Poesía
El próximo mes de Enero, si nadie lo remedia, saldrá el mercado editorial mi quinto libro, tercero de poemas. Esto que sigue es un adelanto de aquel. |
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Nos dieron algunos meses para la despedida. " Desde que sabemos del mal, nueve ", dijo el mejor cirujano de España. " Para septiembre u octubre ", pienso. Es pronto, mayo; no dejarte sola nunca más, poner la mentira en el anzuelo. Tú te acercas a la cuna y haces como que ves que la esperanza todavía sonríe, y que la fe no necesita aún de la ceguera. - ¡ Qué poca esencia de ti en la rueca queda! Láquesis la devana y ora, ausente el mirar. - ¿ Con qué cortas, sanguinaria Átropos, la hebra de este amor y su plegaria ? Apenas treinta días, nada. " ¡ Qué lentos estos minutos! "; mientras tu cruz con tu sangre negra va empapándose y creciendo. Sé del cansancio de todos y del presagio. Tú no dices nada. Suspiras; pero yo veo que te asomas a la ventanilla del tren, de ese fatigado tren ineludible que simula agonizar, que agitas el pañuelo inmaculado a modo de saludo, tapada toda por el humo blanco de la locomotora, como en las viejas películas. >> |
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Te creo verso y no prosa, no hombre ni mujer, ni trucha ni can. Amarme consiste únicamente en plegarte a la concepción que de ti me he forjado; tu misión, entregarle al lector la imagen exacta del martirio, esa semejanza creadora de Él que me impulsa a la escritura. Otra cosa es que el lector te transforme en aire o que la ciencia te admita en su monitor. Un papel defecado por la pluma quiero que sea tu territorio, que constituya tus límites. En Él te has de asentar para transmitir lo que no se ve; en Él, para alcanzar lo que se intuye apenas. En Él, para poseer el cuerpo incierto de lo efímero. Has de ser más que la palabra y menos que la estrofa. Deseo que lo vislumbres en el templo, los domingos, atado por la obligación que te marquen los otros versos, que llores de alegría cuando imagines la unidad del poema. También que al alcanzar el sentido último de tu exis-tencia pierdas el miedo, y que sientas que estos mis fantasmas son contigo un único cuerpo. Las palabras que te sostienen son engañosas, el ritmo, un camino torcido del enemigo; cuídate bien de mis deficiencias, que es lo peor. Y ahora empecemos diciendo que ella ha sido ajusticiada, que ni el mundo, ni el demonio, ni la carne tienen ya poder, que ella está con Él, con el poeta perfecto y sus versos que no entiendo. >> |
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Cabe Cipri, la mañana de la muchacha que corría. Imaginar el aire que escapa de la cara y el jadeo. Cabe Ana, la esposa que llevaba la luna de miel por bandera, la que sentada sobre el pollino miraba la llanura. Pensar en la hondura y oler el polvo del camino del huerto. Cabe Cipri, Antonio el churrero, el labrador de tierra ajena que nunca mató a nadie, el vendedor de sardinas saladas en tiempos de hambre, el de los helados a la antigua usanza. Creer en los días que fueron la fuente del pensamiento. Cabe Ana, tu corazón y los sentimientos que esta lectura provoca, y los azufaifos olvidados, y el sigilo, y la soledad del rincón que viste los cementerios, y la tonada triste que nadie tararea y que baga por los caminos del éter. Saber que el presente, el pasado y el futuro han muerto. Cabe Cipriana, estas estrofas que suenan cual la campana afónica de las viejas iglesias de los pueblos escondidos, apenas un remedo de los cuentos que las piedras cuentan a los viajeros solitarios, acaso un bosquejo de los lamentos que el ocaso dicta al corazón despierto. Ignorar que la tierra es inane, cual el gemido del viento. >> |