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REFUNDACIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA

H. Benito Arbués, Superior General, a los Hermanos Animadores Comunitarios
Noviembre 3 del 2000
Redacción del H. Nabor González G.

A pesar de las prisas y del poco tiempo de que disponía el H. Superior General dedicó a los Hermanos Animadores Comunitarios de nuestra Provincia, la mañana del día 3 de noviembre, en La Chona.

El estilo alegre, cordial, siempre sonriente que le caracteriza, hizo que este momento nos pareciera demasiado corto. Sin embargo, se dio tiempo para hablarnos sobre varios temas. El principal de ellos fue el dedicado a la Refundación. De esta charla se extractan unas cuantas ideas. Confiamos en que sirvan para alguna reflexión.

Lenguaje: Existen, como sabemos, muchos tipos de lenguaje. ¿Con qué lenguaje estamos comunicando hoy, lo que es la vida religiosa?

Profecía: La vida religiosa es profecía. No tiene el monopolio ni la exclusiva de la profecía, pero colectivamente, debiera mostrarse profética. Debe tener un talante de vivir que no se somete a los dominios contraculturales y contra evangélicos del mundo. Y en esto consiste el reto para nosotros: ¿qué aceptamos del mundo de hoy y en qué confrontamos al mundo de hoy con nuestra vida?

Cambió la cultura: Este cambio nos confronta también a los religiosos. Ya desde los años 60, 70 se sentían los problemas del cambio, aunque reales, no era común hablar de ellos. Pero en el 70 estallaron. Las frustraciones y las insatisfacciones no se hicieron esperar. La vida religiosa aceptó definir que tenía problemas y entró en crisis numérica y de identidad.

¿Qué vida religiosa querernos, cómo viviría, por qué y para qué?.

- La vida religiosa es profecía por su forma de vivir, por su forma de actuar, por las opciones que está tomando.

- Siempre ha sido un grito en el mundo de la cultura, en el mundo de la sociedad, en la Iglesia cuando el Evangelio empieza a perderse. Eso fueron los eremitas huyendo al desierto, en su tiempo. Eso fueron los monasterios, como ciudades perfectas, aisladas del mundo. Pero también lo fueron las órdenes mendicantes que plantaron su tienda en medio de las ciudades. Fueron reto e interpelación para el mundo y la Iglesia de su tiempo. Pero el monasterio aprendió de las Congregaciones apostólicas a abrirse. ¿Qué aprendemos nosotros de las muchas congregaciones que están apareciendo hoy para atender las necesidades del mundo de hoy? ¿Hacia donde van esas Congregaciones? ¿Qué están detectando? ¿Qué modelo de vida religiosa están abriendo? No es que la vida religiosa no tenga razón de ser. El problema es ¿qué conservamos? ¿Valores esenciales o ropaje que no sirve para nada? Los Hermanos Maristas ¿no estaremos repitiendo la "guerra de las medias" hoy? El problema está en el fondo. ¿Cuál es lo permanente de la vida marista? y ¿Cómo vivir y expresar hoy en el mundo real eso permanente de la vida marista?

En nuestra vida marista seguimos dividiéndonos, que si lo importante es ser, o lo importante es hacer. Pero ¿de dónde nace tanto el ser como el hacer? nace de mi corazón. Y según yo siento, lo actúo. Pero lo que estoy haciendo está transformando mi corazón. Y no hemos sido educados más que para decir ahora vivo unos momentos intentando ser hombre de Dios. Y ahora me voy a trabajar intentando ser un gran trabajador de educación, de apostolado, que tiene poco que ver con la gente. Vivimos disociados. Y vuelvo a rezar. Y lo que yo he vivido no me marcó, no lo llevo a Dios. Pregunto, ¿es esto un modelo para la Iglesia, en un mundo en que la cultura se ha disociado mucho, y porque nuestra comunidad de Hermanos Maristas cada vez es menos monástico? Aquellos salones de treinta hermanos con los mismos horarios todos, se terminó. Pero no es porque fuera malo, es porque las vidas de otros llegó a enfrentarnos ahora de otra forma. Entonces pregunto ¿se puede ser algo sin sentir algo que sea consecuente? ¿Puedo estar actuando en forma diferente a lo que siento? La vida me tiene que convertir. Lo que yo hago me tiene que convertir. ¿Por qué hago lo que hago? ¿Para qué lo hago? Lo que hago me tiene que transformar. Ustedes me dicen, mire: soy un gran apóstol, pero cada vez quiero menos a mis Hermanos, cada vez me acuerdo menos de Dios. ¿Qué apostolado será este? Hay que entenderlo de otra forma. ¿Buscas a Dios o buscas una proyección de los desajustes de tu persona?

Mirando al futuro: Si miro al futuro, diría: La vida religiosa está llamada a una fidelidad y hoy está en crisis no por culpa de ella ni por culpa de que no seamos fieles. Sino por culpa de que amamos tanto al pasado, que nos da miedo el futuro. Y Dios es un Dios itinerante. Dios es camino. "Los espero en Galilea, vayan hacia allá" ¿Por qué no acá, que estamos viejos?... "Abraham, ponte en camino" ¿Otra vez? ... ¿Qué hacen ustedes acá? Y ese Cristo que acaban de ver que ha desaparecido ¡vayan a encontrarlo en Galilea! pero pónganse en camino. Lo encontrarán en otros lugares. Y en la vida religiosa yo creo que en las últimas décadas, hemos pecado de sacralizar formas. Yo no sé si nuestra fidelidad, el amor al carisma de¡ Padre Champagnat, al menos en más de una provincia del Instituto, lo manifiestan más en conservar edificios que en proyectar vida. Es decir que los miedos nos atan. Que queremos tanto cuanto tenemos, que el amor a las obras que hemos construido, nos impide proyectar vida. Aquí está el problema. Nuestro problema es, ¿hacia dónde miramos y qué nos falta? ¿Qué quiere Dios de los Hermanos de México en este México de hoy?

 

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