FISGONEO



CARBERTO

20 de enero de 2001

Cuando un NO se vuelve un SÍ


CITO: La columna de Beatriz López "En Parroquia" del 03-01-2001, me dará amplio tema para esta columna. ¡ Tranquila Beatriz ! No te voy a Fisgonear, ni más faltaba. Por el contrario, te deseo que persistas y tengas éxitos en el difícil camino de volver el No un positivo Sí.

COMENTO: Parafraseo el dicho popular: " Cada cual tiene su modo de matar.. vicios" Yo lo logré a mi manera, y persisto en esa decisión inquebrantable.

FILOSOFANDO: Se dice y con razón, que es el hogar el mejor ejemplo y el más seguro semillero de sanas costumbres. Nadie lo puede negar. Pero se olvida mencionar que allí también tienen asiento otras plausibles aficiones: la equitación, o cabalgatas así llamadas en nuestro tiempo, la pesca, la cacería de venados o aves silvestres, el ciclismo y otras , como los riñas de gallos, las corridas de toros o las carreras de caballos. Muchos de los hijos seguían la misma ruta de su "chicludo" padre. Pero cómo olvidar otra clase de adiciones muy en boga, es más de moda y que volaba de "boca en boca" : el cigarrillo. Quien no fumara, le faltaba algo para ser un verdadero "macho".

Era papá, un "fumador empedernido" y un "tintómano recalcitrante", y en contraste un "abstemio absoluto". El tinto sigue siendo mi habitual compañero. El traguito, muy de vez en cuando y de cuando en vez, pero al cigarrillo le di un adiós definitivo. ¿Y cómo lo logré ? Va de cuento: Después de fracasar en algunos de los mismos métodos que detalla Beatriz, acudí a mi propio sistema "masoquista", martirizarme yo mismo que dio positivos resultados. Imité a los enamorados cuando pelean con su amiga., compañera o amante , que para tratar de olvidar ponen un retrato en parte visible de su sitio de trabajo, y otro en colores, lo acomodan en su billetera, y un tercero, el que les trae mayores recuerdos, siempre lo llevan en el bolsillo más cercano al corazón, el de su camisa. Así actué yo. Varias cajetillas de mi adorado "Pielroja", me acompañaban siempre. Un día cuando era mayor mi ansia, y el recuerdo de su ausencia martizaba mi mente, desesperado violé su intimidad, le abrí el pecho y saqué uno de sus tesoros. Sus embrujos, me acicateaban, entre mis dedos, acaricié su forma semichata y a la vez esbelta que me era tan familiar, y con pasión lo besé no una, sino varias veces....... Era tanta mi desesperación que no pude resistir más y lo confieso,.... le prendí fuego. Para calmar mi loca angustia, intenté aspirarlo pero el humo para mí ya desconocido , me contuvo. Lo boté en un solo intento de fortaleza. Un espíritu burlón me susurró al oído: ¡ Rímale unos versos ! Hoy cuando rebrujaba mis papeles recuperé los versos,... de verdad vale la pena conservarlos, así lo he hecho.

Epílogo: Desesperado, consulté a un pariente muy cercano, médico siquiatra, a quien vacié mi angustia, en esta queja: "Cómo le parece que desde que dejé de fumar, sudo en exceso. La cabeza no me funciona como antes, hasta "brútido" me estoy sintiendo, y no sólo el ánimo lo tengo caído, todo se me desplomó. No sé qué hacer". "Vea Don Carlos, me respondió con sequedad: No se ponga a buscar pretextos, donde no los va a encontrar. Resuelva usted solo: Fuma o No Fuma.

La franca respuesta y oportuno consejo fueron mi salvación. Allí comprendí que Un No puede ser Si. Hace más de 30 años que no fumo.




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