JUBILEO 
DE LAS UNIVERSIDADES

 Por el H. Alejandro González G.  

En el marco de la Celebración de los 2000 años del nacimiento de Cristo, el jubileo de las Universidades celebrado en Roma los días 3 a 10 de Septiembre pasado, alienta nuestra esperanza y compromiso. Por primera vez en, para celebrar la encarnación del Hijo de Dios se reunieron en Roma más de 260 Universidades de 96 países. Estuvimos cerca de 10 000 profesores y colaboradores, 260 rectores, cerca de 900 administrativos y 600 estudiantes, líderes en sus respectivas Universidades. Monterrey estuvo presente a través de la Universidad de Monterrey.

Los días 3 a 7 nos pusimos a trabajar en 59 congresos simultáneos los cuales se realizaron en 15 ciudades Italianas, Jerusalén y Saida (Líbano). Los encuentros giraron en torno a 4 grandes temas: a) “La Persona Humana: origen, biología y biografía” b) “La Ciudad del hombre: Sociedad, Ambiente y Economía” c) “La visión de las ciencias: descubrimientos, tecnología y aplicaciones” d) “Creatividad y Memoria: las artes plásticas, literarias, musicales y dramáticas.

Estos grandes temas apuntaban hacia el tema-objetivo del Congreso: “La Universidad para un nuevo Humanismo”.

  El viernes 8 nos concentramos todos en Roma para preparar la síntesis a presentar al Santo Padre. El sábado estuvimos toda la mañana en el Aula Pablo VI presentando las síntesis de los 4 temas a S.S. el Papa, quien al terminar nos dirigió su mensaje y dio la bendición apostólica a los presentes y a las Universidades que representábamos. Por la tarde del sábado y domingo vivimos el Jubileo a través de las celebraciones de Reconciliación y la Celebración Eucarística en la Plaza de la Basílica de San Pedro en donde su Santidad Juan Pablo II dirigió un nuevo mensaje a las Universidades y a través de ellas a toda persona que se interese y preocupe por la educación para una Humanidad que tome de nuevo su lugar en la Historia con renovado compromiso hacia sí misma y hacia todo lo creado por Dios.

  La Universidad es, por misión, una Institución autónoma, en el corazón de la Sociedad, organizada de manera especial según su propia herencia histórica para recoger, analizar, producir y modelar cultura a través de la enseñanza y la investigación.  Además de esto, la Universidad Católica es un lugar de formación integral que pone en primer lugar el desarrollo del pensamiento crítico y metodológico de los jóvenes para prepararlos al desafío del conocimiento, del trabajo y de la vida adulta. La Universidad es el espacio y ambiente donde se aprende a ser rigurosos en los fundamentos culturales y flexibles en la relación con la realidad; apasionados por la propia especialidad y curiosos por todo. Quien escoge para educarse una Universidad Católica decide poner en juego todos sus recursos como persona para hacerlos crecer.

  Si tomamos en serio lo anterior, entonces no podemos hacernos a un lado de los grandes desafíos para el mundo universitario presentes en la ciencia y cultura actual.

Por una parte, cada vez es más fuerte la evidencia de la necesidad de una formación ética y moral. El gran reto que tenemos delante, nunca antes presentado, es que en la nueva relación con nuestra naturaleza, estamos ante la posibilidad de rehacer nuestras características biológicas ( Manipulación del genoma ). No podemos ni debemos detener la investigación científica, pero sí debemos hacerla con criterios éticos y morales desde una conciencia plenamente humana y madura que busque el bien total de la persona en singular y de la  Humanidad entera. Tenemos que aprender a ponernos nuestros propios límites. No todo lo que es científicamente posible es éticamente válido si atenta contra la persona humana.

De otra parte, al tratar la dimensión social llegamos a algunas conclusiones importantes:  1.- Más que discutir en contra de las cosas, necesitamos concentrar nuestra energía en descubrir “ como actuar en cristiano” ante las situaciones humanas y sociales que se nos presentan.

2.- El diálogo es un hábito indispensable para el pensamiento y la Universidad es su promotor más autorizado al estar libre de presiones e intereses.

3.- Estamos comprometidos con  la valoración de la persona humana y la búsqueda de calidad de vida para todos sin olvidar a los minusválidos. Sólo así podremos hablar de una auténtica Comunidad Humana

4.- Es importante la investigación en las Universidades para definir “una ciudad humana” fundamentada en el hombre como “Persona”; una ciudad que viva como atmósfera el mensaje evangélico de la fraternidad.

  Fruto de la Historia del pensamiento humano y su búsqueda por la autonomía incluso de Dios, surgió la separación de la ciencia con respecto a la filosofía y teología. La consecuencia es un mundo altamente tecnificado en donde el hombre ha sacrificado no sólo a sí mismo sino a la naturaleza en aras de tecnologías cada vez más sofisticadas y mayor comodidad en las grandes ciudades. Es nuestra responsabilidad terminar con este divorcio entre ciencia y fe a fin de regresarle a la persona humana su señorío y responsabilidad hacia todo lo creado. La ciencia y tecnología son necesarias como herramientas al servicio del ser humano y su calidad de vida personal y comunitaria. La ciencia y tecnología no puede ser el Señor a quien rinda pleitesía la Persona Humana porque deja de serlo convirtiéndose en esclavo, reduciendo la naturaleza a un simple depósito de desechos tóxicos.

  En el mensaje de Su Santidad a la Universidades nos recordó cómo el tema del Congreso encaja perfectamente en el redescubrimiento de la centralidad de Cristo en la historia de la humanidad. La Universidad ” busca al Hombre “ por eso tiene como objetivo la búsqueda de la verdad. La verdad sobre el hombre está en Cristo.  Por esto, la Universidad debe estar abierta a la Trascendencia a fin de conectar al hombre y Sociedad con su ideal de vida y vocación.

Además, en estos tiempos de aprendizaje democrático necesitamos tomar en cuenta que no basta haber logrado tener procedimientos democráticos por medio de los cuales se piense que la voluntad expresada por la mayoría basta para aceptabilidad moral de una ley. En realidad, el valor de la democracia se  mantiene o cae con los valores que encarna y promueve.

La Universidad educa al ciudadano en los valores morales objetivos que en cuanto ley natural inscrita en el corazón del hombre, son punto de referencia normativa de la misma ley civil. La democracia vale tanto cuanto la estructura de valor de la sociedad que la ejerce. Ahí está una tarea fundamental de la Universidad al servicio del bienestar social.

  Al trabajar en la construcción de un nuevo Humanismo, la Universidad toma un papel fundamental en la historia pues garantiza que el progreso se dé al servicio del hombre y el hombre se realice al servicio de la comunidad  realizando así, en la historia, la civilización del amor. 

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