudiar con ellos las
reglas que tenían que establecer en su Congregación. Para iniciarlos en las ciencias
principales, se servía de los más preparados para que dieran clases a los
demás, o bien, se las daba él mismo. Les exigía que expusieran las diez hojas
de escritura, que cada uno de sus alumnos tenía que haber hecho durante el
curso. Exigía cosa parecida a los profesores de las primeras clases, para que
mostraran dos hojas de escritura de cada uno de sus alumnos, una del principio
del curso y la otra del final: quería, de esta manera, constatar los progresos
logrados. Estableció comisiones, de las que él formaba parte, ante las que cada
Hermano debía presentar un examen.
(142)
Tenemos ante nuestra vista, un cuadro correspondiente al año 1828, que contiene
los resultados de dichos exámenes. Dibujado y escrito por la mano del piadoso
Fundador. Está dividido en nueve columnas, en cuyas cabeceras está señalado:
"Nombres de los candidatos, piedad, catecismo, carácter, docilidad, regularidad,
ciencia, aritmética, escritura". 19 letras del alfabeto servían para
indicar la calificación de cada uno en la respectiva columna. Si este cuadro
cayera en manos de nuestros sucesores, encontrarían, probablemente, mucha
elasticidad en las calificaciones: ellos tratarían de hacerlo mejor. Siete
postulantes y 56 Hermanos figuran en tal cuadro; era todo el personal.
(143) El
Venerado Padre quería que los Hermanos y postulantes pasaran los recreos sea
platicando entre ellos de forma útil y edificante, sea participando en
diferentes juegos. Los más comunes eran el marro y las bochas. A partir de
1830, estos juegos se realizaban de ordinario en el recreo más largo que
acababa de iniciarse. Por respeto, no se jugaba los días de las grandes
solemnidades; simplemente se paseaba platicando.
(144) Los
acontecimientos no impidieron al Venerado Padre organizar el retiro para los
Hermanos. Los párrocos trataban de disuadirlo, alegando que los tiempos eran
malos, que los municipios estaban mal dispuestos y que corrían el riesgo de ser
reemplazados por maestros laicos, durante su ausencia. El buen Padre veía todas
estas cosas con miras más elevadas y se mantuvo firme. El retiro se llevó a
cabo y los Hermanos regresaron a sus puestos.[53] Durante este año no se realizó ninguna fundación.
Compromisos
y fidelidad.
(145) Sin
preocuparse por las consecuencias de la Revolución, los Hermanos Miguel
(Dugelay), Agustín (Berthinier), Juan Luis (Martin), Gregorio (Vincent),
Bernardo (Vuy), Joaquín (Mercier), Policarpo (Ducarre), Buenaventura (Pascal) y
Timoteo (Valla), vistieron el santo hábito. Los dos primeros sustituyeron a los
cabecillas de 1829. De los dos Policarpos, el primero "levó anclas"?
y el segundo tomó su nombre.
(146) El
Hermano Buenaventura, Antonio Pascal, nació en Pelussin, en 1804, era empleado
en Ampuis, cuando un ex-Photin, originario de ese lugar, se retiró de la
Congregación, y trató de justificar su salida denigrando a los Hermanos y todo
lo que se hacía. Tal conducta indignó a Antonio Pascal y lo decidió a dirigirse
al Hermitage, el 30 de junio, para reemplazar al infiel a su vocación. Tomó el
hábito en octubre y luego fue nombrado a Sorbier, donde edificó al buen Hermano
Casiano, a quien ningún colaborador había podido dar satisfacción. Hizo su profesión
en octubre de 1831, y sustituyó al Hermano Luis como Maestro de novicios.
Ejerció este difícil empleo de manera perfecta, cerca de 20 años.
(147) El
Hermano Juan José hizo la profesión. Este excelente Hermano era un modelo de
humildad, de buen espíritu y de entrega. No tenía aptitudes para la enseñanza,
pero era muy hábil en el tejido de las telas y los paños. Fue campanero durante
15 años, sin atrasarse nunca ni siquiera un minuto. Su campana se oía siempre a
la hora exacta.
(148) Los
Hermanos Dositeo (Chomel), Silvestre( Vèbres), Bernardo (Defour) y Nilamon
(Berne) fallecieron durante este año.1831
La Côte y
Feurs
(149)
Monseñor Simon, obispo de Grenoble, había adquirido un antiguo convento de los
Recoletos de la Côte-Saint-André estableciendo un colegio-seminario, en 1810.
El padre Douillet, uno de los directores de este establecimiento, había formado
un internado en un local rentado en la población, para tal efecto, en 1820,
reuniendo cierto número de internos que pagaban 168 fr. anuales. Una buena
mujer lo dirigía y hacía los alimentos. En 1824, el padre Douillet compró una
vieja construcción instalando en ella el internado. Los más juiciosos vigilaban
a los demás en los dormitorios, estudios y recreos. Los jóvenes seminaristas
daban las clases. El Padre Rocher, uno de los emigrados d e 1793, había mandado
construir una casa al lado del internado e hizo una donación de 13 500 fr. para
el establecimiento de una escuela gratuita, en favor de sus jóvenes paisanos.
El proyecto del padre Douillet era fundar una congregación religiosa dedicada a
la enseñanza para la diócesis de Grenoble. Apoyado por las autoridades del
departamento, había obtenido también la ordenanza real, firmada por Carlos X,
estableciendo la institución como escuela normal para todo el departamento de
Isère. Lo s acontecimientos de 1830 habían hecho imposible el cumplimiento de
dicha ordenanza.
(150)
Tanto el internado como el externado funcionaban bien y mal. Douillet era un
sacerdote muy celoso; tenía excelentes intenciones, pero no era organizador. El
mismo reconocía que no poseía las cualidades necesarias para fundar una Congregación
religiosa. Por otra parte, los sujetos con que contaba y sus funciones de
director del seminario, aumentaban sus perplejidades y le hacían temer un
fracaso. Sabiendo que el Padre Champagnat ya había establecido una obra semejante,
el padre Douillet se apresuró a escribirle para solicitar una entrevista. El
buen padre se dirigió a La Côte, vio los sujetos con los que podría disponer,
le aconsejó que aceptara a los Hermanos para la dirección del internado y de la
escuela gratuita y que le enviara postulantes al Hermitage. El padre Douillet,
que admiraba la franqueza y la sagacidad del buen Padre, aceptó la proposición.
Se entendieron de manera verbal en las condiciones, y los 4 Hermanos Juan
Pedro, Andrés, Gonzaga y Benito fueron enviados a la Côte, después del retiro
de 1831. El padre Douillet, condujo personalmente 11 de sus postulantes al
Hermitage, logrando el brevet para varios de ellos, al pasar por Vienne, con la
autoridad escolar de esta ciudad. Envió varios más, pero después se produjeron
fricciones entre los dos buenos sacerdotes, como veremos más adelante.
(151) La
escuela de Feurs quedó clausurada, este año, después de 18 meses de
funcionamiento, como consecuencia de lamentables relaciones entre un Hermano
joven con sus alumnos. La carta que sigue pone de manifiesto todos los trámites
realizados por el buen Padre para solucionar esta situación, haciendo toda
clase de concesiones, aun que en vano. "Señor Alcalde, le agradezco la
comunicación que me hace sobre la deliberación de su Consejo. Acepto con resignación
y tranquilidad la clausura del establecimiento de los Hermanos. He hecho todo
lo posible para conservar una escuela cuy a prosperidad siempre fue en aumento.
El Rector de la Universidad, como tuve el honor de comunicarle, me prometió su
cooperación para hacer legal la enseñanza cristiana de la juventud de Feurs.
Con el descuento que le he hecho, le manifiesto que el único objetivo de todos
nuestros trabajos es el bien de los niños de su municipio. Usted me objeta que
la población no puede asegurar los 1 200 fr. anuales para los tres Hermanos. Le
dije que aceptaría 400 fr., y aún así, los pobres recibirían gratuitamente la
educación. Teniendo conocimiento de su deliberación, referente al despido de
nuestros tres Hermanos, a pesar de todas las concesiones que le ofrezco, y no
queriendo perjudicar su administración, le suplico enviar a quien corresponda
todo el mobiliario, y que los Hermanos se retiren inmediatamente. Le agradezco,
señor Alcalde, reciba, etc." Los Hermanos del Bienaventurado de la Salle
reemplazaron enseguida a nuestros Hermanos.
Compromisos
y fidelidad.
(152) Los
Hermanos Gabriel (Caillot), Víctor (Lay), Agustín (Brun), Martín (Roux),
Silvestre (Tamet), Ambrosio (Pascal), Miguel (Colomban), Félix (Prat), Juan
Luis (Bonin), Pío (Renou), Macario (Belin), y Arsenio (Goutelle), recibieron el
hábito religioso. Los Hermanos Teodoreto (Fayasson), Atanasio (Billon), Vicente
(Barnait), Benito (Deville), Timoteo (Valla), Juan Crisóstomo (Doche),
Marcelino (Moreaux), Buenaventura (Pascal), y Policarpo (Ducarre) hicieron su
profesión al finalizar el retiro. El Hermano Marcelino era otro Juan el Silencioso
y de una modestia ejemplar, aunque dominaba perfectamente bien la botánica.
Luego fue campanero durante más de 30 años, después de la muerte del Hermano
Juan José. Al igual que él, siempre tuvo la campana en la mano cuando llegaba
la hora. Incluso el día de su muerte, tocó para la levantada.
(153) El
Hermano Buenaventura llegó a ser un excelente maestro de novicios. Los formaba
tanto con su ejemplo como con sus palabras. Al dejar este empleo, ejerció los
trabajos más humildes de la casa con perfecta humildad.
El Hermano
Policarpo.
(154) El
Hermano Policarpo entró en el noviciado a la edad de 30 años. Ya había sido
maestro. Era de una sencillez infantil. Cierto día, los Hermanos alabaron, en
su presencia, a los maestros laicos: él reaccionó inmediatamente contra lo que
se comentaba. Como sus interlocutores insistían[54], les contestó con coraje: "Los conozco mejor que ustedes, puesto
que he sido uno de ellos"
Nombrado
director, el Hermano Policarpo, quiso, varios años después, visitar a una
marquesa. Lo condujeron a un hermoso salón, con el Hermano que lo acompañaba.
Llegó la marquesa. El Hermano la saludó lo mejor que supo y señalando una
pintura, le dijo: "Usted tiene un bonito cuadro de Nuestro Señor" La
marquesa se mordió los labios para no reírse. El cuadro mencionado representaba
a Baco sentado en un tonel de vino...
(155)
Durante el mismo recorrido, acompañado por los Hermanos Germain y Aquilino, el
Hermano Policarpo fue a visitar a los Hermanos de San Antonio y quiso saludar
al señor cura. Tomándolo por uno de los "grandes" del Instituto, el
párroco se invitó a comer con él en casa de los Hermanos. Al llegar, entregó al
hermano cocinero dos botellas de vino añejo indicándole que no las pusiera en
la mesa hasta que él le hiciera una señal. Cuando se las presentaron, descorchó
una y sirvió una porción a cada uno de los comensales. Varios de ellos se
apresuraron a alabar la calidad del vino. El Hermano Policarpo bebió el suyo
sin hacer ningún comentario. Se diría que el señor cura confiaba más en su
opinión que en la de los demás, le sirvió, pues, otra porción. El Hermano, lo
degustó lentamente, agrandando los ojos, luego añadió: "Miserable, con
mucha frecuencia he toma do vino mejor que este". El pobre cura quedó
humillado y los demás Hermanos bajaron los ojos.
(156)
Siendo director y cocinero en Ampuis, su subdirector le hizo una mala jugada.
Le escribió una carta llena de reproches, la firmó a nombre del Hermano Asistente
y la puso en el correo, en Vienne. Al recibirla, el Hermano Policarpo quedó
desconcertado. La hizo leer al mismo subdirector quien fingió consolarlo
sugiriéndole que se presentara ante el Hermano Asistente, como se lo ordenaba
la carta.
(157) Al
verlo el Hermano Luis María, le manifestó su extrañeza por la visita:
"Desgraciado, dijo el Hermano Policarpo, vengo a ver por qué me ha
regañado de esa manera" Yo no le he escrito, replicó el Hermano Asistente.
"Miserable, aquí está su carta", contestó el Hermano Policarpo. El
Hermano Asistente le hizo ver que su subdirector le había hecho una broma.
"Ah! pobre infeliz, me las pagará" Sus súbditos le hicieron otras
muchas malas jugadas que sería sumamente largo enumerarlas.
(158) La
muerte nos arrebató a los Hermanos Ambrosio (Pessonnel) y Agustín (Berthinier).
(159) Ya
hemos hecho mención de que se empezó a cantar la Salve Regina en la mañana, en
1831.
El Hermano
Silvestre (Tamet), nos afirma que él estaba en el noviciado cuando se cantó
esta antífona en la mañana, por primera vez. Por lo tanto, había entrado en el
Instituto el mes de marzo.1832
El Hermano
Luis María.
(160) La
comunidad contaba, desde hacía varios meses, con un postulante que haría un
gran bien y llegaría a superior general en 1862.[55]
(161)
Pedro Alexis Labrosse nació en Ranchal[56], el 22 de mayo de 1810. Fue bautizado el 2 de junio e hizo su primera comunión
en 1821. Sus coterráneos no se cansaban de alabar su piedad, su modestia en la
iglesia, al igual que su espíritu juicioso, su amor por la soledad y los
estudios. El padre Desroche, su digno cura, maravillado con tales talentos y
disposiciones, se ofreció a darle las primeras lecciones de latín. El señor
Labrosse, más rico en virtudes que en bienes materiales, y que ya tenía a su
hijo mayor [57] en el seminario, se decidió con cierta pena. El joven Alexis se puso
pues a estudiar haciendo rápidos progresos bajo la dirección de su celoso cura.
Entró en el seminario, pasaba sus vacaciones en Ranchal con su hermano y seguía
edificando a sus paisanos. Realizó sus estudios de una manera brillante. Al
momento de recibir las órdenes mayores, su conciencia se turbó. Lo llenó de temor
la terrible responsabilidad sacerdotal. Los alientos proporcionados por sus
superiores no le dieron ninguna seguridad.
(162) Después
de maduras reflexiones, y para evit ar la pesada carga que lo espantaba, sin
arrojarse al torbellino del siglo, tomó la determinación de hacerse religioso.
Su elección recayó sobre nuestra Congregación, cuyo nombre le fascinaba. Como
no conocía al Venerado Padre Champagnat, y sin atreverse a dirigirse
personalmente a él, tomó como intermediario al padre Gardette, que lo había dirigido
en el seminario. Este digno superior le respondió lo siguiente: "Querido
Labrosse, en efecto, tengo mucho interés en su situación; quisiera realmente
serle útil. He hablado de esto con el vicario general. Si usted insiste en
querer irse con los Hermanos de La Valla, no encuentro nada más a propósito que
usted, personalmente, escriba al Padre Champagnat, que es el superior. Con toda
seguridad él me escribirá para pedirme algunos informes, y los daré muy
favorables, o aprovecharé la primera ocasión para hablar con él. Creo que es la
mejor manera de solucionar el problema. Con el objeto de agilizar todo, tal vez
no estaría mal que fuera usted mismo allá. Al pasar por Lyon, usted podrá ver
al padre Cattet, o junto conmigo, si estuviera yo allí. Si prefiere escribir,
dirija sus cartas al padre Champagnat, superior de los Hermanos de La Valla,
cerca de Saint-Chamond".
(163) El
problema al qu e alude el padre Gardette, era la exención del servicio militar.
El joven novicio se valió de algunas buenas personas, y sobre todo por la
protección de la Santísima Virgen. Siguiendo los consejos del padre Gardette,
escribió al Reverendo Padre y le solicitó ser admitido en la querida
Congregación de los Hermanitos de María. El Reverendo Padre le contestó el 21
de agosto, lo siguiente: "Señor Labrosse: la mayor, y podría decir la
única condición necesaria para entrar en nuestra casa, junto con la salud, es
la buena voluntad y el sincero deseo de agradar a Dios. Venga con estas
disposiciones, lo recibiremos con los brazos abiertos, y usted hará mucho bien
en nuestra casa. María, nuestra buena Madre, lo protegerá y después de haberla
tenido como Superiora, la tendrá como Reina, en el cielo.
(164) “El
vestuario que tenía en el seminario, así como la ropa, podrán servirle aquí, y
formar así su ajuar"
(165) El
joven seminarista se había hecho para atrás ante el pesado fardo sacerdotal.
Sus superiores, su hermano sacerdote y sus condiscípulos lo lamentaron. Entró
en el Hermitage, y después de un corto noviciado, tomó el hábito religioso, la
sotana burda y tosca de los Hermanitos de María, el 1 de enero de 1832.
(166) Al
día siguiente, el piadoso Fundador lo acompañó, a pie, a la Côte-Saint-André.
Se detuvieron a comer en Chavanay, habiendo caminado 23 kilómetros. Después de
la comida, reemprendieron su camino. El Hermano Dominico, director de Chavanay,
los acompañó. La noche los sorprendió en Anjou[58], a 18 kms. de Chavanay. Fueron a pedir hospedaje al cura de esta
parroquia, que recibió en su mesa al buen Padre. Los dos Hermanos comieron
papas y castañas en la cocina. ¡No eran mas que Hermanos! El buen Padre sintió
pena, pero no estaba en su casa. Al día siguiente, antes de partir, quiso
celebrar la santa Misa. Encontró la iglesia, los ornamentos y los manteles muy
sucios, mientras que la ropa del párroco estaba muy bien cuidada. Experimentó
una pena tan profunda que no pudo menos que contarlo a sus acompañantes[59]..
(167)
Reanudaron el camino. El Hermanito caminaba penosamente. La pesada sotana y los
toscos zapatos clavados a los que no estaba acostumbrado, lo cansaron mucho. Al
llegar a Beaurepaire no podía más. El buen Padre alquiló un vehículo que
condujo a nuestros tres viajeros a la Côte. El Hermano Luis María tomó la
primera clase del internado. Sus alumnos lo encontraban severo, pero lo querían.
"Uno se muere de hambre aquí, pero se aprende mucho". Y es que los
fuertes muchachos tenían excelente apetito. Era necesario, como promedio, 1
kilogramo de pan diario para cada uno, durante los tres primeros meses del
curso escolar. El padre Douillet quedó encantado con el nuevo Hermano, pero el
Padre muy pronto tuvo necesidad de él.
El Hermano
Silvestre, Tamet.
(168) El
Hermanito Silvestre, de apellido Tamet, había tomado el hábito religioso el 15
de agosto de 1831, a los 12 años y medio. Muy ligero, había hecho un montón de
travesuras que le habían acarreado numerosas regañadas: las había soportado de
buen grado. Un niño, hermano del Hermano Gregorio, hizo su primera comunión y
tomó el hábito, el mismo día, a la e dad de 9 años, recibiendo el nombre de
Hermano Basilio. Cierto día, suplicó al Hermano Silvestre que le cortara el
pelo, cosa que aceptó hacer el Hermano Silvestre. El Padre Champagnat estará
ausente por 15 días. Antes de su regreso, se dijo el nuevo peluquero, el
cabello del Hermano Basilio tiene tiempo de crecer de nuevo. En consecuencia le
hizo una hermosa tonsura al Hermanito. El Padre regresó al día siguiente y presidió
el capítulo de culpas. El Hermano Basilio se adelantó para hacer su capítulo de
culpas con el solideo puesto. Habiéndole indicado que se lo quitara, el buen
padre observó la tonsura y quiso saber quien había sido el autor. El Hermano
Basilio tartamudeó al principio y luego pronunció el nombre del Hermano Silvestre.
(169) Este
tuvo que pasar al poco rato a hacer también su capítulo de culpas acusándose de
numerosas travesuras y entre ellas la relatada. En el aviso fraterno los
hermanos antiguos alargaron la letanía. ¿Qué penitencia merece? Preguntó el
Padre. "Para que escarmiente, dijo uno de los más antiguos, hay que
prohibirle que use la sotana durante cierto tiempo". "Vaya a quitarse
la sotana, dijo el buen Padre, y regrese". A su vuelta, el Hermano
Silvestre no se sentía nada cómodo. "Su situación es grave, le dijo el
Padre, el arzobispado debe ser el juez". Esta declaración hizo temblar al
culpable que se mostró muy serio durante algunos días, al final de los cuales,
un vicario general llegó al Hermitage y reunió a los Hermanos. Por órdenes del
superior, el Hermano Silvestre tuvo que acusarse en público. "Usted hizo
esto por ligereza" dijo el vicario general: lo abrazó y lo mandó ponerse
su sotana.
(170) Las
travesuras no terminaron y mucho menos en clase. Muy molesto, el buen Hermano
Juan María le encargó, cierto día, 1 200 líneas. El Hermano Silvestre fue con
el buen Padre, sollozando. El Padre le hizo prometer, por centésima vez, que
sería más serio, y le entregó una nota anulando las líneas, y llevando el sello
impreso en cera. Después de muchas pruebas, el buen Padre llamó al Hermano
Silvestre en 1833, le mandó que preparara sus cosa para ir a hacerla de
cocinero en Ampuis. Era necesario irse a pie y cargando su valija. "No
conozco el camino" dijo el Hermanito de 14 años. "Yo lo acompañaré
hasta Chavanay, repuso el Padre. Tome el camino de Saint Martín y siga
adelante; yo lo esperaré allí" El Hermano partió y se extravió.
(171) Un
cochero lo vio y lo invitó a subir a su vehículo. Al Hermano le dio miedo y
huyó. El Padre, a caballo, lo encontró y lo detuvo. Bajó de su cabalgadura e
hizo montar al Hermano Silvestre, puso los estribos a su medida diciéndole la manera
de manejar al animal, al igual que el camino que debía seguir y le sugirió que
fuera a la Cruz de Mon-Vieux . Nuestro caballero partió a trote. Observó con
atención todas las cruces que encontró en el camino, sin encontrar una que
dijera Mon-Vieux, atravesó el pueblo de Mon-Vieux y llegó a Pelussin. Al llegar
se topó con un numeroso entierro. Su caballo atravesó valientemente la columna.
El caballero se quitó su sombrero haciendo una caravana: todos los ojos estaban
puestos en él. Saliendo de la población, se informó del camino a Chavanay. Una
vez que llegó y que encontró la casa de los Hermanos, amarró su montura a la
puerta y entró de golpe en la clase. Todos los niños se pararon gritando:
"¡Que Hermano tan pequeño!" El Hermano Dominique agarró al recién
llegado, lo sacó de la clase y lo encerró en un armario. Al salir de la
escuela, todos los niños le gritaban al Hermano Dominique: "Enséñenos al
Hermanito y le daremos dos monedas"
(172)
Cuando se retiraron, el prisionero quedó libre. El Padre Champagnat llegó
finalmente, con los pies deshechos por la larga caminata y dijo a su viajero:
" ¡Granuja!, le dije que me esperara en la cruz de Mon-Vieux".
-"Miré todas las cruces, respondió eel Hermano; ninguna llevaba ese
nombre". - "Está bien, replicó el Padre; el Hermano director lo
llevará, de inmediato, a Ampuis".
(173) Al
Hermano Dominique no le causaban ninguna gracia los Hermanitos; le indicó el
camino y lo despidió solo. En Condrieu, un grupo de mozalbetes lo persiguió y
quisieron arrojarlo al Ródano. Se escapó corriendo con todas sus fuerzas. Más
adelante, una mujer lo llamó y quiso ponerlo en su delantal; un grupo de
jóvenes hicieron un círculo y lo rodearon, pero él empujó a dos de ellas y se
escapó. Al llegar a Ampuis, un noble lo saludó en estos términos: "Buenos
días, pica-nieves!" El Hermanito lo vio de reojo y pasó sin contestar el
saludo. Llegó furioso a la casa de los Hermanos, echando pestes contra la
grosería de la gente de la región.
(174)
Algunos días después, fue preciso hacer una tortilla de huevos. Acuciado por
los Hermanos, tomó las precauciones necesarias para darle la vuelta lanzándola
por sobre un armario en la esquina de la cocina. Los otros dos Hermanos se
quedaron muy serios, cosa que no era para el Hermano Silvestre. El se divertía
como podía. Cierto día subió la carretilla hasta la sala de estudio.
(175) En
las siguientes vacaciones, el Hermano director se quejó mucho al piadoso
Fundador, de las ligerezas de su joven cocinero, y relató lo de la carretilla.
"Hacen mal en mostrarse tan serios con él, respondió el Padre. Este Hermanito
tiene necesidad de distraerse de tiempo en tiempo. Si hubiera subido la
carretilla hasta el tapanco, le hubiera dado una estampa", etc. Estos
detalles los conocemos por el mismo Hermano Silvestre.
(176) Los
padres Pompallier y Fombonne eran los capellanes del Hermitage. El primero
llegó a ser obispo, en 1836, y el segundo se fue a América desde donde escribió
al Padre Champagnat solicitándole Hermanos. El 2 de mayo, predicando una misión
en Saint-Etienne-la-Varenne, el padre Pompallier escribió al Padre para
consolarlo por la salida o por la muerte de algunos sujetos, en particular del
Hermano Anselmo que acababa de partir a la eternidad.
Instrucciones
del Padre Champagnat.
(177) El
piadoso Fundador siguió reuniendo a todos los Hermanos para formarlos durante
las vacaciones. A continuación resumimos las principales instrucciones que les
dio desde algunos años atrás.
(178) 1º.-
Sobre el entusiasmo y la santa alegría.- "Amigos míos, recuerden que
trabajamos por Dios y que la recompensa que nos prepara es eterna. La gente del
mundo trabaja más que nosotros y algunas veces cantan todo el tiempo, porque
ganan algunas monedas, y nosotros, que ganamos el cielo, ¿Vamos a desanimarnos?
La tristeza debilita y destruye todo s los buenos sentimientos, agrava las
penas de la vida haciéndolas insoportables. La tristeza produce cuatro males:
acaba con la piedad; es la madre y nodriza de las tentaciones; divide los
espíritus y destruye la caridad fraterna; escandaliza al prójimo al hacerle
pensar que uno es desgraciado en el servicio de Dios. El que está contento,
prueba, por este solo hecho, que ama su estado. Los Hermanos inclinados a la
tristeza, si no se corrigen, no podrán realizar el bien entre los niños".
(179) 2
º.- Sobre el espíritu de Fe. -"Hermanos míos, si tuvieran más fe, no
serían tan apocados en el servicio de Dios, y no encontrarían tan pesadas las
dificultades de su estado. En todas partes hay penas; los que las aceptan con
fe, las encuentran llevaderas. ¡Oh! ¡Si conociéramos el precio de un alma! ¡Si
supiéramos cuánto ama Jesucristo a los niños y con que ansias desea su
salvación! lejos de encontrar molesta la clase y de quejarnos de las penas de
nuestro estado, estaríamos dispuestos a sacrificar nuestra vida, para
proporcionar a estos niños, el beneficio de la educación cristiana! Con frecuencia
hacen mal la señal de la Cruz, que nos recuerda el más conmovedor e inefable de
los misterios. No alcanzo a entender cómo pueden los religiosos olvidarse de
esto. ¡Cómo la harán sus alumnos si ustedes la hacen mal? No dejen en cualquier
lugar sus libros piadosos, aunque sean simples hojas; se exponen a profanar el
nombre y la palabra de Dios. Tengan mucho cuidado con los objetos religiosos;
crucifijos, imágenes, cuadros, pilas de agua bendita, hábito, puesto que todos
son objetos benditos".
(180) Era
imposible asistir a la misa del buen Padre, sin sentirse llevado a la devoción
y penetrado de un profundo respeto a nuestros sagrados misterios. Cuando iba a
repartir la sagrada comunión, pronunciaba las palabras: "Ecce Agnus
Dei..." con un tono de voz tan profundo y tierno, que se diría que veía a
Nuestro Señor, y que ese Dios salvador no era para él el Dios oculto.
"Dios es, decía, quien dirige todos los acontecimientos y quien los hace
que sirvan para el bien de los elegidos. Perderíamos nuestro tiempo, si
esperáramos el éxito de nuestros trabajos de nuestra habilidad. Sólo Dios nos
lo puede dar; no tiene ninguna necesidad de nosotros y para lo único que
servimos es para echar todo a perder".
(181) 3º.-
Sobre la desconfianza en uno mismo y la confianza en Dios. - "Cuando se
tiene a Dios de su parte, y no se cuenta más que con El, nada es imposible: es
una verdad de fe . El que confía demasiado en sus cualidades y sus aptitudes,
no es apto para hacer el bien. El demonio tiene muchas cualidades; pero éstas
no lo hacen capaz de realizar el bien. Sólo con la confianza en Dios y no por
las habilidades personales, se hace el bien entre los niños. Si ustedes confían
en las cualidades del predicador y en lo que yo pudiera decirles, para el éxito
de su retiro, no conseguirán nada. La palabra del hombre puede golpear el
espíritu, exaltar la imaginación, impresionar durante algún tiempo, pero si
Dios no toca el corazón, esta impresión fugitiva se irá con el que la produjo,
y saldrán del retiro igual que como entraron. Pongan toda su confianza en Dios,
ya que en esto, más que en otras cosas, es necesario decir: "Nisi
Dominus..."
(182) No
hay virtud que el Padre Champagnat haya recomendado tanto como la confianza en
Dios: comentó miles de veces, las dos primeras frases del salmo Nisi Dominus...
"La confianza que tengamos en Dios, decía, es la medida de las gracias que
nos concede. Me comenta, decía a un Hermano, que la muerte le arrebató al
principal bienhechor de su escuela; esto no es exacto: el principal bienhechor
es Dios que nunca muere". Tras su larga enfermedad, había dicho:
(183)
"Hermanos, ¿cuándo tendremos sentimientos dignos de Dios? ¿No nos ha dado
suficientes pruebas de su bondad, para enseñarnos a confiar en su Providencia?
¿Nos ha dejado carecer de algo desde que salimos del mundo? ¿No es El quien ha
fundado el Instituto, que nos ha dado lo necesario para construir esta casa,
que nos ha multiplicado y ha bendecido nuestras escuelas?... Esta comunidad es
su obra y no tiene necesidad de nadie para hacerla progresar. Si carecemos de
confianza en El, nos perderemos; otros vendrán a tomar nuestro lugar y
continuar su obra. Dios no se preocupa por buscar hombres; puede tomar al primero
que pase por la calle: en sus manos, cualquier instrumento es bueno".
(184)
"Necesita una bolsa bien provista, le dijo alguien cierto día, para cargar
con tantas miserias, y hacer frente a tantos gastos". "Mi bolsa,
respondió el Padre, no tiene fondo; es la de la Providencia: entre más se saca,
más hay".
(185) 4º.-
Sobre la presencia de Dios. - "No me cuesta más trabajo mantenerme en la
presencia de Dios en las calles de París, decía el piadoso Fundador, que en los
bosques del Hermitage. La presencia de Dios es el cimiento de la vida espiritual.
Nos hace evitar el pecado; nos da la fuerza para practicar la virtud, para
soportar las penas inherentes a nuestro estado y nos inspira sentimientos
piadosos. Si no nos atrevemos a cometer el mal ante los hombres, ¿por qué nos
atrevemos a cometerlo ante Dios, si recordamos su presencia?"
(186) Un
Hermano a quien sorprendió en una falta, se arrodilló ante él, diciendo:
"Perdón, Padre, no sabía que estuviera aquí". -"¿Y el buen
Dios?, ¿Pensó usted que El está aquí? ¿De modo que usted hace delante de Dios
lo que no se atreve a hacer en mi presencia? Mientras siga actuando de esta
manera, de religioso nada más tendrá el hábito; su vida estará llena de faltas
y vacía de virtudes".
(187)
"La presencia de Dios nos inspira un gran celo para trabajar en nuestra
perfección y en la salvación de las almas. Ningún sacrificio cuesta mucho,
cuando se piensa todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Tengamos muy presente
que aquel por quien trabajamos nos observa y que siempre estamos bajo su
mirada".
(188) 5º.-
Sobre la pobreza. - El buen Padre dijo a un Hermano que dejó caer algunos
mendrugos : "¿Por qué deja caer ese pan? ¿Desconoce acaso que hay mucha
gente que no lo tiene? Es faltar a la pobreza desperdiciar el don de
Dios". Despidió a un postulante que pasó por encima de un objeto tirado
sin recogerlo, diciendo: "En nuestra casa necesitamos Hermanos preocupados
y amigos de la pobreza. Después del pecado, decía el buen Padre, nada me
molesta más que constatar la negligencia en el cuidado de las cosas". Con
frecuencia reprendía al Hermano cocinero, porque dejaba restos de grasa en los
platones, después de la cena. El era el primero en dar ejemplo sobre lo que
enseñaba, recogiendo los objetos olvidados, que encontraba, al dar la vuelta
por la casa, todas las tardes, para ver si todo estaba en orden y que nada se
echara a perder.
(189) Con
frecuencia narraba la siguiente anécdota: "Un buen padre de familia
restringía los gastos lo más posible y regañaba a sus gentes por su poca
economía. Estos se lamentaban. Si actuara de otro modo, contestó el jefe de
familia, nadie ganaría más y los pobres perderían mucho". Al morir, su
hijo no siguió estos ejemplos, los pobres quedaron sin ayuda y él se llenó de
deudas. "Para los Hermanos, añadía, la economía no es tan solo un consejo,
es un deber; como religiosos se deben vestir y alimentar pobremente. Un Hermano
que no es ahorrativo, que no posee el espíritu de pobreza, es una carga para la
Congregación. Todos deben aprender a ser cocineros, por espíritu de pobreza. Los
malos cocineros son los peores enemigos de la bolsa y de la salud. Con este
mismo espíritu, aprendan a coser, para que tengan cuidado de su vestuario"
El amor del buen Padre por la pobreza, lo llevaba a tomar las mayores
precauciones para conservarla entre los Hermanos.
(190) 6º.-
Sobre la humildad. - Con el objeto de
inspirar a los Hermanos el amor hacia esta virtud, les puso el nombre de
Hermanitos de María. El la practicó de una manera excelente, prestándoles toda
clase de servicios, aún los más humildes, tomando para él lo que encontraba más
penoso y más humillante, sin temor a perder su autoridad. Cierto día que
viajaba con uno de los padres Maristas que iban a salir para Oceanía, obtuvo el
favor de cargar sus maletas, diciendo: "Permítanme hacerlo, soy un
campesino, acostumbrado a trabajos pesados: y de esta manera tendré parte en
sus méritos". Otro día, yendo de viaje con tres Hermanos, un sacerdote
admiraba la modestia de éstos, y le preguntó quién los había formado. "No
se sabe a ciencia cierta, respondió el buen Padre; se reunieron algunos
jóvenes; se establecieron una regla de acuerdo a su objetivo, un vicario les ha
ayudado; Dios ha bendecido su comunidad haciéndola progresar más allá de lo
previsto humanamente".
(191)
"Dios se ha valido de hombres sin virtud, sin talento, desprovistos de
todo recurso humano, y ha querido servirse de la misma miseria, para establecer
esta comunidad, para que toda la honra y toda la gloria le sean
atribuidas" Para inspirar la humildad a sus Hermanos, el piadoso Fundador
les señalaba cuatro medios: 1º Trabajar en conocerse; 2º Reflexionar sobre las
ventajas de la humildad y los males que acarrea el orgullo; 3º Esforzarse con
energía en la práctica de la obediencia y de la caridad; 4º Observar la
modestia en todas partes y en todo.
(192) El
buen Padre quería que los Hermanos se convencieran que su Congregación era la
menor de todas las establecidas en la Iglesia. Con tales sentimientos, se puede
adivinar todo lo que hacía para desterrar el orgullo, en sus Hermanos y establecer
en ellos una profunda humildad.
(193) 7º.-
Sobre el celo.- La vida entera del Venerado Padre es una secuencia
ininterrumpida de actos de celo. Si encontraba un niño, se enteraba
inmediatamente si sabía el catecismo. Si se topaba con jóvenes, deseaba
hacerlos religiosos. "La felicidad de la vida religiosa es tan grande,
decía, y deseo con tantas ansias tener Hermanos para poderlos mandar a todas
las parroquias que no tienen, que muy rara ocasión me encuentro con jóvenes sin
tener este mismo deseo". Quería que los Hermanos aprovecharan todas las
oportunidades para inspirar la piedad y el amor a Dios a los niños.
"Hermanos, exclamaba un día, qué felices son ustedes al poder enseñar el
catecismo a los niños, y hacerlos amar y servir a Dios. Ustedes hacen lo que
Jesús hizo, el primero; lo que los apóstoles hicieron luego, lo que hacen los
sacerdotes, los obispos y el mismo Papa, cosa que los ángeles nunca tuvieron la
dicha de hacer. Lo mejor del rebaño de Jesucristo les está confiado. Escuchen a
este Divino Maestro decirles: "Todo lo que hagan por el más pequeño de los
míos, a mí me lo hacen, etc..." "Su celo debe ser generoso, constante
y no amedrentarse ante ningún obstáculo".
(194) 8º.-
Sobre la devoción a María. El buen Padre había "mamado" esta devoción
con la leche materna; su buena madre y su piadosa tía la habían grabado
profundamente en su corazón. De tal manera se esmeró en practicarla y hacerla
crecer durante toda su vida. Su lema era: "Todo a Jesús por María; todo a
María para Jesús" Confió a María la fundación de su Instituto; Ella fue su
Soberana, a Ella se dirigió en todas sus dificultades; por Ella obtuvo las
gracias espirituales y los auxilios materiales que necesitaba; Ella fue su
"Su Recurso Ordinario".
(195) Para
honrar a María, quería que todos sus Hermanos recitaran diariamente su oficio y
el rosario; que se prepararan a sus fiestas, con una novena; que celebraran
estas mismas festividades, con la mayor piedad posible; que ayunaran las
vísperas y todos los sábados. Quería que se celebrara exactamente y con la
mayor pompa posible, el mes de María con los niños; que redoblaran sus
esfuerzos para inspirarles esta devoción. Quería que la estatua de la buena
Madre fuera colocada en todos l os lugares regulares de cada casa, y que los
Hermanos no pasaran ante ella, sin saludarla. Quería que la saludaran cada hora
del día. "La devoción a María, decía, es una señal inequívoca de
predestinación". Quiso que todos sus Hermanos recibieran el santo
escapulario. Que recitaran o cantaran, todas las mañanas, la Salve Regina; que
rezaran las 3 Ave Marías al acostarse y al levantarse; que terminaran todos los
ejercicios con el "Sub tuum". En fin, quería que los Hermanos se
esmeraran en imitar las virtudes de María, en hacerla conocer y amar y extender
su devoción por todos los medios a su alcance.
(196)
"Hermanos, les dijo un día, la salvación nos viene por María. De Ella
nació Jesús; por medio de Ella El bajó del cielo, para salvar a lo s hombres;
Por su mediación e intercesión, obtuvo la primera aplicación de sus méritos en
la santificación de San Juan Bautista. Por sus súplicas, hizo Jesús su primer
milagro; a Ella, desde lo alto de la cruz, le confió a todos los hombres, en la
persona del discípulo amado, para darnos a entender que es nuestra Madre, y que
por su mediación quiere darnos sus gracias y aplicarnos los méritos de su
muerte en la cruz".
(197)
Alargaríamos demasiado esta narración, si describiéramos todas las virtudes que
practicó nuestro piadoso Fundador, si señaláramos todo lo que hizo para llevar
a sus Hermanos a la práctica de tales virtudes. Uno de sus primeros discípulos
que lo conocía perfectamente ya ha escrito su vida entrando en grandes
detalles. Todos los Hermanos pueden leerla animándose así a imitar a su heroico
Fundador.
Alimentación
de los Hermanos.
(198) El
alimento de los Hermanos empezó a mejorar: sin embargo, no se consumían ni
perdices ni lenguas de colibrí. El pan estuvo mejor elaborado; cada quien tenía
lo suficiente. Se servía algo de carne en la comida, pero, aunque no costaba
más de 25 o 30 centavos la libra, un cuervo se podría haber llevado muy bien la
parte de cada uno, ya que las porciones se hacían antes de servirla. Con algo
de vino se coloreaba la sabrosa agua del Gier. Tal bebida no hubiera podido manchar
el mantel, si hubiera habido alguno sobre la mesa. En cuanto a otra clase de
alimentos, consistían en papas, zanahorias, coles cocidas en la sopa, luego
sacadas con un colador y puestas en los platos de servicio con un poco de sal.
(199) En
los establecimientos se vivía más o menos de la misma manera, y durante mucho
tiempo, un hectolitro de vino era suficiente para satisfacer a tres Hermanos
durante todo u n año. Sin embargo, todos estaban sanos, contentos y nadie
echaba de menos las cebollas de Egipto. El Venerado Padre asistía al comedor
general, en una pequeña mesa redonda, con los capellanes, pero no eran
alimentados de diferente manera que los Hermanos. Durante las comidas se leía,
y al final, el buen Padre pedía que los novicios repitieran la lectura e
incluso a los Hermanos antiguos quienes en ocasiones permanecían mudos, o
decían tonterías. El Padre aprovechaba la circunstancia para dar sabios
consejos y hacer apropiados comentarios.
Benevolencia
del clero.
(200)
Monseñor Alejandro Raymundo Devie, obispo de Bellay que siempre se había
mostrado muy benevolente con la Sociedad de los Padres y de los Hermanos
Maristas, nos honró con su apreciable visita a Nuestra Señora del Hermitage, durante
el retiro general de los Hermanos, en 1832. Los ejercicios los predicaba el
Reverendo Padre Augry, célebre Jesuita, según el plan de San Ignacio. Este buen
padre daba las meditaciones y las conferencias con una unción, piedad y
sencillez admirables, y el horario que señaló estaba muy adecuado para aprovechar
el tiempo de un retiro. Los Hermanos guardaban absoluto silencio, como se
observa desde entonces.
(201)
Monseñor quiso ver al Padre Augry en su cuarto; el Padre Champagnat, que lo
acompañó, comentó después a los Hermanos lo edificado que había quedado de la
humildad y respeto de este buen sacerdote jesuita, que, apenas vio a Monseñor,
se arrojó a sus pies, exclamando, como fuera de sí: "Monseñor, usted se
digna pensar en mí!" El Padre Champagnat presentó a Monseñor en la sala de
conferencias en donde se encontraban reunidos los Hermanos. Su Excelencia les
dirigió algunas palabras de aliento, los bendijo y se retiró. El horario del
retiro no se modificó lo más mínimo por esta honrosa visita.
(202) Los
padres Séon y Pompallier ayudaban al buen Padre, como capellanes, el primero se
ausentaba con frecuencia para ir a predicar de un lado a otro; el segundo era
más estable, pero no tardó mucho en hacer lo mismo.
El Señor
Duplay
(203)
Durante este mismo año de 1832, el Instituto fundó los establecimientos de
Sorbier, Terrenoire y Viriville, volvió a tomar la escuela de Marlhes, cerrada
desde hacía 11 años. El padre Allirot había muerto y el padre Duplay lo
remplazó. Era hermano mayor de Juan Luis Duplay, quien remplazó al padre
Gardette en el puesto de superior del seminario mayor de Lyon. Continuó durante
largos años, con la sabia y hábil dirección que su antecesor había sabido
imprimir en esta importante casa. Fue uno de los grandes apoyos de nuestro
Venerado Superior como lo manifiesta la carta que el buen Padre escribió al
párroco de Marlhes en 1832, al volver a enviarle los Hermanos para la dirección
de su escuela:
(204)
"Se puede afirmar, y con toda razón, que el padre Juan Luis Duplay, su
hermano, es una de las razones por las que existe el Instituto de los Hermanos
de María. Nunca hubiera emprendido y mucho menos continuado con esta obra, si
él no la hubiera aprobado formalmente. Pero hizo más: cuando fue el caso de su
colocación definitiva, fui a hablar con él como acostumbraba hacerlo en todos
los asuntos de cierta importancia. Siempre interesándose en mis proyectos, no
creyó oportuno que yo abandonara mi puesto de vicario en La Valla, para
dedicarme de lleno a mi idea. Luego tuvo la ocasión de hablar largo rato de mi
obra con el padre Dervieux, cura de Saint-Pierre en Saint-Chamond, su
pensamiento cambió . Cuando lo volví a ver, me dijo que vería con gran pesar el
que mis proyectos no llegaran a realizarse. Me insistió que era preciso seguir
adelante; que mi obra, siendo obra de Dios, no tenía nada por qué temer. Quedé
sumamente satisfecho y reconfortado con estas palabras, y desde entonces, lucho
con más confianza contra toda clase de contratiempos que se me oponen".[60]
(205) Si
el Padre Champagnat tenía una gran confianza en las luces del padre Juan Luis
Duplay, éste l o honraba con una gran estima como lo muestra la carta siguiente
que escribió ocho años más tarde, al enterarse del fallecimiento del buen
Padre: "La noticia de la muerte del Padre Champagnat me ha sorprendido. La
vida y la conversación de este venerable sacerdote me edificaban profundamente.
Se le consideraba indispensable. Por lo menos sus consejos y sus ejemplos no
quedarán en el olvido; los encontraremos en los Hermanos que fundó. El Padre
Champagnat tuvo sus pruebas, todas las conocí. Siempre siguió adelante con su
obra con el mismo entusiasmo, con un corazón libre a través de muchas vicisitudes;
y esto porque en todas sus empresas, veía por encima de sus intereses
personales; tenía la certeza de que todo era por Dios y sólo por Dios
trabajaba. Uno de los mayores méritos de este sacerdote, fue la paciencia en
los sufrimientos y su silencio sin amargura".
(206)
Aunque estas dos cartas no son de la misma fecha, hemos querido transcribirlas
aquí una a continuación de otra, porque ponen de manifiesto la estima y el
afecto que estos dos siervos de Dios se tenían mutuamente.
Desarrollo
de las obras
(207) La
casa de Terrenoire fue fundada por el señor Génissieux, excelente cristiano,
organizador de la industria metalúrgica establecida en dicho lugar, amigo del
Padre Champagnat y bienhechor de su Instituto.
(208) La
fundación de Viriville se debió al celo del padre Cussier, cura de esta parroquia.
El amor de este santo sacerdote por sus feligreses, lo hacía multiplicar y
alargar en ocasiones sus pláticas. En una de ellas, lo oímos exclamar:
"Hermanos míos, se dice que vivimos en el siglo de las luces, esto puede
ser cierto, en alguna forma, pero el diablo es el que lleva la linterna".
(209) Un
gran número de novicios tomaron el hábito ese año, después del Hermano Luis
María; he aquí sus nombres: Hermanos Flaviano (Gacher), Tomás (Juan Bautista
Tomás), Nilamón (Colomban), Francisco María (Convers), Angel (Françon), Simeón
(Fayasson), Apolinar (Ginet), María José (Rondet), Marcos (Poulas), Lázaro
(Guerry), Joaquín (Bonvalet), Onésimo (Besson), Francisco Regis (Boîton),
Clemente (Pessen), Sebastián (Astier), Rémi (Dubessy), Luis Bernardo (Fayol),
Casiano (Chomat), Santiago (Baile), Basile (Vincent), y Pedro María (Pérenon).
El Hermano
Casiano, Chomat.
(210) El
Hermano Casiano nació en Sorbier, en 1788, Un cura cismático lo arrastró al
cisma[61]. Lo sacó de esa situación en 1800 un sacerdote escondido en la casa de
su tío. Hizo su primera comunión en 1801. Huérfano, y sin vigilancia de nadie,
se dejó arrastrar por las malas compañías. Se convirtió e hizo una confesión
general con el padre Dervieux en 1812. Se dedicó desde entonces a trabajar en
una escuela para niños en Sorbier. En 1815, el Hermano Arsenio se vino con él,
viviendo en la más perfecta armonía. El Hermano Casiano quiso ingresar con los
Hermanos del Bienaventurado de la Salle. Su débil sa lud lo hizo desistir. El
padre Rouchon trató de ganarlo para su obra, en 1820. En 1822, fue con su
compañero, a visitar al Padre Champagnat a La Valla. Con frecuencia iba a
solicitar consejo al buen Padre y a confesarse con él. El Padre los dirigía,
esperando la hora de Dios. Finalmente, Luis Chomat y Cesáreo Fayol, sin
renunciar todavía a su propiedad de Sorbier, se decidieron a ingresar en la
Congregación y tomaron el hábito como queda dicho más arriba. El Padre
Champagnat les envió a dos Her manos jóvenes para que les ayudaran en su
escuela, quedando, de esta manera fundado el establecimiento de Sorbier. El
municipio puso dificultades de inmediato, privando a los Hermanos de cualquier
tipo de ayuda, y la escuela fue clausurada en 1837, durante varios años.
(211) El
Hermano Casiano al poco tiempo no vio más que defectos en los Hermanitos que le
habían sido encomendados. Se quejó amargamente con el Padre Champagnat, que le
contestó de la siguiente manera: "Mi querido Hermano Casiano: que Jesús y
María sean sus guías y maestros en todo. No puedo, mi querido Hermano Casiano,
disimular la pena que me causa su postura, en la que no puedo, por ningún
motivo, darle la razón. No creo, mi querido amigo, haberle fallado en alguna
forma: he tenido muy en consideración todas las observaciones que usted ha
creído su deber, hacerme. De ninguna manera he querido burlarme de usted, al
proporcionarle los dos sujetos que le hemos enviado. Usted mismo quedó
satisfecho. ¿Quién ha venido a turbar esta tranquilidad? Cuando el Hermano
Denis lo molestó con sus disgustos, ¿no fui personalmente enseguida, a su casa,
para cambiarlo? Y cuando me manifestó que prefería que se lo dejara, aunque ya
hubiera hecho yo otras combinaciones, ¿no acepté sus razones? En fin, mi
querido Hermano, ¿cuáles son los motivos que tiene para molestarse? Si los
miembros de la Sociedad de María son muy imperfectos para servirle de modelo,
vuelva, mi querido Hermano Casiano, su mirada a Aquella que puede servir de
modelo tanto a los perfectos como a los imperfectos, y que tiene un gran amor a
todos; a los perfectos, porque copian sus virtudes y arrastran a los demás al
bien, sobre todo en una comunidad; a los imperfectos, porque es, sobre todo por
ellos, que María ha sido elevada a la sublime dignidad de Madre de Dios. Por lo
tanto, querido Hermano Casiano, si somos perfectos, deberíamos agradecer, en
cierta manera, a los pecadores, por habernos obtenido una Madre tan buena y tan
amable. ¿Por qué, q uerido Hermano, volver la mirada a Egipto, para buscar
consejos? ¿No es María lo suficientemente capaz para darle seguridad? Le diré,
con las palabras del profeta, para no equivocarme, que la ayuda de Egipto será
una caña hueca que se quebrará en sus manos, que no tengo ningún temor en
predecirle, de parte de Jesús y de María, que lo lastimarán, al romperse: si
desprecia mis consejos, consulte al Superior General de la Sociedad que acaba
de regresar de Roma, al señor arzobispo, al padre Cholleto n, en fin, mi
querido Hermano Casiano, no haga nada precipitadamente". El Hermano
Casiano se dió cuenta que estaba en un error y trató de corregirse.
(212) Los
Hermanos, cuyos nombres ponemos a continuación, hicieron su profesión este
mismo año: Hermanos Nilamón (Colombon)[62] Pedro (Souchon), Jerónimo (Grappeloux), Andrés (Aubert) y Pío (Renou).
El Hermano Anselmo nos dejó para irse al cielo.1833
(213) El
Padre Chanut, sacerdote Marista, escribió al buen Padre para recomendarle uno
de sus sobrinos, de 14 años, que no podía pagar su noviciado, pero que podría
llegar a ser un buen sujeto. Le comunicó que el padre del Hermano Teodoro
(Fayasson), iría muy pronto al Hermitage, con todos sus instrumentos, para
fabricar zuecos y mangos para herramientas.
(214) El
14 de febrero, el padre Pompallier escribió al Padre Champagnat que el padre
Forest se iría a Valbenoite y que el padre Seón lo remplazaría en el Hermitage.
En esta época, los Padres Maristas no llevaban el nombre de Padres.
(215) El
13 de agosto, Pompallier volvió a escribir a Champagnat comunicándole que
Colin, el Superior General, hacía los trámites necesarios para solicitar la autorización
de la Congregación, en Roma. Se trataba de los padres y de los Hermanos
Maristas. El padre Servant estaba en el Hermitage con el padre Seón.
Bourg-Argental.
(216) El
padre Verdier, cura de Bourg-Argental, escribió al buen Padre de la siguiente
manera: "Señor mío y amigo: He sabido que tiene la intención de quitar a
uno de sus Hermanos. No creo que dos puedan ser suficientes para atender la
escuela. Le diré con toda franqueza, que el año pasado escuché muchas críticas,
por cosas sin importancia, que los niños no estaban bien atendidos, que no progresaban,
que los Hermanos no se daban a respetar lo suficiente, o bien, que maltrataban
a los niños. Usted sabe muy bien de lo que es capaz el rumor de la gente; en
una sociedad que se respeta, no había mejor solución que la de regresar sus
buenos Hermanos y mandar llamar a los de la Doctrina Cristiana, que tienen
mejor fama. Párroco nuevo, en una región problematizada, me cuidé muy bien, en
esta ocasión, como en otras muchas, de imitar el perico de la fábula que
hablaba mucho y que por tal motivo fue vendido a precio muy alto. Imité mejor
al cuervo que no decía nada, pero pensaba mucho y tuvo también su precio.
(217 )
Brevemente, la consecuencia de todo lo que escuché y de mis pobres reflexiones,
me hizo seguir más de cerca el funcionamiento de su casa. Sin llamar la
atención, pues estamos en una época en la que basta dar a conocer las propias
intenciones, hasta para el bien, para verlas inmediatamente atacadas. Prohibí a
sus Hermanos maltratar a los niños.[63]
Les
recomendé que me los enviaran cuando no estuvieran contentos con su comportamiento
y que no los recibieran sino con una nota de mi parte, y, en tal caso, tuve el
cuidado de mandar llamar al papá o a la mamá del niño y de llamar personalmente
la atención. Yo no sé si soy un buen maestro; no hay más que 2 ó 3 que vinieron
a verme; no los he vuelto a ver, y, de acuerdo con mis vicarios, les hicimos
mucho teatro[64] en el catecismo, al igual que a los padres y madres, amas de casa y
jefes de familia, entre las rejas[65].
(218) Ya
reiniciamos el catecismo todos los domingos. Esto exige que los niños aprendan
y por consiguiente que vayan a la escuela. Sería, por lo tanto, suspender el
bien que hace su casa de Bourg-Argental, quitando un Hermano y hacer renacer
nuevo griterío. Lo que usted debe hacer es lo siguiente; creo que no se molestará.
Si le comento todo esto, es para ponerlo al corriente de lo que pasa, y que si
su casa funciona bien, todo va viento en popa, atraerá el interés y podrá conseguir
para sus Hermanos, algún aumento en la remuneración, pero cuando uno persigue
con mucha insistencia una anguila, más se escapa.
(219) Le
escribo con toda sencillez y con mucha prisa; no estoy seguro que me
comprenderá, entre amigos, se perdona todo. Seguimos con proyectos con el amigo
Sayve, que se encuentra bien."
(220)
Queriendo hacer trabajar su cerebro, el señor cura se olvidaba de escribir
bien.
(221) Al
recibir esta carta, que hemos copiado, el buen Padre escribió al señor de
Pleyné, alcalde de Bourg-Argental[66]: "Señor alcalde, la suma de 1200 fr. ya es demasiado módica para
hacer frente a los gastos que requiere el sostenimiento de 3 Hermanos en un
municipio. Reducirla más, es, según me parece, quitarles, ya no digo el exiguo
salario del más ingrato y del más penoso empleo de un ciudadano, sino también
su pobre y miserable alimento. Todos los municipios en los que tenemos tres
Hermanos, pagan 1 200 fr., como Boulieu, Ampuis, Neuville-l'Archevéque,
Charlieu, Mornant, Saint-Paul-en-Jarret, pagan dicha cantidad. Podemos, para
complacerlo, poner el establecimiento de su municipio, al igual que el de
Saint-Sauveur, a 1 000 fr., tres Hermanos en el invierno y dos solamente, durante
el verano.
(222)
Usted sabe que los Hermanos de las Escuelas Cristianas reciben como mínimo 600
fr. por cabeza: y entre ellos, al igual que entre nosotros, uno se encarga
únicamente de la cocina; nosotros nos mantenemos con los 2/3, cosa que nadie
discute. Los respetados Hermanos de las Escuelas Cristianas exigen también un
local adecuado; durante el primer año, 1 600 fr. para la Casa-Madre, 3 000 fr.
para el mobiliario que les pertenece al cabo de tres años; 1 800 fr.
anualmente, cantidad reconocida, sin duda, como absolutamente necesaria,
mientras que nosotros no pedimos[67] más que 1 200 fr. anualmente y 1 500 fr. para el mobiliario, cantidad
que Bourg-Argental nunca ha entregado. Dejo a su recto juicio y buen corazón,
el juzgar si no hay dureza al reducir esta cantidad. Haré partícipe de su carta
al Señor Prefecto que me ha prometido interesarse en favor de los ayuntamientos
pobres. Reciba, etc."
El Hermano
Luis María exento del Servicio Militar.
(223) El
Querido Hermano Luis María, que se encontraba en la edad del servicio militar,
escribió al Padre Champagnat, desde Lyon, el 3 de mayo, la siguiente: "Muy
Reverendo Padre. Me encuentro en Lyon desde el 27 de abril. Recibí órdenes de
presentarme aquí desde el 26, a medio día, y tuve que estar desde el 25. Salí
al día siguiente con la autorización del padre Douillet y la aprobación del
Hermano Juan Pedro, sin tener tiempo de comunicárselo a usted. Llegué a Lyon,
el sábado 27. Me fui a buscar al padre Pompallier quien me indicó que fuera a
ver al padre Cholleton. Fui ese mismo día; Monseñor, como usted sabrá, estaba ausente;
en un principio se mostró desconcertado. El buen Dios le inspiró ir a buscar al
barón de Toria que nos recibió de la mejor manera posible. Muy pronto partió
conmigo y fuimos primero a ver al sub-intendente militar quien nos envió con el
capitán del reclutamiento. El barón lo conocía y también era conocido por el capitán;
le prometió hablar en mi favor al general. Me citó para el lunes 29 a las 11.
(224) Me
presenté y no me resolvió nada, porque no había médico. Únicamente, el general
me dijo que no me encontraba ningún defecto visible. Me volvió a citar para el
martes 30. Me presenté en la casa del general a mediodía. El capitán trajo
personalmente a los dos médicos. Ignoro lo que les diría, pero con toda
seguridad los predispuso favorablemente, pues, tan pronto como me presenté, los
dos dijeron que yo tenía defectos notorios. Luego, se retiraron los 4, en
consejo. Me di cuenta que el general se oponía y quería enviarme a otro lugar
de revisión. El capitán hablaba en favor mío, al igual que los dos médicos,
aunque de una manera bastante fría, aparentemente. Yo salí al vestíbulo."
"Permanecieron, al menos 3/4 de hora en deliberación, ya sobre mí, ya
sobre otros asuntos".
(225)
Finalmente el capitán salió con los dos médicos. Yo estaba en la puerta
recitando muchos "Acordaos" porque tenía una gran angustia. El
capitán se dirigió a mí y me dijo: "Queda exento". ¡Oh palabra tres
veces feliz y mil veces esperada! Le pregunté si tenía alguna recomendación qué
hacerme: "No, se acabó, me dijo, venga el jueves a las 8 de la mañana a recoger
sus papeles". Era el 2 de mayo. Llegué algo atrasado, me regañó mucho. Le
dije que estaba en Lyon con el hábito religioso, que tuve miedo de presentarme
así y que no había podido encontrar pronto otra ropa. Pareció satisfecho con esta
razón, y me habló con bondad. Me dijo que regresara hoy día 3, a la misma hora.
Entonces, yo le pregunté si me permitía presentarme como religioso, estaría
puntual. Accedió con gusto, volví esta mañana y me dijo: "Su asunto está
terminado, puede incluso regresarse". Fíjese en su delicadeza, luego
añadió: "Yo mismo le enviaré su exención, pero tendrá que pagar el correo.
¿Hay algún jefe de brigada en la Côte? -Sí, Señor; -"Muy bien, yo se lo
haré llegar por su medio, tan solo dele su dirección y se lo llevará
gratis"
(226) He
aquí, Padre, la historia de la Providencia y de la bondad de Dios. Se me
olvidaba decirle que en el seminario mayor, todos rogaban por mí, que el padre
Pompallier mandó prender dos cirios ante la Santísima Virgen, y que tan solo a
las oraciones de las almas buenas, debo mi exención. La he recibido de María,
ya que humanamente hablando, no podía esperarla. Las razones que se han dado
carecen de valor. Otro médico, al que me había presentado, me dijo que si me
atrevía a hablar, se burlarían de mí. Ruego a todos los Hermanos que bendigan
conmigo y por mí a Dios y a la Santísima Virgen. Salgo inmediatamente a la
Côte-Saint-André, por tren hasta Givors. Son las 3 y debo salir a las 4, así es
que, le escribo, como puede darse cuenta, a toda prisa y con un pie en el
estribo. Perdóneme tantos garabatos. Me encomiendo mucho a sus oraciones y le
pido su bendición..."
Asuntos
financieros.
(227) El
15 de mayo, la señorita María Fournas, por testamento, cedió limpia y
sencillamente la propiedad llamada de la Grange-Peyre, al Padre Champagnat. Tal
propiedad está estimada en alrededor de 70 000 fr. El Marqués de Montdragon
regaló al mismo tiempo, un terreno adjunto. Algunos piensan que la donadora
había impuesto al Reverendo Padre la obligación de recibir varios pobres en el
Hermitage. No es cierto. El Padre recibió, más tarde, un pobre demente llamado
Corromp, un cojo de nombre Carlos Badois, y el viejo Chazele, zapatero, que
luego tomó el hábito, con el nombre de Hermano Espiridión; pero los recibió por
su propia voluntad. La propiedad citada fue vendida, como lo veremos más
adelante, en 1853, en 75 000 fr. para ayudar a pagar la construcción de la Casa
Madre, en Saint-Genis-Laval.
(228) El
12 de julio, en la oficina de la señorita Finaz, el señor Ginod y su esposa
vendieron al Padre Champagnat, un terreno de 48 áreas, por 400 fr. pagados al
contado.
El buen
Padre fundó la casa de Peaugres.
(229)
Después del retiro, para darse cuenta de la situación de su Congregación,
escribió personalmente la larga nota que sigue: Peaugres no aparece, porque no
fue fundada sino hasta septiembre.
(230)
Situación de la Casa-Madre y de los establecimientos de los Hermanos de María.
(231) Casa
Madre en Saint-Martin-en-Coallieux: tenemos en total 82 Hermanos, 10 novicios y
2 sacerdotes. La Casa Madre cuenta con 42 personas, Hermanos y novicios. (82 Hermanos
y 10 novicios es el total del Instituto. La casa madre tenía 42 Hermanos y
novicios. Quedaban, pues, para los establecimientos 50 Hermanos. El total de
Hermanos indicados en los establecimientos es de 54)
(232) 1º.-
La Valla, 2 Hermanos, únicamente en invierno, 90 niños, muy dóciles. La casa es
demasiado pequeña; la remuneración es de 500 fr.. El mobiliario está en muy mal
estado, estamos obligados a proveer en parte el mobiliario.
(233) 2º.-
Marlhes, 2 Hermanos, en invierno; 60 niños. La casa pertenece al municipio; 300
fr de renta y asegurados por algunos habitantes. La casa está en mal estado,
mal situada, las dos clases muy irregulares, sin patio de recreo para los
alumnos.
(234) 3º.-
Saint-Sauveur, 2 Hermanos, 80 niños; una casa y las clases bien acondicionadas
y bastante amplias, que el señor Colomb-de-Gaste compró por su cuenta. El
mobiliario de los Hermanos está bastante mal; los niños no son muy dóciles.
(235) 4º.-
Bourg-Argental, 3 Hermanos en invierno y dos en verano; 125 alumnos, una casa y
clases bien orientadas y cómodas que el señor de Pleyné, fundador del
establecimiento, compró para esta obra. El municipio nos garantiza 1 000 fr.
pero nada más entrega 800 fr. ,el resto proviene de retribuciones mensuales, o
mejor dicho, no nos ingresan más que 930 o 940 fr. Es muy poco. El mobiliario
que el municipio nos proporciona, está en estado lamentable.
(236) 5º.-
Boulieu, 2 Hermanos, 100 niños; una casa bastante bien acondicionada, pero
demasiado pequeña. Los 800 fr. casi siempre son pagados. El señor de Vogué
coopera con una buena cantidad.
(237) 6º.-
Chavanay, 3 Hermanos en invierno, 2 en verano; 110 alumnos, casa rentada en muy
mal estado y casi sin mobil iario.Las retribuciones se pagan, excepto 200 fr.
por mes escolar; este establecimiento funciona, por otra parte, bien; los alumnos
son bastante dóciles.
(238) 7º.-
Saint-Symphorien-le-Chãteau, fundada por el padre Roi, párroco, y el señor
Noblet, alcalde;2 Hermanos, 105 niños, en extremo ligeros. El mobiliario en
buenas condiciones; los Hermanos reciben una retribución reducida, desde hace
tres años, a 650 fr.
(239) 8º.-
Charlieu, 3 Hermanos, 147 niños; nada de casa. La villa entregaba 600 fr.desde
la fundación, pero han sido suprimidos, el año pasado, por el alcalde, para entregarlos
a un maestro de escuela mutua. Hasta entonces esta escuela no contaba más que
con un edificio que no podía albergar más que 87 a 89 niños; casi sin mobil
iario;80 niños gratuitos, por los que el señor cura da un franco por cabeza al
mes; los niños muy ligeros.
(240) 9º.-
Valbenoîte, 180 alumnos, 5 Hermanos, una casa demasiado pequeña, los niños son
muy dóciles; el municipio da cualquier cosa, las retribuciones mensuales,
completan el faltante.
(241)
10º.- Saint-Paul-en-Jarret, 3 Hermanos en invierno, 100 alumnos, un poco
disipados; la casa y las clases muy amplias y bien acondicionadas, fundada por
el padre Noailly, párroco; 200 fr y el producto de colegiaturas, hacen la suma
de 950 fr. que recibimos anualmente; el mobiliario bastante mal; el establecimiento
va mejorando.
(242)
11º.- Ampuis, 3 Hermanos, entre 120 y 130 alumnos, bastante dóciles, el mejor
de nuestros colegios, en todo sentido; existe un donativo de 600 fr., el resto
proviene de colegiaturas o bien, lo proporciona el señor cura.
(243)
12º.- Saint-Symphorien-d'Ozon, 2 Hermanos, entre 50 y 60 alumnos, bastante
inquietos; la escuela no tiene otros recursos que las colegiaturas; casa en
malas condiciones, mobiliario muy bueno.
(244)
13º.- Mornant, 3 Hermanos en invierno, 110 a 120 alumnos, bastante dóciles;
buena casa, con clases muy bonitas, todo bien acondicionado, casi completo el
mobiliario. Las retribuciones son pagadas casi con exactitud, por las colegiaturas,
el municipio o la fábrica y el mismo señor cura.
(245)
14º.- Neuville, 3 Hermanos, 80 alumnos muy inquietos, muy disipados; casa
bastante bonita; las retribuciones provienen de las colegiaturas o de la
generosidad del señor Tripier, al igual que la casa. El mobiliario casi está
completo, este establecimiento va mejorando, sin embargo, está amenazado.
(246)
15º.- Millery, 2 Hermanos, 50 niños bastante educados, casa bastante buena y
amplia ; no tienen más recursos que las mensualidades y la generosidad del
padre Desrosier, párroco de Saint-Pierre de Lyon; esta escuela es atacada de
manera increíble; una escuela mutua acaba de abrirse en la localidad.
(247)
16º.- Sorbier, 4 Hermanos, 115 alumnos bastante dóciles, la casa y la escuela
fueron fundadas por dos Hermanos que la atendían y que entraron a nuestra
Sociedad, con todo lo que poseían; les dimos el hábito en las vacaciones pasadas
y dos Hermanos para que les ayudaran; ninguna otra cooperación además de las
mensualidades.
(248)
17º.- Terrenoire, 2 Hermanos, 90 niños, bastante dóciles, una casa demasiado
pequeña y mal situada; el mobiliario será proporcionado en su totalidad; al
igual que la remuneración, por el señor Génissieux, socio de la Compañía de
fundiciones del Loira y de Isère.
(249)
18º.- La Côte-Saint-André, 5 Hermanos, 200 alumnos, de los cuales un buen
número de internos o medio internos; la casa es amplia, bastante bien adaptada;
esta escuela es un semillero de novicios, en menos de dos años, ha proporcionado
16 para la Sociedad.
(250)
19º.- Viriville, 3 Hermanos, 110 niños que prometen mucho, por sus excelentes
disposiciones; la casa es amplia y será muy bonita cuando se termine de
repararla; las mensualidades y la generosidad del señor cura, aseguran el
sostenimiento.
Profesiones
(251) Los
numerosos novicios que tomaron el santo hábito, durante este año, fueron:
Hermanos Ligorio (Achard), Alfonso (Verchère), Leon (Achard), Germán (Richard),
Justino (Champallier), Simón (Poinas), Juan Francisco (Ginier), Teófilo
(Prudhomme), Régis (Noir), Macario (Burre), Ignacio (Just), Pothin (Courbon),
María Nizier (Thomas) y María Jubin (Mériguet)
(252) Dos
Hermanos fueron admitidos a la profesión, al finalizar el retiro, fueron los
Hermanos Macario (Belin)[68] y Doroteo (Villelonge). Durante este año la muerte nos arrebató a los siguientes:
Juan Pedro Champagnat, hermano del Fundador[69]; José Ducoin[70] y Juan Marnas de Marlhes[71]. Este Marnas había sido recibido por caridad, en el Hermitage.
La Ley
Guizot
(253) En
el mes de junio de este año, bajo pretexto de organizar la enseñanza primaria,
los ministros propusieron, las cámaras votaron y el rey burgués promulgó, el 28
del mismo mes, una ley que iba a ser el principio de la enseñanza gratuita,
laica y obligatoria.
(254) El
brevet había sido opcional hasta entonces. Las autoridad es de los colegios o
de las instituciones secundarias, incluso los párrocos de distrito, tenían
derecho a proporcionar uno a quienes consideraran que lo necesitaban. Hemos
visto que el señor Brut, por entonces director del colegio de Saint-Chamond,
otorgó dicho brevet al Hermano Francisco. Queriendo tener uno, el buen Hermano
Lorenzo, director de Tarentaise, lo solicitó al señor cura de Saint-Chamond.
Este le envió una suma bastante complicada, recomendándole que sacara el total
y que se la enviara de regreso. El Hermano podía haber hecho que otro se la
hiciera. El mismo sacó la respuesta y el señor cura le expidió un brevet. La
nueva ley no aceptaba los brevets anteriores, sino como de tercer grado.
Instituyó comisiones departamentales integradas por miembros de la Universidad
para conceder los brevets en el futuro. Los miembros de las Congregaciones
tenían que pasar por las "horcas caudinas" de quienes tenían que
hacer competencia.
(255) Los
universitarios han abusado mucho de esta arma de batalla. Dicha ley imponía el
brevet a todos los responsables de las escuelas, y un compromiso por diez años
a los miembros de las congregaciones reconocidas por el Estado, para no verse
obligados al servicio militar. La misma ley concedía un mínimo de 200 fr. a los
responsables, y nombró un comité, en cada municipio, y otro en cada cabecera de
distrito, así como inspectores para la vigilancia del cuerpo docente. Todo
nuevo responsable debía ser aceptado por el comité municipal, nombrado
provisionalmente por el comité de distrito, y definitivamente instalado por el
Ministro de Instrucción Pública. Este nombramiento se demoraba a veces, más de
un año, pero esta espera no ocasionaba la suspensión de los trámites.
(256) Esta
ley ocasionó muchos dolores de cabeza a nuestros superiores y los obligó, a
utilizar, con frecuencia, recursos ante la misma ley. Los doctrinarios, como se
les llamaba en aquel tiempo, eran de por sí opuestos a los miembros de las
congregaciones, y buscaban perjudicarlos. Sin embargo, eran menos tramposos que
los oportunistas de nuestros días. La ley de 1833 respetaba todavía un poco los
derechos de las familias y de los municipios, derechos que éstos se han apresurado
a arrebatar, por leyes satánicas que han fraguado.
CUARTA
ETAPA DE 1834 A 1840 (6 DE JUNIO)
Sumario:
Ley sobre la enseñanza. Arreglos con el padre Mazelier. Misiones de Oceanía.
Viajes y fatigas del buen Padre con miras a obtenerla autorización legal.
Nacimiento de la Provincia del Norte. Vauban. Elección del primer Régimen.
Testamento del Venerado Padre y su muerte.
1834
Secretaría.
(1) Desde
sus orígenes, la Congregación no había contado con un secretario. Lo más
ordinario era que el Reverendo Padre trataba verbalmente con los ayuntamientos
o con los fundadores que le solicitaban Hermanos. La mayor parte de las cartas
que escribió no se conservaron, ni las respuestas que le fueron dirigidas, al
igual que los arreglos hechos para las escuelas. De tal suerte que nos hemos
privado de documentos que serian de mucho valor, y sin duda alguna nuestros
sucesores lamentarán esta laguna tan grande. El buen Padre lo comprendió, y
para darle una solución, organizó la secretaría, nombrando un encargado d e
guardar copia de las cartas expedidas, de las condiciones convenidas, en un
registro destinado para tal fin. El secretario llevaba desde luego su registro,
sin seguir un orden cronológico. Copiaba sin ningún orden los documentos
oficiales de 1829, 1830, 1831, 1833 con los de 1834, etc. Tenemos razones de
peso para creer que hubo cantidad de omisiones. después de esta nota que hemos
creído hacer del conocimiento de los lectores, retomamos el hilo de nuestro
relato.
Autorización
legal. Carta al Rey.
(2) Como
dijimos con anterioridad, la ley del 28 de junio de 1833 ordenaba que todo
director de escuela privada u oficial, debía tener el brevet. Los jóvenes no
podían quedar exentos del servicio militar más que con un compromiso de dedicarse
a la enseñanza oficial durante 10 años. Los miembros de las congregaciones
religiosas no reconocidas oficialmente, no podían ser admitidos a realizar
dicho compromiso. Tales disposiciones ocasionaron un gran problema al piadoso
Fundador. Comprendió que el reconocimiento legal le era del todo indispensable.
Ya vimos que la autorización solicitada por Monseñor de Pins, había sido
concedida, cuando la Revolución de 1830 destronó a Carlos X. El buen Padre reemprendió
los trámites relativos a esta autorización. El 28 de enero escribió al rey Luis
Felipe de la siguiente manera:
(3)
"Señor, nacido en el distrito de Saint-Genest-Malifaux, departamento del
Loira, no llegué a leer y escribir sino a costa de infinitas dificultades,
porque carecía de maestros capaces. comprendí desde entonces la urgente
necesidad de formar una Sociedad que pudiera, con menos gastos, proporcionar a
los niños del campo, la buena educación que los Hermanos de las Escuelas
Cristianas dan a los pobres de las ciudades. Elevado al sacerdocio, en 1816,
fui enviado, como vicario, a una parroquia rural. Lo que vi con mis propios
ojos, me hizo palpar, con mayor intensidad aún, la necesidad de poner en
ejecución, sin más tardanza, el proyecto que tenía desde hacía largo tiempo.
empecé, por lo tanto, a formar algunos maestros. Les di el nombre de Hermanitos
de María, convencido de que este solo nombre, me atraería numerosos sujetos. Un
éxito inmediato, en pocos años, ha justificado mis suposiciones y sobrepasado
mis esperanzas.
(4) En
1824, con el permiso de Monseñor el administrador de la diócesis de Lyon,
ayudado por este prelado y por las recias gentes de la región, construí, cerca
de la población de Saint-Chamond, una casa muy amplia, para establecer en ella
la escuela normal de la nueva sociedad. 72 sujetos de esta casa ya están
trabajando en un buen número de municipios, sin contar los cuarenta novicios,
muy entregados, que se preparan para seguir las huellas de los primeros. Para
crecer y prosperar, esta naciente institución, cuyos estatutos adjunto, no
necesita otra cosa más que la autorización requerida. El celo que su Majestad
pone por la educación, me anima a hacerle esta humilde petición. ¿seria tan
feliz, Señor, de poder contar con ella? Las numerosas solicitudes que me hacen
de todas partes,[72] la aprobación de las autoridades locales, del señor prefecto del Loira
y de varios honorables diputados, me muestran con sobra da evidencia, la
armonía entre mis establecimientos y el espíritu del gobierno. La necesidad y
los recursos de los municipios rurales, no me permiten dudar ni un instante,
sobre el éxito de esta petición. Estoy, Señor, lleno de la dulce esperanza, d e
que esta empresa, llevada a cabo sólo por el interés por mis conciudadanos, sea
aceptada por su Majestad. Los Hermanos de María, al recibir de su real bondad
una existencia legal, le quedarán eternamente agradecidos, y se unirán a mí
para decirse siempre, de su Majestad, sus muy humildes ...
"ESTATUTOS
DE LA SOCIEDAD.
(5) Art.
1.- Los Hermanitos de María tendrán por objetivo la instrucción primaria;
además de la formación moral y religiosa, enseñarán la lectura, la escritura,
los elementos de la lengua francesa, el cálculo y el sistema métrico, los
elementos de geometría, el dibujo lineal, el canto y los elementos de historia
y geografía. Seguirán, en la enseñanza, la nueva pronunciación y el método de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas[73]:
(6) Art.
2.- Se proporcionarán Hermanos a los municipios que los soliciten y que
aseguren, a cada Hermano, una remuneración de 400 fr.
(7) Aunque
por regla general no deben ir menos de dos, se podrá establecer una casa
central de donde se separen uno por uno para ir a poblaciones cercanas.
(8) Art.
3.- Las escuelas serán gratuitas, sin embargo, los municipios podrán recibir
una retribución mensual de los padres más acomodados para cubrir en parte, los
gastos del establecimiento.
(9) Art.
4.- Cada establecimiento estará dirigido por un director local, que durará en
el ejercicio el tiempo que el superior lo juzgue oportuno, pero podrá ser removido
antes que llegue su sucesor.
(10) Art.
5.- Todos los establecimientos dependientes de la asociación, estarán sometidos
a la inspección de las personas nombradas para la vigilancia de la instrucción
pública.[74].
(11) Acaba
de ser encontrada una copia de los estatutos mencionados arriba, en los
archivos de la ciudad de Saint-Chamond. Según la misma, los estatutos quedaron
aprobados el 28 de febrero del mismo año, por el Consejo real de la Instrucción
pública, que no hizo más que unas modificaciones insignificante s. Por otra
parte, tal reconocimiento, no significaba la autorización legal del Instituto.[75]
La vida en
el Hermitage.
(12) Esta
petición al rey burgués no le llegó mas que en parte, y veremos más adelante
que los innumerables trámites, los fatigosos viajes y los grandes cansancios
del piadoso Fundador, fracasaron ante la mala voluntad de los volterianos que
gobernaban en Francia.
(13)
Catorce Hermanos o postulantes habían sido ya enterrados en el pequeño
cementerio de 5 metros de lado. Fue preciso hacer otro a un costado del
primero, pero un poco más alto . El Padre Champagnat construyó con sus Hermanos
un alto muro de contención del lado del río, que, junto con otros tres, forma
el recinto del nuevo cementerio que tenía alrededor de 8 metros de largo por 6
de ancho. Juan Champagnat, de 5 años, sobrino del buen Padre, hijo de Juan
Pedro, fue el primero en ser inhumado en este nuevo cementerio, el 29 de marzo
de 1834.
(14) El 25
de abril, el padre Pompallier escribió al Venerado Padre, lo siguiente:
"Padre Superior: Ya hace bastante tiempo que deseaba escribirle, sea para
darle señales de vida, sea para hacerle un encargo del padre Cholleton.
(15) Desde
luego, no ignora, sin duda, la catástrofe que alarmó no sólo esta ciudad, sino
a toda Francia. Usted sabrá que Lyon ha sido durante 6 días, el teatro de la
guerra civil con todos sus horrores. Día y noche se escuchaban los cañones y
los fusiles. Nadie sabía lo que iba a pasar. Hubo una visible protección de
Dios para con los cristianos pacíficos que no quieren ocuparse más que de su
salvación y de sus deberes normales, sin tomar parte en tantos conflictos
políticos que trastornan el juicio. Ningún accidente tuve ni en mi persona ni
en mi familia ni en el internado de la Favorita, en donde he permanecido todo
el tiempo. Confesé a todos los habitantes de la casa entre el ruido de los
cañones. Todos los ejercicios se realizaron como de costumbre. Únicamente dos
personas, estaban, por turno, en adoración ante el santísimo Sacramento.
(16)
Varias veces al día, daba algunos consejos espirituales en la capilla, y se
hacían oraciones adecuadas a las circunstancias. Gracias sean dadas a la
misericordia de Dios y a la protección de María. Nadie molestó la casa, aunque
está al lado del fuerte San Ireneo. Únase, le suplico, con todos sus Hermanos,
a nuestro agradecimiento, para que nunca me haga indigno de la bondad de Dios y
de la protección de nuestra Madre común".
(17) Por
un acta de contrato privado, los Hermanos Casiano y Arsenio, vendieron al Padre
Champagnat la casa con sus dependencias, el terreno y el mobiliario que poseían
en común, en Sorbier, mediante 10 000 fr. que reconocieron haber recibido, de
esta manera: El Hermano Casiano 3 500 fr. y el Hermano Arsenio 6 500 fr.
(18) El 12
de junio del mismo año, ante la se ñora Berger y su colega, notario de
Saint-Chamond, los citados entregaron en renta vitalicia al padre Champagnat,
quien aceptó, la suma de 15 000 fr. con las condiciones siguientes: 1) una
renta anual de 1 000 fr. en un solo pago; 2) un alojamiento conveniente para
los dos donadores, en la construcción de la Grange-Peyre; 3) el derecho a la
huerta y el tránsito en la propiedad de la Grange-Peyre; 4) una hipoteca de los
citados 15 000 fr. sobre dicha propiedad.
(19) En
caso que los dos propietarios no hubieran hecho profesión a continuación, la
renta hubiera resultado muy pesada para el Padre Champagnat, ya que los dos vivieron
largos años. Disposiciones sobre las vacaciones.
(20) El
piadoso Fundador, dirigió este año, la siguiente circular a todos sus Hermanos:
"Nuestros muy queridos Hermanos. Deseo que Jesús y María sean para siempre
su único tesoro; si hacen tanto progreso en la perfección, como lo deseo, harán
muchos. Se acercan los días de vacaciones, tiempo precioso, bajo todos
aspectos, es decir, de alma y de cuerpo.
(21) 1º
Las vacaciones iniciarán, como los años anteriores, el 15 de septiembre hasta
el 15 de octubre. 2º Deseamos que todos lleguen a más tardar, el lunes. 3º
Pensamos partir, dentro de poco, a Roma; es necesario que toda la Sociedad
contribuya al éxito de esta empresa, por la oración y por un redoblamiento de
fervor; se recitará, hasta el regreso de los que van a estar cerca de su
Santidad: 1.- El Ave maris stella; 2.- El Venid Santo Espíritu y la oración 4º
Al venir de vacaciones, se suplica a todos, traer lo siguiente: 1- todas las
gramáticas que están al servicio y uso de los Hermanos; 2- un certificado de
buenas costumbres, de parte del alcalde y otro de buena conducta; 3- una hoja
escrita al principio de año de cada alumno; * Nota: La copia más antigua señala
una de Pascua y otra de fin de año. En dicha copia, como también aquí, falta el
4, y el 5 y 6 están invertidos. Archivos de los H. M.) 5º su brevet, el acta de
bautismo, etc. 6º todas las aritméticas, los modelos o escritos que cada
Hermano pueda proporcionar; 7º todos los objetos de uso personal; 8º el libro
de cuentas, la situación del establecimiento, así como lo que pudiera deber el
municipio. Los Padres Maristas en Valbenoite.
(22) Los
Padres Maristas se habían establecido en Valbenoite años atrás hasta que sigue,
escrita por el Padre Champagnat, el 8 de septiembre de 1834, nos dice que no
tuvieron buenos resultados allí, que buscaban otro lugar, que no contaban todavía
con ninguna residencia regular, y que la falta de unidad entre ellos amenazaba
la existencia misma de la Sociedad.
(23)
"Señor Vicario General, Hubiera deseado mucho haberlo visto con ocasión de
su paso por Saint-Chamond, y tener así una respuesta a mi carta. Reitero aquí todos
los ofrecimientos que tuve el honor de hacerle de viva voz, en favor de mis cohermanos,
si vinieran a Grange-Payre. Cedería todos los beneficios económicos de esta
propiedad que alcanzan los 15 000 fr. y el disfrutar del edificio, al que yo le
haría las primeras reparaciones. Veo con toda claridad, y sin lugar a duda, que
la obra de los Padres en Valbenoite se va a pique, porque está en una posición
completamente equivocada. No existe ningún sacrificio que no esté dispuesto a
hacer por el éxito de mis cohermanos. El anhelo de poseer echará todo a perder;
Dios me libre de juzgar a mis cohermanos. Su desinterés, y su entrega me
edificaron profundamente durante todo el tiempo que estuvieron cerca de mí;
pero sí deseo protestar contra los que les lanzan invectivas. Aquellos, a
quienes Jesucristo les da diariamente con tanta liberalidad su cuerpo, su
sangre, ¿pueden tener algún temor de que les negaría lo que concede en
abundancia a los más viles animales ? Dios mío, nunca permitas que semejantes
gentes ingresen algún día en la Sociedad de María.
(24) No
solicite nada al Consejo de Monseñor[76]; pida únicamente que nuestros Padres puedan reunirse todos en una casa
de retiro, independiente de cualquier tipo de ministerio, ocupándose en
trabajos adecuados a su posición, bajo la dirección del menor de los Colin, si
Monseñor tiene a bien el concedérnoslo. Muy pronto, Señor Vicario General, muy
pronto usted podrá ver acrecentarse nuestro número; la desunión ha echado todo
a perder, la unión devolverá lo perdido, de donde resultará la gloria de Dios.
Le prometo de nuevo que no dejaré faltar de nada a mis cohermanos, aunque fuera
necesario vender hasta mi última camisa; se lo digo con lágrimas en los ojos.
Usted lo sabe mejor que yo, el pez no puede vivir mucho tiempo fuera del agua.
No hay más que el retiro y la meditación de las grandes verdades, que puedan
mantener el espíritu religioso. El Padre Douillet. Carta del 14 de septiembre
de 1834
(25) El
padre Douillet, creyendo que el Padre Champagnat le había prometido emplear en
la diócesis de Grenoble, todos los sujetos que le llegaran de esa diócesis, y
que no había cumplido con su promesa, le escribió así el 14 de julio:
(26)
"Señor Superior: Aprovecho el viaje de los Hermanos para presentarle mis
humildes respetos, y para comentar sobre la promesa en la que me he basado para
actuar. Le suplico tenga presente que ni usted ni yo, podemos echarnos para
atrás, sin comprometer seriamente los intereses de la Sociedad de María ante
las miradas de toda la diócesis. Todo marcha bien hasta ahora, pero es
indispensable establecer, para la próxima fiesta de Todos los Santos, una casa
en Sassenage. Tendré el honor de presentarle de viva voz, las perentorias
razones que le obligan a no retardar las esperanzas de esta región. Los
novicios abundan, ya tenemos la prueba en la Côte, etc.
(27) En
fin, le suplico me prometa dos Hermanos para Sassenage y se dará cuenta, padre
Superior, que el buen Dios, etc. Espero su pronta respuesta, antes de que vaya
al retiro diocesano, en donde pediré, espero que con éxito, por los hijos de
María, si puedo confirmar la promesa de este indispensable establecimiento.
(28) Me
reservo el hablarle de los nuevos novicios que han partido para el Hermitage, y
de los arreglos hechos con sus padres. Le puedo asegurar que no vivo más que
por sus Hermanos, y creo que es el momento de la gracia. Lo único que lamento,
es el no estar a la altura de esa obra tan hermosa. Personalmente veo las cosas
de la misma manera que usted, pero, hay que tener en cuenta las necesidades de
los lugares. Cuento con su última promesa; por mi parte le prometo que estaré
pendiente en adelante, para que todo esté listo, sin lo cual no podrán venir
los Hermanos. El escarmiento de Viriville no será inútil, aunque no haya sido
demasiado fuerte; creo que este establecimiento no puede ir mal bajo la dirección
del señor cura Cussier.
(29) El
Hermano Luis María, todavía se encuentra un poco débil, me ha parecido prudente
aconsejarle que no salga mañana; el Hermano Justo le hará compañía. No
descuidaré nada de lo que pueda ser útil para el pobre Boiton[77] a quien aprecio como usted, porque también creo que podrá ser útil.
Ore, por favor, para que haga un buen retiro. Había pensado ir a hacerlo al
Hermitage, en lugar de tomar parte en el de Grenoble. Soy de
usted..."Sueño del Padre Champagnat.
(30) El
Reverendo Padre tuvo un sueño muy singular durante la noche: Lo contó así al
Hermano Juan Bautista, de quien tenemos el relato: "Me parecía estar en la
terraza del noviciado que domina la casa del Hermitage, cuando percibí un grupo
de hombres que veían de Saint-Chamond, vestidos, mitad Hermanos, mitad
soldados. Este tipo de Hermanos, al pasar al lado de la casa, trataban de
derrumbar el edificio, llevándose cada uno una piedra. Muy pronto las paredes
llenas de boquetes, y muy dañadas, se vinieron abajo; el techo se desplomó y la
casa no fue mas que una inmensa ruina. Inútilmente me oponía al trabajo
destructor de estos hombres; me respondían que una piedra más o una piedra
menos, no ocasionarían ningún perjuicio al edificio, y que no añadiría ni
quitaría nada a la solidez de la construcción. Llegados al centro del jardín,
que como todos saben, está al sur de la casa, estos Hermanos se deshacían de
las piedras lanzándolas a la cabeza de los Hermanitos, que estaban trabajando
en ese lugar, de suerte que un gran número de ellos quedaron muertos por esta
nube de piedras arrojadas sobre ellos. Los Hermanos soldados, siguiendo su
camino a lo largo del río, se perdieron en un valle estrecho lleno de humo al
final del cual se encontraba un abismo.
(31) Este
es el sueño, tal como lo tuve, y repito, que aunque por lo general no creo en
los sueños, no puedo olvidar ni quitar de mi memoria la profunda impresión que
me produjo. Tómese 8 días para reflexionar sobre esto y luego me dará su
opinión".
(32)
Pasados los 8 días, el Hermano Juan Bautista habló al Padre de la siguiente
manera: "Lo que yo pienso de sus sueños, Padre, es esto: Esos hombres
altos y fuertes, vestidos mitad Hermanos y mitad soldados, que arrancaban a
pesar suyo, cada quien una piedra de la casa, son para mí, la imagen de los
Hermanos directores mundanos, que, habiendo perdido el espíritu de su estado,
no se preocupan por el cumplimiento de la Regla, abren la puerta a los abusos y
hacen a un lado todo lo que les causa alguna molestia en la vida religiosa. Las
piedras que ellos mismos arrojaban a los Hermanitos, me representan los
Hermanos directores irregulares y que cometen abusos, que abandonan sus
Hermanos a sus caprichos, les permiten vivir sin cumplir la Regla, haciéndoles
imposibles las prácticas religiosas, y que con sus malos ejemplos, los pierden
y matan la vocación y sus almas. El abismo, en el que se precipitan estos
Hermanos soldados, representa el mundo y sus desórdenes, en los que van a arrojarse
los religiosos apóstatas, después de haber hecho mucho mal a sus cohermanos,
por sus malos ejemplos. Si nuestro Instituto desaparece, será por la
negligencia de los superiores en hacer observar la Regla, y por los mal os
ejemplos que darán a sus inferiores". - "Querido Hermano, dijo el
buen Padre, la interpretación que usted da a mi sueño, está plenamente de
acuerdo con lo que personalmente he pensado".
(33)
Nosotros personalmente, creemos que no debemos relegar este sueño a la
categoría de alegorías fantasiosas. Profesiones, muertes y fundaciones.
(34) Los
Hermanos, cuyos nombres señalamos a continuación, fueron admitidos a revestir
el hábito religioso durante este año: Hermanos Flaviano (Chomas), Dositeo
(Vialleton), Paulino (Tranchant), Isidoro (Petit), Teodoreto (Champagnat)
sobrino del Padre, Pacomio (Roux), Moisés (Souet), Roman (Deville), Ignacio
(Jeury), Saturnino (Boutte) y Luis Gonzaga (Guette).
(35) Once
Hermanos fueron admitidos a hacer su profesión según la fórmula en uso:
Hermanos Miguel (Colomban), Denis (Bron), Arsenio (Fayol), Casiano (Chomat),
Ligorio (Perret), Teófilo (Prudhomme), Luis María (Labrosse), Francisco María
(Convert), Brunier (Bertinier) y Pedro María (Pérenon).
(36)
Algunos parientes del venerado Padre, dos Hermanos y un postulante, siguieron
al pequeño Juan Champagnat en el nuevo cementerio; fueron los Hermanos Vicente
(Barnait), Teodoreto (Fayasson), Claudio (Claperon), María Champagnat, de 14
años de edad, y Bartolomé Champagnat, de 18 años; este último hizo profesión
antes de morir.
(37) Este
año se fundaron los establecimientos de Lorette, Sury-le-Comtal,
Saint-Genest-Malifaux y Vienne.
(38) Para
atenuar el mal realizado por la escuela mutua de Vienne, que tenía 200 alumnos,
pero sin ningún cuidado del aspecto religioso, el padre Michon, cura de
Saint-André-le-Bas, solicitó tres Hermanos, para una escuela privada de paga.
El Padre le envió al Hermano Juan Pedro y otros dos. La escuela mutua pronto se
vio afectada y los Hermanos llegaron a contar con 140 alumnos. El Hermano Juan
Pedro fue reemplazado por dos ex-hermanos, que buscaron las alabanzas humanas y
no la gloria de Dios. A petición del padre Michon, le fue devuelto el Hermano
Juan Pedro. El padre Guttin, arcipreste y cura de Saint-Maurice, pidió
Hermanos. La falta de tacto del Hermano Juan Pedro hizo fracasar esta solicitud[78]. Por despecho, el padre Guttin mandó llamar Hermanos del Bienaventurado
La Salle, que abrieron una escuela gratuita, perjudicando la nuestra. Para no
estar en competencia con ellos, el buen Padre clausuró la casa en 1837.
Saint-Genest-Malifaux.
(39) El
primer director de la casa de Saint-Genest, fue el Hermano Pedro María, que
había cursado en gran parte la carrera eclesiástica. Con más celo que
prudencia, en el reclutamiento de vocaciones, consiguió media do cena de postulantes
de una sola vez, pero que pronto se volvieron, casi todos, a sus montañas. Seis
años después, se contaban hasta 12 los salidos al mismo tiempo, de
Saint-Genest. Sólo perseveraron los Hermanos Eutimio, Bassus, Juan y Bazin: la
calidad, es cierto, compensaba con creces la cantidad, pero los desertores
hicieron mucho daño que se hubiera podido evitar, dejándolos en sus casas.
(40) Yo
dirigí por entonces este puesto, después del Hermano Pedro María y del Hermano
Andrónico. Tuvo lugar un acontecimiento que vale la pena ser narrado aquí. La
escuela ocupaba un local alquilado por el ayuntamiento, cuyo propietario, un
tal Courbon, había muerto 6 años antes. Según parece no se había celebrado
ninguna misa por su eterno descanso durante este tiempo. Uno de sus hijos,
escribano del notario Baleydier, tenía su habitación en la casa, no pasaba allí
más que las noches. Teníamos un buen número de internos. Varios de ellos nos
hicieron comentarios, cierto día, de unos ruidos misteriosos y espantosos
durante la noche. Pasamos la noche en su dormitorio y no oímos absolutamente
nada. Nos aseguramos de que las puertas y las ventanas no fueran las causantes
de tales ruidos, al igual que cualquier otro agente natural. Además, el tiempo
estaba muy tranquilo.
(41) La
noche siguiente, a eso de las 11 horas, escuchamos unos ruidos, a igual que la
mayoría de los niños que se habían despertado. Se escuchaban claramente en dos
departamentos contiguos, pero sin comunicación entre ellos, situados bajo el
dormitorio. El ruido era parecido al de un martillo sobre una placa metálica.
Se escuchaba a intervalos de 30 segundos, un golpe en uno de los departamentos,
y otro, al extremo del otro departamento. Luego de asegurarnos de dónde procedían,
tomamos una lámpara y bajamos lentamente, descalzos, aunque era invierno, a la
puerta de las habitaciones en cuestión. Estaban intactas, cerradas con llave, y
por ningún motivo podrían hacer ruido. Las ventanas no tenían mamparas.
Permanecimos allí cerca de diez minutos, sin escuchar nada. El hijo de Courbon
roncaba en otro cuarto. El frío nos hizo subir al dormitorio y nos metimos en
la cama. Al cabo de unos cuantos minutos, el ruido volvió a empezar como antes,
durando alrededor de una hora. Tuvimos que tranquilizar a los alumnos que
estaban, casi todos, despiertos y asustados.
(42) Al
día siguiente, comunicamos lo sucedido al hijo del señor Courbon. El no oyó
nada ni nos contestó nada. Era un sábado. El relajo reinició l a noche
siguiente y empezamos a temer que los internos pidieran a sus padres que los
sacaran de esa casa, al ver lo espantados que estaban. Alguien mandó celebrar
unas misas por el propietario difunto, anunciándolas desde el púlpito. Este
anuncio nos sorprendió. Lo que siguió, fue que ningún interno se retiró, y los
ruidos cesaron definitivamente.
(43) De
ninguna manera somos supersticiosos ni demasiado crédulos, pero presentamos
este hecho a los que se glorían de no creer en aparecidos. Prosperidad del
Instituto.
(44) La
escuela de Lorette fue fundada por los señores Thiollière y Neyrand, para los
hijos de sus obreros. El Hermano Pío, un veleta, fue el primer director. Su ayudante
era el buen Hermano Juan. Lorette no tenía todavía iglesia, y los dos Hermanos
iban a oír misa a Saint-Genest-Terrenoire, el jueves, y los domingos llevaban a
la misma iglesia a sus alumnos. Con gusto, unos y otros, se hubieran evitado
este ejercicio de gimnasia.
(45) El
primer director de Sury fue el buen Hermano Crisóstomo.
Asunto
Querbes.
(46) El
padre Pompallier todavía estaba en el Hermitage. El Instituto prosperaba en
todo sentido. Los novicios eran numerosos. Los Hermanos se iban formando. Había
excelente espíritu y permanecían muy unidos a su piadoso Fundador. El padre
Pompallier, sin embargo, no tenía la misma opinión, ni aprobaba la conducta del
Padre Champagnat, censuraba y criticaba su administración, al igual que la
dirección que daba a los Hermanos. Según su parecer, el Instituto estaba condenado
al fracaso en sus manos; su convicción, a este respecto, era tan firme, que se
creyó obligado a comunicar sus sentimientos y temores al Arzobispo. "El
Padre Champagnat, le dijo, a pesar de su piedad y su virtud, no tiene las
cualidades necesarias a un buen superior de comunidad; ni siquiera es capaz de
llevar bien la correspondencia, ni de instruir a sus Hermanos, tratar con los
fundadores de las escuelas y dirigir adecuadamente un noviciado. Por otra
parte, no se ocupa para nada de esto, y emplea casi todo su tiempo, en
construir y en demoler la montaña; de donde se deduce que los Hermanos no están
suficientemente formados en la piedad y en las virtudes religiosas, ni en los
conocimientos necesarios a maestros".
(47) El
padre Pompallier nació en Vourles[79]. Conocía muy bien al padre Querbes, cura de esta parroquia, quien Había
fundado los Clérigos de Saint-Viateur. Esta congregación era poco numerosa. Sus
miembros, como su nombre lo indica, se ocupaban tanto de las sacristías como de
las escuelas. Iban de uno en uno, vivían y se alojaban en los curatos. Su Regla
estaba todavía en germen.
(48) Su
vestimenta no había sido aún determinada; eran un tanto burgueses y un tanto
eclesiásticos. Sin embargo, el padre Pompallier estaba persuadido que esta
pequeña congregación tenía bases muy sólidas y un brillante porvenir. Insistió,
pues, a Monseñor, para que obligara al Padre Champagnat que uniera sus Hermanos
a los Clérigos del padre Querbes. Ponía tanta seguridad en lo que afirmaba,
parecía haber estudiado tan profundamente el asunto, que el Arzobispo cayó en
la trampa. Llamó al buen Padre y lo comprometió seriamente a llevar a efecto el
proyecto del padre Pompallier.
(49)
"Su congregación se hace numerosa, le dijo. No está autorizada por el
gobierno ni obtendrá tal autorización. Los Clérigos de Saint-Viateur cuentan
con una ordenanza real, desde 1823[80]. Usted salvará así su obra, uniéndola a la del padre Querbes".
(50) El
buen Padre, sumamente extrañado de tal proposición, que de ninguna manera
esperaba, respondió: "Monseñor, tanto yo como mis Hermanos estamos en sus
manos, y Su Grandeza puede hacer con nosotros lo que le plazca. En cuanto a la
fusión que me propone, no la juzgo necesaria para exentar nuestros sujetos del
servicio militar, teniendo en cuenta que la Providencia nos ha provisto de un
medio para sacarnos de este apuro. Esta unión, a mi parecer, será la ruina de
nuestro Instituto, y probablemente causará también la de los Hermanos de
Saint-Viateur, por la sencilla razón de que las dos congregaciones tienen un
espíritu completamente distinto, otro sistema de colocaciones, de sujetos, de
condiciones para las fundaciones y Reglas muy diferentes. Proponer a nuestros
Hermanos abandonar sus Reglas, su hábito, su método de enseñanza, su modo de
vivir, para adoptar los de otra comunidad, cualquiera que sea, es perderlos y
arrojarlos al mundo. Conociendo la situación como está, no creo, Monseñor, que
pueda, en conciencia, prestarme a tal determinación. Si Su Excelencia lo
ordena, dejaré hacer, me resignaré, ese es mi deber; pero tiemblo al sólo
pensar en las consecuencias".
(51)
Monseñor insistió; trató de refutar las razones del Padre Champagnat; no
pudiendo convencerlo, lo despidió, diciéndole que reflexionara sobre este
asunto. Uno de los vicarios generales trató de hacerle aceptable el proyecto
del padre Pompallier: tampoco tuvo éxito. En el arzobispado hubo un ambiente de
frialdad hacia el buen Padre. "Este bueno de Champagnat, decían, es un
santo, pero es muy terco, y está dañando a su comunidad por sus maneras de ser
tan especiales".
(52) Mejor
informado, Monseñor cambió de parecer, reconoció que dicha fusión hubiera si do
la ruina de las dos congregaciones y alabó públicamente la firmeza del Padre
Champagnat.
(53) De
esta manera escapó el Instituto a la más terrible de sus pruebas, y el buen
Padre quedó de allí en adelante, libre de este tipo de problemas.
(54) Des
ilusionado por su fracaso, o comprendiendo que había tomado el camino
equivocado, el padre Pompallier regresó al internado de la Favorita, dirigido
por los Padres Maristas. Puso mucho celo en hacer reconocer dichos Padres por
la Santa Sede y obtener para ellos las misiones de Oceanía.
(55) Fue
reemplazado en el Hermitage por los padres Servant y Terraillon. El piadoso
Fundador Había decidido a este último a ingresar en la Sociedad de los Padres Maristas.[81]
Falsas
vocaciones.
(56) El
autor de la vida del piadoso Fundador ha relatado varios hechos manifestando la
sagacidad del buen Padre en descubrir las falsas vocaciones. Se podrían
multiplicar los ejemplos. Entre los acontecimientos no relatados, y que queremos
narrar aquí, hay uno que tuvo lugar después de 1834. Nos lo relata el Hermano
Alberto, que fue testigo presencial. Helo aquí en pocas palabras: Un joven, muy
amanerado y tratando de parecer devoto, fue recibido en el noviciado. Sus
condiscípulos fácilmente lo hubieran tenido por un santo. En aquel tiempo los
novicios estaban dedicados al trabajo manual la mayor parte del día. Cierta
ocasión, al dirigirse al trabajo, y creyendo que nadie lo veía, se puso a
sopesar los instrumentos de trabajo buscando el menos pesado. Viéndolo desde su
cuarto, el Padre Champagnat lo mandó llamar y lo despidió de inmediato. Apenas
se Había retirado, llegó la policía para apresarlo. Era un ladrón.
(57) Este
estafador nos trae a la memoria otro de quien conocimos sus artimañas. Se
presentó al Hermano Esteban, director de Bougé-Chambalud, haciéndose pasar como
postulante que había sido enviado por el Hermano Luis María, y que debía
alcanzarlo allí dos días después. Fue muy bien recibido, se mostró muy piadoso
y nombró a los principales Hermanos del Hermitage así como sus empleos. El
tercer día, logró apoderarse de la bolsa del Hermano Esteban y desapareció. Se
dirigió a Saint-Lattier, en donde el astuto Hermano Vicente rehusó recibirlo
como alumno: tenía 25 años. Luego se presentó en la casa de los Hermanos de San
Gabriel, en M...[82]. Lo admitieron al noviciado, recibió el hábito y fue destinado a un
lugar de donde se escapó al poco tiempo, llevándose el brevet del Hermano Directo
r y 400 fr.
(58)
Después de estos dos robos, se presentó en Saint-Paul, fue recibido en el
noviciado, jugando tan bien su papel, que el padre Codina, capellán, propuso
que lo admitieran a la comunión frecuente, pasando la mayor parte de sus
descansos, platicando de cosas espirituales con él.
(59)
Habiendo recibido el hábito, fue destinado a Courthézon. Después de su partida,
los relatos de los novicios dieron que pensar sobre la validez de su brevet. Se
lo pidieron por un emisario. Negándose a enviarlo, el Hermano Director tuvo que
valerse de artimañas para conseguirlo. Luego condujo su hombre a Montdragon, en
donde el Hermano Director que lo había visto en Bougé, lo reconoció y lo hizo
detener, haciéndole confesar sus robos. Se pueden leer los detalles relativos a
este ladrón, en los anales de Montdragon.
1835
La
Côte-Saint-André.
(60) La
Congregación contaba con 24 escuelas, comprendidos los pequeños internados de
la Côte, de Valbenoite, de Neuville y de Millery, q ue estaban en formación. 80
Hermanos estaban trabajando en las casas. El Hermano Luis María era director de
La Côte; el Padre Champagnat lo mandó llamar. El padre Douillet reclamó. Al
regresárselo, el buen Padre le escribió: "Apreciado cohermano, le regreso
al Hermano Luis María, como lo solicitó. Ojalá que Dios no me pida cuentas de
esto. Abandono, por decirlo de alguna manera, a mis propios hijos para ir en
ayuda de los extraños. No se lo dejaré más que un mes o dos: Sírvase no
retenerlo cuando lo llame...
(61) El
Hermano Luis María será el director de toda la casa; al llegar, de acuerdo con
usted, hará el inventario de todo el mobiliario y de las provisiones; tomará
nota del dinero que reciba, y se entenderá con los padres; después, tendrá el
cuidado de entregárselo a usted fielmente. En estos arreglos, deseamos la
tranquilidad de la Sociedad y no el dinero; persuadidos de que si Dios está
contento con nosotros, no nos dejará carecer de nada. Creemos que usted
aceptará de buena gana este proyecto, que nos confirma su sincero aprecio por
la Sociedad. Es de suma importancia para nosotros que el Hermano no se dedique
a la clase, sino que nombre a alguien que la atienda, de la mejor manera
posible, para que su cambio no cause ningún tipo de problemas.
(62) La
hermana Marta, no realizará ninguna clase de vigilancia sobre los Hermanos, ni
sobre su alimentación, ni entrará en la casa; el botiquín estará, como en un
principio, en manos de los Hermanos". El padre Douillet había mantenido a
los Hermanos, hasta entonces, bajo su tutela y la de la tal Hermana Marta; es
lo que no deseaba el Padre Champagnat, y a lo que el Hermano Luis María supo
hacerlo renunciar.[83]
Instrucciones:
Vida religiosa.
(63) El piadoso
Fundador siguió dando numerosas y sólidas instrucciones, sabios consejos y
excelentes directivas a sus Hermanos. No podemos privarnos del gusto de citar
aún, algunos fragmentos:
(64)
"¿Cómo pueden estar contentos, cómo pueden gozar de paz, cuando abandonan
sus ejercicios de piedad? ¿No saben que la meditación, la santa misa, el
oficio, el rosario, la lectura espiritual son el consuelo de los buenos
religiosos y que es imposible ser felices en comunidad si los descuidan? Cuando
alguno de ustedes no ha podido tomar sus alimentos con sus Hermanos, no se les
olvida comer después, y aunque estén muy ocupados, siempre encuentran tiempo de
dar a su cuerpo el alimento que necesita, ¿Por qué no hacen lo mismo con su alma?
(65) Si la
tierra, según la expresión del profeta, está llena de desolación y de crímenes,
es porque los hombres no piensan en la ley de Dios, y porque hay muy pocos
hombres de oración en las comunidades, por lo que hay tantos abusos, tantos
defectos y que se encuentran tan pocas virtudes sólidas. Si son fieles en hacer
su meditación, respondo de su salvación, y les aseguro que tarde o temprano,
llegarán a ser buenos religiosos. No se cosecha más que lo que se ha sembrado;
si la semilla es de trigo, se recogerá trigo, si se siembra cizaña se cosechará
cizaña. Si no se cultiva nada, no producirá más que maleza.
(66) Los
Hermanos son los auxiliares y cooperadores de los pastores de la Iglesia. Un
Hermano debe ser el ángel de la guardia de sus alumnos. Instrucciones: los Hermanos
que no le agradaban .
(67) No me
gustan los Hermanos predicadores, pues hacen parodias de los sermones en vez de
dar el catecismo, como deberían hacerlo.
(68) No me
gustan los Hermanos bonachones, porque carecen de dignidad, acarician a los
niños y dañan su carácter.
(69 No me
gustan los Hermanos verdugos que maltratan a los alumnos.
(70) No me
gustan los Hermanos enfermos de los codos, por 4 razones: 1- no son aptos para
la vida religiosa que es una vida de trabajo; 2- la ociosidad es la madre de
todos los vicios; 3- desagrada a Dios; 4- el Hermano ocioso es una carga para
todo el mundo.
(71) No me
gustan los Hermanos servidores. Miran al superior como un policía; consideran a
sus Hermanos como extraños; permanecen indiferentes a los intereses de la Casa;
viven en religión como si estuvieran en una prisión, y sus intereses están en
otra parte.
(72) No me
gustan los Hermanos lunáticos, pues son de los que habla el Espíritu Santo,
cuando dice: "Los insensatos cambian como la luna". Esta clase de
personas no están apegadas a su vocación andan cojeando toda su vida.
(73) No me
gustan los que van a buscar consejos a Egipto, en lugar de solicitarlos a los
que Dios ha puesto para guiarlos.
(74) No me
gustan los Hermanos orgullosos, vanidosos; todo mi cariño es para los
Hermanitos que se ocultan como la violeta y ocupan en todas partes los últimos
lugares. Instrucciones: vida apostólica.
(75) Yo
soy más ambicioso que la madre de los Apóstoles Santiago y Juan, que no quería
para sus hijos más que un primer lugar. Yo pido tres para cada uno de mis
Hermanos: el primero en el establo de Belén, el primero en el Calvario y el
primero ante el Tabernáculo.
(76) Ver a
Dios ofender y las almas perderse, son para mí dos cosas insoportables y que me
hacen sangrar el corazón.
(77) El
demonio utiliza sobre todo tres tentaciones para perder a las almas: la
tentación contra la pureza, contra la vocación y contra Nuestro Señor, que es
la gran tentación.
(78) El
que descuida el aviso fraterno, comparte la falta de su Hermano, ya que no
habría ladrones si no hubiera recelosos.
(79) Un
Hermano puede ser buen religioso, con un carácter desagradable, que hace sufrir
a sus cohermanos y perjudica la unión fraterna; Dios permite estos defectos
para ejercitar nuestra paciencia y la caridad de nuestros cohermanos. Para
lograr la unión perfecta en una comunidad, cada uno de sus miembros debe
esforzarse en practicar la indulgencia, la disimulación caritativa, la
compasión, la santa alegría, la suavidad de espíritu, la solicitud hacia sus
Hermanos, la afabilidad, la urbanidad, la honestidad, la condescendencia, la
entrega al bien común y la paciencia.
(80) Un
catecismo bien dado, a mi modo de ver, es 1- un catecismo bien preparado por el
estudio; 2- bien regado por la oración; 3- sostenido con el ejemplo; 4- puesto
al alcance de los niños por un buen método y un celo industrioso.
(81) Es
vergonzoso en un Hermano, el que no conozca suficientemente la religión. Un
Hermano no puede descuidar el estudio del catecismo sin hacerse culpable, y la
negligencia en este aspecto, es una falta que encierra terribles consecuencias.
(82) El
que no vive como religioso, no morirá en religión."
(83) La
exactitud de esta máxima, que el piadoso Fundador citaba con frecuencia a los
Hermanos, se había manifestado y a en varias ocasiones entre nosotros; es de
creer que lo siga haciendo en el futuro. Vida litúrgica de los Hermanos.
(84) El
Reverendo Padre quería que sus Hermanos se afianzaran en su vocación, y que no
se afiliaran a ninguna cofradía extraña al Instituto. Con frecuencia les
recomendaba la devoción a las almas del purgatorio, a los santos patronos, a
los ángeles de la Guarda, a San José, a la Buena Madre y sobre todo a Nuestro Señor,
en el establo de Belén, en el Calvario y en la divina Eucaristía. Quería que
los Hermanos oyeran cada día la misa, que llevaran a los alumnos todos los días
de clase, y que hicieran con ellos una visita al Santísimo Sacramento, después
de la clase de la mañana. Quería que los Hermanos se prepararan a las fiesta s
de la Santísima Virgen, con una novena y por el ayuno, que celebraran las cinco
fiestas principales, así como las de Nuestro Señor, con toda devoción y toda la
solemnidad posibles.
(85) El
mismo practicaba estas recomendaciones que hacía a los demás. Desde que la
comunidad contó con una capilla, a pesar de la pobreza de la casa, el venerado
Padre se propuso que estuviera adornada lo mejor posible. El Hermano Estanislao,
sacristán, le prestaba una valiosa ayuda en este aspecto, por su celo, su
cuidado, y por los ornamentos que conseguía con algunas almas caritativas.
Desde hacía diez años, el Altar del Jueves Santo, el Nacimiento en Navidad y
las procesiones del Santísimo Sacramento, se desarrollaban con una gran solemnidad.
Durante el canto del invitatorio y del Te Deum, la noche de Navidad, los
Hermanos pasaban de dos en dos, con toda piedad, a adorar al Divino Niño en el
pesebre. Los altares del Jueves de Corpus, eran sencillos, pero de muy buen gusto.
Durante toda la cuaresma el tema de las meditaciones era tomado de la Pasión de
Nuestro Señor. El buen Padre exigía un perfecto silencio y un aumento de
fervor, durante la semana santa, sobre todo el viernes santo. Pedía que se cantara
el oficio de Tinieblas, y como los Hermano s tenían por lo general, pocas cualidades,
el peso del canto recaía sobre él.
Condiciones
de admisión.
(86) En
marzo del mismo año, el Padre Champagnat escribió al padre Colin, Superior
General, para hacer de su conocimiento las condiciones de admisión al noviciado
del Hermitage, y las preguntas que tenían qué contestar los postulantes antes
de ingresar. Son las siguientes:
(87) 1-
Lugar de nacimiento, apellido y nombres; al igual que los de su padre y su
madre, su ocupación, edad, así como los suyos propios. 2- Si había nacido de un
matrimonio legítimo 3- ¿La situación o posición de sus padres? ¿Viven de una
manera honrada, o están en la penuria, de modo que tengan necesidad de su hijo
para sostenerse? 4- ¿A qué edad hizo su primera comunión? ¿No se le ha
despedido después de haber sido admitido? 5- ¿Ha vivido siempre con sus padres?
¿A qué edad los dejó y por qué? ¿Ha estado al servicio de alguien? ¿Cuánto
tiempo al servicio del mismo patrón? ¿A qué se dedicaba? 6- En su familia, ¿Hay
algún defecto vergonzante, ya sea a causa de la profesión o a algún crimen? 7-
¿Cuántos hermanos y hermanas tiene? ¿Están debidamente establecidos? 8- El
dinero que presenta para pagar su noviciado, ¿lo ha ganado él personalmente? ¿o
es un pariente o algún extraño el que paga por él? ¿Por qué si ha ejercido algún
trabajo o ha estado en alguna granja, no ha economizado nada? ¿Qué ha hecho con
sus ganancias? Hay que tener muy en cuenta lo que paga y lo que ha hecho a un
lado, o si no tiene nada, ¿ha asistido a su padre o a su madre en necesidad? 9-
¿Que fortuna poseen sus padres? 10- ¿Es de buena constitución? ¿De temperamento
bueno? ¿es robusto? 11- ¿Es de buen carácter? 12- ¿No hay alguien en su familia
que padezca de fiebres frecuentes, de pulmonía, paperas u ocena?[84] 13- ¿Tiene buena vista y goza de buena reputación? 14- ¿Está instruido?
¿Con qué medios cuenta para quedar exento del servicio militar? 15- Después de
su primera comunión, ¿ha seguido frecuentando los sacramentos? 16- ¿Quién le
aconsejó que se hiciera religioso? ¿Hace tiempo que lo ha pensado? ¿Ha
consultado con Dios y su confesor? En fin, ¿cuál es la razón por la que quiere
abandonar el mundo? 17- ¿No tendrá la idea de que trabajará menos en religión
que en el mundo, que estará mejor instalado, que no tendrá más que rezar,
asistir a misa, etc.? 18- ¿No ha estado anteriormente en alguna otra comunidad?
En este caso no se le podrá recibir más que por motivos muy serios. 19- Si el
joven no es mayor de edad, necesita el consentimiento de sus padres. 20- Si el
postulante solicita consejo sobre el Instituto que deba abrazar, es necesario
que se le proponga otro que merezca su confianza, antes que el nuestro. Si no
obstante, muestra predilección por la Sociedad de María, debido a su nombre, es
preciso acogerlo bien, haciéndole ver que hace lo adecuado poniendo su
confianza en la Madre de Dios. 21- Si el novicio no paga, conviene hacerle
firmar un pagaré, o a l menos, firmar en el registro, la promesa de pagar si
abandona la Sociedad; en lo posible, hacerla firmar también por sus padres.[85]
(88) El
buen Padre añadía que las sacristías eran un estorbo para la Sociedad; rogó al
padre Colin que los Hermanos nunca fueran encargados de ellas. Nuevas construcciones.
(89) El
Padre Champagnat había hecho arreglos con el señor Motiron-Montellier, para
conseguir la propiedad de la roca que cerraba el patio interior hacia el norte.
Mandó demoler esta roca y se dedicó a construir. Al igual que en el pasado,
personalmente lo hizo junto con algunos Hermanos. Prolongó el ala oeste cerca
de diez metros, de manera que pudiera unirse a la capilla definitiva, cuyos
cimientos fueron puestos sobre la misma roca ya nivelada. Se elevó el ala
oriental a tres pisos, para acomodar el noviciado, la enfermería y un
dormitorio. Esta ala todavía no se unía a la capilla. Estaba separada por una
parte rocosa aún no cortada.
(90) Los
obreros sufrieron varios accidentes, pero sin consecuencias serias. Un Hermano
subía la escalera con una gran piedra en la espalda; iba seguido por otro. En
determinado momento perdió la fuerza, dejando caer la piedra ; su compañero
cayó derribado en el suelo y lo daban por muerto. María lo protegió, pues no
sufrió más que un ligero rasguño en la espalda. El padre Matricon.
(91) Ya
hemos visto que el padre Matricon y Felipe Arnaud habían recibido lecciones de
latín del Padre Champagnat en La Valla, en 1821. El señor Matricon fue ordenado
sacerdote y destinado a Marlhes, como vicario. Fue amenazado por un malhechor,
cuando llevaba el Santísimo a un enfermo, durante la noche. Otros aseguran que
había sido un libertino, cuya víctima se había convertido quien le disparó con
un fusil, en su cuarto, por la ventana. Sea lo que sea, el padre Matricon
tenía, como consecuencia de lo ocurrido, tanto miedo, que el ministerio
parroquial se le hacía imposible. Solicitó al Padre Champagnat que lo aceptara
en el Hermitage, prometiéndole entrar en la Sociedad de los Padres Maristas. El
buen Padre, que reclutaba a cuantos podía, lo recibió con gusto. El padre
Matricon fue capellán de los Hermanos y permaneció con ello s por más de 40
años.Saint-Paul-3-Châteaux. Mazelier.
(92) El
padre Fière, vicario general de Valence, contaba con una ordenanza real, del 11
de junio de 1823, autorizando una congregación religiosa dedicada a la
enseñanza, pero que todavía no nací a. Había reunido algunos jóvenes en su
casa, les había dado algunos principios religiosos y los había hecho seguir
algunas de las clases de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Valence.
Los envió luego con el cura de Peyrins, cerca de Romans, quien había sido Hermano
del Padre de La Salle; todos contrajeron allí la sarna. El padre
Solier-L'Etang, cura y arcipreste de Saint-Paul-3-Châteaux, había comprado una
parte del antiguo convento de los dominicos de esta ciudad. Lo cedió al padre
Fière que se instaló allí con sus Hermanos en agosto de 1824. Les puso al padre
Mazelier, paisano suyo, como Superior. Este adquirió la parte restante del
convento a numerosos dueños que lo habían comprado en 1791, y luego lo
dividieron en departamentos. Fue una obra muy laboriosa.
(93) El
Padre Mazelier era un santo sacerdote, pero él mismo confesaba que carecía de
cualidades para fundar y hacer prosperar una congregación de maestros. Oyó
hablar del Padre Champagnat, y fue a visitarlo al Hermitage. Los dos hombres de
Dios se entendieron muy pronto. "Usted cuenta con una autorización, y
nosotros tenemos elementos, le dijo el Padre Champagnat; podríamos hacer algo
bueno entendiéndonos". -"Si puedo prestarle algún servicio, respondió
el padre Mazelier, me sentiré muy feliz". -"Usted me prestará uno muy
grande, replicó el buen Padre, al aceptar a los Hermanos que están en edad del
servicio militar y preparándolos para el brevet, mediante una pensión convenida
entre los dos". El padre Mazelier aceptó esta proposición, con la condición
que pudiera utilizar a los Hermanos del Hermitage igual que a los suyos, y que
no le enviaría sujetos problemáticos.
(94)
Regresó a Saint-Paul y escribió el 26 de mayo de 1835 la siguiente: "Señor
y digno cohermano. Las intenciones con las que me presenté en Nuestra Señora
del Hermitage fueron causa de que aceptara con una gran satisfacción la proposición
que usted tuvo el honor de hacerme para trabajar de común acuerdo y prestarnos
mutuos servicios; usted por el número de sujetos y yo, en su situación concreta,
por la ordenanza real que poseo. En espera de que Dios nos manifieste mejor su
voluntad, estoy en las mejores disposiciones de hacer todo lo posible por sus
cuatro jóvenes que son d el próximo sorteo militar... El reglamento de su noviciado
es más o menos el mismo que en el nuestro, únicamente el trabajo manual no es
tan largo. Tan pronto como se efectúe el sorteo, le regresaré los sujetos que
hayan quedado exentos por su número. En lo que toca a los que salgan afectados,
los guardaré para regresárselos tan pronto como usted les haya conseguido una
plaza municipal. Mientras tanto, se prepararán para sacar su brevet. Incluso
los que abandonen la Congregación y su estado de Hermanos, no serán reclamados
para el servicio militar, mientras continúen ejerciendo su trabajo magisterial.
Me será de mucho agrado el poder serle útil como recuerdo del servicio que el
Superior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas permitió que los
Hermanos de Avignon nos hicieran al recibirnos en su casa durante varias semanas.
Daré gracias a Dios por haber inspirado eso a otros, con sentimientos de
caridad fraterna, y espero que su Bondad nos permita hacer otro tanto...
(95) Mis
principales Hermanos, a los que he contado sobre mi permanencia en Nuestra
Señora del Hermitage, escucharon mi relato con edificación y gusto, casi como
si fueran de los suyos. Es cierto, que aunque bajo diferentes denominaciones,
todos los Hermanos son Hermanos unos de otros en Jesucristo, por cuyo amor se
han hecho Hermanos, y que nos pide como señal de que somos sus discípulos, el
que nos amemos unos a otros".
(96) En
consecuencia, el buen Padre envió cuatro Hermanos a Saint-Paul-3-Châteaux, con
una pensión de 28 fr. mensuales cada uno.
Autorización
legal: Carta a la Reina.
(97)
Después de haber tomado estas precauciones, decidió activar los trámites para
la autorización legal. Escribió con tal motivo a la reina Amalia, lo siguiente:
" Gran Reina. Esta carta tiene por objeto el suplicar a Su Majestad se
digne presionar a su Majestad Luis Felipe para que sancione con una ordenanza
la autorización que su Consejo ha tenido a bien conceder a la Sociedad de los
Hermanos Maristas, aprobando los estatutos consignados en el Manual General de
la instrucción primaria, número 6, del mes de abril de 1834. Cuatro de nuestros
Hermanos tienen que presentarse al sorteo militar de 1835, y no tenemos ningún
medio para exentarlos.
(98) Su
gran devoción a María, la real entrega de sus antepasados a la Madre de Dios,
este mes consagrado a honrarla, todo me llena de una gran confianza. Los
Hermanos de María se unen a mí por sus oraciones durante este mes para el éxito
de esta empresa y por la prosperidad de su familia...
(99) En la
actualidad, contamos, en la Sociedad, con 149 sujetos, de los cuales 80 están
trabajando como maestros en un buen número de municipios. Nos llegan cantidad
de peticiones para nuevos establecimientos. El gobierno, al autorizarnos,
facilitará en gran manera nuestro desarrollo; la religión y la sociedad
lograrán un gran beneficio. Sírvase disculpar la confianza..."
(100) El
buen Padre no contaba mucho con la grandeza de la reina. Incluso temía que
fuera... demasiado pequeña y que no quisiera o no pudiera obtenerle lo que
solicitaba.
(101) Al
mismo tiempo escribió a uno de los diputados del Loira, en estos términos:
"Señor Diputado. Hace unos días escribimos al señor Ardaillon, para
suplicarle que acelerara la firma de la ordenanza que llevará a feliz término
la autorización concedida por el Consejo real y que se encuentra inserta en el
Manual de Instrucción primaria, número 6, del mes de abril de 1834.
(102) Me
atrevo, Señor, suplicarle que se una al señor Ardaillon para obtener a la mayor
brevedad posible el que nuestra autorización quede sancionada por el rey.
Tenemos cuatro Hermanos que durante el presente año están sujetos a la ley del
servicio militar, y no contamos con ningún medio para poderlos exentar. El
Ministro acaba de enviarnos sus compromisos, diciéndonos que nuestra
autorización no ha recibido aún el "visto bueno". ¿Puede imaginarse
el gran servicio que usted nos prestaría, Señor Diputado, y que nosotros
recordaremos en el futuro? ¡Qué golpe tan fuerte padeceríamos si estos sujetos
nos fueran arrebatados! Su gran amabilidad nos proporciona una gran confianza.
Mientras tanto, rogaremos a María, Nuestra Buena Madre, por su prosperidad y el
éxito en todas sus empresas" .
El padre
Douillet. Reclamaciones.
(103) El
padre Douillet volvió a la carga en lo que el llamaba indiferencia del Padre
Champagnat por la diócesis de Grenoble, y en los pretendidos arreglos de 1831.
Escribió lo siguiente: "Señor Superior. A pesar de mis sinceros deseos de
aligerar sus penas, en lugar de agravarlas, me siento obligado a volver a
molestarlo. Le escribí casi únicamente para solicitarle la fecha de la
ordenanza por la que usted ha sido reconocido como escuela normal y no me dice
ni palabra de este punto en su ultima carta.
(104)
Después de haber reflexionado en sus razones, para negarse a fundar
establecimientos en la diócesis de Grenoble, a pesar de los sujetos que ha
recibido, con las condiciones que haya habido, y sobre las que debo mantenerme,
para no engañar la esperanza de Monseñor y de la diócesis, creo que no podemos
diferir por más tiempo el tener un noviciado en regla, para que esta región
conserve los sujetos que forme y sostenga. Por lo demás, las cosas no deben
presentar obstáculos, ya que usted ha hecho lo mismo en Bellay, y que este
había sido nuestro plan convenido entre usted y yo. Le solicito su
determinación definitiva, a este respecto, para poder disponer todo lo
necesario para este proyecto..."
(105) El
Padre Champagnat le había dicho ya en todos los tonos al padre Douillet que
estaba haciendo todo lo posible por la diócesis de Grenoble como para las
demás. El noviciado del que hablaba el padre Douillet, era un intento que n o
tuvo resultados, en Saint-Didier-sur-Chalaronne. La aprobación de la Sociedad.
(106)
Entresacamos el pasaje siguiente de una carta del padre Pompallier al Venerado
Padre, fechada el 13 de septiembre: "Le envío algunas noticias que serán
muy apreciadas por usted, pero no comente con nadie de la primera que le comunico
más que con el padre Servant y el padre Terraillon.
(107) El
Prefecto de Propaganda respondió al Arzobispo, el 27 de septiembre pasado; pero
la carta no ha sido registrada sino hasta hace unos cuantos días. Dios permitió
que permaneciera ignorada entre la cantidad de papeles de la secretaría, por
fin la encontramos y he aquí substancialmente su contenido. El Prefecto de
Propaganda tiene en gran estima la proposición; agradece mucho a Monseñor el
haber ofrecido obreros para la misión de Oceanía; señala que no tardará mucho
en proponer tales operarios a la Sagrada Congregación, y termina deseándole toda
clase de felicidad al digno prelado de la diócesis de Lyon. Todavía no se trata
nada, en esta respuesta, de la Sociedad de María, aunque el padre Postre, que
es el corresponsal oficial, de común acuerdo con Monseñor, hizo mención expresa
de ello: pues usted conoce bien mis objetivos, en esta importante empresa, como
se lo he hecho saber al padre Colin en Bellay. La misión en sí misma, es, si se
puede decir así, superfluo en mis intenciones. La obtención de un Breve de
reconocimiento al menos de centralización para la reciente Sociedad de María.
Eso es lo principal. Si esto se consigue, partiré feliz al fin del mundo, en
esas islas del Océano Pacífico, con los pobres salvajes que no conocen a
Nuestro Señor, pero que tienen, según parece, buenas disposiciones para recibir
la fe, etc..."
(108) Está
claro que el padre Pompallier ponía antes que otra cosa, la misión de Oceanía
como medio para conseguir de la Santa Sede, la aprobación de los Padres
Maristas. Escribió esta carta desde la casa llamada La Favorita, situada en la
calle del Juez de Paz, que fue la primera residencia de los Padres Maristas en
Lyon. Habían establecido allí un internado. Dicha casa les había sido
obsequiada por el señor Viennot, uno de los notarios más adinerados de la
ciudad, quien habiendo perdido a su esposa y a su única hija, entró con los
Padres Maristas heredándoles su fortuna. Fue él quien alojó y proveyó nuestra
escuela de Dénicé, en 1846. El 29 de octubre, el padre Pompallier escribió al
Padre Champagnat lo que sigue: "Le escribí al Padre Colin, Superior de
Bellay, como habíamos quedado. Le hice saber que podríamos ir los dos a Bellay,
en los primeros días después de La Epifanía.
(109) En
consecuencia, lo espero aquí en Lyon. Unos cuantos días antes de escribirle,
recibí una carta suya que me hizo pensar mucho. Tengo verdaderos deseos de
platicar con usted, cuando venga. No hay nada de nuevo, a partir de la fecha
que tuve el honor de verlo. Roma guarda silencio sobre la decisión definitiva
que esperamos relativa a la misión proyectada, y en consecuencia, corresponde a
la Congregación hacer las comunicaciones. Por otra parte, no se ha decidido
nada acerca de la adquisición de una propiedad para los Padres en Lyon.
(110) El
Hermano Mateo[86], Director de Chemin Neuf[87]. Después de su viaje para verlo, me visitó y me comunicó su voluntad de
que sus cohermanos se dirigieran conmigo, para la confesión. Por mi parte, no
puedo rehusarme ni a usted ni a sus hijos. Sin embargo, quiero hacerle algunos
comentarios a este respecto. La realización de nuestros proyectos de instalar a
nuestros Padres en Lyon, no es cosa próxima, por el silencio de Roma y de
acuerdo con la carta del Padre Colin. Si tengo que partir al extranjero antes
de que el establecimiento proyectado esté funcionando, los Hermanos no contarán
con Padres de María en Lyon durante largo tiempo, encontrándose obligados a
volver con el cura, cosa que les molestará tal vez, un poco.”
Organización
y crecimiento.
(111) El
Reverendo Padre elaboró un reglamento para los internados dirigidos por los
Hermanos. Tal reglamento estaba sumamente detallado; citamos algunos puntos.
Comprendía ciertas normas sobre la modestia, la cortesía, la puntualidad, la
piedad, y el buen comportamiento. Ponía la levantada de los alumnos, a las 6 de
la mañana e n invierno y a las 5 durante el verano, dándoles media hora para
esto. Exigía la lectura durante las comidas. Señalaba el estudio de la tarde a
las 5.30 hs., y la asistencia diaria de los alumnos, a la misa.
(112) A
partir de 1817, el Padre Champagnat había utilizado los servicios de los
zapateros de La Valla para el calzado de los Hermanos. Desde hacía varios años,
Diosson y Roux desempeñaban tal empleo en la casa. Este tomó el hábito en 1834
con el nombre de Hermano Pacomio y el buen Padre lo puso como jefe de la
zapatería. No era muy hábil, y los zapatos de los Hermanos no eran nada
lujosos. Se utilizaba un cuero no muy bien curtido en el que se podían contar
los pelos. Veremos cómo, en 1840, un Hermanito, Ciro, quedó muy disgustado por
los zapatos nuevos que le hicieron. Destinado a Craponne, en donde había muchos
internos, pidió una forma para hacer desaparecer los pelos de sus zapatos.
"Es muy sencillo, le contestó el Hermano interrogado, que todas las
mañanas, cada interno ponga un pedazo de manteca en su olla. Esto da más
consistencia al caldo. Antes de preparar la sopa, ponga sus zapatos en la olla
durante 5 minutos y usted verá los resultados". El Hermanito Ciro siguió
al pie de la letra el remedio, y se puede suponer e n qué se convirtieron los
zapatos. Tal accidente no hubiera ocurrido si el cuero estuviera mejor curtido
o el Hermano Ciro no hubiera sido tan necio.
(113)
Cuarenta y seis novicios tomaron el Hábito en 1835. A continuación transcribimos
sus nombres: Hermanos Juan Francisco (Colomban), Vicente (Dorat), Zacarías (Porte),
Celestino (Renoud), Cirilo (Dumas), María Estanislao (Souet), Justo (Constant),
Alexis (Chaboux), María Ambrosio (Roudet), María Regis (Jacquier), José Eugenio
(Cartier), Antelmo (Millot), María Teodoro (Cyneyre), Eloy (Ysertial), Marcos
(Bernardarcy), Fulgencio (Firmin), Honoré (Montelier), Lucas (Ardant), María
Lorenzo (Moria), María Lino (Morel), Inocente (Emmonet), Nizier (Denis), Juan
Luis (Breuil), Juan Filomeno (Vialle ton), María Antonio (Brouillet), Modesto
(Névoret), Valeriano (Pérachon), María Silvestre (Bouvier), Paulino (Dalmagne),
Pascal ) Chapelon), Enrique María (Blachon), Luis Estanislao (Préher), Marcelo
(Fayasson), Claudio María (Bertrand), Sizoès (Bonche), Antonio Regis (Reymond),
Anselmo (Cyseron), María Celestino (Cochet), María (Giraud), Florentino
(Franéon), Pedro José (Rode), Esteban María (Sabot), María Agustín (Drevet),
Teodoro (Brossier), Alipio (Delorme) y Sózimo (Gauthier).
(114) Los
Hermanos Alexis, Honorato y Anselmo, eran Hermanos muy abnegados, pero tenían
una característica muy especial. Al primero le gustaba tanto el juego de
bochas, que cierto Hermano dijo: "Si en el paraíso no hubiera bochas, el
Hermano Anselmo no iría". El segundo molía tanto la mezcla que utilizaba
el Hermano Pedro, que le puso el apodo de "La Bardella"[88]. Ponía un gran empeño e n los cantos, aunque no tuviera cualidades,
pero los novicios no podían aguantar la risa, en la capilla, al verlo con la
boca abierta como la puerta de un horno. El tercero, como consecuencia de una
fervorosa meditación, el día de la Ascensión, quiso volar al cielo, lanzándose
desde lo alto de las escaleras de la capilla, estrellándose contra el suelo. Se
rompió una pierna, se dislocó dos costillas, tuvo que guardar cama durante 40 días,
después de los cuales, fue despedido.
La agenda
del Padre Champagnat.
(115) El
comercio empezó a lanzar al mercado las agendas. El buen Padre se consiguió
una, muy poco práctica para los viajes; era una libreta de 34 centímetros por
12. Cada página abarcaba el nombre de tres días, al igual que el de los santos
que se celebraban en esas fechas. Entre las anotaciones que el Padre escribió
en ella, entresacamos las del 12 de marzo:
(116) 1-
El Hermano Buenaventura no puede atender solo el noviciado. 2- Necesitamos
hacer un cuestionario para cerciorarnos si todos los que solicitan el santo
hábito, conocen lo esencial. 3- Lo que habrá que hacer con los que vienen de La
Côte[89]. 4- Es preciso que el Hermano Francisco desempeñe las funciones de secretario
hasta nueva orden. 5- ¿Qué será adecuado contestar al párroco de Semur, al
igual que a los Hermanos de Chavanay?
(117) El
23 de junio encontramos la nota siguiente: "El señor Bonard entrega 2000
fr. con la obligación de celebrar 60 misas, a 1 fr. cada una, a perpetuidad; y
otras 30 misas por 1 000 fr. que recibí con anterioridad"
(118) El
31 de agosto: "Recibí la cantidad de 2000 fr. Podemos revisar el asunto
con calma. Está claro que el señor Bonard no quiere obligarnos a celebrar las
misas, si esto fuera muy complicado por el tiempo".
(119) Ignoramos
quién era ese señor Bonard, y si el Padre aceptó finalmente los 3 000 fr.
(120) Los
ingresos de los establecimientos están asentados en esta agenda, a medida que
se efectuaban. Del 1 de enero al 30 de julio arrojaban un total de 7 836.75 fr.
de los cuales, corresponden 550 al Hermano Luis María, director de La Côte, y
370 a La Valla.
Crecimiento.
(121) El
retiro se inició el primero de octubre, como de ordinario.
(122) Los
Hermanos, cuyos nombres ponemos a continuación, hicieron la profesión de la
misma manera que sus antecesores: Hermanos María José Eugenio[90]. (Cartier), Luis Bernardino (Fayolle), Alejandro (Soyère), Juan
Francisco Regis (Boiton), Mauricio (Thomas) y Carlos (Souchon).
(123) El
Hermano Anselmo (Tomérieux) y el postulante Teodoro Bernard Arnaud, entraron a
la eternidad.
(124) Se
fundaron los establecimientos de Pelussin, Saint-Didier-sur-Rochefort, Genas y
Lyon -Denuzière.
(125) Los
Hermanos fueron llamados a Pelussin por el alcalde Julien. Este hombre escribió
una interminable carta al arzobispo en 1827 exponiéndole sus puntos de vista
utópicos, y pidiéndole la creación de una congregación religiosa dedicada a la
enseñanza, en favor de los poblaciones rurales. Hubiera querido Hermanos que
fueran de uno en uno, atendiendo la escuela en invierno y dedicándose a la
agricultura en verano, para poder conseguir así una remuneración suficiente. Monseñor
envió dicha carta al Padre Champagnat añadiendo estas palabras: "Vea lo
que puede hacer con las utopías del señor alcalde de Pelussin".
(126) El
señor Julien aceptó tres Hermanos, les proporcionó personalmente el local que
habitan desde hace 53 años, local que su hijo ha duplicado y en el que existe
un internado. Para la paga de los tres Hermanos, no tuvieron otra cosa más que
las colegiaturas, los 200 fr. otorgados por la ley de 1833 y los menguados
beneficios originados por los internos, que durante mucho tiempo nada más dormían
allí
1836
Deseos de
Año Nuevo.
(127) Los
Hermanos de los establecimientos enviaron a su querido Padre, los buenos deseos
de Año Nuevo. Este les contestó así: "Queridos Hermanos. Nuestro corazón
se siente feliz recordando diariamente, sus buenos deseos, y en el santo altar,
los presento a todos al Señor; pero hoy no podemos resistir al gusto de testimoniarles
nuestra paternal ternura. Queridos y muy amados, ustedes son constantemente el
objeto especial de nuestra tierna solicitud. Todos nuestros parabienes y todos
nuestros votos, son por su felicidad. Ustedes saben muy bien, sin lugar a duda,
queridos Hermanos, que esta felicidad no es la que busca el mundo y que cree
encontrar en la posesión de los bienes temporales. Les deseamos y queremos para
ustedes, bienes más reales y más sólidos. Servir a Dios con fervor; desempeñar
todos las obligaciones de su santo estado, con toda fidelidad; trabajar todos
los días en desapegar sus corazones de las criaturas para entregarlos a Jesús y
a María; y abandonarse a las mociones de la gracia. Eso es lo que sí cuenta y
lo que les deseamos.
(128) Sí,
queridos Hermanos, religiosos e hijos de María, su gloria debe ser imitar y
seguir a Jesucristo. Que este divino Salvador los llene de su espíritu, que su
sabiduría los dirija en todo lo que hagan por su gloria. Les deseamos y
anhelamos para ustedes que a ejemplo de Jesús, nuestro divino modelo, tengan
una tierna solicitud por todos los niños. Repártanles, con santo celo, el pan
espiritual de la religión. Hagan todo lo posible para formarlos en la piedad y
para grabar profunda mente en sus jóvenes corazones, sentimientos religiosos
que nunca se borren.
(129) Que
la unión y la caridad, de la que habla el discípulo amado, reinen siempre entre
ustedes. Que los que deben obedecer, se entreguen a este deber con humildad;
que los que mandan, lo hagan con una dulce caridad; con estos medios la paz y
el gozo del Espíritu Santo estarán siempre con ustedes. Que un verdadero celo
los anime en su perfección y que una constante fidelidad a su Regla, les ayude
a hacer cada día nuevos progresos. Pero no olviden, la exacta observancia de la
Regla, es el mejor medio de adquirir la perfección religiosa. Animo, queridos
Hermanos!, las penas y las luchas de la vida no duran más que un momento, levantemos
la vista al inmenso peso de gloria que será para siempre nuestra recompensa,
pensando siempre que el Justo Juez no premiará mas que al que haya vencido y
persevere hasta el fin.
(130) De
las cartas del padre Pompallier se deduce que él era el principal promotor del
proyecto de organización de los Padres Maristas como Congregación religiosa, de
la aprobación por la Santa Sede, de la creación de las misiones de Oceanía por
las que se les había ofrecido el reconocimiento. En febrero realizó un viaje a
Valbenoite para decidir a los padres a apoyar esta doble tarea. Parece que no
tuvo éxito. En junio fue a Roma para ocuparse de dicho asunto. Escribió al Padre
Champagnat, quien quería que este proyecto se realizara, y ponerlo al corriente
de los acontecimientos.
Aprobación
de la Sociedad.
131) La
Santa Sede puso dificultades para la aprobación de los Padres y Hermanos
Maristas en una sola Congregación, bajo un solo Superior. La aprobación de la
Congregación de los Padres, fue otorgada el 11 de marzo del presente año, al
igual que la obra de las Misiones. El padre Pompallier quedó encargado con el título
de Vicario Apostólico. Fue consagrado obispo de Maronné, "in partibus
infidelium". Desde este momento, los Padres Maristas se dieron entre ellos
el título de "Padres"; as í los nombraremos en adelante.
(132) De
regreso a Francia, Monseñor tomó las precauciones necesarias para la partida.
Se puso de acuerdo con el Padre Champagnat, a quien le confió sus asuntos
temporales. Obtuvo los Hermanos María Nizier, Juan Francisco Javier y Miguel[91], para su misión y le escribió desde Lyon lo siguiente: "Le escribo
a toda prisa; muy pronto voy a tomar la diligencia para París. No habiendo
recibido todavía la respuesta de Propaganda Fide de Roma, sobre la cantidad que
prometió enviarme a Lyon, supliqué al Consejo de la Propagación de la Fe, que
me lo adelantara, y recoger de mi parte, lo correspondiente cuando llegara. Me
lo entregaron con benevolencia, pero es preciso que usted firme el documento
que enviaré Roma y que lo recoja en mi nombre, como encargado de velar por mis
intereses.
(133) dejó
al señor Viennot, notario de Lyon, mi testamento, del que podrá quedar como
depositario, además de las escrituras y títulos de mi familia; él se los
enviará junto con el testamento, si usted lo juzga oportuno.
(134)
Tenga la bondad de proporcionar a los tres Hermanos que me concedió, 2 sotanas,
a cada uno, según el estilo propio de nuestros buenos Hermanos de María, 2
pantalones y hábitos laicos. Usted puede tomar de mis rentas que recibiré en
Navidad y en la fiesta de San Juan, lo que sea necesario para solventar estos
gastos".
(135)
Sabiendo que Gregorio XVI había aprobado la Sociedad de los Padres Maristas, el
Padre Champagnat, que había hecho tanto por esta Sociedad, experimentó una gran
alegría. Escribió a toda prisa al Padre Colin para solicitarle hacer los votos.
El Reverendo Padre contestó: "Usted sabe que el Breve de Aprobación de la
Sociedad nos autoriza a elegir un Superior General; mientras tanto, estoy muy
lejos de considerarme como tal y en consecuencia actuar como si lo fuera.
Acepto hasta la fecha de la elección, el continuar, como en el pasado, siendo
el centro de unión, pero me cuidaré muy bien de recibir los votos. No es menos
cierto que sus disposiciones me edifican profundamente; cómo quisiera que todos
los otros cohermanos pensaran y actuaran como usted; espero que Dios les concederá
esta gracia, con el tiempo".
Juan
Claudio Colin, Superior General.
(136) El
Padre Colin convocó a todos los Padres Maristas a un retiro en Belley, después
del cual tendría lugar la elección del Superior General. Terminado el retiro,
se procedió a ella. Varios Padres querían elegir a nuestro piadoso Fundador.
Les hizo comprender que la responsabilidad de los Hermanos ya era
suficientemente pesada para él. Sin embargo, aceptó el titulo de Asistente. El
menor de los Colin conservó el titulo de Superior General. Fueron designados
los 4 padres que irían a Oceanía con Monseñor Pompallier. Al regresar de
Belley, con ellos, el buen Padre quiso cargar sus maletas: ellos se rehusaron.
Pero insistió diciendo: "Déjenme hacerlo; soy un campesino, acostumbrado a
cargar bultos pesados. así tendré parte en sus méritos".
Pompallier,
obispo de Oceanía.
(137)
Después de su consagración, que tuvo lugar el 30 de junio en Roma, Monseñor
Pompallier nos hizo una visita. Su Excelencia dijo la misa en la nueva capilla,
que describiremos más adelante. El piadoso Fundador lo acompañó luego a París,
con el padre Chanut, para ocuparse de la autorización legal, mientras que
Monseñor se ocupaba de los asuntos de su misión.
(138) El
padre Forest que había sido nuestro capellán en el Hermitage, había escrito al
piadoso Fundador, el 20 de julio en los siguientes términos: "Padre Superior.
Acabo de recibir noticias de nuestro querido Monseñor Pompallier; fue consagrado
obispo el 30 de junio en la iglesia de la Inmaculada Concepción de la santísima
Virgen de los Capuchinos. Estará de regreso en Lyon, el 4 de agosto, tal vez
antes. El 6 del mismo mes, fiesta de la Transfiguración, debe impartir la confirmación
y dar la Primera Comunión a nuestros pequeños de La Favorita. Si usted pudiera
estar con nosotros ese día, nos causaría un gran placer.
(139) Creo
que hemos encontrado en la Favorita lo que buscábamos en Lyon y en sus
alrededores, durante largo tiempo; me refiero a la casa para el noviciado de
los Sacerdotes y el estudio de la teología. Conoce muy bien la casa vecina que
está a un lado de la del internado y que forma un solo cuerpo de edificio; nos
la van a rentar, si queremos. allí, podremos contar con amplias salas de
estudio, grandes dormitorios, una cocina para los niños, cuartos para todo el
grupo femenino que estaría completamente separado del resto de la casa. llevaríamos
allí todo lo que se encuentra en la casona cuadrada que se encuentra en el
campo cercado. Todos estos espacios quedarían completamente libres para los
Padres sin ninguna comunicación con el internado más que en la capilla. En los
edificios cercados, se dedicaría a los Padres la parte del sur, que se localiza
próxima a la cerca.
(140) El
padre Durand, párroco de San Ireneo, a quien he comunicado todos estos
proyectos, los ha encontrado tan adecuados, que fue personalmente a visitar de
inmediato al vecino, para pedirle que nos rentara, cosa que parece aceptó; sin
embargo, ha pedido tiempo para reflexionar. Todo esto lo he hecho del
conocimiento del Superior de Belley; espero su respuesta. Si todo sale bien,
como lo esperamos, será preciso que tenga la bondad de venir lo más pronto
posible a revisar el plan que podríamos seguir en las diferentes reparaciones
que tendremos que realizar para el regreso de los alumnos. Si esto se lleva a
cabo, de inmediato le describiré una segunda carta".
(141)
"Le comunicaré que el padre Dutreuil, párroco de San Pedro, ha ofrecido
por intermediarios y también personalmente, su colegio de Saint-Chamond, a nuestros
Padres de Lyon. Según parece, la misma administración civil de esta población
de Saint-Chamond, que conoce algo al señor Dominget, lo desea vivamente. Le
conté todo al padre Cholleton, que no lo ve imposible . De su parte, ¿Qué
piensa? Mis respetuosos saludos a los padres Terraillon y Servant..."
Organización
de las vacaciones.
(142) Ya
hemos visto, que desde los orígenes, las vacaciones duraban dos meses, y que el
buen Padre aprovechaba este período para instruir a los Hermanos en sus deberes
de maestros y en las virtudes religiosas. Junto con los principales Hermanos,
estudiaba también los puntos que todavía no estaban definidos en las Reglas. En
la fecha en que nos encontramos, reflexionaba, con ellos, los últimos detalles.
(143) Los
reglamentos universitarios, al aplicar la ley del 28 de junio de 1833, lo
obligaron a reducir las vacaciones a un mes. El señalaba, cada año, el inicio y
el final. Los Hermanos de los establecimientos nada más permanecían en el Hermitage,
entre diez y doce días. Pero seguían estando obligados a llevar diez páginas de
escritura. El buen Padre otorgaba premios a los que más lo merecían.
(144)
Durante su viaje a París, los Hermanos a quienes había encargado de la dirección,
durante su ausencia, convocaron a los Hermanos de los colegios al retiro anual,
mediante una circular cuyo contenido transcribimos: "Queridos Hermanos:
Terminamos un año que ha sido para nosotros y para toda la Sociedad, una época
de gracias y bendiciones muy especiales; debemos ciertamente, a Dios el mayor
agradecimiento. Pero tenemos todavía un favor muy grande que debemos pedir a su
Bondad: el feliz resultado del viaje de Monseñor Pompallier y del Padre
Superior cuyo objetivo es de sumo interés para la misión de Polinesia y el bien
particular de los Hermanos de María. Juntemos, pues, todas nuestras plegarias,
y redoblemos el fervor, haciendo una santa violencia al cielo, para que pronto,
todos reunidos, tengamos motivo para darle las gracias. En la Casa Madre se
hará una novena con tal intención. Monseñor Pompallier ha determinado, él
mismo, con tal objeto, el Veni Sancte Spiritus y el Ave Maris Stella. Estamos
seguros de que en cada establecimiento se esforzarán a unirse a nosotros, para
hacer esta novena.
(145) El
viaje del Padre Superior a París ha sufrido una demora por las vacaciones que
este año no empezarán sino hasta el 28 de septiembre. Esperamos su regreso para
el 8 de octubre, fecha en que Monseñor Pompallier impartirá la Confirmación y
bendecirá la nueva capilla. Los que no han recibido todavía este sacramento, se
prepararán para recibirlo ese día.
(146) El
venir de vacaciones, cada Hermano traerá, además de lo que señala la Regla, el
libro de oficio, el manual, el combate espiritual, el libro de oro y la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y algún otro para la misa y la comunión.
Cada Hermano traerá también, una camisa, un pañuelo, el rabat y una gorra
marcados con el número del establecimiento, precedido del monograma M. En la
medida de lo posible, los Hermanos deben traer los bultos personalmente, los
que no puedan hacerlo, será conveniente que los envíen con toda anticipación,
etc. ..."
La nueva
capilla.
(147) Ya
hemos hablado de la visita de Monseñor Pompallier.
(148) La
capilla definitiva, iniciada el año anterior, estaba completamente terminada.
Se localiza en el primer piso. Los recibidores, algunas habitaciones, la puerta
de entrada y el alojamiento de las Hermanas, que se encargaban de la ropa, estaban
en la parte baja. Encima estaban unos galerones que servían de dormitorio
durante los retiros y de secadores de ropa el resto del año. La capilla tenía
20 metros de longitud, 10 de ancho y 11 de altura.
(149) El
Hermano Francisco nos la describe: "El señor Ravéry, pintor de
Saint-Chamond realizó las pinturas que la adornan. Doce columnas corintias, al
fresco, con una cornisa realzada de yeso en la parte superior, embellecen el
presbiterio. Entre cada par de columnas están pintados al fresco, unos
medallones, con algunas invocaciones de las letanías de la Santísima Virgen,
representadas simbólicamente.
(150) En
el centro del presbiterio, atrás del altar, está un gran cuadro que representa
la Asunción de la Santísima Virgen, pintado en tela por el señor Ravéry. Sobre
el cuadro está un crucifijo, al fresco, con dos ángeles en adoración. A la misma
altura, del lado de la Epístola, se encuentra la estatua de la Santísima Virgen,
la misma que estaba en la capilla antigua, y del lado del Evangelio, la de San
José, en madera dorada. Más abajo, a los costados del cuadro, están del lado de
la Epístola, la estatua de San Luis Gonzaga y del lado del Evangelio la de San
Francisco Javier.
(151) La
parte que forma la nave, al igual que la que corresponde a los fieles, está
adornada por 15 columnas jónicas, sobre las que se extiende una cornisa del mismo
estilo. Entre las columnas están los cuadros del Viacrucis. Al fondo de la
capilla, y a los lados, por encima de las cornisas, hay una guirnalda de rosas
realzadas y pintadas al fresco. La nave está iluminada, de cada lado, por dos
ventanas realzadas, y el presbiterio nada más tiene una de un solo lado; del
otro lado, es únicamente una ventana pintada.
(152) El
techo de la capilla es una placa en forma de bóveda sostenida por grandes vigas
de madera. Sobre el altar, el Espíritu Santo pintado en forma de paloma, en un
fondo azul, rodeado de un nimbo de gloria. Muy cerca, en el centro del
presbiterio, están pintados dos rosetones, uno a la derecha y otro a la
izquierda. En el centro de la parte reservada a los Hermanos, al igual que en
la correspondiente a los fieles, se encuentran también, pintados, grandes
rosetones en el techo.
(153) Tres
lámparas, formando un triángulo, adornan el presbiterio; la central arde día y
noche; las otras dos tienen velas que se encienden en las grandes solemnidades.
Del centro de la nave cuelga la gran araña de la antigua capilla; la más chica
está en la parte destinada a los fieles.
(154) El
altar, primero fue el de la antigua capilla, pero en 1837, el Padre Champagnat
mandó hacer otro a un carpintero de Saint-Chamond, que está mucho más en
armonía con la antigua grada y con el antiguo tabernáculo que se han conservado..
.
(155) El
sagrario, de forma semicircular, se puede dividir en tres partes: el sagrario
propiamente dicho, la parte central y el domo. La puerta es dorada; en la parte
inferior, se representa una mesa en la que reposa un Cordero de Dios, rodea do
de nimbos y acostado sobre el libro de los 7 sellos envuelto en una nube. En el
centro de la parte superior, está un triángulo, representando la Trinidad, con
rayos de gloria. Por encima de la puerta, están dos ángeles con una mano extendida
hacia el centro, a un círculo por el que pasa una guirnalda que cae a cada lado
de la puerta; en la otra cada uno sostiene un frasco. En seguida, a derecha e
izquierda, dos columnas acanaladas en la parte superior, rodeadas por tallos de
viña en relieve. A continuación de las columnas, están representadas, en las
dos caras laterales del sagrario, dos ramos de olivos atados en la base con un
listón; en la parte que rodea la pequeña grada, un listón; y de cada lado, dos
columnas semejasen a las demás ; en el centro de las cuales se extiende una
guirnalda. El zoclo del sagrario está adornado por viñetas y en el de las
columnas figuran unos ángeles. En la parte superior del sagrario, y de las
columnas, adorna una cornisa corintia.
(156) La
parte central, que está por encima del sagrario, propiamente dicho, está
adornada de cuatro columnas, entre las cuales, en la parte del frente, está
representado un racimo de uvas mezclado con hojas de viñedo, y en las caras
laterales, un cordero portando una cruz entre las patas delanteras.
(157) El
domo, o parte superior, está adornado de hojas por la parte delantera y por los
costados limitado por nervaduras. En la parte superior se encuentra una placa
cuadrada con molduras, sobre la que está colocada la cruz del altar...
(158) La
parte destinada a los fieles, está separada de la de los Hermanos por una
balaustrada de 2.60 m. de altura. La parte de ensamblaje está rematada por
barras que forman figuras de rombos.
(159)
Existen dos confesionarios, enfrente uno del otro en la parte de los fieles,
uno de ellos proviene de la antigua capilla y el otro, más adornado, lo mandó
construir el Padre Champagnat."
(160) Esta
capilla, tan minuciosamente descrita por el Hermano Francisco, fue bendecida
por Monseñor Pompallier, al final del retiro, como ya lo hemos dicho. Su
Excelencia ofició a continuación una misa pontifical, e impartió el sacramento
de la confirmación a 15 novicios y postulantes. Junto con el Padre Champagnat,
y los padres capellanes, estaban presentes los párrocos de San Pedro de Izieux,
de Saint-Martin-en-Coallieux y de La Valla, quienes presenciaron la ceremonia.
Poco después, el padre Gourdias, cura de Saint Policarpo, en Lyon, obsequió un
hermoso Via Crucis, y a instancias del buen Padre, vino en persona a erigirlo.
Adquisiciones
inmobiliarias.
(161) El 7
de abril, en la oficina de la señora Finaz, el Padre Champagnat adquirió, de un
señor apellidado Parrin, dos terrenos y rocas, de la que el acta no cita el
contenido, pero describe minuciosamente los límites, mediante la cantidad d e
20 fr. pagados de inmediato. Una de estas parcelas, estaba junto a la escalera
de entrada a la capilla; uno de sus lado no tenía más que 23 centímetros de longitud.
(162) El
11 de abril, en la misma oficina, la señora Fara, viuda de Dumas, vendió al
Padre Champagnat unas tierras en renta y bosques talados, situados en el lugar
de las rocas, comprendían 36 áreas, y a un precio de 1 000 fr. pagados al contado.
(163) El
mismo día, en la misma oficina, los Señores Roussier, padre e hijo, vendieron
dos parcelas de campo y bosques, que juntos formaban 40 áreas, al Padre
Champagnat por 600 fr. pagados en la misma sesión.
(164) El 4
de julio, en la misma oficina, Claudina Fara viuda de Voron, vendió dos predios
de pastizales con una superficie de 40 áreas, al Padre Champagnat, por 600 fr.
pagados al contado.
(165) El
28 de febrero pasado, el piadoso Fundador y el señor Boiron firmaron, en
contrato privado, lo siguiente: "Entre los infrascritos, Marcelino
Champagnat, sacerdote de Nuestra Señora del Hermitage, vecino de Saint-Chamond,
por una parte, y Claudio Boiron, agricultor de la Rivoire, municipio de La
Valla, por la otra, hicieron los siguientes convenios:
(166) Yo,
Marcelino Champagnat, mediante 5 000 fr. que recibí de manos del señor Boiron,
hago por la presente, una renta vitalicia de 500 fr. no sujeta a intereses,
pagaderos la mitad en la fiesta de San Juan y la otra mitad en Navidad.
(167) Y yo
Claudio Boiron, declaro aceptar la renta de 500 fr., pagaderos según lo
estipulado, por la dicha cantidad de 5 000 fr. que le he entregado".
(168) El
señor Boiron era un buen feligrés de La Valla, del poblado de Rivoire. Era
viudo y sin hijos. Cuando aún vivía su esposa, cierto día conducía su carreta
cargada de madera tirada por sus dos vacas. El camino era muy estrecho y en la
ladera muy inclinada de la montaña. Por descuido, pasó muy cerca del borde del
camino. La carreta se ladeó y rodó, con todo y vacas, hasta el fondo de un
precipicio bastante profundo. El señor Boiron riéndose a carcajadas, llamó a su
mujer diciendo: " Ven a ver que gracioso se ve"
(169) Poco
después de haber realizado el contrato con el Padre Champagnat, muerta su
esposa, regaló su propiedad y se retiró al Hermitage en donde pasó sus últimos
8 años. Esta propiedad se vendió en 1837, en 13 000 fr. como quedó asentado e n
el libro de cuentas, pero el señor Boiron dio un total de 40 000 fr.
aproximadamente.
Rarezas de
ciertos Hermanos.
(170) El
Hermitage contaba con una vaca para proporcionar leche a los enfermos. El
Hermano Doroteo estaba encargado de ella. Era un religioso poco instruido, pero
muy piadoso, obediente y de una gran sencillez. El padre Préher, párroco de
Tarentaise, vino cierto día a visitar al piadoso Fundador, su amigo. Después de
la comida, fueron a dar un paseo por el jardín. Viendo al Hermano Doroteo que
cuidaba su vaca en el valle, al final del jardín, el padre Préher lo saludó
diciéndole: "Buenos días, Hermano de la vaca" El Hermano que lo creyó
un Padre Marista, le respondió con toda ingenuidad: "Buenos días, padre
mío" "De manera, dijo el Padre Champagnat, riéndose, que usted es el
padre de la vaca" El padre Préher se propuso, aunque un poco tarde, no
abusar de la sencillez de los demás.
(171) El
buen Padre estaba muy atento para corregir los defectos de sus Hermanos y
procurarles el mérito de la obediencia. Un postulante tenía la costumbre de
alisarse los cabellos. Después de tres avisos sin que hubiera mejoría, el Padre
Champagnat lo despidió. "La primera la perdono, dijo, la segunda me la
deben, la tercera me la pagan".
(172) El
Hermano cochero escondía cierta provisión de alimentos, sin duda para sus
viajes. El Padre se dio cuenta, lo mandó llamar y lo despidió.
(173)
Entre los Hermanos directores, había uno a quien estimaba mucho y que más tarde
escribió su vida. El Hermano Doroteo llamó aparte a dicho Hermano y le dijo:
"Sígame". Llegados a los sanitarios, el Hermano Doroteo añadió:
"El Reverendo Padre quiere que usted baje a las letrinas y que saque el
becerro que arrojaron ahí hace dos días". El Hermano director obedeció sin
replicar. Cuando iba a agarrar al animal ya en putrefacción, el Hermano Doroteo
le gritó: "Es suficiente, el Padre quiere que lo deje allí". El buen
Hermano director[92] sin decir palabra y fue a lavarse. El piadoso Fundador encargó luego a
este mismo Hermano del trabajo de la cocina, durante todo el tiempo de
vacaciones, no por necesidad, sin o para ejercitarlo en la humildad y la
obediencia.
(174) Otro
director era muy apreciado en el puesto que ocupaba desde hacía diez años, y
tenía mucho acierto. El buen Padre le envió, cierto día, un mensajero, con esta
carta: "Querido amigo: Márchese inmediatamente y siga al portador de esta
carta. No informe a nadie de su partida, ni siquiera al señor Cura. No pregunte
a dónde se le destina ni lo que se pretende hacer con usted, sino abandónese completamente
en la obediencia". El buen Hermano siguió a su guía sin informar a nadie.
Después de dos días de camino, lo pusieron en la primera clase y sometido a
obedecer. En lugar de amargarse, cada día recitaba el Te Deum, para agradecer a
Dios que lo hubieran liberado de la carga de superior.
(175) Al
buen Padre no le agradaban los perezosos. El piadoso Hermano Mateo[93], algo delicado, estaba encargado del jardín; después de trabajar un
rato, se sentó en una piedra. El Padre se dio cuenta, llamó a un Hermano y le
mandó una almohada diciéndole: "Llévele esto a aquel Hermano, ha de estar
muy incómodo sentado en una piedra; se la deja y él me la regresará". El
buen Hermano Mateo se quedó extrañado y preocupado, no quería ser reprendido,
pero encontró la manera de regresar la almohada sin ser visto. Sin embargo,
aprendió la lección.
Mazelier,
proyectos de fusión.
(176) Viendo
que su Congregación no se desarrollaba según sus deseos, el Padre Mazelier
escribió al Reverendo Padre Colin, y le propuso la unión de sus Hermanos a los
del Hermitage. El Superior General le envió esta carta al Padre Champagnat
aconsejándole que se entendiera con el Padre Mazelier. Una vez examinada, el
Venerado Padre le contestó de la siguiente manera: "El Padre Superior
General de la Sociedad me ha comunicado el proyecto de unión del que usted me
había ya hablado y que yo he tenido en mente desde hace largo tiempo. Después
de haberlo comentado juntos, creímos que esta unión redundaría en la mayor gloria
de Dios y el bien de la religión.
(177)
Ambas partes tenemos el mismo fin: la educación cristiana de los niños; y los
medios que empleamos para lograrlo, son los mismos con ligeras variantes. El
artículo 8 de su Prospecto, por el que usted rechaza los establecimientos de un
solo Hermano, y que no desea tener en el porvenir, más que en lugares muy
cercanos a alguna de sus casas, nos parece conforme al siguiente enunciado de
nuestros Estatutos: "Aunque los Hermanos no irán menos de dos, se podrá
establecer una residencia central, de la que se separarán uno en uno para ir a
los poblados cercanos." Suprimido en esta forma este obstáculo, creo que
podremos entendernos fácilmente, sobre los demás artículos de su prospecto que
hemos leído con mucha atención; pero no entro en detalles, porque espero en una
entrevista, facilitar nuestras opiniones.". Hasta este punto se llegó por
el momento.
Saint-Didier-sur-Chalaronne.
(178) La
señorita condesa de la Poype, hermana del general del mismo nombre, e
integrante, al igual que sus tres hermanas, del Capítulo de Château-Cheulon,
(Jura), habitante de Saint-Didier-sur-Chalaronne, quiso establecer una escuela
religiosa y gratuita, común para las parroquias de Saint-Didier y de Thoissey.
Para esto se puso en contacto con Monseñor Devie, obispo de Belley, enviándole
7 200 fr. Monseñor se encargó de la realización de tan excelente proyecto. Su
Excelencia solicitó 4 Hermanos al Reverendo Padre Colin, que aún residía en
Belley. Por encima de la escuela, Monseñor quería un noviciado en Saint-Didier.
El Padre Colin no le dio respuesta, sino que envió dicha solicitud al Padre
Champagnat. Al buen Padre no le agradaba la idea de tener un noviciado tan
cerca del Hermitage, pero por la autoridad del Padre Colin, y no queriendo
hacerle un desaire, le fueron prometidos los 4 Hermanos.
(179) Este
proyecto, mal concebido, fue también mal realizado. El padre Madinier, un santo
sacerdote, originario de Rive-de-Gier, era el párroco de Saint-Didier. Monseñor
le encargó que consiguiera un terreno y que hiciera construir una casa, en
cuyos planos no entraba un noviciado. El párroco escogió un lugar, que aunque,
fuera de la población, no estaba en el camino de Thoissey, y por lo tanto, muy
retirado de esta población. El terreno, la construcción y la instalación costaron
38 000 fr., los 54 000 restantes fueron colocados como préstamo al estado que
proporcionaban al principio 17 000 fr. de intereses, para el mantenimiento de
los 4 Hermanos. Más tarde, se realizó la conversión al 5%, y el obispo no pagó
la compensación[94] y la cantidad recibida de 1 500 fr.; no era nada atractivo.
(180) Los
Hermanos Sebastián, María Agustín, Cosme y Fabián fueron destinados. Abrieron
la escuela que pronto tuvo 260 alumnos, todos gratuitos, de los cuales unos
cincuenta venían de Thoissey, y estaban muy lejos de ser los más educados. No
solamente molestaban a los de Saint-Didier, sino que se peleaban entre ellos,
en las idas y venidas. El padre Madinier había hablado tan bien de los
Hermanos, que los consideraban como seres celestiales: el Hermano Sebastián les
comprobó muy pronto, que era terrestre.
(181)
Desde la apertura. Monseñor reclamó la fundación del noviciado. El piadoso
Fundador le respondió que la casa no contaba con locales para eso. El obispo
fue a visitarla convenciéndose de la carencia de dependencias y escribió al Padre
Champagnat que acababa de dar indicaciones para elevar la casa de 18 centímetros:
el buen obispo quería decir 1.50 metros. La casa quedó aumentada de 1.50 m.
estableciéndose allí un internado y un noviciado; aquel ahogó al segundo, y
Monseñor, disgusta do, volvió la espalda al Instituto apoyando a los Hermanos
de la Sagrada Familia y a los de la Cruz, para su diócesis. Esto no hubiera
sucedido si el buen Padre hubiera tenido manos libres para actuar.
(182)
Ignorando que los Hermanos ya habían llegado a Saint-Didier, Monseñor Devie
escribió al Venerado Padre presionándolo para que los enviara lo más pronto
posible. Su Excelencia le preguntaba también sobre el reconocimiento legal,
para cuy a obtención ofrecía su ayuda al piadoso Fundador, al igual que el
señor Arzobispo de Lyon y sus Excelencias los obispos de Autun y de Grenoble.
(183) El Padre
Champagnat respondió así a su Excelencia: "Monseñor: Los Hermanos de
Saint-Didier ya salieron y se han instalado desde hace ocho días. Los
recibieron con atención y ya nos han comunicado que tienen 260 alumnos en sus
clases, y que sin un pronto auxilio, les será imposible conservar un número tan
grande".
Autorización
legal.
(184)
"Para obtener nuestro reconocimiento, hemos redactado los Estatutos que
presentamos más abajo, los enviamos a París, el 28 de febrero de 1834, con una
carta al Rey que encierra una reseña histórica de la fundación de nuestro
Instituto. En mayo de 1835, escribimos también a la reina, quien nos respondió
diciendo que nuestros documentos están en manos del ministro. La principal
razón de la demora que experimentamos, viene, creo, de que el señor Guizot,
siendo protestante, no ve con a grado una asociación consagrada por entero a
María. He aquí la respuesta que hemos recibido: "En cuanto al
reconocimiento de su establecimiento como una asociación, no nos parece, por el
momento, que sea factible su aprobación. Usted me habla de los Estatutos de los
Hermanos de Saint-Paul-3-Châteaux; no recuerdo haberlos recibido. Poseemos la
regla del señor de Lamenais que nos ha proporcionado un respetable eclesiástico
de la diócesis de Grenoble".
(185)
"Sigo pendiente de este asunto, Monseñor. Una solicitud del comité de los
alrededores, ha llegado en mi apoyo, al igual que varias cartas de
recomendación de los señores presidentes de las poblaciones en las que nuestros
Hermanos están establecidos. Actualmente nuestros documentos están en manos del
señor Delbeque, Primer jefe de división. Con ocasión de mi viaje a París, tuve
la oportunidad de verlo, con Monseñor Pompallier, y nos hizo miles de
ofrecimientos. Me prometió hacer todo lo posible para lograr el éxito de
nuestra empresa: otros personajes distinguidos nos testimoniaron su
benevolencia. Por lo tanto, espero que nuestros estatutos hayan sido aprobados
desde luego por el Consejo Real, el 7 de marzo de 1834, así obtendremos
finalmente, la ordenanza que ansiamos".
(186) Ya
lo hemos dicho, y lo veremos mas adelante, que todas las gestiones del buen
Padre fracasaron. Hemos mencionado también, que el prelado, a quien el buen
Padre envió la respuesta anterior, dejó de proteger el Instituto tres años más
tarde.
(187)
Entre las recomendaciones de las que hablaba el querido Padre, deseamos citar
los certificados otorgados por el padre Venet, cura de Mornant, al igual que
los señores alcaldes de Saint-Martin-en-Coallieux y de Sorbier. Hélos aquí:
(188)
"Desde que los denominados Hermanos de María se establecieron en Mornant,
no hay más que una sola voz para expresar el bien que ya ha resultado del
ministerio de estos dignos educadores; ricos y pobres, todos están de acuerdo
en reconocer que su escuela está bien atendida, que los niños se han hecho más
apegados a la religión, más honestos y más sumisos a sus padres e incluso a las
autoridades. Desde hace 10 meses que estoy en la parroquia, me he asegurado
personalmente, de que merezcan, en todos los sentidos, la confianza general de
la que gozan. Es una feliz idea la que ha tenido su Fundador al crear una
corporación al estilo de las Escuelas Cristianas, y de las que no difiere sino
dando más facilidades a las poblaciones que no pueden subvenir a gastos demasiado
elevados. Así, la acogida favorable que reciben del público, es una prueba
fehaciente de la necesidad de dicho establecimiento".
(189)
"Su noviciado es numeroso, y sin embargo no puede dar a basto a las
peticiones que le hacen del departamento del Ródano y de los departamentos
vecinos. Deseo de todo corazón que mi testimonio, que doy con plena conciencia,
sirva de estímulo a tanto celo y entrega, de parte de estos dignos Hermanos, y
que contribuya a obtener el reconocimiento real que será la recompensa de todo
el bien que realizan entre los jóvenes"[95].
(190)
"El alcalde del municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, suburbio de
Saint-Etienne, departamento del Loira, asegura que los Hermanos Maristas, cuyos
establecimientos están bajo los cuidados y el celo del Padre Champagnat, vecino
de nuestro municipio desde hace 11 años, no deja nada qué desear, sea en lo
referente a la conducta, sea en lo que respecta a la sumisión y al respeto
debidos a las autoridades. Me he asegurado personalmente, que merecen desde
todo punto de vista, nuestra confianza de la que gozan. Es una idea fabulosa la
que ha tenido el Fundador, al crear una corporación a semejanza de los Hermanos
de las Escuelas Cristianas, que no difiere de ella más que en la facilidad que
brinda a las localidades que no pueden hacer frente a gastos demasiado
considerables".[96]
(191)
"Su casa central, establecida en nuestro municipio, desde hace 11 años, ha
tenido año tras año un notable crecimiento, y en la actualidad, a pesar del
gran número de sujetos, está muy lejos de satisfacer las múltiples peticiones
que le dirigen del departamento del Loira y de los departamentos vecinos".
(192)
"Dando fe de esto, hemos firmado el presente testimonio y emitido un voto
favorable a su existencia legal. Firmado en la alcaldía, el 20 de agosto de
1836."
(193)
"El suscrito, Alcalde del municipio de Sorbier, suburbio de Saint-Etienne
(Loira), certificamos que la instrucción primaria de los niños de dicho
municipio, confiada a los Hermanos de María desde hace 5 años, ha sido siempre
dirigida por ellos con celo y excelentes resultados, con la plena satisfacción
de las autoridades y de los padres de familia. Nos congratulamos de haber
encontrado en estos dignos maestros, y con gastos mucho menos elevados, las
ventajas que los Hermanos de las Escuelas Cristianas ofrecen en las ciudades".
(194)
"Su comportamiento no merece más que elogios, y el respeto que profesan a
la autoridad y que saben muy bien infundir en sus alumnos, se muestra en toda
circunstancia. En fe de lo cual, se les otorga el presente certificado, en la
alcaldía, el 20 de agosto de 1836."
Nuevas
fundaciones.
(195)
Junto con Saint-Didier, el Instituto fundó las escuelas de
Saint-Martin-la-Plaine y Semur. Saint-Hugues, abad de Cluny, nació en esta
última parroquia, en el siglo X siendo hijo del Señor de este lugar. Semur fue
la primera en adoptar l a devoción al Sagrado Corazón, bajo inspiración de la
Bienaventurada Margarita María Alacoque. El padre Bonard era por entonces el
cura de esta parroquia. A pesar de las afrentas del Terror y gracias al buen
espíritu de los feligreses, nunca abandonó su parroquia y logró librarla de los
intrusos. Para conservar el espíritu religioso, solicitó dos de nuestros Hermanos
al piadoso Fundador, que se los envió. Poco después de la inauguración de las
clases, Monseñor de Héricourt, obispo de Autun, fue a visitarlos.
Inmediatamente escribió al buen Padre en estos términos: "Padre Superior:
En un viaje que acabo de realizar a Semur-en-Brionnais, tuve la oportunidad de
apreciar el mérito de los Hermanos que usted forma con tanto celo en la
excelente tarea de la educación de los niños. Reconozco, al mismo tiempo, lo
importante que es el conservar en este naciente establecimiento al Hermano encargado,
por el momento, de dirigirlo. Usted no ignora todo lo que exige los primeros
años. Tengo la confianza que usted tendrá a bien el satisfacer mis deseos, que
por otra parte, son los de todas las personas que tienen verdadero interés en
la escuela municipal recientemente abierta".
(196)
"Deseo confiar también a los Hermanos de María, otro establecimiento que
tengo la intención de fundar muy pronto. No dudo, Padre, que hará todo lo que
dependa de usted para ayudarme a realizar un proyecto que es de mucha importancia
en mi solicitud pastoral". El proyecto al que se refería Monseñor, era la
fundación de un noviciado en Vauban, a 18 kilómetros de Semur: esto se realizó
en 1839.
(197)
Después del retiro, 105 Hermanos fueron destinados a las casas existentes,
comprendiendo la de Belley, en la que 3 Hermanos ayudaban en el seminario.
(198) Los
Padres compraron en Lyon, en la cuesta de los Angeles, la casa denominada
"Puylata" que fue la casa-madre de su rama.
Las
cuentas.
(199)
Durante los primeros 15 años, el Padre Champagnat tuvo que encargarse de llevar
la contabilidad, como de todo lo demás. Las entradas eran pocas. Se reducían a
las raquíticas pensiones de los postulantes, las economías de los Hermanos en
los establecimientos, y las limosnas de las almas generosas, sea en alimentos
sea en especies. Los gastos, también eran exiguos. Estando siempre muy ocupado,
el buen Padre había llevado las cuentas lo mejor que había podido, en hojas
sueltas o en cuadernos que no había conservado. No podemos presentar, por lo
tanto, ni las entradas ni las salidas de estos primeros años.
(200) A
partir de 1833, las cuentas de la casa fueron confiadas a diversos Hermanos,
sucesivamente. No eran muy hábiles en la administración. Las entradas y salidas
estaban frecuentemente revueltas, los conceptos mal redactados y peor
transcritos. Si tales libros llegaran a nuestros sucesores, tendrían serias
dificultades para interpretarlos. A continuación exponemos los gastos que se
declaran del 1 de octubre de 1835 al 1 de enero de 1837:
(202) Es
evidente que se había recibido con qué cubrir este total de gastos, pero el
administrador había desparramado las entradas por uno y por otro lado. No anota
ni los donativos de gentes generosas, ni lo producido por la Grange-Payre, que
recibía el encargado de la granja.
Acrecentamiento
y organización.
(203) El
querido Fundador preparaba la impresión de las Reglas que había meditado,
estudiado y experimentado paciente y prudentemente, pero con firmeza, bajo la
mirada de Dios, la protección de la Buena Madre y con la ayuda de los principales
Hermanos.
(204) 29
postulantes tomaron el hábito en 1836, recibiendo los nombres que siguen:
Hermanos José-Francisco-Javier (Rondet), Félix (Barelon), Pémen (Ardin),
Eutimio (Collard), futuro secretario general, luego Asistente; Bernardo (Mauriat),
Nilo (Astier), Teotisto (Oriol), Elías-Regis (Marin), Juan Claudio (Piquet),
Espiridión (Chazalle), De la Cruz (Beauvoird)[97], Cornelio (Jalas), Angeles (Colombet), Matías (Moulin), Ennemond
(Meunier), Domitiano (Colombet), Ruperto (Tardy), Bernabé (Boudart), Andrónico
(Jeury), Juan (Courbon), Lázaro (Rambert), Teódulo (Moreton), Cosme
(Trambouze), Teodosio (Defour), Didier (Durand), Aureliano (Villevieille),
Colombiano (Morgue), Próspero (Vial), Francisco-Javier (Peigneaux), Sinforiano
(Aspire).
(205) A
partir de este año de 1836, el acta de profesión quedó asentada en el(los)
registro(s) de acuerdo con la siguiente fórmula: "Nosotros, los abajo
firmantes, Hermanitos de María, declaramos que el día 10 del mes de octubre de
1836, hacia las 9 de la mañana, en la nueva capilla de Nuestra Señora del
Hermitage, al finalizar el retiro de ocho días, predicado por el Reverendo
Padre Colin y el padre Convertí, hemos hecho voluntaria y libremente, con la
autorización del Reverendo Padre Superior, también firmante, y de acuerdo a las
ceremonias en uso en la Sociedad de los Hermanos de María, los tres votos
perpetuos de pobreza, castidad y obediencia al superior de dicha Sociedad,
según las Constituciones y los fines de la Orden. En fe de lo cual, hemos
firmado esta acta, el 14 de dicho mes del presente año, en nuestra Señora del
Hermitage."
(206)
Firmaron los Hermanos María Lino (Moral), Apolillar (Genio), Clemente (Pénin),
de la Cruz (Beauvoird), Simeón (Fallasen), Inocente (Enmonte), Isidoro (Pitee),
Ignacio (Jeury), María Agustín (Derrite), Antonio-Regis (Reymond), Justino
(Champareis), María (Giraud), Paulina (Trancan), Flaviano (Chombas), Marco (Pollas),
Claudio-María (Bertrand), Pedro-José (Rodee), Sebastián (Aspire), María Nizier
(Denos) (Su verdadero apellido es Deforme, Juan María), Luchas (Arden), Omán
(Devele), Pacimos (Ros), Rem (Dubessy), María-Regis (Jacquier).
(207) Los
Hermanos que habían emitido secretamente sus votos con anterioridad, los
renovaron a continuación de los anteriores. Después de la ceremonia, el Instituto
contaba con 69 Hermanos profesos.
(208) Los
postulantes Luis Champareis y Juan Roncar, pasaron a la eternidad. La muerte se
llevó también al llamado Motilón, vecino muy molesto y que había ocasionado
toda clase de problemas al Padre Champagnat y a los Hermanos. Había llegado
incluso a querer impedirnos el tomar agua del Gier para regar el jardín y de
prolongar el camino a lo largo del río para ir a Saint-Chamond. Fue en esta
ocasión que el Padre y los Hermanos hicieron el camino que lleva de la casa a
la carretera de Saint-Chamond-La Valla. El buen Padre no se vengó de su perseguidor
sino prestándole toda clase de servicios posibles a su viuda. Monteareis, yerno
del difunto, no siguió con los errores de su suegro.
(209) El
10 de diciembre del mismo año, Monseñor Pompallier comunicó al buen Padre, que
se estaba ocupando del reconocimiento legal de los Hermanos durante su
permanencia en París, que el asunto le parecía que iba por buen camino; que el
mal tiempo lo retenía en el Havre, con sus siete compañeros y que los párrocos
de la ciudad se aprovechaban de las circunstancias. Su Excelencia pedía al buen
Padre y a todos los Hermanos que lo encomendaran al igual que a todos sus
compañeros, a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Hermitage. Los
misioneros partieron del Havre, a finales del mes.[98]
1837
Felicitaciones[99].
(210) Al
igual que los años precedentes, todos los Hermanos enviaron sus mejores deseos
de año nuevo, al querido Padre. Por su parte, les contestó, el 7 de enero, de
la siguiente manera:
(211)
"Carísimos, mis bien amados, mis queridos Hermanos: Amémonos unos a otros.
No podría, al inicio de este año, tener otro lenguaje más conforme a mis gustos
y a mis afectos, pues si le pregunto a mi corazón mis sentimientos, la pena que
me causa la menor de sus contrariedades; sus enemigos, que son los míos; sus
reveses, que son motivo de mis tristezas; veinte años de solicitud, todo esto
hace que pueda con atrevimiento y sin temor, dirigirles las palabras que el
discípulo amado pone al principio de sus cartas: Mis muy amados, amémonos unos
a otros, porque la caridad viene de Dios.
(212) Los
buenos deseos y los votos que formulo al principio de este años, son
completamente diferentes a los que el mundo se esfuerza por expresar en un
lenguaje mentiroso: abundancia de bienes, de honor, de placeres que el corazón
no puede disfrutar. Esto es lo que el mundo desea. Por mi parte, mis queridos,
mis bien amados, conjuro a nuestro divino Maestro cada día, al subir al altar,
que se digne hacer llover sobre ustedes, sus gracias y sus más abundantes bendiciones,
que les ayude a huir del pecado como el único mal que hay que temer, que allane
el camino de las virtudes propias de un religioso, sobre todo las
características de los hijos de María. En fin, ruego a nuestra Madre común para
que nos obtenga una santa muerte, y que amándonos entre nosotros aquí en la
tierra, nos amemos para siempre en el cielo.
(213)
Nuestros Padres y Hermanos destinados a Polinesia, se embarcaron el 24 de
diciembre. ¡Qué campo tan grande ha confiado a nuestro celo el Soberano
Pontífice, el vicario de Jesucristo! Acompañemos con nuestros buenos deseos y
nuestras plegarias fervientes a los que han sido elegidos de una manera muy especial
para este trabajo. Creo que los hago felices haciéndolos partícipes de una
carta escrita desde el Havre, la víspera de la partida, por el Hermano
María-Nizier:
(214) Qué
feliz me siento, querido Padre, de haber sido escogido, aunque sea muy indigno,
entre los Hermanos de María, para ser de los primeros que lleven la luz del
Evangelio a los pueblos salvajes. ¡Oh... que Dios sea bendito! Es El quien m e
ha dado la vocación y me ha concedido seguirla. Me siento feliz de partir, y
puedo decir con toda sinceridad, que no cambiaría mi lugar por un trono. No
temo nada, puesto que María, nuestra Buena Madre, será mi guía en todas mis
acciones y mi refugio en todas mis penas. Quisiera, querido Padre, poder
desearle un feliz año, de viva voz, al igual que a todos mis queridos Hermanos
en Jesús y María, pero las circunstancias no me permiten satisfacer mis deseos.
Le deseo de todo corazón un feliz y venturoso año, al igual que a todos mis
queridos Hermanos".
(215) El
señor Antonio Thiollière, bienhechor del Instituto solicitó al Padre Champagnat
que le enviara al buen Hermano Estanislao con quien deseaba conversar. El
Venerado Padre se lo envió con una pequeña carta concebida en estos términos:
(216)
"Le enviamos, según su amable y cariñosa petición, al Hermano portador de
la presente, con la siguiente aclaración: Nos asociamos, si lo permite, con
usted y con toda su familia, en comunidad de bienes y de buenas obras que se
hacen y s e puedan hacer en lo sucesivo. Disculpe que me tome esta libertad y
dígnese creerme, con todo respeto, etc..."
Autorización
legal.
(217) El
señor cura de Ganges, en la diócesis de Montpellier, pidió Hermanos para su
parroquia. El buen Padre le envió nuestro prospecto y le prometió Hermanos si
podía cumplir las condiciones señaladas. Esta fundación no se llevó a cabo sino
más tarde, ya que el señor cura no podía sostener más que a dos Hermanos.
(218) Con
ocasión de su viaje anterior, el piadoso Fundador había sido muy bien recibido
por el Superior de las Misiones Extranjeras. Le escribió el 12 de enero de
1837, para agradecerle y suplicarle que recogiera los informes referentes al reconocimiento
legal que se tuvieran. He aquí su carta:
(219)
"Mi muy respetable Superior: Quiero agradecerle hoy la amabilidad con la
que me recibió con ocasión de mi viaje a París con Monseñor Pompallier. Su gran
benevolencia me anima a solicitarle un servicio: durante mi permanencia en París,
h ice, con Monseñor Pompallier, una visita al señor Delbèque, jefe de división,
en el ministerio de la Instrucción Pública; le entregue la documentación relativa
al reconocimiento de mis Hermanos. el señor Delbèque prometió apresurar el
reconocimiento que deseo con objeto sancionar los estatutos de mis Hermanos.
Tales estatutos ya han sido aprobados por el Consejo Real de Instrucción
Pública y redactados en el boletín general de la instrucción primaria No. 6,
del mes de abril de 1834, que está en poder de los señores Hachette y Didot.
¿Le será factible, Padre Superior, visitar al señor Delbèque para preguntarle
en qué situación se encuentran tales trámites? Se me hace tarde por saber algo
y es de suma importancia para nosotros contar con esta ordenanza sin la cual el
servicio militar va a arrebatarnos un buen número de sujetos que no están lo
suficientemente preparados para obtener el brevet necesario...
(220) Al
presente contamos con 171 Hermanos en nuestra Sociedad, y una veintena de
novicios. Tenemos 34 establecimientos en las diócesis de Lyon, de Belley, de
Grenoble, de Viviers y de Autun. El señor Arzobispo de Alby, nos pide un
noviciado en su diócesis, el de Belley quiere también otro. Deseamos vivamente
ponernos en regla con el gobierno antes de que nuestra Sociedad adquiera una
mayor extensión".
La Côte
Saint-André. Amenazas.
(221) El
Hermano Luis María, director de La Côte no estaba contento con la forma en que
se llevaban las cosas en su casa. El padre Douillet tenía, sin lugar a duda,
buenas intenciones, pero su peculiar manera de relacionarse con los Hermanos,
les presentaban problemas a cada instante. El Hermano director hizo partícipe
al buen Padre de las dificultades que encontraba, y recibió la respuesta que
vamos a leer:
(222)
"Mi querido Hermano Luis María: Hago míos, en efecto, de una manera muy
especial, todos los disgustos que experimenta en La Côte. No se preocupe de lo
que pueda ocurrir; trate de cumplir con sus obligaciones lo mejor que le sea posible,
ya en lo referente al padre Douillet, como en lo relacionado con los niños que
le están confiados y sobre todo, en lo que respecta a los Hermanos que lo acompañan.
Cuando sean despedidos, se vienen; encontraremos trabajo y pan con la ayuda de
Dios; haga, mientras tanto, todo el bien que esté a su alcance. Sea muy
prudente; infórmeme de inmediato si descubre cualquier anomalía. Mande los
novicios que usted crea aptos para nuestra obra, los recibiremos, como hemos
recibido a un buen número desde hace algunos años.
(223) Por
nuestra parte, no provocaremos nuestra salida del Delfinado, nos someteremos
con resignación, adorando los designios de la divina Providencia sobre
nosotros, no hagamos nada para merecerla y sepamos aceptarla. No realizaré el
viaje a La Côte, a menos que usted me escriba de nuevo. No sé a qué nos
conducirá todo esto. Posiblemente le envíe al Hermano Juan Bautista en calidad
de Visitador. Dejo a su prudencia lo que las circunstancias le permitan decir
al padre Douillet. Su salida de La Côte nos proporcionará un beneficio de 2400
fr., si el dinero fuera el móvil, le diría que se viniera cuanto antes".
(224) Los
2400 fr. de los que hablaba el Venerado Padre, eran la suma de las economías
que el Hermano Director había podido hacer en su vestuario y en el de sus
Hermanos. Hubiera deseado enviarlos al Hermitage, pero el padre Douillet los
retenía bajo pretexto de reparar y agrandar el local. Además, acababa de cerrar
el seminario y se había ido a vivir con los Hermanos, y la Hermana Marta a
quien había establecido ecónomo de la casa. No pudiendo aceptar semejante
estado de cosas, el piado so Fundador escribió lo que sigue al señor Arzobispo
de Grenoble, y luego al párroco de La Côte.
(225)
"Monseñor: No fue posible en la corta visita que tuve el honor de hacer a
su Excelencia, comunicarle más que muy brevemente lo que tenía que decirle
sobre los establecimientos que tenemos en su diócesis; incluso, no pude
comentarle nada acerca de La Côte. No podemos, de ninguna manera, dejar más
tiempo este establecimiento en la situación en que se encuentra desde que el
padre Douillet se fue a vivir con los Hermanos. El padre Douillet no puede
deshacerse de una muchacha, que por l o mismo, se encuentra en contacto con
nuestros Hermanos y que incluso, se ha convertido en la administradora de la
casa. Nos vemos obligados, si no queremos ver pisoteada nuestra Regla, a
retirar nuestros Hermanos de La Côte. Acabo de comunicar lo mismo al padre Douillet;
no he querido cerrar este establecimiento sin poner al tanto a usted; he
creído, incluso, que no debo clausurarlo sin advertírselo".
(226) Y al
señor Cura: "Señor y muy digno Pastor: Recordando la parte que usted ha
tenido en la fundación de nuestra casa de La Côte-Saint-André, creo que es muy
conveniente que lo ponga al tanto de una determinación que el padre Douillet
nos obliga a tomar. Desde que dejó el seminario, se fue a vivir, como usted
sabrá, sin duda, con nuestros Hermanos; necesitando de una muchacha para su
servicio, la estableció administradora de la casa; cosa que está completamente
opuesta a nuestras Reglas y costumbres. El padre Douillet no ha querido acceder
en absoluto a las justas reclamaciones que le ha hecho el Hermano Director y
que incluso personalmente le he dirigido. Tengo en mi poder una carta del padre
Douillet, en la que me da a conoce r sus intenciones respecto a nosotros, y que
demuestra que trata de deshacerse de nuestros sujetos; nos es imposible dejar
en tales circunstancias por más tiempo a nuestros Hermanos. No viendo ningún
medio de solucionar este problema, he decidido retirarlos. Acabo de
comunicárselo al Señor Obispo y al padre Douillet"...
(227)
Luego de una visita que acababa de hacer a La Côte-Saint-André, el Reverendo
Padre escribió al padre Berthier, vicario general y al señor Cura, que esperaba
poder hacer un arreglo favorable con el padre Douillet, contando, para esto,
con la visita de Monseñor al seminario de La Côte, y que, mientras tanto, el
padre Douillet aceptaba poner de lado a Sor Marta.
La primera
Regla impresa.
(228) La
Regla fue impresa y enviada a los Hermanos en enero. Comprendía 58 páginas de
pequeño formato in-18. La formaban once capítulos titulados así:
(229)
Capítulo I.- Extracto de los estatutos de la Sociedad. -1o. Fin de los Hermanos.
-2o. Condiciones para ser admitido en la Sociedad. -3o. Requisitos para el
establecimiento de una comunidad.
(230)
Capítulo II. Reglamento y horario del día. -Reglas específicas para la clase de
los chicos.
(231)
Capítulo III. Gobierno de los Hermanos en los establecimientos: -1o. El Hermano
Director. -2o. El Hermano primer Director. -3o. El Hermano Visitador.
(232)
Capítulo IV. Medios para conservar la piedad y la regularidad. -1o. Confesión y
Comunión. -2o. Retiro mensual. -3o. Otras prácticas.
(233)
Capítulo V. Forma en la que deben comportarse los Hermanos en las diferentes
relaciones. -1o. Entre ellos. -2o. Con los eclesiásticos y las autoridades
civiles. -3o. Con los padres de los alumnos. -4o. Con los niños.
(234)
Capítulo VI. Clases particulares
(235)
Capítulo VII. Cartas
(236)
Capítulo VIII. Salidas y viajes
(237)
Capítulo IX. Cuidado de las temporalidades
(238)
Capítulo X. Vacaciones
(239)
Capítulo XI. Funerales de los miembros de la Sociedad en la casa madre.
(240)
Estos capítulos estaban precedidos de una instrucción acerca del aprecio que se
debe tener por las Reglas. Tal instrucción a sido reproducida literalmente en
la edición de 1852. Dicha edición presenta un gran desarrollo de las Reglas,
pero los principios fundamentales y los puntos principales han quedado
intactos.
Capítulo
XI: detalles.
(241)
Presentamos el capítulo 11, en vista de que la edición de 1852 lo ha modificado
sensiblemente. En tal fecha señalaremos las modificaciones sufridas.
(242) 1o.
Por un novicio, se dirá una misa solemne a la que asistirá toda la casa. Dos
Hermanos con sobrepelliz la ayudarán; luego, uno llevará la cruz, el otro el
agua bendita. Los novicios colocarán al difunto en la tumba.
(243) 2o.
Para un Hermano no profeso perpetuo, el día de su muerte se recitará el oficio
de difuntos con tres lecciones, y la misa de funeral con acólitos y dos clérigos.
Los Hermanos no profesos lo pondrán en su tumba.
(244) 3o.
Para un Hermano Profeso perpetuo, se dirá: 1o. El oficio de nueve lecciones,
una misa con diácono y subdiácono. Después de la absolución se cantará la Salve
Regina. Los Hermanos profesos, si el número es suficiente, lo colocarán en la
tumba y serán los seleccionados para las celebraciones. 2o. En las casas, el
jueves siguiente a la comunicación de la muerte de un Hermano profeso, se recitará
el oficio como se ha señalado y la comunión será con la misma intención. 3o.
Los Hermanos directores pagarán la retribución de una misa, según la costumbre
del lugar. 4o. Al final del mes, en la casa madre, se dirá todavía una misa por
el eterno descanso de su alma y se recibirá la comunión. 4o. Cantarán la
vísperas de difuntos todos los primeros domingos de mes, y el lunes siguiente,
se dirá una misa por todos los miembros y bienhechores de la Sociedad. En los
establecimientos las vísperas de difuntos, se recitarán el día de retiro
mensual.
(245) El
capítulo II pone la levantada a las 4 de la mañana, el oficio de la tarde a las
5h 1/2, y el capítulo de culpas el jueves y el domingo; la edición de 1852 modificó
estos tres puntos.
Otros
detalles.
(246) El
capítulo 2 pone la levantada a las 4 horas, el oficio de la tarde a las 5 1/2 y
el capítulo de culpas el jueves y el domingo. La edición de 1852 modificó estos
tres puntos.
(247) El
capítulo I reglamentaba que los postulantes serían recibidos entre los 15 y los
30 años, mediante un pago de 400 fr. de pensión y un ajuar estimado en 250 fr.
Debían saber leer, escribir de manera pasable y presentar un certificado d e
buenas costumbres, al igual que el extracto de su bautismo y de su acta de
nacimiento. Reglamentaba también, que los municipios tenían que pagar, por cada
Hermano solicitado, una prima de 400 fr. y un mobiliario de 500 fr.[100], y una retribución anual de 400 fr., además del mantenimiento del
mobiliario, si los municipios querían conservar la propiedad.
(248) En
el capítulo IV se señalaba que los Hermanos hicieran una recolección el primer
jueves de cada mes para prepararse a la muerte; este punto quedó suprimido en
1852.
(249) No
se hablaba de los tres votos de religión en esta Regla, pero los Hermanos los
pronunciaban y las obligaciones contraídas se encuentran en las instrucciones y
otros escritos del Padre Champagnat.
Anexos de
la Regla.
(250)
Además de las 58 páginas mencionadas, el pequeño volumen comprendía: 1o. Un
método para la meditación. -2o. Una instrucción para dar cuenta de conducta[101]. -3o. Los Mandamientos religiosos. -4o. Los medios de perfección. -5o.
Una instrucción de San Ignacio de Loyola sobre la obediencia. -6o. Una oración
para evocar en su interior la vida de Jesús. -7o. El abandono personal a la
Santísima Virgen. -8o. A San José. -9o. Oraciones al revestir el santo hábito,
la cruz y el cordón. -10o. Oraciones para antes y después de las comidas, en
los diversos tiempos del año. -11o. Ceremonia de la Toma de hábito. -12o. Idem
de los votos temporales y los perpetuos.
(251) El
cuestionario para la toma de hábito y para la profesión quedaron mucho más
desarrollados en 1852. Presentamos aquí la de los votos temporales, teniendo en
cuenta que fue suprimida en 1852.
- Queridos
Hermanos, ¿qué desean? - Padre, deseamos hacer en sus manos, los tres votos
temporales de pobreza, castidad y obediencia, si usted gusta permitírnoslo. -
Su deseo es digno de alabanza, queridos Hermanos; puesto que los votos que se
proponen hacer, añadirán un nuevo mérito a cada una de sus acciones, los unirá
más estrechamente a Dios, y por las numerosas gracias que les atraerán si son
fieles a ellos, serán más fuertes en las tentaciones y más animosos en la
práctica de sus deberes. Tengan cuidado, sin embargo, de no contraer estos
compromisos más que con reflexión. Es cierto que no son perpetuos; pero las
obligaciones que les imponen n o son menos rigurosas. Por el voto de pobreza,
se privan de la facultad de poseer algo como propio; por el voto de castidad,
se comprometen a huir de los placeres de los sentidos; y por el voto de
obediencia, se someten de una manera absoluta a la voluntad y al deseo de Dios
en la persona de sus superiores. Si están bien informados de todas sus
obligaciones y decididos a cumplirlas con fidelidad, hagan los votos que desean
y Dios los acogerá.
(252) La
fórmula de estos votos era la misma que para los votos perpetuos... La única
diferencia era que el que pronunciaba los votos, indicaba la duración, que
variaba entre 3 meses a tres años.
(253) Al
enviar este pequeño volumen a los Hermanos de los colegios, el Venerado Padre
les dirigió la siguiente circular: "Les suplico que reciban la Regla que
tanto deseaban desde hace largo tiempo, en los dulces nombres de Jesús y de María.
No pretendo obligarlos bajo pena de pecado a la observancia de cada artículo en
particular; sin embargo, les diré que no gozarán de paz y consuelo en su estado,
sino en cuanto sean muy exactos en el cumplimiento de toda su Regla. La
fidelidad a su reglamento, al obtenerles la perseverancia, les asegura la
corona eterna".
Instrucciones
del Padre Champagnat.
(254)
Estando las Reglas en manos de todos los Hermanos, que debían estudiarlas y
practicarlas, no diremos nada más. Por su parte, el Venerado Padre las
explicaba cada año, durante el retiro, en las conferencias de las que él mismo
se encargaba y en las instrucciones que daba a los Hermanos durante el año. No
era orador ni trataba de formular frases floridas ni párrafos sabiamente
elaborados. Su lenguaje, al igual que su estilo era sencillo, a veces, apenas
francés, pero era sumamente cl aro, firme y muy atrayente. Desde que los
Hermanos lo veían aparecer para hablarles, todos los rostros se ponían
radiantes. Preferían sus palabras sencillas y paternales a los discursos mejor
elaborados.
Autorización
legal.
(255) El
Padre Champagnat escribió sucesivamente tres cartas al señor obispo de Belley,
para agradecerle el interés que había mostrado por el Instituto, así como las
gestiones hechas por los señores de la Croix, d'Azolette y Dépery, sus vicarios
generales, a favor del reconocimiento legal, durante su estancia en París. También
se trataba del noviciado de Saint-Didier, del que ya hemos hablado con anterioridad.
Igualmente hacía alusión de varias fundaciones en la diócesis, sobre las que e
l buen Padre consultaba a Monseñor: Nantua, Thoissey y Verjon.
(256)
Entre las gestiones incesantes del piadoso Fundador para obtener el
reconocimiento legal, mencionamos la carta siguiente. Fue dirigida al señor
Ginot, uno de los acaudalados propietarios de La Valla y luego, negociante de
seda en París.[102]
(257)
"Me enteré demasiado tarde de su salida de Soulage[103]. Quiero suplicarle, conocedor de su amable benevolencia, se sirva
visitar al señor de Jussieux, primer secretario de la prefectura en París, a
quien usted conoce, para suplicarle tenga a bien informarse con el señor
Delbèque, jefe de división en el ministerio de Instrucción Pública; en qué
estado se encuentra el asunto relativo a la ordenanza que solicitamos en favor
de nuestra institución, y cuyos documentos le fueron confiados por mí, en su
residencia, en París, el 4 de julio de 1836, Tengo muchos deseos de conocer el
resultado antes de la partida de los diputados. Ruéguele tenga la amabilidad de
decirme si existe todavía alguna formalidad que cumplir, qué nuevos trámites
tengo que hacer, o en fin, si falta algún documento. El señor prefecto del
Loira me ha dicho últimamente, que haría todo lo que estuviera a su alcance
para ayudarme, que él me conseguí ría todos los documentos relativos a su administración.
El comité de nuestros alrededores han formulado una nueva petición; ¿es
necesario enviársela? Le estaría sumamente agradecido si usted pudiera
comprometer a tales señores a ayudarme en mi asunto ; ¡Qué grandes servicios me
prestaría usted! ¡Qué agradecido le quedaría! Si usted juzga que sería muy
conveniente alguna propina, se lo tendré en cuenta".
Cartas
administrativas.
(258) El
Reverendo Padre mandó redactar tres cartas consecutivas al padre Mazelier, 1o
para enviarle la pensión de los Hermanos que estaban en Saint-Paul; 2o para
pedirle que aceptara a otros que iban a quedar sujetos a la ley militar; 3o par
a agradecerle la gran caridad que tenía para el Instituto, enviándole a los
Hermanos que quisieran vivir entre los suyos y hacerle partícipe de la
esperanza que se veía en el horizonte, de lograr, finalmente, el reconocimiento
legal. Añadía que iría pronto a verlo, al dirigirse a la Voulte, en donde le
solicitaban Hermanos.
(259) El
Reverendo Padre Rigaud, superior de los Jesuitas de la Louvesc, escribió así al
piadoso Fundador, el 10 de marzo:
(260)
"Permítame que le recuerde la petición que tuve el honor de hacerle en el
mes de octubre pasado, de dos de sus queridos Hermanos para nuestra parroquia
de la Louvesc, y que usted tuvo la bondad de no rechazar. Usted me hizo esperar
una corta visita a nuestro buen San Francisco Regis, pero la multiplicidad de
sus ocupaciones lo habrá, sin duda, impedido efectuarla; y también es cierto
que hasta el presente, el tiempo no ha sido nada favorable para visitar
nuestras montañas. Si estas mismas razones no vienen a poner algún obstáculo,
cuente, Reverendo Padre, con nuestro interés en recibirlo. La casa construida
para los queridos Hermanos no está todavía disponible. Quedó cubierta mucho
antes del invierno, pero las divisiones interiores todavía no han sido levantadas;
se va a trabajar de inmediato después de Pascua. Pero esto no debe impedirle,
Reverendo Padre, el que nos mande sus queridos Hermanos tan pronto como le sea
posible, pues tendremos verdadero gusto en alojarlos en nuestra casa, y les
proporcionaremos la alimentación que usted quiera señalarnos. Estos buenos
Hermanos podrían prestarnos una gran ayuda a nuestra iglesia, durante toda la
época de peregrinaciones. Aprovecho esta oportunidad, mi Reverendo Padre, para
encomendarle a sus oraciones y a las de su fervorosa comunidad, la misión que
empezaremos aquí mismo, el domingo próximo, para la parroquia de la Louvesc, y
que durará tres semanas. Aunque nuestros bravos feligreses nos oyen predicar
con frecuencia, les parece que es menos para ellos que para los peregrinos de
la buena estación. Contamos mucho con su caridad y la de todos sus buenos y
queridos Hermanos"
(261) El
Padre Champagnat era muy devoto de San Juan Francisco Regis, que predicó en
otro tiempo, en Marlhes, su parroquia natal. Respondió por lo tanto al Padre
Rigaud, que le enviaría con gusto Hermanos a la Louvesc tan pronto como
pudiera. Obstáculos imprevistos vinieron a impedir esta fundación. Por otra
parte, al buen Padre no le agradaba en modo alguno que sus Hermanos estuvieran
encargados de las sacristías. Los rehusó constantemente a los capellanes de Fourvière,
incluso a Monseñor que se los solicitaba en nombre de la Patrona que el buen
Padre había escogido para su Instituto.
Informe
para el reconocimiento legal.
(262) Se
redactó un informe en vista del reconocimiento legal, dando las condiciones de
todos los establecimientos existentes y los nombres de los 66 párrocos o
alcaldes que habían solicitado Hermanos sin lograr obtenerlos: 12 en el Loira,
13 en el Ródano, 1 en el Var, 1 en el Gard, 6 en Ardèche, 4 en Saona y Loira, 6
en Isère, 1 en el Sena-Inferior, 2 en Ain, 1 en Tarn, 1 en la Nièvre, 1 en
Aveyron, 1 en Coreze, 3 en Vaucluse, 1 en la Dordogne, 1 en la Charante, 2 en
Saboya, 1 en Côte-d 'or, 4 en el Alto Loira, 1 en Hérault y 3 en Puy-de-Dôme.
El Padre
Fontbonne: carta.
(263) El
padre Fontbonne, que había estado residiendo en el Hermitage y después en San
Luis, en América, solicitaba cuatro Hermanos al Padre Champagnat de parte de
Monseñor Dubourg, obispo de esa ciudad. Según esta carta, varios padres
Maristas estaban trabajando en la diócesis de San Luis[104]. El Padre le respondió de la siguiente manera:
(264)
"Padre Fontbonne: He recibido con un gran placer la carta que usted ha
tenido la amabilidad de dirigirme. Desde su partida, siempre he querido tener
noticias suyas, y recibo con sumo interés todas las que me dan. Nuestra
Sociedad se multiplica más y más: contamos en el momento presente, con 176
Hermanos y un buen número de novicios que parecen muy entregados.
Constantemente estamos en reparaciones o en construcciones, y sin embargo,
siempre estamos apretados. No le damos sosiego ni paz a las rocas del
Hermitage: demolemos, plantamos viñedos, tratamos de hacer productivo todo.
(265)
"Nuestra nueva capilla fue dedicada a Nuestra Señora del Hermitage, por
Monseñor Pompallier, antes de su partida a la Polinesia; impartió la
confirmación a quienes no habían recibido este sacramento.
(266)
"La obra de los Padres toma constantemente nuevos impulsos; hemos
adquirido una casa muy amplia para el noviciado, en Lyon. En una reunión para
elegir un superior general, después de un retiro de varios días, los 22 Padres
que la formaban, hicieron los votos perpetuos, y el padre Colin, quedó
confirmado en la dignidad de Superior General de la Sociedad de María. Hénos
aquí religiosos en toda la extensión de la palabra. Quiera el Señor que
produzcamos frutos.
(267)
"Tenemos la satisfacción de comunicarle que nuestros establecimientos se
multiplican y que no podemos satisfacer las numerosas peticiones que nos
dirigen. Enviaríamos Hermanos con sumo agrado a América para secundar el celo
de los bueno s misioneros, si nos fuera posible; esperemos que la divina
Providencia nos solucione las dificultades, y nos facilite los medios de llegar
a ustedes, cuando el tiempo y el momento que el Padre Celestial ha reservado a
su soberano Poder, hayan llegado.
(268)
"Todos los miembros de nuestra Sociedad, que han tenido la satisfacción de
conocerlo, le presentan sus respetos y su amistad".
Visita de
Monseñor de Pins.
(269) El
camino de Saint-Chamond a La Valla se hizo en 1837; la soledad del Hermitage no
recibió ningún beneficio. Un camino bastante bueno llevaba de éste a la casa.
(270)
Durante el verano, Monseñor de Pins nos honró con una segunda visita, por la
tarde. Su vehículo se detuvo en Creux y su Excelencia llegó a la casa por el
camino señalado más arriba. El buen Padre y el padre Matricon, que habían ido a
recibirlo, le fallaron porque siguieron la orilla del río. Avisados los
Hermanos, recibieron a Monseñor y lo llevaron a la capilla. Les dirigió unas
emotivas palabras durante las cuales llegó el buen Padre a toda prisa y condujo
a Monseñor a su cuarto. Al mismo tiempo, el cochero llevó su vehículo al patio
dejando al buen padre Matricon que se encontraba muy débil. Después de una
amistosa conversación con el Padre Champagnat, Monseñor subió a su carruaje y
regresó a Saint-Chamond.
Fondo de
pensiones para los maestros.
(271) La
ley de 1833 decidió la deducción del 5% en favor de la creación de un fondo de
retiro, tomando como base la retribución de los maestros comunales. El buen
Padre escribió al ministerio de Instrucción Pública al igual que a los
prefectos del Ródano y del Loira para solicitarles el reembolso de esta
retención, en vista de que los Hermanos incapacitados eran atendidos en el
Instituto. El prefecto del Loira aceptó dicha petición. Ignoramos la respuesta
del prefecto del Ródano.
Circular.
(272) El
Padre Champagnat comunicó a los Hermanos el inicio de las vacaciones el 12 de
agosto: "Las vacaciones, para este año, al igual que el año pasado, empezarán
el 27 de julio; sean muy exactos para estar presentes el 1 de agosto que
trataremos de celebrar con la mayor solemnidad posible en nuestra hermosa
capilla. Les comunico esta determinación, conociendo su obediencia y docilidad.
(273)
"Qué agradable y qué alentador es para mí, mis queridos hijos, el poder,
dentro de algunos días, tenerlos entre mis brazos y decirles como el salmista:
¡Quam jucundum habitare fratres in unum! Siento un dulce consuelo el verlos a
todos reunidos, con un solo corazón y una sola alma; no formando más que una
sola familia; buscando todos la gloria de Dios y el bien de la santa religión;
combatiendo todos bajo un mismo estandarte: el de la Augusta María. El retiro
comenzará de inmediato.
(274)
"Adiós, mis queridos amigos. Los dejo a todos en los sagrados corazones de
Jesús y de María."
(275) El 4
de septiembre, el Venerado Padre anunció la muerte del Hermano Doroteo, aquel a
quien el padre Préher había llamado el Hermano de la vaca:
(276)
"Queridos Hermanos: El Señor acaba de llamar a Sí a nuestro querido
Hermano Doroteo. Desde hace ya bastante tiempo, una afección pulmonar
ejercitaba su paciencia, aumentando sus méritos, cuando una hemotisis de las
más violentas lo obligó a guardar cama. Veía el desmoronamiento de su cuerpo
sin inquietud manifestando ardientes deseos de ir a celebrar la Asunción de la
Santísima Virgen con los ángeles y los santos en el cielo. A partir de esta
solemnidad, los vómitos de sangre cesaron por completo. Nuestro buen Hermano
aprovechó este descanso que le daba la enfermedad para prepararse mejor a su
última hora. ¡Qué dulzura!, ¡Qué tranquilidad! ¡Qué gozo manifestó durante este
tiempo! Pero sobre todo, el último día de su vida, el último sábado, 2 de septiembre.
Por la mañana recibió los últimos sacramentos; nunca había estado tan contento;
ocupado con el Señor, su alma no esperaba más que las plegarias de la Iglesia
para emprender el vuelo.
(277)
Hacia las tres de la tarde, después de la comida, se le aplicaron las
indulgencias, y durante la recomendación del alma, se durmió tranquilamente en
el Señor. Todos los presentes, lo envidian; se disputaban el privilegio de
estar cerca de él. Hoy, 4 de septiembre, lo enterramos con todas las ceremonias
prescritas para un Hermano profeso, y les pedimos que hagan por su alma, lo que
está prescrito en la Regla, Capítulo XI, artículo 3, Nos. 2 y 3. Esta será la
primera vez que cumplimos con tal obligación hacia un Hermano que nos era tan
querido y que podemos contar entre nuestros intercesores ante nuestra Madre común.
(278) De
esta manera, queridos Hermanos, recogeremos lo que hemos sembrado: como es la
vida, es la muerte y la eternidad. Dios nos llama a ser santos. Les suplicamos,
pues, avanzar más y más en su amor, esmerarnos a vivir en paz, esforzarnos en
cumplir cada quien con lo que debe, a fin de que todo en ustedes, espíritu,
alma y cuerpo, se conserven sin mancha hasta la venida de Nuestro Señor
Jesucristo"[105]. "En espera de su feliz llegada, los abrazo afectuosamente en los
sagrado s corazones de Jesús y de María".
Retiro
espiritual.
(279) Al
venir al retiro, los Hermanos de Saint-Didier-sur-Chalaronne trajeron a un
joven de 18 años[106]. Llegaron a las 8 de la noche, a la luz de la luna. El joven no había
visto las montañas más que de lejos; observaba las nuestras con miedo; pero vio
muchas otras más tarde y se fortalecería corriendo por montes y valles durante
treinta años.
(280) El
padre Chavaz predicó los sermones y el piadoso Fundador las conferencias
durante el retiro; tuvo mucho acierto, como siempre, y todos guardaron un
absoluto silencio.
(281) Los
Hermanos regresaron a sus puestos tres días después de la clausura.
Nuevas
Fundaciones
(282)
Luego se fundaron Thoissey, Lyon-Saint-Nizier, Perreux, Anse, Firminy y la
Voulte.
(283) Como
se esperaba, la escuela de Saint-Didier no pudo acoger a los niños de Thoissey.
Las idas y venidas les ocasionaban más perjuicio que el bien que podían hacer
los Hermanos. Monseñor de Belley y el cura de Thoissey lo comprendieron y
pidieron que un Hermano fuera a dar clases a Thoissey. El buen Padre exigió que
fueran dos, y para facilitar la cosa, cedió 400 fr. de la renta de la Poype,
para la escuela de Thoissey. Los Hermanos de Saint-Didier formaron sin embargo,
tres clases gratuitas, por la cantidad de 1300 fr. y hasta 1100 fr. más
adelante, cosa que no era demasiado cara. Se nivelaban como podían con los internos
que por otra parte no podían ser muy numerosos, teniendo en cuenta que el local
no era lo suficientemente espacioso.
(284) La
llamada "Providencia" de Saint-Nizier[107], en Lyon, fue fundada por el padre Desroisier, cura de esta parroquia.
Aunque estaba situada cerca de Fourvière, no recibían más que a los huérfanos
de Saint-Nizier.
(285) El
establecimiento de Anse fue creado por la señorita de la Barmondière, que hizo
todos los gastos. La retribución se determinó en 1500 fr. y las dos clases
fueron gratuitas. Esta noble joven, cedió después, grandes propiedades situadas
en las parroquias de Anse, de Saint-Georges y Monsols, al señor Arzobispo, para
obras buenas. Según se dice, estas propiedades tenían un valor de un millón de
francos.
Los
Hermanos de Viviers: El padre Vernet.
(286) El
padre Vernet, vicario general de Viviers, había dirigido la fundación de una
congregación de Hermanos para su diócesis, desde hacía unos veinte años. Las
dos cartas siguientes nos relatarán el resto. El piadoso Fundador dirigió la
primera a los párrocos de Boulieu y de Peaugres, y la segunda al señor obispo
de Viviers, en el mes de noviembre.
(287)
"Señor cura: Según una carta del padre Vernet, superior de los Hermanos de
Viviers, dirigida al arzobispo de Lyon, de parte del obispo de Viviers,
nuestros Hermanos ocasionarían, en esta diócesis, un golpe desagradable y
vergonzoso a la religión, y en consecuencia, el padre Vernet mandó decir al señor
Arzobispo por medio del padre Cattet, que nos prohibiera ir al Vivarais. Hay,
en la diócesis de Lyon, un gran número de lugares que esperan con impaciencia a
nuestros Hermanos. Los vicarios generales, según esta carta, ya han prometido
Hermanos de su parroquia a un alcalde de los alrededores de Lyon que los
solicita desde hace mucho tiempo. Además de la diócesis de Lyon, las diócesis
de Belley, de Autun, de Grenoble, del Puy, de Clermont[108] , nos piden Hermanos. Nuestra principal norma de conducta es la de
estar fuertemente unidos al episcopado: nos apresuramos, en consecuencia, a satisfacer
la voluntad de su digno prelado, que, no lo dudamos, debe tener buenas razones
para actuar de esa manera.
(288)
Sírvase, señor cura, advertir al señor alcalde. Consíganse un maestro seglar.
Quisiera poder hacer algo más. De inmediato comunico a nuestros Hermanos que no
inicien las clases y que no hagan ningún preparativo, a menos que su obispo me
dé una autorización por escrito, de manera que yo pueda presentarla a nuestro
arzobispo."
(289)
"Monseñor: Me siento feliz de que la Providencia me conceda la ocasión de
presentar a su Excelencia mis respetuosos saludos, y de asegurarle mi más
completa sumisión. Hubiera sido mejor para mí, sin lugar a duda, el hacerlo en
circunstancias más agradables, pero, ya que Dios quiere disponerlo de otra
forma, permítame, al menos, la satisfacción de expresar a su Excelencia, la
rectitud de nuestras intenciones, al poner en su conocimiento, nuestros
sentimientos.
(290)
"El padre Cattet, vicario general de la diócesis de Lyon, acaba de comunicarnos
una carta del padre Vernet, fechada el 20 de octubre, en la que este eclesiástico
le suplica, a nombre de su Excelencia, prohibir a los Hermanos del Hermitage,
fundar establecimientos en la diócesis de Viviers. No dudamos, Monseñor, que el
padre Vernet haya tomado semejante decisión por razones muy poderosas; por lo
tanto, nos apresuramos a aceptarlas con la más respetuosa sumisión; muy felices
de poder contribuir con esto, a la buena marcha de su diócesis. "Si con la
presencia de nuestros Hermanos en la diócesis de Vivier, puede resultar un
golpe desagradable y vergonzoso a la religión, somos los primeros en
lamentarlo. Sería muy triste que, en momentos en que el protestantismo sacrifica
sus más grandes intereses buscando adeptos por todas partes para apoderarse[109] a cualquier precio de la educación de la juventud, viniéramos nosotros
a frustrar la obra de Dios en una diócesis, cuya sabia administración nos es
tan conocida.
(291)
"Después de la carta del padre Vernet, su Excelencia no tomará a mal, que,
en momentos en los que no podemos satisfacer las múltiples peticiones que nos
hacen de todos los rincones de Francia, ordenemos a nuestros Hermanos de
Peaugres y de Boulieu que no reinicien sus clases sino hasta que hayamos
recibido una autorización formal de su Excelencia. Acepte, Monseñor, que
aproveche la ocasión para informarle del espíritu de nuestra Sociedad. Un
principio de nuestras Constituciones es el no actuar nunca en todo y por todo,
sino bajo la benevolente protección de los Señores Obispos, de quienes nos
honramos en ser los más sumisos y abnegados servidores".
(292)
Nuestros lectores pensarán, al igual que nosotros, que el Reverendo Padre se
muestra muy humilde, pero firme y muy diplomático en las dos cartas que
anteceden. Los Hermanos de Viviers habían fundado un establecimiento en Serrières,
desde un año antes, más o menos: el primer director acababa de abandonar su
vocación y esta nueva escuela iba a la ruina. Esto no animó para nada a los
señores curas de Boulieu y de Peaugres a solicitar Hermanos al padre Vernet.
Insistieron, pues, ante s u obispo; su Excelencia los autorizó a conservar los
Hermanos que tenían. El padre Vernet y los que lo habían mal aconsejado,
pensaron de manera muy diferente siete años más tarde.
Retiro de
los Hermanos de Sorbiers.
(293) Como
los 4 Hermanos de Sorbier, estaban muy mal alojados y peor pagados, el Venerado
Padre los mandó llamar y destinó a los Hermanos Casiano y Arsenio a la
Grange-Payre. El alcalde reclamó contra esta supresión. El Hermano Casiano le
escribió una larga misiva en la que le probaba: 1o. que las clases y las
dependencias de Sorbier eran demasiado bajas, estrechas y en muy mal estado;
2o. que los 200 fr. según la ley y las retribuciones escolares, apenas llegaban
a 600 fr.; 3o. que los Hermanos se habían visto obligados a tener internos para
allegarse algunos recursos; 4o. que él, como alcalde no había hecho
absolutamente nada para mejorar la situación... "Yo me he entregado de
lleno a los niños de Sorbier, añadía el Hermano Casiano, durante cerca de 30
años, y no he recibido más que ingratitudes".
(294) El
alcalde volvió a la carga. Se le contestó que los Hermanos regresarían a
Sorbier, cuando él les consiguiera una casa y material escolar adecuados. Esta
escuela quedó, pues, clausurada. La casa que los Hermanos Casiano y Arsenio
había n ya vendido al Venerado Padre, fue entregada a las Hermanas, mediante la
cantidad de 6000 fr. El miserable mobiliario personal, fue llevado al
Hermitage.
Compromisos,
fidelidad.
(295)
Durante este año, 40 postulantes habían revestido el santo hábito, con el
nombre de Hermanos: Agatón (Fayasson), Ferréol (Raymond), Tomás (Bonche),
Melesio (Vidon), Andéol (Blanc), Fabián (Bouvard), Juan Antonio (Badard), Efrén
(Reboud), Aarón (Reymond), Abbon (Collet), Abrosimo (Crozet), Abraham (Petit),
Adalberto (Grenier), Adelardo (Garimand), Acacio (Dorat), Aderit (Serpinet),
Adelfo (Essertier), Acairo (Fuvel), Adrián (Vernet), Africano (Chalandard),
Ajuteur (Tournassut), Albano (Matoulin), Aggé (Juban), Agape (Chalandard),
Agathange (Chalandard), Agrícola (Chomet), Ajut (Montel), Abée (Dégabriel),
Aidant (Feuillet), Amphiloque (Badard), Amos (Poyeton), Amable (Châtain),
Alleaume (Bajat), Alfonso (Gionet), Ambrosio (Dona dieu), Alberto (Rougemond),
Ammien (Ganet), Amphion (Buisson), Anacleto (Chaverondière), Amaranto
(Billemoz).
(296) El
Hermano Aarón fue enviado a Mornant, bajo la dirección del Hermano Lorenzo.
Quería un permiso expreso para cada uno de sus actos. Un día entre otros, al
momento de la cena, la luz estaba apagada y el Hermano Aarón no estaba
presente. Lo encontraron finalmente en el tapanco, acostado en un montón de
paja. "¿Por qué no ha preparado la cena?" le dijo el Hermano Lorenzo.
El Hermano Aarón respondió perezosamente: "¡Ay, querido Hermano, no
contaba con su autorización". Se adivina que este muchacho no estaba hecho
para el Instituto.
(297) El
Hermano Abraham murió en las misiones de Oceanía.
(298) El
Hermano Amós abandonó la vocación años más tarde, y fue el primer director de
la escuela laica, llamada 'de los cafres' en Firminy.
(299) Los
Hermanos, cuyos nombres ponemos a continuación, hicieron su profesión: Hermanos
Adelardo (Garimand), Andrónico (Jeury), Anselmo (Cizeron), Basilio (Monchalin),
Cipriano (Cuzin), Dominico (Esquis), Eloy (Issertial), Elías-Regis (Marin),
Florentino (Françon), Germán (Gavard), Gregorio (Vincent), Julián (Rivory),
Justo (Constant), Máximo (Bouard), María Jubin (Mériguet), María Estanislao
(Souhait), María José (Rondet), Pémen (Ardin), Pothin (Courbon), Felipe
(Tardy), Teodosio (Defour), Cosme (Trambouze), Francisco-Javier (Peignaud),
Félix (Barelon), Víctor (Lay), y Zózimo (Gauthier).
(300) Los
Hermanos Cipriano, Félix, Francisco-Javier y Zózimo renegaron de sus votos y
arrastraron penosamente su existencia en el mundo. El último, para no morir de
hambre, trabajó en la estación de Saint-Etienne y quedó muerto bajo las ruedas
de un carro.
(301)
Junto con el Hermano Doroteo, ya mencionado, los Hermanos Hilario (Juan
Thomas), Ruperto (Tardy), Juan-Luis (Bonin), Melesio (Vidon); el postulante
Pedro-Roberto y Marcelino Champagnat, sobrino del buen Padre, de 6 años de
edad, fueron sepultados en el cementerio del Hermitage.
Autorización
legal.
(302) El
señor Arzobispo, varios obispos y otras personas recomendables, animaron al
piadoso Fundador para reiniciar los trámites para obtener el reconocimiento
legal, que, a consecuencia de la mala voluntad de los ministros de Luis-Felipe,
n o había avanzado nada. El buen Padre envió, pues, al Ministro de Instrucción
Pública una copia de la carta que había escrito al Rey en 1834, con los
Estatutos y la Estadística del Instituto. No confiaba mucho en estas nuevas
gestiones; pero hacía todo su posible repitiendo el "Nisi Dominus..."
Estado
financiero.
(303) He
aquí el resumen de las entradas y salidas durante el año de 1837:
(304)
ENTRADAS.
Recibido
de los establecimientos 14 336.60, Id. de los novicios 10 528.45, Gastos de
fundaciones 4 200.00, Donativos diversos 4 948.40, Recibido de los granjeros
1350.00, Id. de las misas 831.20, Id. de los comerciantes en tela 388.70, Id.
de la capilla 189.75
TOTAL 36
754.10 fr.
(305)
Gastos:
Cocina
2349.65, trigo y harina 6286.50, zapatería 1539.80, madera para construcción 769,
tela de lana y tonel de aceite 4474.75, hierro y jornal de los obreros 1890.65,
enfermería (sin azúcar) 101.70, ropería 1335.65, albañiles 3528.00, carpintero
Buard 796, peonaje 518.75, carruajes 504.20, sastrería 309, útiles varios 505,
vino 1121, viajes 640.60, tenderos 2693, diversos, Mazelier, carbón 6478.60,
capilla 189.75. Total 36 031.60
En caja:
722.50 fr.
1838
(306) El
Reverendo Padre comunicó a los Padres y a los Hermanos del Hermitage, el 1 de
enero[110], que Monseñor Pompallier y sus compañeros se encontraban en Valparaíso
a principios de agosto próximo pasado. Añadió que ya deberían estar en camino
de su destino, invitándonos a todos, a pedir a Jesús y María para que
bendijeran sus largos y penosos trabajos.
Estancia
en París:
(307) El
Venerado Fundador partió a París con el Hermano María Jubin, a quien quería
hacer que aprendiera litografía. Fue con el fin de renovar las instancias, visitar
a todas las personas que él creía pudieran ayudarle y hacer todo lo posible,
para obtener el reconocimiento legal, pero sin olvidar repetir a menudo el Nisi
Dominus. Confió la administración del Instituto, durante su ausencia, a los
Hermanos Francisco, Juan Bautista y Juan María. Escribió lo siguiente al
Hermano Francisco el 25 de enero:
(308)
"Hénos aquí, desde hace ocho días, no sin haber padecido de diversas maneras,
como se podrá imaginar. Ya hemos realizado bastantes correrías en París, y
muchas visitas sin avizorar el final. ¡Dios sea mil veces bendito! Todas las personas
que hemos visitado parecen interesarse en nuestros asuntos. No creo que el
señor Ardaillon hubiera hecho mayor cosa si no hubiéramos venido. Siga
recomendando con insistencia nuestro asunto al buen Dios y a su Santísima
Madre; sin eso, ¿Qué podremos hacer? Esperamos acertar".
(309)
"Envíeme de inmediato una docena de Prospectos, en forma de paquete, como
usted sabe debe hacerse para que el envío no sea demasiado caro".
(310)
"Me encuentro bien, al igual que el padre Chanut. Tan solo el frío nos
molesta por la carencia de combustible. Ayudamos a la casa con los estipendios
de las misas. Adiós, querido Hermano; muchos saludos a los padres Besson, Matricon,
a los sacerdotes que le pidan noticias. Logramos entrar en calor corriendo de
un lugar a otro, no cesamos de correr desde que llegamos. No hay nieve, pero el
hielo no nos falta. El agua que ponen en nuestro cuarto, se congela de día y de
noche. El frío volvió desde hace algunos días".
(311)
"Estamos resueltos a no dejar ningún trámite que podamos hacer, sin lograr
lo que ansiamos; el ministro nos dijo que era preciso que nuestro asunto sea llevado
al Consejo de Estado, cosa que parece larga: aproximadamente tres semanas;
aunque fueran tres meses, estamos decididos a luchar hasta el fin.
(312) Le
escribo según me van llegando las ideas a la cabeza; me siento muy presionado;
dentro de algunos días le comentaré cómo siguen las cosas. Tenga mucho cuidado
de todo, como le dije; entiéndase lo mejor posible con los padres Matricon y
Terraillon en todo lo de cierta importancia. Dejamos el hotel de La Fontaine
para irnos al seminario de Misiones Extranjeras, calle de Bac, 120".
Carta del
4 de febrero de 1838.
(313) El
buen Padre escribió otra carta al mismo Hermano Francisco, el 4 de febrero en
estos términos:
(314)
"Recibí su carta y los Prospectos que me envió. Me entero de que se encuentra
bien. En lo relativo al buen Adjuteur, parece que Dios quiere premiar su virtud
y sus buenas disposiciones. También en esto adoremos los designios de Dios y no
tratemos de discutirlos. Haga todo lo posible para ayudarlo a bien morir.
Dígale que no lo olvido. Me dan mucho gusto todas las noticias que me comunica
sobre la casa-madre y los establecimientos. Ya que el viaje del Hermano Casiano
ha tenido buen os resultados en Millery, mándelo a pasarse una semana a Valbenoïte
y a Neuville. Manifiéstele mi satisfacción por su buena voluntad; dígale que
cuide mucho su salud en esas pequeñas correrías. No me comenta nada si el
Hermano Pío ha sido trasladado. ¿Qué efectos produjeron este cambio? ¿Tienen
mucha nieve? ¿Hace mucho frío en el Hermitage? ¿El granjero[111] se decide a retirarse simplemente? Finalmente, ¿Poncet ha cortado bien
la roca? ¿Cómo se encuentran los padres Matricon y Besson, los Hermanos Juan
María, Estanislao, Juan Bautista, Pedro, Jerónimo, Pedro José, etc.?"
(315)
"Mándeme el contrato decenal del Hermano Martín y de los demás por los que
se podría temer algo; esperamos que al obtener la ordenanza, logremos que nos
reciban los compromisos. Continuamente estamos haciendo visitas a unos y a
otros. Acabamos de llegar de ver al señor La Chaise; regresaremos a mediodía,
todavía no se había levantado. No estamos seguros de lograr nuestro asunto,
pero confiamos en las oraciones que se hacen. María, nuestra Buena Madre nos
ayudará; roguémosle por intercesión de las almas del purgatorio; diariamente,
aquí en París, recitamos el rosario por los difuntos".
(316)
"Desde hace ya varios días, estamos esperando la respuesta de los Señores
obispos de Belley y de Lyon. Según parece, el señor Salvandy les escribió;
también nosotros les escribimos por nuestra parte".
(317)
"Hoy en la mañana el frío cala más que de ordinario; casi no hemos visto
nieve en París; nuestras capas nos son muy útiles, más bien, necesarias. Nos
están presionando mucho para que fundemos un establecimiento en Saint-Pol, pueblecito
cera de Arras; la retribución está asegurada: nos han dado 40000 fr. para eso;
casi estamos decididos a visitar el lugar, ya que el señor Delebeque lo pide y
que él mismo va a ir. Parece que es de allá. No se preocupen por nosotros; estamos
bien, aunque con mucho frío".
(318) Los
sacerdotes de las Misiones Extranjeras, nos dan hospitalidad y nos edifican
mucho por sus virtudes y su entrega por el crecimiento de la Iglesia entre los
idólatras".
(319)
"La semana pasada visité a los Hermanos de las Escuelas Cristianas; les
pedí que nos vendan sus libros de texto al mismo precio que se los venden a sus
propios establecimientos"
(320)
"Me contestaron lo siguiente, después de reunirse en consejo: 'Creo, padre
Superior, que estos precios le parecerán moderados, ya que son casi iguales a
los que damos a los alumnos de nuestros Hermanos:
Carta del
28 de febrero de 1838
(321) El
buen Padre escribió todavía el 24 de febrero y habló de su fracaso en la
aceptación de los compromisos decenales de varios Hermanos, al igual que la
exención del Hermano Teodoreto, obligado a ingresar en el ejército. Luego añadió:
(322)
"En lo referente a nuestro principal asunto, ¡Cuántos trámites! ¡Cuántas caminatas!
¡Cuántas visitas! No se los puede imaginar. Van dos días que estamos rodando
por las calles para conseguir una audiencia con el ministro, sin poder
lograrla; una vez, no encontramos al señor Ardaillon; estaba en el ministerio
de finanzas, llamado urgentemente por el ministro; otra vez, era el ministro el
que no estaba. ¡Dios mío! ¡Qué burocracia! con tan pocos beneficios, o mejor,
tan costoso; ya que como estará pensando, hay que pagar los vehículos hasta por
los minutos".
(323)
"Venimos de visitar al señor Delebeque acompañados por el señor Ardaillon,
quien nos entregó dos documentos que habían llegado, y que el viernes, 2 de
marzo, entrarían al Consejo Universitario. En estos momentos estamos buscando
qué es ese Consejo del que nunca habíamos oído hablar. El señor Jovin Deshayes,
que hace hasta lo imposible por ayudarnos, nos ha prometido informarse y
pasarnos los datos. El señor Delebeque todavía nos asegura que nuestro asunto estará
terminado en cuestión de tres semanas; le contestamos: "¡Ya estaría bien
si fuera en un mes! ¡Quién sabe si todo esto termine favorablemente! Aquí
estoy, pues, por un mes más en París. El padre Chanut se prepara para regresar
dentro de poco.
(324)
Encomiende a mi pobre hermano mayor a las oraciones de la comunidad. Héme aquí
solo de toda una familia de diez hijos que éramos; mi turno, creo, no está
lejano. Que Dios me conceda prepararme bien. Es todo lo que le pido. No
obstante esto, me siento, desde que estoy en París, como nunca me había
sentido. Ya no voy a las aguas termales. Tengo excelente apetito. El Hermano
María Jubin hace maravillas. Posiblemente le compre una prensa litográfica. Ya
compré un hermoso manifestador; es parte de lo que prometimos a la Santísima
Virgen; está obligada a protegernos y a obtenernos lo que deseamos por tantos
motivos."
Carta a su
cuñada.
(325) Para
animar a su cuñada viuda, el piadoso Fundador le escribió una carta conmovedora
y llena de enseñanzas, que ponemos a continuación[112].
(326)
"Cuñada: "Lamento de verdad el no haber podido visitar a mi pobre
hermano durante su enfermedad; no la creía mortal; me dijeron que estaba mejor,
hace unos cuantos días, en París. Ofrecí y he mandado ofrecer el Santo
Sacrificio, por su alma. No tengo la menor duda que Dios haya sido misericordioso
y haya recibido su alma en su santa paz. ¡Qué corta es esta vida, qué poca cosa
y cuántas miserias encierra! Me parece que tan solo han pasado dos días desde
que estábamos reunidos en la misma casa que habitas y que ocuparás todavía
algún tiempo si el Señor lo permite. De los trece o catorce que éramos, quedo
yo solo. ¡Dios mío! ¡Qué desgraciado es el hombre que no vive según tu
voluntad! ¡Qué ciego es el que se apega a un bien que tiene que abandonar y no
volverlo a ver! Sigamos lo que nos dice San Pablo; usemos lo que Dios nos da,
según Dios, sin apegarnos; no queramos ser ricos. Agradezcamos a Dios lo que
nos concede. ¡Ay! ¿Qué tienen los ricos de más que nosotros? Más amarguras al
dejar esta vida."
(327)
"Mi querida cuñada, el que lloras y que yo también lloro, si no te ha
dejado grandes riquezas, les ha dejado a esos niños el ejemplo de una vida muy
cristiana, y por esto, me gusta recordar que era mi hermano" "No subo
al altar ni un so lo día sin pensar en él".
(328)
"¿Tardaremos mucho en seguirlo a la tumba? El momento está marcado; tú lo
ignoras, yo también lo ignoro, y es de poca importancia que lo sepamos;
preparémoslo por una vida toda de Dios y según Dios; que nuestros achaques, nuestras
miserias, sean para nosotros, ocasión de hacernos más agradables a Dios. Podemos
decir con toda certeza que nuestra felicidad está en nuestras manos, puesto que
no hay absolutamente nada que no pueda servir para procurárnosla: los bienes,
la salud, la pobreza, la enfermedad, las penas".
(329)
"Tan pronto como esté de regreso de París, iré a verte. Dile, mientras
tanto, a toda la familia, que me siento unido a todos. Di a Margot que me
sentiré feliz de conocerla, que me siento contento si es tu bastón en la
ancianidad; a los dos sobrinos, que los recibiré en el Hermitage cuando quieran
venir. Deseo para todos, no las riqueza, sino una buena conciencia, un ardiente
amor a Dios. Que Jesús y María sean tu única alegría. Pide por mí y por el
éxito de mis asuntos. Estoy en París desde hace más de dos meses y no pensaba
permanecer más de un mes".
(330)
"Todavía no he finalizado mis asuntos; es muy posible que permanezca aquí
hasta las fiestas de Pascua. Espero acertar en mi empresa, Dios mediante. Me
encuentro bien, el tiempo no me ha perjudicado; si Dios quisiera, me quedaría
aquí el resto de mis días" "El frío se deja sentir en París, aunque
no hay nieve; venden hasta en quince centavo un poco de agua, han encontrado
muertas de frío a varias personas."
(331)
"Adiós, queridos parientes, tengo el honor de ser su más dedicado y apegado.
Champagnat."
Extractos
de las cartas de París.
(332) El
celoso Fundador escribió 8 cartas durante el mes de marzo. Entresacamos lo que
sigue:
(333) El
7, decía: "Nos arrullan con falsas promesas. ¡Dios mío! ¡Qué lentitud!
¡Qué largo se me hace el tiempo! ¡Qué molesto es estar corriendo de una oficina
a otra! ¡Tal vez todavía no sea tiempo de ocuparme en eso; Toda la gloria sea para
Dios!
(334) El
12: "Nuestros negocios siguen en el mismo lugar; no sé que aguijón emplear
para hacer que vayan más aprisa. ¡Bendito sea Dios! En el momento presente no
puedo dejar de decir: 'Super flumina Babylonis. Por otra parte, estaría feliz e
n esta situación, con poco trabajo y encontrándome muy bien; la cuaresma está
pasando sin darme cuenta. Lo que me inquieta, y que es bastante para
envenenarlo todo, es el estancamiento agotador en el que están los asuntos que
tengo entre manos. Una vez más, ¡Dios sea bendito!..."
(335) El
13: "El señor Ardaillon regresa a Saint-Chamond. Vayan, el Hermano Juan
Bautista, el Hermano Estanislao y usted, a saludarlo. Agradézcanle mucho todo
lo que ha hecho por nosotros, y háganle ver que sin la autorización que estamos
solicitando, el servicio militar nos arrebatará todos nuestros sujetos... El
Hermano María Jubin aprende el lenguaje de los sordo-mudos y acertará muy bien
en la litografía. Se va el padre Chanut y con él les mando mi carta".
(336) El
15: "Acabo de llegar, en este preciso momento, de la casa del señor
Pillet, encargado de las escuelas primarias; me comunica que mi asunto pasó el
martes al Consejo Universitario, quien ha dado una opinión favorable. Cree que
el ministro se va a solicitar una ordenanza al rey. Es demasiado hermoso,
demasiado pronto para que no aparezca algún problema. Aunque el tiempo me
agrada en París, me sentiría muy contento si puedo ir a celebrar la Pascua al
Hermitage. Dios no niega nada a la oración fervorosa y perseverante".
(337) El
resto de la carta trataba de Semur, en donde no querían dar el título municipal
al Hermano Cipriano, que estaba bajo el servicio militar; en donde los Hermanos
estaban muy mal alojados y mal pagados. Antes de clausurarla, el buen Padre
quería que el Hermano Juan Bautista hiciera una visita, y que visitara también
Perreux y Charlieu, de pasada.
(338) El
18: "Permanezco, como ve, en París[113], viendo primero a unos y luego a otros, y sin embargo, mis trámites no
aceleran en lo más mínimo nuestro gran negocio. Todos los que, en París, se
interesan por nuestro éxito, me dicen que tenga paciencia. Cuento mucho con las
oraciones de esta buena gente; harán más bien que todas las influencias juntas.
A pesar de eso, no descuido estas últimas; pues Dios quiere que aprovechemos
los medios humanos. Todos los contactos que he hecho en lo referente al
reconocimiento legal, están a favor nuestro. ¡Dios sea bendito!... Según parece,
no podremos librar a los conscriptos de este año; ¡que intranquilidad para
mí!..."
(339) El
22: "Vengo de correr toda la mañana y toda la tarde. Acabo de llegar de
ver al señor Pillet, jefe de la oficina en la que se encuentran olvidados
tantos asuntos. Parece, por lo que me ha dicho, que mañana redactará la
ordenanza que luego pasará al Consejo de Estado, y de allí, al rey..."
(340)
"Me acaban de proponer que visite tal o cual curiosidad de París.
Imposible hacerlo. No tengo ganas más que de aquello que pueda contribuir al
feliz término de mi asunto: ¡Dios sea bendito!..."
(341)
"El granjero[114] no debe vender la paja, y mucho menos el estiércol; si es necesario,
vea al juez de paz..."
(342) El
24[115]: "Sigo el reglamento de los Padres de las Misiones Extranjeras, en
cuanto me lo permiten mis múltiples correrías. Me levanto cuando toca la
campana; asisto a la meditación y a los demás ejercicios espirituales, a las
comidas y a los descansos. Estoy edificado por la entrega generosa de los que
son destinados a las misiones lejanas. ¡Qué tierna caridad reina entre ellos!
Están contentos, pero sin ligereza ni disipación. Todo lo que retarda su
partida los inquieta, pero no los desalienta. Existe en París un excelente
núcleo de buenos cristianos; cómo quisiera que nuestros campesinos que se creen
buenos cristianos, vieran el respeto con el que están e n las iglesias; con qué
asiduidad y atención asisten a las instrucciones; me gustaría sobre todo, que
fueran testigos de la piedad y recogimiento con que se acercan a la Sagrada Mesa.
No dudan en permanecer dos o tres horas en la Iglesia, ya que las celebraciones
son muy largas".
(344) El
12 de abril: "Pienso regresar al Hermitage el 24 del corriente, si no se
presenta algún obstáculo. Nuestros asuntos van siempre por buen camino, es
decir, que no se prevé otra dificultad sino una lentitud agobiante... Espero
que el Hermano Juan María me presente las cuentas en regla, a mi regreso".
(345)
Además de las cartas anteriores, el Padre Champagnat nos mandó su diario, en
donde había anotado, día por día, desde el 15 de enero hasta el 20 de marzo,
sus incesantes idas y venidas, y la forma en que había empleado su tiempo. Este
diario, es demasiado largo para ser transcrito aquí; por otra parte, sus cartas
nos relatan lo esencial.[116]
(346) El
buen Padre regresó al Hermitage como lo había previsto.
Peticiones
de fundaciones.
(347)
Numerosas solicitudes para nuevas fundaciones habían llegado de todas partes,
durante su ausencia. Varias de ellas estaban apoyadas por los señores obispos
de Puy, de Grenoble, de Autun y por el arzobispo de Aix. El padre Grasset,
superior del seminario mayor de Montpellier, había solicitado el
establecimiento de un noviciado en esta ciudad. El obispo de Autun, quería uno
en Vauban, y en espera de que el local estuviera listo, pedía un cuarto Hermano
para Semur y poder recibir algunos postulantes. Se le contestó que dicho Hermano
le sería enviado cuando hubiera una casa adecuada, pero la visita del Hermano
Juan Bautista, aplazó después tal proyecto.
(348) El
señor Aurran, excelente cristiano y rico propietario de Var, quería también
establecer un noviciado en Lorgues: se le dejó esperar.
(349) Los
que reemplazaron al buen Padre también habían rehusado varias de las peticiones
señaladas, y por falta de sujetos disponibles, habían solicitado una espera
para las demás.
Trabajos
en el Hermitage.
(350) La
parte oriental de la construcción fue terminada el año anterior. Se unía a la
capilla. La casa, por lo tanto, estaba completa, y las construcciones terminaron
por largo tiempo. No faltaba más que demoler la roca que seguía a lo largo del
noviciado y que estaba muy próxima al edificio haciéndolo demasiado húmeda: era
una empresa penosa y difícil.
(351)
Antes de su salida a París, el Venerado Padre había celebrado una toma de
hábito el 1 de enero. Los novicios cuyos nombres ponemos a continuación, habían
revestido el santo hábito: Hermanos Agustín, (Valla), Apolonio (Malescourt),
Régis (Mazoyer), Amon (Duperron), Ananías (Bernard), Antonino (Bonche)[117], Anoberto (Grenier)[118], Angilberto (Brun), Antolien (Godard), Anastasio (Biessy), Atanasio
(Neyrand) (El Hermano Avit olvidó voltear la página del registro en el que
están escritos además, en la misma toma de hábito, los Hermanos: Afrate,
Morgue; Apronio, Crozet; Antígonas, Neyret; Afrodisio, Batty).
Estado
financiero.
(352) A
continuación transcribimos el estado financiero de la casa, fechado el 1 de
febrero, que el Hermano Juan María presentó al Padre a su regreso de París:
(355)
Debemos hacer notar que la propiedad de la Rivoire fue la que había donado el
señor Boiron, y que los 6000 fr. que debían las Hermanas de Sorbiers, provenían
de la casa que el Instituto había adquirido de los Hermanos Casiano y Arsenio,
y que se había vendido en 1837 a las religiosas.
(356) El
buen Hermano Juan María hizo concienzudamente su inventario, pero nos parece
que con una gran carga de ingenuidad. Nada tan claro como los números, se dice.
Aquí, los que integran el pasivo presentan una actitud feroz, incluso
arrogante; los activos nos parecen bastante tímidos. De esta manera, los 28623
fr. que aparecen en la legítima de varios Hermanos, nos dan la impresión de
estar sujetos a la ley. Estos Hermanos seguían siendo legalmente propietarios
de su legítima. En caso de abandonar el Instituto, dicha cantidad se iría con
ellos. Si hubieran muerto antes de hacer su testamento, o si lo hubieran hecho
en favor de sus parientes, podrían ampararse y la riqueza del buen Hermano Juan
María quedaría anulada. Los establecimientos, sin duda debían 16000 fr. pero el
buen Hermano Juan María no contaba con dicha cantidad. Podían existir créditos
irrecuperables, que de ninguna manera podían aumentar su caudal.
La
Grange-Payre.
(357) El
granjero de la Grange-Payre se había marchado. Los Hermanos cultivaron desde
entonces esta propiedad, con sus propias manos. No eran hábiles agricultores,
pero el cultivo era sencillo: mantener los campos y recoger el pasto; trabajar
la tierra, sembrarla de trigo, papas y duraznos y cultivarlos; luego, recoger
los frutos de numerosos árboles e impedir que los merodeadores se los llevaran:
ese era su trabajo. El Hermano José quedó como encargado y la mayor parte de
los trabajador es venían del Hermitage por la mañana y se regresaban por la tarde.
(358) Se
estableció un internado en los edificios, y el Hermano Casiano fue en un
principio el director. Las cartas del piadoso Fundador nos informan que este
buen Hermano, piadoso y celoso, iba a visitar algunas casas de vez en cuando, pero
dichas visitas eran esporádicas. No le impedían dirigir el internado de la
Grange-Payre en el que no tenía ninguna clase.
Tercer
viaje a París.
(359) El
buen Padre debía regresar a París. Antes de irse, presidió la toma de hábito de
12 postulantes, el 13 de mayo, día de la Ascensión y les dio los siguientes
nombres: Hermano Aquilas (Rivat), Arcadio (Giraud), Arétas (Champallier), Arconce
(Saby), Arístides (Payre), Aristóbulo (Poulette), Aster (Sage), Atenodoro
(Guillot), Augusto (Dutel), Auxence (Dorans), Avit (Bilon) futuro Visitador,
luego Asistente y finalmente analista, Azarías (Giraudier).
(360) El
mismo día los Hermanos Aquilas y Avit se presentaron ante el buen Padre y le
solicitaron el favor de ir a dedicarse a la conversión de los salvajes de
Oceanía. El Padre los alabó por su celo, los animó a perseverar en él, y les
hizo entender que Francia tenía mucha necesidad de buenos ejemplos, de sólida
instrucción para no volver a caer en el salvajismo; los dos solicitantes,
permanecieron en Francia.
(361) El
Reverendo Padre regresó de inmediato a París para tratar de convencer a los
ministros de Luis-Felipe y trabajar en arrancarles la inalcanzable autorización
legal.
(362) El
ministro de Instrucción Pública pidió Hermanos para Saint-Paul-sur-Terrenoise,
el 18 de mayo. Estos hombres tenían muchas incongruencias. Se negaron
obstinadamente a autorizar el Instituto y por otra parte, pedían, ellos mismos,
Hermanos. Su interés personal estaba en juego. Tenían que ganarse a sus
electores si querían ser reelectos.
Estancia
en París.
(363) El
20 de mayo, el piadoso Fundador dirigió una larga carta al Hermano Francisco.
La reproducimos por completo porque pinta muy bien la sencillez y la entrega
completa del buen Padre con sus Hermanos:
(364)
"Llegué a París el jueves a medianoche; casi no estuve nada en Lyon. El Arzobispo
no me permitió ningún descanso, fue preciso salir de inmediato. No compré nada,
ni piedra para la litografía, ni harina. Sin embargo, hablé con el padre Duplay,
administrador del seminario que nos abastecerá en el momento en que lo
necesitemos, lo hará junto con las provisiones del seminario; creo que eso no
urge. Para que el Hermano María Jubin pueda trabajar, cómprele una piedra en
Saint-Etienne o e n Lyon, si tiene oportunidad."
(365)
"Mas o menos llegué en la misma forma en que salí de allá; algo bien, algo
mal; el tiempo no me alcanza, porque ocupo todo en nuestro gran asunto. Ya he
visitado cierto número de personas que me echan la mano, quienes de ordinario,
siguen prometiéndome mucho. El señor Ardaillon me ha dado una falsa noticia
comunicándome que mis documentos estaban en el Consejo de Estado; de inmediato
quise asegurarme, y me enteré de que no era cierto".
(366)
"Conteste al superior del seminario de Montpellier, que antes de ir a
visitar un establecimiento en el departamento de Var, durante el verano,
trataremos de matar dos pájaros de un tiro, que nuestra intención es establecer
un noviciado en el sur de Francia".
(367)
"He podido comprobar que París permanece en calma; llegué con sotana.
Durante el trayecto, es decir, en la diligencia, hice con los que iban conmigo,
el mes de María, recité el rosario sin ninguna dificultad, aunque no con el
completo a grado de todos."
(368)
"Si entre los objetos que recibió, hay algo maltratado, comuníquemelo de
inmediato".
(369)
"Parece que el señor prefecto de Loira todavía no escribe; vengo de
visitar al señor Delbèque, que me dijo que no espera más que dicha carta. Acabo
de hacer que le escriban. Es muy probable que tal carta esté en alguna oficina.
¡Que se haga la santa voluntad de Dios! El sabe perfectamente cuanta
satisfacción tendría en regresar a Lyon si mis negocios terminaran; una vez
más, que se haga la santa voluntad de Dios".
(370) 25
de mayo: "Aunque me encuentro bien, el tiempo empieza a cansarme. Usted
habrá recibido una carta del señor Delbèque; me gustaría saber en qué términos
está escrita. Envíeme una copia si la tiene. No pasa un solo día sin llover.
(371)
Hénos aquí el 26 de mayo, y espero acertar; cosa que no se cansan de
prometerme. Tengo miedo en desearlo demasiado. Pido y pida usted también, por
mí, para que conforme mi voluntad a la de Dios."
(372)
"Ayer recibí la carta que me mandó. Respondí y prometí Hermanos para
Saint-Paul (Pas-de-Calais). No podía rehusarlos; acertaremos con la ayuda de
María; tenemos necesidad de cumplir esta promesa. El reporte del prefecto de
Loira, por fi n llegó, todo a favor nuestro, al igual que el del Ródano. Hoy
voy al ministerio; creo que habrá otras trabas; ad majorem Dei gloriam".
(373)
"Se dará cuenta que he recomenzado 25 veces en escribirle. He cansado a
todas las personas, es decir, a los diputados, con mis incesantes visitas.
Dentro de unos momentos voy al ministerio de la Instrucción, para ver si
encuentro alguna novedad..."
(374)
"Vengo del ministerio, me citaron para mañana; acabo de conocer a un
empleado del ministerio que es de Lyon; el señor Pascalis me propició esta
oportunidad. No hará, creo, más que los otros: Virgen santa, se acaba tu
mes..."
(375)
"No quiero comprar todavía la capa, si tal cosa no molesta demasiado al
Hermano Estanislao, le podré decir de viva voz los motivos..."
(376)
"Todavía no llego al final de mis problemas, ruegue por mí, lo necesito mucho.
Tenga la seguridad que no olvido a ningún miembro de la Sociedad. Los quiero
mucho a todos. Dígales cuánto cuento con sus oraciones".
(377)
"¡Gloria a Dios y a María en el presente y en la eternidad!".
(378) El 7
de junio, escribía todavía el buen Padre: "Tenga mucho cuidado con los
objetos guardados en las cajas que recibió. No quisiera que el Hermano
Estanislao colocara la lámpara que le envié; creo que es demasiado bonita para
nosotros; por lo demás, ya platicaremos más tarde. En lo relacionado con las
imágenes, son muy caras, hay mucho dinero de por medio; es necesario tenerlas
bien cuidadas hasta que resolvamos juntos su destino..."
(379)
"Creo que muy pronto sabré el final de todas mis gestiones; todos los documentos
llegaron. El señor Delbèque me asegura que en dos o tres días, entregarán el
asunto al Consejo de Estado; es una meta importante, pero no es suficiente. El
señor Sauzet me dice que existen volterianos que ven jesuitas por todas
partes..."
(380) Y el
20 de junio: "Vengo de solicitar una audiencia con el ministro de Instrucción
Pública; tan pronto cono la haya conseguido, saldré para Saint-Pol, para
visitar la casa y entenderme con las autoridades del lugar. El ministerio está
interesado que tomemos este puesto; es una subprefectura con 4000 habitantes...
Recibí del señor Ginot 1000 fr. para pagar los objetos que le envié; sírvase
reembolsárselos a su hermano Miguel."
(381)
"Mande al Hermano Francisco Regis a casa del señor Guyot, en Lyon, para
que aprenda imprenta..."
(382)
"Acabo de tramitar en el establecimiento de sordo-mudos, la admisión gratuita
de dos Hermanos quienes serán, si lo consigo, alojados, alimentados, dispondrán
de lavado de ropa, calefacción, iluminación, etc. etc. todo el tiempo que sea
necesario para formarlos..."
(383)
"Los abrazo a todos: Hermanos Luis, Juan Bautista, Juan María, Estanislao,
Hipólito, Juan José, Teófilo, Pedro, Pedro José, Esteban, Buenaventura y a
todos los novicios. Mis saludos a Felipe, su mujer, al señor Boiron, a
todos"
(384) La
ciudad de Saint-Etienne nos había pedido Hermanos para atender los sordo-mudos.
Luego, los Hermanos de la Salle aceptaron dar este servicio, el Reverendo Padre
no dio curso al proyecto de enviar dos Hermanos con los sordomudos de París.
Los
Hermanos del Hermitage.
(385)
Queremos decir una palabra de los Hermanos a quienes el buen Padre
"abrazaba". El Hermano Juan Bautista ayuda al Hermano Francisco a
dirigir. Además, daba conferencias a los Hermanos y a los novicios, y apoyaba
con frecuencia lo que decía, señalando con su grande índice.
(386) El
Hermano Juan María era el ecónomo y vigilante general. Había mandado poner
mirillas en varios lugares para poder ver sin ser visto.
(387) El
Hermano Luis era el bibliotecario y el maestro de ceremonias. Además, daba
clases de cortesía.
(388) El
Hermano Estanislao seguía siendo sacristán, gran consuelo de los afligidos,
enfermero, limosnero y se ocupaba un poco de todo.
(389) El
Hermano Hipólito era el jefe del taller y edificaba a todos los Hermanos por su
inalterable paciencia en medio de las ocupaciones más agobiantes.
(390) El
Hermano Juan José era un campanero que nunca se atrasaba ni un minuto. También
era jefe del taller en el que se fabricaban los paños y las telas. Fue el
último en dejar el hábito azul de La Valla.
(391) El
Hermano Buenaventura, maestro de novicios a los que formaba más por sus
ejemplos que por sus instrucciones.
(392) El
Hermano Esteban, su ayudante, divertía con frecuencia a sus discípulos por sus
ingenuidades, sus escrúpulos y sus indecisiones en las catequesis.
(393) El
Hermano Pedro, seguía siendo el maestro-albañil, al igual que el Hermano Pedro
José, que además trabajaba el hierro.
(394) El
Hermano Teófilo ayudaba en la sastrería.
(395)
Entre los Hermanos que no menciona el buen Padre, el Hermano Jerónimo era
constantemente el perfecto trabajador; el Hermano Francisco María, era portero,
el intrépido Hermano Vicente, cocinero; el Hermano Pacomio, zapatero; el Hermano
Isidoro, panadero; y el callado Hermano Santiago, cuidaba las vacas.
(396)
Según parece, el Hermano Francisco pedía ser descargado de los trabajos de la
dirección. El piadoso Fundador, aún en París, le respondió así, el 23 de junio:
"Su situación en el Hermitage, no es, posiblemente, digna de envidia, como
pudieran pensar algunas personas. ¿Qué quiere? Usted no ha buscado ese puesto;
trate únicamente de cumplir bien con sus obligaciones y Dios hará lo que usted
no pueda hacer..."
(397)
"Quisiera, creo, saber en qué punto se encuentran nuestros trámites, ¡Ay!
no se casi nada, o, si prefiere, sé demasiado. Lo que para mí era tan solo
sospecha, es ahora realidad. Me siento angustiado, pero no desconcertado, tengo
una gran confianza en Jesús y María. Conseguiremos nuestro objetivo, no tengo
duda; solamente, que desconozco el momento. Lo que más me importa, es el hacer
por nuestra parte, todo lo que Dios quiere que hagamos; quiero decir todo lo posible,
y dejar luego, actuar a la Providencia. Dios sabe mejor que nosotros lo que nos
conviene y lo que es bueno. Estoy convencido que un poco de tardanza no nos
perjudicará"...
(398)
Convencido de que sus esfuerzos serían inútiles, el muy querido Padre regresó
cerca de sus hijos. Quería verlos reunidos, abrazarlos a todos y obsequiar
estampas a los novicios y postulantes. Su vuelta causó una alegría general.
(399) El
25 de julio, escribió al Arzobispo y le pidió autorización para tener una toma
de hábito. El padre Cholleton, vicario general, le contestó: "Fiat juxta
omnia petita".
(400) El
celoso Fundador se hubiera podido dispensar fácilmente de estar pidiendo
autorización para cada toma de hábito. Incluso se lo habían aconsejado; pero
deseaba ponerse en contacto frecuente con sus superiores; trataba de realizar,
frecuentemente, actos de obediencia.
Los
Hermanos de las Escuelas Cristianas.
(401) El 2
de agosto, el Hermano Anacleto, Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
le escribió en estos términos: "Señor Superior: Con una grande
satisfacción me he enterado que comprendiendo las necesidades de instrucción
primaria y deseoso de contribuir a extenderla, ha establecido en la diócesis de
Lyon y de Belley, una Congregación de Hermanos educadores, con el nombre de
Hermanos Maristas, que usted destina principalmente a los municipios cuya población
no es lo suficientemente considerable para que un establecimiento de nuestro
Instituto pueda formarse. Me doy perfecta cuenta de la importancia de tal
corporación, y todo el bien que puede hacer. No me cabe la menor duda que el Gobierno,
sintiendo la necesidad de con seguir lo más posible, la educación moral y
religiosa del pueblo, y dándose cuenta que una corporación religiosa es de una
manera muy especial, la más indicada para obtener este objetivo, favorezca sus
intenciones con todo su autoridad. La protección con que se digna favorecer
nuestros establecimientos, me hace esperar parecida atención hacia los suyos,
que están llamados a realizar el mismo bien, en las pequeñas localidades. Desde
hace largo tiempo, congregaciones parecidas a la suya, existen e n diferentes
provincias de Francia, pero no existía ninguna de ellas en la región Lionesa, y
sin embargo, era tan necesario como en otras. Y además, es preciso reconocerlo,
nosotros no podemos establecernos en todas partes, en primer lugar porque nos
faltan sujetos, y en segundo lugar, porque, según nuestros reglamentos,
nuestros Hermanos deben ser al menos, tres; muchos municipios no podrían
confiarnos sus escuelas. Congregaciones llamadas a llenar el inmenso vacío que
nosotros dejamos en el do minio de la instrucción, pueden, por lo tanto, ser de
una gran utilidad."
(402)
"Hago votos, los más sinceros, por el éxito de su obra, tan útil a las
pequeñas comunidades".
(403) Sin
duda alguna que esta carta es muy correcta, pero nos da la impresión que
permite percibir un dejo de presunción y superioridad.
Vida en el
Hermitage.
(404) Es
fácil recordar, cómo en La Valla, el Padre Champagnat deseaba contar con una
capilla para la comunidad. Desde que tuvo esta inestimable oportunidad, sabemos
cómo quería que los oficios fueran bien celebrados, sobre todo las fiestas d e
la Buena Madre. Pero quería que la fiesta de la gloriosa Asunción de nuestra
Soberana, sobrepasara todas las demás, puesto que era la fiesta patronal del
Instituto. El celoso Hermano Estanislao ayudaba de una manera extraordinaria al
buen Padre, en este sentido al igual que en todo lo demás. Su sacristía no era
por entonces, de ninguna manera rica en ornamentos, pero sabía sacar muy buen
partido a todo lo que poseía. A falta de órgano, que el buen Padre no hubiera encontrado
lo bastante modesto, un pequeño órgano de cilindro se escuchaba atrás del altar
en los días de las grandes solemnidades. El repertorio era poco extenso, sus
acordes, poco complicados, pero las partituras con que contaba eran muy
piadosas. Los Hermanos estaban maravillados. El mismo Hermano Francisco se
sentía orgulloso con el título de organista. Después de él, el buen Hermano
Photin pensaba de la misma manera.
(405) Este
año de 1838, la animada celebración de la Asunción se vio realzada con una toma
de hábito en la que 16 postulantes cambiaron sus nombres mundanos por los
nombres de religión de Hermanos: Auberto (Chauvet), Aubin (Cotin), Justino
(Perret), Auzono (Barrot), Babilas (Jay), Bajulio (Favier), Barsabas (Celles),
Barsanufio (Perenon), Barulas (Mercier), Rasileo[119] (Mouton), Basilido (Thiollier), Basiliano (Gachet), Basilico (Meunier),
Basino (Monteux), Aurelio (Dubessy), Atalo (Grimaud).
(406) El
querido Hermano Babilas fue el primer secretario del Instituto con tal título.
Después de algunos años, una mañana, lo encontraron muerto sobre su escritorio.
(407)
Algunos días antes de la toma de hábito, el postulante Mercier, que no veía muy
bien, rodó por las escaleras, durante la levantada. Avisaron de inmediato al
buen Padre, que preguntó si le había pasado algo. No, le respondieron. ¡Muy
bien! replicó el Padre, lo llamaremos Barulas.
(408) El
Hermano María Jubin empezó a poner en práctica las lecciones de litografía que
había recibido en París. En primer lugar litografió un informe para uso de los
visitadores. Este informe comprendía más de 200 preguntas sobre todos los p
untos de las Reglas. El Visitador tenía que responder a cada una con un sí o
con un no. El buen Padre contestaba él mismo este cuestionario en su visita a
las casas, para que luego les sirviera de recordatorio.
Convocación
al retiro.
(409) El
Hermano María Jubin imprimió después la circular que se va a leer, por la que
el querido Padre convocaba a todos sus hijos al retiro anual.
(410)
"Mis queridos Hermanos: Nuestras vacaciones, como en años anteriores,
empezarán el 28 de septiembre. Diríjanse a la casa-madre lo más pronto posible,
para asistir al retiro anual, que, como lo saben, inicia en los primeros días
de octubre. ¡Cómo quiero proporcionarles un final, mejor dicho, un pequeño
descanso en sus penosos trabajos! Vengan todos a reunirse y recalentarse en el
santuario que los vio hacerse los hijos de la más tierna de las madres. Nos
encontraremos con la más dulce alegría, para renovarnos en un mismo espíritu, y
protestar a María que queremos vivir y morir bajo su protección después de
haber guardado fielmente la palabra que le han dado de una manera solemne. Es
en la unión de Jesús y de María, que mi corazón, en una dulce efusión, quiere
decirles, mis querido Hermanos, cuánto los quiero."
(411)
"Encarecemos a los Hermanos directores: 1o. no dar vacaciones antes del 26
de septiembre, 2o. no dejar ningún asunto sin arreglar, 3o. leer el capítulo X
de las Reglas para sujetarse a los artículos que contiene, 4o. redactar la nota
histórica del establecimiento; lo que ha pasado de notorio durante el presente
año: 1. número de alumnos que frecuentaron la escuela en invierno y en verano,
2. la visita del inspector o de cualquier otra autoridad, etc."
(412) Al
final del retiro, que resultó muy bien, como de ordinario, hicieron profesión
los Hermanos: Anacleto (Chaverondier), Aureliano (Villevieille), Adrián
(Vernet), Africano (Chalandard), Alexis (Chaboud), Amon (Duperron), Anfión (Buisson
), Andeol (Blanc), Didier (Durand), Atanasio (Nayraud), Celestino (Renoud), Domiciano
(Colombet), Apronio (Crozet), Eutimio (Collard) futuro asistente, Gabriel
(Calot), Honorio (Monteiller), Juan (Bourbon), Martín (Roux), María Auzono
(Barrot), María Antonio (Brouillet), María Lorenzo (Moriat), Modesto (Nevoret),
Espiridión (Chazalle), Vicente (Dorat), Simón (Poinard), Zacarías (Porte), Juan
Claudio (Piquet).
(413) El
Hermano Juan Claudio fue nombrado encargado de la ropería: ejerció dicho empleo
hasta 1889[120].
Erección
de la gran cruz.
(414) El
Padre Champagnat compró un Cristo muy bonito, de tamaño natural, en madera y
pintado de color carne, mandó hacer una cruz grande a su sobrino Felipe para
sostenerlo. Al fin del retiro, el 10 de octubre, después de la ceremonia de la
emisión y renovación de votos, se llevó a cabo, en la capilla, la bendición del
Cristo colocado en unas andas adornadas para esto. Luego lo llevaron en
procesión dos Hermanos precedidos de los padres del retiro y de varios curas de
las parroquias vecinas; abrían la procesión los monaguillos y todos los
Hermanos. Durante la procesión, se cantaron himnos y cánticos propios a la
circunstancia. Primero siguieron el camino del cementerio, luego se dirigieron
a un montículo cubierto de árboles que domina el campo de hortalizas, al lado
del gran paseo. En el centro estaba una gran piedra en la que el Padre
Champagnat mandó hacer un agujero para plantar en él la cruz. Cuando la
procesión llegó al lugar, el que presidía la ceremonia bendijo la cruz que se
había colocado de antemano, luego, amarrando al Cristo, lo levantaron mediante
poleas para ponerlo en el agujero, de modo que la cara estuviera mirando la
casa. Una vez terminado esto, el padre Séon subió a un estrado, pronunció un
discurso sobre las siete palabras de Nuestro Señor en la cruz. Regresaron
enseguida a la casa por el camino más corto, cantando el Ave Maris Stella.
(415) Más
tarde, esta cruz se colocó al frente del gran paseo, bordeada por dos hileras
de plátanos, colocándola en un pedestal de piedra labrada. En 1867, la cruz y
el Cristo estaban bastante deteriorados, siendo sustituidos por un Cristo en hierro
colado y una cruz de hierro, en el mismo pedestal.
Fundación:
Saint-Pol-sur-Ternoise
(416) En
ese año se fundaron los establecimientos de Saint-Pol-sur-Ternoise, Izieux, y
el internado de la Grange-Payre. Los Hermanos Elías-Regis, María-Agustín y
Florentino, partieron para Oceanía.
(417) La
fundación de Saint-Pol dio origen a la Provincia del Norte. Las autoridades se
habían dirigido a los Hermanos del bienaventurado de la Salle que respondieron
que no podían atenderlos antes de diez años. Ya hemos visto cómo el ministro de
Instrucción Pública había insistido ante el Padre Champagnat, para que fundara
esta localidad y que el buen Padre había aceptado con la esperanza de que esto
facilitaría la obtención del reconocimiento legal, por lo que trabajaba desde
hacía nueve años. Personalmente fue a visitar el lugar, en el mes de junio, al
abandonar París. Además de las remuneraciones y del mobiliario personal, pidió
y obtuvo 1548 fr. repartidos de la siguiente manera: 55 fr. para su viaje, 1200
fr. como garantía y 293 fr. por el viaje de los tres Hermanos: Juan Bautista,
Africano y María Lorenzo. Se establecieron al mismo tiempo, un internado y un
noviciado en esta casa; aquel acabó con éste que no logró reunir más que dos
postulantes. El internado acertó bastante bien y pronto contó con 30 alumnos;
los externos eran numerosos. El Hermano Juan Bautista permaneció como director
y responsable de dicha casa durante tres años, y fue reemplazado por el Hermano
Andrónico. Más tarde, se fundaron otros puestos en el Norte, y los Hermanos que
estaban trabajando en ellos, hicieron su retiro anual en Saint-Pol, hasta 1845.
Autorización
legal.
(418) El
13 de agosto el Padre Champagnat escribió al señor Libersat, empleado del
ministerio de la Instrucción Pública, sobre el reconocimiento legal. Dicho empleado
le contestó lo que sigue el 4 de septiembre: "Señor Superior: A mi regreso
de un viaje, encontré la carta que usted me hizo el favor de dirigirme el 13
del mes pasado, y me apresuro a contestarla. Lo han inducido a error al
comunicarle que su documentación pasó al Consejo de Estado. Todavía está en el
ministerio de Instrucción Pública, ya que el ministro desea reunir a los Consejeros
Generales de los departamentos para que se pronuncien sobre su solicitud y
tomar personalmente la decisión. Como usted sabe, hubo primero una
determinación de reconocimiento provisional restringiendo el ejercicio de su
educación a los municipios con 1200 almas como máximo. Esta resolución ha sido
devuelta, y el asunto está sometido a un nuevo examen, como tuve el honor de
decirle más arriba."
(419)
"Parece que el ministro teme comprometerse aprobando la existencia de un
nuevo organismo de enseñanza primaria, que no puede hacer más que extender los
servicios que ya presta el cuerpo demasiado numeroso de Hermanos de la Doctrina
Cristiana. Se puede suponer que los Consejos Generales sean favorables a esta
nueva institución; no sé qué opinión se podrá obtener, y espero que no pase
mucho tiempo sin que usted pueda existir legalmente. Me apresuraré, señor, para
tenerlo al corriente de todo a este respecto".
(420)
Viendo que las tergiversaciones del ministro no tenían fin, el piadoso Fundador
escribió al señor Deshayes, diputado del Loira, en noviembre.
(421)
"Señor: Al enviarle las diversas notas que le prometí referentes a
nuestros asuntos en París, no puedo más que manifestarle mi más vivo
agradecimiento por el interés que toma para su feliz término. En consecuencia,
me sentiré obligado a no dejar escapar ninguna oportunidad para mostrarle
cuánto aprecio este importante y señalado servicio que nos presta. El señor
Delbèque tiene todo el expediente de mi asunto, así como el parecer de los
obispos, de los prefectos, etc. En lo que respecta al parecer del Consejo del
departamento del Loira, el señor Baude me dijo el 24 de agosto, en la oficina
misma del señor prefecto, que lo iba a redactar, y que tomaría el asunto, como
cosa suya."
(422)
"En lo que se refiere a la cláusula por la cual la ordenanza no nos
permitiría más que las poblaciones de 1200 habitantes o menos, nos quitarían
los lugares más poblados; usted comprenderá que esto no nos conviene de ninguna
manera. Un buen número de nuestros establecimientos se vendrían abajo por esta
condición: ya que varios de los municipios en los que se encuentran, tienen más
de 4000 habitantes. El mismo ministerio, en carta firmada por el señor Delbèque,
con fecha del 18 de m ayo último, nos llama a dirigir la escuela de Saint-Pol
(Pas-de-Calais), y esta población cuenta con más de 4000 habitantes. Señor,
cuento mucho en su poderosa protección. Su bondad me asegura que usted la empleará
totalmente en nuestro favor; de est a manera, con los sentimientos de mi más
vivo agradecimiento y entera abnegación, tengo el honor de ser..."
(423) El
Padre Champagnat todavía escribió a otro diputado del Loira, el señor Baude, el
24 de noviembre, en estos términos: "Señor Diputado: La noticia que me
acaba de comunicar el señor Jovin Deshayes y uno de nuestros Hermanos de paso
por París, me aflige, pero no me desanima; ¿Qué decisión tomar, para borrar la
enojosa impresión que puede ocasionar la determinación tan injusta que se ha
tomado en contra de mi institución? Muchos se han apresurado a aconsejarme:
unos, de hablar con los diferentes prefectos de los departamentos en los que tenemos
establecimientos, otros, utilizar ciertas personalidades influyentes; y por mi
parte, señor diputado, he tomado una determinación, el gran crédito del que
usted goza, la bondad del todo especial con la que siempre me ha recibido, al
igual que al Hermano que le envié; el interés que tiene por nuestra
institución, me garantizan suficientemente el éxito, si todavía se puede
obtener."
(424)
"En lo que respecta a los informes que se han realizado, con el fin de
perjudicarme, no pueden mas que irse al suelo frente a la exposición clara y
sencilla de la estadística de mi Instituto, que tuve el honor de presentar
personalmente al ministro el 24 de enero, y cuya copia ha sido enviada al
ministerio por el señor prefecto del Loira quien la hizo acompañar con su
propio informe. No hay 'grandes Hermanos' en nuestra Sociedad. No trabajamos de
ninguna manera en colegios y en grandes internados; no enseñamos nada de latín;
nuestra Regla lo prohibe expresamente. El servicio militar es la única causa
que nos hace desear con tanto interés nuestro reconocimiento legal. Es muy
triste ver partir a un joven que ha decidido tomar otro género de vida. Mi
confianza está enteramente en sus manos, a nadie más me dirigiré".
(425)
Reflexionando sobre las tergiversaciones del ministro, en su idea de restringir
a nuestros Hermanos a los municipios con menos de 1200 habitantes, en la carta
del Hermano Anacleto citada más arriba, en la del buen Padre a los señores
Deshayes y Baude que acabamos de leer, en estas palabras: "No hay grandes
Hermanos en nuestra Sociedad", etc. ciertas sospechas se nos presentan:
Ese desconocido del que se queja el piadoso Fundador y que parece aconsejar al
ministro, ¿No podría ser un o de los Grandes Hermanos del bienaventurado La
Salle? Nos permitimos poner esta sospecha a nuestros lectores dejándoles la
tarea de responderla. En la vida del Padre Champagnat, el querido Hermano Juan
Bautista, parece resolverla en sentido afirmativo.
(426) El
25 de octubre, el padre Chanut solicitó a nuestro Fundador, de parte de
Monseñor Donnet, arzobispo de Burdeos, la erección de un noviciado en Nuestra
Señora de Verdelais, en donde los Padres Maristas habían sido encargados de las
peregrinaciones y de la parroquia. Monseñor deseaba con ansias ese noviciado.
Durante una gira pastoral, entre 40 maestros, su Excelencia había encontrado a
28 que no ponían los pies en la iglesia.
(427) El
buen Padre Champagnat no podía dar continuidad a este proyecto. El padre Chanut
insistió inútilmente el siguiente año. Se hubiera contentado con tres Hermanos:
un maestro de novicios, un cocinero para los Padres y los Hermanos y un buen
agricultor para que estuviera al cuidado de la finca, tan grande como la del
Hermitage.
Arreglo
con Douillet.
(428) En
la Côte-Saint-André el padre Douillet no acababa con sus artimañas y sus
exigencias. Pidió que un empleado se quedara encargado de la cocina y que sor
Martha Cuzin pudiera permanecer en la casa. El buen Padre no le autorizó
ninguna d e las dos. El padre Douillet concibió entonces, el proyecto de
obligar a los Hermanos con un contrato cuyas condiciones serían sumamente
onerosas para nosotros. El Padre informó al señor obispo de Grenoble, con la
carta que vamos a leer: "Monseñor: C reo que su Excelencia no tomará a mal
que ponga a su consideración las condiciones que el excelente padre Douillet
quiere imponernos; las copio palabra por palabra, como sigue: Tenga la
seguridad, señor Superior, que en mis peticiones no juzgo nada según el mundo,
y que no tomo las cosas en su justo valor. Omnia ad majorem G. D. Amen".
(429)
"1o. A excepción de algunos objetos, en pequeño número, cedo el disponer y
disfrutar de lo que poseo en la Côte, como fondos legales, construcciones y mobiliario,
mediante el pago de una suma anual de 600 fr. pagaderos exactamente y siempre,
en las fecha señaladas: el 1 de diciembre próximo, 150 fr; el 1 de abril, 150
fr.; el 30 de agosto, 300 fr. Esto hasta el término del contrato, que será de 9
años."
(430)
"2o. El arrendatario carga con todas las obligaciones de cualquier naturaleza,
presente y futura".
(431)
"3o. Todas las reparaciones y los desperfectos anuales de la casa y los
muros de los patios y bardas, serán a expensas del arrendatario quien se
compromete a conservar, como buen padre de familia, todas las cosas en buen
estado, como las encontró al tomar posesión"
(432)
"4o. La escuela gratuita seguirá siendo atendida como hasta ahora, y
dirigida por dos Hermanos con las retribuciones que otorga la ciudad."
(433)
"5o. Si los Hermanos dejan de atender el establecimiento de La Côte, por
cualquier razón, los muebles que están en cesión, serán pagados por la cantidad
de 3000 fr., pagaderos a petición del arrendador, a menos que este último
quiera recuperarlos en especie, en el estado en que se encuentren"
(434)
"6o. El arrendatario se compromete a construir una escuela en la región
que indique el arrendador".
(435)
"7o. En cualquier caso, Martha Cuzin, seguirá gozando, hasta la expiración
del contrato, de la cocina y del despacho de la casa Bon. Además, si sigue al
servicio de la casa, le será entregado como garantía, la cantidad de 100 fr. Si
se retira, se le pagará anualmente la cantidad de 200 fr. pagaderos en partes
iguales, cada tres meses."
La Côte,
amenazas de retirar a los Hermanos.
(436)
"No podemos, Monseñor, continuar con nuestro establecimiento en la
Côte-Saint-André, mas que en las condiciones en que lo fundamos; concedimos
Hermanos, con su autorización, al padre Douillet, a condición de que serían
alojados y que se les proporcionaría un mobiliario como lo solicitamos. No
tenemos ninguna casa en distintas condiciones y sería contra nuestras
costumbres, aceptar tales compromisos".
(437)
"Estamos muy apenados por no poder seguir dirigiendo la casa de La Côte;
siempre conservaremos por el padre Douillet, la estima que se merece. De su parte,
Excelencia, sírvase considerar nuestra Sociedad, a sus órdenes y teniendo como
u n honor el trabajar bajo su protección, en la gloria de Dios, en su importante
diócesis. Dígnese..."
(438) El
piadoso Fundador realizó a continuación, un viaje a La Côte, sin poder obtener
que el padre Douillet se mostrara menos exigente. Se mantuvo en las condiciones
que había puesto. Sobre todo, se esforzó en continuar poniendo tropiezos al
Hermano Luis María, director, metiéndose para todo en la administración,
exigiendo que se le dieran cuentas de todo. El padre Doiullet era un buen
sacerdote. Tenía buenas intenciones, pero también poseía ideas muy cerradas,
incluso egoístas, y de las que nunca se desdecía. Viendo todo eso, el buen
Padre le dijo que iba a examinar lo que más convenía y regresó al Hermitage
(439)
Después de su regreso, comunicó al señor cura de La Côte que no había podido
obtener nada del padre Douillet, que no podía dejar por más tiempo a sus
Hermanos gastar su sudor en beneficio del padre Douillet y verse estorbados
constantemente por él, y que por lo tanto se veía forzado a retirarlos de La
Côte.
(440) La
intervención de Monseñor, del párroco y la amenaza de ver marcharse los
Hermanos quienes por sí solos habían hecho funcionar el establecimiento, como
estaba funcionando, decidieron finalmente al padre Douillet, a mostrarse más
razonable, pero falló el golpe ofreciendo al buen Padre cederle su propiedad en
condiciones que el creía que eran muy ventajosas para el Instituto. El Padre
Champagnat le respondió:
(441)
"Padre: De ninguna manera he sido yo solo el que ha tomado la determinación
que le comunico en lo que respecta a nuestro establecimiento de La Côte.
Después de haber encomendado el asunto a la oración de todos nuestros Hermanos
y de haber celebrado la Santa Misa con esa intención; consulté a mis cohermanos[121] y a mis Hermanos. Todos están de acuerdo en no continuar con la dirección
de la escuela de La Côte, más que en las condiciones en las que ha sido fundada,
y en la forma en que tenemos todas nuestras obras. No nos interesa el llegar a
ser los propietarios en los municipios en los que colocamos a los Hermanos;
esto sería una pesada carga que pondría muchas trabas a nuestra administración
y nos acarrearía muchas envidias. Las imposiciones, reparaciones y las
bonificaciones nos llevarían a gastos muy considerables. Las construcciones no
nos faltan, nos las ofrecen de todas partes, y por las que no tendríamos que
pagar un solo centavo. Usted no me los puede dar sin condiciones, ya que usted
los ha recibido de diferentes personas, a condición de dejar todo a la
población de La Côte, para la educación de los niños..."
La Côte:
arreglo definitivo.
(442)
Finalmente, se hicieron concesiones de una parte y de la otra y se llegó al
contrato cuyo contenido fue firmado el 5 de noviembre, como sigue:
(443)
"Entre los firmantes, Férreol Douillet, sacerdote, propietario con
domicilio en la Côte-Saint-André, por una parte. Y Benito Marcelino Champagnat,
sacerdote, superior de los Hermanos Maristas, con domicilio en Nuestra Señora
del Hermitage, por Saint-Chamond, (Loira), de otra parte, se acordaron las
siguientes condiciones:"
(444) 1-
El padre Douillet, cede al citado Champagnat, por espacio de nueve años, a
partir del 1 de noviembre corriente, para terminar el mismo día, pasados los
nueve años, la casa que posee en dicho lugar de La Côte-Saint-André, para que
sirva como internado dirigido por los Hermanos Maristas;
(445) 2-
En esta propiedad están comprendidos el huerto y el viñedo junto a dicha casa y
las bardas.
(446) 3-
Los Hermanos Maristas tendrán el derecho de llevar a sus alumnos de paseo a la
propiedad que el padre Douillet posee en el lugar llamado el Plano, sin abusar
ni maltratar los árboles ni las frutas, que están reservadas al padre Douillet,
al igual que la construcción.
(447) 4-
El mobiliario que se encuentra en la casa del padre Douillet y en la casa del
ayuntamiento, limítrofe a ésta, será puesto a disposición del padre Champagnat,
quien se encargará de regresarlo al término del plazo, en especie o en dinero.
(448) 5-
Se hará también un inventario apreciativo, de las provisiones y consumos que el
padre Douillet deja en la casa alquilada, y su valor se empleará por el Padre
Champagnat en las reparaciones y bonificaciones de acuerdo con el padre
Douillet.
(449) 5-
El citado Padre Champagnat, pagará anualmente al padre Douillet, la cantidad de
400 fr., la mitad en Pascua y la otra mitad al finalizar el año escolar.
(450) 7-
El padre Douillet tendrá alimentación, alojamiento, calefacción e iluminación y
será atendido en la casa, mientras preste sus cuidados en la dirección
espiritual y en la instrucción religiosa de los internos, función que prestará
o dejará de prestar a su voluntad; y, en caso de retirarse de la casa y de su
empleo, le serán entregados anualmente, por el padre Champagnat, 500 fr. en
lugar de los 400 fr. estipulados más arriba.
(451) 8-
El Padre Champagnat se encargará de pagar los impuestos de los inmuebles
sujetos a ellos, así como de realizar los gastos de las reparaciones de los locales.
(452) 9-
El señor Douillet se reserva el derecho de los desperdicios del huerto y de la
cocina, como hasta el presente.
(453) 10-
El mobiliario de la capilla será también estimado y regresado o el valor
equivalente, a la expiración del contrato.
(454) 11-
Dicho contrato será rescindido de derecho, en el caso en que el señor Douillet
ceda la propiedad de su casa y sus anexos, al municipio de La Côte-Saint-André,
o a cualquier otro establecimiento legal de esta población.
(455) Lo
así estipulado, hecha una copia en la Côte-Saint-André, el 5 de noviembre de
1838. Firman Douillet y Champagnat.
(456) Se
observarán las significativas diferencias entre las cláusulas de este contrato
y las primeras pretensiones del padre Douillet. En adelante, se tuvo que contentar
con sus atribuciones de capellán, dejar a los Hermanos el fruto de su trabajo y
consolar lo más posible a sor Martha.
Situación
del personal.
(457) El
Reverendo Padre siguió enviando al padre Mazelier aquellos Hermanos que
quedaban bajo el servicio militar. Unos eran empleados en los puestos fundados
por el padre Mazelier, como el Hermano Gerásimo; otros, estudiaban en el
Hermitage, hasta que habían obtenido su certificado o que hubieran sacado un
buen número en el sorteo, como los Hermanos Cariton, Rafael, Colomban, etc. Los
del Hermitage los consideraban como unos grandes sabios. En efecto, había
algunos que disertaban de un a manera incansable sobre la regla de tres y la
raíz cuadrada. Realizaban interminables demostraciones, de las que sus
auditorios no entendían ni jota, y en las que ellos mismos se perdían con
frecuencia. El buen Padre seguía, de esta forma, animando a sus Hermanos al
estudio, sometiéndolos a exámenes, a composiciones, etc...
(458)
Desde la fecha de la toma de hábito del 8 de diciembre, que siguió, la fórmula
para la admisión no fue escrita por cada novicio ni firmada por los Hermanos
testigos. Fue escrita en plural, firmada por el Padre Champagnat y por cada uno
de los nuevos Hermanos, que tomaban el hábito ese día. Después de la muerte del
buen Padre, cada toma de hábito fue firmada en su conjunto, por el padre que
había presidido la ceremonia, y por cada uno de los nuevos Hermanos.
(459) Los
Hermanos Bassus (Collard), Baudilio (Bertail), Beda (Fouavon), Belino (Serviset),
Benigno (Pontady), Benjamín (Poncet), Berardo (Mas), Berilo (Pipa), Bertrand
(Marin), Doroteo (Frandon), Félix (Berger), Gonzaga (Vallet).
(460) El
Instituto se vio acrecentado por 58 novicios durante el año, pero los "ruiseñores"[122] abundaron.
(461) La
muerte nos quitó a siete Hermanos: Adjutor (Tournasud), Tomás (Genest-Bonche),
Fabián (Bouvard), Justino (Champallier), Agatón (Fayasson), Luis-Gonzaga (Jorge
Guette) y Félix (Baralon).
(462) En
el momento de morir, el Hermano Justino se puso a sonreír y dejó esta tierra
diciendo: "La Santísima Virgen viene a buscarme". Cierto postulante,
ligero e indeciso, llamado Perret, que lo estaba cuidando, quedó tan
impresionado, que solicitó el hábito con el nombre del difunto, e insistió
tanto en ir a las misiones, que se le concedió este favor.
(466) Poco
clara y mal clasificadas; pero difícilmente pondría la misma sinceridad que el
buen Hermano Juan María. Debemos hacer la observación que las cantidades
recibidas de Rivoire y de Sorbiers, son por las ventas de estas propiedades.
Los apartados 'sastres y cocina', que aparecen en los ingresos, proceden de
huesos y trapos vendidos.
(467)
Durante el otoño del presente año, el Padre Champagnat realizó un viaje a
Provence. Se había puesto de acuerdo con el señor Aurran sobre la fundación de
un noviciado en Lorgues y le había enviado los planos del edificio que debían
construir.
1839
Adquisiciones
inmobiliarias.
(468) El 1
de enero, en la oficina de la señora Finaz, notario, el señor Patouillard y su
esposa, vendieron al Padre Champagnat todo cuanto poseían en el lugar llamado
Gaux, ya sea en Izieux, en Saint-Martin, consistente en una prensa para uva, un
taller para blanquear el algodón, casa habitación, un granero, una cuadra,
dique, canal y toma de agua del Gier, prados, huerto, pastizales, bosques y
rocas, letrinas con sus dependencias, en fin, todo lo que habían adquirido los
esposos Patouillard, del señor Antonio Thiollière-Laroche, el 3 de julio de
1824. Esta venta se efectuó por la cantidad de 39,000 fr. que el Padre
Champagnat se comprometió a pagar de la siguiente forma: 10,000 fr. el 1 de
marzo próximo, 5,000 fr. el 1 de enero de 1841, y 24,000 fr. el 1 de enero de
1843, con el interés legal correspondiente.
(469)
Tales adquisiciones eran algo caras, pero el buen Padre estaba satisfecho de
haberse quitado así a un vecindario incómodo con todos los inconvenientes que
le había ocasionado desde hacía 15 años.
(470) La
familia Patouillard había acusado en varias ocasiones a los Hermanos, de
arrojar piedras en su terreno y de tomar el agua del Gier para regar su huerto.
Además, el vecindario de esta familia, y sobre todo las numerosas personas que
tenían negocios con ella, privaban a los Hermanos de las ventajas de la
soledad, ventajas que habían decidido al piadoso Fundador, en 1824, a situar
aquí la casa-madre de su Instituto. Tal adquisición fue por lo tanto, un
excelente negocio.
Felicitaciones
de año nuevo.
(471) Como
de costumbre, los Hermanos felicitaron a su buen Padre deseándole una larga vida,
con ocasión del año nuevo 1839. Les contestó con la circular que sigue:
(472)
"Mis muy queridos Hermanos. Siento una dulce satisfacción al volcar en sus
corazones el afecto del que el mío está lleno. Deseo muy sinceramente que las
gracias del Señor se derramen siempre con nueva abundancia en cada uno de
ustedes. Les agradezco el apego que me muestran; ojalá pueda en estos momentos,
manifestarles mi gratitud. Todo lo que ustedes me desean, no es simple
palabrerío; son dones de un nivel muy superior. En la Sociedad de Hermanos de
María, ¿Qué no hemos recibido ? Sin perder de vista el pasado, veamos si no
hemos recibido ya el céntuplo prometido. ¿De qué sentimientos de agradecimiento
no debemos estar penetrados? ¡Quién podrá, después de María, expresar mejor
todo lo que sentimos, sino San José, ese gran santo! ¡Ese hombre seráfico!
Convencidos de lo anterior, durante la santa Misa, en la casa-madre, hemos
recitado por espacio de nueve días las letanías de San José, luego de haber
cantado el "Laudate Dominum". Los invitamos también a ustedes, una
vez recibida la presente, a hacer la misma novena en el momento en que sea más
oportuno."
(473)
"Con el objeto de facilitarles la repartición de los buenos libros, hemos
comprado una buena cantidad de ellos a un precio inferior al ordinario."
(474)
"Una violenta hemorragia acaba de arrancarnos súbitamente al buen Hermano
Pacomio. Les recomiendo orar y hacer orar por el eterno descanso de su alma,
según lo prescribe la santa Regla".
Petición
de Hermanos.
(475) Un
total de 139 Hermanos, colocados en 45 establecimientos, sin contar los de
Polinesia ni los de Vauban, que fue fundada hasta finales de año. Quedaban en
reserva 12 Hermanos. Ya hemos dicho que Vienne acababa de cerrarse y que
Sorbiers había quedado clausurado en 1837.
(476)
Monseñor de Héricourt, obispo de Autun, quería contar con un noviciado de
nuestros Hermanos en su inmensa diócesis. Con tal fin, ofreció un magnífico castillo,
rodeado de grandes jardines, ubicado en el municipio de Vauban, dependiente de
Clayette y que perteneció, según parece, al célebre mariscal de Vauban. No
sabemos si Monseñor había adquirido tal castillo o lo recibió como herencia.
Sea lo que fuere, el noviciado quedó instalado principescamente contrastando
mucho con el establecido en el Hermitage. Lo malo era que estaba muy separado y
los caminos que llevaban a él, estaban en muy malas condiciones. El Reverendo Padre
contestó así el 7 de enero, a la carta por la que su Excelencia lo presionaba a
realizar esta fundación a la mayor brevedad.
(477)
"Monseñor: Estoy muy agradecido por la confianza que su Excelencia
manifiesta hacia nuestra Sociedad; deseo con toda el alma corresponder a ella
lo mejor que me sea posible, concediéndole sujetos capaces de secundar su celo
apostólico para bien de su interesante diócesis. Teniendo en cuenta la magnitud
del establecimiento que me propone, le suplico acepte un poco de demora a la
que me veo obligado, en la realización de sus piadosos proyectos, para poder
estar en capacidad de enviarle los sujetos adecuados. Las fundaciones que podemos
hacer el presente año, ya están prometidas y ya hemos hecho los arreglos
necesarios de acuerdo al número de Hermanos disponibles; pero su honrosa
petición estará siempre en el primer lugar entre las que debemos atender la
fiesta de Todos los santos de 1840; mientras tanto, me pondré de acuerdo con el
superior de los Padres Maristas, con el fin de poder disponer de un sacerdote
para la dirección espiritual de nuestro establecimiento. Atrapar é al vuelo la
primera oportunidad que se me presente para tener una entrevista con su
Excelencia y ponernos de acuerdo en los medios a tomar para asegurar el éxito
de esta empresa".
(478) El
señor obispo de Belley apoyó al cura de Nantua que pedía Hermanos para su
parroquia. El buen Padre contestó a Monseñor, el 26 de enero, que tenía el
mejor deseo de agradar a su Excelencia, por el poderoso apoyo que le había prestado
para obtener el reconocimiento legal, pero que la situación se le hacía muy
difícil en Nantua. La ciudad contaba con un colegio de maestros municipales o
libres, muy capaces y con todo el apoyo del municipio. El buen Padre confesaba
con humildad, que todavía no tenía sujetos lo suficientemente formados para luchar
ventajosamente en una situación tan crítica. Expresó el deseo de que el señor
cura encontrara los suficientes recursos para una escuela gratuita. El señor
cura Débelay, que luego llegó a ser obispo de Troyes, y después arzobispo de
Avignon, supo vencer las dificultades; su escuela se fundó en 1840 y a pesar de
innumerables dificultades, acertó muy bien.
Situación
del personal.
(479) El 2
de febrero se llevó a cabo una toma de hábito en la que se revistió del hábito
religioso a los Hermanos Blaise (Berger), Gonzaga (Vallat), Agatón (Chambard),
Bonosio (Assaye), Brunón (Vernet), Calínico (Gagnière), Calixto (Vincent),
Camilo (Vialleton), Cándido (Périchon), Cantiano (Ternaz), Caritón (Montin),
Casimiro (Berne), Casio (Bastide), Casto (Bertet), Ceciliano (Falque), Cástulo
(Buttin), Celerino (Rode), Celso (Escot), Cesáreo (Lagrange), Chaumond )
Béranger), Cristino (Gay) y Regis (Champagnat).
(480) El
Hermano Blaise era un gordinflón en el que la materia había ahogado el
espíritu. Procedía de una parroquia sin religión. Le autorizaron que fuera a su
casa, para probarlo y para que trajera la pensión del noviciado, que no había
paga do. En camino, tomó una faja y un rabat eclesiástico. Tenía una hermana
igual de astuta que él. Mientras estuvo con ella, un caballero se detuvo ante
la puerta y pidió hablarle. El Hermano Blaise mandó a su hermana a buscar un
albañil para que el jinete pudiera entrar. Había caminado unos cuantos pasos,
cuando el caballero bajó del caballo. El Hermano Blaise la llamó diciendo: Ven,
querida hermana, este señor se está bajando del caballo. De regreso al
Hermitage, contó a los demás que había cambiado de plumaje[123], que todos los habitantes de su pueblo lo habían tomado como un cura, y
lo saludaban con respeto. "En mi pueblo los hombres no van a misa, añadió,
pero el respeto humano no me ha impedido asistir. Nada más que para no dar que
hablar, me escondí atrás del altar". El Hermano Blaise regresó sin dinero,
le regresaron su ropa y lo devolvieron a su casa. ¡Qué pérdida!
(481) El
Hermano Casto era geómetra, mecánico y hábil para todos los trabajos. El
fabricó la mayor parte de las camas de hierro con barrotes que utilizó la
comunidad durante mucho tiempo. El mismo las inventó, puesto que no existía
ninguna de ese tipo. El fierro de estas camas había sido un regalo al Venerado
Fundador, de la fábrica de Terrenoire, es decir, del señor Genissieux, su
gerente. El Hermano Casto murió demasiado pronto como consecuencia de unas
esquirlas de cobre que se habían incrustado en uno de los ojos. El Hermano
Policarpo fue quien trajo este excelente sujeto a la Congregación.
(482) El
Hermano Cástulo había sido sirviente en la casa de los Hermanos de La Côte y su
carácter jovial se había abierto camino. Cierto día, amarró un brazo de sor
Martha, con una cuerda bastante larga, al cuello de una vaca, y el otro, al cuello
de una cabra, luego espantó a los dos animales, riéndose de los gritos que pegaba
Sor Martha.
(483) El
Hermano Chaumont había sido soldado. Se rasuraba todas las mañanas antes de
salir de la cama, con un buche de agua y jabón. Fue director de la Providencia
de Caille. Allí encontró múltiples dificultades, y, como aguantaba muy poco, tiró
su sotana entre las hierbas diciendo: "Doy mi dimisión de Hermano".
(484) El 9
de mayo, el Instituto se enriqueció con 22 nuevos Hermanos, que recibieron los nombres
de Hermanos Cristóforo (Mayot), Exuperio (Denis), Crisanto (Lescoeur),
Crisógono (Budillon) futuro Asistente y Procurador General, Clair (Chaboud),
Claudiano (Dubaud), Clementino (Morel), Cleofas (Genest), Cleto (Harcher),
Colombio (Poncet), Condé (Gatel), Conón (Germain), Conrado (Berthozat),
Constancio (Rigolet), Constantino (Pitiot), Cornelio (Roset), Crescencio
(Robert), Crispín (Marcou), Ciro (Perret), Daciano (Charles), Dalmasio
(Terlin).
Vauban y
Charlieu.
(485)
Viendo que el Padre Champagnat no podía iniciar el noviciado de Vauban durante
ese año, El señor obispo de Autun volvió a la idea que ya había expuesto, de
tener un Hermano más en Semur para recibir allí algunos postulantes. El buen
Padre le contestó que estaba dispuesto a hacerlo, pero que la casa de Semur de
por sí muy chica, acababa de derrumbarse una buena parte. "Si el municipio
no encuentra otro alojamiento, añadió, los Hermanos de Semur están a su disposición,
Monseñor, para dar comienzo al noviciado de Vauban". Para no privar a la
parroquia de Semur de su escuela religiosa, Monseñor de Hericourt les
proporcionó una casa pegada a su seminario menor. Su Excelencia no aceptó, por
lo tanto, a los Hermanos de Semur para Vauban, ni tampoco un Hermano más para
Semur: las cosas iban a caminar mucho mejor.
(486)
Desde 1824, los Hermanos de Charlieu eran mal pagados, estaban mal alojados en
la antigua abadía, atacados por el ayuntamiento, con frecuencia les ponían
sustitutos y no podían hacer nada bien desde algún tiempo. El señor Guinaud,
nuevo alcalde, entendió mejor los intereses de sus conciudadanos. Acabó por
colocar las clases y la cocina de los Hermanos, a un lado del colegio, en una
construcción que sólo tenía una planta. Constaba de 3 salones muy buenos, una
cocina muy bonita y un patio bastante grande. El señor alcalde proyectaba
levantar un piso la construcción al año siguiente, para alojar a los Hermanos.
Mientras tanto, los tres súbditos, se iban a dormir a la alcaldía, en el centro
de la población. Había miles de inquilinos que no pagaban nada por el
alojamiento en su dormitorio[124]. Para decidir al alcalde a poner en obra su proyecto, el buen Padre le
escribió lo siguiente el 27 de julio: "Señor Alcalde: La protección que
usted ha tenido a bien conceder a nuestros Hermanos radicados en la población
de Charlieu, me llena del más vivo agradecimiento. Diversas circunstancias
enojosas les hubieran acarreado, con toda seguridad, consecuencias en su
trabajo, si no hubieran encontrado ayuda en su sabia administración. Esperamos
que el Señor bendiga todos los esfuerzos que usted realiza para procurar la
instrucción religiosa a los niños pobres, que, sin su celo, estarían privados
de ella, por la indiferencia de la mayoría de los padres de familia".
(487)
"Aceptamos la nueva casa que usted ha destinado para escuela, y las
habitaciones que cedió a los Hermanos para que pudieran retirarse después de
las clases. Nuestro Hermano Visitador nos comunicó que usted se propone mandar
construir, para el año próximo, un edificio en el que se den las clases; y
entonces, habrá un solo local para los Hermanos. [Si usted pudiera haber
llevado a cabo, para la fecha indicada, un plan tan inteligente, los Hermanos y
la misma sociedad, le estarían muy agradecidos. Reciba]"[125]
Acrecentamiento,
formación.
(488) Al
igual que el año anterior, la gran fiesta de la Asunción se vio realzada con
una toma de hábito, en la que 17 postulantes revistieron el hábito religioso y
recibieron los nombres siguientes: Hermanos Dagoberto (Boudoir), Daniel
(Garde), Darío (Danière) Diódoro (Mattaud), David (Maisonneuve), Emery
(Roudet), Deícolo (Perrier), Delfino (Oriol), Deodato (Villemagne), Dídimo
(Buron), Dióscoro (Francon), Diógenes (Valadieu), Cotón (Carrot), Eduardo
(Buclon), Eleuterio (Cros), Elpidio (Colombet) y Eleazar (Tardy).
(489) Los
Hermanos Deícolo y Delfino, tenían muchas cualidades pero poco espíritu
religioso para perseverar en su vocación.
(490) El
Hermano Eleazar era algo flojo, pero con un excelente espíritu y de una entrega
incondicional. Algún tiempo después lo mandaron a dar clase. Cierto día, el
Hermano Luis María lo pasó al pizarrón y le dictó una suma de quebrados. El
alumno la hizo mal. El profesor se impacientó y lo amenazó con bajar de su
estrado. "Haría bien" respondió tranquilamente el Hermano Eleazar.
Viendo que no podía resolverla, el profesor gritó: "¡Ignorante! Voltée la
fracción que está dividiendo". El alumno, que era muy fuerte, tomó
lentamente el pizarrón, colocado sobre el caballete, y lo volteó. Todos soltaron
una carcajada, hasta el impaciente profesor.
Convocación
al retiro.
(491) El 9
de septiembre el Venerado Fundador, convocó a los Hermanos al retiro anual, con
la siguiente circular:
(492)
"Mis queridos Hermanos: El mes próximo será para nosotros un tiempo precioso
y de muchas satisfacciones, ya que tendremos la dicha de reunirnos para tomar
un poco de descanso bajo los auspicios de María, nuestra tierna Madre. Así,
unidos en espíritu y corazón, disfrutaremos de los deliciosos frutos que Dios
ha prometido por su profeta[126] a los hermanos que viven unidos."
(493)
"Como nuestra asamblea será muy numerosa, presiento que, a pesar del deseo
que tengo de estar pendiente de todas sus necesidades, tendrán que soportar un
montón de detalles que asedian por todos lados nuestra pobre naturaleza. Pero,
tengamos ánimo; estas molestias pasajeras que sufriremos, por decirlo así, y en
las que sin quererlo, pensamos, quedarán, siguiendo las palabras de un padre
del desierto, recompensadas por una felicidad eterna. Traten de arreglar bien todas
sus cuentas, sea con la librería, sea con otras personas con quienes tengan
algún trato; para que puedan gozar de perfecta tranquilidad durante las
vacaciones. Logren que les paguen de la mejor manera posible, y si conocen a
los parientes o bienhechores de algunos novicios o Hermanos, que no vivan muy lejos
de ustedes, hagan el favor de insistirles para que se esfuercen por terminar de
pagar lo que puedan deber a la casa; pues comprenderán, que, siendo tan caros
los víveres, estamos obligados a hacernos llegar lo que nos corresponde. Por la
misma razón, no pueden comprometerse a recibir internos en las mismas
condiciones que el año pasado; es conveniente interesar a los padres de familia
bien dispuestos, para que cooperen con un extra sobre la cuota del año que va a
terminar".
(494)
"Les recomiendo pongan en su equipaje la ropa en mal estado y los hábito
viejos que ya no les sirven, y los envíen algunos días antes, para que puedan,
al llegar a la casa, ver si no se han quedado en camino, suponiendo que no
vengan en vehículo".
(495)
"Lean el capítulo X de la Regla. Hagan el favor de responder con toda
exactitud la estadística adjunta, que entregarán, al llegar, junto con el libro
de cuentas, al Hermano asignado para ello. Con el objeto de que puedan arreglar
sus cuentas con el Hermano de la librería, les enviamos el monto de sus
facturas, que se eleva a la suma de ... y por gastos personales ... que hacen
un total de ..."
(496)
"Ya saben que el retiro comienza en los primeros días de octubre. Reciban,
etc."
(497) Esta
circular fue litografiada por el Hermano María Jubin, al igual que la anterior.
Se puede notar que todas las anteriores, enviadas por el Reverendo Padre, eran
muy cortas. Esta no es tampoco demasiado larga. La principal razón de es a
brevedad, es que las primeras eran escritas a mano en igual número al de los
establecimientos, y que para las últimas, el Hermano María Jubin, no tenía la
suficiente práctica para imprimir un escrito de mayor extensión.
Nuestros
misioneros.
(498) El
Hermano Atalo fue a reunirse con los Hermanos Juan Francisco Javier, Miguel,
María Nizier, María Agustín y Florentino ya en Oceanía, durante el mes de mayo.
Hizo su profesión antes de partir. Fue quien mandó noticias de todos los
viajeros, el 15 de julio, desde Santiago.
(499) Si nuestros
buenos Hermanos misioneros se imaginaban que no iban a encontrarse con el
diablo entre los antípodas de su país, estaban en un grave error. No iban a
luchar contra un enemigo desarmado, ni mucho menos, ya que Satanás no era menos
astuto en Oceanía que en Francia. Al igual que el Hermano Miguel, el pobre
Hermano María Agustín sufrió las consecuencias, y también abandonó la vocación.
Por otra parte, estos buenos Hermanos contaban allá, con muchos menos medios
que aquí par a defenderse de las insidias del enemigo, y corrían peligros mucho
más grandes. Se encontraban desparramados junto con los padres, de los que no
eran otra cosa más que los sirvientes, se reían muy raramente; hacían sus
ejercicios de piedad ellos solo s y asistían a la santa misa cuando les era
posible, en pobres cabañas, etc. La completa desnudez de los salvajes no les
ayudaba en lo absoluto a elevarse por encima de la naturaleza.
Cartas
administrativas.
(500) Para
apresurar la fundación de Vauban, Monseñor d'Hericourt ofreció regalar a la
Congregación el castillo del que ya hemos hablado. El Padre Champagnat solicitó
la aprobación del Reverendo Padre Colin, y escribió de inmediato al obispo de
Autun, el 13 de septiembre, lo que sigue:
(501)
"Monseñor: Sabiendo que se le hace tarde para decidir sobre su
establecimiento de Vauban, me apresuro a comunicarle que el Padre Superior
General aprueba que aceptemos su generoso ofrecimiento. Iniciaremos la obra tan
pronto como nos hayamos puesto de acuerdo en todos los aspectos. Tan sólo temo que,
con todos nuestros esfuerzos y nuestra buena voluntad, no podamos responder
dignamente a lo que usted tiene derecho de esperar de nosotros. María, lo sé
bien, que no abandona ni a los mayores pecadores, cuando imploran su protección,
no dejará sin su auxilio a los que están consagrados a Ella, con la aprobación
del Vicario de Jesucristo."
(502)
"Dígnese, le suplico, Monseñor, fijar la fecha y el lugar de nuestra
entrevista. Por mi parte, no podré disponer de un momento antes de la fiesta de
Todos los Santos, pero después, estaré más libre, para que podamos arreglar
todo, y que después de eso, la Sociedad de María y Su Excelencia, no formemos
más que un solo corazón y una sola alma en los sagrados corazones de Jesús y de
María".
(503) El
17 de septiembre, el buen Padre escribió al padre Rabitaille, decano de
Saint-Pol-sur-Terrenoise, diciéndole que su establecimiento necesitaba un
Hermano más, pero que debido a la insuficiente retribución, no podía enviar
otro Hermano a su costa. Relataba[127] que las promesas hechas el año anterior no habían sido cumplidas, que
el municipio parecía oponerse a la escuela y que la casa le parecía carecer de
solidez. Añadía que iba a escribir al señor Delbèque, jefe de la oficina en el
ministerio, por quien se había fundado.
(504) El
19 del mismo mes, escribió también al señor Libersat, otro empleado del ministerio.
"Señor:
Permítame que vuelva a suplicarle me comunique lo que sepa sobre nuestro
reconocimiento legal. ¿Qué le ha dicho el señor Delbèque? ¿Qué trámites quedan
por hacer?"
(505)
"El señor Salvandy había comentado con el obispo de Belley que si
adoptáramos los estatutos de una sociedad ya reconocida, la nuestra sería
aprobada; si fuera así, no tenemos ningún obstáculo en hacerlo: lo que nos
interesa es formar buenos cristianos y buenos ciudadanos entre los habitantes
del campo".
(506)
"Nos informamos por Saint-Pol que el subprefecto y el alcalde están
opuestos a nuestros Hermanos; me apena en extremo y me sorprende, teniendo en
cuenta que tomamos tal establecimiento bajo los auspicios del señor Delbèque y
con el con sentimiento de estos señores. etc."
(507) Las
peticiones para nuevas fundaciones eran cada vez más numerosas. Venían de todas
partes. Con gran pena, el buen Padre se vio obligado a rehusar un buen número
de ella, por falta de sujetos, sobre todo con el brevet. Varias escuelas n o
contaban todavía con ellos y las reclamaciones de los inspectores y alcaldes,
ponían, con frecuencia, en situaciones embarazosas a nuestro Fundador. Las
comisiones examinadoras se mostraban muy severas, incluso hostiles y la
obtención de dichos brevets se había hecho rara y difícil.
Elección
de un sucesor.
(508) El
Padre Champagnat era de complexión alta, recta y majestuosa; tenía frente
ancha, los rasgos de la cara muy pronunciados, la tez morena, apariencia grave,
modesta, seria y que inspiraba respeto, incluso, en un primer momento, timidez
y temor. Pero estos sentimientos, muy pronto daban lugar a la confianza y al
amor, desde que uno platicaba algunos instantes con el buen Padre; pues, bajo
estas apariencias un tanto rígidas y un exterior algo severo, se escondía el carácter
más jovial y un gran corazón.
(509) Su
fuerte constitución le hubiera permitido vivir más de 80 años, pero las duras
privaciones que sufrió, los agobiantes trabajos físicos a que se entregó, los
numerosos viajes que tuvo que realizar, con frecuencia a pie y en ayunas, ya
sea para visitar sus Hermanos, y para obtener el reconocimiento legal de su
Instituto, las penas que algunos Hermanos le causaron, habían minado en alto
grado su robusta constitución. El buen Padre sentía que sus fuerzas disminuían.
Presentía que su muerte no estaba lejos. Para no exponer el futuro de su
Congregación, quiso darle un gobierno antes de morir. Se puso de acuerdo con el
Reverendo Padre Colin suplicándole que asistiera al retiro anual. [128]Aunque sufriendo, dio todavía las conferencias y el padre Chavas
pronunció los sermones. El Reverendo Padre Colin pronunció una conferencia y
recomendó a los Hermanos abstenerse de cualquier mal hábito, sobre todo del de
tomar rapé, y el buen Padre lo tomó 5 o 6 veces, mientras hacía esta última
recomendación.
(510) La
elección de los sucesores del piadoso Fundador se llevó a cabo un sábado; en la
clausura del retiro, antes de la emisión y renovación de votos. Durante este
tiempo, los novicios permanecían en el mayor silencio. La elección se realizó
en la sala de ejercicios, con las ventanas abiertas. Ibamos a hacer la
profesión durante la mañana. Mientras tanto, nos paseábamos en el patio interior
y escuchábamos con curiosidad al Hermano Luis que leía las boletas de los
escrutinios con un tono de voz muy elevado. A continuación, el acta de esta primera
elección:
(511)
"En el año de 1839, el sábado 12 de octubre, al terminar el retiro general
de los Hermanos, dirigido por los padres Chavas y Favre, ha sido hecha, de la
manera descrita más abajo, la elección del Hermano Director General de los Hermanitos
de María".
(512) El
jueves por la tarde, antevíspera de la elección, se le prescribió a la comunidad
un silencio absoluto para todo el viernes.
(513) El
viernes, a las 4 de la tarde, el Superior General de la Sociedad de María
reunió a todos los Hermanos en la sala de ejercicios. Después de una conmovedora
alocución propia de las circunstancias, les indicó el orden y la secuencia de
la ceremonia, animándolos a implorar las luces del Espíritu Santo para conocer
la voluntad de Dios en la elección tan importante que iba a seguir,
recomendándoles sobre todo, que rechazaran cualquier idea de ambición o de
intriga.
(514) Se
determinó: 1º Que el retiro general y el silencio del viernes, reemplacen, por
esta única vez, el retiro y el silencio de tres días que en adelante deberán
preceder a esta elección. 2º Que el Hermano Director General será elegido entre
los Hermanos profesos, que son los que tienen voz activa y pasiva. 3º Que el
que salga elegido, no podrá hacer ninguna reclamación 4º Que cada Hermano
profeso ocupará su lugar en la sala de elecciones, por orden según la fecha de
profesión. 5º Que cada elector, nombrará, en escrutinio secreto, los tres
Hermanos que crea, ante Dios, ser los más capaces para ocupar el puesto de
Hermano Director General. 6º Que los votos serán recogidos por tres
escrutadores elegidos por los Hermanos; el escrutinio se hará en alta voz por
cada uno de los tres, mientras que tres secretarios, también escogidos,
escribirán los resultados, individualmente. 7º Que de los tres Hermanos que
obtengan la mayoría, uno de ellos será nombrado Hermano Director General por el
Superior de la Sociedad de María, ayudado por su Consejo, y los otros dos,
serán, por derecho, sus asistentes y consejeros. 8º Que el Hermano Director
General será vitalicio, pero que podrá ser destituido en los casos y de la
manera prevista por las Constituciones. 9º Que cualquiera que directa o
indirectamente, para él mismo o para los demás, haya solicitado votos o
realizado alguna clase de intrigas, sea privado por el mismo hecho y para siempre,
de voz activa y pasiva. 10º Finalmente, que después de la elección, las boletas
serán quemadas inmediatamente y que nadie dará a conocer por quienes votó.
Preparativos
para la elección.
(515)
Quedaron designados dos Hermanos, uno en defecto del otro, para dirigir unas
palabras al Hermano Director General. El Hermano Luis María fue el primer
designado y el Hermano Francisco Javier, para reemplazarlo en caso necesario.
(516)
Después de la oración de la noche, los Hermanos Juan María, Denís, Pío, Felipe
y Andrónico, fueron escogidos para preparar, en la siguiente forma, la sala de
las elecciones: En el fondo, abajo de la imagen del Crucifijo, un sillón para
el Hermano Director General y de cada lado, las sillas para sus asistentes; al
frente, una estatua de la Santísima Virgen, sobre una mesa preparada con este
fin; en el centro, la urna para recibir los votos, 92 pequeñas boletas
cuadradas de color azul, y otras tantas plumas recién cortadas, todo esto sobre
una mesa con tapiz verde; frente al Crucifijo, pero en el lado opuesto, los
lugares para los Padres de la Sociedad, y en los lados, para los Hermanos
profesos. Frente a los Padres y bajo su vista, tres mesas separadas para los
secretarios. Los Hermanos no profesos y los postulantes, tenían su lugar señalado
en la parte exterior de la sala, que se encuentra separada por un muro alto. La
capilla estaba adornada como para las grandes fiestas .
(517) El
sábado, después de la meditación, los Hermanos no profesos, 148, y los
postulantes, 13, tuvieron permiso para hacer en silencio, una corta salida al
jardín. Durante este tiempo, los Hermanos profesos se dirigieron a la sala de
las elecciones para colocarse en el orden señalado, en total 92, los otros 18
profesos están en los establecimientos o en Polinesia. Al mismo tiempo el
Reverendo Padre Colin, superior general de la Sociedad de María, una vez que
ocupó el lugar que le se le había preparado, mandó colocar a su derecha al
Padre Champagnat, Primer Asistente, fundador de la Sociedad de los Hermanos, a
su izquierda el padre Terraillon, 2º asistente, y a los lados, a continuación,
los padres Maîtrepierre, Chavas, Favre, Besson y Matricon.
(518) Una
vez que se colocaron, se procede a la elección de los escrutadores y de los
secretarios. Habiendo propuesto el Padre Champagnat a los Hermanos Luis,
Lorenzo y Gabriel, los Hermanos los eligieron por aclamación. Los Hermanos
Mauricio, Casiano y Andrónico, son propuestos y elegidos de la misma forma,
como secretarios. Después de estas elecciones, el superior general, recomienda
que al regresar, se tomen exactamente los mismos lugares, y renueva la importante
recomendación de no tener otras miras, en esta ceremonia, sino la gloria de
Dios, el honor de María y el bien de la Sociedad, los Hermanos tienen
autorización de realizar, también en silencio, un corto paseo por el jardín,
durante un cuarto de hora.
La
elección propiamente dicha.
(519) A
las 7 y cuarto da inicio a la ceremonia por el canto del Veni Creator y la
celebración de la misa votiva al Espíritu Santo, a la que asiste toda la
comunidad. Terminada la misa, el superior General de la Sociedad dirige a todos
los Hermanos una corta pero emotiva alocución, que termina con la hermosa
oración de los Apóstoles: Tu Domine qui corda nostri omnium, etc.;[129]. pidiendo a Dios conocer al que, desde toda la eternidad, ha escogido y
destinado en su sabiduría, para ocupar el cargo de Hermano Director General.
Entonces, los Hermanos profesos únicamente, se dirigen a la sala de elecciones;[130]; cada profeso volvió a ocupar el lugar indicado, y una vez repetidas
las indicaciones de la víspera, de una manera muy solemne, la comunidad se pone
en meditación, los electores para juzgar su elección ante Dios y su conciencia,
los demás, para ayudarlos con sus oraciones y sus votos.
(520)
Después de media hora, los no profesos y los postulantes, reciben la indicación
de salir, en silencio, al huerto. Los Hermanos profesos, son nombrados
nuevamente para autentificar su presencia. Las boletas y las plumas se distribuyen
y cada uno escribe en secreto, los nombres de los que ha escogido. Para algunos
que no saben escribir, el Hermano Luis María escribe los nombres en presencia
del Hermano Juan.
(521) A
una señal, dada por el Superior General, el Padre Champagnat recoge en la urna
los votos de cada uno de los Hermanos. Los Hermanos Luis, Lorenzo y Gabriel,
los cuentan en voz alta y realizan el escrutinio. Habiendo comprobado que el
número es igual al de los Hermanos presentes, los Hermanos Mauricio, Casiano y
Andrónico ocupan su lugar de secretarios y se inicia la elección. El Hermano
Luis toma uno de los votos y lo lee en voz alta, lo remite al Hermano Lorenzo
quien lo lee de la misma manera, al igual que el Hermano Gabriel. Mientras
tanto, los secretarios escriben cada uno por su parte, dictado por los
escrutadores y bajo la vigilancia de los Padres, el nombre de los que son
nombrados. Se sigue el mismo orden para los 92 votos. El superior general,
recogiendo las listas de los secretarios, cuenta, con la ayuda de sus
Asistentes, el número de los sufragios que ha obtenido cada Hermano. El
resultado total de las tres listas es de 87 votos para el Hermano Francisco, 70
para el Hermano Luis María, 57 para el Hermano Juan Bautista, y 45 para el
Hermano Juan María. Los Hermanos Estanislao, Luis, Casiano, Antonio, Mauricio,
Francisco Javier y Mateo, también obtienen un cierto número de sufragios.
Proclamación
de los elegidos.
(522) El
superior general escribe los nombres de los tres Hermanos que tuvieron mayor
número de votos y se dirige con su Consejo a un local separado para determinar,
delante de Dios, quién de los tres será nombrado como director general. Después
de implorar las luces del Espíritu Santo por el rezo del Veni Creator y hecha
su elección, entra con su comitiva a la sala en lo que los Hermanos no profesos
y los postulantes, son llamados por una campana, y se colocan en la parte de la
sala que les esta asignada.
(523)
Entonces, el superior general proclama en presencia de los Padres y de toda la
comunidad, como verdadero y legítimo Hermano Director General de la Sociedad de
los Hermanitos de María, al Hermano Francisco, de pila Gabriel Rivat, del
municipio de La Valla, de treinta y un año, seis meses de edad, postulante en
1818, el 6 de mayo a la edad de 10 años, novicio en 1819, el 8 de septiembre;
profeso el 11 de octubre de 1826, y primer consejero del Padre Superior, desde
ese año. Los Hermanos Luis María y Juan Bautista fueron designados como
asistentes. Este último, en estos momentos, director de Saint-Pol
(Pas-de-Calais), estuvo representado por el Hermano Juan María, que fue el 4º
en votos.
(524) Los
dos asistentes, habiéndose dirigido junto al Hermano Director General, lo
llevan de la mano al sillón que le estaba reservado. Todos los Hermanos se
apresuran a reconocer, por la intervención del Hermano Luis María, como verdadero
y legítimo Hermano Director General, al Reverendo Hermano Francisco,
ofreciéndole, por este título, sus muestras de respeto, entrega y religiosa
sumisión; desde luego: más que felicitarlo por sus méritos y sus virtudes, que
le merecieran la confianza general, era para mostrarle un cuadro con sus numerosas,
difíciles e importantes obligaciones. Después de este respetuoso y conmovedor
cumplido, el Reverendo Padre Colin y sus asistentes, se dirigieron cerca de él
para darle el beso de paz. Los dos asistentes del Hermano Director, llegan
junto a ellos, se ponen de rodillas para recibir su bendición y el ósculo de
paz; les siguen seis Hermanos profesos más y seis postulantes. Lo largo de la
ceremonia no permite que todos participen de este mismo favor.
(525)
Terminadas las ceremonias, uno de los Padres entona el Magnificat y la
comunidad se dirige en procesión a la capilla, para asistir a una misa de
acción de gracias, precedida de la emisión y la renovación de votos, y
participan en la comunión general. El Hermano Director General, acompañado de
sus asistentes, sigue la procesión y va a ocupar, en la capilla, el lugar que
se había preparado. Después de la misa, se concedió a los Hermanos un poco de
recreo, durante el cual, el Hermano Director General y sus asistentes, reciben
la bendición y los paternales consejos del Reverendo Padre Superior de toda la
Sociedad. Cumplen enseguida con este mismo deber, respecto al Venerable
Superior y Fundador de los Hermanos.
(526) Es
mediodía. Se dio la señal para la comida y toda la comunidad se dirige al comedor.
El Hermano Director General y sus asistentes, convencidos que el primer deber
era dar a sus Hermanos a ejemplo del divino Maestro, lecciones de humildad y
abnegación, se encargan con gusto, en esta ocasión de servir la mesa. Durante
la comida, sazonada por la paz, la unión y la caridad, los Hermanos tienen la
libertad de entregarse a la dulce y salta alegría de una sencilla y edificante
conversación."
(527)
Hemos querido presentar en toda su amplitud este proceso verbal, a pesar de su
extensión, porque fue inspirado por el Venerado Fundador y que el ceremonial
seguido en esta ocasión, será practicado en las elecciones posteriores.
(528) Como
se puede observar, la elección del primer régimen del Instituto se llevó a cabo
en doble escala; en el sentido de que el Reverendo Padre Colin, superior general,
se había reservado la confirmación de dicho procedimiento.
(529) He
aquí los nombres de los 19 Hermanos que hicieron su profesión: Hermano Aquilas
(Rivat), Alberto (Grenier), Albano (Mathoulin), Ambrosio (Donadieu), Aster
(Sage), Atenodoro (Guillot), Aubin (Cottin), Auxencio (Dorant), Avit (Billon)
futuro visitador, asistente y analista, Babilas (Jay), Berardo (Mas), Bertin
(Bruyas), Juan Filomeno (Vialleton), Joaquín (Bonvalet), Justino (Perret),
Macario (Bure), Pascal ) Chapelon), Rafael (Chol), y Chaumont (Béranger).
(530) El
Venerado Padre fundó la casa de la Providencia en Saint-Chamond, el noviciado
de Vauban, Bougé-Chambalud, Usson, Craponne, Saint-Julien-Molhesabate. El
último fue fundado por el señor Courbon, excelente cristiano de esa parroquia.
Después de su muerte, sus hijos no quisieron encargarse de la obra de su padre
y el establecimiento fue clausurado en 1859.
(531) El
señor cura de Neuville pidió un Hermano que pudiera ir a atender la escuela en
Fleurieux y pasar la noche con los Hermanos de Neuville. El buen Padre se lo
prometió como ya lo había hecho con anterioridad para Albigny, mediante 400 f
r. de prima, 500 fr. de mobiliario personal y 600 fr. como retribución anual.
Los dos ayuntamientos encontraron esas condiciones demasiado costosas y los dos
Hermanos nunca llegaron.
(532) El
20 de octubre, el Reverendo Padre escribió al padre Mazelier para agradecerle
el inmenso servicio que le hacía al recibir a nuestros Hermanos sujetos al servicio
militar; entregó la carta a un Hermano que se dirigía a Saint-Paul para dar al
padre Mazelier el número y los nombres de los Hermanos que deberían llegar unos
días después. El padre Mazelier no modificó las condiciones existentes desde
hacía varios años.
Fundación
de Vauban.
(533)
Antes de mandar los Hermanos para Vauban, el piadoso Fundador dirigió la carta
siguiente a Monseñor d'Héricourt:
(534)
"Monseñor: No puedo más que felicitarme por el constante aprecio hacia la
Sociedad de María, y ofrecerle de nuevo, la expresión más profunda y respetuosa
de gratitud. Espero que la santa unión que Su Excelencia desea contraer en el corazón
de nuestra buena Madre, con la Sociedad de sus Hermanos y de sus hijos, sea
para su gloria y la salvación de las almas. Sin duda, usted querrá conocer la
bases de nuestro mutuo entendimiento y que deben cimentar y asegurar esta
unión; estoy completamente de acuerdo con estas disposiciones. Es muy correcto
fijar de antemano las condiciones, de una parte y de la otra, para que nuestra
entrevista no tengamos que determinar más que los detalles."
(535)
"Para nosotros, Monseñor, al encargarnos de la dirección del noviciado de
Vauban y comprometernos a organizar en su diócesis escuelas particulares, en
proporción a los sujetos que podamos formar, será muy conveniente, según los
ofrecimientos que usted ha tenido la amabilidad de hacernos, establecer, como
primera condición, que el noviciado quede simple y sencillamente, a disposición
de la Sociedad y sea, desde el principio, su propiedad inalienable. Sin
embargo, en el caso de que, por acontecimientos imprevistos, dicha Sociedad sea
disuelta, la casa de Vauban volverá a estar a disposición de su Excelencia. Se
pagará una indemnización a los derecho-habientes, determinada por peritos, por
las mejoras realizadas en el intervalo d e tiempo que estuvo en nuestro
uso".
(536)
"Espero, Monseñor, que tenga la bondad de darme a conocer sus intenciones,
y tan pronto como haya recibido su respuesta, me apersonaré en Autun para el
arreglo definitivo".
(537) El
señor obispo de Autun, aceptó las bases señaladas antes para los arreglos
finales.
Frente a
exigencias exageradas.
(538) El
señor Aurran insistió para que se fundara, a la mayor brevedad, el noviciado de
Lorgues. El buen Padre lo felicitó por su celo y por el buen uso que hacía de
su gran fortuna. Añadió que todavía no contaba con la autorización necesaria
para enviar sus Hermanos a Provence, que estaba en trámites y que esperaba
obtenerla sin tardar demasiado. Aconsejaba al señor Aurran, que abriera su
escuela bajo el título de internado y pusiera como titular a un Hermano con
certificado, que le enviaría, asegurándole que, así, el noviciado no sería
molestado. Añadió, al terminar, que vería con gusto, confiar esta buena obra a
otra congregación. El señor Aurran gastó grandes cantidades en obras buenas,
pero tenía más celo que prudencia. La mayoría de estas obras no tenían bases
sólidas y no duraron mucho tiempo. El obispo de Fréjus decía, refiriéndose a
él: "Es un piadoso lunático".
(539) Los
Hermanos y alumnos de La Côte-Saint-André seguían gratuitamente los ejercicios
del seminario menor, desde hacía ocho años. El superior de esta casa determinó
pedirles 50 fr. anuales por los lugares que ocupaban. El buen Padre se dirigió
al señor obispo suplicándole que los Hermanos de La Côte, al igual que los
alumnos, tuvieran plazas gratuitas en la iglesia, según lo señalado en nuestro
prospecto, como en todas nuestras casas.
(540) El
Padre Champagnat escribió el 20 de noviembre, la siguiente carta al señor
Aurran, que volvía a la carga:
(541)
"Señor: Bendecimos a la Providencia por la perseverancia que le ha
concedido en sus piadoso designios. Ya que sigue pensando poner su obra en
manos de los Hermanos Maristas, tendremos la satisfacción de participar con
usted en la instrucción religiosa de sus queridos Provenzanos. A pesar del gran
número de peticiones que nos hacen, no insistiremos en la promesa que se le
hizo. Trataremos de enviarle Hermanos para 1840, sea para la escuela, sea para
el noviciado. Esperamos que siga dando las disposiciones oportunas y que por
sus atenciones, bajo la protección de nuestra Buena Madre, esta empresa acierte
para la gloria de Dios y la salvación de las almas".
Noviciado
de Saint-Didier-sur-Chalaronne.
(542) Al señor
obispo de Belley, que también insistía en un noviciado en Saint-Didier, el
Venerado Padre contestó de la siguiente manera:
(543)
"Monseñor: Lamento mucho, no haber podido, con ocasión del retiro, tener
la satisfacción de presentarle mis respetuosos sentimientos, y comunicarle de
viva voz, mi opinión sobre el noviciado de Saint-Didier. De acuerdo con los
deseos que su Excelencia me había manifestado, ya por el superior, o en los
diversos intercambios que he tenido con si Ilustrísima, he aumentado el personal
de Saint-Didier, para que el Hermano Director, pueda dedicarse de manera
especial a la atención de los novicios. Me escribió comunicándome que ha
recibido algunos cosa que me ha dado mucho gusto; pero temo mucho que el
noviciado no pueda funcionar correctamente con el ritmo de las clases del
internado. La experiencia nos lleva a creer que no pueden caminar estas dos
obras diferentes en la misma casa. En un principio, nosotros mismos admitimos
algunos alumnos externos y algunos internos en el Hermitage. Nos vimos
obligados a renunciar, al darnos cuenta que los alumnos acarreaban la pérdida
de un buen número de novicios y que causaba a todos un perjuicio más que evidente.
Incluso nos vimos obligados a separar completamente los postulantes de los
Hermanos. Sólo después de haber hecho lo anterior, logramos poner orden en
nuestra casa y conservar nuestros aspirantes".
(544)
"Un sacerdote excelente de la diócesis de Grenoble ha querido tener un
noviciado en condiciones semejantes. Nos prestamos a este proyecto. El fue el
primero en reconocer que eso no podía funcionar. Nos manda un buen número de
sujetos al Hermitage, con la condición de que serán colocados en la diócesis,
una vez formados."
(545)
Monseñor, no es que nos rehusemos a iniciar el noviciado que desea Su
Excelencia; sin embargo, después de haber reflexionado y examinado todo muy
bien, no creemos que tenga éxito, en la forma en que funciona ese establecimiento.
Pero, ensayaremos a pesar de todo, si Usted persiste en los mismos sentimientos,
etc."
(546)
Monseñor Devie era un santo obispo. No aceptaba de ninguna manera a las
personas piadosas si no eran mortificadas. En una de sus visitas a
Saint-Didier, el párroco, para honrar a su obispo, había mandado preparar un
opíparo banquete. Monseñor bendijo la mesa, puso queso blando en un trozo de
pan, comió eso junto con un vaso de vino y de inmediato invitó al señor cura a
seguir con la visita de las obras de la parroquia. No obstante, los invitados
hicieron el honor a la comida. El obispo hacía lo mismo en todos lados.
(547) El
director de Saint-Didier era por entonces el Hermano María. Recibía algunos
postulantes, pero el noviciado pronto fue como el Padre Champagnat lo había
previsto. Tal resultado disgustó mucho a Monseñor, quien, como lo hemos dicho,
se disgustó con nosotros y favoreció a los Hermanos de la Cruz y a los de la
Sagrada Familia.
Circular
del Hermano Francisco.
(548) Los
Hermanos Casiano, Paulino, Babilas y Teófilo, salieron el 5 de diciembre para
Vauban. Al día siguiente, el Reverendo Hermano Francisco y el Hermano Luis
María[131], dirigieron a los Hermanos la siguiente circular:
(549)
"Queridos Hermanos: Hemos creído darles gusto retrasando por algunos días
el envío de la circular sobre las conferencias, para darles a conocer algunas
noticias sobre las bendiciones que el buen Dios sigue derramando sobre nuestra
querida Sociedad. Leerán, con especial interés, el extracto de una carta que
nuestro buen Hermano Atalo nos escribió desde Santiago, el 15 de julio
pasado."
(550)
"El señor obispo de Autun acaba de entregar definitivamente a la Sociedad,
el noviciado de Vauban y nuestro Reverendo Padre Superior, a pesar de su
agotamiento, no escuchando otra cosa más que su celo y su entrega, fue personalmente
a inaugurar la obra bajo la protección de nuestra Inmaculada Madre. Unámonos a
él para obtener del Señor, sus bendiciones sobre esta segunda casa de
noviciado. Roguémosle, queridos Hermanos, para que nos conceda nuevos recursos
para poner bases sólidas al de Lorgues (Var), que acaba de construirse, y al
que nos hemos comprometido aceptar el año próximo; para poder responder a los
deseos del obispo de Belley, que solicita el mismo favor y que quisiera ver
funcionar dicha obra; para sostener el establecimiento de Saint-Pol
(Pas-de-Calais), donde el súbito crecimiento necesita urgentemente al menos de
dos nuevos Hermanos, y preparar la apertura de una casa de noviciado, en la
próxima primavera; para cumplir, en fin, algunas de las numerosas y apremiantes
peticiones que nos dirigen de todas partes. ¡Oh, queridos Hermanos, cuánto bien
por hacer! ¡Qué inmensa es la mies!... Afiancémonos en el espíritu de nuestra
vocación; trabajemos con entusiasmo en la obra de María, y agradezcámosle las
gracias tan señaladas que sin cesar nos alcanza, por una renovada fidelidad en
corresponder a ellas."
(551)
"Nuestro buen Padre Superior nos encarga que les comuniquemos, en esta
ocasión sus buenos deseos de año nuevo. Ya lo conocer, y saben todo lo que su
corazón paternal les desea de felicidad, de paz y de santidad. Su amor filial y
viva gratitud, les dirán los medios para agradecerle todas las muestras de
ternura. Con mucha satisfacción, y participando en sus sentimientos, queremos
ofrecerles nuestros buenos deseos, muy sinceros, que tenemos por su felicidad.
No los limitamos ni al tiempo ni a las circunstancias, ya que son resultado del
sincero y fraternal[132] con la que quedamos en Jesús y María".
Noviciado
de Vauban.
(552) Para
acondicionar el interior del castillo de Vauban, a su nuevo destino, se
gastaron 5000 fr. que fueron pagados por el señor obispo y algunas almas generosas.
Los Hermanos hicieron luego, algunos gastos, pero disfrutaron del jardín, d el
huerto, de los terrenos y prados comprendidos en la vasta propiedad.
(553)
Monseñor dejó allí al padre Beurier, uno de sus mejores sacerdotes, en calidad
de capellán y de ecónomo. Bajo su dirección y la del piadoso Hermano Casiano,
cuyo celo era preciso aguijonear, el noviciado empezó bastante bien. Proporcionó
algunos buenos sujetos al Instituto: los nombraremos cuando sea la toma de
hábito. Veremos que, para desgracia de este noviciado, el padre Beurier no
permaneció allí por mucho tiempo.
Hermanos
difuntos.
(554)
Entre los difuntos de este año, que fueron enterrados en nuestro cementerio, es
preciso mencionar al señor Perret, de 71 años y a María Chevalier, su esposa,
de 68 años; eran los padres del Hermano Ligorio. Oriundos de
Saint-Pierre-de-Bressieux; habían venido al Hermitage para estar más cerca de
su hijo, ser socorridos en su ancianidad y para prepararse mejor a la muerte.
(555) Los
otros difuntos fueron los Hermanos Pacomio (J. María Roiex), muerto en enero;
Félix (Beryer), Pémen (Ardin), Antonino (Boucher), Lázaro (Rembert), Teodoro
(Brossier), Germán (Gavard) y Gregorio (Vincent).
El Hermano
Espiridión.
(556) La
muerte del Hermano Pacomio dejó la zapatería sin quien la atendiera. El Hermano
Basilio, el más capaz, partiría muy pronto para Oceanía. Encargaron entonces,
al Hermano Espiridión, un buen viejo sin instrucción, poco hábil en su trabajo
y que el buen Padre había recibido por caridad. Su lenguaje era tan francés
como el de una vaca española, pero tenía muchas ganas de hacer bien las cosas.
"Para llegar a Turquía, decía, hay que pasar por Toulon" Aunque
viejo, le gustaba mucho jugar a las bochas. El padre Matricon recibió un día a
algunos de sus cohermanos. Después de la comida, los llevó a la gran terraza,
en donde los Hermanos tomaban su recreo. Viendo al Hermano Espiridión y
queriendo divertir a sus invitados a costa del Hermano, le dijo: "Hermano
Espiridión, les dije a estos señores que usted era muy hábil en contestar
adivinanzas, y quieren comprobarlo". -"¿Qué quieren que
adivine?", replicó el Hermano. -"Quieren saber por qué las gallinas
negras, ponen huevos blancos" -"Les diré por qué, respondió el Hermano,
cuando me hayan dicho ¿Por qué el burro que tiene el culo redondo zurra
cuadrado?" Los que se rieron lo hicieron a costa del padre Matricon.
Calentándose una tarde con el viejo Boiron, el Hermano Espiridión le dijo:
"Creo que el diablo nos va a torcer el c. este invierno".
(557) A
los padres les gustaba jugar bochas con él, sea a causa de su modo de hablar,
sea para oír expresiones grotescas. Cierto día, teniendo al padre Matricon como
compañero, le indicó que le tocaba tirar una bola. Para fastidiarlo y para que
dijera alguna de sus frases, para reír, el padre jugó mal y no hizo nada.
"Padre, le dijo el Hermano Espiridión con vehemencia, si no fuera mi
Padre, le metería las bolas por la cara". Este recio anciano dirigió la
zapatería durante unos 7 u 8 años; un día fue a quejarse amargamente con el
Hermano Francisco diciéndole: "Los Hermanos de los colegios me llegan
descalzos" -"Muy bien, respondió el Hermano Superior, será preciso
que los calce".
Estado
financiero.
(558) A
continuación ponemos las cuentas de 1839.
(559)
Ingresos:
Escuelas
27,863, novicios 15,233.02, varios 3,195, misas 1,145.20, remanentes de viajes
336.25, talleres 182.80, cuotas de fundación 6,948. Total de ingresos 76,312.87
(560)
Gastos
Cocina
24,037.40, zapatería 912.30, devuelto 2,517.80, préstamos 1,191, leña y carbón
3,555.85, Mazelier 802.17, biblioteca 396.15, enfermería 152.90, ropa 2,823.35,
albañiles 3,710.60, carpinteros 1,210.75, viajes 1,533.80, sastres 6,080.70,
utilería 3,073.50, varios 21,469.67, sumas dispersas 514. Total de egresos 73,981.87.
En caja
2,331
1840
Complementos
de organización.
(561)
Pudimos darnos cuenta que en la primera Regla había dos clases de directores en
el Instituto: Los Primeros Directores y los de cada casa. Los primeros, estaban
también al frente de una casa, pero tenían también, una cierta autoridad y e l
derecho de vigilar las demás obras de su distrito; ya que el Padre Champagnat
había establecido distritos desde hacía varios años. Los Hermanos de mal
espíritu, para poner en ridículo a estos jefes de distrito, los habían apodado
"grandes Boudras"[133]. Los malos espíritus ven siempre las cosas en un sentido torcido.
(562) Ya
se habían intentado las conferencias entre los Hermanos en cada distrito. El
buen Padre las presidía o delegaba a un Hermano para esto, pero tales
conferencias no habían sido bien organizadas. Para llenar esta laguna, el
piadoso Fundador envió la circular que se va a leer, a todos los establecimientos.
(563)
"Al enviarles el tema de nuestras primeras conferencias, es un deber para
nosotros, recordarles que la historia de nuestra religión, el estudio de su
moral y de sus divinos dogmas, en una palabra: la ciencia sagrada del
catecismo, debe ser el primero y el principal objeto. Hermanos de María, entregados
a la salvación de los queridos niños que nos han sido confiados, no tenemos
otro fin sino el inspirar en nuestros alumnos el amor y el temor de Dios, el
gusto y la práctica de nuestra santa religión. Nos urge, antes que nada, estos
santos conocimientos, santificados por la caridad, que santifica y alimenta la
piedad. Lejos de nosotros esa ciencia puramente profana que el orgullo
ambiciona y que infla el corazón".
(564)
"Pero, queridos Hermanos, para acertar en la enseñanza de la religión y
dar satisfacción a un mundo siempre ciego en lo que respecta a la educación de
los niños, no descuidemos las otras ramas de la educación necesaria a un
Hermano de María: la escritura, la gramática, la aritmética, la historia, la
geografía, y si fuere necesario, el dibujo, la geometría, la contabilidad,
deben ser también objeto de nuestros estudios y materia de nuestras
conferencias. Nos serviremos de ellas como de un inofensivo señuelo para atraer
a los niños y enseñarles luego a amar a Dios, a salvarse. Pero, antes que nada,
seremos buenos catequistas; pero trataremos también, de llegar a ser hábiles
maestros. etc."
A
continuación un reglamento sumamente sencillo.
Autorización
legal.
(565) El 4
de enero, el buen Padre escribió al prefecto del Loira para suplicarle que
preguntara al ministro de instrucción pública, en qué punto se encontraba su
asunto del reconocimiento legal y si había todavía alguna cosa que hiciera
falta .
(566)
Cuando murió el cardenal Fesch en Roma, Luis-Felipe, en vez de ofrecer la sede arzobispal
de Lyon a Monseñor de Pins, que había administrado tan sabiamente esta vasta diócesis,
en nombre del cardenal, durante 17 años,[134]. nombró, para sucederlo a Monseñor de Bonald, hijo del gran literato y
filósofo de este nombre, y que era obispo de Puy desde hacía 9 años. Al conocer
esta noticia, el piadoso Fundador se apresuró a escribir la carta siguiente al
nuevo arzobispo:
(567)
"Monseñor: El superior de los Hermanitos de María tiene la osadía de
adelantar el feliz momento para expresarle nuestros votos y buenos deseos, y
ofrecer a Su Excelencia el homenaje más profundo de respeto y sus más humildes
felicitaciones. Hemos sentido una gran alegría al conocer la acertada elección
que lo llama a gobernar la célebre iglesia de Lyon. Llenos de agradecimiento,
nos unimos a todos los fieles de la diócesis para agradecer al buen Dios el
darnos en su augusta persona, un tan digno y tan santo prelado, un pontífice
tan celoso y tan caritativo".
(568)
"Monseñor, Usted nos acogió y protegió en la diócesis del Puy; pudimos, bajo
su feliz patrocinio, fundar allí nuestros primeros establecimientos; ¿Qué no podremos
esperar de su bondad paternal, ahora que vamos a ser sus hijos de un modo muy
especial? De esta manera, Monseñor, animados con la más dulce confianza, nos
atrevemos, desde luego, enviarle en este pliego, un relato del estado que
guarda nuestra pequeña Sociedad y solicitar en su favor, la ayuda de su poderosa
protección".
(569)
"Desde hace 11 años estamos solicitando, sin poder obtenerlo, el beneficio
de una ordenanza real, que, regularizando nuestra existencia, ponga a nuestros
Hermanos, al abrigo del servicio militar. ¡Qué felices nos sentiríamos,
Monseñor, si pudiéramos agradecer a su benevolencia y a su poderosa intervención,
este precioso favor esperado durante tanto tiempo! ¡Qué agradecimiento
guardarían por siempre, hacia su persona, todos los hijos de María, y en
particular el que Dios escogió par a reunirlos y dirigirlos! Con la dulce
esperanza que escuchará mi petición, y que al estar en presencia del rey, usted
intercederá en favor nuestro, tengo el honor etc..."
ESTADO
ACTUAL DE LA SOCIEDAD DE HERMANOS MARISTAS[135].
(570)
Marcelino Champagnat, superior y fundador de los Hermanitos de María, habiendo
sido elevado al sacerdocio en 1816, fue enviado como vicario al municipio de La
Valla, dependiente de Saint-Chamond (Loira).
(571) La
ignorancia general que encontró, la nula capacidad de los maestros a quienes
los padres confiaban a sus hijos, lo confirmaron pronto en el proyecto que
tenía, desde mucho tiempo atrás, de formar una sociedad que pudiera, con menos
gastos, proporcionar a los niños del campo y de las poblaciones pequeñas, el beneficio
de la educación religiosa que los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
procuraban, con tanto acierto, a los pobres de las ciudades grandes. Empezó,
desde entonces, a formar algunos maestros con el nombre de Hermanitos de María,
convencido, que con solo este nombre, atraería muchos sujetos. Un rápido
desarrollo, en pocos años, confirmó sus esperanzas.
(572) En
1824, bajo la protección y la benevolencia del Ilustrísimo Señor Administrador
de la diócesis de Lyon, sin otros recursos que la caridad de personas piadosas,
construyó cerca de la ciudad de Saint-Chamond, una casa muy amplia para
organizar allí la escuela modelo de la nueva sociedad. Los sujetos se
presentaron en un número mayor que con anterioridad.
(573) En
1834, la asociación contaba con cien Hermanos en servicio, en un buen número de
municipios, y 50 novicios que se preparaban a seguir los pasos de los primeros.
En la actualidad, la sociedad está integrada por cerca de trescientos Hermanos.
Se han fundado y están prosperando cincuenta establecimientos, en los ocho
departamentos del Ródano, Loira, Isère, Alto Loira, Ardèche, Saona y Loira, Ain
y Pas-de-Calais.
(574) El
señor obispo de Autun acaba de confiar a la Sociedad el castillo de Vauban,
cerca de Semur-en-Brionnais, para establecer allí, una segunda casa de
noviciado, y Dios ya la está bendiciendo. Una tercera casa, con el mismo fin,
debe fundarse en Lorgues, departamento de Var, a finales de 1840. Las numerosas
solicitudes nos llegan de todas partes pidiendo nuevos establecimientos. No podemos
dejar de reconocer, en los resultados tan extraordinarios y la miseria de los medios,
la obra de Dios y de la Santísima Virgen. Un gran paso que hay que dar, es el
de regularizar su existencia ante el gobierno por una ordenanza real,
etc."
(575) Las
gestiones realizadas por Monseñor de Bonald, no tuvieron mejor resultado que
las realizadas hasta entonces.[136].
CUADRO DE
ESTABLECIMIENTOS.
(576)
Creemos deber nuestro colocar aquí la lista de los establecimientos de que nos
habla la carta anterior, que fue enviada este año, como sigue[137]:
Departamento
del Loira.
(577)
Nuestra Señora del Hermitage, en Saint-Chamond (Loira), casa amplia, construida
en 1824 bajo la protección y por la liberalidad de Monseñor Administrador de la
diócesis de Lyon, en un valle rodeado de montañas, sobre la rivera derecha d el
Gier, a 3 Km. de Saint-Chamond, lugar solitario, muy a propósito para la
cultura, las ciencias y los ejercicios de una vida regular, alberga de
ordinario unos cien Hermanos, la generosidad de los habitantes es su principal
recurso.
(578)
1816- La Valla. Casa muy pequeña y mal acondicionada, los Hermanos dan allí clases
durante el invierno. La retribución mensual es casi nula, la generosidad del
párroco y los 200 fr. del municipio, son todos los recursos. En esta población
comenzó la institución. 2 Hermanos- 20 alumnos.
(579)
1818- Marlhes. Casa bastante amplia, comprada por el municipio, ayudado de la
liberalidad del párroco. La renta anual de 300 fr., los 200 fr. señalados por
la ley y las retribuciones mensuales, forman la remuneración de los Hermanos. 3
Hermanos, 100 niños.
(580)
1820- Saint-Sauveur. Casa amplia y bastante bien acondicionada que el señor
Colomb de Gaste compró a sus expensas. El señor de Saint-Trivier y el señor de
la Rochette aseguran un ingreso anual de 200 fr.. El resto de la remuneración
proviene del municipio y de las retribuciones mensuales. 3 Hermanos - 110 alumnos.
(581)
1822- Bourg-Argental. El señor Pléné, alcalde, fundador del establecimiento,
compró la casa que está muy bien situada, pero muy chica. El señor de St.
Trivier dio un capital de 13000 fr. que el municipio convirtió en renta anual.
A pesar de estos recursos, se experimenta cada año, un déficit considerable. 3
Hermanos - 150 niños.
(582) 1824
-Chavanay. Casa espaciosa y bien organizaada que el señor cura compró e hizo
arreglar por su cuenta. Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas mensuales
son el recurso de este establecimiento. 2 Hermanos - 90 alumnos.
(583) 1826
- Saint-Paul-en-Jarret. Casa bien acondiccionada, clases amplias construidas por
cuenta del señor cura Noally. Una parte de la remuneración proviene de un fondo,
el municipio da lo restante. 3 Hermanos - 125 alumnos.
(584) 1827
Valbenoîte. La casa es demasiado pequeña relativamente al número de niños que
la frecuentan. La escuela es gratuita, el municipio asegura 2000 fr. para 5
Hermanos. 7 Hermanos, 300 niños.
(585) 1834
- Sury (le Comtal). Establecimiento debiddo a un donativo. La casa de los
Hermanos está bien y la escuela es gratuita. 4 Hermanos - 200 niños.
(586) 1834
- Saint-Genest-Malifaux. Casa de alquilerr. El municipio asegura 800 fr., el
resto proviene de las colegiaturas mensuales. 3 Hermanos - 120 niños.
(587) 1834
- Pélussin. Casa bien arreglada por el seeñor Julien du Colombier que la mandó
construir a su cuenta. Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas, deben
completar la retribución de los Hermanos. 3 Hermanos - 120 niños.
(588) 1835
- Saint-Didier-sur-Rochefort. El señor cuura Roche, mandó construir una casa muy
bonita para escuela. El establecimiento tiene un donativo. 4 Hermanos - 200
niños.
(589) 1836
- Saint-Martin-la-Plaine. Una hermosa cassa construida en 1838[138] Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas sostienen a los Hermanos.
3 Hermanos - 120 niños.
(590) 1837
- Firminy. Casa bastante cómoda. El suelddo de los Hermanos proviene del
municipio y de las colegiaturas. 4 Hermanos - 220 niños.
(591) 1837
- Perreux. Una de las casas más bonitas cconstruidas para escuela, edificada en
primavera de 1838. Este establecimiento tiene un donativo. 3 Hermanos - 150
niños.
(592) 1824
- Charlieu. Casa bastante buena pero muy chica. Las retribuciones mensuales no
completan las retribuciones de los Hermanos, ya que la mayoría son gratuitos.
La población se propone zanjar este problema. 4 Hermanos - 180 niños.
(593) 1837
- Tarentaise. La casa bastante buena. El municipio y las colegiaturas aseguran
el sostenimiento. 2 Hermanos - 70 niños.
(594) 1839
- Izieux. Casa bastante cómoda. El señor Roger garantiza una renta anual de 600
fr. y el municipio pone el resto del sostenimiento. 2 Hermanos - 130 niños.
(595) 1839
- Usson (en-Forez) Casa bonita, escuela ggratuita. 4 Hermanos - 250 alumnos.
(596) 1832
- Terrenoire. Municipio de Saint-Jean-Bonnnefonds. El señor Genissieux, asociado
a la compañía de fundiciones del Loira y de Isère, compró y agrandó
considerablemente la casa de la escuela. El proporciona el mobiliario y el
sostenimiento de los Hermanos. 3 Hermanos - 120 niños.
(597) 1834
- Lorette. Municipio de Saint-Genis-Terreenoire. Los señores Neyrand y Tiollière
hicieron todos los gastos de este establecimiento. 4 Hermanos - 180 niños.
(598) 1838
- Saint-Chamond. Los Hermanos dirigen el hospicio de la Caridad para los niños.
2 Hermanos - 18 niños.
Departamento
del Ródano.
(599) 1823
- Saint-Symphorien-le-Chãteau. Los Hermannos están bien alojados. Un donativo de
650 fr., renta anual del marqués de Noblet, y las colegiaturas, son los
recursos del establecimiento. 3 Hermanos - 150 niños.
(600) 1825
- Ampuis. Casa amplia y bien acondicionadda. Fundada por el padre Petitain,
párroco. Un donativo de 600 fr. forma parte del sostenimiento que se completa
con las colegiaturas. 4 Hermanos - 150 niños.
(601) 1826
- Mornant. La casa y las clases están basstante bien. El sostenimiento de los
Hermanos lo hace el municipio y las colegiaturas. 3 Hermanos - 140 niños.
(602) 1826
- Neuville. Casa bien acondicionada que eel señor Tripier compró y mandó
acondicionar por su cuenta. Las colegiaturas y la generosidad del señor Tripier
son el sostén del establecimiento. 5 Hermanos - 120 niños.
(603) 1829
- Millery. Casa demasiado pequeña. La esccuela no tiene otros recursos sino las
colegiaturas y la liberalidad de algunas personas bondadosas. 5 Hermanos - 100
niños.
(604) 1835
- Lyon. Los Hermanos se hicieron cargo dee la dirección de un hospicio para
pequeños huérfanos fundado por el señor Denuzière. 4 Hermanos - 46 niños.
(605) 1837
- Lyon[139]. Un hospicio del mismo género para la parroquia de Saint-Nizier, le fue
confiado a los Hermanos. 2 Hermanos - 6 niños.
(606) 1837
- Anse. Casa bastante amplia construida ppor la señora de la Barmondière que
hizo todos los gastos del establecimiento. 3 Hermanos - 150 niños.
(607) 1827
- Saint-Symphorien-d'Ozon. La casa está mmal situada. El sostenimiento proviene
del municipio y de las colegiaturas. 2 Hermanos - 80 niños.
Departamento
de Isère.
(608) 1831
- La Côte-Saint-André. Clases bastante biien acondicionadas. Escuela gratuita
fundada por el padre Douillet, antiguo director del seminario menor y sostenida
por una renta anual de 580 fr. por el padre Rocher. 7 Hermanos - 160 niños .
(609) 1832
- Viriville. Casa bastante cómoda. Los 2000 fr. del municipio y las colegiaturas
mensuales forman parte del sostenimiento. El señor cura da el resto. 3 Hermanos
- 120 niños.
(610) 1835
- Genas. El municipio acaba de construir una hermosa casa para escuela. Los 200
fr. previstos por la ley, las retribuciones mensuales y la generosidad de la
señora Rouvier, aseguran los recursos del establecimiento. 3 Hermanos - 110
niños.
(611) 1839
- Les Roches (-de-Condrieu). Casa amplia y cómoda provista por el señor cura
que paga los gastos del establecimiento. 3 Hermanos - 140 niños.
(612) 1839
- Bougé-Chambalud. Bonita casa, escuela ggratuita. 2 Hermanos - 100 niños.
Departamento
de Ardèche.
(613) 1833
- Peaugres. Casa insuficiente y poco adeccuada. El municipio construye una
nueva. El proporciona 200 fr. Lo faltante proviene de las retribuciones mensuales.
3 Hermanos - 100 niños.
(614) 1823
- Boulieu. Las clases son demasiado pequeeñas. El sostenimiento de los Hermanos
casi es cubierto por completo. La señora condesa de Vogué coopera con una
parte. 2 Hermanos - 120 niños.
(615) 1837
- La Voulte. Casa amplia, bastante cómodaa que el señor Genissieux, socio de la
compañía fundidora del Loira y de Isère mandó acondicionarla para escuela.
Todos los gastos corren por su cuenta. 3 Hermanos - 140 niños.
Departamento
de Ain.
(616) 1835
- Belley. Antigua casa de las capuchinas.. 5 Hermanos.
(617) 1836
- Saint-Didier-sur-Chalaronne. Hermosa y amplia propiedad fundada por el Señor
Obispo de Belley. Escuela gratuita. 6 Hermanos - 300 niños.
(618) 1837
- Thoissey. La liberalidad del señor obisspo de Belley y los 100 fr. del
municipio, son los recursos de este establecimiento. 2 Hermanos - 150 niños.
Departamento
de Saona y Loira.
(619) 1836
- Semur-en-Brionnais. Casa bastante cómodda proporcionada por el obispo de
Autun. El municipio y las colegiaturas sostienen la casa. 3 Hermanos - 120
alumnos.
(620) 1839
- Vauban. Hermosa propiedad cedida por ell obispo de Autun. La escuela se
sostiene con las retribuciones mensuales y los 200 fr. prescritos por la ley. 2
Hermanos - 80 alumnos.
Departamento
de Pas-de-Calais.
(621) 1838
- Saint-Pol-sur-Terrenoise. Escuela estabblecida a petición del señor Delbèque,
jefe del ministerio de instrucción pública. Casa demasiado pequeña teniendo en
cuenta el gran número de niños. Se está en construcción de una nueva y amplia
casa. 4 Hermanos - 200 niños.
(622) 1839
- Craponne (-sur-Arzon). Casa amplia y cóómoda. El municipio procura el sustento
de los Hermanos. 4 Hermanos - 160 alumnos.
(623) 1839
- Saint-Julien-Molhesabate. Propiedad basstante amplia. Escuela gratuita. 3
Hermanos - 100 niños.
(624) 1836
- La Polinesia. Misión de Oceanía Occidenntal. 9 Hermanos.
(625) Esta
lista no encierra más que las 47 escuelas en lugar de las 50 de las que habla
la carta a Monseñor., pero no su tuvieron en cuenta la Grange-Payre, que era
por entonces, un internado bastante floreciente, ni Lyon[140] y Belley[141] con los Padres de donde fueron retirados los Hermanos hacia esta época.
(626) La
lista no habla ni de Feurs ni de Vienne, ya clausurados, al igual que de Vanosc
y de Sorbiers, suspendidos, y que fueron reabiertos más tarde. Esta lista
comprendía 300 Hermanos de los cuales 180 daban clase en 50 casas, 48 de las
cuales contaban con 6000 niños[142]. Da también el nombre de 100 poblaciones o municipios repartidos en 29
departamentos y que insistían en tener Hermanos. Se puede creer que esta lista
fue enviada a Monseñor de Bonald para que su Excelencia pudiera utilizarla ante
el gobierno.
Circular:
Nuestros misioneros.
(627) El 4
de febrero, mediante una circular, se aplazaron las conferencias hasta después
de Pascua, debido a las numerosas ocupaciones durante el invierno. Anunciaba la
muerte del Hermano Pascal, como consecuencia de una cruel enfermedad, que había
clavado literalmente su cuerpo al lecho del dolor durante varios meses. Animaba
a los Hermanos a rogar por los Reverendos Padres Pezant y Trippe, al igual que
por los Hermanos Claudio María y Ammon, que habían partido desde hacía algunos
días, para Polinesia.
(628) El
Hermano Amón era un religioso joven, uno de esos temperamentos ardientes que
todo lo exagera, que quieren llegar a la perfección en un día, en los que el
corazón gobierna sobre la cabeza. Lo vimos hablar con gran unción y entusiasmo
a sus cohermanos, sobre la devoción a la Santísima Virgen y de sus ardientes
deseos de ir a las misiones. Contaba mucho con su propias fuerzas y fue
duramente castigado, pues el pobre Hermano abandonó su vocación antes de llegar
a cristalizar sus ideales.
Autorización
legal.
(629)
Monseñor de la Tour d'Auvergne, obispo de Arras, acababa de ser elevado al
cardenalato. El Padre Champagnat le escribió de inmediato para felicitarlo por
esa gran dignidad, y agradecerle la protección que dispensaba a nuestros Hermanos
en Saint-Pol-sur-Terrenoise, y rogarle aprovechara su gran influencia cerca del
Rey, para apresurar la firma de la ordenanza real, tan ardientemente deseada
por los 300 Hermanos del Instituto.
(630) Como
se puede observar, el buen Padre aprovechaba todas las ocasiones para
conseguir, finalmente, la dichosa ordenanza. Dios acrecentó sus numerosas y
grandes virtudes, permitiendo que no obtuviera personalmente un beneficio que
deseaba tan intensamente, y por el que se había fatigado tanto.
(631) El
padre Pradier, santo sacerdote, pidió dos Hermanos para que dirigieran el
establecimiento de sordo-mudos del Puy. El Reverendo Padre contestó, el 11 de
febrero, que esta obra entraba de lleno en su plan y que iba a mandar a dos
Hermanos a París, para formarse y que luego se los enviaría.
Carta del
Padre Colin.
(632) El
29 de febrero, el Reverendo Padre Colin, dirigió una larga carta al Padre
Champagnat; había elaborado un plan para unir entre sí la rama de los Padres y
la rama de los Hermanos. Comunicó dicho plan a nuestro piadoso Fundador, que
creyó su deber hacerle algunas observaciones. He aquí la carta del Reverendo
Padre Colin:
(633)
"Mi muy querido Cohermano. En mi viaje a Belley, Monseñor me expresó el
deseo que tiene de que el terreno que compró en Saint-Didier, sea utilizado
como deducible de la cantidad que entrega a los Hermanos. Le prometí hablar con
usted de l asunto; ya que los Hermanos disfrutarán de los beneficios de la
tierra, pienso que tales frutos los compensarán ampliamente de la renta
desembolsada por el terreno. También me habló del noviciado. Le dije que lo
comentaría de nuevo, pero que eso era de su propia incumbencia. Monseñor cree
que no logrará hacer aprobar sus Hermanos, sin presentar los estatutos de una
congregación de Hermanos ya aprobada, y solicitando únicamente, un ejemplar de
la ordenanza de aprobación".
(634)
"Recibí con agrado, su respuesta y la de los Hermanos a mi proposición
acerca de nuestros futuros compromisos. Como se lo he dicho con frecuencia, no
habrá ninguna dificultad entre nosotros dos; le haré mis observaciones, expondré
mis ideas, que estoy lejos de creer infalibles, si no agradan, seré el primero
en renunciar a ellas."
(635)
"Creí, para unir la rama de los Padres y la de los Hermanos, que debía
establecer entre ellos una especie de dependencia mutua, poniendo las dos ramas
en la necesidad de recurrir, en caso de necesidad, una a la otra. No encuentro
ninguna dificultad en que los Hermanos cambien el hábito al pasar de una a
otra, sobre todo sabiendo que es de interés de los Padres que tales cambios no
se realicen sino en caso de verdadera necesidad. Es mi opinión, que, puesto que
los Hermanos del Hermitage cambian de hábito para los trabajos, puedan hacerlo
también, durante el tiempo que ellos permanezcan en nuestras casas; tampoco
creo que exista alguna dificultad que los Hermanos educadores reciban algunos novicios
para nuestras casas, y por es o pienso unir las dos ramas en una sola,
poniéndolas en situación de prestarse mutuos servicios".
(636)
"Pero ya que estos artículos, según parece, presentan a usted como a sus
Hermanos, ciertas dificultades, y que les causan repugnancia, renuncio a esto,
con gusto. De esta manera, no se hablará más de cambio de hábito, ni de recibir
en sus casas, postulantes para las nuestras; la Providencia proveerá. Los
hábitos de los Hermanos legos y empleados, ya están hechos, únicamente esperan,
para usarlos, que yo les conceda la autorización. No quiero darla sino después
de su respuesta. Pero yo atrasaré este permiso. Y si le parece, trataré de
remplazarlos a la mayor brevedad, puesto que encuentro un grave inconveniente
en tener en nuestras casas, dos tipos de Hermanos".
(637)
"Teniendo Hermanos a nuestra disposición, volvemos a la idea original.
Creemos que esto es de acuerdo con la voluntad de Dios, e incluso necesario
para los Padres. Por lo demás, usted sabe tan bien como yo, que en varias ocasiones
usted mismo lo ha sugerido y que la mayoría de los Cohermanos se pronunciaron a
favor de tal medida; por causa del cambio de hábito de los Hermanos, veo con
pena, una dificultad desde el inicio, a que los Hermanos educadores permanezcan
en las casas de los Padres, creo que usted lo comprende al igual que yo; pero
más adelante desaparecerá esta dificultad. A pesar de mis deseos de arreglar
las cosas de manera que en adelante todo camine en paz y según el espíritu de
Dios, no puedo abstenerme de decirle que mientras usted viva, no puedo de
ninguna manera inmiscuirme en las cosas de los Hermanos educadores; en
consecuencia, usted puede seguir gobernándolos, según el espíritu de Dios, como
en el pasado; y si por causa de sus votos, tiene necesidad d e alguna
autorización, se la doy en la medida en que esté dentro de mis atribuciones.
Sírvase..."
(638) Fue
todo un acierto que el Reverendo Padre Colin renunciara al proyecto que había
concebido. De ninguna manera podía convenir a los Hermanos. Los que todavía
permanecían en casa de los Padres, se retiraron y conservaron su hábito. Por lo
demás, el Reverendo Padre Colin, según ser puede ver, se mostró muy condescendiente.
Asuntos
administrativos.
(639) Los
Hermanos de Saint-Didier disfrutaron de la finca mencionada e hicieron de ella
un huerto, sin reducir sus retribuciones. Ya hemos hablado del noviciado.
(640) Una
autorización legal, con los estatutos de otra congregación, no convenía de
ninguna manera al piadoso Fundador, y prefirió esperar.
(641)
Monseñor de Bonald se ocupó de nuestros asuntos, en París. El Ministro que no
sabía en qué apoyar su negativa, pidió que su Excelencia visitara todas
nuestras casas haciendo una relación detallada de todas ellas. Hubiera sido
mucho más honesto de su parte, confesar su marrullería y decir claramente que
el gobierno no quería concedernos el reconocimiento legal. En este asunto,
Monseñor de Bonald actuó de acuerdo con el cardenal de la Tour d'Auvergne. Su
Excelencia todavía no había tomado posesión de su sede Arzobispal de Lyon. Esto
no tuvo lugar sino hasta el mes de mayo.
(642) El
22 de marzo, en la oficina de la señora Mioche, sucesora de la señora Finaz, el
Padre Champagnat cedió todos los inmuebles que había adquirido, en el Gaux y la
Grange Payre, que le había donado la señorita Fournas, a una sociedad
constituida de la manera siguiente:
(643)
Gabriel Rivat (Hermano Francisco), Juan Claudio Bonnet (Hermano Juan Gabriel),
administradores generales; Claudio Fayol (Hermano Estanislao), Juan Bautista
Audras (Hermano Luis), Juan Antonio Pascal (Hermano Buenaventura), y Pedro
Alexis Labrosse (Hermano Luis María)
(644) A
petición del Padre Champagnat, el barón Rendu, presidente del consejo
administrativo del Instituto Real de sordo-mudos, le escribió que los Hermanos
que quería que aprendieran el lenguaje de sordo-mudos, serían admitidos gratuitamente
en dicho Instituto, con la condición de que pagaran alguna cantidad y pasaran
un examen. El buen Padre le contestó que dichos trámites quedarían cubiertos y
que le enviaría dos Hermanos tan pronto como la decisión del consejo quedara
aprobada por el ministro. Lo más probable es que no lo hizo.
Noviciado
de Vauban.
(645) Ya
hemos apuntado que el piadoso Fundador instaló personalmente a sus Hermanos en
el castillo de Vauban. Esta vivienda principesca le había ocasionado serias
reflexiones y le hacía temer que dañara el espíritu de pobreza de su querida
Congregación. Mandó desmantelar algunas dependencias que le daban impresión de
lujo: "Una cosa me consuela, dijo al Hermano Casiano, y es que no he
pedido este castillo; Monseñor casi me lo ha impuesto. Nunca olvide, Hermando
director, y recuérdelo a menudo a los Hermanos, que aquí como en todas partes,
debemos imitar a Jesús, a María y a José en Belén y en Nazaret."
(646)
Durante los primeros días que pasaron los Hermanos en este castillo, se
escucharon ruidos extraños. Cierto día, sobre todo, estando en el vestíbulo el
Hermano Teófilo, escuchó un ruido estridente, como si un enorme block de
granito cayera sobre un objeto duro, dando la impresión de que parte del
castillo se venía abajo. Los otros Hermanos, a quienes tal ruido había
despertado, recorrieron todas las dependencias del castillo en busca de la
causa sin poder descubrirla. Se podrá juzgar del susto, sobre todo del Hermano
Teófilo, quien a partir de ese día, tuvo varios ataques de epilepsia a intervalos
más o menos retirados, y su salud se vio disminuida durante algunos años. Fue
necesario reemplazarlo por el Hermano Emilio, el mes de mayo del mismo año.
Ultima
enfermedad.
(647)
Después del viaje a Vauban, la salud del querido Padre decaía a ojos vistas. Su
estómago rechazaba cualquier clase de alimento. A pesar de todo, siguió
levantándose a las cuatro, al igual que los Hermanos, decía la Misa de la comunidad,
se dirigía al comedor durante las comidas, aunque la mayoría de las veces no
tomaba nada, y asistía al recreo y a los trabajos. Poco tiempo antes de guardar
cama, fue a trabajar con los que cortaban la roca, aunque estaba tan débil que
apenas podía caminar; tomando los instrumentos con la energía que acostumbraba,
puso manos a la obra hasta que se le cayeron de las manos. Los Hermanos y los
empleados que fueron testigos de esto, y que le habían rogado que no trabajara,
sino que se conformara con verlos, quedaron impresionados hasta las lágrimas.
Uno de ellos lo tomó de los brazos para sostenerlo y ayudarle a regresar a la
casa.
(648) El
miércoles de ceniza, fue presa de un fuerte dolor de riñones que no lo abandonó
hasta su muerte. Este dolor era tan intenso, que cuando estaba acostado, no
podía casi permanecer en la cama. Siempre tranquilo, siempre contento, siempre
resignado a la voluntad de Dios, veía sin lamentarse cómo el dolor y la
destrucción invadía sus miembros. Un Hermano le frotaba las piernas para disminuir
su sufrimiento. El buen Padre le dijo sonriendo: "No es nada agradable
frotarle las piernas a un cadáver, sobre todo de un pecador; le agradezco su
caridad".
(649)
Celebró con gran fervor el mes de San José para pedirle una buena muerte.
(650) El
padre Maîtrepierre vino a visitarlo y el buen Padre aprovechó para hacer
confesión general, con grandes sentimientos de compunción y de dolor.
(651) El
jueves santo, quiso ir a decir la misa a la Grange-Payre; y como trataban de
disuadirlo "Déjenme ir, dijo, es la última vez que voy; y si me espero, no
podré ir a despedirle de los buenos Hermanos y de sus alumnos". Fue a
caballo, y después de celebrar el santo sacrificio, quiso saludar a los internos.
"Hijos míos, les dijo, Dios les ha concedido el inmenso favor de
procurarles maestros piadosos, virtuosos, que sin cesar les dan buenos
ejemplos, y que les enseñan sólidamente las verdades de la religión. Aprovechen
sus lecciones, sigan los consejos que les dan e imiten sus buenos ejemplos.
Recuerden con frecuencia que Jesús los quiere mucho, que murió por ustedes y
que les prepara una felicidad eterna en el cielo. No olviden que el pecado es
el mayor de todos los males, que puede hacerles perder esa felicidad; témanlo,
mírenlo como su mayor enemigo y pidan todos los días a Dios, que les conceda no
cometer nunca ninguno. Obtendrán esta gracia y se salvarán, si tienen una gran
devoción a la Santísima Virgen".
(652) El
30 de abril, aunque sufriendo mucho, quiso iniciar los ejercicios del mes de
María y dar la bendición con el Santísimo Sacramento. Regresó a su cuarto donde
sufrió intensos dolores durante todo el mes de mayo. Un Hermano de los más
antiguos se acercó a expresarle sus temores sobre el futuro de la Congregación,
si la muerte nos lo arrebataba. "Hermano, le respondió el piadoso
Fundador, no se preocupe por eso. ¿Acaso le faltan hombres a Dios para realizar
su obra? El Hermano que ustedes eligieron para sucederme hará las cosas mejor
que yo. El hombre no es más que un instrumento, o mejor aún, no es nada, es
Dios quien hace todo".
(653) Al
Hermano Estanislao, que se lamentaba, el buen Padre le dijo: "Le digo
desde ahora que después de mi muerte las cosas irán mucho mejor que en la actualidad,
y que el progreso de la Congregación será mucho mayor y más rápido que
nunca" . El 3 de mayo celebró la santa misa por última vez. El mismo dijo
después de la acción de gracias: "Me siento feliz de haber celebrado mi
última misa, y me gusta que haya sido la de la Cruz, pues por esta santa cruz
nos vino la salvación y nuestro divino Salvador, salió de este mundo".
Mirada
retrospectiva.
(654)
Desde el 1 de enero se realizaron tres tomas de hábito[143] y el Venerado Padre dio el hábito religioso a 31 novicios cuyos nombres
son: Hermanos Emilás (Ruilire), Emiliano (Pichon), Emilio (Desgrange),
Engelberto (Janet), Epafras (Boudard ), Epafrodito (Verney), Efrén (Negret),
Epifanio (Tardy), Emanuel (Chirat), autor de la fórmula del arquebus y el
licor, Epipodo (Delorme) Erasmo (Raquin), Erasto (Chébard), Esdras (Rival),
Euberto (Meunier), futuro asistente, luego secretario general, Eucher
(Mosnier), Eudoxio (Desormeaux), Eulogio (Chabang), Eufronio (Bathier), Eusebio
(Bayon), Gonzaga (Molette), Eustaquio (Dumoulin), Eutroquio (Ducroy), Eutico
(Raphanel), Eutiquio (Garnier), Evayro (Boudart), Evaristo (Cornet), Evodio
(Granger), Evroul (Dumas), Expedito (Bois), Exuperancio (Poncet), y Favio
(Foucherand).
(655) Los
Hermanos Gonzaga, Eustaquio y Eutropio fueron las primicias de Vauban.
(656) El
registro de tomas de hábito manifiesta que, desde el 2 de enero de 1817, el
Venerado Padre había dado el hábito religioso a 401 novicios. Pero dicho
registro, como ya lo dijimos, se estableció hasta 1829, y el nombre de los que había
n salido no aparece. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el número de
novicios que recibieron el hábito de manos del buen Padre, se eleva a 421. El
registro de defunciones asegura que, desde esa misma fecha, 49 Hermanos o novicios
habían pasado a la eternidad. El Instituto debería contar, por lo tanto, con
391 profesos o novicios. No tenemos posibilidad de saber exactamente el número,
pero según los datos con que contamos, el número era de[144] ... El piadoso Fundador había visto abandonar su vocación a cerca de 92
de sus hijos desde el origen del Instituto hasta su muerte: era menos de la
cuarta parte. Si en el futuro las deserciones no hubieran sido más numerosas,
se hubiera podido esperar que el número de los miembros del Instituto fuera muy
considerable en una cuarentena de años. En su carta al cardenal de la Tour
d'Auvergne, el 16 de enero próximo pasado, el Padre Champagnat contaba con 50
establecimientos, incluidos los de Lyon y Belley, en las casas de los Padres,
al igual que Oceanía.[145] En realidad había nada más 48 establecimientos comprendiendo la escuela
de Roche-de-Condieux, fundada en enero, pero no el Hermitage.
(657)
Quiere decir que en 23 años, el piadoso Fundador había juntado 421 profesos o
novicios, de los cuales 92 se habían retirado con gran pena para él, y 49
habían partido para el cielo. De los 53 establecimientos que había fundado,
Vienne, Feurs, Vanosc, Lyon y Belley, con los Padres, ya no funcionaban, estos
últimos desde hacía poco tiempo, pero quedaban 48 en los que cerca de 180
Hermanos realizaban todo el bien posible. Oceanía no estaba incluida en las 48
casas señaladas más arriba; los Hermanos que estaban allí, se encontraban
desparramados aquí y allá, con los Padres, y aunque no tenían casa fija, no
dejaban, sin embargo, de hacer el bien. A nadie se le ocurrió contar con
exactitud el número de niños que atendían los 180 Hermanos de los colegios; se
puede calcular el número en siete mil.[146] Ya sabemos que, para iniciar esta inmensa obra, el celoso Fundador no
contaba ni con dinero ni con propiedades de ninguna clase. Lo había hecho todo
con su gran espíritu de fe y en la presencia de Dios, por su humildad y su
entera confianza en El, por su devoción sin límites a la que había establecido
soberana de su Instituto, por su entusiasmo, sus privaciones como por sus
sufrimientos físicos y mora les. Siempre había contado con la Providencia que
nunca le faltó.
(658) El
Instituto que había iniciado sin tener un centavo, poseía, a su muerte,
propiedades que se podían evaluar en 200 000 fr. de las que no debía más que
unos a 40 000 fr. La mayoría de los Hermanos, sobre todo los que lo habían
abandonado, no le habían pagado nada. Tuvo que alimentarlos, vestirlos y formarlos
gratuitamente. Además, había atendido a un número considerable de niños o
ancianos pobres, sobre todo en La Valla. En cuanto al bien moral que realizó,
es incalculable.
(659)
Entre las ayudas financieras que la Providencia le había deparado, debemos
nombrar al señor Antonio Théolière, quien, a petición del Hermano Estanislao,
el limosnero del buen Padre, le había dado cerca de 100,000 fr.; la señorita
Fournas, 7,000 fr.; el señor Boiron, alrededor de 40,000; el Marqués de
Montdragon, al menos 6,000 fr.; el párroco Dervieux, los señores Dugas,
Genissieux. Neyrand, Montagnier, etc., de quienes no podemos conocer las
cantidades.
Unción de
los enfermos.
(660) Pero
estos inmensos trabajos, arruinaron la salud del querido Padre; sentía que su
última hora no estaba lejos. Conocía la pena que su enfermedad ocasionaba a
todos los Hermanos. Sin embargo, sabiendo que su fin se acercaba, mandó llamar
al Hermano Estanislao, el 11 de mayo y le ordenó que preparara lo necesario en
la sala de ejercicios, porque deseaba ser administrado. A las cinco de la
tarde, estando toda la comunidad reunida en esta sala, el Padre entró revestido
de sobrepelliz y estola, sosteniéndose a duras penas. Al verlo, todos los
Hermanos derramaron lágrimas. Se sentó en un sillón para recibir la unción de
los enfermos y el Santo Viático. Después de un momento de profundo
recogimiento, habló por última vez a sus hijos de la siguiente manera:
(661)
Queridos Hermanos, acuérdense de sus postrimerías y nunca pecarán. Ahora
comprendo y ustedes lo comprenderán un día, cuando se encuentren en el estado
en que yo me encuentro, que con mucha razón el Espíritu Santo afirma que si
pensáramos en la muerte y en lo que sigue, no cometeríamos el pecado, nunca nos
apegaríamos a este mundo ni a los bienes de la tierra. ¡Ay! en la hora de la
muerte no se experimenta otro pesar que el de no haber hecho lo suficiente por
Dios, por la salvación del alma y para ganar el cielo.
(662)
Amigos míos, estamos reunidos por última vez. Lo que les recomiendo por encima
de todo, antes de abandonarlos, es que se amen unos a otros. Acuérdense que son
hermanos, que María es su Madre común y que están llamados a la misma herencia
que es el cielo. Amense, pues, como Jesucristo los ama, como María su madre,
los ama. Como prueba de este amor, ámense mutuamente, préstense servicio, ayúdense
unos a otros, y nunca olviden que por la práctica de la caridad, la vida
religiosa será para ustedes una vida agradable y un paraiso en la tierra. Es
preciso que estén unidos, que se les puedan aplicar estas palabras de la
Escritura: "¡Qué hermoso, qué dulce y agradable es vivir con los Hermanos!".
(663)
Después de la caridad, la virtud que más deseo recomendarles es la obediencia.
No es que tenga algo de qué quejarme de ninguno de ustedes; al contrario,
reconozco que siempre han sido dóciles a mi voluntad; pero lo que quiero, es
que obedezcan a mi sucesor de la misma manera que me han obedecido hasta el
presente. Al obedecer, estarán siempre seguros de hacer la voluntad de Dios. Para
un religioso, la obediencia es el mejor camino para el paraíso. Si no se aparta
de él, llegará infaliblemente..."
(664)
Hijos míos, es todo lo que puedo decirles. Termino, pues, pidiendo aquí, ante
Nuestro Señor, perdón por todos los malos ejemplos que les haya podido dar. No
recuerdo haber hecho sufrir voluntariamente a nadie; pero si lo he hecho, le
pido sinceramente me perdone".
(665) Al
oir estas palabras, todos empezaron a llorar y cayeron de rodillas. Uno de los
capellanes exclamó: "Somos nosotros, quienes debemos pedir perdón al buen
Padre:" Pero, en su dolor, los Hermanos no lo escucharon. El piadoso Fundador,
conmovido profundamente, se hizo conducir a su habitación, y la comunidad no lo
volvió a ver vivo.
Testamento
espiritual.
(666) Una
novena a santa Filomena le obtuvo cierta mejoría, pero la enfermedad no tardó
mucho en volver con más fuerza, agravando el estado de un ser tan querido.
(667) El
18 de mayo, el Venerado Padre mandó llamar al Reverendo Hermano Francisco y al
Hermano Luis María, y les manifestó su deseo de dejar sus últimas
recomendaciones y expresar su última voluntad a todos sus queridos Hermanos, en
forma de Testamento espiritual. El Hermano Luis María escribió dicho testamento
después de haber anotado las ideas del moribundo. El buen Padre, aprobando la
redacción, lo mandó leer en presencia de los Hermanos más antiguos, reunidos
alrededor de su cama, quienes, terminada la lectura, se pusieron de rodillas,
le pidieron perdón, le suplicaron que los bendijera, al igual que a todos los
miembros del Instituto, y que no los olvidara en el cielo. Luego, se retiraron
llorando.
(668) Como
el precioso testamento de nuestro amado Padre, ha sido insertado literalmente
al final de las Reglas, no lo reproducimos aquí, pero quisiéramos ardientemente,
que todos los Hermanos lo lean, lo mediten con frecuencia y se esfuercen en
practicar constantemente los sabios consejos que encierra y que se resumen en
pocas palabras: Obediencia a los superiores, pobreza según la Regla, castidad
sin mancha, caridad mutua y con los miembros de otras congregaciones; tierna
devoción a María, a San José y a los Angeles de la Guardia, de los que cada
Hermano debe hacer el papel ante sus alumnos; finalmente, entera sumisión al
Reverendo Padre Colin, superior general al igual que completa unión con los
Padres.
(669) Este
último punto se hizo a un lado con el tiempo, por la Santa Sede, y el Reverendo
Padre Colin, nos trasmitió tal decisión, como lo veremos después.
Pensamientos
del Padre Champagnat.
(670)
Vamos a aprovechar de algunos días que la muerte nos permitió tener a nuestro
muy querido Padre, para consignar aqui, algunas de las hermosas sentencias que
le gustaba citar con frecuencia:
1º-
"Desconfíen de los hombres taciturnos, melancólicos, que les gusta estar
solos y esconderse, porque casi siempre tienen ideas perversas".
2º-
"Hay dos tipos de hombres con los que el demonio hace lo que quiere: los
flojos y los que se dejan llevar por la tristeza y el desaliento."
3º-
"No tenemos por qué tener miedo a los hombres malvados, sino a Dios, y
sobre todo a nosotros mismos; nosotros nos causamos mayor mal que el que nos
puedan ocasionar todos los malvados y demonios juntos."
4º-
"Perdemos nuestro tiempo, si contamos con nuestras cualidades, nuestros esfuerzos
y nuestra capacidad para el éxito de nuestros trabajos: Dios es el único que
nos lo puede conceder. Por nuestra parte, no servimos para otra cosa, sino para
echar todo a perder."
5º-
"Para realizar la obra de Dios, no se necesita genio, sino una gran
entrega, una sólida virtud, mucha piedad, y una completa confianza en
Dios."
6º-
"Los Hermanos piadosos son elementos preciosos a quienes nunca apreciaremos
lo suficiente: entre más tengamos, el Instituto será más floreciente, y será
bendecido por Dios con más abundancia."
7º-
"Este pensamiento: Dios me ve, basta para vencer las tentaciones y calmar
las pasiones. En efecto, si no nos atrevemos a realizar el mal ante los
hombres, ¿cómo nos atreveremos a hacerlo delante de Dios?"
8º-"
El cuerpo se acostumbra a todo; pero se hace menos exigente si nos negamos a
satisfacerlo"
9º-
"El que quiere ser fuerte y no sucumbir en los grandes combates, debe ser
fiel en mortificarse y vencerse en las pequeñas cosas."
10º-
"La impureza es fruto del orgullo, de la glotonería y de la pereza."
11º-
"Cuando estén tentados de vanidad, volteen la medalla para ver sus numerosos
defectos."
12º-
"Educar bien a un niño es una empresa más sublime que la de gobernar el
mundo."
13º-
"Un catecismo bien dado vale más que todas las penitencias que se puedan imponer."
14º-
"Cuando uno se entrega a Dios, hay que hacerlo sin reserva y sin rodeos;
desgraciados los que echan de menos las cebollas de Egipto, porque no son aptos
para la tierra prometida de la vida religiosa."
15º-
"El Hermano que quiere más a sus padres que a su Regla o sus obligaciones,
es un religioso voluble, del que habrá que deshacerse cuanto antes."
16º-
"Cuando se desprecian las directivas de quien Dios nos ha puesto como
guía, se encuentra una dirección de acuerdo con nuestros antojos. Los que van a
buscar consejos a Egipto, perecerán junto con sus consejos."
17º-
"Los sujetos que cuentan con más cualidades, son los menos a propósito
para realizar el bien, si confían en sí mismos y no en Dios."
Muerte del
Padre Champagnat.
(671)
Finalmente, la hora señalada por la divina Providencia, iba a llegar. El Soberano
Juez vino a dirigirle las palabras del Evangelio: "Siervo bueno y
prudente, ya que has sido fiel en las cosas pequeñas, entra en el gozo de tu
Señor." Partió a reunirse con los 49 Hermanos que se le habían adelantado
a los pies de María. Allá, no se ha olvidado de los que dejó en este destierro.
Por lo tanto, no nos dejemos vencer por el dolor, aunque sea muy legítimo, de
no volver a verlo en este mundo.
(672) El 6
de junio, sus sucesores comunicaron la triste noticia a todos los Hermanos en
los siguientes términos:
(673)
"Queridos Hermanos: hoy, sábado, 6 de junio, a las 4 y media de la mañana,
nuestro buen Padre Superior se durmió apaciblemente en el Señor, después de
tres cuartos de hora de una dulce agonía. Los funerales se tendrán en Nuestra Señora
del Hermitage, el lunes próximo, 8 del presente, a las ocho y media de la
mañana.
(674) En
esta dolorosa circunstancia, los invitamos, queridos Hermanos, a unir con
nosotros sus lágrimas y sus esperanzas. Lloramos a un buen Padre, un digno
Superior y Fundador, un santo Sacerdote de María, nuestro apoyo, nuestro guía y
nuestro cariñoso consuelo. Lloremos, porque la muerte nos arrebató a quien sabía
compartir nuestras penas y dirigir nuestros pasos en el camino de la salvación.
Terminó una vida de penitencia, trabajo y llena de obras de celo y de entrega,
por los sufrimientos de una larga y cruel enfermedad. Su muerte ha sido como su
vida: edificante. No dudamos en ningún momento que haya sido preciosa a los
ojos de Dios."
(675) Que
estos pensamientos, queridos Hermanos, nos consuelen y nos animen. Tendremos un
protector menos en la tierra, pero será mucho más eficaz y poderoso en el
cielo, junto a la divina María, a quien nos ha entregado a todos, al morir. A
nosotros toca ahora recoger y seguir con esmero sus ·últimas y emotivas
recomendaciones, hacerlo pervivir en cada uno de nosotros imitando las virtudes
que todos admirábamos en él, y de estrecharnos más que nunca alrededor de
nuestra buena y tierna Madre."
(676) Con
los sentimientos de un justo y piadoso agradecimiento, y respondiendo a los
deseos de su corazón, hemos determinado lo siguiente:
1º- En
cada casa se mandará celebrar un oficio solemne y se mandarán decir otras dos
misas por el descanso del alma del Padre Superior. Asistirán a ella todos los niños.
2º-
Durante cuarenta días, se recitará el oficio de difuntos de nueve lecciones,
cada jueves, y diario, mañana y tarde, después del De profundis la oración Deus
qui interapostolicos.
3º- Las
tres primeras comuniones que reciban, después de la recepción de nuestra
circular, serán por la misma intención.
4º- Al
principio de cada mes, en lo que resta del presente año, se leerá el Testamento
Espiritual, que se debe guardar con sumo cuidado.
5º- Se
enviará de la casa-madre a cada establecimiento, un relato detallado de la
enfermedad y muerte de nuestro buen Padre Superior. En la primera oportunidad
les enviaremos un retrato tomado al natural. Soy, etc..."
Funerales
del Padre Champagnat.
(677) Los
funerales del llorado difunto quedaron redactados en los siguientes términos:
(678)
"Después de la muerte del Venerado Padre, fue revestido del hábito eclesiástico,
es decir, con su sotana, un roquete y estola; se expuso en un sillón, sosteniendo
entre las manos la cruz que llevan los Padre Profesos de la Sociedad de María.
Junto a él, sobre una mesa, un crucifijo entre dos cirios prendidos. Los
Hermanos se turnaban en su cuarto para recitar allí el oficio de difuntos. El
mismo día, se tomó un retrato por el señor Ravéry, pintor de Saint-Chamond. La
noche y el día siguiente, fiesta de Pentecostés, el cuerpo permaneció expuesto
como en la víspera, y los Hermanos siguieron recitando junto a él sus
oraciones. Por la noche, se colocó, revestido del hábito sacerdotal, en un
ataúd doble que se mandó preparar; de madera dura encerrado en otro de plomo.
Antes de cerrar el féretro de plomo, se introdujo en él, en presencia del padre
Matricon, de los Hermanos Francisco, Juan María, Luis y Estanislao, una placa
del mismo metal, en forma de corazón, en la que estaban escritas estas
palabras: "OSSA J.B.M. CHAMPAGNAT, 1840"
(679) Los
funerales se celebraron el lunes de Pentecostés, el 8 de junio. El padre
Thiolliére-du-Treuil, cura de San Pedro de Saint-Chamond, presidió la
ceremonia. Los padres Bedoin, cura de La Valla; Janvier, cura de
Saint-Julien-en-Jarret; Préher, cura de Tarentaise; Durbise, cura de
Saint-Martin-en-Coallieux; Vanel, cura de nuestra Señora de Saint-Chamond y sus
dos vicarios Epalle y Matrat; Gard, cura de Isieux; Rossary, cura de
Saint-Paul-en-Jarret y Dubouchet, uno de los vicarios; Bonnier, vicario de
Doizieux y Crozet, vicario de Saint-Just-Dozieux, asistieron con el superior de
los Lazaristas de Valfleurie, y los Reverendos Padres Colin, (el mayor), Maîtrepierre,
Matricon, Besson, Bertholon, Chavas y Soton, sacerdotes de la Sociedad de
María.
(680) El
cuerpo fue llevado procesionalmente a la capilla por los Hermanos profesos,
precedidos de los sacerdotes y seguidos por los señores Victor Duyas, Antonio
Thiolliére y Eugenio, su hermano, Antonio Negrand, Ricardo Chamboret, Roger de
la Bastie y Montaigner Gayot, personalidades de Saint-Chamond y bienhechores de
la Sociedad de María. Se colocó en un catafalco, en el centro de la capilla
ardiente.
(681) El
padre Thiolliére-de-Treuil, cura de Saint-Pierre, celebró la misa, Dubouchet
hizo el oficio de diácono y el padre Epalle, el de subdiácono, y los padres
Préher y Durbise, concelebraron la misa. Los reverendos padres Matricon y Besson
en sotana y los Hermanos Francisco, Luis María y Juan María permanecieron junto
al féretro; toda la comunidad, como señal de duelo, guardó un religioso silencio
durante toda la misa que fue cantada por los sacerdotes y las personalidades de
Saint-Chamond, con tono bajo y lúgubre.
(682)
Después de la misa, todos se dirigieron procesionalmente al cementerio. Los
Hermanos profesos se relevaban para llevar el cuerpo. Fue depositado, con las
ceremonias acostumbradas, en la tumba que se preparó. Luego, la procesión
regresó en silencio a la capilla.
(683) En
prueba de lo cual y para piadoso y perpetuo recuerdo, fue firmada el acta
presente en Nuestra Señora del Hermitage, el 8 de junio de 1840. Firmaron los
sacerdotes, las personalidades de Saint-Chamond, los Padres y los principales
Hermanos."
Sucesores
del Padre Champagnat.
(684) Los
Hermanos estaban convencidos que su querido Padre se hallaba en el cielo, cerca
de la Buena Madre, con los que se le habían adelantado; pero el dolor que les
causó su partida, era muy intenso. La mayoría se preguntaba si la Congregación
podría seguir con los que la iban a dirigir. Nadie dudaba de su entrega, pero
se tenía temor por su inexperiencia. Aunque el Hermano Francisco era muy
querido por todos, no tenía el carácter, la iniciativa, la energía ni el arrastre
del Padre Champagnat. No poseía todos los corazones ni dominaba todas las
voluntades como lo hacía el tan recordado difunto. Agradaba poco su modo de ser
frío, lento y sentencioso en sus conferencias. Se le encontraba meticuloso,
apegado con frecuencia a cosas sin importancia e intransigente en pequeñas
faltas, aceptando difícilmente disculpas y rechazando las sugerencias.
(685) Sus
dos asistentes eran capaces, pero carecían de práctica en el gobierno. Tales
ideas preocupaban la mente de muchos y los volvían precavidos. Los Padres, los
sacerdotes de la región y los bienhechores se hacían idénticas reflexiones. La
posición de las nuevas autoridades del Instituto, no parecía nada halagüeña,
sobre todo teniendo en cuenta que el Hermano Juan Bautista todavía se
encontraba en el Norte y que no podría llegar antes de algunos meses. A ejemplo
del llorado Fundador, los otros dos y el Hermano Juan María, contaban con la
Providencia y pusieron decididamente manos a la obra.
Prácticas
establecidas por el Fundador.
(686)
Hacemos aquí un alto para relatar algunas prácticas y costumbres en uso a la
muerte del piadoso Fundador, omitidas en nuestro relato y que con toda
seguridad serán modificadas o suprimidas más tarde.
(687) El
Venerado Padre insistía en la confesión semanal. Poseía un don especial para
inspirar el horror al vicio impuro y estrechaba afectuosamente a los penitentes
contra su corazón. Si no tenía el don de leer las conciencias, si poseía una
cierta intuición. Un novicio había sido escandalizado por otro en un internado
antes de entrar en la Congregación, en el que la vigilancia estaba muy
descuidada. Sin duda, por ignorancia, no acusó las faltas que se habían
derivado de tal escándalo. El buen Padre se dio cuenta que le faltaba
sinceridad, pero no le hizo preguntas sino con mucha prudencia, a las que el
penitente respondía sin revelar sus faltas. Viendo que el buen Padre se detenía
y suspiraba ante cada respuesta, acabó por soltar una palabra que descubría
todo y de la que apenas comprendió el alcance. El Padre le hizo reiniciar todas
sus confesiones y lo animó de una manera tan intensa a corregirse, que pronto
llegó a ser un excelente religioso y lo destinaron a un internado en donde se
preocupó por no descuidar la vigilancia.
(688) En
1831, algunos Hermanos ya comulgaban los martes. La comunión del sábado se puso
en uso un poco más tarde, gracias a un Hermano muy piadoso y muy devoto de la
Santísima Virgen, que solicitó la autorización al venerado Padre y que fue
imitado poco a poco por otros Hermanos. El Padre permitía, algunas veces, dos,
raramente tres, y nunca cuatro comuniones seguidas, temiendo que se habituaran
a hacerla sin la adecuada preparación.
(689) El
retiro mensual se hacía el domingo en el Hermitage. Los recreos después de la
misa solemne y después de vísperas, se remplazaban por una meditación para
prepararse a la muerte. Estas dos meditaciones se hacían los jueves en los
establecimientos. Cada quien debía releer las resoluciones del retiro anual.
(690) El
buen Padre no toleraba que se faltara al silencio, sobre todo al silencio
mayor, que nadie podía quebrantar. Un joven, el Hermano Silvestre, muy piadoso,
se encontraba enfermo. Habían puesto un ladrillo caliente al pie de la cama par
a calentarlo; la cama empezó a arder. Era de noche. Para no faltar al silencio,
el pequeño enfermo trató de arreglárselas lo mejor que pudo, pero hubiera
acabado asado vivo, si el excelente Hermano Jerónimo, al dar su vuelta de
costumbre, no hubiera acudido en su ayuda.
Penitencias
públicas.
(691) Al
piadoso Fundador no le agradaban los que querían ver y escuchar todo. Los
músicos del colegio de Saint-Chamond vinieron en cierta ocasión a tocar a la
entrada del Hermitage. Una decena de Hermanos jóvenes y viejos dejaron sus
ocupaciones para ir a escucharlos. Apuntando sus nombres sin que se dieran
cuenta, el Padre les mandó tomar la sopa de rodillas en la siguiente comida.
(692)
Entre las penitencias públicas, el Padre Champagnat estableció la de ponerse de
rodillas en el comedor, cuando se había roto o deteriorado algún objeto,
teniendo en las manos los pedazos. Nadie se libraba de esta penitencia.
(693) El
buen Padre reinició en el Hermitage la costumbre que había establecido en La
Valla, obligando a los Hermanos a dar el catecismo por turno e iba
personalmente a escucharlos a hurtadillas para decirles después sus errores. A
veces, entraba en el salón y reprendía públicamente al catequista, pero lo
hacía con tanto tino, que la autoridad de éste crecía en lugar de disminuir. Se
esforzó en formar a los Hermanos en una buena lectura, sobre todo del latín. No
entienden esta lengua, decía, y pueden darle un sentido no adecuado, incluso
ofensivo en la recitación del oficio, pronunciando mal las palabras que lo
forman.
(694) Por
lo demás, impulsaba con todas sus fuerzas, a todos los Hermanos, al estudio de
las ciencias, que comprendían por entonces, el programa de primaria. Trajo,
incluso, al Hermitage, durante bastante tiempo, maestros laicos de dibujo y
contabilidad. Además de las numerosas composiciones, estableció el
"dominical" en el que cada Hermano se veía obligado a repetir las
clases de la semana y responder las preguntas que le hicieran sobre las
explicaciones recibidas. Con mucha frecuencia el presidía tal ejercicio.
Horario
del dia.
(695) La
Regla entregada a los Hermanos en 1837, señalaba la levantada a las 4 de la
mañana. El Hermano Francisco la fijó más tarde, a las 4.30 en verano y a las 5
en invierno, y el Capítulo de 1852, la estableció a las cuatro y media durante
todo el año; no se hacían las camas al levantarse, sino después del desayuno.
Las horas menores se recitaban después de la misa en la sala de ejercicios. El
examen particular tenía lugar a las 11.30 hs.
(696) La
visita al Santísimo Sacramento en un principio se hacía dos veces; después de
la comida y antes de acostarse. Esta última luego quedó en desuso. Al ir a la
primera, se recitaba el "miserere mei", en dos coros y al regreso, el
"Te Deum". En el noviciado se hacía lo mismo siempre que iban o
regresaban de la capilla.
(697)
Después de tender las camas, los postulantes y los novicios iban al trabajo
manual hasta las 11.30 hs. Habían estudiado el "método de oración" o
el Evangelio, entre las horas menores y el desayuno. Por la tarde, el rosario a
la una, trabajo manual hasta las cinco, clase de canto de 5 a 5.30, luego el
oficio y el estudio del catecismo.
(698) Los
domingos, antes de la misa mayor, el Hermano Luis María ensayaba a los que iban
a tomar parte en las ceremonias de la capilla. Había también una clase de
cortesía, dad, con frecuencia, por el Hermano Juan Bautista, durante el día y
una conferencia antes de la cena.
Celebraciones
litúrgicas.
(699) A
falta de órgano por la penuria económica, el piadoso Fundador, había comprado
un organillo de cilindro, vulgarmente llamado "cilindro callejero".
Lo tocaban tan solo en las grandes solemnidades, atrás del altar, en el Kirie,
el Gloria, antes de la bendición con el Santísimo y en la Elevación. El
organista no tenía más trabajo que dar vueltas a la manivela. El primer artista
fue el Hermano Francisco y luego los Hermano Photin y Marcelino. En algunas
ocasiones, se colocaba el precioso instrumento atrás de los altares en la
procesión del jueves de Corpus. Los Hermanos disfrutaban mucho escuchándolo,
mucho más que en la actualidad, al oir a nuestros grandes organistas.
(700) El
buen Padre quería que los Hermanos siguieran la misa en un misal. Al principio
no había ningún canto en las misas rezadas. Luego permitió cantar entre el
Introito y el Evangelio, y más tarde, hasta el Prefacio, después de la Comunión
al final de la misa, sólo los miércoles y los viernes. Los domingos y los
jueves, los cantos empezaban al final de la Comunión hasta el último Evangelio.
durante las misas rezadas, nunca se cantaba en latín.
(701) La
bendición con el Santísimo Sacramento se tenía el primero y el tercer domingo
de cada mes, en las principales fiestas de la Santísima Virgen, en la Epifanía,
el Corpus Christi, el Sagrado Corazón, San Juan Bautista, San Pedro y San
Pablo, San Esteban y San Juan EVangelista.
Reglamentaciones
diversas.
(702) El
buen Padre se esmeraba en que los Hermanos no hicieran ningún viaje sin
permiso. Más tarde, el Hermano Francisco dió una autorización general para una
distancia no mayor de 6 kms. Por lo demás, casi todos los viajes se hacían a
pie. Los Hermanos tenían un saco de tela negra para llevar su equipaje, que era
sumamente sencillo.
(703) La
tela que se destinaba para las sotanas, las capas y las medias, se fabricaban
en el Hermitage y era bastante burda, pero duraba mucho. La sotana debía durar
2 años, la capa 5, así como el sombrero, y cada Hermano recibía dos pares de
medias al año. En aquel tiempo nadie pedía que le adelantaran la ropa, y nadie
tenía una maleta ni saco que se cerrara con llave. Los zapatos no eran de
ninguna manera elegantes. Con frecuencia se veían las puntas de pelos en el
empeine, que indicaba que el cuero hacía sido mal curtido.
(704)
Ningún Hermano llevaba el cordón antes de haber hecho los tres votos
temporales, pues el voto de obediencia no era el único que se hacía por entonces.
El rabat no se autorizaba a los novicios sino hasta que supieran bien sus oraciones.
Con frecuencia se les prohibía usarlo como castigo al igual que la sotana. Por
lo demás, los Hermanos no llevaban el rabat durante el día.
(705) Las
oraciones de la mañana y de la noche, eran las de uso en la diócesis de Lyon.
Los domingos, el rosario era de seis decenas. Después del primer Padre Nuestro,
la buena Madre era invocada como Hija del Padre, en la primera cuenta; en la
segunda, como Madre del Hijo; en la tercera, como Esposa del Espíritu Santo y
con la cuarta, se recitaban las letanías de San José.
(706)
Cuando estaba en la casa, el piadoso Fundador comía en el refectorio general,
en una pequeña mesa, junto con los otros padres. Con frecuencia hacía repetir
la lectura a los jóvenes, incluso a los mayores, y añadía a veces, alguna corta
reflexión. Recorría también las mesas, para ver si se comportaban correctamente
y no desperdiciaban nada. El desayuno era un potaje y un trozo de pan con agua.
(707) Los
padres de los postulantes no eran invitados a la toma de hábito, o tan solo de
manera indirecta. Los que asistían, no comían en la casa, aunque cualquier
lugar de comida estuviera muy retirado.
(708)
Después de muertos, los profesos eran revestidos de su hábito religioso. Luego,
sentados en un sillón, pero no acostados en la cama. Los novicios y postulantes,
eran enterrados envueltos en una sábana y cubiertos con otra.
(709) En
los funerales de un profeso, no sólo se decía la misa con diácono y subdiácono,
sino que al final de la absolución, dos Hermanos, de rodillas, cerca del
cuerpo, entonaban la Salve Regina, que continuaban los demás en dos coros. Después
de las palabras: exilium ostende, los dos Hermanos cantaban tres invocaciones a
la Santísima Virgen, como se practica aún hoy día, en la diócesis de Lyon, en
las exequias de los eclesiásticos.
(710)
Además de las procesiones de la Asunción y del Corpus Christi, el piadoso
Fundador hacía, cada año, las tres procesiones de las Rogativas y la de la Ascensión.
Se subía por el camino que lleva a la avenida y se regresaba por el del cementerio.
(711) En
los establecimientos, los niños eran llevados a la misa todos los días de
clase, en filas de dos en dos. El que iba a la cabeza, llevaba un manojo de rosarios
ensartados en un bastón, que tenía colgado del cuello. Llegados a la iglesia,
daba un rosario a cada uno de sus compañeros y lo recogía el final de la misa.
Tales rosarios eran muy baratos: las cuentas estaban sencillamente ensartadas
en una cuerda.
ANEXO 1
Después de
estudiar los diversos datos relativos a la actividad literaria del padre
Bourdin y una vez examinados sus cuadernos, el padre Coste, S.M. cree poder
concluir que el famoso manuscrito del que el Hermano Avit lamentaba tanto la desaparición,
de hecho nunca existió.
Nadie ha
manifestado haberlo visto y los que han hablado de él, lo han hecho basándose
en las declaraciones del padre Bourdin, quien ha dado, por desgracia, muchas
pruebas de su poca credibilidad en estas materias.
Por otra
parte, el curriculum vitae del autor, permite excluir que haya podido redactar
algo de importancia sobre los Hermanos Maristas a partir de 1831.
En cuanto
al padre Poupinel, lo que buscaba eran documentos del padre Chanel, solicitados
por el postulador, y si hubiera querido hacer desaparecer lo esencial de algún
manuscrito comprometedor, no hubiera hecho más que llevárselo completo, en
lugar de arrancar las páginas, gesto del todo inútil, que hubiera hecho
evidente su latrocinio.
As¡, pues,
el Hermano Avit, que, por otra parte, se equivoca por dos años en la fecha de
la muerte del padre Bourdin, parece hacerse eco de los rumores cuyo origen, es
comprensible, pero que parece no merecer ningún crédito.[147].
ANEXO 2
FASCICULO
DE REMISION.
(1)
TESTAMENTO DE MARCELINO CHAMPAGNAT.
El 6 de
enero de 1826, la enfermedad del piadoso Fundador, siendo todavía grave, hizo
su testamento para asegurar el porvenir material de su obra, en los siguientes
términos:
"Ante
el señor Luis-Maximiliano Finaz, notario real, con residencia en Saint-Chamond,
Departamento del Loira, y en presencia de los cuatro testigos abajo nombrados.
Compareció el señor Marcelino Champagnat, sacerdote, habitante del Hermitage de
Nuestra-Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, el cual señor, Marcelino
Champagnat, enfermo y sin embargo, gozando de la plenitud de sus facultades y
de sus sentidos; después de haber encomendado su alma a Dios, dicta su
testamento público ante el notario, quien lo transcribe a medida y tal como lo
pronuncia, siendo afirmado por los testigos presentes.
"En
lo referente a mis exequias y obras piadosas, me atengo al favor de la religiosidad
y afecto de mis herederos que a continuación detallo.
Para
recibir todos los bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones sin ninguna
excepción, que dejo, nombro e instituyo como herederos universales a los
señores Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente en la actualidad en el
dicho Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux y a
José Verrier, sacerdote, director del seminario menor de Verrières.
A los
nombrados señores Juan Claudio Courveille y José Verrier, quiero y convengo que
todos mis citados bienes sean y pertenezcan, en todas sus propiedades y frutos,
luego de mi muerte, tan solo con las obligaciones de herencia.
Finalmente,
revoco cualquier otro testamento hecho por mi con anterioridad, y quiero que
sólo el presente sea cumplido según su forma y contenido".
Tales son
las voluntades del testamentario, denominado por nosotros, notario, escritas sin
interrupción y a las que le dimos lectura, ante los testigos nombrados.
De cuya
acta hecha y concluida en la citada casa denominada Hermitage de Nuestra
Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, domicilio del testamentario,
junto a la cama a la que le tiene sujeto su enfermedad. El seis de enero, después
de mediodía, de mil ochocientos veinte y seis, en presencia de Antonio Desgrange,
hermano lego del hospital de caridad de la ciudad de Saint-Chamond y que reside
allí, Mateo Patouillard, batanero y propietario, habitante del lugar denominado
Gauds, municipio de Izieux, y Pedro Robert, agricultor, residente de Ayat, del
mismo municipio de Izieux; los cuatro testigos requeridos, los dos primeros
firmaron junto con nosotros, el notario; no firmaron el testamentario, ni los
dos últimos testigos Lespinasse y Robert, que declararon no saber hacerlo;
Marcelino Champagnat no pudo firmar a causa de su gran debilidad y los citados
Lespinasse y Robert, no saber firmar, aunque para ello se requiriera tanto a unos
como a otros.
Firmado:
Patouillard, Desgrange y Finaz; este último, notario"
El
original de este testamento est en los archivos del señor Finaz, hijo, en
Saint-Chamond.
Si el
lector quedara sorprendido de ver al piadoso Fundador ceder las propiedades de
la Congregación al padre Courveille, de quien conocía su conducta hacia él,
podremos decir que el Venerado Padre estaría en apuros, sabiendo que debía
varios miles de francos a este hombre, y era el único sacerdote que estaba al corriente
de las cosas relativas a la Congregación. Por otra parte, dejaba un contrapeso
en la persona del padre Verrier, un santo sacerdote, que, en su calidad de
superior del seminario de Verrières, podría tener bastante influencia sobre el
padre Courveille, para impedirle dañar los asuntos del Instituto, si fuera
preciso.
En el mes
de octubre, después de su salida del Hermitage, el padre Courveille invitó al
Padre Champagnat a presentarse en Chavanay, en la oficina del notario de esta
localidad, para arreglar las cuentas. Tal arreglo se hizo mediante 5000 fr. que
el Padre Champagnat pagó al padre Courveille. Parece que debía más que dicha
cantidad, porque el acta señala que el padre Courveille conservaba una
habitación en el Hermitage, posiblemente como recuperación por la cantidad que
no exigía.
Podemos
conjeturar también, que el padre Gaucher, cura de Chavanay y amigo del piadoso
Fundador, que tenía Hermanos desde hacía dos años, le aconsejó aceptar tal
condición para finiquitar el asunto. Sea lo que sea, el Padre Champagnat
consiguió la renuncia que ponemos a continuación, que el padre Courveille
escribió personalmente en Apinac, y que le envió el 21 de mayo de 1830:
"Yo,
el abajo firmante, Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente de Apinac,
declaro libremente por la presente, que libero y descargo sencilla y
simplemente a Marcelino Champagnat, sacerdote, y superior del Hermitage de
Gauds, en donde reside, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, de todas las
operaciones, sean ventas o cualquier otras que haya realizado por m¡ y en mi
nombre, en virtud del poder que le he transferido por acta bajo firma privada,
hecha en Chavanay, el 5 de octubre de 1826, registrada en Saint-Chamond el 10
de mayo de 1827. En consecuencia, apruebo y ratifico, por si fuera necesario,
tanto las ventas como los recibos que no han pasado de los precios de tales
rentas, que me fueron debidamente pagadas. Es mi deseo que todos estos actos
tengan pleno y cabal cumplimiento, para lo cual, declaro no haber lugar a
repetición que se pueda hacer en lo referente al señor Champagnat".
(2)
BENDICION DE LA CASA DEL HERMITAGE.
He aquí el
lacónico proceso verbal de dicha bendición:
"A 13
de junio de mil ochocientos veintisiete. Nos, Juan Pablo Gastón de Pins,
Arzobispo de Amasia, Administrador Apostólico de la diócesis de Lyon; a las
tres horas de la tarde, acompañado de los señores Barou, gran vicario, Montany,
promotor y de los señores Farge, cura de Izieux, Préher, cura de Tarentaise, el
señor Séon y Champagnat, hemos bendecido la casa del Hermitage".
Ya hemos
dicho que el Padre Champagnat había ido a ver a Monseñor y que su Excelencia le
había permitido dar un hábito más religioso a sus Hermanos. Tenemos razones
para creer que el piadoso Fundador aprovechó esta visita para dar dicho hábito
a los Hermanos y que mandó que se lo pusieran para presentarse al Arzobispo;
pero no se los hizo poner mas que en parte. Los hechos que siguieron nos
prueban que el hábito no estuvo completo sino hasta 1829, después de las dificultades
que un cierto número de Hermanos habían suscitado como lo explicaremos más
adelante.
Al
abandonar el Hermitage, después de la triste historia del padre Courveille, el
padre Terraillon fue nombrado vicario de Ainay, luego cura de Fontaine y
después de Nuestra Señora de Saint-Chamond en donde dejó su lugar al padre
Vanel en 1839, para ingresar en la Sociedad de los Padres; fue una conquista
del Padre Champagnat, como ya lo señalamos oportunamente.
(3) DE LOS
ESTATUTOS.
Acaba de
ser encontrada una copia de los estatutos, en los archivos de la ciudad de
Saint-Chamond. Según esta copia, dichos estatutos fueron aprobados el 28 de
febrero, del mismo año, por el consejo real de Instrucción Pública, quien había
hecho pequeñas modificaciones. Por lo demás, esta aprobación, no significaba el
reconocimiento legal del Instituto.
(4)
RELACION DE LAS CASAS EXISTENTES.
Creemos
oportuno colocar aquí la lista de los establecimientos de los que habla la
carta anterior redactada ese año, en la forma siguiente:
Nuestra
Señora del Hermitage, por Saint-Chamond (Loira), casa amplia, construida en
1824, con la ayuda y la liberalidad de Monseñor, el Administrador de la
diócesis de Lyon, en un valle rodeado de montañas, en el margen derecho del
Gier, a 3 kms. de Saint-Chamond, lugar solitario, propio para el cultivo de la
ciencia y ejercicios de una vida regular, alberga habitualmente un centenar de
Hermanos. La generosidad de las gentes del lugar, es su principal recurso.
1816. La
Valla. Casa muy pequeña y mal acondicionada, los Hermanos nada más enseban
durante el invierno. La retribución mensual es casi nula; la generosidad del
señor cura y los 200 fr. del municipio, son todos los recursos. En este municipio
inició la institución... 2 Hermanos, 80 alumnos.
1818.
Marlhes. Casa bastante amplia, comprada por el municipio, junto con la
liberalidad del señor cura; una renta anual de 300 fr., los 200 señalados por
la ley y las retribuciones mensuales, forman la remuneración mensual de los
Hermanos. 3 Hermanos, 100 niños.
1820.
Saint-Sauveur. Casa amplia y bien acondicionada por el señor Colomb de Gaste,
comprada a sus expensas. El señor de Saint-Trivier y el señor de la Rochette
aseguran una renta anual de 200 fr. El resto del sostenimiento de los Hermanos
proviene del municipio y de las colegiaturas. 3 Hermanos, 110 niños.
1822.
Bourg-Argental. El señor Plén‚, alcalde, fundador del establecimiento, compró
la casa que está bien situada, pero muy pequeña. El señor de Saint-Trivier donó
un capital de 13000 fr. que el ayuntamiento destinó en renta anual; a pesar de
estos recursos, se experimenta, cada año, un déficit considerable. 3 Hermanos,
150 alumnos.
1824.
Chavanay. Casa espaciosa y bien organizada que el señor cura compró e hizo
reparar a su costa. Los 200 fr. del ayuntamiento y las colegiaturas, forman los
recursos de este establecimiento. 2 Hermanos, 90 niños.
1826.
Saint-Paul-en-Jarret. Casa bien acondicionada, clases espaciosas, construidas a
expensas del señor de Noally, párroco; una parte del sostenimiento proviene de
una fundación, el municipio proporciona el resto. 3 Hermanos, 125 alumnos.
1827.
Valbenoîte. La casa es demasiado pequeña para el número de niños que frecuentan
las clases. La escuela es gratuita, el municipio asegura 2000 fr. para 5
Hermanos. 7 Hermanos, 300 niños.
1834.
Sury. Se sostiene por una donación. La casa de los Hermanos está bien, la
escuela es gratuita. 4 Hermanos, 200 niños.
1834.
Saint-Genest-Malifaux. Casa rentada; el municipio proporciona 800 fr. el resto
proviene de las mensualidades. 3 Hermanos, 120 alumnos.
1834.
Pélussin. Casa bien acondicionada que el señor Julian de Colombier mandó
construir a sus expensas; los 200 fr. del ayuntamiento y las colegiaturas deben
completar su sostenimiento. 3 Hermanos, 120 niños.
1835.
Saint-Didier-sur-Rochefort. El padre Roche, cura, mandó construir una bonita
casa para escuela. El establecimiento goza de una donación. 4 Hermanos, 200 niños.
1836.
Saint-Martin-la-Plaine. Hermosa casa construida en 1838. Los 200 fr. del
municipio y las colegiaturas, deben bastar para el sostenimiento. 3 Hermanos,
120 niños.
1837.
Firminy. Casa bastante cómoda, el sostenimiento proviene del municipio y las
colegiaturas. 4 Hermanos, 220 alumnos.
1837.
Perreux. Una hermosa casa para la escuela que fue construida en primavera de
1838. Este establecimiento goza de una donación. 3 Hermanos, 150 niños.
1824.
Charlieu. Casa bastante acondicionada, pero muy pequeña. Las colegiaturas no
completan el sostenimiento, porque la mayoría de los alumnos son pobres y la
enseñanza es gratuita. La población se propone obviar estos inconvenientes. 4
Hermanos, 180 alumnos.
1837.
Tarentaise. La casa bastante buena. El municipio y las colegiaturas la sostienen.
2 Hermanos, 70 niños.
1839.
Izieux. Casa bastante cómoda. El señor Royer asegura una renta anual de 600 fr.
El municipio provee el resto. 2 Hermanos, 130 niños.
1839.
Usson. Bonita casa, escuela gratuita. 4 Hermanos, 250 niños.
1832.
Terre-Noire. Municipio de Saint-Jean-Bonnefond; el señor Genissieux, socio de
la compañía metalúrgica del Loira y de Isère, compraron y ampliaron mucho la
escuela. Ellos proporcionaron el mobiliario y el sostenimiento de los Hermanos.
3 Hermanos 120 niños.
1834.
Lorette. Municipio de Saint-Genis-Terrenoire; los señores Neyrand y Tiollière
sufragan los gastos de este establecimiento. 4 Hermanos, 180 niños.
1838.
Saint-Chamond. Los Hermanos tienen la dirección del hospicio de la caridad para
los niños. 2 Hermanos, 18 niños.
1823.
Saint-Symphorien-le-Château. Los Hermanos están bien alojados. Donación de 650
fr., renta anual del marqués de Noblet y las colegiaturas son los recursos de
este establecimiento. 3 Hermanos, 150 niños.
1825.
Ampuis. Casa amplia, y bien organizada. Fundada por el padre Petitain, párroco;
una Donación de 600 fr. forma parte del sostenimiento, que se completa con las colegiaturas.
4 Hermanos, 150 niños.
1826.
Mornant. La casa y las clases, est n bien. El sostenimiento se obtiene del
municipio y de las colegiaturas. 3 Hermanos, 140 niños.
1826.
Neuville. Casa bien acondicionada que el señor Tripier compró y mandó arreglar
por su cuenta; las colegiaturas y la generosidad del señor Tripier sostienen
este establecimiento. 5 Hermanos, 120 niños.
1829.
Millery. Casa demasiado pequeña. La escuela no cuenta con otros recursos que
las colegiaturas y la liberalidad de algunas personas generosas. 5 Hermanos,
100 niños.
1835.
Lyon. Los Hermanos dirigen un hospital de huérfanos, fundado por el señor
Denuziére. 4 Hermanos, 46 niños.
1837. Un
hospicio del mismo tipo para la parroquia de Saint-Nizier, está confiado a los
Hermanos. 2 Hermanos, 6 niños.
1837.
Anse. Casa amplia, construida por la señorita de la Barmondière, quien solventa
todos los gastos del establecimiento. 3 Hermanos, 150 niños.
1827.
Saint-Symphorien-d'Ozon. La casa está en malas condiciones. El sostenimiento
viene del municipio y de las colegiaturas. 2 Hermanos, 80 niños.
1831. La
Côte-Saint-André‚. Clases bien acondicionadas. Escuela gratuita, fundada por el
padre Douillet, antiguo director del seminario menor, y con una renta anual de
580 fr. del padre Rocher. 7 Hermanos, 160 niños.
1832.
Viriville. Casa bastante cómoda. Los 200 fr. del ayuntamiento y las
colegiaturas hacen parte de los ingresos. El señor cura proporciona lo
faltante. 3 Hermanos, 120 niños.
1835.
Genas. El municipio acaba de construir una hermosa casa para escuela. los 200
fr. señalados por la ley, las colegiaturas y la generosidad de la señorita
Rouvier, son los recursos del establecimiento. 3 Hermanos, 110 niños.
1839. Les
Roches. Casa amplia y cómoda, proporcionada por el señor cura que provee los
gastos del establecimiento. 3 Hermanos, 140 niños.
1839.
Bougé-Chambalud. Casa bonita, escuela gratuita. 2 Hermanos, 100 niños.
1833.
Peaugres. Casa insuficiente y de construcción irregular. El ayuntamiento
construye una nueva. Proporciona 200 fr., lo demás, de las colegiaturas. 3 Hermanos,
100 niños.
1825.
Boulieu. Las clases son demasiado pequeñas. El sostenimiento es casi todo
pagado; el Conde de Vogué ayuda con una parte. 2 Hermanos, 120 niños.
1837. La.
Casa amplia, bastante cómoda, que el señor Génissieux, socio de la Compañía
metalúrgica de Loira y de Isère mandó habilitar para escuela; él hace todos los
gastos del establecimiento. 3 Hermanos, 140 niños.
1835.
Belley. Antigua casa de los capuchinos. 5 Hermanos.
1836.
Saint-Didier-sur-Chalaronne. Hermosa y amplia casa fundada por el obispo de
Belley. La escuela es gratuita. 6 Hermanos, 300 niños.
1837.
Toissey. La generosidad del señor obispo de Belley y los 100 fr. del municipio,
son el recurso del establecimiento. 2 Hermanos, 150 niños.
1836.
Semur-en-Brionnais. Casa bastante cómoda, proporcionada por el señor obispo de
Autun. El municipio y las colegiaturas sostienen la casa. 3 Hermanos, 120 niños.
1839.
Vauban. Hermosa casa, proporcionada por el señor obispo de Autun. La escuela se
sostiene por las colegiaturas y los 300 fr. señalados por la ley. 2 Hermanos,
80 niños.
1838.
Saint-Pol-sur-Ternoise. Establecimiento fundado a petición del señor Delbèque,
jefe de la división del Ministerio de Instrucción Pública. Casa demasiado
pequeña teniendo en cuenta el gran número de alumnos; se está construyendo una
casa nueva y muy bonita. 4 Hermanos, 200 niños.
1839.
Saint-Julien Malhesabate. Casa bastante amplia, escuela gratuita. 3 Hermanos,
100 niños.
1836.
Polinesia. Misiones de Oceanía Occidental. 9 Hermanos.
Esta lista
comprende 47 escuelas, en lugar de las 50 de la que habla la carta a Monseñor,
pero no está señalada la Grange-Peyre que por entonces era un internado
floreciente, ni Lyon y Belley, con los Padres; de donde fueron retirados los
Hermanos por ese tiempo.
La lista
no habla de Feurs ni de Vienne que ya se habían clausurado, al igual que Vanosc
y Sorbiers, cerradas, pero que fueron abiertas más tarde. Esta lista comprende
300 Hermanos, de los cuales 180 dando clase, en 50 casas; 48 de ellas contaban
con 6000 niños. Menciona 100 poblaciones o municipios repartidos en 29
departamentos que querían tener Hermanos. Creemos que esta lista fue enviada a
Monseñor de Bonald, para que su Excelencia pudiera utilizarla ante el gobierno.
(5)
Circular del 4 de febrero de 1840.
A
continuación, la circular de la que se habla:
Circular
del 4 de febrero de 1840, Muerte del Hermano Pascal, instrucción sobre las
conferencias y partida de misioneros para Polinesia.
"Queridos
Hermanos:
"El
Señor acaba de llamar a Sí a nuestro querido Hermano Pascal, a quien una grave
y dolorosa enfermedad tenia desde varios meses atrás, en el lecho del dolor.
Lleno de confianza en la misericordia divina y en la protección de la Santísima
Virgen, fortalecido con todos los auxilios de la religión y ardiendo del deseo
de ir a unirse con su Dios, terminó su camino el jueves 30 de enero
pronunciando los santos nombres de Jesús y de María; después de habernos
edificado constantemente por su paciencia y su resignación. Todos tenemos motivos
para creer que su muerte fue grata a los ojos del Señor; pero, como lo saben,
queridos Hermanos, es preciso estar purificados ante la mirada del soberano
Juez para ser admitido en la asamblea de los santos. Se apresurar n, pues,
a cumplir a la mayor brevedad, para con este buen Hermano, las muestras de
caridad que nos prescriben para nuestros difuntos y en particular, las que
est n señaladas en nuestra santa Regla, para un Hermano profeso".
"Algunos
Hermanos nos han comentado que sus múltiples ocupaciones durante el invierno,
les han impedido preparar adecuadamente la materia de la conferencia, y
encontrándonos, también nosotros, en la imposibilidad de asistir, hemos creído
oportuno aplazarlas hasta la Pascua. Por lo tanto, de acuerdo con nuestra circular,
la conferencia tendrá lugar en ... el ... para la casa de ... y será presidida
por nuestro querido Hermano primer Asistente y en su ausencia por el Hermano
"[148].
"Algunos
creen que las materias de la conferencia sólo interesan a los Hermanos
designados, les agradeceremos no se equivoquen. La composición en francés, el
análisis gramatical y el problema de aritmética deben ser realizados por todos
los Hermanos de cada comunidad".
"En
lo que respecta a las lecciones orales, aunque hayan sido designadas a algunos
Hermanos en particular, los demás también deben prepararlas y estar dispuestos
a responder las preguntas del presidente".
"Sigamos,
queridos Hermanos, rogando al Señor de una manera muy especial por nuestra
interesante misión de Polinesia para que el buen Dios haga triunfar la
verdadera fe y confunda la herejía en aquellos inmensos lugares confiados a la
Sociedad de María. Les recomendamos particularmente a los dos padres Pezant y
Trippe, y a los queridos Hermanos Claudio María y Ammon, que saldrán del puerto
de Brest a principios de mes para dirigirse a Nueva Zelanda. Esta última salida
se debe a la benevolencia del gobierno, que ha ofrecido a los misioneros,
cuatro lugares gratis a bordo de la corbeta el Alba. Hoy tuvimos noticias de que
son muy bien vistos en el barco, que los Padres tendrán la facilidad de
celebrar diariamente la santa misa y que teniendo como compañero a un Zelandés,
podrán empezar a practicar la lengua del país."
"Que
la gracia de Dios, queridos Hermanos, su amor y la comunicación del Espíritu
Santo, est‚n siempre con ustedes".
"Quedo
muy afectuosamente, etc. Champagnat."
(6) y (7)
Estas notas no conciernen al periodo relativo a la presente publicación.
(8) LOS
ESCRITOS DEL PADRE BOURDIN.
El
Reverendo Padre Martin, Superior General, se decidió, finalmente, en marzo de
1891, a devolvernos las 27 cartas, de las que analizamos el contenido.
Respondiendo
a nuestro piadoso Fundador, el 5 de diciembre de 1826, el padre Colin, (el
mayor), le explica que la realización de los proyectos formados en el
seminario, no pueden llevarse a cabo por lo pronto, debido a la dispersión de
los que los elaboraron, pero que la Providencia lo permitir después. Lo
felicita por los progresos de la Congregación de los Hermanos, y de que por fin
se había librado de los problemas que le había causado el padre Courveille.
Comunicaba que los Padres Maristas se acababan de encargar del colegio de
Belley, que todo marchaba bien, y que la congregación de las Hermanas Maristas,
iba por buen camino.
El 22 de
mayo de 1828, el padre Colin se alegraba de que el Padre Champagnat iba a
cumplir, por fin, la promesa hecha varias veces de ir a visitarlos a Belley. El
padre Séon debería acompañarlos. Se alegraba, con el Padre, por las pruebas que
se mezclaban al progreso de nuestra Congregación, añadiendo que era una señal
cierta de bendiciones del cielo. Se recomendaba a las oraciones de los
Hermanos, que él tampoco los olvidaba. Encargaba al Padre para que reprochara,
con finura, al padre Terraillon sobre su r pido ascenso en los puestos
honoríficos, ya que en poco tiempo había sido misionero, vicario de Lyon, cura,
y acababa de ser nombrado párroco de Saint-Chamond. Dígale, añadía, que no lo
olvidamos, y que el volver tarde o temprano.
Aunque los
Padres Maristas no estaban aún constituidos, el padre Colin fue nombrado
Superior. Manifestó su extrañeza y su pesar a nuestro Fundador, en su carta del
22 de octubre de 1830. Le mandó el proyecto de organización que había
preparado, y le prometía enviarle, dentro de poco tiempo, el reglamento que seguían
en Belley.
El 7 de
noviembre de 1831, el padre Superior consolaba al padre Champagnat,
escribiéndole que las contradicciones, las calumnias y las pruebas de cualquier
género, a las que tenía que hacer frente, perfeccionarían su virtud y
afianzarían la obra de los Hermanos. Le sugería que empezara con ellos una
novena, para obtener que el asunto de Valbenoite, que había que tratar con el
señor Rouchon, resultara a favor de la Sociedad de María. Le rogaba trasmitir sus
saludos al padre Pompallier y a los otros padres que estaban por entonces en el
Hermitage.
El 31 de
diciembre siguiente, le daba la orden se separar los misioneros[149] de los Hermanos, que reuniera a los primeros en el Hermitage, y, que
después de haber hecho oración con ellos y los Hermanos, procediera a elegir un
superior, para la diócesis de Lyon y que le mandara el nombre del elegido. Le
decía que considerara al padre Terraillon, todavía párroco de Saint-Chamond,
como integrante de la Sociedad. Le daba las gracias de nuevo, por las misas que
le mandaba de tiempo en tiempo.
Parece que
los padres del Hermitage no estuvieron de acuerdo y reclamaron al padre Colin,
añadiendo que el señor Rouchon se mostraba exigente en la cesión de la antigua
abadía de Valbenoite. El padre Colin respondió el 3 de febrero de 1832, que no
había tenido la intención de contrariar en nada; que el señor Rouchon estaba
muy viejo para entrar en la Sociedad, que era preciso tener consideraciones con
él y obtener un número suficiente de habitaciones para los misioneros, quienes
podrían servir como vicarios, al mismo tiempo que predicaban las misiones en la
diócesis. Esperando que todo se arregle, añadía, permanezcan en el Hermitage y
ejercítense en las virtudes religiosas, bajo la dirección del padre Champagnat.
En lo que se refiere a los Hermanos del Hermitage, somos de la opinión que sean
divididos en dos categorías: Maristas y Josefinos, y que sus trabajos sean
diferentes, al igual que su hábito. Los Maristas podrían hacerse Josefinos,
pero éstos no podrán ser Maristas. Preparamos aquí un establecimiento para
ellos.
Esta idea
del padre Colin sobre los Hermanos, nos parece muy curiosa: está expuesta en su
carta de una manera por demás rara. Es evidente que trataba de conseguir en el
Hermitage, Hermanos que se dedicaran únicamente a atender a los Padres
Maristas.
En la
carta del 8 de abril del mismo año, el padre Colin aconsejaba al Padre
Champagnat que se entendiera bien con el padre Cattet, vicario general de Lyon,
para la organización de los misioneros en la diócesis. Añadía: Ya que a los Hermanos
no les agrada la idea de las categorías que expresaba en mi última carta, no
quiero contradecirlos, pero me agradaría que me mandara uno de sus mejores
elementos, para ponerlo a la cabeza de los Hermanos Josefinos que formaremos en
Belley.
De su
carta del 7 de enero de 1834, el padre Colin renunciaba a la idea de formar
Hermanos Josefinos en Belley. El Padre Champagnat le había mandado al Hermano
Timoteo y al Hermano Andrés. Estaba contento con el primero, pero quería que el
segundo se lo reemplazara por el Hermano Jerónimo o por el Hermano José. El
padre Colin, el mayor, se encontraba con los misioneros en Valbenoite, y su
hermano se alegraba por el bien que realizaba. Agradecía al Padre Champagnat
por las 700 misas que le había encargado, de las cuales 400 eran a 1 fr. y 300
a 1.20 fr. Daba la indicación que los Hermanos destinados a trabajos manuales
no llevaran el rabat y que tuvieran un rosario en vez de la cruz de profesión.
Volvía a este mismo tema algunos días después, diciendo que los Padres Maristas
probablemente no llevarían en el futuro, el rabat, y que no era conveniente que
los Hermanos, incluso los que se dedican a la enseñanza, lo llevaran. Quería
también que los que iban a ser destinados a los trabajos manuales, fueran mucho
más ejercitados en ellos durante su noviciado y menos ocupados en los estudios.
El 11 de
abril de 1836, el padre Colin se excusa ante el Padre Champagnat por no haberle
dado antes, la feliz noticia de la aprobación de la Sociedad de Padres
Maristas, por la Santa Sede, que tuvo lugar el 11 de marzo pasado. La Santa
Sede les confió, al mismo tiempo, las misiones de Polinesia. Indicaba a
continuación al Padre, que escogiera de inmediato a los Hermanos que podría
enviar para las misiones lejanas, añadiendo que tales Hermanos deberían tener
virtud sólida, instrucción religiosa bastante amplia, y mucha aptitud para los
trabajos manuales. Citaba al Padre Champagnat a Lyon, para algunos días
después.
A
continuación el primer párrafo de la carta que el padre Colin escribió al Padre
Champagnat el 24 de junio del mismo año:
"Usted
estar enterado sin duda, que el Breve de aprobación de la Sociedad, nos
autoriza a elegir un Superior General; mientras tanto, estoy muy lejos de
querer considerarme como tal, y en consecuencia, de actuar con ese título.
Acepto, hasta esta elección, seguir, como hasta el presente, siendo el centro
de unión, pero me guardar‚ muy bien de mandar o recibir votos. No es menos
cierto que sus disposiciones me edifican grandemente; quisiera que todos los
demás cohermanos actuaran como usted; espero que Dios les conceda con el tiempo,
esa gracia..." La carta añade: el padre Mazelier me consulta sobre la
unión de sus Hermanos con los suyos. El quisiera conservar la facultad de
fundar escuelas con un solo Hermano, al igual que algunas otras de sus
costumbres. Espero su respuesta para contestarle. No me parece el momento
oportuno para su viaje a París. Trate de encomendar sus documentos al padre
Depéry, Vicario General de Belley, que va para allá, y que me ha prometido
encargarse de sus asuntos. El padre Pompallier espera su consagración en Roma,
como obispo in partibus, de Oceanía. Nos es indispensable una casa de
noviciado. Estoy dispuesto a establecerla a la mayor brevedad posible, aún en
Lyon, en donde las autoridades diocesanas se muestran bien dispuestas. Si usted
sabe de alguna, hágamelo saber."
La casa de
los franc-masones, llamada la Pilata, se adquirió por ese tiempo, y se estableció
allí el noviciado de los Padres.
Poco
tiempo después, se reunieron todos en Belley, hicieron un retiro, emitieron sus
votos y eligieron al padre Colin, el menor, como Superior General y el Padre
Champagnat como Asistente. La Sociedad de Padres Maristas, estaba, pues,
constituida.
Las
exigencias del padre Douillet en la Côte, obligaban al Padre Champagnat a
retirar sus Hermanos. El 1 de marzo de 1837, el Reverendo padre Colin le
escribió que no se apresurara para no perjudicar ni a los Hermanos ni a los
Padres en la diócesis de Grenoble. Le dio el título de Superior por primera
vez.
El 15 del
mismo mes, el padre Séon, por entonces en Belley, también le escribió, para
suplicarle que recibiera a su padre en el Hermitage, ofreciendo pagarle, al
menos 155 fr. anuales, que era lo que pagaba en Lyon, por la habitación de su
padre.
El
Reverendo padre Colin posdataba su carta para anunciar a nuestro Fundador que
el padre Depéry se dirigía a París, y que allí se ocuparía de nuestro
reconocimiento legal, cosa que sería más fácil si el Padre Champagnat aceptaba
los estatutos de una congregación ya aprobada. El señor obispo era del mismo
parecer y estaba dispuesto a autorizar la casa de Saint-Didier, fundada el año
anterior.
El 22 de
junio del mismo año, el Reverendo Padre escribió al Padre Champagnat, diciendo
que estaba contento con los Hermanos que tenia en Belley, Me parece, Añadía,
que usted no se alimenta lo suficiente, debería cuidar más su salud. Trasmita
mis saludos al padre Terraillon.
En cuatro
cartas del mismo año, el Reverendo Padre recomendaba a nuestro Fundador,
examinar con toda seriedad, las bases materiales que sería conveniente poner a
los establecimientos de los Hermanos. Le recomendaba que se ocupara menos de
los trabajos manuales y un poco más de espiritualidad, en el Hermitage, y que
arreglara todo como si fuera a morir en tres meses. Luego Añadía: El padre
Douillet vino a verme a Lyon. Le ruego que le devuelva los Hermanos y no sea
brusco con él. Tiene sus propias ideas, pero es buena persona. Le prometí que
iría a verlo con usted después de la fiesta de Todos los Santos, para arreglar
las cosas de la mejor manera posible, allí mismo.
En Lyon no
tenemos mas que al Hermano Lucas; usted sabe que nos hace falta otro. Mande
también los dos Hermanos necesarios a Belley, lo más pronto posible, sobre todo
al Hermano María, si usted puede pasarla sin él. El rector de Fourvières me
pide dos de sus Hermanos para la sacristía; podrían conservar su hábito. El
padre Lagniet se irá a la Favorita, el padre Chanut lo remplazará. Le ruego que
me mande Hermanos bien capaces y seguros para Belley, para que no tenga que
verme obligado a arreglármelas de otro modo. Pienso en cambios importantes en
el gobierno de los Hermanos, pero necesito su completa obediencia. Sus ideas a
veces me parecen demasiado fijas, sus maneras muy bruscas y sus bromas, fuera
de lugar. Todos necesitamos orar más, para conocer bien la voluntad de Dios.
Como puede
observarse, estas cartas encierran párrafos bastante duros. El Reverendo padre
ignoraba muchos detalles relativos a los Hermanos. Con frecuencia estaba mal
informado con respecto al Padre Champagnat. Estos dos excelentes religiosos
veían con mucha frecuencia las cosas desde diferente punto de vista, pero el
tiempo ha comprobado que nuestro piadoso Fundador entendía mejor la obra de los
Hermanos que el Superior General. Su mirada segura, sus discernimientos
adecuados y la firmeza de su carácter, lo hacían muy rara vez volverse atrás en
las determinaciones tomadas después de maduro examen. Según testimonio del
prudente y juicioso padre Matricon, no pasaba lo mismo con el Reverendo padre
Colin. Los Padres tuvieron un Capítulo General en el que estuvo presente el
padre Matricon, nos permitimos preguntarle si ese Capítulo había decidido sobre
sus Constituciones. Nos respondió: "Nada más faltaba eso! Nuestro padre
Colin siempre tiene nuevas ideas que su gran deseo de hacer bien las cosas, lo
lleva a adoptarlas sucesivamente y le impide decidirse en alguna cosa".
El 14 de
julio de 1838, el Reverendo padre escribió que el Hermano Regis no era apto
para las misiones de Oceanía; sin embargo, el Hermano se fue por su propio
consentimiento. El Hermano Juan Francisco Regis lo había consultado acerca de
su proyecto de hacerse sacerdote. El Reverendo padre le respondió que él lo dispensaría
de sus votos, pero que él solo tenía que responder por su decisión. Uno de los
dos Hermanos que estaban al servicio de los Padres, en Lyon, se enfermó y fue
necesario remplazarlo. Era preciso también, proporcionar a los Hermanos, a la
mayor brevedad, antes de partir, de zapatos y de vestido.
El 22 de
febrero de 1839, el Superior General dirigió la severa y curiosa admonición que
transcribimos, a nuestro piadoso Fundador:
"Van
4 o 5 veces que le pido o que le mando pedir que envíe un Hermano al padre
Chanut, en la diócesis de Burdeos. Mi petición, tan reiterada, le demuestra la
importancia que doy a este acto de obediencia que espero de usted. Acuérdese
que María, nuestra Madre, a quien debemos tomar como modelo, después de la Ascensión
de su divino Hijo, se dedicó por entero a proveer las necesidades de los
apóstoles. Ese debe ser uno de los principales fines de la congregación de los
Hermanos y de las Hermanas Maristas, respecto a los Padres de la Sociedad, para
que, completamente libres de las preocupaciones temporales, se entreguen de
lleno a la salvación de las almas. Un Hermano, al servicio de los Padres de la
Sociedad, hace 20 veces mayor bien, a mi modo de ver, que si estuviera
trabajando en un municipio, en donde, gracias a Dios, actualmente no faltan los
medios de instrucción a la juventud. Pero usted nunca ha querido entender esta
orden y ese fin de la Sociedad. Sea lo que sea, después de la recepción de mi
carta, usted pasar tres días en una especie de retiro para humillarse ante
Dios, por haber hecho, hasta ahora, tan poco caso a su divina voluntad, en
ciertos aspectos..."
Da la
impresión que le habían calentado la cabeza al Reverendo padre Colin con toda
clase de cuentos. Lo obsesionaba de tal manera la idea de los Hermanos sirvientes
y de los predicadores, que creía que no había otra forma de hacer el bien. De
esta manera, él mismo caía en el defecto que achacaba al Padre Champagnat, de
tener ideas demasiado fijas. El trabajaba desde hacía 20 años en realizar uno
de los proyectos formulados en el seminario, formando buenos maestros para la
juventud; nunca había tenido la idea de crear una congregación de Hermanos para
el servicio de los padres, quienes, por otra parte, podrían ser encontrados y
formados con facilidad por los mismos padres. El Padre Champagnat no merecía,
por ningún motivo, el hiriente reproche que se le hacía. Por otra parte, como
lo dijimos antes, el padre Colin presidio la elección del querido Hermano
Francisco y de sus Asistentes, algunos meses más tarde, y no tocó para nada el
tema del fin especifico de la obra fundada por nuestro Venerado Padre.
En su
carta del 24 de abril de 1840, se lamentaba del estado de salud del Padre
Champagnat, y por el vacío que su muerte iba a dejar entre los Hermanos. Le
aconsejaba que pusiera a estos en manos del arzobispo de Lyon, con el deseo que
su Excelencia escogiera un padre Marista para dirigirlos. Lo invitaba a estudiar
este asunto con los Hermanos Francisco y Luis María. El piadoso Fundador
arregló esto algunos días después en su testamento espiritual.
Aunque las cartas que acabamos de analizar hayan sido
escritas en fechas diferentes, hemos creído conveniente juntarlas e intercalar
aquí su estudio: 1§ porque nuestro trabajo estaba casi terminado cuando el
Reverendo Padre Martin aceptó devolverlas; 2§ porque lo poco que hemos
extractado de la mayor parte de ellas, podría parecer desligado de su fecha
respectiva; 3§ porque las relaciones del Reverendo padre Colin con nuestro
piadoso Fundador, sus ideas tan cambiantes y su actitud hacia nuestra
congregación, son más claras en esta forma.
[1] Ver más adelante en estos mismos Anales y en OME, pp. 428ss
[2] Ver más adelante, también
[3] Conservados en los archivos generales de Roma. Hay una lista completa de ellos en “Cuadernos Maristas”, nº 2.
[4] A la misa
[5] Jean François Madinier
[6] Robado
[7] W.C.
[8] Anales de Saint-Genest-Malifaux, AFM 213.49, p. 8
[9] Ibid., p. 12
[10] Párroco
[11] Era el apellido del padre
[12] Anales de Mornant, AFM, 214.56, pp. 10-13
[13] Todos los alumnos se pusieron a reír
[14] Es decir, los Hermanos que estaban a favor de las innovaciones, contra la tradición y que pasaban por ser más o menos regulares
[15] Anales de Digoin, AFM 212.16, pp. 17-23
[16] LMC, 2, Repertorio, p. 65
[17] El que confería un beneficio eclesiástico (Larouse Universal, 1948)
[18] El municipio de Marhles agrupa unos 50 pueblecillos
[19] Saint-Régis-du-Coin llegó a ser parroquia en el siglo XIX, erigido como municipio el 26 de abril de 1858
[20] Leer: en forma de cruz latina.
[21] En realidad su nombre era Juan Bautista. Nació el 23 de noviembre de 1719.
[22] Parece más normal, por el contrario, que la primera con ese nombre, haya muerto antes del nacimiento de la segunda. Serían, pues, Margarita Rosa, nacida en 1782 y Ana María, nacida en 1779, que murieron antes de 1804.
[23] “sans culottes”
[24] La palabra Champagnat se escribía antiguamente ya sea Champagnac, o Champagniat.
[25] El salario promedio de un obrero era en aquel entonces de 1 fr. diario
[26] Ver LMC, vol. I, Doc. 34, p. 99 ss.
[27] Ya hemos dicho que su padre había muerto
[28] He aquí la secuencia cronológica de los cursos seguidos por M. Champagnat en el seminario de Verrières: 1805-06: 8º; 1806-07: 7º; 1807-08:6º; 1808-09: 5º; 1809-10: 3º; 1810-11:2º; 1811-12: retórica; 1812-13: filosofía. Se brincó, pues, la clase de 4º y cursó su filosofía en Verrières, en lugar de hacerlo en el seminario mayor, de donde se deduce que abandonó Verrières en 1813. Ver OME, pp. 29-40, con sus notas. Vida, ed. 1989, pp. 22-23
[29] Era algo tartamudo
[30] Cuadernos Maristas, nº 1, p. 69 y ss.
[31] Este es el nombre que le daremos en adelante
[32] Este último quedó registrado en el libro de entradas el 20-IX-1823; toma de hábito el 20-X-24, con el nombre de Hermano Cipriano; votos perpetuos secretos el 26-X-1828. Debió abandonarlos antes de 1833.
[33] He aquí lo que entregó cada uno a la hora de su inscripción: Claudio Aubert, 100 francos y 60 por su hábito; Francisco Civier, 400; Juan Fleury, 50; Juan Bautista Furet, 50; Jorge Poncet, 70; José Girard, 150; Mateo Cossange, 200; Miguel Marconnet, 80; se ve claro que están muy lejos de los 400 fr. exigidos.
[34] El 25 de octubre de 1822, AFM, RVP, p. 6
[35] El final de la fórmula no cambia: ... en presencia del Hermano X y del Hermano Y, que también firman, el ..., y nunca se encuentra la expresión: "como testigos"
[36] Para aclarar, hay que decir que el Padre Champagnat abrió lo que podría llamarse un "Registro de entradas" en 1822, un "Registro de defunciones", en 1825 y tres registros en 1829: Registro de tomas de hábito, Registro de Votos temporales, Registro d e Votos perpetuos. Sobre el Registro de Tomas de hábito, los 6 primeros inscritos habían tomado el hábito antes de 1829. En el Registro de Votos temporales, están inscritos los 15 Hermanos que habían pronunciado votos temporales antes de 1829. En el Registro de Votos perpetuos, 21 entre los primeros inscritos habían hecho la profesión perpetua antes de 1829. Por lo tanto, es difícil comprender esta frase del Hermano Avit. Nombre local del viento helado proveniente del norte.
[37] Los municipios podrán recibir de los padres algo acomodados, algunas retribuciones que cubran una parte de los gastos d el establecimiento
[38] Loira
[39] Revolucionarios
[40] El Hermano Avit relata aquí acontecimientos que se desarrollan al menos entre 1823 y 1825. Fundó la escuela de Bourg-Argental en 1821; debió abandonarla para irse a la Trapa en otoño de 1824; era director de Saint-Symphorien-le-Chãteau en diciembre de 1823; regresó al Hermitage durante las vacaciones de 1824.
[41] Ver OME, p. 83. Decisión del Consejo de Monseñor de Pins autorizando al P. Courveille a ayudar al P. Champagnat, fechada el 12 de mayo de 1824. LMC, Vol. 1, carta 30, " desafortunado trámite que hice por consejos del Padre Superior, quiero decir, cuando fui a buscar al padre Courveille a Epercieux", p. 84
[42] Vida, edición 1989, 1era. Parte, Cap. 13, p. 139
[43] Estas casas son: La Valla, (1816); Marlhes (1818); Saint-Sauveur (1820); Bourg-Argental (1822); Saint-Symphorien-le-Chãteau (1823); Boulieu (1823); Charlieu (1824); Chavanay (1824); L'Hermitage (1824). Según el Estado de la Congregación en 1825, AFM 137.13.
[44] Ver los detalles en la Vida, edición 1989, 2ª parte, Cap. 9
[45] Vida, edición 1989, 2ª parte, Cap. 9, pp. 371-372
[46] Fue el Hermano Estanislao el que fue a llamar al párroco de Saint-Chamond y lo convenció de hacer frente a las deudas. Ver Vida, edición 1989, p. 145.
[47] El P. Cattet
[48] Padres Maristas
[49] Roumesy
[50] Privado
[51] El texto íntegro está en OME, doc, 57 (176), p. 12)
[52] La hoja está rasgada en el extremo, haciendo que no se vea una letra. Se ve la letra T, que hace suponer qu había Tim. 2,2. Ver LMC, Vol. 1, carta 10, p. 45
[53] Ver, sin embargo, las cartas al H. Antonio en LMC, vo. 1, doc. 16 y 17, pp. 56-59
[54] Para reírse
[55] Fue nombrado vicario del Hermano Francisco en el Capítulo de 1860 y Superior General en el Capítulo de 1839
[56] Ródano
[57] Futuro cura de La Fouillouse
[58] Isère
[59] Por descuido, el Hermano Juan Bautista cita este hecho en Saboya
[60] LMC, vol1, doc. 26, p. 77
[61] Sacerdote juramentado, que había prestado el juramento exigido por el gobierno revolucionario
[62] Como se puede ver, este Hermano tomó el hábito el 1 de enero de 1832 y emitió sus primeros votos el 26 de Abril del mismo año. Aparece en dos listas diferentes del mismo año
[63] Sería mejor poner aquí: les dije castigarlos muy rara vez
[64] El texto de la carta dice: tarabattons, verbo regional equivalente a hacer mucho ruido. El Hermano Avit no lo comprendió bien y puso una palabra más ordinaria: tarabustons
[65] Es decir, en el confesionario
[66] Ver LMC, vol. 1, doc. 8, pp. 41-42 en donde se puede constatar que esta carta parece ser más bien de 188
[67] Además del alojamiento
[68] El Hermano Macario. Belin Agustín hizo profesión perpetua en secreto el 2 de julio de 1833 y murió el 26 de julio de 1833. El Hermano Macario, Burre Philibert, tomó el hábito el 8 de septiembre de 1833. Hizo sus votos temporales públicos el 10 de octubre de 1836 y los votos perpetuos el 13 de octubre de 1839
[69] 46 años
[70] Postulante
[71] 80 años
[72] Sobre todo a partir de la ley del 28 de junio de 1833
[73] Simultáneo y mutuo
[74] Ver fascículo del final
[75] Los estatutos que fueron modificados y aprobados por el Consejo Real el 28 de febrero de 1834 y no los originales redactados por el Padre Champagnat. Ver Cartas, Vol. 1, pp. 102-104. N.R.
[76] Es decir, ninguna remuneración en favor nuestro
[77] Exclaustrado
[78] El mismo Hermano Avit precisa en los anales de Vienne: "El Fundador encargó al Hermano Juan Pedro para que se pusiera de acuerdo con el cura Guttin, sobre el alojamiento. La autoridad respondió que el local era más bien un arca de Noé y que las condiciones no eran las adecuadas. Por lo tanto, los Hermanos fueron rechazados". Anales de las casas clausuradas, Vienne, 214.107, p. 3
[79] De hecho nació en Lyon en 1801. Sus padres se establecieron en Vourles entre 1816 y 1826. Ver O.M. vol. 4, Pp. 337-339
[80] La Ordenanza Real que autoriza a los Clérigos de Saint-Viateur tiene fecha del 10 de enero de 1830. Vida de P. Luis Querbes, por Pierre Robert, Bruxelas, 1922, p. 164
[81] Cf. O.M. vol. 4, pp 355-357
[82] Bajos Alpes
[83] Sin embargo, ver más adelante, p. 196, nº 225 el texto de la carta a Monseñor de Bruillard, fechada el 15 de Febrero de 1837. Aquí el H. Avit se anticipa
[84] Olor fétido de la nariz
[85] Para el texto completo, cf. LMC, vol. 1, carta 55, pp. 136-139
[86] El Hermano Mateo fue el primer director. Nació en Designy, Saboya, el 23 de octubre de 1802, ingresó el 19 de noviembre de 1827, tomó el hábito el 25 de agosto de 1828, pronunció sus votos perpetuos secretos el 24 de septiembre de 1829, y los renovó públicamente el 10 de octubre de 1836, murió el 28 de enero de 1869. Según los anales de Viriville, fundó este establecimiento en noviembre de 183 2, y no lo dejó sino hasta 1841 para irse a fundar el de Grand Lemps. Sin embargo, según los anales de Lyon-Denusière, del mismo autor, fundó este establecimiento en 1835, pero permaneció poco tiempo. Hay que suponer que durante los nueve años de permanencia en Viriville, hubo una interrupción de varios meses para fundar Denizière. El Padre Champagnat utilizaba algunos Hermanos para organizar un nuevo establecimiento antes de confiarlo al director definitivo
[87] Institución Denuzière, fundada ese año, como se dirá más adelante. nº 604, trasladada más tarde al sector de Lyon denominado "La Cruz Roja".
[88] Esta palabra es una adaptación del dialecto. Se emplea para designar una especie de camilla para llevar bultos pesados
[89] Enviados por el padre Douillet
[90] Su verdadero nombre parece ser José Eugenio, Juan Bautista Cartier. Es uno de los Hermanos enviados al Padre Colin. Lo encontramos en la lista anterior, en efecto: recibió el hábito el 6 de enero de 1835 e hizo sus primeros votos el 16 de abril de 1835 y sus votos perpetuos el 3 de mayo de 1835
[91] Que se retiró más tarde
[92] Palabra brincada: salió?
[93] Si es el Hermano Mateo mencionado más arriba, nº 110, es difícil que este acontecimiento haya tenido lugar en 1836, pues para esta fecha estaba de director en Viriville, a la edad de 34 años
[94] Originada por esta brusca caída
[95] El 15 de marzo
[96] Se constata que este pasaje se encuentra textualmente en la carta procedente del señor cura de Mornant. Es innegable que el señor Pettochia, alcalde de Saint-Martin-en-Coailleux fue el que escribió el 20 de agosto de 1836, copia al cura de Mornant, cuyo texto está fechado el 15 de marzo de 1836. Es imposible determinar las relaciones que unían a estos dos personajes. También es imposible pensar que Marcelino le hubiera propuesto un texto que no tuviera más que copiar, pues de todos los testimonios que todavía existen, son los dos únicos que mencionan este hecho. Nos podemos preguntar, por que el Hermano Avit no hizo notar este parecido tan lleno de detalles insólitos.
[97] Escrito Beauvard, con una carga que parece ser de la época: oí, antes de la a. En el acta de toma de hábito, se encuentra Beauvoir. Este apellido aparecerá en la lista un poco más adelante en los votos perpetuos. Emitió sus votos temporales el 22 de mayo de 1836 y los votos públicos perpetuos con los demás Hermanos el 10 de octubre de 1836
[98] 24 de diciembre, cf. Cronología, p. 71
[99] El secretario es diferente, la escritura cambia
[100] Que al término de 6 años, pertenecía a los Hermanos
[101] Entrevista
[102] Parece que el Hermano Avit ignora que los Ginot son varios Hermanos de los cuales unos residían en Soulages, mientras que los otros en París. cf. LMC, vol. 2, pp. 258-262
[103] Caserío próximo al Hermitage, en donde se localiza la casa Ginot
[104] Doble error, el padre Fontonne no era Padre Marista, y no contaba con ningún padre Marista en la diócesis de San Luis, USA. cf. OME, ext. pp. 330-332. LMC, vol. 2, pp. 221-222
[105] Tes. IV y V
[106] El futuro Hermano Avit
[107] Saint Nizier es una parroquia de Lyon
[108] En una palabra, de todos los puntos de Francia
[109] Probablemente la palabra "imponerse" parece ser la primitiva, una corrección ha llevado a la palabra "apoderarse"
[110] Ese día el Padre Champagnat se encontraba en Lyon preparando su viaje
[111] De la Grange-Payre
[112] El original está en manos del Hermano Regis
[113] esta carta es dirigía no al Hermano Francisco, sino al Hermano Hilarion, director de Boulieu, Ardèche. cf. LM. vol. 1, carta 181, pp. 367-369
[114] De la Grange-Payre
[115] Esta carta está dirigida al Hermano Antonio, director de Millery, Ródano
[116] Se puede encontrar el texto de este diario en LMC. vol, 1, desde la página 335
[117] Leer Boucher
[118] Leer Grangier
[119] Como estamos en una toma de hábito en "B", se trata evidentemente de Basileo
[120] El Hermano Avit falleció en 1892. Había escrito aquí otra fecha, 1884 o 1885, pero fue borrada y cambiada a 1889, tal vez por él mismo
[121] Padres Maristas
[122] más que el sentido de mercancía echada a perder, hay que pensar en gentes que se retiran después de haberr cantado durante una temporada
[123] Ropa
[124] Pulgas y chinches
[125] Lo escrito entre corchetes ha sido añadido posteriormente
[126] Salmo 131
[127] La palabra 'relatait' estaba en un principio con dos 't', luego fue corregida, ¿por otra pluma?
[128] Esto no concuerda con lo que dice el Hermano Juan Bautista, en su Vida. La iniciativa no salió del Padre Champagnat, sino del Padre Colin que llegó de manera inesperada al retiro con esta intención, después de haber visitado al Arzobispo para proveerse de las autorizaciones necesarias.
[129] Aparece la palabra nostri. La corrección nostri es posterior, otra pluma, otra escritura
[130] Los no profesos y los postulantes permanecen en la capilla
[131] El Hermano Juan Bautista estaba todavía en el Norte
[132] Falta el sustantivo: afecto?
[133] Debe ser algo ofensivo o peyorativo
[134] Sus opiniones legitimistas no le permitían simpatizar con el régimen de julio. Así, a la muerte del Cardenal Fesch, el gobierno lo descartó para la sede arzobispal, nombrando, primero, al Cardenal de Isoard. este, murió antes de tomar posesión de su sede, y luego fue reemplazado por Monseñor de Bonald
[135] Este documento acompañaba la carta a Monseñor de Bonald. Ver el texto completo en LMC, vol. 1, pp. 573-574.
[136] Ver fascículo al final, p. 5 a 11
[137] El original de este cuadro no se encuentra en los Archivos de los Hermanos Maristas en Roma, pero se localiza en dos diferentes: uno de 1833 y el otro de 1837. El segundo, realizado sin duda por el Hermano Francisco retoma la primera de manos del Padre Champagnat completándola. Se podría preguntar si la que presenta el Hermano Avit aquí existió realmente o si no es la de 1837, que él mismo hubiera completado. Comparándola con la que se encuentra en la Circular, vol. I, pp. 308-312, se podrán encontrar algunas variantes.
[138] Los Hermanos empezaron en una casa alquilada, con la promesa de no permanecer más que un año. De hecho, tuvieron que esperar dos años para ocupar la casa construida para escuela.
[139] Este establecimiento no se menciona en los otros cuadros que poseemos. Es, sin duda alguna, quien lo añade pero equivocándose, pues los Hermanos tomaron la dirección de esta casa hasta 1840. cf. LMC, vol. 1, introducción a la carta 306, pp. 551 - 553.
[140] Lyon: Puede extrañar que por primera vez se mencione aquí la presencia de los Hermanos en Lyon, La Favorita, al servicio de los Padres. Esto explica sin duda, que no se sabía bajo qué plan colocar a los Hermanos: ¿Permanecían Hermanos Maristas o eran ya Hermanos coadjutores o Josefinos?
[141] Belley: Además de los 5 Hermanos de la Capucinière, había, pues, los Hermanos al servicio de los Padres que no sabían con exactitud si eran Hermanos Maristas o Josefinos.
[142] Esta frase deja dudando. Se puede preguntar de dónde sacó el Hermano Avit tales cantidades, ya que si hubiera sumado el número de Hermanos y de alumnos de este cuadro, hubiera obtenido 159 Hermanos y 5969 alumnos.
[143] Aquí se trata de tres tomas de hábito diferentes.
[144] Está completamente borrada la cifra primitiva, fue remplazada por la cantidad de 300 que fue borrada a su vez para poner 280, pero nos es imposible conocer la cantidad escrita por el Hermano Avit.
[145] Nuestra lista, por orden de fundación, señala 72 el 31 de diciembre de 1839, pero no se cuentan las casas fundadas por los padres Mazelier y Vernet, antes de dicha fecha.
[146] Reunidos en 105 clases. N.R.
[147] Ver Origines Maristes, I, 36-37; II, 737-738; III, 864-925
[148] Se han brincado una palabra
[149] Padres