Missiva. An die Hochwürdigste Fraternitet des RosenCreutzes.
Frankfurt 1615.

LAS UTOPIAS RENACENTISTAS,
ESOTERISMO Y SIMBOLO
IV. LA UTOPIA DE LOS MANIFIESTOS ROSACRUZ
FEDERICO GONZALEZ

Juan Valentín Andrae, cuyo apellido es escrito muchas veces como Andreas, nació en 1586 en Herremberg y en 1654 murió en Stuttgart, publicando en el ínterin una inmensa cantidad de trabajos entre los que se destacan la Fama Fraternitatis, la Confessio (para nombrar sus títulos de modo abreviado) y Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz, obras importantísimas y que nos interesan especialmente, sobre todo las dos primeras, pues causaron honda impresión en toda Europa, donde se difundieron de manera fulminante alcanzando un enorme éxito entre las individualidades más letradas a las que, por otra parte, estaban dirigidas. Aunque anónimas, su paternidad –que ha sido discutida– le fue inmediatamente atribuida a nuestro autor en su tiempo. Hijo y nieto de pastores protestantes conocidos intelectualmente y él mismo pastor y hombre de Conocimiento interesado por las artes y las ciencias desde su juventud, –que parece fue aventurera– estudia historia y filosofía y luego filología a raíz de sus numerosos viajes por distintos lugares, a la par que el latín y el griego. Posteriormente se dedica a las ciencias, en especial las matemáticas, la astronomía, la alquimia, a la que llama química, y finalmente la teología. Para ese entonces vive en Tubinga, ciudad cuya vida al parecer está impregnada de un espíritu investigativo y un acervo cultural de gran fermento, en la que posee numerosas amistades intelectuales, políglotas del hebreo y el caldeo, y buscadores del Conocimiento de distintos tipos pero de un mismo fervor aplicados al estudio de la naturaleza, o de las últimas aplicaciones de la técnica y del legado extraordinario de la antigüedad. Los textos de Hermes y Platón, junto a la obra matemática de John Dee y Euclides, diversos libros alquímicos, así como las obras de J. Boehme, C. Agrippa y Paracelso, etc., forman parte de sus estudios sobre temas (como el cabalístico) que no lo abandonarán hasta su muerte y que él menciona una y otra vez a lo largo de su obra, por otra parte, auténticamente cristiana.

Juan Valentín Andrae. 1648.
Retrato de Juan Valentín Andrae, 1648.

Por problemas con el medio religioso luterano y con determinadas autoridades, y dadas también las diversas interpretaciones y derroteros que habían seguido la Fama y la Confessio, J. Valentín Andrae fue groseramente perseguido y tuvo que negar en varias oportunidades su autoría, incluso en su autobiografía, lo cual ha abonado las dudas de las que ya hemos hablado, pero que se despejan totalmente cuando se las pone en relación con Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz, y Cristianópolis, obra que trataremos en el próximo capítulo, con las que tienen enormes vínculos que, en lo que sigue, y por el mismo desarrollo del discurso esperamos destacar, haciendo la salvedad que en las escuelas herméticas, como aquella a la que nuestro autor podía haber pertenecido en Tubinga, la paternidad de tal o cual obra de modo individualizado es secundaria ya que las iniciaciones que allí se otorgan son colectivas.

La Fama
La primera impresión de la Fama se produjo en 1614 y la de la Confessio que es una continuación y una reafirmación de la primera en 1615. En la Fama se manifiesta la idea de un mensaje fundamental enviado a Europa en un momento decisivo, donde se habla de la difusión de una doctrina que toma los elementos más modernos de la ciencia o magia natural, en perfecto acuerdo con los preceptos de la antigüedad bajo una nueva forma, que incluye un maestro: C. R. (Christian Rosenkreutz), que crea una fraternidad con adeptos, la que se encuentra abierta, pues:

en Alemania hoy no faltan los hombres de ciencia: magos, cabalistas y filósofos ¡que Dios quiera sean capaces de actuar por amor y no piensen acapararlo todo para sí!

En efecto, la Fama comienza alabando la grandeza de Dios que ha sabido manifestar, en el tiempo en que fue escrita, sus dones:

con tanta prodigalidad que el conocimiento de la naturaleza, así como el de su Hijo no ha cesado de aumentar

lo cual destaca desde el comienzo el carácter cristiano del escrito.

Igualmente se menciona el descubrimiento de América como una conquista de la ciencia que nos ha procurado obras y criaturas de la naturaleza desconocidas hasta ese momento, lo que nos recuerda otras Utopías: unas anteriores, como la de Moro que ubica su país en América –y también la de J. Hall– y otras posteriores, especialmente La Nueva Atlántida de Bacon que identifica a América con la Atlántida y que pone su énfasis en la nueva ciencia y su experimentación sobre esa misma naturaleza desconocida.

El hermano C. R. viaja al Oriente y recorre Chipre, Turquía, Damasco, Arabia, Egipto y por todo el mediterráneo hasta Fez, donde:

todos los años algo se produce en cuanto al progreso de las matemáticas, la física y la magia

aunque sospechó a menudo que la cábala de ese lugar no era completamente pura y que su religión la había contaminado:

pero aún así supo sacar un gran provecho de ello y comprender la "presencia concordante de la armonía universal"

y que todo lo que existe en el microcosmos está en acuerdo musical y melódico con Dios, con los cielos y la tierra. En la semilla está comprendido el árbol y en el microcosmos toda la grandeza del Universo.

Luego pasó a España y expuso sus conocimientos a los presuntos sabios explicando una axiomática nueva capaz de resolver todos los problemas. Pero lo negaron pues:

tratándose de asuntos desconocidos temieron que su reputación se comprometiera, así como tener que volver a comenzar sus estudios y reconocer sus errores.

Volvió a Alemania y se recluyó por cinco años, al cabo de los cuales admitió a tres alumnos con los que fundó la Fraternidad Rosacruz que:

elaboró la escritura y el lenguaje mágicos

y compusieron la primera parte del libro M. Siguieron trabajando con nuevos miembros al punto de que:

eran perfectamente capaces de discurrir sobre la filosofía secreta.

Continuaron reuniéndose y todos los años producían un libro o documento sobre sus investigaciones. Y agrega el texto:

téngase por seguro de que las personas enviadas y reunidas por Dios, los seres más sutiles de cada siglo son obra de la máquina del mundo, y ellos viven por encima de los demás en la más alta unidad y el mayor secreto.

Por lo que puede advertirse que la comunidad de los rosacruces no está, al igual que la ciudad celeste, en ninguna parte sino que es el lugar de reunión de todos aquellos que han alcanzado un nivel espiritual determinado que los hace conocerla, y por lo tanto ser uno con ella, al punto de ser los habitantes de esa Utopía, lo que indica sin duda una genealogía espiritual; una vinculación con una cadena que incluye también a los antepasados míticos.1

Y así se van sucediendo los temas y la vida de la fraternidad hasta llegar a la tumba o santuario, en forma de heptaedro, donde descansan los restos de C. R. –que ya ha muerto a la par que otros cofrades– que se describe minuciosamente y donde se anota que a lo largo de siete paredes había un armario que contenía:

todos nuestros libros que ya teníamos

al mismo tiempo que un:

libro de pergamino llamado I, el cual después de la Biblia es nuestro mayor Tesoro, que debería darse de conocer al mundo.

Este señalamiento constante del Conocimiento –incluyendo al del libro– es quizás la constante de la Fama, en donde se atestigua que su fundador construyó un microcosmos correspondiente en todo al macrocosmos y elaboró un compendio de todas estas cosas. Entre la genealogía espiritual intelectual a la que nos referimos previamente se menciona a Enoc, Abraham, Moisés y Salomón, junto a Platón, Pitágoras y otros. Se termina la Fama denunciando a los libros alquímicos (químicos) falsos, así como se aconsejan las obras verdaderas dedicadas a este arte, lo cual confirma nuestra idea de la importancia dada en la Fama a la obra escrita como portadora del Conocimiento, cosa que no hemos visto destacada en los comentaristas de estos textos.

La Confessio
La Utopía es un espacio distinto, un mundo invisible situado en el eterno presente. Por eso debe proyectarse hacia el futuro, como algo a conseguir, o hacia el pasado: una edad feliz, el paraíso terrenal, la Tradición. En este último caso apoyada por razones que van de lo biológico a lo histórico y que la memoria atestigua. El mito del Origen, que es vertical, es decir que existe permanentemente y en simultaneidad, debe ser trasladado al pasado para ser comprendido en la sucesión. Igualmente el deseo y la voluntad de integrarse a él se proyectan en un futuro posible; tal la razón de la Utopía.2

Los Manifiestos Rosacruz fijan el ingreso a ese mundo, que es real, en otro espacio, e invitan de modo masivo a compartir su verdad a aquellos que por selección natural –si se pudiera emplear hoy este término– están capacitados para ello, y coexisten así con los que han conocido esa patria invisible en todos los lugares y tiempos, la que siempre ha de proyectarse hacia el futuro mientras exista este mundo. Ese es el propósito de cualquier escuela de Conocimiento: el de abrir una puerta hacia la sabiduría, tal como se dice en los Manifiestos y tal como los rosacruces se revelan a su tiempo con sus célebres escritos que tan extraordinario éxito tendrían en su momento y que gracias a ello pudieron influir al medio hasta nuestros días ya que su proyecto llegó a un vasto público de importante nivel intelectual, especialmente en el mundo germánico y anglosajón –y de allí a todo Occidente– y a prohijar diversas instituciones, entre las que es dable señalar la Masonería.

En la Confessio se confirman los conceptos de la Fama y se reafirman sus valores, pero tal vez en forma más concreta, si fuera posible, en el sentido de atestiguar la idea de una sociedad secreta, de un colegio invisible, seguramente porque:

Los rumores y revelaciones sobre nuestra hermandad o confraternidad que han llegado a muchos oídos y cuyo origen se encuentra en la precedente publicación de la Fama, no deben ser tenidos ni considerados por nadie como irreflexivos o inventados completamente; menos aún como un fruto que brote de nuestro antojo. Y actualmente, el mundo está a punto de alcanzar su estado de reposo antes de caminar con premura hacia un nuevo amanecer una vez acabado su período y su ciclo. Jehová, nuestro Señor, es quien invierte el curso de natura. Él es quien revela actualmente a los que no prestan atención a ello o que ni siquiera piensan en aquello cuya búsqueda costaba antes gran trabajo y una labor infatigable.

Aunque se advierte que:

condenamos los sacrilegios de los que es objeto Nuestro Señor Jesucristo y de los que son culpables tanto Oriente como Occidente (entendemos Mahoma y el Papa)

Y se sigue:

Agregamos para desvelaros en pocas palabras nuestro pensamiento, que el objeto de todos nuestros esfuerzos no debe ser únicamente provocar la sorpresa ante la sugerencia y la exhortación que lanzamos. Es preciso que cada cual sepa que, pese a la alta estima en la que tenemos arcanos y secretos tan profundos, no nos parece contraria a la justicia su divulgación, su comprensión y su publicidad amplia. En efecto, es legítimo pensar y creer que una oferta graciosa e inesperada como la nuestra suscitará reflexiones tan múltiples como variadas entre los que aún (ya que el curso del mundo obliga a considerar el porvenir como presente) no han gustado de la revelación de las maravillas del sexto tiempo, y a los que toda clase de contratiempos propios de nuestra época, impiden vivir y deambular en este mundo de otra manera que como ciegos, que incluso a la plena luz del día, no disponen sino del tacto para distinguirse y conocerse.

Concluyendo:

¿No sería delicioso poder vivir cada hora como si hubierais vivido la historia del mundo desde sus orígenes hasta nuestros días, y como si estuvierais destinados a seguir viviendo hasta su fin? ¿No sería maravilla habitar en un lugar tal que los pueblos que viven en las Indias, más allá del Ganges, no pudieran disimularos sus riquezas, ni los peruanos privaros de sus consejos? ¿No sería cosa deliciosa poder leer en un libro que os permita leer, comprender y retener el fruto nunca descubierto, todavía y para siempre por descubrir, de todos los libros que han existido y que están por venir y aparecer?

Aclarando que:

por ello no podemos ser vistos ni conocidos por nadie.

Se pasa luego a considerar el tiempo transcurrido desde el nacimiento de Christian Rosenkreutz en 1378 y se repite que:

Dios, el Señor, ha testimoniado ya ciertamente su voluntad en los tiempos que preceden al fin mediante diversos mensajes, particularmente por varios astros nuevos que han aparecido en los cielos Signos vigorosos de acontecimientos nuevos e importantes testimonian y publican, a los ojos de todos, que Dios aporta a todas las invenciones humanas el apoyo de sus criaturas y sus caracteres misteriosamente ocultos para que el libro de la naturaleza sea abierto a todo hombre, y sin embargo no puede ser leído ni comprendido sino por una minoría.

Y que:

Estos caracteres y letras que Dios ha incorporado a la Santa Biblia, los ha impreso igualmente con toda nitidez en la maravillosa criatura que son los cielos y la tierra, y en todos los animales. Así, al igual que un matemático y un astrólogo pueden predecir mucho tiempo antes los eclipses que vendrán, nosotros podemos preveer y reconocer con precisión la naturaleza y la duración probable de los períodos de oscurecimiento y de tinieblas que atraviesa la iglesia. A estas letras hemos pedido prestadas nuestras escrituras, que han servido de base para elaborar una nueva, la cual nos permite expresar la naturaleza de todas las cosas simultáneamente.

Agregándose a modo de Colofón:

En cuanto a los presuntuosos, a los que ciega el brillo del oro, o más bien que pese a su presente piedad corren el riesgo de verse fácilmente corrompidos por la atribución imprevista de tantos bienes, y de ser incitados a hundirse en la ociosidad y a lanzarse a una vida lujuriosa y de excesos, les rogamos que no turben con su barahúnda intempestiva nuestra calma recogida y espiritual. Que se pregunten si la panacea puede ya existir y que piensen que siempre será inaccesible, inabordable, para aquellos a quienes el designio divino tiene aquí mismo bajo su férula, afligiéndolos de males. Paralelamente y en adelante, en tanto que seamos capaces de dar al mundo entero riqueza y ciencia, de liberarlos de innumerables calamidades, no deseamos en absoluto manifestarnos ni darnos a conocer a nadie sin decreto divino particular Quien quisiera encontrarnos perdería su vida en pesquisas y averiguaciones antes de lograrlo, antes de acceder y llegar a la felicidad deseada de la fraternidad de la Rosa-Cruz.

Frances Yates que ha estudiado a la Fraternidad Rosacruz3 a través de sus Manifiestos que acabamos de describir se refiere a "ella como la historia imaginaria de esta orden también imaginaria" con lo que no se puede dejar de estar de acuerdo, por lo que no dudamos en calificar a los manuscritos Rosacruces como una Utopía en sí, sin duda de la misma mano de quien escribió Cristianópolis, aunque el mismo J. Valentín Andrae lo negara en varias oportunidades.

Por otra parte en una obra que lleva por título L'Utopie Rose-Croix du XVII siècle à nous jours Robert Vanloo constata algo evidente:

Esta posibilidad para el hombre de reintegrarse a su estado adámico divino anterior a la caída será, con pocas variantes, el fondo común de la Tradición Hermética, netamente rosacruciana, en el curso de los siglos siguientes. Y se desarrollará a partir de allí el mito de seres superiores, Rosacruces o Superiores Desconocidos, que escapan a la humanidad normal, que sirven de guías a nuestro mundo y constituyen, de alguna manera, un gobierno secreto del mismo.4

Igualmente existen otras Utopías no vinculadas con la polis, que en el Renacimiento y sus epígonos toman diferentes formas y se expresan en obras disímiles, tanto anteriores como posteriores al movimiento Rosacruz, que están directa o indirectamente relacionados con él y a las que más adelante nos referiremos. Tal las de Francesco Colonna, León Hebreo, Luca Pacioli, Michael Maier y Robert Fludd entre otros, comenzando en realidad con la de Marsilio Ficino, tantas veces mencionado, verdadero creador utópico del pensamiento del primer Renacimiento y su desarrollo no sólo en Florencia y en las distintas cortes italianas, sino en el extranjero, de lo que da cuenta su extraordinaria correspondencia mantenida con las principales figuras de ese periodo histórico con las que se trata de modo familiar, muy amistoso, sobre asuntos doctrinales de principal importancia. Muchos de estos corresponsales, que incluyen a Cosme y Lorenzo de Médicis, Federico da Montefeltro duque de Urbino, Giovanni Niccolini arzobispo de Amalfi y patriarca de Atenas, Antonio Vinciguerra secretario del Senado de Venecia, Marco Aurelio gran canciller del mismo, Antonio I. de Sarzana íd. de Volterra y Pistoia, Jacopo Ammannati cardenal de Pavía, secretario apostólico de Pío II y amigo del cardenal Bessarion, el Papa Sixto IV, etc. y Pico de la Mirandola, Giovanni Cavalcanti, Bernardo Bembo, Angelo Poliziano, Cristóforo Landino, Antonio Bienivieni, Naldo Naldi, Bernardo del Nero, Bartolomeo Scala, Lorenzo Buonincontri, Amerigo Corsini, Giorgio A. Vespucci, tío de Américo, etc. etc.) eran miembros de la Academia Platónica de Florencia y existía entre ellos –en distintas funciones– una verdadera red de comunicación al más alto nivel, trabajando todos juntos para el saber y bajo el patrocinio de Hermes Trimegisto, Platón, Proclo, Dionisio Areopagita, etc. los que, en definitiva, fundamentaron e hicieron posible con su labor el Renacimiento.5


Colegio Rosacruz Invisible. 1618.
T. Schweighardt, Speculum Sophicum Rhodo-Stauroticum, 1618. Edificio móvil del Colegio Invisible coronado por el Tetragramma cabalístico.

NOTAS
1 Ver El Simbolismo Precolombino, Cosmovisión de las Culturas Arcaicas. Cap. XVIII: "Mitología y Popol Vuh". Federico González. Ed. Kier, Buenos Aires 2003.
2 Contrariamente a la Quimera, representación del monstruo de la vana ilusión.
3 Ver El Iluminismo Rosacruz, Frances Yates. Cap. IV: "Los Manifiestos rosacruces".
4 Editions Dervy, París 2001.
5 Entre sus corresponsales se encuentran el neoplatónico John Colet en Inglaterra, los antes citados Lefèvre d'Étaples (traductor del Poimandrés y el Asclepio) en Francia y Johannes Reuchlin en Alemania, Matthias Corvinus rey de Hungría, etc. El mismo Ficino dice en su Opera Omnia que por medio de su correspondencia "mantuvo a toda Europa en una sujeción amorosa" (p. 891).

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