LA
CABALA DEL RENACIMIENTO
NUEVAS APERTURAS FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS |
LA TRADICION HERMETICA Y LA CABALA (1) |
Marsilio Ficino y Giovanni Pico de la Mirandola El hecho de la comprobación por parte de Issac Casaubon de que estos libros fueran recientes, de los primeros siglos del cristianismo, refutó la creencia de que tenían esa antigüedad y por lo tanto no reflejaban el pensamiento egipcio, lo que disminuyó en parte su prestigio, como si un error de datación bibliográfica pudiera deslegitimizar los contenidos de este tesoro sapiencial. Pero eso sólo en parte enturbió sus contenidos, puesto que este pensamiento análogo a la forma en que se expresa el bíblico, ha quedado testimoniado en sus textos que datan probablemente de la Alejandría egipcio-griega-romana, como sucede con diversos escritos que recogen tradiciones antiguas en tiempos más recientes como es el caso igualmente del Talmud de Jerusalén y el de Babilonia mucho más recientes que las tradiciones judías que manifiestan. Motivo por el cual tomamos a los libros de la Hermetica en tanto que expresiones vivas de un pensamiento de raíces egipcias que aún subsistía en aquella época, como puede ser observado en una vasta literatura que los cita y que a su vez toma al nombre de Hermes como al principal protagonista, no sólo de un modo filosófico, sino también en relación con la magia "popular", los amuletos, los talismanes defensivos, los pantáculos mágicos y los conjuros, análogos o exactos a los de la Cábala, a lo que se suma el testimonio de numerosos sabios de la antigüedad, en cuanto se referían éstos a un tipo de creencias a las que se les daba el nombre de herméticas, o se ponían bajo el patrocinio del dios Hermes. Se debe aclarar que este inmemorial legado que hoy está presente entre nosotros se debe a que se ha vuelto a estudiar hace un tiempo, renovándose desde que se publicaron las más importantes versiones del Corpus, tanto en la Inglaterra victoriana (W. Scott) como en Francia (A. D. Nock y A. J. Festugière, siglo XX) aunque ya en el siglo XIX hubiese sido traducido a esa misma lengua por L. Ménard.108 Es difícil hablar de estos libros sin mencionar el impacto emocional e intelectual que producen en los que consideran a Platón y a la Biblia como sus fuentes más importantes de conocimiento, que junto con el legado invisible de la civilización egipcia conforman un bagaje erudito y filosófico o, como dice el mismo Asclepio, una religio mentis. Es decir, la obtención del Conocimiento por intermediación de la palabra, en este caso escrita, reproducida en diálogos, expresada por personajes e Himnos como este:
Y el siguiente, lo opuesto, ejemplo de gnosis negativa, relativo al lamento de las almas por su incorporación a la Creación:
Como se ve en estos ejemplos el tono del discurso es tan valioso y efectivo como la grandeza de los distintos temas e ideas cosmogónicas y de sabiduría que lleva implícitos, y que se les hace decir a unos personajes sobre los que reina Hermes de modo directo, o de manera indirecta, y que conforman al resto de los protagonistas que transcurren por los textos. Marsilio Ficino recibió estos libros que venían de Oriente y quedó para siempre tocado por esta herencia griega prácticamente desconocida –ya que Occidente sólo poseía una versión latina del Asclepio que el toscano admiraba– y que tan bien casaba con sus estudios platónicos y sus creencias cristianas, ya que además de ser un sabio versado en la Antigüedad clásica, era sacerdote católico. También médico, lo cual es frecuente en los esoteristas de su época, y muy importante en la corte de los Médici, donde su príncipe Cosme era muy amigo del padre de Ficino, Diotifece, su médico personal.111 Igualmente era músico y cantaba y bailaba los himnos órficos y los de Proclo y asimismo los Hermetica al compás de la armonía del cosmos, acompañado con una "lira de braccio", mientras todo ello constituía una bellísima ceremonia, propia del arte de la época, donde se disfrazaban, o mejor, se ocultaban de modo refinado y simultáneo la gnosis y la incantación. En efecto, esta posibilidad de ritualización propia de la teúrgia encontró en Ficino un inspirado intérprete y un protagonista mágico de la Tradición, esa prisca theologia, que atesoraba un Conocimiento secreto, aunque sin embargo accesible y brillante en este texto o aquél, tanto en la Biblia como en Platón y el Corpus Hermeticum, y que a su vez era aquello que las propias cosas, seres, o fenómenos, manifestaban en el concierto universal de su alma. Esta revelación que recibe el sabio florentino, por medio de estos libros, lo acompañará para siempre iluminando todos los órdenes de su vida al moldear su pensamiento y su obra. Dejemos que él mismo lo transmita en su auto de fe para ingresar al sacerdocio:
Y esta creencia que verifica la unidad fundamental de las tradiciones que lleva a la idea de una Tradición Primordial y Unánime llamada en ese tiempo prisca theologia, caracterizará el pensamiento ficiniano –y el de Pico– y se proyectará hacia el futuro, ya que se prolongará en la Historia de las Religiones, o religiones comparadas, que incluirá posteriormente otras tradiciones desconocidas, o prácticamente ignoradas entonces, como las del Extremo Oriente, o las Precolombinas, con análogas cosmogonías a las occidentales y a veces idénticos simbolismos y mitologías. Por otra parte al comienzo ya se ha señalado la importancia de la historiadora inglesa del Warburg Institute, acerca de mostrar el papel fundamental del Corpus Hermeticum en la filosofía de Ficino, en su obra y su vida en pos del Conocimiento, lo que se le manifestó en distintas vías de varias tradiciones que tuvo la inmensa suerte de conocer de primera mano a través del estudio exhaustivo de los autores que tradujo que incluían constantemente a la Teosofía griega, y a la pagana en general, especialmente la egipcia que era la más antigua y la madre de las tradiciones conocidas, entre ellas la Cábala judía, basada en el Pentateuco, o sea en Moisés, por lo tanto posterior al Thot egipcio, dios mensajero, escritor, identificado con Hermes Trismegisto en uno de sus tres aspectos.113 Pero vayamos ahora a Pico del que ya hemos dicho es el introductor de la Cábala hebrea en el pensamiento occidental en el Renacimiento, advirtiendo también que el intercambio intelectual entre judíos y cristianos era bastante corriente en la Edad Media y volvió a brillar en Florencia, en el Renacimiento y por lo tanto en todas las cortes italianas, a saber, el mundo entero, simbolizado para ellos por Europa. Nosotros aceptamos aquí el punto de vista de la escritora británica, al que hay que agregar fundamentalmente el nombre de Proclo en la formación de Ficino,114 autor al que volveremos más adelante.
Para insistir de modo puntual:
Y más adelante esta extraordinaria investigadora explica en tres palabras el arduo tema de la Teúrgia:
Como se puede apreciar es sobre Ficino y Pico donde se construye la estructura del primer pensamiento renacentista, el verdadero humanismo y la posterior proyección del mismo en los siglos XVI y XVII en Alemania, Francia e Inglaterra, sin olvidar la península ibérica, pasando a América posteriormente mediante diversos conductos, la mayor parte más o menos vinculados con la Masonería, heredera de la Orden de los Rosacruces. Eugenio Garín, en un libro que ya hemos citado anteriormente nos ilustra igualmente sobre las relaciones de Ficino con Hermes y el hermetismo.
En lo que se abunda posteriormente:
En el mismo sentido117 se expresaba Kristeller en relación a la nueva Academia Platónica:
Marsilio creía ser también, como hemos apuntado, el continuador de la Academia que había durado hasta el siglo VI gracias a la inmensa grandeza que le otorgó Proclo118 en el siglo V con su autoridad de sabio director durante cuarenta años de trabajos y estudios sacros y el rito del silencio, la meditación y la apertura a otros estados de conciencia y su realización, lo que va constituyendo los tramos, o mundos, de la iniciación en los misterios del Conocimiento. No podemos aquí tratar a Proclo en profundidad, figura clave en la interpretación de Platón.119 Desgraciadamente Justiniano mandó cerrar la Academia en el 529.120 María Toscano y Germán Ancochea refiriéndose a esta figura sintetizan así la teoría (en su sentido etimológico) de las emanaciones:121
Nos ha interesado mucho esta última posibilidad trasladada al esquema del Arbol Sefirótico y su división en cuatro planos, o sea que Kether en el Arbol de Asiyah sería el Malkhuth en el Arbol de Yetsirah, y el Kether de Yetsirah sería el Malkhuth de Beriyah. Como el Kether de Beriyah es el Malkhuth de Atsiluth y el Kether de Atsiluth la meta esquiva de la metanoia.122
Tanto en una época como en otra, ambos, Proclo y Ficino, fueron grandes teúrgos y ambos la unidad de serie, la cabeza de módulo, primeros en el espacio que generaron y siguen generando merced a la Gracia que les otorgan los dioses, nudos, o puntos de coyuntura en la red de la transmisión cósmica con la que se encuentran ahora ligados por finísimas cadenas de oro intelectual. Y esa red es también musical, por lo que no eran inocentes los ritos del hierofante florentino ejecutados con la "lira de braccio" y los himnos y salmos que entonaba con una vocalización exquisita.124 D. P. Walker refiriéndose al arte ficiniano nos dice:125
Y por lo tanto se atiene a los fundamentos de su propia magia natural y simpática basada en la aplicación de las leyes de la analogía, como puertas de entrada a un mundo maravilloso. En efecto, el amor, que descubre la simpatía entre los seres establece la magia del conjunto donde la atracción y el rechazo juegan una danza permanente, incluso cambiando de polaridades, lo que define una característica del ser humano en cuanto miniatura del cosmos y como el principal agente del universo, empero sumido en la ignorancia total de sus posibilidades. Por otra parte esta atracción y rechazo de los seres y las cosas da lugar a la magia natural, donde los elementos de la creación, incluso los seres humanos, participan de una ronda gigantesca de la que los destinos individuales (y los colectivos) convergen en una danza perenne y se van formando merced a la Inteligencia, capaz de separar con discernimiento los valores aptos para la construcción de un espacio otro necesariamente análogo al precedente en cuanto a los elementos con los que toca edificarlo, pero siempre nuevo en tanto la conjunción amorosa se ha producido. De allí la novedad permanente del amor y de la magia, conceptos que suelen ir de la mano también en Ficino y que nos revelan a aquélla como una forma del Amor –o viceversa– en cuanto se destaca la analogía de ambos unidos en un fin y origen común, componentes del hombre por su propia naturaleza, en donde se reflejan. Y así Marsilio nos llama a la reflexión.
Ideario que se concreta en otra carta del florentino a Giovanni Francesco Ippoliti,127 el distinguido Conde de Gazzoldo:
Para finalizar su misiva de esta suerte:
Las cartas de Ficino son documentos extraordinarios que nos muestran el Renacimiento desde el punto de vista de la Academia y enuncian sus ideas como si fueran exposiciones de sus libros, teniendo como corresponsales a las figuras más destacadas de Europa, ante las cuales va desarrollando su pensamiento de acuerdo a la oportunidad que le brindan sus letras. Y así todo el conjunto del epistolario que se publicó en vida del autor y que conforma una obra más en su producción, tal vez la más importante en cuanto expone su pensamiento de modo sintético, a veces coloquial, constituyendo un tesoro para los investigadores, o simplemente aquellos que se interesan por el Renacimiento, su cultura e historia.129
Algunas cartas aprisionan el ambiente, lo fotografían, lo rememoran, como ésta que se refiere a una reunión de la Academia:
También sabe hacerlo en sus libros, y su discurso no tiene nada que ver con el aristotélico tomista, indispensable en la Edad Media, ni con los posteriores y enajenantes "sistemas" filosóficos, de Descartes a Kant, que hoy se entienden como si fuese la verdadera y única filosofía, algo ejemplar que se admira y constituye lo que "es", el progreso del pensamiento humano a partir del mono, o sea de otra especie. Pero estamos afortunadamente aún en el Renacimiento, en la Florencia de los Médici y su Academia Platónica y Ficino nos dice en su De Amore en el capítulo III, "Del Origen del Amor":131
Como puede apreciarse la existencia de tres mundos, en todo lo creado es exacta a la afirmación cabalística que hemos estado tratando con los que se corresponden. El primero constituye el Plano de Atsiluth, el segundo, el del alma o intermediario lo conforman el de Beriyah y Yetsirah, y finalmente el de Malkhuth donde coagula todo el edificio. Ficino lo dice todo; también a personajes importantísimos, incluso con poder social y político, por lo que influyó en toda Europa. En cuanto a su pensamiento al que despliega una y otra vez en su correspondencia, como en un rito en que se reconstruye una vez más el mundo desde sus raíces, se lo sintetiza y se lo pone clarísimo.
En primer lugar, la importancia radical asignada a la trinidad de los Principios; en segundo, la mención del Amor y la Justicia, conjugados en la Belleza, lo que es lo mismo que decir, Hesed y Gueburah unidos en Tifereth. Sin embargo, Marsilio Ficino no estudió hebreo ni conoció la Cábala, sino a través de Pico, aunque es probable que hubiese visto a algunas de las amistades judías de éste, en especial las que vivían en Florencia donde Pico radicó los últimos seis años de su corta vida. Pero nos volcamos a creer que este discurso del florentino es el que Scholem, seguido por la casi totalidad de los cabalistas actuales, ha llamado "gnóstico", o sea, la forma griega, pagana, pitagórica, devota de Júpiter, Hermes Trismegisto y Afrodita en que se ha expresado siempre la Tradición esotérica y metafísica, es decir, la Cábala, que es la adaptación de estas ideas a la Tradición judía según dice el propio Scholem, incluso a sus usos y costumbres. En rigor, ni Pico ni Ficino fueron cabalistas cristianos. El primero tuvo necesidad del Zohar y el hebreo, los Oráculos Caldeos y la magia para demostrarse la divinidad de Jesús pese a su sólida formación aristotélica-tomista implantada en el norte de Italia; Ficino, lo estamos viendo, recurre a los himnos de Orfeo para sus ritos y a la filosofía de Platón, vía Proclo y Plotino, es decir pagana, para expresar el misterio y la Sabiduría. Ambos autores se destacan por subrayar aspectos de la civilización europea, negados por la cultura de la Edad Media, o sea, la cristiana y posteriormente la islámica aunque esta última transmitió a Europa muchos valores intelectuales del bagaje griego –vía la Península Ibérica– adquiridos aquí y allí, fundamentalmente en el período del imperio Omeya. Así que son cristianos sólo de nombre, respecto a lo que se entiende oficialmente por tal; y si consideramos la formulación de su pensamiento puede deducirse que hubiesen sido quemados en la hoguera durante la Contrarreforma cien años después. Por lo que pudiera afirmarse, tal como se lo hace, que el ideario del Renacimiento es un rebrote de la antigüedad clásica, un neopaganismo, donde cabe la Cábala judía, por sus análogos y correspondientes desarrollos filosóficos. Pero ¿cómo puede ser aceptado esto por el pueblo de Israel? ¿Su religión entonces no existe ya que su Cábala=Tradición es propia de otra cultura? Y son muchos los que han planteado esta contradicción sin tener en cuenta que lo que interesa para la Cábala son los textos sagrados, particularmente la Torah, los cinco primeros libros de la Biblia, también llamados el Pentateuco, tomados como revelados y atribuidos míticamente a la mano de Moisés. En ellos está todo y es aleatoria la estructura de pensamiento en que se formulen o comenten. Por otra parte es lo mismo que sucede en el cristianismo respecto a la adaptación con la cultura clásica, griega y romana, y esto ha sucedido siempre con todos los pueblos. El ejemplo simbólico más notorio es la construcción de los templos sobre las ruinas de otros existentes, con lo cual se perpetúa la metafísica, basada en la cosmogonía, de modo perenne. Y es por ello que se fundamenta la idea de la identidad de todas las tradiciones por ser arquetípica. Esta idea, de la unidad de las tradiciones expresada como nadie por René Guénon, A. Coomaraswamy y J. Campbell en el siglo pasado, tiene ya su precedente renacentista en el pensamiento de Ficino y Pico, que descubren constantemente las analogías entre metafísicas y cosmogonías unánimes y que son, en este sentido, precursoras de la moderna historia de las religiones. Y no sólo concilian el paganismo y el judaísmo con el cristianismo, sino que viven y practican esta asimilación, que llegará incluso a unificar igualmente determinadas partes de Aristóteles y Platón, o sea del mundo pagano. Lo mismo el Corpus Hermeticum con Platón y Proclo. Todo ello con la Cábala judía, en lo que a Pico se refiere. Siguiendo con el comentario al Convivio de Platón, en el Discurso Quinto capítulo IV afirma que "la belleza es el esplendor del rostro de Dios" de esta manera:
Y en el Discurso Sexto capítulo IV134 nos enseña acerca "de los siete dones que Dios concede a los hombres a través de los espíritus intermedios":
Para cerrar con nuevas enseñanzas que completan su prédica y justifican su vida y actividad:
Y así es esta obra dividida en Siete Discursos, numerosos capítulos, y en la edición que manejamos alcanza las 230 páginas, donde está debidamente fundamentada la filosofía que tratamos cuyos antecedentes están ya esbozados en otros textos. En todo caso nos interesa el tema del amor y cómo llega nuestro filósofo, a él. En su dedicatoria a Giovanni Cavalcanti el propio Marsilio declara sencillamente por qué ha escrito la obra:
La traductora del De Amore, en su estudio preliminar,137 se refiere al "furor divino" idea que hereda Ficino de Platón haciéndola propia y desarrollándola en sentidos que se alejan de su origen –al punto que es una elaboración del florentino– aunque relacionada igualmente con el amor, que perdurará y creará fundamentos para la poesía y el arte del mundo contemporáneo.138
Igualmente análogos conceptos pueden advertirse en la antología sobre el Furor en Ficino, que ha editado Pedro Azara, en la conclusión de su nota introductoria que acaba de esta forma:139
Como se ve el tema de Ficino es interesantísimo y permite enfocarlo desde diversas perspectivas, incluso el mismo Marsilio alguna vez parece contradecirse, o tratar de explicar algo paradójico en su raíz, lo que agrega suspenso a sus interpretaciones y en general a su discurso. Pero dejémosle hablar en la carta escrita a Peregrino Alio, ya mencionada:
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NOTAS | |
108 | Louis Ménard, Hermès Trismégiste. Guy Trédaniel, París, 1977; W. Scott, Hermetica. Shambhala, Publications, Boston, 1993; Hermès Trismégiste, Poimandrès, Asclepius et Fragments, Extraits de Stobée (4 vol.), A. D. Nock y A. J. Festugière, Les Belles Lettres, París, 1991; Textos Herméticos, Ed. Gredos, Madrid, 1999, traducción y notas de J. Renau; Corpus Hermeticum y Asclepio, Edición de Brian P. Copenhaver, Ed. Siruela, Madrid, 2000, traducción de Jaume Portules y Cristina Serna; F. González, Los Libros Herméticos en Symbolos 11-12, Barcelona, 1996, que también incorpora la traducción del Poimandrés I-XI; Hermes Trismegisto, Corpus Hermeticum. Edaf, Madrid, 1998, selección y versión de W. Scott traducido por Manuel Algora; Hermes Trismegisto, Tratados del Corpus Hermeticum, Enseñanzas secretas de Hermes a Tat, Asclepio, Discurso iniciático. Mra Creación y Realización Editorial, Barcelona, 1997; Hermes Trismegisto, Obras completas (3 vol.). Muñoz Moya editores, Barcelona, 1995, traducción y notas de M. A. Muñoz Moya; Hermes Trismegisto, Obras completas. Corpus Hermeticum. Indigo, Barcelona, 1998, traducción de Nuria García Amat; Los libros de Hermes Trismegisto. Edicomunicación, Barcelona, 1977, traducción de la versión de Ménard por Guiomar Eguillor. |
109 | Textos Herméticos. Poimandrés, Himno XIII. Ed. Gredos, Madrid, 1999, p. 215. 110 |
110 | Textos Herméticos. Extractos de Estobeo, Capítulo XXIII, pág. 367. |
111 | El apellido Médici se ha prestado a interpretaciones de cábala popular en relación con el poder de curar, favorecido ello por el escudo familiar con círculos que pueden parecer medicinas o apósitos. También píldoras de veneno, muy frecuentes, como se sabe, en ese tiempo aunque lo usual para curar eran las sangrías que duraron hasta el siglo XIX. |
112 | Eugenio Garín, Marsilio Ficino y el Platonismo. Alción Editora, Córdoba, Argentina, 1997, pág. 38-39. |
113 | "Es un hecho incontrovertible que todos los estudiosos del neoplatonismo renacentista, cuyos trabajos tienen como base las traducciones y la obra de Ficino, harían bien en tener en cuenta. No ha sido aún suficientemente investigado cuál pudo ser el efecto sobre Ficino de su enfrentamiento, impregnado de temor reverencial, con los Hermetica, considerados como expresiones de la prisca theologia, fuente originaria de las iluminaciones procedentes de la mens divina, ni cuáles fueron los motivos que le empujaron a estudiar el núcleo originario del platonismo interpretándolo como una gnosis derivada de la sabiduría egipcia". Frances A. Yates, Giordano Bruno y la Tradición Hermética. Editorial Ariel, Barcelona, 1983, pág. 34. |
114 | Y no sólo porque este último fue el platonicorum maximus de su tiempo, o sea el director de la Academia, como Proclo, sino que asimismo tituló a su obra principal Theologia Platonica, como su antecesor neoplatónico, estableciendo de ese modo coincidencias y diferencias entre ambos. No hemos visto que se hayan estudiado comparativamente estos textos. |
115 | Marsilio Ficino y el Platonismo, op. cit., pág. 54. |
116 | Ibid., pág. 63. |
117 | Paul Oskar Kristeller, Ocho filósofos del Renacimiento italiano. Fondo de Cultura Económica, México, 1970, pág. 58. |
118 | Proclo (412-485). Obras: Teología Platónica. Comentarios al Alcibíades, Parménides, Timeo, Fedro, Fedón, República y Leyes de Platón. |
119 | Para la vida de Proclo ver Marino de Neápolis, Proclo o de la felicidad. Iralka, Irún, 1999. |
120 | Proclo, filósofo neoplatónico que se había reconocido hijo de Hermes Trismegisto, y profesaba, como otros gnósticos, la idea de la emanación, o mejor emanaciones que, como hemos visto, es propia de la Cábala. |
121 | María Toscano y Germán Ancochea, Místicos Neoplatónicos, Neoplatónicos Místicos. Etnos, Madrid, 1998. |
122 | Ver Federico González, El Tarot de los Cabalistas, Vehículo mágico, op. cit., Capítulo V, pág. 111 a 143. |
123 | Místicos Neoplatónicos, Neoplatónicos Místicos, op. cit., pág. 40. |
124 | Ficino, Pico y muchos otros participaron de ritos de esta naturaleza, lo que nos es relatado en una carta de Girolamo Benivieni recogida por Eugenio Garín en su Hermétisme et Renaissance. Éditions Allia, París, 2001, pág. 25, que precisa: "Es probable que hacia 1489 Ficino se librara, como Pico, a estas experiencias mágicas de las que más tarde tuvimos conocimiento por una carta de Girolamo Benivieni: 'la bella memoria del conde Juan Pico de la Mirandola ha buscado un tiempo junto a Marsilio Ficino, en la villa de Careggi y en otros lugares, alcanzar la unión del espíritu con Dios por medio de la magia natural y siguiendo la doctrina cabalística, así como con las observaciones, las oraciones y los perfumes que conocían, y también para hacer milagros y profetizar'". |
125 | D. P. Walker, La Magie Spirituelle et Angélique, de Ficin à Campanella. Editione Albin Michel, París, 1988, pág. 26. Traducción de Marc Rolland. |
126 | Carta sobre el "Furor Divino", Marsilio Ficino saluda a Peregrino Alio. Marsilio Ficino, Sobre el furor divino y otros textos. Traducción de Juan Maluquer y Jaime Sainz, Editorial Anthropos, Barcelona, 1993, pág. 13 y 15. |
127 | Marsilio Ficino, The Letters of Marsilio Ficino. Vol. III, Ed. Shepheard Walwyn, Londres, 1994, pág. 28. |
128 | Ibid., pág. 31. |
129 | De hecho, sus libros están dedicados de modo epistolar a diversos personajes florentinos o no, de los que era amigo. Muchas de estas cartas jamás fueron enviadas a sus destinatarios. Creemos, incluso, que formaban parte del mundo mágico y evocativo en que Marsilio vivía y donde esos personajes circulaban libremente. Marsilio Ficino, The Letters of Marsilio Ficino. Vol. I, Ed. Shepheard Walwyn, Londres, 2001, pág. 160. |
130 | Ibid., pág. 160. Carta de Marsilio Ficino a Jacopo Bracciolini, hijo del orador Poggio y heredero del arte de su padre. De modo paralelo se manifiesta en el Proemio (capítulo I, según la edición que manejamos) al De Amore que es un comentario del florentino sobre el Banquete de Platón. |
131 | Marsilio Ficino, De Amore, Comentario al Banquete de Platón. Traducción y estudio preliminar de Rocío de la Villa Ardua, Editorial Tecnos, Madrid, 1994. Discurso Primero, Capítulo III, pág. 10-11. |
132 | Ibid., Discurso Segundo, Capítulo I, "Dios es bondad, belleza, justicia, principio, medio y fin", pág. 21-22. |
133 | Ibid., pág. 95-96. |
134 | Ibid., pág. 128-129. |
135 | Ibid., Capítulo XI, pág. 160-161. |
136 | Ibid., Apéndice, "Proemio a Giovanni Cavalcanti", pág. 231. |
137 | Ibid., Estudio preliminar de Rocío de la Villa Ardua, pág. XXXVI y XXXVII. |
138 | André Chastel, Marsile Ficin et L'Art. Librairie Droz, Génova, 1996. |
139 | Sobre el furor divino y otros textos, op. cit., pág. LXXIII-LXXIV. |
140 | Ibid., pág. 21-22. |