PATRIMONIO ESPIRITUAL MARISTA

 

 

ANALES DEL INSTITUTO

DEL HERMANO AVIT

Redacción iniciada en 1884

 

 

 

 

 

TRADUCCION DEL H. JAIME JUARISTI MILANESIO

 

CEPAM

GUADALAJARA, JAL., MEXICO

2000

 


PRESENTACION

 

Además de los "Anales de las casas", el Hermano Avit redactó los "Anales del Instituto" en los que relata los hechos concernientes al Instituto como tal, desde el nacimiento del Fundador, en 1789, hasta 1891.

 

La primera parte de estos últimos se publicó con el título de "Resumen de los Anales" en Roma, en 1972. Habiéndose agotado el tiraje de esta obra, se imponía una nueva edición. Es excelente ocasión para publicar toda la obra en conjunto. Aparecerá en tres volúmenes durante el año, con el título que el Hermano Avit le había dado: Anales del Instituto.

 

El presente es la transcripción exacta del manuscrito. Sin embargo, como no fue escrito personalmente por su autor, sino dictado a sus diferentes secretarios, la integridad del texto parece menos importante que la del pensamiento. Las faltas de ortografía, claramente ocasionadas por distracción de los secretarios, han sido corregidas. Los errores más importantes, como las concordancias de los verbos, se corrigieron poniendo entre corchetes las letras que faltaban. Las palabras omitidas, también se escribieron entre corchetes, mientras que las palabras de más, se pusieron entre paréntesis.

 

Es de notar que el Hermano Avit cometió muchos errores, sobre todo de fechas. Han sido rectificadas en la medida de lo posible en notas entre paréntesis.

 

La puntuación, sobre todo el uso exagerado de coma y punto y coma ha sido modificada con la supresión de las comas cuando no son necesarias para la comprensión de la frase y con la sustitución de un gran número de puntos y comas, sea por coma s, sea por puntos, sobre todo si la frase es de por sí demasiado larga, o por dos puntos, según las reglas de uso en la actualidad.

 

Los párrafos demasiado largos han sido divididos según los diferentes temas desarrollados. Para facilitar una consulta más fácil, los párrafos han sido numerados por un número entre paréntesis.

 

El autor no puso subtítulos. Han sido, pues, añadidos. Para dejar la impresión en texto continuo, éstos están al final de la línea y no, como se tiene la costumbre de hacerlo, ya sea al principio de la línea o en medio.

 

Como los párrafos, son con frecuencia yuxtapuestos, sin continuidad lógica y que resultaría tedioso poner título a casi todos, los subtítulos son algo vagos y sugieren más de lo que dicen en realidad.

 

El analista reunió en un cuaderno aparte, añadido al final de la obra, algunas notas. Se han colocado en el lugar indicado pero con caracteres más pequeños, sin ninguna otra indicación.

 

Si el lector encuentra heterogéneo el texto en su conjunto, debido a la mezcla de los temas, de las narraciones, que recuerde que no se trata de una historia o de un escrito seguido, sino de anales, es decir, de una serie de hechos redactados a medida que se recuerdan o se desarrollan en el tiempo. Además, es preciso tener en cuenta la forma de trabajar del autor que dicta sus relatos a medida que su memoria se los presenta o que encuentra algún documento. Su objetivo no es deducir el sentido, revelar intenciones, realizar concordancias, brevemente, elaborar la historia en un sentido científico del término, sino simplemente presentar documentos, hechos, de los que el historiador pueda servirse. De allí su preocupación de no olvidar nada, de anotar todo lo que descubre en su memoria o en sus investigaciones. Y como no puede volver atrás, poner añadiduras o recomenzar varias páginas, lo señala a continuación en detrimento de un encadenamiento lógico, al cual, para no omitir lo esencial, y carente de tiempo debido a su enfermedad que lo limitaba, no podía detenerse.

 

Estas consideraciones, añadidas a las que él expone en la "Silueta del analista", debe, a la vez, hacer indulgente al lector cara a los defectos del texto y agradecido al autor por el espíritu que lo ha guiado así como por el esfuerzo que hizo en la realización de su obra.

 

Ya que las cartas de Marcelino Champagnat constituyeron, probablemente, la fuente principal de información para el Hermano Avit, es recomendable acompañar la lectura de estos anales con la de las cartas presentadas también cronológicamente. D e esta manera se tendrá un conocimiento más objetivo de los acontecimientos.

 

H. Paul Sester.


 

AVISO A LOS LECTORES.

 

Quien presenta estos Anales a sus Hermanos en Cristo no pretende escribir una obra maestra. Tampoco tiene la intención de copiar la vida del Venerado Padre Champagnat. Otro ya la ha escrito mucho mejor que el pobre autor pudiera hacerlo

 

Ofrezco a mis benévolos lectores el lado, el aspecto patente, visible, material, la silueta, el armazón del edificio que levantó el virtuoso Fundador con tantos trabajos y privaciones

 

El autor se ha servido para redactar estos Anales, de los escritos del Padre Bourdin, del Rvdo. Hermano Francisco y del Querido Hermano Juan Bautista. Ha echado mano de los documentos hallados en los Archivos de la Procuraduría General, de la Secretaría del Instituto, o de las casas particulares

 

Ha manejado también los recuerdos del señor Philippe Arnaud, sobrino del Fundador, de los de algunos Hermanos mayores y finalmente de sus propios recuerdos, pues tuvo la dicha de conocer al Venerado Padre y vivir bajo su dirección durante casi tres años

 

Sólo queda una parte del manuscrito[1] del padre Bourdin, pues el otro fue guardado por los Padres Maristas tras la muerte del autor. Esa parte encierra gran número de notas, pero carecen de fechas. Contiene asimismo la muy ejemplar vida de dos jóvenes ancianos: los Hermanos Gébuin y Juan. El estudioso nos dará un resumen en su debido lugar[2]

 

El Querido Hermano Juan Bautista parece que tuvo la idea de formar un compendio doctrinal cuando escribió la vida del Venerado Padre Champagnat; agrupó los hechos sin tener muy en cuenta las fechas exactas

 

Reunió las Máximas; Avisos e Instrucciones del buen Padre según un plan preconcebido, pero sin precisar en que fechas el Venerado Padre había dado estas máximas, avisos e instrucciones

 

El autor seguirá este ejemplo; por lo demás, presentará únicamente el resumen de cierto número de documentos para no alargar demasiado este relato, si se presentaran en toda su extensión; como es el caso de las numerosas cartas, de las circulares y de las instrucciones citadas por el Querido Hermano Juan Bautista

 

Antes de escribir los anales que siguen, ya ha escrito el autor los de cada establecimiento situado en los departamentos de Ain, del Ródano, del Isère, del Saone-et-Loire, del Nièvre, del Cher, del Creuse, de Bollène y de Pierrelatte[3]. Estos Anales no tienen por objeto la publicidad, sino únicamente para tener al corriente a los Superiores, ante todo a los venideros, de lo sucedido; para ello el autor reunió todos los datos e informes que ha logrado averiguar acerca de los lugares, los acontecimientos, las personas, las situaciones en que estaban las fundaciones, las pruebas pasadas, los resultados conseguidos, los sacrificios, los fallos, etc

 

Sin intentar causar perjuicio a nadie, ha creído ser su deber subrayar cuanto pudiera iluminar los rasgos de cada establecimiento, de igual modo que el de la Congregación entera

 

La experiencia del pasado debe servir de guía para los directivos del presente y del futuro

 

En cuanto a los lectores que estimaran que el estilo de estos Anales fuera demasiado original y poco esmerado, el autor puede responder: 1.- Cada quien obra según los talentos que ha recibido. 2.- Si no hubo tiempo entre los primeros Hermanos para los estudios clásicos, y en caso de haberlos, él tuvo mucho s menos medios que otros, puesto que siempre estuvo al pie del cañón, ya que el Instituto nunca le ahorró trabajos, ni siquiera los nocturnos, ni los quehaceres de todo género. 3.- Que los lectores tengan a bien leer el perfil que sigue y se darán cuenta de las adversas condiciones en que tuvo que redactar estos Anales. Que le sea permitido manifestar sin ninguna ostentación, que hubieran sido redactados de muy diverso modo, si él mismo hubiera podido leer y escribir con soltura


 

SEMBLANZA DEL CRONISTA

 

Sin querer hacer mentir este título, ha parecido un deber de justicia y de reconocimiento profundizar esta autobiografía por otros rasgos que el mismo analista señala en los anales de las casas. ¿Por qué no emplear este material disponible que, con toda seguridad hará conocer mejor la personalidad del autor y que sin ellos, se corre el riesgo de que permanezcan para siempre en el olvido? Algunos de estos pasajes se verán repetidos en el transcurso de los anales generales, sin embargo se ha creído oportuno relatar aquí la versión contenida en los anales particulares de las casas. Estos rasgos relatados con evidente satisfacción y siempre con una buena carga de buen humor, son por lo general, ventajosos al autor. Pero sería injusto tacharlo de vanidoso, incluso si encuentra en ellos una especie de compensación por la falta de formación que personalmente deplora. Su objetivo es, mas bien, ilustrar la vida de los Hermanos en el contexto social y humano. Por eso descubre algunos aspectos de su personalidad que es por demás interesante conocer con sus propias opiniones

 

Para conservar la homogeneidad del relato, los pasajes añadidos están insertados en el texto más que colocados como notas, pero impresos en caracteres más pequeños con la ventaja de dejar todo el original claramente descrito

 

Enrique Bilon nace en Saint-Didier-sur-Chalaronne, el 11 de octubre de 1819. Sus padres poco dotados de bienes, eran honrados labradores y buenos cristianos. Su padre era un trabajador incansable

 

Siendo muy joven tuvo un desgraciado accidente que le dejó invalido el hombro derecho; la soberbia y la ignorancia del médico le impidieron recobrarse de este accidente con prontitud; así pues, el brazo le quedó debilitado; la mano no podía elevarla lo bastante para hacer la señal de la Cruz; sin embargo, trabajó mucho y escribió mucho. Dios sabe sacar bienes de los mismos males. Sin este achaque penoso para la naturaleza, acaso Enrique no hubiera entrado en Religión; es poco probable. ¿Qué clase de vida hubiera llevado en el mundo? Tenía únicamente seis años y su hermana cinco cuando perdieron a su madre. Pocas alabanzas se merece la madrastra que la sustituyó. Enrique tuvo sucesivamente 5 maestros en la escuela. El primero estaba cojo, leía muy mal, no sabía escribir y carecía de educación, método y disciplina. El segundo leía y escribía bastante bien, pero no más

 

El tercero, un auténtico charlatán, despachó su cuento en un año y se marchó sin pagar sus deudas. Con el cuarto leíamos viejos pergaminos y los copiábamos, aprendíamos mecánicamente las cuatro reglas sin explicación alguna. Era el secretario del ayuntamiento y por ello los recreos eran a menudo muy prolongados. Empleaba un látigo con nudos y siempre sacudía al alumno más cercano. Estos cuatro señores daban bastante importancia al catecismo, pero resultaba fácil engañarlos al recitarlo. El quinto, un ex-Hermano de las Escuelas Cristianas, era capaz, edificante y enseñaba bien

 

Los Hermanos abrieron una escuela gratuita en Saint-Didier en octubre de 1836. Las escuelas de los seglares se quedaron vacías

 

Enrique la frecuentó durante seis meses e hizo más progresos que los que había hecho durante diez inviernos con los otros pedagogos. El padre, señor Bilón, era muy cristiano; nunca faltaba a los oficios del domingo y llevaba él mismo sus hijos a la iglesia[4], incluyendo las fiestas suprimidas, sobre todo en invierno. Ocupaba en la iglesia, desde hacía 20 años, el mismo lugar, poniéndose de rodillas o de pie rezando piadosamente su rosario. A los 50 años tuvo la idea de aprender a leer y tomó a su hijo por maestro, pero muy al revés del emperador Teodosio, el alumno estaba sentado y el maestro tenía que quedarse de pie detrás de su silla. Recibía sus lecciones después del trabajo del día, desde las 23 hs. hasta la media noche. El joven profesor hubiera preferido dormir. Eso duró todo el invierno, tras de lo cual el viejo alumno pudo seguir con exactitud y devoción los oficios en un libro. Las cuatro quintas partes de los habitantes no podían hacer lo mismo. Unos consideraban tal hecho como una maravilla "es su hijo quien le ha enseñado a leer" decían, "es el más instruido del municipio". Enrique leía bien, escribía bastante bien, sabía algo de ortografía y de cálculo y conocía mejor la Historia de Francia y la Geografía

 

Era un auténtico pequeño sabio, pero los tuertos son los reyes en el país de los ciegos. Damos estos detalles para que se vean los débiles elementos que tuvo para su instrucción y hacer ver lo imperfecto de las escuelas de aquel tiempo y la necesidad que había de tener Hermanos. Enrique recibió la primera Comunión en 1831. Había sido confirmado poco después por Monseñor Devie, de santo recuerdo. Su párroco[5] era un santo sacerdote oriundo de Rive-de-Gier, pero con algunos tintes jansenistas, y si no, presentemos un ejemplo: Enrique lo tuvo siempre como confesor, a pesar de que había 2 vicarios excelentes. Una vez que se confesó Enrique de haber tomado [6] 12 duraznos que estaban en el suelo, bajo el árbol de un vecino, el señor cura lo obligó a pagarlos y lo despidió 12 veces sin darle la absolución. El niño no tenía ni un centavo; no se atrevía a relatar su robo a su vecino ni a su padre, al que le hubiera causado muy poca gracia y que al no verlo comulgar, lo traía por la calle de la amargura. Felizmente el jubileo lo sacó de apuros. Ni el confesor ni el padre podían sospechar la peligrosa situación en que colocaban uno a su penitente y el otro a su hijo. El sacerdote había hablado tan encomiásticamente de los Hermanos antes de su llegada, que los parroquianos los consideraban como seres sobrenaturales. A pesar de que el ex-Hermano Sebastián no era propiamente un modelo. Enrique se decidió a seguirlos al Hermitage, el 1 de octubre de 1837. Llegaron con media hora de anticipación a la apertura del Retiro. Tanto los montes como l a casa de los Hermanos, el silencio de ocho días, etc., al serle ajenos y como nadie le decía nada excepto el piadoso Fundador en la confesión, se aburrió mucho y se retiró al terminar el Retiro. Los estudios se acortaban mucho entonces en el Noviciado

 

Enrique entró el 9 de marzo de 1838; tomó el hábito religioso el 14 de mayo, se le impuso el nombre de Hermano Avit; se ofreció para ir a las misiones de Oceanía y lo enviaron el 8 de septiembre a la escuela de Pelussin, para dar clase a los párvulos. Su director ridiculizó su inexperiencia y su piedad ante los alumnos. Luego, el pobre director acabó mal. En 1839 fue enviado el Hermano Avit a Terrenoire para atender la primera clase, muy numerosa. Hizo su profesión después del Retiro de este año y fue destinado a Viriville para atender la primera clase de 65 alumnos y vigilar un estudio de internos que le ocupaba desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Tuvo que prepararse para sacar el diploma de Bachiller empleando la noche durante seis meses. Lo sacó en Grenoble, el 9 de marzo de 1840. En mayo le dieron una clase denominada "Superior" en Charlieu. El 15 de agosto fue nombrado director de Saint-Genest-Malifaux, era demasiado pronto. Estuvo a punto de morir durante la clase a causa de algunos alumnos

 

Los salones eran demasiado pequeños, el Hermano Avit colocó su cátedra bajo el tiro de una gran chimenea de piedra. Esta chimenea de 3 metros de largo, estaba fuera de uso desde mucho tiempo atrás, pero nada indicaba que fuera a caerse. La cátedra era cerrada y el frente servía de escritorio. El Hermano Avit para entonces ya usaba lentes; colgó su reloj junto a la cátedra. Dos de sus vigilantes estaban a su lado. Cierto día, durante el invierno de 1841, los dos vigilantes insistieron tan machaconamente, que les dio permiso para ir al baño[7]. Durante su ausencia, el tiro de la chimenea de cuarteó y cayó de repente destrozando la parte delantera del escritorio y rompiendo las sillas de los vigilantes. Numerosos ladrillos y una enorme cantidad de polvo enterraron al Hermano Avit que permaneció inmóvil durante algún tiempo. Creyéndolo muerto, los alumnos salieron de la clase y corrieron a comunicar la noticia en todo el pueblo. Los señores de la curia vinieron a la escuela. Vuelto en sí, el Hermano Avit se las arregló como pudo, no estaba nada limpio. Su cruz, cuyo cordón se había roto, fue encontrada entre los escombros. Sus lentes y su reloj quedaron intactos, protegidos por los ladrillos. Evidentemente la Buena Madre había estado presente[8]. Otro acontecimiento le hizo creer en los aparecidos

 

Le dieron el cambio en 1842 a causa de una afrentosa calumnia, y lo pusieron como segundo en Mornant donde tuvo que afrontar varias contiendas

 

El Hermano Pedro María había llevado numerosos postulantes al Hermitage. Diez de entre ellos estaban de regreso en el invierno de 1842 y varios escandalizaban por su mala conducta. Tramaron una calumnia contra el Hermano Avit. Uno de ellos se fue a contársela al Hermano Carlos, director de Saint-Sauveur. El buen Hermano se sintió obligado a comunicarlo al Reverendo. Este le creyó y sin hablar con el acusado, lo cambió durante el mes de junio enviándolo como segundo a Mornant[9]. Llegó a su nuevo puesto quince días antes de que empezaran las clases, con un excelente Hermanito para la clase de los más chicos quien no permaneció más que algunos meses

 

Sabedor de la indisciplina de sus futuros alumnos, el Hermano Avit se rehusó vigilarlos en la iglesia antes de haberlos tratado en su clase. El primer domingo fue un desorden tremendo. El Hermano Teófilo se dedicó a juntar a unos, a tirar de los cabellos a otros, nada se pudo hacer. El señor Venet[10] pasaba y volvía a pasar, hacía la vista gorda con los recién llegados y estaba bastante molesto. Después de vísperas, mandó llamar al Hermano director y le dijo: "¿qué clase de hombre me mandaron? Tiene aspecto de un imbécil y de incapaz. Regréselo al Hermitage y consígame otro". El Hermano Teófilo, desconcertado, se lo comentó al Hermano Avit, que le contestó: "Tenga paciencia, no puedo mandar a volar todo antes de empezar, vigilando a niños que no conozco". El siguiente domingo empezaron las mismas escenas. El señor cura estaba furioso y el Hermano Teófilo al límite. El lunes, el Hermano Avit, que era titular, tocó la campana a la hora, se colocó en su cátedra y con anteojo s azules, hizo ademán de leer. Los niños llegaron, lo miraron, hablaron entre ellos, etc. Pronto fue un completo desorden. Uno de los chamacos dijo en patois: "Tiene miedo". El Hermano Avit dejó sus anteojos y su libro, dio sobre la mesa de su cátedra un puñetazo tan fuerte, que el silencio se estableció en la clase. Les dio a continuación una regañada tan grande que todos quedaron espantados y en adelante un gran silencio prevaleció en el salón. El domingo siguiente los niños tuvieron que ir a la iglesia de dos en dos, en silencio, cosa que no había sucedido desde hacía varios años. Esto extrañó mucho a los numerosos espectadores que se encontraban allí. El padre Venet había entrado en la iglesia con mucha anticipación. Vio entrar a los alumnos en silencio, hacer una respetuosa genuflexión ante el altar, colocarse en las bancas con perfecto orden, hacer la señal de la cruz, etc... No dando crédito a lo que veía, pasó y volvió a pasar veinte veces viendo de reojo a los niños y sobre todo al que había tratado de imbécil. Parecía que hacía mucho tiempo que no gozaba de este espectáculo

 

Mandó llamar al Hermano director después de vísperas y le dijo: "Tenía toda la razón al invitarme a la paciencia. Es un gran profesor el que tiene usted. ¿Cómo ha podido controlar de esa manera a esos chamacos en tan poco tiempo?" Desde entonces, el Hermano Avit fue el confidente del padre Venet, que iba a visitar su clase todas la semanas y llegó hasta a confiarle las penas que le ocasionaban sus vicarios. El no sabía todo lo que pasaba. Uno de ellos, apellidado Perrichon, fumaba y perdía el tiempo con los seis monaguillos, antes de la misa, todas las mañanas. Cuatro de esos niños cantaban, sin luz, la misa de difuntos que se sabían de memoria. Al mismo tiempo, platicaban, hacían diabluras y se hacían bromas. El Hermano Avit creyó su deber advertir al señor cura de tales desórdenes. El padre Perrichon recibió una buena regañada y guardó rencor

 

Algún tiempo después, el señor cura mandó llamar a uno de sus sobrinos para iniciar el latín. Le dio como compañero a uno de los primeros alumnos de la escuela. Los padres de éste no estaban de acuerdo pero rehuían al padre Venet. El muchacho no sentía ningún atractivo por el estado eclesiástico... Sabiendo esto, el Hermano Avit se las arregló para mantener al niño en su clase, con gran satisfacción de sus padres. Después de cierto tiempo, el padre Venet fue a la escuela y regañó duramente a uno de sus acólitos, lo despidió y solicitó al Hermano Avit que le consiguiera otro. Este Hermano, sin desconfiar, le ofreció a un tal Chassigneux, de 12 años, el sábado siguiente. El señor cura que conocía al niño, quedó encantado y lo comunicó a sus vicarios en la cena. -"¡Cómo! le dijo el señor Perrichon, ¡se deja usted mangonear por una caricatura de Hermano que se atreve a ofrecerle un degenerado para servir al altar!" Al día siguiente, el padre Perrichon entró en la clase de los más adelantados, con el sombrero puesto y dando la espalda al Hermano Avit, escogió a dos niños que eran hermanos, para ayudar en la misa mayor. Luego, salió sin saludar a nadie. Extrañado de esta nueva forma de educación, el Hermano Avit mandó preguntar a la madre de los niños si quería que fueran monaguillos. Ella se opuso de la manera más enérgica. Viendo que los muchachos no llegaban a la sacristía, el padre Perrichon fue a sacarlos de su lugar. Arrastró al más chico a la fuerza, pero el mayor se aferró a su banco

 

Por la tarde, el Hermano Avit fue al curato para informarse de esta inexplicable conducta. Tuvo lugar el siguiente diálogo: "Señor cura, tal vez sepa a que he venido. -Sí, como no; yo no estaba enterado que tuviera un control en mi parroquia. -No lo comprendo, señor cura. -Usted tan solo está de paso, es un extraño y usted quiere gobernar mi parroquia. -No lo entiendo, señor cura. -¡Cómo!, tuvo usted la osadía, la insolenncia de ofrecerme a un degenerado como acólito." El señor cura propinó una larga serie de insultos al Hermano Avit y trató de salir luego del salón. El Hermano Avit se interpuso, le impidió salir y le replicó: "Después de todos sus insultos, no permitiré que se retire sin darme tiempo para contestarle. -Entonces ,¿qué quiere? -Quiero defenderme de sus acusaciones. En primer lugar, ¿está usted seguro que el pequeño Chassiegneux es un degenerado? -Con seguridad, no. -íAh! ¡no lo sabe, usted, el pastor, el que debe conocer todos los secretos de todas sus ovejas, y usted quiere que yo lo sepa, yo, un extraño, que va de paso, yo, que por vocación debo ignorar esas cosas!" Y a continuación, el Hermano Avit repitió toda la letanía de epítetos que el señor cura le había recetado. Luego, saludándolo, se retiró. Esa misma tarde el señor cura mandó llamar al Hermano director y le dijo: "Yo enjaboné fuertemente a su Hermano Avit, pero debo confesar que se supo defender bien". A su regreso, el Hermano Teófilo preguntó al Hermano Avit de qué se trataba y el Hermano Avit le detalló todo. Poco tiempo después, el Hermano Teófilo fue al Hermitage y contó todo al Hermano Juan Bautista quien le respondió: "El Hermano Avit está en todo su derecho, pero el señor cura es muy celoso, no aceptará haberse equivocado. Dígale al Hermano Avit que actúe como si nada hubiera sucedido"

 

El Hermano Avit siguió confesándose con el señor cura, quien, muy sorprendido, le preguntó en varias ocasiones si no lo veía con disgusto. "Si usted me conociera mejor, replicó el Hermano, no me haría esa pregunta..." El padre Venet era de los que guardan rencor; no vovió a aparecerse en la clase

 

En Pascua, el Hermano Crisógono, actual procurador general, llegó para encargarse de la clase de los más chicos. Habiendo puesto un día a un niño insoportable en la puerta de la clase, en la jardinera, después de haberle amarrado las manos con un cordón, el muchacho se las arregló para zafarse y se fue a su casa. Durante la comida, el papá llegó hecho una furia. El Hermano director bajó, pero no sabiendo qué decir al enojado, se escondió en un rincón como un santo en un nicho. Grevon[11] hizo ademanes de subir. El Hermano Avit obligó al Hermano Crisógono, que no las tenía todas consigo, a bajar y él lo siguió. Grevon, viendo que su hombre se detenía a media escalera, se avalanzó para agarrarlo y seguramente lo hubiera golpeado. Entonces, el Hermano Avit se puso entre los dos, agarró a Grevon por el cuello, lo obligó a bajar, después de algunos forcejeos y de responder a los insultos del agresor, le dió una patada en cierta parte: ¡Grevon, mejor corre! El Hermano Crisógono se escapó ileso y el Hermano Teófilo tuvo su buena dosis de miedo

 

Al final del curso se organizó una solemne distribución de premios, cosa que no se había hecho antes. El padre Venet quedó encantado al igual que el numeroso público. Sin embargo, pidió el cambio del Hermano Avit y lo consiguió en septiembre de 1843. Su carta encerraba una queja y un elogio. Reprochaba al Hermano Avit el haber dado el premio de excelencia a un pelafustán. Ahora bien, el alumno en cuestión era de lo más educado en clase y el premio lo había ganado por voto secreto de todos sus compañeros. El padre Venet no quería a la familia de ese niño, cosa que el Hermano Avit supo hasta después. El elogio se resumía en estas palabras: "Siga con cuidado a este Hermano. Tiene tela para tres hombres, pero tiene mucho que pulir".[12]

 

Designado para la escuela de Bougé-Chambalud, en 1843, permaneció por espacio de tres años donde tuvo que poner buena cara al mal tiempo y consiguió más aureola que virtud

 

La primera vez que asistió a la misa, quedó sorprendido al ver que el cura cantaba y celebraba al mismo tiempo. De inmediato se dirigió a la sacristía y le dijo: "¿Es esa la costumbre de la diócesis? -No, pero no tengo cantor. ¿Sabe usted cantar, Hermano? -Algo, señor cura". Y el buen sacerdote se puso a brincar de gusto. A partir de entonces, el Hermano Avit cantó todos los días la misa durante tres años y logró hacer con el párroco lo que quiso. Al igual que muchos de sus cohermanos, el padre Revol no tenía hora fija para decir su misa. El Hermano se lo hizo notar. "Llame para la misa cuando usted quiera y la diré", le respondió. El Hermano no se hizo del rogar

 

Se acababa de comprar una campana de 800 kilos regalada por la señorita Esther. Cuando fue colocada, 4 o 5 hombres tenían que juntarse para tocarla sin conseguirlo. El Hermano Avit se burlaba de ellos. "Quisiéramos verlo" le dijeron. Los hizo a un lado, agarró la cuerda, y empezó a tocarla. Desde entonces lo consideraron como un hércules. Nada era más cierto

 

El veintiocho de diciembre de 1843, el párroco escribió en estos términos alabando al Hermano Avit, cosa que nunca supo sino hasta que leyó la carta "...Nuestro Hermano Avit desempeña muy bien su empleo. La clase de los mayores ha hecho en dos meses más progresos que en diez del año pasado. Es, pues, de desear que lo deje aquí durante mucho tiempo... Sírvase, señor Superior, mandarnos el diploma de capacidad del Hermano Avit para que el consejo municipal, durante la sesión de febrero, p roponga a este Hermano para el puesto de ministro" El Hermano Esteban había sido el director el año anterior, el Hermano Avit le suplicó que conservara dicho puesto al menos en lo interior, encargándose él mismo de la dirección de la escuela, de los asuntos oficiales y de las relaciones con e l exterior, cosa que le agradó sobremanera al Hermano Esteban y satisfizo también a los superiores

 

El mal espíritu de 1841 no había desaparecido por completo. El señor Livon, agricultor y comerciante de trigo, siempre fue una bestia. Sus constantes relaciones con otros comerciantes, le hacían creer que era filósofo. Iba regularmente a la misa pero se dedicaba a leer su periódico. Simplemente era una bestia como tantos otros. El más chico de sus hijos asistía a la escuela. Encontrando al Hermano Avit demasiado enérgico, se le ocurrió ponerse al frente de un grupo. Dándose cuenta, el Hermano dijo cierto día a sus alumnos: "Me he enterado que uno de ustedes se siente demasiado listo para darme órdenes. Les advierto que soy el único maestro en mi clase, y que no permitiré ningún desorden y que tampoco recibiré órdenes de nadie" Se d eshizo el complot y el hijo del acalde fue puesto en su lugar. Hizo con devoción su primera comunión, se volvió piadoso y solicitó entrar en el Instituto. Su padre se opuso rotundamente. Después de muchas insistencias inútiles, el Hermano Avit le dijo: "Su hijo pertenece a Dios más que a usted, no tiene ningún derecho de oponerse a su vocación" El filósofo tuvo que ceder, su hijo se dirigió al Hermitage en donde tomó el hábito con el nombre de Hermano Barsabás y murió santamente siete años después

 

El año anterior, un tal Bon había hecho el jardín. El Hermano Avit quiso cuidarlo personalmente. Muy pronto todos elogiaban el jardín y todos los habitantes querían visitarlo. Esto ocasionó un problema a nuestro jardinero. El mayordomo de la vieja condesa obtuvo la autorización para visitar dicho jardín y se dió cuenta de un manantial en la parte vendida por la condesa a su hija. Al día siguiente el Hermano Avit recibió la orden imperiosa de tapar ese manantial. Respondió al emisario: "Dígale a la condesa que yo no excavé ese manantial y por lo tanto no lo taparé". La vieja avara se dirigió al alcalde. Este conminó al Hermano a obedecer. El Hermano respondió lo mismo. El alcalde mandó a un trabajador para hacer el trabajo y acabar con el problema. El Hermano Avit excavó otro depósito por debajo del terreno vendido por la vieja en donde encontró un manantial más abundante a metro y medio de profundidad. Varios días después el mayordomo fue a confirmar si la orden del alcalde se había cumplido. Vió el nuevo aljibe y se molestó. El Hermano Avit le dijo: "Dígale a la señora que ella no tiene ninguna injerencia en este manantial puesto que no está dentro del terreno que vendió" El asunto no pasó a mayores

 

Para juzgar de la avaricia de la vieja condesa, el Hermano Avit, contra la indicación del párroco, le hizo escribir una hermosa carta de feliz año nuevo que fue firmada por todos sus alumnos. La dama quedó encantada y mandó cuarenta francos en libros para premios. El señor cura se quedó sumamente extrañado

 

El señor cura había fundado un convento en su parroquia cuyas religiosas eran todas de la región. Atendían la escuela de niñas pero eran muy ignorantes. Considerando al Hermano Avit como a un sabio, el párroco le propuso que fuera a dar clase a las hermanas. El Hermano Avit se defendió con la Regla. El señor cura se dirigió al Hermano Esteban y consiguió lo que quería. El buen Hermano no sabía negar nada. "Iré a dar las clases a las hermanas, dijo el Hermano Avit, con la condición de que usted y el cura vengan conmigo todas las clases". Así se hizo. Enterados los superiores, dieron una fuerte llamada de atención al Hermano Esteban

 

El señor Nivon se llamaba Lorenzo. El Hermano Avit le hizo celebrar su fiesta por un grupo de alumnos armados de pistolas y viejos fusiles. Los que llevaban estas armas se escondieron atrás de un matorral, a un lado del lugar en donde el alcalde vigilaba la trilla de su trigo. Dos alumnos se adelantaron hacia él: el primero le hizo un cumplido, el segundo le presentó una guirnalda con flores de 2 metros de larga de la que colgaba un ramo de flores. Los niños escondidos atrás del matorral se dejaron ver y dispararon sus armas. El señor Nivon se sintió muy halagado. Desde ese día, hizo todo lo que le pedía el Hermano Avit

 

El 27 de abril, le tocó el turno al señor cura. Se llamaba Agustín. El Hermano Avit quiso hacer algo grandioso. A las felicitaciones y al ramo de flores, añadió una iluminación con transparencias emblemáticas. Eran las diez de la noche. El Hermano Avit había prohibido al sacristán que tocara para el Angelus. La iluminación en el patio del curato había exigido muchas precauciones para no llamar la atención del párroco. Cuando todo quedó iluminado, el Hermano Avit se subió al campanario, un niño entró al cuarto cuyas ventanas permanecían cerradas y pronunció una felicitación al padre Revol. Este buen hombre nunca había recibido nada parecido en toda su vida y no daba crédito a sus oídos. Otro niño le presentó el ramo de flores. Los que habían quedado fuera dispararon sus armas mientras que el Hermano Avit tocaba las campanas y el carrillón. Cuando bajó, encontró a su párroco conmovido al grado de no poder decir palabra sin soltar a llorar. Uno de sus cohermanos lo acompañaba. Había ayudado al Hermano Avit en la preparación. Las transparencias se reflejaban en el campanario. Como nunca habían oído tocar los carrillones de esa manera y viendo el reflejo de las luces, los habitantes del campo creyeron que se trataba de un incendio y que tocaban las campanas a rebato. Al irse a su casa, el Hermano Avit se encontró con una gran cantidad de campesinos armados de vasijas de todo tipo que le preguntaban dónde era el incendio. "No hay ningún incendio. -Tocaron a rebato. -Si no saben distinguiir un carrillón de un toque a rebato, son unos ignorantes". Unos se echaron a reír y otros a murmurar y cada uno se regresó a su casa

 

Contando con muy pocos alumnos para el verano, el Hermano Avit pensó en tocar las campanas cada vez que amenazara una tormenta. Los campesinos quedaron encantados. "Este Hermano nos libra del granizo", decían. El consejo municipal votó 100 francos para el Hermano Avit por este servicio, pero él los rechazó

 

A su llegada no había más que dos o tres malos cantores en el coro de la iglesia. Organizó uno con una quincena escogidos entre los jóvenes, los hombres casados y sus alumnos mayores. Los días de grandes fiestas, les hacía ejecutar algunos dúos que hacían abrir los ojos desmesuradamente y alargar las orejas a los parroquianos poco habituados a la música. Llamaban a eso ventriloquia. Al asistir a los oficios, en esos días, se comentaban entre ellos: "Hoy es una gran fiesta, van a funcionar los ventrílocuos"

 

El señor cura fue a buscar un día al Hermano Avit y le dijo: "¿Sabe tocar el contrabajo? -No, señor cura. -¡Qué lástima!. -¿Por quué? -El profesor de Agnil quiere vender su contrabajo que está nuevo y pensaba comprárselo. -Cómpreselo de cualquier modo. -Pero si no lo sabe tocar. -Da lo mismo". El padre Revol llevó el instrumento algunos días después. El Hermano Avit lo examinó con detenimiento, así como el método, luego tocó toda la escala al primer intento. El párroco brincó de alegría. "- Usted me ha engañado. -Le aseguro que nunca había tocado ese instrumento. -¡Es increíble!" El buen cura trató todos los días durante algunos meses en obtener siquiera tocar la escala sin poder conseguirlo. Sin embargo, era el mejor cantor de la diócesis. Un mes después, el Hermano Avit acompañaba los cantos de la iglesia. Los parroquianos decían que les tomaba el pelo

 

Ya hemos señalado en el relato sobre Roussillon que el Hermano Avit fue el encargado de fundar ese establecimiento y que las autoridades locales lo pidieron como director tan pronto como todo estuviera listo. Los superiores lo nombraron en septiembre de 1846. Al enterarse, el señor cura escribió tres cartas para reclamar dicho cambio. "Si usted persiste en este cambio, decía, las autoridades y el pueblo se indignarán. No volverán a hacer nada por los Hermanos. Nuestro internado decaerá. La mayoría de los alumnos del Hermano Avit lo seguirán a Roussillon... Si definitivamente no regresa a Bougé, exijo que tampoco vaya a Roussillon..." Ante estas reclamaciones los superiores cedieron y el Hermano Avit fue enviado a Montdragon en donde , al mismo tiempo que dirigía la casa y daba clase, tuvo que iniciar sus funciones de visitador en las Provincias de Saint-Paul y la Bégude. Pasó allí sus tres mejores años. Había hecho de todo... Si realizó poco bien, él mismo confesó más tarde, haber hecho también sus locuras. Se lamentó de haber trabajado mucho a menudo por vanagloria. Las alabanzas recibidas no le dejaron nada de provecho. Fue reemplazado por el ex-Hermano Pío que había sido su primer director en Pélussin en 1838

 

(Este) pidió el regreso de su hermano el ex-Celestino que había sido despedido del Instituto por una falta muy grave. Ocasionó su expulsión por un hecho del mismo género en abril de 1849. El señor cura lo había advertido a sus superiores. El Hermano Avit acababa de ser encargado de las visitas del Centro y de las del Sur. Encontrándose en el Hermitage cuando fueron recibidas las cartas del señor cura, fue enviado para informarse. El hecho estaba ocasionando demasiado ruido y amenzaba con producir un gran escándalo. Cuando los habitantes vieron al Hermano Avit, creyeron que venía a quedarse. Se pusieron de acuerdo y trabajaron para ocultar lo sucedido para darle gusto. Al final del mes, todo estaba nuevamente en calma. El Hermano Teodoro se hizo cargo de la dirección y el Hermano Avit regresó a sus visitas

 

Encargado del problemático centro de Mondragon en octubre de 1846, tuvo que dar la primera clase, visitar de pasada las casas de la Provincia de Saint-Paul agregando al curso siguiente las casas de la Provincia de la Bégude

 

Por ese tiempo llegamos a la Provincia. El Hemano Juan Bautista, quería al principio colocarnos en Lorges para fundar allí un internado, pero no pudo convencer a ningún director de la Provincia que aceptara Montdragon. Hubiera sido necesario hacer violencia. Estos buenos Hermanos rehusaban el puesto porque tenía mala reputación y cuyos alumnos los agarraban a pedradas cada vez que pasaban. Recayó en nosotros esa herencia

 

Antes de llamar a sus ayudantes, el Hermano Avit fue a ver si todo estaba listo. El señor Rey, párroco, lo recibió con mucha frialdad... Hacia el 15 de octubre de 1846, regresó a Montdragon con los Hermanos Abdías y Castorio como ayudantes

 

Nuestros tres viajeros se fueron desde Saint-Paul a Montdragon a pie. Durante el trayecto los sorprendió una fuerte tormenta llegando al curato completamente empapados. El padre Rey no les ofreció ni un vaso de agua. Se puso a platicar en patois con el Hermano Abdías, cuya presencia le había agradado. El padre Callot, vicario, que entró en ese momento, habló con él en francés. Después de un rato, suplicó al señor cura que le proporcionara la llave de su habitación. "¿A dónde quiere ir? dijo el párroco. Es de noche. -Qusiéramos cambiarnos de ropa, señor cura, y preparar nuestra cena. -Usted cenará aquí. -Está bien, aunque me gustaría ver que vamos a cenar". Se sentaron a la mesa. El padre Rey siguió hablando en Patois con el Herm ano Abdías y el padre Callot con el Hermano director. Después de la cena, la empleada del curato, armada con una linterna, condujo a los Hermanos a su casa instalando a cada uno en su cuarto. Quince días después, el padre Rey vino a verlos. Encontrando al Hermano director y al Hermano Abdías en el patio, le dijo: "Los otros Hermanos la hacían de subdiácono". Luego, dirigiéndose al Hermano Abdías, añadió: "¿Usted lo hará, Hermano? -No sé hacerlo, respondió el Hermano. Le enviaré el ceremonial, replicó el padre Rey y se fue". El Hermano director no pudo decir nada. El Hermano Abdías lo consultó. Usted conoce la Regla, replicó el Hermano director y puso al tanto al Hermano Asistente. Este le pidió que impidiera eso sin comentar nada. Es preciso, escribió, que su párroco sepa que los Hermanitos tenemos una Regla y carácter. El día señalado, el Hermano director tuvo que oponerse al señor cura. "-¿Por qué me hace esto, Hermano? -Nuestra Regla lo prohibe, señor cura. -Ya pedí el permiso a sus superiores de Saint-Paul. -Sírvase enseñarme la autorización, señor cura. -No la tengo por escrito. -En tal caso, esa autorización no vale, según nuestras Reglas. -Permítamelo por esta vez. Escribiré a suus superiores para el futuro. -No puedo, señor Cura". El padre Rey no quedó satisfecho. Más tarde escribió una carta y se la presentó abierta al Hermano director. Este añadió la suya. Pedía que se autorizara al Hermano Abdías. La respuesta fue enviada al señor cura. Después de varios considerandos en línea de una negativa, lo dejaban que él juzgara, con la condición de que el Hermano director utilizara el permiso y no el Hermano Abdías. El padre Rey quedó muy desconcertado comprendiendo que había metido la pata. El Hermano director , a quien no le hacía ninguna gracia ser subdiácono, se hizo del rogar. Finalmente cedió a condición que le permitiera cantar la epístola con la entonación del evangelio vienés. Durante el canto, todos los asistentes se pusieron a murmurar. Después de la misa, el cura alabó a su nuevo subdiácono y le regaló un pan

 

Las dos clases se abrieron el 2 de noviembre. Muy pronto tuvieron entre 110 a 115 alumnos en invierno; unos veinte se retiraron durante el verano. Eran muy indisciplinados y hubo que gastar muchas energías para disciplinarlos. Desde el primer día, el Hermano director vio las paredes de su clase llenas de inscripciones con lápiz, injuriosas para los Hermanos anteriores, e incluso obscenas. La regañada que propinó a sus alumnos los hizo temblar y contribuyó mucho a imponer silencio. Cuando les señaló el trabajo para el día siguiente, reclamaron. Los otros Hermanos, dijeron, nada más nos dejaban una lección diaria y nada de trabajos escritos. Los otros Hermanos le hacían como podían, respondió el Hermano Avit, y yo haré como quiera. Ustedes tendrán un capítulo del catecismo, media página de gramática, otra de aritmética, una pregunta de Historia sagrada, tal ejercicio y tres problemas. Veremos la historia y la geografía más tarde. Si alguien comete alguna falta, se las verá conmig o. El tono hace la canción, dice el proverbio. Los niños abrieron semejantes ojos y se pusieron a trabajar

 

Días más tarde el señor cura fue a visitar al Hermano director y le dijo: "Los otros Hermanos hacían pagar 15 centavos por la calefacción y sufrían para obtenerlos. ¿Cómo le hace usted? -Señor cura, les pedimos 30 centavos. -¡Ah!, nunca los conseguirá. -Eso lo veremos. -Ya lo consideran como un malvado, si exige eso, habrá una revolución en la región contra usted. -No tema, señor cura." El pobre hombre temblaba. Los 30 centavos fueron pedidos y antes de ocho días se habían conseguido. Habiendo vuelto el padre Rey, el Hermano Avit le dijo: "-¿Hay alguna revolución? -¿Pidió los 30 centavos? -Todos los pagaron. Aquí como en todas partes, la gente se queja de todo. Se cuidan mucho cuando uno es firme y decidido con ellos"

 

En enero, el señor cura fue a ver al Hermano director para que diera ensalada. "Señor cura, es demasiado pronto. -Usted no comprende nada de aquí, aquí no se hace lo que se hace en Lyon". El Hermano Avit había prometido sembrar y no lo había hecho. Un poco después, el señor cura regresó diciendo: "Le traje semillas de sandía. -Las tengo, señor cura, y se lo agradezco. -Sus granos no sirven para nada. -¿Cómo llo sabe? Aquí están. -Esas son semillas de sandía para las vacas. -Señor cura, voy a hacer dos agujeros. Usted pondrá sus semillas en uno y yo pondré las mías en otro y después veremos." La proposición aceptada, el padre Rey hizo su agujero y lo cubrió con un enrejado de madera bien entrelazado. Algunos días después, las semillas del Hermano Avit presentaban unas hojas grandes y las del cura no crecían. Quitó cuidadosamente el enrejado, puso la mitad de sus plantas en el agujero hecho por el párroco y volvió a poner el enrejado. Cuando el padre Rey se presentó, confesó que sus plantas se parecían, pero esperaba los frutos. Por desgracia, el mistral echó a perder las plantas

 

Otro día, el Hermano Avit podó dos o tres cepas que los Hermanos anteriores habían descuidado y les dejó mucho tronco para hacer un emparrado y tener sombra. Al ver las cepas, el padre Rey dijo: "¿Quién ha cortado eso? -Yo, señor cura. -Ust ed no sabe nada y todo lo quiere haccer a su modo. -Gracias por el cumplido". Más tarde, el enramado estaba tupido y cargado de grandes racimos. "Desgraciado hermanillo", dijo el padre Rey

 

Los habitantes consideraban al Hermano Avit demasiado severo, pero confesaban que los niños hacían grandes progresos. En efecto, éstos trabajaban con gran entusiasmo. Uno de ellos se acercó cierto día a la cátedra del Hermano Avit y le di jo: "Si no me da una fuerte cachetada, me va a vencer la flojera" Recibió un buen bofetón y trabajó enérgicamente durante quince días

 

Otro le hacía siempre la contra. Era un tal Renaud, hijo único y consentido por sus padres. El Hermano Avit lo había notado desde los primeros días. Consiguió que trabajara durante el invierno adulándolo, recompensándolo y animándolo. Cuando llegaron los calores, estos medios no obtuvieron ningún resultado, y fue preciso castigarlo. El Hermano director, le dio primero un trabajo extra como castigo, luego dos, después tres, cuatro, cinco. El niño los hizo por algún tiempo, pero después se hacía el desentendido. El Hermano Avit añadió líneas a los que no habían sido hechos y llegó hasta cincuenta líneas. El alumno no las presentaba en el momento señalado y fue regresado a su casa para hacerlas. Media hora después, volvió con su padre y se desarrolló el siguiente diálogo: "Vengo a ver por qué persigue a mi hijo. -¿Quién es usted, señor? -Usted me conoce muy bien. -No lo conozco desde este aspecto. -Me apellido Renaud. -¡Ah, es cierto, usted es el padre de esee precioso niño ( el niño estaba deforme). Tiene razón en llamarme perseguidor, y no dice todo. Soy un ogro y me como cada mañana a un niño como desayuno. Muy bien podría comerme el suyo[13]. ¿Qué es lo que me reprocha? -Usted le dio cincuenta líneas a mi hijo. -¡Oh! ¡Qué crimen! -Pues no las hará. -¿QQuién dijo eso? -Yo. -Eso lo vamos a ver." Dirigiéndose al niño, el Hermano Avit le dijo: "Ponte allá, al final de la mesa, toma tu Biblia y haz tus líneas pronto". El muchacho obedeció. -Si usted se mantiene así, él las hará, dijo el padre. -Claro que me sostengo, replicó el Hermano Avit, ¿piensa usted que yo me divierto vacilando con mis alumnos?" El señor Renaud estaba admirado. A una señal del Hermano director, todos los alumnos le hicieron unos cuernos. No encontraba la puerta para salir. Desde ese día, saludaba amablemente al Hermano Avit y en ocasiones lo invitaba a comer. El Hermano director creyó su deber el rehusarse siempre. El episodio se hizo de la voz pública y todo el mundo se burlaba del pobre señor Renaud. Te fregó el Hermanillo, le decían en todas partes

 

Las numerosas y prolongadas ausencias que las visitas imponían al Hermano director, no podían ser del agrado de las autoridades locales, que por otra parte, lo apoyaban. Hablaron con los superiores para que lo dispensaran de las visitas o para que lo reemplazaran en Montdragon. El Hermano Avit estaba contento y hubiera permanecido con gusto. Los superiores no lo aceptaron. Fue, pues, reemplazado por el Hermano Festo en octubre de 1848

 

En septiembre de 1848 fue nombrado único Visitador de todos los establecimientos del Centro y de todos los del Sur. Todo estaba por ser organizado en este importante trabajo

 

Recorrer escuelas durante 11 meses, ordenar las asistencias de Hermanos y alumnos, revisar las cuentas de las casas, el mobiliario, los balances de cuentas y estructurar la mitad, dos veces al año, redactar íntegros los informe de las visitas, preparar los cuadros de colocaciones, ver las nuevas fundaciones, verificar los nombramientos anualmente para el personal docente, etc. Dedicar a esa tarea los días y parte de las noches, tal fue su vida durante siete años

 

Díganos ahora el lector, si el Hermano Avit tuvo tiempo disponible para perfeccionar sus estudios que tuvo que realizar de paso y sin disponer tan siquiera de ocho días de un curso para su propia instrucción en el Instituto

 

El 26 de diciembre de 1849 estuvo a punto de perecer durante la noche en Saint-Bonet-le-Froid, en medio de un bosque con 80 cms. de nieve, entre una intensa y glacial niebla. En julio, poco faltó para caer de noche, bajo las balas de gentes imprudentes

 

Veníamos de Goudargues. Como resultado de una falsa indicación, habíamos pasado por Méjeanne y hecho doble camino. La noche se nos echó encima y no queriendo equivocarnos por segunda vez, preguntamos por el camino en una granja aislada. Dos groseros empleados nos tomaron por ladrones, en la oscuridad, se armaron de fusiles y uno de ellos le dijo a su compañero que apuntara bien. Felizmente la granjera, habiéndonos oido gritar, bajó al patio y nos indicó el camino. Llegamos a las ocho y m edia, en el momento en que los Hermanos se iban a acostar

 

Gestionando con los responsables de Drôme y de Ardèche, en 1850, tuvo la dicha de impedir que 40 Hermanos fueran enrolados en el ejército. En 1852 pudo salvar la escuela de Charolles, cuya ruina proyectaba en secreto el señor cura.

 

A partir de este mismo año 1852 es elegido miembro de todas las asambleas capitulares, hasta la de 1883, inclusive. Junto con el Hermano Louis Bernardin fue secretario de estas asambleas hasta 1873 no incluído

 

Mucho ha dado que hablar su actitud en estas reuniones; en ellas habló y votó según le dictaban su conciencia y sus luces, sin que le inquietaran ni los halagos ni las palabras duras que le llovieron a menudo de derecha e izquierda. Aquellos a quienes ya se denominaba "rojillos"[14] lo contaron indebidamente entre sus partidarios. Cansado de tantas correrías y de un trabajo excesivo, a menudo nocturno, pidió descansar en 1885. Lo enviaron el 1 de diciembre a regentear la casa de Digoin; el remedio fue peor que la enfermedad

 

Toda clase de sinsabores nos esperaban. Nunca debe uno arrepentirse de una buena acción, pero si hubiéramos conocido a fondo el puesto que nos ofrecían, hubiéramos hecho todo lo posible por rehusarlo. Después de 9 años de fatigas y viajes continuos, sentíamos verdadera necesidad de algo tranquilo. Ahora bien, lo que se nos encomendaba era más penoso y más enervante que el ser visitador

 

Los problemas nos vinieron: 1º De los alumnos, que eran flojos, viciosos, sin piedad y poco inteligentes. Nos impusimos grandes trabajos para remediar tales males. El nivel de estudios se fue elevando a fuerza de presión sobre los maestros y los niños... La distribución de premios tuvo buenos resultados. Pero tales resultados se voltearon contra la casa. Algunos alumnos se retiraron por no haber obtenido premios, otros, que los obtuvieron, creyeron que eran águilas y se fueron a Moulins, y otros se salieron por haber sido muy presionados en el trabajo o en la piedad

 

2º Vinieron de los padres, que accedían a todos los caprichos de sus hijos, que los sacaban por cualquier pretexto, declarando que todo iba bien, y que eran muy malos pagadores

 

3º Del médico de la casa, que dejaba morir a los niños sin conocer sus enfermedades. Logramos salvar a uno a quien este médico había desahuciado y a quien logramos salvar a pesar suyo. Después de su curación, este niño nos llamaba padre

 

4º Vinieron de un médico envidioso que, queriendo practicar, levantaba a los padres en contra de su oponente y contra la casa. Preguntaba a los niños en la calle y los inducía a la insubordinación. Cierto día nos demandó al igual que el recaudador y el comisario de la policía. Una encuesta realizada por el sub-prefecto, vizconde de Thériset, se volteó en contra del recaudador y del comisario que lo había apoyado. En lugar de la salida de los Hermanos, del recaudador y del comisario, prometida a la población para el día siguiente, fue el alcalde el que tuvo que presentar su dimisión. Este golpe fue mortal para los volterianos acelerados que habían urdido esa odiosa artimaña en contra de la obra del buen párroco

 

5º Los problemas nos vinieron del pueblo que provocado por los volterianos, denigraron el establecimiento ante los padres de los internos y excitaron a la revuelta. Una madrastra, que golpeó rudamente a su hijo, acusó de ello a los profesores . La rectitud del comisario deshizo esta intriga. Había llenado de golpes a su hijo y le había puesto morada la espalda. Quisimos ver las cicatrices y le hicimos notar al comisario que habían sido hechas con anterioridad al día indicado en la acusación del Hermano. El niño declaró en contra de su madrastra de manera enérgica ante el comisario

 

6º Del padre Lapalus, vicario, que pagaba con malos procedimientos todos los esfuerzos realizados gratuitamente por los Hermanos, para dar realce a los oficios, sea por el canto, sea por la música del órgano que tocábamos personalmente. El vicario tenía músicos, aconsejados para pelear en plena iglesia con los nuestros. Era un escándalo. Tanto los profesores como los alumnos estaban muy irritados. Era necesario halagarlos con frecuencia e incluso hacerles violencia para que cantaran. En 1858 los ensayó durante un mes en los cantos para la Asunción y los dejaba gritar por las calles que los músicos de los Hermanos quedarían avergonzados ese día. Para calmar el coraje de nuestros alumnos y el descontento de los profesores, guardamos silencio durante la misa y las vísperas, y el órgano permaneció mudo. Dejados a sus solas fuerzas, los músicos del vicario hicieron el ridículo cosa que divirtió mucho a la población. Este sacerdote quería imponernos gratuitamente un curso para adulto s. No habiéndolo logrado, él mismo organizó el curso con la ayuda de un alumno del externado, niño de 12 años que enseñaba mejor y tenía más disciplina que él

 

7º Vinieron del internado Chevalier de Moulins que removió tierra y cielo para quitarnos los alumnos y que era del agrado de las poblaciones vecinas de Digoin. Era el preludio de las escuelas sin Dios

 

8º Nos vinieron del seminario de Semur, cuyos 4 profesores de Digoin se pasaban las vacaciones llamado alumnos a su casa, incluso externos, para sus cursos de francés

 

9º Incluso del buen cura Page, que con sus interminables misas y sermones, ahogaban la poca piedad de los alumnos y les hacían insoportables las ceremonias. Habíamos juzgado oportuno llevar a todos los alumnos a la misa de las 8 en la octava del Corpus. El santo varón creyó muy oportuno hacer durar su misa rezada, con lectura, hora y media. Al regreso, los mayores estaban irritados. Los hicimos levantar a las cuatro y media durante el verano y los llevamos a la misa de las 5 que no duraba más de 20 minutos. ¡Qué de problemas nos acarreamos sobre ésto y cuánto deseamos tener una capilla y un capellán en la casa!

 

10º Nos llegaron del Hermano Asistente, que, con demasiada frecuencia, nos imponía súbditos que otros directores no querían, sujetos que se habían comprometido con los niños en otros lugares, de los cuales uno también se enredó aquí y a quien , sin embargo, fue preciso conservar durante un mes. Fue reemplazado en la clase de los mayores por un Hermanito de 17 años que estaba en la tercera clase y donde había fracasado. Era muy capaz, pero muy irascible, sin experiencia y muy presumido. Por una lección mal dada, daba como castigo el copiar todo el catecismo de la diócesis o 50 figuras bíblicas, etc. Fue preciso, sin embargo, apoyarlo ante los alumnos: Todos lo odiaban. Los resultados fueron desastrosos para el curso siguiente. La primera clase y la mitad de la tercera no se presentaron. Fue reemplazado por un energúmeno a quien habían apodado Ledru Rollin en los puestos donde había estado

 

11º Nos vinieron también de la incapacidad, la irregularidad, la poca piedad, el poco espíritu religioso, franqueza e incluso carencia de buen juicio de otros que no tenían de religiosos sino la sotana y a quien era necesario vigilar como a l a leche en la lumbre. Después de haber sido cambiados de Digoin, casi todos salieron. Eran los ruiseñores de la Provincia. Entre los que cumplieron bien con su deber, hay que citar a los Hermanos Optaciano, Clemente, Maruthas que todavía vive, Sereno , ya fallecido y Agathange, director de Villechenève

 

12º Muchos nos llegaron finalmente, de los proveedores locales, todos ellos unos mentirosos y más ladrones unos que otros. Había que seguirlos de cerca. A los tres directores anteriores, les habían robado alrededor de 10 000 francos y querían seguir a toda costa. Uno de ellos se las echaba de haber puesto cuatro medidas de agua en 20 medidas de vino que le había vendido al ex-Gregorio. Las cuentas de un comerciante no habían sido revisadas desde 7 años antes. No era, por lo tanto, muy difícil engañar

 

Ante las dificultades enumeradas en los 12 párrafos precedentes, no teníamos otra que estar constantemente entre los espinos

 

... En abril (1859), el señor cura de Bourbon-Lancy, nos vino a visitar y nos dijo: "Conozco las intrigas y las injusticias que usted está padeciendo aquí. Véngase a Bourbon, allí tocará el armonio, estará contento y lo trataremos bien. -Señor cura, nosotros estamos a las órdenes de nuestros superiores. Usted tiene a un buen director. -Es preciso que lo cambien, eso no funciona". Se fue y escribió a Saint-Genis. El Hermano Asistente que no hallaba cómo hacerle para reemplazarnos, creyó ver una señal de la Providencia. Nos escribió para cambiarnos con el Hermano Lothier. Aunque extrañados, nos dirigimos de inmediato a Bourbon, en donde permanecimos tres meses y medio. Reiniciamos las visitas después del retiro[15]. Lo volvieron a encargar de las visitas de la Provincia de Saint-Genis-Laval, sólo para septiembre de 1859, pero aunque los viajes fueran más cortos y más cómodos, a pesar de que el trabajo ya estuviera casi organizado, estas visitas le resultaban muy penosas. Siguió con ellas hasta el mes de agosto de 1876. Muy a pesar suyo, el Capítulo General lo nombró Asistente. Lo encargaron de la Provincia del Bourbonnais que ni siquiera tenía noviciado ni elementos suficientes para atender las 59 casas con que contaba al principio y que sólo estaba organizada en la imaginación. Los trabajos que se tomó, los pesares que le abrumaron dieron al traste con su salud, sobre todo con su vista. En tal situación y no queriendo cargar con tan pesada responsabilidad, presentó su dimisión y el Capítulo General se la aceptó el 12 de marzo de 1880. Se había hecho cargo de la Provincia sin noviciado, con 59 casas, 289 Hermanos o novicios y un buen número de postulantes en un noviciado provisional, ciertamente, pero bastante organizado. No se juzgó pertinente conservarlo. Es muy de desear que nunca tengamos que arrepentirnos

 

 Antes de iniciar los anales de la casa de Chauffailles, Saona y Loira, el 03-XI-1881, el Hermano Avit hace la siguiente declaración: Entrando... en esta provincia del Borbonado, tan querida a nuestro corazón, una sensación indescifrable se apoderó de nuestro ser

 

A estos Hermanos que habíamos querido tanto y a quienes todavía queremos con toda nuestra alma, a quienes permanecemos unidos por las más íntimas fibras de nuestro corazón, no podemos serles más útiles que pidiendo a Jesús y a María que los bendigan, los protejan, los santifique

 

Esta provincia, de la que fuimos el primer asistente durante cuatro años solamente, cuya penuria de sujetos y la carencia de noviciado nos hicieron sufrir tanto y nos quitaron la vista, de esta provincia ya no podremos ocuparnos, pero un cohermano más virtuoso, más capaz, la dirigirá mejor que nosotros

 

¡Dios mío! ya que permites que la pérdida de la vista nos impida trabajar con esos queridos Hermanos y por ellos, dígnate escuchar las suplicas que te dirigimos diariamente por ellos. Bendícelos, fortifícalos, santifícalos y concédenos la gracia de ir todos juntos a alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad

 

Al no poder leer ni escribir más que con grandes dificultades, y siéndole insoportable el estar ocioso, y como sabía, por otra parte, que nuestras Constituciones exigen llevar unos anales del Instituto*, cuya redacción había sido varias veces intentada en vano, el Hermano Avit pidió le nombraran un secretario para emprender dicha obra. Ya lo habían intentado con unos 35 ó 40, de los cuales 7 u 8 lo habían hecho con bastante acierto. Fueron esfumándose uno tras otro bastante bien formados para realizar este trabajo. En su mayoría tenían mala ortografía, escaso estilo y con gran dificultad se daban cuenta de lo que se les dictaba. Por otra parte, los documentos faltaban o estaban desparramados aquí y allá, resultaba difícil reunirlos y hasta, en ocasiones, muy difícil encontrarlos

 

El Hermano Avit tenía 73 años y en diciembre de 1891, cayó enfermo y solicitó él mismo un lugar en la enfermería. Ingresó el 16 de enero muriendo 3 semanas después, el 7 de febrero de 1892 a las 2 de la tarde.[16] Todo lo anterior le concede al redactor de los Anales, el derecho de contar con la benevolencia de los lectores. Tras este largo preámbulo va a entrar en el tema, de inmediato

 

Constituciones de 1854, Cap. 11, 1ª sección

 

Art. 3- ... En cada casa, habrá: 1º un diario; 2º un libro de cuentas; 3º un libro de horarios; 4º en los internados, un registro de internos; 5º un libro con los anales; 6º un libro de deliberaciones del consejo; ..

 

Art. 8- El libro de los anales tendrá el origen de la fundación y la historia del establecimiento, los nombres de los fundadores o bienhechores con indicación de lo que hicieron o dieron, las condiciones, los beneficios y los compromisos de la casa o del Instituto, la especialidad de la escuela, resumen de los contratos, de adquisiciones o alienaciones, los acontecimientos notables que se realicen con sus consecuencias buenas y malas.

 

 


 

PRIMERA ETAPA DE 1775 A 1816

 

SUMARIO. Marlhes, nacimiento del venerado Padre Champagnat; su familia, su niñez, sus estudios, sus condiscípulos, la manzana roja, su ordenación y su llegada a La Valla.

 

La población de Marlhes.

 

(1) El municipio de Marlhes, situado en el distrito y a 10 km. de Saint-Genest-Malifaux, perteneciente a Saint-Etienne, se encuentra localizado cerca de 30 km. del Hermitage siguiendo los senderos de las montañas.

 

(2) La parroquia había pertenecido con anterioridad a la diócesis del Puy, al arciprestazgo de Monistrol, perteneciente a Saint-Etienne, del juzgado de La Faye, Clavas, que había sido hospital del Temple, y de Saint-Sauveur; dependía de Bourg-Argental y el obispo del Puy era el colator[17] de la parroquia. La parroquia de Marlhes tenía un señorío que pertenecía a la orden de los Templarios; se sabe que esta célebre orden quedó deshecha a mediados del siglo XIV, debido a la ejecución de su Gran Maestro, Jacques de Molay, y sus 39 caballeros, ordenada por Felipe el Hermoso.

 

(3) Junto con la aldea, que era de poca importancia, la parroquia abarcaba los caseríos de Coin, La Faye y el Rosey[18].

 

(4) El caserío de Coin[19] llegó a ser parroquia hasta hace unos 50 años. Los descubrimientos realizados por aquella época, prueban que la parroquia de Marlhes es muy antigua. Fueron encontrados restos de un templo de los druidas, su forma se conservaba en perfecto estado. En dichas ruinas, se descubrió una especie de osario, cuyos restos, en parte calcinados, permitieron distinguir las edades de las víctimas.

 

(5) La aldea de La Faye era el centro de un señorío que comprendía una parte de la parroquia de Marlhes y otra de la de Saint-Genest-Malifaux. La etimología druida del nombre de esta aldea: Faya, su situación cercana al Coin, en donde se encontraron las ruinas mencionadas, ¿no indican que esta región fue habitada desde tiempo de los galos, y que el señorío de la Faye se remonta a una gran antigüedad y por lo tanto, la parroquia de Marlhes resulta muy antigua?

 

(6) Acaba de reconstruirse la iglesia, bajo la advocación de San Saturnino, con planos grandiosos, dignos de una ciudad. Es de estilo gótico con tres naves y con cruz latina[20] . Tan sólo la cripta podría contener a toda la población; de hecho, se emplea durante el invierno. En cuanto a la iglesia superior, tiene el doble de superficie y es muy hermosa. Terminado el edificio, habrá costado 300 000 fr.

 

(7) No lejos de la población se encontraba en una loma, una piedra llamada de "tres obispados"; la tradición cuenta que los prelados de las tres diócesis, de las que formaba el límite dicha piedra, se reunían anualmente para tener una cena y que cada uno de los tres, sentados alrededor de la piedra, estaban en su propia diócesis; eran el arzobispo de Lyon, y los obispos de Puy y de Viviers.

 

(8) Lo poco fértil del terreno comunal, que apenas produce con qué alimentar los 2 800 habitantes, ha contribuido, al menos, a mantener la fe y las prácticas religiosas de sus antepasados. En 1793, estas recias gentes tomaron muy poca parte e n las locuras y desvaríos revolucionarios. Permanecieron relativamente tranquilos y religiosos. Los sacerdotes encontraron entre ellos numerosos refugios en los que permanecieron seguros, permitiéndoles continuar con su apostolado sin grandes peligro s, entre los buenos cristianos de la montaña.

 

(9) Entre las aldeas del municipio, hemos nombrado la del Rozey, situada a 15 minutos de la cabecera. Poco importante en sí misma, este poblado se ha hecho célebre, en nuestros anales, por el nacimiento de nuestro Venerado Fundador . Es muy d e lamentar que no se hayan tomado los medios necesarios, entre las almas generosas de los municipios en los que funcionan nuestros establecimientos, con el objeto de adquirir, restaurar y conservar, como precioso recuerdo, la casa en que nació.

 

Los antepasados.

 

(10) Esta casa pertenecía ya a su abuelo, Juan Bautista. Ignoramos la fecha de su nacimiento[21], pero sabemos que murió en 1775. Su abuela, Mariana Ducros, murió el 11 de marzo de 1806, a la edad de 75 años.

 

(11) Su padre, Juan Bautista Champagnat, nació el 16 de julio de 1755, y su madre, María-Teresa Chirat, en 1748. Recibieron la bendición nupcial, el 21 de febrero de 1775, de manos del padre Buisson, vicario. El párroco, que tenía el título d e Prior, era el padre Boët de Lacombe. Transcribimos a continuación el acta matrimonial de los piadosos desposados:

 

(12)"El año 1775, el 21 de febrero, recibieron la bendición nupcial, el honorable Juan-Bautista Champagnat, comerciante, vecino del Rozay, hijo legítimo del difunto Juan Champagnat y de la aún viva Mariana Ducros, habitante del mismo lugar; por parte del esposo abajo firmante; La honorable María-Teresa Chirat, hija legítima de Carlos Chirat, también comerciante, vecino de Malcognière, parroquia de Marlhes y de la difunta Catarina Pollet.

 

(13) Habiendo sido publicadas las debidas amonestaciones, en dos ocasiones, sin que haya habido impedimentos, y habiendo sido dispensados de la tercera, como consta en el acta firmada por el señor Brosse, Vicario General, debidamente in formado.

 

(14) Estuvieron presentes Carlos Chirat, Marcelino Chirat, padre e hijo, así como Mauricio Fraicinès y Luis Riviers, quienes declararon no saber firmar".

 

El Padre.

 

(15) Juan Bautista Champagnat gozaba de buena reputación, de juzgar las cosas de una manera incompleta, carácter débil e instrucción bastante adelantada para la época. Era muy estimado por sus conciudadanos quienes aceptaban fácilmente sus de cisiones en las discrepancias que surgían entre ellos. Con frecuencia sus servicios eran solicitados en el arreglo de herencias y otros problemas solucionando las dificultades surgidas. Junto a este noble empleo, se unía el de comerciante, agricultor, y cuando el tiempo era favorable, explotaba uno de esos pequeños molinos, que la gente del lugar llamaba "Escucha si llueve", lo que significa que con mucha frecuencia la rueda y la muela permanecían ociosas.

 

(16) María, una de sus hermanas, se había casado con un individuo apellidado Chirat, originario de Saint-Sauveur, cuyas tres hijas contrajeron matrimonio con los señores Courbon, Pérachon y Roux. La familia Roux, una de las más ricas de Saint -Sauveur, tenía tres hijos sacerdotes, de los cuales, dos ya han muerto: el último es actualmente cura de Saint-Denis-sur-Coise.

 

(17) Otra dos hermanas de Juan Bautista se hicieron religiosas de San José en el mismo Marlhes. Una de ellas, de quien no sabemos su nombre de religión, cedió un pequeño bosque de pinos al convento. Este bosquecillo es llamado todavía pinar Champagnat, por los habitantes. Murió, según parece, en 1798, en Vernaison. La otra, llamada Sor Teresa, regresó a la casa de su hermano, en 1791; hablaremos de ella en este relato.

 

La madre.

 

(18) María Teresa Chirat, esposa de Juan Bautista Champagnat, era una digna descendiente de la mujer fuerte que habla la Escritura. Firme, activa, amiga del orden, de la vida oculta, muy piadosa, con una gran devoción a la Santísima Virgen, ocupaba todo su tiempo en ejercicios de una piedad sólida, en su trabajo y en la educación de los hijos.

 

Hermanos y hermanas: actas de nacimiento.

 

(19) Los registros parroquiales dan testimonio de que los esposos Champagnat tuvieron 5 hijos y 5 hijas, de los que haremos mención.

 

(20) 1º.- En el año 1775, el 11 de diciembre, nació y fue bautizada Mariana Champagnat, hija legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa Chirat, casados en Rozey. Padrino: el honorable Carlos Chirat, abuelo, firmante; madrina: la honorable Mariana Bonne-foy, analfabeta. Queda registrado, Chirat, Boët de Lacombe, prior, cura.

 

(21) 2º.- El año 1777, el 12 de marzo, nació y fue bautizado Juan Bartolomé Champagnat, hijo legítimo de Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa Chirat, de Rozey. Padrino: Bartolomé Chirat, tío; madrina: Magdalena Champagnat, tía. Firmantes. Chirat, Champagnat, Boët de Lacombe, prior, cura.

 

(22) 3º.- El año 1779, el 20 de febrero nació y fue bautizada Ana-María Champagnat, hija legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa Chirat, de Rozey. Padrino: el honorable Carlos Chirat, tío materno, abajo firmante; madrina: Ana María Vachier, tía política, analfabeta. Queda registrado. Chirat, Lacombe, p. c.

 

(23) 4º.- El año de 1780, el 11 de septiembre, nació y fue bautizado Juan Bautista Champagnat, hijo legítimo del homónimo Juan Bautista Champagnat, agricultor, y de María Teresa Chirat, de Rozey. Padrino: Juan Bautista Ducros, tío-abuelo; madrina: Margarita Chirat, tía. Firmantes: Ducros, Margarita Chirat, Frappa, Barallon, Lacombe, p.c.

 

(24) 5º.- El año 1782, el 20 de febrero, nació y fue bautizada Margarita Rosa Champagnat, hija legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor del Rozey, parroquia de Marlhes, y de la honorable María Teresa Chirat. Padrino: Juan Pedro Ducros, primo materno del citado Champagnat, originario de la Rouchouse, parroquia de Jonzieux; madrina: la honorable Margarita Rosa Courbon, su tía política, de Malcognière. Presentes: Juan Barallon, del pueblo de Marlhes; firmante junto con el padrino y la madrina: Ducros, Courbon, Chirat, Courbon, Barallon, Allirot, prior, cura.

 

(25) 6º.- El año 1784, el 1 de agosto, nació y fue bautizada Margarita Rosa Champagnat, segunda del mismo nombre, hija legítima de Juan Bautista Champagnat, agricultor, del citado lugar del Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa Chirat. Padrino: Pedro Ducros, tío paterno del citado padre; madrina: Margarita Chirat, su tía materna, Ducros, Allirot, p.c.

 

(26) 7º.- El año 1786, el 25 de julio nació y fue bautizada Ana María Champagnat, segunda del mismo nombre, hija legítima de Juan Bautista Champagnat, habitante del Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa Chirat de Malcognière. Padrino : Juan Bartolomé, hermano de la bautizada; madrina: Mariana Champagnat, hermana de la bautizada; declaran no saber firmar. Laurens, vicario.

 

(27) 8º.- El año 1787, el 26 de diciembre, nació y fue bautizado Juan Pedro, hijo de Juan Bautista Champagnat y de María Teresa Chirat, casados en el Rozey, parroquia de Marlhes. Padrino: Juan Pedro Ducros, firmante; madrina: Mariana Champagnat, su hermana, analfabeta; Ducros, Laurens, vicario.

 

(28) 9º.- El año 1789, el 20 de mayo, nació y fue bautizado al día siguiente, Marcelino José Benito Champagnat, hijo legítimo de Juan Bautista Champagnat, agricultor en el Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa Chirat. Su padrino: Marcelino Chirat, su tío, y su madrina, la honorable Margarita Chatelard, prima política. Chirat, Chatelard, Allirot, prior, cura.

 

(29) 10º.- El año 1790, el 27 de octubre, nació y fue bautizado José Benito, hijo legítimo de Juan Bautista Champagnat y de María Teresa Chirat, del Rozey, parroquia de Marlhes. Padrino: Juan Bautista Champagnat, su hermano; madrina: Ana María Champagnat, su hermana. Declararon no saber firmar. Laurens, vicario.

 

(30) Se deduce de estas actas que el padre Allirot ya era prior y cura de Marlhes en 1782. El mismo dio la primera comunión al piadoso Fundador, en 1800, pidió los dos primeros Hermanos para su escuela en 1818, y los vio retirarse en 1821. Murió hacia 1830, antes de que regresaran.

 

Hermanos y hermanas: su futuro.

 

(31) De los 10 hijos de los esposos Champagnat, 4: Juan Bautista, Margarita Rosa, la segunda, Ana María, ahijada de Mariana[22] y José Benito, murieron antes de 1804. Con toda seguridad esto llevó al Hermano Juan Bautista a no hacer ninguna mención de ellos en la vida del piadoso Fundador. De cualquier manera, es mejor no afirmar que Juan Bautista Champagnat tuvo seis hijos y que el piadoso Fundador fue el sexto.

 

(32) Mariana se casó con el señor Arnaud, antiguo seminarista e instructor en Saint-Sauveur, uno de sus hijos recibió lecciones de latín en casa de su tío en La Valla, con el futuro padre Matricon, en 1821, y aprendió a leer y escribir con lo s Hermanos Hilarión y Pablo. Luego dejó el latín, se convirtió en carpintero, se reunió con su tío en el Hermitage, en 1828, en donde prestó grandes servicios y se casó con la hija de Patouillard, en 1833. En 1885 todavía gozaba de buena salud, a pesar de sus 80 años. Su madre murió en 1817. Una de sus hijas se casó con un sastre, llamado Seux y fue madre de los Hermanos Théonas y Tarsicio, que aún viven; éste en Oceanía y el primero, en la provincia de Saint-Genis.

 

(33) Juan Bartolomé fue agricultor y vivió en la casa paterna. Tuvo 8 hijos, entre los que se encuentra el Hermano Régis, que fue director de Tarentaise y el ex-hermano Teodoreto. Fue desviado por su tío so pretexto de ayudar a su madre. Murió como consecuencias de un accidente, en 1849, después de recibir los últimos sacramentos. Fue a Juan Bartolomé a quien el piadoso Fundador prestó 500 fr. que luego mandó reclamar por medio de Felipe Arnaud al Rozey. Los había prestado para su hermano Juan Pedro que se encontraba en situaciones de necesidad; sus negocios no iban mejor, y se vio obligado a vender la casa paterna al señor Courbon, que se encargó de las deudas dejadas por Juan Bautista Champagnat, padre. Juan Bartolomé murió en 183 8.

 

(34) Ana María Champagnat se casó con el señor Lachal, y le dio tres hijos. Margarita Rosa se casó con el señor Chénet y fue la madre del ex-hermano Straton, el sabelotodo que nos abandonó. Juan Pedro Champagnat se casó con una mujer que no l o hizo feliz. Tuvo seis hijos, de los cuales, tres, murieron en el Hermitage en donde fueron enterrados en 1834. El cuarto, Marcelino, también murió en el Hermitage y fue enterrado en 1837. Juan Pedro, su padre, también había muerto allí y había sido enterrado en 1833. Dos de sus hijas se fueron a vivir a Belley, para hacerse religiosas, según parece; una de ellas murió y la otra fue llamada por su madre a Marlhes. Aún vive en Firmini, con su esposo y una numerosa familia. El apellido Champagnat terminó; todos los demás de este apellido han muerto.

 

(35) La familia Courbon posee todavía la casa paterna al igual que los molinos que poseía; uno está cerca de la casa y el otro a unos 50 metros, en el campo.

 

El padre durante la Revolución.

 

(36) Regresamos, para completar los informes proporcionados por varios ancianos, sobre los 14 últimos años de Juan Bautista Champagnat. Ya hemos dicho lo que era en la época de su matrimonio, en 1775. Luego fue jefe de los Penitentes de Marlhes; pero los acontecimientos de la Revolución, le resultaron fatales. No era del todo malo, dicen los ancianos, de acuerdo con sus parientes, pero su carácter débil lo hizo cometer algunos actos dignos de reprensión. Con motivo de la división de Francia en Departamentos, en distritos y en cantones, en 1790, Marlhes formó parte del departamento del Loira, del distrito de Saint-Etienne y fue la cabecera municipal. Sabiendo la gran influencia de que gozaba Juan Bautista Champagnat entre sus conciudadanos, los directivos de la Revolución, lo engatusaron. Ya fuera que no alcanzó a ver la gravedad de los acontecimientos que se acercaban, ya sea que esperara atenuarlos con su influencia personal, se dejó arrastrar por la corriente. Fue influenciado por su primo materno Juan Pedro Ducros, habitante del poblado de Rouchouse, municipio de Jonzieux, que era profundamente perverso, republicano exaltado, y por el ciudadano Trillard, antiguo alumno de los jesuitas de Tournon, ardoroso revolucionario y secretario del ayuntamiento.

 

(37) Los jefes del partido demagogo lo nombraron juez de paz, en 1793, y lo encargaron de perseguir a los sacerdotes refractarios, los religiosos y las personas honradas. Parece que ponía poco entusiasmo, puesto que fue acusado de favorecer a quienes debería perseguir. En efecto, su hermana religiosa, estaba en su casa, y toleraba que asistiera, al igual que su esposa, a la misa que celebraba un sacerdote escondido en la población. Además, impidió a los descamisados[23] de Saint-Etienne, demoler la iglesia de Saint-Genest, haciéndolos emborracharse. Fue denunciado y la carta siguiente, copiada de los registros municipales de Jonzieux, está dirigida al ciudadano Ducros, su primo materno y uno de los jefes del partido:

 

Con su primo Ducros.

 

(38) "El 11 de octubre de 1793, Benito Pignon, comisario de los representantes del pueblo, en toda la extensión del distrito de Saint-Etienne, considerando que el ciudadano Champagnac[24], delegado, según dice, por nuestro hermano Beraud, para confiscar los bienes de los bandidos en el cantón de Marlhes, no ha dado a las órdenes recibidas, toda la atención necesaria, considerando que el ciudadano Juan Pedro Drucros ha merecido la confianza de los mismos representantes del pueblo y que en consecuencia cuenta también con la nuestra, hemos determinado, en virtud de nuestros poderes, adjuntar, al citado Champagnac, el ya nombrado señor Ducros, para cooperar junto con él, y de acuerdo a su comisión, en la atención de la cosa pública. Podrá n actuar separadamente, si es necesario, pero con la prohibición explícita de estorbar las operaciones, y no hacer nada que pueda dañar los intereses de la República. En consecuencia, encomendamos a nuestro delegado, el supervisar todas las municipalidades del cantón de Marlhes así como dirigir los procesos verbales necesarios en contra de los delincuentes; autorizamos, así mismo, a dicho comisario, siempre en virtud de nuestros poderes, arrestar, sellar los documentos, y secuestrar los bienes d e todos aquellos que hayan presidido las asambleas primarias ilegítimamente convocadas, que hayan sido miembros de la comisión popular de Lyon, o jurados del juzgado, a partir del último mes de julio, así como a todos los que hubieran tomado las armas en favor de la ciudad rebelde de Lyon, que los hayan favorecido de una manera directa o indirecta, a los que hubieran provocado al pueblo a reunirse en la misma ciudad de Lyon. De la misma forma, autorizamos al mencionado Ducros, a actuar en contra de todos los que tengan un domicilio conocido en Lyon, o que viviendo allí, no hubieran salido en el lapso de tres días, fijados por el decreto del 12 de julio pasado, en fin, a todos los que se hayan reunido posteriormente a la publicación de dicha ley. Le encomendamos, también, hacer arrestar y llevar a la prisión de Saint-Etienne, todas las beatas y fanáticas y a todos los sacerdotes refractarios que pueda detener en dichos lugares así como en sus alrededores y actuar según lo señalado más arriba, sobre sus papeles y sus inmuebles, de idéntico modo que en los casos anteriormente citados; poner a buen recaudo todo el mobiliario, mercancías, artículos de consumo; y en general, cualquier otro tipo de facultades que por los presentes poder es se hacen comunes al citado Champagnac, quien juntamente con Ducros queda autorizado para requerir la ayuda de cualquier tipo de cuerpos armados, necesarios para hacer efectiva la presente. Encargamos también, a nuestros delegados, de acuerdo con l os municipios, que nos entreguen una lista de todos aquellos que sean sospechosos, sea por sus escritos, sea por sus discursos, de todos los que hayan aconsejado la falta de civismo y el fanatismo más criminal, así como la monarquía y el federalismo. De esa forma podremos, señor comisario nombrado, tomar partido en lo que corresponda. Hacemos responsables a todos los municipios de toda negativa a obedecer la presente, al igual a los citados Ducros y Champagnat, solidariamente responsables de todas las órdenes arbitrarias que excedan las presentes atribuciones."

 

(39) Colocado de esta manera, bajo la tutela de su fatídico primo, Juan Bautista Champagnat realizó algunas acciones reprensibles. Según los registros municipales de Marlhes, lanzó una perorata un día de décadas, desde el púlpito de la iglesia, transformada en club. Hizo resaltar que las cosechas eran magníficas, atribuyendo esto a la gloria de la diosa Razón. Era el mes de mayo. Dos o tres días más tarde, el 24, una helada y una fuerte nevada, destruyeron completamente las cosechas tan alabadas. Los agricultores echaron pestes contra el despistado orador.

 

(40) De acuerdo con los ancianos que hemos consultado, Juan Bautista Champagnat, habría llevado, personalmente, los ornamentos sacerdotales de la parroquia, a Saint-Etienne, para ser quemados: tal hecho no nos parece suficientemente comprobado. Los mismos ancianos lo culpan de haber tomado decisiones subversivas siendo presidente de la municipalidad, durante el año 7 y el 8. Nos leyeron una docena de fallos firmados por él, siendo presidente, pero en realidad, no contienen nada reprensible. De paso, hacemos notar, que firmaba Champagniat.

 

(41) Por otra parte, su terrible primo lo comprometió en ciertos negocios, de los que sacó buenas ganancias de la fortuna de su víctima, que los ancianos calculaban entre 80 000 y 100 000 francos[25] cosa que resintió mucho en su economía.

 

(42) Este perverso primo tuvo un final trágico. Queriendo seguir aterrorizando la zona montañosa, después de la caída de Robespierre, fue conducido a Saint-Etienne y encerrado en una prisión provisional. Su mujer consiguió autorización de visitarlo. Le llevó un puñal. Cuando los soldados fueron para trasladarlo a otra prisión, mató a uno de ellos. Para poder controlar a este loco, los gendarmes hicieron un boquete en el techo de la prisión y le dieron muerte de un balazo. Tal fue el fin al de Juan Pedro Ducros, después de haber sido el terror de sus conciudadanos, después de haberle hecho tanto mal a Juan Bautista Champagnat, su primo materno. Este murió el 24 de prerial del año XII (13 de junio de 1804) a la edad de 49 años. Se comenta que fue encontrado muerto en su cama, pero no está del todo comprobado.

 

(43) Ya hemos dicho que cuatro de sus hijos lo habían precedido en la tumba. Su viuda abandonó esta vida por otra mejor, el 24 de enero de 1810. La tía, Sor Teresa, le sobrevivió hasta el 2 de mayo de 1824, muriendo a los 72 años.

 

(44) Después de haber pagado un justo tributo a la memoria de los numerosos parientes de nuestro amado Fundador, abordaremos la parte principal de nuestra narración.

 

Marcelino, su primera formación.

 

(45) Marcelino José Benito vino al mundo en una época por demás triste y tormentosa. Es verdad, como ya lo hemos dicho, que los habitantes de Marlhes permanecieron relativamente cristianos y tranquilos, pero el pequeño Marcelino fue testigo d e muchas cosas penosas que marcaron profundamente su joven inteligencia. Su buena madre y su virtuosa tía, ex-religiosa, lo prepararon lo mejor que les fue posible para su primera comunión, con sus buenos ejemplos, enseñándole a rezar, inculcándole una tierna devoción a la Santísima Virgen e instruyéndolo en las principales verdades de la religión. Su madre se había esmerado más, teniendo en cuenta que, estando el niño todavía en la cuna, había quedado extrañada de una señal luminosa que indicaba que estaba llamado a grandes cosas. Los habitantes de Marlhes eran buenos, pero toscos e ignorantes, cosa que inspiró, posiblemente desde entonces, al pequeño Marcelino, el pensamiento de que allí había un mal que había que corregir. El mismo escribió más tarde, al rey Luis Felipe, las dificultades que había tenido que vencer para aprender a leer[26]. Su madre y su tía, habiendo tenido muy poco resultado en enseñarlo, lo enviaron con el maestro de la escuela de Marlhes.

 

(46) Tenía que haber aprendido a escribir y a contar, como se decía entonces. Algunos actos de brutalidad, de los que fue testigo ocular en la escuela, y de los que las víctimas fueron sus compañeros, lo hicieron reflexionar y fueron la causa de varios puntos de regla que dio más tarde a sus Hermanos: tales como la prohibición de golpear a los niños, de ponerles apodos, etc.

 

(47) Atento a las lecciones de su madre y de su tía, el joven Marcelino era muy piadoso, muy devoto de la Virgen Inmaculada, y muy juicioso. Cuanto le contaba su virtuosa tía, echada del convento de Marlhes, referente a los desenfrenos de la Revolución, las vejaciones y sufrimientos que había ocasionado al clero y a los religiosos, le impresionaron tan profundamente, que preguntó un día si la Revolución era una persona o una bestia feroz. Si hay ingenuidad en tal pregunta, se puede notar, desde entonces, un horror innato contra todo lo que está mal, horror que fue aumentando con el tiempo.

 

El despertar de su vocación.

 

(48) El culto había sido oficialmente restablecido, las iglesias habían sido abiertas a la piedad de los fieles, las diócesis y parroquias se habían organizado. La de Marlhes acababa de ser integrada a la arquidiócesis de Lyon, en la que el Cardenal Fesch, tío de Napoleón I, era el arzobispo. Seguro del apoyo de su sobrino, este príncipe de la Iglesia había erigido varios seminarios en la arquidiócesis. Encargó al padre Courbon, originario de Saint-Genest-Malifaux, y uno de sus Vicarios generales, para que reclutara seminaristas en las montañas de su pueblo natal. El padre Courbon pidió a un sacerdote, profesor de uno de los seminarios, que recorriera las montañas con este objetivo, en las vacaciones de Pascua, según parece.

 

(49) Encaminado a la familia Champagnat, por el cura Allirot, dicho profesor vio al joven Marcelino y quedó encantado de su candor, su franqueza y piedad. Le manifestó claramente que Dios lo quería entre los ministros del altar. El muchacho recibió tal declaración como una orden del cielo y siguió con toda decisión, desde entonces, el camino que se le había señalado. Sus familiares trataron de disuadirlo, alegando su poco talento y el menguado gusto que sentía hacia el estudio. Marcelino permaneció firme. Puesto que no sabía ni leer ni escribir, para poder comenzar a estudiar el latín, lo llevaron a la casa del señor Arnaud, su cuñado, maestro de Saint-Sauveur y antiguo seminarista. Al cabo de un año, su cuñado le dijo rotundamente que no poseía suficiente talento para acertar en los largos estudios eclesiásticos, que dañaría su salud, y ocasionaría grandes gastos inútiles para al fin de cuentas, renunciar a los estudios.

 

El seminarista.

 

(50) El niño no se desalentó. Había orado, reflexionado seriamente y su determinación seguía firme. Se las arregló, ante sus parientes[27], quienes decidieron hacer el intento y obtuvieron su ingreso en el seminario menor de Verrières, en octubre de 1805. Su timidez y sus modales campesinos fueron en un principio, motivo de bromas de sus nuevos compañeros. Muy pronto se ganó su estima y su afecto, por su franqueza, su piedad, sus buenos modos para con ellos. Llegó a ser, incluso, un buen consejero para algunos. Contaba con 17 años y era de elevada estatura. Encontrándolo muy atrasado, pretendieron dejarlo en la clase de francés. Sus humildes súplicas le obtuvieron ser colocado en octavo. Si hubiera tenido menos determinación, menos humildad, su amor propio hubiera sufrido mucho al verse entre los más chicos y ser el último de su clase. Sus virtudes le ganaron la estima de los superiores que lo nombraron jefe del dormitorio. Aprovechó esta coyuntura para estudiar varias horas por la noche, y adelantó dos cursos en el primer año.

 

(51) Seis años más tarde, habiendo terminado los cursos básicos, ingresó en el seminario mayor, en octubre de 1812[28] . Allí encontró un apoyo y un excelente director en la persona del célebre padre Gardette, quien dirigía el Seminario Mayor des de hacía varios años, formando una falange de sacerdotes piadosos, regulares, serios, que han hecho tanto bien en la diócesis. Se decía de él que era la regla viva del seminario. En efecto, no aceptaba ninguna irregularidad. En tiempo de Monseñor de Pins, una dama de la corte de Luis Felipe, llegada a Lyon, deseó visitar el seminario mayor. Sabiendo que el padre Gardette no recibía ninguna mujer fuera del recibidor, consiguió con Monseñor una carta de recomendación. Recibida en el locutorio, presentó dicha carta al padre Gardette, quien al verla, le respondió tartamudeando[29]: Señora, Monseñor gobierna en la diócesis, pero en el seminario mando yo. Y la despidió cortésmente.

 

(52) Si los talentos del joven Marcelino no lo hicieron brillar en esta santa casa; su piedad, su caridad, su modestia y otras muchas virtudes, le proporcionaron un gran resplandor. Aquí tomó las firmes resoluciones que el autor de su vida tuvo buen cuidado de conservar para nosotros, y arremetió contra el orgullo al que su carácter enérgico lo inclinaba con fuerza. De esta manera logró dominarlo y se hizo apreciar y estimar de sus numerosos condiscípulos. Está por demás decir que la cercanía del santuario de Fourvière aumentó aún más la devoción del joven Marcelino hacia la Virgen Inmaculada, a quien los lyoneses veneran en ese santuario desde muchos siglos atrás.

 

(53) Durante sus vacaciones, el joven seminarista seguía un reglamento exigente, muy detallado y que se puede leer en su biografía. El mismo lo elaboró y lo observó fielmente. Todo su tiempo estaba consagrado a la oración, al estudio, al catecismo que impartía a los niños, e incluso a los adultos, y al cuidado que tomaba en desarraigar toda clase de desórdenes entre sus conciudadanos[30] .

 

La manzana roja.

 

(54) Traemos a colación el testimonio de uno de los oyentes del piadoso catequista, que más tarde llegó a ser sacerdote Marista, obispo "in partibus" y que fue masacrado por los antropófagos de Oceanía: Monseñor Epalle, a quien le gustaba comentar que debía la primera idea de su vocación al Padre Champagnat. He aquí en qué forma: Durante las vacaciones, el padre Champagnat, entonces seminarista, reunía los niños de su aldea para impartirles el catecismo.

 

(55) Cierto día, para hacer la lección más interesante, tuvo la idea de darles una clase de geografía. Les mostró una gran manzana roja que atrajo la atención de todos. Imagínense, niños, le dijo, que la tierra es una gran bola que tiene la forma parecida a esta manzana. Los hombres habitan la superficie de la tierra, como si hubiera pequeños insectos, apenas visibles, alrededor de esta manzana. Si pudiéramos atravesar la tierra por el centro, como podemos atravesar esta manzana, podríamos encontrar del lado opuesto al que nosotros habitamos, hombres como nosotros, pero mucho más desgraciados. No conocen al buen Dios; viven como bestias; se comen entre sí. Llamamos misioneros a los que aman tanto al buen Dios, que abandonan sus padres y su país, para ir a enseñar el catecismo a estas pobres gentes y hacer de ellos buenos cristianos. Para hacer comprender mejor la lección y grabarla en la memoria de su auditorio, el Padre Champagnat repartió la manzana y dio a cada uno un pedazo . Monseñor Epalle tenía por entonces, 6 ó 7 años. Esta clase de catecismo y el pedazo de manzana le inspiraron la idea de ser un día misionero, y esta idea nunca lo abandonó.

 

Cansancio, surmenage.

 

(56) Ya de por sí muy mortificado, el piadoso seminarista, se contentaba con la alimentación frugal que se acostumbraba en el campo y no aceptaba que le preparan algo mejor. No se permitía nada que fuera en contra de la mortificación ni de la caridad, y nada que pudiera llevarlo a la crítica, a la flojera o a la vanidad. Un género de vida tan severo, el esfuerzo que significaban sus estudios, a causa de su poco talento, alteraron muy pronto su robusta constitución. Se vio obligado a interrumpir el estudio de la teología, durante el tercer año. El aire del campo y el trabajo al aire libre, pronto le devolvieron la salud. Regresó al seminario en los días en que Napoleón regresaba a Francia, reiniciando sus estudios y todas sus prácticas de piedad.

 

Las escuelas después de la Revolución.

 

(57) La Revolución arruinó cuanto pudo todo lo bueno que había en Francia. La educación no había sido la excepción. Todo estaba desorganizado. Las leyes y decretos revolucionarios habían abolido la religión y toda moral. No se podía enseñar ningún principio en el que se hiciera tan siquiera alusión a cualquier culto, y la única moral de la que oían hablar los niños, era la moral republicana, basada en la razón y en la Revolución. Esta moral era por demás extraña, y lo que se conservaba d e la moral natural, era negada por la conducta y las actitudes de los maestros encargados de enseñarla. Un maestro siempre estaba lo suficientemente instruido, aunque no supiera nada, si contaba con un certificado de civismo, con algún tipo de mención del secretario encargado de controlar su capacidad, y concebido en los siguientes términos: Habiéndose comportado siempre como un verdadero republicano. A este respecto, los testimonios abundan.

 

(58) Los derechos del hombre reemplazaron por doquier al catecismo. La señal de la Cruz quedó prohibida; se daba bofetones a los alumnos que la hacían; frecuentemente era reemplazada, para destruir todo rastro, con esta fórmula: Pelletier, Rousseau, Marat, la ley. Los textos escolares fueron publicados, con títulos como los siguientes: catecismo republicano, gramática republicana, abecedarios republicanos, manual de los teofilántropos, el oficio de las décadas, que contenían una sacrílega parodia de los mandamientos de Dios; las epístolas y evangelios republicanos, para todas las décadas. Este último, que era de por sí inmundo, fue premiado por la Convención.

 

(59) Se obligaba a los niños a presentarse en las fiestas de las décadas, así como el 14 de julio, en el mes de agosto y el 21 de enero y a cantar los himnos republicanos, y a recitar extractos de Confucio o de Rousseau. Estos desenfrenos de parodias sacrílegas y grotescas, tan solo eran comparables con el lenguaje oficial: "Neutros niños son republicanos, se decía en 1798, puesto que desde su más tierna edad ya conocen la Constitución; serán oradores; la recompensa que se les otorga, d e recitar en las décadas algunos trozos selectos, les proporciona la seguridad de hombres libres y el germen de la elocuencia". Se felicitaban del triunfo de los niños de 4 ó 5 años, encaminados en la carrera republicana. Tal era, desde este punto de vista, esta época tan ridícula como atroz.

 

(60) El 17 de brumario, del año VI, un decreto del Directorio exigía de los candidatos para las funciones públicas, un certificado en donde constara que sus hijos asistían a las escuelas oficiales; el diputado Bonnaire propuso la supresión de toda escuela particular, y además, la deportación de los maestros que no tuvieran amor a la República.

 

(61) Tras estas embrutecedoras utopías, deseando darse cuenta del estado de las escuelas en Francia, el gobierno ordenó una encuesta en 1800. Transcribimos lo que escribió Fourcroy, uno de los encuestadores:

 

(62) " El trato con los habitantes del campo, la visita a los departamentos me han demostrado que la inmensa mayoría de los hombres, tienen necesidad de la religión, del culto y de los sacerdotes... Es un error de ciertos filósofos modernos, en el que yo mismo he caído, el creer en la posibilidad de una instrucción lo suficientemente difundida que pueda acabar con los prejuicios religiosos... La guerra de Vendée ha dado a los gobiernos modernos una gran lección que las pretensiones de la filosofía quisieran anular. No es tiempo de resistir a esta inclinación nacional... Los padres no mandan a sus hijos con los maestros en donde no se enseña la religión... Lo exigen de aquellos a quienes pagan por instruirlos... Todos esperan encontrar con ellos, una mejor instrucción, costumbres más puras y principios religiosos muy apreciados para ellos..."

 

(63) Fourcroy concluía, proponiendo que se obligara a todos los sacerdotes que quisieran regresar a sus parroquias, enseñar a leer y a escribir a los niños. Este convencionista añadía en sus informes que la instrucción primaria no existía, que faltaban maestros casi en todas partes, o que sus escuelas estaban vacías, que las escuelas abiertas en el año VI, eran muy poco frecuentadas, mal organizadas y no eran suficientes, aún con una buena organización, para constituir un sistema de enseñanza adecuado.

 

(64) Los prefectos fueron consultados sobre este punto. Todos presentaron informes en el mismo sentido y confirmaron lo señalado por los consejeros del Estado. Estos hombres eran revolucionarios, escépticos, e incluso, renegados; pero un resto de sinceridad, los obligaba a ser sinceros con lo que veían. Los planes utópicos de la Revolución no habían desembocado más que en gastos sin razón y en el más completo desorden. Los otros informes oficiales de esta época prueban que la ignorancia y la inmoralidad reinaban por doquier.

 

Nacimiento de las Congregaciones Docentes

 

(65) Napoleón I acababa de restablecer a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, al organizar la Universidad, en 1808, pero estos buenos Hermanos, diezmados por la Revolución, estaban muy lejos de poder satisfacer las necesidades urgentes, y los deseos de las poblaciones que manifestaban sus aspiraciones en todas partes. Debido a esto empezaron a surgir por doquier, hombres de fe que se dedicaban a cicatrizar esta llaga nacional. el padre Lamennais fundó Hermanos para Bretaña; Desayes para la Vendée; Vernet, vicario general de Viviers, fundó para su diócesis; Bochard, vicario general de Lyon, fundó los de la Cruz; Querbes, cura de Vourles, instituyó los Clérigos de Saint-Viateur; Fier, vicario general de Valence, preparaba el establecimiento de los Hermanos de Saint-Paul-3-Châteaux; Douillet trataba de hacer algo parecido para la diócesis de Grenoble, y Rouchon, cura de Valbenoite, para el departamento del Loira.

 

(66) Pero todas estas fundaciones eran incapaces de satisfacer las inmensas necesidades. Por otra parte, varios de estos fundadores, a pesar de su celo y de su gran entrega, no habían puesto bases sólidas a su obra. El amor de Dios y del prójimo que motivaron a estos amigos de la niñez, inspiraron al padre Champagnat, a los dos padres Colin, al padre Pompallier, a los padres Terraillon, Courveille y algunos otros seminaristas, en 1815 la idea de crear una triple congregación de Sacerdote s, Hermanos y Hermanas, para combatir la ignorancia de la humanidad. Comunicaron sus proyectos al padre Cholleton, por entonces director del Seminario Mayor y luego vicario general de la diócesis y finalmente Padre Marista. A este hombre de Dios le agradó la idea y la apoyó decididamente. El mismo los reunía y les daba conferencias en su habitación.

 

(67) Como todos eran muy devotos de la Madre de Dios, les pareció muy adecuado colocar la obra que pretendían, con la esperanza de poderla llevar a cabo, bajo su poderosa y maternal protección. Con mucha frecuencia iban a encomendársela a su antiguo y bendito santuario de Fourvière. Bajo tales auspicios y con tales obreros, y eminentemente católica, no podía más que tener éxito. Los que la formaban no esperaban otra cosa que su ordenación para ocuparse de ella en forma efectiva.

 

Ordenación de M. Champagnat.

 

(68) El Padre Champagnat había recibido la tonsura, las cuatro órdenes menores y el subdiaconado, el 6 de enero de 1814, de manos del cardenal Fesch, en la capilla del seminario mayor. Tenía 24 años, 7 meses y 17 días.

 

1815

 

(69) Recibió el diaconado en 1815.

 

1816

 

(70) Y después de una larga y seria preparación, fue ordenado sacerdote por Monseñor Dubourg, obispo de Nueva Orleans, delegado por el cardenal Fesch, entonces en el exilio, el 22 de julio de 1816. Tenía 27 años y dos meses.

 

(71) Con él fueron ordenados otros 50 sacerdotes, entre los que podemos citar: Juan Claudio Colin, elegido superior de los Padres en 1836; Terraillon y Déclas, muertos como padres Maristas; Juan Claudio Courveille, del que hablaremos más adelante; Verdier, cura-arcipreste de Bourg-Argental y Brunel, cura de Saint-Martin-en-Haut, que encontraron establecidos a los Hermanos en sus parroquias; Dumas, cura de Usson; Balmont, cura de Saint-Martin-la-Plaine y Montagneux, cura-arcipreste de Chasselay, quienes los establecieron en sus respectivas parroquias; Chirat, que los encontró cuando llegó a la parroquia. Si Monseñor Donnet, muerto como cardenal arzobispo de Burdeos, Monseñor Dufêtre, que fue obispo de Nevers, Monseñor Pompallier, muerto siendo obispo de Aukland y el padre Dorzat, que llevó a nuestros Hermanos a Saint-Symphorien d'Ozon, no fueron ordenados con el Venerado Padre, sin duda lo fueron un poco antes o un poco después, puesto que se decían sus condiscípulos, al solicitar Hermanos, más tarde.

 

(72) De estos numerosos eclesiásticos, la mayor parte tenían más cualidades y habían hecho estudios más brillantes que nuestro piadoso Fundador; sin embargo, nos atrevemos a decir, que ninguno de ellos fue tan humilde, tan anclado en el espíritu de fe, en la confianza en Dios, en la devoción a la Santísima Virgen, que él. Ninguno de ellos, creemos, ha realizado tanto bien, más real, más extenso ni más duradero.

 

(73) Antes de abandonar Lyon, el padre Champagnat, que se había encargado él solo de la obra de los Hermanos, no olvidó ir a consagrar su persona y sus proyectos, una vez más, a la que de allí en adelante llamó: Su Recurso Ordinario. Lo hizo en los siguientes términos:

 

(74) "Virgen Santa, me dirijo a Ti, como el tesoro de las misericordias y el canal de las gracias. Elevo mis manos suplicantes, solicitándote con insistencia me tomes bajo tu protección y que intercedas por mí cerca de tu adorable Hijo, para que me conceda las gracias que necesito para ser un digno ministro del altar. Bajo tu protección, quiero trabajar en la salvación de las almas. Yo solo no puedo nada, Madre de Misericordia. No puedo nada, lo siento, pero Tú lo puedes todo con tus súplicas. Virgen Santa, pongo toda mi confianza en Ti. Te ofrezco, te entrego y te consagro mi persona, mis trabajos y todas las acciones de mi vida".

 

(75) Decidido a permanecer siempre de la mano de la Providencia y bajo la protección de la divina Madre, el padre Champagnat se cuidó mucho de imitar a aquellos de sus condiscípulos que hicieron maniobras para hacerse colocar en los puestos más cómodos, ventajosos y cerca de sus parientes. El sencillamente se puso a la disposición de sus superiores, decidido a entregarse en el lugar que le señalaran, cualquiera que fuera. Lo nombraron vicario de La Valla, cuyo cura era el padre Rebot. Este sacerdote, tartamudo, había hecho sus estudios en épocas muy difíciles, y por lo tanto con muchas lagunas. Se contentaba con dar algunos consejos a sus feligreses, sin subir nunca al púlpito. Esto significa que su nuevo vicario, llegado el 12 de agosto de 1816, tendría un campo muy extenso para ejercer su apostolado. La etapa siguiente nos lo dirá.

 


 

SEGUNDA ETAPA DE 1816 A 1825

 

SUMARIO. La Valla; El buen Padre inicia su apostolado; Su Cura; Su celo; Sus primeras adquisiciones; Sus primeros discípulos.

 

1816

 

La parroquia de La Valla.

 

(1) El pueblo de La Valla está situado a 670 metros de altura, al sur y a 8 kms. de Saint-Chamond. La población es de 2 000 habitantes. En las gargantas por donde corren el Gier y el Ban, se encuentra el territorio comunal; su situación, por demás abrupta, es agradable en el verano; se pueden observar altas cimas agrupadas alrededor del Pilat, cubiertas de bosques y salpicadas de bloques rocosos, sobresaliendo unos sobre otros. Desfiladeros excavados por el Gier, desde el Pilat, en donde nace, se localizan por todo su recorrido hasta el valle al que lleva la riqueza de sus aguas.

 

(2) A cierta distancia de la aldea, el Gier forma una hermosa cascada, vulgarmente llamada "El salto del Gier"; esta corriente, que llega entre rocas, árboles y accidentes prácticamente infranqueables, se precipita una altura de 33 metros, ofreciendo una hermosa vista al observador.

 

(3) La Valla presenta otra particularidad; en toda su extensión y en el interior del pueblo, no hay 10 metros cuadrados al mismo nivel; en todas partes el terreno es más o menos inclinado, y son raros los municipios que pueden ofrecer al turista una topografía semejante. La iglesia, que existía en 1816, era la más antigua de los alrededores. Venía desde 1005. Era un auténtico cuchitril, un verdadero establo de Belén. Sus tres campanas habían sido fundidas en tiempos de Enrique III: aún existen. Una de ellas presenta una inscripción gótica, completamente ilegible.

 

(4) En la parte sur del pueblo, todavía se podía ver, hace treinta años, las ruinas de un antiguo castillo, llamado Thoil, que había pertenecido a la familia de Tournon, y que luego pasó a Juan II, señor de Saint-Chamond, en 1526, por su matrimonio con Juana de Tournon. El terreno es poco fértil. Como en los alrededores, la capa de tierra vegetal es poco profunda en las alturas, entre 50 y 60 cms. en la parte media; y entre 60 y 75 cms. en los valles. La producción se reduce a papas, cereales y forraje. Los bosques de pinos, abetos, hayas y encinos, en otros tiempos la riqueza de la región, han desaparecido, la mayoría, desde un siglo antes.

 

(5) Las ricas aguas del Gier favorecen la industria. Su curso está bordeado de fábricas, tintorerías, industrias metalúrgicas desde La Valla hasta Givors. En el Ban, uno de sus afluentes, la población de Saint-Chamond ha mandado construir una inmensa presa hace 20 años. Esto ha formado un lago, que almacena como término medio, 2 millones de metros cúbicos de agua, que sirven para alimentar las fuentes públicas y las casas ricas, luego, las industrias contaminan sus aguas. El gas de la p oblación llega hasta esta presa.

 

(6) La primitiva iglesia, en la que el piadoso Fundador desplegó su celo, fue reemplazada en 1844, por un hermoso edificio gótico, de tres naves, con grandes vitrales y bella ornamentación. Esta iglesia es el orgullo de los feligreses, al igual que del padre Bourdin, el cura que la mandó construir. Haría muy buen papel en una gran ciudad. Después de esta descripción, retomaremos nuestro relato.

 

Reglamento del joven vicario.

 

(7) Ni lo abrupto del terreno y los caminos, ni el rigor del invierno, lo extenso de la parroquia, el temperamento del cura Rebot, espantaron lo más mínimo al padre Champagnat, pero lo sucio y descuidado de la casa de Dios, lo hicieron gemir. Personalmente la blanqueó tan pronto como pudo. Desde su llegada se impuso un reglamento que seguirá y observará fielmente durante su vida, levantándose todos los días a las 4 de la mañana.

 

(8) 1. Haré todos los días, al menos media hora de meditación, en lo posible al levantarme, antes de salir de mi habitación. 2. Nunca haré mi meditación sin haber previsto el tema y sin haberme preparado con esmero a ella. 3. Nunca celebraré la Santa Misa sin haberme preparado al menos durante un cuarto de hora. Después, consagraré otro cuarto de hora a la acción de gracias. 4. Leeré una vez al año las rúbricas del misal. 5. En el transcurso del día, haré una visita al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen. 6. Siempre que salga para atender a algún enfermo o cualquier otra causa, visitaré al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen. Haré otra visita al regresar para agradecer a Dios las gracias concedidas y pedirle perdón por las faltas que pudiera haber cometido. 7. No olvidaré el hacer todas las noches mi examen de conciencia. 8. Cada vez, que en mi examen de conciencia, me reconozca culpable de alguna crítica, me daré tres golpes de disciplina. Haré lo mismo si reconozco haber dicho algo por vanidad. 9. Todos los días estudiaré la teología durante una hora. 10. No daré ninguna instrucción sin haberla preparado. 11. Recordaré constantemente que llevo a Jesús en mi corazón. 12. Me mantendré en la presencia de Dios en todas mis acciones, y evitaré, con gran cuidado, la disipación 13. Me esforzaré de manera especial, en la mansedumbre, y para ganar más fácilmente el prójimo para Dios, trataré a todos con mucha bondad. 14. Dedicaré una parte de la tarde en visitar a los enfermos de la parroquia, si los hubiera. 15. En las comidas, descansos y otros ejercicios del día, me acercaré en cuanto de mí dependa a lo acostumbrado en el reglamento del seminario. 16. Después de la Misa, atenderé a las personas que deseen confesarse; el resto de la mañana, lo dedicaré al estudio, si no estoy ocupado en alguna función de mi ministerio. 17. Leeré este reglamento y estas resoluciones, una vez al mes. 18. Cada vez que quebrante alguno de los artículos relativos a los ejercicios de piedad, me impondré la disciplina, en unión con los sufrimientos de Jesucristo. Con esto, pretendo hacer un acto de amor y de fe, pidiendo a la Santísima Virgen que se digne hacer del agrado de la Santísima Trinidad, este acto punitivo.

 

(9) Con semejante reglamento, y con su carácter resuelto, con espíritu de fe, la piedad, humildad y abandono en la providencia, junto con la devoción filial a la Santísima Virgen, en la que ya se distinguía desde entonces y que fue acrecentando, el nuevo vicario no pudo más que realizar un bien inmenso entre la población bien dispuesta, pero ignorante.

 

Su plan de acción.

 

(10) Ya señalamos que el padre Rebot no podía predicar. Este motivo, unido a lo alejado de la mayoría de las aldeas, perdidas entre los barrancos y los profundos valles que forman la parroquia, con sus caminos en pésimo estado, sobre todo en el invierno, y la ausencia de escuela para los niños, tenían a la parroquia en una gran ignorancia. El padre Champagnat se ganó muy pronto el aprecio por su regularidad, su excelente carácter y su modo de actuar, entre sus feligreses. Se encargó del catecismo y lo hizo con gran celo. Los adultos, pronto empezaron acudir, el domingo. Visitaba con frecuencia a los enfermos, aún a costa de grandes fatigas. Más tarde dirá, riéndose, que si pudiera juntar todos los sudores que había derramado, recorriendo su parroquia, tendría agua suficiente para darse un buen baño. Siempre permaneció sumiso a su párroco, sin emprender nada antes de consultarlo y le brindaba toda clase de servicios que estuvieran a su alcance.

 

(11) Persuadido que su parroquia contaba con numerosos y excelentes viñedos, el padre Rebot los aprovechaba con frecuencia. Personas dignas de confianza aseguran que quiso forzar a su vicario a beber como él, aduciendo que la salud del clero no podría ser aceptable más que ayudando con empeño a los viñadores a consumir sus productos. El joven vicario no creía en esto y resistió pacientemente. Con objeto de desengañar a su cura, le hizo respetuosas reflexiones. Llegó incluso, a no tomar más que agua, durante más de un año; no acertó del todo, confirmando el proverbio "el que ha bebido, beberá".

 

(12) Sus instrucciones, sencillas, pero prácticas, su bondadosa firmeza en el confesionario, su constancia en visitar los enfermos y atacar los abusos, pronto cambiaron el aspecto de la parroquia: desaparecieron los malos libros; cesaron los bailes y las borracheras; si bien todo esto le costaron grandes fatigas y con frecuencia lo expusieron a numerosos peligros.

 

 

 

1817

 

Fundación del Instituto.

 

(13) Los numerosos trabajos de su ministerio, no le hicieron olvidar el proyecto concebido en el seminario mayor y puesto bajo la protección de Nuestra Señora de Fourvière. Se empezó a ocupar de esto desde su llegada a La Valla. Juan María Granjon le pareció idóneo para su proyecto. Realizó su primera conquista cierto día que el joven lo acompañó a visitar un enfermo. Primero fue necesario enseñarlo a leer y a escribir; cosa parecida hizo son la mayoría de sus discípulos. Poco después, Juan Bautista Audrás vino a consultarlo sobre su vocación. El Padre Champagnat,[31] , lo decidió a unirse a Granjon. La obra de los Hermanos había sido fundada. Pero era preciso un local para alojar a estos nuevos discípulos, y el buen Padre no tenía otros recursos que su módico salario de vicario y las limosnas de algunas almas caritativas . Al parecer no tuvo ninguna parte en el modesto patrimonio de su familia. Estamos llevados a creer que renunció a ella para ayudar a sus hermanos por los gastos que habían causado sus estudios. A pesar de su pobreza, su confianza ilimitada en la Providencia, lo hizo seguir adelante.

 

(14) El buen Padre, empezó por alquilar, de un tal Bonnair, una casita, un pequeño jardín y un rincón de terreno, bastante cercanos a la casa parroquial; ignoramos a qué precio. Colocó allí algunos muebles viejos que probablemente le obsequia ron, él mismo hizo dos camas, con algunas tablas, y alojó a sus dos postulantes en ese pequeño local, apenas amueblado, el 2 de enero de 1817. La ropa, los utensilios de cocina y otros objetos necesarios, eran raros o brillaban por su ausencia.

 

(15) El 1 de octubre del mismo año, el buen Padre, en unión con el padre Courveille, cura de Epercieux, compró el inmueble mencionado, por acta signada de forma privada, por 1 000 fr. Poseemos el acta en los archivos.

 

1818

 

Los primeros Hermanos.

 

(16) Por razones que ignoramos, el vendedor y el Padre Champagnat hicieron un nuevo contrato el 26 de abril de 1818, teniendo como objeto el mismo inmueble, pero elevando el precio de 1 000 fr. a 1 600, que el Padre pidió prestados y entregó al vendedor. El nombre del padre Courveille ya no aparece en este último contrato.

 

(17) Durante este tiempo, el Hermano Antonio (Couturier), el Hermanos Lorenzo (Audras) y el Hermano Juan Pedro (Martinol), vinieron a reunirse a los dos primeros. Juan María Granjon y Lorenzo Audras en un principio fabricaron clavos, para ayudar a la subsistencia de la comunidad. Los demás estudiaban, se entrenaban a enseñar el catecismo o trabajaban en el jardín y en el terreno. Los ejercicios de piedad fueron, en un principio, cortos y poco numerosos: consistían en la oración de la mañana, la asistencia a la misa, algunas breves lecturas, durante el día, hechas en el Manual del Cristiano o el Libro de Oro; el Rosario, la visita al Santísimo Sacramento y la oración de la noche.

 

1819

 

Organización de la comunidad.

 

(18) Para diferenciar a sus Hermanos de los seglares, el piadoso Fundador les dio una vestimenta, que consistía en unos pantalones negros, un saco azul que llegaba a la mitad de la pierna y abotonada hasta abajo del vientre, una pequeña capa, también azul y un sombrero de copa alta. Los Hermanos fueron conocidos desde entonces con el nombre de los Hermanos azules; muchas personas, sobre todo en Saint-Chamond, todavía les dan ese nombre.

 

(19) El buen Padre vino a vivir con sus Hermanos y compartió su raquítico alimento. Se contentó con un cuarto bastante reducido, de poca altura, insalubre y en donde los muebles no abundaban: estaba al lado de la cocina. Después de una instrucción que les dio sobre las obligaciones de un superior, hizo nombrar al Hermano Juan María Granjon, director, mediante escrutinio secreto. El Hermano Juan María desempeñó desde luego, este empleo con gran entrega y gran caridad, regularidad y un ce lo a veces exagerado.

 

(20) El reglamento de la comunidad, fue modificado, perfeccionado, y las principales prácticas de la vida religiosa quedaron instituidas. Después de levantarse, que era a las 5, se hacía en comunidad la oración de la mañana, luego la meditación que duraba media hora; a continuación la santa misa, las horas menores del oficio de la Santísima Virgen y el estudio. A las 7, el desayuno, después del cual, cada uno se entregaba en silencio, a sus ocupaciones, que la mayor parte del tiempo eran trabajos manuales. A medio día, la comida, seguida de la visita al Santísimo Sacramento y el recreo que siempre se tomaba en comunidad, y durante el cual, se debían entretener en cosas edificantes o propias para formar a los Hermanos en los conocimientos necesarios a su vocación; la tarde se empleaba, como la mañana, en el trabajo manual.

 

(21) Hacia las 6 de la tarde, la comunidad se reunía para recitar vísperas, completas, maitines y laudes del oficio de la Santísima Virgen y el Rosario, y se hacía a continuación una lectura espiritual. Terminados estos ejercicios, los Hermanos se dirigían a la cocina para la cena y tenían otro recreo como después de la comida; luego recitaban la oración de la noche, leían el tema de la meditación del día siguiente y se iban a acostar a las 9 de la noche. Todos los viernes se hacía el capítulo de culpas.

 

Primeros ensayos apostólicos.

 

(22) Antes de confiar la escuela de La Valla a sus Hermanos, el Venerado Padre les consiguió un ex-Hermano de las Escuelas Cristianas, para formarlos. Este sujeto estaba bastante instruido y conocía muy bien el método simultáneo que el Fundador quería adoptar para su Congregación. Tan pronto como los sintió suficientemente formados, los envió a enseñar el catecismo a las aldeas para evaluar mejor sus aptitudes, y darles una lección de humildad. Al cabo de un año, el maestro que los formaba, actuó de modo poco adecuado y el Padre tuvo que despedirlo. Los Hermanos lo reemplazaron en la escuela en donde acertaron muy bien.

 

(23) El padre Allirot se sentía con derecho a las primicias de la nueva Congregación. El Padre Champagnat le proporcionó a los Hermanos Luis y Antonio, en 1818. Fueron pésimamente alojados, mal amueblados y pobremente pagados. Sin embargo, se distinguieron muy pronto por su piedad, su gran celo y la adecuada dirección que le dieron a la escuela.

 

El padre Allirot y su vicario, los juzgaron al inicio, desfavorablemente. El buen Padre quiso retirar al Hermano Luis, y el padre Allirot se opuso. Buscó por todos los medios posibles desviar al joven Hermano, recibiendo una respuesta que lo desconcertó. El Hermano Luis se fue y su sucesor acertó muy bien. Siendo demasiado mala la situación material de los Hermanos, el buen Padre clausuró esta escuela en 1821 y no se volvió a abrir sino hasta 1832.

 

(24) Los nuevos maestros, formados por el buen Padre, no eran sabios, pero su piedad, su entrega y sus buenos ejemplos encantaban a la población y les atraían numerosos alumnos. Les enseñaban el catecismo, el amor a Dios y a sus padres, la lectura y la escritura. Los preferían a los maestros laicos que, por otra parte, no estaban más instruidos y eran mucho menos religiosos. Además, la mayoría de los municipios carecían de escuelas o no contaban más que con maestros ambulantes durante el invierno.

 

La comunidad crece.

 

(25) Bartolomé Badard, de 15 años de edad, y Gabriel Rivat, que no contaba más que 10, entraron en el noviciado el año anterior. El primero conservó su nombre y el segundo fue recibido con el de Hermano Francisco: fue el futuro secretario, consejero del Fundador y luego su sucesor en el puesto de Superior General. A pesar de su corta edad, ya era muy piadoso y muy serio. Al señor cura de Tarentaise, que cierto día le preguntó por qué no estudiaba latín como su hermano, el joven le respondió: "Porque quiero hacer la voluntad de Dios que se me manifiesta por mi superior". Los Hermanos que están tentados de abandonar su vocación para estudiar latín, harían bien en meditar esta respuesta e imitar este ejemplo. La virtuosa madre del Hermano Francisco lo había entregado a la Santísima Virgen ante una de sus imágenes que luego fue colocada en la habitación del Padre Champagnat, en La Valla, lugar en donde aún permanece. El buen Padre dio lecciones de latín a su discípulo y luego lo hizo estudiar medicina. El futuro superior general fue, en un principio, guía de los enfermeros y el amigo de los enfermos a los que atendía de la mejor manera posible. El Hermano Juan Francisco (Esteban Roumesy), entró en el noviciado.

 

(26) La casa ya era demasiado pequeña. No comprendía otra cosa más que un sótano muy húmedo, debajo del suelo; una cocina y la pequeña habitación del buen Padre, en el piso bajo; dos departamentos en el primer piso; dos en el segundo y un tejabán; todo allí predicaba la mayor pobreza. Aunque viviendo con sus Hermanos y ocupándose de ellos lo mejor que le era posible, el Padre Champagnat seguía cumpliendo con sus funciones de vicario; las ponía por encima de todo lo demás. Su párroco, por otra parte, lo animaba muy poco en la obra de los Hermanos.

 

1820

 

La escuela de Saint-Sauveur.

 

(27) De acuerdo con los buenos informes que el párroco de Marlhes le había dado sobre los dos Hermanos, el señor Colomb de Gaste, alcalde de Saint-Sauveur, solicitó y consiguió también dos, en noviembre, para la escuela de este municipio. El ex-Hermano Juan Francisco fue nombrado como director y atendió la clase de los pequeños. El señor Colomb aconsejó al piadoso Fundador que incluyera un artículo en la regla, prohibiendo a los Hermanos el comer en casa del párroco y de particulares. El ex Juan Francisco y algunos otros no figuran en el registro de tomas de hábito; más adelante daremos la explicación. Unicamente un postulante ingresó en el noviciado durante ese año.

 

1821

 

El Hermano Lorenzo, apóstol del Bessat.

 

(28) El Hermano Lorenzo obtuvo la autorización de ir a enseñar el catecismo en la escuela del Bessat, a dos leguas de La Valla, y cerca de la cima del Pilat. Se entregó con gran celo. Habitaba en la casa de un campesino y él mismo preparaba sus alimentos. Todos los jueves, iba a buscar pan, papas y queso para la semana a La Valla, caminando entre la nieve y a costa de grandes fatigas. No había sacerdote en el Bessat.

 

(29) El padre Préher, cura de Tarentaise, había establecido una escuela clerical. Reunía hasta 50 alumnos que alojaba como podía y a quienes él mismo impartía clases de latín. No contando con maestro, acudió al Padre Champagnat que le envió a l Hermano Lorenzo en noviembre. El buen Hermano extrañaba a sus alumnos del Bessat, grandes y chicos, hombres y mujeres, sin embargo, obedeció. Fue alojado con los latinistas del señor cura, y preparaba su comida, como en el Bessat, es decir, cociendo sus papas.

 

(30) Todos los domingos, iba al Bessat donde reunía a las gentes, con el auxilio de una campanilla, y les enseñaba el catecismo durante horas enteras. Estimaba tanto este noble trabajo, a pesar de las grandes fatigas que le ocasionaba, que no lo hubiera cambiado por nada del mundo. El buen Padre, a quien se lo confesó, lloró de alegría. El Hermano Bernardo,  (Grataloup) entró en el noviciado.

 

1822

 

El Hermano Juan María en Bourg-Argental.

 

(31) La casa de Bourg-Argental, fue fundada el 2 de enero, por el Hermano Juan María Granjon y otros dos. Los elogios bien merecidos de los dos Hermanos de Saint-Sauveur, decidieron al señor Pleyné, alcalde de Bourg-Argental, a realizar esta fundación. El Hermano Juan María exageró su piedad y su mortificación. Quiso imitar a san Luis Gonzaga, y hasta regaló su hábito a los pobres.

 

Los ocho postulantes.

 

(32) Desde hacía tres años, no habían ingresado más que unos cuantos postulantes que no perseveraron. El noviciado estaba vacío. No quedaban más que los Hermanos necesarios en la escuela de La Valla. Esta penuria inquietaba al piadoso Fundador. Se dirigió a Dios y a Nuestra Señora de la Piedad, con fervor, e hizo hacer numerosas novenas. Se presentó un joven. Según lo confesó, había sido Hermano de las Escuelas Cristianas. El Padre lo rechazó. Si le traigo postulantes, dijo el joven, ¿me recibirá? Sea sensato, le respondió el Padre, y quédese en su casa. El ex-hermano se fue al Alto Loira, convenció a ocho muchachos para que lo siguieran a la casa de los Hermanos de las Escuelas Cristianas haciendo firmar los permisos necesarios a sus padres. En marzo, llegó a La Valla con sus ocho aspirantes, entre los que se encontraba el Hermano Juan Bautista, futuro asistente, autor de varias obras, y su hermano[32]. Les había hecho creer que La Valla era una sucursal de Lyon. Este grupo desconcertó al Padre y lo puso en aprietos. Se preguntaba si tales jóvenes, guiados por un ex-hermano tendrían vocación. La casa era demasiado pequeña y los recursos insuficientes para admitirlos. No traían consigo más que unas pensiones sumamente exiguas[33].

 

Los amigos del Padre Champagnat lo incitaban a despedirlos. El los interrogó, los examinó, los sometió a duras pruebas y finalmente los recibió. Les proporcionó la granja como dormitorio. Su guía fue despedido 15 días después, al igual que lo había sido por los Hermanos del Bienaventurado La Salle.

 

(33) Para alojar a los recién llegados y a pesar de la opinión de sus amigos, aunque no había nada de dinero, el buen Padre la hizo de albañil, carpintero, ebanista y vidriero. Sus discípulos le ayudaron lo mejor que pudieron. Una nueva construcción quedó añadida a la anterior. Constaba de un comedor, en el piso bajo, las clases en el primero, un dormitorio en el segundo y un tapanco convertido en dormitorio durante las vacaciones, en el tercero. El Venerado Fundador hizo personalmente los entarimados, las puertas, las ventanas y cierto número de camas que no ofendían en nada a la sencillez ni a la pobreza.

 

Organización material y espiritual.

 

(34) Se empezó a recibir a algunos internos, con pensiones muy módicas, sobretodo en el invierno. Estos trabajos y la formación de sus Hermanos no fueron obstáculo al buen Padre para cumplir perfectamente con todas las funciones de su ministerio sacerdotal. No tenía ni un minuto de reposo. Compartía el alimento con sus discípulos, que consistía en caldos aguados, únicamente con aceite, pan de centeno, queso, productos lácteos, legumbres, de vez en cuando un poco de tocino y agua. Los Hermanos hacían la comida por turno: pronto estaba lista. Este mismo año, Claudio Fayol, futuro sacristán, hábil limosnero, entró en el noviciado. Había nacido en Saint-Medard y conocía el trabajo de tejedor. Se organizó un taller en la cocina, en donde fabricaba paños para ganar algunos centavos. El abnegado Fundador vivía con sus Hermanos desde hacía 4 años y nadie se había preocupado por arreglar su habitación. Claudio Fayol, más entendido en el trato a las personas, se ofreció a hacerlo. El Padre se rehusó al principio, pero cedió a las humildes instancias.

 

(35) Los Hermanos Juan Bautista (Furet), Hilarión (Giraud), Estanislao (Fayol), Agustín, José (Ponset), Juan, Regis, Peregrino, Eucher y Miguel, tomaron la vestimenta azul en 1823[34] . No tenemos datos sobre el ceremonial que se acostumbraba en las tomas de hábito, pero era sumamente sencillo. La ceremonia se llevaba a cabo en la habitación que servía de oratorio y al pie del altar que se había colocado allí. No existía registro para asentar estas tomas de hábito y los nombres de los que recibían el traje azul. Dicho registro no fue iniciado sino hasta 1829. Cada uno de los novicios escribía de su puño y letra, el acta de su toma de hábito, en el registro, de acuerdo a la siguiente fórmula: "Yo, infrascrito, N..., nacido ... el ..., en ..., de ... de edad, doy fe y declaro que por la gracia de Dios, he sido admitido al noviciado el ..., que tomé el santo hábito el ..., después de haberlo solicitado humildemente al Reverendo Padre Superior, también firmante, para certificar su aprobación. En prueba de lo cual, firmo la presente acta en presencia de los Hermanos... que firman como testigos[35]. "

 

(36) Los nombres religiosos de los 12 primeros novicios, precedidos de la fórmula mencionada, están escritos en el registro[36] con los datos correspondientes. Varios de los primeros novicios no figuran en el registro porque habían abandonado su vocación cuando se inició. Los que habían recibido el hábito en 1820 y 1821, al igual que los que lo tomaron en 1823, con los Hermanos Pablo (Préher), Cipriano (Furet), Juan Luis (Poinard), tampoco aparecen, por la misma razón.

 

Vida pobre y sencilla.

 

(37) El padre Rouchon, cura de Valbenoite, había reunido cierto número de jóvenes con la intención de formar una congregación religiosa dedicada a la enseñanza. Sabiendo que el Padre Champagnat trabajaba en una fundación parecida, le propuso fusionar las dos congregaciones en una sola. Con tal objeto, envió una decena de sus jóvenes, a La Valla, en el mes de mayo. Apenas llegados, los visitantes miraron con desdén a sus anfitriones. Los de La Valla eran sencillos, ignorantes y pobremente vestidos; la construcción, el mobiliario y la alimentación, todo era pobre, todo ponía de manifiesto una vida de privación y sacrificio. Los de Valbenoite vestían de manera elegante. Tenían sus propios puntos de vista. Poseían buenos modales y daba n la impresión de ser instruidos. La fusión no les pareció factible y se regresaron sin hablar. Cinco años más tarde, el padre Rouchon solicitó al Padre Champagnat que le enviara algunos de sus Hermanos, porque su naciente congregación se había esfumado.

 

(38) El piadoso Fundador quería que sus Hermanos fueran y permanecieran siempre sencillos, humildes y pobres. Quería que tales virtudes fueran el fundamento de su Congregación. Estimulaba a menudo a sus discípulos, con sus consejos, instrucciones y con su ejemplo. Declaró guerra sin cuartel a los orgullosos, pretenciosos y que contaban sobre todo con las cualidades humanas. Quería que tuvieran un gran espíritu de fe, que nunca se apoyaran en sus cualidades, sino que pusieran toda su confianza en Dios y en la protección de su Augusta Patrona. Antes de permitirles hacer los votos, les autorizaba que hicieran una promesa de permanecer fieles a su vocación durante 5 años. Cada uno escribía esta promesa de rodillas, ante sus cohermanos.

 

1823

 

Construcción en La Valla

 

(39) Durante la construcción mencionada más arriba, todos se levantaban a las 4 de la mañana y hacían media hora de meditación, asistían a la santa misa y luego se iban al trabajo. Los más hábiles construían con el Padre, los más fuertes, llevaban los materiales más pesados, los más jóvenes acarreaban las piedra y batían la tierra que remplazaba la mezcla. El Padre los dirigía y animaba con una paciencia a toda prueba. Todos estaban contentos, parecían infatigables y muy unidos. De tiempo en tiempo se hacían lecturas piadosas, se guardaba absoluto silencio que el Padre interrumpía tan solo para sugerir máximas piadosas y que alentaran. Se recitaban rosarios, se hacían visitas al Santísimo Sacramento, durante los cortos descansos. El trabajo duró hasta las 7 de la tarde, durante varios meses. Después de una raquítica comida, que el cura Rebot hubiera podido muy bien llevarse en las manos, después de la oración y el examen, todos descansaban tranquilos en su jergón, menos el buen Padre, que aprovechaba para recitar su oficio y escribía la correspondencia antes de acostarse.

 

(40) Los Hermanos de Bourg-Argental, los de Saint-Sauveur y los de Tarentaise, imitaban a los de La Valla; todos competían en fervor, celo, mortificación y caridad.

 

El "Acordaos" en la nieve.

 

(41) Uno de los Hermanos de Bourg-Argental, el Hermano Juan Bautista, estaba enfermo, en el mes de febrero. El buen Padre quiso ir a visitarlo, acompañado por el Hermano Estanislao. Durante su corta permanencia en Bourg-Argental, la nieve se convirtió en una espesa capa. Sin embargo, después de consolar a su querido enfermo, el buen Padre quiso regresar a La Valla, a pesar del mal tiempo. Las súplicas de los Hermanos y amigos no lograron hacerlo cambiar de opinión. Luego de caminar por l a nieve durante dos horas, nuestros queridos viajeros se perdieron en los bosques del Pilat. Habiendo caminado sin rumbo durante varias horas entre la nieve, con un viento glacial, el Siberia y por la oscuridad de la noche, el Hermano Estanislao se encontraba tan exhausto, que cayó sin conocimiento. El buen Padre se arrodilló junto a él y recitó con fervor el Acordaos, a la Santísima Virgen. Levantó enseguida al Hermano, y se pusieron en camino. Habían dado unos cuantos pasos, cuando percibieron una lucecita en una casa. Se dirigieron a ella donde fueron bien recibidos, allí pasaron la noche y el Hermano Estanislao recobró las fuerzas. Regresaron a La Valla al día siguiente muy de mañana. El Venerado Padre estaba persuadido que la Buena Madre los había protegido milagrosamente y que, sin esta protección maternal, con toda certeza hubieran perecido en la nieve.

 

(42) Algunos Hermanos ancianos piensan que fue un milagro. El Hermano Estanislao les había comentado que la casa, felizmente encontrada, estaba habitada por un hombre de edad, una mujer joven y un niño de alrededor de 12 años. Les dijo también, que después de unos cuantos pasos, al día siguiente, se habían volteado y no habían visto la casa. Añadió también, que el buen Padre y él, pasaron por Tarentaise, contando al padre Préher todo lo que les había acontecido la víspera, y que el sacerdote les aseguró que nunca había visto casa alguna en el lugar señalado. Los ancianos concluyeron que nuestros queridos viajeros había sido alojados en una casa hecha ad hoc, cuyos habitantes no eran otros más que el Niño Jesús, la buena Madre y San José.

 

(43) La verdad es que la casa existía y aún existe, aunque arreglada y agrandada. Otras casas se han agrupado en torno a ella formando la aldea de la Chaperie, en la vertiente este, en un costado muy inclinado y rocoso a un kilómetro del pueblo de Gray. Si la casa se encontraba por aquel entonces en un bosque, éste ha sido talado después, en una zona bastante amplia. Pertenecía y sigue perteneciendo a la excelente familia Donnet, de la familia del Cardenal con ese apellido. Nuestros caminantes encontraron allí un hombre, una mujer y su pequeña hija de 5 años quien todavía vive, y habita en la parroquia de Roizey. La casa se componía de un establo, una sala superior de cerca de 100 metros cuadrados, que servía de cocina, taller, oratorio y dormitorio. Un granero, de las mismas dimensiones, ocupaba el segundo piso.

 

(44) La mujer logró quitar los zapatos empapados al Venerado Padre a pesar de sus negativas. Los dos caminantes fueron bien tratados. Después de haber recobrado las fuerzas y fortalecidos, el Padre se mostró muy amable con ellos y les cantó algo La única cama de la casa, fue cedida a los viajeros, y la familia durmió en el granero, en la paja. Esta cama, de madera de cerezo, todavía existe. Es casi cuadrada y tiene forma de armario, con dos puertas a los lados y una a los pies.

 

(45) José Donnet, que murió apenas hace dos años, vivió 91 años. Tenía una hijita de 5 años, de su primera esposa. De la segunda, Juana María Rivori, tuvo otra hija, actualmente en el convento de Gray, con el nombre de Sor Filomena; 3 hijos: Juan Bautista, Francisco y Antonio, en el presente padres de familia y viven uno al lado del otro. Estas recias gentes repiten, con gusto, que sus padres les habían hablado del Padre Champagnat, a quien tenían por un santo, y de su acompañante.

 

Desarrollo y dificultades.

 

(46) Este mismo año, se fundaron las casas de Boulieu, de Saint-Symphorien-le-Château y de Vanosc. El Hermano Juan Pedro fue nombrado director de la primera; su celo y sus privaciones lo llevaron a la tumba en menos de dos años. Era tan querido, que los padres de uno de sus alumnos, muerto el mismo día que él, quisieron que fuera colocado en la misma tumba. Unicamente había dos Hermanos en cada comunidad. La de Vanosc, era tan miserable, tan desprovista de recursos, que los Hermanos cayeron enfermos de los ojos muriendo como consecuencia de las enfermedades que habían contraído allí. La casa fue clausurada en 1827. El Hermano Juan María Granjon era director de la de Saint-Symphorien, fundada por el marqués de Noblet. Pronto fue reemplazado por el Hermano Antonio.

 

(47) Los contratiempos, incluso persecuciones, no faltaron al piadoso Fundador, sobretodo en 1822 y 1823. A pesar de su sumisión y atenciones respecto a su párroco, éste no cesaba de atacarlo. Trató de desanimar a sus Hermanos, sobre todo al Hermano Luis. Lo criticaba ante sus feligreses, incluso en la iglesia. Hizo poner en contra del Padre Champagnat a algunos de sus cohermanos en el sacerdocio, como al padre Dervieux, cura de San-Pedro, en Saint-Chamond, igual que al padre Bochard, vicario general y fundador de los Hermanos de la Cruz. Todos trataron al buen Padre de orgulloso, testarudo e insensato. Se lamentaban de la suerte que correrían los jóvenes que había reunido asegurando que los haría desgraciados. El padre Bochard lo mandó llamar, le hizo duros reproches, amenazándolo con cambiarlo, y lo quiso obligar para que uniera sus Hermanos a los de la Cruz. El padre Dervieux, lo trató con dureza y le comunicó que iba a mandar los soldados para cerrar su casa y dispersar a l os Hermanos. El padre Courbon, vicario general, y el padre Gardette, superior del seminario mayor, animaban al piadoso Fundador. Mientras tanto, él oraba, se humillaba, realizaba peregrinaciones con sus Hermanos y algunos feligreses, a la capilla con sagrada a Nuestra Señora de la Piedad, cerca del pueblo de La Valla. El padre Bochard volvió a la carga dos veces más, sobre la unión mencionada, colmando de reproches al buen Padre.

 

(48) El primero de diciembre, el buen Padre escribió al Hermano Juan María Granjon, director de Saint-Symphorien. Le dio noticias de los Hermanos de Boulieu, de Bourg-Argental, de Saint-Sauveur y de Vanosc, que acababa de visitar. Luego añadió: "En lo que se refiere a La Valla, parece que tendremos muy pocos recursos y muchos pobres, Gracias a Dios! Haremos lo que podamos para alimentarlos. También se presentan numerosos novicios, pero casi todos pobres y muy jóvenes; sin embargo, 3 ya tienen uso de razón, puesto que pasan de los 30 años. Uno es hombre de negocios, otro cordelero y el tercero, hombre de nada; pero con nada el buen Dios hace cosas maravillosas".

 

1824

 

Monseñor Gastón de Pins.

 

(49) Monseñor Gastón de Pins, arzobispo de Amasia, fue nombrado Administrador Apostólico de la diócesis de Lyon, en lugar de Su Eminencia el Cardenal Fesch, exilado en Roma, a consecuencia de la caída de su sobrino, Napoleón I. El Padre Champagnat aprovechó esta coyuntura para aclarar sus dudas. Los reproches recibidos le hacían temer el no estar llamado a fundar la obra que había emprendido. Lo explicó con toda franqueza en una carta dirigida al nuevo Arzobispo; carta que luego envió al padre Gardette suplicándole que la hiciera llegar a Su Excelencia, si lo creía oportuno. El padre Gardette, que conocía bien al Fundador y su obra, hizo comentarios elogiosos al Arzobispo. Monseñor llamó al buen Padre, a Lyon, lo autorizó a dar un hábito más religioso a sus Hermanos, y que emitieran los tres votos religiosos. Después de semejante autorización, el piadoso Fundador no tuvo la menor duda. Monseñor de Pins y el padre Gardette, son, por lo tanto, dos bienhechores insignes del Instituto. El Padre se lanzó resueltamente a dicha obra. Pero la casa de La Valla era insuficiente y muy mal situada para las comunicaciones. En sus frecuentes correrías realizadas a Saint-Chamond, desde hacía 8 años, había observado, en varias ocasiones, un valle solitario, en forma de embudo, cerrado al Norte, rodeado de montañas o de laderas elevadas, a la orilla del Gier. Este lugar, llamado Gaux, era muy reducido, mirando hacia el Sud-oeste; tenía menos inclinación que los alrededores, protegido por rocas, maleza y bosques: "Pero es solitario y de acuerdo con mis proyectos" se dijo el buen Padre.

 

Construcción de N. S. del Hermitage.

 

(50) Para poner por obra sus ideas, compró, junto con el padre Courveille, en la oficina de la señorita Finaz, notario de Saint-Chamond, mediante varias actas, a los señores Montellier, Thiolière, Laroche, Touilly y Bertholon, un terreno cubierto de bosques, maleza y rocas, con un pequeño prado, en la orilla derecha del Gier. Las actas hacen mención únicamente de 6 600 fr., pero se pagaron todos los gastos de compra-venta para disminuir la cantidad. Después de su derrota, de la que hablaremos más adelante, el padre Courveille quiso recuperar su parte. El Fundador le entregó 5 000 fr. centavo por centavo, como consta en un acta realizada entre los dos, el 5 de octubre de 1826, en la oficina de la Señora Lions, notario de Chavanay. Esto parece indicar que el terreno comprado, costaría 10 000 fr.; pero el Hermano Juan Bautista dice que dicha adquisición sobrepasó los 12 000 fr.

 

(51) Después de comprar el terreno, puso manos a la obra. Rentó una barraca al señor Patouillard. Los Hermanos ocupados en la construcción, dormían allí unos sobre otros. Durante el verano, el buen Padre se acostaba en el balcón, al aire libre. Al igual que en La Valla, comían pan de centeno, queso, legumbres obsequiadas por los vecinos, y se tomaba agua del Gier. El mismo Padre los levantaba a las 4 de la mañana. Hacían la oración, la meditación, asistían a la Santa Misa, luego, trabajaban durante todo el día. Primero hicieron un oratorio, de ladrillos, de 12 metros cuadrados, en donde termina, en la actualidad, la glorieta, en el camino del cementerio; una cómoda servía de altar. El local estaba cubierto de madera. Una campana, suspendida de una encina, al lado del oratorio, reglamentaba los ejercicios del día: todavía se utiliza, en 1890, en el campanario de la casa.

 

(52) Empezaron a demoler las rocas y nivelar un poco el suelo. La casa se construyó en el extremo norte de los terrenos adquiridos, cuyo conjunto abarcaban cerca de 4 hectáreas. El lugar estaba encerrado entre el río y unas rocas casi perpendiculares, hacia el oriente. Estaba cerrado al Norte por una zona rocosa, menos elevada, que pertenecía al señor Monteiller, a quien se le compró más tarde, para construir allí la capilla definitiva. Para ensanchar este lugar, fue necesario hacer más estrecho el lecho del río, con un muro de varios cientos de metros de longitud y que termina en la antigua presa del Gier, donde nace el canal que llevaba el agua a la fábrica del señor Patouillard. Construyeron un muro con pura roca y sin argamasa. Después de arrancar árboles y maleza, y quitar las piedras, nivelaron la tierra hasta el muro, formando así el jardín y el patio exterior del sur, a la orilla derecha del Gier. Fue un trabajo penoso, largo y de envergadura que los Hermanos realizaron con entusiasmo bajo la dirección de su querido Padre. En cuanto a las rocas del Este, tuvieron que cortarlas con picos para construir allí el ala oriente del edificio. Fue una tarea ardua que desalentó a los albañiles, incluso los más vigorosos. Par a animarlos, el piadoso Fundador agarraba el pico y golpeaba las rocas con tanta fuerza, que hacía temblar el suelo. Los obreros cobraron ánimo y lo imitaron.

 

(53) El padre Cholleton, vicario general y amigo del buen Padre, vino a bendecir la primera piedra, en mayo de 1824. No teniendo nada que ofrecerle para comer, el Padre lo llevó a casa del señor Basson, amigo de los Hermanos.

 

(54) Los trabajos comenzaron bajo la dirección del señor Roussier, maestro de obras de La Valla. La carpintería fue realizada por el señor Matricon, Benito, que también era de La Valla, y los acabados por el señor Robert, yesero de Saint-Chamond. El Padre trabajaba con los obreros y realizaba más trabajo que todos ellos. También trabajó con los carpinteros y los yeseros, pues su celo lo hacía apto para todas estos trabajos. Los Hermanos llevaban los materiales o partían las rocas y hacían el mortero; la cal era demasiado cara. A cada hora, un Hermano tocaba una campanilla y todos hacían las oraciones en uso. Como en La Valla, todos dormían perfectamente durante la noche, aunque estaban mal alojados; excepto el buen Padre que recitaba su breviario y despachaba su correspondencia bien entrada la noche. Varios trabajadores cayeron y escaparon de la muerte o de heridas de consideración, gracias a la protección de la Buena Madre.

 

Propaganda.

 

(55) En su permanencia como capellán del Hermitage, en 1885, el padre Detours hizo investigaciones sobre los primeros tiempos de nuestro Instituto. Entre otros descubrimientos, encontró en los archivos de la ciudad de Saint-Chamond, una propaganda que según parece fue distribuida por el padre Courveille, el 19 de julio de 1824, con la aprobación del padre Cholleton, vicario general. La copiamos al pie de la letra, con la observación hecha por el padre Detours:

 

(56) "La educación de la clase poco acomodada ha sido confiada a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Todo mundo conoce el bien que realizan en las poblaciones en que se han establecido. Pero, según las reglas de su Instituto, no pueden i r menos de tres, en los lugares a donde son solicitados, y como los gastos de instalación son considerables, se deduce que la mayoría de los municipios, y de una manera especial los del campo, no pueden gozar de las ventajas de tal educación por falta de recursos. Para obviar estos inconvenientes, se ha formado un establecimiento de educadores con el nombre de Hermanitos de María, y en el momento actual, se construye una casa de este Instituto en el Hermitage de Nuestra Señora, cerca de Saint-Chamond, departamento del Loira.

 

(57) Los jóvenes que deseen abrazar este género de vida, podrán ser recibidos en la Congregación, desde los 15 hasta los 30 años, siempre y cuando sepan leer, escribir, y que cuenten con un certificado de buenas costumbres y buena moral.

 

(58) Harán un noviciado de dos años.

 

(59) Cuando lleguen a la casa, deberán tener un ajuar con lo siguiente: 1. El hábito de entrada en religión; 2. una docena de camisas; 3. seis sábanas; 4. cuatro pares de medias; 5. una docena de pañuelos; 6. dos pares de zapatos.

 

(60) Pagarán 400 fr. por los dos años. Los que tengan alguna herencia, la traerán consigo, sobre esto, se les entregará la garantía de reembolso, en caso de abandonar el Instituto; en tal caso se les retendrá determinada cantidad, por los gas tos ocasionados en el noviciado.

 

(61) Los Hermanitos de María van a las parroquias que lo soliciten; podrán ser 3 e incluso 2.

 

(62) Las condiciones son: 1. 1 200 fr. por los 3 u 800 fr. si son dos; esta cantidad será pagada por trimestre adelantado[37] 2. Una casa adecuada, provista del mobiliario necesario a los Hermanos profesores. 3. Una huerta y algún otro lugar para el recreo de los niños. Enseñan el catecismo, la lectura, la escritura, el cálculo, los principios de gramática francesa, el canto de la Iglesia y la Historia Sagrada. Siguen, en su pedagogía, el método de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

 

(63) Los Hermanitos de María cuentan tanto con las oraciones de los fieles, como con su generosidad. Se encomiendan a la buena voluntad de los señores curas de la diócesis de Lyon y de otras diócesis, así como a la de sus bienhechores.

 

(64) Las personas que deseen mayor información acerca del Instituto, podrán dirigirse al padre Courveille, P.S.G.L., y al padre Champagnat, P.D.R.T., residentes provisionalmente en La Valla, municipio de Saint-Chamond[38]. Las cartas deberán contar con la franquicia postal.

 

(65) Con el visto bueno y autorización de impresión, Lyon, 19 de julio de 1824. Cholleton, V.G."

 

(66) NOTA: Para explicar el significado de las letras P.S.G.L. y P.D.R.T., he tenido que recurrir a los registros de la parroquia de La Valla. Allí, a continuación de dos actas, encontré la firma de Courveille, seguida de las letras: S.G.S.M. lo que según me parece pueden traducirse como Superior General de la Sociedad de María. Por lo demás, el padre Courveille tenía esta ilusión. Por lo cual, las letras significarían: Padre, Superior General en La Valla, y las concernientes al Padre Champagnat podrían significar: Padre, Director, Rector y Tesorero."

 

(67) La interpretación dada por el padre Detours a las iniciales escritas después de los nombres de Courveille y Champagnat, nos parecen lo más natural. Esta propaganda y la nota que le sigue, prueban que el padre Courveille residía en La Valla, en 1824, mientras que el piadoso Fundador se ocupaba en la construcción del Hermitage y que lo reemplazaba ocasionalmente en algunas funciones ministeriales.

 

(68) Quisiéramos tener la certeza de que le mostró la propaganda mencionada al Padre Champagnat, antes de publicarla.

 

(69) En el mes de octubre, el piadoso Fundador predicó un retiro a sus hijos y envió a los que estaban en las comunidades, a sus puestos respectivos.

 

La casa del Hermitage.

 

(70) La casa, construida, tenía 4 pisos, sobre el sótano. Comprendía el ala del Sur descansando sobre la roca; la mitad del ala Este que no se construyó más que al tercer piso; y una parte del poniente, hacia el Gier, hasta unos cuantos metro s del lugar en que se construyó la capilla definitiva, en 1835. Este espacio no era más que una gran roca que ocupaba una parte del patio interior. La entrada principal estaba frente al Gier, entre el ala que lo bordea y la roca antes mencionada, en el lugar en que se construyó la cocina en 1835.

 

(71) A estos penosos trabajos, el Venerado Padre tenía que añadir sus funciones de vicario, en La Valla, y el cuidado de sus Hermanos, Postulantes así como a los internos que había.

 

(72) Hacia la festividad de Todos los Santos, el señor cura Rebod fue nombrado capellán de las Ursulinas de Saint-Chamond. Monseñor ofreció la parroquia al Padre Champagnat. La rehusó, deseando ocuparse de lleno a la obra de los Hermanos. Quedó descargado de sus funciones de vicario. El padre Bedoin fue nombrado cura de La Valla, quien dirigió esta inmensa parroquia durante 40 años.

 

(73) A fuerza de grandes trabajos, se colocó el techo de la construcción del Hermitage, antes de los fríos invernales. Los muros son demasiado estrechos, el mortero que une las piedras, lo hace con poca fuerza, para soportar tal altura. Los vientos del Sur, con frecuencia violentos en esta garganta, los han probado con rudeza en varias ocasiones, pero la Buena Madre está allí, y su piadoso siervo contó con Ella.

 

Fundaciones: Charlieu, Chavanay

 

(74) En noviembre, de este mismo año, se fundaron las escuelas de Charlieu y de Chavanay. Monseñor de Pins, el padre Térel, párroco y el señor Guinot, alcalde, pidieron Hermanos para Charlieu y los instalaron lo mejor que pudieron, en una antigua abadía. El Hermano Luis fue enviado allí, como director. El buen Padre solicitó, como lo haría en adelante en los nuevos establecimientos, una prima de 400 fr., mobiliario de 500 fr. en especie o dinero y una remuneración de 425 fr. por cada Hermano. Con frecuencia se vio obligado a reclamar lo que había sido prometido, aunque en verdad era una cantidad muy módica. El piadoso Fundador no se mostraba más exigente en lo referente al alojamiento de los Hermanos que en las condiciones económicas. Con el vehemente deseo de ver extenderse por todos lados la instrucción popular, y sobre todo una buena enseñanza religiosa, exigía lo menos posible para conceder Hermanos, la dicha de hacer el bien, hasta en las comunidades más pequeñas, en las que aceptaba que el sostenimiento de los Hermanos se completara con las retribuciones de los alumnos.

 

(75) La escuela de Chavanay se fundó por el párroco Gaucher, quien hizo los primeros gastos. El Hermano Esteban fue su primer director. La casa era pequeña. Las clases desbordaban de alumnos. Orgulloso de su obra, el padre Gaucher con frecuencia invitaba a sus cohermanos para que vieran a los Hermanos y sus alumnos. Cierto día, llevó a un párroco muy gordo, quien después de examinar todo con sorna, dijo al padre Gautier, en latín, que todo le parecía miserable. El Hermano Esteban contestó con una frase en latín bastante irónica. El gordo cura, estupefacto, miró al Hermano de pies a cabeza, tomó su sombrero y desapareció. El padre Gaucher lo siguió riéndose y le dijo que él no le había sugerido la respuesta al Hermano Esteban.

 

Entre La Valla y el Hermitage

 

(76) Durante este año, los Hermanos Cipriano (Furet), Regis (Civier), Plácido (Fara) y Bernardino (Perronnet) vistieron el hábito azul.

 

(77) Mientras el buen Padre estaba atareado en la construcción, un desdichado postulante escandalizó a un interno en La Valla, como leemos en su biografía. Algún tiempo más tarde, un escándalo parecido tuvo lugar en el Hermitage y fue reprimido con la misma energía.

 

(78) Cuando la construcción estuvo cubierta, varios Hermanos pasaron el invierno en La Valla. Los demás, con el Padre y los trabajadores, se ocuparon en poner los pisos, los muros interiores, las puertas y las ventanas. La construcción, iniciada en mayo, estuvo terminada un año después. En ninguna parte se apuntó lo que había costado, ni los donativos recibidos, excepto 8 000 fr. dados por Monseñor de Pins; el Hermano Juan Bautista estima los gastos en más de 60 000 fr. incluida la compra del terreno. Este lugar se llamó en lo sucesivo Nuestra Señora del Hermitage, para indicar que la Santísima Virgen era la dueña y soberana.

 

(79) Durante la construcción, el buen Padre celebraba la misa y los Hermanos que trabajaban en ella asistían en la capilla de ladrillo, de la que hemos hablado, todos los días de la semana. Los domingos, iban a La Valla con el Padre Champagnat.


 

TERCERA ETAPA

 

DESDE 1825 A 1834

 

COMPENDIO. Compra de nuevos terrenos en el Gaux para completar el Hermitage en el lugar de Gauds. El señor Courveille. El Padre Bourdin y otros padres. Enfermedad del Fundador. Sus apuros. Sus enemigos. Su acuerdo con el señor Duplay.

 

Fundaciones. 1825

 

Amor por los pobres.

 

(1) A principios de enero, un joven llamado Clemente Berlier, que habitaba en la aldea de Bachat, más arriba del Hermitage, cayó enfermo. Estaba echado sobre paja, sin sábanas y casi desnudo. Su madre no estaba a su cabecera, él se negaba a verla porque decía que quería envenenarlo. El buen Padre estaba de viaje; regresó el 22 de enero. Le hablaron del enfermo al que nunca había visto; fue a verlo y conmovido por el abandono en que se encontraba, le envió una almohada, unas sábanas y unas cobijas. No lo confesó, pues ya lo había hecho el señor cura de Izieux quien le dio también los auxilios espirituales. Este joven murió. Había dejado en una cláusula de su testamento, algo para el Hermitage. Su madre acusó falsamente al buen Padre de haber abusado de la confianza de su hijo al confesarlo. El Padre Champagnat redactó su defensa y probó claramente: 1. que no conocía a Clemente Berlier; 2. que había estado ausente casi todo el tiempo de su enfermedad; 3. que nunca lo había confesado; 4. que sólo lo había visto una vez en presencia de varios testigos; 5. finalmente, que tan sólo después de su muerte había conocido el testamento. Así quedó el asunto.

 

(2) Mencionamos esta acusación para tener ocasión de decir que el buen Padre se complacía en asistir a los enfermos pobres; gustoso les enviaba ropa y cobijas y mandaba con facilidad a sus Hermanos para velar por los pobres. Instalación en N. S. del Hermitage.

 

(3) La comunidad bajó a vivir a la nueva casa en mayo. Componían la familia 20 Hermanos y 10 postulantes; 22 Hermanos estaban en los colegios. La primera capilla de esta nueva casa se hallaba situada en el ala Este, en el primer piso, en la estancia que luego se destinó para taller de cintas; más tarde fue de tejido s y telas. Medía 8 metros de largo y 5 de ancho. Tenía tres ventanas que daban al patio interior. La capilla estuvo en servicio durante unos tres meses aproximadamente, es decir: desde la llegada de la comunidad al Hermitage hasta la bendición de la capilla más adecuada que iba a sustituirla provisionalmente. Dicha ceremonia tuvo lugar el 13 de agosto. Esta capilla se encontraba situada en la extremidad Este del ala Sur, al nivel del tercer piso de la casa. Descansaba sobre una base de roca. Vamos a transcribir aquí la descripción que hizo el Hermano Francisco. Trataremos de abreviarla.

 

(4) "La tercera capilla que es la primera bien construida, y a propósito, por el Padre Champagnat, domina la casa en el ángulo Sudeste; tiene 20 metros de largo incluyendo la parte reservada para los fieles. Tiene 4 por 7 metros. Está iluminada por una ventana encima de la puerta de entrada y por una abertura abovedada en la pared del Sur-Este. Un tabique tapa la roca del fondo de esta parte.

 

(5) ... La puerta del área destinada a los fieles, da sobre la roca que tiene una pendiente suave a lo largo de la casa. La nave está iluminada por cuatro ventanas en forma de ojiva: dos dan a la derecha y dos a la izquierda; tienen vidrieras de colores. ... Siendo más elevada la nave que el presbiterio, un arco muy alto soporta la parte superior de la pared que los separa, encima de cuyo remate se encuentra el campanario. El presbiterio está un escalón por encima de la nave. El barandal del comulgatorio está fijo sobre esta grada; es de madera con columnas torneadas y una portezuela en el centro; tiene aspecto antiguo al igual que el altar. Creemos que el sagrario procede de la catedral de Vienne que iba a ser quemado por los "sans-culottes"[39], Esta capilla fue bendecida por el Padre Dervieux, cura de San Pedro, en Saint-Chamond, el 13 agosto. A continuación presentamos el acta de dicha bendición:

 

(7)"El 13 de agosto de 1825, hacia las nueve de la mañana, Nos, el abajo firmante, Dervieux, cura de San Pedro de Saint-Chamond, habiendo recibido de Monseñor Juan Pablo Gaston de Pins, arzobispo de Amasie, Administrador Apostólico de la diócesis de Lyon, la honrosa comisión, fechada el 12 del presente mes y firmada por el señor Cholleton, Vicario General, para que bendijera la capilla de Nuestra Señora del Hermitage, en Saint-Chamond, estando acompañado por el señor Fargue, cura de San Andrés de Izieux, nos hemos dirigido al citado lugar y hemos procedido a la bendición de susodicha capilla, que ha quedado dedica da a Nuestra Señora; estando presentes el señor Bedoin, cura de Saint-Andéol-de-La-Valla y del señor Marcelino Champagnat, Sacerdote. Los abajo firmantes..."Vida de los Hermanos.

 

(8) Durante ese año daban clase en Saint-Sauveur el Hermano Juan Bautista y el Hermano Agustín que colgó los hábitos. Un buen día los jóvenes hicieron una hoguera en la plaza pública y se pusieron a bailar con algunas jóvenes. Los dos Hermanos acudieron indignados a acabar con tal desenfreno. El Hermano Juan Bautista que llevaba un crucifijo en la mano, lo arrojó al suelo y dijo a los bailarines que lo pisaran si se atrevían. El Hermano Agustín llamó a las muchachas "trapos de cabaret". Con esto los danzantes se dispersaron.

 

(9) Juan María Granjon dejó sus dos compañeros en Bourg-Argental, con unos 200 niños y quiso retirarse a la Trapa. Los serios avisos del buen Padre no lograron disuadirlo. Regresó al cabo de un mes, pidiendo perdón al Padre que lo recibió de buena gana. Al poco tiempo le vino la idea al Hermano Juan María de irse a vivir como ermitaño[40]. Mandó construir una cabaña de ramas bajo la roca que cae a pico en el lugar donde se construyó la gran terraza (1830). El piadoso Fundador lo dejó hacer, pero durante las vacaciones prohibió a los Hermanos que fueran a visitarlo. El pobre solitario, se aburrió muy pronto, salió de su cabaña y pidió perdón al Padre por segunda vez. Quiso enviarlo de nuevo a Saint-Symphorien-le-Château o mandarlo a Charlieu, pero el falso ermitaño se negó rotunda mente a ir a tales lugares. A la vista de sus artimañas y ante su obstinación, el buen Padre, entristecido, lo mandó a la calle. Nos encontraremos a menudo con elementos que primero fingen ser piadosos y mortificados, pero que carecen de docilidad, y luego abandonan su vocación e incluso los deberes esenciales del cristiano.

 

(10) Durante este año, los Hermanos Gonzaga (Sabatier), Doroteo (Villelonge), Lucien (Chataigner), Nilamón (Berne), Pedro (Souchon), Damián (Mercier), Javier (Prat), Dositeo (Chome), Abel (Dumas) y Dominico (Esquis), tomaron el hábito azul.

 

(11) El señor Petitin era cura de Ampuis desde 1783. Estuvo al frente de la parroquia hasta 1836. Se la dejó entonces al señor Brut, su vicario, que había sido director del colegio de Saint-Chamond entre 1824-31. Durante este tiempo, dicho señor había conocido perfectamente al Padre Champagnat y había otorgado un certificado de maestro al querido Hermano Francisco.

 

(12) Durante el año 1825, el señor Hérard, natural de Ampuis, que estaba de misionero en la Martinica, envió 1 600 francos al señor Petitin para que fundara una escuela congregacional en su parroquia. La hermana del señor Cura, que era superiora de las Hermanas de San Carlos y otra de sus parientas que residí a en Milán, le remitieron un donativo bastante considerable, junto al enviado por el señor Hérard. El señor Petitin pidió tres Hermanos al Padre Champagnat y le prestó 12 000 francos, cuyos intereses formaron el capital para pagar a los tres Hermanos . El buen Padre aceptó el préstamo y quedó hipotecada la finca del Hermitage; algunos años más tarde, devolvió los 12 000 francos. El señor Petitin tomó sus precauciones. En noviembre le mandaron los tres Hermanos: Pablo, Bernardino y Javier.

 

(13) Ya vimos como los señores Terraillon y Courveille figuraban entre los que tuvieron la idea de fundar una triple Congregación desde su permanencia en el Seminario Mayor. En el momento en que nos encontramos, vinieron a vivir al Hermitage. El padre Courveille había dejado su parroquia, no se sabe por qué motivos. Se había retirado a La Valla el año anterior[41]. Los Sacerdotes Maristas y los Hermanos formaban una sola familia congregacional de la que era el Superior el más joven de los Colin. El padre Courveille pretendía que él había sido el primero en tener la idea de fundar los Hermanos, y esto era falso. Quería ser superior y pensaba que tenía más capacidad y derechos que el Padre Champagnat para ejercer dicho cargo. El buen Padre era muy humilde. Al no saber aún cómo se las arreglarían los Padres, dejó mano libre al padre Courveille, aunque los Hermanos seguían dirigiéndose a él. El padre Courveille se disgustó por este motivo. Durante las vacaciones que duraban dos meses, los reunió, trató de convencerlos de que aún no había nada organizado, y dando un paso más, les pidió que eligieran un Superior, mediante voto secreto, tal como podemos leerlo en la vida del Padre Champagnat[42].

 

(14) Después de la festividad de Todos los Santos, el buen Padre visitó las diez casas de los Hermanos[43] . Realizó el viaje a pie como acostumbraba hacerlo hasta su muerte. Llegó a realizar alguno muy largo en ayunas, para no privarse de celebrar la Santa Misa. Durante esta visita quería poner orden en muchas cosas con los fundadores de los colegios. Quería comprobar si los Hermanos eran piadosos, regulares, modestos, pobres y si eran dóciles a las autoridades, si tenían contenta a la gente de las poblaciones, etc. Llegó a Ampuis un jueves a las cinco de la mañana; los Hermanos todavía no se habían levantado; revisó los cuartos y encontró una notable provisión de pan blanco; estaba reseco y se necesitaba romperlo con martillo; al ser reprendido con severidad, el Hermano Director dijo que ese pan no era más caro que el pan moreno que se comía y que alimentaba más. El Padre repuso: "La mayoría de los sacerdotes sólo tienen pan moreno y les prohibo comer otro distinto". En otro cuarto encontró unos pantalones de seda que habían costado solamente 5 francos al Hermano Director. Arrojó al fuego los dichosos pantalones. En otra casa le sirvieron queso blanco. Lo comió con gusto y alabó en varias ocasiones en público al Hermano Director. Allí revisó cuidadosamente la vajilla, pues le habían dicho que era muy elegante; resultó ser de las más pobres[44]; para fortuna del Hermano Director . En todas las casas seguía con sumo esmero las cuentas nuestro buen Padre. Recomendaba con insistencia hacer el mayor ahorro posible; por eso los Hermanos vivían pobremente. El autor de la Vida del buen Padre se ha tomado la molestia de anotar los gastos de las diversas casas durante los primeros años[45] .

 

(15) Durante la ausencia del buen Padre Champagnat, el padre Courveille llevó a los Hermanos del Hermitage por un constante calvario. Escribió a los que estaban en los colegios, los reprendió con dureza, lamentándose de no contar con su confianza. Al regreso del buen Padre, la arremetió contra él: le achacó que las cosas no funcionaban bien, que por todos lados reinaba el desorden, debido a su incapacidad. Todas estas recriminaciones unidas al gran agotamiento de su gira en la que no había ahorrado ningún esfuerzo, le ocasionaron a nuestro buen Padre una grave enfermedad, debido a la cual se vio en la necesidad de guardar cama. Era el 26 de diciembre. Tan pronto como la noticia se hizo pública, se presentaron los acreedores. Al ver que no podía pagarles, lo amenazaron con vender la casa. El padre Dervieux, cura de San Pedro de Saint-Chamond, los mandó llamar[46] encargándose de las deudas y pagándoles por principio de cuentas 6 000 francos.1826

 

Enfermedad del Padre Champagnat.

 

(16) La enfermedad del buen Padre, afectó sin embargo, al padre Courveille. El 3 de enero mandó una carta a los Hermanos. La incluimos al pie de la letra: "Mis muy queridos hijos en Jesús y María: Les escribo con gran dolor y amargura en el alma, exhortándolos a rezar vivamente al Padre de las Misericordias y a nuestra Augusta Madre, Santa María, en favor de nuestro querido y muy amado hijo Marcelino Champagnat, su querido y venerado Padre Director, que está enfermo de gravedad.

 

(17) Les ruego, mis queridos hijos, que se unan a nosotros para pedir encarecidamente al divino Jesús y a su Santísima Madre María, que nos conserve un hijo tan querido, y un padre para ustedes, que no deja de serlo. Encarezcan a los señores curas que tengan a bien interceder por él y encomendarlo a las oraciones de los fieles".

 

(18) El 6 de enero de 1826, siendo de mucha gravedad la enfermedad del piadoso Fundador, hizo su testamento para asegurar el futuro material de su obra, en los siguientes términos:

 

(19) "En presencia del señor Luis. Maximiliano Finaz, notario real en Saint-Chamond, departamento del Loira, y ante los cuatro testigos nombrados a continuación, Compareció: el señor Marcelino Champagnat, sacerdote, residente del Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, el dicho señor Marcelino Champagnat, indispuesto en su persona y gozando, no obstante de la plenitud de sus facultades, después de haber encomendado su alma a Dios, nos dicta su testamento público, a nosotros, notario, que lo escribe a medida que lo pronuncia y tal como lo pronuncia, ante los testigos presentes.

 

(20 ) Me atengo para mis exequias y obras piadosas, a la honra de la religión y al aprecio de mis herederos nombrados a continuación.

 

(21) Para reunir todos los bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones, sin excepción alguna, que dejaré, nombro y establezco como herederos universales a los señores Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente del Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux y a José Verrier, sacerdote, director del seminario menor de Verrières, deseo que todos mis bienes pertenezcan a estos señores, así como mis propiedades y sus beneficios, tan pronto como muera, al igual que los gastos ocasionados por esta herencia.

 

(22) Finalmente, revoco cualquier otro testamento hecho por mí con anterioridad, y quiero que éste sea el único valedero según su forma y tenor.

 

(23) Esta es la voluntad del testador, por medio de nosotros, notario, redactadas sin interrupción, a las que hemos dado lectura, en presencia de los testigos infrascritos.

 

(24) Dicho acto, h echo y realizado en la ya citada casa del Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, domicilio del testador, al pie de su lecho en el que se encuentra recluido por la enfermedad. El seis de enero, después del medio día, de mil ochocientos veinte y seis, en presencia de Antonio Desgrange, Hermano auxiliar en el Hospicio de la población de Saint-Chamond, residente de este lugar, Mateo Patouillard, herrero y propietario, residente del lugar de Gauds, municipio de Izieux, Juan Pedro Lespinasse, sastre, residente del citado lugar de Gauds, municipio de Izieux y Pedro Robert, agricultor, residente de Ayat, municipio de Izieux, citados los cuatro testigos, los dos primeros, firmaron junto con nosotros, notario, no habiendo firmado el testador ni los dos últimos testigos Lespasse y Robert, que declararon no saber hacerlo. El Señor Champagnat, testador, no pudo firmar debido a su gran debilidad, Firmado: Patouillard, Desgrange y Finaz, éste último, notario".

 

(25) El original de este testamento se encuentra en las minutas del Señor Finaz, hijo, en Saint-Chamond.

 

(26) Si el lector se extraña al ver que el piadoso Fundador heredó las propiedades de la Congregación al padre Courveille, de quien debía saber la conducta para con él, podríamos señalar que el Venerado Padre podía están confundido, teniendo en cuenta que debía varios miles de francos a este hombre, que era el único sacerdote que estaba enterado de los asuntos relacionados con la Congregación. Por otra parte, establecía un contrapeso en la persona del padre Verrier, un santo sacerdote, que, en su calidad de superior del seminario menor de Verrières, podría tener suficiente influencia sobre el padre Courveille para impedirle dañar los intereses del Instituto, en caso que se presentara.

 

(27) En octubre, después de su salida del Hermitage, el padre Courveille pidió al Padre Champagnat que se presentara en Chavanay, en la oficina del notario de esta localidad, para arreglar allí sus cuentas. El arreglo se hizo mediante 5 000 fr. que el Padre Champagnat pagó al padre Courveille. Según parece la deuda era mayor, ya que el acta declara que el padre Courveille se reservaba una habitación en el Hermitage, sin duda para disminuir la deuda que restaba.

 

(28) "Yo infrascrito Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente de Apinac, declaro libremente por la presente, que dispenso y descargo simple y llanamente al señor Marcelino Champagnat, sacerdote y superior del Hermitage de Gauds, en donde vive, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, de todas las operaciones de venta u otras que haya realizado por mí y en mi nombre, en virtud de la autorización que le he dado mediante acto privado y firmado, llevado a efecto en Chavanay, el 5 de octubre de 1826, registrado en Saint-Chamond el 10 de mayo de 1827. En consecuencia, apruebo y ratifico en caso de necesidad, tanto las ventas como el descargo de las deudas contraídas, de las que he sido informado, y deseo que todos estos actos surtan pleno efecto, y para ello declaro no merecer ninguna restitución que hacer al señor Champagnat”. Vida en N. S. del Hermitage.

 

(30) La grave enfermedad del buen Padre desalentó a los Hermanos y a los postulantes del Hermitage; se resintió la piedad y la regularidad. En vez de animarlos, el padre Courveille se enojaba, los reprendía y recriminaba de mal modo por los menores errores. La indisciplina fue en aumento; el padre Courveille los castigaba con severidad y llegó a despedir algunos sujetos. Al ver que el desorden iba en aumento, este hombre que se creía tan capaz, manifestó que le importaba muy poco el rumbo que tomaran las cosas y que iba solicitar ser trasladado a una parroquia. Tal declaración exasperó a los Hermanos, de tal forma, que cundió el desaliento. Cada uno hizo sus planes para regresar al mundo y se preparaban para abandonar un refugio tan seguro. El único que no perdió la cabeza fue el Hermano Estanislao. Mientras velaba al enfermo día y noche, alentaba a los Hermanos y postulantes lo mejor que podía; puso al tanto al padre Dervieux de las deudas y con sus lágrimas lo determinó a hacerse cargo de ellas. Dirigió al padre Courveille respetuosas pero duras advertencias acerca de su severidad y falta de tacto. Este se ofendió y dijo que él no había contraído las deudas, y que si el Padre Champagnat fallecía, él se retiraba y mandaba todo a volar. El Señor y su Dulce Madre tuvieron finalmente, compasión de nosotros. El querido enfermo empezó a mejorar y la confianza renació en todos los corazones.

 

(31) Aunque estaba sumamente débil, al saber que el padre Courveille iba a presidir el capítulo de culpas y que iba a mostrarse muy severo, el Padre Champagnat rogó al Hermano Estanislao que le ayudara para llegar a la sala. A su llegada, todos se pusieron de pie, los rostros se alegraron y los ojos derramaron lágrimas de alegría. Lo vio el padre Courveille, abandonó la sala para no volverse a presentar jamás.

 

(32) Sabedor el padre Dervieux que el Padre Champagnat estaba convaleciente y con temor de que no recibiera las atenciones necesarias, debido a la pobreza de la casa, se dirigió al noviciado para llevarlo a su casa y prodigarle toda clase de cuidados. Con esto quiso manifestar, que si en otros tiempos le había creado al Fundador ciertas dificultades, era debido a la mala información. En lo sucesivo fue el mejor amigo del Padre y de los Hermanos.

 

(33) Mientras convalecía el buen Padre en la casa del padre Dervieux, todavía volvió el padre Courveille a acusarlo ante el arzobispado, de que se ocupaba en exceso de los asuntos materiales descuidando la formación de los Hermanos. El arzobispo envió un vicario general.[47]. Al enterarse de su llegado, el piadoso Fundador fue a presentarle sus respetos. El vicario general lo recibió de mala gana, lo censuró con rudeza sin admitir ninguna clase de explicaciones. Recibió a todos los Hermanos personalmente y se dio cuenta que estaban deficientemente instruidos; saltaba a la vista que compartía las ideas del padre Courveille. Al retirarse, volvió a echar en cara al buen Padre sus supuestos errores prohibiéndole que siguiera construyendo.

 

(34) La victoria del padre Courveille no duró mucho. Este sacerdote que tan sólo veía defectos en los demás y desaciertos por todas partes, se vio implicado en un caso vergonzoso y se retiró apresuradamente a la trapa de Aiguebelle. Desde allí escribió quejándose de que no le brindaban las atenciones que merecía y manifestando que no volvería a menos que prometieran tratarlo con la debida deferencia. Los padres Champagnat y Terraillon, por orden del arzobispo le prohibieron que volviera a presentarse en el Hermitage.

 

El P. Courveille.

 

(35) Para completar los rasgos de este hombre, creemos oportuno incluir los resultados de las investigaciones realizadas por el Reverendo Padre Detour, ya nombrado; las copiamos textualmente: "El papel desempeñado por el padre Courveille en la fundación de la Sociedad de María requiere conocer a fondo lo que era este personaje.

 

(36) Juan Claudio Courveille nació en Usson, en 1787, de respetable familia. Su tío materno, el padre Beignieux, cura de Apinac, legó unos recuerdos sumamente valiosos. El padre Courveille, recibió, probablemente, durante la Revolución, la instrucción primaria y parte de la secundaria, de manos de su tío. Permaneció en el seminario de Verrières ya como alumno, ya como profesor. Su madre vino a verle a esta población, donde murió casi repentinamente. Durante el curso escolar 1815-1816, el padre Courveille se hallaba en el Seminario Mayor de Lyon en donde tenía como condiscípulos a los dos padres Colin, al Padre Champagnat y demás seminaristas que habían concebido la idea de fundar la Sociedad de María. Era el de más edad, dominándolos por su carácter vehemente y su facilidad de palabra. Competía en piedad y celo con sus compañeros; fue el primero que externó la idea de fundar la Sociedad de María. Les comunicó que había tenido la visión de esta Sociedad, pero que no formaría parte de ella. Fue el padre Colin, el segundo, quien contó estos detalles a los primeros miembros de la Sociedad de María. Según sus parientes, el padre Courveille debía haber sido ordenado sacerdote en el Puy; incluso había predicado con acierto en esta ciudad. Sea lo que fuere, estuvo ejerciendo desde 1817 a 1825, como vicario en Rive-de-Gier, o como párroco en Epercieux, cerca de Feurs. Desde estas dos poblaciones mantenía correspondencia con los primeros fundadores de la Sociedad de María, principalmente con el padre Colín, el segundo, y con el Padre Champagnat. La primera casa de los Hermanos en La Valla la compraron los padres Courveille y Champagnat.

 

(37) Siendo vicario de Rive-de-Gier, el padre Courveille convenció a varias señoritas de familias honorables, para que fundaran una comunidad denominada Sociedad de María. Se opuso a esto el señor cura párroco, aconsejando a dichas personas que eligieran una Orden ya establecida. Las que siguieron su consejo fue ron las fundadoras del convento de Ursulinas de Rive-de-Gier; en cuanto a las demás fueron a establecerse en Saint Clair del Ródano. Tomaron el nombre de Hermanas de María. Daban clase a los niños de esta localidad en una casa que compraron. El señor Piatton, originario de Saint Clair cuenta que tal vez fueran unas 5 o 6, entre ellas las dos señoritas Brun, hijas de un notario de Rive-de-Gier. Hacia 1727 se fueron a vivir a la abadía de San Antonio. Las religiosas pagaron con su dote la parte de l edificio que aún habitan. Se afirma que el padre Colin, junto con el Padre Champagnat, visitaron, acompañados del padre Courveille, dicha abadía, con la idea de instalar en ella la Casa Madre de la Sociedad de los Padres. Estas religiosas mantuvieron durante mucho tiempo, correspondencia con el padre Courveille. Tras la muerte de la Hermana Filomena, una de las más antiguas, se deshicieron de una buena parte de dicha correspondencia.

 

(38) Cuando el Hermitage estuvo en condiciones de ser habitado, acudió a residir allí el padre Courveille. Era el año 1825. Se había hecho reservar una habitación. Ayudaba al Padre Champagnat y lo sustituyó ante los Hermanos durante su enfermedad. Tenía muy a pecho que los Hermanos lo consideraran como Superior, pero cuando el Padre Champagnat se restableció, los Hermanos se apresuraron a ponerse nuevamente bajo sus órdenes. Esto molestó al padre Courveille. Exigió, que mediante votación secreta, los Hermanos designaran a quien querían. En las dos votaciones que hubo resultó elegido por unanimidad el Padre Champagnat.

 

(39) Este fracaso, junto con una caída escandalosa decidieron al padre Courveille a encaminarse a la Trapa de Aiguebelle. Después de permanecer allí durante algún tiempo, se retiró a la abadía de San Antonio que había comprado. Allí reunió unos 12 o 15 jóvenes para hacer de ellos religiosos, al lado de las Hermanas. Estos jóvenes pertenecían, por lo general, a familias acomodadas. Dos o tres Hermanos se salieron abandonando al Padre Champagnat para engrosar esta nueva comunidad. Uno de ellos fue el Hermano Dominico, pero al poco tiempo reconoció su falta y regresó al Hermitage. Como el padre Courveille estaba ausente con mucha frecuencia, estos jóvenes, sin nadie que los guiara, pronto se desalentaron y se retiraron.

 

(40) El padre Courveille contaba con el testamento que había dejado a su favor una rica señora para poder pagar la abadía, pero los herederos directos de esta persona, lograron revocar el testamento. Estando sin recursos, se vio obligado el padre Courveille a salir precipitadamente de San Antonio, sin dejar rastro de su paradero. Desde 1830 a 1832 se le ve en Apinac; allí poseía unos inmuebles. Su tío, el cura Beigneux, lo mandaba a predica r, pero no le encomendaba otras ocupaciones. Hacia 1832 desapareció de Apinac sin dejar huellas; se cree que se fue a América. En 1836 entró como novicio en Solesmes. Allí permaneció durante 26 años y falleció como un buen Religioso Benedictino, según testimonio del Reverendo Padre Abad de dicho convento". Soledad del Padre Champagnat.

 

(41) El mal comportamiento del padre Courveille había desilusionado al padre Terraillon. Salió del Hermitage y abandonó la Sociedad de María[48], que aún no se había constituido. Por más que hizo el Padre Champagnat, no pudo hacerlo regresar. Como era el único sacerdote en el Hermitage, el Padre Champagnat escribió al padre Barou, vicario general, en los siguientes términos:

 

(42) "Acudo a usted con mucha confianza, para hacerle partícipe de mis penas y para hacer de su conocimiento mi angustiosa situación. Estoy solo, como bien sabe, lo que da qué pensar incluso a las personas que ven con buenos ojos nuestra obra y que nos ayudan con su generosidad. La gente, que casi siempre habla sin conocimiento de causa, me achaca el haberme deshecho de los padres Courveille y Terraillon; eso me causa mucha pena, sin lugar a duda, pero no me desanima, porque ya esperaba y aún espero mayores pruebas . ¡Dios sea bendito! Tengo siempre la seguridad de que Dios quiere esta obra, pero, ¡por desgracia! tal vez quiera servirse de otros hombres para establecerla. El doloroso problema de quien parecía estar destinado a ser el guía, resulta ser uno de lo s esfuerzos más temibles que jamás inventó el infierno para arruinar una obra que preveía iba a causarle tanto daño; sólo el pensar en este triste acontecimiento me hace temblar.

 

(43) He aquí brevemente mi situación: Tenemos en la actualidad doce es cuelas que es absolutamente necesario visitar, al menos cada tres o cuatro meses para tener la seguridad de que todo funciona bien, si se observa la Regla, si los Hermanos viven el espíritu de su estado, si no tienen relaciones peligrosas con el mundo, si dan a los niños una sólida instrucción religiosa y si los forman en la piedad. Estas visitas también son necesarias para comunicarse con los señores Alcaldes en lo referente a la administración de las temporalidades y la percepción de las cuota s de los alumnos. Tenemos más de 2 000 alumnos en nuestras escuelas; me parece que todo esto merece que se tenga alguna consideración. Durante las vacaciones habitaremos aquí más de 80 personas. Recaen en mí llevar las cuentas de la casa, la correspondencia, la administración, el pago de las deudas, y por si fuera poco, el cuidado de las temporalidades y el cuidado espiritual. Vea usted si puede una sola persona darse a basto.

 

(44) Acudo a usted, señor Vicario General, para hacerle partícipe de mi situación. Espero que me ayude, proporcionándome alguien que vea con agrado la obra de los Hermanos, alguien que sólo exija el vestido y la manutención. Creo que nos convendría mucho el padre Seón, porque ama nuestra obra, tiene recursos y puede ayudarnos mucho. Termino encomendándome a sus oraciones, pues ahora más que nunca comprendo la verdad del Salmo: Nisi Dominus edificaverit domum, in vanum laboraverunt..."

 

(45) El piadoso Fundador escribió también en el mismo sentido, pero de un modo más explícito, a su Excelencia, el Señor Arzobispo. Fue más tarde a entrevistarse con el padre Barou y le manifestó el bien que podría hacer el padre Seón a los Hermanos y que por otra parte contribuiría mucho al afianzamiento de la Sociedad de los Padres Maristas en la diócesis. El padre Barou se lo prometió e influyó en Monseñor para que se lo enviara. El colegio de Saint-Chamond estaba dirigido por sacerdotes diocesanos. El padre Brun que era director, fue más tarde cura de Ampuis y el padre Seón era uno de sus profesores; aún no era Padre Marista, pero pronto lo fue y llegó a ser uno de los más destacados en esta Sociedad. Mientras tanto, apreció mucho la obra del Padre Champagnat y le fue un valioso auxiliar durante varios años. Promesas de los Hermanos.

 

(46) No acabaron aquí las pruebas del buen Padre. Tras los duros trabajos de la construcción, el cansancio de los viajes, los sinsabores con el señor Courveille, los vituperios del Vicario General, la dolorosa enfermedad que había sufrido, la salida del Hermano Juan María Granjon, vino a agregarse la salida del Hermano Esteban[49], uno de sus primeros y mejores sujetos, cuyo nombre figura en los Registros. Estaba bien formado, era hábil en los trabajos manuales, per o le fallaba la obediencia. Lo trastornó un sacerdote que quería formar un asilo para huérfanos. El Hermano Esteban se fue con él a pesar de las sabias recomendaciones del buen Padre. Fracasó el proyecto y el pobre Hermano llevó una existencia desgraciada.

 

(47) El maligno hizo creer al Hermano Luis que daría mayor gloria a Dios estudiando latín y haciéndose sacerdote. Como el buen Hermano era dócil, comunicó sus pensamientos al Superior, recibió con humildad las advertencias y permaneció en su vocación, llegando a ser uno de los mejores religiosos del Instituto; de él se sirvió el buen Padre para fundar varias casas.

 

(48) El piadoso Fundador permitió a varios Hermanos que después del Retiro, emitieran en secreto[50], antes de comulgar, los tres votos religiosos. Posteriormente estos votos se emitieron en público, pero los Hermanos jóvenes, sólo los hacían por tres años. Mucho más tarde, sólo emitieron el voto de obediencia.

 

(49) Como ya hemos dicho, los Hermanos Antonio (Couturier), Lorenzo (Audras), Francisco (Rivat), Estanislao (Fayol), José (Ponset), Pablo (Préher), Esteban (Poinard) y Damian (Mercier) emitieron en privado los tres votos que acabamos de señalar.

 

(50) Una señorita de edad avanzada, llamada Gabriela, vino a establecerse al lado de la casa para ocuparse de la limpieza de la ropa. La sustituyó después de su muerte, Gabriela Fayasson, hermana de los Hermanos Simeón y Marcelo. Vino a vivir con ella su madre, murió aquí y la enterraron en el cementerio. La hija vivía todavía en 1890; así que sobrevivió a sus dos hermanos.

 

(51) Los Hermanos Juan María (Bonnet), Hipólito (Remilleux), Juan José (Chillet), Juan (Cholleton), tomaron el hábito azul durante este año.

 

(52) Desde hacía unos nueve años el Padre Champagnat se valía de los sastres y zapateros de La Valla para el arreglo del calzado y la confección del hábito de los Hermanos. Aún tuvo que echar mano del zapatero a falta de quien lo hiciera, para el arreglo del calzado; pero a partir de entonces, instaló una sastrería en el Hermitage, sirviéndose del Hermano Hipólito que sabía algo de costura. Este Hermano llegó a ser muy hábil; era de una entrega y paciencia a toda prueba; llegó a ser muy estimado por todos los Hermanos y estuvo al frente de la sastrería durante 43 años.

 

Fundaciones: Neuville, Mornant

 

(53) Durante este mismo año, el Padre Champagnat fundó las escuelas de Neuville, de Mornant y de St Paul-en-Jarret. Hizo los gastos el señor Tripier, un excelente cristiano, vecino de Neuville y agradecía en público el permitírsele emplear de este modo su fortuna en una obra buena en favor de la población de Neuville. El Hermano Juan Bautista, de 18 años y primer director, se sirvió, pero sin exageración de sus servicios.

 

(54) Este Hermano fue quien se negó a recibir una cuba de excelente vino que el señor Tripier había mandado colocar en la bodega. Más tarde, otro director fue a pedirle al señor Tripier 200 francos. En un arranque, le propinó un puntapié en salvasea la parte. "Recibo esto para mí, repuso el Hermano, pero ahora, en vez de 200 me dará 400 francos que le pido para la escuela" El señor Tripier se los entregó sin replicar. Este buen hombre gastó toda su fortuna en obras buenas, sin dejar ni siquiera con que pagar su entierro.

 

(55) El Hermano Lorenzo estuvo primero al frente de la escuela de Mornant. Los Hermanos estaban mal alojados, las letrinas se encontraban junto a la clase de los pequeños y hacían insoportable el salón. Después de varias reclamaciones inútiles, el buen Padre invitó a las dos autoridades a que visitaran la escuela. Cinco minutos antes de la llegada, tomó el rastrillo y removió todo el excremento de este lugar. Entraron los dos señores y se asfixiaban. ¡Qué pestilencia!, exclamaron. "Pues bien, al igual que sus hijos, nosotros la tenemos que aguantar durante todo el año, cada día". Repuso el Hermano Lorenzo. Estos servicios fueron colocados en otro lugar más conveniente.

 

(56) El Hermano Bernardino, primer director de St. Paul-en-Jarret, resultó ahogado. Fue sustituido por el Hermano Luis y luego por el Hermano Javier. Organización del Hermitage.

 

(57) Con vistas a conseguir algunos ingresos para la Casa Madre, el buen Padre recibió algunos interno s. También instaló un taller para fabricar cintas en el aposento que estuvo destinado como capilla provisional el año anterior. Daba ocupación a los postulantes cansados o que no podían hacer otra cosa. Allí estaba el padre Bourdin, Marista, que aún era diácono y se encontraba en la casa desde hacía varios meses. Después de su ordenación ayudó al Padre Champagnat. Antes de retirarse, tras una enfermedad, el padre Terraillon cayó en estado de coma. Como lo daban por muerto, lo habían revestido de sobrepelliz y de estola; lo habían colocado en el lecho para velarlo, pues tenían la intención de sepultarlo al día siguiente. Durante la noche una rata llegó a morderle una oreja, despertándolo ante el estupor de todos los habitantes de la casa. Es te buen sacerdote tenía una manía que con frecuencia ponía en aprieto a sus penitentes: tras cada acusación les preguntaba por su empleo, si estaban dando clase, si eran directores, cuántos alumnos tenían, cómo se llamaba el cura de la parroquia, si era malo el director, etc.

 

 (58) Desde 1817 hasta finales de 1826, sólo habían fallecido tres Hermanos: el Hermano Juan Pedro en Boulieu, el Hermano Pedro Roberto (Farat))  en el hospital de Lyon y el Hermano Plácido en La Valla.

 

(59) Se dio cuenta el piadoso Fundador de la necesidad de tener un cementerio para la comunidad. Construyó uno de cinco metros de lado, contiguo al canal que llevaba el agua del río al huerto y un poco más abajo de dicho canal. Este cementerio contó con la autorización del señor Chaulieu, prefecto del Loira con ocasión de una visita que realizó al Hermitage. El Hermano Cosme, muy joven, fue el primero en ser enterrado en este cementerio, en 1827. El piadoso Fundador lo había bendecido un poco antes y el padre Bourdin pronunció un sermón de circunstancia. Tema de sus piadosas y emotivas reflexiones fueron: la soledad inspiradora de profundos pensamientos, el río que señala el tiempo que corre y la roca que por su inmovilidad, representa la eternidad. 1827

 

(60) Como el padre Bourdin tenía que volver a Lyon, el buen Padre le encargó que comprara diversos objetos. Dos días después, el viajero le escribió que el padre Cattet, Vicario General, retrasaba su viaje al Hermitage por una semana y que por tal motivo le devolvía el dinero del coche que había sido pagado para el regreso, y añadía: "Corren rumores de que no volveré a estar junto a usted, debido a la austeridad con que abruma y martiriza a los capellanes y a los Hermanos del Hermitage. No hago caso de estos chismes, por lo que volveré pronto con usted..." Esta carta es una prueba de que los envidiosos todavía difamaban al piadoso Fundador en Lyon. El venerado Padre, el Hermano Pedro y otros varios construyeron un edificio que constaba de planta baja y un primer piso, en el patio sur. Salía del ángulo derecho de la casa, corría a lo largo del río y daba vuelta entre el patio y la huerta hasta el camino del cementerio. No era nada ostentoso. Pusieron allí la panadería y cocían el pan de la comunidad. Varios Hermanos tuvieron este empleo por turno. No les habían enseñado el oficio, pero no desmerecía del que se comía en La Valla. El agua del Gier era tan buena p ara cocer el pan como para bebida. Esta construcción daba cabida también al establo y a varios almacenes. Algo más tarde pusieron allí la cordelería y la maquinaria para la lana. Visita de Monseñor de Pins.

 

(61) El 13 de junio, Monseñor de Pins honró al Padre Champagnat y a los Hermanos, con su visita en compañía del padre Barou, Vicario General, y del padre Montagner, promotor; los señores curas de Izieux y de Tarentaise estuvieron presentes con Monseñor. Todavía no estaba trazado el camino de La Valla y el sendero que corría junto al río estaba en mal estado. Su Excelencia vino a pie desde el Creux hasta el Hermitage. El buen Padre y el padre Séon habían mandado preparar un templete sostenido por cuatro columnas, una en cada ángulo, adorna das con follaje. Se instaló Su Excelencia y fue saludado por el joven Hermano Juan (Cholleton) con unas palabras de bienvenida. Su Excelencia respondió paternalmente, luego subieron a la capilla y a petición del piadoso Fundador, Su Excelencia bendijo la casa, empezando por el dormitorio denominado "Santa María"

 

(62) A continuación presentamos el lacónico informe de esta bendición: "El año de mil ochocientos veinte y siete, el 13 de junio, Nos. Pablo Gaston de Pins, arzobispo de Amasia, Administrador Apostólico de la diócesis de Lyon, a las tres de la tarde, acompañado de los Padres Barou, Gran Vicario, Montany, Promotor, y de los padres Farge, cura de Izieux, Préher, cura de Tarantaise, Séon y Champagnat, hemos bendecido la casa del Hermitage"[51],

 

(63) Ya hemos dicho que el Padre Champagnat había ido a visitar a Monseñor y que su Excelencia le había concedido poder dar a sus Hermanos una indumentaria más religiosa. Hay fundamento para creer que el piadoso Fundador aprovechó la visita para dar el hábito a los Hermanos y que se lo pusieron para acompañar la procesión antes del arzobispo. Pero no le permitió que lo vistieran sino en parte. La continuación del relato nos probará que este hábito no quedó completo sino hasta 1829, después de las dificultades que un cierto número de Hermanos suscitaron, como lo explicaremos en su debido lugar.

 

(64) Al abandonar el Hermitage, después de la triste historia del padre Courveille, el padre Terraillon fue nombrado vicario de Ainay, luego párroco de Fontaine, después de Nuestra Señor de Saint-Chamond en donde cedió su puesto al padre Vanel en 1839 para reingresar a la Sociedad de los Padres Maristas. Fue una conquista del venerado Padre Champagnat, como ya lo hemos señalado.

 

(65) Como vivían muy pobremente en el Hermitage, Su Excelencia se fue a comer a casa del padre Dervieux, cura de Saint-Chamond.

 

Progresos del Instituto.

 

(66) El 16 de septiembre, el venerado Padre, debidamente autorizado, erigió el Viacrucis en la capilla, redactando la instalación de la siguiente forma: "Nos, el abajo firmante, Marcelino Champagnat, sacerdote, Director de los Hermanos de María, hemos erigido el Viacrucis en virtud de la autorización concedida por el padre Barou, Vicario General, el 24 de abril de 1825".

 

(67) El buen Padre fue informado de algunos abusos en las escuelas. Se habían realizado reuniones y viajes sin la debida autorización. Durante el Retiro, llamó seriamente la atención a los que habían faltado, y tres Hermanos se sintieron ofendidos en su amor propio. Uno de ellos tomó muy a mal la observación, se enojó y se salió de la Congregación. En vano intentó otro Hermano hacerlo reconsiderar su decisión. El desertor l e replicó, con una cara espantosa, lleno de cólera: "Me retiro porque Dios me ha abandonado y estoy condenado".

 

(68) Se fundaron las casas de Valbenoite y Saint-Symphorien-d'Ozon. El señor Cura Rouchon comprendió que se había equivocado y que su tentativa de fundar una Congregación docente, carecía de bases sólidas. Pidió al Fundador cuatro Hermanos y los alojó decorosamente. El porvenir de esta casa sería brillante. De ello hablaremos más adelante.

 

(69) El padre Dorzat, que fuera condiscípulo del buen Padre en el seminario y que era cura de Saint-Symphorien d'Ozon, instaló lo mejor que pudo al Hermano Pablo y a otro Hermano en su parroquia. Estaban mal alojados. Tenían que soportar una guerra sin cuartel de un maestro seglar, de nombre Françon. El ayuntamiento también los molestaba continuamente. El sucesor del padre Dorzat no los veía de buen grado y les ocasionó, algunas veces, molestias muy penosas para religiosos. Uno de los directores, el Hermano Aubin batalló durante 33 años con el susodicho, sin ningún apoyo, consumiendo su vida.

 

(70) Tomaron el hábito religioso los Hermanos siguientes: Alexis (Fréron), Anselmo (Poujard), Teodoreto (Fayason), Atanasio (Billon), Andrés (Aubert), Gebuin (Dervieux), Bernardino (Defour), Máximo (Bonnard), Felipe (Tardy) y Alejandro (Soyères).

 

(71) El Hermano Juan Pedro (Deville), emitió en privado los tres votos.

 

(72) El Hermano Bernardino (Perronnet) se ahogó accidentalmente y fue a reunirse con el Hermano Cosme en el cielo.

 

(73) Los tres Hermanos de Saint-Symphorien gastaron 389 francos; los de Charlieu, 350 fr. y los de Mornant 400 fr. No hicieron ricos ni a los carniceros, ni a los expendedores de vino, ni a los pasteleros ni a los licoreros. Estos buenos Hermanos se hubieran creído condenados si hubieran probado licores y repostería. Se habían alimentado de pan moreno, papas, queso y legumbres; su bebida había sido agua clara y su salud era excelente.

 

1828

 

Innovaciones.

 

(74) Ya dijimos que después de la visita realiza da por nuestro piadoso Fundador al Señor Arzobispo en 1824, y con su autorización, se había cambiado la forma y el color del hábito de los Hermanos, para darle un aspecto más religioso. El azul quedó sustituido por el negro, el pantalón largo por un pantalón hasta la rodilla, la levita por una sotana que llegaba hasta los tobillos, abotonada hasta abajo; la capa permaneció igual, excepto en el color; el sombrero de copa quedó reemplazado por el de tres picos. Se añadió el rabat blanco, el cordón y la cruz de cobre incrustada de ébano, pero, durante mucho tiempo, los novicios no usaron el rabat mas que a su salida del noviciado. Tomaron el cordón hasta el día de la emisión de los tres votos temporales y a partir de 1841, al hacer el voto de obediencia. La cruz se entregaba el día de la profesión perpetua. La oración que los profesos debían pronunciar, al ponerse su cruz, cada mañana, indica con qué intención se las había entregado el piadoso Fundador: al verla en su pecho, deben recordar que están muertos al mundo, y que deben seguir al divino Crucificado. El cordón con el que se ciñen debe recordarles que su voluntad tiene que ser conforme a la de Dios, que se la manifiesta por la Regla y los superiores a quienes deben obedecer . La blancura del rabat, cuya vista no puede pasar desapercibida, les recordará con qué pureza de intención deben realizar todas sus acciones. Cierto día le comentaron al buen Padre, que la gente encontraba más bonito nuestro hábito que el de los Hermanos de las Escuelas Cristianas; "Me apena mucho, respondió con rapidez, no es por nuestro hábito ni por nuestros modales mundanos, por los que debemos agradar a la gente, sino únicamente por una vida ejemplar que pueda llevarlos a la virtud"

 

(75 ) El asunto de las medias no se trató por entonces; los Hermanos seguían usando las de punto. En la época en que nos encontramos, el buen Padre modificó la sotana. Los botones fueron remplazados por broches hasta abajo del estómago; luego, estaba cosida. El buen Padre veía serios inconvenientes en las medias de punto: 1. Con estas medias, era imposible tener uniformidad; 2. Favorecían la vanidad, el lujo y algunos Hermanos se habían conseguido ya algunas de seda; 3. Eran ocasión de relaciones frecuentes con personas de otro sexo. Para cortar por lo sano con tales inconvenientes que podían llegar a ser graves, el Fundador quiso establecer las medias de tela. Sin embargo, obró cautelosamente. Al principio no fueron obligatorias más que para acercarse a comulgar.

 

(76) El buen Padre veía también las dificultades de los niños con la antigua pronunciación de las consonantes, dificultades que hacían muy lento su adelanto. Le pareció más asequible la nueva pronunciación. La propuso a los Hermanos. Estos, acostumbrados al sistema antiguo, en su mayoría se mostraron reacios al cambio. El Padre los animó a intentarlo durante un año, en el cual, él mismo consultaría a personas competentes. Al cabo de ese año, la mayor parte de los Hermano s habían puesto muy poco empeño y acabaron rechazándolo. El buen Padre les hizo ver las grandes ventajas del método y determinó que fuera aceptado por todos. Las intrigas, dominadas.

 

(77) Esta decisión disgustó a cierto número de Hermanos. Estaban más inconformes todavía, con las medias de tela. Algunos de mal espíritu, calentaron la cabeza a los demás. "Estas medias, decían, son más caras que las otras y por lo tanto, menos de acuerdo con la pobreza. La gente se burla de ellas". Unos las encontraban demasiado calientes, y otros, demasiado frías. Con gran paciencia, el piadoso Fundador demostró que tales razones no tenían fundamento, que las medias de tela duraban el doble que las otras y en consecuencia, resultaban menos caras. El mismo las había usado en sus viajes y las había encontrado bastante buenas. "El único motivo que los impulsa a mantener las medias de punto les dijo, es que son más mundanas. Y esta es precisamente la razón, después de haberlo consultado con personas juiciosas, que me decide a suprimirlas". Los Hermanos aceptaron tal decisión, excepto tres cabecillas que habían perdido el espíritu de su estado. Se pusieron de acuerdo, obraron con astucia, ganándose para su causa a cierto número de Hermanos, y uno de los capellanes. Orgullosos de su éxito aparente y sabedores que los Vicarios Generales iban a hacer una visita al Hermitage, les dirigieron una petición, la hicieron firmar por sus adeptos e incluso por otros que no sabían a ciencia cierta de qué se trataba.

 

(78) Algunos de los Hermanos más buenos, afligidos por el cariz que tomaban las cosas, se pusieron de acuerdo y fueron a ver al Fundador, cuya fidelidad sirvió de consuelo. Uno de ellos buscó a uno de los firmantes, le reprochó su conducta, y lo determinó a ir a buscar al Padre, quien lo obligó a pedir perdón a toda la comunidad reunida. Este acto de humildad, ridiculizado por los rebeldes, apartó de ellos a la mayoría de los Hermanos que los habían seguido en un principio. Para poner fin a esta incipiente rebeldía, el piadoso Fundador llamó a los primeros que se habían opuesto. Les indicó que preparan en secreto y que iluminaran profusamente un altar en la capilla, en el que debían colocar la estatua de la Patrona de la casa. Tal indicación fue seguida al pie de la letra.

 

(79) Al dirigirse a la capilla, como de costumbre, a las ocho y media de la noche, para la visita al Santísimo Sacramento, los Hermanos quedaron extrañados viendo el altar iluminado en esa forma . El buen Padre estaba ante el Santísimo. Uno de los Hermanos, de los que primero se habían opuesto a esta rebeldía, se puso de rodillas y le habló en los siguientes términos: "Reverendo Padre, profundamente afligidos por lo que sucede en la casa y queriendo caminar fielmente por el camino de la obediencia y de la perfecta sumisión, nos ponemos a sus pies para expresarle nuestros sentimientos por el escándalo que se ha creado entre nosotros, y manifestarle el deseo que tenemos de permanecer dóciles a su voluntad. En consecuencia, postrados ante Nuestro Señor Jesucristo, y en presencia de María, nuestra divina Madre, le solicitamos las medias de tela, al igual que la sotana cosida y con broches por delante, prometiéndole llevarla toda nuestra vida. También le prometemos seguir, en la enseñanza, las reglas que nos ha trazado, de una manera particular, el emplear la nueva pronunciación de las consonantes, en fin, no tener en estos puntos y en todo lo demás, otra voluntad que la suya".

 

(80 ) Después de esto, el Padre dijo con voz fuerte y señalando con el dedo el altar de María: "Que los que quieran ser buenos religiosos y verdaderos hijos de María, pasen aquí, al lado de su divina Madre". Todos se precipitaron, excepto los dos cabecillas de la rebelión. El Padre les preguntó si no querían reunirse con los demás. Respondieron con frialdad que no. Al día siguiente fueron despedidos. Uno de ellos fue maestro en Colombier, en las faldas del Pilat, durante largos años. El otro, llama do Aubert, se instaló en Perigneux, en donde fue reemplazado por los Hermanos en 1852, a pesar suyo, ya que le escribió al Reverendo Hermano diciéndole que no se fiara de las promesas que le hacían las autoridades locales. Uno de sus hijos se hizo sacerdote. Se encontraba en Rive de Gier cuando murió su padre en 1887.

 

(81) Todos los firmantes, con conocimiento de causa, a excepción de dos, abandonaron con el tiempo su vocación. Eran sujetos capaces, que en un principio habían sido el consuelo del piadoso Fundador, pero que habían perdido el espíritu religioso por sus relaciones irregulares con el mundo, y por la negligencia de los ejercicios de piedad.

 

(82) Con el objeto de no atenuar la crisis que acabamos de narrar, al fragmentarla, diremos que fue un reflejo del combate entre los ángeles buenos y los rebeldes, crisis que amenazó la existencia misma de la Congregación, y que hemos mezclado los acontecimientos sucedidos durante los dos años de 1828 y 1829. Pasamos a completar los relativos a 1828.

 

Una ojeada de conjunto sobre la Sociedad de María.

 

(83) De una carta dirigida al Padre Champagnat, en abril, por el padre Colin, el mayor, se deduce: 1. Que hubo una reunión de Sacerdotes Maristas en Belley, y que esperaban al bu en Padre; 2. que el padre Colin, el menor, era superior de los Padres, de los Hermanos y de las Hermanas; 3. que se construyó una casa para los Padres en un lugar denominado Buen Reposo; 4. que estaban contentos con la sobrina del Fundador, hija de Juan Pedro y que esperaban la llegada de su hermana en poco tiempo. El buen Padre asistió a tal reunión.

 

(84) El padre Séon era el capellán del Hermitage. Los Padres Maristas no recibían todavía el nombre de "padres". El excelente Hermano Estanislao era admirable por su constante entrega. Era sacristán, encargado de la ropería y amigo de todos los que se desalentaban.

 

(85) Los Hermanos Clemente (Perrier), Benito (Deville), Mateo (Dérisson), Vicente (Barnait), Silvestre (Desmont), Carlos (Souchon), y Timoteo (Bouchet), tomaron ese año el hábito.

 

(86) Los Hermanos Luis (Audras) y Juan Bautista (Furet) hicieron su profesión, en privado, como lo habían hecho sus predecesores. El Hermano Bruno (Boule) se fue a la eternidad.

 

(87) Los Hermanos de Charlieu habían gastado 402.50 fr; los de Mornant, 425 fr.; los de Saint-Paul-en-Jarret, 521 fr.; los de Neuville 456.85 fr. De ninguna manera habían dado lugar a la gula ni a sus aliados.

 

 

1829

 

Solicitud de la autorización legal.

 

(88) En enero el piadoso Fundador dirigió a todos los Hermanos la siguiente circular: "Queridos Hermanos: Dios nos ha amado desde toda la eternidad; nos ha escogido y apartado del mundo. La Santísima Virgen nos ha plantado en su jardín, Ella tiene cuidado de que nada nos falte.

 

(89) El Señor Administrador sale a París, y, ocupándose de los asuntos de la Iglesia, velará por nuestros intereses ante el rey. El cuidado y el celo que tiene con nuestro establecimiento, deben llevarnos a la gratitud y al re conocimiento hacia este buen Padre: por lo tanto, suplicaremos, oraremos, daremos gracias, por todos los hombres, por los reyes y por todos los que detentan alguna dignidad, para que llevemos una vida apacible y tranquila, en la piedad y en la pureza de costumbres; ya que esto es agradable a Dios quien quiere que todos los hombres se salven.[52]

 

(90) Recibida nuestra carta, recitarán, durante 9 días seguidos, las letanías de la Santísima Virgen, con los niños, al terminar la clase de la mañana o durante la visita al Santísimo Sacramento, para implorar un feliz viaje para Monseñor y sus acompañantes. Les agradecemos sus buenos deseos y les deseamos también un feliz año."

 

(91) Hasta estas fechas, el Fundador había logrado librar a los que estaban sometidos a las leyes militares. Las ordenanzas de 1828 hacían esta exención más difícil. El buen Padre comprendió que había que pensar en solicitar una autorización real para su Congregación. Preparó, pues, los estatutos que pensaba dar a los Hermanos; redactó una carta de petición y llevó los documentos al señor Arzobispo. El prelado acababa de ser nombrado "Par de Francia". Gozaba de gran prestigio ante el Rey: se podría encargar perfectamente de nuestros asuntos. Asuntos financieros

 

(92) Recordemos que el señor de Chaulieu, prefecto del Loira, había visitado el Hermitage, en 1826, y que había autorizado la construcción de un pequeño cementerio. Poco tiempo después consiguió del Consejo General del Loira la cantidad de 1 500 fr. para ayudar al piadoso Fundador en la formación de sus Hermanos educadores. Esta cantidad fue aprobada y pagada desde entonces, cada año.

 

(93) El 5 de febrero, en la oficina de la señorita Finaz, el Padre Champagnat, tras haber adquirido los derechos del padre Courveille, mediante escritura otorgada en Chavanay, vendió y cedió al señor Couturier una parte de la casa y de las dependencias del noviciado de La Valla, mediante el pago de 1 000 fr, pagaderos en 1833, con un interés del 4%. Ya había vendido la otra parte y las dependencias del noviciado, el 1 de mayo de 1827 al señor cura Bedoin, para la escuela y el alojamiento de los Hermanos de La Valla; no sabemos la cantidad. Nadie se atrevió a preguntarlo y el acta desapareció. Es de suponer que se mostró muy asequible.

 

(94) El 24 de agosto de 1829, en el despacho de la señorita Finaz, el señor Ginod y su esposa vendieron al Padre Champagnat, un bosque de 9 áreas, al precio de 300 fr. quienes manifestaron haber recibido el dinero en efectivo.

 

Fundaciones: Millery y Feurs.

 

(95) Se fundaron los establecimientos de Millery y d e Feurs. Los Hermanos fueron solicitados a Millery por el señor cura Desrosier y el alcalde Thibaudier. Este había comprado una vieja mansión y la había donado al patrimonio parroquial, con la condición que se instalará allí una escuela atendida por los Hermanos. Esta casona había costado 2 000 fr. Uno de los hijos del señor Thibaudier asistió a la escuela de los Hermanos, prosiguió sus estudios, llegó a ser obispo auxiliar de Lyon, luego obispo titular de Soisson; actualmente es arzobispo de Cambrai. Siempre le gusta recordar, incluso en sus cartas pastorales, que fue alumno de los Hermanos Maristas; que su escuela funcionaba perfectamente, que el orden y la disciplina reinaban en ella, que las oraciones y el catecismo tenían un lugar privilegiado, pero sin descuidar las otras asignaturas, y que no lo cambiaría a ningún precio por las escuelas de nuestro tiempo. En todas sus visitas, Su Excelencia pedía noticias del buen Hermano Teodosio, que aún vive, y que fue su profesor. El Hermano Antonio fue el primer director de esta obra. El Padre Champagnat compró un local contiguo por la suma de 7 000 fr. y se instaló un pequeño internado en 1833.

 

(96) Los Hermanos no echaron raíces en Feurs, dicho centro fue clausurado dos años después.

 

Compromisos y perseverancia.

 

(97) Hasta este año, no se había llevado ningún registro que dejar constancia de las tomas de hábito ni de la emisión de votos. Para salvar esta deficiencia, el Venerado Padre ordenó que se diera inicio a tres tipos de registros: uno de las tomas de hábito, otro de los votos temporales y un tercero para las profesiones perpetuas. Todos los Hermanos quedaron invitados, en la medida que se presentaban, a escribir, de su puño y letra, el acta de su toma de hábito, de sus votos temporales y de su profesión perpetua, en cada uno de los diferentes registros. Varios de los exclaustrados ya no estaban para poder hacerlo, alrededor de 20, según el Hermano Avit, habían abandonado la Congregación antes de 1839. Otros se contentaron con redactar el acta de su toma de hábito y sus votos temporales en los respectivos registros y sus nombres no aparecen en el registro de las tomas de hábito. Cuando nuestros sucesores revisen estos tres registros, se darán cuenta que tan solo son borradores, tanto más, cuanto que no existe ningún orden cronológico. Ya hemos mencionado la fórmula que cada novicio escribía personalmente, en el registro de tomas de hábito. Transcribimos la que cada Hermano profeso asentaba en el registro de profesiones: "Yo, infrascrito, H. N... hijo de ..., nacido en ..., de ... años, doy fe y declaro que, por gracia de Dios, he sido admitido en el noviciado de la Sociedad de María, el ...; que el ..., he tenido el honor de revestir el santo hábito religioso, después de haberlo solicitado humildemente al Reverendo Padre Superior, y luego, con la autorización del mismo superior, abajo firmante, para certificar tal autorización, yo, el ..., en la capilla de la casa de Nuestra Señora del Hermitage, antes de recibir la Eucaristía, en la Santa Misa, he hecho en privado, pero voluntaria y libremente, los tres votos perpetuos de pobreza, de castidad y de obediencia, a los superiores de esta Sociedad de María, según sus estatutos y sus fines . Como testimonio de lo cual, he firmado esta acta, en presencia de los Hermanos... que también firman al calce."

 

(98) Los tres votos perpetuos habían sido emitidos y siguieron siéndolo, con esta fórmula, hasta 1836.

 

(99) Los Hermanos Juan Crisóstomo (Doche), Juan (Dumaître), Marcelino (Moreaux), Pothin (Toucheboeuf), Gébuin (Barthélemy), Ireneo (Quiblier), Jerónimo (Grappelous), Celestino (Chanavat), Simeón (Defour) y Silvestre (Vèbres) revistieron el santo hábito durante este año.

 

(100) A pesar de los desagradables acontecimientos que hemos descrito, a propósito de las medias de tela y del nuevo método de lectura, los dos Hermanos Mateo (Dérisson) (Leer Dérisoud) y Javier (Prat), hicieron su profesión. Estos hechos por demás penosos, no habían tenido otra consecuencia más que la salida de los dos sujetos que se habían mostrado obstinados en su rebeldía.

 

(101) Cinco Hermanos y dos postulantes pasaron a mejor vida: los Hermanos Gébuin (Dervieux), Juan (Cholleton), Silvestre (Desmond), Gébuin (Barthélemy), Timoteo (Bouchet), Thomassot y Bonnevie Pierre . El Hermano Gébuin (Barthelemy) remplazó al Hermano Gébuin (Dervieux), quien, aunque muy joven, (17 años) había llenado toda una vida. El padre Bourdin escribió su vida y la d el Hermano Juan (Cholleton). Presentamos un breve resumen, en el que se lee: El P. Bourdin, biógrafo de Hermanos.

 

(102) "Juan Bautista Dervieux, nació en Saint-Clair, cerca de Boulieu, fue enviado a la casa de su tío en Ampuis, allí asistió a la escuela de los Hermanos durante dos años. Edificó a sus condiscípulos y a sus maestros, por su piedad, su modestia y su obediencia. Entró al noviciado, de manera gratuita, en marzo de 1827. Edificó a todos. Destinado a Saint-Paul-en-Jarret, en octubre d e 1828, cayó enfermo y regresó al Hermitage. Estuvo encargado de las lámparas. Todos admiraban su humildad, su piedad y su obediencia. El mal se fue agravando; teniendo que guardar cama. Durante su enfermedad, oró por el Hermano Estanislao, enfermero, cuya vista se había debilitado considerablemente, y le obtuvo una perfecta curación. Murió el 6 de mayo de 1829." Algunos días después, el piadoso Fundador, el padre Bourdin y el vicario de Tarentaise observaron, por separado, un suave olor que salía de su tumba. El Hermano Paul, de quien el joven Hermano Gébuin había sido alumno, confirma plenamente lo dicho por el padre Bourdin sobre este piadoso Hermanito.

 

(103) Juan Cholleton, el Hermano Juan, nació en Auvergne, de padres vagabundos. El padre Cholleton, vicario general de Lyon, su primo, lo colocó en Verrières, donde se distinguió por su vanidad, ligereza y flojera. Un año después, su primo presionó para que fuera aceptado por el Padre Champagnat. El aspecto adusto del Hermitage y la figura triste de un postulante lo desanimaron y quiso retirarse. El buen Padre lo detuvo. Juan escandalizaba a sus compañeros por sus ligerezas y sus tonterías. Una severa regañada del Padre, fue para él el golpe de la gracia. Combatió denodadamente contra su ligereza irreflexiva, la dominó y floreció en su lugar, la piedad, la caridad, la modestia y el amor a Nuestro Señor, en donde alimentaba su viva imaginación. Se dudó de su conversión y lo pusieron a prueba, éstas no hicieron más que afianzarlo. El Padre lo admitió a la comunión frecuente. Creció en la humildad, se esforzó en obrar siempre en la presencia de Dios y se desapegó de las cosas terrenas. Escribió varias de sus meditaciones. He aquí un fragmento de la relacionada con las pasiones. "Tengo pasiones, puesto que hasta el hombre justo las tiene. Debo combatirlas y perseguirlas sin descanso; pues son ellas las que ocasionan el pecado en el alma; si no las tengo controladas, me traicionarán y ocasionarán mi ruina. Mi corazón es una fortaleza de donde debo expulsar todos mis enemigos para hacer reinar en él a Jesucristo, mi mejor amigo. De esta manera, Dios mío, tomo en tu presencia la resolución de estar siempre en guardia, en lo que respecta a mis pasiones, y combatirlas por la virtud contraria, etc."

 

(104) Al terminar sus estudios de una manera satisfactoria, fue nombrado vigilante de los internos y luego ayudante del Hermano enfermero, desempeñando muy bien ambos empleos. El médico decía de él: "Es un tesoro para los enfermos." Le vinieron fuertes dolores de piernas. Lo enviaron a La Valla a la clase de los más chicos. Se desempeñó tan bien, que el señor cura estaba asombrado. Era muy celoso y muy caritativo. Sus conversaciones eran muy piadosas. Al Hermano Hilarión que le preguntaba sobre su pueblo y su edad, le respondió: "Ya cumplí mis 17 años. Si Dios, que tiene en cuenta el mérito y no los años, me hiciera la misma pregunta, me encontraría ya viejo y muy pobre. Mi madre me trajo al mundo en un viaje, el 24 de junio, fiesta de mi santo patrón, a la hora en que mi Redentor moría por mí. Mis padres me abandonaron. Dios tal vez me quiso hacer saber que soy un viajero en este mundo y que debo estar desapegado de todo".

 

(105) De regreso a La Valla, fue colocado en el taller de listones. El cura de Saint-Chamond, al verlo, quedó admirado y le obsequió un crucifijo. Sus apuntes y sus resoluciones, durante el retiro de 1828, son dignas de un religioso que ha alcanzado una alta perfección. Una larga y dolorosa enfermedad aquilató sus numerosas virtudes y lo condujo a la tumba, el 29 de julio de 1829.

 

El P. Bourdin, archivos.

 

(106) El padre Bourdin prometió a nuestros superiores proporcionarles numerosos datos acerca de los primeros año s de nuestro Instituto. Había elaborado, en efecto, un manuscrito bastante voluminoso sobre este asunto. Ya sea que pensara afinarlo, ya sea que nuestros superiores no quisieran pasar por inoportunos, dicho manuscrito no llegó completo a nuestras manos. El autor se había retirado a la casa de su hermano en Chasselay. Murió hace cinco años, en 1885. Enterado de su muerte, el padre Poupinel se dirigió a Chasselay, y solicitó consultar los escritos del difunto, alegando que contenían datos muy valiosos referentes a su Sociedad y que le pertenecían. El señor Bourdin accedió a la petición. El padre Poupinel la aprovechó ampliamente. Durante tres días se encerró en la habitación o guardaba la llave en su bolsa.

 

(107) Después de su partida, el señor Bourdin encontró el departamento en completo desorden. Todo había sido inspeccionado. Un buen número de papeles estaban regados por el piso o sobre los muebles. Informados también de este fallecimiento, los superiores delegaron al Hermano Euberto para que se presentara en Chasselay. El señor Bourdin le enseñó los papeles abandonados por el padre Poupinel. El Hermano recogió varias hojas relativas al Hermitage. El manuscrito del padre había sido desencuadernado, y la mayor parte había desaparecido, muy probablemente todo lo relacionado con los padres en el Hermitage. La mayoría de las hojas que quedaban no tenían ninguna continuidad. Sin embargo, se encontraron las dos biografías narradas más arriba, pero podemos suponer con fundamento, que dicho manuscrito contenía otras, así como muchos detalles sobre los primeros años, que serían de mucho interés para los Hermanos y de lo que lamentamos mucho la desaparición.

 

(108) Esta no es la única mala jugada que nos hacen los Padres Marista s. El 3 de octubre de 1879, el Hermano Eubert facilitó al padre Lalande, 27 cartas enviadas por el padre Colin, Superior General, a nuestro piadoso Fundador. El buen padre Lalande remitió estas cartas a uno de los suyos, a Sainte-Foy. Inútilmente las hemos reclamado en varias ocasiones. Sería por demás interesante para nosotros el conocer su contenido. Cartas del R. P. Colin

 

(109) El R. P. Martin, Superior General, se decidió, finalmente, en marzo de 1891, a entregarnos dichas cartas, a continuación analizamos su contenido:

 

(110) Como respuesta a nuestro piadoso Fundador, el 5 de diciembre de 1826, el P. Colin, el menor, le explicaba que la realización de los proyectos del seminario no podían ponerse en práctica, debido a la dispersión de lo s que los habían hecho, pero que la Providencia proveería más tarde. Lo felicitaba por los progresos que hacía la congregación de los Hermanos y de que por fin se hubiera liberado de las miserias que le había ocasionado el P. Courveille. Le comunicaba que los Padres Maristas acababan de encargarse del colegio de Belley, que todo marchaba bien y que la Congregación de las Hermanas Maristas iba por buen camino.

 

(111) El 22 de mayo de 1828, el P. Colin se alegraba de que el Padre Champagnat iba a cumplir, por fin, con la promesa reiterada varias veces, de ir a visitarlo a Belley. El P. Séon lo acompañaría. Se congratulaba por las pruebas que acababan de presentarse al progreso de nuestra Congregación, añadiendo que eso era una señal visible de las bendiciones del cielo. Se encomendaba a las oraciones de los Hermanos, que él mismo tenía muy presentes. Encomendaba al Padre, para que se burlara finamente del P. Terraillon por su ascenso rápido en los honores, ya que en poco tiempo fue misionero, vicario de Lyon, párroco de campo y que acababa de ser nombrado cura de Saint-Chamond. Dígale, añadía, que no lo olvidamos y que tarde o temprano regresará con nosotros.

 

(112) Aunque los Padres Maristas no estaban todavía organizados, el P. Colin fue nombrado superior. Manifiesta su extrañeza y su pesares a nuestro Fundador en su carta del 22 de octubre de 1830. Le envía el proyecto de organización que había ideado y le prometía que pronto le mandaría el reglamento que estos Padres seguían en Belley.

 

(113) El 7 de noviembre de 1831 el Superior consolaba al P. Champagnat, diciéndole que las contradicciones, las calumnias y las pruebas de toda clase, de las que era objeto, perfeccionarían su virtud y afianzarían la obra de los Hermanos. Lo invitaba para que hiciera con él una novena para conseguir que el asunto de Valbenoîte fuera tratado con el P. Rouchon, en beneficio de la Sociedad de los Maristas. Le pedía que trasmitiera sus saludos al P. Pompallier y a los padres que se encontraban por entonces, en el Hermitage.

 

(114) El 31 de diciembre (1831) siguiente, le dio la orden de separar a los misioneros de los Hermanos, reunir a los primeros en el Hermitage, y después de haber orado con ellos y los Hermanos, proceder a elegir un superior para la diócesis de Lyon, y mandarle de inmediato, el nombre del elegido. Le proponía que considerara al padre Terraillon, párroco aún en Saint-Chamond, como formando parte de la Sociedad. Agradece una vez más, las misas que le manda de vez e n cuando.

 

(115) Da la impresión que los padres del Hermitage no estuvieron de acuerdo y reclamaron al Padre Colin, añadiendo que el señor Rouchon se mostraba sumamente exigente en lo que se refería a la cesión de la antigua abadía de Valbenoîte. El Padre Colin les contestó, el 3 de febrero de 1832 que no había sido su intención contrariarlos en nada, que el señor Rouchon era de mucha edad para ingresar en la Sociedad, que era preciso convencerlo para lograr un número suficiente de habitaciones para los misioneros, quienes podrían servirle como vicarios, dando, al mismo tiempo, algunas misiones en la diócesis. Esperando que todo quede arreglado, añade, permanezcan en el Hermitage y ejercítense en las virtudes religiosas bajo la dirección del Padre Champagnat. En cuanto a los Hermanos del Hermitage, somos de la opinión que se dividan en dos categorías: Maristas y Josefino, y que sus funciones sean diferentes al igual que su indumentaria. Los Maristas podrán ser Josefinos, pero éstos nunca podrán ser Maristas. Acondicionamos acá un establecimiento para ellos.

 

(116) Esta idea del Padre Colin sobre los Hermanos nos parece muy especial. Está expresada sin juicio en su carta. Queda claro que se trataba de arrebatar al Hermitage Hermanos únicamente destinados para el servicio de los Padres Maristas.

 

(117) En su carta del 8 de abril (1832), del mismo año, el Padre Colin aconseja al Padre Champagnat para que se entienda bien con el padre Cattet, vicario general de Lyon, para la organización del grupo de misioneros en la diócesis. Añade: ya que a sus Hermanos no les agrada la idea de las categorías que he propuesto en mi última carta, no pretendo contrariarlos, pero desearía que me enviara uno de sus mejores sujetos para la dirección de los Hermanos Josefinos que formaremos en Belley.

 

(118) Según la carta del 7 de enero de 1834, el Padre Colin había renunciado a la idea de formar Hermanos Josefinos en Belley. El Padre Champagnat le había enviado a los Hermanos Timoteo y Andrés. Es taba satisfecho con el primero y quería reemplazar el segundo por el Hermano Jerónimo o por el Hermano José. El Padre Colin, el mayor, se encontraba con los misioneros en Valbenoîte y su Hermano aplaudía el bien que realizaba. Agradecía al Padre Champagnat las 700 misas que había recibido, de las cuales, 400 eran de 1 franco y 300 de 1.20 fr. Externaba su opinión de que los Hermanos destinados a los trabajos manuales no llevaran el rabat y que tuvieran un rosario en vez de la cruz de profesión. Volvía sobre este tema algunos días más tarde, diciendo que los Padres Maristas, probablemente no llevarían el rabat en lo sucesivo, y que no era conveniente que los Hermanos, incluso los dedicados a la enseñanza, lo llevaran. Quería, también, que lo s destinados a trabajos manuales fueran más probados en el noviciado y dedicados muy poco tiempo a los estudios.

 

(119) El 11 de abril de 1836, el Padre Colin se excusaba ante el Padre Champagnat por no haberle comunicado con anterioridad la feliz noticia de la aprobación de la Sociedad de los Padres Maristas por la Santa Sede, que había tenido lugar el 11 de marzo anterior. El Santo Padre le había encomendado, al mismo tiempo, la misión de la Polinesia. Informaba al Padre, que escogiera de inmediato a los Hermanos que pudiera proporcionar para esas misiones lejanas, añadiendo que tales Hermanos deberían tener una sólida virtud, instrucción religiosa bastante amplia y muchas cualidades para los trabajos manuales.

 

(120) Solicitaba un encuentro con el Padre Champagnat en Lyon, para algunos días más tarde. He aquí el primer párrafo de la carta que el Padre Colin dirigió al Padre Champagnat el 24 de junio (1836): " Sin duda estará enterado que el Breve de aprobación de la Sociedad nos autoriza a elegir un superior general. Mientras tanto, estoy lejos de considerarme como tal y por consiguiente, actuar en calidad de tal. Acepto, hasta dicha elección, seguir, como en el pasado, siendo el punto de encuentro, pero me cuidaré muy bien de dar órdenes o de recibir votos. No es menos cierto que sus disposiciones me edifican profundamente. Cómo quisiera que los demás cohermanos pensaran y actuaran como usted. Espero que Dios les conceda dicha gracia con el tiempo..." La carta añade: "El P. Mazelier me consulta acerca de la unión de sus Hermanos con los suyos. Quisiera conservar la facultad de fundar escuelas con un solo Hermano, al igual que algunas otras ya en uso. Espero su opinión para contestarle. No me parece muy propicio este momento para un viaje a París. Podría confiar su documentación al P. Depéry, vicario general de Belley, que sale para allá y me ha prometido ocuparse de sus asuntos. El P. Pompallier espera aún su consagración en Roma como obispo in partibus de Oceanía. Nos urge una casa noviciado. Estoy dispuesto a establecer una cuanto antes, incluso en Lyon, en donde las autoridades diocesanas me parecen mejor dispuestas. Si usted sabe de alguna, hágamelo saber.

 

(121) La casa de los franc-masones, denominada Pilat a, fue adquirida por este tiempo y el noviciado de los Padres quedó establecido en ella. Poco tiempo después, todos los padres se reunieron en Belley, hicieron un retiro, pronunciaron sus votos y eligieron al Padre Colin, el menor, como superior general y al Padre Champagnat como asistente. La Sociedad de los Padres Maristas, quedaba, finalmente, constituida.

 

(122) Las exigencias del padre Douillet, en la Côte, movían al Padre Champagnat a quitarle los Hermanos. El primero de marzo de 1837, el Reverendo Padre Colin le escribió que no se fuera a precipitar para evitar dañar a los Hermanos y a los Padres en la diócesis de Grenoble. Dándole, por primera vez, el título de superior.

 

(123) El 15 (de marzo de 1837) del mismo mes, el P. Séon, por entonces en Belley, le escribió también, para pedirle que recibiera a su padre en el Hermitage, ofreciéndose a paga cada año al menos 155 fr. que pagó en Lyon por el cuarto de su padre. El Padre Colin adjuntó una carta para comunicar al Fundador que el Padre Depéry se dirigía a París, que se ocuparía de nuestra autorización legal, que sería más factible si el Padre Champagnat aceptaba los estatutos de una congregación ya aprobada. El Señor Arzobispo era de la misma opinión y se disponía a obtener l a autorización de la casa de Saint-Didier, fundada el año anterior.

 

(124) El 22 de junio (1837), del mismo año, el Reverendo Padre escribió al Padre Champagnat que estaba contento con los Hermanos que estaban en Belley. Me parece, añadía, que usted no se alimenta lo suficiente y que debería cuidarse un poco más. Trasmita mis saludos al P. Terraillon.

 

(125) En otras cuatro cartas del mismo año, el Reverendo Padre recomendaba a nuestro Fundador examinar con toda seriedad las bases materiales que con venía dar a los establecimientos de los Hermanos. Le encarecía que se ocupara menos de los trabajos manuales y más de la espiritualidad del Hermitage, y de arreglar las cosas como si fuera morir en 3 meses. Añadía: "El P. Douillet vino a verme a Lyon. Le suplico que le devuelva los Hermanos y no precipitar nada con él. Tiene sus propias ideas, pero es un buen hombre. Le prometí ir con usted a visitarlo después de la fiesta de Todos los santos, para arreglar, en el mismo terreno, todas las cosas .

 

(126) "No tenemos en Lyon más que al Hermano Lucas. Usted sabe que necesitamos otro. Mande también, los dos Hermanos necesarios para Belley a la mayor brevedad, sobre todo al Hermano María, si usted puede pasarla sin él. El superior de Fourvières me pide dos de sus Hermanos para atender la capilla. Podrían conservar su hábito.

 

(127) "El P. Lagniet va a ir a La Favorita. El P. Chaput lo reemplazará entre ustedes. Le suplico me de a los Hermanos más capaces y más seguros para Belley para no verme obligado a actuar de otro modo. Pienso en grandes cambios en el gobierno de sus Hermanos pero tengo necesidad de su más completa obediencia. Sus ideas me parecen, a veces, demasiado fijas, sus maneras demasiado bruscas y sus bromas, con mucha frecuencia, fuera de lugar. Todos necesitamos orar mucho, para conocer la voluntad de Dios".

 

(128) Como se puede ver, estas cartas tienen párrafos un poco bruscos. el Reverendo Padre ignoraba muchos detalles relativos a los Hermanos. A veces, estaba mal informado sobre las actitudes dl Padre Champagnat. Estos dos excelentes religiosos veían, con mucha frecuencia, las cosas desde un punto de vista diferente, pero el futuro demostró que nuestro piadoso Fundador comprendía mejor la obra de los Hermanos, que el superior general. Sus decisiones seguras, su juicio exacto y la firmeza de sus determinaciones, rara vez lo hacían retractarse de lo decidido tras madura reflexión. Según la opinión prudente y juiciosa del P. Matricon, no sucedía lo mismo con el Reverendo Padre Colin. Los Padres tuvieron un Capítulo General del que formó parte el P. Matricon, nos permitimos preguntarle si el Capítulo había determinado sus Constituciones. Nos respondió: "Nos son muy necesarias. Nuestro Reverendo Padre Colin siempre tiene ideas nuevas y su deseo de hacer bien las cosas, lo hacen cambiar constantemente y le impiden decidir algo".

 

(129) El 14 de julio de 1838, el Reverendo Padre escribió que el Hermano Régis no era apto para las misiones de Oceanía. Este He rmano fue, no obstante, enviado con su consentimiento. El Hermano Juan Francisco Regis lo había consultado sobre su proyecto de hacerse sacerdote. El Reverendo Padre le respondió que lo dispensaría de sus votos, pero que él era responsable de todos l os trámites necesarios. Uno de los Hermanos que servían a los padres en Lyon, se encontraba enfermo, era necesario reemplazarlo. También, urgía prever, a la mayor brevedad posible, los Hermanos que partirían a las misiones, proveerlos de ropa y zapatos.

 

(130) El 22 de febrero de 1839, el superior general dirigió una severa y especial admonición a nuestro piadoso Fundador, que transcribimos a continuación: "Ya van cuatro o cinco veces que personalmente le he pedido o le he mandado pedir que envíe un Hermano al padre Chanut, en la diócesis de Burdeos. Mi solicitud, tantas veces reiterada, le manifiesta la importancia que doy a este acto de obediencia que espero de usted. Acuérdese que María, nuestra Madre, quien debemos tomar como modelo, después de la ascensión de su divino Hijo, se dedicó por completo a atender las necesidades de los apóstoles y que ese es uno de los primeros objetivos de la Congregación de los Hermanos y de las Hermanas Maristas, respecto a los Padres de la Sociedad, p ara que éstos, puedan, libres de los asuntos temporales, entregarse con mayor libertad a la salvación de las almas. Un Hermano al servicio de los Padres de la Sociedad, realiza 20 veces más bien, a mi modo de ver, que si estuviera trabajando en un municipio, en donde, gracias a Dios, no faltan, hoy día, los medios para instruir a la juventud. Pero usted nunca ha logrado entender esta orden y este objetivo de la Sociedad. Sea lo que sea, después de recibir mi carta, pasará tres días en una especie de retiro para humillarse delante de Dios por haber hecho hasta el presente, tan poco caso de su divina voluntad, sobre ciertos aspectos...

 

(131) Da la impresión de que habían calentado la cabeza al Reverendo Padre Colin. La idea de Hermanos servido res y de predicadores, le obsesionaba de tal manera, que consideraba nulo cualquier otro bien que pudiera hacerse. Cayendo, así, en el mismo defecto que reprochaba al Padre Champagnat de tener ideas demasiado fijas. Este, trabajaba desde hacía veinte años, en llevar a cabo uno de los proyectos del seminario, preparando buenos maestros para la juventud. No era, por lo tanto, cuestión de formar una congregación de Hermanos criados, quienes, por otra parte, podían muy bien ser buscados y formados por los mismos padres. El Padre Champagnat no merecía, pues, semejante reproche que se le daba. Por lo demás, como lo veremos más adelante, el Padre Colin presidió la elección del Hermano Francisco y sus asistente, algunos meses más tarde, sin hacer ninguna referencia a las características de la obra fundada por nuestro venerado Padre.

 

(132) En la carta del 24 de abril de 1840, se lamentaba por el estado de salud del Padre Champagnat, y sobre el vacío que su muerte dejaría entre los Hermanos. Le aconsejaba que pusiera a los Hermanos en las manos del arzobispo de Lyon, esperando, que su Excelencia, escogería a un Padre Marista para dirigirlos. Le encomendaba que examinaran este punto con los Hermanos Francisco y Luis María. El piadoso Fundador reglamentó todo algunos días después, en su testamento espiritual.

 

(133) Aunque las cartas que acabamos de analizar fueron escritas en diferentes fechas, creímos necesario reunirlas e intercalarlas en este momento, 1º casi habíamos acabado nuestro trabajo cuando el Reverendo Padre Martin aceptó entregárnoslas; 2º lo poco que hemos recogido, parecería sin razón en la fecha respectiva; 3º porque las relaciones del Reverendo Padre Colin con nuestro piadoso Fundador, sus ideas cambiantes y su acción sobre nuestra Congregación, quedan mejor resaltadas de esta forma.

 

1830

 

Consecuencias de la revolución

 

(134) A pesar del riguroso invierno de 1830, el Padre Champagnat, Felipe su sobrino, y otros Hermanos, arrancaron los árboles, removieron las rocas y formaron la gran terraza, al igual que el camino que conduce a ella, en la vertiente occidental de la parte oriental. Se empezó a organizar un poco la enfermería, pero faltaban las habitaciones al igual que la botica.

 

(135) Monseñor de Pins había obtenido la autorización legal de nuestro Instituto. Ya había sido redactada la Ordenanza Real. Mientras esperaba la firma del rey Carlos X, la Revolución de julio destronó al monarca y fue reemplazado por Luis-Felipe, quien tomó el título de rey burgués. 

 

(136) Los 1500 fr. autorizados anualmente por el Consejo General del Loira, quedaron suprimidos. Estos contratiempos no desalentaron al piadoso Fundador. Permaneció firme y sereno, en medio de una general agitación. A algunos de sus Hermanos que se encontraban inquietos por los acontecimientos, les escribió: "No se inquieten, no tengan miedo, ni por ustedes ni por sus establecimientos. Dios es quien permite y dirige todos los acontecimientos, El los encamina para su gloria y el bien de sus elegidos. Los malvados no tienen más poder que el que Dios les concede. Como a las aguas del mar, les manda: avanzarán hasta allá, pero no más lejos. Las precauciones que deben tomar, son el no temer nada, ser prudentes y circunspectos en sus relaciones con el mundo y con los niños, no ocuparse, de manera absoluta, en los asuntos políticos, y permanecer bien unidos a Dios. Su hábito religioso, lejos de ser para ustedes un peligro, es una salvaguardia... Acuérdense de esta palabra de la Escritura: Hasta los cabellos de su cabeza están contados, y ni uno solo de ellos caerá sin la autorización de su Padre celestial. No olviden que María es su protectora, y que es terrible contra los enemigos de su salvación, como un ejército en orden de batalla". Lejos de atemorizarse, el buen Padre solicitó la autorización para tener una toma de hábito, el 15 de agosto, al Arzobispo. Esto produjo mucha extrañeza: "Vaya tipo de hombre que es Champagnat, decían, mientras que todos tiemblan, él no tiene ningún temor; mientras las otras comunidades se esconden, se dispersan y despiden a sus formandos, él se pone en evidencia, sin preocuparse por las amenazas de los malvados y de la revolución que trastorna la sociedad, y tan sólo se ocupa en recibir nuevos sujetos".

 

(137) Grupos de personas ebrias recorrían las calles de las poblaciones vecinas, lanzando amenazas e insultos. Algunas personas fueron a decir al buen Padre que iban a subir al Hermitage. Uno de los capellanes se ofreció para l levar a los Hermanos, postulantes y pensionistas, de paseo para sustraerlos a los insultos de los atacantes. El venerado Padre no lo consintió. Era un domingo; cantaron vísperas, como de ordinario, y nadie se presentó. Corrió el chisme, en los alrededores, que la casa estaba llena de armas, que cierto marqués permanecía oculto en la casa y que enseñaba a los Hermanos a usarlas: La prefectura se alarmó. Envió en abril, al procurador del rey-burgués, con una escolta de gendarmes a inspeccionar la casa. El procurador llamó a la puerta, preguntó al portero, Hermano Juan José, en dónde estaba escondido el marqués. El Hermano respondió que ignoraba lo que era un marqués, y acto seguido condujo a su interlocutor con el Padre Champagnat. El buen Padre de inmediato adivinó de qué se trataba. Hizo visitar la lavandería, los sótanos y todos los departamentos, al procurador y a sus gendarmes. Uno de los capellanes se encontraba ausente y se había llevado la llave. El Padre destruyó la puerta a punta de hachazos. Los investigadores no hallaron ni armas ni marqués. El Padre los invitó a un refresco. El procurador quedó encantado con tales atenciones y le aseguró que esa visita sería de mucha utilidad para la casa. En efecto, dicho magistrado desmintió personalmente, los molestos rumores que habían corrido de boca en boca, en el periódico de la prefectura.

 

(138) Por toda medida de precaución, el buen Padre ordenó, en 1831, que en adelante, se cantaría la Salve Regina en los noviciados, y recitada en los establecimientos, todas las mañanas, por los Hermanos: esta piadosa práctica se ha convertido en parte de nuestras Reglas.

 

(139) Los Padres Maristas se reunieron en Bellay para hacer su retiro. El Padre Champagnat se dirigió de inmediato, a pesar de sus múltiples ocupaciones. Terminado el retiro, los padres eligieron al padre Colin, el menor, como superior general de los Padres, de los Hermanos y de las Hermanas, el Padre Champagnat que se había desvivido para llegar a este resultado, y estrechar así la unión fraterna, quedó encantado con tal nombramiento.

 

(140) En diversos establecimientos fueron suprimidas las ayudas económicas. Los Hermanos se quejaron al buen Padre: "No teman, les respondió, el buen Dios que alimenta lo s pájaros y proporciona el alimento a los malvados, sabe perfectamente bien que tienen necesidad de comer. Si se les termina el alimento, vengan a compartir el nuestro acá".

 

Vacaciones

 

(141) Desde que la comunidad se instaló en el Hermitage, las vacaciones duraban dos meses. El Padre Champagnat las utilizaba para enseñar a sus Hermanos las materias contenidas en los programas de primaria, a comunicarles los medios más a propósito para obtener una sana disciplina en sus clases; las aprovechaba, sobre todo, para formarlos en las virtudes de su estado, estudiar con ellos las reglas que tenían que establecer en su Congregación. Para iniciarlos en las ciencias principales, se servía de los más preparados para que dieran clases a los demás, o bien, se las daba él mismo. Les exigía que expusieran las diez hojas de escritura, que cada uno de sus alumnos tenía que haber hecho durante el curso. Exigía cosa parecida a los profesores de las primeras clases, para que mostraran dos hojas de escritura de cada uno de sus alumnos, una del principio del curso y la otra del final: quería, de esta manera, constatar los progresos logrados. Estableció comisiones, de las que él formaba parte, ante las que cada Hermano debía presentar un examen.

 

(142) Tenemos ante nuestra vista, un cuadro correspondiente al año 1828, que contiene los resultados de dichos exámenes. Dibujado y escrito por la mano del piadoso Fundador. Está dividido en nueve columnas, en cuyas cabeceras está señalado: "Nombres de los candidatos, piedad, catecismo, carácter, docilidad, regularidad, ciencia, aritmética, escritura". 19 letras del alfabeto servían para indicar la calificación de cada uno en la respectiva columna. Si este cuadro cayera en manos de nuestros sucesores, encontrarían, probablemente, mucha elasticidad en las calificaciones: ellos tratarían de hacerlo mejor. Siete postulantes y 56 Hermanos figuran en tal cuadro; era todo el personal.

 

(143) El Venerado Padre quería que los Hermanos y postulantes pasaran los recreos sea platicando entre ellos de forma útil y edificante, sea participando en diferentes juegos. Los más comunes eran el marro y las bochas. A partir de 1830, estos juegos se realizaban de ordinario en el recreo más largo que acababa de iniciarse. Por respeto, no se jugaba los días de las grandes solemnidades; simplemente se paseaba platicando.

 

(144) Los acontecimientos no impidieron al Venerado Padre organizar el retiro para los Hermanos. Los párrocos trataban de disuadirlo, alegando que los tiempos eran malos, que los municipios estaban mal dispuestos y que corrían el riesgo de ser reemplazados por maestros laicos, durante su ausencia. El buen Padre veía todas estas cosas con miras más elevadas y se mantuvo firme. El retiro se llevó a cabo y los Hermanos regresaron a sus puestos.[53] Durante este año no se realizó ninguna fundación.

 

Compromisos y fidelidad.

 

(145) Sin preocuparse por las consecuencias de la Revolución, los Hermanos Miguel (Dugelay), Agustín (Berthinier), Juan Luis (Martin), Gregorio (Vincent), Bernardo (Vuy), Joaquín (Mercier), Policarpo (Ducarre), Buenaventura (Pascal) y Timoteo (Valla), vistieron el santo hábito. Los dos primeros sustituyeron a los cabecillas de 1829. De los dos Policarpos, el primero "levó anclas"? y el segundo tomó su nombre.

 

(146) El Hermano Buenaventura, Antonio Pascal, nació en Pelussin, en 1804, era empleado en Ampuis, cuando un ex-Photin, originario de ese lugar, se retiró de la Congregación, y trató de justificar su salida denigrando a los Hermanos y todo lo que se hacía. Tal conducta indignó a Antonio Pascal y lo decidió a dirigirse al Hermitage, el 30 de junio, para reemplazar al infiel a su vocación. Tomó el hábito en octubre y luego fue nombrado a Sorbier, donde edificó al buen Hermano Casiano, a quien ningún colaborador había podido dar satisfacción. Hizo su profesión en octubre de 1831, y sustituyó al Hermano Luis como Maestro de novicios. Ejerció este difícil empleo de manera perfecta, cerca de 20 años.

 

(147) El Hermano Juan José hizo la profesión. Este excelente Hermano era un modelo de humildad, de buen espíritu y de entrega. No tenía aptitudes para la enseñanza, pero era muy hábil en el tejido de las telas y los paños. Fue campanero durante 15 años, sin atrasarse nunca ni siquiera un minuto. Su campana se oía siempre a la hora exacta.

 

(148) Los Hermanos Dositeo (Chomel), Silvestre( Vèbres), Bernardo (Defour) y Nilamon (Berne) fallecieron durante este año.1831

 

La Côte y Feurs

 

(149) Monseñor Simon, obispo de Grenoble, había adquirido un antiguo convento de los Recoletos de la Côte-Saint-André estableciendo un colegio-seminario, en 1810. El padre Douillet, uno de los directores de este establecimiento, había formado un internado en un local rentado en la población, para tal efecto, en 1820, reuniendo cierto número de internos que pagaban 168 fr. anuales. Una buena mujer lo dirigía y hacía los alimentos. En 1824, el padre Douillet compró una vieja construcción instalando en ella el internado. Los más juiciosos vigilaban a los demás en los dormitorios, estudios y recreos. Los jóvenes seminaristas daban las clases. El Padre Rocher, uno de los emigrados d e 1793, había mandado construir una casa al lado del internado e hizo una donación de 13 500 fr. para el establecimiento de una escuela gratuita, en favor de sus jóvenes paisanos. El proyecto del padre Douillet era fundar una congregación religiosa dedicada a la enseñanza para la diócesis de Grenoble. Apoyado por las autoridades del departamento, había obtenido también la ordenanza real, firmada por Carlos X, estableciendo la institución como escuela normal para todo el departamento de Isère. Lo s acontecimientos de 1830 habían hecho imposible el cumplimiento de dicha ordenanza.

 

(150) Tanto el internado como el externado funcionaban bien y mal. Douillet era un sacerdote muy celoso; tenía excelentes intenciones, pero no era organizador. El mismo reconocía que no poseía las cualidades necesarias para fundar una Congregación religiosa. Por otra parte, los sujetos con que contaba y sus funciones de director del seminario, aumentaban sus perplejidades y le hacían temer un fracaso. Sabiendo que el Padre Champagnat ya había establecido una obra semejante, el padre Douillet se apresuró a escribirle para solicitar una entrevista. El buen padre se dirigió a La Côte, vio los sujetos con los que podría disponer, le aconsejó que aceptara a los Hermanos para la dirección del internado y de la escuela gratuita y que le enviara postulantes al Hermitage. El padre Douillet, que admiraba la franqueza y la sagacidad del buen Padre, aceptó la proposición. Se entendieron de manera verbal en las condiciones, y los 4 Hermanos Juan Pedro, Andrés, Gonzaga y Benito fueron enviados a la Côte, después del retiro de 1831. El padre Douillet, condujo personalmente 11 de sus postulantes al Hermitage, logrando el brevet para varios de ellos, al pasar por Vienne, con la autoridad escolar de esta ciudad. Envió varios más, pero después se produjeron fricciones entre los dos buenos sacerdotes, como veremos más adelante.

 

(151) La escuela de Feurs quedó clausurada, este año, después de 18 meses de funcionamiento, como consecuencia de lamentables relaciones entre un Hermano joven con sus alumnos. La carta que sigue pone de manifiesto todos los trámites realizados por el buen Padre para solucionar esta situación, haciendo toda clase de concesiones, aun que en vano. "Señor Alcalde, le agradezco la comunicación que me hace sobre la deliberación de su Consejo. Acepto con resignación y tranquilidad la clausura del establecimiento de los Hermanos. He hecho todo lo posible para conservar una escuela cuy a prosperidad siempre fue en aumento. El Rector de la Universidad, como tuve el honor de comunicarle, me prometió su cooperación para hacer legal la enseñanza cristiana de la juventud de Feurs. Con el descuento que le he hecho, le manifiesto que el único objetivo de todos nuestros trabajos es el bien de los niños de su municipio. Usted me objeta que la población no puede asegurar los 1 200 fr. anuales para los tres Hermanos. Le dije que aceptaría 400 fr., y aún así, los pobres recibirían gratuitamente la educación. Teniendo conocimiento de su deliberación, referente al despido de nuestros tres Hermanos, a pesar de todas las concesiones que le ofrezco, y no queriendo perjudicar su administración, le suplico enviar a quien corresponda todo el mobiliario, y que los Hermanos se retiren inmediatamente. Le agradezco, señor Alcalde, reciba, etc." Los Hermanos del Bienaventurado de la Salle reemplazaron enseguida a nuestros Hermanos.

 

Compromisos y fidelidad.

 

(152) Los Hermanos Gabriel (Caillot), Víctor (Lay), Agustín (Brun), Martín (Roux), Silvestre (Tamet), Ambrosio (Pascal), Miguel (Colomban), Félix (Prat), Juan Luis (Bonin), Pío (Renou), Macario (Belin), y Arsenio (Goutelle), recibieron el hábito religioso. Los Hermanos Teodoreto (Fayasson), Atanasio (Billon), Vicente (Barnait), Benito (Deville), Timoteo (Valla), Juan Crisóstomo (Doche), Marcelino (Moreaux), Buenaventura (Pascal), y Policarpo (Ducarre) hicieron su profesión al finalizar el retiro. El Hermano Marcelino era otro Juan el Silencioso y de una modestia ejemplar, aunque dominaba perfectamente bien la botánica. Luego fue campanero durante más de 30 años, después de la muerte del Hermano Juan José. Al igual que él, siempre tuvo la campana en la mano cuando llegaba la hora. Incluso el día de su muerte, tocó para la levantada.

 

(153) El Hermano Buenaventura llegó a ser un excelente maestro de novicios. Los formaba tanto con su ejemplo como con sus palabras. Al dejar este empleo, ejerció los trabajos más humildes de la casa con perfecta humildad.

 

El Hermano Policarpo.

 

(154) El Hermano Policarpo entró en el noviciado a la edad de 30 años. Ya había sido maestro. Era de una sencillez infantil. Cierto día, los Hermanos alabaron, en su presencia, a los maestros laicos: él reaccionó inmediatamente contra lo que se comentaba. Como sus interlocutores insistían[54], les contestó con coraje: "Los conozco mejor que ustedes, puesto que he sido uno de ellos"

 

Nombrado director, el Hermano Policarpo, quiso, varios años después, visitar a una marquesa. Lo condujeron a un hermoso salón, con el Hermano que lo acompañaba. Llegó la marquesa. El Hermano la saludó lo mejor que supo y señalando una pintura, le dijo: "Usted tiene un bonito cuadro de Nuestro Señor" La marquesa se mordió los labios para no reírse. El cuadro mencionado representaba a Baco sentado en un tonel de vino...

 

(155) Durante el mismo recorrido, acompañado por los Hermanos Germain y Aquilino, el Hermano Policarpo fue a visitar a los Hermanos de San Antonio y quiso saludar al señor cura. Tomándolo por uno de los "grandes" del Instituto, el párroco se invitó a comer con él en casa de los Hermanos. Al llegar, entregó al hermano cocinero dos botellas de vino añejo indicándole que no las pusiera en la mesa hasta que él le hiciera una señal. Cuando se las presentaron, descorchó una y sirvió una porción a cada uno de los comensales. Varios de ellos se apresuraron a alabar la calidad del vino. El Hermano Policarpo bebió el suyo sin hacer ningún comentario. Se diría que el señor cura confiaba más en su opinión que en la de los demás, le sirvió, pues, otra porción. El Hermano, lo degustó lentamente, agrandando los ojos, luego añadió: "Miserable, con mucha frecuencia he toma do vino mejor que este". El pobre cura quedó humillado y los demás Hermanos bajaron los ojos.

 

(156) Siendo director y cocinero en Ampuis, su subdirector le hizo una mala jugada. Le escribió una carta llena de reproches, la firmó a nombre del Hermano Asistente y la puso en el correo, en Vienne. Al recibirla, el Hermano Policarpo quedó desconcertado. La hizo leer al mismo subdirector quien fingió consolarlo sugiriéndole que se presentara ante el Hermano Asistente, como se lo ordenaba la carta.

 

(157) Al verlo el Hermano Luis María, le manifestó su extrañeza por la visita: "Desgraciado, dijo el Hermano Policarpo, vengo a ver por qué me ha regañado de esa manera" Yo no le he escrito, replicó el Hermano Asistente. "Miserable, aquí está su carta", contestó el Hermano Policarpo. El Hermano Asistente le hizo ver que su subdirector le había hecho una broma. "Ah! pobre infeliz, me las pagará" Sus súbditos le hicieron otras muchas malas jugadas que sería sumamente largo enumerarlas.

 

(158) La muerte nos arrebató a los Hermanos Ambrosio (Pessonnel) y Agustín (Berthinier).

 

(159) Ya hemos hecho mención de que se empezó a cantar la Salve Regina en la mañana, en 1831.

 

El Hermano Silvestre (Tamet), nos afirma que él estaba en el noviciado cuando se cantó esta antífona en la mañana, por primera vez. Por lo tanto, había entrado en el Instituto el mes de marzo.1832

 

El Hermano Luis María.

 

(160) La comunidad contaba, desde hacía varios meses, con un postulante que haría un gran bien y llegaría a superior general en 1862.[55]

 

(161) Pedro Alexis Labrosse nació en Ranchal[56], el 22 de mayo de 1810. Fue bautizado el 2 de junio e hizo su primera comunión en 1821. Sus coterráneos no se cansaban de alabar su piedad, su modestia en la iglesia, al igual que su espíritu juicioso, su amor por la soledad y los estudios. El padre Desroche, su digno cura, maravillado con tales talentos y disposiciones, se ofreció a darle las primeras lecciones de latín. El señor Labrosse, más rico en virtudes que en bienes materiales, y que ya tenía a su hijo mayor [57] en el seminario, se decidió con cierta pena. El joven Alexis se puso pues a estudiar haciendo rápidos progresos bajo la dirección de su celoso cura. Entró en el seminario, pasaba sus vacaciones en Ranchal con su hermano y seguía edificando a sus paisanos. Realizó sus estudios de una manera brillante. Al momento de recibir las órdenes mayores, su conciencia se turbó. Lo llenó de temor la terrible responsabilidad sacerdotal. Los alientos proporcionados por sus superiores no le dieron ninguna seguridad.

 

(162) Después de maduras reflexiones, y para evit ar la pesada carga que lo espantaba, sin arrojarse al torbellino del siglo, tomó la determinación de hacerse religioso. Su elección recayó sobre nuestra Congregación, cuyo nombre le fascinaba. Como no conocía al Venerado Padre Champagnat, y sin atreverse a dirigirse personalmente a él, tomó como intermediario al padre Gardette, que lo había dirigido en el seminario. Este digno superior le respondió lo siguiente: "Querido Labrosse, en efecto, tengo mucho interés en su situación; quisiera realmente serle útil. He hablado de esto con el vicario general. Si usted insiste en querer irse con los Hermanos de La Valla, no encuentro nada más a propósito que usted, personalmente, escriba al Padre Champagnat, que es el superior. Con toda seguridad él me escribirá para pedirme algunos informes, y los daré muy favorables, o aprovecharé la primera ocasión para hablar con él. Creo que es la mejor manera de solucionar el problema. Con el objeto de agilizar todo, tal vez no estaría mal que fuera usted mismo allá. Al pasar por Lyon, usted podrá ver al padre Cattet, o junto conmigo, si estuviera yo allí. Si prefiere escribir, dirija sus cartas al padre Champagnat, superior de los Hermanos de La Valla, cerca de Saint-Chamond".

 

(163) El problema al qu e alude el padre Gardette, era la exención del servicio militar. El joven novicio se valió de algunas buenas personas, y sobre todo por la protección de la Santísima Virgen. Siguiendo los consejos del padre Gardette, escribió al Reverendo Padre y le solicitó ser admitido en la querida Congregación de los Hermanitos de María. El Reverendo Padre le contestó el 21 de agosto, lo siguiente: "Señor Labrosse: la mayor, y podría decir la única condición necesaria para entrar en nuestra casa, junto con la salud, es la buena voluntad y el sincero deseo de agradar a Dios. Venga con estas disposiciones, lo recibiremos con los brazos abiertos, y usted hará mucho bien en nuestra casa. María, nuestra buena Madre, lo protegerá y después de haberla tenido como Superiora, la tendrá como Reina, en el cielo.

 

(164) “El vestuario que tenía en el seminario, así como la ropa, podrán servirle aquí, y formar así su ajuar"

 

(165) El joven seminarista se había hecho para atrás ante el pesado fardo sacerdotal. Sus superiores, su hermano sacerdote y sus condiscípulos lo lamentaron. Entró en el Hermitage, y después de un corto noviciado, tomó el hábito religioso, la sotana burda y tosca de los Hermanitos de María, el 1 de enero de 1832.

 

(166) Al día siguiente, el piadoso Fundador lo acompañó, a pie, a la Côte-Saint-André. Se detuvieron a comer en Chavanay, habiendo caminado 23 kilómetros. Después de la comida, reemprendieron su camino. El Hermano Dominico, director de Chavanay, los acompañó. La noche los sorprendió en Anjou[58], a 18 kms. de Chavanay. Fueron a pedir hospedaje al cura de esta parroquia, que recibió en su mesa al buen Padre. Los dos Hermanos comieron papas y castañas en la cocina. ¡No eran mas que Hermanos! El buen Padre sintió pena, pero no estaba en su casa. Al día siguiente, antes de partir, quiso celebrar la santa Misa. Encontró la iglesia, los ornamentos y los manteles muy sucios, mientras que la ropa del párroco estaba muy bien cuidada. Experimentó una pena tan profunda que no pudo menos que contarlo a sus acompañantes[59]..

 

(167) Reanudaron el camino. El Hermanito caminaba penosamente. La pesada sotana y los toscos zapatos clavados a los que no estaba acostumbrado, lo cansaron mucho. Al llegar a Beaurepaire no podía más. El buen Padre alquiló un vehículo que condujo a nuestros tres viajeros a la Côte. El Hermano Luis María tomó la primera clase del internado. Sus alumnos lo encontraban severo, pero lo querían. "Uno se muere de hambre aquí, pero se aprende mucho". Y es que los fuertes muchachos tenían excelente apetito. Era necesario, como promedio, 1 kilogramo de pan diario para cada uno, durante los tres primeros meses del curso escolar. El padre Douillet quedó encantado con el nuevo Hermano, pero el Padre muy pronto tuvo necesidad de él.

 

 

 

 

El Hermano Silvestre, Tamet.

 

(168) El Hermanito Silvestre, de apellido Tamet, había tomado el hábito religioso el 15 de agosto de 1831, a los 12 años y medio. Muy ligero, había hecho un montón de travesuras que le habían acarreado numerosas regañadas: las había soportado de buen grado. Un niño, hermano del Hermano Gregorio, hizo su primera comunión y tomó el hábito, el mismo día, a la e dad de 9 años, recibiendo el nombre de Hermano Basilio. Cierto día, suplicó al Hermano Silvestre que le cortara el pelo, cosa que aceptó hacer el Hermano Silvestre. El Padre Champagnat estará ausente por 15 días. Antes de su regreso, se dijo el nuevo peluquero, el cabello del Hermano Basilio tiene tiempo de crecer de nuevo. En consecuencia le hizo una hermosa tonsura al Hermanito. El Padre regresó al día siguiente y presidió el capítulo de culpas. El Hermano Basilio se adelantó para hacer su capítulo de culpas con el solideo puesto. Habiéndole indicado que se lo quitara, el buen padre observó la tonsura y quiso saber quien había sido el autor. El Hermano Basilio tartamudeó al principio y luego pronunció el nombre del Hermano Silvestre.

 

(169) Este tuvo que pasar al poco rato a hacer también su capítulo de culpas acusándose de numerosas travesuras y entre ellas la relatada. En el aviso fraterno los hermanos antiguos alargaron la letanía. ¿Qué penitencia merece? Preguntó el Padre. "Para que escarmiente, dijo uno de los más antiguos, hay que prohibirle que use la sotana durante cierto tiempo". "Vaya a quitarse la sotana, dijo el buen Padre, y regrese". A su vuelta, el Hermano Silvestre no se sentía nada cómodo. "Su situación es grave, le dijo el Padre, el arzobispado debe ser el juez". Esta declaración hizo temblar al culpable que se mostró muy serio durante algunos días, al final de los cuales, un vicario general llegó al Hermitage y reunió a los Hermanos. Por órdenes del superior, el Hermano Silvestre tuvo que acusarse en público. "Usted hizo esto por ligereza" dijo el vicario general: lo abrazó y lo mandó ponerse su sotana.

 

(170) Las travesuras no terminaron y mucho menos en clase. Muy molesto, el buen Hermano Juan María le encargó, cierto día, 1 200 líneas. El Hermano Silvestre fue con el buen Padre, sollozando. El Padre le hizo prometer, por centésima vez, que sería más serio, y le entregó una nota anulando las líneas, y llevando el sello impreso en cera. Después de muchas pruebas, el buen Padre llamó al Hermano Silvestre en 1833, le mandó que preparara sus cosa para ir a hacerla de cocinero en Ampuis. Era necesario irse a pie y cargando su valija. "No conozco el camino" dijo el Hermanito de 14 años. "Yo lo acompañaré hasta Chavanay, repuso el Padre. Tome el camino de Saint Martín y siga adelante; yo lo esperaré allí" El Hermano partió y se extravió.

 

(171) Un cochero lo vio y lo invitó a subir a su vehículo. Al Hermano le dio miedo y huyó. El Padre, a caballo, lo encontró y lo detuvo. Bajó de su cabalgadura e hizo montar al Hermano Silvestre, puso los estribos a su medida diciéndole la manera de manejar al animal, al igual que el camino que debía seguir y le sugirió que fuera a la Cruz de Mon-Vieux . Nuestro caballero partió a trote. Observó con atención todas las cruces que encontró en el camino, sin encontrar una que dijera Mon-Vieux, atravesó el pueblo de Mon-Vieux y llegó a Pelussin. Al llegar se topó con un numeroso entierro. Su caballo atravesó valientemente la columna. El caballero se quitó su sombrero haciendo una caravana: todos los ojos estaban puestos en él. Saliendo de la población, se informó del camino a Chavanay. Una vez que llegó y que encontró la casa de los Hermanos, amarró su montura a la puerta y entró de golpe en la clase. Todos los niños se pararon gritando: "¡Que Hermano tan pequeño!" El Hermano Dominique agarró al recién llegado, lo sacó de la clase y lo encerró en un armario. Al salir de la escuela, todos los niños le gritaban al Hermano Dominique: "Enséñenos al Hermanito y le daremos dos monedas"

 

(172) Cuando se retiraron, el prisionero quedó libre. El Padre Champagnat llegó finalmente, con los pies deshechos por la larga caminata y dijo a su viajero: " ¡Granuja!, le dije que me esperara en la cruz de Mon-Vieux". -"Miré todas las cruces, respondió eel Hermano; ninguna llevaba ese nombre". - "Está bien, replicó el Padre; el Hermano director lo llevará, de inmediato, a Ampuis".

 

(173) Al Hermano Dominique no le causaban ninguna gracia los Hermanitos; le indicó el camino y lo despidió solo. En Condrieu, un grupo de mozalbetes lo persiguió y quisieron arrojarlo al Ródano. Se escapó corriendo con todas sus fuerzas. Más adelante, una mujer lo llamó y quiso ponerlo en su delantal; un grupo de jóvenes hicieron un círculo y lo rodearon, pero él empujó a dos de ellas y se escapó. Al llegar a Ampuis, un noble lo saludó en estos términos: "Buenos días, pica-nieves!" El Hermanito lo vio de reojo y pasó sin contestar el saludo. Llegó furioso a la casa de los Hermanos, echando pestes contra la grosería de la gente de la región.

 

(174) Algunos días después, fue preciso hacer una tortilla de huevos. Acuciado por los Hermanos, tomó las precauciones necesarias para darle la vuelta lanzándola por sobre un armario en la esquina de la cocina. Los otros dos Hermanos se quedaron muy serios, cosa que no era para el Hermano Silvestre. El se divertía como podía. Cierto día subió la carretilla hasta la sala de estudio.

 

(175) En las siguientes vacaciones, el Hermano director se quejó mucho al piadoso Fundador, de las ligerezas de su joven cocinero, y relató lo de la carretilla. "Hacen mal en mostrarse tan serios con él, respondió el Padre. Este Hermanito tiene necesidad de distraerse de tiempo en tiempo. Si hubiera subido la carretilla hasta el tapanco, le hubiera dado una estampa", etc. Estos detalles los conocemos por el mismo Hermano Silvestre.

 

(176) Los padres Pompallier y Fombonne eran los capellanes del Hermitage. El primero llegó a ser obispo, en 1836, y el segundo se fue a América desde donde escribió al Padre Champagnat solicitándole Hermanos. El 2 de mayo, predicando una misión en Saint-Etienne-la-Varenne, el padre Pompallier escribió al Padre para consolarlo por la salida o por la muerte de algunos sujetos, en particular del Hermano Anselmo que acababa de partir a la eternidad.

 

Instrucciones del Padre Champagnat.

 

(177) El piadoso Fundador siguió reuniendo a todos los Hermanos para formarlos durante las vacaciones. A continuación resumimos las principales instrucciones que les dio desde algunos años atrás.

 

(178) 1º.- Sobre el entusiasmo y la santa alegría.- "Amigos míos, recuerden que trabajamos por Dios y que la recompensa que nos prepara es eterna. La gente del mundo trabaja más que nosotros y algunas veces cantan todo el tiempo, porque ganan algunas monedas, y nosotros, que ganamos el cielo, ¿Vamos a desanimarnos? La tristeza debilita y destruye todo s los buenos sentimientos, agrava las penas de la vida haciéndolas insoportables. La tristeza produce cuatro males: acaba con la piedad; es la madre y nodriza de las tentaciones; divide los espíritus y destruye la caridad fraterna; escandaliza al prójimo al hacerle pensar que uno es desgraciado en el servicio de Dios. El que está contento, prueba, por este solo hecho, que ama su estado. Los Hermanos inclinados a la tristeza, si no se corrigen, no podrán realizar el bien entre los niños".

 

(179) 2 º.- Sobre el espíritu de Fe. -"Hermanos míos, si tuvieran más fe, no serían tan apocados en el servicio de Dios, y no encontrarían tan pesadas las dificultades de su estado. En todas partes hay penas; los que las aceptan con fe, las encuentran llevaderas. ¡Oh! ¡Si conociéramos el precio de un alma! ¡Si supiéramos cuánto ama Jesucristo a los niños y con que ansias desea su salvación! lejos de encontrar molesta la clase y de quejarnos de las penas de nuestro estado, estaríamos dispuestos a sacrificar nuestra vida, para proporcionar a estos niños, el beneficio de la educación cristiana! Con frecuencia hacen mal la señal de la Cruz, que nos recuerda el más conmovedor e inefable de los misterios. No alcanzo a entender cómo pueden los religiosos olvidarse de esto. ¡Cómo la harán sus alumnos si ustedes la hacen mal? No dejen en cualquier lugar sus libros piadosos, aunque sean simples hojas; se exponen a profanar el nombre y la palabra de Dios. Tengan mucho cuidado con los objetos religiosos; crucifijos, imágenes, cuadros, pilas de agua bendita, hábito, puesto que todos son objetos benditos".

 

(180) Era imposible asistir a la misa del buen Padre, sin sentirse llevado a la devoción y penetrado de un profundo respeto a nuestros sagrados misterios. Cuando iba a repartir la sagrada comunión, pronunciaba las palabras: "Ecce Agnus Dei..." con un tono de voz tan profundo y tierno, que se diría que veía a Nuestro Señor, y que ese Dios salvador no era para él el Dios oculto. "Dios es, decía, quien dirige todos los acontecimientos y quien los hace que sirvan para el bien de los elegidos. Perderíamos nuestro tiempo, si esperáramos el éxito de nuestros trabajos de nuestra habilidad. Sólo Dios nos lo puede dar; no tiene ninguna necesidad de nosotros y para lo único que servimos es para echar todo a perder".

 

(181) 3º.- Sobre la desconfianza en uno mismo y la confianza en Dios. - "Cuando se tiene a Dios de su parte, y no se cuenta más que con El, nada es imposible: es una verdad de fe . El que confía demasiado en sus cualidades y sus aptitudes, no es apto para hacer el bien. El demonio tiene muchas cualidades; pero éstas no lo hacen capaz de realizar el bien. Sólo con la confianza en Dios y no por las habilidades personales, se hace el bien entre los niños. Si ustedes confían en las cualidades del predicador y en lo que yo pudiera decirles, para el éxito de su retiro, no conseguirán nada. La palabra del hombre puede golpear el espíritu, exaltar la imaginación, impresionar durante algún tiempo, pero si Dios no toca el corazón, esta impresión fugitiva se irá con el que la produjo, y saldrán del retiro igual que como entraron. Pongan toda su confianza en Dios, ya que en esto, más que en otras cosas, es necesario decir: "Nisi Dominus..."

 

(182) No hay virtud que el Padre Champagnat haya recomendado tanto como la confianza en Dios: comentó miles de veces, las dos primeras frases del salmo Nisi Dominus... "La confianza que tengamos en Dios, decía, es la medida de las gracias que nos concede. Me comenta, decía a un Hermano, que la muerte le arrebató al principal bienhechor de su escuela; esto no es exacto: el principal bienhechor es Dios que nunca muere". Tras su larga enfermedad, había dicho:

 

(183) "Hermanos, ¿cuándo tendremos sentimientos dignos de Dios? ¿No nos ha dado suficientes pruebas de su bondad, para enseñarnos a confiar en su Providencia? ¿Nos ha dejado carecer de algo desde que salimos del mundo? ¿No es El quien ha fundado el Instituto, que nos ha dado lo necesario para construir esta casa, que nos ha multiplicado y ha bendecido nuestras escuelas?... Esta comunidad es su obra y no tiene necesidad de nadie para hacerla progresar. Si carecemos de confianza en El, nos perderemos; otros vendrán a tomar nuestro lugar y continuar su obra. Dios no se preocupa por buscar hombres; puede tomar al primero que pase por la calle: en sus manos, cualquier instrumento es bueno".

 

(184) "Necesita una bolsa bien provista, le dijo alguien cierto día, para cargar con tantas miserias, y hacer frente a tantos gastos". "Mi bolsa, respondió el Padre, no tiene fondo; es la de la Providencia: entre más se saca, más hay".

 

(185) 4º.- Sobre la presencia de Dios. - "No me cuesta más trabajo mantenerme en la presencia de Dios en las calles de París, decía el piadoso Fundador, que en los bosques del Hermitage. La presencia de Dios es el cimiento de la vida espiritual. Nos hace evitar el pecado; nos da la fuerza para practicar la virtud, para soportar las penas inherentes a nuestro estado y nos inspira sentimientos piadosos. Si no nos atrevemos a cometer el mal ante los hombres, ¿por qué nos atrevemos a cometerlo ante Dios, si recordamos su presencia?"

 

(186) Un Hermano a quien sorprendió en una falta, se arrodilló ante él, diciendo: "Perdón, Padre, no sabía que estuviera aquí". -"¿Y el buen Dios?, ¿Pensó usted que El está aquí? ¿De modo que usted hace delante de Dios lo que no se atreve a hacer en mi presencia? Mientras siga actuando de esta manera, de religioso nada más tendrá el hábito; su vida estará llena de faltas y vacía de virtudes".

 

(187) "La presencia de Dios nos inspira un gran celo para trabajar en nuestra perfección y en la salvación de las almas. Ningún sacrificio cuesta mucho, cuando se piensa todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Tengamos muy presente que aquel por quien trabajamos nos observa y que siempre estamos bajo su mirada".

 

(188) 5º.- Sobre la pobreza. - El buen Padre dijo a un Hermano que dejó caer algunos mendrugos : "¿Por qué deja caer ese pan? ¿Desconoce acaso que hay mucha gente que no lo tiene? Es faltar a la pobreza desperdiciar el don de Dios". Despidió a un postulante que pasó por encima de un objeto tirado sin recogerlo, diciendo: "En nuestra casa necesitamos Hermanos preocupados y amigos de la pobreza. Después del pecado, decía el buen Padre, nada me molesta más que constatar la negligencia en el cuidado de las cosas". Con frecuencia reprendía al Hermano cocinero, porque dejaba restos de grasa en los platones, después de la cena. El era el primero en dar ejemplo sobre lo que enseñaba, recogiendo los objetos olvidados, que encontraba, al dar la vuelta por la casa, todas las tardes, para ver si todo estaba en orden y que nada se echara a perder.     

 

(189) Con frecuencia narraba la siguiente anécdota: "Un buen padre de familia restringía los gastos lo más posible y regañaba a sus gentes por su poca economía. Estos se lamentaban. Si actuara de otro modo, contestó el jefe de familia, nadie ganaría más y los pobres perderían mucho". Al morir, su hijo no siguió estos ejemplos, los pobres quedaron sin ayuda y él se llenó de deudas. "Para los Hermanos, añadía, la economía no es tan solo un consejo, es un deber; como religiosos se deben vestir y alimentar pobremente. Un Hermano que no es ahorrativo, que no posee el espíritu de pobreza, es una carga para la Congregación. Todos deben aprender a ser cocineros, por espíritu de pobreza. Los malos cocineros son los peores enemigos de la bolsa y de la salud. Con este mismo espíritu, aprendan a coser, para que tengan cuidado de su vestuario" El amor del buen Padre por la pobreza, lo llevaba a tomar las mayores precauciones para conservarla entre los Hermanos.

 

(190) 6º.- Sobre la humildad. - Con el objeto de inspirar a los Hermanos el amor hacia esta virtud, les puso el nombre de Hermanitos de María. El la practicó de una manera excelente, prestándoles toda clase de servicios, aún los más humildes, tomando para él lo que encontraba más penoso y más humillante, sin temor a perder su autoridad. Cierto día que viajaba con uno de los padres Maristas que iban a salir para Oceanía, obtuvo el favor de cargar sus maletas, diciendo: "Permítanme hacerlo, soy un campesino, acostumbrado a trabajos pesados: y de esta manera tendré parte en sus méritos". Otro día, yendo de viaje con tres Hermanos, un sacerdote admiraba la modestia de éstos, y le preguntó quién los había formado. "No se sabe a ciencia cierta, respondió el buen Padre; se reunieron algunos jóvenes; se establecieron una regla de acuerdo a su objetivo, un vicario les ha ayudado; Dios ha bendecido su comunidad haciéndola progresar más allá de lo previsto humanamente".

 

(191) "Dios se ha valido de hombres sin virtud, sin talento, desprovistos de todo recurso humano, y ha querido servirse de la misma miseria, para establecer esta comunidad, para que toda la honra y toda la gloria le sean atribuidas" Para inspirar la humildad a sus Hermanos, el piadoso Fundador les señalaba cuatro medios: 1º Trabajar en conocerse; 2º Reflexionar sobre las ventajas de la humildad y los males que acarrea el orgullo; 3º Esforzarse con energía en la práctica de la obediencia y de la caridad; 4º Observar la modestia en todas partes y en todo.

 

(192) El buen Padre quería que los Hermanos se convencieran que su Congregación era la menor de todas las establecidas en la Iglesia. Con tales sentimientos, se puede adivinar todo lo que hacía para desterrar el orgullo, en sus Hermanos y establecer en ellos una profunda humildad.

 

(193) 7º.- Sobre el celo.- La vida entera del Venerado Padre es una secuencia ininterrumpida de actos de celo. Si encontraba un niño, se enteraba inmediatamente si sabía el catecismo. Si se topaba con jóvenes, deseaba hacerlos religiosos. "La felicidad de la vida religiosa es tan grande, decía, y deseo con tantas ansias tener Hermanos para poderlos mandar a todas las parroquias que no tienen, que muy rara ocasión me encuentro con jóvenes sin tener este mismo deseo". Quería que los Hermanos aprovecharan todas las oportunidades para inspirar la piedad y el amor a Dios a los niños. "Hermanos, exclamaba un día, qué felices son ustedes al poder enseñar el catecismo a los niños, y hacerlos amar y servir a Dios. Ustedes hacen lo que Jesús hizo, el primero; lo que los apóstoles hicieron luego, lo que hacen los sacerdotes, los obispos y el mismo Papa, cosa que los ángeles nunca tuvieron la dicha de hacer. Lo mejor del rebaño de Jesucristo les está confiado. Escuchen a este Divino Maestro decirles: "Todo lo que hagan por el más pequeño de los míos, a mí me lo hacen, etc..." "Su celo debe ser generoso, constante y no amedrentarse ante ningún obstáculo".

 

(194) 8º.- Sobre la devoción a María. El buen Padre había "mamado" esta devoción con la leche materna; su buena madre y su piadosa tía la habían grabado profundamente en su corazón. De tal manera se esmeró en practicarla y hacerla crecer durante toda su vida. Su lema era: "Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús" Confió a María la fundación de su Instituto; Ella fue su Soberana, a Ella se dirigió en todas sus dificultades; por Ella obtuvo las gracias espirituales y los auxilios materiales que necesitaba; Ella fue su "Su Recurso Ordinario".

 

(195) Para honrar a María, quería que todos sus Hermanos recitaran diariamente su oficio y el rosario; que se prepararan a sus fiestas, con una novena; que celebraran estas mismas festividades, con la mayor piedad posible; que ayunaran las vísperas y todos los sábados. Quería que se celebrara exactamente y con la mayor pompa posible, el mes de María con los niños; que redoblaran sus esfuerzos para inspirarles esta devoción. Quería que la estatua de la buena Madre fuera colocada en todos l os lugares regulares de cada casa, y que los Hermanos no pasaran ante ella, sin saludarla. Quería que la saludaran cada hora del día. "La devoción a María, decía, es una señal inequívoca de predestinación". Quiso que todos sus Hermanos recibieran el santo escapulario. Que recitaran o cantaran, todas las mañanas, la Salve Regina; que rezaran las 3 Ave Marías al acostarse y al levantarse; que terminaran todos los ejercicios con el "Sub tuum". En fin, quería que los Hermanos se esmeraran en imitar las virtudes de María, en hacerla conocer y amar y extender su devoción por todos los medios a su alcance.

 

(196) "Hermanos, les dijo un día, la salvación nos viene por María. De Ella nació Jesús; por medio de Ella El bajó del cielo, para salvar a lo s hombres; Por su mediación e intercesión, obtuvo la primera aplicación de sus méritos en la santificación de San Juan Bautista. Por sus súplicas, hizo Jesús su primer milagro; a Ella, desde lo alto de la cruz, le confió a todos los hombres, en la persona del discípulo amado, para darnos a entender que es nuestra Madre, y que por su mediación quiere darnos sus gracias y aplicarnos los méritos de su muerte en la cruz".

 

(197) Alargaríamos demasiado esta narración, si describiéramos todas las virtudes que practicó nuestro piadoso Fundador, si señaláramos todo lo que hizo para llevar a sus Hermanos a la práctica de tales virtudes. Uno de sus primeros discípulos que lo conocía perfectamente ya ha escrito su vida entrando en grandes detalles. Todos los Hermanos pueden leerla animándose así a imitar a su heroico Fundador.

 

Alimentación de los Hermanos.

 

(198) El alimento de los Hermanos empezó a mejorar: sin embargo, no se consumían ni perdices ni lenguas de colibrí. El pan estuvo mejor elaborado; cada quien tenía lo suficiente. Se servía algo de carne en la comida, pero, aunque no costaba más de 25 o 30 centavos la libra, un cuervo se podría haber llevado muy bien la parte de cada uno, ya que las porciones se hacían antes de servirla. Con algo de vino se coloreaba la sabrosa agua del Gier. Tal bebida no hubiera podido manchar el mantel, si hubiera habido alguno sobre la mesa. En cuanto a otra clase de alimentos, consistían en papas, zanahorias, coles cocidas en la sopa, luego sacadas con un colador y puestas en los platos de servicio con un poco de sal.

 

(199) En los establecimientos se vivía más o menos de la misma manera, y durante mucho tiempo, un hectolitro de vino era suficiente para satisfacer a tres Hermanos durante todo u n año. Sin embargo, todos estaban sanos, contentos y nadie echaba de menos las cebollas de Egipto. El Venerado Padre asistía al comedor general, en una pequeña mesa redonda, con los capellanes, pero no eran alimentados de diferente manera que los Hermanos. Durante las comidas se leía, y al final, el buen Padre pedía que los novicios repitieran la lectura e incluso a los Hermanos antiguos quienes en ocasiones permanecían mudos, o decían tonterías. El Padre aprovechaba la circunstancia para dar sabios consejos y hacer apropiados comentarios.

 

Benevolencia del clero.

 

(200) Monseñor Alejandro Raymundo Devie, obispo de Bellay que siempre se había mostrado muy benevolente con la Sociedad de los Padres y de los Hermanos Maristas, nos honró con su apreciable visita a Nuestra Señora del Hermitage, durante el retiro general de los Hermanos, en 1832. Los ejercicios los predicaba el Reverendo Padre Augry, célebre Jesuita, según el plan de San Ignacio. Este buen padre daba las meditaciones y las conferencias con una unción, piedad y sencillez admirables, y el horario que señaló estaba muy adecuado para aprovechar el tiempo de un retiro. Los Hermanos guardaban absoluto silencio, como se observa desde entonces.

 

(201) Monseñor quiso ver al Padre Augry en su cuarto; el Padre Champagnat, que lo acompañó, comentó después a los Hermanos lo edificado que había quedado de la humildad y respeto de este buen sacerdote jesuita, que, apenas vio a Monseñor, se arrojó a sus pies, exclamando, como fuera de sí: "Monseñor, usted se digna pensar en mí!" El Padre Champagnat presentó a Monseñor en la sala de conferencias en donde se encontraban reunidos los Hermanos. Su Excelencia les dirigió algunas palabras de aliento, los bendijo y se retiró. El horario del retiro no se modificó lo más mínimo por esta honrosa visita.

 

(202) Los padres Séon y Pompallier ayudaban al buen Padre, como capellanes, el primero se ausentaba con frecuencia para ir a predicar de un lado a otro; el segundo era más estable, pero no tardó mucho en hacer lo mismo.

 

El Señor Duplay

 

(203) Durante este mismo año de 1832, el Instituto fundó los establecimientos de Sorbier, Terrenoire y Viriville, volvió a tomar la escuela de Marlhes, cerrada desde hacía 11 años. El padre Allirot había muerto y el padre Duplay lo remplazó. Era hermano mayor de Juan Luis Duplay, quien remplazó al padre Gardette en el puesto de superior del seminario mayor de Lyon. Continuó durante largos años, con la sabia y hábil dirección que su antecesor había sabido imprimir en esta importante casa. Fue uno de los grandes apoyos de nuestro Venerado Superior como lo manifiesta la carta que el buen Padre escribió al párroco de Marlhes en 1832, al volver a enviarle los Hermanos para la dirección de su escuela:

 

(204) "Se puede afirmar, y con toda razón, que el padre Juan Luis Duplay, su hermano, es una de las razones por las que existe el Instituto de los Hermanos de María. Nunca hubiera emprendido y mucho menos continuado con esta obra, si él no la hubiera aprobado formalmente. Pero hizo más: cuando fue el caso de su colocación definitiva, fui a hablar con él como acostumbraba hacerlo en todos los asuntos de cierta importancia. Siempre interesándose en mis proyectos, no creyó oportuno que yo abandonara mi puesto de vicario en La Valla, para dedicarme de lleno a mi idea. Luego tuvo la ocasión de hablar largo rato de mi obra con el padre Dervieux, cura de Saint-Pierre en Saint-Chamond, su pensamiento cambió . Cuando lo volví a ver, me dijo que vería con gran pesar el que mis proyectos no llegaran a realizarse. Me insistió que era preciso seguir adelante; que mi obra, siendo obra de Dios, no tenía nada por qué temer. Quedé sumamente satisfecho y reconfortado con estas palabras, y desde entonces, lucho con más confianza contra toda clase de contratiempos que se me oponen".[60]

 

(205) Si el Padre Champagnat tenía una gran confianza en las luces del padre Juan Luis Duplay, éste l o honraba con una gran estima como lo muestra la carta siguiente que escribió ocho años más tarde, al enterarse del fallecimiento del buen Padre: "La noticia de la muerte del Padre Champagnat me ha sorprendido. La vida y la conversación de este venerable sacerdote me edificaban profundamente. Se le consideraba indispensable. Por lo menos sus consejos y sus ejemplos no quedarán en el olvido; los encontraremos en los Hermanos que fundó. El Padre Champagnat tuvo sus pruebas, todas las conocí. Siempre siguió adelante con su obra con el mismo entusiasmo, con un corazón libre a través de muchas vicisitudes; y esto porque en todas sus empresas, veía por encima de sus intereses personales; tenía la certeza de que todo era por Dios y sólo por Dios trabajaba. Uno de los mayores méritos de este sacerdote, fue la paciencia en los sufrimientos y su silencio sin amargura".

 

(206) Aunque estas dos cartas no son de la misma fecha, hemos querido transcribirlas aquí una a continuación de otra, porque ponen de manifiesto la estima y el afecto que estos dos siervos de Dios se tenían mutuamente.

 

 

 

 

Desarrollo de las obras

 

(207) La casa de Terrenoire fue fundada por el señor Génissieux, excelente cristiano, organizador de la industria metalúrgica establecida en dicho lugar, amigo del Padre Champagnat y bienhechor de su Instituto.

 

(208) La fundación de Viriville se debió al celo del padre Cussier, cura de esta parroquia. El amor de este santo sacerdote por sus feligreses, lo hacía multiplicar y alargar en ocasiones sus pláticas. En una de ellas, lo oímos exclamar: "Hermanos míos, se dice que vivimos en el siglo de las luces, esto puede ser cierto, en alguna forma, pero el diablo es el que lleva la linterna".

 

(209) Un gran número de novicios tomaron el hábito ese año, después del Hermano Luis María; he aquí sus nombres: Hermanos Flaviano (Gacher), Tomás (Juan Bautista Tomás), Nilamón (Colomban), Francisco María (Convers), Angel (Françon), Simeón (Fayasson), Apolinar (Ginet), María José (Rondet), Marcos (Poulas), Lázaro (Guerry), Joaquín (Bonvalet), Onésimo (Besson), Francisco Regis (Boîton), Clemente (Pessen), Sebastián (Astier), Rémi (Dubessy), Luis Bernardo (Fayol), Casiano (Chomat), Santiago (Baile), Basile (Vincent), y Pedro María (Pérenon).

 

El Hermano Casiano, Chomat.

 

(210) El Hermano Casiano nació en Sorbier, en 1788, Un cura cismático lo arrastró al cisma[61]. Lo sacó de esa situación en 1800 un sacerdote escondido en la casa de su tío. Hizo su primera comunión en 1801. Huérfano, y sin vigilancia de nadie, se dejó arrastrar por las malas compañías. Se convirtió e hizo una confesión general con el padre Dervieux en 1812. Se dedicó desde entonces a trabajar en una escuela para niños en Sorbier. En 1815, el Hermano Arsenio se vino con él, viviendo en la más perfecta armonía. El Hermano Casiano quiso ingresar con los Hermanos del Bienaventurado de la Salle. Su débil sa lud lo hizo desistir. El padre Rouchon trató de ganarlo para su obra, en 1820. En 1822, fue con su compañero, a visitar al Padre Champagnat a La Valla. Con frecuencia iba a solicitar consejo al buen Padre y a confesarse con él. El Padre los dirigía, esperando la hora de Dios. Finalmente, Luis Chomat y Cesáreo Fayol, sin renunciar todavía a su propiedad de Sorbier, se decidieron a ingresar en la Congregación y tomaron el hábito como queda dicho más arriba. El Padre Champagnat les envió a dos Her manos jóvenes para que les ayudaran en su escuela, quedando, de esta manera fundado el establecimiento de Sorbier. El municipio puso dificultades de inmediato, privando a los Hermanos de cualquier tipo de ayuda, y la escuela fue clausurada en 1837, durante varios años.

 

(211) El Hermano Casiano al poco tiempo no vio más que defectos en los Hermanitos que le habían sido encomendados. Se quejó amargamente con el Padre Champagnat, que le contestó de la siguiente manera: "Mi querido Hermano Casiano: que Jesús y María sean sus guías y maestros en todo. No puedo, mi querido Hermano Casiano, disimular la pena que me causa su postura, en la que no puedo, por ningún motivo, darle la razón. No creo, mi querido amigo, haberle fallado en alguna forma: he tenido muy en consideración todas las observaciones que usted ha creído su deber, hacerme. De ninguna manera he querido burlarme de usted, al proporcionarle los dos sujetos que le hemos enviado. Usted mismo quedó satisfecho. ¿Quién ha venido a turbar esta tranquilidad? Cuando el Hermano Denis lo molestó con sus disgustos, ¿no fui personalmente enseguida, a su casa, para cambiarlo? Y cuando me manifestó que prefería que se lo dejara, aunque ya hubiera hecho yo otras combinaciones, ¿no acepté sus razones? En fin, mi querido Hermano, ¿cuáles son los motivos que tiene para molestarse? Si los miembros de la Sociedad de María son muy imperfectos para servirle de modelo, vuelva, mi querido Hermano Casiano, su mirada a Aquella que puede servir de modelo tanto a los perfectos como a los imperfectos, y que tiene un gran amor a todos; a los perfectos, porque copian sus virtudes y arrastran a los demás al bien, sobre todo en una comunidad; a los imperfectos, porque es, sobre todo por ellos, que María ha sido elevada a la sublime dignidad de Madre de Dios. Por lo tanto, querido Hermano Casiano, si somos perfectos, deberíamos agradecer, en cierta manera, a los pecadores, por habernos obtenido una Madre tan buena y tan amable. ¿Por qué, q uerido Hermano, volver la mirada a Egipto, para buscar consejos? ¿No es María lo suficientemente capaz para darle seguridad? Le diré, con las palabras del profeta, para no equivocarme, que la ayuda de Egipto será una caña hueca que se quebrará en sus manos, que no tengo ningún temor en predecirle, de parte de Jesús y de María, que lo lastimarán, al romperse: si desprecia mis consejos, consulte al Superior General de la Sociedad que acaba de regresar de Roma, al señor arzobispo, al padre Cholleto n, en fin, mi querido Hermano Casiano, no haga nada precipitadamente". El Hermano Casiano se dió cuenta que estaba en un error y trató de corregirse.

 

(212) Los Hermanos, cuyos nombres ponemos a continuación, hicieron su profesión este mismo año: Hermanos Nilamón (Colombon)[62] Pedro (Souchon), Jerónimo (Grappeloux), Andrés (Aubert) y Pío (Renou). El Hermano Anselmo nos dejó para irse al cielo.1833

 

(213) El Padre Chanut, sacerdote Marista, escribió al buen Padre para recomendarle uno de sus sobrinos, de 14 años, que no podía pagar su noviciado, pero que podría llegar a ser un buen sujeto. Le comunicó que el padre del Hermano Teodoro (Fayasson), iría muy pronto al Hermitage, con todos sus instrumentos, para fabricar zuecos y mangos para herramientas.

 

(214) El 14 de febrero, el padre Pompallier escribió al Padre Champagnat que el padre Forest se iría a Valbenoite y que el padre Seón lo remplazaría en el Hermitage. En esta época, los Padres Maristas no llevaban el nombre de Padres.

 

(215) El 13 de agosto, Pompallier volvió a escribir a Champagnat comunicándole que Colin, el Superior General, hacía los trámites necesarios para solicitar la autorización de la Congregación, en Roma. Se trataba de los padres y de los Hermanos Maristas. El padre Servant estaba en el Hermitage con el padre Seón.

 

Bourg-Argental.

 

(216) El padre Verdier, cura de Bourg-Argental, escribió al buen Padre de la siguiente manera: "Señor mío y amigo: He sabido que tiene la intención de quitar a uno de sus Hermanos. No creo que dos puedan ser suficientes para atender la escuela. Le diré con toda franqueza, que el año pasado escuché muchas críticas, por cosas sin importancia, que los niños no estaban bien atendidos, que no progresaban, que los Hermanos no se daban a respetar lo suficiente, o bien, que maltrataban a los niños. Usted sabe muy bien de lo que es capaz el rumor de la gente; en una sociedad que se respeta, no había mejor solución que la de regresar sus buenos Hermanos y mandar llamar a los de la Doctrina Cristiana, que tienen mejor fama. Párroco nuevo, en una región problematizada, me cuidé muy bien, en esta ocasión, como en otras muchas, de imitar el perico de la fábula que hablaba mucho y que por tal motivo fue vendido a precio muy alto. Imité mejor al cuervo que no decía nada, pero pensaba mucho y tuvo también su precio.

 

(217 ) Brevemente, la consecuencia de todo lo que escuché y de mis pobres reflexiones, me hizo seguir más de cerca el funcionamiento de su casa. Sin llamar la atención, pues estamos en una época en la que basta dar a conocer las propias intenciones, hasta para el bien, para verlas inmediatamente atacadas. Prohibí a sus Hermanos maltratar a los niños.[63]

 

Les recomendé que me los enviaran cuando no estuvieran contentos con su comportamiento y que no los recibieran sino con una nota de mi parte, y, en tal caso, tuve el cuidado de mandar llamar al papá o a la mamá del niño y de llamar personalmente la atención. Yo no sé si soy un buen maestro; no hay más que 2 ó 3 que vinieron a verme; no los he vuelto a ver, y, de acuerdo con mis vicarios, les hicimos mucho teatro[64] en el catecismo, al igual que a los padres y madres, amas de casa y jefes de familia, entre las rejas[65].

 

(218) Ya reiniciamos el catecismo todos los domingos. Esto exige que los niños aprendan y por consiguiente que vayan a la escuela. Sería, por lo tanto, suspender el bien que hace su casa de Bourg-Argental, quitando un Hermano y hacer renacer nuevo griterío. Lo que usted debe hacer es lo siguiente; creo que no se molestará. Si le comento todo esto, es para ponerlo al corriente de lo que pasa, y que si su casa funciona bien, todo va viento en popa, atraerá el interés y podrá conseguir para sus Hermanos, algún aumento en la remuneración, pero cuando uno persigue con mucha insistencia una anguila, más se escapa.

 

(219) Le escribo con toda sencillez y con mucha prisa; no estoy seguro que me comprenderá, entre amigos, se perdona todo. Seguimos con proyectos con el amigo Sayve, que se encuentra bien."

 

(220) Queriendo hacer trabajar su cerebro, el señor cura se olvidaba de escribir bien.

 

(221) Al recibir esta carta, que hemos copiado, el buen Padre escribió al señor de Pleyné, alcalde de Bourg-Argental[66]: "Señor alcalde, la suma de 1200 fr. ya es demasiado módica para hacer frente a los gastos que requiere el sostenimiento de 3 Hermanos en un municipio. Reducirla más, es, según me parece, quitarles, ya no digo el exiguo salario del más ingrato y del más penoso empleo de un ciudadano, sino también su pobre y miserable alimento. Todos los municipios en los que tenemos tres Hermanos, pagan 1 200 fr., como Boulieu, Ampuis, Neuville-l'Archevéque, Charlieu, Mornant, Saint-Paul-en-Jarret, pagan dicha cantidad. Podemos, para complacerlo, poner el establecimiento de su municipio, al igual que el de Saint-Sauveur, a 1 000 fr., tres Hermanos en el invierno y dos solamente, durante el verano.

 

(222) Usted sabe que los Hermanos de las Escuelas Cristianas reciben como mínimo 600 fr. por cabeza: y entre ellos, al igual que entre nosotros, uno se encarga únicamente de la cocina; nosotros nos mantenemos con los 2/3, cosa que nadie discute. Los respetados Hermanos de las Escuelas Cristianas exigen también un local adecuado; durante el primer año, 1 600 fr. para la Casa-Madre, 3 000 fr. para el mobiliario que les pertenece al cabo de tres años; 1 800 fr. anualmente, cantidad reconocida, sin duda, como absolutamente necesaria, mientras que nosotros no pedimos[67] más que 1 200 fr. anualmente y 1 500 fr. para el mobiliario, cantidad que Bourg-Argental nunca ha entregado. Dejo a su recto juicio y buen corazón, el juzgar si no hay dureza al reducir esta cantidad. Haré partícipe de su carta al Señor Prefecto que me ha prometido interesarse en favor de los ayuntamientos pobres. Reciba, etc."

 

El Hermano Luis María exento del Servicio Militar.

 

(223) El Querido Hermano Luis María, que se encontraba en la edad del servicio militar, escribió al Padre Champagnat, desde Lyon, el 3 de mayo, la siguiente: "Muy Reverendo Padre. Me encuentro en Lyon desde el 27 de abril. Recibí órdenes de presentarme aquí desde el 26, a medio día, y tuve que estar desde el 25. Salí al día siguiente con la autorización del padre Douillet y la aprobación del Hermano Juan Pedro, sin tener tiempo de comunicárselo a usted. Llegué a Lyon, el sábado 27. Me fui a buscar al padre Pompallier quien me indicó que fuera a ver al padre Cholleton. Fui ese mismo día; Monseñor, como usted sabrá, estaba ausente; en un principio se mostró desconcertado. El buen Dios le inspiró ir a buscar al barón de Toria que nos recibió de la mejor manera posible. Muy pronto partió conmigo y fuimos primero a ver al sub-intendente militar quien nos envió con el capitán del reclutamiento. El barón lo conocía y también era conocido por el capitán; le prometió hablar en mi favor al general. Me citó para el lunes 29 a las 11.

 

(224) Me presenté y no me resolvió nada, porque no había médico. Únicamente, el general me dijo que no me encontraba ningún defecto visible. Me volvió a citar para el martes 30. Me presenté en la casa del general a mediodía. El capitán trajo personalmente a los dos médicos. Ignoro lo que les diría, pero con toda seguridad los predispuso favorablemente, pues, tan pronto como me presenté, los dos dijeron que yo tenía defectos notorios. Luego, se retiraron los 4, en consejo. Me di cuenta que el general se oponía y quería enviarme a otro lugar de revisión. El capitán hablaba en favor mío, al igual que los dos médicos, aunque de una manera bastante fría, aparentemente. Yo salí al vestíbulo." "Permanecieron, al menos 3/4 de hora en deliberación, ya sobre mí, ya sobre otros asuntos".

 

(225) Finalmente el capitán salió con los dos médicos. Yo estaba en la puerta recitando muchos "Acordaos" porque tenía una gran angustia. El capitán se dirigió a mí y me dijo: "Queda exento". ¡Oh palabra tres veces feliz y mil veces esperada! Le pregunté si tenía alguna recomendación qué hacerme: "No, se acabó, me dijo, venga el jueves a las 8 de la mañana a recoger sus papeles". Era el 2 de mayo. Llegué algo atrasado, me regañó mucho. Le dije que estaba en Lyon con el hábito religioso, que tuve miedo de presentarme así y que no había podido encontrar pronto otra ropa. Pareció satisfecho con esta razón, y me habló con bondad. Me dijo que regresara hoy día 3, a la misma hora. Entonces, yo le pregunté si me permitía presentarme como religioso, estaría puntual. Accedió con gusto, volví esta mañana y me dijo: "Su asunto está terminado, puede incluso regresarse". Fíjese en su delicadeza, luego añadió: "Yo mismo le enviaré su exención, pero tendrá que pagar el correo. ¿Hay algún jefe de brigada en la Côte? -Sí, Señor; -"Muy bien, yo se lo haré llegar por su medio, tan solo dele su dirección y se lo llevará gratis"

 

(226) He aquí, Padre, la historia de la Providencia y de la bondad de Dios. Se me olvidaba decirle que en el seminario mayor, todos rogaban por mí, que el padre Pompallier mandó prender dos cirios ante la Santísima Virgen, y que tan solo a las oraciones de las almas buenas, debo mi exención. La he recibido de María, ya que humanamente hablando, no podía esperarla. Las razones que se han dado carecen de valor. Otro médico, al que me había presentado, me dijo que si me atrevía a hablar, se burlarían de mí. Ruego a todos los Hermanos que bendigan conmigo y por mí a Dios y a la Santísima Virgen. Salgo inmediatamente a la Côte-Saint-André, por tren hasta Givors. Son las 3 y debo salir a las 4, así es que, le escribo, como puede darse cuenta, a toda prisa y con un pie en el estribo. Perdóneme tantos garabatos. Me encomiendo mucho a sus oraciones y le pido su bendición..."

 

Asuntos financieros.

 

(227) El 15 de mayo, la señorita María Fournas, por testamento, cedió limpia y sencillamente la propiedad llamada de la Grange-Peyre, al Padre Champagnat. Tal propiedad está estimada en alrededor de 70 000 fr. El Marqués de Montdragon regaló al mismo tiempo, un terreno adjunto. Algunos piensan que la donadora había impuesto al Reverendo Padre la obligación de recibir varios pobres en el Hermitage. No es cierto. El Padre recibió, más tarde, un pobre demente llamado Corromp, un cojo de nombre Carlos Badois, y el viejo Chazele, zapatero, que luego tomó el hábito, con el nombre de Hermano Espiridión; pero los recibió por su propia voluntad. La propiedad citada fue vendida, como lo veremos más adelante, en 1853, en 75 000 fr. para ayudar a pagar la construcción de la Casa Madre, en Saint-Genis-Laval.

 

(228) El 12 de julio, en la oficina de la señorita Finaz, el señor Ginod y su esposa vendieron al Padre Champagnat, un terreno de 48 áreas, por 400 fr. pagados al contado.

 

El buen Padre fundó la casa de Peaugres.

 

(229) Después del retiro, para darse cuenta de la situación de su Congregación, escribió personalmente la larga nota que sigue: Peaugres no aparece, porque no fue fundada sino hasta septiembre.

 

(230) Situación de la Casa-Madre y de los establecimientos de los Hermanos de María.

 

(231) Casa Madre en Saint-Martin-en-Coallieux: tenemos en total 82 Hermanos, 10 novicios y 2 sacerdotes. La Casa Madre cuenta con 42 personas, Hermanos y novicios. (82 Hermanos y 10 novicios es el total del Instituto. La casa madre tenía 42 Hermanos y novicios. Quedaban, pues, para los establecimientos 50 Hermanos. El total de Hermanos indicados en los establecimientos es de 54)

 

(232) 1º.- La Valla, 2 Hermanos, únicamente en invierno, 90 niños, muy dóciles. La casa es demasiado pequeña; la remuneración es de 500 fr.. El mobiliario está en muy mal estado, estamos obligados a proveer en parte el mobiliario.

 

(233) 2º.- Marlhes, 2 Hermanos, en invierno; 60 niños. La casa pertenece al municipio; 300 fr de renta y asegurados por algunos habitantes. La casa está en mal estado, mal situada, las dos clases muy irregulares, sin patio de recreo para los alumnos.

 

(234) 3º.- Saint-Sauveur, 2 Hermanos, 80 niños; una casa y las clases bien acondicionadas y bastante amplias, que el señor Colomb-de-Gaste compró por su cuenta. El mobiliario de los Hermanos está bastante mal; los niños no son muy dóciles.

 

(235) 4º.- Bourg-Argental, 3 Hermanos en invierno y dos en verano; 125 alumnos, una casa y clases bien orientadas y cómodas que el señor de Pleyné, fundador del establecimiento, compró para esta obra. El municipio nos garantiza 1 000 fr. pero nada más entrega 800 fr. ,el resto proviene de retribuciones mensuales, o mejor dicho, no nos ingresan más que 930 o 940 fr. Es muy poco. El mobiliario que el municipio nos proporciona, está en estado lamentable.

 

(236) 5º.- Boulieu, 2 Hermanos, 100 niños; una casa bastante bien acondicionada, pero demasiado pequeña. Los 800 fr. casi siempre son pagados. El señor de Vogué coopera con una buena cantidad.

 

(237) 6º.- Chavanay, 3 Hermanos en invierno, 2 en verano; 110 alumnos, casa rentada en muy mal estado y casi sin mobil iario.Las retribuciones se pagan, excepto 200 fr. por mes escolar; este establecimiento funciona, por otra parte, bien; los alumnos son bastante dóciles.

 

(238) 7º.- Saint-Symphorien-le-Chãteau, fundada por el padre Roi, párroco, y el señor Noblet, alcalde;2 Hermanos, 105 niños, en extremo ligeros. El mobiliario en buenas condiciones; los Hermanos reciben una retribución reducida, desde hace tres años, a 650 fr.

 

(239) 8º.- Charlieu, 3 Hermanos, 147 niños; nada de casa. La villa entregaba 600 fr.desde la fundación, pero han sido suprimidos, el año pasado, por el alcalde, para entregarlos a un maestro de escuela mutua. Hasta entonces esta escuela no contaba más que con un edificio que no podía albergar más que 87 a 89 niños; casi sin mobil iario;80 niños gratuitos, por los que el señor cura da un franco por cabeza al mes; los niños muy ligeros.

 

(240) 9º.- Valbenoîte, 180 alumnos, 5 Hermanos, una casa demasiado pequeña, los niños son muy dóciles; el municipio da cualquier cosa, las retribuciones mensuales, completan el faltante.

 

(241) 10º.- Saint-Paul-en-Jarret, 3 Hermanos en invierno, 100 alumnos, un poco disipados; la casa y las clases muy amplias y bien acondicionadas, fundada por el padre Noailly, párroco; 200 fr y el producto de colegiaturas, hacen la suma de 950 fr. que recibimos anualmente; el mobiliario bastante mal; el establecimiento va mejorando.

 

(242) 11º.- Ampuis, 3 Hermanos, entre 120 y 130 alumnos, bastante dóciles, el mejor de nuestros colegios, en todo sentido; existe un donativo de 600 fr., el resto proviene de colegiaturas o bien, lo proporciona el señor cura.

 

(243) 12º.- Saint-Symphorien-d'Ozon, 2 Hermanos, entre 50 y 60 alumnos, bastante inquietos; la escuela no tiene otros recursos que las colegiaturas; casa en malas condiciones, mobiliario muy bueno.

 

(244) 13º.- Mornant, 3 Hermanos en invierno, 110 a 120 alumnos, bastante dóciles; buena casa, con clases muy bonitas, todo bien acondicionado, casi completo el mobiliario. Las retribuciones son pagadas casi con exactitud, por las colegiaturas, el municipio o la fábrica y el mismo señor cura.

 

(245) 14º.- Neuville, 3 Hermanos, 80 alumnos muy inquietos, muy disipados; casa bastante bonita; las retribuciones provienen de las colegiaturas o de la generosidad del señor Tripier, al igual que la casa. El mobiliario casi está completo, este establecimiento va mejorando, sin embargo, está amenazado.

 

(246) 15º.- Millery, 2 Hermanos, 50 niños bastante educados, casa bastante buena y amplia ; no tienen más recursos que las mensualidades y la generosidad del padre Desrosier, párroco de Saint-Pierre de Lyon; esta escuela es atacada de manera increíble; una escuela mutua acaba de abrirse en la localidad.

 

(247) 16º.- Sorbier, 4 Hermanos, 115 alumnos bastante dóciles, la casa y la escuela fueron fundadas por dos Hermanos que la atendían y que entraron a nuestra Sociedad, con todo lo que poseían; les dimos el hábito en las vacaciones pasadas y dos Hermanos para que les ayudaran; ninguna otra cooperación además de las mensualidades.

 

(248) 17º.- Terrenoire, 2 Hermanos, 90 niños, bastante dóciles, una casa demasiado pequeña y mal situada; el mobiliario será proporcionado en su totalidad; al igual que la remuneración, por el señor Génissieux, socio de la Compañía de fundiciones del Loira y de Isère.

 

(249) 18º.- La Côte-Saint-André, 5 Hermanos, 200 alumnos, de los cuales un buen número de internos o medio internos; la casa es amplia, bastante bien adaptada; esta escuela es un semillero de novicios, en menos de dos años, ha proporcionado 16 para la Sociedad.

 

(250) 19º.- Viriville, 3 Hermanos, 110 niños que prometen mucho, por sus excelentes disposiciones; la casa es amplia y será muy bonita cuando se termine de repararla; las mensualidades y la generosidad del señor cura, aseguran el sostenimiento.

 

Profesiones

 

(251) Los numerosos novicios que tomaron el santo hábito, durante este año, fueron: Hermanos Ligorio (Achard), Alfonso (Verchère), Leon (Achard), Germán (Richard), Justino (Champallier), Simón (Poinas), Juan Francisco (Ginier), Teófilo (Prudhomme), Régis (Noir), Macario (Burre), Ignacio (Just), Pothin (Courbon), María Nizier (Thomas) y María Jubin (Mériguet)

 

(252) Dos Hermanos fueron admitidos a la profesión, al finalizar el retiro, fueron los Hermanos Macario (Belin)[68] y Doroteo (Villelonge). Durante este año la muerte nos arrebató a los siguientes: Juan Pedro Champagnat, hermano del Fundador[69]; José Ducoin[70] y Juan Marnas de Marlhes[71]. Este Marnas había sido recibido por caridad, en el Hermitage.

 

La Ley Guizot

 

(253) En el mes de junio de este año, bajo pretexto de organizar la enseñanza primaria, los ministros propusieron, las cámaras votaron y el rey burgués promulgó, el 28 del mismo mes, una ley que iba a ser el principio de la enseñanza gratuita, laica y obligatoria.

 

(254) El brevet había sido opcional hasta entonces. Las autoridad es de los colegios o de las instituciones secundarias, incluso los párrocos de distrito, tenían derecho a proporcionar uno a quienes consideraran que lo necesitaban. Hemos visto que el señor Brut, por entonces director del colegio de Saint-Chamond, otorgó dicho brevet al Hermano Francisco. Queriendo tener uno, el buen Hermano Lorenzo, director de Tarentaise, lo solicitó al señor cura de Saint-Chamond. Este le envió una suma bastante complicada, recomendándole que sacara el total y que se la enviara de regreso. El Hermano podía haber hecho que otro se la hiciera. El mismo sacó la respuesta y el señor cura le expidió un brevet. La nueva ley no aceptaba los brevets anteriores, sino como de tercer grado. Instituyó comisiones departamentales integradas por miembros de la Universidad para conceder los brevets en el futuro. Los miembros de las Congregaciones tenían que pasar por las "horcas caudinas" de quienes tenían que hacer competencia.

 

(255) Los universitarios han abusado mucho de esta arma de batalla. Dicha ley imponía el brevet a todos los responsables de las escuelas, y un compromiso por diez años a los miembros de las congregaciones reconocidas por el Estado, para no verse obligados al servicio militar. La misma ley concedía un mínimo de 200 fr. a los responsables, y nombró un comité, en cada municipio, y otro en cada cabecera de distrito, así como inspectores para la vigilancia del cuerpo docente. Todo nuevo responsable debía ser aceptado por el comité municipal, nombrado provisionalmente por el comité de distrito, y definitivamente instalado por el Ministro de Instrucción Pública. Este nombramiento se demoraba a veces, más de un año, pero esta espera no ocasionaba la suspensión de los trámites.

 

(256) Esta ley ocasionó muchos dolores de cabeza a nuestros superiores y los obligó, a utilizar, con frecuencia, recursos ante la misma ley. Los doctrinarios, como se les llamaba en aquel tiempo, eran de por sí opuestos a los miembros de las congregaciones, y buscaban perjudicarlos. Sin embargo, eran menos tramposos que los oportunistas de nuestros días. La ley de 1833 respetaba todavía un poco los derechos de las familias y de los municipios, derechos que éstos se han apresurado a arrebatar, por leyes satánicas que han fraguado.

 


 

CUARTA ETAPA DE 1834 A 1840 (6 DE JUNIO)

 

Sumario: Ley sobre la enseñanza. Arreglos con el padre Mazelier. Misiones de Oceanía. Viajes y fatigas del buen Padre con miras a obtenerla autorización legal. Nacimiento de la Provincia del Norte. Vauban. Elección del primer Régimen. Testamento del Venerado Padre y su muerte.

 

1834

 

Secretaría.

 

(1) Desde sus orígenes, la Congregación no había contado con un secretario. Lo más ordinario era que el Reverendo Padre trataba verbalmente con los ayuntamientos o con los fundadores que le solicitaban Hermanos. La mayor parte de las cartas que escribió no se conservaron, ni las respuestas que le fueron dirigidas, al igual que los arreglos hechos para las escuelas. De tal suerte que nos hemos privado de documentos que serian de mucho valor, y sin duda alguna nuestros sucesores lamentarán esta laguna tan grande. El buen Padre lo comprendió, y para darle una solución, organizó la secretaría, nombrando un encargado d e guardar copia de las cartas expedidas, de las condiciones convenidas, en un registro destinado para tal fin. El secretario llevaba desde luego su registro, sin seguir un orden cronológico. Copiaba sin ningún orden los documentos oficiales de 1829, 1830, 1831, 1833 con los de 1834, etc. Tenemos razones de peso para creer que hubo cantidad de omisiones. después de esta nota que hemos creído hacer del conocimiento de los lectores, retomamos el hilo de nuestro relato.

 

Autorización legal. Carta al Rey.

 

(2) Como dijimos con anterioridad, la ley del 28 de junio de 1833 ordenaba que todo director de escuela privada u oficial, debía tener el brevet. Los jóvenes no podían quedar exentos del servicio militar más que con un compromiso de dedicarse a la enseñanza oficial durante 10 años. Los miembros de las congregaciones religiosas no reconocidas oficialmente, no podían ser admitidos a realizar dicho compromiso. Tales disposiciones ocasionaron un gran problema al piadoso Fundador. Comprendió que el reconocimiento legal le era del todo indispensable. Ya vimos que la autorización solicitada por Monseñor de Pins, había sido concedida, cuando la Revolución de 1830 destronó a Carlos X. El buen Padre reemprendió los trámites relativos a esta autorización. El 28 de enero escribió al rey Luis Felipe de la siguiente manera:

 

(3) "Señor, nacido en el distrito de Saint-Genest-Malifaux, departamento del Loira, no llegué a leer y escribir sino a costa de infinitas dificultades, porque carecía de maestros capaces. comprendí desde entonces la urgente necesidad de formar una Sociedad que pudiera, con menos gastos, proporcionar a los niños del campo, la buena educación que los Hermanos de las Escuelas Cristianas dan a los pobres de las ciudades. Elevado al sacerdocio, en 1816, fui enviado, como vicario, a una parroquia rural. Lo que vi con mis propios ojos, me hizo palpar, con mayor intensidad aún, la necesidad de poner en ejecución, sin más tardanza, el proyecto que tenía desde hacía largo tiempo. empecé, por lo tanto, a formar algunos maestros. Les di el nombre de Hermanitos de María, convencido de que este solo nombre, me atraería numerosos sujetos. Un éxito inmediato, en pocos años, ha justificado mis suposiciones y sobrepasado mis esperanzas.

 

(4) En 1824, con el permiso de Monseñor el administrador de la diócesis de Lyon, ayudado por este prelado y por las recias gentes de la región, construí, cerca de la población de Saint-Chamond, una casa muy amplia, para establecer en ella la escuela normal de la nueva sociedad. 72 sujetos de esta casa ya están trabajando en un buen número de municipios, sin contar los cuarenta novicios, muy entregados, que se preparan para seguir las huellas de los primeros. Para crecer y prosperar, esta naciente institución, cuyos estatutos adjunto, no necesita otra cosa más que la autorización requerida. El celo que su Majestad pone por la educación, me anima a hacerle esta humilde petición. ¿seria tan feliz, Señor, de poder contar con ella? Las numerosas solicitudes que me hacen de todas partes,[72] la aprobación de las autoridades locales, del señor prefecto del Loira y de varios honorables diputados, me muestran con sobra da evidencia, la armonía entre mis establecimientos y el espíritu del gobierno. La necesidad y los recursos de los municipios rurales, no me permiten dudar ni un instante, sobre el éxito de esta petición. Estoy, Señor, lleno de la dulce esperanza, d e que esta empresa, llevada a cabo sólo por el interés por mis conciudadanos, sea aceptada por su Majestad. Los Hermanos de María, al recibir de su real bondad una existencia legal, le quedarán eternamente agradecidos, y se unirán a mí para decirse siempre, de su Majestad, sus muy humildes ...

 

"ESTATUTOS DE LA SOCIEDAD.

 

(5) Art. 1.- Los Hermanitos de María tendrán por objetivo la instrucción primaria; además de la formación moral y religiosa, enseñarán la lectura, la escritura, los elementos de la lengua francesa, el cálculo y el sistema métrico, los elementos de geometría, el dibujo lineal, el canto y los elementos de historia y geografía. Seguirán, en la enseñanza, la nueva pronunciación y el método de los Hermanos de las Escuelas Cristianas[73]:

 

(6) Art. 2.- Se proporcionarán Hermanos a los municipios que los soliciten y que aseguren, a cada Hermano, una remuneración de 400 fr.

 

(7) Aunque por regla general no deben ir menos de dos, se podrá establecer una casa central de donde se separen uno por uno para ir a poblaciones cercanas.

 

(8) Art. 3.- Las escuelas serán gratuitas, sin embargo, los municipios podrán recibir una retribución mensual de los padres más acomodados para cubrir en parte, los gastos del establecimiento.

 

(9) Art. 4.- Cada establecimiento estará dirigido por un director local, que durará en el ejercicio el tiempo que el superior lo juzgue oportuno, pero podrá ser removido antes que llegue su sucesor.

 

(10) Art. 5.- Todos los establecimientos dependientes de la asociación, estarán sometidos a la inspección de las personas nombradas para la vigilancia de la instrucción pública.[74].

 

(11) Acaba de ser encontrada una copia de los estatutos mencionados arriba, en los archivos de la ciudad de Saint-Chamond. Según la misma, los estatutos quedaron aprobados el 28 de febrero del mismo año, por el Consejo real de la Instrucción pública, que no hizo más que unas modificaciones insignificante s. Por otra parte, tal reconocimiento, no significaba la autorización legal del Instituto.[75]

 

La vida en el Hermitage.

 

(12) Esta petición al rey burgués no le llegó mas que en parte, y veremos más adelante que los innumerables trámites, los fatigosos viajes y los grandes cansancios del piadoso Fundador, fracasaron ante la mala voluntad de los volterianos que gobernaban en Francia.

 

(13) Catorce Hermanos o postulantes habían sido ya enterrados en el pequeño cementerio de 5 metros de lado. Fue preciso hacer otro a un costado del primero, pero un poco más alto . El Padre Champagnat construyó con sus Hermanos un alto muro de contención del lado del río, que, junto con otros tres, forma el recinto del nuevo cementerio que tenía alrededor de 8 metros de largo por 6 de ancho. Juan Champagnat, de 5 años, sobrino del buen Padre, hijo de Juan Pedro, fue el primero en ser inhumado en este nuevo cementerio, el 29 de marzo de 1834.

 

(14) El 25 de abril, el padre Pompallier escribió al Venerado Padre, lo siguiente: "Padre Superior: Ya hace bastante tiempo que deseaba escribirle, sea para darle señales de vida, sea para hacerle un encargo del padre Cholleton.

 

(15) Desde luego, no ignora, sin duda, la catástrofe que alarmó no sólo esta ciudad, sino a toda Francia. Usted sabrá que Lyon ha sido durante 6 días, el teatro de la guerra civil con todos sus horrores. Día y noche se escuchaban los cañones y los fusiles. Nadie sabía lo que iba a pasar. Hubo una visible protección de Dios para con los cristianos pacíficos que no quieren ocuparse más que de su salvación y de sus deberes normales, sin tomar parte en tantos conflictos políticos que trastornan el juicio. Ningún accidente tuve ni en mi persona ni en mi familia ni en el internado de la Favorita, en donde he permanecido todo el tiempo. Confesé a todos los habitantes de la casa entre el ruido de los cañones. Todos los ejercicios se realizaron como de costumbre. Únicamente dos personas, estaban, por turno, en adoración ante el santísimo Sacramento.

 

(16) Varias veces al día, daba algunos consejos espirituales en la capilla, y se hacían oraciones adecuadas a las circunstancias. Gracias sean dadas a la misericordia de Dios y a la protección de María. Nadie molestó la casa, aunque está al lado del fuerte San Ireneo. Únase, le suplico, con todos sus Hermanos, a nuestro agradecimiento, para que nunca me haga indigno de la bondad de Dios y de la protección de nuestra Madre común".

 

(17) Por un acta de contrato privado, los Hermanos Casiano y Arsenio, vendieron al Padre Champagnat la casa con sus dependencias, el terreno y el mobiliario que poseían en común, en Sorbier, mediante 10 000 fr. que reconocieron haber recibido, de esta manera: El Hermano Casiano 3 500 fr. y el Hermano Arsenio 6 500 fr.

 

(18) El 12 de junio del mismo año, ante la se ñora Berger y su colega, notario de Saint-Chamond, los citados entregaron en renta vitalicia al padre Champagnat, quien aceptó, la suma de 15 000 fr. con las condiciones siguientes: 1) una renta anual de 1 000 fr. en un solo pago; 2) un alojamiento conveniente para los dos donadores, en la construcción de la Grange-Peyre; 3) el derecho a la huerta y el tránsito en la propiedad de la Grange-Peyre; 4) una hipoteca de los citados 15 000 fr. sobre dicha propiedad.

 

(19) En caso que los dos propietarios no hubieran hecho profesión a continuación, la renta hubiera resultado muy pesada para el Padre Champagnat, ya que los dos vivieron largos años. Disposiciones sobre las vacaciones.

 

(20) El piadoso Fundador, dirigió este año, la siguiente circular a todos sus Hermanos: "Nuestros muy queridos Hermanos. Deseo que Jesús y María sean para siempre su único tesoro; si hacen tanto progreso en la perfección, como lo deseo, harán muchos. Se acercan los días de vacaciones, tiempo precioso, bajo todos aspectos, es decir, de alma y de cuerpo.

 

(21) 1º Las vacaciones iniciarán, como los años anteriores, el 15 de septiembre hasta el 15 de octubre. 2º Deseamos que todos lleguen a más tardar, el lunes. 3º Pensamos partir, dentro de poco, a Roma; es necesario que toda la Sociedad contribuya al éxito de esta empresa, por la oración y por un redoblamiento de fervor; se recitará, hasta el regreso de los que van a estar cerca de su Santidad: 1.- El Ave maris stella; 2.- El Venid Santo Espíritu y la oración 4º Al venir de vacaciones, se suplica a todos, traer lo siguiente: 1- todas las gramáticas que están al servicio y uso de los Hermanos; 2- un certificado de buenas costumbres, de parte del alcalde y otro de buena conducta; 3- una hoja escrita al principio de año de cada alumno; * Nota: La copia más antigua señala una de Pascua y otra de fin de año. En dicha copia, como también aquí, falta el 4, y el 5 y 6 están invertidos. Archivos de los H. M.) 5º su brevet, el acta de bautismo, etc. 6º todas las aritméticas, los modelos o escritos que cada Hermano pueda proporcionar; 7º todos los objetos de uso personal; 8º el libro de cuentas, la situación del establecimiento, así como lo que pudiera deber el municipio. Los Padres Maristas en Valbenoite.

 

(22) Los Padres Maristas se habían establecido en Valbenoite años atrás hasta que sigue, escrita por el Padre Champagnat, el 8 de septiembre de 1834, nos dice que no tuvieron buenos resultados allí, que buscaban otro lugar, que no contaban todavía con ninguna residencia regular, y que la falta de unidad entre ellos amenazaba la existencia misma de la Sociedad.

 

(23) "Señor Vicario General, Hubiera deseado mucho haberlo visto con ocasión de su paso por Saint-Chamond, y tener así una respuesta a mi carta. Reitero aquí todos los ofrecimientos que tuve el honor de hacerle de viva voz, en favor de mis cohermanos, si vinieran a Grange-Payre. Cedería todos los beneficios económicos de esta propiedad que alcanzan los 15 000 fr. y el disfrutar del edificio, al que yo le haría las primeras reparaciones. Veo con toda claridad, y sin lugar a duda, que la obra de los Padres en Valbenoite se va a pique, porque está en una posición completamente equivocada. No existe ningún sacrificio que no esté dispuesto a hacer por el éxito de mis cohermanos. El anhelo de poseer echará todo a perder; Dios me libre de juzgar a mis cohermanos. Su desinterés, y su entrega me edificaron profundamente durante todo el tiempo que estuvieron cerca de mí; pero sí deseo protestar contra los que les lanzan invectivas. Aquellos, a quienes Jesucristo les da diariamente con tanta liberalidad su cuerpo, su sangre, ¿pueden tener algún temor de que les negaría lo que concede en abundancia a los más viles animales ? Dios mío, nunca permitas que semejantes gentes ingresen algún día en la Sociedad de María.

 

(24) No solicite nada al Consejo de Monseñor[76]; pida únicamente que nuestros Padres puedan reunirse todos en una casa de retiro, independiente de cualquier tipo de ministerio, ocupándose en trabajos adecuados a su posición, bajo la dirección del menor de los Colin, si Monseñor tiene a bien el concedérnoslo. Muy pronto, Señor Vicario General, muy pronto usted podrá ver acrecentarse nuestro número; la desunión ha echado todo a perder, la unión devolverá lo perdido, de donde resultará la gloria de Dios. Le prometo de nuevo que no dejaré faltar de nada a mis cohermanos, aunque fuera necesario vender hasta mi última camisa; se lo digo con lágrimas en los ojos. Usted lo sabe mejor que yo, el pez no puede vivir mucho tiempo fuera del agua. No hay más que el retiro y la meditación de las grandes verdades, que puedan mantener el espíritu religioso. El Padre Douillet. Carta del 14 de septiembre de 1834

 

(25) El padre Douillet, creyendo que el Padre Champagnat le había prometido emplear en la diócesis de Grenoble, todos los sujetos que le llegaran de esa diócesis, y que no había cumplido con su promesa, le escribió así el 14 de julio:

 

(26) "Señor Superior: Aprovecho el viaje de los Hermanos para presentarle mis humildes respetos, y para comentar sobre la promesa en la que me he basado para actuar. Le suplico tenga presente que ni usted ni yo, podemos echarnos para atrás, sin comprometer seriamente los intereses de la Sociedad de María ante las miradas de toda la diócesis. Todo marcha bien hasta ahora, pero es indispensable establecer, para la próxima fiesta de Todos los Santos, una casa en Sassenage. Tendré el honor de presentarle de viva voz, las perentorias razones que le obligan a no retardar las esperanzas de esta región. Los novicios abundan, ya tenemos la prueba en la Côte, etc.

 

(27) En fin, le suplico me prometa dos Hermanos para Sassenage y se dará cuenta, padre Superior, que el buen Dios, etc. Espero su pronta respuesta, antes de que vaya al retiro diocesano, en donde pediré, espero que con éxito, por los hijos de María, si puedo confirmar la promesa de este indispensable establecimiento.

 

(28) Me reservo el hablarle de los nuevos novicios que han partido para el Hermitage, y de los arreglos hechos con sus padres. Le puedo asegurar que no vivo más que por sus Hermanos, y creo que es el momento de la gracia. Lo único que lamento, es el no estar a la altura de esa obra tan hermosa. Personalmente veo las cosas de la misma manera que usted, pero, hay que tener en cuenta las necesidades de los lugares. Cuento con su última promesa; por mi parte le prometo que estaré pendiente en adelante, para que todo esté listo, sin lo cual no podrán venir los Hermanos. El escarmiento de Viriville no será inútil, aunque no haya sido demasiado fuerte; creo que este establecimiento no puede ir mal bajo la dirección del señor cura Cussier.

 

(29) El Hermano Luis María, todavía se encuentra un poco débil, me ha parecido prudente aconsejarle que no salga mañana; el Hermano Justo le hará compañía. No descuidaré nada de lo que pueda ser útil para el pobre Boiton[77] a quien aprecio como usted, porque también creo que podrá ser útil. Ore, por favor, para que haga un buen retiro. Había pensado ir a hacerlo al Hermitage, en lugar de tomar parte en el de Grenoble. Soy de usted..."Sueño del Padre Champagnat.

 

(30) El Reverendo Padre tuvo un sueño muy singular durante la noche: Lo contó así al Hermano Juan Bautista, de quien tenemos el relato: "Me parecía estar en la terraza del noviciado que domina la casa del Hermitage, cuando percibí un grupo de hombres que veían de Saint-Chamond, vestidos, mitad Hermanos, mitad soldados. Este tipo de Hermanos, al pasar al lado de la casa, trataban de derrumbar el edificio, llevándose cada uno una piedra. Muy pronto las paredes llenas de boquetes, y muy dañadas, se vinieron abajo; el techo se desplomó y la casa no fue mas que una inmensa ruina. Inútilmente me oponía al trabajo destructor de estos hombres; me respondían que una piedra más o una piedra menos, no ocasionarían ningún perjuicio al edificio, y que no añadiría ni quitaría nada a la solidez de la construcción. Llegados al centro del jardín, que como todos saben, está al sur de la casa, estos Hermanos se deshacían de las piedras lanzándolas a la cabeza de los Hermanitos, que estaban trabajando en ese lugar, de suerte que un gran número de ellos quedaron muertos por esta nube de piedras arrojadas sobre ellos. Los Hermanos soldados, siguiendo su camino a lo largo del río, se perdieron en un valle estrecho lleno de humo al final del cual se encontraba un abismo.

 

(31) Este es el sueño, tal como lo tuve, y repito, que aunque por lo general no creo en los sueños, no puedo olvidar ni quitar de mi memoria la profunda impresión que me produjo. Tómese 8 días para reflexionar sobre esto y luego me dará su opinión".

 

(32) Pasados los 8 días, el Hermano Juan Bautista habló al Padre de la siguiente manera: "Lo que yo pienso de sus sueños, Padre, es esto: Esos hombres altos y fuertes, vestidos mitad Hermanos y mitad soldados, que arrancaban a pesar suyo, cada quien una piedra de la casa, son para mí, la imagen de los Hermanos directores mundanos, que, habiendo perdido el espíritu de su estado, no se preocupan por el cumplimiento de la Regla, abren la puerta a los abusos y hacen a un lado todo lo que les causa alguna molestia en la vida religiosa. Las piedras que ellos mismos arrojaban a los Hermanitos, me representan los Hermanos directores irregulares y que cometen abusos, que abandonan sus Hermanos a sus caprichos, les permiten vivir sin cumplir la Regla, haciéndoles imposibles las prácticas religiosas, y que con sus malos ejemplos, los pierden y matan la vocación y sus almas. El abismo, en el que se precipitan estos Hermanos soldados, representa el mundo y sus desórdenes, en los que van a arrojarse los religiosos apóstatas, después de haber hecho mucho mal a sus cohermanos, por sus malos ejemplos. Si nuestro Instituto desaparece, será por la negligencia de los superiores en hacer observar la Regla, y por los mal os ejemplos que darán a sus inferiores". - "Querido Hermano, dijo el buen Padre, la interpretación que usted da a mi sueño, está plenamente de acuerdo con lo que personalmente he pensado".

 

(33) Nosotros personalmente, creemos que no debemos relegar este sueño a la categoría de alegorías fantasiosas. Profesiones, muertes y fundaciones.

 

(34) Los Hermanos, cuyos nombres señalamos a continuación, fueron admitidos a revestir el hábito religioso durante este año: Hermanos Flaviano (Chomas), Dositeo (Vialleton), Paulino (Tranchant), Isidoro (Petit), Teodoreto (Champagnat) sobrino del Padre, Pacomio (Roux), Moisés (Souet), Roman (Deville), Ignacio (Jeury), Saturnino (Boutte) y Luis Gonzaga (Guette).

 

(35) Once Hermanos fueron admitidos a hacer su profesión según la fórmula en uso: Hermanos Miguel (Colomban), Denis (Bron), Arsenio (Fayol), Casiano (Chomat), Ligorio (Perret), Teófilo (Prudhomme), Luis María (Labrosse), Francisco María (Convert), Brunier (Bertinier) y Pedro María (Pérenon).

 

(36) Algunos parientes del venerado Padre, dos Hermanos y un postulante, siguieron al pequeño Juan Champagnat en el nuevo cementerio; fueron los Hermanos Vicente (Barnait), Teodoreto (Fayasson), Claudio (Claperon), María Champagnat, de 14 años de edad, y Bartolomé Champagnat, de 18 años; este último hizo profesión antes de morir.

 

(37) Este año se fundaron los establecimientos de Lorette, Sury-le-Comtal, Saint-Genest-Malifaux y Vienne.

 

(38) Para atenuar el mal realizado por la escuela mutua de Vienne, que tenía 200 alumnos, pero sin ningún cuidado del aspecto religioso, el padre Michon, cura de Saint-André-le-Bas, solicitó tres Hermanos, para una escuela privada de paga. El Padre le envió al Hermano Juan Pedro y otros dos. La escuela mutua pronto se vio afectada y los Hermanos llegaron a contar con 140 alumnos. El Hermano Juan Pedro fue reemplazado por dos ex-hermanos, que buscaron las alabanzas humanas y no la gloria de Dios. A petición del padre Michon, le fue devuelto el Hermano Juan Pedro. El padre Guttin, arcipreste y cura de Saint-Maurice, pidió Hermanos. La falta de tacto del Hermano Juan Pedro hizo fracasar esta solicitud[78]. Por despecho, el padre Guttin mandó llamar Hermanos del Bienaventurado La Salle, que abrieron una escuela gratuita, perjudicando la nuestra. Para no estar en competencia con ellos, el buen Padre clausuró la casa en 1837. Saint-Genest-Malifaux.

 

(39) El primer director de la casa de Saint-Genest, fue el Hermano Pedro María, que había cursado en gran parte la carrera eclesiástica. Con más celo que prudencia, en el reclutamiento de vocaciones, consiguió media do cena de postulantes de una sola vez, pero que pronto se volvieron, casi todos, a sus montañas. Seis años después, se contaban hasta 12 los salidos al mismo tiempo, de Saint-Genest. Sólo perseveraron los Hermanos Eutimio, Bassus, Juan y Bazin: la calidad, es cierto, compensaba con creces la cantidad, pero los desertores hicieron mucho daño que se hubiera podido evitar, dejándolos en sus casas.

 

(40) Yo dirigí por entonces este puesto, después del Hermano Pedro María y del Hermano Andrónico. Tuvo lugar un acontecimiento que vale la pena ser narrado aquí. La escuela ocupaba un local alquilado por el ayuntamiento, cuyo propietario, un tal Courbon, había muerto 6 años antes. Según parece no se había celebrado ninguna misa por su eterno descanso durante este tiempo. Uno de sus hijos, escribano del notario Baleydier, tenía su habitación en la casa, no pasaba allí más que las noches. Teníamos un buen número de internos. Varios de ellos nos hicieron comentarios, cierto día, de unos ruidos misteriosos y espantosos durante la noche. Pasamos la noche en su dormitorio y no oímos absolutamente nada. Nos aseguramos de que las puertas y las ventanas no fueran las causantes de tales ruidos, al igual que cualquier otro agente natural. Además, el tiempo estaba muy tranquilo.

 

(41) La noche siguiente, a eso de las 11 horas, escuchamos unos ruidos, a igual que la mayoría de los niños que se habían despertado. Se escuchaban claramente en dos departamentos contiguos, pero sin comunicación entre ellos, situados bajo el dormitorio. El ruido era parecido al de un martillo sobre una placa metálica. Se escuchaba a intervalos de 30 segundos, un golpe en uno de los departamentos, y otro, al extremo del otro departamento. Luego de asegurarnos de dónde procedían, tomamos una lámpara y bajamos lentamente, descalzos, aunque era invierno, a la puerta de las habitaciones en cuestión. Estaban intactas, cerradas con llave, y por ningún motivo podrían hacer ruido. Las ventanas no tenían mamparas. Permanecimos allí cerca de diez minutos, sin escuchar nada. El hijo de Courbon roncaba en otro cuarto. El frío nos hizo subir al dormitorio y nos metimos en la cama. Al cabo de unos cuantos minutos, el ruido volvió a empezar como antes, durando alrededor de una hora. Tuvimos que tranquilizar a los alumnos que estaban, casi todos, despiertos y asustados.

 

(42) Al día siguiente, comunicamos lo sucedido al hijo del señor Courbon. El no oyó nada ni nos contestó nada. Era un sábado. El relajo reinició l a noche siguiente y empezamos a temer que los internos pidieran a sus padres que los sacaran de esa casa, al ver lo espantados que estaban. Alguien mandó celebrar unas misas por el propietario difunto, anunciándolas desde el púlpito. Este anuncio nos sorprendió. Lo que siguió, fue que ningún interno se retiró, y los ruidos cesaron definitivamente.

 

(43) De ninguna manera somos supersticiosos ni demasiado crédulos, pero presentamos este hecho a los que se glorían de no creer en aparecidos. Prosperidad del Instituto.

 

(44) La escuela de Lorette fue fundada por los señores Thiollière y Neyrand, para los hijos de sus obreros. El Hermano Pío, un veleta, fue el primer director. Su ayudante era el buen Hermano Juan. Lorette no tenía todavía iglesia, y los dos Hermanos iban a oír misa a Saint-Genest-Terrenoire, el jueves, y los domingos llevaban a la misma iglesia a sus alumnos. Con gusto, unos y otros, se hubieran evitado este ejercicio de gimnasia.

 

(45) El primer director de Sury fue el buen Hermano Crisóstomo.

 

Asunto Querbes.

 

(46) El padre Pompallier todavía estaba en el Hermitage. El Instituto prosperaba en todo sentido. Los novicios eran numerosos. Los Hermanos se iban formando. Había excelente espíritu y permanecían muy unidos a su piadoso Fundador. El padre Pompallier, sin embargo, no tenía la misma opinión, ni aprobaba la conducta del Padre Champagnat, censuraba y criticaba su administración, al igual que la dirección que daba a los Hermanos. Según su parecer, el Instituto estaba condenado al fracaso en sus manos; su convicción, a este respecto, era tan firme, que se creyó obligado a comunicar sus sentimientos y temores al Arzobispo. "El Padre Champagnat, le dijo, a pesar de su piedad y su virtud, no tiene las cualidades necesarias a un buen superior de comunidad; ni siquiera es capaz de llevar bien la correspondencia, ni de instruir a sus Hermanos, tratar con los fundadores de las escuelas y dirigir adecuadamente un noviciado. Por otra parte, no se ocupa para nada de esto, y emplea casi todo su tiempo, en construir y en demoler la montaña; de donde se deduce que los Hermanos no están suficientemente formados en la piedad y en las virtudes religiosas, ni en los conocimientos necesarios a maestros".

 

(47) El padre Pompallier nació en Vourles[79]. Conocía muy bien al padre Querbes, cura de esta parroquia, quien Había fundado los Clérigos de Saint-Viateur. Esta congregación era poco numerosa. Sus miembros, como su nombre lo indica, se ocupaban tanto de las sacristías como de las escuelas. Iban de uno en uno, vivían y se alojaban en los curatos. Su Regla estaba todavía en germen.

 

(48) Su vestimenta no había sido aún determinada; eran un tanto burgueses y un tanto eclesiásticos. Sin embargo, el padre Pompallier estaba persuadido que esta pequeña congregación tenía bases muy sólidas y un brillante porvenir. Insistió, pues, a Monseñor, para que obligara al Padre Champagnat que uniera sus Hermanos a los Clérigos del padre Querbes. Ponía tanta seguridad en lo que afirmaba, parecía haber estudiado tan profundamente el asunto, que el Arzobispo cayó en la trampa. Llamó al buen Padre y lo comprometió seriamente a llevar a efecto el proyecto del padre Pompallier.

 

(49) "Su congregación se hace numerosa, le dijo. No está autorizada por el gobierno ni obtendrá tal autorización. Los Clérigos de Saint-Viateur cuentan con una ordenanza real, desde 1823[80]. Usted salvará así su obra, uniéndola a la del padre Querbes".

 

(50) El buen Padre, sumamente extrañado de tal proposición, que de ninguna manera esperaba, respondió: "Monseñor, tanto yo como mis Hermanos estamos en sus manos, y Su Grandeza puede hacer con nosotros lo que le plazca. En cuanto a la fusión que me propone, no la juzgo necesaria para exentar nuestros sujetos del servicio militar, teniendo en cuenta que la Providencia nos ha provisto de un medio para sacarnos de este apuro. Esta unión, a mi parecer, será la ruina de nuestro Instituto, y probablemente causará también la de los Hermanos de Saint-Viateur, por la sencilla razón de que las dos congregaciones tienen un espíritu completamente distinto, otro sistema de colocaciones, de sujetos, de condiciones para las fundaciones y Reglas muy diferentes. Proponer a nuestros Hermanos abandonar sus Reglas, su hábito, su método de enseñanza, su modo de vivir, para adoptar los de otra comunidad, cualquiera que sea, es perderlos y arrojarlos al mundo. Conociendo la situación como está, no creo, Monseñor, que pueda, en conciencia, prestarme a tal determinación. Si Su Excelencia lo ordena, dejaré hacer, me resignaré, ese es mi deber; pero tiemblo al sólo pensar en las consecuencias".

 

(51) Monseñor insistió; trató de refutar las razones del Padre Champagnat; no pudiendo convencerlo, lo despidió, diciéndole que reflexionara sobre este asunto. Uno de los vicarios generales trató de hacerle aceptable el proyecto del padre Pompallier: tampoco tuvo éxito. En el arzobispado hubo un ambiente de frialdad hacia el buen Padre. "Este bueno de Champagnat, decían, es un santo, pero es muy terco, y está dañando a su comunidad por sus maneras de ser tan especiales".

 

(52) Mejor informado, Monseñor cambió de parecer, reconoció que dicha fusión hubiera si do la ruina de las dos congregaciones y alabó públicamente la firmeza del Padre Champagnat.

 

(53) De esta manera escapó el Instituto a la más terrible de sus pruebas, y el buen Padre quedó de allí en adelante, libre de este tipo de problemas.

 

(54) Des ilusionado por su fracaso, o comprendiendo que había tomado el camino equivocado, el padre Pompallier regresó al internado de la Favorita, dirigido por los Padres Maristas. Puso mucho celo en hacer reconocer dichos Padres por la Santa Sede y obtener para ellos las misiones de Oceanía.

 

(55) Fue reemplazado en el Hermitage por los padres Servant y Terraillon. El piadoso Fundador Había decidido a este último a ingresar en la Sociedad de los Padres Maristas.[81]

 

Falsas vocaciones.

 

(56) El autor de la vida del piadoso Fundador ha relatado varios hechos manifestando la sagacidad del buen Padre en descubrir las falsas vocaciones. Se podrían multiplicar los ejemplos. Entre los acontecimientos no relatados, y que queremos narrar aquí, hay uno que tuvo lugar después de 1834. Nos lo relata el Hermano Alberto, que fue testigo presencial. Helo aquí en pocas palabras: Un joven, muy amanerado y tratando de parecer devoto, fue recibido en el noviciado. Sus condiscípulos fácilmente lo hubieran tenido por un santo. En aquel tiempo los novicios estaban dedicados al trabajo manual la mayor parte del día. Cierta ocasión, al dirigirse al trabajo, y creyendo que nadie lo veía, se puso a sopesar los instrumentos de trabajo buscando el menos pesado. Viéndolo desde su cuarto, el Padre Champagnat lo mandó llamar y lo despidió de inmediato. Apenas se Había retirado, llegó la policía para apresarlo. Era un ladrón.

 

(57) Este estafador nos trae a la memoria otro de quien conocimos sus artimañas. Se presentó al Hermano Esteban, director de Bougé-Chambalud, haciéndose pasar como postulante que había sido enviado por el Hermano Luis María, y que debía alcanzarlo allí dos días después. Fue muy bien recibido, se mostró muy piadoso y nombró a los principales Hermanos del Hermitage así como sus empleos. El tercer día, logró apoderarse de la bolsa del Hermano Esteban y desapareció. Se dirigió a Saint-Lattier, en donde el astuto Hermano Vicente rehusó recibirlo como alumno: tenía 25 años. Luego se presentó en la casa de los Hermanos de San Gabriel, en M...[82]. Lo admitieron al noviciado, recibió el hábito y fue destinado a un lugar de donde se escapó al poco tiempo, llevándose el brevet del Hermano Directo r y 400 fr.

 

(58) Después de estos dos robos, se presentó en Saint-Paul, fue recibido en el noviciado, jugando tan bien su papel, que el padre Codina, capellán, propuso que lo admitieran a la comunión frecuente, pasando la mayor parte de sus descansos, platicando de cosas espirituales con él.

 

(59) Habiendo recibido el hábito, fue destinado a Courthézon. Después de su partida, los relatos de los novicios dieron que pensar sobre la validez de su brevet. Se lo pidieron por un emisario. Negándose a enviarlo, el Hermano Director tuvo que valerse de artimañas para conseguirlo. Luego condujo su hombre a Montdragon, en donde el Hermano Director que lo había visto en Bougé, lo reconoció y lo hizo detener, haciéndole confesar sus robos. Se pueden leer los detalles relativos a este ladrón, en los anales de Montdragon.

 

1835

 

La Côte-Saint-André.

 

(60) La Congregación contaba con 24 escuelas, comprendidos los pequeños internados de la Côte, de Valbenoite, de Neuville y de Millery, q ue estaban en formación. 80 Hermanos estaban trabajando en las casas. El Hermano Luis María era director de La Côte; el Padre Champagnat lo mandó llamar. El padre Douillet reclamó. Al regresárselo, el buen Padre le escribió: "Apreciado cohermano, le regreso al Hermano Luis María, como lo solicitó. Ojalá que Dios no me pida cuentas de esto. Abandono, por decirlo de alguna manera, a mis propios hijos para ir en ayuda de los extraños. No se lo dejaré más que un mes o dos: Sírvase no retenerlo cuando lo llame...

 

(61) El Hermano Luis María será el director de toda la casa; al llegar, de acuerdo con usted, hará el inventario de todo el mobiliario y de las provisiones; tomará nota del dinero que reciba, y se entenderá con los padres; después, tendrá el cuidado de entregárselo a usted fielmente. En estos arreglos, deseamos la tranquilidad de la Sociedad y no el dinero; persuadidos de que si Dios está contento con nosotros, no nos dejará carecer de nada. Creemos que usted aceptará de buena gana este proyecto, que nos confirma su sincero aprecio por la Sociedad. Es de suma importancia para nosotros que el Hermano no se dedique a la clase, sino que nombre a alguien que la atienda, de la mejor manera posible, para que su cambio no cause ningún tipo de problemas.

 

(62) La hermana Marta, no realizará ninguna clase de vigilancia sobre los Hermanos, ni sobre su alimentación, ni entrará en la casa; el botiquín estará, como en un principio, en manos de los Hermanos". El padre Douillet había mantenido a los Hermanos, hasta entonces, bajo su tutela y la de la tal Hermana Marta; es lo que no deseaba el Padre Champagnat, y a lo que el Hermano Luis María supo hacerlo renunciar.[83]

 

 

 

Instrucciones: Vida religiosa.

 

(63) El piadoso Fundador siguió dando numerosas y sólidas instrucciones, sabios consejos y excelentes directivas a sus Hermanos. No podemos privarnos del gusto de citar aún, algunos fragmentos:

 

(64) "¿Cómo pueden estar contentos, cómo pueden gozar de paz, cuando abandonan sus ejercicios de piedad? ¿No saben que la meditación, la santa misa, el oficio, el rosario, la lectura espiritual son el consuelo de los buenos religiosos y que es imposible ser felices en comunidad si los descuidan? Cuando alguno de ustedes no ha podido tomar sus alimentos con sus Hermanos, no se les olvida comer después, y aunque estén muy ocupados, siempre encuentran tiempo de dar a su cuerpo el alimento que necesita, ¿Por qué no hacen lo mismo con su alma?

 

(65) Si la tierra, según la expresión del profeta, está llena de desolación y de crímenes, es porque los hombres no piensan en la ley de Dios, y porque hay muy pocos hombres de oración en las comunidades, por lo que hay tantos abusos, tantos defectos y que se encuentran tan pocas virtudes sólidas. Si son fieles en hacer su meditación, respondo de su salvación, y les aseguro que tarde o temprano, llegarán a ser buenos religiosos. No se cosecha más que lo que se ha sembrado; si la semilla es de trigo, se recogerá trigo, si se siembra cizaña se cosechará cizaña. Si no se cultiva nada, no producirá más que maleza.

 

(66) Los Hermanos son los auxiliares y cooperadores de los pastores de la Iglesia. Un Hermano debe ser el ángel de la guardia de sus alumnos. Instrucciones: los Hermanos que no le agradaban .

 

(67) No me gustan los Hermanos predicadores, pues hacen parodias de los sermones en vez de dar el catecismo, como deberían hacerlo.

 

(68) No me gustan los Hermanos bonachones, porque carecen de dignidad, acarician a los niños y dañan su carácter.

 

(69 No me gustan los Hermanos verdugos que maltratan a los alumnos.

 

(70) No me gustan los Hermanos enfermos de los codos, por 4 razones: 1- no son aptos para la vida religiosa que es una vida de trabajo; 2- la ociosidad es la madre de todos los vicios; 3- desagrada a Dios; 4- el Hermano ocioso es una carga para todo el mundo.

 

(71) No me gustan los Hermanos servidores. Miran al superior como un policía; consideran a sus Hermanos como extraños; permanecen indiferentes a los intereses de la Casa; viven en religión como si estuvieran en una prisión, y sus intereses están en otra parte.

 

(72) No me gustan los Hermanos lunáticos, pues son de los que habla el Espíritu Santo, cuando dice: "Los insensatos cambian como la luna". Esta clase de personas no están apegadas a su vocación andan cojeando toda su vida.

 

(73) No me gustan los que van a buscar consejos a Egipto, en lugar de solicitarlos a los que Dios ha puesto para guiarlos.

 

(74) No me gustan los Hermanos orgullosos, vanidosos; todo mi cariño es para los Hermanitos que se ocultan como la violeta y ocupan en todas partes los últimos lugares. Instrucciones: vida apostólica.

 

(75) Yo soy más ambicioso que la madre de los Apóstoles Santiago y Juan, que no quería para sus hijos más que un primer lugar. Yo pido tres para cada uno de mis Hermanos: el primero en el establo de Belén, el primero en el Calvario y el primero ante el Tabernáculo.

 

(76) Ver a Dios ofender y las almas perderse, son para mí dos cosas insoportables y que me hacen sangrar el corazón.

 

(77) El demonio utiliza sobre todo tres tentaciones para perder a las almas: la tentación contra la pureza, contra la vocación y contra Nuestro Señor, que es la gran tentación.

 

(78) El que descuida el aviso fraterno, comparte la falta de su Hermano, ya que no habría ladrones si no hubiera recelosos.

 

(79) Un Hermano puede ser buen religioso, con un carácter desagradable, que hace sufrir a sus cohermanos y perjudica la unión fraterna; Dios permite estos defectos para ejercitar nuestra paciencia y la caridad de nuestros cohermanos. Para lograr la unión perfecta en una comunidad, cada uno de sus miembros debe esforzarse en practicar la indulgencia, la disimulación caritativa, la compasión, la santa alegría, la suavidad de espíritu, la solicitud hacia sus Hermanos, la afabilidad, la urbanidad, la honestidad, la condescendencia, la entrega al bien común y la paciencia.

 

(80) Un catecismo bien dado, a mi modo de ver, es 1- un catecismo bien preparado por el estudio; 2- bien regado por la oración; 3- sostenido con el ejemplo; 4- puesto al alcance de los niños por un buen método y un celo industrioso.

 

(81) Es vergonzoso en un Hermano, el que no conozca suficientemente la religión. Un Hermano no puede descuidar el estudio del catecismo sin hacerse culpable, y la negligencia en este aspecto, es una falta que encierra terribles consecuencias.

 

(82) El que no vive como religioso, no morirá en religión."

 

(83) La exactitud de esta máxima, que el piadoso Fundador citaba con frecuencia a los Hermanos, se había manifestado y a en varias ocasiones entre nosotros; es de creer que lo siga haciendo en el futuro. Vida litúrgica de los Hermanos.

 

(84) El Reverendo Padre quería que sus Hermanos se afianzaran en su vocación, y que no se afiliaran a ninguna cofradía extraña al Instituto. Con frecuencia les recomendaba la devoción a las almas del purgatorio, a los santos patronos, a los ángeles de la Guarda, a San José, a la Buena Madre y sobre todo a Nuestro Señor, en el establo de Belén, en el Calvario y en la divina Eucaristía. Quería que los Hermanos oyeran cada día la misa, que llevaran a los alumnos todos los días de clase, y que hicieran con ellos una visita al Santísimo Sacramento, después de la clase de la mañana. Quería que los Hermanos se prepararan a las fiesta s de la Santísima Virgen, con una novena y por el ayuno, que celebraran las cinco fiestas principales, así como las de Nuestro Señor, con toda devoción y toda la solemnidad posibles.

 

(85) El mismo practicaba estas recomendaciones que hacía a los demás. Desde que la comunidad contó con una capilla, a pesar de la pobreza de la casa, el venerado Padre se propuso que estuviera adornada lo mejor posible. El Hermano Estanislao, sacristán, le prestaba una valiosa ayuda en este aspecto, por su celo, su cuidado, y por los ornamentos que conseguía con algunas almas caritativas. Desde hacía diez años, el Altar del Jueves Santo, el Nacimiento en Navidad y las procesiones del Santísimo Sacramento, se desarrollaban con una gran solemnidad. Durante el canto del invitatorio y del Te Deum, la noche de Navidad, los Hermanos pasaban de dos en dos, con toda piedad, a adorar al Divino Niño en el pesebre. Los altares del Jueves de Corpus, eran sencillos, pero de muy buen gusto. Durante toda la cuaresma el tema de las meditaciones era tomado de la Pasión de Nuestro Señor. El buen Padre exigía un perfecto silencio y un aumento de fervor, durante la semana santa, sobre todo el viernes santo. Pedía que se cantara el oficio de Tinieblas, y como los Hermano s tenían por lo general, pocas cualidades, el peso del canto recaía sobre él.

 

Condiciones de admisión.

 

(86) En marzo del mismo año, el Padre Champagnat escribió al padre Colin, Superior General, para hacer de su conocimiento las condiciones de admisión al noviciado del Hermitage, y las preguntas que tenían qué contestar los postulantes antes de ingresar. Son las siguientes:

 

(87) 1- Lugar de nacimiento, apellido y nombres; al igual que los de su padre y su madre, su ocupación, edad, así como los suyos propios. 2- Si había nacido de un matrimonio legítimo 3- ¿La situación o posición de sus padres? ¿Viven de una manera honrada, o están en la penuria, de modo que tengan necesidad de su hijo para sostenerse? 4- ¿A qué edad hizo su primera comunión? ¿No se le ha despedido después de haber sido admitido? 5- ¿Ha vivido siempre con sus padres? ¿A qué edad los dejó y por qué? ¿Ha estado al servicio de alguien? ¿Cuánto tiempo al servicio del mismo patrón? ¿A qué se dedicaba? 6- En su familia, ¿Hay algún defecto vergonzante, ya sea a causa de la profesión o a algún crimen? 7- ¿Cuántos hermanos y hermanas tiene? ¿Están debidamente establecidos? 8- El dinero que presenta para pagar su noviciado, ¿lo ha ganado él personalmente? ¿o es un pariente o algún extraño el que paga por él? ¿Por qué si ha ejercido algún trabajo o ha estado en alguna granja, no ha economizado nada? ¿Qué ha hecho con sus ganancias? Hay que tener muy en cuenta lo que paga y lo que ha hecho a un lado, o si no tiene nada, ¿ha asistido a su padre o a su madre en necesidad? 9- ¿Que fortuna poseen sus padres? 10- ¿Es de buena constitución? ¿De temperamento bueno? ¿es robusto? 11- ¿Es de buen carácter? 12- ¿No hay alguien en su familia que padezca de fiebres frecuentes, de pulmonía, paperas u ocena?[84] 13- ¿Tiene buena vista y goza de buena reputación? 14- ¿Está instruido? ¿Con qué medios cuenta para quedar exento del servicio militar? 15- Después de su primera comunión, ¿ha seguido frecuentando los sacramentos? 16- ¿Quién le aconsejó que se hiciera religioso? ¿Hace tiempo que lo ha pensado? ¿Ha consultado con Dios y su confesor? En fin, ¿cuál es la razón por la que quiere abandonar el mundo? 17- ¿No tendrá la idea de que trabajará menos en religión que en el mundo, que estará mejor instalado, que no tendrá más que rezar, asistir a misa, etc.? 18- ¿No ha estado anteriormente en alguna otra comunidad? En este caso no se le podrá recibir más que por motivos muy serios. 19- Si el joven no es mayor de edad, necesita el consentimiento de sus padres. 20- Si el postulante solicita consejo sobre el Instituto que deba abrazar, es necesario que se le proponga otro que merezca su confianza, antes que el nuestro. Si no obstante, muestra predilección por la Sociedad de María, debido a su nombre, es preciso acogerlo bien, haciéndole ver que hace lo adecuado poniendo su confianza en la Madre de Dios. 21- Si el novicio no paga, conviene hacerle firmar un pagaré, o a l menos, firmar en el registro, la promesa de pagar si abandona la Sociedad; en lo posible, hacerla firmar también por sus padres.[85]

 

(88) El buen Padre añadía que las sacristías eran un estorbo para la Sociedad; rogó al padre Colin que los Hermanos nunca fueran encargados de ellas. Nuevas construcciones.

 

(89) El Padre Champagnat había hecho arreglos con el señor Motiron-Montellier, para conseguir la propiedad de la roca que cerraba el patio interior hacia el norte. Mandó demoler esta roca y se dedicó a construir. Al igual que en el pasado, personalmente lo hizo junto con algunos Hermanos. Prolongó el ala oeste cerca de diez metros, de manera que pudiera unirse a la capilla definitiva, cuyos cimientos fueron puestos sobre la misma roca ya nivelada. Se elevó el ala oriental a tres pisos, para acomodar el noviciado, la enfermería y un dormitorio. Esta ala todavía no se unía a la capilla. Estaba separada por una parte rocosa aún no cortada.

 

(90) Los obreros sufrieron varios accidentes, pero sin consecuencias serias. Un Hermano subía la escalera con una gran piedra en la espalda; iba seguido por otro. En determinado momento perdió la fuerza, dejando caer la piedra ; su compañero cayó derribado en el suelo y lo daban por muerto. María lo protegió, pues no sufrió más que un ligero rasguño en la espalda. El padre Matricon.

 

(91) Ya hemos visto que el padre Matricon y Felipe Arnaud habían recibido lecciones de latín del Padre Champagnat en La Valla, en 1821. El señor Matricon fue ordenado sacerdote y destinado a Marlhes, como vicario. Fue amenazado por un malhechor, cuando llevaba el Santísimo a un enfermo, durante la noche. Otros aseguran que había sido un libertino, cuya víctima se había convertido quien le disparó con un fusil, en su cuarto, por la ventana. Sea lo que sea, el padre Matricon tenía, como consecuencia de lo ocurrido, tanto miedo, que el ministerio parroquial se le hacía imposible. Solicitó al Padre Champagnat que lo aceptara en el Hermitage, prometiéndole entrar en la Sociedad de los Padres Maristas. El buen Padre, que reclutaba a cuantos podía, lo recibió con gusto. El padre Matricon fue capellán de los Hermanos y permaneció con ello s por más de 40 años.Saint-Paul-3-Châteaux. Mazelier.

 

(92) El padre Fière, vicario general de Valence, contaba con una ordenanza real, del 11 de junio de 1823, autorizando una congregación religiosa dedicada a la enseñanza, pero que todavía no nací a. Había reunido algunos jóvenes en su casa, les había dado algunos principios religiosos y los había hecho seguir algunas de las clases de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Valence. Los envió luego con el cura de Peyrins, cerca de Romans, quien había sido Hermano del Padre de La Salle; todos contrajeron allí la sarna. El padre Solier-L'Etang, cura y arcipreste de Saint-Paul-3-Châteaux, había comprado una parte del antiguo convento de los dominicos de esta ciudad. Lo cedió al padre Fière que se instaló allí con sus Hermanos en agosto de 1824. Les puso al padre Mazelier, paisano suyo, como Superior. Este adquirió la parte restante del convento a numerosos dueños que lo habían comprado en 1791, y luego lo dividieron en departamentos. Fue una obra muy laboriosa.

 

(93) El Padre Mazelier era un santo sacerdote, pero él mismo confesaba que carecía de cualidades para fundar y hacer prosperar una congregación de maestros. Oyó hablar del Padre Champagnat, y fue a visitarlo al Hermitage. Los dos hombres de Dios se entendieron muy pronto. "Usted cuenta con una autorización, y nosotros tenemos elementos, le dijo el Padre Champagnat; podríamos hacer algo bueno entendiéndonos". -"Si puedo prestarle algún servicio, respondió el padre Mazelier, me sentiré muy feliz". -"Usted me prestará uno muy grande, replicó el buen Padre, al aceptar a los Hermanos que están en edad del servicio militar y preparándolos para el brevet, mediante una pensión convenida entre los dos". El padre Mazelier aceptó esta proposición, con la condición que pudiera utilizar a los Hermanos del Hermitage igual que a los suyos, y que no le enviaría sujetos problemáticos.

 

(94) Regresó a Saint-Paul y escribió el 26 de mayo de 1835 la siguiente: "Señor y digno cohermano. Las intenciones con las que me presenté en Nuestra Señora del Hermitage fueron causa de que aceptara con una gran satisfacción la proposición que usted tuvo el honor de hacerme para trabajar de común acuerdo y prestarnos mutuos servicios; usted por el número de sujetos y yo, en su situación concreta, por la ordenanza real que poseo. En espera de que Dios nos manifieste mejor su voluntad, estoy en las mejores disposiciones de hacer todo lo posible por sus cuatro jóvenes que son d el próximo sorteo militar... El reglamento de su noviciado es más o menos el mismo que en el nuestro, únicamente el trabajo manual no es tan largo. Tan pronto como se efectúe el sorteo, le regresaré los sujetos que hayan quedado exentos por su número. En lo que toca a los que salgan afectados, los guardaré para regresárselos tan pronto como usted les haya conseguido una plaza municipal. Mientras tanto, se prepararán para sacar su brevet. Incluso los que abandonen la Congregación y su estado de Hermanos, no serán reclamados para el servicio militar, mientras continúen ejerciendo su trabajo magisterial. Me será de mucho agrado el poder serle útil como recuerdo del servicio que el Superior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas permitió que los Hermanos de Avignon nos hicieran al recibirnos en su casa durante varias semanas. Daré gracias a Dios por haber inspirado eso a otros, con sentimientos de caridad fraterna, y espero que su Bondad nos permita hacer otro tanto...

 

(95) Mis principales Hermanos, a los que he contado sobre mi permanencia en Nuestra Señora del Hermitage, escucharon mi relato con edificación y gusto, casi como si fueran de los suyos. Es cierto, que aunque bajo diferentes denominaciones, todos los Hermanos son Hermanos unos de otros en Jesucristo, por cuyo amor se han hecho Hermanos, y que nos pide como señal de que somos sus discípulos, el que nos amemos unos a otros".

 

(96) En consecuencia, el buen Padre envió cuatro Hermanos a Saint-Paul-3-Châteaux, con una pensión de 28 fr. mensuales cada uno.

 

Autorización legal: Carta a la Reina.

 

(97) Después de haber tomado estas precauciones, decidió activar los trámites para la autorización legal. Escribió con tal motivo a la reina Amalia, lo siguiente: " Gran Reina. Esta carta tiene por objeto el suplicar a Su Majestad se digne presionar a su Majestad Luis Felipe para que sancione con una ordenanza la autorización que su Consejo ha tenido a bien conceder a la Sociedad de los Hermanos Maristas, aprobando los estatutos consignados en el Manual General de la instrucción primaria, número 6, del mes de abril de 1834. Cuatro de nuestros Hermanos tienen que presentarse al sorteo militar de 1835, y no tenemos ningún medio para exentarlos.

 

(98) Su gran devoción a María, la real entrega de sus antepasados a la Madre de Dios, este mes consagrado a honrarla, todo me llena de una gran confianza. Los Hermanos de María se unen a mí por sus oraciones durante este mes para el éxito de esta empresa y por la prosperidad de su familia...

 

(99) En la actualidad, contamos, en la Sociedad, con 149 sujetos, de los cuales 80 están trabajando como maestros en un buen número de municipios. Nos llegan cantidad de peticiones para nuevos establecimientos. El gobierno, al autorizarnos, facilitará en gran manera nuestro desarrollo; la religión y la sociedad lograrán un gran beneficio. Sírvase disculpar la confianza..."

 

(100) El buen Padre no contaba mucho con la grandeza de la reina. Incluso temía que fuera... demasiado pequeña y que no quisiera o no pudiera obtenerle lo que solicitaba.

 

(101) Al mismo tiempo escribió a uno de los diputados del Loira, en estos términos: "Señor Diputado. Hace unos días escribimos al señor Ardaillon, para suplicarle que acelerara la firma de la ordenanza que llevará a feliz término la autorización concedida por el Consejo real y que se encuentra inserta en el Manual de Instrucción primaria, número 6, del mes de abril de 1834.

 

(102) Me atrevo, Señor, suplicarle que se una al señor Ardaillon para obtener a la mayor brevedad posible el que nuestra autorización quede sancionada por el rey. Tenemos cuatro Hermanos que durante el presente año están sujetos a la ley del servicio militar, y no contamos con ningún medio para poderlos exentar. El Ministro acaba de enviarnos sus compromisos, diciéndonos que nuestra autorización no ha recibido aún el "visto bueno". ¿Puede imaginarse el gran servicio que usted nos prestaría, Señor Diputado, y que nosotros recordaremos en el futuro? ¡Qué golpe tan fuerte padeceríamos si estos sujetos nos fueran arrebatados! Su gran amabilidad nos proporciona una gran confianza. Mientras tanto, rogaremos a María, Nuestra Buena Madre, por su prosperidad y el éxito en todas sus empresas" .

 

El padre Douillet. Reclamaciones.

 

(103) El padre Douillet volvió a la carga en lo que el llamaba indiferencia del Padre Champagnat por la diócesis de Grenoble, y en los pretendidos arreglos de 1831. Escribió lo siguiente: "Señor Superior. A pesar de mis sinceros deseos de aligerar sus penas, en lugar de agravarlas, me siento obligado a volver a molestarlo. Le escribí casi únicamente para solicitarle la fecha de la ordenanza por la que usted ha sido reconocido como escuela normal y no me dice ni palabra de este punto en su ultima carta.

 

(104) Después de haber reflexionado en sus razones, para negarse a fundar establecimientos en la diócesis de Grenoble, a pesar de los sujetos que ha recibido, con las condiciones que haya habido, y sobre las que debo mantenerme, para no engañar la esperanza de Monseñor y de la diócesis, creo que no podemos diferir por más tiempo el tener un noviciado en regla, para que esta región conserve los sujetos que forme y sostenga. Por lo demás, las cosas no deben presentar obstáculos, ya que usted ha hecho lo mismo en Bellay, y que este había sido nuestro plan convenido entre usted y yo. Le solicito su determinación definitiva, a este respecto, para poder disponer todo lo necesario para este proyecto..."

 

(105) El Padre Champagnat le había dicho ya en todos los tonos al padre Douillet que estaba haciendo todo lo posible por la diócesis de Grenoble como para las demás. El noviciado del que hablaba el padre Douillet, era un intento que n o tuvo resultados, en Saint-Didier-sur-Chalaronne. La aprobación de la Sociedad.

 

(106) Entresacamos el pasaje siguiente de una carta del padre Pompallier al Venerado Padre, fechada el 13 de septiembre: "Le envío algunas noticias que serán muy apreciadas por usted, pero no comente con nadie de la primera que le comunico más que con el padre Servant y el padre Terraillon.

 

(107) El Prefecto de Propaganda respondió al Arzobispo, el 27 de septiembre pasado; pero la carta no ha sido registrada sino hasta hace unos cuantos días. Dios permitió que permaneciera ignorada entre la cantidad de papeles de la secretaría, por fin la encontramos y he aquí substancialmente su contenido. El Prefecto de Propaganda tiene en gran estima la proposición; agradece mucho a Monseñor el haber ofrecido obreros para la misión de Oceanía; señala que no tardará mucho en proponer tales operarios a la Sagrada Congregación, y termina deseándole toda clase de felicidad al digno prelado de la diócesis de Lyon. Todavía no se trata nada, en esta respuesta, de la Sociedad de María, aunque el padre Postre, que es el corresponsal oficial, de común acuerdo con Monseñor, hizo mención expresa de ello: pues usted conoce bien mis objetivos, en esta importante empresa, como se lo he hecho saber al padre Colin en Bellay. La misión en sí misma, es, si se puede decir así, superfluo en mis intenciones. La obtención de un Breve de reconocimiento al menos de centralización para la reciente Sociedad de María. Eso es lo principal. Si esto se consigue, partiré feliz al fin del mundo, en esas islas del Océano Pacífico, con los pobres salvajes que no conocen a Nuestro Señor, pero que tienen, según parece, buenas disposiciones para recibir la fe, etc..."

 

(108) Está claro que el padre Pompallier ponía antes que otra cosa, la misión de Oceanía como medio para conseguir de la Santa Sede, la aprobación de los Padres Maristas. Escribió esta carta desde la casa llamada La Favorita, situada en la calle del Juez de Paz, que fue la primera residencia de los Padres Maristas en Lyon. Habían establecido allí un internado. Dicha casa les había sido obsequiada por el señor Viennot, uno de los notarios más adinerados de la ciudad, quien habiendo perdido a su esposa y a su única hija, entró con los Padres Maristas heredándoles su fortuna. Fue él quien alojó y proveyó nuestra escuela de Dénicé, en 1846. El 29 de octubre, el padre Pompallier escribió al Padre Champagnat lo que sigue: "Le escribí al Padre Colin, Superior de Bellay, como habíamos quedado. Le hice saber que podríamos ir los dos a Bellay, en los primeros días después de La Epifanía.

 

(109) En consecuencia, lo espero aquí en Lyon. Unos cuantos días antes de escribirle, recibí una carta suya que me hizo pensar mucho. Tengo verdaderos deseos de platicar con usted, cuando venga. No hay nada de nuevo, a partir de la fecha que tuve el honor de verlo. Roma guarda silencio sobre la decisión definitiva que esperamos relativa a la misión proyectada, y en consecuencia, corresponde a la Congregación hacer las comunicaciones. Por otra parte, no se ha decidido nada acerca de la adquisición de una propiedad para los Padres en Lyon.

 

(110) El Hermano Mateo[86], Director de Chemin Neuf[87]. Después de su viaje para verlo, me visitó y me comunicó su voluntad de que sus cohermanos se dirigieran conmigo, para la confesión. Por mi parte, no puedo rehusarme ni a usted ni a sus hijos. Sin embargo, quiero hacerle algunos comentarios a este respecto. La realización de nuestros proyectos de instalar a nuestros Padres en Lyon, no es cosa próxima, por el silencio de Roma y de acuerdo con la carta del Padre Colin. Si tengo que partir al extranjero antes de que el establecimiento proyectado esté funcionando, los Hermanos no contarán con Padres de María en Lyon durante largo tiempo, encontrándose obligados a volver con el cura, cosa que les molestará tal vez, un poco.”

 

 

 

Organización y crecimiento.

 

(111) El Reverendo Padre elaboró un reglamento para los internados dirigidos por los Hermanos. Tal reglamento estaba sumamente detallado; citamos algunos puntos. Comprendía ciertas normas sobre la modestia, la cortesía, la puntualidad, la piedad, y el buen comportamiento. Ponía la levantada de los alumnos, a las 6 de la mañana e n invierno y a las 5 durante el verano, dándoles media hora para esto. Exigía la lectura durante las comidas. Señalaba el estudio de la tarde a las 5.30 hs., y la asistencia diaria de los alumnos, a la misa.

 

(112) A partir de 1817, el Padre Champagnat había utilizado los servicios de los zapateros de La Valla para el calzado de los Hermanos. Desde hacía varios años, Diosson y Roux desempeñaban tal empleo en la casa. Este tomó el hábito en 1834 con el nombre de Hermano Pacomio y el buen Padre lo puso como jefe de la zapatería. No era muy hábil, y los zapatos de los Hermanos no eran nada lujosos. Se utilizaba un cuero no muy bien curtido en el que se podían contar los pelos. Veremos cómo, en 1840, un Hermanito, Ciro, quedó muy disgustado por los zapatos nuevos que le hicieron. Destinado a Craponne, en donde había muchos internos, pidió una forma para hacer desaparecer los pelos de sus zapatos. "Es muy sencillo, le contestó el Hermano interrogado, que todas las mañanas, cada interno ponga un pedazo de manteca en su olla. Esto da más consistencia al caldo. Antes de preparar la sopa, ponga sus zapatos en la olla durante 5 minutos y usted verá los resultados". El Hermanito Ciro siguió al pie de la letra el remedio, y se puede suponer e n qué se convirtieron los zapatos. Tal accidente no hubiera ocurrido si el cuero estuviera mejor curtido o el Hermano Ciro no hubiera sido tan necio.

 

(113) Cuarenta y seis novicios tomaron el Hábito en 1835. A continuación transcribimos sus nombres: Hermanos Juan Francisco (Colomban), Vicente (Dorat), Zacarías (Porte), Celestino (Renoud), Cirilo (Dumas), María Estanislao (Souet), Justo (Constant), Alexis (Chaboux), María Ambrosio (Roudet), María Regis (Jacquier), José Eugenio (Cartier), Antelmo (Millot), María Teodoro (Cyneyre), Eloy (Ysertial), Marcos (Bernardarcy), Fulgencio (Firmin), Honoré (Montelier), Lucas (Ardant), María Lorenzo (Moria), María Lino (Morel), Inocente (Emmonet), Nizier (Denis), Juan Luis (Breuil), Juan Filomeno (Vialle ton), María Antonio (Brouillet), Modesto (Névoret), Valeriano (Pérachon), María Silvestre (Bouvier), Paulino (Dalmagne), Pascal ) Chapelon), Enrique María (Blachon), Luis Estanislao (Préher), Marcelo (Fayasson), Claudio María (Bertrand), Sizoès (Bonche), Antonio Regis (Reymond), Anselmo (Cyseron), María Celestino (Cochet), María (Giraud), Florentino (Franéon), Pedro José (Rode), Esteban María (Sabot), María Agustín (Drevet), Teodoro (Brossier), Alipio (Delorme) y Sózimo (Gauthier).

 

(114) Los Hermanos Alexis, Honorato y Anselmo, eran Hermanos muy abnegados, pero tenían una característica muy especial. Al primero le gustaba tanto el juego de bochas, que cierto Hermano dijo: "Si en el paraíso no hubiera bochas, el Hermano Anselmo no iría". El segundo molía tanto la mezcla que utilizaba el Hermano Pedro, que le puso el apodo de "La Bardella"[88]. Ponía un gran empeño e n los cantos, aunque no tuviera cualidades, pero los novicios no podían aguantar la risa, en la capilla, al verlo con la boca abierta como la puerta de un horno. El tercero, como consecuencia de una fervorosa meditación, el día de la Ascensión, quiso volar al cielo, lanzándose desde lo alto de las escaleras de la capilla, estrellándose contra el suelo. Se rompió una pierna, se dislocó dos costillas, tuvo que guardar cama durante 40 días, después de los cuales, fue despedido.

 

La agenda del Padre Champagnat.

 

(115) El comercio empezó a lanzar al mercado las agendas. El buen Padre se consiguió una, muy poco práctica para los viajes; era una libreta de 34 centímetros por 12. Cada página abarcaba el nombre de tres días, al igual que el de los santos que se celebraban en esas fechas. Entre las anotaciones que el Padre escribió en ella, entresacamos las del 12 de marzo:

 

(116) 1- El Hermano Buenaventura no puede atender solo el noviciado. 2- Necesitamos hacer un cuestionario para cerciorarnos si todos los que solicitan el santo hábito, conocen lo esencial. 3- Lo que habrá que hacer con los que vienen de La Côte[89]. 4- Es preciso que el Hermano Francisco desempeñe las funciones de secretario hasta nueva orden. 5- ¿Qué será adecuado contestar al párroco de Semur, al igual que a los Hermanos de Chavanay?

 

(117) El 23 de junio encontramos la nota siguiente: "El señor Bonard entrega 2000 fr. con la obligación de celebrar 60 misas, a 1 fr. cada una, a perpetuidad; y otras 30 misas por 1 000 fr. que recibí con anterioridad"

 

(118) El 31 de agosto: "Recibí la cantidad de 2000 fr. Podemos revisar el asunto con calma. Está claro que el señor Bonard no quiere obligarnos a celebrar las misas, si esto fuera muy complicado por el tiempo".

 

(119) Ignoramos quién era ese señor Bonard, y si el Padre aceptó finalmente los 3 000 fr.

 

(120) Los ingresos de los establecimientos están asentados en esta agenda, a medida que se efectuaban. Del 1 de enero al 30 de julio arrojaban un total de 7 836.75 fr. de los cuales, corresponden 550 al Hermano Luis María, director de La Côte, y 370 a La Valla.

 

 

Crecimiento.

 

(121) El retiro se inició el primero de octubre, como de ordinario.

 

(122) Los Hermanos, cuyos nombres ponemos a continuación, hicieron la profesión de la misma manera que sus antecesores: Hermanos María José Eugenio[90]. (Cartier), Luis Bernardino (Fayolle), Alejandro (Soyère), Juan Francisco Regis (Boiton), Mauricio (Thomas) y Carlos (Souchon).

 

(123) El Hermano Anselmo (Tomérieux) y el postulante Teodoro Bernard Arnaud, entraron a la eternidad.

 

(124) Se fundaron los establecimientos de Pelussin, Saint-Didier-sur-Rochefort, Genas y Lyon -Denuzière.

 

(125) Los Hermanos fueron llamados a Pelussin por el alcalde Julien. Este hombre escribió una interminable carta al arzobispo en 1827 exponiéndole sus puntos de vista utópicos, y pidiéndole la creación de una congregación religiosa dedicada a la enseñanza, en favor de los poblaciones rurales. Hubiera querido Hermanos que fueran de uno en uno, atendiendo la escuela en invierno y dedicándose a la agricultura en verano, para poder conseguir así una remuneración suficiente. Monseñor envió dicha carta al Padre Champagnat añadiendo estas palabras: "Vea lo que puede hacer con las utopías del señor alcalde de Pelussin".

 

(126) El señor Julien aceptó tres Hermanos, les proporcionó personalmente el local que habitan desde hace 53 años, local que su hijo ha duplicado y en el que existe un internado. Para la paga de los tres Hermanos, no tuvieron otra cosa más que las colegiaturas, los 200 fr. otorgados por la ley de 1833 y los menguados beneficios originados por los internos, que durante mucho tiempo nada más dormían allí

 

1836

 

Deseos de Año Nuevo.

 

(127) Los Hermanos de los establecimientos enviaron a su querido Padre, los buenos deseos de Año Nuevo. Este les contestó así: "Queridos Hermanos. Nuestro corazón se siente feliz recordando diariamente, sus buenos deseos, y en el santo altar, los presento a todos al Señor; pero hoy no podemos resistir al gusto de testimoniarles nuestra paternal ternura. Queridos y muy amados, ustedes son constantemente el objeto especial de nuestra tierna solicitud. Todos nuestros parabienes y todos nuestros votos, son por su felicidad. Ustedes saben muy bien, sin lugar a duda, queridos Hermanos, que esta felicidad no es la que busca el mundo y que cree encontrar en la posesión de los bienes temporales. Les deseamos y queremos para ustedes, bienes más reales y más sólidos. Servir a Dios con fervor; desempeñar todos las obligaciones de su santo estado, con toda fidelidad; trabajar todos los días en desapegar sus corazones de las criaturas para entregarlos a Jesús y a María; y abandonarse a las mociones de la gracia. Eso es lo que sí cuenta y lo que les deseamos.

 

(128) Sí, queridos Hermanos, religiosos e hijos de María, su gloria debe ser imitar y seguir a Jesucristo. Que este divino Salvador los llene de su espíritu, que su sabiduría los dirija en todo lo que hagan por su gloria. Les deseamos y anhelamos para ustedes que a ejemplo de Jesús, nuestro divino modelo, tengan una tierna solicitud por todos los niños. Repártanles, con santo celo, el pan espiritual de la religión. Hagan todo lo posible para formarlos en la piedad y para grabar profunda mente en sus jóvenes corazones, sentimientos religiosos que nunca se borren.

 

(129) Que la unión y la caridad, de la que habla el discípulo amado, reinen siempre entre ustedes. Que los que deben obedecer, se entreguen a este deber con humildad; que los que mandan, lo hagan con una dulce caridad; con estos medios la paz y el gozo del Espíritu Santo estarán siempre con ustedes. Que un verdadero celo los anime en su perfección y que una constante fidelidad a su Regla, les ayude a hacer cada día nuevos progresos. Pero no olviden, la exacta observancia de la Regla, es el mejor medio de adquirir la perfección religiosa. Animo, queridos Hermanos!, las penas y las luchas de la vida no duran más que un momento, levantemos la vista al inmenso peso de gloria que será para siempre nuestra recompensa, pensando siempre que el Justo Juez no premiará mas que al que haya vencido y persevere hasta el fin.

 

(130) De las cartas del padre Pompallier se deduce que él era el principal promotor del proyecto de organización de los Padres Maristas como Congregación religiosa, de la aprobación por la Santa Sede, de la creación de las misiones de Oceanía por las que se les había ofrecido el reconocimiento. En febrero realizó un viaje a Valbenoite para decidir a los padres a apoyar esta doble tarea. Parece que no tuvo éxito. En junio fue a Roma para ocuparse de dicho asunto. Escribió al Padre Champagnat, quien quería que este proyecto se realizara, y ponerlo al corriente de los acontecimientos.

 

Aprobación de la Sociedad.

 

131) La Santa Sede puso dificultades para la aprobación de los Padres y Hermanos Maristas en una sola Congregación, bajo un solo Superior. La aprobación de la Congregación de los Padres, fue otorgada el 11 de marzo del presente año, al igual que la obra de las Misiones. El padre Pompallier quedó encargado con el título de Vicario Apostólico. Fue consagrado obispo de Maronné, "in partibus infidelium". Desde este momento, los Padres Maristas se dieron entre ellos el título de "Padres"; as í los nombraremos en adelante.

 

(132) De regreso a Francia, Monseñor tomó las precauciones necesarias para la partida. Se puso de acuerdo con el Padre Champagnat, a quien le confió sus asuntos temporales. Obtuvo los Hermanos María Nizier, Juan Francisco Javier y Miguel[91], para su misión y le escribió desde Lyon lo siguiente: "Le escribo a toda prisa; muy pronto voy a tomar la diligencia para París. No habiendo recibido todavía la respuesta de Propaganda Fide de Roma, sobre la cantidad que prometió enviarme a Lyon, supliqué al Consejo de la Propagación de la Fe, que me lo adelantara, y recoger de mi parte, lo correspondiente cuando llegara. Me lo entregaron con benevolencia, pero es preciso que usted firme el documento que enviaré Roma y que lo recoja en mi nombre, como encargado de velar por mis intereses.

 

(133) dejó al señor Viennot, notario de Lyon, mi testamento, del que podrá quedar como depositario, además de las escrituras y títulos de mi familia; él se los enviará junto con el testamento, si usted lo juzga oportuno.

 

(134) Tenga la bondad de proporcionar a los tres Hermanos que me concedió, 2 sotanas, a cada uno, según el estilo propio de nuestros buenos Hermanos de María, 2 pantalones y hábitos laicos. Usted puede tomar de mis rentas que recibiré en Navidad y en la fiesta de San Juan, lo que sea necesario para solventar estos gastos".

 

(135) Sabiendo que Gregorio XVI había aprobado la Sociedad de los Padres Maristas, el Padre Champagnat, que había hecho tanto por esta Sociedad, experimentó una gran alegría. Escribió a toda prisa al Padre Colin para solicitarle hacer los votos. El Reverendo Padre contestó: "Usted sabe que el Breve de Aprobación de la Sociedad nos autoriza a elegir un Superior General; mientras tanto, estoy muy lejos de considerarme como tal y en consecuencia actuar como si lo fuera. Acepto hasta la fecha de la elección, el continuar, como en el pasado, siendo el centro de unión, pero me cuidaré muy bien de recibir los votos. No es menos cierto que sus disposiciones me edifican profundamente; cómo quisiera que todos los otros cohermanos pensaran y actuaran como usted; espero que Dios les concederá esta gracia, con el tiempo".

 

Juan Claudio Colin, Superior General.

 

(136) El Padre Colin convocó a todos los Padres Maristas a un retiro en Belley, después del cual tendría lugar la elección del Superior General. Terminado el retiro, se procedió a ella. Varios Padres querían elegir a nuestro piadoso Fundador. Les hizo comprender que la responsabilidad de los Hermanos ya era suficientemente pesada para él. Sin embargo, aceptó el titulo de Asistente. El menor de los Colin conservó el titulo de Superior General. Fueron designados los 4 padres que irían a Oceanía con Monseñor Pompallier. Al regresar de Belley, con ellos, el buen Padre quiso cargar sus maletas: ellos se rehusaron. Pero insistió diciendo: "Déjenme hacerlo; soy un campesino, acostumbrado a cargar bultos pesados. así tendré parte en sus méritos".

 

Pompallier, obispo de Oceanía.

 

(137) Después de su consagración, que tuvo lugar el 30 de junio en Roma, Monseñor Pompallier nos hizo una visita. Su Excelencia dijo la misa en la nueva capilla, que describiremos más adelante. El piadoso Fundador lo acompañó luego a París, con el padre Chanut, para ocuparse de la autorización legal, mientras que Monseñor se ocupaba de los asuntos de su misión.

 

(138) El padre Forest que había sido nuestro capellán en el Hermitage, había escrito al piadoso Fundador, el 20 de julio en los siguientes términos: "Padre Superior. Acabo de recibir noticias de nuestro querido Monseñor Pompallier; fue consagrado obispo el 30 de junio en la iglesia de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen de los Capuchinos. Estará de regreso en Lyon, el 4 de agosto, tal vez antes. El 6 del mismo mes, fiesta de la Transfiguración, debe impartir la confirmación y dar la Primera Comunión a nuestros pequeños de La Favorita. Si usted pudiera estar con nosotros ese día, nos causaría un gran placer.

 

(139) Creo que hemos encontrado en la Favorita lo que buscábamos en Lyon y en sus alrededores, durante largo tiempo; me refiero a la casa para el noviciado de los Sacerdotes y el estudio de la teología. Conoce muy bien la casa vecina que está a un lado de la del internado y que forma un solo cuerpo de edificio; nos la van a rentar, si queremos. allí, podremos contar con amplias salas de estudio, grandes dormitorios, una cocina para los niños, cuartos para todo el grupo femenino que estaría completamente separado del resto de la casa. llevaríamos allí todo lo que se encuentra en la casona cuadrada que se encuentra en el campo cercado. Todos estos espacios quedarían completamente libres para los Padres sin ninguna comunicación con el internado más que en la capilla. En los edificios cercados, se dedicaría a los Padres la parte del sur, que se localiza próxima a la cerca.

 

(140) El padre Durand, párroco de San Ireneo, a quien he comunicado todos estos proyectos, los ha encontrado tan adecuados, que fue personalmente a visitar de inmediato al vecino, para pedirle que nos rentara, cosa que parece aceptó; sin embargo, ha pedido tiempo para reflexionar. Todo esto lo he hecho del conocimiento del Superior de Belley; espero su respuesta. Si todo sale bien, como lo esperamos, será preciso que tenga la bondad de venir lo más pronto posible a revisar el plan que podríamos seguir en las diferentes reparaciones que tendremos que realizar para el regreso de los alumnos. Si esto se lleva a cabo, de inmediato le describiré una segunda carta".

 

(141) "Le comunicaré que el padre Dutreuil, párroco de San Pedro, ha ofrecido por intermediarios y también personalmente, su colegio de Saint-Chamond, a nuestros Padres de Lyon. Según parece, la misma administración civil de esta población de Saint-Chamond, que conoce algo al señor Dominget, lo desea vivamente. Le conté todo al padre Cholleton, que no lo ve imposible . De su parte, ¿Qué piensa? Mis respetuosos saludos a los padres Terraillon y Servant..."

 

Organización de las vacaciones.

 

(142) Ya hemos visto, que desde los orígenes, las vacaciones duraban dos meses, y que el buen Padre aprovechaba este período para instruir a los Hermanos en sus deberes de maestros y en las virtudes religiosas. Junto con los principales Hermanos, estudiaba también los puntos que todavía no estaban definidos en las Reglas. En la fecha en que nos encontramos, reflexionaba, con ellos, los últimos detalles.

 

(143) Los reglamentos universitarios, al aplicar la ley del 28 de junio de 1833, lo obligaron a reducir las vacaciones a un mes. El señalaba, cada año, el inicio y el final. Los Hermanos de los establecimientos nada más permanecían en el Hermitage, entre diez y doce días. Pero seguían estando obligados a llevar diez páginas de escritura. El buen Padre otorgaba premios a los que más lo merecían.

 

(144) Durante su viaje a París, los Hermanos a quienes había encargado de la dirección, durante su ausencia, convocaron a los Hermanos de los colegios al retiro anual, mediante una circular cuyo contenido transcribimos: "Queridos Hermanos: Terminamos un año que ha sido para nosotros y para toda la Sociedad, una época de gracias y bendiciones muy especiales; debemos ciertamente, a Dios el mayor agradecimiento. Pero tenemos todavía un favor muy grande que debemos pedir a su Bondad: el feliz resultado del viaje de Monseñor Pompallier y del Padre Superior cuyo objetivo es de sumo interés para la misión de Polinesia y el bien particular de los Hermanos de María. Juntemos, pues, todas nuestras plegarias, y redoblemos el fervor, haciendo una santa violencia al cielo, para que pronto, todos reunidos, tengamos motivo para darle las gracias. En la Casa Madre se hará una novena con tal intención. Monseñor Pompallier ha determinado, él mismo, con tal objeto, el Veni Sancte Spiritus y el Ave Maris Stella. Estamos seguros de que en cada establecimiento se esforzarán a unirse a nosotros, para hacer esta novena.

 

(145) El viaje del Padre Superior a París ha sufrido una demora por las vacaciones que este año no empezarán sino hasta el 28 de septiembre. Esperamos su regreso para el 8 de octubre, fecha en que Monseñor Pompallier impartirá la Confirmación y bendecirá la nueva capilla. Los que no han recibido todavía este sacramento, se prepararán para recibirlo ese día.

 

(146) El venir de vacaciones, cada Hermano traerá, además de lo que señala la Regla, el libro de oficio, el manual, el combate espiritual, el libro de oro y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y algún otro para la misa y la comunión. Cada Hermano traerá también, una camisa, un pañuelo, el rabat y una gorra marcados con el número del establecimiento, precedido del monograma M. En la medida de lo posible, los Hermanos deben traer los bultos personalmente, los que no puedan hacerlo, será conveniente que los envíen con toda anticipación, etc. ..."

 

La nueva capilla.

 

(147) Ya hemos hablado de la visita de Monseñor Pompallier.

 

(148) La capilla definitiva, iniciada el año anterior, estaba completamente terminada. Se localiza en el primer piso. Los recibidores, algunas habitaciones, la puerta de entrada y el alojamiento de las Hermanas, que se encargaban de la ropa, estaban en la parte baja. Encima estaban unos galerones que servían de dormitorio durante los retiros y de secadores de ropa el resto del año. La capilla tenía 20 metros de longitud, 10 de ancho y 11 de altura.

 

(149) El Hermano Francisco nos la describe: "El señor Ravéry, pintor de Saint-Chamond realizó las pinturas que la adornan. Doce columnas corintias, al fresco, con una cornisa realzada de yeso en la parte superior, embellecen el presbiterio. Entre cada par de columnas están pintados al fresco, unos medallones, con algunas invocaciones de las letanías de la Santísima Virgen, representadas simbólicamente.

 

(150) En el centro del presbiterio, atrás del altar, está un gran cuadro que representa la Asunción de la Santísima Virgen, pintado en tela por el señor Ravéry. Sobre el cuadro está un crucifijo, al fresco, con dos ángeles en adoración. A la misma altura, del lado de la Epístola, se encuentra la estatua de la Santísima Virgen, la misma que estaba en la capilla antigua, y del lado del Evangelio, la de San José, en madera dorada. Más abajo, a los costados del cuadro, están del lado de la Epístola, la estatua de San Luis Gonzaga y del lado del Evangelio la de San Francisco Javier.

 

(151) La parte que forma la nave, al igual que la que corresponde a los fieles, está adornada por 15 columnas jónicas, sobre las que se extiende una cornisa del mismo estilo. Entre las columnas están los cuadros del Viacrucis. Al fondo de la capilla, y a los lados, por encima de las cornisas, hay una guirnalda de rosas realzadas y pintadas al fresco. La nave está iluminada, de cada lado, por dos ventanas realzadas, y el presbiterio nada más tiene una de un solo lado; del otro lado, es únicamente una ventana pintada.

 

(152) El techo de la capilla es una placa en forma de bóveda sostenida por grandes vigas de madera. Sobre el altar, el Espíritu Santo pintado en forma de paloma, en un fondo azul, rodeado de un nimbo de gloria. Muy cerca, en el centro del presbiterio, están pintados dos rosetones, uno a la derecha y otro a la izquierda. En el centro de la parte reservada a los Hermanos, al igual que en la correspondiente a los fieles, se encuentran también, pintados, grandes rosetones en el techo.

 

(153) Tres lámparas, formando un triángulo, adornan el presbiterio; la central arde día y noche; las otras dos tienen velas que se encienden en las grandes solemnidades. Del centro de la nave cuelga la gran araña de la antigua capilla; la más chica está en la parte destinada a los fieles.

 

(154) El altar, primero fue el de la antigua capilla, pero en 1837, el Padre Champagnat mandó hacer otro a un carpintero de Saint-Chamond, que está mucho más en armonía con la antigua grada y con el antiguo tabernáculo que se han conservado.. .

 

(155) El sagrario, de forma semicircular, se puede dividir en tres partes: el sagrario propiamente dicho, la parte central y el domo. La puerta es dorada; en la parte inferior, se representa una mesa en la que reposa un Cordero de Dios, rodea do de nimbos y acostado sobre el libro de los 7 sellos envuelto en una nube. En el centro de la parte superior, está un triángulo, representando la Trinidad, con rayos de gloria. Por encima de la puerta, están dos ángeles con una mano extendida hacia el centro, a un círculo por el que pasa una guirnalda que cae a cada lado de la puerta; en la otra cada uno sostiene un frasco. En seguida, a derecha e izquierda, dos columnas acanaladas en la parte superior, rodeadas por tallos de viña en relieve. A continuación de las columnas, están representadas, en las dos caras laterales del sagrario, dos ramos de olivos atados en la base con un listón; en la parte que rodea la pequeña grada, un listón; y de cada lado, dos columnas semejasen a las demás ; en el centro de las cuales se extiende una guirnalda. El zoclo del sagrario está adornado por viñetas y en el de las columnas figuran unos ángeles. En la parte superior del sagrario, y de las columnas, adorna una cornisa corintia.

 

(156) La parte central, que está por encima del sagrario, propiamente dicho, está adornada de cuatro columnas, entre las cuales, en la parte del frente, está representado un racimo de uvas mezclado con hojas de viñedo, y en las caras laterales, un cordero portando una cruz entre las patas delanteras.

 

(157) El domo, o parte superior, está adornado de hojas por la parte delantera y por los costados limitado por nervaduras. En la parte superior se encuentra una placa cuadrada con molduras, sobre la que está colocada la cruz del altar...

 

(158) La parte destinada a los fieles, está separada de la de los Hermanos por una balaustrada de 2.60 m. de altura. La parte de ensamblaje está rematada por barras que forman figuras de rombos.

 

(159) Existen dos confesionarios, enfrente uno del otro en la parte de los fieles, uno de ellos proviene de la antigua capilla y el otro, más adornado, lo mandó construir el Padre Champagnat."

 

(160) Esta capilla, tan minuciosamente descrita por el Hermano Francisco, fue bendecida por Monseñor Pompallier, al final del retiro, como ya lo hemos dicho. Su Excelencia ofició a continuación una misa pontifical, e impartió el sacramento de la confirmación a 15 novicios y postulantes. Junto con el Padre Champagnat, y los padres capellanes, estaban presentes los párrocos de San Pedro de Izieux, de Saint-Martin-en-Coallieux y de La Valla, quienes presenciaron la ceremonia. Poco después, el padre Gourdias, cura de Saint Policarpo, en Lyon, obsequió un hermoso Via Crucis, y a instancias del buen Padre, vino en persona a erigirlo.

 

Adquisiciones inmobiliarias.

 

(161) El 7 de abril, en la oficina de la señora Finaz, el Padre Champagnat adquirió, de un señor apellidado Parrin, dos terrenos y rocas, de la que el acta no cita el contenido, pero describe minuciosamente los límites, mediante la cantidad d e 20 fr. pagados de inmediato. Una de estas parcelas, estaba junto a la escalera de entrada a la capilla; uno de sus lado no tenía más que 23 centímetros de longitud.

 

(162) El 11 de abril, en la misma oficina, la señora Fara, viuda de Dumas, vendió al Padre Champagnat unas tierras en renta y bosques talados, situados en el lugar de las rocas, comprendían 36 áreas, y a un precio de 1 000 fr. pagados al contado.

 

(163) El mismo día, en la misma oficina, los Señores Roussier, padre e hijo, vendieron dos parcelas de campo y bosques, que juntos formaban 40 áreas, al Padre Champagnat por 600 fr. pagados en la misma sesión.

 

(164) El 4 de julio, en la misma oficina, Claudina Fara viuda de Voron, vendió dos predios de pastizales con una superficie de 40 áreas, al Padre Champagnat, por 600 fr. pagados al contado.

 

(165) El 28 de febrero pasado, el piadoso Fundador y el señor Boiron firmaron, en contrato privado, lo siguiente: "Entre los infrascritos, Marcelino Champagnat, sacerdote de Nuestra Señora del Hermitage, vecino de Saint-Chamond, por una parte, y Claudio Boiron, agricultor de la Rivoire, municipio de La Valla, por la otra, hicieron los siguientes convenios:

 

(166) Yo, Marcelino Champagnat, mediante 5 000 fr. que recibí de manos del señor Boiron, hago por la presente, una renta vitalicia de 500 fr. no sujeta a intereses, pagaderos la mitad en la fiesta de San Juan y la otra mitad en Navidad.

 

(167) Y yo Claudio Boiron, declaro aceptar la renta de 500 fr., pagaderos según lo estipulado, por la dicha cantidad de 5 000 fr. que le he entregado".

 

(168) El señor Boiron era un buen feligrés de La Valla, del poblado de Rivoire. Era viudo y sin hijos. Cuando aún vivía su esposa, cierto día conducía su carreta cargada de madera tirada por sus dos vacas. El camino era muy estrecho y en la ladera muy inclinada de la montaña. Por descuido, pasó muy cerca del borde del camino. La carreta se ladeó y rodó, con todo y vacas, hasta el fondo de un precipicio bastante profundo. El señor Boiron riéndose a carcajadas, llamó a su mujer diciendo: " Ven a ver que gracioso se ve"

 

(169) Poco después de haber realizado el contrato con el Padre Champagnat, muerta su esposa, regaló su propiedad y se retiró al Hermitage en donde pasó sus últimos 8 años. Esta propiedad se vendió en 1837, en 13 000 fr. como quedó asentado e n el libro de cuentas, pero el señor Boiron dio un total de 40 000 fr. aproximadamente.

 

Rarezas de ciertos Hermanos.

 

(170) El Hermitage contaba con una vaca para proporcionar leche a los enfermos. El Hermano Doroteo estaba encargado de ella. Era un religioso poco instruido, pero muy piadoso, obediente y de una gran sencillez. El padre Préher, párroco de Tarentaise, vino cierto día a visitar al piadoso Fundador, su amigo. Después de la comida, fueron a dar un paseo por el jardín. Viendo al Hermano Doroteo que cuidaba su vaca en el valle, al final del jardín, el padre Préher lo saludó diciéndole: "Buenos días, Hermano de la vaca" El Hermano que lo creyó un Padre Marista, le respondió con toda ingenuidad: "Buenos días, padre mío" "De manera, dijo el Padre Champagnat, riéndose, que usted es el padre de la vaca" El padre Préher se propuso, aunque un poco tarde, no abusar de la sencillez de los demás.

 

(171) El buen Padre estaba muy atento para corregir los defectos de sus Hermanos y procurarles el mérito de la obediencia. Un postulante tenía la costumbre de alisarse los cabellos. Después de tres avisos sin que hubiera mejoría, el Padre Champagnat lo despidió. "La primera la perdono, dijo, la segunda me la deben, la tercera me la pagan".

 

(172) El Hermano cochero escondía cierta provisión de alimentos, sin duda para sus viajes. El Padre se dio cuenta, lo mandó llamar y lo despidió.

 

(173) Entre los Hermanos directores, había uno a quien estimaba mucho y que más tarde escribió su vida. El Hermano Doroteo llamó aparte a dicho Hermano y le dijo: "Sígame". Llegados a los sanitarios, el Hermano Doroteo añadió: "El Reverendo Padre quiere que usted baje a las letrinas y que saque el becerro que arrojaron ahí hace dos días". El Hermano director obedeció sin replicar. Cuando iba a agarrar al animal ya en putrefacción, el Hermano Doroteo le gritó: "Es suficiente, el Padre quiere que lo deje allí". El buen Hermano director[92] sin decir palabra y fue a lavarse. El piadoso Fundador encargó luego a este mismo Hermano del trabajo de la cocina, durante todo el tiempo de vacaciones, no por necesidad, sin o para ejercitarlo en la humildad y la obediencia.

 

(174) Otro director era muy apreciado en el puesto que ocupaba desde hacía diez años, y tenía mucho acierto. El buen Padre le envió, cierto día, un mensajero, con esta carta: "Querido amigo: Márchese inmediatamente y siga al portador de esta carta. No informe a nadie de su partida, ni siquiera al señor Cura. No pregunte a dónde se le destina ni lo que se pretende hacer con usted, sino abandónese completamente en la obediencia". El buen Hermano siguió a su guía sin informar a nadie. Después de dos días de camino, lo pusieron en la primera clase y sometido a obedecer. En lugar de amargarse, cada día recitaba el Te Deum, para agradecer a Dios que lo hubieran liberado de la carga de superior.

 

(175) Al buen Padre no le agradaban los perezosos. El piadoso Hermano Mateo[93], algo delicado, estaba encargado del jardín; después de trabajar un rato, se sentó en una piedra. El Padre se dio cuenta, llamó a un Hermano y le mandó una almohada diciéndole: "Llévele esto a aquel Hermano, ha de estar muy incómodo sentado en una piedra; se la deja y él me la regresará". El buen Hermano Mateo se quedó extrañado y preocupado, no quería ser reprendido, pero encontró la manera de regresar la almohada sin ser visto. Sin embargo, aprendió la lección.

 

Mazelier, proyectos de fusión.

 

(176) Viendo que su Congregación no se desarrollaba según sus deseos, el Padre Mazelier escribió al Reverendo Padre Colin, y le propuso la unión de sus Hermanos a los del Hermitage. El Superior General le envió esta carta al Padre Champagnat aconsejándole que se entendiera con el Padre Mazelier. Una vez examinada, el Venerado Padre le contestó de la siguiente manera: "El Padre Superior General de la Sociedad me ha comunicado el proyecto de unión del que usted me había ya hablado y que yo he tenido en mente desde hace largo tiempo. Después de haberlo comentado juntos, creímos que esta unión redundaría en la mayor gloria de Dios y el bien de la religión.

 

(177) Ambas partes tenemos el mismo fin: la educación cristiana de los niños; y los medios que empleamos para lograrlo, son los mismos con ligeras variantes. El artículo 8 de su Prospecto, por el que usted rechaza los establecimientos de un solo Hermano, y que no desea tener en el porvenir, más que en lugares muy cercanos a alguna de sus casas, nos parece conforme al siguiente enunciado de nuestros Estatutos: "Aunque los Hermanos no irán menos de dos, se podrá establecer una residencia central, de la que se separarán uno en uno para ir a los poblados cercanos." Suprimido en esta forma este obstáculo, creo que podremos entendernos fácilmente, sobre los demás artículos de su prospecto que hemos leído con mucha atención; pero no entro en detalles, porque espero en una entrevista, facilitar nuestras opiniones.". Hasta este punto se llegó por el momento.

 

Saint-Didier-sur-Chalaronne.

 

(178) La señorita condesa de la Poype, hermana del general del mismo nombre, e integrante, al igual que sus tres hermanas, del Capítulo de Château-Cheulon, (Jura), habitante de Saint-Didier-sur-Chalaronne, quiso establecer una escuela religiosa y gratuita, común para las parroquias de Saint-Didier y de Thoissey. Para esto se puso en contacto con Monseñor Devie, obispo de Belley, enviándole 7 200 fr. Monseñor se encargó de la realización de tan excelente proyecto. Su Excelencia solicitó 4 Hermanos al Reverendo Padre Colin, que aún residía en Belley. Por encima de la escuela, Monseñor quería un noviciado en Saint-Didier. El Padre Colin no le dio respuesta, sino que envió dicha solicitud al Padre Champagnat. Al buen Padre no le agradaba la idea de tener un noviciado tan cerca del Hermitage, pero por la autoridad del Padre Colin, y no queriendo hacerle un desaire, le fueron prometidos los 4 Hermanos.

 

(179) Este proyecto, mal concebido, fue también mal realizado. El padre Madinier, un santo sacerdote, originario de Rive-de-Gier, era el párroco de Saint-Didier. Monseñor le encargó que consiguiera un terreno y que hiciera construir una casa, en cuyos planos no entraba un noviciado. El párroco escogió un lugar, que aunque, fuera de la población, no estaba en el camino de Thoissey, y por lo tanto, muy retirado de esta población. El terreno, la construcción y la instalación costaron 38 000 fr., los 54 000 restantes fueron colocados como préstamo al estado que proporcionaban al principio 17 000 fr. de intereses, para el mantenimiento de los 4 Hermanos. Más tarde, se realizó la conversión al 5%, y el obispo no pagó la compensación[94] y la cantidad recibida de 1 500 fr.; no era nada atractivo.

 

(180) Los Hermanos Sebastián, María Agustín, Cosme y Fabián fueron destinados. Abrieron la escuela que pronto tuvo 260 alumnos, todos gratuitos, de los cuales unos cincuenta venían de Thoissey, y estaban muy lejos de ser los más educados. No solamente molestaban a los de Saint-Didier, sino que se peleaban entre ellos, en las idas y venidas. El padre Madinier había hablado tan bien de los Hermanos, que los consideraban como seres celestiales: el Hermano Sebastián les comprobó muy pronto, que era terrestre.

 

(181) Desde la apertura. Monseñor reclamó la fundación del noviciado. El piadoso Fundador le respondió que la casa no contaba con locales para eso. El obispo fue a visitarla convenciéndose de la carencia de dependencias y escribió al Padre Champagnat que acababa de dar indicaciones para elevar la casa de 18 centímetros: el buen obispo quería decir 1.50 metros. La casa quedó aumentada de 1.50 m. estableciéndose allí un internado y un noviciado; aquel ahogó al segundo, y Monseñor, disgusta do, volvió la espalda al Instituto apoyando a los Hermanos de la Sagrada Familia y a los de la Cruz, para su diócesis. Esto no hubiera sucedido si el buen Padre hubiera tenido manos libres para actuar.

 

(182) Ignorando que los Hermanos ya habían llegado a Saint-Didier, Monseñor Devie escribió al Venerado Padre presionándolo para que los enviara lo más pronto posible. Su Excelencia le preguntaba también sobre el reconocimiento legal, para cuy a obtención ofrecía su ayuda al piadoso Fundador, al igual que el señor Arzobispo de Lyon y sus Excelencias los obispos de Autun y de Grenoble.

 

(183) El Padre Champagnat respondió así a su Excelencia: "Monseñor: Los Hermanos de Saint-Didier ya salieron y se han instalado desde hace ocho días. Los recibieron con atención y ya nos han comunicado que tienen 260 alumnos en sus clases, y que sin un pronto auxilio, les será imposible conservar un número tan grande".

 

Autorización legal.

 

(184) "Para obtener nuestro reconocimiento, hemos redactado los Estatutos que presentamos más abajo, los enviamos a París, el 28 de febrero de 1834, con una carta al Rey que encierra una reseña histórica de la fundación de nuestro Instituto. En mayo de 1835, escribimos también a la reina, quien nos respondió diciendo que nuestros documentos están en manos del ministro. La principal razón de la demora que experimentamos, viene, creo, de que el señor Guizot, siendo protestante, no ve con a grado una asociación consagrada por entero a María. He aquí la respuesta que hemos recibido: "En cuanto al reconocimiento de su establecimiento como una asociación, no nos parece, por el momento, que sea factible su aprobación. Usted me habla de los Estatutos de los Hermanos de Saint-Paul-3-Châteaux; no recuerdo haberlos recibido. Poseemos la regla del señor de Lamenais que nos ha proporcionado un respetable eclesiástico de la diócesis de Grenoble".

 

(185) "Sigo pendiente de este asunto, Monseñor. Una solicitud del comité de los alrededores, ha llegado en mi apoyo, al igual que varias cartas de recomendación de los señores presidentes de las poblaciones en las que nuestros Hermanos están establecidos. Actualmente nuestros documentos están en manos del señor Delbeque, Primer jefe de división. Con ocasión de mi viaje a París, tuve la oportunidad de verlo, con Monseñor Pompallier, y nos hizo miles de ofrecimientos. Me prometió hacer todo lo posible para lograr el éxito de nuestra empresa: otros personajes distinguidos nos testimoniaron su benevolencia. Por lo tanto, espero que nuestros estatutos hayan sido aprobados desde luego por el Consejo Real, el 7 de marzo de 1834, así obtendremos finalmente, la ordenanza que ansiamos".

 

(186) Ya lo hemos dicho, y lo veremos mas adelante, que todas las gestiones del buen Padre fracasaron. Hemos mencionado también, que el prelado, a quien el buen Padre envió la respuesta anterior, dejó de proteger el Instituto tres años más tarde.

 

(187) Entre las recomendaciones de las que hablaba el querido Padre, deseamos citar los certificados otorgados por el padre Venet, cura de Mornant, al igual que los señores alcaldes de Saint-Martin-en-Coallieux y de Sorbier. Hélos aquí:

 

(188) "Desde que los denominados Hermanos de María se establecieron en Mornant, no hay más que una sola voz para expresar el bien que ya ha resultado del ministerio de estos dignos educadores; ricos y pobres, todos están de acuerdo en reconocer que su escuela está bien atendida, que los niños se han hecho más apegados a la religión, más honestos y más sumisos a sus padres e incluso a las autoridades. Desde hace 10 meses que estoy en la parroquia, me he asegurado personalmente, de que merezcan, en todos los sentidos, la confianza general de la que gozan. Es una feliz idea la que ha tenido su Fundador al crear una corporación al estilo de las Escuelas Cristianas, y de las que no difiere sino dando más facilidades a las poblaciones que no pueden subvenir a gastos demasiado elevados. Así, la acogida favorable que reciben del público, es una prueba fehaciente de la necesidad de dicho establecimiento".

 

(189) "Su noviciado es numeroso, y sin embargo no puede dar a basto a las peticiones que le hacen del departamento del Ródano y de los departamentos vecinos. Deseo de todo corazón que mi testimonio, que doy con plena conciencia, sirva de estímulo a tanto celo y entrega, de parte de estos dignos Hermanos, y que contribuya a obtener el reconocimiento real que será la recompensa de todo el bien que realizan entre los jóvenes"[95].

 

(190) "El alcalde del municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, suburbio de Saint-Etienne, departamento del Loira, asegura que los Hermanos Maristas, cuyos establecimientos están bajo los cuidados y el celo del Padre Champagnat, vecino de nuestro municipio desde hace 11 años, no deja nada qué desear, sea en lo referente a la conducta, sea en lo que respecta a la sumisión y al respeto debidos a las autoridades. Me he asegurado personalmente, que merecen desde todo punto de vista, nuestra confianza de la que gozan. Es una idea fabulosa la que ha tenido el Fundador, al crear una corporación a semejanza de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que no difiere de ella más que en la facilidad que brinda a las localidades que no pueden hacer frente a gastos demasiado considerables".[96]

 

(191) "Su casa central, establecida en nuestro municipio, desde hace 11 años, ha tenido año tras año un notable crecimiento, y en la actualidad, a pesar del gran número de sujetos, está muy lejos de satisfacer las múltiples peticiones que le dirigen del departamento del Loira y de los departamentos vecinos".

 

(192) "Dando fe de esto, hemos firmado el presente testimonio y emitido un voto favorable a su existencia legal. Firmado en la alcaldía, el 20 de agosto de 1836."

 

(193) "El suscrito, Alcalde del municipio de Sorbier, suburbio de Saint-Etienne (Loira), certificamos que la instrucción primaria de los niños de dicho municipio, confiada a los Hermanos de María desde hace 5 años, ha sido siempre dirigida por ellos con celo y excelentes resultados, con la plena satisfacción de las autoridades y de los padres de familia. Nos congratulamos de haber encontrado en estos dignos maestros, y con gastos mucho menos elevados, las ventajas que los Hermanos de las Escuelas Cristianas ofrecen en las ciudades".

 

(194) "Su comportamiento no merece más que elogios, y el respeto que profesan a la autoridad y que saben muy bien infundir en sus alumnos, se muestra en toda circunstancia. En fe de lo cual, se les otorga el presente certificado, en la alcaldía, el 20 de agosto de 1836."

 

Nuevas fundaciones.

 

(195) Junto con Saint-Didier, el Instituto fundó las escuelas de Saint-Martin-la-Plaine y Semur. Saint-Hugues, abad de Cluny, nació en esta última parroquia, en el siglo X siendo hijo del Señor de este lugar. Semur fue la primera en adoptar l a devoción al Sagrado Corazón, bajo inspiración de la Bienaventurada Margarita María Alacoque. El padre Bonard era por entonces el cura de esta parroquia. A pesar de las afrentas del Terror y gracias al buen espíritu de los feligreses, nunca abandonó su parroquia y logró librarla de los intrusos. Para conservar el espíritu religioso, solicitó dos de nuestros Hermanos al piadoso Fundador, que se los envió. Poco después de la inauguración de las clases, Monseñor de Héricourt, obispo de Autun, fue a visitarlos. Inmediatamente escribió al buen Padre en estos términos: "Padre Superior: En un viaje que acabo de realizar a Semur-en-Brionnais, tuve la oportunidad de apreciar el mérito de los Hermanos que usted forma con tanto celo en la excelente tarea de la educación de los niños. Reconozco, al mismo tiempo, lo importante que es el conservar en este naciente establecimiento al Hermano encargado, por el momento, de dirigirlo. Usted no ignora todo lo que exige los primeros años. Tengo la confianza que usted tendrá a bien el satisfacer mis deseos, que por otra parte, son los de todas las personas que tienen verdadero interés en la escuela municipal recientemente abierta".

 

(196) "Deseo confiar también a los Hermanos de María, otro establecimiento que tengo la intención de fundar muy pronto. No dudo, Padre, que hará todo lo que dependa de usted para ayudarme a realizar un proyecto que es de mucha importancia en mi solicitud pastoral". El proyecto al que se refería Monseñor, era la fundación de un noviciado en Vauban, a 18 kilómetros de Semur: esto se realizó en 1839.

 

(197) Después del retiro, 105 Hermanos fueron destinados a las casas existentes, comprendiendo la de Belley, en la que 3 Hermanos ayudaban en el seminario.

 

(198) Los Padres compraron en Lyon, en la cuesta de los Angeles, la casa denominada "Puylata" que fue la casa-madre de su rama.

 

Las cuentas.

 

(199) Durante los primeros 15 años, el Padre Champagnat tuvo que encargarse de llevar la contabilidad, como de todo lo demás. Las entradas eran pocas. Se reducían a las raquíticas pensiones de los postulantes, las economías de los Hermanos en los establecimientos, y las limosnas de las almas generosas, sea en alimentos sea en especies. Los gastos, también eran exiguos. Estando siempre muy ocupado, el buen Padre había llevado las cuentas lo mejor que había podido, en hojas sueltas o en cuadernos que no había conservado. No podemos presentar, por lo tanto, ni las entradas ni las salidas de estos primeros años.

 

(200) A partir de 1833, las cuentas de la casa fueron confiadas a diversos Hermanos, sucesivamente. No eran muy hábiles en la administración. Las entradas y salidas estaban frecuentemente revueltas, los conceptos mal redactados y peor transcritos. Si tales libros llegaran a nuestros sucesores, tendrían serias dificultades para interpretarlos. A continuación exponemos los gastos que se declaran del 1 de octubre de 1835 al 1 de enero de 1837:

 

(202) Es evidente que se había recibido con qué cubrir este total de gastos, pero el administrador había desparramado las entradas por uno y por otro lado. No anota ni los donativos de gentes generosas, ni lo producido por la Grange-Payre, que recibía el encargado de la granja.

 

Acrecentamiento y organización.

 

(203) El querido Fundador preparaba la impresión de las Reglas que había meditado, estudiado y experimentado paciente y prudentemente, pero con firmeza, bajo la mirada de Dios, la protección de la Buena Madre y con la ayuda de los principales Hermanos.

 

(204) 29 postulantes tomaron el hábito en 1836, recibiendo los nombres que siguen: Hermanos José-Francisco-Javier (Rondet), Félix (Barelon), Pémen (Ardin), Eutimio (Collard), futuro secretario general, luego Asistente; Bernardo (Mauriat), Nilo (Astier), Teotisto (Oriol), Elías-Regis (Marin), Juan Claudio (Piquet), Espiridión (Chazalle), De la Cruz (Beauvoird)[97], Cornelio (Jalas), Angeles (Colombet), Matías (Moulin), Ennemond (Meunier), Domitiano (Colombet), Ruperto (Tardy), Bernabé (Boudart), Andrónico (Jeury), Juan (Courbon), Lázaro (Rambert), Teódulo (Moreton), Cosme (Trambouze), Teodosio (Defour), Didier (Durand), Aureliano (Villevieille), Colombiano (Morgue), Próspero (Vial), Francisco-Javier (Peigneaux), Sinforiano (Aspire).

 

(205) A partir de este año de 1836, el acta de profesión quedó asentada en el(los) registro(s) de acuerdo con la siguiente fórmula: "Nosotros, los abajo firmantes, Hermanitos de María, declaramos que el día 10 del mes de octubre de 1836, hacia las 9 de la mañana, en la nueva capilla de Nuestra Señora del Hermitage, al finalizar el retiro de ocho días, predicado por el Reverendo Padre Colin y el padre Convertí, hemos hecho voluntaria y libremente, con la autorización del Reverendo Padre Superior, también firmante, y de acuerdo a las ceremonias en uso en la Sociedad de los Hermanos de María, los tres votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia al superior de dicha Sociedad, según las Constituciones y los fines de la Orden. En fe de lo cual, hemos firmado esta acta, el 14 de dicho mes del presente año, en nuestra Señora del Hermitage."

 

(206) Firmaron los Hermanos María Lino (Moral), Apolillar (Genio), Clemente (Pénin), de la Cruz (Beauvoird), Simeón (Fallasen), Inocente (Enmonte), Isidoro (Pitee), Ignacio (Jeury), María Agustín (Derrite), Antonio-Regis (Reymond), Justino (Champareis), María (Giraud), Paulina (Trancan), Flaviano (Chombas), Marco (Pollas), Claudio-María (Bertrand), Pedro-José (Rodee), Sebastián (Aspire), María Nizier (Denos) (Su verdadero apellido es Deforme, Juan María), Luchas (Arden), Omán (Devele), Pacimos (Ros), Rem (Dubessy), María-Regis (Jacquier).

 

(207) Los Hermanos que habían emitido secretamente sus votos con anterioridad, los renovaron a continuación de los anteriores. Después de la ceremonia, el Instituto contaba con 69 Hermanos profesos.

 

(208) Los postulantes Luis Champareis y Juan Roncar, pasaron a la eternidad. La muerte se llevó también al llamado Motilón, vecino muy molesto y que había ocasionado toda clase de problemas al Padre Champagnat y a los Hermanos. Había llegado incluso a querer impedirnos el tomar agua del Gier para regar el jardín y de prolongar el camino a lo largo del río para ir a Saint-Chamond. Fue en esta ocasión que el Padre y los Hermanos hicieron el camino que lleva de la casa a la carretera de Saint-Chamond-La Valla. El buen Padre no se vengó de su perseguidor sino prestándole toda clase de servicios posibles a su viuda. Monteareis, yerno del difunto, no siguió con los errores de su suegro.

 

(209) El 10 de diciembre del mismo año, Monseñor Pompallier comunicó al buen Padre, que se estaba ocupando del reconocimiento legal de los Hermanos durante su permanencia en París, que el asunto le parecía que iba por buen camino; que el mal tiempo lo retenía en el Havre, con sus siete compañeros y que los párrocos de la ciudad se aprovechaban de las circunstancias. Su Excelencia pedía al buen Padre y a todos los Hermanos que lo encomendaran al igual que a todos sus compañeros, a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Hermitage. Los misioneros partieron del Havre, a finales del mes.[98]

 

1837

 

Felicitaciones[99].

 

(210) Al igual que los años precedentes, todos los Hermanos enviaron sus mejores deseos de año nuevo, al querido Padre. Por su parte, les contestó, el 7 de enero, de la siguiente manera:

 

(211) "Carísimos, mis bien amados, mis queridos Hermanos: Amémonos unos a otros. No podría, al inicio de este año, tener otro lenguaje más conforme a mis gustos y a mis afectos, pues si le pregunto a mi corazón mis sentimientos, la pena que me causa la menor de sus contrariedades; sus enemigos, que son los míos; sus reveses, que son motivo de mis tristezas; veinte años de solicitud, todo esto hace que pueda con atrevimiento y sin temor, dirigirles las palabras que el discípulo amado pone al principio de sus cartas: Mis muy amados, amémonos unos a otros, porque la caridad viene de Dios.

 

(212) Los buenos deseos y los votos que formulo al principio de este años, son completamente diferentes a los que el mundo se esfuerza por expresar en un lenguaje mentiroso: abundancia de bienes, de honor, de placeres que el corazón no puede disfrutar. Esto es lo que el mundo desea. Por mi parte, mis queridos, mis bien amados, conjuro a nuestro divino Maestro cada día, al subir al altar, que se digne hacer llover sobre ustedes, sus gracias y sus más abundantes bendiciones, que les ayude a huir del pecado como el único mal que hay que temer, que allane el camino de las virtudes propias de un religioso, sobre todo las características de los hijos de María. En fin, ruego a nuestra Madre común para que nos obtenga una santa muerte, y que amándonos entre nosotros aquí en la tierra, nos amemos para siempre en el cielo.

 

(213) Nuestros Padres y Hermanos destinados a Polinesia, se embarcaron el 24 de diciembre. ¡Qué campo tan grande ha confiado a nuestro celo el Soberano Pontífice, el vicario de Jesucristo! Acompañemos con nuestros buenos deseos y nuestras plegarias fervientes a los que han sido elegidos de una manera muy especial para este trabajo. Creo que los hago felices haciéndolos partícipes de una carta escrita desde el Havre, la víspera de la partida, por el Hermano María-Nizier:

 

(214) Qué feliz me siento, querido Padre, de haber sido escogido, aunque sea muy indigno, entre los Hermanos de María, para ser de los primeros que lleven la luz del Evangelio a los pueblos salvajes. ¡Oh... que Dios sea bendito! Es El quien m e ha dado la vocación y me ha concedido seguirla. Me siento feliz de partir, y puedo decir con toda sinceridad, que no cambiaría mi lugar por un trono. No temo nada, puesto que María, nuestra Buena Madre, será mi guía en todas mis acciones y mi refugio en todas mis penas. Quisiera, querido Padre, poder desearle un feliz año, de viva voz, al igual que a todos mis queridos Hermanos en Jesús y María, pero las circunstancias no me permiten satisfacer mis deseos. Le deseo de todo corazón un feliz y venturoso año, al igual que a todos mis queridos Hermanos".

 

(215) El señor Antonio Thiollière, bienhechor del Instituto solicitó al Padre Champagnat que le enviara al buen Hermano Estanislao con quien deseaba conversar. El Venerado Padre se lo envió con una pequeña carta concebida en estos términos:

 

(216) "Le enviamos, según su amable y cariñosa petición, al Hermano portador de la presente, con la siguiente aclaración: Nos asociamos, si lo permite, con usted y con toda su familia, en comunidad de bienes y de buenas obras que se hacen y s e puedan hacer en lo sucesivo. Disculpe que me tome esta libertad y dígnese creerme, con todo respeto, etc..."

 

Autorización legal.

 

(217) El señor cura de Ganges, en la diócesis de Montpellier, pidió Hermanos para su parroquia. El buen Padre le envió nuestro prospecto y le prometió Hermanos si podía cumplir las condiciones señaladas. Esta fundación no se llevó a cabo sino más tarde, ya que el señor cura no podía sostener más que a dos Hermanos.

 

(218) Con ocasión de su viaje anterior, el piadoso Fundador había sido muy bien recibido por el Superior de las Misiones Extranjeras. Le escribió el 12 de enero de 1837, para agradecerle y suplicarle que recogiera los informes referentes al reconocimiento legal que se tuvieran. He aquí su carta:

 

(219) "Mi muy respetable Superior: Quiero agradecerle hoy la amabilidad con la que me recibió con ocasión de mi viaje a París con Monseñor Pompallier. Su gran benevolencia me anima a solicitarle un servicio: durante mi permanencia en París, h ice, con Monseñor Pompallier, una visita al señor Delbèque, jefe de división, en el ministerio de la Instrucción Pública; le entregue la documentación relativa al reconocimiento de mis Hermanos. el señor Delbèque prometió apresurar el reconocimiento que deseo con objeto sancionar los estatutos de mis Hermanos. Tales estatutos ya han sido aprobados por el Consejo Real de Instrucción Pública y redactados en el boletín general de la instrucción primaria No. 6, del mes de abril de 1834, que está en poder de los señores Hachette y Didot. ¿Le será factible, Padre Superior, visitar al señor Delbèque para preguntarle en qué situación se encuentran tales trámites? Se me hace tarde por saber algo y es de suma importancia para nosotros contar con esta ordenanza sin la cual el servicio militar va a arrebatarnos un buen número de sujetos que no están lo suficientemente preparados para obtener el brevet necesario...

 

(220) Al presente contamos con 171 Hermanos en nuestra Sociedad, y una veintena de novicios. Tenemos 34 establecimientos en las diócesis de Lyon, de Belley, de Grenoble, de Viviers y de Autun. El señor Arzobispo de Alby, nos pide un noviciado en su diócesis, el de Belley quiere también otro. Deseamos vivamente ponernos en regla con el gobierno antes de que nuestra Sociedad adquiera una mayor extensión".

 

La Côte Saint-André. Amenazas.

 

(221) El Hermano Luis María, director de La Côte no estaba contento con la forma en que se llevaban las cosas en su casa. El padre Douillet tenía, sin lugar a duda, buenas intenciones, pero su peculiar manera de relacionarse con los Hermanos, les presentaban problemas a cada instante. El Hermano director hizo partícipe al buen Padre de las dificultades que encontraba, y recibió la respuesta que vamos a leer:

 

(222) "Mi querido Hermano Luis María: Hago míos, en efecto, de una manera muy especial, todos los disgustos que experimenta en La Côte. No se preocupe de lo que pueda ocurrir; trate de cumplir con sus obligaciones lo mejor que le sea posible, ya en lo referente al padre Douillet, como en lo relacionado con los niños que le están confiados y sobre todo, en lo que respecta a los Hermanos que lo acompañan. Cuando sean despedidos, se vienen; encontraremos trabajo y pan con la ayuda de Dios; haga, mientras tanto, todo el bien que esté a su alcance. Sea muy prudente; infórmeme de inmediato si descubre cualquier anomalía. Mande los novicios que usted crea aptos para nuestra obra, los recibiremos, como hemos recibido a un buen número desde hace algunos años.

 

(223) Por nuestra parte, no provocaremos nuestra salida del Delfinado, nos someteremos con resignación, adorando los designios de la divina Providencia sobre nosotros, no hagamos nada para merecerla y sepamos aceptarla. No realizaré el viaje a La Côte, a menos que usted me escriba de nuevo. No sé a qué nos conducirá todo esto. Posiblemente le envíe al Hermano Juan Bautista en calidad de Visitador. Dejo a su prudencia lo que las circunstancias le permitan decir al padre Douillet. Su salida de La Côte nos proporcionará un beneficio de 2400 fr., si el dinero fuera el móvil, le diría que se viniera cuanto antes".

 

(224) Los 2400 fr. de los que hablaba el Venerado Padre, eran la suma de las economías que el Hermano Director había podido hacer en su vestuario y en el de sus Hermanos. Hubiera deseado enviarlos al Hermitage, pero el padre Douillet los retenía bajo pretexto de reparar y agrandar el local. Además, acababa de cerrar el seminario y se había ido a vivir con los Hermanos, y la Hermana Marta a quien había establecido ecónomo de la casa. No pudiendo aceptar semejante estado de cosas, el piado so Fundador escribió lo que sigue al señor Arzobispo de Grenoble, y luego al párroco de La Côte.

 

(225) "Monseñor: No fue posible en la corta visita que tuve el honor de hacer a su Excelencia, comunicarle más que muy brevemente lo que tenía que decirle sobre los establecimientos que tenemos en su diócesis; incluso, no pude comentarle nada acerca de La Côte. No podemos, de ninguna manera, dejar más tiempo este establecimiento en la situación en que se encuentra desde que el padre Douillet se fue a vivir con los Hermanos. El padre Douillet no puede deshacerse de una muchacha, que por l o mismo, se encuentra en contacto con nuestros Hermanos y que incluso, se ha convertido en la administradora de la casa. Nos vemos obligados, si no queremos ver pisoteada nuestra Regla, a retirar nuestros Hermanos de La Côte. Acabo de comunicar lo mismo al padre Douillet; no he querido cerrar este establecimiento sin poner al tanto a usted; he creído, incluso, que no debo clausurarlo sin advertírselo".

 

(226) Y al señor Cura: "Señor y muy digno Pastor: Recordando la parte que usted ha tenido en la fundación de nuestra casa de La Côte-Saint-André, creo que es muy conveniente que lo ponga al tanto de una determinación que el padre Douillet nos obliga a tomar. Desde que dejó el seminario, se fue a vivir, como usted sabrá, sin duda, con nuestros Hermanos; necesitando de una muchacha para su servicio, la estableció administradora de la casa; cosa que está completamente opuesta a nuestras Reglas y costumbres. El padre Douillet no ha querido acceder en absoluto a las justas reclamaciones que le ha hecho el Hermano Director y que incluso personalmente le he dirigido. Tengo en mi poder una carta del padre Douillet, en la que me da a conoce r sus intenciones respecto a nosotros, y que demuestra que trata de deshacerse de nuestros sujetos; nos es imposible dejar en tales circunstancias por más tiempo a nuestros Hermanos. No viendo ningún medio de solucionar este problema, he decidido retirarlos. Acabo de comunicárselo al Señor Obispo y al padre Douillet"...

 

(227) Luego de una visita que acababa de hacer a La Côte-Saint-André, el Reverendo Padre escribió al padre Berthier, vicario general y al señor Cura, que esperaba poder hacer un arreglo favorable con el padre Douillet, contando, para esto, con la visita de Monseñor al seminario de La Côte, y que, mientras tanto, el padre Douillet aceptaba poner de lado a Sor Marta.

 

La primera Regla impresa.

 

(228) La Regla fue impresa y enviada a los Hermanos en enero. Comprendía 58 páginas de pequeño formato in-18. La formaban once capítulos titulados así:

 

(229) Capítulo I.- Extracto de los estatutos de la Sociedad. -1o. Fin de los Hermanos. -2o. Condiciones para ser admitido en la Sociedad. -3o. Requisitos para el establecimiento de una comunidad.

 

(230) Capítulo II. Reglamento y horario del día. -Reglas específicas para la clase de los chicos.

 

(231) Capítulo III. Gobierno de los Hermanos en los establecimientos: -1o. El Hermano Director. -2o. El Hermano primer Director. -3o. El Hermano Visitador.

 

(232) Capítulo IV. Medios para conservar la piedad y la regularidad. -1o. Confesión y Comunión. -2o. Retiro mensual. -3o. Otras prácticas.

 

(233) Capítulo V. Forma en la que deben comportarse los Hermanos en las diferentes relaciones. -1o. Entre ellos. -2o. Con los eclesiásticos y las autoridades civiles. -3o. Con los padres de los alumnos. -4o. Con los niños.

 

(234) Capítulo VI. Clases particulares

 

(235) Capítulo VII. Cartas

 

(236) Capítulo VIII. Salidas y viajes

 

(237) Capítulo IX. Cuidado de las temporalidades

 

(238) Capítulo X. Vacaciones

 

(239) Capítulo XI. Funerales de los miembros de la Sociedad en la casa madre.

 

(240) Estos capítulos estaban precedidos de una instrucción acerca del aprecio que se debe tener por las Reglas. Tal instrucción a sido reproducida literalmente en la edición de 1852. Dicha edición presenta un gran desarrollo de las Reglas, pero los principios fundamentales y los puntos principales han quedado intactos.

 

Capítulo XI: detalles.

 

(241) Presentamos el capítulo 11, en vista de que la edición de 1852 lo ha modificado sensiblemente. En tal fecha señalaremos las modificaciones sufridas.

 

(242) 1o. Por un novicio, se dirá una misa solemne a la que asistirá toda la casa. Dos Hermanos con sobrepelliz la ayudarán; luego, uno llevará la cruz, el otro el agua bendita. Los novicios colocarán al difunto en la tumba.

 

(243) 2o. Para un Hermano no profeso perpetuo, el día de su muerte se recitará el oficio de difuntos con tres lecciones, y la misa de funeral con acólitos y dos clérigos. Los Hermanos no profesos lo pondrán en su tumba.

 

(244) 3o. Para un Hermano Profeso perpetuo, se dirá: 1o. El oficio de nueve lecciones, una misa con diácono y subdiácono. Después de la absolución se cantará la Salve Regina. Los Hermanos profesos, si el número es suficiente, lo colocarán en la tumba y serán los seleccionados para las celebraciones. 2o. En las casas, el jueves siguiente a la comunicación de la muerte de un Hermano profeso, se recitará el oficio como se ha señalado y la comunión será con la misma intención. 3o. Los Hermanos directores pagarán la retribución de una misa, según la costumbre del lugar. 4o. Al final del mes, en la casa madre, se dirá todavía una misa por el eterno descanso de su alma y se recibirá la comunión. 4o. Cantarán la vísperas de difuntos todos los primeros domingos de mes, y el lunes siguiente, se dirá una misa por todos los miembros y bienhechores de la Sociedad. En los establecimientos las vísperas de difuntos, se recitarán el día de retiro mensual.

 

(245) El capítulo II pone la levantada a las 4 de la mañana, el oficio de la tarde a las 5h 1/2, y el capítulo de culpas el jueves y el domingo; la edición de 1852 modificó estos tres puntos.

 

Otros detalles.

 

(246) El capítulo 2 pone la levantada a las 4 horas, el oficio de la tarde a las 5 1/2 y el capítulo de culpas el jueves y el domingo. La edición de 1852 modificó estos tres puntos.

 

(247) El capítulo I reglamentaba que los postulantes serían recibidos entre los 15 y los 30 años, mediante un pago de 400 fr. de pensión y un ajuar estimado en 250 fr. Debían saber leer, escribir de manera pasable y presentar un certificado d e buenas costumbres, al igual que el extracto de su bautismo y de su acta de nacimiento. Reglamentaba también, que los municipios tenían que pagar, por cada Hermano solicitado, una prima de 400 fr. y un mobiliario de 500 fr.[100], y una retribución anual de 400 fr., además del mantenimiento del mobiliario, si los municipios querían conservar la propiedad.

 

(248) En el capítulo IV se señalaba que los Hermanos hicieran una recolección el primer jueves de cada mes para prepararse a la muerte; este punto quedó suprimido en 1852.

 

(249) No se hablaba de los tres votos de religión en esta Regla, pero los Hermanos los pronunciaban y las obligaciones contraídas se encuentran en las instrucciones y otros escritos del Padre Champagnat.

 

Anexos de la Regla.

 

(250) Además de las 58 páginas mencionadas, el pequeño volumen comprendía: 1o. Un método para la meditación. -2o. Una instrucción para dar cuenta de conducta[101]. -3o. Los Mandamientos religiosos. -4o. Los medios de perfección. -5o. Una instrucción de San Ignacio de Loyola sobre la obediencia. -6o. Una oración para evocar en su interior la vida de Jesús. -7o. El abandono personal a la Santísima Virgen. -8o. A San José. -9o. Oraciones al revestir el santo hábito, la cruz y el cordón. -10o. Oraciones para antes y después de las comidas, en los diversos tiempos del año. -11o. Ceremonia de la Toma de hábito. -12o. Idem de los votos temporales y los perpetuos.

 

(251) El cuestionario para la toma de hábito y para la profesión quedaron mucho más desarrollados en 1852. Presentamos aquí la de los votos temporales, teniendo en cuenta que fue suprimida en 1852.

 

- Queridos Hermanos, ¿qué desean? - Padre, deseamos hacer en sus manos, los tres votos temporales de pobreza, castidad y obediencia, si usted gusta permitírnoslo. - Su deseo es digno de alabanza, queridos Hermanos; puesto que los votos que se proponen hacer, añadirán un nuevo mérito a cada una de sus acciones, los unirá más estrechamente a Dios, y por las numerosas gracias que les atraerán si son fieles a ellos, serán más fuertes en las tentaciones y más animosos en la práctica de sus deberes. Tengan cuidado, sin embargo, de no contraer estos compromisos más que con reflexión. Es cierto que no son perpetuos; pero las obligaciones que les imponen n o son menos rigurosas. Por el voto de pobreza, se privan de la facultad de poseer algo como propio; por el voto de castidad, se comprometen a huir de los placeres de los sentidos; y por el voto de obediencia, se someten de una manera absoluta a la voluntad y al deseo de Dios en la persona de sus superiores. Si están bien informados de todas sus obligaciones y decididos a cumplirlas con fidelidad, hagan los votos que desean y Dios los acogerá.

 

(252) La fórmula de estos votos era la misma que para los votos perpetuos... La única diferencia era que el que pronunciaba los votos, indicaba la duración, que variaba entre 3 meses a tres años.

 

(253) Al enviar este pequeño volumen a los Hermanos de los colegios, el Venerado Padre les dirigió la siguiente circular: "Les suplico que reciban la Regla que tanto deseaban desde hace largo tiempo, en los dulces nombres de Jesús y de María. No pretendo obligarlos bajo pena de pecado a la observancia de cada artículo en particular; sin embargo, les diré que no gozarán de paz y consuelo en su estado, sino en cuanto sean muy exactos en el cumplimiento de toda su Regla. La fidelidad a su reglamento, al obtenerles la perseverancia, les asegura la corona eterna".

 

Instrucciones del Padre Champagnat.

 

(254) Estando las Reglas en manos de todos los Hermanos, que debían estudiarlas y practicarlas, no diremos nada más. Por su parte, el Venerado Padre las explicaba cada año, durante el retiro, en las conferencias de las que él mismo se encargaba y en las instrucciones que daba a los Hermanos durante el año. No era orador ni trataba de formular frases floridas ni párrafos sabiamente elaborados. Su lenguaje, al igual que su estilo era sencillo, a veces, apenas francés, pero era sumamente cl aro, firme y muy atrayente. Desde que los Hermanos lo veían aparecer para hablarles, todos los rostros se ponían radiantes. Preferían sus palabras sencillas y paternales a los discursos mejor elaborados.

 

Autorización legal.

 

(255) El Padre Champagnat escribió sucesivamente tres cartas al señor obispo de Belley, para agradecerle el interés que había mostrado por el Instituto, así como las gestiones hechas por los señores de la Croix, d'Azolette y Dépery, sus vicarios generales, a favor del reconocimiento legal, durante su estancia en París. También se trataba del noviciado de Saint-Didier, del que ya hemos hablado con anterioridad. Igualmente hacía alusión de varias fundaciones en la diócesis, sobre las que e l buen Padre consultaba a Monseñor: Nantua, Thoissey y Verjon.

 

(256) Entre las gestiones incesantes del piadoso Fundador para obtener el reconocimiento legal, mencionamos la carta siguiente. Fue dirigida al señor Ginot, uno de los acaudalados propietarios de La Valla y luego, negociante de seda en París.[102]

 

(257) "Me enteré demasiado tarde de su salida de Soulage[103]. Quiero suplicarle, conocedor de su amable benevolencia, se sirva visitar al señor de Jussieux, primer secretario de la prefectura en París, a quien usted conoce, para suplicarle tenga a bien informarse con el señor Delbèque, jefe de división en el ministerio de Instrucción Pública; en qué estado se encuentra el asunto relativo a la ordenanza que solicitamos en favor de nuestra institución, y cuyos documentos le fueron confiados por mí, en su residencia, en París, el 4 de julio de 1836, Tengo muchos deseos de conocer el resultado antes de la partida de los diputados. Ruéguele tenga la amabilidad de decirme si existe todavía alguna formalidad que cumplir, qué nuevos trámites tengo que hacer, o en fin, si falta algún documento. El señor prefecto del Loira me ha dicho últimamente, que haría todo lo que estuviera a su alcance para ayudarme, que él me conseguí ría todos los documentos relativos a su administración. El comité de nuestros alrededores han formulado una nueva petición; ¿es necesario enviársela? Le estaría sumamente agradecido si usted pudiera comprometer a tales señores a ayudarme en mi asunto ; ¡Qué grandes servicios me prestaría usted! ¡Qué agradecido le quedaría! Si usted juzga que sería muy conveniente alguna propina, se lo tendré en cuenta".

 

Cartas administrativas.

 

(258) El Reverendo Padre mandó redactar tres cartas consecutivas al padre Mazelier, 1o para enviarle la pensión de los Hermanos que estaban en Saint-Paul; 2o para pedirle que aceptara a otros que iban a quedar sujetos a la ley militar; 3o par a agradecerle la gran caridad que tenía para el Instituto, enviándole a los Hermanos que quisieran vivir entre los suyos y hacerle partícipe de la esperanza que se veía en el horizonte, de lograr, finalmente, el reconocimiento legal. Añadía que iría pronto a verlo, al dirigirse a la Voulte, en donde le solicitaban Hermanos.

 

(259) El Reverendo Padre Rigaud, superior de los Jesuitas de la Louvesc, escribió así al piadoso Fundador, el 10 de marzo:

 

(260) "Permítame que le recuerde la petición que tuve el honor de hacerle en el mes de octubre pasado, de dos de sus queridos Hermanos para nuestra parroquia de la Louvesc, y que usted tuvo la bondad de no rechazar. Usted me hizo esperar una corta visita a nuestro buen San Francisco Regis, pero la multiplicidad de sus ocupaciones lo habrá, sin duda, impedido efectuarla; y también es cierto que hasta el presente, el tiempo no ha sido nada favorable para visitar nuestras montañas. Si estas mismas razones no vienen a poner algún obstáculo, cuente, Reverendo Padre, con nuestro interés en recibirlo. La casa construida para los queridos Hermanos no está todavía disponible. Quedó cubierta mucho antes del invierno, pero las divisiones interiores todavía no han sido levantadas; se va a trabajar de inmediato después de Pascua. Pero esto no debe impedirle, Reverendo Padre, el que nos mande sus queridos Hermanos tan pronto como le sea posible, pues tendremos verdadero gusto en alojarlos en nuestra casa, y les proporcionaremos la alimentación que usted quiera señalarnos. Estos buenos Hermanos podrían prestarnos una gran ayuda a nuestra iglesia, durante toda la época de peregrinaciones. Aprovecho esta oportunidad, mi Reverendo Padre, para encomendarle a sus oraciones y a las de su fervorosa comunidad, la misión que empezaremos aquí mismo, el domingo próximo, para la parroquia de la Louvesc, y que durará tres semanas. Aunque nuestros bravos feligreses nos oyen predicar con frecuencia, les parece que es menos para ellos que para los peregrinos de la buena estación. Contamos mucho con su caridad y la de todos sus buenos y queridos Hermanos"

 

(261) El Padre Champagnat era muy devoto de San Juan Francisco Regis, que predicó en otro tiempo, en Marlhes, su parroquia natal. Respondió por lo tanto al Padre Rigaud, que le enviaría con gusto Hermanos a la Louvesc tan pronto como pudiera. Obstáculos imprevistos vinieron a impedir esta fundación. Por otra parte, al buen Padre no le agradaba en modo alguno que sus Hermanos estuvieran encargados de las sacristías. Los rehusó constantemente a los capellanes de Fourvière, incluso a Monseñor que se los solicitaba en nombre de la Patrona que el buen Padre había escogido para su Instituto.

 

Informe para el reconocimiento legal.

 

(262) Se redactó un informe en vista del reconocimiento legal, dando las condiciones de todos los establecimientos existentes y los nombres de los 66 párrocos o alcaldes que habían solicitado Hermanos sin lograr obtenerlos: 12 en el Loira, 13 en el Ródano, 1 en el Var, 1 en el Gard, 6 en Ardèche, 4 en Saona y Loira, 6 en Isère, 1 en el Sena-Inferior, 2 en Ain, 1 en Tarn, 1 en la Nièvre, 1 en Aveyron, 1 en Coreze, 3 en Vaucluse, 1 en la Dordogne, 1 en la Charante, 2 en Saboya, 1 en Côte-d 'or, 4 en el Alto Loira, 1 en Hérault y 3 en Puy-de-Dôme.

 

 

 

El Padre Fontbonne: carta.

 

(263) El padre Fontbonne, que había estado residiendo en el Hermitage y después en San Luis, en América, solicitaba cuatro Hermanos al Padre Champagnat de parte de Monseñor Dubourg, obispo de esa ciudad. Según esta carta, varios padres Maristas estaban trabajando en la diócesis de San Luis[104]. El Padre le respondió de la siguiente manera:

 

(264) "Padre Fontbonne: He recibido con un gran placer la carta que usted ha tenido la amabilidad de dirigirme. Desde su partida, siempre he querido tener noticias suyas, y recibo con sumo interés todas las que me dan. Nuestra Sociedad se multiplica más y más: contamos en el momento presente, con 176 Hermanos y un buen número de novicios que parecen muy entregados. Constantemente estamos en reparaciones o en construcciones, y sin embargo, siempre estamos apretados. No le damos sosiego ni paz a las rocas del Hermitage: demolemos, plantamos viñedos, tratamos de hacer productivo todo.

 

(265) "Nuestra nueva capilla fue dedicada a Nuestra Señora del Hermitage, por Monseñor Pompallier, antes de su partida a la Polinesia; impartió la confirmación a quienes no habían recibido este sacramento.

 

(266) "La obra de los Padres toma constantemente nuevos impulsos; hemos adquirido una casa muy amplia para el noviciado, en Lyon. En una reunión para elegir un superior general, después de un retiro de varios días, los 22 Padres que la formaban, hicieron los votos perpetuos, y el padre Colin, quedó confirmado en la dignidad de Superior General de la Sociedad de María. Hénos aquí religiosos en toda la extensión de la palabra. Quiera el Señor que produzcamos frutos.

 

(267) "Tenemos la satisfacción de comunicarle que nuestros establecimientos se multiplican y que no podemos satisfacer las numerosas peticiones que nos dirigen. Enviaríamos Hermanos con sumo agrado a América para secundar el celo de los bueno s misioneros, si nos fuera posible; esperemos que la divina Providencia nos solucione las dificultades, y nos facilite los medios de llegar a ustedes, cuando el tiempo y el momento que el Padre Celestial ha reservado a su soberano Poder, hayan llegado.

 

(268) "Todos los miembros de nuestra Sociedad, que han tenido la satisfacción de conocerlo, le presentan sus respetos y su amistad".

 

 

 

 

Visita de Monseñor de Pins.

 

(269) El camino de Saint-Chamond a La Valla se hizo en 1837; la soledad del Hermitage no recibió ningún beneficio. Un camino bastante bueno llevaba de éste a la casa.

 

(270) Durante el verano, Monseñor de Pins nos honró con una segunda visita, por la tarde. Su vehículo se detuvo en Creux y su Excelencia llegó a la casa por el camino señalado más arriba. El buen Padre y el padre Matricon, que habían ido a recibirlo, le fallaron porque siguieron la orilla del río. Avisados los Hermanos, recibieron a Monseñor y lo llevaron a la capilla. Les dirigió unas emotivas palabras durante las cuales llegó el buen Padre a toda prisa y condujo a Monseñor a su cuarto. Al mismo tiempo, el cochero llevó su vehículo al patio dejando al buen padre Matricon que se encontraba muy débil. Después de una amistosa conversación con el Padre Champagnat, Monseñor subió a su carruaje y regresó a Saint-Chamond.

 

Fondo de pensiones para los maestros.

 

(271) La ley de 1833 decidió la deducción del 5% en favor de la creación de un fondo de retiro, tomando como base la retribución de los maestros comunales. El buen Padre escribió al ministerio de Instrucción Pública al igual que a los prefectos del Ródano y del Loira para solicitarles el reembolso de esta retención, en vista de que los Hermanos incapacitados eran atendidos en el Instituto. El prefecto del Loira aceptó dicha petición. Ignoramos la respuesta del prefecto del Ródano.

 

Circular.

 

(272) El Padre Champagnat comunicó a los Hermanos el inicio de las vacaciones el 12 de agosto: "Las vacaciones, para este año, al igual que el año pasado, empezarán el 27 de julio; sean muy exactos para estar presentes el 1 de agosto que trataremos de celebrar con la mayor solemnidad posible en nuestra hermosa capilla. Les comunico esta determinación, conociendo su obediencia y docilidad.

 

(273) "Qué agradable y qué alentador es para mí, mis queridos hijos, el poder, dentro de algunos días, tenerlos entre mis brazos y decirles como el salmista: ¡Quam jucundum habitare fratres in unum! Siento un dulce consuelo el verlos a todos reunidos, con un solo corazón y una sola alma; no formando más que una sola familia; buscando todos la gloria de Dios y el bien de la santa religión; combatiendo todos bajo un mismo estandarte: el de la Augusta María. El retiro comenzará de inmediato.

 

(274) "Adiós, mis queridos amigos. Los dejo a todos en los sagrados corazones de Jesús y de María."

 

(275) El 4 de septiembre, el Venerado Padre anunció la muerte del Hermano Doroteo, aquel a quien el padre Préher había llamado el Hermano de la vaca:

 

(276) "Queridos Hermanos: El Señor acaba de llamar a Sí a nuestro querido Hermano Doroteo. Desde hace ya bastante tiempo, una afección pulmonar ejercitaba su paciencia, aumentando sus méritos, cuando una hemotisis de las más violentas lo obligó a guardar cama. Veía el desmoronamiento de su cuerpo sin inquietud manifestando ardientes deseos de ir a celebrar la Asunción de la Santísima Virgen con los ángeles y los santos en el cielo. A partir de esta solemnidad, los vómitos de sangre cesaron por completo. Nuestro buen Hermano aprovechó este descanso que le daba la enfermedad para prepararse mejor a su última hora. ¡Qué dulzura!, ¡Qué tranquilidad! ¡Qué gozo manifestó durante este tiempo! Pero sobre todo, el último día de su vida, el último sábado, 2 de septiembre. Por la mañana recibió los últimos sacramentos; nunca había estado tan contento; ocupado con el Señor, su alma no esperaba más que las plegarias de la Iglesia para emprender el vuelo.

 

(277) Hacia las tres de la tarde, después de la comida, se le aplicaron las indulgencias, y durante la recomendación del alma, se durmió tranquilamente en el Señor. Todos los presentes, lo envidian; se disputaban el privilegio de estar cerca de él. Hoy, 4 de septiembre, lo enterramos con todas las ceremonias prescritas para un Hermano profeso, y les pedimos que hagan por su alma, lo que está prescrito en la Regla, Capítulo XI, artículo 3, Nos. 2 y 3. Esta será la primera vez que cumplimos con tal obligación hacia un Hermano que nos era tan querido y que podemos contar entre nuestros intercesores ante nuestra Madre común.

 

(278) De esta manera, queridos Hermanos, recogeremos lo que hemos sembrado: como es la vida, es la muerte y la eternidad. Dios nos llama a ser santos. Les suplicamos, pues, avanzar más y más en su amor, esmerarnos a vivir en paz, esforzarnos en cumplir cada quien con lo que debe, a fin de que todo en ustedes, espíritu, alma y cuerpo, se conserven sin mancha hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo"[105]. "En espera de su feliz llegada, los abrazo afectuosamente en los sagrado s corazones de Jesús y de María".

 

Retiro espiritual.

 

(279) Al venir al retiro, los Hermanos de Saint-Didier-sur-Chalaronne trajeron a un joven de 18 años[106]. Llegaron a las 8 de la noche, a la luz de la luna. El joven no había visto las montañas más que de lejos; observaba las nuestras con miedo; pero vio muchas otras más tarde y se fortalecería corriendo por montes y valles durante treinta años.

 

(280) El padre Chavaz predicó los sermones y el piadoso Fundador las conferencias durante el retiro; tuvo mucho acierto, como siempre, y todos guardaron un absoluto silencio.

 

(281) Los Hermanos regresaron a sus puestos tres días después de la clausura.

 

Nuevas Fundaciones

 

(282) Luego se fundaron Thoissey, Lyon-Saint-Nizier, Perreux, Anse, Firminy y la Voulte.

 

(283) Como se esperaba, la escuela de Saint-Didier no pudo acoger a los niños de Thoissey. Las idas y venidas les ocasionaban más perjuicio que el bien que podían hacer los Hermanos. Monseñor de Belley y el cura de Thoissey lo comprendieron y pidieron que un Hermano fuera a dar clases a Thoissey. El buen Padre exigió que fueran dos, y para facilitar la cosa, cedió 400 fr. de la renta de la Poype, para la escuela de Thoissey. Los Hermanos de Saint-Didier formaron sin embargo, tres clases gratuitas, por la cantidad de 1300 fr. y hasta 1100 fr. más adelante, cosa que no era demasiado cara. Se nivelaban como podían con los internos que por otra parte no podían ser muy numerosos, teniendo en cuenta que el local no era lo suficientemente espacioso.

 

(284) La llamada "Providencia" de Saint-Nizier[107], en Lyon, fue fundada por el padre Desroisier, cura de esta parroquia. Aunque estaba situada cerca de Fourvière, no recibían más que a los huérfanos de Saint-Nizier.

 

(285) El establecimiento de Anse fue creado por la señorita de la Barmondière, que hizo todos los gastos. La retribución se determinó en 1500 fr. y las dos clases fueron gratuitas. Esta noble joven, cedió después, grandes propiedades situadas en las parroquias de Anse, de Saint-Georges y Monsols, al señor Arzobispo, para obras buenas. Según se dice, estas propiedades tenían un valor de un millón de francos.

 

Los Hermanos de Viviers: El padre Vernet.

 

(286) El padre Vernet, vicario general de Viviers, había dirigido la fundación de una congregación de Hermanos para su diócesis, desde hacía unos veinte años. Las dos cartas siguientes nos relatarán el resto. El piadoso Fundador dirigió la primera a los párrocos de Boulieu y de Peaugres, y la segunda al señor obispo de Viviers, en el mes de noviembre.

 

(287) "Señor cura: Según una carta del padre Vernet, superior de los Hermanos de Viviers, dirigida al arzobispo de Lyon, de parte del obispo de Viviers, nuestros Hermanos ocasionarían, en esta diócesis, un golpe desagradable y vergonzoso a la religión, y en consecuencia, el padre Vernet mandó decir al señor Arzobispo por medio del padre Cattet, que nos prohibiera ir al Vivarais. Hay, en la diócesis de Lyon, un gran número de lugares que esperan con impaciencia a nuestros Hermanos. Los vicarios generales, según esta carta, ya han prometido Hermanos de su parroquia a un alcalde de los alrededores de Lyon que los solicita desde hace mucho tiempo. Además de la diócesis de Lyon, las diócesis de Belley, de Autun, de Grenoble, del Puy, de Clermont[108] , nos piden Hermanos. Nuestra principal norma de conducta es la de estar fuertemente unidos al episcopado: nos apresuramos, en consecuencia, a satisfacer la voluntad de su digno prelado, que, no lo dudamos, debe tener buenas razones para actuar de esa manera.

 

(288) Sírvase, señor cura, advertir al señor alcalde. Consíganse un maestro seglar. Quisiera poder hacer algo más. De inmediato comunico a nuestros Hermanos que no inicien las clases y que no hagan ningún preparativo, a menos que su obispo me dé una autorización por escrito, de manera que yo pueda presentarla a nuestro arzobispo."

 

(289) "Monseñor: Me siento feliz de que la Providencia me conceda la ocasión de presentar a su Excelencia mis respetuosos saludos, y de asegurarle mi más completa sumisión. Hubiera sido mejor para mí, sin lugar a duda, el hacerlo en circunstancias más agradables, pero, ya que Dios quiere disponerlo de otra forma, permítame, al menos, la satisfacción de expresar a su Excelencia, la rectitud de nuestras intenciones, al poner en su conocimiento, nuestros sentimientos.

 

(290) "El padre Cattet, vicario general de la diócesis de Lyon, acaba de comunicarnos una carta del padre Vernet, fechada el 20 de octubre, en la que este eclesiástico le suplica, a nombre de su Excelencia, prohibir a los Hermanos del Hermitage, fundar establecimientos en la diócesis de Viviers. No dudamos, Monseñor, que el padre Vernet haya tomado semejante decisión por razones muy poderosas; por lo tanto, nos apresuramos a aceptarlas con la más respetuosa sumisión; muy felices de poder contribuir con esto, a la buena marcha de su diócesis. "Si con la presencia de nuestros Hermanos en la diócesis de Vivier, puede resultar un golpe desagradable y vergonzoso a la religión, somos los primeros en lamentarlo. Sería muy triste que, en momentos en que el protestantismo sacrifica sus más grandes intereses buscando adeptos por todas partes para apoderarse[109] a cualquier precio de la educación de la juventud, viniéramos nosotros a frustrar la obra de Dios en una diócesis, cuya sabia administración nos es tan conocida.

 

(291) "Después de la carta del padre Vernet, su Excelencia no tomará a mal, que, en momentos en los que no podemos satisfacer las múltiples peticiones que nos hacen de todos los rincones de Francia, ordenemos a nuestros Hermanos de Peaugres y de Boulieu que no reinicien sus clases sino hasta que hayamos recibido una autorización formal de su Excelencia. Acepte, Monseñor, que aproveche la ocasión para informarle del espíritu de nuestra Sociedad. Un principio de nuestras Constituciones es el no actuar nunca en todo y por todo, sino bajo la benevolente protección de los Señores Obispos, de quienes nos honramos en ser los más sumisos y abnegados servidores".

 

(292) Nuestros lectores pensarán, al igual que nosotros, que el Reverendo Padre se muestra muy humilde, pero firme y muy diplomático en las dos cartas que anteceden. Los Hermanos de Viviers habían fundado un establecimiento en Serrières, desde un año antes, más o menos: el primer director acababa de abandonar su vocación y esta nueva escuela iba a la ruina. Esto no animó para nada a los señores curas de Boulieu y de Peaugres a solicitar Hermanos al padre Vernet. Insistieron, pues, ante s u obispo; su Excelencia los autorizó a conservar los Hermanos que tenían. El padre Vernet y los que lo habían mal aconsejado, pensaron de manera muy diferente siete años más tarde.

 

Retiro de los Hermanos de Sorbiers.

 

(293) Como los 4 Hermanos de Sorbier, estaban muy mal alojados y peor pagados, el Venerado Padre los mandó llamar y destinó a los Hermanos Casiano y Arsenio a la Grange-Payre. El alcalde reclamó contra esta supresión. El Hermano Casiano le escribió una larga misiva en la que le probaba: 1o. que las clases y las dependencias de Sorbier eran demasiado bajas, estrechas y en muy mal estado; 2o. que los 200 fr. según la ley y las retribuciones escolares, apenas llegaban a 600 fr.; 3o. que los Hermanos se habían visto obligados a tener internos para allegarse algunos recursos; 4o. que él, como alcalde no había hecho absolutamente nada para mejorar la situación... "Yo me he entregado de lleno a los niños de Sorbier, añadía el Hermano Casiano, durante cerca de 30 años, y no he recibido más que ingratitudes".

 

(294) El alcalde volvió a la carga. Se le contestó que los Hermanos regresarían a Sorbier, cuando él les consiguiera una casa y material escolar adecuados. Esta escuela quedó, pues, clausurada. La casa que los Hermanos Casiano y Arsenio había n ya vendido al Venerado Padre, fue entregada a las Hermanas, mediante la cantidad de 6000 fr. El miserable mobiliario personal, fue llevado al Hermitage.

 

 

 

 

Compromisos, fidelidad.

 

(295) Durante este año, 40 postulantes habían revestido el santo hábito, con el nombre de Hermanos: Agatón (Fayasson), Ferréol (Raymond), Tomás (Bonche), Melesio (Vidon), Andéol (Blanc), Fabián (Bouvard), Juan Antonio (Badard), Efrén (Reboud), Aarón (Reymond), Abbon (Collet), Abrosimo (Crozet), Abraham (Petit), Adalberto (Grenier), Adelardo (Garimand), Acacio (Dorat), Aderit (Serpinet), Adelfo (Essertier), Acairo (Fuvel), Adrián (Vernet), Africano (Chalandard), Ajuteur (Tournassut), Albano (Matoulin), Aggé (Juban), Agape (Chalandard), Agathange (Chalandard), Agrícola (Chomet), Ajut (Montel), Abée (Dégabriel), Aidant (Feuillet), Amphiloque (Badard), Amos (Poyeton), Amable (Châtain), Alleaume (Bajat), Alfonso (Gionet), Ambrosio (Dona dieu), Alberto (Rougemond), Ammien (Ganet), Amphion (Buisson), Anacleto (Chaverondière), Amaranto (Billemoz).

 

(296) El Hermano Aarón fue enviado a Mornant, bajo la dirección del Hermano Lorenzo. Quería un permiso expreso para cada uno de sus actos. Un día entre otros, al momento de la cena, la luz estaba apagada y el Hermano Aarón no estaba presente. Lo encontraron finalmente en el tapanco, acostado en un montón de paja. "¿Por qué no ha preparado la cena?" le dijo el Hermano Lorenzo. El Hermano Aarón respondió perezosamente: "¡Ay, querido Hermano, no contaba con su autorización". Se adivina que este muchacho no estaba hecho para el Instituto.

 

(297) El Hermano Abraham murió en las misiones de Oceanía.

 

(298) El Hermano Amós abandonó la vocación años más tarde, y fue el primer director de la escuela laica, llamada 'de los cafres' en Firminy.

 

(299) Los Hermanos, cuyos nombres ponemos a continuación, hicieron su profesión: Hermanos Adelardo (Garimand), Andrónico (Jeury), Anselmo (Cizeron), Basilio (Monchalin), Cipriano (Cuzin), Dominico (Esquis), Eloy (Issertial), Elías-Regis (Marin), Florentino (Françon), Germán (Gavard), Gregorio (Vincent), Julián (Rivory), Justo (Constant), Máximo (Bouard), María Jubin (Mériguet), María Estanislao (Souhait), María José (Rondet), Pémen (Ardin), Pothin (Courbon), Felipe (Tardy), Teodosio (Defour), Cosme (Trambouze), Francisco-Javier (Peignaud), Félix (Barelon), Víctor (Lay), y Zózimo (Gauthier).

 

(300) Los Hermanos Cipriano, Félix, Francisco-Javier y Zózimo renegaron de sus votos y arrastraron penosamente su existencia en el mundo. El último, para no morir de hambre, trabajó en la estación de Saint-Etienne y quedó muerto bajo las ruedas de un carro.

 

(301) Junto con el Hermano Doroteo, ya mencionado, los Hermanos Hilario (Juan Thomas), Ruperto (Tardy), Juan-Luis (Bonin), Melesio (Vidon); el postulante Pedro-Roberto y Marcelino Champagnat, sobrino del buen Padre, de 6 años de edad, fueron sepultados en el cementerio del Hermitage.

 

Autorización legal.

 

(302) El señor Arzobispo, varios obispos y otras personas recomendables, animaron al piadoso Fundador para reiniciar los trámites para obtener el reconocimiento legal, que, a consecuencia de la mala voluntad de los ministros de Luis-Felipe, n o había avanzado nada. El buen Padre envió, pues, al Ministro de Instrucción Pública una copia de la carta que había escrito al Rey en 1834, con los Estatutos y la Estadística del Instituto. No confiaba mucho en estas nuevas gestiones; pero hacía todo su posible repitiendo el "Nisi Dominus..."

 

Estado financiero.

 

(303) He aquí el resumen de las entradas y salidas durante el año de 1837:

 

(304) ENTRADAS.

 

Recibido de los establecimientos 14 336.60, Id. de los novicios 10 528.45, Gastos de fundaciones 4 200.00, Donativos diversos 4 948.40, Recibido de los granjeros 1350.00, Id. de las misas 831.20, Id. de los comerciantes en tela 388.70, Id. de la capilla 189.75

 

TOTAL 36 754.10 fr.

 

(305) Gastos:

 

Cocina 2349.65, trigo y harina 6286.50, zapatería 1539.80, madera para construcción 769, tela de lana y tonel de aceite 4474.75, hierro y jornal de los obreros 1890.65, enfermería (sin azúcar) 101.70, ropería 1335.65, albañiles 3528.00, carpintero Buard 796, peonaje 518.75, carruajes 504.20, sastrería 309, útiles varios 505, vino 1121, viajes 640.60, tenderos 2693, diversos, Mazelier, carbón 6478.60, capilla 189.75. Total 36 031.60

 

En caja: 722.50 fr.

 

1838

 

(306) El Reverendo Padre comunicó a los Padres y a los Hermanos del Hermitage, el 1 de enero[110], que Monseñor Pompallier y sus compañeros se encontraban en Valparaíso a principios de agosto próximo pasado. Añadió que ya deberían estar en camino de su destino, invitándonos a todos, a pedir a Jesús y María para que bendijeran sus largos y penosos trabajos.

 

Estancia en París:

 

(307) El Venerado Fundador partió a París con el Hermano María Jubin, a quien quería hacer que aprendiera litografía. Fue con el fin de renovar las instancias, visitar a todas las personas que él creía pudieran ayudarle y hacer todo lo posible, para obtener el reconocimiento legal, pero sin olvidar repetir a menudo el Nisi Dominus. Confió la administración del Instituto, durante su ausencia, a los Hermanos Francisco, Juan Bautista y Juan María. Escribió lo siguiente al Hermano Francisco el 25 de enero:

 

(308) "Hénos aquí, desde hace ocho días, no sin haber padecido de diversas maneras, como se podrá imaginar. Ya hemos realizado bastantes correrías en París, y muchas visitas sin avizorar el final. ¡Dios sea mil veces bendito! Todas las personas que hemos visitado parecen interesarse en nuestros asuntos. No creo que el señor Ardaillon hubiera hecho mayor cosa si no hubiéramos venido. Siga recomendando con insistencia nuestro asunto al buen Dios y a su Santísima Madre; sin eso, ¿Qué podremos hacer? Esperamos acertar".

 

(309) "Envíeme de inmediato una docena de Prospectos, en forma de paquete, como usted sabe debe hacerse para que el envío no sea demasiado caro".

 

(310) "Me encuentro bien, al igual que el padre Chanut. Tan solo el frío nos molesta por la carencia de combustible. Ayudamos a la casa con los estipendios de las misas. Adiós, querido Hermano; muchos saludos a los padres Besson, Matricon, a los sacerdotes que le pidan noticias. Logramos entrar en calor corriendo de un lugar a otro, no cesamos de correr desde que llegamos. No hay nieve, pero el hielo no nos falta. El agua que ponen en nuestro cuarto, se congela de día y de noche. El frío volvió desde hace algunos días".

 

(311) "Estamos resueltos a no dejar ningún trámite que podamos hacer, sin lograr lo que ansiamos; el ministro nos dijo que era preciso que nuestro asunto sea llevado al Consejo de Estado, cosa que parece larga: aproximadamente tres semanas; aunque fueran tres meses, estamos decididos a luchar hasta el fin.

 

(312) Le escribo según me van llegando las ideas a la cabeza; me siento muy presionado; dentro de algunos días le comentaré cómo siguen las cosas. Tenga mucho cuidado de todo, como le dije; entiéndase lo mejor posible con los padres Matricon y Terraillon en todo lo de cierta importancia. Dejamos el hotel de La Fontaine para irnos al seminario de Misiones Extranjeras, calle de Bac, 120".

 

 

Carta del 4 de febrero de 1838.

 

(313) El buen Padre escribió otra carta al mismo Hermano Francisco, el 4 de febrero en estos términos:

 

(314) "Recibí su carta y los Prospectos que me envió. Me entero de que se encuentra bien. En lo relativo al buen Adjuteur, parece que Dios quiere premiar su virtud y sus buenas disposiciones. También en esto adoremos los designios de Dios y no tratemos de discutirlos. Haga todo lo posible para ayudarlo a bien morir. Dígale que no lo olvido. Me dan mucho gusto todas las noticias que me comunica sobre la casa-madre y los establecimientos. Ya que el viaje del Hermano Casiano ha tenido buen os resultados en Millery, mándelo a pasarse una semana a Valbenoïte y a Neuville. Manifiéstele mi satisfacción por su buena voluntad; dígale que cuide mucho su salud en esas pequeñas correrías. No me comenta nada si el Hermano Pío ha sido trasladado. ¿Qué efectos produjeron este cambio? ¿Tienen mucha nieve? ¿Hace mucho frío en el Hermitage? ¿El granjero[111] se decide a retirarse simplemente? Finalmente, ¿Poncet ha cortado bien la roca? ¿Cómo se encuentran los padres Matricon y Besson, los Hermanos Juan María, Estanislao, Juan Bautista, Pedro, Jerónimo, Pedro José, etc.?"

 

(315) "Mándeme el contrato decenal del Hermano Martín y de los demás por los que se podría temer algo; esperamos que al obtener la ordenanza, logremos que nos reciban los compromisos. Continuamente estamos haciendo visitas a unos y a otros. Acabamos de llegar de ver al señor La Chaise; regresaremos a mediodía, todavía no se había levantado. No estamos seguros de lograr nuestro asunto, pero confiamos en las oraciones que se hacen. María, nuestra Buena Madre nos ayudará; roguémosle por intercesión de las almas del purgatorio; diariamente, aquí en París, recitamos el rosario por los difuntos".

 

(316) "Desde hace ya varios días, estamos esperando la respuesta de los Señores obispos de Belley y de Lyon. Según parece, el señor Salvandy les escribió; también nosotros les escribimos por nuestra parte".

 

(317) "Hoy en la mañana el frío cala más que de ordinario; casi no hemos visto nieve en París; nuestras capas nos son muy útiles, más bien, necesarias. Nos están presionando mucho para que fundemos un establecimiento en Saint-Pol, pueblecito cera de Arras; la retribución está asegurada: nos han dado 40000 fr. para eso; casi estamos decididos a visitar el lugar, ya que el señor Delebeque lo pide y que él mismo va a ir. Parece que es de allá. No se preocupen por nosotros; estamos bien, aunque con mucho frío".

 

(318) Los sacerdotes de las Misiones Extranjeras, nos dan hospitalidad y nos edifican mucho por sus virtudes y su entrega por el crecimiento de la Iglesia entre los idólatras".

 

(319) "La semana pasada visité a los Hermanos de las Escuelas Cristianas; les pedí que nos vendan sus libros de texto al mismo precio que se los venden a sus propios establecimientos"

 

(320) "Me contestaron lo siguiente, después de reunirse en consejo: 'Creo, padre Superior, que estos precios le parecerán moderados, ya que son casi iguales a los que damos a los alumnos de nuestros Hermanos:

 

Carta del 28 de febrero de 1838

 

(321) El buen Padre escribió todavía el 24 de febrero y habló de su fracaso en la aceptación de los compromisos decenales de varios Hermanos, al igual que la exención del Hermano Teodoreto, obligado a ingresar en el ejército. Luego añadió:

 

(322) "En lo referente a nuestro principal asunto, ¡Cuántos trámites! ¡Cuántas caminatas! ¡Cuántas visitas! No se los puede imaginar. Van dos días que estamos rodando por las calles para conseguir una audiencia con el ministro, sin poder lograrla; una vez, no encontramos al señor Ardaillon; estaba en el ministerio de finanzas, llamado urgentemente por el ministro; otra vez, era el ministro el que no estaba. ¡Dios mío! ¡Qué burocracia! con tan pocos beneficios, o mejor, tan costoso; ya que como estará pensando, hay que pagar los vehículos hasta por los minutos".

 

(323) "Venimos de visitar al señor Delebeque acompañados por el señor Ardaillon, quien nos entregó dos documentos que habían llegado, y que el viernes, 2 de marzo, entrarían al Consejo Universitario. En estos momentos estamos buscando qué es ese Consejo del que nunca habíamos oído hablar. El señor Jovin Deshayes, que hace hasta lo imposible por ayudarnos, nos ha prometido informarse y pasarnos los datos. El señor Delebeque todavía nos asegura que nuestro asunto estará terminado en cuestión de tres semanas; le contestamos: "¡Ya estaría bien si fuera en un mes! ¡Quién sabe si todo esto termine favorablemente! Aquí estoy, pues, por un mes más en París. El padre Chanut se prepara para regresar dentro de poco.

 

(324) Encomiende a mi pobre hermano mayor a las oraciones de la comunidad. Héme aquí solo de toda una familia de diez hijos que éramos; mi turno, creo, no está lejano. Que Dios me conceda prepararme bien. Es todo lo que le pido. No obstante esto, me siento, desde que estoy en París, como nunca me había sentido. Ya no voy a las aguas termales. Tengo excelente apetito. El Hermano María Jubin hace maravillas. Posiblemente le compre una prensa litográfica. Ya compré un hermoso manifestador; es parte de lo que prometimos a la Santísima Virgen; está obligada a protegernos y a obtenernos lo que deseamos por tantos motivos."

 

Carta a su cuñada.

 

(325) Para animar a su cuñada viuda, el piadoso Fundador le escribió una carta conmovedora y llena de enseñanzas, que ponemos a continuación[112].

 

(326) "Cuñada: "Lamento de verdad el no haber podido visitar a mi pobre hermano durante su enfermedad; no la creía mortal; me dijeron que estaba mejor, hace unos cuantos días, en París. Ofrecí y he mandado ofrecer el Santo Sacrificio, por su alma. No tengo la menor duda que Dios haya sido misericordioso y haya recibido su alma en su santa paz. ¡Qué corta es esta vida, qué poca cosa y cuántas miserias encierra! Me parece que tan solo han pasado dos días desde que estábamos reunidos en la misma casa que habitas y que ocuparás todavía algún tiempo si el Señor lo permite. De los trece o catorce que éramos, quedo yo solo. ¡Dios mío! ¡Qué desgraciado es el hombre que no vive según tu voluntad! ¡Qué ciego es el que se apega a un bien que tiene que abandonar y no volverlo a ver! Sigamos lo que nos dice San Pablo; usemos lo que Dios nos da, según Dios, sin apegarnos; no queramos ser ricos. Agradezcamos a Dios lo que nos concede. ¡Ay! ¿Qué tienen los ricos de más que nosotros? Más amarguras al dejar esta vida."

 

(327) "Mi querida cuñada, el que lloras y que yo también lloro, si no te ha dejado grandes riquezas, les ha dejado a esos niños el ejemplo de una vida muy cristiana, y por esto, me gusta recordar que era mi hermano" "No subo al altar ni un so lo día sin pensar en él".

 

(328) "¿Tardaremos mucho en seguirlo a la tumba? El momento está marcado; tú lo ignoras, yo también lo ignoro, y es de poca importancia que lo sepamos; preparémoslo por una vida toda de Dios y según Dios; que nuestros achaques, nuestras miserias, sean para nosotros, ocasión de hacernos más agradables a Dios. Podemos decir con toda certeza que nuestra felicidad está en nuestras manos, puesto que no hay absolutamente nada que no pueda servir para procurárnosla: los bienes, la salud, la pobreza, la enfermedad, las penas".

 

(329) "Tan pronto como esté de regreso de París, iré a verte. Dile, mientras tanto, a toda la familia, que me siento unido a todos. Di a Margot que me sentiré feliz de conocerla, que me siento contento si es tu bastón en la ancianidad; a los dos sobrinos, que los recibiré en el Hermitage cuando quieran venir. Deseo para todos, no las riqueza, sino una buena conciencia, un ardiente amor a Dios. Que Jesús y María sean tu única alegría. Pide por mí y por el éxito de mis asuntos. Estoy en París desde hace más de dos meses y no pensaba permanecer más de un mes".

 

(330) "Todavía no he finalizado mis asuntos; es muy posible que permanezca aquí hasta las fiestas de Pascua. Espero acertar en mi empresa, Dios mediante. Me encuentro bien, el tiempo no me ha perjudicado; si Dios quisiera, me quedaría aquí el resto de mis días" "El frío se deja sentir en París, aunque no hay nieve; venden hasta en quince centavo un poco de agua, han encontrado muertas de frío a varias personas."

 

(331) "Adiós, queridos parientes, tengo el honor de ser su más dedicado y apegado. Champagnat."

 

Extractos de las cartas de París.

 

(332) El celoso Fundador escribió 8 cartas durante el mes de marzo. Entresacamos lo que sigue:

 

(333) El 7, decía: "Nos arrullan con falsas promesas. ¡Dios mío! ¡Qué lentitud! ¡Qué largo se me hace el tiempo! ¡Qué molesto es estar corriendo de una oficina a otra! ¡Tal vez todavía no sea tiempo de ocuparme en eso; Toda la gloria sea para Dios!

 

(334) El 12: "Nuestros negocios siguen en el mismo lugar; no sé que aguijón emplear para hacer que vayan más aprisa. ¡Bendito sea Dios! En el momento presente no puedo dejar de decir: 'Super flumina Babylonis. Por otra parte, estaría feliz e n esta situación, con poco trabajo y encontrándome muy bien; la cuaresma está pasando sin darme cuenta. Lo que me inquieta, y que es bastante para envenenarlo todo, es el estancamiento agotador en el que están los asuntos que tengo entre manos. Una vez más, ¡Dios sea bendito!..."

 

(335) El 13: "El señor Ardaillon regresa a Saint-Chamond. Vayan, el Hermano Juan Bautista, el Hermano Estanislao y usted, a saludarlo. Agradézcanle mucho todo lo que ha hecho por nosotros, y háganle ver que sin la autorización que estamos solicitando, el servicio militar nos arrebatará todos nuestros sujetos... El Hermano María Jubin aprende el lenguaje de los sordo-mudos y acertará muy bien en la litografía. Se va el padre Chanut y con él les mando mi carta".

 

(336) El 15: "Acabo de llegar, en este preciso momento, de la casa del señor Pillet, encargado de las escuelas primarias; me comunica que mi asunto pasó el martes al Consejo Universitario, quien ha dado una opinión favorable. Cree que el ministro se va a solicitar una ordenanza al rey. Es demasiado hermoso, demasiado pronto para que no aparezca algún problema. Aunque el tiempo me agrada en París, me sentiría muy contento si puedo ir a celebrar la Pascua al Hermitage. Dios no niega nada a la oración fervorosa y perseverante".

 

(337) El resto de la carta trataba de Semur, en donde no querían dar el título municipal al Hermano Cipriano, que estaba bajo el servicio militar; en donde los Hermanos estaban muy mal alojados y mal pagados. Antes de clausurarla, el buen Padre quería que el Hermano Juan Bautista hiciera una visita, y que visitara también Perreux y Charlieu, de pasada.

 

(338) El 18: "Permanezco, como ve, en París[113], viendo primero a unos y luego a otros, y sin embargo, mis trámites no aceleran en lo más mínimo nuestro gran negocio. Todos los que, en París, se interesan por nuestro éxito, me dicen que tenga paciencia. Cuento mucho con las oraciones de esta buena gente; harán más bien que todas las influencias juntas. A pesar de eso, no descuido estas últimas; pues Dios quiere que aprovechemos los medios humanos. Todos los contactos que he hecho en lo referente al reconocimiento legal, están a favor nuestro. ¡Dios sea bendito!... Según parece, no podremos librar a los conscriptos de este año; ¡que intranquilidad para mí!..."

 

(339) El 22: "Vengo de correr toda la mañana y toda la tarde. Acabo de llegar de ver al señor Pillet, jefe de la oficina en la que se encuentran olvidados tantos asuntos. Parece, por lo que me ha dicho, que mañana redactará la ordenanza que luego pasará al Consejo de Estado, y de allí, al rey..."

 

(340) "Me acaban de proponer que visite tal o cual curiosidad de París. Imposible hacerlo. No tengo ganas más que de aquello que pueda contribuir al feliz término de mi asunto: ¡Dios sea bendito!..."

 

(341) "El granjero[114] no debe vender la paja, y mucho menos el estiércol; si es necesario, vea al juez de paz..."

 

(342) El 24[115]: "Sigo el reglamento de los Padres de las Misiones Extranjeras, en cuanto me lo permiten mis múltiples correrías. Me levanto cuando toca la campana; asisto a la meditación y a los demás ejercicios espirituales, a las comidas y a los descansos. Estoy edificado por la entrega generosa de los que son destinados a las misiones lejanas. ¡Qué tierna caridad reina entre ellos! Están contentos, pero sin ligereza ni disipación. Todo lo que retarda su partida los inquieta, pero no los desalienta. Existe en París un excelente núcleo de buenos cristianos; cómo quisiera que nuestros campesinos que se creen buenos cristianos, vieran el respeto con el que están e n las iglesias; con qué asiduidad y atención asisten a las instrucciones; me gustaría sobre todo, que fueran testigos de la piedad y recogimiento con que se acercan a la Sagrada Mesa. No dudan en permanecer dos o tres horas en la Iglesia, ya que las celebraciones son muy largas".

 

(344) El 12 de abril: "Pienso regresar al Hermitage el 24 del corriente, si no se presenta algún obstáculo. Nuestros asuntos van siempre por buen camino, es decir, que no se prevé otra dificultad sino una lentitud agobiante... Espero que el Hermano Juan María me presente las cuentas en regla, a mi regreso".

 

(345) Además de las cartas anteriores, el Padre Champagnat nos mandó su diario, en donde había anotado, día por día, desde el 15 de enero hasta el 20 de marzo, sus incesantes idas y venidas, y la forma en que había empleado su tiempo. Este diario, es demasiado largo para ser transcrito aquí; por otra parte, sus cartas nos relatan lo esencial.[116]

 

(346) El buen Padre regresó al Hermitage como lo había previsto.

 

Peticiones de fundaciones.

 

(347) Numerosas solicitudes para nuevas fundaciones habían llegado de todas partes, durante su ausencia. Varias de ellas estaban apoyadas por los señores obispos de Puy, de Grenoble, de Autun y por el arzobispo de Aix. El padre Grasset, superior del seminario mayor de Montpellier, había solicitado el establecimiento de un noviciado en esta ciudad. El obispo de Autun, quería uno en Vauban, y en espera de que el local estuviera listo, pedía un cuarto Hermano para Semur y poder recibir algunos postulantes. Se le contestó que dicho Hermano le sería enviado cuando hubiera una casa adecuada, pero la visita del Hermano Juan Bautista, aplazó después tal proyecto.

 

(348) El señor Aurran, excelente cristiano y rico propietario de Var, quería también establecer un noviciado en Lorgues: se le dejó esperar.

 

(349) Los que reemplazaron al buen Padre también habían rehusado varias de las peticiones señaladas, y por falta de sujetos disponibles, habían solicitado una espera para las demás.

 

Trabajos en el Hermitage.

 

(350) La parte oriental de la construcción fue terminada el año anterior. Se unía a la capilla. La casa, por lo tanto, estaba completa, y las construcciones terminaron por largo tiempo. No faltaba más que demoler la roca que seguía a lo largo del noviciado y que estaba muy próxima al edificio haciéndolo demasiado húmeda: era una empresa penosa y difícil.

 

(351) Antes de su salida a París, el Venerado Padre había celebrado una toma de hábito el 1 de enero. Los novicios cuyos nombres ponemos a continuación, habían revestido el santo hábito: Hermanos Agustín, (Valla), Apolonio (Malescourt), Régis (Mazoyer), Amon (Duperron), Ananías (Bernard), Antonino (Bonche)[117], Anoberto (Grenier)[118], Angilberto (Brun), Antolien (Godard), Anastasio (Biessy), Atanasio (Neyrand) (El Hermano Avit olvidó voltear la página del registro en el que están escritos además, en la misma toma de hábito, los Hermanos: Afrate, Morgue; Apronio, Crozet; Antígonas, Neyret; Afrodisio, Batty).

 

Estado financiero.

 

(352) A continuación transcribimos el estado financiero de la casa, fechado el 1 de febrero, que el Hermano Juan María presentó al Padre a su regreso de París:

 

(355) Debemos hacer notar que la propiedad de la Rivoire fue la que había donado el señor Boiron, y que los 6000 fr. que debían las Hermanas de Sorbiers, provenían de la casa que el Instituto había adquirido de los Hermanos Casiano y Arsenio, y que se había vendido en 1837 a las religiosas.

 

(356) El buen Hermano Juan María hizo concienzudamente su inventario, pero nos parece que con una gran carga de ingenuidad. Nada tan claro como los números, se dice. Aquí, los que integran el pasivo presentan una actitud feroz, incluso arrogante; los activos nos parecen bastante tímidos. De esta manera, los 28623 fr. que aparecen en la legítima de varios Hermanos, nos dan la impresión de estar sujetos a la ley. Estos Hermanos seguían siendo legalmente propietarios de su legítima. En caso de abandonar el Instituto, dicha cantidad se iría con ellos. Si hubieran muerto antes de hacer su testamento, o si lo hubieran hecho en favor de sus parientes, podrían ampararse y la riqueza del buen Hermano Juan María quedaría anulada. Los establecimientos, sin duda debían 16000 fr. pero el buen Hermano Juan María no contaba con dicha cantidad. Podían existir créditos irrecuperables, que de ninguna manera podían aumentar su caudal.

 

La Grange-Payre.

 

(357) El granjero de la Grange-Payre se había marchado. Los Hermanos cultivaron desde entonces esta propiedad, con sus propias manos. No eran hábiles agricultores, pero el cultivo era sencillo: mantener los campos y recoger el pasto; trabajar la tierra, sembrarla de trigo, papas y duraznos y cultivarlos; luego, recoger los frutos de numerosos árboles e impedir que los merodeadores se los llevaran: ese era su trabajo. El Hermano José quedó como encargado y la mayor parte de los trabajador es venían del Hermitage por la mañana y se regresaban por la tarde.

 

(358) Se estableció un internado en los edificios, y el Hermano Casiano fue en un principio el director. Las cartas del piadoso Fundador nos informan que este buen Hermano, piadoso y celoso, iba a visitar algunas casas de vez en cuando, pero dichas visitas eran esporádicas. No le impedían dirigir el internado de la Grange-Payre en el que no tenía ninguna clase.

 

Tercer viaje a París.

 

(359) El buen Padre debía regresar a París. Antes de irse, presidió la toma de hábito de 12 postulantes, el 13 de mayo, día de la Ascensión y les dio los siguientes nombres: Hermano Aquilas (Rivat), Arcadio (Giraud), Arétas (Champallier), Arconce (Saby), Arístides (Payre), Aristóbulo (Poulette), Aster (Sage), Atenodoro (Guillot), Augusto (Dutel), Auxence (Dorans), Avit (Bilon) futuro Visitador, luego Asistente y finalmente analista, Azarías (Giraudier).

 

(360) El mismo día los Hermanos Aquilas y Avit se presentaron ante el buen Padre y le solicitaron el favor de ir a dedicarse a la conversión de los salvajes de Oceanía. El Padre los alabó por su celo, los animó a perseverar en él, y les hizo entender que Francia tenía mucha necesidad de buenos ejemplos, de sólida instrucción para no volver a caer en el salvajismo; los dos solicitantes, permanecieron en Francia.

 

(361) El Reverendo Padre regresó de inmediato a París para tratar de convencer a los ministros de Luis-Felipe y trabajar en arrancarles la inalcanzable autorización legal.

 

(362) El ministro de Instrucción Pública pidió Hermanos para Saint-Paul-sur-Terrenoise, el 18 de mayo. Estos hombres tenían muchas incongruencias. Se negaron obstinadamente a autorizar el Instituto y por otra parte, pedían, ellos mismos, Hermanos. Su interés personal estaba en juego. Tenían que ganarse a sus electores si querían ser reelectos.

 

Estancia en París.

 

(363) El 20 de mayo, el piadoso Fundador dirigió una larga carta al Hermano Francisco. La reproducimos por completo porque pinta muy bien la sencillez y la entrega completa del buen Padre con sus Hermanos:

 

(364) "Llegué a París el jueves a medianoche; casi no estuve nada en Lyon. El Arzobispo no me permitió ningún descanso, fue preciso salir de inmediato. No compré nada, ni piedra para la litografía, ni harina. Sin embargo, hablé con el padre Duplay, administrador del seminario que nos abastecerá en el momento en que lo necesitemos, lo hará junto con las provisiones del seminario; creo que eso no urge. Para que el Hermano María Jubin pueda trabajar, cómprele una piedra en Saint-Etienne o e n Lyon, si tiene oportunidad."

 

(365) "Mas o menos llegué en la misma forma en que salí de allá; algo bien, algo mal; el tiempo no me alcanza, porque ocupo todo en nuestro gran asunto. Ya he visitado cierto número de personas que me echan la mano, quienes de ordinario, siguen prometiéndome mucho. El señor Ardaillon me ha dado una falsa noticia comunicándome que mis documentos estaban en el Consejo de Estado; de inmediato quise asegurarme, y me enteré de que no era cierto".

 

(366) "Conteste al superior del seminario de Montpellier, que antes de ir a visitar un establecimiento en el departamento de Var, durante el verano, trataremos de matar dos pájaros de un tiro, que nuestra intención es establecer un noviciado en el sur de Francia".

 

(367) "He podido comprobar que París permanece en calma; llegué con sotana. Durante el trayecto, es decir, en la diligencia, hice con los que iban conmigo, el mes de María, recité el rosario sin ninguna dificultad, aunque no con el completo a grado de todos."

 

(368) "Si entre los objetos que recibió, hay algo maltratado, comuníquemelo de inmediato".

 

(369) "Parece que el señor prefecto de Loira todavía no escribe; vengo de visitar al señor Delbèque, que me dijo que no espera más que dicha carta. Acabo de hacer que le escriban. Es muy probable que tal carta esté en alguna oficina. ¡Que se haga la santa voluntad de Dios! El sabe perfectamente cuanta satisfacción tendría en regresar a Lyon si mis negocios terminaran; una vez más, que se haga la santa voluntad de Dios".

 

(370) 25 de mayo: "Aunque me encuentro bien, el tiempo empieza a cansarme. Usted habrá recibido una carta del señor Delbèque; me gustaría saber en qué términos está escrita. Envíeme una copia si la tiene. No pasa un solo día sin llover.

 

(371) Hénos aquí el 26 de mayo, y espero acertar; cosa que no se cansan de prometerme. Tengo miedo en desearlo demasiado. Pido y pida usted también, por mí, para que conforme mi voluntad a la de Dios."

 

(372) "Ayer recibí la carta que me mandó. Respondí y prometí Hermanos para Saint-Paul (Pas-de-Calais). No podía rehusarlos; acertaremos con la ayuda de María; tenemos necesidad de cumplir esta promesa. El reporte del prefecto de Loira, por fi n llegó, todo a favor nuestro, al igual que el del Ródano. Hoy voy al ministerio; creo que habrá otras trabas; ad majorem Dei gloriam".

 

(373) "Se dará cuenta que he recomenzado 25 veces en escribirle. He cansado a todas las personas, es decir, a los diputados, con mis incesantes visitas. Dentro de unos momentos voy al ministerio de la Instrucción, para ver si encuentro alguna novedad..."

 

(374) "Vengo del ministerio, me citaron para mañana; acabo de conocer a un empleado del ministerio que es de Lyon; el señor Pascalis me propició esta oportunidad. No hará, creo, más que los otros: Virgen santa, se acaba tu mes..."

 

(375) "No quiero comprar todavía la capa, si tal cosa no molesta demasiado al Hermano Estanislao, le podré decir de viva voz los motivos..."

 

(376) "Todavía no llego al final de mis problemas, ruegue por mí, lo necesito mucho. Tenga la seguridad que no olvido a ningún miembro de la Sociedad. Los quiero mucho a todos. Dígales cuánto cuento con sus oraciones".

 

(377) "¡Gloria a Dios y a María en el presente y en la eternidad!".

 

(378) El 7 de junio, escribía todavía el buen Padre: "Tenga mucho cuidado con los objetos guardados en las cajas que recibió. No quisiera que el Hermano Estanislao colocara la lámpara que le envié; creo que es demasiado bonita para nosotros; por lo demás, ya platicaremos más tarde. En lo relacionado con las imágenes, son muy caras, hay mucho dinero de por medio; es necesario tenerlas bien cuidadas hasta que resolvamos juntos su destino..."

 

(379) "Creo que muy pronto sabré el final de todas mis gestiones; todos los documentos llegaron. El señor Delbèque me asegura que en dos o tres días, entregarán el asunto al Consejo de Estado; es una meta importante, pero no es suficiente. El señor Sauzet me dice que existen volterianos que ven jesuitas por todas partes..."

 

(380) Y el 20 de junio: "Vengo de solicitar una audiencia con el ministro de Instrucción Pública; tan pronto cono la haya conseguido, saldré para Saint-Pol, para visitar la casa y entenderme con las autoridades del lugar. El ministerio está interesado que tomemos este puesto; es una subprefectura con 4000 habitantes... Recibí del señor Ginot 1000 fr. para pagar los objetos que le envié; sírvase reembolsárselos a su hermano Miguel."

 

(381) "Mande al Hermano Francisco Regis a casa del señor Guyot, en Lyon, para que aprenda imprenta..."

 

(382) "Acabo de tramitar en el establecimiento de sordo-mudos, la admisión gratuita de dos Hermanos quienes serán, si lo consigo, alojados, alimentados, dispondrán de lavado de ropa, calefacción, iluminación, etc. etc. todo el tiempo que sea necesario para formarlos..."

 

(383) "Los abrazo a todos: Hermanos Luis, Juan Bautista, Juan María, Estanislao, Hipólito, Juan José, Teófilo, Pedro, Pedro José, Esteban, Buenaventura y a todos los novicios. Mis saludos a Felipe, su mujer, al señor Boiron, a todos"

 

(384) La ciudad de Saint-Etienne nos había pedido Hermanos para atender los sordo-mudos. Luego, los Hermanos de la Salle aceptaron dar este servicio, el Reverendo Padre no dio curso al proyecto de enviar dos Hermanos con los sordomudos de París.

 

Los Hermanos del Hermitage.

 

(385) Queremos decir una palabra de los Hermanos a quienes el buen Padre "abrazaba". El Hermano Juan Bautista ayuda al Hermano Francisco a dirigir. Además, daba conferencias a los Hermanos y a los novicios, y apoyaba con frecuencia lo que decía, señalando con su grande índice.

 

(386) El Hermano Juan María era el ecónomo y vigilante general. Había mandado poner mirillas en varios lugares para poder ver sin ser visto.

 

(387) El Hermano Luis era el bibliotecario y el maestro de ceremonias. Además, daba clases de cortesía.

 

(388) El Hermano Estanislao seguía siendo sacristán, gran consuelo de los afligidos, enfermero, limosnero y se ocupaba un poco de todo.

 

(389) El Hermano Hipólito era el jefe del taller y edificaba a todos los Hermanos por su inalterable paciencia en medio de las ocupaciones más agobiantes.

 

(390) El Hermano Juan José era un campanero que nunca se atrasaba ni un minuto. También era jefe del taller en el que se fabricaban los paños y las telas. Fue el último en dejar el hábito azul de La Valla.

 

(391) El Hermano Buenaventura, maestro de novicios a los que formaba más por sus ejemplos que por sus instrucciones.

 

(392) El Hermano Esteban, su ayudante, divertía con frecuencia a sus discípulos por sus ingenuidades, sus escrúpulos y sus indecisiones en las catequesis.

 

(393) El Hermano Pedro, seguía siendo el maestro-albañil, al igual que el Hermano Pedro José, que además trabajaba el hierro.

 

(394) El Hermano Teófilo ayudaba en la sastrería.

 

(395) Entre los Hermanos que no menciona el buen Padre, el Hermano Jerónimo era constantemente el perfecto trabajador; el Hermano Francisco María, era portero, el intrépido Hermano Vicente, cocinero; el Hermano Pacomio, zapatero; el Hermano Isidoro, panadero; y el callado Hermano Santiago, cuidaba las vacas.

 

(396) Según parece, el Hermano Francisco pedía ser descargado de los trabajos de la dirección. El piadoso Fundador, aún en París, le respondió así, el 23 de junio: "Su situación en el Hermitage, no es, posiblemente, digna de envidia, como pudieran pensar algunas personas. ¿Qué quiere? Usted no ha buscado ese puesto; trate únicamente de cumplir bien con sus obligaciones y Dios hará lo que usted no pueda hacer..."

 

(397) "Quisiera, creo, saber en qué punto se encuentran nuestros trámites, ¡Ay! no se casi nada, o, si prefiere, sé demasiado. Lo que para mí era tan solo sospecha, es ahora realidad. Me siento angustiado, pero no desconcertado, tengo una gran confianza en Jesús y María. Conseguiremos nuestro objetivo, no tengo duda; solamente, que desconozco el momento. Lo que más me importa, es el hacer por nuestra parte, todo lo que Dios quiere que hagamos; quiero decir todo lo posible, y dejar luego, actuar a la Providencia. Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene y lo que es bueno. Estoy convencido que un poco de tardanza no nos perjudicará"...

 

(398) Convencido de que sus esfuerzos serían inútiles, el muy querido Padre regresó cerca de sus hijos. Quería verlos reunidos, abrazarlos a todos y obsequiar estampas a los novicios y postulantes. Su vuelta causó una alegría general.

 

(399) El 25 de julio, escribió al Arzobispo y le pidió autorización para tener una toma de hábito. El padre Cholleton, vicario general, le contestó: "Fiat juxta omnia petita".

 

(400) El celoso Fundador se hubiera podido dispensar fácilmente de estar pidiendo autorización para cada toma de hábito. Incluso se lo habían aconsejado; pero deseaba ponerse en contacto frecuente con sus superiores; trataba de realizar, frecuentemente, actos de obediencia.

 

 

 

 

 

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

 

(401) El 2 de agosto, el Hermano Anacleto, Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas le escribió en estos términos: "Señor Superior: Con una grande satisfacción me he enterado que comprendiendo las necesidades de instrucción primaria y deseoso de contribuir a extenderla, ha establecido en la diócesis de Lyon y de Belley, una Congregación de Hermanos educadores, con el nombre de Hermanos Maristas, que usted destina principalmente a los municipios cuya población no es lo suficientemente considerable para que un establecimiento de nuestro Instituto pueda formarse. Me doy perfecta cuenta de la importancia de tal corporación, y todo el bien que puede hacer. No me cabe la menor duda que el Gobierno, sintiendo la necesidad de con seguir lo más posible, la educación moral y religiosa del pueblo, y dándose cuenta que una corporación religiosa es de una manera muy especial, la más indicada para obtener este objetivo, favorezca sus intenciones con todo su autoridad. La protección con que se digna favorecer nuestros establecimientos, me hace esperar parecida atención hacia los suyos, que están llamados a realizar el mismo bien, en las pequeñas localidades. Desde hace largo tiempo, congregaciones parecidas a la suya, existen e n diferentes provincias de Francia, pero no existía ninguna de ellas en la región Lionesa, y sin embargo, era tan necesario como en otras. Y además, es preciso reconocerlo, nosotros no podemos establecernos en todas partes, en primer lugar porque nos faltan sujetos, y en segundo lugar, porque, según nuestros reglamentos, nuestros Hermanos deben ser al menos, tres; muchos municipios no podrían confiarnos sus escuelas. Congregaciones llamadas a llenar el inmenso vacío que nosotros dejamos en el do minio de la instrucción, pueden, por lo tanto, ser de una gran utilidad."

 

(402) "Hago votos, los más sinceros, por el éxito de su obra, tan útil a las pequeñas comunidades".

 

(403) Sin duda alguna que esta carta es muy correcta, pero nos da la impresión que permite percibir un dejo de presunción y superioridad.

 

Vida en el Hermitage.

 

(404) Es fácil recordar, cómo en La Valla, el Padre Champagnat deseaba contar con una capilla para la comunidad. Desde que tuvo esta inestimable oportunidad, sabemos cómo quería que los oficios fueran bien celebrados, sobre todo las fiestas d e la Buena Madre. Pero quería que la fiesta de la gloriosa Asunción de nuestra Soberana, sobrepasara todas las demás, puesto que era la fiesta patronal del Instituto. El celoso Hermano Estanislao ayudaba de una manera extraordinaria al buen Padre, en este sentido al igual que en todo lo demás. Su sacristía no era por entonces, de ninguna manera rica en ornamentos, pero sabía sacar muy buen partido a todo lo que poseía. A falta de órgano, que el buen Padre no hubiera encontrado lo bastante modesto, un pequeño órgano de cilindro se escuchaba atrás del altar en los días de las grandes solemnidades. El repertorio era poco extenso, sus acordes, poco complicados, pero las partituras con que contaba eran muy piadosas. Los Hermanos estaban maravillados. El mismo Hermano Francisco se sentía orgulloso con el título de organista. Después de él, el buen Hermano Photin pensaba de la misma manera.

 

(405) Este año de 1838, la animada celebración de la Asunción se vio realzada con una toma de hábito en la que 16 postulantes cambiaron sus nombres mundanos por los nombres de religión de Hermanos: Auberto (Chauvet), Aubin (Cotin), Justino (Perret), Auzono (Barrot), Babilas (Jay), Bajulio (Favier), Barsabas (Celles), Barsanufio (Perenon), Barulas (Mercier), Rasileo[119] (Mouton), Basilido (Thiollier), Basiliano (Gachet), Basilico (Meunier), Basino (Monteux), Aurelio (Dubessy), Atalo (Grimaud).

 

(406) El querido Hermano Babilas fue el primer secretario del Instituto con tal título. Después de algunos años, una mañana, lo encontraron muerto sobre su escritorio.

 

(407) Algunos días antes de la toma de hábito, el postulante Mercier, que no veía muy bien, rodó por las escaleras, durante la levantada. Avisaron de inmediato al buen Padre, que preguntó si le había pasado algo. No, le respondieron. ¡Muy bien! replicó el Padre, lo llamaremos Barulas.

 

(408) El Hermano María Jubin empezó a poner en práctica las lecciones de litografía que había recibido en París. En primer lugar litografió un informe para uso de los visitadores. Este informe comprendía más de 200 preguntas sobre todos los p untos de las Reglas. El Visitador tenía que responder a cada una con un sí o con un no. El buen Padre contestaba él mismo este cuestionario en su visita a las casas, para que luego les sirviera de recordatorio.

 

Convocación al retiro.

 

(409) El Hermano María Jubin imprimió después la circular que se va a leer, por la que el querido Padre convocaba a todos sus hijos al retiro anual.

 

(410) "Mis queridos Hermanos: Nuestras vacaciones, como en años anteriores, empezarán el 28 de septiembre. Diríjanse a la casa-madre lo más pronto posible, para asistir al retiro anual, que, como lo saben, inicia en los primeros días de octubre. ¡Cómo quiero proporcionarles un final, mejor dicho, un pequeño descanso en sus penosos trabajos! Vengan todos a reunirse y recalentarse en el santuario que los vio hacerse los hijos de la más tierna de las madres. Nos encontraremos con la más dulce alegría, para renovarnos en un mismo espíritu, y protestar a María que queremos vivir y morir bajo su protección después de haber guardado fielmente la palabra que le han dado de una manera solemne. Es en la unión de Jesús y de María, que mi corazón, en una dulce efusión, quiere decirles, mis querido Hermanos, cuánto los quiero."

 

(411) "Encarecemos a los Hermanos directores: 1o. no dar vacaciones antes del 26 de septiembre, 2o. no dejar ningún asunto sin arreglar, 3o. leer el capítulo X de las Reglas para sujetarse a los artículos que contiene, 4o. redactar la nota histórica del establecimiento; lo que ha pasado de notorio durante el presente año: 1. número de alumnos que frecuentaron la escuela en invierno y en verano, 2. la visita del inspector o de cualquier otra autoridad, etc."

 

(412) Al final del retiro, que resultó muy bien, como de ordinario, hicieron profesión los Hermanos: Anacleto (Chaverondier), Aureliano (Villevieille), Adrián (Vernet), Africano (Chalandard), Alexis (Chaboud), Amon (Duperron), Anfión (Buisson ), Andeol (Blanc), Didier (Durand), Atanasio (Nayraud), Celestino (Renoud), Domiciano (Colombet), Apronio (Crozet), Eutimio (Collard) futuro asistente, Gabriel (Calot), Honorio (Monteiller), Juan (Bourbon), Martín (Roux), María Auzono (Barrot), María Antonio (Brouillet), María Lorenzo (Moriat), Modesto (Nevoret), Espiridión (Chazalle), Vicente (Dorat), Simón (Poinard), Zacarías (Porte), Juan Claudio (Piquet).

 

(413) El Hermano Juan Claudio fue nombrado encargado de la ropería: ejerció dicho empleo hasta 1889[120].

 

Erección de la gran cruz.

 

(414) El Padre Champagnat compró un Cristo muy bonito, de tamaño natural, en madera y pintado de color carne, mandó hacer una cruz grande a su sobrino Felipe para sostenerlo. Al fin del retiro, el 10 de octubre, después de la ceremonia de la emisión y renovación de votos, se llevó a cabo, en la capilla, la bendición del Cristo colocado en unas andas adornadas para esto. Luego lo llevaron en procesión dos Hermanos precedidos de los padres del retiro y de varios curas de las parroquias vecinas; abrían la procesión los monaguillos y todos los Hermanos. Durante la procesión, se cantaron himnos y cánticos propios a la circunstancia. Primero siguieron el camino del cementerio, luego se dirigieron a un montículo cubierto de árboles que domina el campo de hortalizas, al lado del gran paseo. En el centro estaba una gran piedra en la que el Padre Champagnat mandó hacer un agujero para plantar en él la cruz. Cuando la procesión llegó al lugar, el que presidía la ceremonia bendijo la cruz que se había colocado de antemano, luego, amarrando al Cristo, lo levantaron mediante poleas para ponerlo en el agujero, de modo que la cara estuviera mirando la casa. Una vez terminado esto, el padre Séon subió a un estrado, pronunció un discurso sobre las siete palabras de Nuestro Señor en la cruz. Regresaron enseguida a la casa por el camino más corto, cantando el Ave Maris Stella.

 

(415) Más tarde, esta cruz se colocó al frente del gran paseo, bordeada por dos hileras de plátanos, colocándola en un pedestal de piedra labrada. En 1867, la cruz y el Cristo estaban bastante deteriorados, siendo sustituidos por un Cristo en hierro colado y una cruz de hierro, en el mismo pedestal.

 

Fundación: Saint-Pol-sur-Ternoise

 

(416) En ese año se fundaron los establecimientos de Saint-Pol-sur-Ternoise, Izieux, y el internado de la Grange-Payre. Los Hermanos Elías-Regis, María-Agustín y Florentino, partieron para Oceanía.

 

(417) La fundación de Saint-Pol dio origen a la Provincia del Norte. Las autoridades se habían dirigido a los Hermanos del bienaventurado de la Salle que respondieron que no podían atenderlos antes de diez años. Ya hemos visto cómo el ministro de Instrucción Pública había insistido ante el Padre Champagnat, para que fundara esta localidad y que el buen Padre había aceptado con la esperanza de que esto facilitaría la obtención del reconocimiento legal, por lo que trabajaba desde hacía nueve años. Personalmente fue a visitar el lugar, en el mes de junio, al abandonar París. Además de las remuneraciones y del mobiliario personal, pidió y obtuvo 1548 fr. repartidos de la siguiente manera: 55 fr. para su viaje, 1200 fr. como garantía y 293 fr. por el viaje de los tres Hermanos: Juan Bautista, Africano y María Lorenzo. Se establecieron al mismo tiempo, un internado y un noviciado en esta casa; aquel acabó con éste que no logró reunir más que dos postulantes. El internado acertó bastante bien y pronto contó con 30 alumnos; los externos eran numerosos. El Hermano Juan Bautista permaneció como director y responsable de dicha casa durante tres años, y fue reemplazado por el Hermano Andrónico. Más tarde, se fundaron otros puestos en el Norte, y los Hermanos que estaban trabajando en ellos, hicieron su retiro anual en Saint-Pol, hasta 1845.

 

Autorización legal.

 

(418) El 13 de agosto el Padre Champagnat escribió al señor Libersat, empleado del ministerio de la Instrucción Pública, sobre el reconocimiento legal. Dicho empleado le contestó lo que sigue el 4 de septiembre: "Señor Superior: A mi regreso de un viaje, encontré la carta que usted me hizo el favor de dirigirme el 13 del mes pasado, y me apresuro a contestarla. Lo han inducido a error al comunicarle que su documentación pasó al Consejo de Estado. Todavía está en el ministerio de Instrucción Pública, ya que el ministro desea reunir a los Consejeros Generales de los departamentos para que se pronuncien sobre su solicitud y tomar personalmente la decisión. Como usted sabe, hubo primero una determinación de reconocimiento provisional restringiendo el ejercicio de su educación a los municipios con 1200 almas como máximo. Esta resolución ha sido devuelta, y el asunto está sometido a un nuevo examen, como tuve el honor de decirle más arriba."

 

(419) "Parece que el ministro teme comprometerse aprobando la existencia de un nuevo organismo de enseñanza primaria, que no puede hacer más que extender los servicios que ya presta el cuerpo demasiado numeroso de Hermanos de la Doctrina Cristiana. Se puede suponer que los Consejos Generales sean favorables a esta nueva institución; no sé qué opinión se podrá obtener, y espero que no pase mucho tiempo sin que usted pueda existir legalmente. Me apresuraré, señor, para tenerlo al corriente de todo a este respecto".

 

(420) Viendo que las tergiversaciones del ministro no tenían fin, el piadoso Fundador escribió al señor Deshayes, diputado del Loira, en noviembre.

 

(421) "Señor: Al enviarle las diversas notas que le prometí referentes a nuestros asuntos en París, no puedo más que manifestarle mi más vivo agradecimiento por el interés que toma para su feliz término. En consecuencia, me sentiré obligado a no dejar escapar ninguna oportunidad para mostrarle cuánto aprecio este importante y señalado servicio que nos presta. El señor Delbèque tiene todo el expediente de mi asunto, así como el parecer de los obispos, de los prefectos, etc. En lo que respecta al parecer del Consejo del departamento del Loira, el señor Baude me dijo el 24 de agosto, en la oficina misma del señor prefecto, que lo iba a redactar, y que tomaría el asunto, como cosa suya."

 

(422) "En lo que se refiere a la cláusula por la cual la ordenanza no nos permitiría más que las poblaciones de 1200 habitantes o menos, nos quitarían los lugares más poblados; usted comprenderá que esto no nos conviene de ninguna manera. Un buen número de nuestros establecimientos se vendrían abajo por esta condición: ya que varios de los municipios en los que se encuentran, tienen más de 4000 habitantes. El mismo ministerio, en carta firmada por el señor Delbèque, con fecha del 18 de m ayo último, nos llama a dirigir la escuela de Saint-Pol (Pas-de-Calais), y esta población cuenta con más de 4000 habitantes. Señor, cuento mucho en su poderosa protección. Su bondad me asegura que usted la empleará totalmente en nuestro favor; de est a manera, con los sentimientos de mi más vivo agradecimiento y entera abnegación, tengo el honor de ser..."

 

(423) El Padre Champagnat todavía escribió a otro diputado del Loira, el señor Baude, el 24 de noviembre, en estos términos: "Señor Diputado: La noticia que me acaba de comunicar el señor Jovin Deshayes y uno de nuestros Hermanos de paso por París, me aflige, pero no me desanima; ¿Qué decisión tomar, para borrar la enojosa impresión que puede ocasionar la determinación tan injusta que se ha tomado en contra de mi institución? Muchos se han apresurado a aconsejarme: unos, de hablar con los diferentes prefectos de los departamentos en los que tenemos establecimientos, otros, utilizar ciertas personalidades influyentes; y por mi parte, señor diputado, he tomado una determinación, el gran crédito del que usted goza, la bondad del todo especial con la que siempre me ha recibido, al igual que al Hermano que le envié; el interés que tiene por nuestra institución, me garantizan suficientemente el éxito, si todavía se puede obtener."

 

(424) "En lo que respecta a los informes que se han realizado, con el fin de perjudicarme, no pueden mas que irse al suelo frente a la exposición clara y sencilla de la estadística de mi Instituto, que tuve el honor de presentar personalmente al ministro el 24 de enero, y cuya copia ha sido enviada al ministerio por el señor prefecto del Loira quien la hizo acompañar con su propio informe. No hay 'grandes Hermanos' en nuestra Sociedad. No trabajamos de ninguna manera en colegios y en grandes internados; no enseñamos nada de latín; nuestra Regla lo prohibe expresamente. El servicio militar es la única causa que nos hace desear con tanto interés nuestro reconocimiento legal. Es muy triste ver partir a un joven que ha decidido tomar otro género de vida. Mi confianza está enteramente en sus manos, a nadie más me dirigiré".

 

(425) Reflexionando sobre las tergiversaciones del ministro, en su idea de restringir a nuestros Hermanos a los municipios con menos de 1200 habitantes, en la carta del Hermano Anacleto citada más arriba, en la del buen Padre a los señores Deshayes y Baude que acabamos de leer, en estas palabras: "No hay grandes Hermanos en nuestra Sociedad", etc. ciertas sospechas se nos presentan: Ese desconocido del que se queja el piadoso Fundador y que parece aconsejar al ministro, ¿No podría ser un o de los Grandes Hermanos del bienaventurado La Salle? Nos permitimos poner esta sospecha a nuestros lectores dejándoles la tarea de responderla. En la vida del Padre Champagnat, el querido Hermano Juan Bautista, parece resolverla en sentido afirmativo.

 

(426) El 25 de octubre, el padre Chanut solicitó a nuestro Fundador, de parte de Monseñor Donnet, arzobispo de Burdeos, la erección de un noviciado en Nuestra Señora de Verdelais, en donde los Padres Maristas habían sido encargados de las peregrinaciones y de la parroquia. Monseñor deseaba con ansias ese noviciado. Durante una gira pastoral, entre 40 maestros, su Excelencia había encontrado a 28 que no ponían los pies en la iglesia.

 

(427) El buen Padre Champagnat no podía dar continuidad a este proyecto. El padre Chanut insistió inútilmente el siguiente año. Se hubiera contentado con tres Hermanos: un maestro de novicios, un cocinero para los Padres y los Hermanos y un buen agricultor para que estuviera al cuidado de la finca, tan grande como la del Hermitage.

 

 

 

Arreglo con Douillet.

 

(428) En la Côte-Saint-André el padre Douillet no acababa con sus artimañas y sus exigencias. Pidió que un empleado se quedara encargado de la cocina y que sor Martha Cuzin pudiera permanecer en la casa. El buen Padre no le autorizó ninguna d e las dos. El padre Douillet concibió entonces, el proyecto de obligar a los Hermanos con un contrato cuyas condiciones serían sumamente onerosas para nosotros. El Padre informó al señor obispo de Grenoble, con la carta que vamos a leer: "Monseñor: C reo que su Excelencia no tomará a mal que ponga a su consideración las condiciones que el excelente padre Douillet quiere imponernos; las copio palabra por palabra, como sigue: Tenga la seguridad, señor Superior, que en mis peticiones no juzgo nada según el mundo, y que no tomo las cosas en su justo valor. Omnia ad majorem G. D. Amen".

 

(429) "1o. A excepción de algunos objetos, en pequeño número, cedo el disponer y disfrutar de lo que poseo en la Côte, como fondos legales, construcciones y mobiliario, mediante el pago de una suma anual de 600 fr. pagaderos exactamente y siempre, en las fecha señaladas: el 1 de diciembre próximo, 150 fr; el 1 de abril, 150 fr.; el 30 de agosto, 300 fr. Esto hasta el término del contrato, que será de 9 años."

 

(430) "2o. El arrendatario carga con todas las obligaciones de cualquier naturaleza, presente y futura".

 

(431) "3o. Todas las reparaciones y los desperfectos anuales de la casa y los muros de los patios y bardas, serán a expensas del arrendatario quien se compromete a conservar, como buen padre de familia, todas las cosas en buen estado, como las encontró al tomar posesión"

 

(432) "4o. La escuela gratuita seguirá siendo atendida como hasta ahora, y dirigida por dos Hermanos con las retribuciones que otorga la ciudad."

 

(433) "5o. Si los Hermanos dejan de atender el establecimiento de La Côte, por cualquier razón, los muebles que están en cesión, serán pagados por la cantidad de 3000 fr., pagaderos a petición del arrendador, a menos que este último quiera recuperarlos en especie, en el estado en que se encuentren"

 

(434) "6o. El arrendatario se compromete a construir una escuela en la región que indique el arrendador".

 

(435) "7o. En cualquier caso, Martha Cuzin, seguirá gozando, hasta la expiración del contrato, de la cocina y del despacho de la casa Bon. Además, si sigue al servicio de la casa, le será entregado como garantía, la cantidad de 100 fr. Si se retira, se le pagará anualmente la cantidad de 200 fr. pagaderos en partes iguales, cada tres meses."

 

La Côte, amenazas de retirar a los Hermanos.

 

(436) "No podemos, Monseñor, continuar con nuestro establecimiento en la Côte-Saint-André, mas que en las condiciones en que lo fundamos; concedimos Hermanos, con su autorización, al padre Douillet, a condición de que serían alojados y que se les proporcionaría un mobiliario como lo solicitamos. No tenemos ninguna casa en distintas condiciones y sería contra nuestras costumbres, aceptar tales compromisos".

 

(437) "Estamos muy apenados por no poder seguir dirigiendo la casa de La Côte; siempre conservaremos por el padre Douillet, la estima que se merece. De su parte, Excelencia, sírvase considerar nuestra Sociedad, a sus órdenes y teniendo como u n honor el trabajar bajo su protección, en la gloria de Dios, en su importante diócesis. Dígnese..."

 

(438) El piadoso Fundador realizó a continuación, un viaje a La Côte, sin poder obtener que el padre Douillet se mostrara menos exigente. Se mantuvo en las condiciones que había puesto. Sobre todo, se esforzó en continuar poniendo tropiezos al Hermano Luis María, director, metiéndose para todo en la administración, exigiendo que se le dieran cuentas de todo. El padre Doiullet era un buen sacerdote. Tenía buenas intenciones, pero también poseía ideas muy cerradas, incluso egoístas, y de las que nunca se desdecía. Viendo todo eso, el buen Padre le dijo que iba a examinar lo que más convenía y regresó al Hermitage

 

(439) Después de su regreso, comunicó al señor cura de La Côte que no había podido obtener nada del padre Douillet, que no podía dejar por más tiempo a sus Hermanos gastar su sudor en beneficio del padre Douillet y verse estorbados constantemente por él, y que por lo tanto se veía forzado a retirarlos de La Côte.

 

(440) La intervención de Monseñor, del párroco y la amenaza de ver marcharse los Hermanos quienes por sí solos habían hecho funcionar el establecimiento, como estaba funcionando, decidieron finalmente al padre Douillet, a mostrarse más razonable, pero falló el golpe ofreciendo al buen Padre cederle su propiedad en condiciones que el creía que eran muy ventajosas para el Instituto. El Padre Champagnat le respondió:

 

(441) "Padre: De ninguna manera he sido yo solo el que ha tomado la determinación que le comunico en lo que respecta a nuestro establecimiento de La Côte. Después de haber encomendado el asunto a la oración de todos nuestros Hermanos y de haber celebrado la Santa Misa con esa intención; consulté a mis cohermanos[121] y a mis Hermanos. Todos están de acuerdo en no continuar con la dirección de la escuela de La Côte, más que en las condiciones en las que ha sido fundada, y en la forma en que tenemos todas nuestras obras. No nos interesa el llegar a ser los propietarios en los municipios en los que colocamos a los Hermanos; esto sería una pesada carga que pondría muchas trabas a nuestra administración y nos acarrearía muchas envidias. Las imposiciones, reparaciones y las bonificaciones nos llevarían a gastos muy considerables. Las construcciones no nos faltan, nos las ofrecen de todas partes, y por las que no tendríamos que pagar un solo centavo. Usted no me los puede dar sin condiciones, ya que usted los ha recibido de diferentes personas, a condición de dejar todo a la población de La Côte, para la educación de los niños..."

 

La Côte: arreglo definitivo.

 

(442) Finalmente, se hicieron concesiones de una parte y de la otra y se llegó al contrato cuyo contenido fue firmado el 5 de noviembre, como sigue:

 

(443) "Entre los firmantes, Férreol Douillet, sacerdote, propietario con domicilio en la Côte-Saint-André, por una parte. Y Benito Marcelino Champagnat, sacerdote, superior de los Hermanos Maristas, con domicilio en Nuestra Señora del Hermitage, por Saint-Chamond, (Loira), de otra parte, se acordaron las siguientes condiciones:"

 

(444) 1- El padre Douillet, cede al citado Champagnat, por espacio de nueve años, a partir del 1 de noviembre corriente, para terminar el mismo día, pasados los nueve años, la casa que posee en dicho lugar de La Côte-Saint-André, para que sirva como internado dirigido por los Hermanos Maristas;

 

(445) 2- En esta propiedad están comprendidos el huerto y el viñedo junto a dicha casa y las bardas.

 

(446) 3- Los Hermanos Maristas tendrán el derecho de llevar a sus alumnos de paseo a la propiedad que el padre Douillet posee en el lugar llamado el Plano, sin abusar ni maltratar los árboles ni las frutas, que están reservadas al padre Douillet, al igual que la construcción.

 

(447) 4- El mobiliario que se encuentra en la casa del padre Douillet y en la casa del ayuntamiento, limítrofe a ésta, será puesto a disposición del padre Champagnat, quien se encargará de regresarlo al término del plazo, en especie o en dinero.

 

(448) 5- Se hará también un inventario apreciativo, de las provisiones y consumos que el padre Douillet deja en la casa alquilada, y su valor se empleará por el Padre Champagnat en las reparaciones y bonificaciones de acuerdo con el padre Douillet.

 

(449) 5- El citado Padre Champagnat, pagará anualmente al padre Douillet, la cantidad de 400 fr., la mitad en Pascua y la otra mitad al finalizar el año escolar.

 

(450) 7- El padre Douillet tendrá alimentación, alojamiento, calefacción e iluminación y será atendido en la casa, mientras preste sus cuidados en la dirección espiritual y en la instrucción religiosa de los internos, función que prestará o dejará de prestar a su voluntad; y, en caso de retirarse de la casa y de su empleo, le serán entregados anualmente, por el padre Champagnat, 500 fr. en lugar de los 400 fr. estipulados más arriba.

 

(451) 8- El Padre Champagnat se encargará de pagar los impuestos de los inmuebles sujetos a ellos, así como de realizar los gastos de las reparaciones de los locales.

 

(452) 9- El señor Douillet se reserva el derecho de los desperdicios del huerto y de la cocina, como hasta el presente.

 

(453) 10- El mobiliario de la capilla será también estimado y regresado o el valor equivalente, a la expiración del contrato.

 

(454) 11- Dicho contrato será rescindido de derecho, en el caso en que el señor Douillet ceda la propiedad de su casa y sus anexos, al municipio de La Côte-Saint-André, o a cualquier otro establecimiento legal de esta población.

 

(455) Lo así estipulado, hecha una copia en la Côte-Saint-André, el 5 de noviembre de 1838. Firman Douillet y Champagnat.

 

(456) Se observarán las significativas diferencias entre las cláusulas de este contrato y las primeras pretensiones del padre Douillet. En adelante, se tuvo que contentar con sus atribuciones de capellán, dejar a los Hermanos el fruto de su trabajo y consolar lo más posible a sor Martha.

 

Situación del personal.

 

(457) El Reverendo Padre siguió enviando al padre Mazelier aquellos Hermanos que quedaban bajo el servicio militar. Unos eran empleados en los puestos fundados por el padre Mazelier, como el Hermano Gerásimo; otros, estudiaban en el Hermitage, hasta que habían obtenido su certificado o que hubieran sacado un buen número en el sorteo, como los Hermanos Cariton, Rafael, Colomban, etc. Los del Hermitage los consideraban como unos grandes sabios. En efecto, había algunos que disertaban de un a manera incansable sobre la regla de tres y la raíz cuadrada. Realizaban interminables demostraciones, de las que sus auditorios no entendían ni jota, y en las que ellos mismos se perdían con frecuencia. El buen Padre seguía, de esta forma, animando a sus Hermanos al estudio, sometiéndolos a exámenes, a composiciones, etc...

 

(458) Desde la fecha de la toma de hábito del 8 de diciembre, que siguió, la fórmula para la admisión no fue escrita por cada novicio ni firmada por los Hermanos testigos. Fue escrita en plural, firmada por el Padre Champagnat y por cada uno de los nuevos Hermanos, que tomaban el hábito ese día. Después de la muerte del buen Padre, cada toma de hábito fue firmada en su conjunto, por el padre que había presidido la ceremonia, y por cada uno de los nuevos Hermanos.

 

(459) Los Hermanos Bassus (Collard), Baudilio (Bertail), Beda (Fouavon), Belino (Serviset), Benigno (Pontady), Benjamín (Poncet), Berardo (Mas), Berilo (Pipa), Bertrand (Marin), Doroteo (Frandon), Félix (Berger), Gonzaga (Vallet).

 

(460) El Instituto se vio acrecentado por 58 novicios durante el año, pero los "ruiseñores"[122] abundaron.

 

(461) La muerte nos quitó a siete Hermanos: Adjutor (Tournasud), Tomás (Genest-Bonche), Fabián (Bouvard), Justino (Champallier), Agatón (Fayasson), Luis-Gonzaga (Jorge Guette) y Félix (Baralon).

 

(462) En el momento de morir, el Hermano Justino se puso a sonreír y dejó esta tierra diciendo: "La Santísima Virgen viene a buscarme". Cierto postulante, ligero e indeciso, llamado Perret, que lo estaba cuidando, quedó tan impresionado, que solicitó el hábito con el nombre del difunto, e insistió tanto en ir a las misiones, que se le concedió este favor.

 

(466) Poco clara y mal clasificadas; pero difícilmente pondría la misma sinceridad que el buen Hermano Juan María. Debemos hacer la observación que las cantidades recibidas de Rivoire y de Sorbiers, son por las ventas de estas propiedades. Los apartados 'sastres y cocina', que aparecen en los ingresos, proceden de huesos y trapos vendidos.

 

(467) Durante el otoño del presente año, el Padre Champagnat realizó un viaje a Provence. Se había puesto de acuerdo con el señor Aurran sobre la fundación de un noviciado en Lorgues y le había enviado los planos del edificio que debían construir.

 

 

 

1839

 

Adquisiciones inmobiliarias.

 

(468) El 1 de enero, en la oficina de la señora Finaz, notario, el señor Patouillard y su esposa, vendieron al Padre Champagnat todo cuanto poseían en el lugar llamado Gaux, ya sea en Izieux, en Saint-Martin, consistente en una prensa para uva, un taller para blanquear el algodón, casa habitación, un granero, una cuadra, dique, canal y toma de agua del Gier, prados, huerto, pastizales, bosques y rocas, letrinas con sus dependencias, en fin, todo lo que habían adquirido los esposos Patouillard, del señor Antonio Thiollière-Laroche, el 3 de julio de 1824. Esta venta se efectuó por la cantidad de 39,000 fr. que el Padre Champagnat se comprometió a pagar de la siguiente forma: 10,000 fr. el 1 de marzo próximo, 5,000 fr. el 1 de enero de 1841, y 24,000 fr. el 1 de enero de 1843, con el interés legal correspondiente.

 

(469) Tales adquisiciones eran algo caras, pero el buen Padre estaba satisfecho de haberse quitado así a un vecindario incómodo con todos los inconvenientes que le había ocasionado desde hacía 15 años.

 

(470) La familia Patouillard había acusado en varias ocasiones a los Hermanos, de arrojar piedras en su terreno y de tomar el agua del Gier para regar su huerto. Además, el vecindario de esta familia, y sobre todo las numerosas personas que tenían negocios con ella, privaban a los Hermanos de las ventajas de la soledad, ventajas que habían decidido al piadoso Fundador, en 1824, a situar aquí la casa-madre de su Instituto. Tal adquisición fue por lo tanto, un excelente negocio.

 

Felicitaciones de año nuevo.

 

(471) Como de costumbre, los Hermanos felicitaron a su buen Padre deseándole una larga vida, con ocasión del año nuevo 1839. Les contestó con la circular que sigue:

 

(472) "Mis muy queridos Hermanos. Siento una dulce satisfacción al volcar en sus corazones el afecto del que el mío está lleno. Deseo muy sinceramente que las gracias del Señor se derramen siempre con nueva abundancia en cada uno de ustedes. Les agradezco el apego que me muestran; ojalá pueda en estos momentos, manifestarles mi gratitud. Todo lo que ustedes me desean, no es simple palabrerío; son dones de un nivel muy superior. En la Sociedad de Hermanos de María, ¿Qué no hemos recibido ? Sin perder de vista el pasado, veamos si no hemos recibido ya el céntuplo prometido. ¿De qué sentimientos de agradecimiento no debemos estar penetrados? ¡Quién podrá, después de María, expresar mejor todo lo que sentimos, sino San José, ese gran santo! ¡Ese hombre seráfico! Convencidos de lo anterior, durante la santa Misa, en la casa-madre, hemos recitado por espacio de nueve días las letanías de San José, luego de haber cantado el "Laudate Dominum". Los invitamos también a ustedes, una vez recibida la presente, a hacer la misma novena en el momento en que sea más oportuno."

 

(473) "Con el objeto de facilitarles la repartición de los buenos libros, hemos comprado una buena cantidad de ellos a un precio inferior al ordinario."

 

(474) "Una violenta hemorragia acaba de arrancarnos súbitamente al buen Hermano Pacomio. Les recomiendo orar y hacer orar por el eterno descanso de su alma, según lo prescribe la santa Regla".

 

Petición de Hermanos.

 

(475) Un total de 139 Hermanos, colocados en 45 establecimientos, sin contar los de Polinesia ni los de Vauban, que fue fundada hasta finales de año. Quedaban en reserva 12 Hermanos. Ya hemos dicho que Vienne acababa de cerrarse y que Sorbiers había quedado clausurado en 1837.

 

(476) Monseñor de Héricourt, obispo de Autun, quería contar con un noviciado de nuestros Hermanos en su inmensa diócesis. Con tal fin, ofreció un magnífico castillo, rodeado de grandes jardines, ubicado en el municipio de Vauban, dependiente de Clayette y que perteneció, según parece, al célebre mariscal de Vauban. No sabemos si Monseñor había adquirido tal castillo o lo recibió como herencia. Sea lo que fuere, el noviciado quedó instalado principescamente contrastando mucho con el establecido en el Hermitage. Lo malo era que estaba muy separado y los caminos que llevaban a él, estaban en muy malas condiciones. El Reverendo Padre contestó así el 7 de enero, a la carta por la que su Excelencia lo presionaba a realizar esta fundación a la mayor brevedad.

 

(477) "Monseñor: Estoy muy agradecido por la confianza que su Excelencia manifiesta hacia nuestra Sociedad; deseo con toda el alma corresponder a ella lo mejor que me sea posible, concediéndole sujetos capaces de secundar su celo apostólico para bien de su interesante diócesis. Teniendo en cuenta la magnitud del establecimiento que me propone, le suplico acepte un poco de demora a la que me veo obligado, en la realización de sus piadosos proyectos, para poder estar en capacidad de enviarle los sujetos adecuados. Las fundaciones que podemos hacer el presente año, ya están prometidas y ya hemos hecho los arreglos necesarios de acuerdo al número de Hermanos disponibles; pero su honrosa petición estará siempre en el primer lugar entre las que debemos atender la fiesta de Todos los santos de 1840; mientras tanto, me pondré de acuerdo con el superior de los Padres Maristas, con el fin de poder disponer de un sacerdote para la dirección espiritual de nuestro establecimiento. Atrapar é al vuelo la primera oportunidad que se me presente para tener una entrevista con su Excelencia y ponernos de acuerdo en los medios a tomar para asegurar el éxito de esta empresa".

 

(478) El señor obispo de Belley apoyó al cura de Nantua que pedía Hermanos para su parroquia. El buen Padre contestó a Monseñor, el 26 de enero, que tenía el mejor deseo de agradar a su Excelencia, por el poderoso apoyo que le había prestado para obtener el reconocimiento legal, pero que la situación se le hacía muy difícil en Nantua. La ciudad contaba con un colegio de maestros municipales o libres, muy capaces y con todo el apoyo del municipio. El buen Padre confesaba con humildad, que todavía no tenía sujetos lo suficientemente formados para luchar ventajosamente en una situación tan crítica. Expresó el deseo de que el señor cura encontrara los suficientes recursos para una escuela gratuita. El señor cura Débelay, que luego llegó a ser obispo de Troyes, y después arzobispo de Avignon, supo vencer las dificultades; su escuela se fundó en 1840 y a pesar de innumerables dificultades, acertó muy bien.

 

Situación del personal.

 

(479) El 2 de febrero se llevó a cabo una toma de hábito en la que se revistió del hábito religioso a los Hermanos Blaise (Berger), Gonzaga (Vallat), Agatón (Chambard), Bonosio (Assaye), Brunón (Vernet), Calínico (Gagnière), Calixto (Vincent), Camilo (Vialleton), Cándido (Périchon), Cantiano (Ternaz), Caritón (Montin), Casimiro (Berne), Casio (Bastide), Casto (Bertet), Ceciliano (Falque), Cástulo (Buttin), Celerino (Rode), Celso (Escot), Cesáreo (Lagrange), Chaumond ) Béranger), Cristino (Gay) y Regis (Champagnat).

 

(480) El Hermano Blaise era un gordinflón en el que la materia había ahogado el espíritu. Procedía de una parroquia sin religión. Le autorizaron que fuera a su casa, para probarlo y para que trajera la pensión del noviciado, que no había paga do. En camino, tomó una faja y un rabat eclesiástico. Tenía una hermana igual de astuta que él. Mientras estuvo con ella, un caballero se detuvo ante la puerta y pidió hablarle. El Hermano Blaise mandó a su hermana a buscar un albañil para que el jinete pudiera entrar. Había caminado unos cuantos pasos, cuando el caballero bajó del caballo. El Hermano Blaise la llamó diciendo: Ven, querida hermana, este señor se está bajando del caballo. De regreso al Hermitage, contó a los demás que había cambiado de plumaje[123], que todos los habitantes de su pueblo lo habían tomado como un cura, y lo saludaban con respeto. "En mi pueblo los hombres no van a misa, añadió, pero el respeto humano no me ha impedido asistir. Nada más que para no dar que hablar, me escondí atrás del altar". El Hermano Blaise regresó sin dinero, le regresaron su ropa y lo devolvieron a su casa. ¡Qué pérdida!

 

(481) El Hermano Casto era geómetra, mecánico y hábil para todos los trabajos. El fabricó la mayor parte de las camas de hierro con barrotes que utilizó la comunidad durante mucho tiempo. El mismo las inventó, puesto que no existía ninguna de ese tipo. El fierro de estas camas había sido un regalo al Venerado Fundador, de la fábrica de Terrenoire, es decir, del señor Genissieux, su gerente. El Hermano Casto murió demasiado pronto como consecuencia de unas esquirlas de cobre que se habían incrustado en uno de los ojos. El Hermano Policarpo fue quien trajo este excelente sujeto a la Congregación.

 

(482) El Hermano Cástulo había sido sirviente en la casa de los Hermanos de La Côte y su carácter jovial se había abierto camino. Cierto día, amarró un brazo de sor Martha, con una cuerda bastante larga, al cuello de una vaca, y el otro, al cuello de una cabra, luego espantó a los dos animales, riéndose de los gritos que pegaba Sor Martha.

 

(483) El Hermano Chaumont había sido soldado. Se rasuraba todas las mañanas antes de salir de la cama, con un buche de agua y jabón. Fue director de la Providencia de Caille. Allí encontró múltiples dificultades, y, como aguantaba muy poco, tiró su sotana entre las hierbas diciendo: "Doy mi dimisión de Hermano".

 

(484) El 9 de mayo, el Instituto se enriqueció con 22 nuevos Hermanos, que recibieron los nombres de Hermanos Cristóforo (Mayot), Exuperio (Denis), Crisanto (Lescoeur), Crisógono (Budillon) futuro Asistente y Procurador General, Clair (Chaboud), Claudiano (Dubaud), Clementino (Morel), Cleofas (Genest), Cleto (Harcher), Colombio (Poncet), Condé (Gatel), Conón (Germain), Conrado (Berthozat), Constancio (Rigolet), Constantino (Pitiot), Cornelio (Roset), Crescencio (Robert), Crispín (Marcou), Ciro (Perret), Daciano (Charles), Dalmasio (Terlin).

 

Vauban y Charlieu.

 

(485) Viendo que el Padre Champagnat no podía iniciar el noviciado de Vauban durante ese año, El señor obispo de Autun volvió a la idea que ya había expuesto, de tener un Hermano más en Semur para recibir allí algunos postulantes. El buen Padre le contestó que estaba dispuesto a hacerlo, pero que la casa de Semur de por sí muy chica, acababa de derrumbarse una buena parte. "Si el municipio no encuentra otro alojamiento, añadió, los Hermanos de Semur están a su disposición, Monseñor, para dar comienzo al noviciado de Vauban". Para no privar a la parroquia de Semur de su escuela religiosa, Monseñor de Hericourt les proporcionó una casa pegada a su seminario menor. Su Excelencia no aceptó, por lo tanto, a los Hermanos de Semur para Vauban, ni tampoco un Hermano más para Semur: las cosas iban a caminar mucho mejor.

 

(486) Desde 1824, los Hermanos de Charlieu eran mal pagados, estaban mal alojados en la antigua abadía, atacados por el ayuntamiento, con frecuencia les ponían sustitutos y no podían hacer nada bien desde algún tiempo. El señor Guinaud, nuevo alcalde, entendió mejor los intereses de sus conciudadanos. Acabó por colocar las clases y la cocina de los Hermanos, a un lado del colegio, en una construcción que sólo tenía una planta. Constaba de 3 salones muy buenos, una cocina muy bonita y un patio bastante grande. El señor alcalde proyectaba levantar un piso la construcción al año siguiente, para alojar a los Hermanos. Mientras tanto, los tres súbditos, se iban a dormir a la alcaldía, en el centro de la población. Había miles de inquilinos que no pagaban nada por el alojamiento en su dormitorio[124]. Para decidir al alcalde a poner en obra su proyecto, el buen Padre le escribió lo siguiente el 27 de julio: "Señor Alcalde: La protección que usted ha tenido a bien conceder a nuestros Hermanos radicados en la población de Charlieu, me llena del más vivo agradecimiento. Diversas circunstancias enojosas les hubieran acarreado, con toda seguridad, consecuencias en su trabajo, si no hubieran encontrado ayuda en su sabia administración. Esperamos que el Señor bendiga todos los esfuerzos que usted realiza para procurar la instrucción religiosa a los niños pobres, que, sin su celo, estarían privados de ella, por la indiferencia de la mayoría de los padres de familia".

 

(487) "Aceptamos la nueva casa que usted ha destinado para escuela, y las habitaciones que cedió a los Hermanos para que pudieran retirarse después de las clases. Nuestro Hermano Visitador nos comunicó que usted se propone mandar construir, para el año próximo, un edificio en el que se den las clases; y entonces, habrá un solo local para los Hermanos. [Si usted pudiera haber llevado a cabo, para la fecha indicada, un plan tan inteligente, los Hermanos y la misma sociedad, le estarían muy agradecidos. Reciba]"[125]

 

Acrecentamiento, formación.

 

(488) Al igual que el año anterior, la gran fiesta de la Asunción se vio realzada con una toma de hábito, en la que 17 postulantes revistieron el hábito religioso y recibieron los nombres siguientes: Hermanos Dagoberto (Boudoir), Daniel (Garde), Darío (Danière) Diódoro (Mattaud), David (Maisonneuve), Emery (Roudet), Deícolo (Perrier), Delfino (Oriol), Deodato (Villemagne), Dídimo (Buron), Dióscoro (Francon), Diógenes (Valadieu), Cotón (Carrot), Eduardo (Buclon), Eleuterio (Cros), Elpidio (Colombet) y Eleazar (Tardy).

 

(489) Los Hermanos Deícolo y Delfino, tenían muchas cualidades pero poco espíritu religioso para perseverar en su vocación.

 

(490) El Hermano Eleazar era algo flojo, pero con un excelente espíritu y de una entrega incondicional. Algún tiempo después lo mandaron a dar clase. Cierto día, el Hermano Luis María lo pasó al pizarrón y le dictó una suma de quebrados. El alumno la hizo mal. El profesor se impacientó y lo amenazó con bajar de su estrado. "Haría bien" respondió tranquilamente el Hermano Eleazar. Viendo que no podía resolverla, el profesor gritó: "¡Ignorante! Voltée la fracción que está dividiendo". El alumno, que era muy fuerte, tomó lentamente el pizarrón, colocado sobre el caballete, y lo volteó. Todos soltaron una carcajada, hasta el impaciente profesor.

 

Convocación al retiro.

 

(491) El 9 de septiembre el Venerado Fundador, convocó a los Hermanos al retiro anual, con la siguiente circular:

 

(492) "Mis queridos Hermanos: El mes próximo será para nosotros un tiempo precioso y de muchas satisfacciones, ya que tendremos la dicha de reunirnos para tomar un poco de descanso bajo los auspicios de María, nuestra tierna Madre. Así, unidos en espíritu y corazón, disfrutaremos de los deliciosos frutos que Dios ha prometido por su profeta[126] a los hermanos que viven unidos."

 

(493) "Como nuestra asamblea será muy numerosa, presiento que, a pesar del deseo que tengo de estar pendiente de todas sus necesidades, tendrán que soportar un montón de detalles que asedian por todos lados nuestra pobre naturaleza. Pero, tengamos ánimo; estas molestias pasajeras que sufriremos, por decirlo así, y en las que sin quererlo, pensamos, quedarán, siguiendo las palabras de un padre del desierto, recompensadas por una felicidad eterna. Traten de arreglar bien todas sus cuentas, sea con la librería, sea con otras personas con quienes tengan algún trato; para que puedan gozar de perfecta tranquilidad durante las vacaciones. Logren que les paguen de la mejor manera posible, y si conocen a los parientes o bienhechores de algunos novicios o Hermanos, que no vivan muy lejos de ustedes, hagan el favor de insistirles para que se esfuercen por terminar de pagar lo que puedan deber a la casa; pues comprenderán, que, siendo tan caros los víveres, estamos obligados a hacernos llegar lo que nos corresponde. Por la misma razón, no pueden comprometerse a recibir internos en las mismas condiciones que el año pasado; es conveniente interesar a los padres de familia bien dispuestos, para que cooperen con un extra sobre la cuota del año que va a terminar".

 

(494) "Les recomiendo pongan en su equipaje la ropa en mal estado y los hábito viejos que ya no les sirven, y los envíen algunos días antes, para que puedan, al llegar a la casa, ver si no se han quedado en camino, suponiendo que no vengan en vehículo".

 

(495) "Lean el capítulo X de la Regla. Hagan el favor de responder con toda exactitud la estadística adjunta, que entregarán, al llegar, junto con el libro de cuentas, al Hermano asignado para ello. Con el objeto de que puedan arreglar sus cuentas con el Hermano de la librería, les enviamos el monto de sus facturas, que se eleva a la suma de ... y por gastos personales ... que hacen un total de ..."

 

(496) "Ya saben que el retiro comienza en los primeros días de octubre. Reciban, etc."

 

(497) Esta circular fue litografiada por el Hermano María Jubin, al igual que la anterior. Se puede notar que todas las anteriores, enviadas por el Reverendo Padre, eran muy cortas. Esta no es tampoco demasiado larga. La principal razón de es a brevedad, es que las primeras eran escritas a mano en igual número al de los establecimientos, y que para las últimas, el Hermano María Jubin, no tenía la suficiente práctica para imprimir un escrito de mayor extensión.

 

Nuestros misioneros.

 

(498) El Hermano Atalo fue a reunirse con los Hermanos Juan Francisco Javier, Miguel, María Nizier, María Agustín y Florentino ya en Oceanía, durante el mes de mayo. Hizo su profesión antes de partir. Fue quien mandó noticias de todos los viajeros, el 15 de julio, desde Santiago.

 

(499) Si nuestros buenos Hermanos misioneros se imaginaban que no iban a encontrarse con el diablo entre los antípodas de su país, estaban en un grave error. No iban a luchar contra un enemigo desarmado, ni mucho menos, ya que Satanás no era menos astuto en Oceanía que en Francia. Al igual que el Hermano Miguel, el pobre Hermano María Agustín sufrió las consecuencias, y también abandonó la vocación. Por otra parte, estos buenos Hermanos contaban allá, con muchos menos medios que aquí par a defenderse de las insidias del enemigo, y corrían peligros mucho más grandes. Se encontraban desparramados junto con los padres, de los que no eran otra cosa más que los sirvientes, se reían muy raramente; hacían sus ejercicios de piedad ellos solo s y asistían a la santa misa cuando les era posible, en pobres cabañas, etc. La completa desnudez de los salvajes no les ayudaba en lo absoluto a elevarse por encima de la naturaleza.

 

Cartas administrativas.

 

(500) Para apresurar la fundación de Vauban, Monseñor d'Hericourt ofreció regalar a la Congregación el castillo del que ya hemos hablado. El Padre Champagnat solicitó la aprobación del Reverendo Padre Colin, y escribió de inmediato al obispo de Autun, el 13 de septiembre, lo que sigue:

 

(501) "Monseñor: Sabiendo que se le hace tarde para decidir sobre su establecimiento de Vauban, me apresuro a comunicarle que el Padre Superior General aprueba que aceptemos su generoso ofrecimiento. Iniciaremos la obra tan pronto como nos hayamos puesto de acuerdo en todos los aspectos. Tan sólo temo que, con todos nuestros esfuerzos y nuestra buena voluntad, no podamos responder dignamente a lo que usted tiene derecho de esperar de nosotros. María, lo sé bien, que no abandona ni a los mayores pecadores, cuando imploran su protección, no dejará sin su auxilio a los que están consagrados a Ella, con la aprobación del Vicario de Jesucristo."

 

(502) "Dígnese, le suplico, Monseñor, fijar la fecha y el lugar de nuestra entrevista. Por mi parte, no podré disponer de un momento antes de la fiesta de Todos los Santos, pero después, estaré más libre, para que podamos arreglar todo, y que después de eso, la Sociedad de María y Su Excelencia, no formemos más que un solo corazón y una sola alma en los sagrados corazones de Jesús y de María".

 

(503) El 17 de septiembre, el buen Padre escribió al padre Rabitaille, decano de Saint-Pol-sur-Terrenoise, diciéndole que su establecimiento necesitaba un Hermano más, pero que debido a la insuficiente retribución, no podía enviar otro Hermano a su costa. Relataba[127] que las promesas hechas el año anterior no habían sido cumplidas, que el municipio parecía oponerse a la escuela y que la casa le parecía carecer de solidez. Añadía que iba a escribir al señor Delbèque, jefe de la oficina en el ministerio, por quien se había fundado.

 

(504) El 19 del mismo mes, escribió también al señor Libersat, otro empleado del ministerio.

 

"Señor: Permítame que vuelva a suplicarle me comunique lo que sepa sobre nuestro reconocimiento legal. ¿Qué le ha dicho el señor Delbèque? ¿Qué trámites quedan por hacer?"

 

(505) "El señor Salvandy había comentado con el obispo de Belley que si adoptáramos los estatutos de una sociedad ya reconocida, la nuestra sería aprobada; si fuera así, no tenemos ningún obstáculo en hacerlo: lo que nos interesa es formar buenos cristianos y buenos ciudadanos entre los habitantes del campo".

 

(506) "Nos informamos por Saint-Pol que el subprefecto y el alcalde están opuestos a nuestros Hermanos; me apena en extremo y me sorprende, teniendo en cuenta que tomamos tal establecimiento bajo los auspicios del señor Delbèque y con el con sentimiento de estos señores. etc."

 

(507) Las peticiones para nuevas fundaciones eran cada vez más numerosas. Venían de todas partes. Con gran pena, el buen Padre se vio obligado a rehusar un buen número de ella, por falta de sujetos, sobre todo con el brevet. Varias escuelas n o contaban todavía con ellos y las reclamaciones de los inspectores y alcaldes, ponían, con frecuencia, en situaciones embarazosas a nuestro Fundador. Las comisiones examinadoras se mostraban muy severas, incluso hostiles y la obtención de dichos brevets se había hecho rara y difícil.

 

Elección de un sucesor.

 

(508) El Padre Champagnat era de complexión alta, recta y majestuosa; tenía frente ancha, los rasgos de la cara muy pronunciados, la tez morena, apariencia grave, modesta, seria y que inspiraba respeto, incluso, en un primer momento, timidez y temor. Pero estos sentimientos, muy pronto daban lugar a la confianza y al amor, desde que uno platicaba algunos instantes con el buen Padre; pues, bajo estas apariencias un tanto rígidas y un exterior algo severo, se escondía el carácter más jovial y un gran corazón.

 

(509) Su fuerte constitución le hubiera permitido vivir más de 80 años, pero las duras privaciones que sufrió, los agobiantes trabajos físicos a que se entregó, los numerosos viajes que tuvo que realizar, con frecuencia a pie y en ayunas, ya sea para visitar sus Hermanos, y para obtener el reconocimiento legal de su Instituto, las penas que algunos Hermanos le causaron, habían minado en alto grado su robusta constitución. El buen Padre sentía que sus fuerzas disminuían. Presentía que su muerte no estaba lejos. Para no exponer el futuro de su Congregación, quiso darle un gobierno antes de morir. Se puso de acuerdo con el Reverendo Padre Colin suplicándole que asistiera al retiro anual. [128]Aunque sufriendo, dio todavía las conferencias y el padre Chavas pronunció los sermones. El Reverendo Padre Colin pronunció una conferencia y recomendó a los Hermanos abstenerse de cualquier mal hábito, sobre todo del de tomar rapé, y el buen Padre lo tomó 5 o 6 veces, mientras hacía esta última recomendación.

 

(510) La elección de los sucesores del piadoso Fundador se llevó a cabo un sábado; en la clausura del retiro, antes de la emisión y renovación de votos. Durante este tiempo, los novicios permanecían en el mayor silencio. La elección se realizó en la sala de ejercicios, con las ventanas abiertas. Ibamos a hacer la profesión durante la mañana. Mientras tanto, nos paseábamos en el patio interior y escuchábamos con curiosidad al Hermano Luis que leía las boletas de los escrutinios con un tono de voz muy elevado. A continuación, el acta de esta primera elección:

 

(511) "En el año de 1839, el sábado 12 de octubre, al terminar el retiro general de los Hermanos, dirigido por los padres Chavas y Favre, ha sido hecha, de la manera descrita más abajo, la elección del Hermano Director General de los Hermanitos de María".

 

(512) El jueves por la tarde, antevíspera de la elección, se le prescribió a la comunidad un silencio absoluto para todo el viernes.

 

(513) El viernes, a las 4 de la tarde, el Superior General de la Sociedad de María reunió a todos los Hermanos en la sala de ejercicios. Después de una conmovedora alocución propia de las circunstancias, les indicó el orden y la secuencia de la ceremonia, animándolos a implorar las luces del Espíritu Santo para conocer la voluntad de Dios en la elección tan importante que iba a seguir, recomendándoles sobre todo, que rechazaran cualquier idea de ambición o de intriga.

 

(514) Se determinó: 1º Que el retiro general y el silencio del viernes, reemplacen, por esta única vez, el retiro y el silencio de tres días que en adelante deberán preceder a esta elección. 2º Que el Hermano Director General será elegido entre los Hermanos profesos, que son los que tienen voz activa y pasiva. 3º Que el que salga elegido, no podrá hacer ninguna reclamación 4º Que cada Hermano profeso ocupará su lugar en la sala de elecciones, por orden según la fecha de profesión. 5º Que cada elector, nombrará, en escrutinio secreto, los tres Hermanos que crea, ante Dios, ser los más capaces para ocupar el puesto de Hermano Director General. 6º Que los votos serán recogidos por tres escrutadores elegidos por los Hermanos; el escrutinio se hará en alta voz por cada uno de los tres, mientras que tres secretarios, también escogidos, escribirán los resultados, individualmente. 7º Que de los tres Hermanos que obtengan la mayoría, uno de ellos será nombrado Hermano Director General por el Superior de la Sociedad de María, ayudado por su Consejo, y los otros dos, serán, por derecho, sus asistentes y consejeros. 8º Que el Hermano Director General será vitalicio, pero que podrá ser destituido en los casos y de la manera prevista por las Constituciones. 9º Que cualquiera que directa o indirectamente, para él mismo o para los demás, haya solicitado votos o realizado alguna clase de intrigas, sea privado por el mismo hecho y para siempre, de voz activa y pasiva. 10º Finalmente, que después de la elección, las boletas serán quemadas inmediatamente y que nadie dará a conocer por quienes votó.

 

Preparativos para la elección.

 

(515) Quedaron designados dos Hermanos, uno en defecto del otro, para dirigir unas palabras al Hermano Director General. El Hermano Luis María fue el primer designado y el Hermano Francisco Javier, para reemplazarlo en caso necesario.

 

(516) Después de la oración de la noche, los Hermanos Juan María, Denís, Pío, Felipe y Andrónico, fueron escogidos para preparar, en la siguiente forma, la sala de las elecciones: En el fondo, abajo de la imagen del Crucifijo, un sillón para el Hermano Director General y de cada lado, las sillas para sus asistentes; al frente, una estatua de la Santísima Virgen, sobre una mesa preparada con este fin; en el centro, la urna para recibir los votos, 92 pequeñas boletas cuadradas de color azul, y otras tantas plumas recién cortadas, todo esto sobre una mesa con tapiz verde; frente al Crucifijo, pero en el lado opuesto, los lugares para los Padres de la Sociedad, y en los lados, para los Hermanos profesos. Frente a los Padres y bajo su vista, tres mesas separadas para los secretarios. Los Hermanos no profesos y los postulantes, tenían su lugar señalado en la parte exterior de la sala, que se encuentra separada por un muro alto. La capilla estaba adornada como para las grandes fiestas .

 

(517) El sábado, después de la meditación, los Hermanos no profesos, 148, y los postulantes, 13, tuvieron permiso para hacer en silencio, una corta salida al jardín. Durante este tiempo, los Hermanos profesos se dirigieron a la sala de las elecciones para colocarse en el orden señalado, en total 92, los otros 18 profesos están en los establecimientos o en Polinesia. Al mismo tiempo el Reverendo Padre Colin, superior general de la Sociedad de María, una vez que ocupó el lugar que le se le había preparado, mandó colocar a su derecha al Padre Champagnat, Primer Asistente, fundador de la Sociedad de los Hermanos, a su izquierda el padre Terraillon, 2º asistente, y a los lados, a continuación, los padres Maîtrepierre, Chavas, Favre, Besson y Matricon.

 

(518) Una vez que se colocaron, se procede a la elección de los escrutadores y de los secretarios. Habiendo propuesto el Padre Champagnat a los Hermanos Luis, Lorenzo y Gabriel, los Hermanos los eligieron por aclamación. Los Hermanos Mauricio, Casiano y Andrónico, son propuestos y elegidos de la misma forma, como secretarios. Después de estas elecciones, el superior general, recomienda que al regresar, se tomen exactamente los mismos lugares, y renueva la importante recomendación de no tener otras miras, en esta ceremonia, sino la gloria de Dios, el honor de María y el bien de la Sociedad, los Hermanos tienen autorización de realizar, también en silencio, un corto paseo por el jardín, durante un cuarto de hora.

 

La elección propiamente dicha.

 

(519) A las 7 y cuarto da inicio a la ceremonia por el canto del Veni Creator y la celebración de la misa votiva al Espíritu Santo, a la que asiste toda la comunidad. Terminada la misa, el superior General de la Sociedad dirige a todos los Hermanos una corta pero emotiva alocución, que termina con la hermosa oración de los Apóstoles: Tu Domine qui corda nostri omnium, etc.;[129]. pidiendo a Dios conocer al que, desde toda la eternidad, ha escogido y destinado en su sabiduría, para ocupar el cargo de Hermano Director General. Entonces, los Hermanos profesos únicamente, se dirigen a la sala de elecciones;[130]; cada profeso volvió a ocupar el lugar indicado, y una vez repetidas las indicaciones de la víspera, de una manera muy solemne, la comunidad se pone en meditación, los electores para juzgar su elección ante Dios y su conciencia, los demás, para ayudarlos con sus oraciones y sus votos.

 

(520) Después de media hora, los no profesos y los postulantes, reciben la indicación de salir, en silencio, al huerto. Los Hermanos profesos, son nombrados nuevamente para autentificar su presencia. Las boletas y las plumas se distribuyen y cada uno escribe en secreto, los nombres de los que ha escogido. Para algunos que no saben escribir, el Hermano Luis María escribe los nombres en presencia del Hermano Juan.

 

(521) A una señal, dada por el Superior General, el Padre Champagnat recoge en la urna los votos de cada uno de los Hermanos. Los Hermanos Luis, Lorenzo y Gabriel, los cuentan en voz alta y realizan el escrutinio. Habiendo comprobado que el número es igual al de los Hermanos presentes, los Hermanos Mauricio, Casiano y Andrónico ocupan su lugar de secretarios y se inicia la elección. El Hermano Luis toma uno de los votos y lo lee en voz alta, lo remite al Hermano Lorenzo quien lo lee de la misma manera, al igual que el Hermano Gabriel. Mientras tanto, los secretarios escriben cada uno por su parte, dictado por los escrutadores y bajo la vigilancia de los Padres, el nombre de los que son nombrados. Se sigue el mismo orden para los 92 votos. El superior general, recogiendo las listas de los secretarios, cuenta, con la ayuda de sus Asistentes, el número de los sufragios que ha obtenido cada Hermano. El resultado total de las tres listas es de 87 votos para el Hermano Francisco, 70 para el Hermano Luis María, 57 para el Hermano Juan Bautista, y 45 para el Hermano Juan María. Los Hermanos Estanislao, Luis, Casiano, Antonio, Mauricio, Francisco Javier y Mateo, también obtienen un cierto número de sufragios.

 

Proclamación de los elegidos.

 

(522) El superior general escribe los nombres de los tres Hermanos que tuvieron mayor número de votos y se dirige con su Consejo a un local separado para determinar, delante de Dios, quién de los tres será nombrado como director general. Después de implorar las luces del Espíritu Santo por el rezo del Veni Creator y hecha su elección, entra con su comitiva a la sala en lo que los Hermanos no profesos y los postulantes, son llamados por una campana, y se colocan en la parte de la sala que les esta asignada.

 

(523) Entonces, el superior general proclama en presencia de los Padres y de toda la comunidad, como verdadero y legítimo Hermano Director General de la Sociedad de los Hermanitos de María, al Hermano Francisco, de pila Gabriel Rivat, del municipio de La Valla, de treinta y un año, seis meses de edad, postulante en 1818, el 6 de mayo a la edad de 10 años, novicio en 1819, el 8 de septiembre; profeso el 11 de octubre de 1826, y primer consejero del Padre Superior, desde ese año. Los Hermanos Luis María y Juan Bautista fueron designados como asistentes. Este último, en estos momentos, director de Saint-Pol (Pas-de-Calais), estuvo representado por el Hermano Juan María, que fue el 4º en votos.

 

(524) Los dos asistentes, habiéndose dirigido junto al Hermano Director General, lo llevan de la mano al sillón que le estaba reservado. Todos los Hermanos se apresuran a reconocer, por la intervención del Hermano Luis María, como verdadero y legítimo Hermano Director General, al Reverendo Hermano Francisco, ofreciéndole, por este título, sus muestras de respeto, entrega y religiosa sumisión; desde luego: más que felicitarlo por sus méritos y sus virtudes, que le merecieran la confianza general, era para mostrarle un cuadro con sus numerosas, difíciles e importantes obligaciones. Después de este respetuoso y conmovedor cumplido, el Reverendo Padre Colin y sus asistentes, se dirigieron cerca de él para darle el beso de paz. Los dos asistentes del Hermano Director, llegan junto a ellos, se ponen de rodillas para recibir su bendición y el ósculo de paz; les siguen seis Hermanos profesos más y seis postulantes. Lo largo de la ceremonia no permite que todos participen de este mismo favor.

 

(525) Terminadas las ceremonias, uno de los Padres entona el Magnificat y la comunidad se dirige en procesión a la capilla, para asistir a una misa de acción de gracias, precedida de la emisión y la renovación de votos, y participan en la comunión general. El Hermano Director General, acompañado de sus asistentes, sigue la procesión y va a ocupar, en la capilla, el lugar que se había preparado. Después de la misa, se concedió a los Hermanos un poco de recreo, durante el cual, el Hermano Director General y sus asistentes, reciben la bendición y los paternales consejos del Reverendo Padre Superior de toda la Sociedad. Cumplen enseguida con este mismo deber, respecto al Venerable Superior y Fundador de los Hermanos.

 

(526) Es mediodía. Se dio la señal para la comida y toda la comunidad se dirige al comedor. El Hermano Director General y sus asistentes, convencidos que el primer deber era dar a sus Hermanos a ejemplo del divino Maestro, lecciones de humildad y abnegación, se encargan con gusto, en esta ocasión de servir la mesa. Durante la comida, sazonada por la paz, la unión y la caridad, los Hermanos tienen la libertad de entregarse a la dulce y salta alegría de una sencilla y edificante conversación."

 

(527) Hemos querido presentar en toda su amplitud este proceso verbal, a pesar de su extensión, porque fue inspirado por el Venerado Fundador y que el ceremonial seguido en esta ocasión, será practicado en las elecciones posteriores.

 

(528) Como se puede observar, la elección del primer régimen del Instituto se llevó a cabo en doble escala; en el sentido de que el Reverendo Padre Colin, superior general, se había reservado la confirmación de dicho procedimiento.

 

(529) He aquí los nombres de los 19 Hermanos que hicieron su profesión: Hermano Aquilas (Rivat), Alberto (Grenier), Albano (Mathoulin), Ambrosio (Donadieu), Aster (Sage), Atenodoro (Guillot), Aubin (Cottin), Auxencio (Dorant), Avit (Billon) futuro visitador, asistente y analista, Babilas (Jay), Berardo (Mas), Bertin (Bruyas), Juan Filomeno (Vialleton), Joaquín (Bonvalet), Justino (Perret), Macario (Bure), Pascal ) Chapelon), Rafael (Chol), y Chaumont (Béranger).

 

(530) El Venerado Padre fundó la casa de la Providencia en Saint-Chamond, el noviciado de Vauban, Bougé-Chambalud, Usson, Craponne, Saint-Julien-Molhesabate. El último fue fundado por el señor Courbon, excelente cristiano de esa parroquia. Después de su muerte, sus hijos no quisieron encargarse de la obra de su padre y el establecimiento fue clausurado en 1859.

 

(531) El señor cura de Neuville pidió un Hermano que pudiera ir a atender la escuela en Fleurieux y pasar la noche con los Hermanos de Neuville. El buen Padre se lo prometió como ya lo había hecho con anterioridad para Albigny, mediante 400 f r. de prima, 500 fr. de mobiliario personal y 600 fr. como retribución anual. Los dos ayuntamientos encontraron esas condiciones demasiado costosas y los dos Hermanos nunca llegaron.

 

(532) El 20 de octubre, el Reverendo Padre escribió al padre Mazelier para agradecerle el inmenso servicio que le hacía al recibir a nuestros Hermanos sujetos al servicio militar; entregó la carta a un Hermano que se dirigía a Saint-Paul para dar al padre Mazelier el número y los nombres de los Hermanos que deberían llegar unos días después. El padre Mazelier no modificó las condiciones existentes desde hacía varios años.

 

Fundación de Vauban.

 

(533) Antes de mandar los Hermanos para Vauban, el piadoso Fundador dirigió la carta siguiente a Monseñor d'Héricourt:

 

(534) "Monseñor: No puedo más que felicitarme por el constante aprecio hacia la Sociedad de María, y ofrecerle de nuevo, la expresión más profunda y respetuosa de gratitud. Espero que la santa unión que Su Excelencia desea contraer en el corazón de nuestra buena Madre, con la Sociedad de sus Hermanos y de sus hijos, sea para su gloria y la salvación de las almas. Sin duda, usted querrá conocer la bases de nuestro mutuo entendimiento y que deben cimentar y asegurar esta unión; estoy completamente de acuerdo con estas disposiciones. Es muy correcto fijar de antemano las condiciones, de una parte y de la otra, para que nuestra entrevista no tengamos que determinar más que los detalles."

 

(535) "Para nosotros, Monseñor, al encargarnos de la dirección del noviciado de Vauban y comprometernos a organizar en su diócesis escuelas particulares, en proporción a los sujetos que podamos formar, será muy conveniente, según los ofrecimientos que usted ha tenido la amabilidad de hacernos, establecer, como primera condición, que el noviciado quede simple y sencillamente, a disposición de la Sociedad y sea, desde el principio, su propiedad inalienable. Sin embargo, en el caso de que, por acontecimientos imprevistos, dicha Sociedad sea disuelta, la casa de Vauban volverá a estar a disposición de su Excelencia. Se pagará una indemnización a los derecho-habientes, determinada por peritos, por las mejoras realizadas en el intervalo d e tiempo que estuvo en nuestro uso".

 

(536) "Espero, Monseñor, que tenga la bondad de darme a conocer sus intenciones, y tan pronto como haya recibido su respuesta, me apersonaré en Autun para el arreglo definitivo".

 

(537) El señor obispo de Autun, aceptó las bases señaladas antes para los arreglos finales.

 

Frente a exigencias exageradas.

 

(538) El señor Aurran insistió para que se fundara, a la mayor brevedad, el noviciado de Lorgues. El buen Padre lo felicitó por su celo y por el buen uso que hacía de su gran fortuna. Añadió que todavía no contaba con la autorización necesaria para enviar sus Hermanos a Provence, que estaba en trámites y que esperaba obtenerla sin tardar demasiado. Aconsejaba al señor Aurran, que abriera su escuela bajo el título de internado y pusiera como titular a un Hermano con certificado, que le enviaría, asegurándole que, así, el noviciado no sería molestado. Añadió, al terminar, que vería con gusto, confiar esta buena obra a otra congregación. El señor Aurran gastó grandes cantidades en obras buenas, pero tenía más celo que prudencia. La mayoría de estas obras no tenían bases sólidas y no duraron mucho tiempo. El obispo de Fréjus decía, refiriéndose a él: "Es un piadoso lunático".

 

(539) Los Hermanos y alumnos de La Côte-Saint-André seguían gratuitamente los ejercicios del seminario menor, desde hacía ocho años. El superior de esta casa determinó pedirles 50 fr. anuales por los lugares que ocupaban. El buen Padre se dirigió al señor obispo suplicándole que los Hermanos de La Côte, al igual que los alumnos, tuvieran plazas gratuitas en la iglesia, según lo señalado en nuestro prospecto, como en todas nuestras casas.

 

(540) El Padre Champagnat escribió el 20 de noviembre, la siguiente carta al señor Aurran, que volvía a la carga:

 

(541) "Señor: Bendecimos a la Providencia por la perseverancia que le ha concedido en sus piadoso designios. Ya que sigue pensando poner su obra en manos de los Hermanos Maristas, tendremos la satisfacción de participar con usted en la instrucción religiosa de sus queridos Provenzanos. A pesar del gran número de peticiones que nos hacen, no insistiremos en la promesa que se le hizo. Trataremos de enviarle Hermanos para 1840, sea para la escuela, sea para el noviciado. Esperamos que siga dando las disposiciones oportunas y que por sus atenciones, bajo la protección de nuestra Buena Madre, esta empresa acierte para la gloria de Dios y la salvación de las almas".

 

Noviciado de Saint-Didier-sur-Chalaronne.

 

(542) Al señor obispo de Belley, que también insistía en un noviciado en Saint-Didier, el Venerado Padre contestó de la siguiente manera:

 

(543) "Monseñor: Lamento mucho, no haber podido, con ocasión del retiro, tener la satisfacción de presentarle mis respetuosos sentimientos, y comunicarle de viva voz, mi opinión sobre el noviciado de Saint-Didier. De acuerdo con los deseos que su Excelencia me había manifestado, ya por el superior, o en los diversos intercambios que he tenido con si Ilustrísima, he aumentado el personal de Saint-Didier, para que el Hermano Director, pueda dedicarse de manera especial a la atención de los novicios. Me escribió comunicándome que ha recibido algunos cosa que me ha dado mucho gusto; pero temo mucho que el noviciado no pueda funcionar correctamente con el ritmo de las clases del internado. La experiencia nos lleva a creer que no pueden caminar estas dos obras diferentes en la misma casa. En un principio, nosotros mismos admitimos algunos alumnos externos y algunos internos en el Hermitage. Nos vimos obligados a renunciar, al darnos cuenta que los alumnos acarreaban la pérdida de un buen número de novicios y que causaba a todos un perjuicio más que evidente. Incluso nos vimos obligados a separar completamente los postulantes de los Hermanos. Sólo después de haber hecho lo anterior, logramos poner orden en nuestra casa y conservar nuestros aspirantes".

 

(544) "Un sacerdote excelente de la diócesis de Grenoble ha querido tener un noviciado en condiciones semejantes. Nos prestamos a este proyecto. El fue el primero en reconocer que eso no podía funcionar. Nos manda un buen número de sujetos al Hermitage, con la condición de que serán colocados en la diócesis, una vez formados."

 

(545) Monseñor, no es que nos rehusemos a iniciar el noviciado que desea Su Excelencia; sin embargo, después de haber reflexionado y examinado todo muy bien, no creemos que tenga éxito, en la forma en que funciona ese establecimiento. Pero, ensayaremos a pesar de todo, si Usted persiste en los mismos sentimientos, etc."

 

(546) Monseñor Devie era un santo obispo. No aceptaba de ninguna manera a las personas piadosas si no eran mortificadas. En una de sus visitas a Saint-Didier, el párroco, para honrar a su obispo, había mandado preparar un opíparo banquete. Monseñor bendijo la mesa, puso queso blando en un trozo de pan, comió eso junto con un vaso de vino y de inmediato invitó al señor cura a seguir con la visita de las obras de la parroquia. No obstante, los invitados hicieron el honor a la comida. El obispo hacía lo mismo en todos lados.

 

(547) El director de Saint-Didier era por entonces el Hermano María. Recibía algunos postulantes, pero el noviciado pronto fue como el Padre Champagnat lo había previsto. Tal resultado disgustó mucho a Monseñor, quien, como lo hemos dicho, se disgustó con nosotros y favoreció a los Hermanos de la Cruz y a los de la Sagrada Familia.

 

Circular del Hermano Francisco.

 

(548) Los Hermanos Casiano, Paulino, Babilas y Teófilo, salieron el 5 de diciembre para Vauban. Al día siguiente, el Reverendo Hermano Francisco y el Hermano Luis María[131], dirigieron a los Hermanos la siguiente circular:

 

(549) "Queridos Hermanos: Hemos creído darles gusto retrasando por algunos días el envío de la circular sobre las conferencias, para darles a conocer algunas noticias sobre las bendiciones que el buen Dios sigue derramando sobre nuestra querida Sociedad. Leerán, con especial interés, el extracto de una carta que nuestro buen Hermano Atalo nos escribió desde Santiago, el 15 de julio pasado."

 

(550) "El señor obispo de Autun acaba de entregar definitivamente a la Sociedad, el noviciado de Vauban y nuestro Reverendo Padre Superior, a pesar de su agotamiento, no escuchando otra cosa más que su celo y su entrega, fue personalmente a inaugurar la obra bajo la protección de nuestra Inmaculada Madre. Unámonos a él para obtener del Señor, sus bendiciones sobre esta segunda casa de noviciado. Roguémosle, queridos Hermanos, para que nos conceda nuevos recursos para poner bases sólidas al de Lorgues (Var), que acaba de construirse, y al que nos hemos comprometido aceptar el año próximo; para poder responder a los deseos del obispo de Belley, que solicita el mismo favor y que quisiera ver funcionar dicha obra; para sostener el establecimiento de Saint-Pol (Pas-de-Calais), donde el súbito crecimiento necesita urgentemente al menos de dos nuevos Hermanos, y preparar la apertura de una casa de noviciado, en la próxima primavera; para cumplir, en fin, algunas de las numerosas y apremiantes peticiones que nos dirigen de todas partes. ¡Oh, queridos Hermanos, cuánto bien por hacer! ¡Qué inmensa es la mies!... Afiancémonos en el espíritu de nuestra vocación; trabajemos con entusiasmo en la obra de María, y agradezcámosle las gracias tan señaladas que sin cesar nos alcanza, por una renovada fidelidad en corresponder a ellas."

 

(551) "Nuestro buen Padre Superior nos encarga que les comuniquemos, en esta ocasión sus buenos deseos de año nuevo. Ya lo conocer, y saben todo lo que su corazón paternal les desea de felicidad, de paz y de santidad. Su amor filial y viva gratitud, les dirán los medios para agradecerle todas las muestras de ternura. Con mucha satisfacción, y participando en sus sentimientos, queremos ofrecerles nuestros buenos deseos, muy sinceros, que tenemos por su felicidad. No los limitamos ni al tiempo ni a las circunstancias, ya que son resultado del sincero y fraternal[132] con la que quedamos en Jesús y María".

 

Noviciado de Vauban.

 

(552) Para acondicionar el interior del castillo de Vauban, a su nuevo destino, se gastaron 5000 fr. que fueron pagados por el señor obispo y algunas almas generosas. Los Hermanos hicieron luego, algunos gastos, pero disfrutaron del jardín, d el huerto, de los terrenos y prados comprendidos en la vasta propiedad.

 

(553) Monseñor dejó allí al padre Beurier, uno de sus mejores sacerdotes, en calidad de capellán y de ecónomo. Bajo su dirección y la del piadoso Hermano Casiano, cuyo celo era preciso aguijonear, el noviciado empezó bastante bien. Proporcionó algunos buenos sujetos al Instituto: los nombraremos cuando sea la toma de hábito. Veremos que, para desgracia de este noviciado, el padre Beurier no permaneció allí por mucho tiempo.

 

Hermanos difuntos.

 

(554) Entre los difuntos de este año, que fueron enterrados en nuestro cementerio, es preciso mencionar al señor Perret, de 71 años y a María Chevalier, su esposa, de 68 años; eran los padres del Hermano Ligorio. Oriundos de Saint-Pierre-de-Bressieux; habían venido al Hermitage para estar más cerca de su hijo, ser socorridos en su ancianidad y para prepararse mejor a la muerte.

 

(555) Los otros difuntos fueron los Hermanos Pacomio (J. María Roiex), muerto en enero; Félix (Beryer), Pémen (Ardin), Antonino (Boucher), Lázaro (Rembert), Teodoro (Brossier), Germán (Gavard) y Gregorio (Vincent).

 

El Hermano Espiridión.

 

(556) La muerte del Hermano Pacomio dejó la zapatería sin quien la atendiera. El Hermano Basilio, el más capaz, partiría muy pronto para Oceanía. Encargaron entonces, al Hermano Espiridión, un buen viejo sin instrucción, poco hábil en su trabajo y que el buen Padre había recibido por caridad. Su lenguaje era tan francés como el de una vaca española, pero tenía muchas ganas de hacer bien las cosas. "Para llegar a Turquía, decía, hay que pasar por Toulon" Aunque viejo, le gustaba mucho jugar a las bochas. El padre Matricon recibió un día a algunos de sus cohermanos. Después de la comida, los llevó a la gran terraza, en donde los Hermanos tomaban su recreo. Viendo al Hermano Espiridión y queriendo divertir a sus invitados a costa del Hermano, le dijo: "Hermano Espiridión, les dije a estos señores que usted era muy hábil en contestar adivinanzas, y quieren comprobarlo". -"¿Qué quieren que adivine?", replicó el Hermano. -"Quieren saber por qué las gallinas negras, ponen huevos blancos" -"Les diré por qué, respondió el Hermano, cuando me hayan dicho ¿Por qué el burro que tiene el culo redondo zurra cuadrado?" Los que se rieron lo hicieron a costa del padre Matricon. Calentándose una tarde con el viejo Boiron, el Hermano Espiridión le dijo: "Creo que el diablo nos va a torcer el c. este invierno".

 

(557) A los padres les gustaba jugar bochas con él, sea a causa de su modo de hablar, sea para oír expresiones grotescas. Cierto día, teniendo al padre Matricon como compañero, le indicó que le tocaba tirar una bola. Para fastidiarlo y para que dijera alguna de sus frases, para reír, el padre jugó mal y no hizo nada. "Padre, le dijo el Hermano Espiridión con vehemencia, si no fuera mi Padre, le metería las bolas por la cara". Este recio anciano dirigió la zapatería durante unos 7 u 8 años; un día fue a quejarse amargamente con el Hermano Francisco diciéndole: "Los Hermanos de los colegios me llegan descalzos" -"Muy bien, respondió el Hermano Superior, será preciso que los calce".

 

Estado financiero.

 

(558) A continuación ponemos las cuentas de 1839.

 

(559) Ingresos:

Escuelas 27,863, novicios 15,233.02, varios 3,195, misas 1,145.20, remanentes de viajes 336.25, talleres 182.80, cuotas de fundación 6,948. Total de ingresos 76,312.87

 

(560) Gastos

Cocina 24,037.40, zapatería 912.30, devuelto 2,517.80, préstamos 1,191, leña y carbón 3,555.85, Mazelier 802.17, biblioteca 396.15, enfermería 152.90, ropa 2,823.35, albañiles 3,710.60, carpinteros 1,210.75, viajes 1,533.80, sastres 6,080.70, utilería 3,073.50, varios 21,469.67, sumas dispersas 514. Total de egresos  73,981.87.

 

En caja 2,331

 

1840

 

Complementos de organización.

 

(561) Pudimos darnos cuenta que en la primera Regla había dos clases de directores en el Instituto: Los Primeros Directores y los de cada casa. Los primeros, estaban también al frente de una casa, pero tenían también, una cierta autoridad y e l derecho de vigilar las demás obras de su distrito; ya que el Padre Champagnat había establecido distritos desde hacía varios años. Los Hermanos de mal espíritu, para poner en ridículo a estos jefes de distrito, los habían apodado "grandes Boudras"[133]. Los malos espíritus ven siempre las cosas en un sentido torcido.

 

(562) Ya se habían intentado las conferencias entre los Hermanos en cada distrito. El buen Padre las presidía o delegaba a un Hermano para esto, pero tales conferencias no habían sido bien organizadas. Para llenar esta laguna, el piadoso Fundador envió la circular que se va a leer, a todos los establecimientos.

 

(563) "Al enviarles el tema de nuestras primeras conferencias, es un deber para nosotros, recordarles que la historia de nuestra religión, el estudio de su moral y de sus divinos dogmas, en una palabra: la ciencia sagrada del catecismo, debe ser el primero y el principal objeto. Hermanos de María, entregados a la salvación de los queridos niños que nos han sido confiados, no tenemos otro fin sino el inspirar en nuestros alumnos el amor y el temor de Dios, el gusto y la práctica de nuestra santa religión. Nos urge, antes que nada, estos santos conocimientos, santificados por la caridad, que santifica y alimenta la piedad. Lejos de nosotros esa ciencia puramente profana que el orgullo ambiciona y que infla el corazón".

 

(564) "Pero, queridos Hermanos, para acertar en la enseñanza de la religión y dar satisfacción a un mundo siempre ciego en lo que respecta a la educación de los niños, no descuidemos las otras ramas de la educación necesaria a un Hermano de María: la escritura, la gramática, la aritmética, la historia, la geografía, y si fuere necesario, el dibujo, la geometría, la contabilidad, deben ser también objeto de nuestros estudios y materia de nuestras conferencias. Nos serviremos de ellas como de un inofensivo señuelo para atraer a los niños y enseñarles luego a amar a Dios, a salvarse. Pero, antes que nada, seremos buenos catequistas; pero trataremos también, de llegar a ser hábiles maestros. etc."

A continuación un reglamento sumamente sencillo.

 

Autorización legal.

 

(565) El 4 de enero, el buen Padre escribió al prefecto del Loira para suplicarle que preguntara al ministro de instrucción pública, en qué punto se encontraba su asunto del reconocimiento legal y si había todavía alguna cosa que hiciera falta .

 

(566) Cuando murió el cardenal Fesch en Roma, Luis-Felipe, en vez de ofrecer la sede arzobispal de Lyon a Monseñor de Pins, que había administrado tan sabiamente esta vasta diócesis, en nombre del cardenal, durante 17 años,[134]. nombró, para sucederlo a Monseñor de Bonald, hijo del gran literato y filósofo de este nombre, y que era obispo de Puy desde hacía 9 años. Al conocer esta noticia, el piadoso Fundador se apresuró a escribir la carta siguiente al nuevo arzobispo:

 

(567) "Monseñor: El superior de los Hermanitos de María tiene la osadía de adelantar el feliz momento para expresarle nuestros votos y buenos deseos, y ofrecer a Su Excelencia el homenaje más profundo de respeto y sus más humildes felicitaciones. Hemos sentido una gran alegría al conocer la acertada elección que lo llama a gobernar la célebre iglesia de Lyon. Llenos de agradecimiento, nos unimos a todos los fieles de la diócesis para agradecer al buen Dios el darnos en su augusta persona, un tan digno y tan santo prelado, un pontífice tan celoso y tan caritativo".

 

(568) "Monseñor, Usted nos acogió y protegió en la diócesis del Puy; pudimos, bajo su feliz patrocinio, fundar allí nuestros primeros establecimientos; ¿Qué no podremos esperar de su bondad paternal, ahora que vamos a ser sus hijos de un modo muy especial? De esta manera, Monseñor, animados con la más dulce confianza, nos atrevemos, desde luego, enviarle en este pliego, un relato del estado que guarda nuestra pequeña Sociedad y solicitar en su favor, la ayuda de su poderosa protección".

 

(569) "Desde hace 11 años estamos solicitando, sin poder obtenerlo, el beneficio de una ordenanza real, que, regularizando nuestra existencia, ponga a nuestros Hermanos, al abrigo del servicio militar. ¡Qué felices nos sentiríamos, Monseñor, si pudiéramos agradecer a su benevolencia y a su poderosa intervención, este precioso favor esperado durante tanto tiempo! ¡Qué agradecimiento guardarían por siempre, hacia su persona, todos los hijos de María, y en particular el que Dios escogió par a reunirlos y dirigirlos! Con la dulce esperanza que escuchará mi petición, y que al estar en presencia del rey, usted intercederá en favor nuestro, tengo el honor etc..."


ESTADO ACTUAL DE LA SOCIEDAD DE HERMANOS MARISTAS[135].

 

(570) Marcelino Champagnat, superior y fundador de los Hermanitos de María, habiendo sido elevado al sacerdocio en 1816, fue enviado como vicario al municipio de La Valla, dependiente de Saint-Chamond (Loira).

 

(571) La ignorancia general que encontró, la nula capacidad de los maestros a quienes los padres confiaban a sus hijos, lo confirmaron pronto en el proyecto que tenía, desde mucho tiempo atrás, de formar una sociedad que pudiera, con menos gastos, proporcionar a los niños del campo y de las poblaciones pequeñas, el beneficio de la educación religiosa que los Hermanos de las Escuelas Cristianas, procuraban, con tanto acierto, a los pobres de las ciudades grandes. Empezó, desde entonces, a formar algunos maestros con el nombre de Hermanitos de María, convencido, que con solo este nombre, atraería muchos sujetos. Un rápido desarrollo, en pocos años, confirmó sus esperanzas.

 

(572) En 1824, bajo la protección y la benevolencia del Ilustrísimo Señor Administrador de la diócesis de Lyon, sin otros recursos que la caridad de personas piadosas, construyó cerca de la ciudad de Saint-Chamond, una casa muy amplia para organizar allí la escuela modelo de la nueva sociedad. Los sujetos se presentaron en un número mayor que con anterioridad.

 

(573) En 1834, la asociación contaba con cien Hermanos en servicio, en un buen número de municipios, y 50 novicios que se preparaban a seguir los pasos de los primeros. En la actualidad, la sociedad está integrada por cerca de trescientos Hermanos. Se han fundado y están prosperando cincuenta establecimientos, en los ocho departamentos del Ródano, Loira, Isère, Alto Loira, Ardèche, Saona y Loira, Ain y Pas-de-Calais.

 

(574) El señor obispo de Autun acaba de confiar a la Sociedad el castillo de Vauban, cerca de Semur-en-Brionnais, para establecer allí, una segunda casa de noviciado, y Dios ya la está bendiciendo. Una tercera casa, con el mismo fin, debe fundarse en Lorgues, departamento de Var, a finales de 1840. Las numerosas solicitudes nos llegan de todas partes pidiendo nuevos establecimientos. No podemos dejar de reconocer, en los resultados tan extraordinarios y la miseria de los medios, la obra de Dios y de la Santísima Virgen. Un gran paso que hay que dar, es el de regularizar su existencia ante el gobierno por una ordenanza real, etc."

 

(575) Las gestiones realizadas por Monseñor de Bonald, no tuvieron mejor resultado que las realizadas hasta entonces.[136].

 

CUADRO DE ESTABLECIMIENTOS.

 

(576) Creemos deber nuestro colocar aquí la lista de los establecimientos de que nos habla la carta anterior, que fue enviada este año, como sigue[137]:

 

Departamento del Loira.

 

(577) Nuestra Señora del Hermitage, en Saint-Chamond (Loira), casa amplia, construida en 1824 bajo la protección y por la liberalidad de Monseñor Administrador de la diócesis de Lyon, en un valle rodeado de montañas, sobre la rivera derecha d el Gier, a 3 Km. de Saint-Chamond, lugar solitario, muy a propósito para la cultura, las ciencias y los ejercicios de una vida regular, alberga de ordinario unos cien Hermanos, la generosidad de los habitantes es su principal recurso.

 

(578) 1816- La Valla. Casa muy pequeña y mal acondicionada, los Hermanos dan allí clases durante el invierno. La retribución mensual es casi nula, la generosidad del párroco y los 200 fr. del municipio, son todos los recursos. En esta población comenzó la institución. 2 Hermanos- 20 alumnos.

 

(579) 1818- Marlhes. Casa bastante amplia, comprada por el municipio, ayudado de la liberalidad del párroco. La renta anual de 300 fr., los 200 fr. señalados por la ley y las retribuciones mensuales, forman la remuneración de los Hermanos. 3 Hermanos, 100 niños.

 

(580) 1820- Saint-Sauveur. Casa amplia y bastante bien acondicionada que el señor Colomb de Gaste compró a sus expensas. El señor de Saint-Trivier y el señor de la Rochette aseguran un ingreso anual de 200 fr.. El resto de la remuneración proviene del municipio y de las retribuciones mensuales. 3 Hermanos - 110 alumnos.

 

(581) 1822- Bourg-Argental. El señor Pléné, alcalde, fundador del establecimiento, compró la casa que está muy bien situada, pero muy chica. El señor de St. Trivier dio un capital de 13000 fr. que el municipio convirtió en renta anual. A pesar de estos recursos, se experimenta cada año, un déficit considerable. 3 Hermanos - 150 niños.

 

(582) 1824 -Chavanay. Casa espaciosa y bien organizaada que el señor cura compró e hizo arreglar por su cuenta. Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas mensuales son el recurso de este establecimiento. 2 Hermanos - 90 alumnos.

 

(583) 1826 - Saint-Paul-en-Jarret. Casa bien acondiccionada, clases amplias construidas por cuenta del señor cura Noally. Una parte de la remuneración proviene de un fondo, el municipio da lo restante. 3 Hermanos - 125 alumnos.

 

(584) 1827 Valbenoîte. La casa es demasiado pequeña relativamente al número de niños que la frecuentan. La escuela es gratuita, el municipio asegura 2000 fr. para 5 Hermanos. 7 Hermanos, 300 niños.

 

(585) 1834 - Sury (le Comtal). Establecimiento debiddo a un donativo. La casa de los Hermanos está bien y la escuela es gratuita. 4 Hermanos - 200 niños.

 

(586) 1834 - Saint-Genest-Malifaux. Casa de alquilerr. El municipio asegura 800 fr., el resto proviene de las colegiaturas mensuales. 3 Hermanos - 120 niños.

 

(587) 1834 - Pélussin. Casa bien arreglada por el seeñor Julien du Colombier que la mandó construir a su cuenta. Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas, deben completar la retribución de los Hermanos. 3 Hermanos - 120 niños.

 

(588) 1835 - Saint-Didier-sur-Rochefort. El señor cuura Roche, mandó construir una casa muy bonita para escuela. El establecimiento tiene un donativo. 4 Hermanos - 200 niños.

 

(589) 1836 - Saint-Martin-la-Plaine. Una hermosa cassa construida en 1838[138] Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas sostienen a los Hermanos. 3 Hermanos - 120 niños.

 

(590) 1837 - Firminy. Casa bastante cómoda. El suelddo de los Hermanos proviene del municipio y de las colegiaturas. 4 Hermanos - 220 niños.

 

(591) 1837 - Perreux. Una de las casas más bonitas cconstruidas para escuela, edificada en primavera de 1838. Este establecimiento tiene un donativo. 3 Hermanos - 150 niños.

 

(592) 1824 - Charlieu. Casa bastante buena pero muy chica. Las retribuciones mensuales no completan las retribuciones de los Hermanos, ya que la mayoría son gratuitos. La población se propone zanjar este problema. 4 Hermanos - 180 niños.

 

(593) 1837 - Tarentaise. La casa bastante buena. El municipio y las colegiaturas aseguran el sostenimiento. 2 Hermanos - 70 niños.

 

(594) 1839 - Izieux. Casa bastante cómoda. El señor Roger garantiza una renta anual de 600 fr. y el municipio pone el resto del sostenimiento. 2 Hermanos - 130 niños.

 

(595) 1839 - Usson (en-Forez) Casa bonita, escuela ggratuita. 4 Hermanos - 250 alumnos.

 

(596) 1832 - Terrenoire. Municipio de Saint-Jean-Bonnnefonds. El señor Genissieux, asociado a la compañía de fundiciones del Loira y de Isère, compró y agrandó considerablemente la casa de la escuela. El proporciona el mobiliario y el sostenimiento de los Hermanos. 3 Hermanos - 120 niños.

 

(597) 1834 - Lorette. Municipio de Saint-Genis-Terreenoire. Los señores Neyrand y Tiollière hicieron todos los gastos de este establecimiento. 4 Hermanos - 180 niños.

 

(598) 1838 - Saint-Chamond. Los Hermanos dirigen el hospicio de la Caridad para los niños. 2 Hermanos - 18 niños.

 

Departamento del Ródano.

 

(599) 1823 - Saint-Symphorien-le-Chãteau. Los Hermannos están bien alojados. Un donativo de 650 fr., renta anual del marqués de Noblet, y las colegiaturas, son los recursos del establecimiento. 3 Hermanos - 150 niños.

 

(600) 1825 - Ampuis. Casa amplia y bien acondicionadda. Fundada por el padre Petitain, párroco. Un donativo de 600 fr. forma parte del sostenimiento que se completa con las colegiaturas. 4 Hermanos - 150 niños.

 

(601) 1826 - Mornant. La casa y las clases están basstante bien. El sostenimiento de los Hermanos lo hace el municipio y las colegiaturas. 3 Hermanos - 140 niños.

 

(602) 1826 - Neuville. Casa bien acondicionada que eel señor Tripier compró y mandó acondicionar por su cuenta. Las colegiaturas y la generosidad del señor Tripier son el sostén del establecimiento. 5 Hermanos - 120 niños.

 

(603) 1829 - Millery. Casa demasiado pequeña. La esccuela no tiene otros recursos sino las colegiaturas y la liberalidad de algunas personas bondadosas. 5 Hermanos - 100 niños.

 

(604) 1835 - Lyon. Los Hermanos se hicieron cargo dee la dirección de un hospicio para pequeños huérfanos fundado por el señor Denuzière. 4 Hermanos - 46 niños.

 

(605) 1837 - Lyon[139]. Un hospicio del mismo género para la parroquia de Saint-Nizier, le fue confiado a los Hermanos. 2 Hermanos - 6 niños.

 

(606) 1837 - Anse. Casa bastante amplia construida ppor la señora de la Barmondière que hizo todos los gastos del establecimiento. 3 Hermanos - 150 niños.

 

(607) 1827 - Saint-Symphorien-d'Ozon. La casa está mmal situada. El sostenimiento proviene del municipio y de las colegiaturas. 2 Hermanos - 80 niños.

 

Departamento de Isère.

 

(608) 1831 - La Côte-Saint-André. Clases bastante biien acondicionadas. Escuela gratuita fundada por el padre Douillet, antiguo director del seminario menor y sostenida por una renta anual de 580 fr. por el padre Rocher. 7 Hermanos - 160 niños .

 

(609) 1832 - Viriville. Casa bastante cómoda. Los 2000 fr. del municipio y las colegiaturas mensuales forman parte del sostenimiento. El señor cura da el resto. 3 Hermanos - 120 niños.

 

(610) 1835 - Genas. El municipio acaba de construir una hermosa casa para escuela. Los 200 fr. previstos por la ley, las retribuciones mensuales y la generosidad de la señora Rouvier, aseguran los recursos del establecimiento. 3 Hermanos - 110 niños.

 

(611) 1839 - Les Roches (-de-Condrieu). Casa amplia y cómoda provista por el señor cura que paga los gastos del establecimiento. 3 Hermanos - 140 niños.

 

(612) 1839 - Bougé-Chambalud. Bonita casa, escuela ggratuita. 2 Hermanos - 100 niños.

 

Departamento de Ardèche.

 

(613) 1833 - Peaugres. Casa insuficiente y poco adeccuada. El municipio construye una nueva. El proporciona 200 fr. Lo faltante proviene de las retribuciones mensuales. 3 Hermanos - 100 niños.

 

(614) 1823 - Boulieu. Las clases son demasiado pequeeñas. El sostenimiento de los Hermanos casi es cubierto por completo. La señora condesa de Vogué coopera con una parte. 2 Hermanos - 120 niños.

 

(615) 1837 - La Voulte. Casa amplia, bastante cómodaa que el señor Genissieux, socio de la compañía fundidora del Loira y de Isère mandó acondicionarla para escuela. Todos los gastos corren por su cuenta. 3 Hermanos - 140 niños.

 

Departamento de Ain.

 

(616) 1835 - Belley. Antigua casa de las capuchinas.. 5 Hermanos.

 

(617) 1836 - Saint-Didier-sur-Chalaronne. Hermosa y amplia propiedad fundada por el Señor Obispo de Belley. Escuela gratuita. 6 Hermanos - 300 niños.

 

(618) 1837 - Thoissey. La liberalidad del señor obisspo de Belley y los 100 fr. del municipio, son los recursos de este establecimiento. 2 Hermanos - 150 niños.

 

Departamento de Saona y Loira.

 

(619) 1836 - Semur-en-Brionnais. Casa bastante cómodda proporcionada por el obispo de Autun. El municipio y las colegiaturas sostienen la casa. 3 Hermanos - 120 alumnos.

 

(620) 1839 - Vauban. Hermosa propiedad cedida por ell obispo de Autun. La escuela se sostiene con las retribuciones mensuales y los 200 fr. prescritos por la ley. 2 Hermanos - 80 alumnos.

 

Departamento de Pas-de-Calais.

 

(621) 1838 - Saint-Pol-sur-Terrenoise. Escuela estabblecida a petición del señor Delbèque, jefe del ministerio de instrucción pública. Casa demasiado pequeña teniendo en cuenta el gran número de niños. Se está en construcción de una nueva y amplia casa. 4 Hermanos - 200 niños.

 

(622) 1839 - Craponne (-sur-Arzon). Casa amplia y cóómoda. El municipio procura el sustento de los Hermanos. 4 Hermanos - 160 alumnos.

 

(623) 1839 - Saint-Julien-Molhesabate. Propiedad basstante amplia. Escuela gratuita. 3 Hermanos - 100 niños.

 

(624) 1836 - La Polinesia. Misión de Oceanía Occidenntal. 9 Hermanos.

 

(625) Esta lista no encierra más que las 47 escuelas en lugar de las 50 de las que habla la carta a Monseñor., pero no su tuvieron en cuenta la Grange-Payre, que era por entonces, un internado bastante floreciente, ni Lyon[140] y Belley[141] con los Padres de donde fueron retirados los Hermanos hacia esta época.

 

(626) La lista no habla ni de Feurs ni de Vienne, ya clausurados, al igual que de Vanosc y de Sorbiers, suspendidos, y que fueron reabiertos más tarde. Esta lista comprendía 300 Hermanos de los cuales 180 daban clase en 50 casas, 48 de las cuales contaban con 6000 niños[142]. Da también el nombre de 100 poblaciones o municipios repartidos en 29 departamentos y que insistían en tener Hermanos. Se puede creer que esta lista fue enviada a Monseñor de Bonald para que su Excelencia pudiera utilizarla ante el gobierno.

 

Circular: Nuestros misioneros.

 

(627) El 4 de febrero, mediante una circular, se aplazaron las conferencias hasta después de Pascua, debido a las numerosas ocupaciones durante el invierno. Anunciaba la muerte del Hermano Pascal, como consecuencia de una cruel enfermedad, que había clavado literalmente su cuerpo al lecho del dolor durante varios meses. Animaba a los Hermanos a rogar por los Reverendos Padres Pezant y Trippe, al igual que por los Hermanos Claudio María y Ammon, que habían partido desde hacía algunos días, para Polinesia.

 

(628) El Hermano Amón era un religioso joven, uno de esos temperamentos ardientes que todo lo exagera, que quieren llegar a la perfección en un día, en los que el corazón gobierna sobre la cabeza. Lo vimos hablar con gran unción y entusiasmo a sus cohermanos, sobre la devoción a la Santísima Virgen y de sus ardientes deseos de ir a las misiones. Contaba mucho con su propias fuerzas y fue duramente castigado, pues el pobre Hermano abandonó su vocación antes de llegar a cristalizar sus ideales.

 

Autorización legal.

 

(629) Monseñor de la Tour d'Auvergne, obispo de Arras, acababa de ser elevado al cardenalato. El Padre Champagnat le escribió de inmediato para felicitarlo por esa gran dignidad, y agradecerle la protección que dispensaba a nuestros Hermanos en Saint-Pol-sur-Terrenoise, y rogarle aprovechara su gran influencia cerca del Rey, para apresurar la firma de la ordenanza real, tan ardientemente deseada por los 300 Hermanos del Instituto.

 

(630) Como se puede observar, el buen Padre aprovechaba todas las ocasiones para conseguir, finalmente, la dichosa ordenanza. Dios acrecentó sus numerosas y grandes virtudes, permitiendo que no obtuviera personalmente un beneficio que deseaba tan intensamente, y por el que se había fatigado tanto.

 

(631) El padre Pradier, santo sacerdote, pidió dos Hermanos para que dirigieran el establecimiento de sordo-mudos del Puy. El Reverendo Padre contestó, el 11 de febrero, que esta obra entraba de lleno en su plan y que iba a mandar a dos Hermanos a París, para formarse y que luego se los enviaría.

 

Carta del Padre Colin.

 

(632) El 29 de febrero, el Reverendo Padre Colin, dirigió una larga carta al Padre Champagnat; había elaborado un plan para unir entre sí la rama de los Padres y la rama de los Hermanos. Comunicó dicho plan a nuestro piadoso Fundador, que creyó su deber hacerle algunas observaciones. He aquí la carta del Reverendo Padre Colin:

 

(633) "Mi muy querido Cohermano. En mi viaje a Belley, Monseñor me expresó el deseo que tiene de que el terreno que compró en Saint-Didier, sea utilizado como deducible de la cantidad que entrega a los Hermanos. Le prometí hablar con usted de l asunto; ya que los Hermanos disfrutarán de los beneficios de la tierra, pienso que tales frutos los compensarán ampliamente de la renta desembolsada por el terreno. También me habló del noviciado. Le dije que lo comentaría de nuevo, pero que eso era de su propia incumbencia. Monseñor cree que no logrará hacer aprobar sus Hermanos, sin presentar los estatutos de una congregación de Hermanos ya aprobada, y solicitando únicamente, un ejemplar de la ordenanza de aprobación".

 

(634) "Recibí con agrado, su respuesta y la de los Hermanos a mi proposición acerca de nuestros futuros compromisos. Como se lo he dicho con frecuencia, no habrá ninguna dificultad entre nosotros dos; le haré mis observaciones, expondré mis ideas, que estoy lejos de creer infalibles, si no agradan, seré el primero en renunciar a ellas."

 

(635) "Creí, para unir la rama de los Padres y la de los Hermanos, que debía establecer entre ellos una especie de dependencia mutua, poniendo las dos ramas en la necesidad de recurrir, en caso de necesidad, una a la otra. No encuentro ninguna dificultad en que los Hermanos cambien el hábito al pasar de una a otra, sobre todo sabiendo que es de interés de los Padres que tales cambios no se realicen sino en caso de verdadera necesidad. Es mi opinión, que, puesto que los Hermanos del Hermitage cambian de hábito para los trabajos, puedan hacerlo también, durante el tiempo que ellos permanezcan en nuestras casas; tampoco creo que exista alguna dificultad que los Hermanos educadores reciban algunos novicios para nuestras casas, y por es o pienso unir las dos ramas en una sola, poniéndolas en situación de prestarse mutuos servicios".

 

(636) "Pero ya que estos artículos, según parece, presentan a usted como a sus Hermanos, ciertas dificultades, y que les causan repugnancia, renuncio a esto, con gusto. De esta manera, no se hablará más de cambio de hábito, ni de recibir en sus casas, postulantes para las nuestras; la Providencia proveerá. Los hábitos de los Hermanos legos y empleados, ya están hechos, únicamente esperan, para usarlos, que yo les conceda la autorización. No quiero darla sino después de su respuesta. Pero yo atrasaré este permiso. Y si le parece, trataré de remplazarlos a la mayor brevedad, puesto que encuentro un grave inconveniente en tener en nuestras casas, dos tipos de Hermanos".

 

(637) "Teniendo Hermanos a nuestra disposición, volvemos a la idea original. Creemos que esto es de acuerdo con la voluntad de Dios, e incluso necesario para los Padres. Por lo demás, usted sabe tan bien como yo, que en varias ocasiones usted mismo lo ha sugerido y que la mayoría de los Cohermanos se pronunciaron a favor de tal medida; por causa del cambio de hábito de los Hermanos, veo con pena, una dificultad desde el inicio, a que los Hermanos educadores permanezcan en las casas de los Padres, creo que usted lo comprende al igual que yo; pero más adelante desaparecerá esta dificultad. A pesar de mis deseos de arreglar las cosas de manera que en adelante todo camine en paz y según el espíritu de Dios, no puedo abstenerme de decirle que mientras usted viva, no puedo de ninguna manera inmiscuirme en las cosas de los Hermanos educadores; en consecuencia, usted puede seguir gobernándolos, según el espíritu de Dios, como en el pasado; y si por causa de sus votos, tiene necesidad d e alguna autorización, se la doy en la medida en que esté dentro de mis atribuciones. Sírvase..."

 

(638) Fue todo un acierto que el Reverendo Padre Colin renunciara al proyecto que había concebido. De ninguna manera podía convenir a los Hermanos. Los que todavía permanecían en casa de los Padres, se retiraron y conservaron su hábito. Por lo demás, el Reverendo Padre Colin, según ser puede ver, se mostró muy condescendiente.

 

Asuntos administrativos.

 

(639) Los Hermanos de Saint-Didier disfrutaron de la finca mencionada e hicieron de ella un huerto, sin reducir sus retribuciones. Ya hemos hablado del noviciado.

 

(640) Una autorización legal, con los estatutos de otra congregación, no convenía de ninguna manera al piadoso Fundador, y prefirió esperar.

 

(641) Monseñor de Bonald se ocupó de nuestros asuntos, en París. El Ministro que no sabía en qué apoyar su negativa, pidió que su Excelencia visitara todas nuestras casas haciendo una relación detallada de todas ellas. Hubiera sido mucho más honesto de su parte, confesar su marrullería y decir claramente que el gobierno no quería concedernos el reconocimiento legal. En este asunto, Monseñor de Bonald actuó de acuerdo con el cardenal de la Tour d'Auvergne. Su Excelencia todavía no había tomado posesión de su sede Arzobispal de Lyon. Esto no tuvo lugar sino hasta el mes de mayo.

 

(642) El 22 de marzo, en la oficina de la señora Mioche, sucesora de la señora Finaz, el Padre Champagnat cedió todos los inmuebles que había adquirido, en el Gaux y la Grange Payre, que le había donado la señorita Fournas, a una sociedad constituida de la manera siguiente:

 

(643) Gabriel Rivat (Hermano Francisco), Juan Claudio Bonnet (Hermano Juan Gabriel), administradores generales; Claudio Fayol (Hermano Estanislao), Juan Bautista Audras (Hermano Luis), Juan Antonio Pascal (Hermano Buenaventura), y Pedro Alexis Labrosse (Hermano Luis María)

 

(644) A petición del Padre Champagnat, el barón Rendu, presidente del consejo administrativo del Instituto Real de sordo-mudos, le escribió que los Hermanos que quería que aprendieran el lenguaje de sordo-mudos, serían admitidos gratuitamente en dicho Instituto, con la condición de que pagaran alguna cantidad y pasaran un examen. El buen Padre le contestó que dichos trámites quedarían cubiertos y que le enviaría dos Hermanos tan pronto como la decisión del consejo quedara aprobada por el ministro. Lo más probable es que no lo hizo.

 

Noviciado de Vauban.

 

(645) Ya hemos apuntado que el piadoso Fundador instaló personalmente a sus Hermanos en el castillo de Vauban. Esta vivienda principesca le había ocasionado serias reflexiones y le hacía temer que dañara el espíritu de pobreza de su querida Congregación. Mandó desmantelar algunas dependencias que le daban impresión de lujo: "Una cosa me consuela, dijo al Hermano Casiano, y es que no he pedido este castillo; Monseñor casi me lo ha impuesto. Nunca olvide, Hermando director, y recuérdelo a menudo a los Hermanos, que aquí como en todas partes, debemos imitar a Jesús, a María y a José en Belén y en Nazaret."

 

(646) Durante los primeros días que pasaron los Hermanos en este castillo, se escucharon ruidos extraños. Cierto día, sobre todo, estando en el vestíbulo el Hermano Teófilo, escuchó un ruido estridente, como si un enorme block de granito cayera sobre un objeto duro, dando la impresión de que parte del castillo se venía abajo. Los otros Hermanos, a quienes tal ruido había despertado, recorrieron todas las dependencias del castillo en busca de la causa sin poder descubrirla. Se podrá juzgar del susto, sobre todo del Hermano Teófilo, quien a partir de ese día, tuvo varios ataques de epilepsia a intervalos más o menos retirados, y su salud se vio disminuida durante algunos años. Fue necesario reemplazarlo por el Hermano Emilio, el mes de mayo del mismo año.

 

Ultima enfermedad.

 

(647) Después del viaje a Vauban, la salud del querido Padre decaía a ojos vistas. Su estómago rechazaba cualquier clase de alimento. A pesar de todo, siguió levantándose a las cuatro, al igual que los Hermanos, decía la Misa de la comunidad, se dirigía al comedor durante las comidas, aunque la mayoría de las veces no tomaba nada, y asistía al recreo y a los trabajos. Poco tiempo antes de guardar cama, fue a trabajar con los que cortaban la roca, aunque estaba tan débil que apenas podía caminar; tomando los instrumentos con la energía que acostumbraba, puso manos a la obra hasta que se le cayeron de las manos. Los Hermanos y los empleados que fueron testigos de esto, y que le habían rogado que no trabajara, sino que se conformara con verlos, quedaron impresionados hasta las lágrimas. Uno de ellos lo tomó de los brazos para sostenerlo y ayudarle a regresar a la casa.

 

(648) El miércoles de ceniza, fue presa de un fuerte dolor de riñones que no lo abandonó hasta su muerte. Este dolor era tan intenso, que cuando estaba acostado, no podía casi permanecer en la cama. Siempre tranquilo, siempre contento, siempre resignado a la voluntad de Dios, veía sin lamentarse cómo el dolor y la destrucción invadía sus miembros. Un Hermano le frotaba las piernas para disminuir su sufrimiento. El buen Padre le dijo sonriendo: "No es nada agradable frotarle las piernas a un cadáver, sobre todo de un pecador; le agradezco su caridad".

 

(649) Celebró con gran fervor el mes de San José para pedirle una buena muerte.

 

(650) El padre Maîtrepierre vino a visitarlo y el buen Padre aprovechó para hacer confesión general, con grandes sentimientos de compunción y de dolor.

 

(651) El jueves santo, quiso ir a decir la misa a la Grange-Payre; y como trataban de disuadirlo "Déjenme ir, dijo, es la última vez que voy; y si me espero, no podré ir a despedirle de los buenos Hermanos y de sus alumnos". Fue a caballo, y después de celebrar el santo sacrificio, quiso saludar a los internos. "Hijos míos, les dijo, Dios les ha concedido el inmenso favor de procurarles maestros piadosos, virtuosos, que sin cesar les dan buenos ejemplos, y que les enseñan sólidamente las verdades de la religión. Aprovechen sus lecciones, sigan los consejos que les dan e imiten sus buenos ejemplos. Recuerden con frecuencia que Jesús los quiere mucho, que murió por ustedes y que les prepara una felicidad eterna en el cielo. No olviden que el pecado es el mayor de todos los males, que puede hacerles perder esa felicidad; témanlo, mírenlo como su mayor enemigo y pidan todos los días a Dios, que les conceda no cometer nunca ninguno. Obtendrán esta gracia y se salvarán, si tienen una gran devoción a la Santísima Virgen".

 

(652) El 30 de abril, aunque sufriendo mucho, quiso iniciar los ejercicios del mes de María y dar la bendición con el Santísimo Sacramento. Regresó a su cuarto donde sufrió intensos dolores durante todo el mes de mayo. Un Hermano de los más antiguos se acercó a expresarle sus temores sobre el futuro de la Congregación, si la muerte nos lo arrebataba. "Hermano, le respondió el piadoso Fundador, no se preocupe por eso. ¿Acaso le faltan hombres a Dios para realizar su obra? El Hermano que ustedes eligieron para sucederme hará las cosas mejor que yo. El hombre no es más que un instrumento, o mejor aún, no es nada, es Dios quien hace todo".

 

(653) Al Hermano Estanislao, que se lamentaba, el buen Padre le dijo: "Le digo desde ahora que después de mi muerte las cosas irán mucho mejor que en la actualidad, y que el progreso de la Congregación será mucho mayor y más rápido que nunca" . El 3 de mayo celebró la santa misa por última vez. El mismo dijo después de la acción de gracias: "Me siento feliz de haber celebrado mi última misa, y me gusta que haya sido la de la Cruz, pues por esta santa cruz nos vino la salvación y nuestro divino Salvador, salió de este mundo".

 

Mirada retrospectiva.

 

(654) Desde el 1 de enero se realizaron tres tomas de hábito[143] y el Venerado Padre dio el hábito religioso a 31 novicios cuyos nombres son: Hermanos Emilás (Ruilire), Emiliano (Pichon), Emilio (Desgrange), Engelberto (Janet), Epafras (Boudard ), Epafrodito (Verney), Efrén (Negret), Epifanio (Tardy), Emanuel (Chirat), autor de la fórmula del arquebus y el licor, Epipodo (Delorme) Erasmo (Raquin), Erasto (Chébard), Esdras (Rival), Euberto (Meunier), futuro asistente, luego secretario general, Eucher (Mosnier), Eudoxio (Desormeaux), Eulogio (Chabang), Eufronio (Bathier), Eusebio (Bayon), Gonzaga (Molette), Eustaquio (Dumoulin), Eutroquio (Ducroy), Eutico (Raphanel), Eutiquio (Garnier), Evayro (Boudart), Evaristo (Cornet), Evodio (Granger), Evroul (Dumas), Expedito (Bois), Exuperancio (Poncet), y Favio (Foucherand).

 

(655) Los Hermanos Gonzaga, Eustaquio y Eutropio fueron las primicias de Vauban.

 

(656) El registro de tomas de hábito manifiesta que, desde el 2 de enero de 1817, el Venerado Padre había dado el hábito religioso a 401 novicios. Pero dicho registro, como ya lo dijimos, se estableció hasta 1829, y el nombre de los que había n salido no aparece. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el número de novicios que recibieron el hábito de manos del buen Padre, se eleva a 421. El registro de defunciones asegura que, desde esa misma fecha, 49 Hermanos o novicios habían pasado a la eternidad. El Instituto debería contar, por lo tanto, con 391 profesos o novicios. No tenemos posibilidad de saber exactamente el número, pero según los datos con que contamos, el número era de[144] ... El piadoso Fundador había visto abandonar su vocación a cerca de 92 de sus hijos desde el origen del Instituto hasta su muerte: era menos de la cuarta parte. Si en el futuro las deserciones no hubieran sido más numerosas, se hubiera podido esperar que el número de los miembros del Instituto fuera muy considerable en una cuarentena de años. En su carta al cardenal de la Tour d'Auvergne, el 16 de enero próximo pasado, el Padre Champagnat contaba con 50 establecimientos, incluidos los de Lyon y Belley, en las casas de los Padres, al igual que Oceanía.[145] En realidad había nada más 48 establecimientos comprendiendo la escuela de Roche-de-Condieux, fundada en enero, pero no el Hermitage.

 

(657) Quiere decir que en 23 años, el piadoso Fundador había juntado 421 profesos o novicios, de los cuales 92 se habían retirado con gran pena para él, y 49 habían partido para el cielo. De los 53 establecimientos que había fundado, Vienne, Feurs, Vanosc, Lyon y Belley, con los Padres, ya no funcionaban, estos últimos desde hacía poco tiempo, pero quedaban 48 en los que cerca de 180 Hermanos realizaban todo el bien posible. Oceanía no estaba incluida en las 48 casas señaladas más arriba; los Hermanos que estaban allí, se encontraban desparramados aquí y allá, con los Padres, y aunque no tenían casa fija, no dejaban, sin embargo, de hacer el bien. A nadie se le ocurrió contar con exactitud el número de niños que atendían los 180 Hermanos de los colegios; se puede calcular el número en siete mil.[146] Ya sabemos que, para iniciar esta inmensa obra, el celoso Fundador no contaba ni con dinero ni con propiedades de ninguna clase. Lo había hecho todo con su gran espíritu de fe y en la presencia de Dios, por su humildad y su entera confianza en El, por su devoción sin límites a la que había establecido soberana de su Instituto, por su entusiasmo, sus privaciones como por sus sufrimientos físicos y mora les. Siempre había contado con la Providencia que nunca le faltó.

 

(658) El Instituto que había iniciado sin tener un centavo, poseía, a su muerte, propiedades que se podían evaluar en 200 000 fr. de las que no debía más que unos a 40 000 fr. La mayoría de los Hermanos, sobre todo los que lo habían abandonado, no le habían pagado nada. Tuvo que alimentarlos, vestirlos y formarlos gratuitamente. Además, había atendido a un número considerable de niños o ancianos pobres, sobre todo en La Valla. En cuanto al bien moral que realizó, es incalculable.

 

(659) Entre las ayudas financieras que la Providencia le había deparado, debemos nombrar al señor Antonio Théolière, quien, a petición del Hermano Estanislao, el limosnero del buen Padre, le había dado cerca de 100,000 fr.; la señorita Fournas, 7,000 fr.; el señor Boiron, alrededor de 40,000; el Marqués de Montdragon, al menos 6,000 fr.; el párroco Dervieux, los señores Dugas, Genissieux. Neyrand, Montagnier, etc., de quienes no podemos conocer las cantidades.

 

Unción de los enfermos.

 

(660) Pero estos inmensos trabajos, arruinaron la salud del querido Padre; sentía que su última hora no estaba lejos. Conocía la pena que su enfermedad ocasionaba a todos los Hermanos. Sin embargo, sabiendo que su fin se acercaba, mandó llamar al Hermano Estanislao, el 11 de mayo y le ordenó que preparara lo necesario en la sala de ejercicios, porque deseaba ser administrado. A las cinco de la tarde, estando toda la comunidad reunida en esta sala, el Padre entró revestido de sobrepelliz y estola, sosteniéndose a duras penas. Al verlo, todos los Hermanos derramaron lágrimas. Se sentó en un sillón para recibir la unción de los enfermos y el Santo Viático. Después de un momento de profundo recogimiento, habló por última vez a sus hijos de la siguiente manera:

 

(661) Queridos Hermanos, acuérdense de sus postrimerías y nunca pecarán. Ahora comprendo y ustedes lo comprenderán un día, cuando se encuentren en el estado en que yo me encuentro, que con mucha razón el Espíritu Santo afirma que si pensáramos en la muerte y en lo que sigue, no cometeríamos el pecado, nunca nos apegaríamos a este mundo ni a los bienes de la tierra. ¡Ay! en la hora de la muerte no se experimenta otro pesar que el de no haber hecho lo suficiente por Dios, por la salvación del alma y para ganar el cielo.

 

(662) Amigos míos, estamos reunidos por última vez. Lo que les recomiendo por encima de todo, antes de abandonarlos, es que se amen unos a otros. Acuérdense que son hermanos, que María es su Madre común y que están llamados a la misma herencia que es el cielo. Amense, pues, como Jesucristo los ama, como María su madre, los ama. Como prueba de este amor, ámense mutuamente, préstense servicio, ayúdense unos a otros, y nunca olviden que por la práctica de la caridad, la vida religiosa será para ustedes una vida agradable y un paraiso en la tierra. Es preciso que estén unidos, que se les puedan aplicar estas palabras de la Escritura: "¡Qué hermoso, qué dulce y agradable es vivir con los Hermanos!".

 

(663) Después de la caridad, la virtud que más deseo recomendarles es la obediencia. No es que tenga algo de qué quejarme de ninguno de ustedes; al contrario, reconozco que siempre han sido dóciles a mi voluntad; pero lo que quiero, es que obedezcan a mi sucesor de la misma manera que me han obedecido hasta el presente. Al obedecer, estarán siempre seguros de hacer la voluntad de Dios. Para un religioso, la obediencia es el mejor camino para el paraíso. Si no se aparta de él, llegará infaliblemente..."

 

(664) Hijos míos, es todo lo que puedo decirles. Termino, pues, pidiendo aquí, ante Nuestro Señor, perdón por todos los malos ejemplos que les haya podido dar. No recuerdo haber hecho sufrir voluntariamente a nadie; pero si lo he hecho, le pido sinceramente me perdone".

 

(665) Al oir estas palabras, todos empezaron a llorar y cayeron de rodillas. Uno de los capellanes exclamó: "Somos nosotros, quienes debemos pedir perdón al buen Padre:" Pero, en su dolor, los Hermanos no lo escucharon. El piadoso Fundador, conmovido profundamente, se hizo conducir a su habitación, y la comunidad no lo volvió a ver vivo.

 

Testamento espiritual.

 

(666) Una novena a santa Filomena le obtuvo cierta mejoría, pero la enfermedad no tardó mucho en volver con más fuerza, agravando el estado de un ser tan querido.

 

(667) El 18 de mayo, el Venerado Padre mandó llamar al Reverendo Hermano Francisco y al Hermano Luis María, y les manifestó su deseo de dejar sus últimas recomendaciones y expresar su última voluntad a todos sus queridos Hermanos, en forma de Testamento espiritual. El Hermano Luis María escribió dicho testamento después de haber anotado las ideas del moribundo. El buen Padre, aprobando la redacción, lo mandó leer en presencia de los Hermanos más antiguos, reunidos alrededor de su cama, quienes, terminada la lectura, se pusieron de rodillas, le pidieron perdón, le suplicaron que los bendijera, al igual que a todos los miembros del Instituto, y que no los olvidara en el cielo. Luego, se retiraron llorando.

 

(668) Como el precioso testamento de nuestro amado Padre, ha sido insertado literalmente al final de las Reglas, no lo reproducimos aquí, pero quisiéramos ardientemente, que todos los Hermanos lo lean, lo mediten con frecuencia y se esfuercen en practicar constantemente los sabios consejos que encierra y que se resumen en pocas palabras: Obediencia a los superiores, pobreza según la Regla, castidad sin mancha, caridad mutua y con los miembros de otras congregaciones; tierna devoción a María, a San José y a los Angeles de la Guardia, de los que cada Hermano debe hacer el papel ante sus alumnos; finalmente, entera sumisión al Reverendo Padre Colin, superior general al igual que completa unión con los Padres.

 

(669) Este último punto se hizo a un lado con el tiempo, por la Santa Sede, y el Reverendo Padre Colin, nos trasmitió tal decisión, como lo veremos después.

 

Pensamientos del Padre Champagnat.

 

(670) Vamos a aprovechar de algunos días que la muerte nos permitió tener a nuestro muy querido Padre, para consignar aqui, algunas de las hermosas sentencias que le gustaba citar con frecuencia:

 

1º- "Desconfíen de los hombres taciturnos, melancólicos, que les gusta estar solos y esconderse, porque casi siempre tienen ideas perversas".

 

2º- "Hay dos tipos de hombres con los que el demonio hace lo que quiere: los flojos y los que se dejan llevar por la tristeza y el desaliento."

 

3º- "No tenemos por qué tener miedo a los hombres malvados, sino a Dios, y sobre todo a nosotros mismos; nosotros nos causamos mayor mal que el que nos puedan ocasionar todos los malvados y demonios juntos."

 

4º- "Perdemos nuestro tiempo, si contamos con nuestras cualidades, nuestros esfuerzos y nuestra capacidad para el éxito de nuestros trabajos: Dios es el único que nos lo puede conceder. Por nuestra parte, no servimos para otra cosa, sino para echar todo a perder."

 

5º- "Para realizar la obra de Dios, no se necesita genio, sino una gran entrega, una sólida virtud, mucha piedad, y una completa confianza en Dios."

 

6º- "Los Hermanos piadosos son elementos preciosos a quienes nunca apreciaremos lo suficiente: entre más tengamos, el Instituto será más floreciente, y será bendecido por Dios con más abundancia."

 

7º- "Este pensamiento: Dios me ve, basta para vencer las tentaciones y calmar las pasiones. En efecto, si no nos atrevemos a realizar el mal ante los hombres, ¿cómo nos atreveremos a hacerlo delante de Dios?"

 

8º-" El cuerpo se acostumbra a todo; pero se hace menos exigente si nos negamos a satisfacerlo"

 

9º- "El que quiere ser fuerte y no sucumbir en los grandes combates, debe ser fiel en mortificarse y vencerse en las pequeñas cosas."

 

10º- "La impureza es fruto del orgullo, de la glotonería y de la pereza."

 

11º- "Cuando estén tentados de vanidad, volteen la medalla para ver sus numerosos defectos."

 

12º- "Educar bien a un niño es una empresa más sublime que la de gobernar el mundo."

 

13º- "Un catecismo bien dado vale más que todas las penitencias que se puedan imponer."

 

14º- "Cuando uno se entrega a Dios, hay que hacerlo sin reserva y sin rodeos; desgraciados los que echan de menos las cebollas de Egipto, porque no son aptos para la tierra prometida de la vida religiosa."

 

15º- "El Hermano que quiere más a sus padres que a su Regla o sus obligaciones, es un religioso voluble, del que habrá que deshacerse cuanto antes."

 

16º- "Cuando se desprecian las directivas de quien Dios nos ha puesto como guía, se encuentra una dirección de acuerdo con nuestros antojos. Los que van a buscar consejos a Egipto, perecerán junto con sus consejos."

 

17º- "Los sujetos que cuentan con más cualidades, son los menos a propósito para realizar el bien, si confían en sí mismos y no en Dios."

 

Muerte del Padre Champagnat.

 

(671) Finalmente, la hora señalada por la divina Providencia, iba a llegar. El Soberano Juez vino a dirigirle las palabras del Evangelio: "Siervo bueno y prudente, ya que has sido fiel en las cosas pequeñas, entra en el gozo de tu Señor." Partió a reunirse con los 49 Hermanos que se le habían adelantado a los pies de María. Allá, no se ha olvidado de los que dejó en este destierro. Por lo tanto, no nos dejemos vencer por el dolor, aunque sea muy legítimo, de no volver a verlo en este mundo.

 

(672) El 6 de junio, sus sucesores comunicaron la triste noticia a todos los Hermanos en los siguientes términos:

 

(673) "Queridos Hermanos: hoy, sábado, 6 de junio, a las 4 y media de la mañana, nuestro buen Padre Superior se durmió apaciblemente en el Señor, después de tres cuartos de hora de una dulce agonía. Los funerales se tendrán en Nuestra Señora del Hermitage, el lunes próximo, 8 del presente, a las ocho y media de la mañana.

 

(674) En esta dolorosa circunstancia, los invitamos, queridos Hermanos, a unir con nosotros sus lágrimas y sus esperanzas. Lloramos a un buen Padre, un digno Superior y Fundador, un santo Sacerdote de María, nuestro apoyo, nuestro guía y nuestro cariñoso consuelo. Lloremos, porque la muerte nos arrebató a quien sabía compartir nuestras penas y dirigir nuestros pasos en el camino de la salvación. Terminó una vida de penitencia, trabajo y llena de obras de celo y de entrega, por los sufrimientos de una larga y cruel enfermedad. Su muerte ha sido como su vida: edificante. No dudamos en ningún momento que haya sido preciosa a los ojos de Dios."

 

(675) Que estos pensamientos, queridos Hermanos, nos consuelen y nos animen. Tendremos un protector menos en la tierra, pero será mucho más eficaz y poderoso en el cielo, junto a la divina María, a quien nos ha entregado a todos, al morir. A nosotros toca ahora recoger y seguir con esmero sus ·últimas y emotivas recomendaciones, hacerlo pervivir en cada uno de nosotros imitando las virtudes que todos admirábamos en él, y de estrecharnos más que nunca alrededor de nuestra buena y tierna Madre."

 

(676) Con los sentimientos de un justo y piadoso agradecimiento, y respondiendo a los deseos de su corazón, hemos determinado lo siguiente:

 

1º- En cada casa se mandará celebrar un oficio solemne y se mandarán decir otras dos misas por el descanso del alma del Padre Superior. Asistirán a ella todos los niños.

 

2º- Durante cuarenta días, se recitará el oficio de difuntos de nueve lecciones, cada jueves, y diario, mañana y tarde, después del De profundis la oración Deus qui interapostolicos.

 

3º- Las tres primeras comuniones que reciban, después de la recepción de nuestra circular, serán por la misma intención.

 

4º- Al principio de cada mes, en lo que resta del presente año, se leerá el Testamento Espiritual, que se debe guardar con sumo cuidado.

 

5º- Se enviará de la casa-madre a cada establecimiento, un relato detallado de la enfermedad y muerte de nuestro buen Padre Superior. En la primera oportunidad les enviaremos un retrato tomado al natural. Soy, etc..."

 

Funerales del Padre Champagnat.

 

(677) Los funerales del llorado difunto quedaron redactados en los siguientes términos:

 

(678) "Después de la muerte del Venerado Padre, fue revestido del hábito eclesiástico, es decir, con su sotana, un roquete y estola; se expuso en un sillón, sosteniendo entre las manos la cruz que llevan los Padre Profesos de la Sociedad de María. Junto a él, sobre una mesa, un crucifijo entre dos cirios prendidos. Los Hermanos se turnaban en su cuarto para recitar allí el oficio de difuntos. El mismo día, se tomó un retrato por el señor Ravéry, pintor de Saint-Chamond. La noche y el día siguiente, fiesta de Pentecostés, el cuerpo permaneció expuesto como en la víspera, y los Hermanos siguieron recitando junto a él sus oraciones. Por la noche, se colocó, revestido del hábito sacerdotal, en un ataúd doble que se mandó preparar; de madera dura encerrado en otro de plomo. Antes de cerrar el féretro de plomo, se introdujo en él, en presencia del padre Matricon, de los Hermanos Francisco, Juan María, Luis y Estanislao, una placa del mismo metal, en forma de corazón, en la que estaban escritas estas palabras: "OSSA J.B.M. CHAMPAGNAT, 1840"

 

(679) Los funerales se celebraron el lunes de Pentecostés, el 8 de junio. El padre Thiolliére-du-Treuil, cura de San Pedro de Saint-Chamond, presidió la ceremonia. Los padres Bedoin, cura de La Valla; Janvier, cura de Saint-Julien-en-Jarret; Préher, cura de Tarentaise; Durbise, cura de Saint-Martin-en-Coallieux; Vanel, cura de nuestra Señora de Saint-Chamond y sus dos vicarios Epalle y Matrat; Gard, cura de Isieux; Rossary, cura de Saint-Paul-en-Jarret y Dubouchet, uno de los vicarios; Bonnier, vicario de Doizieux y Crozet, vicario de Saint-Just-Dozieux, asistieron con el superior de los Lazaristas de Valfleurie, y los Reverendos Padres Colin, (el mayor), Maîtrepierre, Matricon, Besson, Bertholon, Chavas y Soton, sacerdotes de la Sociedad de María.

 

(680) El cuerpo fue llevado procesionalmente a la capilla por los Hermanos profesos, precedidos de los sacerdotes y seguidos por los señores Victor Duyas, Antonio Thiolliére y Eugenio, su hermano, Antonio Negrand, Ricardo Chamboret, Roger de la Bastie y Montaigner Gayot, personalidades de Saint-Chamond y bienhechores de la Sociedad de María. Se colocó en un catafalco, en el centro de la capilla ardiente.

 

(681) El padre Thiolliére-de-Treuil, cura de Saint-Pierre, celebró la misa, Dubouchet hizo el oficio de diácono y el padre Epalle, el de subdiácono, y los padres Préher y Durbise, concelebraron la misa. Los reverendos padres Matricon y Besson en sotana y los Hermanos Francisco, Luis María y Juan María permanecieron junto al féretro; toda la comunidad, como señal de duelo, guardó un religioso silencio durante toda la misa que fue cantada por los sacerdotes y las personalidades de Saint-Chamond, con tono bajo y lúgubre.

 

(682) Después de la misa, todos se dirigieron procesionalmente al cementerio. Los Hermanos profesos se relevaban para llevar el cuerpo. Fue depositado, con las ceremonias acostumbradas, en la tumba que se preparó. Luego, la procesión regresó en silencio a la capilla.

 

(683) En prueba de lo cual y para piadoso y perpetuo recuerdo, fue firmada el acta presente en Nuestra Señora del Hermitage, el 8 de junio de 1840. Firmaron los sacerdotes, las personalidades de Saint-Chamond, los Padres y los principales Hermanos."

 

Sucesores del Padre Champagnat.

 

(684) Los Hermanos estaban convencidos que su querido Padre se hallaba en el cielo, cerca de la Buena Madre, con los que se le habían adelantado; pero el dolor que les causó su partida, era muy intenso. La mayoría se preguntaba si la Congregación podría seguir con los que la iban a dirigir. Nadie dudaba de su entrega, pero se tenía temor por su inexperiencia. Aunque el Hermano Francisco era muy querido por todos, no tenía el carácter, la iniciativa, la energía ni el arrastre del Padre Champagnat. No poseía todos los corazones ni dominaba todas las voluntades como lo hacía el tan recordado difunto. Agradaba poco su modo de ser frío, lento y sentencioso en sus conferencias. Se le encontraba meticuloso, apegado con frecuencia a cosas sin importancia e intransigente en pequeñas faltas, aceptando difícilmente disculpas y rechazando las sugerencias.

 

(685) Sus dos asistentes eran capaces, pero carecían de práctica en el gobierno. Tales ideas preocupaban la mente de muchos y los volvían precavidos. Los Padres, los sacerdotes de la región y los bienhechores se hacían idénticas reflexiones. La posición de las nuevas autoridades del Instituto, no parecía nada halagüeña, sobre todo teniendo en cuenta que el Hermano Juan Bautista todavía se encontraba en el Norte y que no podría llegar antes de algunos meses. A ejemplo del llorado Fundador, los otros dos y el Hermano Juan María, contaban con la Providencia y pusieron decididamente manos a la obra.

 

Prácticas establecidas por el Fundador.

 

(686) Hacemos aquí un alto para relatar algunas prácticas y costumbres en uso a la muerte del piadoso Fundador, omitidas en nuestro relato y que con toda seguridad serán modificadas o suprimidas más tarde.

 

(687) El Venerado Padre insistía en la confesión semanal. Poseía un don especial para inspirar el horror al vicio impuro y estrechaba afectuosamente a los penitentes contra su corazón. Si no tenía el don de leer las conciencias, si poseía una cierta intuición. Un novicio había sido escandalizado por otro en un internado antes de entrar en la Congregación, en el que la vigilancia estaba muy descuidada. Sin duda, por ignorancia, no acusó las faltas que se habían derivado de tal escándalo. El buen Padre se dio cuenta que le faltaba sinceridad, pero no le hizo preguntas sino con mucha prudencia, a las que el penitente respondía sin revelar sus faltas. Viendo que el buen Padre se detenía y suspiraba ante cada respuesta, acabó por soltar una palabra que descubría todo y de la que apenas comprendió el alcance. El Padre le hizo reiniciar todas sus confesiones y lo animó de una manera tan intensa a corregirse, que pronto llegó a ser un excelente religioso y lo destinaron a un internado en donde se preocupó por no descuidar la vigilancia.

 

(688) En 1831, algunos Hermanos ya comulgaban los martes. La comunión del sábado se puso en uso un poco más tarde, gracias a un Hermano muy piadoso y muy devoto de la Santísima Virgen, que solicitó la autorización al venerado Padre y que fue imitado poco a poco por otros Hermanos. El Padre permitía, algunas veces, dos, raramente tres, y nunca cuatro comuniones seguidas, temiendo que se habituaran a hacerla sin la adecuada preparación.

 

(689) El retiro mensual se hacía el domingo en el Hermitage. Los recreos después de la misa solemne y después de vísperas, se remplazaban por una meditación para prepararse a la muerte. Estas dos meditaciones se hacían los jueves en los establecimientos. Cada quien debía releer las resoluciones del retiro anual.

 

(690) El buen Padre no toleraba que se faltara al silencio, sobre todo al silencio mayor, que nadie podía quebrantar. Un joven, el Hermano Silvestre, muy piadoso, se encontraba enfermo. Habían puesto un ladrillo caliente al pie de la cama par a calentarlo; la cama empezó a arder. Era de noche. Para no faltar al silencio, el pequeño enfermo trató de arreglárselas lo mejor que pudo, pero hubiera acabado asado vivo, si el excelente Hermano Jerónimo, al dar su vuelta de costumbre, no hubiera acudido en su ayuda.

 

Penitencias públicas.

 

(691) Al piadoso Fundador no le agradaban los que querían ver y escuchar todo. Los músicos del colegio de Saint-Chamond vinieron en cierta ocasión a tocar a la entrada del Hermitage. Una decena de Hermanos jóvenes y viejos dejaron sus ocupaciones para ir a escucharlos. Apuntando sus nombres sin que se dieran cuenta, el Padre les mandó tomar la sopa de rodillas en la siguiente comida.

 

(692) Entre las penitencias públicas, el Padre Champagnat estableció la de ponerse de rodillas en el comedor, cuando se había roto o deteriorado algún objeto, teniendo en las manos los pedazos. Nadie se libraba de esta penitencia.

 

(693) El buen Padre reinició en el Hermitage la costumbre que había establecido en La Valla, obligando a los Hermanos a dar el catecismo por turno e iba personalmente a escucharlos a hurtadillas para decirles después sus errores. A veces, entraba en el salón y reprendía públicamente al catequista, pero lo hacía con tanto tino, que la autoridad de éste crecía en lugar de disminuir. Se esforzó en formar a los Hermanos en una buena lectura, sobre todo del latín. No entienden esta lengua, decía, y pueden darle un sentido no adecuado, incluso ofensivo en la recitación del oficio, pronunciando mal las palabras que lo forman.

 

(694) Por lo demás, impulsaba con todas sus fuerzas, a todos los Hermanos, al estudio de las ciencias, que comprendían por entonces, el programa de primaria. Trajo, incluso, al Hermitage, durante bastante tiempo, maestros laicos de dibujo y contabilidad. Además de las numerosas composiciones, estableció el "dominical" en el que cada Hermano se veía obligado a repetir las clases de la semana y responder las preguntas que le hicieran sobre las explicaciones recibidas. Con mucha frecuencia el presidía tal ejercicio.

 

Horario del dia.

 

(695) La Regla entregada a los Hermanos en 1837, señalaba la levantada a las 4 de la mañana. El Hermano Francisco la fijó más tarde, a las 4.30 en verano y a las 5 en invierno, y el Capítulo de 1852, la estableció a las cuatro y media durante todo el año; no se hacían las camas al levantarse, sino después del desayuno. Las horas menores se recitaban después de la misa en la sala de ejercicios. El examen particular tenía lugar a las 11.30 hs.

 

(696) La visita al Santísimo Sacramento en un principio se hacía dos veces; después de la comida y antes de acostarse. Esta última luego quedó en desuso. Al ir a la primera, se recitaba el "miserere mei", en dos coros y al regreso, el "Te Deum". En el noviciado se hacía lo mismo siempre que iban o regresaban de la capilla.

 

(697) Después de tender las camas, los postulantes y los novicios iban al trabajo manual hasta las 11.30 hs. Habían estudiado el "método de oración" o el Evangelio, entre las horas menores y el desayuno. Por la tarde, el rosario a la una, trabajo manual hasta las cinco, clase de canto de 5 a 5.30, luego el oficio y el estudio del catecismo.

 

(698) Los domingos, antes de la misa mayor, el Hermano Luis María ensayaba a los que iban a tomar parte en las ceremonias de la capilla. Había también una clase de cortesía, dad, con frecuencia, por el Hermano Juan Bautista, durante el día y una conferencia antes de la cena.

 

Celebraciones litúrgicas.

 

(699) A falta de órgano por la penuria económica, el piadoso Fundador, había comprado un organillo de cilindro, vulgarmente llamado "cilindro callejero". Lo tocaban tan solo en las grandes solemnidades, atrás del altar, en el Kirie, el Gloria, antes de la bendición con el Santísimo y en la Elevación. El organista no tenía más trabajo que dar vueltas a la manivela. El primer artista fue el Hermano Francisco y luego los Hermano Photin y Marcelino. En algunas ocasiones, se colocaba el precioso instrumento atrás de los altares en la procesión del jueves de Corpus. Los Hermanos disfrutaban mucho escuchándolo, mucho más que en la actualidad, al oir a nuestros grandes organistas.

 

(700) El buen Padre quería que los Hermanos siguieran la misa en un misal. Al principio no había ningún canto en las misas rezadas. Luego permitió cantar entre el Introito y el Evangelio, y más tarde, hasta el Prefacio, después de la Comunión al final de la misa, sólo los miércoles y los viernes. Los domingos y los jueves, los cantos empezaban al final de la Comunión hasta el último Evangelio. durante las misas rezadas, nunca se cantaba en latín.

 

(701) La bendición con el Santísimo Sacramento se tenía el primero y el tercer domingo de cada mes, en las principales fiestas de la Santísima Virgen, en la Epifanía, el Corpus Christi, el Sagrado Corazón, San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo, San Esteban y San Juan EVangelista.

 

Reglamentaciones diversas.

 

(702) El buen Padre se esmeraba en que los Hermanos no hicieran ningún viaje sin permiso. Más tarde, el Hermano Francisco dió una autorización general para una distancia no mayor de 6 kms. Por lo demás, casi todos los viajes se hacían a pie. Los Hermanos tenían un saco de tela negra para llevar su equipaje, que era sumamente sencillo.

 

(703) La tela que se destinaba para las sotanas, las capas y las medias, se fabricaban en el Hermitage y era bastante burda, pero duraba mucho. La sotana debía durar 2 años, la capa 5, así como el sombrero, y cada Hermano recibía dos pares de medias al año. En aquel tiempo nadie pedía que le adelantaran la ropa, y nadie tenía una maleta ni saco que se cerrara con llave. Los zapatos no eran de ninguna manera elegantes. Con frecuencia se veían las puntas de pelos en el empeine, que indicaba que el cuero hacía sido mal curtido.

 

(704) Ningún Hermano llevaba el cordón antes de haber hecho los tres votos temporales, pues el voto de obediencia no era el único que se hacía por entonces. El rabat no se autorizaba a los novicios sino hasta que supieran bien sus oraciones. Con frecuencia se les prohibía usarlo como castigo al igual que la sotana. Por lo demás, los Hermanos no llevaban el rabat durante el día.

 

(705) Las oraciones de la mañana y de la noche, eran las de uso en la diócesis de Lyon. Los domingos, el rosario era de seis decenas. Después del primer Padre Nuestro, la buena Madre era invocada como Hija del Padre, en la primera cuenta; en la segunda, como Madre del Hijo; en la tercera, como Esposa del Espíritu Santo y con la cuarta, se recitaban las letanías de San José.

 

(706) Cuando estaba en la casa, el piadoso Fundador comía en el refectorio general, en una pequeña mesa, junto con los otros padres. Con frecuencia hacía repetir la lectura a los jóvenes, incluso a los mayores, y añadía a veces, alguna corta reflexión. Recorría también las mesas, para ver si se comportaban correctamente y no desperdiciaban nada. El desayuno era un potaje y un trozo de pan con agua.

 

(707) Los padres de los postulantes no eran invitados a la toma de hábito, o tan solo de manera indirecta. Los que asistían, no comían en la casa, aunque cualquier lugar de comida estuviera muy retirado.

 

(708) Después de muertos, los profesos eran revestidos de su hábito religioso. Luego, sentados en un sillón, pero no acostados en la cama. Los novicios y postulantes, eran enterrados envueltos en una sábana y cubiertos con otra.

 

(709) En los funerales de un profeso, no sólo se decía la misa con diácono y subdiácono, sino que al final de la absolución, dos Hermanos, de rodillas, cerca del cuerpo, entonaban la Salve Regina, que continuaban los demás en dos coros. Después de las palabras: exilium ostende, los dos Hermanos cantaban tres invocaciones a la Santísima Virgen, como se practica aún hoy día, en la diócesis de Lyon, en las exequias de los eclesiásticos.

 

(710) Además de las procesiones de la Asunción y del Corpus Christi, el piadoso Fundador hacía, cada año, las tres procesiones de las Rogativas y la de la Ascensión. Se subía por el camino que lleva a la avenida y se regresaba por el del cementerio.

 

(711) En los establecimientos, los niños eran llevados a la misa todos los días de clase, en filas de dos en dos. El que iba a la cabeza, llevaba un manojo de rosarios ensartados en un bastón, que tenía colgado del cuello. Llegados a la iglesia, daba un rosario a cada uno de sus compañeros y lo recogía el final de la misa. Tales rosarios eran muy baratos: las cuentas estaban sencillamente ensartadas en una cuerda.

 


 

ANEXO 1

 

Después de estudiar los diversos datos relativos a la actividad literaria del padre Bourdin y una vez examinados sus cuadernos, el padre Coste, S.M. cree poder concluir que el famoso manuscrito del que el Hermano Avit lamentaba tanto la desaparición, de hecho nunca existió.

 

Nadie ha manifestado haberlo visto y los que han hablado de él, lo han hecho basándose en las declaraciones del padre Bourdin, quien ha dado, por desgracia, muchas pruebas de su poca credibilidad en estas materias.

 

Por otra parte, el curriculum vitae del autor, permite excluir que haya podido redactar algo de importancia sobre los Hermanos Maristas a partir de 1831.

 

En cuanto al padre Poupinel, lo que buscaba eran documentos del padre Chanel, solicitados por el postulador, y si hubiera querido hacer desaparecer lo esencial de algún manuscrito comprometedor, no hubiera hecho más que llevárselo completo, en lugar de arrancar las páginas, gesto del todo inútil, que hubiera hecho evidente su latrocinio.

 

As¡, pues, el Hermano Avit, que, por otra parte, se equivoca por dos años en la fecha de la muerte del padre Bourdin, parece hacerse eco de los rumores cuyo origen, es comprensible, pero que parece no merecer ningún crédito.[147].

 

ANEXO 2

 

FASCICULO DE REMISION.

 

(1) TESTAMENTO DE MARCELINO CHAMPAGNAT.

 

El 6 de enero de 1826, la enfermedad del piadoso Fundador, siendo todavía grave, hizo su testamento para asegurar el porvenir material de su obra, en los siguientes términos:

 

"Ante el señor Luis-Maximiliano Finaz, notario real, con residencia en Saint-Chamond, Departamento del Loira, y en presencia de los cuatro testigos abajo nombrados. Compareció el señor Marcelino Champagnat, sacerdote, habitante del Hermitage de Nuestra-Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, el cual señor, Marcelino Champagnat, enfermo y sin embargo, gozando de la plenitud de sus facultades y de sus sentidos; después de haber encomendado su alma a Dios, dicta su testamento público ante el notario, quien lo transcribe a medida y tal como lo pronuncia, siendo afirmado por los testigos presentes.

 

"En lo referente a mis exequias y obras piadosas, me atengo al favor de la religiosidad y afecto de mis herederos que a continuación detallo.

 

Para recibir todos los bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones sin ninguna excepción, que dejo, nombro e instituyo como herederos universales a los señores Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente en la actualidad en el dicho Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux y a José Verrier, sacerdote, director del seminario menor de Verrières.

 

A los nombrados señores Juan Claudio Courveille y José Verrier, quiero y convengo que todos mis citados bienes sean y pertenezcan, en todas sus propiedades y frutos, luego de mi muerte, tan solo con las obligaciones de herencia.

 

Finalmente, revoco cualquier otro testamento hecho por mi con anterioridad, y quiero que sólo el presente sea cumplido según su forma y contenido".

 

Tales son las voluntades del testamentario, denominado por nosotros, notario, escritas sin interrupción y a las que le dimos lectura, ante los testigos nombrados.

 

De cuya acta hecha y concluida en la citada casa denominada Hermitage de Nuestra Señora, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, domicilio del testamentario, junto a la cama a la que le tiene sujeto su enfermedad. El seis de enero, después de mediodía, de mil ochocientos veinte y seis, en presencia de Antonio Desgrange, hermano lego del hospital de caridad de la ciudad de Saint-Chamond y que reside allí, Mateo Patouillard, batanero y propietario, habitante del lugar denominado Gauds, municipio de Izieux, y Pedro Robert, agricultor, residente de Ayat, del mismo municipio de Izieux; los cuatro testigos requeridos, los dos primeros firmaron junto con nosotros, el notario; no firmaron el testamentario, ni los dos últimos testigos Lespinasse y Robert, que declararon no saber hacerlo; Marcelino Champagnat no pudo firmar a causa de su gran debilidad y los citados Lespinasse y Robert, no saber firmar, aunque para ello se requiriera tanto a unos como a otros.

 

Firmado: Patouillard, Desgrange y Finaz; este último, notario"

 

El original de este testamento est en los archivos del señor Finaz, hijo, en Saint-Chamond.

 

Si el lector quedara sorprendido de ver al piadoso Fundador ceder las propiedades de la Congregación al padre Courveille, de quien conocía su conducta hacia él, podremos decir que el Venerado Padre estaría en apuros, sabiendo que debía varios miles de francos a este hombre, y era el único sacerdote que estaba al corriente de las cosas relativas a la Congregación. Por otra parte, dejaba un contrapeso en la persona del padre Verrier, un santo sacerdote, que, en su calidad de superior del seminario de Verrières, podría tener bastante influencia sobre el padre Courveille, para impedirle dañar los asuntos del Instituto, si fuera preciso.

 

En el mes de octubre, después de su salida del Hermitage, el padre Courveille invitó al Padre Champagnat a presentarse en Chavanay, en la oficina del notario de esta localidad, para arreglar las cuentas. Tal arreglo se hizo mediante 5000 fr. que el Padre Champagnat pagó al padre Courveille. Parece que debía más que dicha cantidad, porque el acta señala que el padre Courveille conservaba una habitación en el Hermitage, posiblemente como recuperación por la cantidad que no exigía.

 

Podemos conjeturar también, que el padre Gaucher, cura de Chavanay y amigo del piadoso Fundador, que tenía Hermanos desde hacía dos años, le aconsejó aceptar tal condición para finiquitar el asunto. Sea lo que sea, el Padre Champagnat consiguió la renuncia que ponemos a continuación, que el padre Courveille escribió personalmente en Apinac, y que le envió el 21 de mayo de 1830:

 

"Yo, el abajo firmante, Juan Claudio Courveille, sacerdote, residente de Apinac, declaro libremente por la presente, que libero y descargo sencilla y simplemente a Marcelino Champagnat, sacerdote, y superior del Hermitage de Gauds, en donde reside, municipio de Saint-Martin-en-Coailleux, de todas las operaciones, sean ventas o cualquier otras que haya realizado por m¡ y en mi nombre, en virtud del poder que le he transferido por acta bajo firma privada, hecha en Chavanay, el 5 de octubre de 1826, registrada en Saint-Chamond el 10 de mayo de 1827. En consecuencia, apruebo y ratifico, por si fuera necesario, tanto las ventas como los recibos que no han pasado de los precios de tales rentas, que me fueron debidamente pagadas. Es mi deseo que todos estos actos tengan pleno y cabal cumplimiento, para lo cual, declaro no haber lugar a repetición que se pueda hacer en lo referente al señor Champagnat".

 

(2) BENDICION DE LA CASA DEL HERMITAGE.

 

He aquí el lacónico proceso verbal de dicha bendición:

 

"A 13 de junio de mil ochocientos veintisiete. Nos, Juan Pablo Gastón de Pins, Arzobispo de Amasia, Administrador Apostólico de la diócesis de Lyon; a las tres horas de la tarde, acompañado de los señores Barou, gran vicario, Montany, promotor y de los señores Farge, cura de Izieux, Préher, cura de Tarentaise, el señor Séon y Champagnat, hemos bendecido la casa del Hermitage".

 

Ya hemos dicho que el Padre Champagnat había ido a ver a Monseñor y que su Excelencia le había permitido dar un hábito más religioso a sus Hermanos. Tenemos razones para creer que el piadoso Fundador aprovechó esta visita para dar dicho hábito a los Hermanos y que mandó que se lo pusieran para presentarse al Arzobispo; pero no se los hizo poner mas que en parte. Los hechos que siguieron nos prueban que el hábito no estuvo completo sino hasta 1829, después de las dificultades que un cierto número de Hermanos habían suscitado como lo explicaremos más adelante.

 

Al abandonar el Hermitage, después de la triste historia del padre Courveille, el padre Terraillon fue nombrado vicario de Ainay, luego cura de Fontaine y después de Nuestra Señora de Saint-Chamond en donde dejó su lugar al padre Vanel en 1839, para ingresar en la Sociedad de los Padres; fue una conquista del Padre Champagnat, como ya lo señalamos oportunamente.

 

(3) DE LOS ESTATUTOS.

 

Acaba de ser encontrada una copia de los estatutos, en los archivos de la ciudad de Saint-Chamond. Según esta copia, dichos estatutos fueron aprobados el 28 de febrero, del mismo año, por el consejo real de Instrucción Pública, quien había hecho pequeñas modificaciones. Por lo demás, esta aprobación, no significaba el reconocimiento legal del Instituto.

 

(4) RELACION DE LAS CASAS EXISTENTES.

 

Creemos oportuno colocar aquí la lista de los establecimientos de los que habla la carta anterior redactada ese año, en la forma siguiente:

 

Nuestra Señora del Hermitage, por Saint-Chamond (Loira), casa amplia, construida en 1824, con la ayuda y la liberalidad de Monseñor, el Administrador de la diócesis de Lyon, en un valle rodeado de montañas, en el margen derecho del Gier, a 3 kms. de Saint-Chamond, lugar solitario, propio para el cultivo de la ciencia y ejercicios de una vida regular, alberga habitualmente un centenar de Hermanos. La generosidad de las gentes del lugar, es su principal recurso.

 

1816. La Valla. Casa muy pequeña y mal acondicionada, los Hermanos nada más enseban durante el invierno. La retribución mensual es casi nula; la generosidad del señor cura y los 200 fr. del municipio, son todos los recursos. En este municipio inició la institución... 2 Hermanos, 80 alumnos.

 

1818. Marlhes. Casa bastante amplia, comprada por el municipio, junto con la liberalidad del señor cura; una renta anual de 300 fr., los 200 señalados por la ley y las retribuciones mensuales, forman la remuneración mensual de los Hermanos. 3 Hermanos, 100 niños.

 

1820. Saint-Sauveur. Casa amplia y bien acondicionada por el señor Colomb de Gaste, comprada a sus expensas. El señor de Saint-Trivier y el señor de la Rochette aseguran una renta anual de 200 fr. El resto del sostenimiento de los Hermanos proviene del municipio y de las colegiaturas. 3 Hermanos, 110 niños.

 

1822. Bourg-Argental. El señor Plén‚, alcalde, fundador del establecimiento, compró la casa que está bien situada, pero muy pequeña. El señor de Saint-Trivier donó un capital de 13000 fr. que el ayuntamiento destinó en renta anual; a pesar de estos recursos, se experimenta, cada año, un déficit considerable. 3 Hermanos, 150 alumnos.

 

1824. Chavanay. Casa espaciosa y bien organizada que el señor cura compró e hizo reparar a su costa. Los 200 fr. del ayuntamiento y las colegiaturas, forman los recursos de este establecimiento. 2 Hermanos, 90 niños.

 

1826. Saint-Paul-en-Jarret. Casa bien acondicionada, clases espaciosas, construidas a expensas del señor de Noally, párroco; una parte del sostenimiento proviene de una fundación, el municipio proporciona el resto. 3 Hermanos, 125 alumnos.

 

1827. Valbenoîte. La casa es demasiado pequeña para el número de niños que frecuentan las clases. La escuela es gratuita, el municipio asegura 2000 fr. para 5 Hermanos. 7 Hermanos, 300 niños.

 

1834. Sury. Se sostiene por una donación. La casa de los Hermanos está bien, la escuela es gratuita. 4 Hermanos, 200 niños.

 

1834. Saint-Genest-Malifaux. Casa rentada; el municipio proporciona 800 fr. el resto proviene de las mensualidades. 3 Hermanos, 120 alumnos.

 

1834. Pélussin. Casa bien acondicionada que el señor Julian de Colombier mandó construir a sus expensas; los 200 fr. del ayuntamiento y las colegiaturas deben completar su sostenimiento. 3 Hermanos, 120 niños.

 

1835. Saint-Didier-sur-Rochefort. El padre Roche, cura, mandó construir una bonita casa para escuela. El establecimiento goza de una donación. 4 Hermanos, 200 niños.

 

1836. Saint-Martin-la-Plaine. Hermosa casa construida en 1838. Los 200 fr. del municipio y las colegiaturas, deben bastar para el sostenimiento. 3 Hermanos, 120 niños.

 

1837. Firminy. Casa bastante cómoda, el sostenimiento proviene del municipio y las colegiaturas. 4 Hermanos, 220 alumnos.

 

1837. Perreux. Una hermosa casa para la escuela que fue construida en primavera de 1838. Este establecimiento goza de una donación. 3 Hermanos, 150 niños.

 

1824. Charlieu. Casa bastante acondicionada, pero muy pequeña. Las colegiaturas no completan el sostenimiento, porque la mayoría de los alumnos son pobres y la enseñanza es gratuita. La población se propone obviar estos inconvenientes. 4 Hermanos, 180 alumnos.

 

1837. Tarentaise. La casa bastante buena. El municipio y las colegiaturas la sostienen. 2 Hermanos, 70 niños.

 

1839. Izieux. Casa bastante cómoda. El señor Royer asegura una renta anual de 600 fr. El municipio provee el resto. 2 Hermanos, 130 niños.

 

1839. Usson. Bonita casa, escuela gratuita. 4 Hermanos, 250 niños.

 

1832. Terre-Noire. Municipio de Saint-Jean-Bonnefond; el señor Genissieux, socio de la compañía metalúrgica del Loira y de Isère, compraron y ampliaron mucho la escuela. Ellos proporcionaron el mobiliario y el sostenimiento de los Hermanos. 3 Hermanos 120 niños.

 

1834. Lorette. Municipio de Saint-Genis-Terrenoire; los señores Neyrand y Tiollière sufragan los gastos de este establecimiento. 4 Hermanos, 180 niños.

 

1838. Saint-Chamond. Los Hermanos tienen la dirección del hospicio de la caridad para los niños. 2 Hermanos, 18 niños.

 

1823. Saint-Symphorien-le-Château. Los Hermanos están bien alojados. Donación de 650 fr., renta anual del marqués de Noblet y las colegiaturas son los recursos de este establecimiento. 3 Hermanos, 150 niños.

 

1825. Ampuis. Casa amplia, y bien organizada. Fundada por el padre Petitain, párroco; una Donación de 600 fr. forma parte del sostenimiento, que se completa con las colegiaturas. 4 Hermanos, 150 niños.

 

1826. Mornant. La casa y las clases, est n bien. El sostenimiento se obtiene del municipio y de las colegiaturas. 3 Hermanos, 140 niños.

 

1826. Neuville. Casa bien acondicionada que el señor Tripier compró y mandó arreglar por su cuenta; las colegiaturas y la generosidad del señor Tripier sostienen este establecimiento. 5 Hermanos, 120 niños.

 

1829. Millery. Casa demasiado pequeña. La escuela no cuenta con otros recursos que las colegiaturas y la liberalidad de algunas personas generosas. 5 Hermanos, 100 niños.

 

1835. Lyon. Los Hermanos dirigen un hospital de huérfanos, fundado por el señor Denuziére. 4 Hermanos, 46 niños.

 

1837. Un hospicio del mismo tipo para la parroquia de Saint-Nizier, está confiado a los Hermanos. 2 Hermanos, 6 niños.

 

1837. Anse. Casa amplia, construida por la señorita de la Barmondière, quien solventa todos los gastos del establecimiento. 3 Hermanos, 150 niños.

 

1827. Saint-Symphorien-d'Ozon. La casa está en malas condiciones. El sostenimiento viene del municipio y de las colegiaturas. 2 Hermanos, 80 niños.

 

1831. La Côte-Saint-André‚. Clases bien acondicionadas. Escuela gratuita, fundada por el padre Douillet, antiguo director del seminario menor, y con una renta anual de 580 fr. del padre Rocher. 7 Hermanos, 160 niños.

 

1832. Viriville. Casa bastante cómoda. Los 200 fr. del ayuntamiento y las colegiaturas hacen parte de los ingresos. El señor cura proporciona lo faltante. 3 Hermanos, 120 niños.

 

1835. Genas. El municipio acaba de construir una hermosa casa para escuela. los 200 fr. señalados por la ley, las colegiaturas y la generosidad de la señorita Rouvier, son los recursos del establecimiento. 3 Hermanos, 110 niños.

 

1839. Les Roches. Casa amplia y cómoda, proporcionada por el señor cura que provee los gastos del establecimiento. 3 Hermanos, 140 niños.

 

1839. Bougé-Chambalud. Casa bonita, escuela gratuita. 2 Hermanos, 100 niños.

 

1833. Peaugres. Casa insuficiente y de construcción irregular. El ayuntamiento construye una nueva. Proporciona 200 fr., lo demás, de las colegiaturas. 3 Hermanos, 100 niños.

 

1825. Boulieu. Las clases son demasiado pequeñas. El sostenimiento es casi todo pagado; el Conde de Vogué ayuda con una parte. 2 Hermanos, 120 niños.

 

1837. La. Casa amplia, bastante cómoda, que el señor Génissieux, socio de la Compañía metalúrgica de Loira y de Isère mandó habilitar para escuela; él hace todos los gastos del establecimiento. 3 Hermanos, 140 niños.

 

1835. Belley. Antigua casa de los capuchinos. 5 Hermanos.

 

1836. Saint-Didier-sur-Chalaronne. Hermosa y amplia casa fundada por el obispo de Belley. La escuela es gratuita. 6 Hermanos, 300 niños.

 

1837. Toissey. La generosidad del señor obispo de Belley y los 100 fr. del municipio, son el recurso del establecimiento. 2 Hermanos, 150 niños.

 

1836. Semur-en-Brionnais. Casa bastante cómoda, proporcionada por el señor obispo de Autun. El municipio y las colegiaturas sostienen la casa. 3 Hermanos, 120 niños.

 

1839. Vauban. Hermosa casa, proporcionada por el señor obispo de Autun. La escuela se sostiene por las colegiaturas y los 300 fr. señalados por la ley. 2 Hermanos, 80 niños.

 

1838. Saint-Pol-sur-Ternoise. Establecimiento fundado a petición del señor Delbèque, jefe de la división del Ministerio de Instrucción Pública. Casa demasiado pequeña teniendo en cuenta el gran número de alumnos; se está construyendo una casa nueva y muy bonita. 4 Hermanos, 200 niños.

 

1839. Saint-Julien Malhesabate. Casa bastante amplia, escuela gratuita. 3 Hermanos, 100 niños.

 

1836. Polinesia. Misiones de Oceanía Occidental. 9 Hermanos.

 

Esta lista comprende 47 escuelas, en lugar de las 50 de la que habla la carta a Monseñor, pero no está señalada la Grange-Peyre que por entonces era un internado floreciente, ni Lyon y Belley, con los Padres; de donde fueron retirados los Hermanos por ese tiempo.

 

La lista no habla de Feurs ni de Vienne que ya se habían clausurado, al igual que Vanosc y Sorbiers, cerradas, pero que fueron abiertas más tarde. Esta lista comprende 300 Hermanos, de los cuales 180 dando clase, en 50 casas; 48 de ellas contaban con 6000 niños. Menciona 100 poblaciones o municipios repartidos en 29 departamentos que querían tener Hermanos. Creemos que esta lista fue enviada a Monseñor de Bonald, para que su Excelencia pudiera utilizarla ante el gobierno.

 

(5) Circular del 4 de febrero de 1840.

 

A continuación, la circular de la que se habla:

 

Circular del 4 de febrero de 1840, Muerte del Hermano Pascal, instrucción sobre las conferencias y partida de misioneros para Polinesia.

 

"Queridos Hermanos:

"El Señor acaba de llamar a Sí a nuestro querido Hermano Pascal, a quien una grave y dolorosa enfermedad tenia desde varios meses atrás, en el lecho del dolor. Lleno de confianza en la misericordia divina y en la protección de la Santísima Virgen, fortalecido con todos los auxilios de la religión y ardiendo del deseo de ir a unirse con su Dios, terminó su camino el jueves 30 de enero pronunciando los santos nombres de Jesús y de María; después de habernos edificado constantemente por su paciencia y su resignación. Todos tenemos motivos para creer que su muerte fue grata a los ojos del Señor; pero, como lo saben, queridos Hermanos, es preciso estar purificados ante la mirada del soberano Juez para ser admitido en la asamblea de los santos. Se apresurar n, pues, a cumplir a la mayor brevedad, para con este buen Hermano, las muestras de caridad que nos prescriben para nuestros difuntos y en particular, las que est n señaladas en nuestra santa Regla, para un Hermano profeso".

 

"Algunos Hermanos nos han comentado que sus múltiples ocupaciones durante el invierno, les han impedido preparar adecuadamente la materia de la conferencia, y encontrándonos, también nosotros, en la imposibilidad de asistir, hemos creído oportuno aplazarlas hasta la Pascua. Por lo tanto, de acuerdo con nuestra circular, la conferencia tendrá lugar en ... el ... para la casa de ... y será presidida por nuestro querido Hermano primer Asistente y en su ausencia por el Hermano "[148].

 

"Algunos creen que las materias de la conferencia sólo interesan a los Hermanos designados, les agradeceremos no se equivoquen. La composición en francés, el análisis gramatical y el problema de aritmética deben ser realizados por todos los Hermanos de cada comunidad".

 

"En lo que respecta a las lecciones orales, aunque hayan sido designadas a algunos Hermanos en particular, los demás también deben prepararlas y estar dispuestos a responder las preguntas del presidente".

 

"Sigamos, queridos Hermanos, rogando al Señor de una manera muy especial por nuestra interesante misión de Polinesia para que el buen Dios haga triunfar la verdadera fe y confunda la herejía en aquellos inmensos lugares confiados a la Sociedad de María. Les recomendamos particularmente a los dos padres Pezant y Trippe, y a los queridos Hermanos Claudio María y Ammon, que saldrán del puerto de Brest a principios de mes para dirigirse a Nueva Zelanda. Esta última salida se debe a la benevolencia del gobierno, que ha ofrecido a los misioneros, cuatro lugares gratis a bordo de la corbeta el Alba. Hoy tuvimos noticias de que son muy bien vistos en el barco, que los Padres tendrán la facilidad de celebrar diariamente la santa misa y que teniendo como compañero a un Zelandés, podrán empezar a practicar la lengua del país."

 

"Que la gracia de Dios, queridos Hermanos, su amor y la comunicación del Espíritu Santo, est‚n siempre con ustedes".

"Quedo muy afectuosamente, etc. Champagnat."

 

(6) y (7) Estas notas no conciernen al periodo relativo a la presente publicación.

 

(8) LOS ESCRITOS DEL PADRE BOURDIN.

 

El Reverendo Padre Martin, Superior General, se decidió, finalmente, en marzo de 1891, a devolvernos las 27 cartas, de las que analizamos el contenido.

 

Respondiendo a nuestro piadoso Fundador, el 5 de diciembre de 1826, el padre Colin, (el mayor), le explica que la realización de los proyectos formados en el seminario, no pueden llevarse a cabo por lo pronto, debido a la dispersión de los que los elaboraron, pero que la Providencia lo permitir después. Lo felicita por los progresos de la Congregación de los Hermanos, y de que por fin se había librado de los problemas que le había causado el padre Courveille. Comunicaba que los Padres Maristas se acababan de encargar del colegio de Belley, que todo marchaba bien, y que la congregación de las Hermanas Maristas, iba por buen camino.

 

El 22 de mayo de 1828, el padre Colin se alegraba de que el Padre Champagnat iba a cumplir, por fin, la promesa hecha varias veces de ir a visitarlos a Belley. El padre Séon debería acompañarlos. Se alegraba, con el Padre, por las pruebas que se mezclaban al progreso de nuestra Congregación, añadiendo que era una señal cierta de bendiciones del cielo. Se recomendaba a las oraciones de los Hermanos, que él tampoco los olvidaba. Encargaba al Padre para que reprochara, con finura, al padre Terraillon sobre su r pido ascenso en los puestos honoríficos, ya que en poco tiempo había sido misionero, vicario de Lyon, cura, y acababa de ser nombrado párroco de Saint-Chamond. Dígale, añadía, que no lo olvidamos, y que el volver tarde o temprano.

 

Aunque los Padres Maristas no estaban aún constituidos, el padre Colin fue nombrado Superior. Manifestó su extrañeza y su pesar a nuestro Fundador, en su carta del 22 de octubre de 1830. Le mandó el proyecto de organización que había preparado, y le prometía enviarle, dentro de poco tiempo, el reglamento que seguían en Belley.

 

El 7 de noviembre de 1831, el padre Superior consolaba al padre Champagnat, escribiéndole que las contradicciones, las calumnias y las pruebas de cualquier género, a las que tenía que hacer frente, perfeccionarían su virtud y afianzarían la obra de los Hermanos. Le sugería que empezara con ellos una novena, para obtener que el asunto de Valbenoite, que había que tratar con el señor Rouchon, resultara a favor de la Sociedad de María. Le rogaba trasmitir sus saludos al padre Pompallier y a los otros padres que estaban por entonces en el Hermitage.

 

El 31 de diciembre siguiente, le daba la orden se separar los misioneros[149] de los Hermanos, que reuniera a los primeros en el Hermitage, y, que después de haber hecho oración con ellos y los Hermanos, procediera a elegir un superior, para la diócesis de Lyon y que le mandara el nombre del elegido. Le decía que considerara al padre Terraillon, todavía párroco de Saint-Chamond, como integrante de la Sociedad. Le daba las gracias de nuevo, por las misas que le mandaba de tiempo en tiempo.

 

Parece que los padres del Hermitage no estuvieron de acuerdo y reclamaron al padre Colin, añadiendo que el señor Rouchon se mostraba exigente en la cesión de la antigua abadía de Valbenoite. El padre Colin respondió el 3 de febrero de 1832, que no había tenido la intención de contrariar en nada; que el señor Rouchon estaba muy viejo para entrar en la Sociedad, que era preciso tener consideraciones con él y obtener un número suficiente de habitaciones para los misioneros, quienes podrían servir como vicarios, al mismo tiempo que predicaban las misiones en la diócesis. Esperando que todo se arregle, añadía, permanezcan en el Hermitage y ejercítense en las virtudes religiosas, bajo la dirección del padre Champagnat. En lo que se refiere a los Hermanos del Hermitage, somos de la opinión que sean divididos en dos categorías: Maristas y Josefinos, y que sus trabajos sean diferentes, al igual que su hábito. Los Maristas podrían hacerse Josefinos, pero éstos no podrán ser Maristas. Preparamos aquí un establecimiento para ellos.

 

Esta idea del padre Colin sobre los Hermanos, nos parece muy curiosa: está expuesta en su carta de una manera por demás rara. Es evidente que trataba de conseguir en el Hermitage, Hermanos que se dedicaran únicamente a atender a los Padres Maristas.

 

En la carta del 8 de abril del mismo año, el padre Colin aconsejaba al Padre Champagnat que se entendiera bien con el padre Cattet, vicario general de Lyon, para la organización de los misioneros en la diócesis. Añadía: Ya que a los Hermanos no les agrada la idea de las categorías que expresaba en mi última carta, no quiero contradecirlos, pero me agradaría que me mandara uno de sus mejores elementos, para ponerlo a la cabeza de los Hermanos Josefinos que formaremos en Belley.

 

De su carta del 7 de enero de 1834, el padre Colin renunciaba a la idea de formar Hermanos Josefinos en Belley. El Padre Champagnat le había mandado al Hermano Timoteo y al Hermano Andrés. Estaba contento con el primero, pero quería que el segundo se lo reemplazara por el Hermano Jerónimo o por el Hermano José. El padre Colin, el mayor, se encontraba con los misioneros en Valbenoite, y su hermano se alegraba por el bien que realizaba. Agradecía al Padre Champagnat por las 700 misas que le había encargado, de las cuales 400 eran a 1 fr. y 300 a 1.20 fr. Daba la indicación que los Hermanos destinados a trabajos manuales no llevaran el rabat y que tuvieran un rosario en vez de la cruz de profesión. Volvía a este mismo tema algunos días después, diciendo que los Padres Maristas probablemente no llevarían en el futuro, el rabat, y que no era conveniente que los Hermanos, incluso los que se dedican a la enseñanza, lo llevaran. Quería también que los que iban a ser destinados a los trabajos manuales, fueran mucho más ejercitados en ellos durante su noviciado y menos ocupados en los estudios.

 

El 11 de abril de 1836, el padre Colin se excusa ante el Padre Champagnat por no haberle dado antes, la feliz noticia de la aprobación de la Sociedad de Padres Maristas, por la Santa Sede, que tuvo lugar el 11 de marzo pasado. La Santa Sede les confió, al mismo tiempo, las misiones de Polinesia. Indicaba a continuación al Padre, que escogiera de inmediato a los Hermanos que podría enviar para las misiones lejanas, añadiendo que tales Hermanos deberían tener virtud sólida, instrucción religiosa bastante amplia, y mucha aptitud para los trabajos manuales. Citaba al Padre Champagnat a Lyon, para algunos días después.

 

A continuación el primer párrafo de la carta que el padre Colin escribió al Padre Champagnat el 24 de junio del mismo año:

 

"Usted estar enterado sin duda, que el Breve de aprobación de la Sociedad, nos autoriza a elegir un Superior General; mientras tanto, estoy muy lejos de querer considerarme como tal, y en consecuencia, de actuar con ese título. Acepto, hasta esta elección, seguir, como hasta el presente, siendo el centro de unión, pero me guardar‚ muy bien de mandar o recibir votos. No es menos cierto que sus disposiciones me edifican grandemente; quisiera que todos los demás cohermanos actuaran como usted; espero que Dios les conceda con el tiempo, esa gracia..." La carta añade: el padre Mazelier me consulta sobre la unión de sus Hermanos con los suyos. El quisiera conservar la facultad de fundar escuelas con un solo Hermano, al igual que algunas otras de sus costumbres. Espero su respuesta para contestarle. No me parece el momento oportuno para su viaje a París. Trate de encomendar sus documentos al padre Depéry, Vicario General de Belley, que va para allá, y que me ha prometido encargarse de sus asuntos. El padre Pompallier espera su consagración en Roma, como obispo in partibus, de Oceanía. Nos es indispensable una casa de noviciado. Estoy dispuesto a establecerla a la mayor brevedad posible, aún en Lyon, en donde las autoridades diocesanas se muestran bien dispuestas. Si usted sabe de alguna, hágamelo saber."

 

La casa de los franc-masones, llamada la Pilata, se adquirió por ese tiempo, y se estableció allí el noviciado de los Padres.

 

Poco tiempo después, se reunieron todos en Belley, hicieron un retiro, emitieron sus votos y eligieron al padre Colin, el menor, como Superior General y el Padre Champagnat como Asistente. La Sociedad de Padres Maristas, estaba, pues, constituida.

 

Las exigencias del padre Douillet en la Côte, obligaban al Padre Champagnat a retirar sus Hermanos. El 1 de marzo de 1837, el Reverendo padre Colin le escribió que no se apresurara para no perjudicar ni a los Hermanos ni a los Padres en la diócesis de Grenoble. Le dio el título de Superior por primera vez.

 

El 15 del mismo mes, el padre Séon, por entonces en Belley, también le escribió, para suplicarle que recibiera a su padre en el Hermitage, ofreciendo pagarle, al menos 155 fr. anuales, que era lo que pagaba en Lyon, por la habitación de su padre.

 

El Reverendo padre Colin posdataba su carta para anunciar a nuestro Fundador que el padre Depéry se dirigía a París, y que allí se ocuparía de nuestro reconocimiento legal, cosa que sería más fácil si el Padre Champagnat aceptaba los estatutos de una congregación ya aprobada. El señor obispo era del mismo parecer y estaba dispuesto a autorizar la casa de Saint-Didier, fundada el año anterior.

 

El 22 de junio del mismo año, el Reverendo Padre escribió al Padre Champagnat, diciendo que estaba contento con los Hermanos que tenia en Belley, Me parece, Añadía, que usted no se alimenta lo suficiente, debería cuidar más su salud. Trasmita mis saludos al padre Terraillon.

 

En cuatro cartas del mismo año, el Reverendo Padre recomendaba a nuestro Fundador, examinar con toda seriedad, las bases materiales que sería conveniente poner a los establecimientos de los Hermanos. Le recomendaba que se ocupara menos de los trabajos manuales y un poco más de espiritualidad, en el Hermitage, y que arreglara todo como si fuera a morir en tres meses. Luego Añadía: El padre Douillet vino a verme a Lyon. Le ruego que le devuelva los Hermanos y no sea brusco con él. Tiene sus propias ideas, pero es buena persona. Le prometí que iría a verlo con usted después de la fiesta de Todos los Santos, para arreglar las cosas de la mejor manera posible, allí mismo.

 

En Lyon no tenemos mas que al Hermano Lucas; usted sabe que nos hace falta otro. Mande también los dos Hermanos necesarios a Belley, lo más pronto posible, sobre todo al Hermano María, si usted puede pasarla sin él. El rector de Fourvières me pide dos de sus Hermanos para la sacristía; podrían conservar su hábito. El padre Lagniet se irá a la Favorita, el padre Chanut lo remplazará. Le ruego que me mande Hermanos bien capaces y seguros para Belley, para que no tenga que verme obligado a arreglármelas de otro modo. Pienso en cambios importantes en el gobierno de los Hermanos, pero necesito su completa obediencia. Sus ideas a veces me parecen demasiado fijas, sus maneras muy bruscas y sus bromas, fuera de lugar. Todos necesitamos orar más, para conocer bien la voluntad de Dios.

 

Como puede observarse, estas cartas encierran párrafos bastante duros. El Reverendo padre ignoraba muchos detalles relativos a los Hermanos. Con frecuencia estaba mal informado con respecto al Padre Champagnat. Estos dos excelentes religiosos veían con mucha frecuencia las cosas desde diferente punto de vista, pero el tiempo ha comprobado que nuestro piadoso Fundador entendía mejor la obra de los Hermanos que el Superior General. Su mirada segura, sus discernimientos adecuados y la firmeza de su carácter, lo hacían muy rara vez volverse atrás en las determinaciones tomadas después de maduro examen. Según testimonio del prudente y juicioso padre Matricon, no pasaba lo mismo con el Reverendo padre Colin. Los Padres tuvieron un Capítulo General en el que estuvo presente el padre Matricon, nos permitimos preguntarle si ese Capítulo había decidido sobre sus Constituciones. Nos respondió: "­Nada más faltaba eso! Nuestro padre Colin siempre tiene nuevas ideas que su gran deseo de hacer bien las cosas, lo lleva a adoptarlas sucesivamente y le impide decidirse en alguna cosa".

 

El 14 de julio de 1838, el Reverendo padre escribió que el Hermano Regis no era apto para las misiones de Oceanía; sin embargo, el Hermano se fue por su propio consentimiento. El Hermano Juan Francisco Regis lo había consultado acerca de su proyecto de hacerse sacerdote. El Reverendo padre le respondió que él lo dispensaría de sus votos, pero que él solo tenía que responder por su decisión. Uno de los dos Hermanos que estaban al servicio de los Padres, en Lyon, se enfermó y fue necesario remplazarlo. Era preciso también, proporcionar a los Hermanos, a la mayor brevedad, antes de partir, de zapatos y de vestido.

 

El 22 de febrero de 1839, el Superior General dirigió la severa y curiosa admonición que transcribimos, a nuestro piadoso Fundador:

 

"Van 4 o 5 veces que le pido o que le mando pedir que envíe un Hermano al padre Chanut, en la diócesis de Burdeos. Mi petición, tan reiterada, le demuestra la importancia que doy a este acto de obediencia que espero de usted. Acuérdese que María, nuestra Madre, a quien debemos tomar como modelo, después de la Ascensión de su divino Hijo, se dedicó por entero a proveer las necesidades de los apóstoles. Ese debe ser uno de los principales fines de la congregación de los Hermanos y de las Hermanas Maristas, respecto a los Padres de la Sociedad, para que, completamente libres de las preocupaciones temporales, se entreguen de lleno a la salvación de las almas. Un Hermano, al servicio de los Padres de la Sociedad, hace 20 veces mayor bien, a mi modo de ver, que si estuviera trabajando en un municipio, en donde, gracias a Dios, actualmente no faltan los medios de instrucción a la juventud. Pero usted nunca ha querido entender esta orden y ese fin de la Sociedad. Sea lo que sea, después de la recepción de mi carta, usted pasar tres días en una especie de retiro para humillarse ante Dios, por haber hecho, hasta ahora, tan poco caso a su divina voluntad, en ciertos aspectos..."

 

Da la impresión que le habían calentado la cabeza al Reverendo padre Colin con toda clase de cuentos. Lo obsesionaba de tal manera la idea de los Hermanos sirvientes y de los predicadores, que creía que no había otra forma de hacer el bien. De esta manera, él mismo caía en el defecto que achacaba al Padre Champagnat, de tener ideas demasiado fijas. El trabajaba desde hacía 20 años en realizar uno de los proyectos formulados en el seminario, formando buenos maestros para la juventud; nunca había tenido la idea de crear una congregación de Hermanos para el servicio de los padres, quienes, por otra parte, podrían ser encontrados y formados con facilidad por los mismos padres. El Padre Champagnat no merecía, por ningún motivo, el hiriente reproche que se le hacía. Por otra parte, como lo dijimos antes, el padre Colin presidio la elección del querido Hermano Francisco y de sus Asistentes, algunos meses más tarde, y no tocó para nada el tema del fin especifico de la obra fundada por nuestro Venerado Padre.

 

En su carta del 24 de abril de 1840, se lamentaba del estado de salud del Padre Champagnat, y por el vacío que su muerte iba a dejar entre los Hermanos. Le aconsejaba que pusiera a estos en manos del arzobispo de Lyon, con el deseo que su Excelencia escogiera un padre Marista para dirigirlos. Lo invitaba a estudiar este asunto con los Hermanos Francisco y Luis María. El piadoso Fundador arregló esto algunos días después en su testamento espiritual.

 

Aunque las cartas que acabamos de analizar hayan sido escritas en fechas diferentes, hemos creído conveniente juntarlas e intercalar aquí su estudio: 1§ porque nuestro trabajo estaba casi terminado cuando el Reverendo Padre Martin aceptó devolverlas; 2§ porque lo poco que hemos extractado de la mayor parte de ellas, podría parecer desligado de su fecha respectiva; 3§ porque las relaciones del Reverendo padre Colin con nuestro piadoso Fundador, sus ideas tan cambiantes y su actitud hacia nuestra congregación, son más claras en esta forma.



[1] Ver más adelante en estos mismos Anales y en OME, pp. 428ss

[2] Ver más adelante, también

[3] Conservados en los archivos generales de Roma. Hay una lista completa de ellos en “Cuadernos Maristas”, nº 2.

[4] A la misa

[5] Jean François Madinier

[6] Robado

[7] W.C.

[8] Anales de Saint-Genest-Malifaux, AFM 213.49, p. 8

[9] Ibid., p. 12

[10] Párroco

[11] Era el apellido del padre

[12] Anales de Mornant, AFM, 214.56, pp. 10-13

[13] Todos los alumnos se pusieron a reír

[14] Es decir, los Hermanos que estaban a favor de las innovaciones, contra la tradición y que pasaban por ser más o menos regulares

[15] Anales de Digoin, AFM 212.16, pp. 17-23

[16] LMC, 2, Repertorio, p. 65

[17] El que confería un beneficio eclesiástico (Larouse Universal, 1948)

[18] El municipio de Marhles agrupa unos 50 pueblecillos

[19] Saint-Régis-du-Coin llegó a ser parroquia en el siglo XIX, erigido como municipio el 26 de abril de 1858

[20] Leer: en forma de cruz latina.

[21] En realidad su nombre era Juan Bautista. Nació el 23 de noviembre de 1719.

[22] Parece más normal, por el contrario, que la primera con ese nombre, haya muerto antes del nacimiento de la segunda. Serían, pues, Margarita Rosa, nacida en 1782 y Ana María, nacida en 1779, que murieron antes de 1804.

[23]  “sans culottes”

[24] La palabra Champagnat se escribía antiguamente ya sea Champagnac, o Champagniat.

[25] El salario promedio de un obrero era en aquel entonces de 1 fr. diario

[26] Ver LMC, vol. I, Doc. 34, p. 99 ss.

[27] Ya hemos dicho que su padre había muerto

[28] He aquí la secuencia cronológica de los cursos seguidos por M. Champagnat en el seminario de Verrières: 1805-06: 8º; 1806-07: 7º; 1807-08:6º; 1808-09: 5º; 1809-10: 3º; 1810-11:2º; 1811-12: retórica; 1812-13: filosofía. Se brincó, pues, la clase de 4º y cursó su filosofía en Verrières, en lugar de hacerlo en el seminario mayor, de donde se deduce que abandonó Verrières en 1813. Ver OME, pp. 29-40, con sus notas. Vida, ed. 1989, pp. 22-23

[29] Era algo tartamudo

[30] Cuadernos Maristas, nº 1, p. 69 y ss.

[31] Este es el nombre que le daremos en adelante

[32] Este último quedó registrado en el libro de entradas el 20-IX-1823; toma de hábito el 20-X-24, con el nombre de Hermano Cipriano; votos perpetuos secretos el 26-X-1828. Debió abandonarlos antes de 1833.

[33] He aquí lo que entregó cada uno a la hora de su inscripción: Claudio Aubert, 100 francos y 60 por su hábito; Francisco Civier, 400; Juan Fleury, 50; Juan Bautista Furet, 50; Jorge Poncet, 70; José Girard, 150; Mateo Cossange, 200; Miguel Marconnet, 80; se ve claro que están muy lejos de los 400 fr. exigidos.

[34] El 25 de octubre de 1822, AFM, RVP, p. 6

[35] El final de la fórmula no cambia: ... en presencia del Hermano X y del Hermano Y, que también firman, el ..., y nunca se encuentra la expresión: "como testigos"

[36] Para aclarar, hay que decir que el Padre Champagnat abrió lo que podría llamarse un "Registro de entradas" en 1822, un "Registro de defunciones", en 1825 y tres registros en 1829: Registro de tomas de hábito, Registro de Votos temporales, Registro d e Votos perpetuos. Sobre el Registro de Tomas de hábito, los 6 primeros inscritos habían tomado el hábito antes de 1829. En el Registro de Votos temporales, están inscritos los 15 Hermanos que habían pronunciado votos temporales antes de 1829. En el Registro de Votos perpetuos, 21 entre los primeros inscritos habían hecho la profesión perpetua antes de 1829. Por lo tanto, es difícil comprender esta frase del Hermano Avit. Nombre local del viento helado proveniente del norte.

[37] Los municipios podrán recibir de los padres algo acomodados, algunas retribuciones que cubran una parte de los gastos d el establecimiento

[38] Loira

[39] Revolucionarios

[40] El Hermano Avit relata aquí acontecimientos que se desarrollan al menos entre 1823 y 1825. Fundó la escuela de Bourg-Argental en 1821; debió abandonarla para irse a la Trapa en otoño de 1824; era director de Saint-Symphorien-le-Chãteau en diciembre de 1823; regresó al Hermitage durante las vacaciones de 1824.

[41] Ver OME, p. 83. Decisión del Consejo de Monseñor de Pins autorizando al P. Courveille a ayudar al P. Champagnat, fechada el 12 de mayo de 1824. LMC, Vol. 1, carta 30, " desafortunado trámite que hice por consejos del Padre Superior, quiero decir, cuando fui a buscar al padre Courveille a Epercieux", p. 84

[42] Vida, edición 1989, 1era. Parte, Cap. 13, p. 139

[43] Estas casas son: La Valla, (1816); Marlhes (1818); Saint-Sauveur (1820); Bourg-Argental (1822); Saint-Symphorien-le-Chãteau (1823); Boulieu (1823); Charlieu (1824); Chavanay (1824); L'Hermitage (1824). Según el Estado de la Congregación en 1825, AFM 137.13.

[44] Ver los detalles en la Vida, edición 1989, 2ª parte, Cap. 9

[45] Vida, edición 1989, 2ª parte, Cap. 9, pp. 371-372

[46] Fue el Hermano Estanislao el que fue a llamar al párroco de Saint-Chamond y lo convenció de hacer frente a las deudas. Ver Vida, edición 1989, p. 145.

[47] El P. Cattet

[48] Padres Maristas

[49] Roumesy

[50] Privado

[51] El texto íntegro está en OME, doc, 57 (176), p. 12)

[52] La hoja está rasgada en el extremo, haciendo que no se vea una letra. Se ve la letra T, que hace suponer qu había Tim. 2,2. Ver LMC, Vol. 1, carta 10, p. 45

[53] Ver, sin embargo, las cartas al H. Antonio en LMC, vo. 1, doc. 16 y 17, pp. 56-59

[54] Para reírse

[55] Fue nombrado vicario del Hermano Francisco en el Capítulo de 1860 y Superior General en el Capítulo de 1839

[56] Ródano

[57] Futuro cura de La Fouillouse

[58] Isère

[59] Por descuido, el Hermano Juan Bautista cita este hecho en Saboya

[60] LMC, vol1, doc. 26, p. 77

[61] Sacerdote juramentado, que había prestado el juramento exigido por el gobierno revolucionario

[62] Como se puede ver, este Hermano tomó el hábito el 1 de enero de 1832 y emitió sus primeros votos el 26 de Abril del mismo año. Aparece en dos listas diferentes del mismo año

[63] Sería mejor poner aquí: les dije castigarlos muy rara vez

[64] El texto de la carta dice: tarabattons, verbo regional equivalente a hacer mucho ruido. El Hermano Avit no lo comprendió bien y puso una palabra más ordinaria: tarabustons

[65] Es decir, en el confesionario

[66] Ver LMC, vol. 1, doc. 8, pp. 41-42 en donde se puede constatar que esta carta parece ser más bien de 188

[67] Además del alojamiento

[68] El Hermano Macario. Belin Agustín hizo profesión perpetua en secreto el 2 de julio de 1833 y murió el 26 de julio de 1833. El Hermano Macario, Burre Philibert, tomó el hábito el 8 de septiembre de 1833. Hizo sus votos temporales públicos el 10 de octubre de 1836 y los votos perpetuos el 13 de octubre de 1839

[69]  46 años

[70] Postulante

[71]  80 años

[72] Sobre todo a partir de la ley del 28 de junio de 1833

[73] Simultáneo y mutuo

[74] Ver fascículo del final

[75] Los estatutos que fueron modificados y aprobados por el Consejo Real el 28 de febrero de 1834 y no los originales redactados por el Padre Champagnat. Ver Cartas, Vol. 1, pp. 102-104. N.R.

[76] Es decir, ninguna remuneración en favor nuestro

[77] Exclaustrado

[78] El mismo Hermano Avit precisa en los anales de Vienne: "El Fundador encargó al Hermano Juan Pedro para que se pusiera de acuerdo con el cura Guttin, sobre el alojamiento. La autoridad respondió que el local era más bien un arca de Noé y que las condiciones no eran las adecuadas. Por lo tanto, los Hermanos fueron rechazados". Anales de las casas clausuradas, Vienne, 214.107, p. 3

[79] De hecho nació en Lyon en 1801. Sus padres se establecieron en Vourles entre 1816 y 1826. Ver O.M. vol. 4, Pp. 337-339

[80] La Ordenanza Real que autoriza a los Clérigos de Saint-Viateur tiene fecha del 10 de enero de 1830. Vida de P. Luis Querbes, por Pierre Robert, Bruxelas, 1922, p. 164

[81] Cf. O.M. vol. 4, pp 355-357

[82] Bajos Alpes

[83] Sin embargo, ver más adelante, p. 196, nº 225 el texto de la carta a Monseñor de Bruillard, fechada el 15 de Febrero de 1837. Aquí el H. Avit se anticipa

[84] Olor fétido de la nariz

[85] Para el texto completo, cf. LMC, vol. 1, carta 55, pp. 136-139

[86] El Hermano Mateo fue el primer director. Nació en Designy, Saboya, el 23 de octubre de 1802, ingresó el 19 de noviembre de 1827, tomó el hábito el 25 de agosto de 1828, pronunció sus votos perpetuos secretos el 24 de septiembre de 1829, y los renovó públicamente el 10 de octubre de 1836, murió el 28 de enero de 1869. Según los anales de Viriville, fundó este establecimiento en noviembre de 183 2, y no lo dejó sino hasta 1841 para irse a fundar el de Grand Lemps. Sin embargo, según los anales de Lyon-Denusière, del mismo autor, fundó este establecimiento en 1835, pero permaneció poco tiempo. Hay que suponer que durante los nueve años de permanencia en Viriville, hubo una interrupción de varios meses para fundar Denizière. El Padre Champagnat utilizaba algunos Hermanos para organizar un nuevo establecimiento antes de confiarlo al director definitivo

[87] Institución Denuzière, fundada ese año, como se dirá más adelante. nº 604, trasladada más tarde al sector de Lyon denominado "La Cruz Roja".

[88] Esta palabra es una adaptación del dialecto. Se emplea para designar una especie de camilla para llevar bultos pesados

[89] Enviados por el padre Douillet

[90] Su verdadero nombre parece ser José Eugenio, Juan Bautista Cartier. Es uno de los Hermanos enviados al Padre Colin. Lo encontramos en la lista anterior, en efecto: recibió el hábito el 6 de enero de 1835 e hizo sus primeros votos el 16 de abril de 1835 y sus votos perpetuos el 3 de mayo de 1835

[91] Que se retiró más tarde

[92] Palabra brincada: salió?

[93] Si es el Hermano Mateo mencionado más arriba, nº 110, es difícil que este acontecimiento haya tenido lugar en 1836, pues para esta fecha estaba de director en Viriville, a la edad de 34 años

[94] Originada por esta brusca caída

[95] El 15 de marzo

[96] Se constata que este pasaje se encuentra textualmente en la carta procedente del señor cura de Mornant. Es innegable que el señor Pettochia, alcalde de Saint-Martin-en-Coailleux fue el que escribió el 20 de agosto de 1836, copia al cura de Mornant, cuyo texto está fechado el 15 de marzo de 1836. Es imposible determinar las relaciones que unían a estos dos personajes. También es imposible pensar que Marcelino le hubiera propuesto un texto que no tuviera más que copiar, pues de todos los testimonios que todavía existen, son los dos únicos que mencionan este hecho. Nos podemos preguntar, por que el Hermano Avit no hizo notar este parecido tan lleno de detalles insólitos.

[97] Escrito Beauvard, con una carga que parece ser de la época: oí, antes de la a. En el acta de toma de hábito, se encuentra Beauvoir. Este apellido aparecerá en la lista un poco más adelante en los votos perpetuos. Emitió sus votos temporales el 22 de mayo de 1836 y los votos públicos perpetuos con los demás Hermanos el 10 de octubre de 1836

[98]  24 de diciembre, cf. Cronología, p. 71

[99] El secretario es diferente, la escritura cambia

[100] Que al término de 6 años, pertenecía a los Hermanos

[101] Entrevista

[102] Parece que el Hermano Avit ignora que los Ginot son varios Hermanos de los cuales unos residían en Soulages, mientras que los otros en París. cf. LMC, vol. 2, pp. 258-262

[103] Caserío próximo al Hermitage, en donde se localiza la casa Ginot

[104] Doble error, el padre Fontonne no era Padre Marista, y no contaba con ningún padre Marista en la diócesis de San Luis, USA. cf. OME, ext. pp. 330-332. LMC, vol. 2, pp. 221-222

[105] Tes. IV y V

[106] El futuro Hermano Avit

[107] Saint Nizier es una parroquia de Lyon

[108] En una palabra, de todos los puntos de Francia

[109] Probablemente la palabra "imponerse" parece ser la primitiva, una corrección ha llevado a la palabra "apoderarse"

[110] Ese día el Padre Champagnat se encontraba en Lyon preparando su viaje

[111] De la Grange-Payre

[112] El original está en manos del Hermano Regis

[113] esta carta es dirigía no al Hermano Francisco, sino al Hermano Hilarion, director de Boulieu, Ardèche. cf. LM. vol. 1, carta 181, pp. 367-369

[114] De la Grange-Payre

[115] Esta carta está dirigida al Hermano Antonio, director de Millery, Ródano

[116] Se puede encontrar el texto de este diario en LMC. vol, 1, desde la página 335

[117] Leer Boucher

[118] Leer Grangier

[119] Como estamos en una toma de hábito en "B", se trata evidentemente de Basileo

[120] El Hermano Avit falleció en 1892. Había escrito aquí otra fecha, 1884 o 1885, pero fue borrada y cambiada a 1889, tal vez por él mismo

[121] Padres Maristas

[122] más que el sentido de mercancía echada a perder, hay que pensar en gentes que se retiran después de haberr cantado durante una temporada

[123] Ropa

[124] Pulgas y chinches

[125] Lo escrito entre corchetes ha sido añadido posteriormente

[126] Salmo 131

[127] La palabra 'relatait' estaba en un principio con dos 't', luego fue corregida, ¿por otra pluma?

[128] Esto no concuerda con lo que dice el Hermano Juan Bautista, en su Vida. La iniciativa no salió del Padre Champagnat, sino del Padre Colin que llegó de manera inesperada al retiro con esta intención, después de haber visitado al Arzobispo para proveerse de las autorizaciones necesarias.

[129] Aparece la palabra nostri. La corrección nostri es posterior, otra pluma, otra escritura

[130] Los no profesos y los postulantes permanecen en la capilla

[131] El Hermano Juan Bautista estaba todavía en el Norte

[132] Falta el sustantivo: afecto?

[133] Debe ser algo ofensivo o peyorativo

[134] Sus opiniones legitimistas no le permitían simpatizar con el régimen de julio. Así, a la muerte del Cardenal Fesch, el gobierno lo descartó para la sede arzobispal, nombrando, primero, al Cardenal de Isoard. este, murió antes de tomar posesión de su sede, y luego fue reemplazado por Monseñor de Bonald

[135] Este documento acompañaba la carta a Monseñor de Bonald. Ver el texto completo en LMC, vol. 1, pp. 573-574.

[136] Ver fascículo al final, p. 5 a 11

[137] El original de este cuadro no se encuentra en los Archivos de los Hermanos Maristas en Roma, pero se localiza en dos diferentes: uno de 1833 y el otro de 1837. El segundo, realizado sin duda por el Hermano Francisco retoma la primera de manos del Padre Champagnat completándola. Se podría preguntar si la que presenta el Hermano Avit aquí existió realmente o si no es la de 1837, que él mismo hubiera completado. Comparándola con la que se encuentra en la Circular, vol. I, pp. 308-312, se podrán encontrar algunas variantes.

[138] Los Hermanos empezaron en una casa alquilada, con la promesa de no permanecer más que un año. De hecho, tuvieron que esperar dos años para ocupar la casa construida para escuela.

[139] Este establecimiento no se menciona en los otros cuadros que poseemos. Es, sin duda alguna, quien lo añade pero equivocándose, pues los Hermanos tomaron la dirección de esta casa hasta 1840. cf. LMC, vol. 1, introducción a la carta 306, pp. 551 - 553.

[140] Lyon: Puede extrañar que por primera vez se mencione aquí la presencia de los Hermanos en Lyon, La Favorita, al servicio de los Padres. Esto explica sin duda, que no se sabía bajo qué plan colocar a los Hermanos: ¿Permanecían Hermanos Maristas o eran ya Hermanos coadjutores o Josefinos?

[141] Belley: Además de los 5 Hermanos de la Capucinière, había, pues, los Hermanos al servicio de los Padres que no sabían con exactitud si eran Hermanos Maristas o Josefinos.

[142] Esta frase deja dudando. Se puede preguntar de dónde sacó el Hermano Avit tales cantidades, ya que si hubiera sumado el número de Hermanos y de alumnos de este cuadro, hubiera obtenido 159 Hermanos y 5969 alumnos.

[143] Aquí se trata de tres tomas de hábito diferentes.

[144] Está completamente borrada la cifra primitiva, fue remplazada por la cantidad de 300 que fue borrada a su vez para poner 280, pero nos es imposible conocer la cantidad escrita por el Hermano Avit.

[145] Nuestra lista, por orden de fundación, señala 72 el 31 de diciembre de 1839, pero no se cuentan las casas fundadas por los padres Mazelier y Vernet, antes de dicha fecha.

[146] Reunidos en 105 clases. N.R.

[147] Ver Origines Maristes, I, 36-37; II, 737-738; III, 864-925

[148] Se han brincado una palabra

[149] Padres

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