Tríptico holandés (fragmento).
El texto completo (ilegible para nosotros) dice:

PALMERA
"Es árbol de vida para los que a ella están asidos, felices son los que la abrazan" (Proverbios 3, 18).
"¡Oh, todos los sedientos, id por agua,
y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed sin plata,
y sin pagar, vino y leche!" (Is. 55,1)

SALMO XCII
"Florece el justo como la palmera,
Crece como un cedro del Líbano.
Plantados en la Casa de Yahveh,
dan flores en los atrios del Dios nuestro.
Todavía en la vejez producen fruto,
se mantienen frescos y lozanos,
para anunciar lo recto que es Yahveh:
mi Roca, no hay falsedad en él."

 

CAPITULO II
El SEFER YETSIRAH Y EL BAHIR
(cont. y fin)

El Bahir: El libro de la Claridad
Este sagrado libro sapiencial y poético, anterior al Zohar, nace en la Provenza y se cree es el fruto de distintos sabios pertenecientes a la escuela cabalística de ese lugar. De pronto el tema principal se detiene o toma otro discurso abandonando las secuencias y el ritmo que llevaba por lo que éste deliberadamente se ocultó por los autores o por la censura rabínica siempre presente y análoga a la cristiana e islámica. En realidad podría ser considerado un conjunto de textos –como muchos libros sagrados– coleccionados para ser difundidos, leídos y salmodiados como ejercicios nemotécnicos. Se podría decir que este libro prologa la aparición de los textos de Isaac el Ciego, los de Cataluña y del Zohar y refleja el pensamiento cabalístico de la época a ambos lados de los Pirineos.

Como en el Sefer Yetsirah su tema es el alma por la que transcurren numerosas aventuras engendradas por temor a Yahvéh, o sea por profundo respeto a lo sagrado y a la autoridad de su Tradición expresada por Moisés y su decálogo, al que sin embargo trascienden en sus especulaciones, más allá de la ley. Por lo que han sido perseguidos los sabios israelitas, como otros muchos en distintas tradiciones abrahámicas donde hoy se visualiza al conocimiento de lo sagrado como una forma de la fantasía, en el mejor de los casos, o algo rígido que puede ser utilizado como forma de poder, individual o socialmente.

El Sepher ha Bahir, o Libro de la Claridad46 recibe este nombre del libro de Job, (37, 21) que dice así:


Ahora ya no se ve la luz,
que queda oscurecida por las nubes;
pero pasa el viento y las despeja,
y una claridad llega del norte:
gloria terrible alrededor de Dios.


Trabajaremos aquí con la versión bilingüe hebreo francesa de Joseph Gottfarstein (Verdier, 1982) en donde al presentar su trabajo sobre el tema y refiriéndose al estilo del Bahir afirma:


Algunas partes presentan una unidad de composición como por ejemplo la serie de proposiciones que se refieren al Sefer Yetsirah constituyendo el comienzo de una nueva exégesis de él.

Las diez sefiroth mencionadas por primera vez en el Sefer Yetsirah se presentan en el Bahir bajo la apelación de diez palabras enunciadas por el texto del Génesis. Se trata de diez palabras divinas en medio de las cuales el mundo fue creado. Ellas son instrumentos divinos al mismo tiempo que los recipientes que contienen el todo, correspondiente al "pleroma" de los gnósticos.


Y agrega más adelante:


También la influencia del Bahir sobre toda la Cábala española fue decisiva…


lo que es evidente al comparar sus distintos textos y la estructura y las imágenes de los mismos, que son más explícitas en la literatura cabalística española posterior.

Y finalmente Gottfarstein anota:


Visto su carácter inusitado y los elementos gnósticos que están implícitos, el Bahir suscitó después de su publicación la ira de pensadores judíos adversarios de la Cábala.


Esto fue así para este tratado desde su difusión en el siglo XII en que fuera calificado de herético, lo que ha sido una constante en relación con la Cábala (gnosis hebrea) hasta nuestros días frente a un rabinato religioso y literal que cree defender la Tradición judía, identificándola con la ley, vinculada a la piedad por la piedad misma y sólo a la observación de usos y costumbres.47

Gershom Scholem que estudió el Bahir por cerca de cuarenta años en su aspecto conceptual e histórico y escribió sobre él una importante contribución de 180 páginas (un libro) en su Los Orígenes de la Cábala, amén de otras menciones a lo largo de su obra, afirma entre otras muchas cosas en cuanto al pensamiento subyacente presente en estos textos fragmentarios e inconexos después de haber explicado el concepto de pleroma (plenitud) y el empleo vario de este término:


… los místicos de la Merkabá sustituyeron el trono divino por el pleroma gnóstico, y el lugar de los eones fue ocupado por el aparato de la Merkabá, tal y como se describe en símbolos muy concretos en la visión de Ezequiel o como se desarrolla a partir de ésta. Pero precisamente aquello que estos místicos esperaban eliminar del universo de su discurso por medio de la traducción o transformación en una terminología puramente judía, evitando así que cayera bajo "sospecha" de tener orígenes foráneos, aparece ahora, para sorpresa nuestra, en los fragmentos que hemos reconocido como pertenecientes a los estratos más antiguos del Bahir. El lenguaje y los conceptos son los mismos, y buscamos en vano una respuesta a la pregunta de cómo esta terminología se pudo originar o recrear de nuevo en el siglo XII, si no es mediante alguna filiación a fuentes ocultas relacionadas con la antigua tradición gnóstica.48


Y luego añade después de haber analizado pormenorizadamente los elementos que avalan su pensamiento:


En el Bahir podemos reconocer todavía con bastante claridad los esfuerzos que se hicieron por introducir una terminología más o menos coherente en el uso de estos símbolos respecto a las sefirot específicas, aunque hubo de pasar cierto tiempo antes de que este proceso de cristalización de los Nombres y el simbolismo de la Cábala antigua llegara a término. Los diferentes intentos se contradicen con frecuencia entre sí. Mientras que los comentaristas de la Cábala se esforzaban en poner de acuerdo, o unificar, los símbolos, al historiador, como es natural, no le interesa esta clase de exégesis armonizadora. Veremos algunos ejemplos que sugieren tradiciones contradictorias que fueron simplemente yuxtapuestas en el Bahir. Aquí, también, la elección de símbolos y denominaciones para una u otra sefirah refleja el proceso mediante el cual los gnósticos designaban a sus eones. A ellos les gustaba adoptar como nombres para los eones términos abstractos tales como pensamiento, sabiduría, penitencia, verdad, gracia, grandeza, silencio, o imágenes como padre, madre, abismo, etc. Estas designaciones, algunas de las cuales son idénticas a las que se encuentran en documentos antiguos mientras que otras se creaban de acuerdo con los métodos de exégesis gnóstica, llenan las páginas del Bahir. Allí, sin embargo, se derivan de versículos bíblicos o incluso de frases agádicas de los rabinos.


El erudito judío, una de las columnas que estructuran este estudio, desconoce la idea de una gran Tradición Primordial, siempre presente y aún viva, tal como lo estuvo para los israelitas del tiempo en que fueron escritos los textos sapienciales cabalísticos, así como los que escribió Moisés que son, en definitiva, la fuente de donde emana toda la gnosis judía. Con esto queremos decir que la Tradición en última instancia es atemporal y posee un espacio propio fuera de todo tiempo y lugar, perfectamente actual y por lo tanto siempre permanece renovada y a-histórica.49

Por eso son vanos los esfuerzos profesionales y "académicos" por querer clasificarla casi entomológicamente y que una vez realizada esta operación, de previa desinfección y ornato, recién esté apta para ser digerida, aunque sólo en un contexto histórico determinado y en un lugar específico, lo que no es afortunadamente el caso de Scholem.

Este autor ha desdeñado anteriormente la influencia de otras corrientes de pensamiento que podrían haber determinado estos textos, entre ellos la tradición neoplatónica o la hermética, ciñéndose solo a la "gnosis", enfocando en exclusiva esta "hipótesis", como si ésta fuera algo per se, referida al catálogo burocrático de la misma (Valentín, Simón, los ofitas, etc.), sin adentrarse un poco más, sobre todo en la Tradición Hermética, prediluviana y heredera del dios Thot egipcio50, que en realidad se ramificará en las gnosis de los siglos I a V, como posteriormente esa inmensa tradición también adoptará en épocas cristianas para expresarse la sabiduría de la Cábala judía.

De hecho, como dijimos la "famosa" biblioteca gnóstica de Nag-Hamadi que consta de textos fundamentales gnósticos como el Evangelio de Tomás, el Evangelio de María y el Evangelio de los Egipcios, contiene también el Asclepio, en copto, especie de condensación de toda la Tradición Hermética del que sólo se conocía una versión latina muy difundida en los primeros siglos del cristianismo, la Edad Media y el Renacimiento.

Hemos visto que la "doctrina de las emanaciones" que genera en el plano intermediario, dioses, diosas, planetas, círculos, esferas, espíritus, arcángeles y ángeles, etc., es expresada en la Cábala por las distintas numeraciones que identifican a las sefiroth al constituirlas. Y por las veintidós letras que conforman las vías que las unen.

El pleroma y sus eones no son sólo exclusividad de la "gnosis" sino que se encuentran de modo unánime en todas las tradiciones menos en las religiones monoteístas, aunque en éstas se hallen de una manera oculta, subterránea, y han subsistido hasta hoy por medio de muchos de sus símbolos, e incluso de los ritos y especialmente en sus textos sagrados.51

Es aclarador lo que dice el Poimandrés, XI y XIII, texto perteneciente al Corpus Hermeticum, al respecto:


Pero el Nous Dios, siendo andrógino, existiendo como vida y luz, procreó con su palabra un segundo Nous demiurgo que, siendo dios del fuego y del aliento vital, moldeó Regentes, siete en número, que envuelven en sus círculos al mundo sensible; y su gobierno es llamado el Destino.


También para el Bahir 142, la creación comienza a perfilarse en la sefirah número dos Hokhmah (Sabiduría) o sea en la dualidad en perfecto acuerdo con la Merkabá, para la cual el cosmos no nace en la letra aleph, la primera del alfabeto, sino en la segunda, beth, y en la palabra Bereshit con que comienza la Toráh.

Y continúa el Corpus Hermeticum:


Sin embargo, el Nous demiurgo, conjuntamente con el Verbo, conteniendo los círculos y haciéndolos girar con un zumbido, puso así en marcha el movimiento circular de sus criaturas, permitiéndoles cumplir su revolución desde un comienzo indeterminado hasta un fin ilimitado, pues él comienza donde se acaba.


Queremos citar aquí un texto obviamente análogo del Bahir 179:


El enseñó: hay diez galgalim (esferas) y hay diez Palabras.
Cada esfera tiene su Palabra, no en el sentido que gira la esfera52
sino en el que la rodea. El mundo de aquí abajo es como un
grano de mostaza53 en el interior de un anillo.54

¿Por qué es así?
A causa del aire que sopla (el soplo del espíritu), y es gracias a él que subsiste.
Si el aire cesara de soplar, aunque sólo fuere durante una
hora o un momento, el mundo sería destruido.


En términos generales pudiera decirse que el Sefer Yetsirah trata más las numeraciones pese a la atención pormenorizada que otorga a las letras, aunque en este texto que estamos viendo los nombres, y por lo tanto el alfabeto están más destacados que las numeraciones del Sefer Yetsirah, del que parece ser en algunos momentos un comentario. Como dice el Libro de la Claridad 41:


¿Cuáles son las Diez Palabras?
La primera, es la Corona suprema, bendito y glorificado sea Su
Nombre, así como su pueblo.

¿Y quién es su pueblo?
Israel. Tal como está escrito (Salmos 100, 3):
"Sabed que Yahveh es Dios, él nos ha hecho", y no nosotros
–a fin de que sepamos reconocer y distinguir a Dios
que es el Único de los únicos, y conozcamos que
es Uno en todos Sus Nombres.


Así a partir de la Unidad se organizan los Principios o Nombres que darán lugar posteriormente a la construcción del Árbol Sefirótico que se irá poco a poco realizando a partir de la primera Tríada, y luego con la contribución de las sefiroth llamadas en la Cábala "de construcción", y que son las 6 (o 7) restantes, las que irán estructurando el Árbol hasta su conclusión final en la décima numeración, Malkhuth. He aquí un texto del Bahir 186 donde de modo fragmentario, confuso, acaso de varias manos, se va cristalizando la cosmogonía y teosofía cabalística en varios aspectos fundamentales.


¿Qué significa el versículo (Job 15, 2): "Responde el sabio
con el conocimiento del espíritu?" ¿Qué es, pues,
ese "conocimiento del espíritu"?

Se trata del conocimiento que está cerca del espíritu, como
está escrito (Isaías 11, 2): "Reposará sobre él el espíritu de
Yahveh, espíritu de sabiduría e inteligencia."

Primero la sabiduría, Hokhmah, después la inteligencia,
Binah. Y es en la inteligencia en donde se hallan el
"Consejo, el Rigor, el Conocimiento y el temor de Yahveh".

Pero tú nos has dicho: el "Consejo", es la práctica de la
Caridad (o benevolencia), y la Inteligencia,
es el atributo del Rigor. El conocimiento serviría al hombre
para contrastar mediante él la Verdad, mientras que el temor de
Yahveh sería el tesoro de la Torá.


Y reafirmando agrega, destacando la diferenciación entre lo uno y lo otro ya que la creación es siempre doble:


Eso es precisamente lo que acabo de decir. Pero todo ello
se encuentra arriba, como decía rabí Akiba:
Todo lo que el Santo, bendito sea, ha creado,
lo ha hecho doble, tal como está escrito (Eclesiastés 7, 14):
"tanto uno como otro, Dios los hace".

¿Y cuál es ese tesoro de la Torá?
Aquel del cual se dice (Isaías 33, 6): "el temor de Yahveh
sea tu tesoro".

Por eso el hombre debe temer a Dios y después estudiar la Torá.


Y en el acápite 98 el texto sigue aclarando siendo consecuente con su título:


Y todas esas santas "formas" han sido ofrecidas a las naciones,
pero el santo Israel ha tomado para sí el cuerpo
del árbol así como su corazón. Del mismo modo que el corazón
es el esplendor del fruto del cuerpo, así ha tomado Israel
el fruto del árbol del esplendor. Así como la palmera está
rodeada de sus ramas y su corazón está en el medio, así ha hecho
Israel con el cuerpo de ese árbol que es su corazón. La palmera
simboliza la columna vertebral del ser humano que es la
parte esencial de su cuerpo.


En otro apartado, el 176, lleva la analogía del Árbol del mundo al cuerpo humano, o sea, entre el macrocosmos y el microcosmos, como bien enseñado está en la célebre Tabla de Esmeralda Hermética:


¿A qué corresponde el corazón de la palmera?
Corresponde a la columna vertebral. Por eso se dice (Levítico 23, 40):
"ramas de árboles frondosos", de árbol cuyas ramas
deben cubrirlo en su mayor parte. Si no lo cubren
de esa manera, ya no es nada.

¿Por qué es así?
Esto se compara a un hombre que tiene sus brazos y con ellos,
protege su cabeza. Los brazos hacen dos, y con la cabeza tres.
Por eso hay tres palabras: ve'anaph ets aboth, en el versículo.
La palabra anaph, "rama", está a la izquierda; el vocablo aboth,
"frondoso" a la derecha. Resta la palabra ets, "árbol", que está
en el medio.55

¿Y por qué se le llama ets (árbol)?
Porque representa a la raíz del árbol.


Varios siglos después –en el XVII– el cabalista español (el único que ha escrito en esta lengua) Abraham Cohen de Herrera56 en su Puerta del Cielo57 lo expresa de este modo:


… las dies sefirot emanadas que como es ordinario, entre los cabalistas llama hilana o Arbol estendido en brasos y ramas y dize que es como su humor o riego que hinchiéndolas de dentro las humedece y augmenta y que tiene con dichas sefirot o metafórico Arbol la misma proporción que tiene el ánima con el cuerpo natural y organizado que forma, vivifica y mueve.


Repasar una y otra vez los textos del "Libro de la Claridad", soportes para la meditación y el conocimiento, es ir adentrándose en planos cada vez más profundos y sutiles del Ser Universal, del Adam Kadmon Primordial, que se expresa en todos los mundos, densos y sutiles, formales e informales, manifestados e inmanifestados que van estructurando un nuevo cuerpo de luz.

Mario Satz, en su traducción al castellano de nuestro libro afirma en su prólogo58:


Nadie llega a la Kábala por casualidad: su circunstancia, la sincronía de sus noches y días con días y noches de otras épocas, deben de haberlo arrojado antes contra el resplandor del mundo, que se alza entre el abismo y el éxtasis. Sólo allí, callado, desnudo, comienza el proceso de redescubrimiento, la lectura estelar de la carta natal, el cálido presentimiento de una familiaridad allende los mares y las fronteras. Es entonces cuando descubre la invisible compañía de quienes, como los inmortales taoístas, habitan la flotante, inspiradora isla del sentido.


También Aryeh Kaplan ha realizado la primera traducción del Bahir al inglés59 en la que sostiene la antigüedad de estas enseñanzas y fechándolas en la primera centuria de nuestra era, se las atribuye a Nehunia ben Hakana, mencionado en el propio texto y también en el Talmud, uno de los principales cabalistas de ese siglo. Sería un especie de pre-Sefer Yetsirah, puesto que aunque publicado por primera vez en el siglo XII, constituye una serie de enseñanzas orales transmitidas por las escuelas talmúdicas y que sólo fueron puestas por escrito en esa fecha. Incluso dice que muy probablemente el presunto autor del Zohar, Simón bar Yohai –personaje místico del siglo II al que se atribuye esa paternidad– parece estar familiarizado con esas ideas y es el que las expone.

La edición de A. Kaplan es minuciosa y, acápite por acápite, comenta el texto que igualmente se publica en hebreo. Incluso la doctrina de la Tsim-Tsum, atribuida generalmente a Luria, la encuentra ya en el Bahir, en sus acápites 25 y 54, donde, desde luego no está tan clara como en el texto de Luria-Vital, El Árbol de la Vida (Etz Hachayyim), aunque por nuestra parte creemos verla también en el Zohar y en la obra de Cordovero. De hecho queremos aclarar que para nuestro estudio la fecha y la autoría de estos textos sagrados (Sefer Yetsirah, Bahir, Zohar, y aún los bíblicos) es secundaria con respecto a los textos en sí que lo contienen todo.

Solo nos cabe señalar que este sagrado Sefer ha Bahir fue traducido al latín por Flavius Mithridates –importante personaje, también maestro de otros adeptos– a pedido de Juan Pico de la Mirándola que como se sabe fue el introductor de la Cábala para los cristianos en el Renacimiento, lo que ha dado lugar como ya dijimos a la llamada Cábala Cristiana.


NOTAS
46 También se lo conoce como el Midrash de Rabbi Néhounia ben Haqana. Este rabí aparece en el tratado Hekhalot Rabbati como jefe de los sabios de Israel y maestro humano de Rabí Ismael, enseñando a todos ellos convocados para la ocasión los secretos del ascenso y descenso del Carro divino (Merkabá). Ver más adelante pág. 55, y 206, n. 179.
47 Con referencia al sábado y a su inacción inviolable, por ejemplo, véase el Nuevo Testamento donde Jesús de Nazareth, apostrofa a los rabinos por su literalidad y donde se concluye lapidariamente: "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado." (Marcos 2, 27).
48 G. Scholem, Los Orígenes de la Cábala,compilación de R. J. Werblowsky. Ed. Paidós, Barcelona-Buenos Aires, 2001, 2 vol.
49 Para realizar esta obra nos hemos basado en las mejores traducciones disponibles y en el material crítico de los grandes estudiosos del siglo XX, comenzando por Gershom Scholem que junto con Charles Mopsik, Aryeh Kaplan, Moshe Idel y otros, fundamentan este libro, aunque no siempre se está de acuerdo con ellos.
50 Las relaciones del pueblo de Israel con Egipto son múltiples y comienzan con el primer exilio llevado a cabo por José vendido a esa tierra y que fue comprado por Putifar, eunuco de Faraón y jefe de los guardias (Génesis 39, ss). Posteriormente, la historia bíblica nos cuenta del episodio de Jacob que tiene que dejar su tierra y exilarse en Egipto por orden de Yahvé (Génesis 46, ss); más luego, de la esclavitud en Egipto y la liberación de Moisés y su pueblo. En numerosas ocasiones ha tenido contacto con lo sucedido siempre con pueblos vecinos, incluso la mujer de Salomón era hija del Faraón de ese país. Estos contactos por tiempos prolongados deben tenerse muy en consideración por los estudiosos de la historia de las religiones. Lo mismo con lo que respecta al simbolismo novo testamentario de la huida del Maestro Jesús igualmente a Egipto, parte integral de la historia sagrada del cristianismo.
51 Ya en el judaísmo de principios del siglo I Filón de Alejandría menciona las emanaciones, aunque de modo alegórico. En el siglo V, en el ámbito cristiano debe subrayarse nuevamente la presencia de Dionisio Areopagita que equipara a los eones con los Nombres Divinos, intermediarios entre Dios y su creación, simbolizados por mensajeros con nombres de arcángeles, ángeles, etc.
52 Adoptamos para esta línea la traducción castellana de Mario Satz. El Libro de la Claridad. Obelisco, Barcelona, 1992.
53 El grano de mostaza del que se habla en el Evangelio cristiano es la imagen de lo más pequeño.
54 Este anillo podría ser también un aro o una rueda, en este caso las de la Merkabá. De todas formas la esfera que gira sobre sí misma y la que la rodea también pueden representar realidades astronómicas, cosmológicas, al igual que la rueda dentro de la rueda de los profetas del Antiguo y Nuevo Testamento.
55 El Árbol Sefirótico se construye así con dos columnas visibles y la central, supuesta e invisible, pero el origen de la construcción del conjunto. La que encabeza Hokhmah es masculina, la de Binah es femenina.
56 Judío al que se atribuía descender de noble origen judeocristiano español no produjo su gran obra en hebreo o arameo como era lo que se estilaba en la época. Gran viajero como su padre que fue su maestro, recorrió casi toda Europa. Muy criticado por numerosos rabinos, tuvo una vida aventurera y misteriosa. Incluso cayó preso y fue liberado por la reina de Inglaterra. Persona agradable, diligente, erudita, que vivió el Renacimiento italiano y ocupó varios cargos oficiales en la Toscana y Amsterdam, capital de la Sabiduría judía de la época; murió allí en 1635.
57 Kenneth Krabbenhoft, que ha hecho una selección y edición de los textos de la Puerta del Cielo, asevera en su estudio introductorio: "La cábala surge en los primeros siglos d. C., progenie del encuentro del judaísmo rabínico con la filosofía platónica y otras corrientes contemporáneas, y tiene un desarrollo continuo hasta hoy día". Y posteriormente y refiriéndose a la obra de Herrera: "El objetivo de su obra principal, Puerta del Cielo, fue nada menos que la reconciliación de la cábala de su época con el platonismo y el neoplatonismo paganos, el hermetismo o gnosticismo renacentista y la teología cristiana". Abraham Cohen de Herrera, Puerta del Cielo. Fundación Universitaria Española, Madrid, 1987.
58 El Libro de la Claridad. Obelisco, Barcelona, 1992.
59 The Bahir. Traducción, introducción y comentarios de Aryeh Kaplan. Samuel Weiser Inc., York Beach, 1989.

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