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De entre todos los símbolos mágicos o actuantes, acaso el de la Rueda sea muy claro para nosotros, los occidentales, crepusculares hijos de la tarde y la sombra. Un punto inmóvil y su irradiación hasta la periferia, produce posteriormente el movimiento de la rueda, la que gira indefinidamente recorriendo siempre análogos caminos de tiempo. La rueda es un espacio curvo cerrado en sí mismo, un continuo. Un plano de la realidad que se repite incesantemente en un orden dado. La expansión y la contracción están simbolizadas en la rueda. Y también la espiral, mostrándonos la salida vertical alrededor del eje de la esfera. La unidad central y la multiplicidad centrífuga, dan forma a estas figuras geométricas. El círculo, o ciclo, o rueda, es el plan o plano, de un hombre o cosmos. Al norte la medianoche, al sur el mediodía; al norte el nacimiento, al sur la plenitud, y luego el descenso inevitable, con el sol en occidente y llegando al fondo de las tinieblas. En ese momento, entonces, al sol no le queda otro remedio que ascender.

 

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