La reunión de genios: Freud, Jung y Ferenczi. (1906-1914)
por Esteban Masclans
Esteban Masclans, estudioso de la historia del psicoanálisis, procura relatarnos aquí los ocultos recelos, temores y ambiciones que tensionaron los inicios del psicoanálisis hasta su disgregación en diversas escuelas. Asimismo se nos sugieren los inmensurables costos y fracasos implícitos en la ruptura. En este proceso no primaron tanto las diferencias teóricas (como se nos ha hecho creer) cuanto irresistibles sentimientos regresivos, que arrastraron consigo toda una Causa. Ciertamente sería de dudar si alguna vez el psicoanálisis ha vuelto a alcanzar esos niveles de ánimo creativo y aventurado que supo tener en los tiempos previos al cisma...
Visita a la Universidad de Clark en EEUU: Sigmund Freud, abajo a la izquierda. Sentados: Presidente de Clark, G. Stanley Hall, y Carl G. Jung. De pie (izquierda a derecha) A. Brill, Ernest Jones y Sandor Ferenczi. A Freud se le otorgó en esa ocasión el único doctorado honoris causa de su trayectoria; en tanto que Jung fue el hombre que más joven recibió tal mención en toda la historia de esa Universidad.
A principios del siglo XX
La llegada del siglo XX, dicen que fue convulsa, que la cultura se agitó y el saber entró en campos que no le eran propios. La comprensión del hombre no podía ser a partir de las palabras expresadas con cuidado y orden. La verdad aparecía en las intenciones ocultas, el inconciente.
Cuando en 1900 aparecía la "Interpretación de los sueños"; moría Nietzsche, enloquecido , absolutamente derrotado en la lucha para liberar al hombre de sus temores, su debilidad, su compasión.
Unas ideas se abrían paso entre el pensamiento. No hacía demasiado que la psiquiatría había empezado a sospechar que en toda locura, en cualquier delirio, podía existir un orden, más allá de las simples palabras, donde el significado estaba muy por encima del significante, donde la plenitud de la palabra desbordaba al hombre, donde el discurso no pertenecía a una simple fantasía de dominio que los filósofos habían llamado "Yo".
El problema del siglo XX, en sus albores, era la mente, la locura de los hombres que, cuando no podían sostenerse en su imagen, rompían en pedazos su personalidad ante el miedo y el asombro de sus contemporáneos. Las mujeres sufrían calladamente, reprimiendo sus desvaríos y dejando ir sus fantasías y los traumas a que les había sometido la realidad, en consultas, balnearios, terapias magnéticas...
Por primera vez, el pensamiento surgía de la realidad más cruda, de los secretos tras las puertas de casas respetables; del sufrimientos de niños sometidos a perversiones adultas. Ante la imposibilidad de poner a la locura en su justo lugar, como habían intentado los humanistas del Renacimiento, había surgido una tendencia que iba a procurar comprender, acaso interpretar, los laberintos de las palabras sueltas, de los delirios.
Freud había comprendido que los sueños tenían un significado, lejos de ser un residuo del pensamiento despierto. Sabía perfectamente que las palabras mantenían, lejos de sí, justamente su significación contraria. Había comprendido que la verdad surge de una equivocación. Prometía desmontar todo lo escrito sobre el hombre, para ponerlo ante una nueva luz que indagaría hasta el rincón más exótico de la verdad. Este científico extremadamente culto, estaba interesado en comprender la protección del amor propio o la "estima de sí mismo", llevada a cabo por unos mecanismos muy precisos, que mantenían la vigilancia de toda palabra surgida, para adecuarla a sus intereses, Freud llamó a esto "resistencia", y a la organización narcisista "inconciente". En este punto se iniciaba una revolución que iba a seguir indagando en los fenómenos lingüísticos (actos fallidos, chistes, etc...) para dar una estructura completa y exacta del pensamiento humano.
No cabe duda de que Freud fue un cerebro privilegiado, un superdotado en cuanto a su capacidad de observación, capaz de entender algunos fenómenos que antes pasaron inadvertidos. Pero sin duda, lo más notable de Freud era su capacidad de comunicar las cosas, su magnífico estilo literario. La carta que dirigió a Martha Bernays el 16-IX-1883 (contaba con 27 años), acerca del suicidio de uno de sus compañeros (Weiss), muestra la facilidad para describir, la percepción de los detalles. En sí, tal vez escribía lo más concreto hasta ese momento sobre narcisismo: ..."Estimo que el reconocimiento de haber experimentado un grave fracaso, la cólera por su pasión rechazada, la ira por haber renunciado a su carrera científica y a su entera fortuna, para lograr solo una desgracia doméstica y, quizá, también la contrariedad de verse privado de la dote prometida y, además, su incapacidad para enfrentarse con el mundo y confesarlo todo...Tales circunstancias bien hubieran podido llevar a este hombre ilimitadamente vano (a lo que se añadía su tendencia a sufrir graves alteraciones emocionales) a la desesperación, después de una serie de escenas que le habrían aclarado la situación. Murió de la suma de sus características, de su patológico amor a sí mismo...·"
Dos genios se encuentran:
Una de las defensas más inteligentes que se habían hecho de las ideas de Freud, la había firmado un brillante psiquiatra del Burhölzli. Este joven ambicioso, valiente, atrevido en sus ideas y verdaderamente poseído del espíritu de la ciencia, era Carl Gustav Jung. Entre sus experimentos de asociación de palabras y algunas ideas freudianas, había encontrado algunos puntos de coincidencia que le llevaron a interesarse por el Profesor vienés. Se iniciaba una colaboración, más que una amistad, en la que podían caber un amplio abanico de ideas.
La primera carta que Freud envió como respuesta a la de Jung, el 11 de abril de 1906, ya contenía una amenaza implícita o inconciente, del profesor al advenedizo:
"Confío plenamente en que tendrá numerosas oportunidades más de estar de acuerdo conmigo y por mi parte, también me complacerá que me corrija..."
Pero sabemos que Freud no era amante de correcciones, y sus relaciones anteriores siempre habían tenido el sello de su autoridad que necesitaba un espejo donde proyectar sus ideas y que estas fuesen aceptadas casi sin discusión. Con Jung empezaba mal. Había confundido el entusiasmo del suizo hacia él, con una sumisión ideológica.
Jung, sin perder su fidelidad a las ideas que había aceptado, ya por sí solo, en el origen de su relación con Freud, vio también la necesidad de hacer una aportación crítica a las ideas de éste, dirigidas a mejorar y sobre todo ampliar los horizontes de cada uno de los descubrimientos. No tuvo ocasión de ir más lejos junto a Freud, a pesar de que algunas de las ideas del Profesor estaban entonces a un paso de las intuiciones de Jung:
" (Aschaffenburg) ...no muestra comprensión alguna por el simbolismo, de cuya importancia le podrían ilustrar filólogos y folkloristas, si es que no quiere aceptar lo que yo enseño al respecto"
De todos modos, la relación fue avanzando, como en la más clara de las transferencias, dependiendo de la simpatía que se profesaban. Mientras Freud estuvo seguro de la obediencia de Jung, las cosas marchaban bien, llegándole a llamar en un tiempo relativamente corto: "Querido amigo y heredero"(Freud a Jung, 15-10-1908).
La llegada de Sándor Ferenczi enredó un poco más las cosas.
A principios de 1908 había entrado en escena un neuropsiquiatra, de amplísima experiencia clínica y que además colaboraba regularmente en los tribunales como forense; Sándor Ferenczi había escrito a Freud para pedirle ayuda a fin de exponer los conceptos psicoanalíticos con rigor. De todos modos conocía la obra de Freud y Breuer desde 1893 y la lista de sus obras era importante y mostraba su espíritu inquieto: "Conciencia y desarrollo" (1900); "Homosexualidad femenina" (1902), "El valor terapéutico de la hipnosis" (1904), "Sobre la neurastenia" (1905), "Los estados sexuales intermedios" (1905)... Además conocía perfectamente los experimentos de Jung acerca de los métodos asociativos cronometrados. El encuentro resultó un flechazo.
Jones nos cuenta a su pesar que "Freud se entusiasmó tanto con Ferenczi, que pasaron las vacaciones juntos, cosa absolutamente inusual en el Profesor". La relación empezó con menos correspondencia que con Jung, para dar un despegue, a partir de 1909, llegando a más de 1.250 cartas, de las que Jones decía que "de largo eran las más íntimas que hubiera escrito Freud a nadie" .
El 1909 fue el "año Ferenczi". Un cúmulo de circunstancias pusieron al húngaro en el punto central del Movimiento . Su disposición a luchar por la Causa, además de la relación filial que estableció con Freud, le llevaron a permanecer muy atento a todo lo que se refería al deseo de Freud. Esta situación le hizo ver a Jung como un "hermano" hostil.
Ferenczi era tan sincero que no podía evitar que su reticencia aflorase por todas partes. La correspondencia de Ferenczi con Freud está plagada de alusiones concretas y otras fallidas, que muestran la competencia que estableció con Jung.
Esta situación no incomodaba demasiado al suizo, pero sin embargo estaba llevando a Freud a una línea que ya no tenía nada que ver con la que habían iniciado. La tercera edición de la "Psicopatología de la vida cotidiana", aparecida en 1910 pero preparada y reformada en 1909, cuenta con un gran número de alusiones y colaboraciones de Ferenczi, en contraste con Jung, que no aparecía ni en una sola cita de esta edición.
1909 fue también el año del viaje a América; momento en que por primera vez se reunían físicamente los tres genios. Este viaje resultó un éxito para los intereses de Freud. El psicoanálisis salía de sus fronteras europeas para llegar a una tierra de promisión. América era tierra fértil para sus ideas y la presencia de Jung mejoraba su imagen de forma notable. El psicoanálisis dejaba de ser un asunto de judíos marginales. Pero también tuvo algún inconveniente para las relaciones personales de los tres.
Por una parte Freud mostró una cierta hostilidad hacia Jung, protagonizando antes de embarcar, en Bremen, un episodio de "desmayo", parecido a otro que había sufrido en relación a Fliess.
Todo había empezado tiempo atrás; una antigua paciente y alumna de Jung se había dirigido por carta a Freud. Las dos primeras misivas eran un poco desviadas pero se referían a la vida íntima de su heredero. Esta paciente se había enamorado de su terapeuta, que no había manejado bien las cosas. Fue en el caso Spielrein (1909), cuando Freud comprendió que no podría domeñar a Jung, que no iba a ser su hijo dócil. Si no podía dominarle ahora, llegaría un momento en que el asesinato del padre se mostraría en las divergencias de la teoría. Esto molestó tanto al Profesor que, vale decir que a partir de este momento terminó toda relación amistosa y casi todo lo que vino después fue tan sólo fingimiento.
Freud calló, ni tan sólo se lo contó a Ferenczi en sus cartas, pero a la vez fue incapaz de volver a mirar a Jung como antes. La paciente le había explicado algunas cosas escandalosas, tal vez no todas ciertas, pero suficiente para sembrar la inquietud en su ánimo. Seguramente todo este asunto fue motivo de conversación entre los dos, pero el Profesor afectaba una severa postura paternalista. Jung se sentía molesto y en su interior se fraguaba una rebeldía a punto de estallar.
La ocasión de que todo empezara a desmoronarse la pusieron las famosas conferencias de la Universidad de Clark, en Worcester. La verdad es que Jung era tan esperado como Freud y el público le agasajó tanto como al maestro. Por su parte, según el mismo nos lo relata años después, Freud paseó cada mañana con Ferenczi, antes de las conferencias y de hecho era el húngaro el que le inspiraba los temas que después abordaría ante el auditorio. Es de suponer que en 1909 las relaciones de Jung y Freud pasaron un momento de frialdad.
Del regreso de América hay dos detalles que como mínimo son inquietantes: la carta de Freud a Jung, el 11 de noviembre de 1909 , nos muestra un lapsus en que Freud se queja de los vieneses a los que quisiera "golpearles a todos en un mismo trasero", pero comete un fallido imponente y dice "golpearle". Freud mostraba muchas cosas en este desliz.
En la carta que dirige a Jung inmediatamente después, adopta un tono tan conciliador que parece ser el inventor de las posteriores teorías de Jung: "Sus estudios mitológicos son un recreo para mí. Mucho de lo que dice me resulta completamente nuevo, por ejemplo: la representación del deseo dirigido hacia la madre, la concepción de la autocastración de los sacerdotes como un castigo por ello. Todo esto clama por ser reconocido y mientras no podamos contar con gente de la especialidad hemos de hacerlo por nosotros mismos..." .
La segunda cuestión, aún más extraña, la encontramos en la carta que dirige a Jung el 2 de diciembre de 1909. Aquí le comenta una especie de sesión analítica con Ferenczi: "una pequeña variación me la aportó la consulta en Budapest, en la que pude volver a ver a Ferenczi y aprender algunas cosas a su respecto. Me ha complacido notar lo bien que se orienta en un caso difícil, la cantidad cobrada fue muy ventajosa para el complejo sobre el cual, por motivos de infancia, menos poder ejerzo y no menos bien me sentó la ocasión de corregir un juicio y una preocupación a él referidos..."
Esta carta, a mi entender, contiene dos provocaciones para Jung. Primero el comentario de lo "bien que se orienta Ferenczi en un caso difícil", como si de ello se pudiera desprender algún reproche. Por otra parte, si es que de esto podemos entender que Freud se sometió a una sesión analítica con Ferenczi, no es fácil que a Jung le pareciese bien, sobre todo en tanto que Freud no había sido analizado por nadie hasta entonces. Debo señalar que esta sesión no aparece en ninguna biografía de las que yo conozco. Es más, en la correspondencia Freud-Ferenczi, en los mismos días en que Freud comenta esto a Jung, no aparece ni la más mínima alusión de una estancia de Freud en Budapest, menos aún de una sesión analítica.
De una forma u otra, Freud estaba acabando su relación con Jung de forma unilateral. A raíz del escándalo que podía ser Sabina Spielrein si el caso veía la luz pública, la situación era incómoda. Además, Freud tenía a Ferenczi, cada vez más afianzado como un seguidor humilde y no demasiado ambicioso. Incluso permitía al Profesor que le "robara" las ideas en pos de la Causa. A final de año, la publicación de "Transferencia e Introyección", verdadera obra maestra, vino a redondear la magnífica situación de Ferenczi y el reconocimiento de su calidad.
Sandor Ferenczi, personaje fundamental en la historia del psicoanálisis, nunca alcanzó los niveles de reconocimiento público que tuvieron Freud y Jung, aunque sus aportes sean aún hoy de valor inapreciable
1910, El Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional:
El segundo Congreso de la Asociación, se planeaba en un momento de éxito. Ya no era una reunión de amigos como el de Salzburgo. La dimensión del análisis pedía, al entender de Freud y de su escudero Ferenczi, una organización estable y sólida que mantuviese el orden en cuanto a la teoría y la técnica. Sin el apoyo de la escuela suiza, la teoría psicoanalítica difícilmente entraría en las grandes esferas de la psiquiatría europea. Freud consideraba en poco a sus vieneses, y su insistencia, junto con la ambivalente posición de Ferenczi al respecto, llevaron a Jung a la presidencia.
Los primeros buenos deseos del año se los llevó Ferenczi, al que Freud escribía en plena nochevieja. En esta carta ya le preguntaba su opinión acerca de la creación de una asociación, "más seria", y de lo mismo decía haber escrito, "unas palabras" a Jung. En verdad las cosas habían empeorado desde el viaje a América. Ferenczi sin salirse de su estricto papel de hermano menor escribe el día siguiente e Jung para comentar asuntos acerca de la promoción del Congreso.
Pocos días después Ferenczi visita a Freud en Viena. Freud le promete que, "si trae usted aquí su depresión , no la llevará de vuelta". Mantienen una conversación absolutamente optimista y visionaria acerca de muchos temas, y sin duda se habla de Jung, -sin que Freud rompa el secreto de lo que sabe-, y tras esta visita Ferenczi escribe a Freud una carta plagada de referencias inconscientes hacia Jung. Por una parte desearía estar en su lugar de heredero, para eso no duda en fantasear tanto como es posible en lenguaje del inconciente: hace alusiones a un joven { jung} luchador pero, "igualmente muy pretencioso". Merece la pena anotar que al final de la carta Ferenczi plasma por escrito un acto fallido, el asombroso párrafo dice así: "Creo haber reclutado un nuevo miembro, bastante valioso para nuestra causa, en la persona de un joven estudiante. Se llama {El nombre se me olvida durante un instante, ¡se llama Vajda!. Este era también el nombre de un cuñado mío que murió joven, un abogado que dejó a mi hermana con tres hijos, completamente sin recursos. Al mismo tiempo tengo el recuerdo de mi complejo de enfermedad}. Es inteligente, aprende rápido, va al fondo de las cosas, quiere saber..." .
Se acerca el congreso de Nuremberg y las cosas no acaban de rodar. Freud escribe a Ferenczi comentándole que hay tormenta con Jung; y sin hacer concesiones a la hipocresía, escribe también a Jung: "Desde luego en usted hay de nuevo tormenta y me llega desde lejos el tronar y aún cuando debería tratarle diplomáticamente y enfrentarme a su evidente desgana para escribir con un artificial retraso de la respuesta, sin embargo sólo soy capaz de mantener mi propio modo rápido de reaccionar...(...)...En cuanto a mí no me ha de considerar como fundador de una religión, mis intenciones no llegan tan lejos...". El aviso debió surtir efecto para Jung, que se puso a trabajar "de nuevo más distendidamente", sin que cesaran en todo el mes de febrero las reticencias y las aclaraciones paternalistas de Freud:... "estate tranquilo querido hijo Alejandro, te dejo conquistar más de lo que yo mismo podría dominar..."
La primera parte del Congreso de Nuremberg se dedicó a la exposición de los trabajos científicos. Freud leyó "Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica", donde ponía el acento en los tres puntos de donde llegaría el avance de la Causa: El progreso interno, el aumento de autoridad del analista (en tanto aumentase su prestigio), y el "efecto universal del trabajo". También intervinieron Löwenfeld, Jung y Honneger y además se intentó crear una comisión, al frente de la cual estaría Stekel, y que iban a estudiar exhaustivamente el simbolismo. El asunto no llegó muy lejos.
En la siguiente jornada llegó la discordia. Ferenczi leyó su trabajo :"Historia del movimiento psicoanalítico", que presentaba en el Congreso Fundacional de la Asociación para hacer reflexionar a todos los miembros: "Conozco bien la patología de las asociaciones y sé también como a menudo, en los grupos políticos, sociales y científicos reina la megalomanía pueril, la vanidad, el respeto a fórmulas vacías, la obediencia ciega y el interés personal, en lugar de un trabajo consciente, consagrado al bien común". Se olvidó de añadir que casi nadie escucha a nadie, por claro que sea el consejo y su intervención acabó en medio de un escándalo. Los vieneses se sintieron ultrajados al ver que tanto el presidente como el secretario iban a ser suizos. Se llegaron a reunir por la noche en la habitación de hotel de Stekel. Freud se fue allí y montó un número "en un gesto dramático", según Jones. Al día siguiente se llegó a un acuerdo.
Freud quería a toda costa que Jung fuese el presidente y lo consiguió. Tuvo que ceder la presidencia de la Sociedad de Viena a Adler y lo hizo sin dudarlo. Tal vez pensaba que si Jung tomaba una responsabilidad tan concreta, trabajaría en línea recta hacia el buen fin de la Causa. Para sostener a Jung en el cargo, había guardado silencio de la hostilidad que ya le profesaba, y lo seguiría guardando.
Carta desde Roma
En septiembre, Freud pasó unos días en Italia junto a Ferenczi. Los dos hombres estaban completamente exhaustos del trabajo y necesitaban unos días de tranquilidad. Esperaban este viaje con impaciencia. Parece ser que en Palermo, Ferenczi tuvo una reacción de rebeldía ante Freud que le ordenaba que tomase notas de lo que iba dictando. Este incidente tuvo mucha importancia para ambos y se refirieron a él a lo largo de muchos años. Freud, creyendo que había recuperado la confianza de Jung le contaba en una carta desde Roma :..."Mi compañero de viaje es una bellísima persona pero torpemente ensoñadora y con una actitud infantil a mí respecto. Me admira incesantemente, lo cual no me gusta y probablemente me critica en su inconciente, cuando me dejo ir. Se ha comportado de un modo demasiado pasivo y receptivo, dejando que se haga todo por él, como una mujer, y mi homosexualidad no llega a tanto como para tomarle por tal. La nostalgia por una mujer de verdad se acentúa mucho en tales viajes..."
Sin duda Freud estaba empezando a estructurar su creencia de que era la medida de la perfección, que tenía la situación controlada por su inteligencia superior. En una carta a Ferenczi del 6 de octubre de 1910 dice algo así: "No soy el superhombre psicoanalítico que se ha forjado en su imaginación", aunque Masson afirma que en el texto alemán aparece: " Ich bin auch jener Psa den wir Konstruiert habe", sin que aparezca el negativo ( nicht).
En cualquier caso, con lapsus o sin él, a finales de 1910 habían sucedido algunas cosas irreparables:
Freud se empezaba a creer cerca de la infalibilidad, Jung estaba completamente harto de la situación de chantaje en que le mantenía el Profesor. Ferenczi, por su parte estaba sumido en el dilema de sus sentimientos y del desprecio que le mostraba Freud a menudo. La contratransferencia les estaba corroyendo sin piedad, acaso Freud presionaba demasiado y olvidaba la supuesta imparcialidad del analista.
En este contexto fueron germinando las divergencias "teóricas", auténticos desencuentros dónde se entremezclaban todas y cada una de las formas más arcaicas de la resistencia. Freud quería atarles corto precisamente con dogmas teóricos. No sentía ningún interés por las líneas de investigación que pretendían seguir sus discípulos. En estos momentos empezaba a escribir "por encargo", convirtiendo algunos de sus trabajos en testimonios de su pensamiento en relación a lo que debían acatar sus discípulos.
En la época en que Ferenczi se interesaba por la transmisión de pensamiento, Freud le contestaba con algo de ironía: " Veo que el destino se aproxima inexorable y que le ha designado para esclarecer el misticismo y sus aledaños(...)Me gustaría pedirle que continúe la investigación en secreto dos años más...".
De Adler decía a Jung: "Con Adler la cosa va francamente mal. Si a usted le recuerda a Bleuler, en mí evoca la imagen de Fliess, una octava más baja. Idéntico paranoide".
Las indiscreciones de Adler
El asunto que ocupó a Freud casi todo el 1911, fue la ruptura del grupo vienés. Tras la fuerte lucha por el poder que se había disputado en Nuremberg, se enzarzó un combate que terminó con la marcha de Adler y unos cuantos más. Esta disensión tuvo ribetes dramáticos ante los que Jung aparecía como testigo, casi silencioso.
Pero Adler, había hecho llegar maliciosamente a Jung un par de manifestaciones privadas de Freud acerca de él. Seguramente el suizo se sintió muy molesto, no sólo por el hecho de que Freud lo criticase a sus espaldas, sino por que no sabía qué más podía haber explicado el Profesor.
De hecho, el asunto Spielrein, lejos de estar cerrado, mantenía una inquietud en Jung. No acababa de librarse de ella. Su antigua paciente, alumna y amante, era ahora candidata a convertirse en analista. Si hemos de creer el diario de Spielrein, no se habían dejado de ver completamente. O por lo menos Sabina lo había intentado. En sus anotaciones de abril de 1910 dice: "Cuando llegué a Küssnatch la mucama me advirtió que el doctor no podía recibirme...(...)...me tendí tragándome las lágrimas. ¡Estaba muy furiosa! ¡Y esto se llama amistad! Ni siquiera se dignó bajar para excusarse de haberme hecho venir a Küssnacht inútilmente. Si yo tuviese un millón y un marido a mis espaldas, ciertamente la cosa sería distinta, pero soy su alumna, una estudiante y para peor, rusa..."
Las complicaciones para Jung surgían de la intelectualización que su alumna rusa había hecho del caso. Le seguía escribiendo, bajo el pretexto de temas científicos.
Finalmente se presentó en Viena el 11 de octubre para conocer al Profesor al que llegó a "amar tiernamente". Para colmo, la llegada de Sabina a Viena coincidía con la sesión de la Sociedad en que Freud había "obligado a salir de la Sociedad a toda la banda de Adler (6 individuos)".
La llegada de la Spielrein a Viena no fue precisamente en el mejor momento. No obstante fue recibida por Freud con absoluta normalidad; y se lo relató a Jung " la Dra. Spielrein, la cual llegó a mi casa inesperadamente. Encontró que yo no tenía un aspecto tan malvado como ella se imaginaba".
Es imposible saber que pasó por la cabeza de Jung, pero esto ya era demasiado. Freud lo estaba arrinconando sin el más mínimo decoro. No sólo se mostraba como un caudillo incontestable sino que se permitía dar pábulo a Sabina Spielrein que tantos problemas le había ocasionado, dejándola entrar tan sencillamente en la Sociedad Vienesa.
A partir de aquí, pudieron suceder algunas cosas:
- Tal vez Jung tuvo una discusión con su mujer;
- Tal vez, Emma viese a su marido muy furioso, por alguna causa profunda y pensó que se debía a unas diferencias con Freud, consecuencia de su trabajo sobre la libido.
O acaso estalló por fin la tormenta y Emma se puso al corriente de novedades que aún desconocía.
En mi opinión, la segunda hipótesis es la más probable y Jung tomó la excusa de sus Metamorfosis de la libido para justificar ante su mujer su gran enfado. A partir de aquí, este trabajo quedaría maldito y se apuntaría como la chispa que desencadenó la ruptura entre Freud y Jung, pero a la vista de lo sucedido ¿Fue realmente este trabajo?.
Curiosamente Jung partía al servicio militar al día siguiente (¿está bien documentada esta incorporación?). Su esposa muy alarmada escribió a Ferenczi interrogándole acerca de la situación. Ferenczi, fiel con die Sache, pero groseramente indiscreto, habló con Freud de esto antes de responderle, pidiéndole que "guardase el secreto de su indiscreción, de forma rigurosa y eternamente". Freud le pidió que censurase el trabajo de Jung " tachar la referencia a la astrología y al trabajo sobre la libido", y el bueno de Ferenczi que no podía reprimir su sinceridad cometió un lapsus de los que hacen historia, ya que en lugar de tachar (streichen)
Metamorfosis de la libido, la hizo florecer (streifen). El enfado de Freud fue colosal.
Con su insiceridad habitual, Freud escribía a Jung de nuevo una semana después: "me alegra mucho saberle en su casa", sin la más mínima alusión a su trabajo sobre la libido, manteniendo un tono cordial en toda la carta que despide: "Los demás están bien, espero que suceda lo mismo con usted y sus pollitos".
El Ruido y la furia
El 1912 es un año que ha pasado a la historia, especialmente según el evangelista Jones, el más mentiroso y adulador de cuantos hagiógrafos haya habido. Éste nos relata su versión de 1912 como el año en que "empezaron a enfriarse las relaciones con Jung". Pero es casi irrefutable que las relaciones desde 1909 estaban en proceso de enfriamiento . Se toma como excusa la discusión acerca de las Metamorfosis de la libido, pero esto resulta un poco discutible, si observamos en las cartas de Freud a Jung.
Desde finales de 1911 habían comentado aspectos del ensayo de Jung . Freud parece casi siempre a la expectativa. Jung se mantiene taciturno y Freud empieza a impacientarse por la falta de correspondecia. De hecho en enero de 1912 escribe a Ferenczi diciéndole que ha interrumpido la correspondencia con Jung.
En cuanto Jung reemprendió la correspondencia, Freud pretendía volver al reproche paternalista, cosa que Jung ya no estaba dispuesto a aceptar. Se puede decir que Freud lo intentó todo; incluso la llamada al orden acerca de sus obligaciones como presidente de la Asociación, que parecía estar descuidando. No obstante le manifestaba su interés por su trabajo sobre la libido.
Jung le contestó con una cita de Nietzsche, acerca de los seguidores y la independencia. Freud no entendía nada.
Cuando todo estaba a punto de perderse, Freud jugando sucio le refrescó la memoria a Jung. Sabina Spielrein había estado con él: "Ha tratado conmigo de algunas cosas íntimas"...
El momento de la aparición de la segunda parte de la Metamorfosis de la libido, es un auténtico caos para los dos. Freud quería hacer una crítica, pero no sabía por donde abordarlo. En verdad ni el propio Jung acababa de estar satisfecho de su trabajo. Hemos de pensar que este ensayo lo había escrito en medio de una confusión importante y una presión que le llegaba por todos lados.
Pero Jones nos cuenta las cosas como "un necio, entre ruido y furia"; negándose a la evidencia de las cartas de Freud. Primero, muestra las divergencias teóricas del trabajo sobre la libido; esto es falso. Sabemos que Freud no se cerró en banda a su trabajo sino a la falta de obediencia servil que le exigía a Jung. También comenta el episodio de Kreuzlingen, pero, ¿hubiese sido este un motivo de discordia si Jung no hubiese estado francamente en contra de Freud y lo que le representaba como autoridad?.
Jung marchó a Estados Unidos, donde pronunció unas conferencias en las que empezaba a manifestar una cierta reserva acerca de la teoría de la libido de Freud. Si Jung estaba o no acertado, eso es motivo para otro análisis. Lo cierto es que cualquier divergencia estaba siendo utilizada por uno y otro, como arma con que golpear lo personal.
Jung, a pesar de todo, envió a Freud una larga relación de lo que se había tratado en sus conferencias. En este sentido seguía aceptando la jerarquía del "viejo", dentro del Movimiento Psicoanalítico.
La respuesta de Freud fue demasiado agresiva y tal vez un poco vaga, sobre todo por que contraponía dos párrafos tan opuestos como: "el hecho de que con sus modificaciones haya disminuido muchas resistencias, no lo debería inscribir, sin embargo, en su lista de méritos...", tras enmendarle la plana , sigue incomprensiblemente: " Espero con interés una separata de sus conferencias, pues a partir de su gran trabajo sobre la libido, en el que algunas cosas me han gustado mucho -no el total-, no he podido hallar el buscado esclarecimiento acerca de sus novedades..."
Los motivos teóricos parecen, a la vista de las circunstancias, insostenibles.
Freud aún intentó reencauzar la situación a finales de noviembre, tras el encuentro en Munich que tanta tinta ha hecho correr. Le pedía, casi le rogaba, que todo fuera como antes: "nuestra relación de ahora en adelante conservará el eco de la intimidad anterior". Pero todo estaba perdido. Jung, con 36 años, pensaba que su vida está dando un cambio radical y seguramente quería romperlo todo. Respondía al Profesor con un "nuevo estilo", que iba a ser una forma de sinceridad " entre analistas", que Freud aceptó, pero tres días después confesaba a Jones: ( Jung)..."se comporta como un loco, parece ser Cristo mismo y en las cosas concretas que dice existen trazas del villano..." , y desea que todos sean "amables y pacientes con Jung".
Freud ya sabía que ha perdido el control, pero en una jugada veneciana, negaba a sus discípulos, al propio Comité, cualquier aclaración de la verdad.
Cuando todo está perdido, quema los barcos y escribe a Jung acerca de un lapsus con el que se autorelaciona con los "compinches" de Adler. A partir de aquí, la respuesta de Jung y la nueva réplica de Freud, todo ha terminado:
"La carta a Jung no ha salido y no será reemplazada por otra. Que se vaya al diablo, prescindo de él de sus afectos y perfidias..."
Aspectos legales y el silencio...
En 1913 las pocas cartas que se intercambiaron eran de carácter puramente técnico, acerca de como debe abandonar Jung con algo de elegancia. Esto se consigue y no será hasta 1914 que Jung abandonará la presidencia y sus responsabilidades.
Ferenczi queda como el "Paladín y Gran visir secreto" de Freud. El movimiento está tocado. Las consecuencias de todo esto no se iban a ver hasta mucho más tarde.
El único de los miembros del Comité que pudo aportar algo nuevo a la teoría era Ferenczi. Pero en cuanto empezó a experimentar con sus conceptos, innovadores y realmente útiles para la parte técnica, Freud receló como había recelado de todos los genios que le rodearon. Seguramente en toda la historia del pensamiento no se habían encontrado unos pensadores tan inteligentes, dispuestos a trabajara en una causa común. La compleja personalidad de Freud los fue dejando en la cuneta: Adler, Tausk, Stekel, Rank,... Su última víctima sería Ferenczi, en 1932, poco antes de morir, que fue apartado del Movimiento, llegándose incluso a retirar de la publicación del Jahrbuch un artículo tan importante como " Confusión de lenguas entre el niño y el adulto", que adelantaba casi treinta años la evolución de los conceptos analíticos. Su avance se perdió en medio de un Freud muy cansado y unos herederos que no sabían casi nada de lo que hablaban.
Pero ese fue el destino que eligió el Profesor. Sus palabras a Ferenczi, tras la ruptura con Jung, eran lapidarias:
"La verdad nos pertenece. Estoy tan seguro de ello como lo estaba quince años atrás"...
Esteban Masclans, febrero 1998.
Reseña bibliográfica
Este artículo está fundamentado sobre todo por la Correspondencia Freud-Ferenczi, aún no editada en castellano, pero de la que la versión francesa es magnífica . Asimismo es imprescindible la Correspondencia entre Freud y Jung, (Taurus); a pesar de que la edición española está descatalogada y agotada, sin que esté previsto hacer una reedición. Incomprensible.
La referencia más fácil está en la edición de la Correspondencia completa de Sigmund Freud, editada por Biblioteca Nueva, pero sin las cartas de sus correspondientes a veces resultan ininteligibles, incluso para el propio traductor.
Las obras completas de Sándor Ferenczi son una consulta indispensable para observar la evolución y el compás de las ideas de los tres intelectuales. Por desgracia, Espasa Calpe las ha descatalogado y hoy resulta imposible encontrarlas en castellano. Asimismo la edición de las obras completas de C. G. Jung es una deuda que las editoriales de habla hispana mantienen con todos sus lectores. ¿Hasta cuándo?. En cambio las obras completas de Sigmund Freud cuentan hoy día con una muy brillante traducción en Amorrortu Editores.
La historia de las relaciones de Freud con sus contemporáneos fueron estudiadas exhaustivamente en Freud y sus discípulos, de Paul Roazen. Asimismo hay dos ensayos atrevidos a pesar de ser un poco tendenciosos, que son imprescindibles: El asalto a la verdad de Moussaief-Masson, y La Historia secreta del psicoanálisis, de John Kerr. Ambos muestran, a pesar de algunas ideas arriesgadas, un estudio riguroso de las circunstancias que rodearon la historia del nacimiento del psicoanálisis.
Me ha resultado imposible encontrar el ensayo original de "Transformaciones y símbolos de la libido", de Jung. Sobre este texto agradecería mucho cualquier información.
La biografía de Ferenczi, escrita por Thierry Bokanowski es magnífica en tanto traza el personaje histórico en relación a sus compañeros.
En cuanto a Sabina Spielrein, el ensayo de Carotenuto, Una secreta simetría, resulta interesante al aportar las cartas de Sabina tanto a Jung como a Freud, así como algunos fragmentos de su diario. También puede ser útil la novela de Karsten Alnaes, Sabina. A pesar de tener la estructura de un relato, aporta algunos datos importantes en el estudio de esos años tan delicados para Freud y Jung. Por supuesto, aún con sus medias verdades y omisiones, la biografía de Freud escrita por Ernest Jones, continúa siendo un buen punto de referencia. Acerca de la biografía de Jung, su biógrafo, Gerhard Wehr, mantiene un tono tan intimista en su relato, que establece una comunicación con el lector y el propio Jung. Es una lectura agradable.
En el baul de los recuerdos encontré un estudio : "La obra de Jung" de Charles Baudoin, que muestra aspectos interesantísimos de las ideas del Maestro suizo. En esta obra editada en castellano en 1967 por Gredos, se mantienen algunas de las impresiones que tuvo el autor al estar en contacto con Jung.