Fue el 12 de abril de 1989 cuando por primera vez se mencionó indirectamente al Ministro de Hacienda, Héctor Hurtado. A mediados del año 1988 un grupo de calificados empresarios del Estado Carabobo, ligado al ramo de la cerámica y otras áreas industriales (Cerámicas Carabobo), denunció ante Jorge García Duque, director general del despacho, y Héctor Hurtado, Ministro de Hacienda, que una persona estaba haciendo de las suyas en la región central del país y ofrecía a los incautos aligerar ante la Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales cualquier inconveniente a cambio de una comisión en bolívares o dólares por el favor realizado. Los denunciantes manifestaron su inquietud por el hecho de que el personaje se hacía pasar por hermano del Ministro de Hacienda, bajo el nombre de Julio Hurtado. Pero como muchos empresarios conocían a Hurtado, y a su familia, inmediatamente detectaron la anormalidad. Fue así como el ministro Hurtado tomó dos decisiones: la primera, sugirió a uno de los denunciantes -como en efecto se hizo- provocar un encuentro con su falso hermano a los fines de obtener una mayor información sobre las operaciones irregulares que estaban en juego y de precisar cualquier tipo de vinculación tanto con Hacienda como con Recadi. Así las cosas, se procedió a concertar un almuerzo en un restaurante de Valencia, donde efectivamente se apersonaron Julio Hurtado y varios de los empresarios a punto de ser extorsionados. Una vez en el sitio, con menú y buenos tragos por delante, comenzó una amena conversación entre los industriales y dos tipo de la red del falso hermano, quien se encontraba en una mesa próxima a la de los acontecimientos. Bien adelantada la conversación, Julio Hurtado se paró de su mesa y rumbo a la otra dijo:<< buenas tardes, soy Julio Hurtado, hermano de Héctor, el Ministro de Hacienda>> -suponemos-. Los socios del elemento presentaron a los industriales con los que tenían rato conversando los problemas de relación con Recadi y, por supuesto, Julio se ofreció amablemente a interceder en favor de ellos en tanto que su hermano, el Ministro, siempre estaba dispuesto a solventar los problemas de los amigos de Julio y, así, sugirió, claro está, un pago por sus servicios, porque además señaló -según nuestras fuentes confidenciales- que contaba con funcionarios de Recadi a su disposición para tales fines. La información le permitió al Ministro de Hacienda sostener una conversación con el titular de Justicia, Pedro Arturo Torres Agudo (cuñado de Héctor Meneses) quien de inmediato ordenó a Mauro Yánez Pasarella la designación de un detective especial (de apellido Jiménez) para investigar la red de Julio, el falso hermano de Héctor Hurtado. Esta fue la segunda decisión. Fue así como se estableció un segundo contacto, para la investigación policial, entre Jorge García Duque y el director de la PTJ, a los fines de precisar la información al detective que emprendió las pesquisas. De acuerdo con datos confiables que obtuvo el equipo de La Agenda Secreta, éste detective se dedicó integramente al caso y presentó un primer informe donde casi no comentó el caso de Julio Hurtado, sino que se refirió, a propósito de éste y de manera preliminar, a una serie de vinculaciones que existían entre funcionarios del Palacio de Miraflores, la dirección de Recadi y dos oficinas profesionales (escritorios jurídico-económicos) localizados en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco. A partir de ese momento la investigación fue paralizada; nunca más se supo del tal Julio, supuesto hermano de Héctor Hurtado, como tampoco de los nexos que encontró el detective entre la sede del gobierno central, las oficinas de Recadi y los dos escritorios profesionales. Lo que sí pudimos constatar fue que después el Ministro de Hacienda, Héctor Hurtado, trató de obtener una respuesta efectiva a su petición por parte de los jefes policiales, pero nunca pudo lograrla. En cuanto al detective, presuntamente de apellido Jiménez, desapareció o al menos abandonó sus funciones habituales, y el ministro Hurtado se quedó con las ganas de conocer a su hermano. Esta historia, por aquello de los vínculos entre Miraflores, Recadi y terceros, fue el motivo que justificó nuestro primer viaje a Miami, del cual hablaremos en el próximo capítulo. Héctor Hurtado, como casi todos los funcionarios señalados en las denuncias de El Nacional o de terceros, fue interpelado por la Comisión Especial del Congreso e interrogado por los Tribunales de Salvaguarda. El 21 de abril, reunido el comité parlamentario, dijo que no tenía << una cuantificación de mi gestión como Ministro de Hacienda>> . En la transcripción repartida luego por el Congreso se lee el siguiente diálogo: - En la carta de Meneses el ex-funcionario dijo que se sentía comprometido por las instrucciones dadas por Manuel Azpúrua y por usted -inquirió Gonzalo Pérez Hernández del Min. - Ese desgraciado incidente...- dijo casi en tono imperceptible Hurtado-. No conozco si existe esa carta. Meneses no era subalterno mío. Yo era ministro de Hacienda y él de Fomento. No podía recibir instrucciones mías para determinados actos. No puedo responder sobre cosas sobre las cuales no hay certeza... Entre Carlos Tablante y Pérez Hernández atacaron a Hurtado con el viaje adelantado por éste, el diputado Alberto Finol y Héctor Meneses a Nueva Zelandia. - Fue con la finalidad de retribuirles, por parte de los ganaderos exportadores de ganado de ese país, las facilidades que ustedes les brindaron a través del Ministerio de Hacienda - planteó Pérez Hernández. - Pídale a la prensa la información para que demuestre ese hecho -respondió tímidamente Hurtado-, bien enredado en sus explicaciones de ese día. - ¿Entonces no viajó? - preguntó Tablante. - Anuncié con bastante antelación que iba a tomar un descansito, porque la función pública y cinco años allí al frente del Fondo de Inversiones, Hacienda y Fomento,... como usted comprenderá, después de llevar esa carga, ese peso, reclamaba un descanso... - ¿Quiénes viajaron con usted? - insistió Orlando Fernández. - Beto Finol y Héctor Meneses. - ¿A ellos también les compensaron ese cansancio? - replicaron Pérez Hernández y Tablante. - Yo no sé... Sería preferible que le preguntaran a ellos... El martes 2 de mayo acudió Hurtado, el verdadero, al Tribunal del Juez La Riva. En las puertas, acosado por la prensa, declaró: << quien resulte culpable que vaya a la cárcel. Si hubo defraudación, se produjo por complicidad entre los importadores y empleados. Mis declaraciones de bienes están allí...>> . La primera denuncia concreta contra Héctor Hurtado, la formuló Carlos Tablante en rueda de prensa celebrada en el Congreso el 9 de mayo. Con copia de un oficio dirigido por el Ministro de Hacienda a Edgalia Bastardo de Leandro, directora de la jefatura de Autorización de Divisas para Importaciones, el diputado del MAS acusó a Hurtado de << malversación del presupuesto de Divisas>> . El texto de esta comunicación, fechada el 26 de mayo de 1988 y obtenida por nosotros decía: << Me dirijo a usted, en la oportunidad de informarle la decisión de este Despacho en el sentido de otorgar a la brevedad posible todas aquellas solicitudes de Importación que cumpliendo los requisitos y análisis de la dirección a su cargo, abarquen el sector repuestos (industria, comercio, agrícola, automotriz, etc.), independientemente de la situación presupuestaria actual, fundamentada en la asignación. De igual manera le sabe agradecer elabore las referidas estadísticas con el fin de conocer fielmente el destino y los montos de divisas conferidos por este concepto>> . Según Tablante, << tanto Hurtado, en su condición de Ministro solicitante, como Edgalia Bastardo, funcionaria ejecutora, actuaron aquí en perjuicio del Estado Venezolano, dado que el primero ordenó la asignación de divisas sin considerar la disponibilidad presupuestaria, y la segunda, tal como lo afirmó al ser interpelada por nosotros, dio curso a tal solicitud y procedió al respecto>> . El jueves 18 de mayo, mientras se desarrollaba el paro cívico general convocado por la Confederación de Trabajadores de Venezuela y que según el Ministro de Cordiplan, Miguel Rodríguez, costaba 11.000 millones de bolívares en pérdidas, Hurtado ante el vencimiento de la prohibición de salida del país dictada por el Juez La Riva, luego de pasar por la DIEX, salió rumbo a España a presidir un directorio del Banco Exterior de España y Los Andes, del cual es presidente en Venezuela. Al verificar la información en los archivos de la Dirección de Identificación y Extranjería de Relaciones Interiores, constatamos que para la misma fecha, por el caso Recadi, tenían prohibido abandonar Venezuela: Carlos Hernández Delfino, Andrés Manuel García Jiménez, Fuk Shuk Wing, Jesús Amado Ramírez, Carlos Jesús Ruiz Poleo, Carlos Alberto Siso Paván, John William Werner, Armando García Capriles, Emilio Puig, Aníbal Hidalgo, Francisco Hernández Rodríguez, Michael Stuart Dingere, Vicente Vegas Soko, Tulio Alvarez Rojas, Luis Torriente, Joseph William O`Neill Birmiham y Pierre Brun Bernard. Todos empresarios, empleados y directivos de las verificadoras y empleados bancarios. El 30 de junio, Carlos Tablante formalizó sus denuncias ante el Tribunal Superior de Salvaguarda, y a su presidente Silvestre Ortiz Bucarán entregó un breve escrito donde, basado en la comunicación antes referida, aseguró que el ex-ministro de Hacienda, Héctor Hurtado, indujo a Edgalia Bastardo de Leandro, ex directora de Recadi, a malversar el presupuesto de divisas de 1988, << provocando una merma sustancial en las reservas internacionales de Venezuela>> . Hurtado, con esa correspondencia -nos afirmó Tablante antes de llegar al Tribunal, en su oficina-, se constituyó él mismo en la Comisión de Importaciones e indujo a Bastardo a entregar esas aprobaciones, en forma irregular y constitutiva de daño al patrimonio público. La denuncia del Primer Vicepresidente de la Cámara de Diputados, estuvo asesorada por los abogados Alberto Quintero y Humberto Mendoza D`Paola, como casi todos los escritos entregados a Salvaguarda. Desde que comenzó La Agenda Secreta de Recadi en El Nacional, el viernes 31 de marzo de 1989, se hizo lo posible y lo imposible por entrevistar a Héctor Hurtado. Llamadas directas, mensajes con sus colaboradores de confianza, o por intermedio de familiares, no llegaron a convencer nunca al ex-ministro de Hacienda para acceder a nuestra petición. Estábamos obligados a buscarlo. Sabíamos, por informaciones confidenciales, que muchos de los miembros de la Comisión de Importaciones que él presidió, sistemáticamente se reunían para evaluar las denuncias y seguirle el pulso al caso Recadi. Este grupo de economistas y abogados, denunciado por Tablante como el Grupo H, tenía vínculos pasados, desde que trabajaban en la firma Promesa, donde prestaba sus servicios profesionales a terceros o al mismo gobierno cuando estaba Acción Democrática en la oposición. Así fue que Hurtado se convirtió en asesor de Leopoldo Díaz Bruzual (el mismo de la tesis de la devaluación lineal en febrero de 1983) en el Fondo de Inversiones de Venezuela, al comienzo del gobierno de Luis Herrera Campíns. Un buen día, el viernes 21 de julio, Héctor Hurtado sorprendió con una llamada por el directo de la sección de economía. Planteó al Jefe del área, Amado Fuguet, que estaba dispuesto a conversar sobre el caso Recadi, para puntualizar algunas cosas. Mostró muchas reservas en torno a la posibilidad de que nosotros lo enfrentáramos en la conversación. - Agustín Beroes está muy prejuiciado en el caso - explicó Hurtado a Fuguet, por el hilo telefónico. - Lo más conveniente es que Agustín se encargue -respondió acertadamente Fuguet- porque él es el responsable de la coordinación del caso y su seguimiento y lo ha estado llamando desde que comenzaron las denuncias. Llamamos a Hurtado a su nuevo teléfono particular, él mismo respondió y convinimos en vernos en su casa de La Lagunita Country Club el sábado 22 de julio a las nueve de la mañana. Al llegar a la << quinta aérea>> , estaban en casa su esposa y Guillermo Pimentel, quien se desempañó como asistente del ex-ministro en el despacho de Hacienda. Pimentel es el mismo personaje citado en el Capítulo II, que elaboró el informe para Reinaldo Leandro Mora, presidente de las comisiones de enlace con el gobierno saliente de Luis Herrera Campíns y que recomendó que las funciones de Recadi debían ser absorbidas por el Banco Central de Venezuela, planteamiento que, como dijimos, nunca se materializó en el gobierno de Jaime Lusinchi. Hurtado tenía un material por escrito donde refutaba las cifras mencionadas por Tablante en la denuncia introducida por ante el Tribunal Superior de Salvaguarda, referida a la Comisión de Importaciones. De entrada reclamamos a Hurtado el hecho de que no hubiera aceptado la conversación semanas antes. Respondió y así lo indicamos en la edición del martes 25 de julio, que las averiguaciones se hacían dentro de un contexto prejuiciado << que presupone la comisión de irregularidades y que todos somos culpables hasta que no demostremos nuestra inocencia, distorsionándose el principio básico de la justicia>> . Antes de recordar algunos pasajes de la conversación con Hurtado, es bueno decir que tiempo después un miembro del << Grupo H>> nos confesó (a fines de noviembre de 1989, pocos días antes de los autos de detención contra los funcionarios, ordenados por el Superior de Salvaguarda) que, finalmente, los abogados del equipo dirigido por Hurtado, recomendaron que el patriarca del grupo buscara la entrevista con El Nacional, porque había llegado el momento de pasar a la ofensiva. Esto fue lo que motivó la llamada voluntaria de Hurtado a nuestra redacción. -¿Por la respuesta anterior uno puede entender que usted piensa que el escándalo Recadi tiene origen y finalidades políticas? -planteamos a Hurtado una interrogante. - Evidentemente. La intención política de todo este escándalo es destruir toda una administración de cinco años, como lo fue la del Presidente Jaime Lushinchi. En este período el país se recuperó de la crisis de estancamiento de la economía que se vivió entre 1979 y 1983. - Usted ha sido directamente señalado en el caso Recadi pero además en su relación con varios funcionarios subalternos. Por ejemplo, está el oficio que dirigió a Edgalia Bastardo diciéndole que entregara divisas independientemente de la situación presupuestaria. - Hasta ahora yo no he sido interrogado por el Tribunal Superior de Salvaguarda sobre eso. Dentro del cupo global de conformidades de importación yo estaba autorizado para fijarle cupos a las empresas y aquí yo no le fijé cupo a ninguna. Ahora para las empresas de repuestos yo sí dije déle, aunque tenga el cupo agotado y en eso no hay ninguna responsabilidad. - ¿Pero al margen de la situación presupuestaria, como escribió en ese oficio a Edgalia Bastardo, directora de Recadi? - Presupuestaria era una forma común de decir las cosas. En realidad eran cupos nuevos que se habían asignado a empresas de repuestos. Como agotaron sus divisas, déle entonces, fue lo que ordené. - ¿Qué piensa del intento de suicidio de su amigo Héctor Meneses? En la carta dejada por él aparece usted mencionado dentro del contexto de que en la Comisión de Importaciones se manipulaban las actas y usted era el presidente de la Comisión 1.546...? - Se trata de un momento de debilidad, de miedo a enfrentar este escándalo que se ha producido y que yo prefiero enfrentar vivo, tranquilamente. No tengo idea de a qué manipulaciones se refirió. No lo sé... - Volviendo a Meneses, tenemos la información de que él y otros funcionarios suyos se reunieron con usted en esta casa pocos días antes de que tomara la fatal decisión ¿qué sentido tuvo ese encuentro? - El se
reunió conmigo y preparó parte de la exposición que yo
hice en el Congreso sobre el caso - Después del intento de suicidio, usted también se reunió con un grupo de exfuncionarios de la Comisión en el despacho de la Ministro de Hacienda Eglée Iturbe de Blanco. ¿Qué finalidad tuvo este otro encuentro? Me dicen que allí se firmaron algunas actas y que algunos miembros de la Comisión de Importaciones se resistieron a firmar, como Eduardo Mayobre y Eglée Iturbe de Blanco. - He ido varias veces al Ministerio de Hacienda por gestiones que tienen que ver con Extebandes. Ciertamente fui y fuimos todos los funcionarios para terminar de firmar algunas actas de la Comisión de Importaciones que estaban manuscritas. Eso es todo... - ¿Quiere decir que se ha estado reuniendo sistemáticamente con sus antiguos colaboradores? - Naturalmente. Después que nos denuncian, como es natural, tenemos que reunirnos porque nos están diciendo y dando con todo y esperamos que esto llegue hasta aquí... - ¿Qué final espera usted para el caso Recadi? - Se comprobarán algunas irregularidades donde estén metidos empresarios. Para mí un empresario es aquella persona que tiene una empresa y en este caso pidió dólares preferenciales. Puede que cometa fraude, pero es un empresario. Para que aquí llegara una vaquilla en mal estado, tenía que existir la complicidad de un funcionario que certificaba una importación. - ¿Y los funcionarios, como usted, del gobierno? - Pudiera ocurrir algo contra algunos funcionarios oficiales que verificaron en las aduanas. Puede ocurrir, yo puedo responder por mí... Hasta el primero de enero de 1990, no se conocía todavía el paradero de Hurtado, a propósito del auto de detención en su contra dictado por el Tribunal Superior de Salvaguarda, luego recovado por la Corte Suprema de Justicia. |