LA PRACTICA DE LA MEDITACIÓN

Los pricipales impedimentos para la meditación son la pereza y la ignorancia. Prestar atención a algo continuamente sin que te disturbe nada es bastante dificil, por ello hace falta entregarse con totalidad, la pereza es pues su peor enemiga. La ignorancia también es una dificultad que hay que salvar, pues hay personas que todavía muestran miedo a su práctica, eso es solo debido a que no saben con seguridad lo que es la meditación. Por supuesto siempre hay que defenderse de los movimientos sectarios, que están hoy tan de moda y que te ofrecen la enseñanza de la meditación entre otras cosas, por lo cual hay que ir siempre con sumo cuidado y a la defensiva por lo que pudiese pasar.
Otras personas, en cambio, creen que el estado que se alcanza con la meditacion es una fantasia o un sueño, o tal vez una hazaña absolutamente fuera de nuestro alcance. Por supuesto yo no afirmo que sea tarea fácil , pero el simple hecho de lo que aporta para uno mismo merece especial atención.

La meditación siempre ha estado relacionada con el camino espiritual, es el instrumento más poderoso que tenemos para ampliar la consciencia y trascender las limitaciones ficticias de la vida corriente. Pero todo ello no implica que las personas no crellentes eviten su práctica. Es un hecho comprobado que la meditación tiene inmesos beneficios. Hemos llegado a un punto en que no es suficiente disfrutar sensorialmente y necesitamos también la satisfacción mental; la meditación -como mínimo- nos ofrece precisamente este placer mental a unos niveles que pocas cosas externas nos pueden dar. Meditando uno vive con mas armonía, mayor paz interna, menos conflictos; uno aprecia mas la vida, acepta los cambios y perdidas con mayor facilidad y compasión, tiene mayor capacidad para resolver las situaciones difíciles de cada día , vive con menos estrés y es capaz de dirigir su energía en lo que le interesa moviendose menos por impulsos y reacciones.

Meditar es romper completamente con nuestra manera normal de operar, puesto que se trata de un estado libre de toda preocupación e inquietud en el que no hay competividad, no hay deseo de poseer ni aferrar nada, no hay lucha intensa ni angustiosa ni anhelo de logros; es un estado sin ambiciones en el que no hay acptación ni rechazo, ni esperanza ni miedo, un estado en el que poco a poco empezamos a dejar marchar en el espacio de la sencillez natural todos esos conceptos y emociones que nos tienen aprisionados.

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